UCA

Universidad Centroamericana José Simeón Cañas



Carta a las Iglesias

© 1997 UCA Editores


Carta a las Iglesias, AÑO XVII, Nº 375, 1-15 de Abril, 1997

Las esperanzas de marzo

Este mes de marzo se respiró un ambiente como hacía mucho tiempo que no se veía en el país. Sin ingenuidad y con modestia, la gente volvió a encontrar un poco de luz en la oscuridad, volvía a respirar esperanza. ¿Las razones? Para el cristiano, siempre da esperanza la pascua de Jesús, la vida en plenitud que Dios otorga a una víctima inocente. Pero además ocurrieron dos cosas importantes. Una, la celebración más entrañable y más popular que nunca, del aniversario de Monseñor Romero y de los veinte años del protomártir Rutilio Grande y sus dos amigos. La otra, las elecciones: la antigua izquierda, dividida y casi olvidada, vuelve a tener palabra importante en el país. Estas son para muchos las esperanzas de marzo, y sobre ellas queremos decir una palabra desde la tradición cristiana: es una esperanza utópica, en tensión, popular y creativa.

La utopía: la esperanza de la vida de los pobres. Hay esperanzas y esperanzas. