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Carta a las Iglesias, servicio informativo del Centro de Pastoral de la UCA, año XVI, No. 355, 1-15 de junio de 1996 LA REALIDAD HA TOMADO LA PALABRA A OSCURAS Y A LA DERIVA Se acaban de cumplir dos años del segundo gobierno arenero. Ha habido muchos discursos, pero lo más importante es que la realidad ha tomado la palabra. Se ha hablado de dos años de gobierno, pero de hecho se ha hablado de toda una época que termina. Si dos años no son muchos en la historia de un pueblo, veinte o treinta, la época que va desde los setenta hasta el día de hoy, si es un período significativo. Y lo es, no sólo por su duración, sino por la densidad de lo que ha ocurrido. Dirán algunos que el período terminó en 1992 con el fin de la guerra y el comienzo de los acuerdos de paz, pero eso no es exacto, pues la post-guerra ha estado muy ligada a la guerra. Los acuerdos de paz parecían ser lo que había que lograr para finalizar definitivamente la guerra y para enderezar el rumbo del país. Y, en efecto, en los últimos tres años muchos han querido interpretar su cumplimiento como termómetro. Pero, aunque en parte sí se han cumplido, los acuerdos no se han cumplido, ciertamente, a cabalidad, ni son, sobre todo, el termómetro para medir cómo está el país, la vida de cinco o seis millones de salvadoreños. La sensación que ahora existe es que, cumplidos o no los acuerdos, algo muy importante ha terminado en el país. Después de cambios y de hechos muy importantes, toma de conciencia de las mayorías, organización popular, años de represión y de guerra, mártires y caídos, firma de acuerdos, presencia de Naciones Unidas y muchas otras cosas, hay la sensación de que ha terminado un ciclo en el que, de diversas maneras, se ha querido cambiar este país. Y la pregunta es si y en qué hemos cambiado. Algunos cambios no se pueden negar, pero tampoco se puede ocultar que prosigue la pobreza y la injusticia, aunque no falten palabras para desviar la atención. Así como durante la guerra se usaron muchas palabras para encubrir los hechos y la barbarie, formulándolos elegantemente como "defensa de la democracia y del mundo occidental" (defensa hasta de "la santa religión católica", decían algunos), así ahora se usan palabras, que, si no pueden ocultar los hechos del todo, sí fungen como cantos de sirena para desviarnos de la realidad, nuevas palabras, por cierto, que aparecen casi a diario y se sustraen a la verificación. Así nos dicen que la solución está en el neoliberalismo, la modernización, la globalización, la privatización... Pues bien, aunque no sabemos qué ocurrirá, si es claro que estas palabras, nuevas o antiguas, no comunican ya verdad ni esperanza. Se ha acabado un ciclo de nuestra historia, y no sabemos a dónde vamos. Eso lo hace inocultable el análisis de la sección sobre realidad nacional, la encuesta de la UCA y las palabras de Mons. Rosa Chávez esta quincena, de todo lo cual damos cuenta en este mismo número de Carta a las Iglesias. Visto todo en conjunto, las últimas dos o tres décadas no han sido capaces de resolver la pobreza de una manera digna y eficaz, lo cual es reconocido por casi todos, ni tampoco se ha resuelto su raíz: la injusticia (de lo cual ya casi no se habla). Y como esta falta de soluciones persiste después de tantos años y de tantos y tan diversos intentos de solución, a la pobreza material se ha añadido la pobreza del espíritu, que no por ser menos visible es menos real. En palabras graves de Mons. Rosa, en la actualidad sufrimos de dos graves males: "estamos a oscuras y vamos a la deriva". En el país falta luz y liderazgo. * * * Esto lo dijo Mons. Rosa refiriéndose también a la Iglesia, y sobre ello queremos hacer ahora algunas reflexiones. Es muy claro que la Iglesia no tiene medios materiales para terminar con la pobreza, el desempleo, la injusticia, la corrupción, la violencia, el terrorismo... Pero puede tener, porque los ha tenido, modos de orientar al país, de exigir con vigor y sin componendas a los responsables y de animar a los débiles. Han pasado ya casi veinte años, pero sigue siendo válido lo que dijo Mons. Romero al comienzo de su homilía en el funeral del P. Alfonso Navarro, segundo sacerdote asesinado: "Cuentan que una caravana, guiada por un beduino del desierto, desesperaba sedienta y buscaba agua en los espejismos del desierto. Y el guía les decía: "no por allí, por acá". Y así varias veces hasta que hastiada aquella caravana sacó una pistola y disparó sobre el guía que, agonizante ya, todavía tendía la mano para decir: "no por allí, sino por aquí". Y así murió señalando el camino". En su día, el mensaje de estas palabras era que la represión y la violencia no eran el camino, y también quedaba muy claro el paralelismo con el relato del beduino: se mata a quien apunta en la dirección correcta, al P. Alfonso Navarro y, más tarde, al mismo Monseñor Romero. Hoy el problema más grave no es la represión del tipo de entonces, ni se mata ya a sacerdotes, pero el mensaje de la parábola sigue siendo urgente y, sobre todo, su presupuesto: la Iglesia debe ser como el beduino que apunta en la dirección correcta, no debe desentenderse de esa tarea, ni debe llevarla a cabo como cosa subsidaria, sino como cosa central, aunque ello le cueste hostigamientos, ataques, ser mal vista por los poderosos de toda índole. Y, por cierto, ése es su modo específico de meterse en política. ¨Y qué puede hacer la Iglesia? Digamos sólo una cosa, que quizás es la más urgente en estos momentos: predicar y proclamar que no se puede trivializar lo humano, que no podemos vendernos por un plato de lentejas (un viaje a Miami o a Disneylandia para unos, las migajas del rebalse neoliberal para otros), que es un crimen despojar de los valores de su espíritu a un país que ya es pobre de medios materiales. La Iglesia, en base a la experiencia de estos años y en base al evangelio de Jesús, puede y debe predicar que la comunidad humaniza más que el individualismo del "sálvese quien pueda", la generosidad más que el egoísmo (presupuesto lógico de todos los sistemas económicos que nos han propuesto), el recuerdo de nuestro mayores (lo malo para no repetirlo y, sobre todo, lo bueno para proseguirlo) más que el olvido, la verdad más que el encubrimiento o el desentenderse de ella (¨qué ha quedado del Informe de la Comisión de la verdad?). La Iglesia debe predicar que humaniza más la compasión y la misericordia hacia