UCA

Universidad Centroamericana José Simeón Cañas



Carta a las Iglesias

© 1996 UCA Editores





                   El Padre Rodolfo Cardenal y

          los sucesos de la Quezaltepec de Santa Tecla

                                

     El domingo 29 el Padre Rodolfo Cardenal, removido por el

arzobispo como párroco, celebró su última

eucaristía en la Parroquia Jesucristo resucitado de la

Quezaltepec. En el comunicado que publicamos más adelante

puede verse el dolor e indignación de la comunidad, y puede

verse también la decisión de seguir adelante en la

línea del Padre Segundo Montes, su fundador, y del Padre

Cardenal, su párroco durante los últimos siete

años. Con más calma analizaremos los hechos en el

próximo número, pero aquí queremos hacer unas

primeras reflexiones.



     1. De la noche a la mañana, sin consultas a la

comunidad, ni a la hermana Juanita, ni al Padre Cardenal, ni a sus

superiores, el arzobispo lo destituyó de párroco.

Seis días después de comunicárselo verbalmente

tomó la decisión oficial. La razón: que el

Padre Cardenal no tiene tiempo para atender adecuadamente la

parroquia.



     Ante esto, la comunidad se siente dolida y maltratada. No se

tiene en cuenta al pueblo de Dios, ni mucho menos a los laicos y

laicas dentro de él, no se tiene en cuenta a la hermana

Juanita, que desde hace años se ha dedicado en cuerpo y alma

a la comunidad, y la ha hecho crecer de forma espléndida, de

modo que causa sorpresa y alegría en las parroquias vecinas.



     2. Podrá decirse que el Padre Cardenal no tiene mucho

tiempo en cantidad, pero el tiempo se mide también en

calidad. Y visto desde esta perspectiva, junto con la hermana

Juanita, los laicos, los grupos de liturgia, de cantos, de biblia,

de formación humana, de visitas a los enfermos... el tiempo

que dedica el Padre Cardenal es abundante y produce abundantes

frutos: la parroquia que empezó pequeña, como el

grano de mostaza, ha llegado a ser un árbol frondoso en el

que se posan las aves del cielo. Y el Padre Cardenal es muy

querido, lo cual es un inmenso capital parroquial, aunque estas

cosas que no se miden en tiempo. En su última visita a la

parroquia, en mayo de 1994, Monseñor Rivera dejó

constancia en acta, de su satisfacción por la buena marcha

de la parroquia.



     3. ¿Por qué, pues, este modo de proceder? Pues,

porque

a pesar de lo que dice el Vaticano II, cuesta aceptar que la

Iglesia se construye entre todos. Indudablemente, es importante que

en las parroquias haya sacerdotes ministeriales ordenados, pero no

se ve por qué no pueden pensarse parroquias más

"laicas" y, por cierto, muchas veces, más "cristianas".

Desde este punto de vista, el caso de la parroquia de la

Quezaltepec debiera ser estudiado más bien para ser

reproducido: un sacerdote con buenas ideas y buen corazón,

unas hermanas entregadas y unos laicos y laicas comprometidas

pueden edificar muy bien la Iglesia.



     4. Lo que está ocurriendo en la Quezaltepec hay que

ubicarlo bien. En el último año y medio ha habido

cambios importantes en la curia arzobispal, se ha destituido al

rector y equipo de formación del seminario, la visita del

santo Padre fue organizada desde, por y para el gobierno y

potentados, los estudios de teología de la UCA están

bajo fuertes sospechas. Ahora se destituye al Padre Cardenal,

sacerdote, por cierto, muy conocido y apreciado en el país

por su compromiso con la verdad, la justicia y la opción por

los pobres. Con su actividad pública y sacerdotal es un

símbolo de cómo unificar la justicia y la fe, lo

salvadoreño y lo cristiano. Es apreciado por las

mayorías populares, aunque ponga en dificultades al

gobierno. ¿Se quiere que esto desaparezca?



     Terminamos estas reflexiones, como siempre, deseando a todos

paz y bien, pidiendo y ofreciéndonos a dialogar para entre

todos hacer mejor las cosas. Pero permanece el temor: que en la

arquidiócesis se revierta la tradición, la

línea de Monseñor Rivera, y, sobre todo, la

línea de los mártires, la de Monseñor Romero.

Y no lo olvidemos. La parroquia de la Quezaltepec está

edificada sobre el martirio del Padre Segundo Montes. Y eso, con

cánones, pero antes que con ellos, debe estar presente en

estos momentos. De eso, de servicio, entrega y amor martiriales,

vive la parroquia de la Quezaltepec, y eso es lo que nos ofrecen a

todos.





      El clamor de la derecha en favor de la pena de muerte

  Tras un poco menos de un año de haber sido secuestrado,

Andrés Suster fue dejado en libertad por sus captores. De la

campaña que se diseñó para presionar por su

liberación quedaron dos cosas: una solidaridad de dudosa

prolongación con "todos" los secuestrados del país y

un renacimiento, por parte de los funcionarios del partido en el

poder respaldados por el "ejemplo" guatemalteco, del debate de la

aprobación de la pena de muerte para los secuestradores y

los violadores.



Actitud nefasta de los medios de comunicación



  En efecto, el viernes 13 de septiembre fueron fusilados en

Guatemala dos ciudadanos de ese país, quienes fueron

declarados culpables de la violación y asesinato de una

niña de cuatro años. Los medios de

comunicación salvadoreños dieron amplia cobertura al

momento crucial de la condena, y de ese modo prácticamente

todos -niños, jóvenes y adultos- pudimos presenciar

cuando el pelotón de fusilamiento hizo las descargas de

rigor sobre la humanidad de los condenados, así como el

desplome de los cuerpos de éstos. Se trató de una

muerte aséptica, sin pedazos de miembros esparcidos por los

aires como en las películas de acción a las que nos

tiene acostumbrados el cine de Hollywood. Lo grotesco de la muerte

violenta -sangre, miembros destrozados- no apareció por

ninguna parte. Todo sucedió como si la muerte real fuese

menos espectacular y sangrienta -más aceptable, más

llevadera- que la muerte de ficción.



  En las fotografías tomadas por la prensa y en los videos

de la televisión ha quedado plasmado, como hecho frío

y ajeno, el momento de la ejecución. Una y otra vez la

escena ha sido llevada a la pantalla de la televisión y la

prensa la ha recordado, y cuanto más lo han hecho,

más nos hemos ido acostumbrando al hecho, es decir. Este se

ha ido convirtiendo en algo que es parte de nuestra cotidianidad,

algo con lo que podemos convivir sin mayor preocupación.

Después de todo, ver a dos seres humanos caer abatidos por

ráfagas de fusil no es tan trágico como pudiera

parecer a primera vista: los dos guatemaltecos, como lo han

mostrado "objetivamente" la televisión y la prensa, murieron

con la mayor simplicidad y limpieza.



  Todos hemos sido testigos de la muerte de dos hombres; más

aún, todos podemos opinar con la mayor naturalidad sobre la

misma, poniéndonos a favor o en contra. Los medios nos han

"enseñado" que la muerte no es algo del otro mundo, sino

algo para ver en familia, sentados en un sillón, mientras

descansamos, almorzamos o cenamos. No hay tragedia ni dolor,

sólo espectáculo y diversión. Los medios no

sólo nos quieren convertir en espectadores de la muerte,

sino que pretenden que, como tales, decidamos si es legítimo

o no condenar a alguien a morir. Y nosotros, asumiendo nuestra

condición de asistentes al show montado por los medios,

estamos prestos a decir "de acuerdo con la pena de muerte". No

tenemos problema para ello, pues los medios han (de)formado nuestra

opinión haciéndonos creer que lo doloroso es indoloro

y que la tragedia es comedia.



La explosión de la derecha



  El espectáculo de la muerte de los dos condenados

guatemaltecos tiene su dimensión política. No

sólo se tiene que convencer a todo el mundo de que la

ejecución por un pelotón de fusilamiento es

totalmente aséptica, sino que por su simplicidad y

contundencia es la medida más eficaz para combatir la

delincuencia y la criminalidad. El razonamiento es simple: los

delincuentes, una vez que caigan en la cuenta de que la muerte les

espera con seguridad por cometer determinadas fechorías, se

autocontrolarán. Quienes no lo hagan serán eliminados

con un método simple, eficaz y económico. El crimen

disminuirá por el "temor" de los delincuentes a delinquir

como por la "limpieza" física de quienes lo hagan.



