La UCA, 25 años después

Los mártires de la UCA: mártires de la justicia


Luego del asesinato de Elba y Celina Ramos y los seis jesuitas, la UCA ya no podía ser lo mismo, pero debía seguir siendo la misma UCA de los mártires.

La tarea era gigantesca. La UCA entró en una especie de “depresión institucional”, que solo pudo superar con mucho trabajo, fidelidad a su identidad y su misión, y terquedad utópica. Varios de sus miembros más valiosos la abandonaron decepcionados. Aquella UCA no era la misma, ni, obviamente, podía serlo. Pero en contra de todo pronóstico razonable, había que intentarlo por fidelidad a los mártires y su causa. Después de seis años difíciles, la UCA superó la depresión y se consolidó su identidad y su misión tal como había sido legada por los mártires. Esto fue posible gracias a la entrega de los jesuitas sobrevivientes y de otros que llegaron del exterior, y a la colaboración decidida de un grupo de seglares muy capaz y comprometido con su vocación universitaria. Al final, pudo más la obstinación de la razón, la verdad y la justicia que la irracionalidad del poder asesino.

Fui testigo privilegiado del renacimiento de esa UCA, así como también lo había sido, antes de 1989, de su construcción y desarrollo. En los primeros momentos la cuestión era si la UCA era viable sin los mártires. Y si lo era, cómo continuar. La única respuesta posible estaba en intentarlo. La tradición universitaria de Ellacuría y sus compañeros decía que el intento valía la pena. La ausencia de los mártires se hizo sentir con fuerza, sobre todo, en los momentos más críticos del país de la UCA. Pero no nos abandonaron por completo. Al contrario, se hicieron presentes con gran claridad, pero de otra manera. Así, nos hicieron participar en lo que los teólogos llaman “la comunión de los santos”. Su presencia animaba a seguir, pese a la incertidumbre y el temor, la guerra no había concluido aún, la postguerra planteaba desafíos y las exigencias académicas, organizativas y administrativas de la UCA parecían insuperables.

Recuperada cierta normalidad, el esfuerzo se concentró en superar la “depresión institucional”, volviendo a la raíz de la identidad de la UCA, de donde se deriva su misión, pero desde la nueva situación del país y de la universidad, en cultivar la vocación universitaria de una nueva generación, y en generar mística universitaria en la comunidad universitaria. La fidelidad a la misión demanda responder a los nuevos desafíos de la realidad salvadoreña que con rapidez asombrosa pasa de la negociación al final de la guerra a la postguerra. Entre esos desafíos estaba dignificar a las víctimas del terrorismo de Estado, exigir justicia para los violadores de los derechos humanos, contener la violencia social y luchar contra nuevas formas de pobreza y exclusión.

Rodolfo Cardenal (fragmento tomado de Carta a las iglesias. Número 654, 1-31 de octubre de 2014).

...

La esperanza


Una UCA fiel a sus raíces tiene y ofrece esperanza. Y es este un gran aporte, quizás el mayor. Dice don Pedro Casaldáliga: “si nos quitan la esperanza, nos han quitado todo”. Y decía Ellacuría: “a la universidad le toca despertar más y más a la esperanza”.

Es esperanza no es optimismo y por ello es crucial la pregunta cómo se genera. Hace muchos años leí estas palabras de Jürgen Moltman: “No toda la vida es ocasión de esperanza, pero sí la vida de Jesús que por amor tomó la cruz”. Parafraseándolas podemos decir: “no toda universidad es ocasión de esperanza, pero sí lo es una universidad que, humilde y honradamente, trabaja por los pobres de este mundo, aprende de ellos y está dispuesta a dar todo lo que tiene por ellos”.

Eso es lo han hecho todos los mártires y lo que hicieron nuestros mártires de la UCA. Así siguen generando esperanza. Quizás nadie sepa explicar por qué. Pero es verdad. De esa esperanza habló Ignacio Ellacuría en su último escrito en la Revista Latinoamericana de Teología: “Seamos hombres nuevos —y mujeres nuevas— que siguen anunciando firmemente, aunque siempre a oscuras, un futuro siempre mayor, porque más allá de los sucesivos futuros históricos se avizora el Dios salvador, el Dios liberador”.

Jon Sobrino (fragmento tomado de Carta a las iglesias. Número 653, 1-30 de septiembre de 2014).

...




Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas"
Dirección de Comunicaciones
(503) 2210-6600 • direccion.comunicaciones@uca.edu.sv