© 1996 UCA Editores
El seminario San José de la Montaña En estas fiestas agostinas el seminario San José de la Montaña es noticia, y no muy agradable. La historia viene de lejos pero estos días ha saltado a los medios. Sin poder garantizar la exactitud de los detalles, dice un vespertino que han sido expulsados varios seminaristas, que el problema está en que con el nuevo rector se quiere imponer una línea del Opus contraria a la línea anterior, que sería de la teología de la liberación. El ambiente se ha enrarecido al punto de que el rector recibe anónimos... Por su parte, los obispos están reunidos -y divididos- sobre el asunto. Algunos quieren sacar a sus seminaristas del seminario porque les parece que la formación actual no es la adecuada por conservadora. Por su lado, otro obispo -según dicen- ha dicho que él "no impone las manos sobre guerrilleros"... Y cuando escribimos estas líneas (el 20 de julio) persiste la división y la expectación de lo que va a pasar. Más allá de estas cosas, que pueden ser más o menos exactas, el problema es inocultable. De lejos viene el que haya división dentro de la Conferencia Episcopal con respecto al seminario y al modo de llevarlo. Con Monseñor Rivera se mantenía un cierto equilibrio, pero al año de su muerte y con un nuevo arzobispo se retiró del cargo al Padre Coto, sacerdote amigo que viene a la UCA a recordar a los mártires y fiel a la trayectoria de los anteriores arzobispos. En un gesto de honradez reconoció públicamente que en la Iglesia salvadoreña actual existe confusión y falta de liderazgo. Por otra parte, el nuevo rector, según lo que de él se dice, tiene una dirección muy distinta y aun contraria. En conclusión, también en el seminario se ha roto la tradición arquidiocesana. Entre los seminaristas, hay desde perplejidad y miedo hasta desilusión e indignación. Unos han abandonado el seminario por propia iniciativa, otros han sido expulsados, y nadie parece saber qué es lo que va a pasar. Como se ve, estamos ante un problema grave, aunque no es la primera vez que ocurre. En 1972, la Conferencia Episcopal pidió a los padres de la Compañía de Jesús que abandonaran la dirección del seminario. Muchas razones y contrarrazones se puedieran aducir para ello, pero la fundamental era clara: formadores y seminaristas quedaron impactados por el espíritu nuevo de Medellín, y la mayoría de los obispos no pudieron entenderlo entonces. Y éste es también ahora el problema de fondo. Más allá de anécdotas, existe entre muchos seminaristas un interés por formarse para nuestro tiempo, nuestra sociedad, nuestros problemas. Algunos obispos entienden esta preocupación tan obvia, pero otros parecen no entenderla. Y entonces vienen las acusaciones de que los seminaristas son partidarios de la teología de la liberación, de la Iglesia popular, de la Iglesia de los pobres... Y lo dicen sin sospechar, al parecer, que "liberación", "pueblo", "pobres" son realidades esenciales al mensaje evangélico. Y mientras no se acepte esto, habrá problemas al interior de la Iglesia, se seguirán manteniendo sospechas sobre las "comunidades" y explotarán problemas como el del seminario. Y lo que es realmente grave, nada de esto favorece a un país, pobre y desorientado como el nuestro. * * * Ojalá se solucionen los problemas del seminario de la mejor manera posible. Y para ello quizás puedan ayudar algunas reflexiones. Un joven de hoy que quiere ser sacerdote tiene que conocer la realidad de nuestro mundo y saber analizarla desde la teología y también desde las ciencias sociales. Dicho con sencillez, no se hace ningún favor ni a la Iglesia ni al país con una teología anquilosada, fundamentalista, que no supere un catecismo glorificado. EL pueblo salvadoreño necesita ser iluminado también teológicamente. Lo necesita la llamada gente sencilla, y lo necesitan los profesionales con hábitos intelectuales más críticos. Fomentar la apertura mental en los seminaristas es, pues, necesario, aunque ofrezca riesgos y haya que hacerlo de la mejor manera posible. Que a esta actitud mental se la llame teología de la liberación o no, es secundario. Pero ojalá tengamos seminaristas con la mente lúcida de un Gustavo Gutiérrez o de un Ignacio Ellacuría. Un joven seminarista debe tener la ilusión de servir al reino de Dios, a que haya vida en nuestro país y a que la vida alcance para todos. Y que la Iglesia sea la servidora de este ideal de Dios, como nos lo dijo el concilio Vaticano II, Medellín y Puebla. Que a esta Iglesia se le llame o no Iglesia de los pobres o Iglesia popular, es, de nuevo, secundario. Pero si en un país pobre y popular, y si en el evangelio los pobres ocupan el lugar central, - como ortodoxamente lo proclama Puebla (véase n. 196,1141s)- la Iglesia no puede menos de comunicar esa predilección. Y no debe comunicar que es una Iglesia que se encuentra como en su casa entre los poderosos, como si para no caer en la Iglesia popular debiera ser una Iglesia antipopular. Un joven seminarista debe ser un seguidor de Jesús, pero del Jesús de Nazaret, el que pasó haciendo el bien, consolando a los afligidos, defendiéndolos de sus opresores, crucificado por el poder religioso y político de su tiempo, y resucitado por el Padre, quien hace así justicia a una víctima. Y, como todos, un seminarista debe estar abierto al misterio de Dios, del Dios de Jesús, del Dios de los pobres y de las víctimas. Bien sabemos que sin experiencia de Dios no hay vida cristiana ni vida sacerdotal. Pero esa experiencia debe cultivarse bien, en medio de y en relación con las realidades de nuestro mundo. Hay que buscar y encontrar a Dios allá donde él dijo que estaba: en los pobres de este mundo. Nada de lo que acabamos de decir es fácil, pero es la tarea fundamental de toda vida cristiana y de un seminario. Hacer problema de si los seminaristas leen un libro de teología de la liberación o el periódico Sentir con la Iglesia, es una pequeñez, aunque produce tristeza oír que lo hacen casi a escondidas. No están ahí los problemas. * * * Como hemos dicho otras veces, escribimos estas cosas sine ira et studio y con ganas de ayudar. Pero además, las escribimos por el cariño que tenemos a ese gran caserón por el que han pasado tantos y tantos seminaristas y sacerdotes salvadoreños. En el seminario San José