© 1996 UCA Editores
----------------- Carta a las Iglesias, AñO XVI, No. 366, 16-30 de noviembre, 1996 ¡NO LOS OLVIDAMOS! Este número de Carta a las Iglesias está dedicado a los mártires de la UCA y a todos los mártires. En él podrán leer una crónica de la vigilia de la UCA y de otra vigilia en Fort Benning, protestando contra la Escuela de las Américas, con reflexiones, cartas de solidaridad y testimonios. Podrán leer también comentarios sobre el martirio, masivo y cruel, que se cierne sobre los refugiados de Zaire y Ruanda. Podrán leer las homilías, del P. Ibisate, de Mons. Cabrera y del P. Tojeira, en las eucaristías del 15 y 16 de noviembre, que publicamos íntegras por su importancia y por ser materia de reflexión y estudio. Y podrán ver en la sección de realidad nacional cómo los poderes de este mundo siguen ignorando a los mártires, como si no fuera con ellos, aunque son ellos quienes han tenido y siguen teniendo mayor responsablidad en el martirio lento de la pobreza y los que tuvieron la mayor responsabilidad en el martirio violento de las masacres. Hay mucho material, quizás demasiado, pues las cosas importantes se suelen captar intuitivamente sin necesidad de mucho análisis y explicaciones. De todas formas, mencionamos a continuación, en breves proposiciones, lo que podría ser un apretado resumen de lo que hemos vivido, celebrado y aprendido estos días, y de lo que hemos puesto en palabra en este número. 1. Los mártires siguen presentes. Este año ha habido más gente que nunca en la vigilia, de la UCA y de fuera de ella, campesinos, campesinas y, sobre todo, jovénes universitarios. Y ha habido mayor participación activa en la preparación de los eventos. Ha habido más recuerdo y más amor. 2. Los mártires de la UCA son vistos cada vez más dentro de la inmensa nube de mártires salvadoreños y de los mártires del mundo entero. El Padre Ibisate comenzó su homilía recordando y haciendo central a los mártires del Africa, con un recuerdo muy especial para los cuatro hermanos maristas asesinados estos días. En nuestro mundo hay una verdadera "globalización" de mártires, una verdadera "globalización" de la sangre y del amor. 3. Este año se ha tenido muy presentes a los victimarios, simbolizados en el video de La Escuela de las Américas. Tampoco a ellos los olvidamos, pero no por venganza, sino para que no sigan campantes por nuestros países -como de hecho ocurre-, para que no sigan haciendo mártir a la verdad y a la vida de los pobres. 4. Prepotentes e irredentos, militares, gobierno y la mayoría de los políticos en nuestro país siguen ignorando a los mártires, pretendiendo someterles al desprecio del silencio. Hasta ahora no han tenido la hombría de pedirles perdón, ni la honestidad de poner a producir todo lo bueno que dejaron al país. 5. Prosigue la solidaridad, aquí, en muchos países, en los hermanos y hermanas de la vigilia de Fort Benning, que han sido condenados a prisión y pasarán en ella más tiempo que la mayoría de los alumnos criminales de La Escuela de las Américas. 6. Sigue el agradecimiento y la necesidad: ¡No los olvidamos! Para el pueblo salvadoreño y en muchos otros países del mundo -de lo cual debiéramos sentirnos orgullosos- ya hay dos días sagrados junto a Navidad y Semana Santa: el 24 de marzo y el 16 de noviembre. 7. Con algo más de ponderación y calma, como él solía hacer las cosas, queremos unir al recuerdo de los mártires el recuerdo de los grandes confesores, el de Monseñor Arturo Rivera y Damas, quien luchó porque se hiciera justicia en el caso de Monseñor Romero y de los padres jesuitas, y quien a través de Tutela Legal, de otras dependencias del arzobispado y de su compromiso personal, defendió a todos los mártires anónimos. En el segundo aniversario de su muerte recordamos con cariño tambien a Mons. Rivera. Silencio sobre los mártires, presupuesto de los militares y una economía antipopular El miedo a los mártires y la campaña del silencio Tampoco este año -y van siete o diecisiete o veinte, si se cuenta a partir del asesinato de Monseñor Romero o de Rutilio Grande- los sectores públicos poderosos han dicho una sola palabra sobre los mártires. Sonará a ironía el mencionarlo y a ingenuidad el esperarlo, pero no deja de ser notable cómo han cerrado filas los poderosos de este mundo para que no se les escape una palabra educada, ni menos una palabra de alabanza y de agradecimiento, y nada digamos de una palabra de excusa y de petición de perdón con lo que han hecho con los mártires conocidos y con los miles de desconocidos. Nos negamos a olvidar tal desfachatez, pues eso sólo puede deshumanizarnos todavía más. Ni militares, ni gobernantes, ni políticos (con la excepción de un Rubén Zamora y de una delegación del frente, presentes en la UCA y algunas otras beneméritas excepciones), tienen al parecer nada que agradecer a quienes les señalan el camino por dónde ir o, pragmáticamente al menos, a quienes con su muerte les sacaron del atolladero en que estaban y aceleraron el fin de las negociaciones. Si es verdad el rumor de que a Monseñor Romero pueden beatificarle pronto, sólo pedimos a Dios que no estén en Roma, entre los invitados especiales, quienes en vida insultaron a los mártires y celebraron su muerte, y quienes en muerte los silencian, como si hablar de ellos fuese peste contagiosa. Y pediríamos a los jerarcas eclesiásticos, que suelen aparecer junto a estos poderosos, que les pregunten el por qué de ese silencio, cuando Juan Pablo II propone a uno de ellos, Monseñor Romero, como ejemplo a imitar. Y puestos a pedir, que una delegación fuera el 7 de diciembre a El Mozote a recordar los quince años de un pueblo mártir. Entre estos poderes políticos sólo el Debate Nacional por la Paz ha dicho una palabra: Los padres jesuitas lucharon académicamente y con conciencia evangélica por una sociedad en paz sobre bases de justicia, por un Estado de Derecho que no tolerase la impunidad y la corrupción, por una nación diferente, inmersa en un proceso de desarrollo económico para todos, protegiendo el medio ambiente natural para la vida. Los gastos ocultos de la Fuerza Armada Y, sin embargo, aunque no hablen sobre los mártires, los poderesos nos lo recuerdan por el modo como se siguen comportando. El ministerio de defensa actúa como un superpoder que se impone a todo el mundo, al pueblo por supuesto, pero también al ejecutivo y al legislativo. Se supone, en efecto, que todas las instituciones del Estado están obligadas a presentar un presupuesto en el que se especifique claramente en qué invertirán los recursos, con el fin de que la solicitud y aplicación del presupuesto sea transparente. Sin embargo, en El Salvador el presupuesto de los militares es un "secreto de Estado", y además, en lugar de disminuir, año con año experimenta aumentos significativos, sin que quede claro para qué, con lo cual la opinión pública no se entera nunca del destino de los gastos militares -y ello a pesar de que la población es la que paga con sus impuestos el astronómico presupuesto de la Fuerza Armada. Quizás, en Fort Benning también se enseñan estas cosas. Puesto en números redondos, éstos son los presupuestos de defensa en tres años signficativos: en 1981, ya en plena guerra, 179 millones y medio de colones. En 1993, terminada la guerra, 867 millones, y en 1996, 886 millones. La conclusión es que actualmente, con treinta mil efectivos, la Fuerza Armada tiene un presupuesto mucho mayor que el que tenía cuando había guerra en el país y estaba constituida por sesenta mil hombres. Sigue actuando, pues, con un presupuesto de guerra. Un estudio elaborado por el Centro para la Paz, fundado por el expresidente de Costa Rica, Oscar Arias, afirma que "el país de mayor crecimiento de presupuesto militar a nivel centroamericano es El Salvador, a pesar de la disminución de efectivos militares, como parte de los Acuerdos de Paz de 1992". El Ministro de Defensa de El Salvador justifica ese presupuesto porque "la defensa nacional es el servicio primordial para que las demás actividades del país funcionen adecuadamente". ¿Y de dónde saca tan extraordinaria conclusión? ¿No habrá que decir que, muchas veces, es exactamente todo lo contrario? En contra de lo que dice el Ministro de Defensa, lo primordial en este país es que todos los salvadoreños tengan salarios justos y decorosos, trabajo, seguridad pública, educación, vivienda y salud. La Fuerza Armada ha sido y es primordial únicamente para el poder económico y para los mismos militares. El presupuesto del Ministerio de Defensa serviría mejor si se destinara a satisfacer las urgentes necesidades de la población, es decir, si se destinara a impulsar el desarrollo económico y social. Coyuntura económica: tercer trimestre de 1996 El pasado 12 de noviembre el Presidente del Banco Central de Reserva presentó su informe económico correspondiente al tercer trimestre de 1996. Este informe, rutinario, muestra