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El Padre Rodolfo Cardenal y los sucesos de la Quezaltepec de Santa Tecla El domingo 29 el Padre Rodolfo Cardenal, removido por el arzobispo como párroco, celebró su última eucaristía en la Parroquia Jesucristo resucitado de la Quezaltepec. En el comunicado que publicamos más adelante puede verse el dolor e indignación de la comunidad, y puede verse también la decisión de seguir adelante en la línea del Padre Segundo Montes, su fundador, y del Padre Cardenal, su párroco durante los últimos siete años. Con más calma analizaremos los hechos en el próximo número, pero aquí queremos hacer unas primeras reflexiones. 1. De la noche a la mañana, sin consultas a la comunidad, ni a la hermana Juanita, ni al Padre Cardenal, ni a sus superiores, el arzobispo lo destituyó de párroco. Seis días después de comunicárselo verbalmente tomó la decisión oficial. La razón: que el Padre Cardenal no tiene tiempo para atender adecuadamente la parroquia. Ante esto, la comunidad se siente dolida y maltratada. No se tiene en cuenta al pueblo de Dios, ni mucho menos a los laicos y laicas dentro de él, no se tiene en cuenta a la hermana Juanita, que desde hace años se ha dedicado en cuerpo y alma a la comunidad, y la ha hecho crecer de forma espléndida, de modo que causa sorpresa y alegría en las parroquias vecinas. 2. Podrá decirse que el Padre Cardenal no tiene mucho tiempo en cantidad, pero el tiempo se mide también en calidad. Y visto desde esta perspectiva, junto con la hermana Juanita, los laicos, los grupos de liturgia, de cantos, de biblia, de formación humana, de visitas a los enfermos... el tiempo que dedica el Padre Cardenal es abundante y produce abundantes frutos: la parroquia que empezó pequeña, como el grano de mostaza, ha llegado a ser un árbol frondoso en el que se posan las aves del cielo. Y el Padre Cardenal es muy querido, lo cual es un inmenso capital parroquial, aunque estas cosas que no se miden en tiempo. En su última visita a la parroquia, en mayo de 1994, Monseñor Rivera dejó constancia en acta, de su satisfacción por la buena marcha de la parroquia. 3. ¿Por qué, pues, este modo de proceder? Pues, porque a pesar de lo que dice el Vaticano II, cuesta aceptar que la Iglesia se construye entre todos. Indudablemente, es importante que en las parroquias haya sacerdotes ministeriales ordenados, pero no se ve por qué no pueden pensarse parroquias más "laicas" y, por cierto, muchas veces, más "cristianas". Desde este punto de vista, el caso de la parroquia de la Quezaltepec debiera ser estudiado más bien para ser reproducido: un sacerdote con buenas ideas y buen corazón, unas hermanas entregadas y unos laicos y laicas comprometidas pueden edificar muy bien la Iglesia. 4. Lo que está ocurriendo en la Quezaltepec hay que ubicarlo bien. En el último año y medio ha habido cambios importantes en la curia arzobispal, se ha destituido al rector y equipo de formación del seminario, la visita del santo Padre fue organizada desde, por y para el gobierno y potentados, los estudios de teología de la UCA están bajo fuertes sospechas. Ahora se destituye al Padre Cardenal, sacerdote, por cierto, muy conocido y apreciado en el país por su compromiso con la verdad, la justicia y la opción por los pobres. Con su actividad pública y sacerdotal es un símbolo de cómo unificar la justicia y la fe, lo salvadoreño y lo cristiano. Es apreciado por las mayorías populares, aunque ponga en dificultades al gobierno. ¿Se quiere que esto desaparezca? Terminamos estas reflexiones, como siempre, deseando a todos paz y bien, pidiendo y ofreciéndonos a dialogar para entre todos hacer mejor las cosas. Pero permanece el temor: que en la arquidiócesis se revierta la tradición, la línea de Monseñor Rivera, y, sobre todo, la línea de los mártires, la de Monseñor Romero. Y no lo olvidemos. La parroquia de la Quezaltepec está edificada sobre el martirio del Padre Segundo Montes. Y eso, con cánones, pero antes que con ellos, debe estar presente en estos momentos. De eso, de servicio, entrega y amor martiriales, vive la parroquia de la Quezaltepec, y eso es lo que nos ofrecen a todos. El clamor de la derecha en favor de la pena de muerte Tras un poco menos de un año de haber sido secuestrado, Andrés Suster fue dejado en libertad por sus captores. De la campaña que se diseñó para presionar por su liberación quedaron dos cosas: una solidaridad de dudosa prolongación con "todos" los secuestrados del país y un renacimiento, por parte de los funcionarios del partido en el poder respaldados por el "ejemplo" guatemalteco, del debate de la aprobación de la pena de muerte para los secuestradores y los violadores. Actitud nefasta de los medios de comunicación En efecto, el viernes 13 de septiembre fueron fusilados en Guatemala dos ciudadanos de ese país, quienes fueron declarados culpables de la violación y asesinato de una niña de cuatro años. Los medios de comunicación salvadoreños dieron amplia cobertura al momento crucial de la condena, y de ese modo prácticamente todos -niños, jóvenes y adultos- pudimos presenciar cuando el pelotón de fusilamiento hizo las descargas de rigor sobre la humanidad de los condenados, así como el desplome de los cuerpos de éstos. Se trató de una muerte aséptica, sin pedazos de miembros esparcidos por los aires como en las películas de acción a las que nos tiene acostumbrados el cine de Hollywood. Lo grotesco de la muerte violenta -sangre, miembros destrozados- no apareció por ninguna parte. Todo sucedió como si la muerte real fuese menos espectacular y sangrienta -más aceptable, más llevadera- que la muerte de ficción. En las fotografías tomadas por la prensa y en los videos de la televisión ha quedado plasmado, como hecho frío y ajeno, el momento de la ejecución. Una y otra vez la escena ha sido llevada a la pantalla de la televisión y la prensa la ha recordado, y cuanto más lo han hecho, más nos hemos ido acostumbrando al hecho, es decir. Este se ha ido convirtiendo en algo que es parte de nuestra cotidianidad, algo con lo que podemos convivir sin mayor preocupación. Después de todo, ver a dos seres humanos caer abatidos por ráfagas de fusil no es tan trágico como pudiera parecer a primera vista: los dos guatemaltecos, como lo han mostrado "objetivamente" la televisión y la prensa, murieron con la mayor simplicidad y limpieza. Todos hemos sido testigos de la muerte de dos hombres; más aún, todos podemos opinar con la mayor naturalidad sobre la misma, poniéndonos a favor o en contra. Los medios nos han "enseñado" que la muerte no es algo del otro mundo, sino algo para ver en familia, sentados en un sillón, mientras descansamos, almorzamos o cenamos. No hay tragedia ni dolor, sólo espectáculo y diversión. Los medios no sólo nos quieren convertir en espectadores de la muerte, sino que pretenden que, como tales, decidamos si es legítimo o no condenar a alguien a morir. Y nosotros, asumiendo nuestra condición de asistentes al show montado por los medios, estamos prestos a decir "de acuerdo con la pena de muerte". No tenemos problema para ello, pues los medios han (de)formado nuestra opinión haciéndonos creer que lo doloroso es indoloro y que la tragedia es comedia. La explosión de la derecha El espectáculo de la muerte de los dos condenados guatemaltecos tiene su dimensión política. No sólo se tiene que convencer a todo el mundo de que la ejecución por un pelotón de fusilamiento es totalmente aséptica, sino que por su simplicidad y contundencia es la medida más eficaz para combatir la delincuencia y la criminalidad. El razonamiento es simple: los delincuentes, una vez que caigan en la cuenta de que la muerte les espera con seguridad por cometer determinadas fechorías, se autocontrolarán. Quienes no lo hagan serán eliminados