de la Montaña enseñó el P. Rutilio Grande, Ignacio Ellacuría, Juan Ramón Moreno, Amando López... En ese mismo seminario estudiaron los Padres Alfonso Navarro, Octavio Ortiz, Ernesto Barrera, Rafael Palacios, Alirio Macías, Manuel Reyes, Ernesto Abrego, y estudió también el obispo Joaquín Ramos. Y en el seminario San José de la Montaña puso su curia arzobispal Monseñor Romero -aunque la nunciatura y varios obispos protestasen entonces- y allí se juntaba a platicar y rezar con los seminaristas todas las semanas. San José de la Montaña no es, pues, un seminario cualquiera. La memoria de todos los mártires que hemos citado -y quizás se nos olvida alguno- exige de todos seriedad en la búsqueda de soluciones, y que éstas produzcan sacerdotes entregados a los pobres y su liberación, a la construcción de una Iglesia cristiana y salvadoreña, a hacer presente en nuestro mundo al Dios de Jesús. La transición en El Salvador, los problemas de los estudiantes de Medicina de la UES y los incrementos en las tarifas telefónicas La transición en la encrucijada En nuestro país, la transición se halla en una encrucijada: el cumplimiento de los Acuerdos de Paz fue pensado como un requisito imprescindible para avanzar hacia nuevas metas en la democratización social y política del país, pero a estas alturas ni se cumplieron a cabalidad todos los compromisos adquiridos en Chapultepec y Nueva York ni la democratización social y política parecen ir en la mejor dirección. Y, lo que es peor, no hay un horizonte normativo, ético y político, que no sólo vaya marcando el rumbo a seguir, sino que permita evaluar los aciertos y desaciertos del proceso. La democratización política ya ha comenzado a mostrar sus límites más insuperables: una población que se debate en la miseria difícilmente puede estar interesada en la política en sentido amplio, esto es, en un compromiso con el bien común, el respeto a las leyes y la responsabilidad social. Pero no sólo eso: la formación de un sistema político mínimamente pluralista no es suficiente para superar los vicios de una clase política acostumbrada a traficar y a lucrarse con el poder que le ha sido conferido por los electores. No puede haber democratización política, por ejemplo, cuando los funcionarios públicos de alto rango se eligen en función de los intereses partidarios y no en función del bien común. En este sentido, el reparto de cargos que han venido haciendo durante los últimos años ARENA (Fiscalía General), el PCN (Corte de Cuentas) y el PDC (Procuraduría General) levanta serias dudas sobre el rol de nuestros partidos políticos y nuestro parlamento en el avance de la democratización política. Más aún, componendas de esa naturaleza levantan la duda de si no estamos retrocediendo en materia política o si acaso, aunque no sea más reconfortante, nuestra clase política se ha quedado estancada en patrones de comportamiento no sólo arcaicos, sino proclives a la corrupción, el tráfico de poder e influencias y el chantaje. Tampoco puede haber democratización política cuando desde el gobierno se difunden señales inequívocas de intolerancia hacia la libertad de expresión y hacia el derecho de los periodistas a guardar el secreto de sus fuentes. La semana recién pasada tuvimos una muestra bochornosa de esta intolerancia, cuando fue detenido el Director del Colatino, Francisco Elías Valencia, a quien judicialmente se le ha querido obligar a que revele sus fuentes de información acerca de presuntos actos de corrupción en la Policía Nacional Civil. Si se añade a este sombrío panorama la inmovilidad de la sociedad civil, puesta de manifiesto en su debilidad organizativa y en su fragmentación, la situación se vuelve más preocupante. Sin una sociedad civil fuerte, organizada y con capacidad de movilización y de presión, los derroteros del país se vuelven más inciertos. En un escenario en el que prevalecen comportamientos políticos arcaicos y en el que la prepotencia gubernamental se oculta cada vez menos, es importante que la sociedad civil cobre protagonismo y haga resistencia a los peligros de una involución autoritaria en ciernes. La amenaza de esta involución no debería tomarse a la ligera, como si fuese producto de mentes enfermizas o bandera de lucha de los "enemigos" de la paz y la democracia. Lo alcanzado hasta ahora en el país no garantiza que no pueda emerger un autoritarismo de nuevo tipo que dé al traste con lo poco bueno que hemos alcanzado. El conflicto entre los estudiantes de medicina de la UES y el Ministerio de Salud Los conflictos entre los estudiantes de medicina de la Universidad Nacional y las autoridades del Ministerio de Salud vienen desde agosto del año pasado, fecha en que se anuncia la decisión de desmonopolizar las plazas para médicos internos del sistema hospitalario, plazas que hasta ese momento habían sido patrimonio único de los estudiantes de la nacional. Este mes, un nuevo conflicto se ha hecho presente. Su raíz se halla en un acuerdo supuestamente firmado en marzo de este año por el Ministerio de Salud y los decanos de las facultades de medicina (entre ellos Rolando Espinoza de la Universidad Nacional), en el que se decide modernizar las instituciones hospitalarias a través de limitar las fechas de asignación de plazas a una sola: a principios de enero, en lugar de enero y julio como se venía realizando. Para los estudiantes de medicina, tal acuerdo rompe con los que se habían firmado en agosto del año pasado para resolver la anterior crisis. Curiosamente, Rolando Espinoza, ante el descontento de los estudiantes de medicina, afirma que "no ha estado, no está, ni podrá estar nunca de acuerdo con las medidas tomadas por el Ministerio de Salud" en lo referente al cambio de fecha de asignación de las plazas, pese a que su firma aparece en el acta donde se decide tal cambio. Además de la razón expuesta, los estudiantes alegan que al vencer los contratos en julio de este año y al no poderse renovar, el Hospital Rosales está pasando por una falta de personal médico que ha aumentado la mortalidad entre los pacientes ingresados. Como respuesta a ello, la Directora del Hospital Rosales, Mabel Fisher, afirmó, el 6 de julio, que el vacío de médicos internos se supliría mediante la contratación de aproximadamente 20 médicos residentes, lo que hasta