  Este es el razonamiento del Presidente Armando Calderón

Sol, quien -casi inmediatamente después del fusilamiento de

los guatemaltecos- clamó por la pena de muerte como

mecanismo que ayudará a los delincuentes a "meditar y

reflexionar". Calderón Sol ha sido secundado por los

diputados de ARENA, quienes han pedido no sólo aplicar la

medida -la que está contemplada en el Artículo 22 de

la Constitución Política para penalizar delitos de

orden militar-, sino ampliarla hasta abarcar el homicidio agravado,

el secuestro y la violación. A este coro de voces se

sumó Ronal Umaña, quien -apelando a la doctrina

social de la Iglesia- afirmó tajantemente estar a favor de

la pena de muerte "para los violadores de niños". En la

misma línea, la posición del líder de la

"nueva clase política" fue avalada por el Arzobispo de San

Salvador, Mons. Fernando Saénz Lacalle, quien sostuvo que

"si algún país no tiene los sufientes recursos como

para poderse defender de la delincuencia, no sería inmoral

ni amoral que tenga la pena de muerte en su legislación".

  Existe hoy en el país un clamor a favor de la pena de

muerte que irradia de los sectores políticos y religiosos de

derecha. A ese clamor tampoco son ajenos los medios de

comunicación, los cuales se han tomado la tarea de crear en

la conciencia colectiva el mito de la pena de muerte como

"solución" adecuada para la ola delincuencial que abate al

país. La eficacia de los medios está siendo avalada

por el clima de opinión que se va imponiendo en la sociedad:

cada vez más salvadoreños se manifiestan en favor de

la medida y son menos los que pueden ofrecer un argumento contrario

que pueda ser defendido sin parecer antipopular.



En la pendiente de una pavorosa deshumanización

  Vox populi, vox Dei. Así quieren clamar el gobierno y los

grupos de derecha del país. Es decir, quieren apelar a la

opinión popular -una opinión prefabricada por la

arremetida de los medios- para poner en práctica una medida

que en lo absoluto es la solución para la criminalidad y la

delincuencia. Ciertamente, es una salida fácil para el

gobierno; una salida que le permite blandir, sobre quienes son

considerados como la escoria de la sociedad, su brazo autoritario.

Y ello sin la menor contemplación y con el consentimiento de

los ciudadanos. Pero que sea lo más fácil para el

gobierno no quiere decir que sea lo mejor para la sociedad, por

más que ésta apoye la medida.



  El gobierno quiere hacer pasar por democracia la apelación

a la decisión de la mayor parte de salvadoreños en

favor de la pena de muerte. Eso no es democracia ni mucho menos,

pues una cosa es la "voluntad de todos" y otra muy distinta la

"volutad general": mientras que aquélla apunta a los deseos

del mayor número, esta última tiene que ver con lo

que es mejor para la mayoría en orden a la

humanización de la sociedad. En El Salvador, que la

mayoría clame por la pena de muerte -y que el gobierno apele

a ese deseo para implementarla- no es señal de democracia,

sino de deshumanización masiva. De lo que se trata en

realidad es de caer en la cuenta de si con una medida de esa

naturaleza la sociedad salvadoreña se humanizará o se

deshumanizará, si se fortalecerá o se

denigrará moralmente.



  Pareciera que nos movemos en la segunda dirección, esto

es, en la línea de la deshumanización y la

denigración moral. Que una sociedad tenga que llegar a la

eliminación física de sus miembros pone de manifiesto

lo precario de sus mecanismos de justicia. Que una sociedad tenga

que amenazar de muerte a los transgresores del orden, revela la

debilidad de mecanismos de control social alternativos a la pena de

muerte.



  Lo que es peor, sin embargo, es que nadie se evergüence de

que las cosas tengan que ser así. El tener que matar a un

ser humano, por más horrendo que haya sido su crimen y por

más que esa muerte esté avalada por la sociedad,

debería llenarnos de tristeza y bochorno. Pero, por el

contrario, nos parece lo más normal; tal es la

degradación moral a la que hemos llegado. Con la ayuda de

los medios, hemos trivializado la muerte de esos a quienes

consideramos enemigos de nuestros bienes y de nuestras familias.

Estamos seguros de que con su exterminio todos viviremos felices.



  Estar en contra de la pena de muerte no es estar a favor de la

delincuencia, por supuesto. Pero estar en contra de ésta no

significa estar a favor de aquélla, especialmente porque no

está claro cómo la amenaza de muerte va a detener el

crimen cuando muchos de los que se involucran en actividades

ilegales ya han aprendido a convivir con la muerte. Tampoco

está claro cómo esa amenaza puede contener a quienes

se saben con el poder y las influencias suficientes para evadir esa

u otras medidas que pueda tomar el Estado en su contra.



  Sobran argumentos éticos y políticos para rechazar

la pena de muerte. Sólo esquemas mentales autoritarios

pueden justificar una medida de esa naturaleza. Sólo unos

medios de comunicación faltos de ética pueden tomarse

la tarea de alimentar el morbo popular haciendo de la muerte un

espectáculo.





      Qué piensa el pueblo sobre la pena de muerte.

                      Encuesta de la YSUCA

                                

                                

  La YSUCA abrió sus micrófonos para que la gente

  expresara lo que opina sobre la pena de muerte. La inmensa

  mayoría está en contra, pero lo importante es

  saber por qué y con qué reflexiones

  acompañan su opinión. He aquí una

  pequeña muestra de lo que dijeron.





  No es justificable porque nadie tiene derecho a quitarle la vida

a nadie, sólo Dios. Y creo que un gobierno bien organizado

podrían controlar la delicuencia de otra manera menos con la

pena de muerte. (Joven mujer).



  Yo pienso que lo mejor sería que abrieran cárceles

con talleres para que a la gente la encarcelaran y allí

estuvieran aprendiendo un oficio y de allí salieran ya con

otra formación y con sentido cristiano, porque eso es lo que

les falta a ellos. Sólo Dios puede quitar la vida, él

es el dueño de la vida, en la Biblia está escrito no

matarás. Y ellos tienen más errores, cosas graves, y

si así fuera, pues, a ellos serían los primeros que

se aplicara esa justicia. (Señora).



  En mi opinión, yo soy chalateco, y veo de rechazo la pena

de muerte. Lo que para mí debería ser, sería

la gracia y la misericordia, es decir, primero se atenta con un

mandamiento principal. Y Monseñor Romero decía que

ninguna ley injusta nadie tiene que acatarla. Es decir, esto de

matar a alguien yo creo que no va a resolver en ningún lugar

la situación. Nosotros tenemos realidades en todo el mundo

en donde se ve que eso es un show. Matamos a la persona pero no

revivimos a la que ella mató o eliminó. El problema

es que tenemos que pensar con mucha más capacidad y

acercándonos a ese gran valor que es Dios. Este país

es civilizado y de mentes civilizadas. No hay que pensar que

matando es como se va a arreglar la situación de un

país y una realidad. Por eso estoy totalmente en contra.

(Señor).



  Le hablo de acá de San Miguel. Yo estoy de acuerdo y no

estoy de acuerdo. Estoy de acuerdo en el sentido de que se aplique

parejo para todos, si se va a aplicar. Porque ya se nos

olvidó que aquellos que roban millonadas no son ladrones.

Entonces, por ejemplo, el caso de Majano no le pudieron aplicar la

Ley de emergencia, pero al que roba una gallina si se lo aplican,

¿verdad? Y no estoy de acuerdo por eso mismo, porque si no se

aplica parejo para todos, pues entonces no es una ley. Y una salida

sería mejor reconstruir unas cárceles donde se

clasifique el tipo de delincuente o de delito. Por ejemplo el que

se robó una gallina meterlo en una cárcel donde se le

dé capacitación, o sea hacer cárceles tipo

fábricas donde el reo pueda aprender algún oficio,

algo productivo para el país, ¿me entiende? Y tal vez

así el violador que mata, meterlo a aquellas cárceles

donde hay trabajos forzosos para que después, quizás,

ya no va a quedar con ganas de volver. Por ejemplo, he visto en

algunas películas, donde hay trabajos forzados en minas,

donde trabajan de 6 de la mañana a 6 de la tarde.