con un método simple, eficaz y económico. El crimen disminuirá por el "temor" de los delincuentes a delinquir como por la "limpieza" física de quienes lo hagan. Este es el razonamiento del Presidente Armando Calderón Sol, quien -casi inmediatamente después del fusilamiento de los guatemaltecos- clamó por la pena de muerte como mecanismo que ayudará a los delincuentes a "meditar y reflexionar". Calderón Sol ha sido secundado por los diputados de ARENA, quienes han pedido no sólo aplicar la medida -la que está contemplada en el Artículo 22 de la Constitución Política para penalizar delitos de orden militar-, sino ampliarla hasta abarcar el homicidio agravado, el secuestro y la violación. A este coro de voces se sumó Ronal Umaña, quien -apelando a la doctrina social de la Iglesia- afirmó tajantemente estar a favor de la pena de muerte "para los violadores de niños". En la misma línea, la posición del líder de la "nueva clase política" fue avalada por el Arzobispo de San Salvador, Mons. Fernando Saénz Lacalle, quien sostuvo que "si algún país no tiene los sufientes recursos como para poderse defender de la delincuencia, no sería inmoral ni amoral que tenga la pena de muerte en su legislación". Existe hoy en el país un clamor a favor de la pena de muerte que irradia de los sectores políticos y religiosos de derecha. A ese clamor tampoco son ajenos los medios de comunicación, los cuales se han tomado la tarea de crear en la conciencia colectiva el mito de la pena de muerte como "solución" adecuada para la ola delincuencial que abate al país. La eficacia de los medios está siendo avalada por el clima de opinión que se va imponiendo en la sociedad: cada vez más salvadoreños se manifiestan en favor de la medida y son menos los que pueden ofrecer un argumento contrario que pueda ser defendido sin parecer antipopular. En la pendiente de una pavorosa deshumanización Vox populi, vox Dei. Así quieren clamar el gobierno y los grupos de derecha del país. Es decir, quieren apelar a la opinión popular -una opinión prefabricada por la arremetida de los medios- para poner en práctica una medida que en lo absoluto es la solución para la criminalidad y la delincuencia. Ciertamente, es una salida fácil para el gobierno; una salida que le permite blandir, sobre quienes son considerados como la escoria de la sociedad, su brazo autoritario. Y ello sin la menor contemplación y con el consentimiento de los ciudadanos. Pero que sea lo más fácil para el gobierno no quiere decir que sea lo mejor para la sociedad, por más que ésta apoye la medida. El gobierno quiere hacer pasar por democracia la apelación a la decisión de la mayor parte de salvadoreños en favor de la pena de muerte. Eso no es democracia ni mucho menos, pues una cosa es la "voluntad de todos" y otra muy distinta la "volutad general": mientras que aquélla apunta a los deseos del mayor número, esta última tiene que ver con lo que es mejor para la mayoría en orden a la humanización de la sociedad. En El Salvador, que la mayoría clame por la pena de muerte -y que el gobierno apele a ese deseo para implementarla- no es señal de democracia, sino de deshumanización masiva. De lo que se trata en realidad es de caer en la cuenta de si con una medida de esa naturaleza la sociedad salvadoreña se humanizará o se deshumanizará, si se fortalecerá o se denigrará moralmente. Pareciera que nos movemos en la segunda dirección, esto es, en la línea de la deshumanización y la denigración moral. Que una sociedad tenga que llegar a la eliminación física de sus miembros pone de manifiesto lo precario de sus mecanismos de justicia. Que una sociedad tenga que amenazar de muerte a los transgresores del orden, revela la debilidad de mecanismos de control social alternativos a la pena de muerte. Lo que es peor, sin embargo, es que nadie se evergüence de que las cosas tengan que ser así. El tener que matar a un ser humano, por más horrendo que haya sido su crimen y por más que esa muerte esté avalada por la sociedad, debería llenarnos de tristeza y bochorno. Pero, por el contrario, nos parece lo más normal; tal es la degradación moral a la que hemos llegado. Con la ayuda de los medios, hemos trivializado la muerte de esos a quienes consideramos enemigos de nuestros bienes y de nuestras familias. Estamos seguros de que con su exterminio todos viviremos felices. Estar en contra de la pena de muerte no es estar a favor de la delincuencia, por supuesto. Pero estar en contra de ésta no significa estar a favor de aquélla, especialmente porque no está claro cómo la amenaza de muerte va a detener el crimen cuando muchos de los que se involucran en actividades ilegales ya han aprendido a convivir con la muerte. Tampoco está claro cómo esa amenaza puede contener a quienes se saben con el poder y las influencias suficientes para evadir esa u otras medidas que pueda tomar el Estado en su contra. Sobran argumentos éticos y políticos para rechazar la pena de muerte. Sólo esquemas mentales autoritarios pueden justificar una medida de esa naturaleza. Sólo unos medios de comunicación faltos de ética pueden tomarse la tarea de alimentar el morbo popular haciendo de la muerte un espectáculo. Qué piensa el pueblo sobre la pena de muerte. Encuesta de la YSUCA La YSUCA abrió sus micrófonos para que la gente expresara lo que opina sobre la pena de muerte. La inmensa mayoría está en contra, pero lo importante es saber por qué y con qué reflexiones acompañan su opinión. He aquí una pequeña muestra de lo que dijeron. No es justificable porque nadie tiene derecho a quitarle la vida a nadie, sólo Dios. Y creo que un gobierno bien organizado podrían controlar la delicuencia de otra manera menos con la pena de muerte. (Joven mujer). Yo pienso que lo mejor sería que abrieran cárceles con talleres para que a la gente la encarcelaran y allí estuvieran aprendiendo un oficio y de allí salieran ya con otra formación y con sentido cristiano, porque eso es lo que les falta a ellos. Sólo Dios puede quitar la vida, él es el dueño de la vida, en la Biblia está escrito no matarás. Y ellos tienen más errores, cosas graves, y si así fuera, pues, a ellos serían los primeros que se aplicara esa justicia. (Señora). En mi opinión, yo soy chalateco, y veo de rechazo la pena de muerte. Lo que para mí debería ser, sería la gracia y la misericordia, es decir, primero se atenta con un mandamiento principal. Y Monseñor Romero decía que ninguna ley injusta nadie tiene que acatarla. Es decir, esto de matar a alguien yo creo que no va a resolver en ningún lugar la situación. Nosotros tenemos realidades en todo el mundo en donde se ve que eso es un show. Matamos a la persona pero no revivimos a la que ella mató o eliminó. El problema es que tenemos que pensar con mucha más capacidad y acercándonos a ese gran valor que es Dios. Este país es civilizado y de mentes civilizadas. No hay que pensar que matando es como se va a arreglar la situación de un país y una realidad. Por eso estoy totalmente en contra. (Señor). Le hablo de acá de San Miguel. Yo estoy de acuerdo y no estoy de acuerdo. Estoy de acuerdo en el sentido de que se aplique parejo para todos, si se va a aplicar. Porque ya se nos olvidó que aquellos que roban millonadas no son ladrones. Entonces, por ejemplo, el caso de Majano no le pudieron aplicar la Ley de emergencia, pero al que roba una gallina si se lo aplican, ¿verdad? Y no estoy de acuerdo por eso mismo, porque si no se aplica parejo para todos, pues entonces no es una ley. Y una salida sería mejor reconstruir unas cárceles donde se clasifique el tipo de delincuente o de delito. Por ejemplo el que se robó una gallina meterlo en una cárcel donde se le dé capacitación, o sea hacer cárceles tipo fábricas donde el reo pueda aprender algún oficio, algo productivo para el