UCA

Universidad Centroamericana José Simeón Cañas



Carta a las Iglesias

© 1997 UCA Editores


Carta a la Iglesia, AÑO XVII, Nº 370, 16-31 de enero, 1997

"¿No saben leer las señales del cielo?"

A propósito del ascenso a General del Señor Arzobispo

En otro lugar de esta Carta a las Iglesias podrá ver el lector la noticia: el arzobispo de San Salvador ha sido ascendido a general de brigada de las fuerzas armadas salvadoreñas. Podrá ver también la explicación del arzobispo sobre el hecho, y podrá leer reacciones críticas.

Entre los cristianos fieles a la tradición de nuestra Iglesia y a la de Monseñor Romero, el hecho ha causado estupor, tristeza y escándalo. Hay mucho dolor y mucha indignación, y no sólo en la Iglesia católica, sino que también los hermanos y hermanas, separados pero muy cercanos, nos lo han hecho llegar. Estas reacciones no se pueden negar, y si se replica que a otros les parece bien lo sucedido, hay que preguntarse quiénes son: si los seguidores o los adversarios de Medellín y Puebla, si los comprometidos con la causa de la fe y de la justicia o los alienados y adormecidos, de mil modos, por iglesias alienantes, si los que lloraron cuando asesinaron a Monseñor Romero o quienes se alegraron de su asesinato.

Y no se diga que apelar a la tradición de Monseñor es una argucia para defender intereses personales, pues es un criterio objetivo y muy eclesial en nuestros días. La Iglesia está promoviendo ahora la canonización de Monseñor y lo está presentando como cristiano, sacerdote y obispo ejemplar. Por eso, los seguidores de Monseñor Romero merecen sumo respeto, y nos ofrecen un criterio seguro para ver en qué vamos bien o en qué vamos mal.

¿No chirría que el segundo sucesor de Monseñor Romero sea general de brigada de la fuerza armada salvadoreña? Con respeto hacia las personas, con paz franciscana, pero con responsabilidad hacia los que sufren en el país y en la Iglesia por estas cosas, queremos hacer las siguientes reflexiones.

La vida de los pobres vale más que textos y convenios

El ascenso a general de brigada no viola el derecho canónico ni la constitución salvadoreña, que sepamos. Está de acuerdo con un convenio firmado en 1968 entre la Santa Sede y el gobierno salvadoreño. No hay, pues, ningún problema de tipo jurídico o diplomático, tal como lo explicó el arzobispo en los medios. Pero esta explicación no va al fondo del problema, pues la tristeza e indignación no proviene de presuntas violaciones legales -civiles o eclesiáticas- sino de algo más primigenio y fundamental: qué imagen da la Iglesia de Jesús recibiendo bastones de mando de parte de la fuerza armada, qué realidad hay tras esa Iglesia y qué credibilidad tiene esa Iglesia ante las víctimas que han producido los militares.

Estos hechos, altamente simbólicos, producen un gran impacto en los creyentes, y hay que preguntarse con toda seriedad si ese impacto les anima a ser mejores seguidores de Jesús o no. Y aquí vemos el problema eclesial fundamental: si alguien argumenta con convenios o con el derecho canónico o con el catecismo universal, pero no tiene sensibilidad para comprender la vida y los sentimientos de la gente, si no da la sensación de conocer la historia de este país, en concreto la historia de una fuerza armada criminal y de una Iglesia mártir, entonces difícil será la solución del problema en el que estamos.

El Vaticano II habló de esa "sensibilidad" para captar la realidad en un momento dado de la historia. Es lo que llamó los signos de los tiempos, que hay que tener muy en cuenta, dice, para que la misión de la Iglesia sea eficaz. Por definición, esos signos no están en los convenios, sino en la realidad. Y esas señales del cielo son las que hay saber leer.

¿Qué dicen los signos de los tiempos sobre obispos y generales?

1. El convenio al que apela la fuerza armada, la curia arzobispal y, suponemos, la nunciatura, es del año 1968, pero los tiempos cambian. También por aquellos años el dictador Francisco Franco entraba bajo palio en las iglesias españolas -y había textos para justificarlo-, pero hoy ya no es posible. "Los signos de los tiempos" son otros. Y, por coincidencia, 1968 es el año de Medellín, año en que la Iglesia latinoamericana, y también la salvadoreña, comenzó a volcarse a los pobres, a distanciarse y denunciar a sus opresores, a alejarse de los "honores mundanos y vanos" -que decía san Ignacio de Loyola. Entonces la Iglesia fue denunciada en el famoso informe Rockefeller y empezó a ser perseguida a muerte por fuerzas armadas, generales y altos mandos. Medellín, 1968, sí fue un signo de los tiempos que debe perdurar hasta el día de hoy, y en su nombre bien pudiera anularse un convenio que nunca fue evangélico, pero que ahora es, además, claramente anacrónico y antipopular.

¿Es difícil de entender que mucha gente esté afligida porque ya no se habla de Medellín, de la injusticia estructural, de la violencia institucionalizada, de la doctrina de la seguridad nacional, y se invoca un convenio para estar a buenas con gobiernos, oligarquías y altos mandos?

2. Las fuerzas armadas siempre han tenido grave peligro de crueldad, hacia dentro y hacia afuera, de imposición y opresión en su interior y en la sociedad, de corrupción y de escándalo. En nuestro país la fuerza armada ha sido criminal, y varios de sus generales y coroneles aparecen con nombre y apellido en el Informe de la Comisión de la Verdad de Naciones Unidas, como responsables de desaparecimientos, asesinatos y masacres. Hasta el día de hoy, ofendiendo y burlándose de todo un pueblo, ninguno de ellos ha pedido perdón ni ha tenido la hombría de aceptarlo cuando las víctimas se lo han ofrecido.

Se dirá que también los militares tienen necesidades pastorales -evidente. Pero hay que preguntarse si las capellanías militares y los vicariatos castrenses son la mejor forma de satisfacerlas. Con dolor y vergüenza hay que decir que capellanes y obispos castrenses los ha habido en el país los años en que los militares han sido más crueles -peor todavía fue lo ocurrido en Argentina. Y si hoy, en 1997, se defiende una forma de pastoral "para tiempos de paz" -con lo que defiende su postura el arzobispo- no estará de más que empiece ña fierza ar,adacon un solemne mea culpa ante el pueblo salvadoreño. De otra forma, más que pastoral evangélica será encubrimiento. ¿Es difícil de entender -sea legal o no- que muchos salvadoreños, madres, esposas, hijas de asesinados impunemente por la fuerza armada no puedan creer que un arzobispo sea juramentado por el alto mando como general de brigada?

3. El obispo predecesor del arzobispo en el ejército no "murió", como dijo éste, sino que "fue asesinado" en el camino entre el aeropuerto y San Salvador. Los militares dieron el caso por zanjado, diciendo que fue un asesinato común -¡tantas veces han dicho estas cosas!- y así lo ha aceptado el actual arzobispo. Y no sólo eso, éste se mostraba molesto cuando Monseñor Rivera sostenía, hasta el final de sus días, que Mons. Ramos había sido asesinado por los militares. Todo esto en 1993.