una marcada tendencia al desequilibrio macroeconómico (especialmente en lo tocante a las finanzas públicas) y una profundización de la recesión económica. Según el informe se perciben señales de que el país está ante un inminente proceso de "recuperación" de los niveles de crecimiento debido, pero esto contradice el comportamiento de las variables macroeconómicas experimentado durante el presente año. Por lo que toca al crecimiento del producto interno bruto, lo más probable es que el crecimiento se sitúe por debajo del 3 por ciento, cuando se pensaba que pudiera sobrepasar el 4 por ciento, mientras que por lo que toca a los precios durante los nueve primeros meses de 1996 se habría logrado contener el proceso inflacionario observado durante el año anterior y aun durante los primeros meses del presente año. En lo tocante al sector externo se reportó una inusitada reducción del déficit de la balanza comercial, pero desafortunadamente el mejoramiento no refleja solvencia del aparato productivo, sino más bien que la recesión económica también está afectando la demanda de importaciones y la oferta de exportaciones. Las importaciones han disminuido fundamentalmente debido a una drástica caída de la inversión y en mucha menor medida debido a una reducción del consumo o importaciones no necesarias. Consecuentemente, no se puede afirmar que la caída de las importaciones era anticipable y que lo "vemos como algo positivo". Siempre en relación al sector externo, las exportaciones totales se incrementaron en un 8 por ciento, y las exportaciones de maquila fueron las que más aportaron al total (41.4 por ciento), seguidas de las exportaciones no tradicionales (32.5 por ciento) y las tradicionales (26.1 por ciento). El incremento ha sido posible, pues, gracias a la maquila, producción de empresas internacionales ubicadas en zonas francas, con bajo efecto multiplicador, deficientes condiciones laborales y alta inestabilidad. Finalmente, destaca una reaparición del déficit fiscal lo cual, aunque no marca una ruptura con las dinámicas de los últimos años, sí debe considerarse como una señal de alarma para las autoridades económicas. Entre los períodos enero-septiembre 1995 y enero-septiembre 1996 el saldo de las finanzas públicas pasó desde un superávit de 361 millones de colones a un déficit de 282.6 millones de colones. En conclusión, estos datos macroeconómicos no reflejan aún los efectos positivos que supuestamente tendría el plan económico de emergencia de doce puntos presentado por el Presidente Calderón Sol el 1 de junio pasado. En gran parte, lo anterior se debe a que el gobierno, nuevamente, ha incumplido sus ofrecimientos y solamente ha iniciado la ejecución de cuatro de las doce medidas anunciadas. Las restantes medidas no han sido ejecutadas aún, pero, aunque lo fueran, no tendrían efectos apreciables sobre la producción, sino en el mediano plazo. El balance económico del tercer trimestre de 1996 refleja, pues, que la recesión económica aún no ha tocado fondo, que tampoco se han logrado avances significativos en la estabilización de las finanzas públicas y que la reducción de la brecha comercial se debe en realidad a una reducción de las actividades de inversión. Sea cuales fueren las declaraciones oficiales, la vida cotidiana es cada vez mas difícil. Monseñor Cabrera, sin apelar a la ciencia de los economistas, pero recogiendo la experiencia del pueblo, dijo estas palabras en su homilía. "Urge combatir la pobreza. La riqueza se va concentrando cada vez más en pocas manos. La pobreza, en nuestros tiempos, se denuncia por sí misma porque convivimos con ella, y la corrupción contribuye a la pobreza". La vigilia de la UCA El mes de noviembre es muy importante para todos los que recordamos con tristeza y dolor los momentos difíciles de la ofensiva de 1989, en la que brutalmente fueron asesinados seis sacerdotes jesuitas y dos colaboradoras. El viernes 15 celebramos la tradicional vigilia, que comenzó con una romería en la que, junto con los campesinos y campesinas que vinieron del interior del país y con delegaciones extranjeras, recorrimos los lugares donde ellos vivieron y fueron asesinados. Lo más impresionante fue ver cómo a través de la procesión de farolitos se transmitió la alegría de la gente, haciéndose los mártires presentes con su recuerdo. Luego celebramos la misa en su memoria, participando, al igual que otros años, sacerdotes, trabajadores, laicos, estudiantes, campesinos y campesinas. Y lo que no podía faltar: el Cuerpo y la Sangre de Cristo que compartimos como muestra de que el recuerdo de los mártires aún se mantiene vivo. Finalizamos con un acto cultural, en el cual participaron numerosos grupos artísticos de música y danza, entre ellos el inesperado baile del "Torito Pinto", que con su lanzar de cohetes y su impaciente forma de bailar, celebró también la vigilia, en conmemoración no de su muerte, sino de la vida que con ellos quedó reflejada en cada salvadoreño. Con nuestros farolitos encendidos elevamos una oración a nuestro Padre Dios por Ellacuría, Joaquín López y López, Moreno, Segundo Montes, Amando López, Martín Baró, Elba y Celina, con la plena seguridad de que Dios nunca abandona a sus hijos, implorándole, cantándole, bajo un cielo lleno de estrellas, bajo el susurro de la brisa que llegaba a mis oídos y el bello amanecer que yo nunca había vivido. Y en medio de todas estas cosas me hice algunas preguntas. A los siete años del asesinato ¿sólo la comunidad de la UCA recuerda cómo fueron asesinados por esa lucha constante, en defensa del pueblo salvadoreño? Por todo lo visto en la vigilia, pienso que la Iglesia salvadoreña todavía guarda ese carisma martirial, pues ha recibido ese don, ese espíritu de testimonio, de la incalculable fidelidad a Cristo y la generosa entrega de su vida. Nuestros mártires son verdaderos frutos de esos dones con que el Espíritu Santo ha enriquecido a la Iglesia, pues ellos derramaron su sangre por un pueblo que, hasta la fecha, carece de la verdad, la justicia y la solidaridad que todos necesitamos. Sabemos que defender los derechos de los pobres en un país como el nuestro no es pecado -como quisieran hacérnoslo creer-, sino que es obligación. Si la Iglesia no lo hace a través de la palabra, entonces ¿quién denunciará las injusticias que a diario se cometen con los más necesitados? Es vergonzoso pecado matar a personas inocentes, que lo único que pretendieron era hacer saber a la gente la realidad que el país vivía. Aunque pudieran no haberlo hecho, lo hacían por amor a la justicia y por ser solidarios. Por eso pagaron muy caro, pagaron con su vida, y el único que tiene derecho a quitarla es Dios y nadie más. Dicho esto, hay que hacer otra pregunta. En realidad ¿qué se pretende hacer ahora con nuestra memoria histórica? ¿Abandonarla en el baúl de los recuerdos o luchar para mantenerla presente? Sin duda alguna, es uno de los temas que a muchos salvadoreños (oligarcas) no les gusta escuchar, pues para ellos no existe ni en una simple pintura. Pero la masacre de los mártires jesuitas forma parte de nuestra memoria histórica salvadoreña, aunque a muchos no les guste. El recuerdo que tenemos de todo ese sufrimiento nos obliga a tener presente tanta impunidad que soportamos durante todo un conflicto armado. En estos "dorados tiempos" -como dicen- los jóvenes jugamos un papel importante, pues en nosotros está puesta esa luz de esperanza para hacer valer día a día el recuerdo de ese pasado de violencia, para buscar, a través de nuestros propios esfuerzos, posibles soluciones a los diversos problemas que el país tiene, para tomar ejemplo de los mártires, para ser verdaderos críticos de la realidad que vivimos, no para ser criticones para nada. Lo más fundamental es recordar a todos nuestros mártires. "No los olvidemos". Hagamos realidad sus sueños de construir no un mejor El Salvador, sino un El Salvador que dé testimonio de vida, de ser solidarios con todos, de saber brindar amor para lograr una verdadera reconciliación. Milady Lorena Cruz, estudiante de la UCA Aniversario de Monseñor Rivera El 26 de noviembre recordamos el segundo aniversario de Mons. Rivera. Pastor bueno y amigo fiel, estuvo muy cercano a los mártires salvadoreños, especialmente a Mons. Romero. El mismo fue varias veces amenazado de muerte; la última vez, durante los días de la ofensiva. Cuentan que pidió protección oficial e hizo este comentario con su gracejo acostumbrado: "No es que nos vayan a proteger, pero, si nos matan, al menos sabrán quién ha sido". Inmediatamente después de los asesinatos de la UCA dijo estas valientes palabras: "Los ha matado el mismo odio que mató a Monseñor Romero. No cabe duda de que tan nefanda acción había sido decidida con antelación y preparada por la irresponsable campaña de acusaciones y calumnias. Eran analistas agudos de la situación del país para presentar