país, ¿me entiende? Y tal vez así el violador que mata, meterlo a aquellas cárceles donde hay trabajos forzosos para que después, quizás, ya no va a quedar con ganas de volver. Por ejemplo, he visto en algunas películas, donde hay trabajos forzados en minas, donde trabajan de 6 de la mañana a 6 de la tarde. Quizás esa sería una salida y aprovechar la mano de obra salvadoreña, no meter maquilas extranjeras que se viene a "bajarse" a la gente por decirle así, que dicen que les van a pagar y no les pagan. Entonces aprovechar estas gentes, que hasta muchas veces por el desempleo lo hace, y así, cuando salgan, salgan rehabilitados y capaces para desempeñar cualquier trabajo. (Señor). Yo felicito a radio cadena YSUCA. Yo agradezco y felicito a esta emisora que se ha dado a esta tarea. Si todas las emisoras del país tomaran cartas en el asunto yo creo que se solucionaría ese problema. Se ha oído hablar mucho de la pena de muerte. Por mi parte yo no estoy de acuerdo, porque aquí en nuestro país la ley se le aplica sólo a los pobres, a la gente de escasos recursos y también no existe en el sistema legislativo o judicial. Es imperfecto y también en este país si alguien se parece, como dicen, al Chele Papaya, pues éste es y éste se llevan, ¿verdad? Y entonces yo creo que noÉ no estoy de acuerdo, no se investiga a fondo, tan sólo que la persona se parezca a un delincuente o a un violadorÉ No, no estoy de acuerdo. Le felicito y agradezco que se han tomado ustedes esa iniciativa que todo el pueblo salvadoreño escuche lo que ustedes están diciendo y escuchen la voz del pueblo. (Señora). Yo creo que las autoridades tanto civiles como religiosas deberían ponerse de acuerdo. En el caso de la autoridad religiosa, por ejemplo, el rector de la UCA dice una cosa y Monseñor Sáenz dice otra. Cuando menciona el Catecismo de la Iglesia y después la última encíclica del Papa. Entonces ¿hay ignorancia del señor Sáenz?, ¿no está actualizado?, ¿o el Rector de la UCA está equivocado? Y nosotros el pueblo estamos a la expectativa, especialmente los católicos, de lo que dicen las autoridades esclesiásticas. Y respecto a eso, yo no estoy de acuerdo porque soy humano. Mire la insensibilidad. Eso es atroz, lo que pasaron por televisión De esa manera no vamos a resolver las cosas, violencia con violencia. Cambiando la situación social de nuestro país, o cambiando un gobierno, como decía el señor de la UCA. Cambiando la política y el gobierno, que haya un incentivo más para los salvadoreños, que tengamos oportunidades. Porque muchas veces, en la situación actual que estamos viviendo, muchos optamos, aunque no queramos, a cometer un delito, aunque naturalmente esto no es justificable, pero muchas veces con la soga al cuello. Yo creo que ellos sí, los que imponen en el gobierno. Mire al Ministro de Salud, lo invitaron a tomar agua en las colonias aquellas, pero no quiso llegar por lo turbio del agua. Yo creo que no estoy de acuerdo. Deben de existir otros planteamientos. Quienes los deben dar son las autoridades, tanto civiles como eclesiásticas ¿Me entiende? (Santa Ana, señor). Quería hacerle una pregunta al pueblo salvadoreño, que reflexionemos un poco. ¿Quiénes son los mayores violadores en este país, y me refiero a los derechos que todos tenemos: que todo se nos dé, ¿verdad? Por ejemplo, violar el derecho de comer de la persona, de trabajar, de estudiar, de vivir dignamente. Entonces yo me pregunto si acaso se aprobara esta ley ¿se aplicaría a estas personas? Porque se está dando una violación sólo que en otro sentido, pero hay que ver, por favor, que a las personas que se les violan estos derechos se convierten en violadores. Entonces tendrían que solucionarse estos problemas y el mayor responsable de esto es el gobierno. Por otra parte, ¿quiénes son los que están queriendo implementar esta ley? y ¿a raíz de qué? Decía una señora que a raíz del caso del niño Suster. Y yo anoche oí en el canal 4 que le preguntaban al joven que si él quería que se castigara a los secuestradores. El, que es la persona que ha sufrido en carne propia, dijo que no, que no quería castigo. Entonces allí no perdamos de vista esto. Sólo se están aprovechando este momento para utilizarlo en una campaña política que ya se está comenzando a hacer, para engañarnos nuevamente. Entonces yo le pido al pueblo que por favor reflexione, que cuando sea el momento de votar es que nosotros tenemos la decisión en nuestras manos para ver quiénes queremos que nos gobiernen, porque yo creo que con todo esto que estamos viviendo con este gobierno, yo creo que ya el país ha reflexionado o por lo menos eso espero. (San Salvador, señora). Revelaciones escalofriantes. Estados Unidos y las guerras de los ochenta en Centroamérica En los últimos días el Wahington Post, la revista Newskeek y otras, han dado a conocer datos importantes -y escalofriantes- de la conducta del gobierno de Estados Unidos en Centroamérica durante los ochenta. El día 20 de septiembre, funcionarios del ejército estadounidense informaron que, durante los ochenta, en la Escuela de las Américas entrenaron a militares latinoamericanos en el uso de la intimidación, el asesinato, la tortura, el chantaje, el encarcelamiento de inocentes, el hostigamiento de parientes de informantes y el uso de drogas como "suero de la verdad". Cómo hacer todo esto se encuentran en las "lecciones" de varios "manuales" que se usaron entre 1982 y 1991 en la Escuela de las Américas, ubicada en Panamá hasta 1984 y luego trasladada al Fuerte Benning, Georgia, Estados Unidos. El manual se distribuyó a miles de oficiales militares de 11 países latinoamericanos, incluyendo El Salvador, Guatemala y Honduras. Fundada en 1946, la Escuela de las Américas ha entrenado a casi 60,000 militares y policías latinoamericanos. Sus criticos la han calificado de "Escuelas para Dictadores", y con razón. Entre sus egresados, se cuentan el general panameño Manuel Antonio Noriega, el dictador boliviano Hugo Banzer, los salvadoreños Roberto D'Aubuisson, responsabilizado por el informe de la Comisión de la Verdad del asesinato de Monseñor Romero, y 19 de los 27 oficiales salvadoreños relacionados con la masacre de la UCA, según el mismo Informe. Según la revista Newsweek, casi tres cuartas partes de los oficiales salvadoreños acusados de otras siete importantes masacres recibieron entrenamiento en el Fuerte Benning. Cuatro de los cinco militares hondureños de alto rango acusados por Americas Watch en 1987 de organizar el Batallón 316 con sus escuadrones de la muerte, se entrenaron también en la Escuela de las Américas. Actualmente, más de cien congresistas estadounidenses están trabajando para que se cierre la escuela. Pocos días después de estas revelaciones el ex- agente de la Administración Antidrogas (DEA) de Estados Unidos, Celerino Castillo, acusó a esta institición y a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) -e implícitamente a oficiales salvadoreños- de permitir que los "contras" nicaragüenses usaran la base aérea de Ilopango en El Salvador, como puente para el transporte de drogas durante los años ochenta. Según Castillo, que trabajaba en Centroamérica en ese tiempo, la venta de drogas ayudó a financiar a los "contras" en su lucha contra el gobierno sandinista, como lo demuestran, según él, documentos de los gobiernos salvadoreño y estadounidense. Añade que cuando mencionaba esta implicación en el narcotráfico a sus propios superiores, éstos le aconsejaban que no se metiera en el asunto "porque estaba manejado directamente desde la Casa Blanca". Otras fuentes norteamericanas acusan también a la CIA de vender drogas a pandillas de Los Angeles y responsabilizan al entonces vice presidente George Bush de haber coordinado el contrabando como parte de la lucha clandestina contra los