¿Es difícil de entender que mucha gente no entienda nada de lo que está pasando en esta Iglesia de obispos y generales?

* * *

No sabemos si estas cosas tienen solución. Estamos cada vez más lejos del pueblo pobre y cada vez más cerca de oligarcas, gobiernos y fuerza armada. Muchos lo dijeron hace año y medio: se está revirtiendo una larga tradición de la arquidiócesis, en esto y en otras cosas. ¿No será posible un verdadero diálogo en la Iglesia basado en la realidad, en la historia, teniendo como criterio lo mejor de nuestros mártires? ¿No será posible que los laicos -y especialmente las laicas- digan su palabra, que el clero -y especialmente las religiosas, que tienden a ser cada vez más ignoradas- opinen sobre cosas tan graves? Miremos a Monseñor Romero, futuro beato, y preguntémonos como vamos en la Iglesia: si bien y con el pueblo o mal y con los poderosos.


Propaganda política y realidad nacional

¿Por quién o por qué votar?

Una pregunta obligada que surge de la observación del espectáculo electoral que está presenciando la población salvadoreña con motivo de las próximas elecciones es: ¿por qué votarán quienes decidan hacerlo? O, lo que es lo mismo, ¿qué es lo que estarán escogiendo efectivamente los salvadoreños con su voto?

La propaganda debe permitir a los distintos partidos políticos darse a conocer frente al electorado, proporcionándole los elementos suficientes para decidir qué propuesta política conviene más a sus intereses y, por consiguiente, cuál de ellas merece ser votada. En este contexto, las estrategias publicitarias se convierten en la fuente principal de cualquier campaña electoral y en herramienta fundamental tanto para los partidos -en la medida en que a través de las mismas cada uno de ellos debe convencer a los electores de que su propuesta es la mejor- como para la población -en la medida en que mediante esas estrategias se entera de las distintas posibilidades de representatividad con las que cuenta.

Dicho lo anterior, cabe preguntarse qué es lo que debe haber detrás del escenario publicitario creado por la campaña política. Si damos por sentado que la propaganda debe ser en lo posible el espejo que refleje lo que los partidos son, proponen y pueden llevar a cabo, la misma debería expresar propuestas específicas y medidas concretas que garanticen su operatividad. Según este criterio, ¿qué decir de la campaña electoral que se desarrolla actualmente en El Salvador?

Las debilidades de la campaña política

En nuestro país resulta cada vez mas claro que la campaña en curso no parece estar respaldada de forma suficiente por contenidos políticos palpables para el grueso del electorado. La propaganda y el sustento real de la misma -los problemas de fondo que tiene el país- se encuentran distanciados entre sí; evidentemente en unos casos más que en otros. En materia propagandística, el ejemplo de ARENA es lamentable: toda su actividad proselitista se muestra indiscutiblemente manchada de una ideología desfasada que en nada corresponde a la actual coyuntura del país, en donde la búsqueda de la democracia, tan promocionada en los últimos cinco años, debería ser una obligación no sólo política, sino ética al interior de cada partido. Por consiguiente, la actitud que ha asumido ARENA, confrontativa y que deliberadamente denigra a los partidos de oposición (específicamente del FMLN), es absurda tanto porque la denigración nada tiene que ver con la democracia como porque en la misma se pone de manifiesto el temor (infundado) que experimenta ARENA frente al FMLN y la dificultad que el partido en cuestión tiene a la hora de proponer un verdadero plan de gobierno en función de las necesidades del país y no de sí mismo o del reducido grupo de privilegiados que medran bajo su protección.

Por otra parte, si bien es cierto que el FMLN ha demostrado un poco más de seriedad política al centrar su campaña en algunos de los problemas más graves que tiene ante sí el país, la propaganda difundida hasta ahora no ha sido lo suficientemente clara en detallar los pasos a seguir o las medidas que, de llegar al poder, tomaría el partido para cumplir con lo prometido. La campaña del FMLN corre el riesgo de ser asumida por el grueso del electorado como mero discurso sin viabilidad real: se promete disminuir el IVA, pero no se ofrecen las alternativas de cobertura una vez se presente el déficit en las arcas públicas, se promete disminuir los costos de los servicios públicos, pero no se especifica quién, cómo o con qué se solventará una mayor cobertura a menor precio.

En cuanto a los partidos restantes cabe señalar que les falta mucho aún para consolidarse como verdaderas alternativas para la mayor parte de la población votante. La campaña impulsada por los doce partidos más "pequeños" se encuentra en franca desventaja con respecto a los "grandes". Este fenómeno, que responde a dificultades de orden económico y resulta tan conveniente para los partidos mayoritarios, es definitivamente perjudicial para la incipiente democracia salvadoreña ya que favorece la polarización y priva al electorado de conocer con igual amplitud todas las ofertas políticas.

En definitiva, el rumbo que está tomando la campaña es preocupante: en primer lugar, el espectro político se presenta incompleto y no porque no existan posibilidades distintas a los partidos aventajados, sino porque las posibilidades publicitarias favorecen más a quienes mayor capacidad económica tienen. Lo anterior trae como consecuencia un proceso electoral que tiende a la polarización que presenta privilegiadamente dos opciones: la primera, ARENA, un partido escasamente democrático, como lo demuestra su estructura interna, y con poco interés de democratizar su quehacer político, como se está viendo reflejado cotidianamente en su propaganda. La segunda, el FMLN, quien afirma estar a favor de los intereses del pueblo y, que sin embargo, no aclara a las mayorías los pasos concretos que habría que dar para hacer realidad las promesas que con tanta contundencia ofrece.

La visible ruptura entre proselitismo y respaldo real y operativo que presenta la actual campaña, lleva a las siguientes preguntas: ¿por qué votarán los salvadoreños el 16 de marzo? ¿Será sólo por una fachada publicitaria que a base de colores, canciones y consignas descontextualizadas lleve al electorado a las urnas? ¿Será por un conjunto de promesas de dudosa realización? ¿O será que los salvadoreños que quieran votar se verán obligados a hacerlo eligiendo entre dos partidos que se presentan cómo las únicas alternativas de poder?

Opiniones de políticos y candidatos

Armando Calderón Sol. Presidente de la República:

"Tiene que ser una campaña que venga al debate, que venga a enriquecer la cultura, que venga a promover la participación del ciudadano. Tiene que provocarse un serio debate, honesto debate y no un espectáculo de confrontación, de choque. Que invite a participar al ciudadano porque el ciudadano tiene un alto abstencionismo porque tiene una decepción de este tipo de debates y de este tipo de confrontación".

Juan Ramón Medrano, diputado PD:

"Arena se enfrenta a una inmadurez para buscar entendimiento nacional, se mantiene excluyente, verticalista e impositiva, y el FMLN carece de incitativa, creatividad y propuesta".

Rubén Zamora, candidato a diputado por Convergencia Democrática:

"Convergencia firma en el momento que todos quieran firmar. El problema está en la voluntad de los partidos. Cuando ARENA inicia una campaña en base de provocar, agredir a otros partidos y otros empiezan a responder, creo que la cosa no va bien".

Sigifredo Ochoa Pérez, ex miembro de ARENA y candidato a diputado por el PCN:

"En ARENA no se piensa, se obedece... si no les agachás la cabeza, estás frito"

Mario Valiente, alcalde de San Salvador:

"Si no quieren tener juegos en el país deben eliminar aquellas partes del Código Municipal y de la ley de Arbitrios que obligan a los alcaldes a autorizar estos juegos".

Julio Gamero, diputado de ARENA y Vicepresidente de la Asamblea Legislativa:

"Hasta donde yo sé no hemos recibido ninguna notificación (de suspender esa propaganda)..." "Debemos recordar que no fue ARENA quien comenzó con estas situaciones fue el FMLN; nosotros no nos quedaremos quietos".

Roberto Meza Delgado, empresario y ex nominado a alcalde del PDC:

"Creo que el señor (Wilfredo) Jovel es un hombre inteligente, pero sin ninguna posibilidad. Me alargaría a pensar que sólo su mamá, con su mucho respeto, su mamaíta, va a votar por él..."

Roberto D'Abuisson (hijo), candidato a diputado por ARENA:

"Los partidos, ARENA en especial, son democráticos; nosotros proponemos y la población dispone. Internamente tenemos nuestro esquema de democracia con consultas internas; sí se tiene que dar un sistema de democracia interna, pero también una democracia resposable que permita la unidad y no la disociación interna".


1997 y la esperanza del pueblo

Siempre que acaba un año, los periódicos, las revistas, las emisoras de radio, los diferentes canales de televisión y otros medios, nos muestran sus balances sobre el año que se fue y las perspectivas para el próximo.

En general, quienes suelen expresar su opinión, son políticos y gobernantes. Por eso aquí queremos transmitir opiniones de personas de otros sectores de la sociedad: trabajadores, amas de casa, estudiantes, religiosos y seminaristas

Una triste letanía: los problemas que nos deja 1996

Lo que más destacan entre todos los problemas es la violencia. Lo dicen las encuestas, pero impacta comprobarlo en conversaciones sencillas. El crimen organizado y la delincuencia tienen atemorizada a la población con asesinatos, robos, secuestros, violaciones y otros hechos intimidatorios. Más repugnante aún es la trata de blancas y de niños, el narcotráfico, y otras lacras sociales de ese estilo.

Preocupa el deterioro del sistema judicial, donde jueces sin escrúpulos no colaboran, al parecer, en la defensa de la población civil, sino que más bien se ponen de parte del delincuente al que ayudan, según las informaciones periodísticas, a escapar de las leyes. La lentitud de la reforma judicial y la poca seriedad y profundidad con que se lleva a cabo hace temer que poco cambiarán las cosas.

La Policía Nacional Civil, institución creada como resultado de los acuerdos de paz, también es temida como una institución violadora de los derechos humanos. No ha hecho olvidar completamente a los funestos cuerpos de seguidad del pasado.

Algunos miembros de determinadas instituciones del Estado y del gobierno dan la impresión de estar más atentos a su enriquecimiento y medro personal que a la defensa del bien común. La impunidad y la corrupción forman parte de un estilo político, y es lo que presuponen algunos representantes de la autoridad en sus actuaciones.

Otro gran problema muy grave para los sectores populares ha sido el deterioro del nivel de vida, aún a pesar de que la propaganda oficial señala un cierto crecimiento económico. Y es que con el sistema neoliberal, ideológicamente insolidario y humanamente sin corazón, el mayor crecimiento económico estimula la insaciable avaricia de los más poderosos pero no se vuelca a resolver con decisión los problemas de los pobres. Por ello, asusta los mayores niveles de paro y la pérdida del nivel adquisitivo de los salarios. Las corrientes privatizadoras de los bienes del Estado, en realidad no solucionan nada al pueblo, sino que sirven para el aumento de beneficios y de poder económicos de grupos oligárquicos y hegemónicos.

Las organizaciones populares y los sindicatos son afectados por conflictos sociales importantes, como los de los campesinos en reivindicación de tierras, los desmovilizados, trabajadores y funcionarios. Los más llamativos han sido los conflictos de las trabajadoras de las maquilas. El gobierno, olvidando su responsabilidad con el pueblo que lo eligió, se ha puesto sistemáticamente en contra de los trabajadores y sindicatos, y aun en contra de la procuraduría de los derechos humanos -que sí ha actuado con valentía y firmeza-, en cuanto a las reivindicaciones de justicia de estos sectores.

El pueblo trabajador ha asistido también, sin poder hacer nada, a los enfrentamientos entre empresas de transportes y gobierno. En este asunto las cosas siguen igual o peor. Tenemos un mal transporte, más caro, y falta de educación de motoristas y cobradores en el trato a los usuarios.

Los partidos políticos, tanto ARENA como la oposición, principalmente el FMLN y el PDC, han enfrentado serias crisis y divisiones internas. El pueblo nota que los partidos parecen más preocupados por las cuotas de poder que por el bienestar de la población. Se observa, pues, un desencanto político. Ya no se confía en los partidos. Hay un escepticismo que conduce a una apatía en la cosa pública.

La cultura consumista y explotadora está, además, incidiendo en las familias. El deterioro y desarticulación familiar avanza. Uniones y separaciones de hecho, irresponsabilidad de los padres, incapacidad de las madres, enfrentamiento generacional entre padres e hijos, todo esto está afectando grandemente a las nuevas generaciones.

Por ello, la juventud, vive en un ambiente de deterioro familiar: con escasa educación, absorbida por los antivalores de la máxima ganancia y placeres biológicos, atropellados por la injusticia social y la falta de oportunidades, entretenidos con películas y programas transmitidos por los medios de comunicación, cuyos temas favoritos son la violencia y la pornografía. Una juventud tan maltratada y educada por la sociedad, lógicamente acaba en la droga, en las maras y en la delincuencia. No es la juventud la que se desvía, es la sociedad la que pervierte a la juventud.

¿Y la Iglesia?

En cuanto a la Iglesia se refiere, claramente se ha ido manifestando una involución. Parece pretenderse desde ciertas instancias, que el pueblo olvide el mensaje liberador legado por nuestros mártires. La opción preferencial por los pobres, en la que tanto insiste el Papa Juan Pablo II y la misma doctrina eclesial, parece que se transforma en una opción de no molestar a los ricos en su afán acumulador. Se margina, se cambia o se combate a los sectores eclesiales partidarios de la acción por la justicia. El perdón y la reconciliación, en la Iglesia es en donde más se predica, pero muy poco se practica. Hay una división evidente, desde la muerte de Mons. Rivera, que en vez de ir solucionándose se agrava a medida que pasa el tiempo.

La Iglesia produce también desconcierto porque ante el pueblo ofrece claramente dos mensajes opuestos. Esto se ha podido observar en la toma de postura ante temas fundamentales como la delincuencia, la pobreza que padece la población, la pena de muerte que se quiere implementar, las actitudes prepotentes del gobierno, y hasta en el tema de la paz.

Esperanza y compromiso

Esto es lo que no decían las personas con quienes hemos dialogado sobre 1996. Las esperanzas son más seguridad ciudadana y mejor nivel de vida, progresos en la reconciliación y en la fraternidad de los salvadoreños Esperan también que la Iglesia sea plural y profética, no uniforme y conservadora. Ha de ser una Iglesia servidora de los pobres y no sometida al capital. Una Iglesia que no ande a "la caza de brujas" contra sacerdotes, religiosas y laicos que pretenden vivir la espiritualidad de Mons. Romero, practicando el anuncio liberador y la denuncia de la injusticia.

El compromiso que se ha de realizar en este año 1997 es claro: "Si quieres la paz, trabaja por la justicia".

Pedro Serrano


Arzobispo de San Salvador ascendido a general de brigada

La noticia

"El ministerio de Defensa otorgó ayer el grado de general de brigada a monseñor Fernando Sáenz Lacalle, arzobispo de San Salvador y administrador apostólico del Ordinariato Militar, durante una ceremonia especial celebrada en el comando de Doctrina y Educación Militar (CODEM).

En el mismo acto, el cual fue presidido por el alto mando castrense, otros miembros del servicio religioso, sanidad y bandas militares, dentro de la Fuerza Armada, recibieron sus grados asimilados.

Un comunicado del Centro de Comunicaciones y Protocolo del Ejército explicó que se dieron posesión a los grados asimilados de conformidad a la Ordenanza del Ejército y del Reglamento de la Ley de la Carrera Militar que rigen el funcionamiento de la Fuerza Armada. Señala el comunicado que los grados militares asimilados para los miembros de la Iglesia Católica y al servicio de la Fuerza Armada se otorgan en base a un convenio entre la Santa Sede y la República de El Salvador, que data desde 1968. También de conformidad al Reglamento de Organización del Servicio Religioso dentro de la institución castrense, según lo establece el decreto 57, publicado en el "Diario Oficial" del 30 de julio de 1986, en los artículos 13 y 14.

Además de Monseñor Sáenz Lacalle, la institución castrense acordó otorgar el grado de coronel, al padre Carlos Francisco Mejía; de teniente coronel a los presbíteros Leopoldo Jesús Barreiro Gómez, Geovanni Bergamasco. Se les dio el grado de mayor a los sacerdotes Fabio Reynaldo Colindres Abarca, Samuel de Jesús Rivera. Y asimilaron el de grado de capitán los padres Juan Agustín Herrera Montoya y Carlos Méndez Hernández.

De acuerdo al portavoz oficial, la asignación de los grados militares pretende fomentar la moral, disciplina y otras normas que deben de prevalecer entre los miembros de la Fuerza Armada, con el propósito de preservar y elevar los valores profesionales y religiosos, acordes a la modernización social e institucional". (La Prensa Gráfica, 25 de enero).

Explicación de Mons. Sáenz

"El Arzobispo de San Salvador, Fernando Sáenz Lacalle, rechazó hoy las críticas de algunos sectores dentro de la Iglesia Católica por su reciente ascenso a general de brigada del Ejército, donde se desempeña como vicario castrense".

Sáenz Lacalle, de nacionalidad española y miembro del "Opus Dei", explicó a la prensa que se desempeña como guía espiritual de la Fuerza Armada desde julio de 1996, pero en calidad de Administrador Apostólico, mientras el Vaticano designa al Obispo Castrense. "Yo tenía un grado de coronel hasta hace tres días y he recibido un ascenso", expresó el arzobispo, cuya gestión es alabada por los sectores más conservadores del país, sobre todo por su negativa a comentar a profundidad asuntos de la vida nacional, aduciendo que los religiosos no deben inmiscuirse en política.

Sáenz Lacalle insistió en que "hay una atención espiritual y sacerdotal dentro del Ejército, pero los sacerdotes dentro de esa estructura no intervienen en absoluto en ninguna decisión de nivel militar y mucho menos, sino que sencillamente dan su tiempo en la acción pastoral". Insistió en que esa situación es aceptada dentro de la Iglesia, ya que "asegura dentro de la estructura castrense el respeto que se les debe (a los sacerdotes) o el nivel de conexión o consulta al cual se tiene que mover".

El arzobispo aseguró que gestiona ante la Santa Sede el nombramiento del obispo castrense al más corto plazo, ya que sus funciones dentro de su cargo no le permiten "atender como se debe" las asignadas en forma temporal". (ACAN-EFE, 26 de enero).

Reacciones

Las reacciones no se han hecho esperar. Ha habido creyentes que, preocupados por su propia espiritualidad alienada o por sus afanes cotidianos, apenas si le dieron importancia a la noticia. Algunos, descorazonados, manifestaron su pesimismo con una jerarquía que se aleja del pueblo cada vez más. Pero son innumerables, los creyentes consecuentes y responsables con el caminar de la Iglesia salvadoreña, que sintieron verdadera consternación. Ofrecemos a continuación varias reacciones, un comentario enviado a la YSUCA y un pronunciamiento de las comunidades de la diócesis de Chalatenango.

Comentario: Arzobispo y general

El ascenso a general de brigada del arzobispo de San Salvador ha sacado a la luz pública que, además de metropolitano de la capital, es obispo de los militares. Al tomar posesión de la sede capitalina, hace ya más de año y medio, prometió que pronto abandonaría el ministerio castrense, pero desde entonces no se pierde un acto oficial de la Fuerza Armada, a los cuales asiste con todas sus vestiduras episcopales y en los cuales se sienta entre las autoridades de la república y del ejército.

La ceremonia de ascenso fue privada, aunque fue luego retransmitida en varios noticieros de televisión, y fue chocante ver cómo el obispo de San Salvador prestaba juramento ante el Ministro de Defensa, como cualquier funcionario público. De hecho, según lo jurado, el arzobispo es también un funcionario público. El presidente de la república es su comandante y jefe, y además, está sujeto al Ministro de la Defensa y al alto mando de la Fuerza Armada. Le dieron un bastón de mando, símbolo de la autoridad del general sobre su brigada; así como el nuncio apostólico le entregó el báculo en la catedral metropolitana, símbolo de responsabilidad sobre su grey. No sabemos si también usará anillo y charreteras militares. Tampoco sabemos si llamarlo simplemente monseñor o, como lo hace el ministro de defensa, Monseñor y General de brigada.

Es natural que los militares quieran tener sus propias capellanías así como tienen sus centros deportivos y comerciales, su universidad y su funeraria. Pero es menos claro qué tiene que ver la disciplina y el orden militar con el ministerio sacerdotal. ¿Por qué razón los militares no pueden acudir a sus respectivas parroquias para cumplir con sus devociones y obligaciones religiosas tal como lo hacemos todos los demás cristianos? El capellán de casa presidencial, también ascendido en esta oportunidad, ¿es considerado parte de la estructura militar? Si el Estado concede fueros especiales a los militares por los servicios que dicen prestar a la república, Dios sólo reconoce hijos e hijas, hermanos y hermanas. Para el Dios de Jesús no existen fueros ni privilegios de ninguna clase.

La Iglesia, por lo tanto, no debiera prestarse a la conservación de estos privilegios. En cuanto personas, los militares debieran acudir a sus propias parroquias y además debieran participar activamente en la vida parroquial. En cuanto institución, la jerarquía eclesiástica debiera tratar al ejército con el mismo criterio con el que trata a cualquier otra institución social. Y a la luz de los tiempos que corren el tratado con la Santa Sede bien puede ser revisado y anulado.

Y recordemos también que Mons. Joaquín Ramos, el predecesor del arzobispo fue asesinado hace tres años, que el crimen no ha sido debidamente investigado y que existen suficientes indicios que apuntan hacia los militares. Mons. Rivera estaba convencido de la participación de la Fuerza Armada en este asesinato. Asimismo es conocida la cerrada defensa de la fuerza armada que sobre este caso hace el arzobispo y ahora general.

Por lo que toca al ascenso, no convence ninguno de los argumentos esgrimidos para justificarlo. Si los nuevos sacerdotes oficiales militares no tienen mando militar, ¿qué sentido tienen los ascensos? No son más que glorias y vanidades mundanas de las cuales la Iglesia de Jesús debiera huír, aunque sus cargos sí conllevan salarios cuantiosos y prestaciones generosas. ¿Cobran tales salarios y se benefician de sus prestaciones el arzobispo y los sacerdotes ascendidos? El arzobispo llegó a la arquidiócesis de San Salvador con un chófer y guardaespaldas que pertencía al ejército y, por lo tanto, era pagado por éste.

Esos salarios y esas prestaciones salen de los impuestos que pagamos los ciudadanos, muy insuficientes para atender las obligaciones sociales del Estados. Ante ello ¿no sería más evangélico que el obispo y los capellanes militares renunciasen voluntariamente a semejantes erogaciones?

Las capellanías militares son muy cuestionables, pero hasta ahora eran servidas con discreción y, por eso mismo, toleradas. El ascenso del arzobispo de San Salvador a general de brigada, por el contrario, causa estupor y escándalo en el pueblo de Dios. San Salvador ahora tiene un arzobispo que además es general de brigada".

Diversas opiniones

Los laicos en diferentes agrupaciones, comunidades y coordinadoras, se están reuniendo para reflexionar y tratar de frenar esta situación crítica en la Iglesia.

En Arcatao, Chaletenango y otros lugares del país, pero sobre todo en la Arquidiódecis de San Salvador, las asociaciones de laicos, tales como Milpa Libre, Sentir con la Iglesia, CEBES, y otras sienten la responsabilidad de decir y hacer algo en esta lamentable situación eclesial. Hemos escuchado ya muchas opiniones y reproducimos algunas de ellas.

María Elena, de la Colonia Zacamil, pregunta indignada: "¿Puede nuestro arzobispo tener grado militar, sin transgredir el evangelio?"

La hermana Isabel, religiosa, dice: "Ni el Concilio Vaticano II, ni las Conferencias Latinoamericanas de Medellín, Puebla y Santo Domingo hablan de honores, sueldos y prebendas militares ni políticas, sino de una clara opción preferencial por los pobres".

Un académico comenta: "La aceptacion de cargos militares supone una desnaturalización de la Iglesia; máxime que, en El Salvador, es en el único lugar de Centroamérica donde existe obispo castrense; y ahora, general de brigada".

Otto, joven estudiante de una comunidad eclesial de base, dice: "Monseñor Romero no aceptó ni carro, ni motoristas armados. Menos aún, honores o dinero procedente de los militares que tan malos tratos dieron a los sectores populares".

Un sacerdote norteamericano comentaba con incredulidad: "Me parece imposible de creer".

Aída, campesina de Chalatenango, activa durante muchos años en las comunidades, lo resume todo en estas palabras: "Ahora empiezo a sentir vergüenza".

Dudas, confusiones y escándalo

en las comunidades de Chalatenango

Somos un grupo de comunidades Cristianas, religiosas y sacerdotes de la diócesis de Chalatenango que hemos leído en los medios de comunicación social del día 25 de enero del año en curso que "el Ministerio de Defensa otorgó ayer el grado de General de Brigada a Monseñor Fernando Sáenz Lacalle, arzobispo de San Salvador y administrador apostólico del Ordinariato Militar, durante una ceremonia especial celebrada en el Comando de Doctrina y Educación Militar (CODEM)". Ninguno de los argumentos enunciados en La Prensa Gráfica por el señor arzobispo para justificar el ascenso son válidos. Conocemos que, de acuerdo a concordatos entre La Santa Sede y diferentes Estados, existe el título de "Ordinario Castrense". Ocurre, sin embargo, que en nuestro país este ascenso se da en circunstancias muy especiales de postguerra, después de una historia sangrienta de muerte y destrucción. Debemos pensar si en aras de la libertad que la Iglesia debe tener, se deben conservar estos privilegios. ¿Qué sentido tienen los ascensos? Son glorias y privilegios de los que la Iglesia debe apartarse.

Hablamos desde esta diócesis que ha tenido una experiencia martirial durante la pasada guerra cicil. Hemos visto cómo la Fuerza Armada diezmó a nuestra población civil, matando injustamente a ancianos y ancianas, mujeres y niños en masacres ocurridas en nuestro país en las que perdimos muchos familiares.

Ante lo presentado en los medios de comunicación social sobre el ascenso se han despertado en el pueblo de Dios dudas, confusiones y escándalo. Dudas porque hemos visto cómo el arzobispo de San Salvador prestaba juramento ante el Ministro de Defensa, como cualquier funcionario público, que nos lleva a pensar que, según lo jurado, el presidente de la república es su comandante en jefe y además está sujeto al Ministro de Defensa y al Alto Mando de la Fuerza Armada. Existe, además el agravante que la juramentación, que fue ampliamente presentada en los medios de comunicación social, se da en plena campaña electoral, con lo que sentimos que la Iglesia y su credibilidad están siendo manipuladas y utilizadas políticamente. Nos preguntamos: ¿quedará la conducción de la Iglesia en manos de estos nuevos jefes? Confusiones porque no comprendemos qué ha movido al Señor Arzobispo a olvidarse de la tradición y línea pastoral iniciada por Monseñor Luis Chávez y González, sellada por el martirio de Monseñor Romero y continuada por Monseñor Rivera que en todo momento fueron libres e indipendientes de todo poder civil y militar. El Papa Juan Pablo II en su Carta Apostólica "Tertio Millennio Adveniente", en el numeral 37 nos dice: "es preciso que las iglesias locales hagan todo lo posible por no perder el recuerdo de quienes han sufrido el martirio". Escándalo porque creemos que al jurar este cargo y subordinarse al mando militar avala, con su persona y dignidad eclesiástica, a una institución que ha perseguido a la Iglesia.

Hemos reflexionado las palabras del evangelio de Mateo: "Ningún servidor puede quedarse con dos patrones, porque verá con malos ojos al primero y amará al otro, o bien preferirá al primero y no le gustará el segundo. Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al dinero", Mt. 6, 24. El texto nos indica que debemos mantenernos libres para servir mejor a Dios. Nos preguntamos: ¿a qué patrón servirá ahora el señor arzobispo?