la fecha de este escrito no se ha hecho realidad. Luego de varias amenazas, y en un marco de inflexibilidad de las posiciones, los estudiantes de medicina iniciaron una huelga el 10 de julio en el Hospital Rosales. Las medidas adoptadas por el Ministerio de Salud, tanto este año como el anterior, no muestran más que la absoluta falta de planificación lúcida en la administración del sistema hospitalario del país. El haber decidido trasladar la fecha de contratación de médicos internos a enero, cuando los contratos vencían en julio, no puede ser considerado más que como una torpeza imperdonable, ya que se deja sin recursos humanos a un servicio de por sí deficiente. Además, no es claro cómo se modernizará el servicio hospitalario mediante un simple cambio de fechas; ello debería ir orientado más bien a elevar el presupuesto asignado y mejorar, como condición ineludible, el servicio que se presta en él. En este sentido, la medida ha tendido más a propiciar lo contrario. En lo que respecta a la actitud de los estudiantes de medicina, es difícil creer que tengan algún interés por el bienestar de sus pacientes o del sistema hospitalario en general cuando realizan huelgas y paros como primera opción para hacer oír sus demandas. Que las autoridades de la Universidad Nacional en lugar de proponer formas de presión que no perjudiquen a los pacientes apoyen incondicionalmente las demandas de los estudiantes, es signo de su poca o nula independencia. De ninguna manera el interés particular de unos pocos, o el interés de una institución por no crear conflictos a su interior, puede anteponerse a los intereses de la población salvadoreña que acude a los servicios de salud pública. Nuevas tarifas telefónicas Según anuncia la Administración Nacional de Telecomunicaciones (ANTEL), a partir de agosto entrará en vigencia una nueva tabla de tarifas cuyas características más notorias son un incremento de las tarifas locales y una disminución de algunas internacionales. El hecho de que esta medida se adopte precisamente en el momento en que se han dado los primeros pasos para proceder a la privatización de ANTEL revela, entre otras cosas, que existe una clara política de ampliación de los ingresos de ANTEL, cuya motivación podría ser el logro de una situación financiera atractiva para posibles inversores, aun cuando ello suponga mayores costos para los usuarios. De esta forma, la privatización de las telecomunicaciones amenaza con convertirse en un descontrolado incremento de las tarifas, pues la propuesta tarifaria supone fuertes incrementos en las llamadas locales, precisamente las que representan la mayor parte de las llamadas efectuadas en el sistema nacional. El ajuste tarifario de ANTEL tiene dos implicaciones fundamentales: una reducción de tarifas internacionales sólo para el volumen de llamadas menos numerosas (todo el mundo menos Centroamérica y Panamá) y un aumento de tarifas para el volumen de llamadas más numerosas (nacionales). En consecuencia, lo que se esta promoviendo es un traslado de los costos telefónicos desde los consumidores de llamadas internacionales hacia los consumidores de llamadas locales. En definitiva, contrariamente a lo esperado, las tarifas telefónicas locales se incrementarán aún más con la privatización. Dada la mayor participación de las llamadas locales en el mercado nacional el ajuste tarifario y, muy probablemente, la privatización misma, causará un importante incremento del costo de las telecomunicaciones e impactará de esa manera también sobre el ritmo inflacionario. Parábola Carmen González Huguet Como una astilla, como la viruta, como el humilde aserrín del taller de su padre, se apareció en la vida. Al principio, casi no ocupó sitio. Pero creció, como un arroyo, como un río. Y como los ríos, se marchó a recorrer países a enrrumbarse para dar con el mar. A cumplir su destino de río hecho ya hombre. Porque este era un río muy especial. Un río destinado a saciar la sed de muchos y a protestar con sus repuntas contra la injusticia y la infamia. Y el río fue creciendo, creciendo, reposado, sereno, hasta que un día la muerte se acercó a sus orillas salpicando de sangre las aguas impolutas. El río no podía quedarse indiferente. Porque toda sangre vertida lo hería y le pesaba. Y se hizo ancho y profundo para extender el agua de su palabra viva. Su voz llenó los surcos y floreció la tierra, granada en frutos altos que abatieron las balas y el río se dolía de tanta ingratitud, de tanta saña y mortandad, de tanta infamia. Y con su olas, chocando con las piedras hablaba y reclamaba por los muertos. Se encrespaba, crecía y batía los puentes con su ira desatada. Hasta que un día, con una sola bala, mataron a aquel río que saciaba la sed de tantos. El río se encontró con el mar que lo estaba esperando con los brazos abiertos. Pero los de la bala no pensaron que aquello no acabaría con el agua. No hay poder que recoja la inmensidad vibrante del agua de su palabra viva derramada, que hoy sigue como antes, saciándonos la sed, hasta que todos lleguemos, como él, a descurir el mar de amor que continúa esperando- Veinte años de recuerdos martiriales Mons. Angelelli en Argentina, y Joao Burnier en Brasil Hace veinte años, con una semana de diferencia, fueron asesinados el Padre Joao Penido Burnier, caído a los pies de don Pedro Casaldáliga, y Mons. Angelelli, obispo argentino. En esta Carta a las Iglesias los queremos recordar y juntarlos a Monseñor Romero y a todos los mártires latinoamericanos. Publicamos unos textos actuales de don Pedro Casaldáliga y otros textos, añejos ya, del obispo Angelelli. Romería de los mártires, Brasil La Prelatura de Sao Félix de Araguaia va a clausurar las celebraciones de los 25 años de su erección en la Romería de los Mártires de la "Comunidad" Latinoamericana, en Ribeirao Cascalheira, los días 27 y 28 de julio de este año de 1996. En este año conmemoramos los 20 años del martirio del Padre Joao Penido Burnier, asesinado a mis pies por la policía militar cuando los dos intentábamos liberar a dos campesinos que estaban siendo torturados por la policía. Todos los amigos y amigas que nos vienen acompañando a lo largo de estos años pueden tomar nota y marcar las fechas en la agenda. Las celebraciones de la Romería empezarán el 27 por la