sandinistas. Por si esto fuera poco, hace cuatro meses, en mayo pasado, el Pentágono tuvo palabras de reconocimiento, sin ningún pudor, para las tropas norteamericanas que habían combatido en el conflicto salvadoreño. Eso después de haber negado ante el mundo entero y sus propios ciudadanos, que hubiesen participado en combate. Todos estas revelaciones han ido apareciendo cuando se ha puesto al descubierto la estrecha colaboración durante estos años entre la CIA y la inteligencia militar de Guatemala, a la que se responsabiliza de miles de muertes y de horribles abusos a los derechos humanos. La ironía de todo esto sobrepasa el cinismo. Durante toda esta década de conflicto y dolor, en la que Estados Unidos contribuyó a tanta muerte en nuestros países, el gobierno justificaba su política en la región en términos de defensa de los derechos humanos y de promoción de la democracia. Al tener que hacer público ahora lo que ha hecho la Escuela de las Américas, el portavoz de las Fuerzas Armadas estadounidense dijo estar sorprendido. El informe oficial del Pentágono sigue insistiendo que estas prácticas - asesinato, tortura, chantaje- violaban el código militar de Estados Unidos. Para explicar lo ocurrido sólo se le ocurre una explicación: un descuido burocrático. "Es increible, dice, cómo estas practicas, desde 1982, pudieron evadir el sistema de controles doctrinales." Esa es, precisamente, la palabra: "increible". UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA JOSE SIMEON CAñAS Pronunciamiento A favor de la vida y en contra de la muerte Ante el intento para reimplantar la pena de muerte en El Salvador, la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas se pronuncia abiertamente en contra de tal medida, porque es un castigo bárbaro, ineficaz e indigno de un Estado moderno y democrático. No obstante haber sufrido el asesinato de varios empleados, catedráticos e incluso de uno de sus rectores, la UCA no acepta la pena de muerte ni como respuesta vindicativa ni como dispositivo eficaz de ordenamiento social. Restablecer la pena de muerte implica reconocer que la ley de emergencia ha fracasado en cuanto a reducir la incidencia de la criminalidad por medio del endurecimiento de las penas. Si la pena capital fuese restablecida y no arrojara los resultados esperados, ¿a qué medida recurrirá el gobierno? Cuando las causas de la criminalidad radican en la pobreza injusta, la desintegración familiar, la herencia de una guerra sumamente violenta y cuando esas causas se refuerzan con el alcoholismo y la drogadicción, pretender reprimir el crimen endureciendo las penas es comenzar a construir la casa por el tejado. 1. Propuestas para reducir la criminalidad Si el gobierno en realidad está interesado en disminuir la incidencia de la violencia y en particular de la criminalidad, debiera pensar en un plan estratégico, en el cual no debieran faltar los elementos siguientes. (a) Medidas orientadas a mejorar la calidad de vida de la ciudadanía, como educar para la paz, promover el empleo masivo, apoyar los esfuerzos comunitarios para satisfacer las necesidades básicas, ofrecer oportunidades educativas y recreativas a la juventud, atender la salud mental de la población. (b) Limitar las causas directas y circunstanciales que impulsan a la violencia. Las medidas contra el alcoholismo y la drogadicción deben endurecerse drásticamente, pues, de hecho, muchos de los crímenes son cometidos bajo el influjo de estas sustancias. Los planes de salud mental del Ministerio de Salud deben ampliarse, ya que un elevado porcentaje de crímenes son cometidos por personas con desajustes psicológicos graves, advertibles y previsibles. El núcleo familiar y su integración debieran ser fortalecidos. Asimismo, los programas que estimulan la violencia en los medios de comunicación debieran estar regulados más estrictamente. (c) La Policía Nacional Civil debiera contar con un respaldo mucho mayor por parte del gobierno para adquirir una mayor capacidad investigativa, para otorgar mejores estímulos ante el deber cumplido y para aplicar sanciones más severas a aquellos agentes que cometan faltas o delitos o violen las leyes. El número de policías debe seguir aumentando, aunque ello implique la disminución del ejército. Asimismo, la Policía Nacional Civil debiera investigar a aquellas personas que hayan sido vinculadas con el crimen organizado y para ello, el informe del Grupo Conjunto podría ser un punto de partida. (d) Urgir al sistema judicial para que se reforme. Aunque algo se ha avanzado, el sistema judicial sigue siendo poco eficaz en el combate contra el crimen organizado. Es lento, no garantiza el debido proceso, acumula expedientes sin resolver y carece de capacidad para investigar. (e) Controlar y regular la tenencia y el uso de las armas de fuego. No debiera permitirse que menores de veinticinco años porten armas de fuego. La tenencia de armas largas o de combate debiera ser sancionada con multas severas y los reincidentes debieran ser enviados a la cárcel irremisiblemente. Mientras no se legisle con seriedad sobre estos campos, la pena de muerte será ineficaz. Al contrario, contribuirá a la brutalización de las costumbres al convertir el asesinato legalizado en un medio de lucha contra la violencia. Si la guerra pasada no terminó violentamente, sino recurriendo al diálogo y a la negociación, tampoco la violencia actual disminuirá con el uso de la fuerza, sino por medio de la educación para la paz y la erradicación de sus causas. 2. Razones en contra de la pena de muerte Históricamente, la pena de muerte, cuando estuvo vigente en El Salvador, en lugar de favorecer la administración de justicia la entorpeció. En efecto, los jurados, en aquellos casos en que se pedía dicha pena, preferían declarar inocentes a los acusados bien por compasión de los mismos o de sus familiares, cuando éstos eran pobres, o bien por temor a una posible venganza, en el caso de que fueran poderosos. De este modo, personas que, en otras circunstancias, hubiesen ido a dar a la cárcel durante muchos años, eran dejadas en libertad. Sociológcamente no está comprobado que la pena de muerte tenga un efecto disuasorio, lo que sí está comprobado es que todo aquello que deteriora el valor de la vida incide en el aumento de los niveles sociales de violencia. Así, la guerra civil recién pasada aumentó sobremanera el desprecio a la vida. En este contexto, no deja de ser paradójico que el mismo partido que amnistió a los criminales de guerra, que en parte son responsables del menosprecio actual de la vida, generador de tanta violencia, sea ahora el que proponga la pena de muerte para crímenes menores que las masacres del pasado y para criminales que con frecuencia aprendieron a menospreciar la vida militando en batallones de guerra. Más recientemente, la pena de muerte aplicada ilegalmente por la sedicente Sombra Negra en San Miguel no tuvo efecto disuasorio, sino que, al contrario, aumentó el nivel de la violencia. Psicológicamente es absurdo pensar que la pena de muerte disuade a la mayoría de los criminales potenciales. Muchos de quienes atentan contra la vida humana lo hacen bajo el influjo del alcohol o las drogas; otros lo hacen por serias deficiencias psicológicas; otros desde la seguridad de que sus crímenes quedarán impunes y otros, por reacción compulsiva a situaciones que perciben como peligrosas para ellos. Esta tipología no agota el espectro de asesinos potenciales, pero comprende a la mayoría. Claramente, ninguno de ellos piensa lógicamente antes de cometer su crimen. Aun concediendo que la pena de muerte pueda llegar a disuadir a un reducido número de criminales potenciales, el beneficio es tan pequeño que no compensa los males que la misma pena genera en cuanto a menospreciar la cultura