Quizás esa sería una salida y aprovechar la mano de

obra salvadoreña, no meter maquilas extranjeras que se viene

a "bajarse" a la gente por decirle así, que dicen que les

van a pagar y no les pagan. Entonces aprovechar estas gentes, que

hasta muchas veces por el desempleo lo hace, y así, cuando

salgan, salgan rehabilitados y capaces para desempeñar

cualquier trabajo. (Señor).



  Yo felicito a radio cadena YSUCA. Yo agradezco y felicito a esta

emisora que se ha dado a esta tarea. Si todas las emisoras del

país tomaran cartas en el asunto yo creo que se

solucionaría ese problema. Se ha oído hablar mucho de

la pena de muerte. Por mi parte yo no estoy de acuerdo, porque

aquí en nuestro país la ley se le aplica sólo

a los pobres, a la gente de escasos recursos y también no

existe en el sistema legislativo o judicial. Es imperfecto y

también en este país si alguien se parece, como

dicen, al Chele Papaya, pues éste es y éste se

llevan, ¿verdad? Y entonces yo creo que noÉ no estoy de

acuerdo, no

se investiga a fondo, tan sólo que la persona se parezca a

un delincuente o a un violadorÉ No, no estoy de acuerdo. Le

felicito y agradezco que se han tomado ustedes esa iniciativa que

todo el pueblo salvadoreño escuche lo que ustedes

están diciendo y escuchen la voz del pueblo.

(Señora).



  Yo creo que las autoridades tanto civiles como religiosas

deberían ponerse de acuerdo. En el caso de la autoridad

religiosa, por ejemplo, el rector de la UCA dice una cosa y

Monseñor Sáenz dice otra. Cuando menciona el

Catecismo de la Iglesia y después la última

encíclica del Papa. Entonces ¿hay ignorancia del

señor Sáenz?, ¿no está actualizado?,

¿o el

Rector de la UCA está equivocado? Y nosotros el pueblo

estamos a la expectativa, especialmente los católicos, de lo

que dicen las autoridades esclesiásticas. Y respecto a eso,

yo no estoy de acuerdo porque soy humano. Mire la insensibilidad.

Eso es atroz, lo que pasaron por televisión De esa manera no

vamos a resolver las cosas, violencia con violencia. Cambiando la

situación social de nuestro país, o cambiando un

gobierno, como decía el señor de la UCA. Cambiando la

política y el gobierno, que haya un incentivo más

para los salvadoreños, que tengamos oportunidades. Porque

muchas veces, en la situación actual que estamos viviendo,

muchos optamos, aunque no queramos, a cometer un delito, aunque

naturalmente esto no es justificable, pero muchas veces con la soga

al cuello. Yo creo que ellos sí, los que imponen en el

gobierno. Mire al Ministro de Salud, lo invitaron a tomar agua en

las colonias aquellas, pero no quiso llegar por lo turbio del agua.

Yo creo que no estoy de acuerdo. Deben de existir otros

planteamientos. Quienes los deben dar son las autoridades, tanto

civiles como eclesiásticas ¿Me entiende? (Santa Ana,

señor).



  Quería hacerle una pregunta al pueblo salvadoreño,

que reflexionemos un poco. ¿Quiénes son los mayores

violadores en este país, y me refiero a los derechos que

todos tenemos: que todo se nos dé, ¿verdad? Por

ejemplo,

violar el derecho de comer de la persona, de trabajar, de estudiar,

de vivir dignamente. Entonces yo me pregunto si acaso se aprobara

esta ley ¿se aplicaría a estas personas? Porque se

está dando una violación sólo que en otro

sentido, pero hay que ver, por favor, que a las personas que se les

violan estos derechos se convierten en violadores. Entonces

tendrían que solucionarse estos problemas y el mayor

responsable de esto es el gobierno. Por otra parte,

¿quiénes

son los que están queriendo implementar esta ley? y ¿a

raíz de qué? Decía una señora que a

raíz del caso del niño Suster. Y yo anoche oí

en el canal 4 que le preguntaban al joven que si él

quería que se castigara a los secuestradores. El, que es la

persona que ha sufrido en carne propia, dijo que no, que no

quería castigo. Entonces allí no perdamos de vista

esto. Sólo se están aprovechando este momento para

utilizarlo en una campaña política que ya se

está comenzando a hacer, para engañarnos nuevamente.

Entonces yo le pido al pueblo que por favor reflexione, que cuando

sea el momento de votar es que nosotros tenemos la decisión

en nuestras manos para ver quiénes queremos que nos

gobiernen, porque yo creo que con todo esto que estamos viviendo

con este gobierno, yo creo que ya el país ha reflexionado o

por lo menos eso espero. (San Salvador, señora).



                  Revelaciones escalofriantes.

Estados Unidos y las guerras de los ochenta en Centroamérica



  En los últimos días el Wahington Post, la revista

Newskeek y otras, han dado a conocer datos importantes -y

escalofriantes- de la conducta del gobierno de Estados Unidos en

Centroamérica durante los ochenta.



  El día 20 de septiembre, funcionarios del ejército

estadounidense informaron que, durante los ochenta, en la Escuela

de las Américas entrenaron a militares latinoamericanos en

el uso de la intimidación, el asesinato, la tortura, el

chantaje, el encarcelamiento de inocentes, el hostigamiento de

parientes de informantes y el uso de drogas como "suero de la

verdad". Cómo hacer todo esto se encuentran en las

"lecciones" de varios "manuales" que se usaron entre 1982 y 1991 en

la Escuela de las Américas, ubicada en Panamá hasta

1984 y luego trasladada al Fuerte Benning, Georgia, Estados Unidos.

El manual se distribuyó a miles de oficiales militares de 11

países latinoamericanos, incluyendo El Salvador, Guatemala

y Honduras.

  Fundada en 1946, la Escuela de las Américas ha entrenado

a casi 60,000 militares y policías latinoamericanos. Sus

criticos la han calificado de "Escuelas para Dictadores", y con

razón. Entre sus egresados, se cuentan el general

panameño Manuel Antonio Noriega, el dictador boliviano Hugo

Banzer, los salvadoreños Roberto D'Aubuisson,

responsabilizado por el informe de la Comisión de la Verdad

del asesinato de Monseñor Romero, y 19 de los 27 oficiales

salvadoreños relacionados con la masacre de la UCA,

según el mismo Informe. Según la revista Newsweek,

casi tres cuartas partes de los oficiales salvadoreños

acusados de otras siete importantes masacres recibieron

entrenamiento en el Fuerte Benning. Cuatro de los cinco militares

hondureños de alto rango acusados por Americas Watch en 1987

de organizar el Batallón 316 con sus escuadrones de la

muerte, se entrenaron también en la Escuela de las

Américas. Actualmente, más de cien congresistas

estadounidenses están trabajando para que se cierre la

escuela.



  Pocos días después de estas revelaciones el ex-

agente de la Administración Antidrogas (DEA) de Estados

Unidos, Celerino Castillo, acusó a esta institición

y a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) -e

implícitamente a oficiales salvadoreños- de permitir

que los "contras" nicaragüenses usaran la base aérea de

Ilopango en El Salvador, como puente para el transporte de drogas

durante los años ochenta. Según Castillo, que

trabajaba en Centroamérica en ese tiempo, la venta de drogas

ayudó a financiar a los "contras" en su lucha contra el

gobierno sandinista, como lo demuestran, según él,

documentos de los gobiernos salvadoreño y estadounidense.

Añade que cuando mencionaba esta implicación en el

narcotráfico a sus propios superiores, éstos le

aconsejaban que no se metiera en el asunto "porque estaba manejado

directamente desde la Casa Blanca". Otras fuentes norteamericanas

acusan también a la CIA de vender drogas a pandillas de Los

Angeles y responsabilizan al entonces vice presidente George Bush

de haber coordinado el contrabando como parte de la lucha

clandestina contra los sandinistas.