las víctimas que abandonarlas (y, por supuesto, que producirlas), el compromiso, con riesgos, que la indiferencia post-moderna, la esperanza que el desencanto. La Iglesia debe predicar que más humaniza la fe en Jesús de Nazaret que todos los sucedáneos esotéricos y estrafalarios de esa fe. En nombre de ese Jesús debe predicar que "es más feliz el que da que el que recibe". Y si alguien dice que todo esto es utopía, entonces la Iglesia debe predicar que humaniza más la utopía , con todo el realismo necesario, que el romo pragmatismo. Humanizar es hoy la tarea fundamental de la Iglesia, y con ello da luz y ánimo a las mayorías del país. Para ello necesita credibilidad, la que se consigue encarnándose en la realidad del pueblo, no en la excepción o la anécdota de unos pocos acaudalados; la que se consigue enfrentándose contra los poderes del mundo, con la verdad de la palabra, y dejándose enseñar por los pequeños. La credibilidad de quien predica con el ejemplo. La tarea es urgente. "Se está perdiendo la oportunidad de ser el referente que fuimos en el pasado", reconoce con honradez Mons. Rosa. Pero termina con una nota de esperanza: lo que puede cambiar al país y lo que puede ayudar a la iglesia en su misión de liderazgo es "la riqueza humana del pueblo salvadoreño". Y si alguien duda de esa riqueza, que lea más adelante lo que cuenta la señora Mercedes Sánchez, de 85 años. El relato es una verdadera parábola de este pueblo salvadoreño. El segundo año de gobierno de Armando Calderón Sol Dos años sin gobierno El primero de junio, el Presidente Calderón Sol leyó un discurso a la nación en ocasión del segundo aniversario de su mandato presidencial. Como siempre, la retórica y la demagogia no faltaron. Sí se echó de menos una necesaria dosis de autocrítica que todo gobierno que se respete a sí mismo y a los ciudadanos que dice representar debería hacer prevalecer. También hizo falta realismo en los redactores del discurso presidencial, lo cual salta a la vista: en el marco de un acelerado empobrecimiento de los sectores populares y el rebrote de prácticas terroristas en el seno de los grupos de derecha, sostener que el país ve avanzando en el fortalecimiento de las instituciones democráticas o que existe un compromiso por parte del gobierno en fortalecer el desarrollo social son afirmaciones sin base en la realidad. Es bien poco lo que Calderón Sol pudo ofrecer como frutos positivos en sus dos años de gestión, y esto explica por qué tuvo que recurrir a la demagogia y la retórica, y por qué fue tan poco autocrítico con un desempeño a todas luces ineficiente y débil. Siendo realistas, en los dos últimos años, El Salvador ha ido a la deriva. El gobierno se ha visto sometido a las presiones de los grupos empresariales más poderosos -en fuerte pugna entre sí-, lo cual se ha traducido en improvisaciones y cambios de marcha en la conducción de la economía. Asimismo, en la pugna existente entre los grupos empresariales ha predominado el sector financiero, el cual ha logrado ampararse bajo la sombra del Estado, dejando a la zaga a los sectores agropecuario e industrial. Mientras los grupos financieros van devorando la economía del país, los sectores populares han resentido durante estos dos años el impacto de las medidas neoliberales que, desordenadamente, ha ido implementando el gobierno. Como resultado de ello, las bases para alcanzar un desarrollo económico y social con equidad se hacen cada vez más remotas. En resumen, durante los dos años de gestión de Calderón Sol los pobres de El Salvador se han hecho más pobres, el que nace pobre sigue condenado a morir pobre, y nuevos pobres se han sumado a los miles de salvadoreños que tienen que luchar por sobrevivir miserablemente. Más aún, en los dos últimos años El Salvador ha carecido de una dirección clara como nación. El país ha ido a la deriva, dando giros inesperados de un lado hacia otro, sometido a los intereses particulares que han logrado imponerse en el seno del equipo asesor de Calderón Sol. Han sido dos años en los que el país ha estado en manos de un grupo de poder sin capacidad de gobernar. Desempeño político del gobierno El desempeño político del gobierno se ha caracterizado por acentuar las tendencias y los rasgos de grave ineficiencia gubernamental y de severa pérdida de legitimidad ya evidenciados claramente desde su primer año de administración. Ha habido, en este sentido, una peligrosa y consistente continuidad en aquellas acciones gubernamentales negativas que justifican la pérdida del apoyo y de la confianza ciudadana. Por lo demás, en el apartado político del discurso, Calderón Sol únicamente hizo una vaga y retórica referencia al marco de transición política por el que atraviesa el país. Además, el tono del discurso fue marcadamente acrítico y se quiso presentar como éxitos de la gestión política un proceso guiado por la inercia de las reformas institucionales impulsadas por los Acuerdos de Paz más que por la decidida voluntad del ejecutivo para profundizar el marco de convivencia democrática. En realidad, la reforma política general -electoral, judicial, etc.- ha registrado algunos avances importantes, en contra y a pesar de la voluntad gubernamental, pero estos avances todavía son insuficientes para transformar verdaderamente de manera democrática a nuestro régimen político. Sin duda, es en la actual coyuntura en donde está pesando tanto ese déficit democrático, pues el pluralismo, aunque no garantizado plenamente, ofrecería posibilidades para soluciones concertadas. Así, la principal crítica al desempeño político de la actual administración arenera es la falta de definición de una visión estratégica de nación por parte del Ejecutivo, que establezca las prioridades nacionales en los ámbitos económico, social y político junto a los respectivos mecanismos para alcanzarlas. Esa tarea urgente de conducción concertada del país que se le exige al Presidente ofrece, sin embargo, mayores dificultades de las que a simple vista podrían sospecharse. Hacer entrar en razón a los distintos grupos de interés en torno a un programa de prioridades y metas de alcance y vocación nacional no es una empresa fácil. No obstante, se trata de un reto impostergable e ineludible. Si el presidente es incapaz de realizar esa tarea, otros, sin duda, lo harán y quizás lleguen al extremo de valerse de mecanismos autoritarios y excluyentes. Evaluación de la población Según una encuesta del IUDOP, el 