de la vida y a embrutecer aún más a los verdugos y a cuantos contemplan embelesados el espectáculo de la ejecución de los condenados. Desde la perspectiva de la justicia, la pena de muerte con facilidad se vuelve discriminatoria y, por ende, en una injusticia más. De hecho, los más pobres no cuentan con una defensa legal que les garantice sus derechos, mientras que quienes tienen dinero y poder se defienden con mayor rapidez y eficacia. ¿No terminaremos, entonces, condenando a muerte a aquellos que la misma sociedad primero marginó, maltrató y despreció y con ello los impulsó al crimen? ¿Es justo que los más débiles y golpeados por la vida al final queden indefensos ante un sistema judicial tan poco equitativo como poco ilustrado. ¿Dónde quedarían, entonces, y en un caso tan grave como el de la pena de muerte impuesta como castigo, la igualdad ante la ley y el Estado de derecho? Siendo el derecho a la vida una garantía constitucional y la pena de muerte una restricción de tal derecho, la modificación de la Constitución para legalizar dicha pena capital constituye un retroceso en la defensa de la vida, una opción fundamental de nuestra Carta Magna, y una injusticia para con el pueblo salvadoreño. Legislativamente, la pena de muerte implica la legalización de la venganza en contra de un sector social. En estos momentos, cuando el país concluye la transición de postguerra es contraproducente que quienes tienen en sus manos el poder para legislar caigan en la tentación de legalizar tales actos de venganza social. Es contradictorio que quienes en los años recién pasados insistieron en legislar para la reconciliación, ahora hagan precisamente lo contrario. Además, la aprobación de la pena de muerte implica la denuncia de varios tratados internacionales importantes. Ciertamente, El Salvador posee la soberanía para denunciarlos, pero entonces se desprestigiará ante la comunidad de naciones, arrojará serias dudas sobre su capacidad para respetar tratados internacionales, un presupuesto fundamental de la globalización, y puede poner en peligro préstamos y ayudas internacionales. Desde la perspectiva ética, toda relación humana y social debe estar orientada a promover prioritariamente el servicio a la vida. Las prácticas neomaltusianas, el aborto y el homicidio legalizado son formas diferentes de limitar la vida humana. La sociedad actual tiene medios suficientes para proteger la vida, sin necesidad de acudir a otros que más bien la limitan. Aunque la pena de muerte se presenta como un medio para proteger la vida de otras personas, teóricamente se fundamente en "el ojo por ojo y diente por diente", una idea ya superada. La ofensa no se restituye imponiendo castigos semejantes a los daños recibidos, sino impulsando al ofensor a la rehabilitación y a realizar servicios a la comunidad. Y, por supuesto, recluyéndolo durante un tiempo largo, si el delito cometido es grave y mientras no dé muestras probadas de su rehabilitación. 3. La opción cristiana por la vida Como universidad de inspiración cristiana, la UCA forma parte de una larga tradición opuesta a la pena de muerte. El evangelio de Juan (8, 3-11), donde Jesús salva a una mujer de una muerte segura, marca la primera posición cristiana ante esta clase de castigos. El pacifismo con el que Jesús se entrega a la muerte, obligando a Pedro a guardar la espada desenvainada, demuestra que no creía en los métodos violentos (Mateo 26, 52-53). La misma Iglesia católica fue fundada por una persona condenada a muerte leglamente y cuenta entre sus santos (mártires) a infinidad de condenados legalmente a una pena de muerte claramente injusta. Durante los casi 300 años de persecución sangrienta que sufrió la fe cristiana en sus inicios, la respuesta a las ofensas fue siempre exigir justicia y dar perdón. Atenágoras, un padre de la Iglesia del siglo II, prohibió a los cristianos asistir a los juegos de gladiadores porque "ver matar está cerca del matar mismo". En el siglo siguiente, Tertuliano advirtió a los cristianos: "por lo que refiere al poder estatal, el siervo de Dios no debe pronunciar sentencias capitales". Y el Concilio de Elvira, a principios del siglo IV, ordena excluir de la Iglesia durante un año a aquellos magistrados que diesen penas de muerte. Aunque es cierto que después de la paz de Constantino, la Iglesia avaló la pena capital e incluso llegó a tener, a lo largo de historia, tribunales que condenaban a muerte, también es cierto que no dejó de haber cristianos partidarios de la vida y del perdón. E incluso esta parcialidad histórica a favor de la pena de muerte se debió no tanto a razones doctrinales como a la simple adaptación a la práctica ordinaria del poder político de su tiempo, en el cual la misma Iglesia participaba y del cual a veces era detentadora. En la actualidad, la Iglesia piensa que las sociedades contemporáneas tienen medios más que suficientes para evitar el peligro del delincuente sin necesidad de eliminarlo, dejando la posibilidad de la pena de muerte para casos "muy raros, por no decir prácticamente inexistentes" (Evangelio de la vida, 56). Ciertamente, el Catecismo de la Iglesia católica (1992) tiene menos reparos ante la pena de muerte que le encíclica de Juan Pablo II el Evangelio de la vida, escrita posteriormente (1995). De ahí que el Cardenal Ratzinger, encargado de las cuestiones doctrinales del Vaticano, haya afirmado tras la publicación de la encíclica que lo que dice el catecismo sobre la pena de muerte "tendrá que ser escrito de nuevo a la luz de la Evangelium Vitae". Pero mucho más allá de la posición de la Iglesia, todo cristiano, urgido por el espíritu de Jesús, tiene derecho a luchar por la abolición total de la pena de muerte. El mismo Juan Pablo II considera como "un signo de esperanza" la "aversión cada vez más difundida en la opinión pública a la pena de muerte" (Evangelio de la vida, 27). Con frecuencia se argumenta que es muy fácil defender la abolición de la pena de muerte desde posiciones académicas, pero que quien está en contacto con el pueblo y conoce sus sufrimientos, reacciona de manera diferente. No está de más recordar a este respecto que la UCA sufrió en carne propia asesinatos y múltiples violaciones de los derechos de varios miembros de su comunidad. Pese a ello, nunca ha pedido la pena de muerte para sus perpetradores. Al contrario, tras los asesinatos del 16 de noviembre de 1989, cuyo séptimo aniversario nos preparamos a conmemorar, la universidad pidió indultar a los dos únicos oficiales militares que el sistema judicial logró meter en la cárcel porque ambos habían confesado su culpa y porque los demás estaban en libertad. La UCA sabe, pues, de lo que habla cuando se pronuncia en contra de la pena de muerte. En consecuencia, la universidad seguirá trabajando para abolir totalmente la pena de muerte en la legislación salvadoreña. A ello la lleva su vocación cristiana, su espíritu ciudadano y la convicción de que la pena de muerte no es otra cosa que una manifestación más de la cultura de la violencia que queremos y debemos superar construyendo otra de paz y solidaridad. San Salvador, 24 de septiembre de 1996. Junta de Directores Comunicado de la comunidad Cristo Resucitado, Quezaltepec Nosotros, miembros de la comunidad cristiana de la parroquia "Cristo Resucitado", de la colonia Quezaltepec de Santa Tecla, a las otras comunidades hermanas, al pueblo cristiano y a la opinión pública en general, queremos manifestar lo siguiente. Que por este medio denunciamos la arbitriariedad cometida contra nuestra comunidad y parroquia, por el señor Arzobispo de San Salvador, Monseñor Sáenz Lacalle y demás autoridades eclesiales responsables, decidiendo, sin invocar razón valedera y sin importarles conocer nuestra opinión, remover de su cargo a nuestro