diagnósticos que dejaban al descubierto el pecado social de injusticia que había que remediar con transformaciones profundas. Este fue sin duda su pecado. Y porque el odio ciego e industrioso de los egoístas todo lo quiere para sí, les cortó la vida". "Esta masacre coloca a nuestro país en el primer lugar de la barbarie, ya que en ningún país cristiano en los tiemos recientes se ha asesinado a tantos sacerdotes y religiosos y catequistas, incluido un arzobispo". Meditación ¿Quién tiene hoy, en nuestro país y en nuestra Iglesia, crediblidad y autoridad moral para interpelarnos, para exigirnos conversión y para animarnos en el servicio de Dios y de los pobres? Pocos la tienen, y sin embargo necesitamos sacudida y ánimo. No la tienen, ciertamente, los que encubren nuestra realidad y mienten sobre ella, los que defienden el olvido y la impunidad, los que todavía llevan sobre sí sangre inocente sin haber pedido perdón, los que mantienen a los pobres en su pobreza y en la injusticia. Pero sí la tienen los mártires, todos los mártires. Los abogados que denunciaron las violaciones contra los derechos humanos, los periodistas que se arriesgaron a descubrir la verdad, los sacerdotes que obedecieron a Dios antes que a los hombres, las religiosas que acompañaron y defendieron a los más pobres. Y la tienen, sobre todo, los miles de mártires populares, los niños inocentes del Sumpul, los campesinos y campesinas que fueron asesinados simplemente por desear la vida y defenderla, y que han quedado sin nombre. Los mártires murieron por decir que no todo está permitido (la mentira, el engaño, la corrupción, la opulencia insultante); que no todo se puede trivializar con eufemismos (globalización, modernización, convertirnos en pequeños dragones); que no se puede jugar con un pueblo. Los mártires nos dicen, por el contrario, que merece la pena vivir y desvivirnos para construir un pueblo fraterno, que merece la pena comprometernos con los pobres. Y nos dicen que es posible la verdad, la libertad y la esperanza. Ahora, en esta Eucaristía, con gran agradecimiento recordamos ante Dios a todos los mártires, desde el justo Abel, hasta nuestros mártires salvadoreños, latinoamericanos, africanos, a los mártires de todo el mundo. Y recordamos a Jesús. A todos ellos les pedimos que nos concedan la audacia de la conversión, la fuerza del compromiso y el gozo de servir a este pueblo tan sufrido y tan amado por Dios. Jon Sobrino Solidaridad Espiritualmente acompañándoles séptimo aniversario Santos Mártires, salúdoles. Zaida Emerita Romero Galdámez, hermana de Monseñor. Queridos amgios: En esta Eucaristía recordamos a nuestros hermanos que a ejemplo de Jesús supieron traducir su fe en El en un compromiso eficaz con las mayorías pobres de este país hasta la entrega de su vida, despertando en todos nosotros deseos y movimientos de solidaridad con nuestros hermanos. En estos años en que tan fácil puede resultar olvidarnos del bienestar de quien nos rodea y dedicarnos sólo a nuestro propio provecho, pidamos al Señor -que es nuestra Eucaristía-, que también sea la fuerza de nuestra solidaridad, para que el fermento del amor y del servicio impida que nuestra sociedad se cierre cada vez más en la violencia y el egoísmo. Peter-Hans Kolvenbach, S.J. Querido Chema: Recordamos tus palabras en el día de sus funerales: "Han golpeado a la UCA, pero no podrán jamás destruirla". Yo pienso en aquellas palabras que he visto en una parroquia: "Cuando la razón duerme, se despiertan los monstruos". La lucha de nuestros mártires era no dejar dormir la razón, el pensamiento y la disponibilidad de vida y corazón a la causa de nuestro pueblo. Esa es la tarea de la UCA y de todos aquellos que van aprendiendo a leer los "signos de los tiempos": abrir las mentes y ayudar a que cada uno y cada una se levante de su postración y de la exclusión a que es sometido y sometida por el ídolo del poder, del dinero, del individualismo y el placer. Así nos han enseñado nuestros mártires, Mons. Romero y tantos otros -mujeres, obreros, jóvenes, maestros, internacionalistas, campesinos: a estar siempre con los que sufren, los excluídos, "los hácelotodo". Que nuestra Iglesia no abandone nunca este proyecto de Dios para nuestro tiempo.Luis Coto. Testimonios "Me he dado cuenta del valor profundo de la gente. De lo hondo de su corazón brotan lágrimas al ver las fotos y la sala de los mártires. Toda clase de gente, no sólo intelectuales. He aprendido mucho, sobre todo de los campesinos que visitan estos lugares". Estudiante. "Este año me ha gustado mucho más. Siento que se ha universalizado y que ya no se trata sólo de los mártires de la UCA". Religiosa. "Lo que más me impactó es que la gente de las comunidades se queda sin comer por comprar uno de los recuerdos de los mártires". Estudiante. "Yo no me lo pierdo el próximo año. Quiero volver a ayudar". Alumna. "Las muchachas de la comunidad nunca habían venido. Les ha encantado y dicen que por nada del mundo dejan de venir el próximo año". Religiosa. "Yo nunca había venido. Me impactó el que viniera tanta gente de las comunidades y desde tan lejos. Se ve que quieren a los mártires". Alumna. "Este año me ha gustado más porque veo muchos estudiantes y personal de la Universidad que se ha involucrado". Visitante. "Estoy emocionado. Han venido muchos jóvenes. Ellos serán nuestro relevo. Hay esperanza todavía en El Salvador". Profesor. "Antes tenía un concepto muy diferente, generalizaba a todas las personas y tenía un gran resentimiento hacia los españoles, ellos que vinieron y mataron a millares de nuestro pueblo durante la conquista. "¿Por qué hacen tanta bulla por cinco españoles?", pensaba. "Con eso tal vez queda un poco saldada la cuenta". Estaba muy equivocado, pues me he dado cuenta que los Padres despertaron la conciencia social de los salvadoreños y trabajaron y dieron su vida aquí. La gente, nosotros los jóvenes, hemos perdido los valores cívicos. Ya nadie se acuerda de los próceres, pero estos señores, cada año que pasa aumenta su recuerdo, porque nos inculcaron la visión social que hay que tener". Estudiante. "Aquí a la UCA no sólo hay que venir a estudiar, tenemos también que identificarnos con los mártires y adquirir un compromiso de servir al país como lo he aprendido aquí. Ha sido una experiencia bien gratificante". Estudiante. Africa crucificada. Los mártires conocidos y los mártires anónimos "La memoria de nuestros mártires se engrandece y se actualiza si recordamos que estas mismas semanas siguen sangrando mártires en el continente más pobre y martirizado, el continente de Africa". Con estas palabras comenzó el Padre Ibisate la homilía de la eucaristía del 15 de noviembre. Y no hace falta más que ver las fotografías de los periódicos para estremecerse. Como siempre hay mártires conocidos y decenas de miles anónimos. Comenzamos por éstos, reproduciendo cables de prensa con algunas reflexiones. Exodo de refugiados: marea humana hacia Ruanda Amontonados, formando una verdadera marea humana, con bultos sobre la cabeza, bolsos hechos jirones y vasijas en las manos, miles y miles de refugiados hutus ruandeses regresaban este viernes a su país, después de más de dos años de exilio en Zaire. Agrupados en una columna interminable se dirigían a un puesto fronterizo en Gisenyi, donde agentes humanitarios de las Naciones Unidas intentaban en vano contar a todos esos refugiados silenciosos que parecían haber pasado su vida caminando. "Son miles y miles. Ya no se los puede contar", decía un delegado del Comité Internacional de la Cruz Roja, mientras, a pocos metros, un funcionario de las Naciones Unidas insistía. "Pasan la frontera a 100 por minuto. Quizá este viernes pasaron de 15 mil a 20 mil". Esta verdadera marea humana, disciplinada, pero como atontada por este nuevo y agotador desplazamiento, se dirigía hacia las tiendas de campaña y los sectores de distribución de alimentos. "Todos vienen de los campamentos de la región de Goma. Hay algunos zaireños con ellos, pero en su gran mayoría son ruandeses". Este campamento de tránsito puede albergarlos, pero será necesario evacuarlos rápidamente hacia sus antiguas moradas en el interior del país y dejar así lugar a los recién llegados. El presidente ruandés Pasteur Bizimungu llegó a Gisenyi para desearles la bienvenida. Al anochecer, y aunque llovía en abundancia, lo fundamental para los refugiados era estar por fin bajo cobijo y con el estómago lleno. Para aumentar las desdichas, entre los refugiados ha surgido un brote de cólera y se han intensificado los temores de que estalle una epidemia. "Esta mañana tuvimos confirmación de dos casos de cólera", dijo la doctora María Neira. La epidemia podría surgir si no se emprende una urgente campaña internacional para brindar asistencia médica especial para los centenares de miles de desplazados. En el hospital de la capital zaireña de Goma ya hay 14 pacientes con