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Una tarde frente a la biblioteca


Recuerdo que con el arquitecto Bernardo Pohl y el padre Martín-Baró nos reuníamos con frecuencia en la biblioteca de la Universidad porque estábamos organizando la carrera de Arquitectura, de la que el padre fue promotor. Me acuerdo de que él me decía que a través de la carrera la UCA conocería la realidad social y espacial del país. Me llevaba muy bien con él, era jovial, risueño; incluso yo le explicaba mis programas de los cursos.

Una tarde veníamos saliendo de la biblioteca y nos encontramos al padre Ellacuría. Tengo presente que se nos acercó y solo nos dijo: “Estoy pensando decirle al doctor [Guillermo Manuel] Ungo y a Rubén Zamora que abandonen esa sangría, y les voy a decir que mejor se dediquen a la lucha política porque es más viable”; ellos eran dos líderes de la oposición. Sus palabras me impactaron, porque era como si él no hablaba con uno, sino consigo mismo. En ese momento no les había dicho nada; era 1985. Cuando terminó de hablar, me di cuenta de que él realmente quería que terminara la guerra y a penas estábamos a medio camino. Por esta razón, me indignó que sus asesinos lo acusaran de que era él quien la promovía, cuando cuatro años antes él mismo había tratado de evitarla. Yo soy testigo de eso. Él se oponía a la guerra.

Herbert Ernesto Granillo Dubón, catedrático del Departamento de Organización del Espacio