tarde y terminarán el 28 con el almuerzo comunitario. Estamos reestaurando el Santuario. Hemos pedido a cada país de América Latina y el Caribe la fotografía de un mártir del país respectivo para que ese Santuario sea de verdad de los mártires de la "caminhada" latinoamericana. De la caminhada, porque son mártires recientes y testigos de sangre de esas Causas que conforman la caminhada de nuestros pueblos y de nuestras iglesias en el proceso de la gran Liberación. Digo que celebramos esa romería dentro de este panorama de vida y muerte que nos circunda. Los mártires, nuestros mártires, son aquéllos, aquéllas que se niegan a este presente de muerte y dan la vida por un futuro mejor, de vida. No son seres para-la-muerte, son "vocacionados" a la muerte-para-la-vida. Con ocación del COMLA V (Congreso Misionero Latino Americano) que celebramos en Belo Horizonte en el pasado mes de julio, yo tuve que exponer la experiencia de la "Memoria y estímulo misionero a partir de los mártires de la caminhada de la Patria Grande". En esa comunicación subrayaba yo los siguientes aspectos: El nuevo Testamento nos presenta a los evangelizadores primeros como "testigos". "Seréis mis testigos", les pide Jesús. Y ya sabemos que "testigo" hasta las ultimas consecuencias, equivale a mártir. El Apocalipsis evoca a la comunidad de los seguidores de Jesús como aquélla que ha pasado por "la gran tribulación y ha lavado sus vestiduras en la Sangre del Cordero". Nuestra América, en las últimas décadas, ha sido bautizada como "el continente de la muerte y la esperanza". Nuestros pueblos y nuestras Iglesias han pasado multitudinariamente por la gran tribulación. Y somos hijos e hijas de mártires, testigos de testigos. Una "nube" de testigos nos precede y nos envuelve. Podríamos citarlos en una enumeración escalofriante. Hay calendarios, agendas, libros colectivos o monográficos, vídeos, films, fechas consagradas, romerías- que recogen esa memoria -verdadera "anámnesis" que quiere y debe impedir cualquier tipo de "amnesia". u Carta abierta a nuestros mártires Pedro Casaldáliga Tengo muchos mártires, y con ocasión de la gran Romería de los Mártires de la Caminhada Latinoamericana, en el año de Gracia de 1996... Os escribo a todos vosotros y vosotras que habéis dado la vida por la Vida, a lo largo y ancho de Nuestra América, en las calles y en las montañas, en los talleres y en los campos, en las escuelas y en las iglesias, bajo la noche o a la luz del sol. Por vosotros y vosotras, sobre todo, Nuestra América es el Continente de la muerte con esperanza. Os escribo en nombre de todos nuestros pueblos y de nuestras iglesias que os deben el coraje de vivir, defendiendo su identidad, y la terca voluntad de seguir anunciando el Reino, contra el viento y la marea del antirreino neoliberal y a pesar de las corrupciones de nuestros gobiernos o de las involuciones de nuestras propias claudicaciones. Creemos que mientras haya martirio habrá credibilidad, mientras haya martirio habrá esperanza. Vosotros, vosotras, lavasteis las vestiduras de vuestros compromisos en la sangre del Cordero. Y vuestra sangre en su sangre sigue lavando también nuestros sueños, nuestras fragilidades y nuestros fracasos. Mientras haya martirio habrá conversión, mientras haya martirio habrá eficacia. El grano de maíz muriendo se multiplica. Os escribo contra la prohibición de los poderes de las dictaduras -militares, políticas o económicas-, y contra la cobardía olvidadiza de nuestras propias Iglesias. Bien que ellos quisieran imponerse una amnistía y una reconciliación que sería claudicación. Inútilmente. Sabéis perdonar, pero queréis vivir. No permitiremos que se apague el grito supremo de vuestro amor, no dejaremos que se infecunde vuestra sangre. Tampoco nos contentaremos, superficiales o irresponsables, con exponer vuestros posters y cantaros en una romería o lloraros en una dramatización. Asumiremos vuestras vidas y vuestras mentes asumiendo vuestras Causas. Esas Causas concretas por las que vosotros y vosotras habéis dado la vida y la muerte. Esas Causas, tan divinas y tan humanas, que desglosan en conyuntura histórica y en caridad eficaz la Causa mayor del Reino, por la que se dio la vida y la muerte y por lo cual resucitó el primogénito de entre los muertos, Jesús de Nazaret, el Crucificado-Resucitado para siempre. Os recordamos uno a uno, una a una, y no decimos ahora ninguno de vuestros claros nombres, para decirnos a todos y a todas en un solo golpe de voz, de amor y de compromiso: ¡nuestros mártires! Mujeres, hombres, niños, ancianos, indígenas, campesinos, obreros, estudiantes, madres de familia, abogados, maestras, militantes y agentes de pastoral, artistas y comunitarios, pastores, sacerdotes, catequistas, obispos- Nombres conocidos y ya incorporados a nuestro martirologio o nombres anónimos pero grabados en el santoral de Dios. Nos sentimos herencia vuestra, Pueblo testigo, Iglesia martirial, diáconos en marcha por esa larga noche pascual del Continente, tan tenebrosa todavía, pero tan invenciblemente victoriosa. No cederemos, no nos venderemos, no renunciaremos a ese paradigma mayor de vuestras vidas que fue el paradigma del propio Jesús y que es el sueño del Dios vivo para todos sus hijos e hijas de todos los tiempos y de todos los pueblos, en todos los mundos, hacia el mundo único y pluralmente fraterno: el Reino, el Reino, ¡su Reino! Con San Romero de América y con todos vosotros y vosotras, y unidos a la voz y al compromiso común de todos los hermanos y hermanas de solidaridad que nos acompañan, nos declaramos "alegres de correr como Jesús (como vosotros y vosotras) los mismos riesgos, por identificarnos con las Causas de los desposeídos". En este mundo prostituido por el mercado total y por el bienestar egoísta, os lo juramos con humildad y decisión: "¡Lejos de nosotros gloriarnos a no ser en la cruz de nuestro Señor Jesucristo" y en vuestras cruces hermanas de la suya! Con El y con vosotros y vosotras seguiremos cantando la Liberación. Por El y por vosotros y vosotras sabremos jubilosamente que nos toca resucitar "aunque nos cueste la vida". u Veinte años del martirio de Monseñor Enrique Angelelli Desde Córdoba, Argentina, acabamos de recibir la siguiente carta. Queridos amigos y amigas: El próximo 4 de agosto, se cumplen 