síntomas de cólera, confirmándose que dos padecen la enfermedad. El 21 de noviembre proseguía la marcha de los refugiados. Una columna de 100 mil refugiados marchaba en el este de Zaire, desde Bukavu (Kivu Sur) hacia Goma (Kivu Norte). De ser esto cierto se aclararía el paradero de unos 700 mil refugiados hutus que permanecían aún en Zaire, luego que otros 500 mil regresaran a Ruanda desde los campamentos localizados en los alrededores de Goma entre el 15 y 19 de noviembre. Este segundo movimiento de refugiados casi seguramente cancelará o modificará los planes de la comunidad internacional para enviar una fuerza de paz a la región para iniciar una misión humanitaria de gran envergadura. Un mundo opulento hipócrita y una humanidad derrotada A estos datos cuantitativos hay que añadir el hambre, las separaciones familiares, las muertes y masacres, cádaveres de mujeres y niños botados, el horror y la desesperanza, todo lo cual deja sin palabra y llena de indignación. Los refugiados, actores de este ominoso éxodo, son víctimas propiciatorias de la nueva fiebre bélica de Africa. Son en su mayoría ancianos, mujeres y niños. Y ahora, tres reflexiones. "Allí no hay petróleo, pero...". A medida que los refugiados llegan a Ruanda, los países que participarán en la fuerza internacional continúan analizando modos de intervención, aplazando sus reuniones y, en el fondo, intentando desentenderse de la tragedia, como diciendo "aquí no ha pasado nada". El siglo pasado se repartieron el continente africano. Ahora, como no hay petróleo, se lavan las manos. El Papa Juan Pablo II sí ha insistido en el compromiso de la comunidad internacional con el drama de los refugiados. "Es extraordinariamente necesaria la intervención de las organizaciones de ayuda internacionales para ahorrar dolor a los afectados". Pero aunque no hay petróleo, sí hay riquezas en esa región africana, y se las disputan Estados Unidos, por una parte, y Francia, por otra, como avanzadilla del capitalismo europeo (de lo cual hablaremos en el próximo número). "Es una vergüenza", Fidel Castro. Por estas mismas fechas, mientras el hambre se apodera de decenas de miles de refugiados en Africa, tuvo lugar en Italia una cumbre mundial sobre el hambre en el mundo y la búsqueda de la seguridad alimentaria. Después de seis meses de negociación entre representantes del Sur en desarrollo y del Norte industrial se llegó al siguiente acuerdo en la cumbre de Roma: "reducir a la mitad en el año 2015 el hambre en el mundo, que afecta ahora a 840 millones de personas". El comentario de Fidel Castro: "una vergüenza". En una cumbre anterior se decidió que debía acabarse con el hambre de todo niño menor de cinco años. No obstante, hoy en día más de 13 millones de niños se acuestan todas las noches sin haber podido comer lo suficiente. "Las grandes potencias voltean la cabeza para no ver". Las grandes potencias, incluidas las coloniales, han volteado la cabeza durante meses para no ver la tragedia que se gestaba en el Zaire. Con los brazos cruzados dejaron que la situación se pudriese en el Zaire oriental donde se refugiaron, tras la guerra de Ruanda de 1994, dos millones de civiles que ya habían sufrido horrores sin cuento. La mitad de ellos ahora vaga por la selva huyendo de los campos por miedo al genocidio. La comunidad internacional "se apresura con parsimonia", dicen con ironía y desesperación instituciones humanitarias, para intervenir en la región de los Grandes Lagos. Quizás, el mejor resumen de la tragedia sea el fax que, el día 29 de octubre, envió el director de Cáritas Bukavu, el sacerdote Pierre Cibambo: "Los víveres faltan. Dificultades de movimientos con los vehículos, aún con escolta. Todos vamos a morir. Sólo nos queda la esperanza de que el nuevo gobernador pueda organizar unos servicios mínimos. Falta de seguridad para los voluntarios y trabajadores zaireños. Se necesita alimentos urgentemente. ¿No podrá parar esto la comunidad internacional? ¿Qué discurso haréis el día de mañana si hoy estáis conduciendo a la muerte a tanta gente?". Servando, Miguel Angel, Fernando y Julio, hermanos maristas. Mártires del acompañamiento El 31 de octubre de 1996 murieron asesinados en Bugavu, Zaire, los hermanos maristas españoles Servando, Miguel Angel, Fernando y Julio. Un grupo de milicianos hutus, que hace dos años huyeron de Ruanda y que desde entonces viven en los campos de refugiados intentando controlarlos, asaltaron la vivienda de los hermanos, la saquearon y mataron violentamente a los cuatro religiosos, arrojando los cuerpos a una fosa séptica. Los asesinos permanecieron varios días en la casa, lo que impidió el acceso de otras personas al lugar. Los pocos testigos cercanos que quedan en los alrededores informan que los soldados vestían las ropas de los hermanos: uno vestía el anorak de Fernando y otro, las gafas y la camisa de Julio. La fosa séptica es un pozo negro de 12 metros de profundidad y un metro de diámetro, excavado por los Hermanos para el servicio de la casa. Esta es una de las razones que dificulta enormemente los trabajos de exhumación. En estas circunstancias se duda seriamente de la posibilidad de repatriar los cadáveres. Los Hermanos allí presentes, con ayuda de algunos amigos, están haciendo todo lo posible para, una vez recuperados los restos, darles cristiana sepultura en esa tierra africana por la que entregaron sus vidas. Entre los documentos personales de los Hermanos está el diario que Miguel Angel Isla escribía fielmente en tres o cuatro momentos de cada jornada. Este escrito aparece interrumpido con esta referencia: "31 de octubre, 15:00 horas, los dos sacerdotes y las religiosas se han marchado. Estamos solos. Esperamos un ataque de un momento a otro. Si esta tarde no volvemos a telefonear será una mala señal. Lo más probable es que nos quiten la radio y el teléfono. La zona está muy agitada. Los refugiados huyen sin saber a dónde y es muy notoria la presencia de infiltrados y de personas violentas". A las 14:00 horas de ese mismo día, el Superior General estableció comunicación con Servando y Julio, quienes le informaron que se habían quedado en casa para no mezclarse con los militares que huían, en espera de que los refugiados volvieran nuevamente, como había ocurrido otras veces. La central de la red del teléfono celular confirma que éstas fueron las últimas llamadas del exterior. Un campesino zaireño informa que al atardecer de ese mismo día un grupo de militares se acercaron a la casa de los Hermanos y los mataron. El mismo testigo declara haber oído a uno de los Hermanos que gritaba: "Dios mío, Dios mío, vamos a morir, ten misericordia de nosotros". Hasta aquí el comunicado de la Casa General de los Hermanos Maristas. Desde esta Carta a la Iglesias, recordamos las palabras de Monseñor Romero y queremos llamar a estos cuatro hermanos "mártires del acompañamiento". * * * Hno. Santiago Cisneros, Casa Provincial, Hermanos Maristas Estimado Hno. Cisneros: Desde la UCA de San Salvador, al celebrar el séptimo aniversario de nuestros seis compañeros y dos empleadas asesinados el 16 de noviembre de 1989, reciba nuestras condolencias y nuestra felicitación cristiana porque su Congregación ha sido condecorada con la sangre de los cuatro hermanos españoles, Servando, Miguel Angel, Fernando y Julio, mártires de la fe y de la caridad evangélica en las comunidades de Bugobe. Pedimos a Dios que la sangre de estos mártires -y tantos otros mártires anónimos de esas sufridas naciones- germine en paz entre esos pueblos y generosidad y solidaridad de las Instituciones Internacionales y de los países desarrollados ante la angustia y pobreza de todo un continente mártir. En nombre de toda nuestra Universidad reciba nuestro abrazo cristiano, Javier Ibisate, S.J. Estimado Padre Ibisate UCA En víspera del Séptimo Aniversario del también brutal y vil asesinato de los seis padres jesuitas y las "dos empleadas" toda la provincia Marista de Centroamérica, y muy especialmente el Superior Provincial y los Hermanos que trabajan en El Salvador, se unen en la Oración en el Acto conmemorativo que celebrará esa Universidad, el día de mañana. Que la sangre de nuestros Mártires Latinoamericano, y hoy del Continente de la Esperanza, Africa, y muy particularmente los de Rwuanda, El Zaire, Burundi, y otros, sea semilla de Reconciliación y camino de una paz solidaria, para todos los países en guerras internas y fraticidas. Gracias por su mensaje de condolencia, y sírvase aceptar nuestro Gesto de reciprocidad con los Mártires de la UCA, Hno. Santiago Cisneros Vigilia ante La Escuela de Las Américas en Fort Benning Mientras aquí en la UCA miles de personas celebraban la vigilia de los mártires, en Fort Benning, Georgia, Estados Unidos, más de 400 personas celebraban también una vigilia de oración. En ella recordaban a los mártires jesuitas, Julia Elba y Celina, y muchos otros del continente