36.1 por ciento de los salvadoreños califica de mala o muy mala la actuación del Presidente Armando Calderón Sol en sus dos años de gestión. En la consulta se pidió a los salvadoreños que, en una escala del 0 al 10, asignaran una nota al gobierno por su trabajo general en estos dos años y los entrevistados contestaron calificando con un promedio de 5.12 puntos a la segunda administración del partido ARENA. A los ciudadanos salvadoreños se les preguntó si han notado cambios positivos en el país durante estos dos años. Los resultados revelan que 46 de cada 100 ciudadanos consideran que sí ha habido cambios positivos en este lapso de tiempo, mientras que 51 de esos 100 piensan que no han habido transformaciones positivas. Los logros identificados fueron muy diversos, pero no todos los ciudadanos pudieron identificarlos: el 30.9 por ciento dijo que el gobierno no tiene logro alguno, mientras que el 17.6 por ciento se abstuvo de responder a la pregunta. Los aspectos reconocidos como positivos son: el arreglo de las calles y parques (16.7 por ciento), el cumplimiento de los Acuerdos de Paz (8.2 por ciento) y el mejoramiento en los servicios públicos (7.3 por ciento), entre otras respuestas. En la otra cara de la moneda, al calificar al gobierno de manera negativa, los salvadoreños mostraron un nivel de acuerdo mucho mayor. El 71.2 por ciento de los ciudadanos afirmó que sí ha habido cambios negativos en el país desde que entró la actual administración, mientras que el 25.3 por ciento sostuvo que no han habido aspectos de deterioro. Según los resultados del sondeo, los fracasos atribuidos al gobierno en estos dos años se concentran en la situación económica y en la crisis de seguridad pública. El 28.2 por ciento piensa que el principal fallo del Ejecutivo es la inflación, el 19.4 por ciento sostiene que el gobierno no ha sido capaz de detener la delincuencia y el 10.4 por ciento cree que el mayor fracaso del gobierno es la falta de empleo, entre otros errores. En resumen, la opinión de los salvadoreños sobre los dos años de gobierno de Armando Calderón Sol sigue siendo bastante negativa. Aunque en comparación con la evaluación de hace un año, las opiniones parecen haber mejorado muy levemente, la valoración en conjunto sigue señalando más fracasos que éxitos. Es más, pareciera que la población critica con mayor intensidad la manera en que se está conduciendo económicamente el país en estos dos años. La mayoría de la población piensa que el país no va por un buen camino y piden al gobierno acciones en el campo económico y en el de la delincuencia. El gobierno de Calderón Sol continúa siendo mal visto por la mayoría de los ciudadanos. ********************************** En recuadro "El vínculo esencial entre política económica y social, lo constituye la inversión en las personas, pues esto permitirá mejorar sus habilidades, conocimientos y productividad, lo cual a su vez aumentará sus oportunidades y las posibilidades de que El Salvador se inserte en la economía mundial", Armando Calderón Sol, Presidente de la República . "Calderón Sol nos ha dado la pauta de lo que los salvadoreños debemos hacer y trabajar, en la conformación de un esfuerzo común de todos los que estamos dispuestos a consolidar la democracia", Juan Duch, Diputado de ARENA "El discurso ha sido totalmente demagógico... Las medidas son de carácter populista. Habría que ver el impacto que van a generar en la sociedad", Miguel Espinal, Diputado del MRSC. "Estamos en un momento en que todos los sectores necesitan romper el círculo vicioso en que ha caído la economía", Orlando Quinteros, Diputado del FMLN. "Los del FMLN son unos inadaptados todavía al proceso democrático, pero en la asamblea legislativa les vamos a ayudar a retomar el camino. Hablaron públicamente de aceptar la democracia, pero hoy demostraron que no están de acuerdo. Debieron estar presentes", Gloria Salguero Gross, Presidenta de la Asamblea Legislativa. CARCELES Y "LOTERIA DE LA MUERTE" EN EL ABISMO DE LA DESHUMANIZACION Nuevamente, la crítica situación carcelaria en el país ha vuelto a ser noticia y ha puesto de manifiesto la imperante necesidad de adoptar medidas urgentes para solucionarla. De lo contrario, se podrán revivir aquellas escenas que hace más de dos años nos impactaron a todos: personas masacradas, despedazadas entre sí y sus cadáveres lanzados a los camiones que los conducirían a la fosa del cementerio. En estos días, los reclusos que se encuentran en el penal de Santa Ana han amenazado con realizar acciones de protesta por la situación en que se encuentran destacando entre ellas una huelga de hambre y, sobre todo, la "ruleta de la muerte". Así -ojalá no ocurra- los noticieros de televisión, la prensa escrita y la radio nos pudieran estar bombardeando, con lujo de macabros detalles, sobre la forma cómo se lleva a cabo el sorteo diario entre los internos para ahorcar a uno de ellos en las puertas de las celdas. Eso tendría lugar si, para el 18 de junio, no se ha agilizado el trámite de sus procesos judiciales y mejorado las condiciones en que se encuentran, sobre todo en lo que toca al hacinamiento y la mala alimentación. Los síntomas de esta grave "enfermedad" que aqueja a la sociedad salvadoreña no son nuevos, pues estas y otras acciones de las personas privadas de su libertad se realizan desde hace mucho tiempo. Sin embargo, no se ha hecho nada concreto y efectivo por superar esta alarmante situación. Ahora, como siempre y en el último momento, algunos funcionarios están poniendo el "grito en el cielo" y lanzando "patadas de ahogado" para buscar un remedio inmediato y superficial que evite nuevas rebeliones, el derramamiento de sangre y la muerte escandalosa al interior de esos centros mal llamados de "readaptación". Varios son los males que expresa con macabra claridad esta situación. El primero es la irresponsabilidad. El gobierno no se hace cargo de la situación, entre ellos se culpan mutuamente y proponen salidas coyunturales e inmediatistas sin ir a las causas profundas de los problemas. O se contentan con palabras vacías: "El Ejecutivo ha creado nuevos mecanismos de cooperación interinstitucional, a fin de que el sistema nacional de justicia adquiera un mayor grado de eficiencia", dijo hace un año Calderón Sol. El segundo mal son las medidas precipitadas y aun absurdas, como la aprobación de la "ley transitoria de emergencia contra la delincuencia y el crimen organizado", soluciones