20 años del martirio y resurrección de nuestro querido Mons.Enrique Angelelli. Por tanto en la semana que va del 29 de julio al 4 de agosto nos encontraremos en Córdoba, Argentina junto a varios obispos latinoamericanos que ya han comprometido su participación. Entre ellos estará don Samuel Ruiz, don M. Medina, don Pedro Casaldáliga, Mons. Hesayne y Pagura- Quisiéramos contar con la presencia de tantos compañeros de camino, que van aportando su granito de arena en hacer un mundo más humano, justo y solidario. Es por eso que quisiéramos invitarlos a venir a compartir este acontecimiento con nosotros. Como les va a ser difícil llegar hasta nosotros les pedimos que nos tengan presentes, que recuerden y hablen de Angelelli y que nos haga llegar un mensaje suyo, algunas palabras que alienten nuestro caminar y nuestro compromiso. Los saludamos con mucho afecto, Comisión de Homenaje a Mons. Angelelli * * * Aquí en El Salvador sabemos muy bien lo importante que es recordar a los mártires y por ello nos unimos a la celebración de la muerte y la vida de Enrique Angelelli. Sabemos también que lo más importante es mantenerlos vivos y, para ello, contar su historia y darles a conocer. Eso es lo que vamos a hacer brevemente. El martirio: no fue accidente, sino asesinato Los titulares de primera página de la prensa riojana informaban, entre el 5 y el 7 de agosto de 1976: "Falleció en accidente monseñor Enrique Angelelli", "Incesante desfile en el velatorio", "Imponente marco en las exequias de Enrique Angelelli- Congoja popular". Diez años más tarde, el 19 de junio de 1986, el Juez de Instrucción, Dr. Aldo F. Morales, resolvía "declarar que la muerte de Monseñor Enrique Angelelli no obedeció a un accidente de tránsito, sino a un homicidio fríamente premeditado y esperado por la víctima". Los diez años transcurridos y el cambio de las condiciones políticas, de la Argentina, permitieron conocer la verdad, intuida por el pueblo riojano desde el primer momento pero ocultada, como es obvio, por los ejecutores del asesinato y sus ideólogos, así como por el silencio de encumbrados miembros de la Jerarquía de la Iglesia Católica Argentina. ¿Quién fue Enrique Angelelli? ¿Qué hizo durante su vida para convertirse en blanco del terrorismo de estado? Quizás pueda resumirse en estas palabras: El obispo Angelelli se convirtió en baluarte de la defensa de los pequeños y humildes. La única voz que todavía podía ser levantada en aquellos momentos de represión en Argentina. Las amenazas de muerte fueron tantas que tuvo que empezar a preparar a sus sacerdotes para la posibilidad de sacrificios supremos. Esto fue lo que de hecho sucedió, primero asesinaron a un militante laico, después a otros dos Padres de Chamical, Gabriel y Carlos de Dios. Dejó el testimonio de un obispo profundamente sensible a los sufrimientos y esperanzas del pueblo. Solía decir que era preciso tener un oído para Dios y otro para el pueblo, para poder anunciar el evangelio. Angelelli, como Monseñor Romero, fue un obispo de carne y hueso. "Sí, tengo mucho miedo, pero no se puede ocultar el mensaje debajo de una cama", dijo en junio de 1976. Pero se mantuvo firme hasta el final. Una semana antes de ser asesinado, el 27 de julio, Angelelli escribió al Nuncio, al Cardenal Primatesta y a Mons. Zazpe, adjuntándoles copia del informe sobre el asesinato de dos sacerdotes. Al primero le contaba que "a los 8 días del asesinato de los sacerdotes, acaban de asesinar a un laico apostólico: Wenceslao Pedernera. Parece que sigue la escalada. Amenazan a las religiosas; espero que no se cobren ninguna víctima. "Cruzados de la Fe" siguen eufóricos; tienen respaldo oficial". Al Cardenal Primatesta le informaba que "me he negado a que se interrogue a miembros de la Iglesia mientras no tengamos garantías de que se quiere buscar la verdad". A Mons. Zazpe le agradecía lo hecho por "la Ejecutiva" porque "así iremos construyendo la 'Comunión episcopal' y tomando evangélicamente los problemas argentinos y los ad intra Ecclesiam"- Y agregaba : "Para tu información, lamentándolo, no asistió ningún hermano Obispo al sepelio de mis curas asesinados. Fue una lástima y como tal se lo comenté a los participantes". Ocho días después se sellaría el destino de este obispo profundamente comprometido con su pueblo y preocupado por la suerte de sus curas, religiosas y laicos, que eran víctimas de la persecución. Para él no fue una sorpresa. En una reunión con sus sacerdotes en Chamical, mientras se realizaba el novenario por los curas asesinados, les dijo: "Son varios los que tienen que morir, entre ellos estoy yo", y dibujando una espiral que marcó con dos cruces, para señalar el lugar de los curas asesinados, se ubicó en el centro, afirmando que "el círculo se iba cerrando". A sus sacerdotes les había dicho: "La mano viene dura y el que quiere irse que se vaya". El por su parte ya había jugado su destino: "Si me matan, es porque para el Señor mi obra ya está terminada". u Historias salvadoreñas La historia al haz del suelo El espíritu de las leyes (según don Venancio) Voy a contarle la historia de la vida; y esa es la historia de las leyes, de los gobiernos que las pusieron y de los que las vivimos. Desde la edad de 5 años tengo historia positiva hasta este día. La ley entonces era que el que se desertaba de un cuartel, era fusilado. Había sanción de eso, y todavía la oigo, la tengo en la cabeza. Después quitaron esa ley y pusieron otra: 200 golpes con una verga de toro. Primero era la fusilación; después fue la verga de toro. Quitaron la verga, pusieron la bartolina. Al que cometía una falta lo metían en una animala como refrigeradora con clavos. Ahí no se podían menear. Después pusieron el plantón. Lo dejaban afuera, en el sol, por las horas que el guardia o el juez habían dicho. Al terminar el plantón, venían las flexiones. Todas las que mandara el juez. Si no aguantaba, era castigado. Esto era porque cada gobierno imponía su ley. Nadie me enseñó, sino que la cabeza es la que era buena. Yo sé lo que hacían los gobiernos con las leyes. Cada gobierno impuso su ley. La fiscalía y el Ministerio de Justicia, esos mandan. Así camina también la Iglesia. Los papas mandan a los arzobispos, obispos, párrocos- Y cada Padre impone su ley. Los santos papas han sido como los