Por otra parte nos deconciertan las declaraciones del señor arzobispo a los medios de comunicación social al decir que gestiona ante Roma el nombramiento de un nuevo Obispo Castrense, cuando aún no se ha aclarado debidamente el asesinato del obispo Castrense anterior, Monseñor Joaquín Ramos.

Sorprenden en un país como el nuestro, donde más del 60% de la población vive en extrema pobreza, los salarios jugosos y prestaciones generosas que estos cargos conllevan y que salen de los impuestos que también pagan los pobres. ¿No sería más evangélico que los obispos y capellanes militares renunciasen a semejantes prestaciones?

En la búsqueda del perdón y de la reconciliación en nuestro país somos todos responsables. Para ello recordamos las palabras del Papa Juan Pablo II en su mensaje para la Jornada Mundial por la Paz. En el numeral 5 nos dice: "Todos, pues, están llamados a vivir la verdad. Donde se siembra la mentira y la falsedad, florecen las sospechas y las divisiones. También la corrupción y la manipulación política o ideológica son esencialmente contrarias a la verdad, atacan los fundamentos mismos de la convivencia civil y socavan las posiblidades de relaciones sociales pacíficas".

Como pueblo de Dios oramos para que la Iglesia sea fiel al espíritu de la persona de Jesús el Señor.

Chalatenango, 30 de enero de 1997.


Culturas oprimidas y Evangelio

Don Samuel Ruíz

La evangelización trajo consigo, so pretexto de hacerse cargo de la conversión de determinados individuos, un factor religioso en la estructuración social de aquella época. Los indios se convirtieron en la mano de obra barata del imperio que se gestaba en esos momentos.

Nuestros obispos reunidos en Santo Domingo dijeron, afortunadamente, que en las carabelas de Colón no se trajo a Dios, sino que ya estaba por acá ese Dios paseando por las culturas del continente.

El Concilio nos dice, y lo remarca Santo Domingo, que tenemos que llegar a la construcción de Iglesias autóctonas en el continente. Esto supone que se acepte la cultura, que se encarne el mensaje en la cultura, indígena en este caso. Y esa encarnación del mesaje supone, por supuesto, aceptar que los miembros de la comunidad van a poder pensar su fe con sus propios medios de reflexión, que no es la filosofía de Heidegger o la de Santo Tomás de Aquino, sino que es el mito como método de reflexión, con lo cual hacen abstracción y reflexionan en su comunidad.

Esto signifca que en la comunidad tiene que haber capacidad de autosuficiencia, tiene que haber ministros de la propia comunidad, y quizás hasta obispos. A su interior, la Iglesia tiene que ser autosuficiente, y esto supone que haya dentro de ella y de su cultura sus propios ministros. Ahora bien desde Alaska hasta la Patagonia no hay una sola comunidad indígena, donde la concepción que tienen de la persona adulta no pase por la experiencia de la vida matrimonial. Entonces, al tratar el tema del ministerio no se trata de elucubraciones teológicas, sino de oponer en práctica lo que dice el concilio: si hay que encarnar el mensaje en la cultura, se tiene que tener en cuenta estas situaciones.

Momento decisivo: grandes posibilidades y grandes retos

En estos momentos se está dando la insurgencia, la emergencia del indio como sujeto de su propia historia en todo el continente -y los 500 años nos lo manifestaron claramente. Estamos en un momento de tremenda riqueza y de grandísimos retos. La tremenda riqueza es que el indígena emerge con su toma de conciencia de su identidad cultural, con la conciencia de que no solamente existe, sino que tambien sabe que tiene valores que pueden ser valederos, útiles, necesarios para la transformación del continente hacia un nuevo modelo de sociedad -particularmente en el aspecto comunitario-, y son valores que no recibieron con la fe cristiana, sino que son valores religiosos previos a la evangelización -y tienen otros muchos valores.

Además, sabedores de esto, las comunidades que no se convirtieron al cristianismo, sino que viven en sus religiones precolombinas, están haciendo una reflexión sistemática de su propia creencia, preparándose así para lo que no se dio en los 500 años, es decir, un diálogo interreligioso entre cristianismo y las religiones indígenas -y a eso tenemos que prepararnos también nosotros.

Hay otros indígenas, ya evangelizados, que están haciendo el trabajo de encarnar el cristianismo dentro de los esquemas culturales, dentro de su propia etnia. Es un trabajo lento y fuerte, pero si no se avanza con firmeza en este proceso de encarnación evangelizadora del cristianismo en las culturas, el indígena que emerge ahora con una toma de conciencia de su identidad no va a resistir esa esquizofrenia en que vive, obligado a vivir una cultura extraña y la suya propia. La identidad se va a tener que manifestar dentro de su propia cultura y, por tanto, en su religión precolombina que no le plantea la esquizofrenia que el cristianismo le ha obligado a tener.

Entonces, no digo que la situación sea trágica, pero sí que nosotros vamos a tener grandes sorpresas. Si bien algunos profetizan que el cristianismo va a ser el punto de convergencia para los indígenas, no va a ser así. Va a ser, curiosamente, una liberación que emerge y que tiene ciertamente raíces cristianas, pero su identidad la van a buscar dentro de sus raíces precolombinas, si el cristianismo no se encarna de verdad en sus culturas.

No es cuestión de vida o muerte, sino de modalidad. Inclusive, los indígenas que están evangelizados y que están viviendo un proceso de encarnación de lo que es su fe dentro de la cultura, están volviendo a manifestar su fe -con el terror de varios agentes de pastoral que no entienden lo que están pasando- con signos "paganos". Están en un proceso, aparentemente, de involución hacia situaciones anteriores, por una sencilla razón: porque los signos que están en su cultura no evolucionaron al tiempo que su fe salía fuera de su cultura a una cultura occidental.

Entonces no hay signos culturales que hayan evolucionado, y por tanto tendrán que adoptar aquellos que existen y que van a tener cierta reminiscencia del pasado, pero que ya no tienen evidentemente los contenidos que tenían antes. Estamos en un momento emocionante donde tenemos que prepararnos no solamente para el diálogo ecuménico, que ya más o menos se está dando, sino para este diálogo interreligioso que no se dio al inicio de la conquista y que será ahora cauce para una segunda y más profunda evangelización.

Un campesino nos llama a la responsabilidad

Déjenme decir tres cosas para terminar. Una cosa es ver, otra cosa es entender y otra cosa es comprender una cultura. Distinguiendo estos tres aspectos en relación con la cultura, cuando nosotros vemos una cultura descubrimos factores culturales, cuando nosotros entendemos una cultura descubrimos relaciones entre los factores culturales, cuando nosotros comprendemos una cultura vemos la globalidad de la cultura y de la utopía que tiene delante.

