Para la memoria histórica:
En 1976, la UCA apoyó el plan de transformación agraria del presidente Molina, pues Ellacuría consideró que, pese a todas sus limitaciones, el proceso beneficiaría a las mayorías populares. Sin embargo, en el momento decisivo, Molina retrocedió ante la presión de la oligarquía. Entonces, Ellacuría escribió el famoso editorial “A sus órdenes, mi capital”. El editorial le costó a la UCA el subsidio gubernamental y cinco bombas colocadas por la organización paramilitar Unión Guerrera Blanca. Pero los análisis críticos y las propuestas creativas de Ellacuría continuaron, lanzando su figura al ámbito público.
Para la memoria histórica:
El 27 de diciembre de 1979, tres bombas explotaron en el Centro de Cómputo de la UCA; y el 22 de marzo de 1980, la Universidad fue allanada por un contingente de la Policía Nacional. En el marco de la intervención, un estudiante que salía por el acceso peatonal fue alcanzado por una bala y cayó muerto. Los policías dijeron que habían entrado a la UCA en persecución de un grupo que había atacado un supermercado cercano, pero no era cierto. Ellacuría enfrentó al presidente Duarte, quien se negó a aceptar el crimen. Entonces, el Rector escribió lo siguiente en su editorial de mayo de 1980: “En El Salvador, hoy, la mentira es la reina consorte del terror”.
En 1985, Ellacuría fundó en la UCA la Cátedra de Realidad Nacional. La Cátedra se convirtió en un foro abierto, donde se discutieron los problemas nacionales y regionales. En el espacio se dieron cita políticos, sindicalistas, dirigentes populares y eclesiásticos. Cuando hablaba Ellacuría, el auditorio universitario resultaba pequeño. En varias ocasiones, desde la Cátedra, pidió a sus adversarios que combatieran ideas con ideas, no con bombas y balas.
Huella de uno de los soldados que participaron en la masacre.
Para la memoria histórica:
Los soldados forzaron la puerta de entrada a la zona de los cuartos en el piso de arriba. Sacaron a los jesuitas a un pequeño patio. Allí los obligaron a tumbarse boca abajo. No sabían los asesinos que estaban colocándolos en la misma posición en que años antes se colocaron ellos mismos, al ofrecerse para ser ordenados como sacerdotes. Allí, los asesinaron uno a uno.
Para la memoria histórica:
Después de la media hora que parece haber durado la masacre, los asesinos permanecieron tres horas más dentro del recinto universitario. Quemaron selectivamente máquinas de escribir, computadoras, aparatos de sonido, grabadoras y aparatos de video; el fuego derritió totalmente los aparatos.
Dentro de la UCA, los soldados registraron y revolvieron los cuartos; robaron radios, papeles y reliquias de monseñor Romero que se conservaban en el Centro Pastoral; y después dispararon contra las paredes de la casa y varios de los carros de la Universidad.
“Ellos nos han enseñado el camino del verdadero seguimiento de Jesús, nos señalaron que lo más importante es hacer la voluntad de Dios, que lo más grande es amar al prójimo hasta ser capaces de dar la vida por él. Nos enseñaron que vivir así vale la pena, que vivir así llena la vida. Nos dejaron el legado del amor hasta las últimas consecuencias” (P. Andreu Oliva, rector de la UCA. Homilía de la vigilia del 12 de noviembre de 2011).
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