  Por si esto fuera poco, hace cuatro meses, en mayo pasado, el

Pentágono tuvo palabras de reconocimiento, sin ningún

pudor, para las tropas norteamericanas que habían combatido

en el conflicto salvadoreño. Eso después de haber

negado ante el mundo entero y sus propios ciudadanos, que hubiesen

participado en combate.



  Todos estas revelaciones han ido apareciendo cuando se ha puesto

al descubierto la estrecha colaboración durante estos

años entre la CIA y la inteligencia militar de Guatemala, a

la que se responsabiliza de miles de muertes y de horribles abusos

a los derechos humanos.



  La ironía de todo esto sobrepasa el cinismo. Durante toda

esta década de conflicto y dolor, en la que Estados Unidos

contribuyó a tanta muerte en nuestros países, el

gobierno justificaba su política en la región en

términos de defensa de los derechos humanos y de

promoción de la democracia.



  Al tener que hacer público ahora lo que ha hecho la

Escuela de las Américas, el portavoz de las Fuerzas Armadas

estadounidense dijo estar sorprendido. El informe oficial del

Pentágono sigue insistiendo que estas prácticas -

asesinato, tortura, chantaje- violaban el código militar de

Estados Unidos. Para explicar lo ocurrido sólo se le ocurre

una explicación: un descuido burocrático. "Es

increible, dice, cómo estas practicas, desde 1982, pudieron

evadir el sistema de controles doctrinales."

  Esa es, precisamente, la palabra: "increible".





      UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA JOSE SIMEON CAñAS

                                

                         Pronunciamiento

                                

           A favor de la vida y en contra de la muerte





  Ante el intento para reimplantar la pena de muerte en El

Salvador, la Universidad Centroamericana José Simeón

Cañas se pronuncia abiertamente en contra de tal medida,

porque es un castigo bárbaro, ineficaz e indigno de un

Estado moderno y democrático. No obstante haber sufrido el

asesinato de varios empleados, catedráticos e incluso de uno

de sus rectores, la UCA no acepta la pena de muerte ni como

respuesta vindicativa ni como dispositivo eficaz de ordenamiento

social.



  Restablecer la pena de muerte implica reconocer que la ley de

emergencia ha fracasado en cuanto a reducir la incidencia de la

criminalidad por medio del endurecimiento de las penas. Si la pena

capital fuese restablecida y no arrojara los resultados esperados,

¿a qué medida recurrirá el gobierno? Cuando las

causas de la criminalidad radican en la pobreza injusta, la

desintegración familiar, la herencia de una guerra sumamente

violenta y cuando esas causas se refuerzan con el alcoholismo y la

drogadicción, pretender reprimir el crimen endureciendo las

penas es comenzar a construir la casa por el tejado.



1. Propuestas para reducir la criminalidad



  Si el gobierno en realidad está interesado en disminuir

la incidencia de la violencia y en particular de la criminalidad,

debiera pensar en un plan estratégico, en el cual no

debieran faltar los elementos siguientes.



  (a) Medidas orientadas a mejorar la calidad de vida de la

ciudadanía, como educar para la paz, promover el empleo

masivo, apoyar los esfuerzos comunitarios para satisfacer las

necesidades básicas, ofrecer oportunidades educativas y

recreativas a la juventud, atender la salud mental de la

población.



  (b) Limitar las causas directas y circunstanciales que impulsan

a la violencia. Las medidas contra el alcoholismo y la

drogadicción deben endurecerse drásticamente, pues,

de hecho, muchos de los crímenes son cometidos bajo el

influjo de estas sustancias. Los planes de salud mental del

Ministerio de Salud deben ampliarse, ya que un elevado porcentaje

de crímenes son cometidos por personas con desajustes

psicológicos graves, advertibles y previsibles. El

núcleo familiar y su integración debieran ser

fortalecidos. Asimismo, los programas que estimulan la violencia en

los medios de comunicación debieran estar regulados

más estrictamente.



  (c) La Policía Nacional Civil debiera contar con un

respaldo mucho mayor por parte del gobierno para adquirir una mayor

capacidad investigativa, para otorgar mejores estímulos ante

el deber cumplido y para aplicar sanciones más severas a

aquellos agentes que cometan faltas o delitos o violen las leyes.

El número de policías debe seguir aumentando, aunque

ello implique la disminución del ejército. Asimismo,

la Policía Nacional Civil debiera investigar a aquellas

personas que hayan sido vinculadas con el crimen organizado y para

ello, el informe del Grupo Conjunto podría ser un punto de

partida.



  (d) Urgir al sistema judicial para que se reforme. Aunque algo

se ha avanzado, el sistema judicial sigue siendo poco eficaz en el

combate contra el crimen organizado. Es lento, no garantiza el

debido proceso, acumula expedientes sin resolver y carece de

capacidad para investigar.



  (e) Controlar y regular la tenencia y el uso de las armas de

fuego. No debiera permitirse que menores de veinticinco años

porten armas de fuego. La tenencia de armas largas o de combate

debiera ser sancionada con multas severas y los reincidentes

debieran ser enviados a la cárcel irremisiblemente.



  Mientras no se legisle con seriedad sobre estos campos, la pena

de muerte será ineficaz. Al contrario, contribuirá a

la brutalización de las costumbres al convertir el asesinato

legalizado en un medio de lucha contra la violencia. Si la guerra

pasada no terminó violentamente, sino recurriendo al

diálogo y a la negociación, tampoco la violencia

actual disminuirá con el uso de la fuerza, sino por medio de

la educación para la paz y la erradicación de sus

causas.



2. Razones en contra de la pena de muerte



  Históricamente, la pena de muerte, cuando estuvo vigente

en El Salvador, en lugar de favorecer la administración de

justicia la entorpeció. En efecto, los jurados, en aquellos

casos en que se pedía dicha pena, preferían declarar

inocentes a los acusados bien por compasión de los mismos o

de sus familiares, cuando éstos eran pobres, o bien por

temor a una posible venganza, en el caso de que fueran poderosos.

De este modo, personas que, en otras circunstancias, hubiesen ido

a dar a la cárcel durante muchos años, eran dejadas

en libertad.



  Sociológcamente no está comprobado que la pena de

muerte tenga un efecto disuasorio, lo que sí está

comprobado es que todo aquello que deteriora el valor de la vida

incide en el aumento de los niveles sociales de violencia.

Así, la guerra civil recién pasada aumentó

sobremanera el desprecio a la vida. En este contexto, no deja de

ser paradójico que el mismo partido que amnistió a

los criminales de guerra, que en parte son responsables del

menosprecio actual de la vida, generador de tanta violencia, sea

ahora el que proponga la pena de muerte para crímenes

menores que las masacres del pasado y para criminales que con

frecuencia aprendieron a menospreciar la vida militando en

batallones de guerra. Más recientemente, la pena de muerte

aplicada ilegalmente por la sedicente Sombra Negra en San Miguel no

tuvo efecto disuasorio, sino que, al contrario, aumentó el

nivel de la violencia.



  Psicológicamente es absurdo pensar que la pena de muerte

disuade a la mayoría de los criminales potenciales. Muchos

de quienes atentan contra la vida humana lo hacen bajo el influjo

del alcohol o las drogas; otros lo hacen por serias deficiencias

psicológicas; otros desde la seguridad de que sus

crímenes quedarán impunes y otros, por

reacción compulsiva a situaciones que perciben como

peligrosas para ellos. Esta tipología no agota el espectro

de asesinos potenciales, pero comprende a la mayoría.

Claramente, ninguno de ellos piensa lógicamente antes de

cometer su crimen. Aun concediendo que la pena de muerte pueda

llegar a disuadir a un reducido número de criminales

potenciales, el beneficio es tan pequeño que no compensa los

males que la misma pena genera en cuanto a menospreciar la cultura

de la vida y a embrutecer aún más a los verdugos y a

cuantos contemplan embelesados el espectáculo de la

ejecución de los condenados.