latinoamericano. Y, además, protestaban contra la escuela que ha estado entrenando militares asesinos durante cincuenta años. A este centro de entrenamiento, instituciones de derechos humanos y hasta la Comisón de la Verdad de las Naciones Unidas, lo llaman ahora "La Escuela de Asesinos", y con razón, pues en ella han sido entrenados militares que han cometido las violaciones más crueles de derechos humanos, incluyendo a 48 oficiales salvadoreños que aparecen en el citado informe de la Comisión de la Verdad. Otros "graduados" de la escuela son conocidos dictadores, y generales que han cometido masacres en Honduras y Guatemala, y el general Noriega, que cumple una condena de cuarenta años por tráfico de drogas. Por cierto, El Salvador con 6,776 es el segundo país, después de Colombia, con más "estudiantes". Los participantes en la vigilia rezaron y protestaron, como Jesús en su tiempo, y el resultado fue el arresto de sesenta personas. Los arrestos ocurrieron cuando los presentes a la vigilia plantaban docenas de cruces en el terreno de la escuela y luego se encaminaron hacia el edificio. Cada cruz llevaba el nombre de uno de los miles de asesinados por militares entrenados en la escuela. Otras dos personas fueron arrestadas cuando colgaban rosarios y un mensaje en las puertas de los dormitorios de la escuela, escrito en español y en inglés, que decía: "Recen con nosotros por los mártires de la UCA". Los organizadores calculan que los arrestados por primera vez pueden ser condenados a dos meses de prisión. Otros, como el Padre Roy Bourgeois, director de SOA Watch, organización de protesta contra la escuela, ya está encarcelado en un prisión federal de Atlanta para cumplir una sentencia de seis meses. Marcia Timmel, que trabaja con la Conferencia de Provinciales Jesuitas en Washington, dijo: "Ya hay suficientes mártires en América Latina. El cielo está superpoblado con víctimas de la Escuela de las Américas". El director del departamento de comunicación social de Maryknoll, P. Stephen DeMott, dijo que ya es hora de que "rompamos los lazos que nos unen a la violación de derechos humanos en los países latinoamericanos. Añadió que "los misioneros de Maryknoll hemos experimentado la muerte, la destruccion y la opresión sistemática de los pobres que ha generado esta escuela". Y recordó a Ita Ford, Maura Clark, Jean Donovan y Dorothy Kazel, que fueron violadas y asesinadas por soldados entrenados en la escuela. Terminamos con las palabras del congresista Joseph Kennedy II. "Hace cincuenta años la escuela se abrió en Panamá. Medio siglo después, es hora de cerrarla". Alabó a los ciudadanos que han arriesgado ir a prisión, y terminó con ironía: "los arrestados por protestar han pasado más tiempo en prisión que ninguno de los graduados de la Escuela de las Américas que han cometido atrocidades". * * * Durante la vigilia aquí en El Salvador se pasó un video sobre La Escuela de Las Américas, muy bien hecho y muy impactante, que la gente vio en silencio. Hermanos y hermanas de la solidaridad norteamericana nos animaron a firmar una carta de apoyo al cierre de la escuela que leyó Alicia de García. Alicia es una salvadoreña, sufrida e invencible en la lucha. Durante la represión, asesinaron a varios de sus hijos y torturaron a una hija. A ella la capturaron varias veces y también fue torturada. Amiga de Monseñor Romero, recuerda cómo Monseñor las animó a unirse en el esfuerzo de localizar a los desaparecidos. Y así fundaron COMADRES, "Comité de Madres y familiares de los detenidos, desaparecidos y asesinados políticos de El Salvador 'Mons. Oscar Arnulfo Romero'". Esta es la carta que leyó Alicia: San Salvador, 15 de noviembre de 1996 Excelentísimo Señor Presidente de Estados Unidos Señor Bill Clinton: Por este medio y con mucho respeto, los organismos defensores de los Derechos Humanos de Iglesias y demás sectores y pueblo en general, nos dirigimos a usted, como víctimas que hemos sufrido las torturas físicas, la persecución, el encarcelamiento y el dolor y angustia de ver a nuestros hijos, hermanos y familiares brutalmente asesinados con lujo de barbarie o secuestrados y posteriormente desaparecidos. Le pedimos por el amor de Dios que de inmediato cierre la Escuela de Las Américas, por ser ésta una amenaza para nuestros pueblos y especialmente para los salvadoreños, quienes hemos sufrido las barbaries de los adiestramientos que en esta escuela se dan. Hasta hoy en día seguimos sufriendo las consecuencias por la deformación mental que elementos militares tuvieron en esa llamada "Escuela de las Américas". Para los pueblos del continente americano, es una burla que le llamen así, ya que ellos son los responsables del asesinato de nuestro Pastor y Mártir Monseñor Romero, y de los padres Jesuitas de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, el 16 de noviembre de 1989, que su único error fue amar a los que sufrían tanta barbarie. En nombre de tantas víctimas inocentes, de 80,000 asesinados, de 8,000 detenidos-desaparecidos, de miles y miles de torturados, de los religiosos y religiosas asesinadas, de los sacerdotes masacrados, le suplicamos una vez más el cierre definitivo de la Escuela de las Américas que más es Escuela de Muerte. A continuación firmamos este clamor: Alicia, y sigen 1,670 firmas * * * La solidaridad y la protesta contra La Escuela de las Américas no es de hoy. El 29 de abril de este año una corte federal de Georgia sentenció a 13 personas por un acto de desobediencia civil, semejante al del 16 de noviembre. Estas "peligrosas" personas" que guardarán más prisión que el dictador Banzer y nuestros generales, Ponce, Bustillo, Elena Fuentes, son gente como Clara O'Mara, ursulina de 75 años, que trabajó con los pobres. Son gente como Fred Mercy, de 61 años, hermano jesuita, y como su hermano en religión, el P. Bill Bichsel, de 67 años, que celebró sus cincuenta años de vida religiosa en la cárcel. Por cierto, el juez Robert Elliott, se quedó de piedra cuando Bill le dijo: "Su señoría, queremos que usted se una a nosotros en el esfuerzo por cerrar la Escuela de las Américas. Y estamos rezando por usted". Dos cartas de solidaridad San Salvador, 14 de noviembre, 1996 A los participantes en la vigilia de Fort Benning Queridos hermanos y hermanas: Les mandamos saludos de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas en El Salvador, UCA. En la noche del 15 al 16 de noviembre la UCA se llenará una vez más de campesinos, trabajadoras, estudiantes, y organizaciones populares, de madres, padres, y niños para conmemorar, con gratitud, a los mártires de la UCA y junto con ellos a los mártires del Sumpul, de El Mozote, de todo El Salvador y todas las víctimas de la injusticia. Encenderemos nuestras velas en la oscuridad de nuestros tiempos para proclamar que para nosotros la muerte y la injusticia no tienen la última palabra, sino la vida y la fraternidad. En esta noche pensaremos en ustedes que también encienden sus luces en vigilia ante la "School of the Americas", "Escuela de los Asesinos", en Fuerte Benning. Nos sentimos profundamente unidos a ustedes con los lazos de un compromiso común. De solidaridad como la que ustedes muestran esta noche en fuerte Benning dependerá un futuro más humano para nuestros pueblos, tanto latinoamericanos como norteamericanos. Sigamos pues, unidos en la lucha por lo que Ignacio Ellacuría llamó la "civilización de la pobreza", y no la de consumo, donde compartamos, como los mismos pobres saben compartir, lo que tenemos aunque sea poco. Unidos en solidaridad,Javier Ibisate y comunidad de jesuitas de la UCA * * * Washington, 1 de noviembre, 1996 Querido Presidente Clinton: La Escuela de las Américas ha entrenado a algunos de los violadores más notorios de los derechos humanos en las Américas y el Caribe. Recientemente el Pentágono hizo públicos documentos que confirman el hecho de que en la década de los ochenta, para entrenar a militares latinoamericanos en la Escuela de las Américas, se usaban manuales de inteligencia militar que apoyaban la tortura, el chantage y otras formas de presión contra opositores. Más aún, a mi entender, en cursos publicados en la actualidad se incluyen operaciones de guerrilla y anti-guerrilla, operaciones psicológicas y militares, y terrorismo. Mis hermanos jesuitas de Colombia nos dicen que los militares colombianos siguen practicando hoy enormes violaciones a los derechos humanos contra civiles inocentes a los que se tilda de "subversivos". ¿Hasta cuándo apoyará oficlialmente Estados Unidos estos abusos de militares latinoamericanos. Sinceramente, Gregory Lucey, S. J. Presidente de la Conferencia de Provinciales. Escuela de las Américas (lista parcial) Países Graduados Argentina 1,031 Bolivia 4,349 Brasil 455 Chile 2,805 Colombia 9,679 Costa Rica 2,376 Ecuador 2,356 El Salvador 6,776 Guatemala 1,676 Honduras 3,691 Nicaragua 4,693 Panamá 4.235 Paraguay 1,084 