párroco, el Padre Rodolfo Cardenal, sacerdote jesuita; nombrando en su defecto al padre Rogelio Esquivel, párroco ya de la iglesia Inmaculada Concepción de esta ciudad y, además, actual responsable de la Vicaría Pineda y Zaldaña, considerando un acto injusto además por las razones siguientes: 1. Esta comunidad se inició y creció mientras corría la época quizá más conflictiva en la historia de nuestro país y de la Iglesia. Nos referimos a la década de los ochenta, época en la cual nuestras colonias se encontraban dentro de la jurisdicción de la parroquia Inmaculada Concepción de Santa Tecla, por la que estaban en completo abandono. En medio de estas dificultades y preocupaciones por la atención pastoral de los habitantes de la zona, que ya empezaban a ser numerosos, a iniciativa de Juanita y Lilian, ambas religiosas, con el apoyo de la comunidad jesuita a través de los padres Segundo Montes y Rodolfo Cardenal, y además de Monseñor Urioste, Vicario General de Pastoral, siendo los tres verdaderos seguidores de Cristo, el primero de ellos, llegando incluso a dar la vida por su pueblo; el segundo, capaz de continuar la misión emprendida; y el tercero, apoyando constantemente a los demás, fueron quienes lograron erigir el templo espiritual primero y material después, del que ahora orgullosamente esta comunidad dispone. 2. Ahora, aduciendo razones pastorales, las altas autoridades de nuestra Iglesia nos despojan de nuestro párroco, pastor y amigo, padre Rodolfo Cardenal, decidiendo confiar el trabajo pastoral en otras manos, fundándose en razones de extensión y aumento de la comunidad circunscrita a la parroquia, a la vez argumentando imposibilidad para hacerlo en forma satisfactoria por parte de nuestro actual párroco. Decisión que rechazamos no sólo por el hecho de no habérsenos tomado en cuenta, sino porque además el trabajo pastoral hasta la fecha realizado por el padre Cardenal, con el indispensanble auxilio de Juanita, agentes de pastoral y laicos en general, no merece que se le separe de ésta que es y será siempre su parroquia, por lo que creemos firmemente que más bien la decisión obedece a otros intereses, no sólo ajenos, sino además contrarios a los auténticos intereses cristianos. Acciones como la hoy tomada se han repetido en los últimos días en otras comunidades e instancias eclesiales. 3. Queremos dejar constancia de nuestro total rechazo a tal medida, por cuanto consideramos que el padre Rodolfo Cardenal no ha faltado a ningún canon de la legislación eclesial, lo que sí han hecho otros, a quienes sin embargo la jerarquía pareciera más bien premiar. 4. Aceptando la decisión, no porque nos agrade ni porque sea justa, sino porque no podemos hacer nada por revocarla, como comunidad cristiana fiel al Evangelio, queremos dejar también establecido, que no vamos a sustituir nuestra tradición profética por aquellas que predican a un Dios lejano y pasivo, que se esfuerzan centrando su misión en una promoción personal, puesto que, desde hace más de doce años, por verdaderos profetas fuimos engendrados, y ésa y no otra ha sido y será la mística de trabajo de ésta comunidad. En noviembre de 1989, los enemigos de la verdad nos arrebataron a nuestro primer y tan querido párroco, al padre Segundo Montes, sacerdote jesuita, salvadoreño, no por nacido en nuestra tierra sino por haber dejado su vida en ella. Ahora, razones diferentes logran separarnos del padre Rodolfo Cardenal, pero tal y como lo hicimos antes esperamos contar con el favor de Dios, quien es el que finalmente importa y quien tendrá la última palabra para hacernos capaces de continuar nuestro caminar. Fraternalmente, Comunidad Cristo Resucitado, Colonia Quezaltepec, Nueva San Salvador a los veintinueve días del mes de setiembre de mil novecientos noventa y seis. Africa, cruz y esperanza Africa es un continente de mucha cruz y mucha esperanza. En este número de Carta a las Iglesias queremos, como en pequeños brochazos, presentar breves noticias y dos documentos importantes. Uno es el testamento de Christian de Cherge, monje cisterciense, escrito poco antes de ser asesinado el 21 de mayo en Argelia junto con otros seis monjes. El otro es una carta del obispo jesuita Munzihirwa Christophe al embajador de Estados Unidos en el Zaire sobre la situación de los refugiados. Naciones Unidas. El informe de Naciones Unidas del 17 de julio sobre la pobreza en el mundo estima que, al ritmo actual de crecimiento, países como Costa de Marfil pueden tardar 65 años en llegar a los niveles de índice de Desarrollo Humano de los países industrializados. Pero otros, como Mozambique y el Níger, tardarán más de dos siglos. Ciudad del Cabo. Unas 10,000 personas participaron en la ceremonia eucarística, celerada el 2 de junio, con la que el arzobispo Desmond Tutu dijo adiós a su comunidad. Premio Nobel de la paz en 1994, Desmond Tutu fue la figura más significativa en la lucha contra el apartheid en Africa del Sur. Actualmente preside la Comisión de la Verdad y de la Reconciliación. Zaire. Religiosas opininan sobre los refugiados. "El ACNUR no les toma en cuenta. Les engañan. Pero los refugiados tienen una gran dignidad. Sufren mucho, pero aman la vida". Y otra religiosa confiesa. "Deseo que mis huesos reposen siempre aquí en Ruanda". Argelia. El 1 de agosto fue asesinado Pierre Claverie, obispo de Orán. Con éste son ya 19 los religiosos asesinados desde que se agudizó el conflicto. En medio de la locura que vive Argelia, el obispo Pierre fue una voz clara y decidida en favor de la solidaridad activa. Dedicó serios esfuerzos para mantener un clima de diálogo y de fraternidad con los numerosos amigos musulmanes de todas las tendencias. Fue crítico de las posiciones que, desde fuera, se han tomado sobre el conflicto -tanto por parte del gobierno, como de la propia Iglesia- sin conocer bien el complejo entramado de la que puede llamarse guerra argelina. Los culpables "son quienes han creado las condiciones de esta deshumanización y quienes la han justificado ideológicamente". Este obispo, dominico de 58 años, casi nunca habló en nombre de la Iglesia de Argelia. Lo hacía como un francés nacido en Argel. Rompió con la estrategia del silencio, que se impone la mayor parte de los religiosos. "No somos profetas, ni fanáticos, ni héroes, pero tampoco somos islas. Hemos forjado con los argelinos unas relaciones que nada podrá destruir, ni siquiera la muerte". Testamento del monje trapense Christian de Cherge, prior de Tibhirine, Argelia, días antes de ser asesinado Cuando un "a-Dios" se acerca... Si un día -y podría ser hoy- llegara a ser víctima del terrorismo, que parece apuntar ahora a todos los extranjeros que viven en Argelia, me gustaría que mi comunidad, mi Iglesia, mi familia, recordaran que mi vida estuvo entregada a Dios y a este país. Que aceptaran que el único Maestro de toda vida no sabrá ignorar esta abrupta partida. Que rezaran por mí. ¿Cómo podría ser encontrado digno de tal ofrenda? Que supieran asociar esta muerte a tantas otras, también violentas, dejadas en la indiferencia del anonimato. Mi vida no tiene más precio que otra.Tampoco tiene un precio menor. De todos modos, ya no tiene la inocencia de la infancia. He vivido bastante para saber que soy cómplice del mal, del que podría ser víctima. Llegada la hora, me gustaría tener ese momento de lucidez que me permitiera pedir perdón a Dios y al resto de sus hijos e hijas y, al mismo tiempo, perdonar de todo corazón al que me haya causado daño. No puedo desear para mí una muerte como ésta. Me parece importante confesarlo. No veo, en efecto, cómo podría alegrarme de que este pueblo, al que tanto amo, sea injustamente acusado de mi asesinato. Que el martirio me venga de un argeliano, cualquiera sea su clase, sobre todo si dice que actúa en fidelidad a lo que