gobiernos, que cada uno impone su ley, y nadie se les opone mientras estén en el puesto. Eso se hizo bien palpable cuando perdió Palomo y ganó Sánchez. Pidió que sus propiedades no fueran atropelladas, allá por Jiquilisco, San Marcos. Yo trabajaba en una gallera que ellos tenían. Antes no habíamos tenido problemas, aunque las chiviadas siempre han estado prohibidas. Pero esta tarde, como a las 6, la guardia se pasó la línea, dentró y agarró gente. Los comisionados lo llevaban sin cordillera, sin zapatos- Los llevaron de cantón en cantón, a manera de escarmiento. Para mí como que no han habido autoridades, porque ellos no se molestaban por mí. Yo he tenido conocimiento de respetar desde el más chiquito hasta el más grande. A mí nunca me han ahuevado, aunque digan lo que digan. Una vez andaba buscando una partida de mi hijo y vide un conocido que llevaban con la capucha bien trabada. Lo tenían en jabón. "Retírese", me gritó el guardia cuando llegué a buscarlo al cuartel. "Yo doy razón de él -dije, sin dejarme del guardia. Lo conozco desde bicho, cuando andaba chuloncito". "¿Y ya era mañoso?", dijo el juez, porque el cipote ya se había declarado culpable. "Si a usted le ponen la capucha, se hace cargo de lo que no debe", le dije al juez. En ese tiempo, cualquiera al que le ponían la capucha se hacía cargo de lo que no debía. Quedamos en discusiones con un guardia. Pero como yo era el niño bonito del alcalde, me dijo que lo disculpara y soltó al muchacho. De todas maneras, al guardia lo cambiaron y lo mandaron para Estanzuela. Como en Estanzuela sólo bravos vivían, en un cine le quitaron la mano al baboso, por andar agarrando a los que nada deben. Allá en Estanzuela había un inspector Saravia que mató a mucha gente por gusto. Luis Saravia terminó seco en la cárcel por matar a un muchacho que nada debía. Otros dos jueces, por hacer acusaciones falsas, se desbarrancaron los dos. Se creyeron que porque eran jueces se iban a librar. Cuando la ley los avanza, se van al plato. Si usted quiere ver a un vivo arruinado, póngale un tonto a la cola. Porque hay vivos tontos y tontos vivos. Cuando estaba cipote así como ése, a toda la gente se le hacía bendito entero. Hoy, si usted regaña a un niño, lo puteya, le van a poner queja al tata. Hoy son libres. Y más libres son los viejitos. Aunque libre, yo no estoy ignorante del gobierno de los papas. Pero como no me opongo, no me tocan. Hago lo que se necesita. Antes hacía de todo: armador, carpintero, agricultor, chalán- Ahora me siento inválido. No tengo valor de nada. Sólo esta hija se ha hecho cargo de mí. En otro tiempo yo andaba imponiendo la bestia del alcalde. Era el niño bonito, pero por mi trabajo. Bien recibido y respetado en todos los cuarteles. Cuando llevaban a un conocido mío, allá iba yo a verlo. Compraba un racimo de guineos de a medio y se lo llevaba. Una vez resultó que yo pasaba a cada ratito frente a los guardias. Entraba y salía del cuartel, hasta que me dijo el Coronel: "A vos te gusta la carrera, ¿verdad?". Yo le respondí: "Es que me dan lástima". Ahí los tenían encadenados, sin comer. Martínez organizó todo eso. En veces, cuando publicaban bandos, me los enseñaban antes. A ver si le faltaba tal cosa o la otra. Siempre ponían "por orden del gobierno". Y ellos eran el gobierno. Ellos inventaban las leyes, los bandos. Con un tambor los anunciaban. Ceto se llamaba el músico. Sonaba el tambor y la gente temblaba como si fuera el juicio final. "¡Achís, ya van a dar bandos!", decían. Todo era para sacar pisto poniendo multas cada nada. Pero a mí nunca me multaron porque era amigo de las autoridades. Visitaba cuarteles, alcaldías. Desde San Miguel hasta el Azacualpa. Los del Ministerio de Hacienda siempre andaban buscando chicheras. A veces hasta donde no había. Una vez el sargento le cayó a un vecino. El cipote tenía el puño de maíz ahí tirado, secando, y llegan ellos y dicen que es chichera. No hallaron ni olla ni canoa, sino que sólo el puño de maíz seco. Yo me fui donde el juez y conseguí que le pusieran 25 pesos de multa, sin importar el delito. Pero el alcalde los avanzó en la jugada.Ni la peseta se hartó el desgraciado. Por andar de vivos se jodieron. A las cinco de la tarde los tenía vencidos. No hay que dejarse aterrar por un cuento. Nunca me he afligido, porque nunca he dado motivos. Si no ofrece, yo no saco las uñas. Pero si se ofrece las saco, y se desengañan. Yo no digo lo que me han dicho, sino lo que he visto. Asuntos de cuentos no me gustan. En los juzgados me he desengañado yo, y no se me olvida lo que viví. Aunque ahora ya nadie puede tocarme, porque como un niño, el viejito no permite ninguna ley. Yo le doy el consejo, y yo me quedo sin él. u J. L. R. La formación teológica de los laicos "Dar prioridad pastoral a la adecuada formación de los catequistas, en diferentes institutos, cuidando de su especialización en función de las diversas situaciones, edades y áreas que cubren los catequizados" (Puebla n.1002) Desde hace más de año y medio, en el Colegio católico de Santa Inés, ubicado en la ciudad de Santa Tecla, y gracias a la generosidad de las Religiosas Salesianas que lo dirigen, todos los sábados, de 2 a 5 de la tarde, funciona una ESCUELA DE TEOLOGIA VICARIAL. La responsabilidad de dicho centro teológico es compartido por el Centro Monseñor Romero de la UCA y el Consejo de la Vicaría Monseñor Tomás Pineda Saldaña, de la Arquidiócesis de San Salvador. Asisten a esta formación en la fe, alrededor de un centenar de laicos, entre agentes de pastoral, catequistas y colaboradores de algún movimiento apostólico, pertenecientes a las diversas parroquias de la Vicaría de Santa Tecla, y también a determinadas religiosas de varias congregaciones. Semilla que da fruto Actualmente, en nuestra Arquidiócesis, donde han tenido cabida santos, profetas y mártires, funcionan ya cinco Escuelas Vicariales de Teología debido al impulso creyente del Equipo promotor y coordinador del Centro Monseñor Romero de la UCA. El desarrollo de estos verdaderos centros de luz teológica, según el Equipo de la UCA, ha ocurrido de la siguiente manera: Debido a una experiencia formativa de hace unos tres años, la Parroquia de San Bartolo solicitó asesoramiento al Centro Monseñor Romero, y así surgió en la Vicaría de Ilopango la primera