Perú 3,997 República Dominicana 2,330 Uruguay 931 Venezuela 3,450 Total 55,914 Homilía del P. Javier Ibisate, 15 de noviembre El póster del séptimo aniversario dice: NO LOS OLVIDAMOS. Carta a las Iglesias titula su último número: ¡Ay de los pueblos que olvidan a sus mártires! Repetimos hoy la reflexión que hacíamos hace tres sábados en la capilla de la UCA: ¿Por qué recordamos a nuestros mártires? Y decimos que ésta ha sido una tradición secular de la Iglesia. En la eucaristía de cada día recordamos a los apóstoles y demás mártires de la primitiva Iglesia. A lo largo del año, con estola roja, vamos recordando a los mártires posteriores hasta el presente siglo. La historia del cristianismo, el anuncio del Evangelio está hecho de mártires. La historia de la Iglesia coincide con la historia de los mártires, y forman una unidad. No los olvidamos porque aquí, en El Salvador y en varias esquinas del mundo sigue habiendo mártires. Creo que la memoria de nuestros mártires se engrandece y se actualiza si recordamos que estas mismas semanas siguen sangrando mártires en el continente más pobre y martirizado, el continente de Africa. El día de ayer enviamos un fax de condolencia y de felicitación cristiana al Superior General de los Hermanos Maristas, Hno. Benito Arbués, Curia Generalicia de Roma, al conocer que cuatro de sus hermanos, Servando Mayor García, Miguel Angel Isla Lucio, Fernando de La Fuente y Julio Rodríguez Jorge, habían sido asesinados en Bogube, El Zaire. Una hora más tarde recibimos por fax el "Comunicado oficial en relación con los Hermanos Maristas asesinados en Zaire". Ante esta corona de mártires de nuestro tiempo repetimos: No los podemos olvidar. Más bien, nos hacemos dos preguntas: ¿Qué Evangelio predica una Iglesia que no tenga mártires? y ¿qué está sucediendo en un país y en un mundo que sigue haciendo mártires? Quiero comenzar por la segunda pregunta: ¿Qué está sucediendo en un país y en un mundo que hace mártires? La razón es que si nos olvidamos de los mártires del pasado nos olvidamos de que sigue habiendo mártires presentes. El Salvador es parte de un mundo "moderno", de fin de milenio, que parece construido para seguir haciendo mártires. Después de 1989, en que dicen que se acabó la "guerra- fría" con la caída del muro de Berlín, se ha iniciado la era de la "paz-fría" armada, la "paz-violenta". Simplemente unas pocas pinceladas: las grandes corrientes de dinero, las más lucrativas a nivel mundial, son: la venta de armas de los países ricos a los países pobres, el tráfico ilícito de la droga con el lavado de dólares; el tráfico no menos lucrativo de emigrantes; la manipulación de los precios de las acciones en las bolsas de valores; el turismo erótico con la prostitución infantil, y por supuesto, la imparable deuda externa del tercer mundo, sobre todo la imposible deuda externa del continente más pobre, Africa. Se ha dicho que "la bolsa de valores funciona mejor que las Naciones Unidas", y hay algo de verdad en ello, porque en el Consejo de Seguridad de la ONU se asientan -con poder de veto- las cinco naciones mayores exportadores de armamento bélico, naciones pertenecientes al pasado bloque Este-Oeste: ¡los extremos se juntan! Ha sido un lamentable espectáculo, en estos meses de octubre-noviembre, ver al Consejo de Seguridad deliberando y deliberando sobre las medidas que pudieran tomarse para frenar las renovadas matanzas étnicas del Zaire-Ruanda, sin que hasta el momento se dé una solución internacional a la supervivencia de los cientos de miles de refugiados. Esta es la impresión emanada del comunicado de la casa generalicia de los Hermanos Maristas. Parecería que a ciertos miembros del Consejo de Seguridad les conmueven más los problemas de los países donde hay "petróleo", que los países donde sólo hay "personas". Primero, les suministran el armamento bélico y luego prescinden de los resultados humanos: su autodestrucción es problema interno de esos países. Podemos hablar de una "paz-armada". A la "paz-armada" se suma la "paz-fría y violenta" del modelo neoliberal. A nivel mundial se generaliza la pobreza, el crecimiento con desempleo y la insolidaridad social. Junto con los nuevos adelantos tecnológicos y las leyes-fuerzas del mercado, lo que más crece es el excedente de la población destinada a la pobreza, al desempleo y a la muerte lenta. No podemos olvidar a los mártires del pasado porque el mundo actual sigue nutriendo el ejército de los mártires presentes. Desde este entorno mundial miramos a los mártires de El Salvador. Parecería que con la firma de los Acuerdos de Paz habría pasado la era de los mártires y que es tema de mal gusto (o de mal susto) seguirlos recordando. Sin duda a muchas personas o poderes no mucho les gustó que el Papa Juan Pablo II, en su viaje del mes de febrero, bajara a arrodillarse ante la tumba de Mons. Oscar A. Romero y que dijera que él fue un pastor celoso y venerado que ofreció su vida por sus ovejas. Tampoco les habrá gustado que el propio Papa haya empujado (en contra de algunos dicasterios de Roma, y de algunos monseñores de aquí) el proceso de beatificación y canonización de Mons. Romero, que para nuestro pueblo ya está canonizado. Nos ha llegado la información de que en Perquín han borrado la figura de Mons. Romero y de otros mártires en el mural de la Iglesia, porque dicen que ésos ya son tiempos pasados. La verdad es que sigue habiendo más asesinatos que en los años de guerra: 8,000 asesinatos en 1995, y las más horrendas masacres se repiten cada mes o cada semana. El propio Presidente dijo en su discurso del primero de junio que "la delincuencia y el crimen organizado continúan figurando como uno de los más graves problemas que confronta la población". El discurso dice: "continúan figurando", tal como lo había revelado el informe de la Comisión de la verdad. Si antes hice mención del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas es para aplicarlo a un triste recuerdo nacional. Varios grupos de conscientes norteamericanos y provinciales jesuitas están pidiendo al Congreso de Estados Unidos el cierre de la ESCUELA DE LAS AMERICAS, o fuerte Benning, en el estado de Georgia, donde se adiestró a miles de militares latinoamericanos y salvadoreños en las técnicas del asesinato, tortura, chantaje, impartiendo un "entrenamiento avanzado" en la barbarie y en el derramamiento de sangre inocente, financiado todo ello con los impuestos del pueblo norteamericano. Dignos representantes de este pueblo se avergüenzan y protestan por lo que llegó a hacer un pasado gobierno que se preciaba de imponer la "paz- americana" en todas las esquinas del mundo donde están en juego sus intereses. Por ello se pide, y como universidad nos hemos unido a esa petición, que se cierre esta triste y mal llamada "Escuela de las Américas". También la Conferencia Episcopal de El Salvador -luego de un largo silencio (Iglesia del Silencio)- emitió el día de Todos los Santos una carta pastoral "a favor de la vida y en contra de la violencia bestial". He aquí algunas frases. "La situación de incertidumbre amenaza la convivencia entre los salvadoreños. El campo y la ciudad han sido invadidos por la muerte. En el campo la extorsión y los homicidios están a la orden del día; mientras que en las urbes bandas de jóvenes operan sembrando inquietud, zozobra y crimen. La violencia se ha destacado con rabia bestial"É Los obispos reconocen que también hay otro género de violencia. "El desempleo, la extrema pobreza e inseguridad, que golpean a la población, tampoco permiten vivir en armonía. El trabajo digno y estable abre oportunidades de paz". Los obispos dicen que "lo peor que pudiera sucedernos es cerrar los ojos ante la realidad y mirar tanto sufrimiento con indiferenciaÉ No cerrar los ojos ante la realidad, pero no dejarse invadir por el pesimismo o la desesperación". Agregan que "la cultura de la vida se afianza con el aumento de la justicia y la solidaridad". Por esta razón no podemos olvidar a los mártires porque son parte central de nuestra Iglesia. No los podemos olvidar porque, de acuerdo a las palabras del Papa, ¿qué evangelio está predicando una Iglesia que no tiene mártires y que se quiere olvidar de los pasados mártires? No es que estemos deseando más mártires de fusil y sangre (que también los sigue habiendo entre tantas masacres encubiertas), sino que la Iglesia, precedida por su Conferencia Episcopal, si es fiel a esas palabras y mandatos del Papa, deberá y deberemos ser la voz de los que no tienen voz, servir como un perro guardián de los derechos humanos. Por esto murieron en El Salvador muchos mártires inocentes (Mozote, SumpulÉ), y por eso lucharon otros mártires más conocidos, a los que el pueblo ya ha beatificado, canonizado y también imitado. Por esto NO LOS OLVIDAMOS. Homilía de Mons. Orlando Cabrera, 16 de noviembre Queridas hermanas y hermanos: En primer lugar, quiero