cree ser el Islam, sería un precio demasiado alto por conseguir lo que se llama la "gracia del martirio". Soy consciente de cómo se denigra a los argelianos al juzgarlos a todos por igual. Conozco también las caricaturas del Islam que produce un tipo de islamismo. Es muy fácil mantener una buena conciencia si se identifica el islamismo con los integrismos de sus extremistas. Pero Argelia y el Islam, para mí, son otra cosa muy distinta, forman un solo cuerpo y una sola alma. He proclamado muchas veces -así lo creo- a la vista y conocimiento de todos, lo que me han dado el Islam y Argelia. A menudo he encontrado el hilo conductor del Evangelio, que aprendí sobre las rodillas de mi madre (mi primera Iglesia), precisamente aquí en Argelia, en el respeto de los creyentes musulmanes. Mi muerte, evidentemente, parecerá dar la razón a los que me han tildado, a la ligera, de ingenuo o de idealista, y que ahora estarán pensando: "Que diga ahora lo que piensa!" Pero deben saber que, después de todo, quedará satisfecha mi curiosidad más profunda. Si Dios me lo permite, podré poner mi mirada junto a la del Padre, para comtemplar con El a sus hijos e hijas del Islam tal como él los ve: iluminados todos de la gloria de Cristo, fruto de su pasión; investidos del don del Espíritu, cuya secreta alegría consiste siempre en establecer la comunión y restablecer la semejanza, respetando las diferencias. Doy gracias a Dios por esta vida perdida, totalmente mía y totalmente de ellos, pues, a pesar de todo, parece haberla elegido como instrumento la alegría reconciliadora del Espíritu. En este "Gracias" les incluyo a ustedes -mis amigos de aquí- y los que están junto a mis padres y hermanos - el ciento por uno como quedó acordado. Y tú también, el amigo del último minuto, que no habrás sabido lo que hacías. Sí, para tí también envío este "Gracias" y este "A- DIOS" inspirado en tí. Y que nos sea dado encontrarnos, felices malhechores, en el paraíso, si Dios así lo quiere, Padre de ustedes y también mío. Amen! Inch'Allah! Carta del obispo Munzihirwa al embajador de Estados Unidos en Zaire Bukavu, 3 de junio, 1996 Señor Embajador de Estados Unidos de América Kinshasa Señor Embajador, Le agradezco su amable respuesta del 8 de mayo y sobre todo el interés que Usted manifiesta por la situación en Kivu. La presencia de los refugiados de Ruanda y las próximas elecciones son dos temas de gran preocupación. ¿Qué podemos hacer Usted y yo para salvaguardar la paz? 1. Crear condiciones necesarias para el regreso de los refugiados. Quisiera comenzar con algunas constataciones. La presencia prolongada de los refugiados, con sus nefastos efectos, desencadenan reacciones en la población local. Esta piensa que los refugiados ya han estado un tiempo suficiente y que deben regresar a su país. A su vez, las declaraciones de las autoridades de El Zaire hacen pensar que este país quiere devolverlos a Ruanda. ¿Se piensa en las consecuencias desastrosas para las poblaciones de Sur-Kivu si los refugiados, tal como se teme, se niegan a marcharse? La situación en Ruanda es inquietante: continúan las detenciones arbitrarias y las desapariciones -programadas- de personas influyentes. Las condiciones de vida en las cárceles son escandalosas y no se ha hecho nada para juzgar a los prisioneros. Los militares mantienen a la población bajo el temor y una gran vigilancia, de modo que han convertido a ese país en un estado policial. En estas condiciones, todo el mundo puede entender que los refugiados se nieguen a regresar a su país, y esto a pesar de que las condiciones de vida en los campamentos de refugiados son cada día más duras: varios refugiados ha sido suprimido de la lista de los que tienen derecho a estar allí legalmente, ha disminuido la ración de comida, las actividades comerciales están prohibidas, y en los campamentos de Sur-Kivu las escuelas siguen cerradas. ¿Y qué decir de sus sufrimientos cuando, en bloque, son calificados como asesinos y son despreciados por las autoridades nacionales y los medios internacionales? A nuestro juicio, las grandes potencias están actuando ambiguamente: apoyan, por una parte, a la minoría en el poder en Ruanda, y quieren, por otra que los refugiados se integran en El Zaire. Además, el apoyo dado por algunos estados occidentales, incluido Estados Unidos, incita a Kigali a endurecer su posición respecto a los refugiados. Estamos ante unas decisiones de países occidentales que hipotecan cualquier solución de paz y que tendrán consecuencias desastrosas para estos pueblos ¿No vemos, desde hace dos meses, las incursiones de unos y la respuesta de los otros, como un preludio de guerra en los Grandes Lagos? ¿Y quién vende o abastece de armas a los unos y a los otros? La pregunta fundamental es cómo hacer posible el regreso de los refugiados a sus lugares de origen. En efecto, ¿de qué sirve reconstruir Ruanda mientras un 30 por ciento de la población se encuentra en el exterior? Pues mientras los refugiados estén fuera del país, no habrá paz verdadera en Ruanda. Tomemos conciencia de esto. Y ahora permítame que formule algunas propuestas. Los países occidentales pueden ejercer presión sobre el poder de Kigali -es, incluso, su responsabilidad histórica- para crear las condiciones necesarias para el regreso de los refugiados. * Es indispensable organizar una "mesa redonda" en la que se encuentren delegados de Kigali y delegados mandatarios de los refugiados. Estos representantes tendrán que establecer un calendario para llegar a soluciones concertadas y negociadas que permitan el regreso de los refugiados con seguridad y dignidad, que permitan una distribución real del poder y que permitan elecciones democráticas en Ruanda. * Es, por tanto, necesario que cesen las detenciones arbitrarias y las desapariciones programadas, que sean juzgados los prisioneros, que cesen las venganzas del ejército de Ruanda contra los que regresan, que dejen de tratar al conjunto de los refugiados como "genocidas". * La comunidad internacional debe asimismo hacer todo lo posible para poner bajo embargo efectivo el tráfico de armas. 2. Preparar elecciones libres y democráticas en El Zaire Mientras ciertos países occidentales desean elecciones en El Zaire en el más breve plazo posible -aun sin condiciones previas- para devolver la legitimidad al presidente Mobutu y poder así reanudar la cooperación, aquí seguimos viendo el comportamiento escandaloso de ciertos militares que quieren sembrar el terror en el seno de la población. Al mismo tiempo, constatamos los esfuerzos incesantes por crear divisiones tribales en el seno de los institutos superiores, de las organizaciones, de la población, para llegar, tal vez, a conflictos étnicos como en Nord-Kivu en donde la guerra de Masisi, que se extiende ahora hacia el norte, es -lo sabemos- un caos buscado y mantenido políticamente. ¿Cómo hablar de eleciones libres cuando quieren poner al pueblo de rodillas para prepararlo a estas elecciones? ¿Cómo hablar de elecciones cuando asistimos a la bipolarización de la vida política (movimiento presidencial y unión sagrada electoral) que tiene como finalidad la exclusión de la sociedad civil del proceso electoral? ¿Vamos hacia elecciones libres o hacia una reelección decidida de antemano? ¿Cómo, entonces, dar credibilidad a las futuras elecciones en El Zaire? Como los obispos lo han afirmado varias veces, las elecciones no podrán tener lugar sin condiciones previas indispensables: * Poner fin a la inseguridad causada por los militares no remunerados. Pagar a estos soldados para garantizar la seguridad de las personas y de sus bienes. * Garantizar la libertad de expresión para todos, particularmente a través de la radio y la televisión nacionales, y que sean accesibles a todos. * Rehabilitar, en lo que