Si alguien -mirando- ve una cultura y actúa, la destruye. Si alguien -entendiendo una cultura- quiere entrar en ella, la modifica. Si alguien, -comprendiendo la globalidad-, quiere actuar entonces ya es parte de aquella cultura, la ha entendido y entonces no la modifica ni la destruye, sino que la transforma. O sea, es parte del grupo humano y entonces el avance es diferente. Son los propios miembros de la cultura los que penetrados de los valores evangélicos van viviendo este proceso encarnatorio haciendo que el cristianismo y los valores evangélicos vayan fertilizando y también afectando críticamente los antivalores que existen en cualquier cultura y grupo humano.

En una reunión previa al encuentro de Obispos de Puebla, la reunión del CELAM, los obispos estábamos reunidos con unas comunidades campesinas, y les preguntamos qué querían que lleváramos a esa reunión, y un campesino que había ido en nombre de su comunidad, bastante tímido, nos dijo estas palabras memorables:

"Nosotros estamos acostumbrados a vivir en la selva y entonces allí no tenemos instrumentos. Cuando tenemos que cortar un árbol para sembrar o para hacer nuestra casa, tenemos nada más que nuestra hacha o machete. Para poder cortar el árbol tenemos que ponernos de acuerdo, porque si yo doy un hachazo porque sí, yo doy un hachazo aquí y el otro lo da más abajo, no solamente no podemos cortar el árbol, sino que quizás en el último momento, si damos un hachazo indebido, en lugar que el árbol caiga para un lado dándonos vida, se va a caer encima de nosotros dándonos muerte. Nosotros pensamos que ustedes, señores obispos, tienen que tumbar el árbol de la opresión y tienen que ponerse de acuerdo para ver dónde va a dar el hachazo cada uno de ustedes, porque si lo dan en un lugar no indicado a lo mejor vamos a tener muerte en lugar de vida".


Textos ovidados de la doctrina social de la Iglesia (II)

Nuestro sistema económico

Con frecuencia en esta Carta a las Iglesias ofrecemos opiniones y artículos sobre la situación económica y social de nuestro mundo. En el número 364 ofrecimos también textos importantes de la doctrina social de la Iglesia a los que llamamos "textos olvidados". Seguimos con ellos, y hoy tratamos el tema de "Nuestro sistema económico".

Introducción

Texto. "Sobre estas nuevas condiciones de la sociedad ha sido construido un sistema que considera el provecho como motor esencial del progreso económico, la competencia como ley suprema de la economía, la propiedad privada de los medios de producción como un derecho absoluto, sin límites ni obligaciones sociales correspondientes. Este liberalismo sin freno, que conduce a la dictadura, justamente fue denunciado por Pío XI como generador de "el imperialismo internacional del dinero". Sería injusto que se atribuyera a la industrialización misma los males que son debidos al nefasto sistema que la acompaña" (Pablo VI, Populorum Progressio, 1967, n. 26).

Comentario. Este párrafo es tan espléndido que basta con atender a las palabras subrayadas que dan algunos de los rasgos principales del sistema sin necesidad de ningún otro comentario.

Crítica y denuncia

Texto 1. "Salta a los ojos de todos¼ que en nuestro tiempo no sólo se acumulan riquezas, sino que también se acumula una descomunal y tiránica potencia económica en manos de unos pocos que, la mayor parte de las veces no son dueños, sino sólo custodios y administradores de una riqueza en depósito, que ellos manejan a su voluntad y arbitrio. Un dominio ejercido de la manera más tiránica por aquellos que, teniendo es sus manos el dinero y dominando sobre él, se apoderan también de las finanzas y señorean sobres el crédito y, por esta razón, se diría que administran la sangre de que vive toda la economía y parecen tener en sus manos el alma de la misma, de modo que nadie puede ni respirar contra su voluntad.

Esta acumulación de recursos y de poder -nota casi característica de la economía contemporánea-, es el fruto natural de la ilimitada libertad de los competidores, de la que han sobrevivido sólo los más poderosos, lo que con frecuencia equivale a decir: los más violentos y los más desprovistos de conciencia.

Las últimas consecuencias son: la libre concurrencia se destruye a sí misma; la dictadura económica se adueña del mercado libre; al deseo de lucro ha sucedido la ambición desenfrenada de poder; toda la economía se ha hecho horrendamente dura, cruel y atroz; pérdida del prestigio del Estado que (aunque debería ocupar el puesto de rector y árbitro supremo de las cosas, libre de todo interés de partes y atento exclusivamente al bien común y a la justicia), se hace por el contrario esclavo, entregado y vendido a la pasión y a las ambiciones humanas" (Pío XI, Quadragesimo anno, 1931, nn. 105¾109).

Comentario. Estremece pensar que estos párrafos no son de 1997, sino de 1931. ¿Cuántos ricos -cristianos o no- aceptarían hoy que no son dueños sino administradores de una riqueza en depósito y que no pueden manejarla a su voluntad? Pío XI no tiene inconveniente en usar las palabras "tiranía" y "dictadura" donde nosotros sólo hablamos de democracia (porque sin democracia económica no puede haber democracia política). En una tiranía el triunfo no es señal de más capacidad sino de más violencia y de menos conciencia. El resultado es que los mismos valores ideales del sistema "se destruye a sí mismos".

Texto 2. "Si la Iglesia condena los regímenes marxistas actuales, no pueden dejar de advertirse que el obrero, en su esfuerzo por mejorar su condición, tropieza con un sistema social que, lejos de estar de acuerdo con la naturaleza, se opone al orden establecido por Dios y a la finalidad que El asignó a los bienes de la tierra" (Pío XII, Mensaje, 7 de septiembre, 1947).

Texto 3. "El sistema económico-social, creado por el liberalismo manchesteriano y que todavía perdura en el criterio de la unilateralidad de la posesión de los medios de producción, de la economía encaminada a un provecho privado prevalente, no trae la perfección, no trae la paz, no trae la justicia, si continúa dividiendo a los hombres en clases irreductiblemente enemigas, y caracteriza a la sociedad por el malestar profundo y lacerante que la atormenta, apenas contenido por la legalidad y la tregua momentánea de algunos acuerdos en la lucha sistemática e implacable, que debería llevarla a la opresión de una clase contra la otra.

Muchas desgracias consecuentes a la búsqueda del bienestar humano, fundado exclusiva y prevalentemente en los bienes económicos y en la felicidad temporal, nacen precismente de esta estructuración materialista de la vida, imputable no solamente a aquellos que del viejo materialismo dialéctico hacen el dogma fundamental de una triste sociología, sino también a todos cuantos colocan al becerro de oro en el puesto que le corresponde al Dios del cielo y de la tierra. Habéis comprendido que para vosotros la aceptación del mensaje cristiano es un sacrificio: mientras que para las clases carentes de bienaventuranza y esperanza, para vosotros es un mensaje de responsabilidad, de renuncia y de temor" (Pablo VI, Discurso a los empresarios, 1964).