agradecer a los padres Jesuitas que laboran en esta Universidad la gentil invitación de presidir esta Eucaristía. Nos hemos reunidos aquí alrededor de esta mesa eucarística, símbolo del Reino de Dios, para recordar cariñosamente a los seis miembros de la Compañía de Jesús y a dos fieles laicas, que un día como hoy fueron brutalmente asesinados. Recordémoslos en nuestras oraciones y recojamos su mensaje, siempre actual, para construir un mundo más humano y más justo. Ellos fueron valientes luchadores de la justicia sin la cual no habrá paz jamás en ninguna parte del mundo. Estos hermanos nuestros, que hoy están gozando de la presencia de Dios, ceñidos los lomos con la verdad, con la coraza de la justicia, con el escudo de la fe y con la espada de la palabra de Dios, estuvieron prontos para anunciar el Evangelio de la paz (cfr. Ef 6, 14-18). No optaron por la guerra, pero sí por la justicia y la paz. No optaron por la violencia, pero fueron víctimas de la violencia, como el divino Maestro, que no mató a nadie pero él se dejó matar. ¡Hermoso ejemplo!, porque el verdadero cristiano no debe matar pero debe dejarse matar todos los días, y, si el Señor así lo quiere, debe estar dispuesto por fidelidad al Evangelio, a sellar el testimonio de su fe con su propia sangre. Nos dice el Señor Jesús: "Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundado, pero si muere da mucho fruto" (Jn 12, 23). Todos somos mártires, es decir, testigos, y debemos dar nuestra sangre gota a gota todos los días por el Reino de Dios. Los torrentes de sangre de tantos salvadoreños y salvadoreñas, que lucharon por la paz, que han inundado el suelo patrio, producirán como decía Monseñor Romero, "frutos de resurrección". Hermanos y hermanas. Se ha desatado en éstos últimos años una ola de violencia que nos ahoga. La delincuencia y el crimen organizado es el pan nuestro de cada día. La situación de violencia de nuestro país no solamente es grave, sino dramática y explosiva. Estamos peor que en tiempos de la guerra. ¡Cuántas madres desconocidas lloran la muerte de sus hijos, que les fueron arrebatados de sus brazos inmisericorde y salvajemente! ¡Cuántas mujeres, jovencitas y aún niños, han sido violados y asesinados con saña y cínicamente! !Cuántos jóvenes, que pudieron ser el futuro promisorio de la patria han sido cortados violentamente en la flor de sus vidas! ¡Cuántas familias masacradas con lujo de barbarie! ¡Cuántos chantajes, amenazas, extorsiones y secuestros! La sociedad salvadoreña refleja una grave descomposición moral y social. Ante esta situación no podemos permanecer indiferentes. Lo peor que nos puede pasar es acostumbrarnos a tanto mal. Tampoco, como cristianos, podemos caer en la desesperación porque creemos que Jesús es el Señor. Es necesario descubrir y erradicar las causas que producen esta ola de violencia. Si no se quitan las causas profundas el mal persiste y se agrava. Se debe proclamar con urgencia el Evangelio que arranque del corazón de los hombres y mujeres el pecado, que es egoísmo, y que se incrusta en las estructuras humanas convirtiéndose en ley. Es necesario proponer a pobres y ricos un nuevo estilo de vida: el estilo de vida de la fe. La Evangelización, que es la misión fundamental de la Iglesia, es el mejor servicio que ésta puede ofrecer al mundo para la construcción de la paz. Urge combatir la pobreza. La riqueza se va concentrando cada vez más en pocas manos. La pobreza, en nuestros tiempos, se denuncia por sí misma porque convivimos con ella, y la corrupción contribuye a la pobreza. Hay que erradicar el crónico desempleo creando fuentes de trabajo. El trabajo, dice el Papa, es la clave de la cuestión social. La familia debe ser en nuestro trabajo pastoral una prioridad. Necesitamos con urgencia familias que sean iglesias domésticas y santuarios de la vida. Necesitamos en nuestro país una administración de la justicia más efectiva y equitativa. El peso de la ley debe aplicarse a todos, pobres y ricos. Solamente así podrá desaparecer el cancer histórico de la impunidad. En la fase temporal del Reino de Dios, nos enseña Jesús, siempre habrá trigo y cizaña, buenos y malos. Por eso, para una convivencia pacífica, es necesario un cuerpo de seguridad. La policía Nacional Civil, fruto de los Acuerdos de Paz, necesita depuración, más capacitación, mayor apoyo logístico y mayor número de miembros. Queridos hermanos y hermanas. Es el mismo Sumo Pontífice, Juan Pablo II, el que nos urge a trabajar por la justicia y la paz. En su reciente visita a nuestro país en su homilía nos dijo lo siguiente: "Construid un futuro de esperanza con la sabiduría de la paz. Dejad a los jóvenes, a los niños, a las familias salvadoreñas un futuro luminoso y próspero de solidaridad y de justicia". En el discurso de inauguración de la Cuarta Conferencia del Espiscopado Latinoamericano, realizada en Santo Domingo, República Dominicana, escuchamos de los labios del Papa: "La promoción humana ha de ser consecuencia lógica de la evangelización, la cual tiende a la liberación integral de la persona". En el mismo discurso más adelante econtramos: "La Iglesia no puede en modo alguno dejarse arrebatar por ninguna ideología o corriente política la bandera de la justicia, lo cual es una de las primeras exigencias del Evangelio y, a la vez, fruto de la venida del Reino de Dios". En su hermosa carta apostólica Tertio milenio adveniente encontramos las siguientes palabras: "Recordando que Jesús vino a evangelizar a los pobres, ¿cómo no subrayar más decididamente la opción preferencial de la Iglesia por los pobres y los marginados? Se debe decir ante todo que el compromiso por la justicia y por la paz en un mundo como el nuestro, marcado por tantos conflictos y por intolerables desigualdades sociales y económicas, es un aspecto sobresaliente de la preparación y de la celebración del Jubileo. Así, en el espíritu del Libro del Levítico, los cristianos deberán hacerse voz de todos los pobres del mundo, proponiendo el Jubileo como un tiempo oportuno para pensar entre otras cosas en una notable reducción, sino en una total condonación, de la deuda internacional, que grava sobre el destino de muchas naciones" (n. 51). Queridos hermanos y hermanos que me escuchan. No desmayemos en el trabajo por la paz y la justicia. Es un trabajo que nos pide el Evangelio y la Iglesia. Pero no caigamos en la tentación de la violencia, la cual, como decía Pablo VI, no es humana ni evangélica y una vez desatada es incontrolable. Sigamos el ejemplo de los hermanos y hermanas, que hoy recordamos, que no optaron por la violencia sino por la paz; que no optaron por la muerte sino por la vida. Dupliquemos nuestros esfuerzos por construir un mundo de justicia y fraternidad unidos a nuestros legítimos pastores. La unidad es un mandato de Cristo y debemos defenderla y promoverla a toda costa. La división y la confrontación son signos de debilidad y destruyen a la misma Iglesia. Urge tender puentes de comunicación y de diálogo. Unidad en la diversidad debe ser nuestro lema. El sano pluralismo no sólo está permitido sino que es necesario. Los problemas de nuestro tiempo son vastos, complejos y profundos. vivimos en un mundo complicado y adverso al proyecto de Dios. ¡Quién pudiera volver a la sencillez feliz de nuestros antepasados! Ellos fueron felices, porque, aunque no conocieron la radio ni la televisión ni la cultura electrónica, si conocieron lo fundamental: que todos los hombres y mujeres del mundo son hermanos. Esta es la tragedia del mundo actual, como ya lo recordaba Pablo VI, que el hombre no ha descubierto lo que es y a lo que está llamado: comunión con Dios y con los hermanos. Es en esta doble comunión donde el hombre y la mujer de nuestro tiempo pueden encontrar lo que toda persona ansía: la felicidad. Ante la gravedad de los problemas de nuestra época, no pocas veces, nos sentimos tentados a la desesperanza. No olvidemos que la esperanza es una característica del cristiano. El espera cuando nadie espera, incluso, ante la muerte. Si no esperáramos, no estaríamos en estos momentos, recordando a nuestros hermanos y hermanas, que hace exactamente siete años, sellaron el testimonio de su fe con su propia sangre. Lo primero que debemos hacer en el trabajo por la justicia y la paz, después de rezar, es infundir a nuestro pueblo, esperanza, sobre todo a los más pobres. Con la esperanza y la ilusión, con las que debemos trabajar siempre, sigamos adelante exclamando como San Pablo: "Todo lo puedo en aquel que me conforta" (Fil 4, 13). Celebramos este año los 75 años de la Coronación Pontificia de la Reina de la paz, Patrona de la República. ¡Reina de la Paz! ¡Hermoso y elocuente nombre! ¡Todo un programa de vida! La Madre de Dios desde su santuario en la perla de oriente nos llama a la reconciliación y a la paz. Reina de la paz, advocación mariana tan querida y promovida en el pueblo por Monseñor