sea posible, las vías principales de comunicación. * Llevar control de los movimientos de los refugiados y darles de comer. * Aplicar las decisiones de la C.N.S en todo el proceso electoral. Señor embajdor, le estaríamos muy agradecidos si hace usted uso de su influencia ante las autoridades de El Zaire para que ellas cumplan estas condiciones previas a las elecciones. Agradeciéndole por lo que Usted hará en favor de la paz en nuestro país y en toda la región, le ruego acepte mis mejores deseos Munzihirwa Christophe Arzobispo de Bukavu, Zaire "El neoliberalismo es pecado mortal" Congreso de Teología sobre Iglesia y evangelización Del 4 al 8 de septiembre se celebró en Madrid el XVI Congreso de Teología organizado por la Asociación de Teólogos Juan XXIII, que este año ha girado en torno al tema Iglesia y evangelio. Evangelizar, como dijo Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi, es la esencia de la Iglesia, y el destinatario primario de los evangelización son los pobres. Desde esta doble perspectiva puede entenderse lo que se dijo, positiva y críticamente, en el congreso. Muchas de las ponencias se referían a la Iglesia española, pero también a la Iglesia universal. He aquí un breve resumen. En la presentación del encuentro José María Diez Alegría dijo que la Iglesia, considerada en su conjunto, "no es una buena noticia para los pobres" y señaló que "la única posibilidad auténticamente evangélica que le queda hoy a la Iglesia es la humildad, la autocrítica y la búsqueda". Jesús Peláez, de la Universidad de Córdoba, invitó a trabajar en la Iglesia "de manera crítica", construyendo una Iglesia "modesta, acogedora, de iguales y abierta al mundo". El teólogo zaireño José Mpundo Booto pidió un nuevo tipo de relación con Africa, basada en "compartir la riqueza humana y no en buscar la riqueza material". El teólogo de San Antonio de Texas, Virgilo Elizondo, norteamericano, hijo de emigrantes mexicanos, analizó la sociedad consumista y el pretendido progreso indefinido de Norteamérica como paradigma que, por poner la felicidad donde no está, lleva a un vacío espantoso. En cierto modo, dijo, es una cultura de la muerte frente a los valores que aporta el Tercer Mundo. El profesor Luis Maldonado, por su parte, profundizó en el reciente renacimiento de la religiosidad popular, un fenómeno que, en su opinión, debe ser examinado con espíritu crítico. La presencia de América Latina Como suele ser habitual, también este año el congreso invitó a teólogos de la liberación de América Latina, tradición que comenzó con la presencia de Ignacio Ellacuría en el primer congreso en 1981. Este año fue invitado Jon Sobrino. Expresó que el mayor problema que tiene hoy la evangelización es si existe o no la convicción de que el eu-aggelion, la buena noticia, es posible. Denunció la "pobreza e injusticia planetaria" y el encubrimiento que se cierne sobre ella, pues, aun con tantos medios de comunicación, prácticamante nadie conoce el informe de Naciones Unidas, de julio de este año, sobre la pobreza en el Mundo. Pero señaló que "la buena noticia no ha desaparecido de la historia" y que "existen testigos y signos del Reino de Dios y movimientos que mantienen una utopía y quieren revertir la historia". En el diálogo posterior explicó la situación de El Salvador. Dijo que la integración de la guerrilla en la política no se ha traducido en una mejora de la situación del pueblo salvadoreño, que vive igual o peor que antes. Además la violencia de todo tipo -aunque ya no mayoritariamente política- es tan frecuente que causa tantos muertos como en los años de la guerra. En síntesis dijo que "la evangelización es dar una buena noticia, que no es lo mismo que una noticia tranquilizadora. Lo que dijo Jesús, bien mirado, es una locura: que los pobres, por serlo, se alegren. La televisión y los políticos no dicen esas cosas, pero la Iglesia tiene que decirlo, aunque para ello hace falta credibilidad". Y ahí está el problema: a la Iglesia, dijo, le falta chispa y con frecuencia muestra excesivo miedo al Evangelio. Finalizó diciendo que su ilusión es que "todas las potencialidades eclesiales se vuelquen hacia los pobres, que son la fuente de la vida". El punto culminante del congreso fue don Pedro Casaldáliga. No estuvo físicamente presente "porque los pobres no tienen dinero para viajar", pero, a través de un video preparado para la ocasión, se hizó realmente presente y pronunció la última conferencia que versó sobre "Los pobres, interpelación a la Iglesia". Comenzó pidiendo el aplauso de los asistentes para los teólogos españoles, hacia los que existe una prevención bastante general de la jerarquía. Pero en su opinión "España tiene hoy teólogos y teólogas -aunque estas últimas son todavía recientes- a la altura del siglo de Oro". Criticó las estructuras "cada vez más narcistas y competitivas" de nuestra sociedad y afirmó, sin pestañear, que "el neoliberalismo es pecado mortal" porque excluye a la mayoría de la humanidad. "La gran blasfemia, la gran herejía de los tiempos modernos, es permitir que exista una gran mayoría de pobres". "No podemos aceptar que haya varios mundos, como tampoco podemos aceptar que haya varias Iglesias". Citó al gran maestro Rahner, cuando decía que "en el futuro, el cristiano será un místico o no será cristiano", pero le corrigió: "en el futuro, el cristiano será pobre o aliado sincero con los pobres o no será cristiano". Terminó don Pedro hablando del misterio de Dios, del Dios de la vida, del Dios de los pobres, y leyó un soneto autobiográfico que termina con estas palabras: "Nunca dejé de amarte en los más pobres". Y dos anécdotas sobre don Pedro. La primera es que fue el único obispo presente -a través del video- en el Congreso, a pesar de que la organización invitó a todos los obispos españoles. Tres de ellos, eso sí, respondieron y enviaron saludos a los congresistas: Javier Osés, obispo de Huesca, Rafael Bellido, obispo de Jerez, y Ramón Echarren, obispo de Canarias. La segunda es que costaba escuchar las palabras de don Pedro. ¿La razón? El video estaba grabado en Sao Felix do Araguaya, en su "palacio arzobispal", pequeña casita en medio del campo, en la que cantaba un gallo a pleno pulmón que hacía competencia a la cascada voz de don Pedro. Conclusiones del Congreso En su mensaje final el congreso critica el neoliberalismo. "Frente a la configuración de una sociedad sin entrañas, dominadora con toda clase de armas intimidadoras, en manos de un puñado de personas que acaparan la mitad de los bienes del mundo, a despecho de millones de seres humanos que malviven en la pobreza, apostamos por un tipo de sociedad más humana e igualitaria, más fraterna y libre, más universal y menos eurocéntrica, acorde con el reino proclamado por Jesús. En consecuencia, protestamos enérgicamente contra la discriminación que padecen inmigrantes procedentes del tercero y cuarto mundo". "En la Iglesia que nos toca padecer y gozar, experimentar y llorar advertimos dentro de nosotros y fuera de nuestro entorno, falta de honradez con el mundo y consigo misma, clima de sospecha y de miedo, nostalgia de tiempos de cristiandad. Sin embargo, hay en ella signos de resurrección, testigos que muestran que la verdad y el amor son posibles, movimientos y comunidades cristianas que intentan vivir la Iglesia en el espíritu del evangelio. En consecuencia reconocemos que vale la pena ser cristianos y cristianas en la esperanza de Dios y ser testigos del Testigo de la resurrección y de la vida". Todo terminó con una eucaristía, sincera, sentida, alegre. Al final Mpundo Booto dirigió a la nutrida concurrencia en el canto. Cantaba en su lengua pero todos lo entendieron y lo acompañaron repitiendo -en lenguaje zaireño- una sola palabra: "alegría". Era la respuesta al eu-aggelion.