Escuela Teológica, impulsada por el Vicario y los párrocos, con el aval entusiasta de Mons. Rivera. Un año después surgieron dos Escuelas Teológicas más en las Vicarías de Mexicanos y Santa Tecla. Y hace un año aproximadamente, con metodología diferente, se promocionaron las Escuelas Teológicas para campesinos en las Vicarías de Ateos y Zaragoza. En conjunto se puede decir que la Escuela de Teología Vicarial surge de la necesidad de conocimiento religioso de las comunidades y de los laicos para realizar su trabajo de evangelización. Mujeres, laicas, comprometidas y entusiastas de la teología El entusiasmo no está sólo en los organizadores, sino en los estudiantes. Gloria, Julia y Eva son colaboradoras eficaces en la parroquia de Cristo Resucitado situada en la Colonia Quezaltepec de Santa Tecla, con el padre jesuita Rodolfo Cardenal y la hermana responsable Juanita Martha Saravia. Con ellas hemos hablado y esto es lo que nos dicen: "Ahora estamos más seguras", comenta Julia. "Además, habla Gloria, tenemos buen equipo de profesores". "Aunque el estudio teólogico implica sacrificio y entrega", añade Eva. Estas mujeres, activas, responsables saben muy bien el papel que han de desempeñar ellas y ellos, los laicos y las laicas, en la construcción de la Iglesia de los pobres y la sociedad fraterna en nuestro país salvadoreño. Dirigen comunidades y coordinan talleres bíblicos, por lo que consideran muy valioso el aporte que les da la teología para poder cumplir eficazmente. La importancia de la teología para un país nuevo A medida que avanza la conversación, las tres se van animando. Están convencidas de que los conocimientos bíblicos, doctrinales y eclesiales, sirven para la adquisición de una mayor conciencia de la entrega que los cristianos debemos de tener en servir a la causa del necesitado. "Con estos estudios, siguen diciendo, vemos que para ser buen cristiano, además de rezar, debemos luchar por la justicia y la paz, así como defender los derechos humanos de los pobres". "Gracias a que podemos llevar la teología que aprendemos a nuestras comunidades se está dando en nuestros ambientes parroquiales, comunidades y movimientos, un cambio, una conversión hacia la opción preferencial por los pobres. Buscan, por ello, los cristianos de base, conocer más a nuestros mártires Monseñor Romero, el Padre Rafael Palacios y otros". "En la medida en que los laicos estudiamos la teología, la Iglesia va cambiando. Se hace más encarnada, más liberadora, más igualitaria y comunitaria. Se van así superando estructuras y mentalidades eclesiales de signo piramidal. La prueba, es que nuestra parroquia, podemos decir que está en manos de los laicos y de la mujer. Gracias por supuesto a los dirigentes y al P. Cardenal". Con la fe y la teología emerge una alternativa Tanto Eva como Julia y Gloria, tienen sus respectivas familias. Consideran que la teología también les ayuda a cumplir mejor con las responsabilidades de madres y esposas, al mismo tiempo que las proyecta al compromiso con la Iglesia y la sociedad. Consideran, pues, que si a nivel de institución, la Iglesia está retrocediendo, "debemos los laicos esforzarnos más por hacer avanzar el sentido profético que legaron nuestros mártires". "Entre el clero hay sectores bien definidos a favor de la igualdad y la acogida a los humildes, y por ello algunos son amenazados. Pero otros, en cambio, se ufanan en su poder de vicarios o párrocos, haciendo gala de que ellos son los que mandan. Con los estudios religiosos, los laicos podemos contribuir, además, a lograr que algunos sectores del clero acepten mejor el evangelio del amor, la justicia y la igualdad". Prioridad de la formación Pero volviendo con el Equipo de la UCA, promotor de las Escuelas de Teología, en colaboración con las Vicarías. Ellos hablan de que en una Asamblea Pastoral realizada en la Arquidiócesis en 1976, se hizo la opción por la formación de los agentes de pastoral. Mons. Romero, luego, siempre apoyó entusiasmadamente esta iniciativa formativa. Además en el año 82, dicen, hubo una jornada de tres días, donde se tomó el compromiso prioritario de la formación integral. Mons. Rivera, en el Plan Pastoral Quinquenal, aprobado y elaborado durante su mandato, retomó y amplió esta aspiración esencial de la Iglesia: la formación teológica de los laicos. Parte del clero asumió entusiasta este proyecto. Por ello, en las Escuelas Teológicas que promueve o colabora la UCA, no se hace acepción de personas o grupos. Está abierta a todo tipo de individuos, comunidades y movimientos apostólicos, que quieran adquirir una verdadera y seria formación teológica. El Equipo de la UCA, pretende servir al clero diocesano o religioso, y a un laicado maduro en su afán de vivir responsablemente la comunión con la Iglesia. Seguimos, pues, fieles a la trayectoria de la Arquidiócesis. * * * En un mundo en crisis por un sistema neoliberal destructor y explotador de los oprimidos; en una América Latina, incapaz de salir de la dominación imperial y de la pobreza; en un país salvadoreño donde la violencia, la corrupción, la impunidad y la explotación se levanta sobre los acuerdos esperanzadores de la paz; el aporte liberador de Jesucristo es esencial; máxime cuanto que las izquierdas y otros sectores políticos, sociales y económicos no encuentran alternativa viable. Los laicos cristianos, bien formados teológicamente, pueden ser fundamentales en los aportes necesarios para encontrar viabilidad en el logro de la nueva sociedad solidaria. Esta alternativa, no surgirá como antaño de élites pensantes y políticas, sino que ahora la esperanza está en experiencias de base, en donde los cristianos laicos que optan por los pobres forman ya parte de los Agentes históricos del futuro cambio, aún a pesar de los sectores espiritualistas y fundamentalistas, tanto en la Iglesia como otras denominaciones evangélicas. u Pedro Serrano Meditación sobre Jesús y el Espíritu (III) "Supervivencia y austeridad compartida" ¿Qué diría y haría hoy Jesús? ¿Cuál es hoy la utopía del Espíritu de Jesús? Muchas cosas, por supuesto, pero nos vamos a concentrar en lo que nos parece ser lo más necesario, por más hiriente, en nuestro mundo: la vida como fuerza de supervivencia y la dignidad humana como civilización de la pobreza. Esta es la utopía