Oscar Arnulfo Romero. El se asoma en estos momentos en el horizonte diáfano tropical, que hoy contemplamos frente a este altar, y nos invita diciéndonos: "trabajen por la justicia, por la fraternidad, la reconciliación y la paz". Que la Reina de la paz, celestial patrona de nuestra nación, nos bendiga a todos y nos ayude para hacer de nuestro país una comunidad de hermanos donde reine la armonía y la paz. Así sea. Homilía del P. José María Tojeira, 16 de noviembre Celebramos hoy el séptimo aniversario del asesinato de los mártires de la UCA, coincidente con la fiesta de los también mártires jesuitas del Paraguay. Y de nuevo experimentamos que estos ejemplos martiriales cambian la naturaleza de los tristes. San Basilio, comentando algunos martirios, no dudaba en decir: "antes ciertamente, la muerte de los buenos se acompañaba del llanto y de las lágrimasÉ pero ahora nos alegramos recordando la muerte de los buenos. Pues la naturaleza de los entristecidos ha sido transformada por la cruz". La festiva vigilia de ayer nos demuestra que no hay nada que produzca tanta alegría como el ver que siguen vivos y presentes entre nosotros, en el recuerdo y en el estímulo, aquellos que dieron su vida por los demás. Si su muerte, injusta y trágica, nos indignó y nos entristeció en el pasado, su recuerdo nos da esperanza, alegría y afán de lucha en el presente. La palabra del Señor que hemos leído describe a todos los mártires con claridad. Odiados, nos dice san Juan, por ese mundo que idolatriza la riqueza y el poder, sufrieron la misma suerte que su Maestro. Perseguidos, nos dice san Pablo, por grupos depravados y perversos, se convierten, con su resistencia en el bien, en lumbreras del universo que proporcionan una razón para vivir. Se unen, en definitiva, a esa gran lumbrera que, desde su opción crucificada por las víctimas de la historia, nos ilumina a todos, Cristo el Señor. Unidos a Cristo y cercanos a nosotros en una historia inmediata a la nuestra, los mártires brindan una luz especial a nuestro caminar. Hoy en El Salvador, en medio de esperanzas frustradas tras el fin del conflicto, sufriendo el fuerte azote de la corrupción y de la violencia común, con problemas de pobreza, de injusticia, de enfermedad y desempleo, cuya solución no aparece clara en el futuro próximo, los mártires nos siguen hablando desde su muerte. Nos dicen, en primer lugar, que permanecemos vivos. Que corre por nuestras venas esa fuerza abrumadora de la vida que nadie ni nada puede domar. Somos gente con vida y con capacidad de amar. Mantenemos los ojos abiertos a nuestra historia y nuestro sentimiento y nuestra razón pueden luchar frente a la injusticia y frente al mal. Nuestra memoria y nuestra esperanza tienen delante el reto de conjuntarse en esa ardua área de reparar a las víctimas de la historia y construir un futuro más justo. Aun en medio de la corrupción, del aflojamiento de los compromisos, de la falta de planes de futuro que tengan en cuenta prioritariamente la dignidad de los pobres, las cosas no están tan mal. No hay guerra, queda a nivel popular una experiencia de organización en el trabajo y en la búsqueda de un desarrollo solidario, ha crecido la capacidad de resistir al mal, y cada vez se abren más campos de lucha y esperanza, como la ecología, la dignidad de la mujer, el desarrollo autogestionado de los pobres y otros muchos. Los mártires nos dicen, además, que no nos equivocamos al optar por las víctimas del mundo en que vivimos. Nuestra sociedad, salvadoreña, así como la mundial, produce víctimas. Baste con que sólo reduciendo un diez por ciento el gasto mundial de armamento, y dedicándolo a salud básica, se salvarían millones de vidas en el tercer mundo, víctimas hoy de enfermedades fácilmente curables. En El Salvador es también evidente que el derroche en el estilo de vida de un diez por ciento de la población significa la pérdida de un monto de capital que sería suficiente para comenzar un plan serio contra el desempleo. Frente a estas sociedades que han producido víctimas durante la guerra, y que siguen produciéndolas en la paz a través de comportamientos y estructuras injustas, nuestros mártires, víctimas también ellos en su muerte, nos repiten que los verdugos no tienen nunca la razón. Son las víctimas, desde su propia posición de seres indefensos que claman por la solidaridad, incluso sin palabras, las que tienen siempre la razón. Y nos recuerdan también, que no es necesario estar en guerra y participar en ella para convertirse en verdugos. Basta con ser insensibles ante el dolor del hermano. Los mártires nos abren asimismo a la solidaridad. Ninguna sociedad pobre, en nuestros días, tiene solución de futuro, si la solidaridad no funciona como uno de sus principios motores. En un momento en que nuestra Centroamérica se emociona con planes de globalización de la economía que hablan de un progreso ilimitado, nuestros mártires se convierten en un recordatorio doble: Nos dicen, primero, que cualquier tipo de crecimiento económico que no se vea atemperado, penetrado y modificado por el principio fundamental de la solidaridad, termina en estallido social, en violencia y en división. Y segundo, compartiendo vida y muerte con los pobres, nos advierten que sólo la capacidad de fraternidad de los pobres, y de todos aquellos que se dejan evangelizar por los mismos, puede construir un futuro de esperanza. Los mártires, igualmente, nos proponen un camino de austeridad. Libres ante los bienes de este mundo, incluso ante el bien supremo de la vida, supieron entregar la riqueza de su existencia en servicio de quienes sufrían el despojo de sus derechos y de su dignidad. Ser libres hoy ante los bienes supone el inicio de una cultura que destierre de nuestras tierras la corrupción, el derroche, el cínico bien vivir olvidado de quienes malviven. Una cultura que tenga en cuenta y dé prioridad a la función social de los bienes existentes, y que recuerde siempre que "sobre toda propiedad privada pesa una hipoteca social", utilizando palabras del Papa Juan Pablo II. Las reuniones en hoteles de lujo para hablar durante tres o cuatro días de los problemas del país no son más que un autoengaño de quienes quieren acallar su conciencia o sus traiciones, cuando no el intento descarado de comprar y silenciar a quienes en un tiempo estuvieron al lado de los pobres. Como es también una ofensa al futuro de nuestro país el lujo exhibicionista de carros que cuestan más del medio millón de colones. O las casas particulares que consumen en luz, agua y metros cuadrados de cemento más que un cantón de nuestros departamentos rurales. O las bodas, recepciones, fiestas, y banquetes donde el derroche y el gasto se convierte en una cuestión de competencia y exhibición. La falta de austeridad en un país como el nuestro no sólo es intolerable, sino que constituye una negación del Padre Nuestro que rezamos cada día. No en vano el Papa actual, después de denunciar en la reciente Cumbre Mundial de la Alimentación las graves injusticias que predominan en nuestro mundo, hacía la siguiente exhortación a los gobernantes: "Es necesario -decía- que los dirigentes de los países pongan las condiciones para redistribuir los recursos y bienes de consumo, pero en base al principio de fraternidad". Los mártires, finalmente, nos invitan a vivir con esperanza, con compromiso solidario y con alegría nuestra situación actual. Los apóstoles, después de la resurrección, se alegraban incluso por los golpes recibidos por predicar al Señor. Recordando hoy a aquellos que fueron destrozados y desprovistos de toda dignidad mediante crímenes abominables, estamos haciendo algo más que un ejercicio de memoria. Estamos devolviendo su dignidad a aquellas víctimas que fueron aplastadas, humilladas y barridas con saña de la faz de esta tierra. Estamos diciéndole a los verdugos que no tenían razón, que las víctimas mantienen su dignidad, mientras que ellos la perdieron con su crimen. Y estamos sobre todo soñando con una nueva humanidad que devuelva su dignidad a todas las víctimas de este mundo. Una humanidad en la que podamos decir todos, convencida y conjuntamente, las bienaventuranzas. Felices, dignos, bienaventurados, los pobres, los que lloran, los que resisten al mal, los que tienen hambre y sed de justicia, los solidarios, los que trabajan por la paz, los de corazón limpio, los perseguidos a causa de la justicia del Reino. Una sociedad, en definitiva, que anticipa el Reino de Dios en esta tierra en justicia, en vida, en verdad y en amor. Una sociedad sin víctimas, en la que todos juntos podamos pronunciar sinceramente el Padre Nuestro. Que esta Eucaristía, en la que el Señor se hace presente como víctima y como salvador al mismo tiempo, nos conceda la gracia de luchar incansablemente por un mundo sin víctimas. Ese mundo que en la comunión y en la fiesta comienza ya a vivirse anticipadamente. Que así sea.