cosméticas éstas que se encuentran muy lejos de resolver la crisis en las cárceles, pues no dan una respuesta acertada a lo que en realidad está sucediendo. No atacan las causas de la problemática en esos sitios que, hasta ahora, siguen siendo importantes focos de violencia: la que se vive cotidianamente entre las mismas personas detenidas, la que se ejerce de parte de los vigilantes en contra de ellas y de los familiares que las visitan, la que se produce cuando se rebelan para protestar por las condiciones en que se encuentran y la que generan al salir, desadaptadas y sin oportunidades para insertarse en una sociedad que las rechaza. El tercer es el pesudodramatismo de los medios que parecen buscar morbosidad y negocio. Si se pone junto todo esto, la situación de las cárceles, la amenaza de la "lotería de la muerte", no sólo es síntoma de lo mal que estamos, sino que nos pone en la pendiente de una increíble deshumanización. A los salvadoreños nos están acostumbrado a que cualquier barbarie es posible, y a que todo siga igual. IDHUCA Cómo está el país y la arquidiócesis Monseñor Rosa Chávez en la tradición de la verdad Las páginas centrales de esta Carta a las Iglesias se han convertido en las últimas semanas en una especie de galería de obispos de nuestro tiempo: Monseñor Romero, don Pedro Casaldáliga, don Samuel Ruiz... Hoy las dedicamos a Monseñor Gregorio Rosa porque mantiene viva entre nosotros la tradición de nuestros mayores. En esta primera quincena de junio, sobre todo, ha dicho verdades importantes y claras sobre el país y también sobre la arquidiócesis y por ello ha sido atacado por el Diario de Hoy "Diablo de hoy", lo llamó con gracejo y enojo Mons. Rivera. Dada la coyuntura de los dos años de gobierno, las palabras de Mons. Rosa han sido especialmente objetivas y, por ello, críticas. A continuación vamos a citar y comentar, ligeramente editadas, sus homilías y conferencias de prensa de esta quincena. LA SITUACION DEL PAIS Tras dos años de nuevo gobierno el país va mal En su homilía del 2 de junio Mons. Rosa describió cómo está nuestro país. Es un país "que clama por el auténtico desarrollo humano al que tiene derecho. El primer derecho humano es el derecho a la vida. Pero no basta con estar en contra del aborto, porque también existe el derecho a una vida digna, es decir, a tener asegurado el pan, el trabajo, la educación, la salud, la vivienda y el derecho a la convivencia democrática en justicia, paz y libertad". Y refutando el engaño que se suele esconder tras el lenguaje técnico, añadió que el país "espera ansioso noticias estimulantes que vayan más allá de los índices macroeconómicos". Con verdad y suponemos que con algo de ironía le recordó al presidente de la república la visita de Juan Pablo II el 8 de febrero, cuando el mismo presidente reconoció que el Papa "le insistió en la urgencia de combatir la extrema pobreza". Y así fue, en efecto. El Papa repitió que "la auténtica paz es inseparable de la justicia". Pues bien, en la visita todo fueron obsequios, arreglo de catedral, papamóvil, abrazos del presidente al Santo Padre. Lo que Mons. Rosa se pregunta ahora es qué ha hecho el presidente contra la pobreza, cuatro meses después de ido el papa. Violencia e inseguridad: el negocio de secuestrar a sacerdotes Cualquier cosa, aun la más alucinante, puede ser normal en el país, y ahora se ha puesto de moda secuestrar a sacerdotes, pero no como antes para intimidar políticamente a la Iglesia, sino para que las diócesis paguen rescate por ellos. Esto sucedió con el Padre Cándido, secuestrado en Santiago María, Usulután, y ésta fue la reflexión de Mons. Rosa: "Quizá la formulación más acertada es la que escuché de labios de varios amigos: "si esto pasa con los ministros de Dios, que están dedicados al servicio del pueblo, es que ya no se respeta a nadie". Sí, la situación es muy grave, sobre todo en los departamentos de San Vicente y Usulután, donde el robo y la extorsión son el pan de cada día. Las víctimas no se atreven a denunciarlo por temor a represalias". En este contexto recordó las siguientes palabras del mensaje de los obispos en vísperas de la visita del Santo Padre a El Salvador: "Somos un país que firmó la paz, pero que no vive la experiencia cotidiana de la paz. Un país que firmó la paz, pero que no está reconciliado. Un país agobiado por la extrema pobreza, el desempleo creciente y el alto costo de la vida. Y quizá lo más grave: somos un país que está a punto de perder la esperanza en un futuro mejor". Contra el amarillismo periodístico y la mentira oficial En la segunda semana de junio, el Diario de Hoy denunció la existencia de un supuesto plan de acciones ilegales de tipo terrorista promovido por las principales gremiales del país para impedir el proceso de privatización de empresas como ANTEL. Las autoridades gubernamentales se apresuraron a dar a conocer el plan y lo denunciaron. A todo esto respondió Mons. Rosa dos cosas. En primer lugar, "el presunto plan terrorista para impedir la privatización, del cual es acusado el sector sindicalista, es un hecho propagandístico del gobierno", a lo que añadió irónicamente que "si las autoridades tienen capacidad para resolver este hecho, deberían tenerla para resolver otros que afectan a la mayoría de la población". En segundo lugar, dijo que lo que hay es temor a la verdad. "Hechos relevantes ocupan las primeras páginas de las noticias y luego desaparecen misteriosamente". Con eso se refería a la explosión de un coche bomba en una zona exclusiva residencial de San Salvador y a otra explosión en la aseguradora SISA, ambos hechos relacionados con el ex- presidente Alfredo Cristiani, ya que la primera fue cerca de su residencia y la segunda en una empresa de su propiedad. Por último denunció el amarillismo de los medios al dar noticias sobre la aparición del Anticristo: "esta actitud nos da la ocasión para pedir a los medios de comunicación social que sepan medir su responsabilidad al hacer cierto tipo de periodismo". Los problemas de fondo Vamos ahora a enumerar simplemente y sin comentarios los problemas de fondo que, una vez más, denunció Mons. Rosa el 9 de junio y al día siguiente en declaraciones a periodistas españoles. "El espíritu de los Acuerdos de paz se ha revertido ante la instalación de la violencia... Hoy todo mundo anda desconcertado porque como que las fieras se vuelven a soltar; necesitamos llegar a compromisos básicos y sobre qué fundamentos