  Desde la perspectiva de la justicia, la pena de muerte con

facilidad se vuelve discriminatoria y, por ende, en una injusticia

más. De hecho, los más pobres no cuentan con una

defensa legal que les garantice sus derechos, mientras que quienes

tienen dinero y poder se defienden con mayor rapidez y eficacia.

¿No terminaremos, entonces, condenando a muerte a aquellos que

la

misma sociedad primero marginó, maltrató y

despreció y con ello los impulsó al crimen? ¿Es

justo

que los más débiles y golpeados por la vida al final

queden indefensos ante un sistema judicial tan poco equitativo como

poco ilustrado. ¿Dónde quedarían, entonces, y en

un

caso tan grave como el de la pena de muerte impuesta como castigo,

la igualdad ante la ley y el Estado de derecho?



  Siendo el derecho a la vida una garantía constitucional

y la pena de muerte una restricción de tal derecho, la

modificación de la Constitución para legalizar dicha

pena capital constituye un retroceso en la defensa de la vida, una

opción fundamental de nuestra Carta Magna, y una injusticia

para con el pueblo salvadoreño.



  Legislativamente, la pena de muerte implica la

legalización de la venganza en contra de un sector social.

En estos momentos, cuando el país concluye la

transición de postguerra es contraproducente que quienes

tienen en sus manos el poder para legislar caigan en la

tentación de legalizar tales actos de venganza social. Es

contradictorio que quienes en los años recién pasados

insistieron en legislar para la reconciliación, ahora hagan

precisamente lo contrario. Además, la aprobación de

la pena de muerte implica la denuncia de varios tratados

internacionales importantes. Ciertamente, El Salvador posee la

soberanía para denunciarlos, pero entonces se

desprestigiará ante la comunidad de naciones,

arrojará serias dudas sobre su capacidad para respetar

tratados internacionales, un presupuesto fundamental de la

globalización, y puede poner en peligro préstamos y

ayudas internacionales.



  Desde la perspectiva ética, toda relación humana

y social debe estar orientada a promover prioritariamente el

servicio a la vida. Las prácticas neomaltusianas, el aborto

y el homicidio legalizado son formas diferentes de limitar la vida

humana. La sociedad actual tiene medios suficientes para proteger

la vida, sin necesidad de acudir a otros que más bien la

limitan. Aunque la pena de muerte se presenta como un medio para

proteger la vida de otras personas, teóricamente se

fundamente en "el ojo por ojo y diente por diente", una idea ya

superada. La ofensa no se restituye imponiendo castigos semejantes

a los daños recibidos, sino impulsando al ofensor a la

rehabilitación y a realizar servicios a la comunidad. Y, por

supuesto, recluyéndolo durante un tiempo largo, si el delito

cometido es grave y mientras no dé muestras probadas de su

rehabilitación.



3. La opción cristiana por la vida



  Como universidad de inspiración cristiana, la UCA forma

parte de una larga tradición opuesta a la pena de muerte. El

evangelio de Juan (8, 3-11), donde Jesús salva a una mujer

de una muerte segura, marca la primera posición cristiana

ante esta clase de castigos. El pacifismo con el que Jesús

se entrega a la muerte, obligando a Pedro a guardar la espada

desenvainada, demuestra que no creía en los métodos

violentos (Mateo 26, 52-53). La misma Iglesia católica fue

fundada por una persona condenada a muerte leglamente y cuenta

entre sus santos (mártires) a infinidad de condenados

legalmente a una pena de muerte claramente injusta.



  Durante los casi 300 años de persecución sangrienta

que sufrió la fe cristiana en sus inicios, la respuesta a

las ofensas fue siempre exigir justicia y dar perdón.

Atenágoras, un padre de la Iglesia del siglo II,

prohibió a los cristianos asistir a los juegos de

gladiadores porque "ver matar está cerca del matar mismo".

En el siglo siguiente, Tertuliano advirtió a los cristianos:

"por lo que refiere al poder estatal, el siervo de Dios no debe

pronunciar sentencias capitales". Y el Concilio de Elvira, a

principios del siglo IV, ordena excluir de la Iglesia durante un

año a aquellos magistrados que diesen penas de muerte.



  Aunque es cierto que después de la paz de Constantino, la

Iglesia avaló la pena capital e incluso llegó a

tener, a lo largo de historia, tribunales que condenaban a muerte,

también es cierto que no dejó de haber cristianos

partidarios de la vida y del perdón. E incluso esta

parcialidad histórica a favor de la pena de muerte se

debió no tanto a razones doctrinales como a la simple

adaptación a la práctica ordinaria del poder

político de su tiempo, en el cual la misma Iglesia

participaba y del cual a veces era detentadora.



  En la actualidad, la Iglesia piensa que las sociedades

contemporáneas tienen medios más que suficientes para

evitar el peligro del delincuente sin necesidad de eliminarlo,

dejando la posibilidad de la pena de muerte para casos "muy raros,

por no decir prácticamente inexistentes" (Evangelio de la

vida, 56). Ciertamente, el Catecismo de la Iglesia católica

(1992) tiene menos reparos ante la pena de muerte que le

encíclica de Juan Pablo II el Evangelio de la vida, escrita

posteriormente (1995). De ahí que el Cardenal Ratzinger,

encargado de las cuestiones doctrinales del Vaticano, haya afirmado

tras la publicación de la encíclica que lo que dice

el catecismo sobre la pena de muerte "tendrá que ser escrito

de nuevo a la luz de la Evangelium Vitae".



  Pero mucho más allá de la posición de la

Iglesia, todo cristiano, urgido por el espíritu de

Jesús, tiene derecho a luchar por la abolición total

de la pena de muerte. El mismo Juan Pablo II considera como "un

signo de esperanza" la "aversión cada vez más

difundida en la opinión pública a la pena de muerte"

(Evangelio de la vida, 27).



  Con frecuencia se argumenta que es muy fácil defender la

abolición de la pena de muerte desde posiciones

académicas, pero que quien está en contacto con el

pueblo y conoce sus sufrimientos, reacciona de manera diferente. No

está de más recordar a este respecto que la UCA

sufrió en carne propia asesinatos y múltiples

violaciones de los derechos de varios miembros de su comunidad.

Pese a ello, nunca ha pedido la pena de muerte para sus

perpetradores. Al contrario, tras los asesinatos del 16 de

noviembre de 1989, cuyo séptimo aniversario nos preparamos

a conmemorar, la universidad pidió indultar a los dos

únicos oficiales militares que el sistema judicial

logró meter en la cárcel porque ambos habían

confesado su culpa y porque los demás estaban en libertad.

La UCA sabe, pues, de lo que habla cuando se pronuncia en contra de

la pena de muerte.



  En consecuencia, la universidad seguirá trabajando para

abolir totalmente la pena de muerte en la legislación

salvadoreña. A ello la lleva su vocación cristiana,

su espíritu ciudadano y la convicción de que la pena

de muerte no es otra cosa que una manifestación más

de la cultura de la violencia que queremos y debemos superar

construyendo otra de paz y solidaridad.



  San Salvador, 24 de septiembre de 1996.



                                              Junta de Directores

                                                                 

                                                                 

        Comunicado de la comunidad Cristo Resucitado, Quezaltepec

                                

  Nosotros, miembros de la comunidad cristiana de la parroquia

"Cristo Resucitado", de la colonia Quezaltepec de Santa Tecla, a

las otras comunidades hermanas, al pueblo cristiano y a la

opinión pública en general, queremos manifestar lo

siguiente.