Comentario. Según el duro texto de Pío XII el sistema es antinatural. Pablo VI aclara este adjetivo: el sistema no es de justicia y paz, sino de injusticia y guerra (primer párrafo). Y lo es porque se asienta sobre un materialismo [no ateo sino] idólatra (segundo párrafo). Un ejemplo de esa lucha de clases, concebida como hecho consecuente al sistema y no como medio para su superación, es interpelación personal del mismo documento de Pablo VI, dirigido, recuérdese, a empresarios, que publicamos a continuación:

Texto 4. "Ustedes mismos ¿no experimentan este extraño resultado en sus esfuerzos en la aversión que surge contra ustedes precisamente en aquellos mismos a quienes han ofrecido trabajo? Sus empresas, maravillosos frutos de sus esfuerzos ¿no son acaso motivo de disgustos y ataques? Las estructuras mecánicas y burocráticas funcionan perfectamente, pero las estructuras humanas no. La empresa, ¿no es acaso todavía hoy una fricción de espíritus e intereses? ¿No se la considera a veces como argumento contra quien la ha constituido, la dirige y la administra? ¿No se dice de ustedes que son capitalistas y los únicos culpables? Ha de tener algún vicio profundo, una radical insuficiencia este sistema, si desde sus comienzos cuenta con semejantes reacciones sociales".

Comentario. Estas palabras fueron consideradas en su día como de las más importantes que haya dicho nunca un papa. Y lo siguen siendo. Su valor está precisamente en que el papa no culpabiliza en absoluto a sus destinatarios. Más bien, al lamentar la hostilidad que surge contra ellos, los lleva a descubrir alguna insuficiencia profunda del sistema. Y esa insuficiencia consiste en la radical primacía de las estructuras económicas sobre las estructuras humanas.

3. Elementos de corrección

Texto. "Prioridad del trabajo humano sobre el capital. El trabajo es siempre una causa eficiente primaria, mientras que el capital es sólo un instrumento. El conjunto de medios es fruto del patrimonio histórico del trabajo humano. Instrínsecamente verdadero y a su vez moralmente legítimo puede ser aquel sistema que, en su raíz, supera la antinomia entre trabajo y capital, tratando de estructurarse según el principio expuesto más arriba de la sustancial y efectiva prioridad del trabajo.

Desde esta perspectiva, sigue siendo inaceptable la postura del "rígido capitalismo, que defiende el derecho exclusivo a la propiedad privada de los medios de producción, como un "dogma intocable en la vida económica. El principio del respeto de trabajo, exige que este derecho se someta a una revisión constructiva en la teoría y en la práctica. En efecto, si es verdad que el capital, al igual que el conjunto de los medios de producción, constituye a su vez el producto del trabajo de generaciones, entonces no es menos verdad que ese capital se crea incesantemente gracias al trabajo llevado a cabo con la ayuda de ese mismo conjunto de medios de producción" (Juan Pablo II, Laborem Excercens, nn. 12,13.14).

Comentario. Quizá sea bueno recordar que estas líneas son rigurosamente contemporáneas del comienzo de la "era Reagan" (aunque el atentado al papa retrasó unos meses su publicación). En ellas hay un principio fundamental que significa a la vez la crítica y la vía de superación del sistema: la primacía del trabajo sobre el capital, fundamentado en que el capital (y los medios de producción) son sólo intrumento, mientras que el trabajo es causa de la riqueza. De ahí se sigue, entre otras consecuencias, una desabsolutización de la propiedad privada de los medios por parte del capital, dado que, en buena parte al menos, son obra del trabajo. (Véase también el texto de Pío XI, Quadragesimo Anno, 19931, n. 54 que citaremos al hablar del salario).

Balance final

Texto. "Queda demostrado cuán inaceptable es la afirmación de que la derrota del socialismo deje al capitalismo como único modelo de organización económica. Hay que romper las barreras y los monopolios, que dejan a tantos pueblos al margen del desarrollo, y asegurar a todos -individuos y naciones- las condiciones básicas que permitan participar en dicho desarrollo (Juan Pablo II, Centesimus annus, 1991, n. 35).

Comentario. El capitalismo no es, pues, ni el modelo victorioso, ni el mejor modelo, ni siquiera el único posible. Aunque sea el único de que disponemos ahora. Pero, una vez en él, hay que ser muy conscientes sobre algunas de sus consecuencias que son nefastas no ya para sus víctimas, sino para todos. Por eso hay que intentar salvar el máximo de justicia en las relaciones laborales.


Arzobispo de Cuenca, Ecuador, apoya toma de Catedral de Quito

El arzobispo de Cuenca, Monseñor Alberto Luna Tobar, apoyó el miércoles 29 de enero la decisión de centenares de personas de tomar la Catedral de Quito para exigir la derogación de las medidas económicas impuestas por el gobierno.

"Creo que la Iglesia debe comprender esto bajo dos puntos de vista. Primero, que es un acto de expresión de la fe del pueblo en la Iglesia. Y lo segundo, que es una razón de justicia porque el pueblo tiene que buscar una solución porque ya no puede vivir", dijo el Monseñor Luna a la prensa.

La mañana del miércoles el grupo de manifestantes que pertenecen a la Coordinadora de Movimientos Sociales, que agrupa a gremios campesinos, laborales, movimientos de mujeres, indígenas y asambleas cristianas, tomó la iglesia quiteña. "Estamos en la Catedral desde las seis de la mañana y no vamos a salir hasta que se tomen en cuenta nuestros planeamientos", dijo el dirigente campesino César Cabrera.

Dentro del grupo que ocupó la Catedral está el diputado indígena Manuel Lluco y el ex presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas (CONAIE), José María Cabascango. Lluco salió esta mañana de la Catedral para solicitar al Arzobispo de Quito que les permita quedarse en la iglesia para continuar con su propuesta. La CONAIE es la organización indígena más poderosa de Ecuador, que cuenta con una población indígena del 47 por ciento, una de las más altas de América Latina.

Cabrera puntualizó que las exigencias de las organizaciones gremiales son la derogación de aumentos en las tarifas de servicios básicos y del plan de convertibilidad de la moneda, así como una consulta popular sobre el programa de privatizaciones. Asimismo, piden el enjuiciamiento político del ministro de Energía, Alfredo Adum, del procurador general del Estado, Leonidas Plaza, e incluso la destitución del presidente Abdalá Bucaram.

El problema surgió cuando el gobierno aumentó los precios de la electricidad en un 235.4 por ciento, el transporte en un 60 por ciento, el gas en un 244.8 por ciento y anunció un aumento, aún no revelado, de las tarifas telefónicas. Las manifestaciones callejeras comenzaron hace dos semanas como preámbulo a una huelga nacional convocada para el 5 de febrero para rechazar los incrementos a las tarifas de los servicios básicos. La toma pacífica de la Catedral quiteña es una nueva muestra de rechazo al gobierno.

La policía ecuatoriana mantiene un cordón de seguridad alrededor de catedral desde las primeras horas de la mañana, cuando el Grupo de Operaciones Especiales intentó desalojarlos sin conseguir avances. La reacción del dirigente campesino César Cabrera ha sido la siguiente: "La decisión de la Coordinadora es mantenerse en este sitio indefinidamente. Llamamos a los creyentes y cristianos para que acudan a la Catedral para apoyar esta toma".


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