queremos construir un país en democracia". "Falta coherencia para tratar los problemas reales de la sociedad por las maniobras de distracción que se están utilizando. Aunque en toda sociedad es común utilizar fenómenos de distracción, es muy peligroso la forma de hacerlo. Algo está pasando y no se ve que se quiera llegar a la verdad. Se debe llegar a la verdad, le cueste a quien le cueste y afecte a quien afecte". "El sensacionalismo y el amarillismo no son la mejor manera de colaborar en favor de la salud mental y espiritual de la familia salvadoreña". "Hermanos que viven entre cuatro cartones y cuatro láminas es la situación habitacional en la que están en el país miles de salvadoreños. Es éste un drama sumamente angustioso, producto de los gobiernos carentes de políticas sociales en favor de la vivienda digna para todos". "El cierre de varias escuelas para convertirlas en centros de reclusión es lo más trágico y absurdo de una sociedad. Este hecho representa un fracaso en el plan de readaptación de menores en la sociedad. La acción debe ser al contrario, es decir, por cada escuela construída, una cárcel cancelada". "En el país se está instalando nuevamente la violencia. Hay elementos que alientan la violencia, como los medios de comunicación que exacerban la situación, pero las raíces se encuentran también en la injusticia estructural, la corrupción, la impunidad y el encubrimiento". "El drama de El Salvador hoy es que vive en una especie de guerra no declarada, y aunque el país logró firmar unos acuerdos de paz no ha conseguido la reconciliación. Hay un clima de frustración, extrema pobreza y vacío de liderazgo. Este país ha firmado la paz, pero no está reconciliado, nos encontramos en una situación de empantanamiento, sin un proyecto político social y la aplicación estricta de una política económica neoliberal agrava aún más la pobreza". (Estas declaraciones de tanta gravedad fueron corroboradas por el director del Instituto de Derechos Humanos de la UCA, Benjamín Cuellar. La situación de guerra de la que habla Mons. Rosa es "difusa, confusa e incluso más sucia que la del pasado". En cualquier caso, "la violencia reinante no es fortuita". A medida que se acerquen las elecciones es posible que lleguemos a estados de violencia política. Podríamos llegar "a situaciones peligrosas y del pasado, ahora con un nuevo soporte: la nueva institucionalidad del país"). LA SITUACION DE LA ARQUIDIOCESIS En la reunión ya mencionada con periodistas españoles ----reunión que duró hora y media y en la que Mons. Rosa comentó y se centró, sobre todo, en la situación del país- respondió también a preguntas sobre la situación de la Iglesia. Esas declaraciones fueron transmitidas por la agencia ACAN-EFE y publicadas, entre nosotros, el día 13, por el Diario de Hoy. Veamos primero lo que dicen dichas declaraciones, que citamos según el cable de ACAN-EFE. Dice así el texto: "En este marco la Iglesia salvadoreña ha entrado en un proceso de desaceleración y vive una "noche oscura", de la que saldremos, pero no se sabe cuándo... Hay un vacío de liderazgo en la Iglesia y faltan voces que orientan al pueblo... Se está perdiendo la oportunidad de ser el referente que fuimos en el pasado ante la opinión pública". "Al actual arzobispo de San Salvador, el español Fernando Sáenz Lacalle, le falta todavía sabor a pueblo, un baño de multitud, ver las cosas desde el lado de la gente que más sufre... El sabor a pueblo ni se improvisa, ni se compra en un supermercado". En este sentido Rosa Chávez confía en un posible cambio de actitud del arzobispo, que sólo se ha movido por el ámbito universitario y por el de la Obra. Puede ser sólo una cuestión de tiempo. El Diario de Hoy publicó estas declaraciones con mala intención, no para exponer honradamente las diferentes posturas en la Iglesia -"Fricción en Iglesia", reza el titular-, lo cual es inocultable, sino para atacar y desacreditar a Mons. Rosa, como lo hace siempre que puede. Y así los subtítulos rezan "El obispo Rosa Chávez lanzó duras críticas al Arzobispo Sáenz. Líderes eclesiásticos y laicos en desacuerdo con los comentarios". Al día siguiente,14 de junio, el mismo Diario de Hoy tuvo que publicar una entrevista a Mons. Rosa Chávez. En lo fundamental, se puede resumir de la siguiente manera: Monseñor reafirma que siempre ha sido leal a su arzobispo, y nunca ha entrado en contradicción con él. Por otra parte, reconoce que ambos son personalidades, estilos y temperamentos diferentes. Sí dijo que Mons. Saénz está en un proceso, necesario para todos, al comentar la trayectoria y el cambio de Mons. Romero, cómo fue entrando e contacto con un pueblo que vivía una gran angustia". Reafirmó que en el país hay falta de liderazgo y que también los dirigentes eclesiales tienen una actitud un tanto pasiva. Dicho en positivo: "Siento que al país se le debe dar esperanza porque en este momento anda como a la deriva... La Iglesia debe estar presente en un país que firmó la paz impulsando el esfuerzo de reconciliación". Estas son las declaraciones sobre el país y la Iglesia que han causado revuelo estos días. En su conjunto son declaraciones fuertes, pero son verdaderas, y son, sobre todo, necesarias, pues ni gobernantes, ni políticos ni otros jerarcas quieren sacar a luz la verdad, sino encubrirla. Pero, aun dentro de la profecía, Mons. Rosa ha apuntado también a la utopía: "A pesar de este cuadro general negativo la situación todavía puede encauzarse, dada la riqueza humana del pueblo salvadoreño, de la existencia de algunas voces en favor de los pobres dentro de la Conferencia Episcopal y de que incluso empiezan a detectarse cambios de actitud en la sensibilidad de la clase dirigente". "Un aspecto clave para la solución de la crisis que El Salvador atraviesa es comenzar a desarrollar programas de educación para la paz, no sólo en los colegios, sino también la educación dirigida a la sociedad en su conjunto. Este es el camino para conseguir una verdadera reconciliación nacional". "En el pasado viaje de Juan Pablo II a El Salvador se pudo apreciar un cambio de actitud al visitar por decisión propia la tumba de monseñor Romero. Creo que el Papa está convencido que Romero fue un mártir. La causa para su canonización sigue en marcha. Se está terminando la fase del proceso diocesano y "estamos empeñados en llevar a cabo una campaña de petición de firmas, ya que en este aspecto nos habíamos dormido". (Tristemente, el último editorial