  

  Que por este medio denunciamos la arbitriariedad cometida contra

nuestra comunidad y parroquia, por el señor Arzobispo de San

Salvador, Monseñor Sáenz Lacalle y demás

autoridades eclesiales responsables, decidiendo, sin invocar

razón valedera y sin importarles conocer nuestra

opinión, remover de su cargo a nuestro párroco, el

Padre Rodolfo Cardenal, sacerdote jesuita; nombrando en su defecto

al padre Rogelio Esquivel, párroco ya de la iglesia

Inmaculada Concepción de esta ciudad y, además,

actual responsable de la Vicaría Pineda y Zaldaña,

considerando un acto injusto además por las razones

siguientes:



  1. Esta comunidad se inició y creció mientras

corría la época quizá más conflictiva

en la historia de nuestro país y de la Iglesia. Nos

referimos a la década de los ochenta, época en la

cual nuestras colonias se encontraban dentro de la

jurisdicción de la parroquia Inmaculada Concepción de

Santa Tecla, por la que estaban en completo abandono. En medio de

estas dificultades y preocupaciones por la atención pastoral

de los habitantes de la zona, que ya empezaban a ser numerosos, a

iniciativa de Juanita y Lilian, ambas religiosas, con el apoyo de

la comunidad jesuita a través de los padres Segundo Montes

y Rodolfo Cardenal, y además de Monseñor Urioste,

Vicario General de Pastoral, siendo los tres verdaderos seguidores

de Cristo, el primero de ellos, llegando incluso a dar la vida por

su pueblo; el segundo, capaz de continuar la misión

emprendida; y el tercero, apoyando constantemente a los

demás, fueron quienes lograron erigir el templo espiritual

primero y material después, del que ahora orgullosamente

esta comunidad dispone.



  2. Ahora, aduciendo razones pastorales, las altas autoridades de

nuestra Iglesia nos despojan de nuestro párroco, pastor y

amigo, padre Rodolfo Cardenal, decidiendo confiar el trabajo

pastoral en otras manos, fundándose en razones de

extensión y aumento de la comunidad circunscrita a la

parroquia, a la vez argumentando imposibilidad para hacerlo en

forma satisfactoria por parte de nuestro actual párroco.

Decisión que rechazamos no sólo por el hecho de no

habérsenos tomado en cuenta, sino porque además el

trabajo pastoral hasta la fecha realizado por el padre Cardenal,

con el indispensanble auxilio de Juanita, agentes de pastoral y

laicos en general, no merece que se le separe de ésta que es

y será siempre su parroquia, por lo que creemos firmemente

que más bien la decisión obedece a otros intereses,

no sólo ajenos, sino además contrarios a los

auténticos intereses cristianos. Acciones como la hoy tomada

se han repetido en los últimos días en otras

comunidades e instancias eclesiales.



  3. Queremos dejar constancia de nuestro total rechazo a tal

medida, por cuanto consideramos que el padre Rodolfo Cardenal no ha

faltado a ningún canon de la legislación eclesial, lo

que sí han hecho otros, a quienes sin embargo la

jerarquía pareciera más bien premiar.



  4. Aceptando la decisión, no porque nos agrade ni porque

sea justa, sino porque no podemos hacer nada por revocarla, como

comunidad cristiana fiel al Evangelio, queremos dejar

también establecido, que no vamos a sustituir nuestra

tradición profética por aquellas que predican a un

Dios lejano y pasivo, que se esfuerzan centrando su misión

en una promoción personal, puesto que, desde hace más

de doce años, por verdaderos profetas fuimos engendrados, y

ésa y no otra ha sido y será la mística de

trabajo de ésta comunidad.



  En noviembre de 1989, los enemigos de la verdad nos arrebataron

a nuestro primer y tan querido párroco, al padre Segundo

Montes, sacerdote jesuita, salvadoreño, no por nacido en

nuestra tierra sino por haber dejado su vida en ella. Ahora,

razones diferentes logran separarnos del padre Rodolfo Cardenal,

pero tal y como lo hicimos antes esperamos contar con el favor de

Dios, quien es el que finalmente importa y quien tendrá la

última palabra para hacernos capaces de continuar nuestro

caminar. 



  Fraternalmente, Comunidad Cristo Resucitado, Colonia Quezaltepec,

Nueva San Salvador a los veintinueve días del mes de

setiembre de mil novecientos noventa y seis.





                    Africa, cruz y esperanza



  Africa es un continente de mucha cruz y mucha esperanza. En

  este número de Carta a las Iglesias queremos, como en

  pequeños brochazos, presentar breves noticias y dos

  documentos importantes. Uno es el testamento de Christian de

  Cherge, monje cisterciense, escrito poco antes de ser

  asesinado el 21 de mayo en Argelia junto con otros seis

  monjes. El otro es una carta del obispo jesuita Munzihirwa

  Christophe al embajador de Estados Unidos en el Zaire sobre la

  situación de los refugiados.



  Naciones Unidas. El informe de Naciones Unidas del 17 de julio

sobre la pobreza en el mundo estima que, al ritmo actual de

crecimiento, países como Costa de Marfil pueden tardar 65

años en llegar a los niveles de índice de Desarrollo

Humano de los países industrializados. Pero otros, como

Mozambique y el Níger, tardarán más de dos

siglos.



  Ciudad del Cabo. Unas 10,000 personas participaron en la

ceremonia eucarística, celerada el 2 de junio, con la que el

arzobispo Desmond Tutu dijo adiós a su comunidad. Premio

Nobel de la paz en 1994, Desmond Tutu fue la figura más

significativa en la lucha contra el apartheid en Africa del Sur.

Actualmente preside la Comisión de la Verdad y de la

Reconciliación.



  Zaire. Religiosas opininan sobre los refugiados. "El ACNUR no les

toma en cuenta. Les engañan. Pero los refugiados tienen una

gran dignidad. Sufren mucho, pero aman la vida". Y otra religiosa

confiesa. "Deseo que mis huesos reposen siempre aquí en

Ruanda".



  Argelia. El 1 de agosto fue asesinado Pierre Claverie, obispo de

Orán. Con éste son ya 19 los religiosos asesinados

desde que se agudizó el conflicto. En medio de la locura que

vive Argelia, el obispo Pierre fue una voz clara y decidida en

favor de la solidaridad activa. Dedicó serios esfuerzos para

mantener un clima de diálogo y de fraternidad con los

numerosos amigos musulmanes de todas las tendencias. Fue

crítico de las posiciones que, desde fuera, se han tomado

sobre el conflicto -tanto por parte del gobierno, como de la propia

Iglesia- sin conocer bien el complejo entramado de la que puede

llamarse guerra argelina. Los culpables "son quienes han creado las

condiciones de esta deshumanización y quienes la han

justificado ideológicamente". Este obispo, dominico de 58

años, casi nunca habló en nombre de la Iglesia de

Argelia. Lo hacía como un francés nacido en Argel.

Rompió con la estrategia del silencio, que se impone la

mayor parte de los religiosos. "No somos profetas, ni

fanáticos, ni héroes, pero tampoco somos islas. Hemos

forjado con los argelinos unas relaciones que nada podrá

destruir, ni siquiera la muerte".





       Testamento del monje trapense Christian de Cherge,

 prior de Tibhirine, Argelia, días antes de ser asesinado



Cuando un "a-Dios" se acerca...



  Si un día -y podría ser hoy- llegara a ser

víctima del terrorismo, que parece apuntar ahora a todos los

extranjeros que viven en Argelia, me gustaría que mi

comunidad, mi Iglesia, mi familia, recordaran que mi vida estuvo

entregada a Dios y a este país.



  Que aceptaran que el único Maestro de toda vida no

sabrá ignorar esta abrupta partida. Que rezaran por

mí. ¿Cómo podría ser encontrado digno de

tal

ofrenda? Que supieran asociar esta muerte a tantas otras,

también violentas, dejadas en la indiferencia del anonimato.



  Mi vida no tiene más precio que otra.Tampoco tiene un

precio menor. De todos modos, ya no tiene la inocencia de la

infancia. He vivido bastante para saber que soy cómplice del

mal, del que podría ser víctima.



  Llegada la hora, me gustaría tener ese momento de lucidez

que me permitiera pedir perdón a Dios y al resto de sus

hijos e hijas y, al mismo tiempo, perdonar de todo corazón

al que me haya causado daño.



  No puedo desear para mí una muerte como ésta. Me

parece importante confesarlo. No veo, en efecto, cómo

podría alegrarme de que este pueblo, al que tanto amo, sea

injustamente acusado de mi asesinato. Que el martirio me venga de

un argeliano, cualquiera sea su clase, sobre todo si dice que

actúa en fidelidad a lo que cree ser el Islam, sería

un precio demasiado alto por conseguir lo que se llama la "gracia

del martirio".