que aparece en el seguimiento de Jesús. La "supervivencia" Durante siglos hemos confesado al Espíritu como "Señor y dador de vida". Pues bien, hoy esperamos que sea "Señor y dador de supervivencia". Ante todo, usamos el término supervivencia en sentido estricto: grave y creciente dificultad de poder satisfacer las necesidades básicas de la vida cotidiana (y nada digamos en tiempos de represión y guerra); grave peligro de caer en resignación, desesperanza y desencanto (despúes de procesos como el salvadoreño); imperiosa necesidad de fuerza y ánimo para superar ambas cosas, tener un mínimo de vida y de dignidad. Si extrañan estas palabras, por parecer que empequeñecen al Espíritu, recordemos lo que hemos dicho con frecuencia, y que permanece como lección no aprendida en nuestra civilización. Y ésta es que lo seres humanos nos dividimos en dos grupos: aquellos que dan -damos- la vida por supuesto y aquellos que lo que no dan por supuesto es precisamente la vida. Es cierto que existe algo común a todos los humanos, pero la diferencia es también innegable. Por ello mucho de la memoria y de la imaginación que ejercita el Espíritu tiene que ver directamente con la supervivencia, y por ello pedimos que el Espíritu sea "Señor y dador de supervivencia". Para suavizar esta sorpresa será bueno recordar que en el mundo de la pobreza se ha creado un lenguaje novedoso y escandaloso, en comparación con el de otros mundos. Aquí entre nosotros han fraguado expresiones como "el pueblo crucificado" no sólo el pueblo de Dios; "El Dios menor", no sólo el Dios mayor; "la civilización de la pobreza", no la del bienestar; "la civilización del trabajo", no la del capital- Y Monseñor Romero llamó máximo a lo que es "mínimo": la vida. Y es que el no dar la vida por supuesto lo cambia todo, también el lenguaje, los conceptos, la teología. Si no recuedo mal, comentaba Bloch que Freud elevó la libido a instinto fundamental, porque en su sociedad los seres humanos ya tenían el estómago lleno. Y en un artículo reciente, breve y bello, cuenta J. I González Faus el siguiente diálogo que Simone Weil tuvo con Simone de Beauvoir: La primera vez que las dos se encontraron, Simone Weil le dijo que la tarea histórica del momento era "la revolución que daría de comer a todo el mundo". La de Beauvoir objetó perentoria que el problema no era dar de comer a los hombres, sino darles un sentido para su existencia. Y sigue contando: "ella me hizo callar diciendo: 'bien se ve que tú nunca has pasado hambre'. Nuestras relaciones se detuvieron aquí. Comprendí que me había catalogado como una 'pequeña burguesa espiritualista', y me irrité, porque- me creía ya liberada de mi clase, y no quería ser más que yo misma". La supervivencia parece ser poca cosa para fungir como la imaginación del Espíritu, pero lo es prácticamente todo para las mayorías de este mundo. Suena mejor decir que el Espíritu es "dador de vida" que "Jesús vino a traer vida, y vida en abundancia"; pero con estas frases tan bellas no se comunica suficientemente lo urgente que es la vida para las mayorías pobres, el drama diario que significa conseguirla y la crueldad de una humanidad que no quiere pensar en términos de vida de las mayorías. La "austeridad compartida" Lo dicho sobre la supervivencia puede expresarse de manera positiva -aunque suene todavía más escandoloso- en formulación de Ignacio Ellacuría, que la mantuvo hasta el final de su vida: lo que hoy está imaginando el Espíritu es una "civilización de la pobreza". No se defiende aquí, por supuesto, ningún pauperismo, pero se insiste en dos cosas. La primera es que la actual civilización genera pobreza, y por ello, dialécticamente, "en un mundo configurado percaminosamente por el dinamismo capital-riqueza, es menester suscitar un dinamismo diferente que lo supere salvíficamente". En otras palabras, los males de la actual civilización provienen de ser una civilización de la riqueza- pecado, y ello "se agrava más porque el Primer Mundo se dice cristiano, fruto de la civilización cristiana, misionero del evangelio que llevó al Tercer Mundo como un ingrediente más de la colonización". La segunda cosa, la que ahora más nos interesa recalcar, es que se trata de crear "no sólo un orden económico mundial nuevo, sino una civilización nueva". Y es que el problema no es sólo la posibilidad de vida para las mayorías, sino también la posibilidad de civilización, es decir, de un modo de vida realmente humano y fraterno, en el que podrá "florecer el espíritu, la inmensa riqueza espiritual y humana de los pobres y los pueblos del tercer mundo, hoy ahogada por la miseria y por la imposición de modelos culturales más desarrollados en algunos aspectos, pero no por eso más plenamente humanos". Esa civilización de la pobreza es lo que hoy está imaginando el espíritu de Jesús, y de ello hay ya gérmenes -imperfectos y muchas veces fallidos, ciertamente- que pudiéramos llamar "los dones del Espíritu Santo" en el mundo de hoy. Son los mejores logros del pueblo y de la Iglesia: organización pupular, ensayos de economía popular y comunitaria, construcción de una Iglesia de los pobres. Y son valores más afines a la civilización de la pobreza que a los de la riqueza: el espíritu de comunidad contra del individualismo aislacionista, que fácilmente degenera en alienación;la apertura en contra del etnocentrismo cruel, que degenera en desentendimiento del sufrimiento de los otros; la creatividad en contra de la limitación servil, que fácilmente degenera en pérdida de identidad propia; el compromiso en contra de la mera tolerancia, que degenera en indiferencia; la fe en contra del burdo positivismo y pragmatismo, que degenera en sinsentido de la vida- Y, sobre todo, la decisión y las ganas de vivir, la lucha por la vida: la esperanza, en una palabra. El Espíritu sigue siendo, en definitiva, la fuerza necesaria para vivir y sobrevivir, para conseguir el pan nuestro de cada día- Sigue, pues, presente como "vendaval" en los grandes acontencimientos y como la "brisa", casi imperceptible, en el sobrevivir. Sigue siendo vendaval y fuerza para que lleguemos a ser una familia humana. Ellacuría llamaba a esto "la civilización de la pobreza". Nosotros, menos audaces, la llamamos "la civilización de la austeridad compartida". u Jon Sobrino.