de ORIENTACION, con la ligereza teológica a la que nos tiene acostumbrados, se pronuncia en contra de tales campañas para recoger firmas). * * * ¨Qué decir de todo esto? Tratemos de sintetizar. En primer lugar, Mons. Rosa está prosiguiendo la tradición de Mons. Romero y Mons. Rivera, tradición de la verdad y de la denuncia profética. En segundo lugar, sus denuncias tienen que molestar -al Diario de Hoy y grupos afines de poder-, pero no porque las haga en forma incorrecta, sino porque dicen la verdad y "las tinieblas odian la luz". En tercer lugar, de la manera más leal y delicada posible, saca a luz la dispersión y tensión en la Iglesia (palabras que preferimos a las de división o fricción), con la esperanza de que el pueblo salvadoreño vuelva a reunificarla, a hacer de ella -como en tiempos recientes- un pueblo de Dios, un cuerpo eclesial. Y finalmente, Mons. Rosa se exige a sí mismo y nos exige a todos dar luz y esperanza a este pueblo a oscuras y desencantado, tarea que hay que hacer decididamente y sin que valga ninguna excusa para no hacerlo. Es la utopía. En estos días, Monseñor Rosa está en Alemania recogiendo un premio por la paz. Desde aquí le felicitamos por ello y le agradecemos sobre todo por mantener viva la tradición de la arquidiócesis. Citas de Monseñor Rosa Chávez: En el país ya no se respeta a nadie. Lo más grave es que somos un país que está a punto de perder la esperanza en un futuro mejor. Lo que hay es temor a la verdad. Parece como que las fieras se vuelven a soltar. Algo está pasando y no se ve que se quiera llegar a la verdad. Hermanos que viven entre cuatro cartones y cuatro láminas... Lo más absurdo es que quieran convertir escuelas en cárceles. La Iglesia salvadoreña vive una noche oscura. Hay un vacío de liderazgo en la Iglesia. Al actual arzobispo le falta todavía "sabor a pueblo". Eso se consigue en un proceso. Puede ser sólo una cuestión de tiempo. Al país se le debe dar esperanza porque en este momento anda como a la deriva. A pesar de este cuadro general negativo la situación todavía puede encauzarse, dada la riqueza humana del pueblo salvadoreño. Meditación sobre la misión, martirio y memoria Don Pedro Casaldáliga Nuestra América Latina ha sido definida como "el continente de la muerte y de la esperanza". De hecho, nuestros pueblos y nuestras Iglesias han pasado y pasan "por la gran tribulación". Somos hijos e hijas, herederos de mártires, testigos de testigos. Ustedes podrían dar testimonio. Del martirio me viene la vocación misionera y una cierta pasión en la causa del Reino y en sus causas, por convivencias o relación con tantos mártires en Brasil, en Centroamérica, en toda la Patria Grande. Algunas verdades que van a la raíz Quisiera subrayar algunas peculiaridades del martirio en nuestra América, recordar algunas verdades de raíz y alertar sobre tres tentaciones de actualidad (neoliberal o post-moderna). *Entre nosotros se ha ensanchado el concepto de martirio. Nuestros mártires lo son por el Reino, más que por una estricta confesión puntual de la fe cristiana, aunque evidentemente una cosa no excluye la otra. Se ha llegado a decir que "probablemente tienen más similitud los mártires latinoamericanos con el martirio de Jesús, que los mártires del Imperio Romano, de las guerras de religión. Porque nuestros mártires han seguido a Jesús en la solidaridad transformadora con los pobres y en el desenmascaramiento profético de la opresión y de la idolatría" (Javier Jiménez Limón). *La causa mayor del Reino se ha desglosado y especificado, además, en las causas concretas por las que ellas y ellos han dado la vida: los derechos humanos, la solidaridad, los pueblos indígenas, la tierra. *Son vidas por la vida: solidaridad total. Esa solidaridad que bien podría ser el nuevo nombre de la misión. Como es también, según el Papa Juan Pablo II, el nuevo nombre de la paz. El mismo día de su muerte, Monseñor Oscar Romero me escribió: "Alegres de correr como Jesús los mismos riesgos, por identificarnos con las causas justas de los desposeídos". *Muchos de ellos eran gentes de pastoral, misioneros y misioneras que vinieron de afuera. Cruzaron "las fronteras" y demostraron, como diría san Pablo, que no sólo querían dar Evangelio y vida, sino que estaban dispuestos a dar la vida. En otras palabras, ir a la misión debe equivaler a ir al martirio cuando llegue la hora. (1 Tes 2, 8). *Esta es una tradición muy latinoamericana. Desde Valdivieso a Romero, por citar nombres de obispos, se muere por el pobre, por el excluido, por el "otro". *Ser cristiano es ser testigo: "Ustedes serán mis testigos", dice por todo programa Jesús a la primera comunidad. En ella ser seguidor de Jesús, ser evangelizador y ser testigo eran sinónimos. Testigo y mártir son sinónimos también. La "testimonialidad" hasta las últimas consecuencias debería ser nota esencial de nuestra misión. *Si asumimos la causa de Jesús y las causas por la causa de nuestros mártires, no nos faltarán ocasiones de dar testimonio y quizás "el" testimonio final. Un testimonio actualizado, histórico y hasta político. La sinagoga, los saduceos, Pilatos o la dictadura militar y los escuadrones, hoy pueden ser otros. Si abrimos los ojos del análisis y de la fe descubrimos fácilmente la idolatría imperante, el verdugo actual, las causas de la vida que más urge, donde "aprieta" el Reino, donde debemos "echar raíces en los intereses de los pobres", según la palabra de Monseñor Romero. *Esta testimonialidad es -de acuerdo a Jon Sobrino- "la principal fuente de la credibilidad de la Iglesia". La Evangelii Nuntiandi (n. 41) nos recuerda que nuestros contemporáneos escuchan más a los testigos que a los maestros. La Asociación de Teólogos del Tercer Mundo, en su asamblea de 1976, pedía "hacer del compromiso el primer acto de la teología". Este testimonio comprometido debería ser también el primer acto de la misión. Hay que "practicar" al Dios que anunciamos, diría Gustavo Gutiérrez. *La sangre de los mártires es una sangre vocacional. Tiene el poder de credibilidad, de enganchar a otros testigos. La juventud, sobre todo, se convence por la radicalidad del testimonio. Debemos recoger, venerar y "exponer" esa sangre como el gran atractivo evangélico para la pastoral vocacional. La sangre de los mártires es semilla de misioneros. Quien ha sido capaz de pasar generosamente "la frontera" de la muerte estimula a pasar otras fronteras. Y ahora quiero alertar sobre tres tentaciones