  Soy consciente de cómo se denigra a los argelianos al

juzgarlos a todos por igual. Conozco también las caricaturas

del Islam que produce un tipo de islamismo.



  Es muy fácil mantener una buena conciencia si se

identifica el islamismo con los integrismos de sus extremistas.

Pero Argelia y el Islam, para mí, son otra cosa muy

distinta, forman un solo cuerpo y una sola alma.



  He proclamado muchas veces -así lo creo- a la vista y

conocimiento de todos, lo que me han dado el Islam y Argelia. A

menudo he encontrado el hilo conductor del Evangelio, que

aprendí sobre las rodillas de mi madre (mi primera Iglesia),

precisamente aquí en Argelia, en el respeto de los creyentes

musulmanes.



  Mi muerte, evidentemente, parecerá dar la razón a

los que me han tildado, a la ligera, de ingenuo o de idealista, y

que ahora estarán pensando: "­Que diga ahora lo que piensa!"

Pero deben saber que, después de todo, quedará

satisfecha mi curiosidad más profunda.



  Si Dios me lo permite, podré poner mi mirada junto a la

del Padre, para comtemplar con El a sus hijos e hijas del Islam tal

como él los ve: iluminados todos de la gloria de Cristo,

fruto de su pasión; investidos del don del Espíritu,

cuya secreta alegría consiste siempre en establecer la

comunión y restablecer la semejanza, respetando las

diferencias.



  Doy gracias a Dios por esta vida perdida, totalmente mía

y totalmente de ellos, pues, a pesar de todo, parece haberla

elegido como instrumento la alegría reconciliadora del

Espíritu.



  En este "Gracias" les incluyo a ustedes -mis amigos de

aquí- y los que están junto a mis padres y hermanos

-

el ciento por uno como quedó acordado.



  Y tú también, el amigo del último minuto,

que no habrás sabido lo que hacías. Sí, para

tí también envío este "Gracias" y este "A-

DIOS" inspirado en tí.



  Y que nos sea dado encontrarnos, felices malhechores, en el

paraíso, si Dios así lo quiere, Padre de ustedes y

también mío.





­Amen! Inch'Allah!





Carta del obispo Munzihirwa al embajador de Estados Unidos en Zaire

                                

Bukavu, 3 de junio, 1996



Señor Embajador

de Estados Unidos de América

Kinshasa



Señor Embajador,



  Le agradezco su amable respuesta del 8 de mayo y sobre todo el

interés que Usted manifiesta por la situación en

Kivu. La presencia de los refugiados de Ruanda y las

próximas elecciones son dos temas de gran

preocupación. ¿Qué podemos hacer Usted y yo para

salvaguardar la paz?



1. Crear condiciones necesarias para el regreso de los refugiados.



  Quisiera comenzar con algunas constataciones. La presencia

prolongada de los refugiados, con sus nefastos efectos,

desencadenan reacciones en la población local. Esta piensa

que los refugiados ya han estado un tiempo suficiente y que deben

regresar a su país. A su vez, las declaraciones de las

autoridades de El Zaire hacen pensar que este país quiere

devolverlos a Ruanda. ¿Se piensa en las consecuencias

desastrosas

para las poblaciones de Sur-Kivu si los refugiados, tal como se

teme, se niegan a marcharse?

  La situación en Ruanda es inquietante: continúan

las detenciones arbitrarias y las desapariciones -programadas- de

personas influyentes. Las condiciones de vida en las

cárceles son escandalosas y no se ha hecho nada para juzgar

a los prisioneros. Los militares mantienen a la población

bajo el temor y una gran vigilancia, de modo que han convertido a

ese país en un estado policial.



  En estas condiciones, todo el mundo puede entender que los

refugiados se nieguen a regresar a su país, y esto a pesar

de que las condiciones de vida en los campamentos de refugiados son

cada día más duras: varios refugiados ha sido

suprimido de la lista de los que tienen derecho a estar allí

legalmente, ha disminuido la ración de comida, las

actividades comerciales están prohibidas, y en los

campamentos de Sur-Kivu las escuelas siguen cerradas. ¿Y

qué

decir de sus sufrimientos cuando, en bloque, son calificados como

asesinos y son despreciados por las autoridades nacionales y los

medios internacionales?



  A nuestro juicio, las grandes potencias están actuando

ambiguamente: apoyan, por una parte, a la minoría en el

poder en Ruanda, y quieren, por otra que los refugiados se integran

en El Zaire. Además, el apoyo dado por algunos estados

occidentales, incluido Estados Unidos, incita a Kigali a endurecer

su posición respecto a los refugiados. Estamos ante unas

decisiones de países occidentales que hipotecan cualquier

solución de paz y que tendrán consecuencias

desastrosas para estos pueblos ¿No vemos, desde hace dos

meses, las

incursiones de unos y la respuesta de los otros, como un preludio

de guerra en los Grandes Lagos? ¿Y quién vende o

abastece de

armas a los unos y a los otros?



  La pregunta fundamental es cómo hacer posible el regreso

de los refugiados a sus lugares de origen. En efecto, ¿de

qué sirve reconstruir Ruanda mientras un 30 por ciento de la

población se encuentra en el exterior? Pues mientras los

refugiados estén fuera del país, no habrá paz

verdadera en Ruanda. Tomemos conciencia de esto.



  Y ahora permítame que formule algunas propuestas. Los

países occidentales pueden ejercer presión sobre el

poder de Kigali -es, incluso, su responsabilidad histórica-

para crear las condiciones necesarias para el regreso de los

refugiados.



  * Es indispensable organizar una "mesa redonda" en la que se

encuentren delegados de Kigali y delegados mandatarios de los

refugiados. Estos representantes tendrán que establecer un

calendario para llegar a soluciones concertadas y negociadas que

permitan el regreso de los refugiados con seguridad y dignidad, que

permitan una distribución real del poder y que permitan

elecciones democráticas en Ruanda.



  * Es, por tanto, necesario que cesen las detenciones arbitrarias

y las desapariciones programadas, que sean juzgados los

prisioneros, que cesen las venganzas del ejército de Ruanda

contra los que regresan, que dejen de tratar al conjunto de los

refugiados como "genocidas".



  * La comunidad internacional debe asimismo hacer todo lo posible

para poner bajo embargo efectivo el tráfico de armas.



2. Preparar elecciones libres y democráticas en El Zaire



  Mientras ciertos países occidentales desean elecciones en

El Zaire en el más breve plazo posible -aun sin condiciones

previas- para devolver la legitimidad al presidente Mobutu y poder

así reanudar la cooperación, aquí seguimos

viendo el comportamiento escandaloso de ciertos militares que

quieren sembrar el terror en el seno de la población. Al

mismo tiempo, constatamos los esfuerzos incesantes por crear

divisiones tribales en el seno de los institutos superiores, de las

organizaciones, de la población, para llegar, tal vez, a

conflictos étnicos como en Nord-Kivu en donde la guerra de

Masisi, que se extiende ahora hacia el norte, es -lo sabemos- un

caos buscado y mantenido políticamente.



  ¿Cómo hablar de eleciones libres cuando quieren poner

al

pueblo de rodillas para prepararlo a estas elecciones?

¿Cómo

hablar de elecciones cuando asistimos a la bipolarización de

la vida política (movimiento presidencial y unión

sagrada electoral) que tiene como finalidad la exclusión de

la sociedad civil del proceso electoral? ¿Vamos hacia

elecciones

libres o hacia una reelección decidida de antemano?



  ¿Cómo, entonces, dar credibilidad a las futuras

elecciones

en El Zaire? Como los obispos lo han afirmado varias veces, las

elecciones no podrán tener lugar sin condiciones previas

indispensables:



  * Poner fin a la inseguridad causada por los militares no

remunerados. Pagar a estos soldados para garantizar la seguridad de

las personas y de sus bienes.

  * Garantizar la libertad de expresión para todos,

particularmente a través de la radio y la televisión

nacionales, y que sean accesibles a todos.

  * Rehabilitar, en lo que sea posible, las vías principales

de comunicación.

  * Llevar control de los movimientos de los refugiados y darles

de comer.