que nos acechan, muy particularmente en esa área crucial de la vocación: la misión, el compromiso mayor. La tentación de renunciar a la memoria, que sería renunciar a la fe. Los imperios colonizadores, los verdugos y la macrocultura neoliberal, se dedican a borrar la memoria de los pueblos y de las víctimas. Nosotros, en cambio, somos el pueblo de la memoria: "Recuerda, Israel". "Hagan esto en memoria mía". Un pueblo y una Iglesia que olvidara a sus mártires no merecían sobrevivir. Recordando, eso sí, que el único modo coherente de hacer memoria de nuestros mártires y del mártir mayor, Jesús es asumir sus causas, la causa del Reino. La tentación de renunciar a la cruz, que sería renunciar al amor, se traduce en las mil justificaciones de la "realización personal", "el cultivo del cuerpo", "la familia y la patria", "la seguridad". Un cierto "hedonismo cristiano, eclesial", que repercute fuertemente en los seminarios y congregaciones, entre los jóvenes, en la falta de vocaciones para la frontera y la periferia de la misión, en las opciones solamente temporales. Se están celebrando los 50 años de la Segunda Guerra Mundial y, entre otros nombres, se evoca la figura del teólogo famoso por su heroísmo, por su evangélico y por ser mártir de la resistencia, Dietrich Bonhoeffer. Dietrich empieza su libro El precio de la Gracia con estas palabras: "La gracia barata es el enemigo mortal de nuestra Iglesia. Hoy combatimos en favor de la gracia cara". "Lejos de nosotros gloriarnos a no ser en la cruz de nuestro Señor Jesucristo", escribió san Pablo. Ella sigue siendo la redención. La tentación de renunciar a la utopía, que sería renunciar a la esperanza. Nosotros somos testigos, no de la muerte y punto, sino de la muerte y de la resurrección; testigos pascuales, diáconos y diaconisas de la gran "vigilia del sábado". "Esperamos contra toda esperanza" porque podemos esperar. Caídas todas las utopías, permanece en pie la utopía del Reino de Dios, que engloba y plenifica todas las utopías legítimas de la humanidad. Sin la utopía de la esperanza pascual, no hay misión posible. Cuando para ellos es "el final de la historia", para nosotros sigue empezando, llegando, el Reino. Un viejo salvadoreño, al recibir la noticia del martirio de su quinto hijo mártir, exclamó: "A los pobres siempre nos queda el perdón y la esperanza". La verdadera misión evangelizadora es siempre simultáneamente memoria, cruz y esperanza: memoria, anuncio, cruz, compromiso, esperanza, celebración. Todos nuestros mártires, en cierta medida, nos sustituyeron. Ahora somos nosotros quienes debemos sustituirlos en la misión. Padre nuestro de los mártires, ruega por nosotros. En recuadro Un pueblo y una Iglesia que olvidara a sus mártires no merecían sobrevivir. La tentación de la "realización personal", "el cultivo del cuerpo", "la familia y la patria", "la seguridad", de un cierto "hedonismo cristiano, eclesial" "A los pobres siempre nos queda el perdón y la esperanza". "Honrarás a tu padre y a tu madre" Mercedes Sánchez Vengo de gozar y de sufrir cositas, pero me ayuda Dios y la Virgen Santísima. Ya voy por los 85 años. En septiembre, el 8, los ajusto. Tuve 12 hijos y se me murieron 5. Me quedan 3 varones y 4 hembras. Yo he trabajado todo el tiempo. Porque mi madrecita me decía: "Hija, hay que trabajar para ganarse la vida". Las manos me hacen fastidio si no hago oficio, porque ella así me crió. Cuando yo estaba más potente, nadie me detenía. Hacía trabajos de varón. Yo con mi esposo hacíamos milpa maicilleras, chapodábamos, todos en la casa trabajábamos. La gente se admiraba de verme cómo agarraba yo mi cuma. Hacíamos carboneras. ¨Considera usted que no cuesta? Arregla uno el pante todo alrededor. En medio y encima van los ripios, como les decíamos a los pedacitos. Poníamos monte y basura alrededor. Cuando ya está bien alto, con el canasto se trepan los ripios. Se deja una boca. Nada de madera se desperdicia. Entonces se enciende y eso es temeroso. Ya cuando termina, con una fuerza de tierra se va apagando. Bien tilosos salíamos. Trabajo duro, de madrugar. Con unas rajas de ocote nos alumbrábamos en la noche. Y era bien poco lo que ganábamos. Entonces no valía el carbón; hoy si vale. También estuve en los cortes de café. Todos los años íbamos, desde bien bicha. Me trepaba en los palos, como, digamos, esos mirtos, para alcanzar las ramas más altas. Iba poniendo los granos en mi bolsa de manta dril y con lo la pita la amarraba, y push, caía para abajo. Esas bolsas de manta aguantaban hasta 5,6 medios de maíz y bien se la llevaba cualquier persona de un lado para otro. Después metíamos la carga en los costales que nos daban en las fincas. Todavía, ya abuela, mis nietos me invitaban: "mire, mamita Menche, venga a cortar". Pero ya no estoy igual de potente. Estos mis hijos no saben de ruinas. Las ruinas, sobre todo, han sido las guerras. Pero la primera ruina que recuerdo fue cuando estalló el Boquerón. El Boquerón queda de la calle Victoria para arriba, en Santa Tecla. Yo estaba como de 6 años cuando aventó fuego y agua. Eso fue terrible. Estábamos juntas dos hermanas. Teníamos la mesa servida; los demás iban a venir a comer. Antes se servía la mesa: se ponía un jarro (porque antes así se decía: "jarro") y de ahí el que quería se servía su tacita de café. A las 6 de la tarde fue el gran zamacón. Corrimos donde mi mamá y la agarramos de las naguas. Las paredes hacían posh para un lado y posh para otro. Hubo gran desbarrancazón de casas débiles. Los temblores eran enormes y toda la gente en Santa Tecla estaba rezando, llorando y cantando. Entonces la Virgen del Carmen se vio en el fuego, arriba del cerro, y caíamos embrocadas mirando cosas tan palpables. Y algunos dicen que son visiones. El cerro siguió aventando fuego y los palos quedaron peloncitos. Fue algo admiroso. Muchos sufrimientos he pasado. Pero hoy estoy tranquila. Ahí ando de un lado para otro, pero no me falta nada. En veces estoy con uno de mis hijos, en veces estoy con otro. Donde estoy me vienen a visitar los otros hijos. Estuve donde aquella hija que vive tan largo; allá treparon aquel barranco por irme a ver. Si no me traen una cosa, me traen otra. Mis hijos siempre me vienen a dejar unos centavitos. Fui a San Salvador, caché mis dos vestidos, Dios se los pague. Caí enferma, me dieron medicina, Dios se los pague. A todos les voy logrando. También estuve mes y 10 días donde la otra hija. Si algo no me parece, me les voy. Ya saben lo que es esta jincha. Y como tengo nietos en barbaridad, no me falta donde quedarme. Hasta una sobrina, que tiene un puesto en el mercado, me buscó para que me fuera con ella. Me dijo: "Mire, tía, véngase para acá. Yo puedo estar despachando y usted sentada con su bordoncito. Mejor, así van a tener más miedo los mañosos." Pero, de mis hijos, María, Victoria (la que vive en Colón), Julio y Juan son los que más ven por mí. Allá donde estaba antes, donde la otra hija, tienen televisor. Aquel animal lo tienen prendido toda la noche. Y yo para eso no sirvo. El gran frío y la gran llovedera, y ellos ahí desvelándose. Una nieta me dijo: "Mire, mamita, yo sólo brava la veo." "Así soy yo", le decía. Hasta que me decidí a agarrar camino. "Me voy donde la María -les dije-; allá, si tienen voluntad, me van a ver, y si no, que sea lo que Dios quiera". Todos asustados: "huy, se va a aquel rincón tan feyo". Porque ahora aquí hay pasos, pero antes no había donde pasar. Hoy brinco, y se oyen las risadas de mis nietos cuando salto las planchas. "Ya no se va a ir de aquí, primero Dios", me dice la María, porque aquí ya no está tan fácil agarrar camino. Ya no me dan las canillas. Puedo bajar hasta la pila, bien despacito, pero después no puedo trepar. Los bichos me jalan el agua para bañarme. Dos cantaradas me ha traído hoy, porque con una dicen que sólo se alborota la calor. No hay remedio: que se les haga el yugo sólo a ellos. El año pasado tuvimos aquí a Nuria, la española. Con ella platicábamos y nos íbamos con los bichos a andar por los frutales. Toda chigirosa me llevó en foto, con mi pañal en la cabeza. También venía Luis y me decía: "Buenos días, abuelita. Qué me gusta platicar con usted! Usted es pícara: dice que es sorda, y oye." Así es que aquí me voy a quedar. En San Salvador es muy bonito, pero sólo gente alentada puede vivir allí. Así como yo, no. Aquí salgo a andar por ratitos como que si ni tal. Construyendo nuestro sueño Elsa Támez La realidad de la mujer en la Iglesia es la que todos vemos. La mayoría de las iglesias están compuestas por mujeres. La base es, pues, de mujeres, pero el liderazgo está compuesto por varones. Vemos con buenos ojos que en los últimos años las mujeres han tomado conciencia de su importancia como sujeto, portadoras de una buena nueva, de una manera nueva de relacionarse, una visión distinta y mejor para nuestra sociedad. Hay nuevos caminos que se están construyendo, y puede haber esperanza, ya que las mujeres reclaman, las de base, las católicas, por ejemplo, por qué las mujeres no están el frente en las iglesias. Incluso el tema de la ordenación sacerdotal, que ha sido tabú por mucho tiempo, ya en varias mujeres teólogas se empieza a cuestionar. Sería muy simplista decir que aquí, en nuestras culturas, antes de la venida de los europeos no había una posición de superioridad del varón sobre la mujer, y que fue traído todo de occidente o por la conquista. Yo pienso que muchas culturas del mundo han sido patriarcales. Lo que hizo la conquista, el occidente, es reforzar muchísimo más de lo que había una valoración del varón sobre la mujer, y un machismo en ese sentido. La mujer no es que ya sea "protagonista" allá donde está. Eso sí, hay un grupo, cada vez mayor, de mujeres conscientes, pero todavía hay muchas mujeres que no son conscientes de su situación de desventaja. Entonces, pienso que la tarea es seguir adelante, y no sólo despertando la conciencia de la sociedad asimétrica en las mujeres, sino también en los hombres. Hay que ir trabajando juntos, porque me parece que la sociedad pierde muchísimo cuando no se toma en serio los aportes de la mujer, pues ella tiene mucho para contribuir. Y es problema de la sociedad, como hemos dicho muchas veces, no cuestión de mujeres. Entonces hombres y mujeres juntos debemos trabajar. Pienso que las teorías de género debemos estudiarlas bien a fondo y analizar bien las distintas dimensiones de la vida, las ciencias. Las teorías de género deben manejarlas tanto mujeres como hombres. El diálogo entre hombres y mujeres está mucho mejor que antes, ¨no?, Hay muchos varones cada vez más sensibles a la problemática de la mujer. Yo tengo esperanza. Ahora, sobre todo, en que una el movimiento popular está en receso, los movimientos de mujeres siguen adelante, junto con los movimientos indígenas y de negros. Es una oportunidad para escuchar los distintos sujetos, para ver qué de nuevo aportan. El proyecto "Un Millón de Mujeres" es una campaña del Seminario Bíblico Latinoamericano, donde soy rectora. Estamos en conversaciones con el gobierno para pasar a ser Universidad Bíblica Latinoamericana, y estamos en el proceso de construcción del edificio con una idea nueva. Sugerimos que sea una construcción hecha por todo el mundo, desde abajo. Es una expresión para reflexionar todos lo que es Teología Bíblica. Y también se da la posibilidad de abrir un espacio a la mujer, al recoger sus nombres, recuperando su memoria histórica, de toda la historia donde han hecho grandes contribuciones, y también recuperar a la mujer cotidiana, que vive a nuestro alrededor, en nuestra familia. Sobre nuestro aporte teológico, creo que estamos contribuyendo al pensamiento teológico, viéndolo de otra manera, desafiándolo. Pensamos que el discurso teológico cristiano ha sido elaborado por varones, con categorías construídas siglos atrás, es, pues, bastante patriarcal. Entonces, estamos proponiendo construir el discurso, o mejor dicho reconstruirlo, con miras a la mayor participación o reflejo de las mujeres como sujetos de producción teológica. Tenemos, también, que buscar nuevas hermenéuticas, pues la Biblia es un libro escrito en un ambiente patriarcal y refleja esas categorías. Un Dios, concebido como Dios de la Vida, de la Justicia, no podría estar de acuerdo con la marginación de un sector de la humanidad. Entonces, con nuevas hermenéuticas podemos encontrar nuevas imágenes de Dios, más inclusivas. Por lo que toca al ecumenismo, más que dialogarlo lo vivimos. A las católicas, protestantes o de otras culturas nos une una preocupación, que podría ser la violación contra la mujer, por ejemplo. Entonces ahí compartimos nuestra experiencia, espiritualidad desde las distintas prácticas de fe, y se vive un ecumenismo que realmente se enriquece mutuamente. En eso hay mucho por hacer. Elsa Támez en la actualidad es rectora del Seminario Bíblico Latinoamericano en San José de Costa Rica.