  * Aplicar las decisiones de la C.N.S en todo el proceso

electoral.



  Señor embajdor, le estaríamos muy agradecidos si

hace usted uso de su influencia ante las autoridades de El Zaire

para que ellas cumplan estas condiciones previas a las elecciones.



  Agradeciéndole por lo que Usted hará en favor de

la paz en nuestro país y en toda la región, le ruego

acepte mis mejores deseos

                                                                 

                                            Munzihirwa Christophe

                                       Arzobispo de Bukavu, Zaire

                                                                 

                                                                 

              "El neoliberalismo es pecado mortal"

Congreso de Teología sobre Iglesia y evangelización

                                

                                     Del 4 al 8 de septiembre se

celebró en Madrid el XVI Congreso de Teología

organizado por la Asociación de Teólogos Juan XXIII,

que este año ha girado en torno al tema Iglesia y evangelio.

Evangelizar, como dijo Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi, es la

esencia de la Iglesia, y el destinatario primario de los

evangelización son los pobres. Desde esta doble perspectiva

puede entenderse lo que se dijo, positiva y críticamente, en

el congreso. Muchas de las ponencias se referían a la

Iglesia española, pero también a la Iglesia

universal. He aquí un breve resumen.



  En la presentación del encuentro José María

Diez Alegría dijo que la Iglesia, considerada en su

conjunto, "no es una buena noticia para los pobres" y

señaló que "la única posibilidad

auténticamente evangélica que le queda hoy a la

Iglesia es la humildad, la autocrítica y la

búsqueda".

  Jesús Peláez, de la Universidad de Córdoba,

invitó a trabajar en la Iglesia "de manera crítica",

construyendo una Iglesia "modesta, acogedora, de iguales y abierta

al mundo". El teólogo zaireño José Mpundo

Booto pidió un nuevo tipo de relación con Africa,

basada en "compartir la riqueza humana y no en buscar la riqueza

material".



  El teólogo de San Antonio de Texas, Virgilo Elizondo,

norteamericano, hijo de emigrantes mexicanos, analizó la

sociedad consumista y el pretendido progreso indefinido de

Norteamérica como paradigma que, por poner la felicidad

donde no está, lleva a un vacío espantoso. En cierto

modo, dijo, es una cultura de la muerte frente a los valores que

aporta el Tercer Mundo. El profesor Luis Maldonado, por su parte,

profundizó en el reciente renacimiento de la religiosidad

popular, un fenómeno que, en su opinión, debe ser

examinado con espíritu crítico.



La presencia de América Latina

  Como suele ser habitual, también este año el

congreso invitó a teólogos de la liberación de

América Latina, tradición que comenzó con la

presencia de Ignacio Ellacuría en el primer congreso en

1981. Este año fue invitado Jon Sobrino. Expresó que

el mayor problema que tiene hoy la evangelización es si

existe o no la convicción de que el eu-aggelion, la buena

noticia, es posible. Denunció la "pobreza e injusticia

planetaria" y el encubrimiento que se cierne sobre ella, pues, aun

con tantos medios de comunicación, prácticamante

nadie conoce el informe de Naciones Unidas, de julio de este

año, sobre la pobreza en el Mundo. Pero señaló

que "la buena noticia no ha desaparecido de la historia" y que

"existen testigos y signos del Reino de Dios y movimientos que

mantienen una utopía y quieren revertir la historia".



  En el diálogo posterior explicó la situación

de El Salvador. Dijo que la integración de la guerrilla en

la política no se ha traducido en una mejora de la

situación del pueblo salvadoreño, que vive igual o

peor que antes. Además la violencia de todo tipo -aunque ya

no mayoritariamente política- es tan frecuente que causa

tantos muertos como en los años de la guerra.



  En síntesis dijo que "la evangelización es dar una

buena noticia, que no es lo mismo que una noticia tranquilizadora.

Lo que dijo Jesús, bien mirado, es una locura: que los

pobres, por serlo, se alegren. La televisión y los

políticos no dicen esas cosas, pero la Iglesia tiene que

decirlo, aunque para ello hace falta credibilidad". Y ahí

está el problema: a la Iglesia, dijo, le falta chispa y con

frecuencia muestra excesivo miedo al Evangelio. Finalizó

diciendo que su ilusión es que "todas las potencialidades

eclesiales se vuelquen hacia los pobres, que son la fuente de la

vida".



  El punto culminante del congreso fue don Pedro

Casaldáliga. No estuvo físicamente presente "porque

los pobres no tienen dinero para viajar", pero, a través de

un video preparado para la ocasión, se hizó realmente

presente y pronunció la última conferencia que

versó sobre "Los pobres, interpelación a la Iglesia".



  Comenzó pidiendo el aplauso de los asistentes para los

teólogos españoles, hacia los que existe una

prevención bastante general de la jerarquía. Pero en

su opinión "España tiene hoy teólogos y

teólogas -aunque estas últimas son todavía

recientes- a la altura del siglo de Oro".



  Criticó las estructuras "cada vez más narcistas y

competitivas" de nuestra sociedad y afirmó, sin

pestañear, que "el neoliberalismo es pecado mortal" porque

excluye a la mayoría de la humanidad. "La gran blasfemia, la

gran herejía de los tiempos modernos, es permitir que exista

una gran mayoría de pobres". "No podemos aceptar que haya

varios mundos, como tampoco podemos aceptar que haya varias

Iglesias". Citó al gran maestro Rahner, cuando decía

que "en el futuro, el cristiano será un místico o no

será cristiano", pero le corrigió: "en el futuro, el

cristiano será pobre o aliado sincero con los pobres o no

será cristiano".



  Terminó don Pedro hablando del misterio de Dios, del Dios

de la vida, del Dios de los pobres, y leyó un soneto

autobiográfico que termina con estas palabras: "Nunca

dejé de amarte en los más pobres".



  Y dos anécdotas sobre don Pedro. La primera es que fue el

único obispo presente -a través del video- en el

Congreso, a pesar de que la organización invitó a

todos los obispos españoles. Tres de ellos, eso sí,

respondieron y enviaron saludos a los congresistas: Javier

Osés, obispo de Huesca, Rafael Bellido, obispo de Jerez, y

Ramón Echarren, obispo de Canarias.



  La segunda es que costaba escuchar las palabras de don Pedro.

¿La

razón? El video estaba grabado en Sao Felix do Araguaya, en

su "palacio arzobispal", pequeña casita en medio del campo,

en la que cantaba un gallo a pleno pulmón que hacía

competencia a la cascada voz de don Pedro.



Conclusiones del Congreso



  En su mensaje final el congreso critica el neoliberalismo.

"Frente a la configuración de una sociedad sin

entrañas, dominadora con toda clase de armas intimidadoras,

en manos de un puñado de personas que acaparan la mitad de

los bienes del mundo, a despecho de millones de seres humanos que

malviven en la pobreza, apostamos por un tipo de sociedad

más humana e igualitaria, más fraterna y libre,

más universal y menos eurocéntrica, acorde con el

reino proclamado por Jesús. En consecuencia, protestamos

enérgicamente contra la discriminación que padecen

inmigrantes procedentes del tercero y cuarto mundo".



  "En la Iglesia que nos toca padecer y gozar, experimentar y

llorar advertimos dentro de nosotros y fuera de nuestro entorno,

falta de honradez con el mundo y consigo misma, clima de sospecha

y de miedo, nostalgia de tiempos de cristiandad. Sin embargo, hay

en ella signos de resurrección, testigos que muestran que la

verdad y el amor son posibles, movimientos y comunidades cristianas

que intentan vivir la Iglesia en el espíritu del evangelio.

En consecuencia reconocemos que vale la pena ser cristianos y

cristianas en la esperanza de Dios y ser testigos del Testigo de la

resurrección y de la vida".



  Todo terminó con una eucaristía, sincera, sentida,

alegre. Al final Mpundo Booto dirigió a la nutrida

concurrencia en el canto. Cantaba en su lengua pero todos lo

entendieron y lo acompañaron repitiendo -en lenguaje

zaireño- una sola palabra: "alegría". Era la

respuesta al eu-aggelion.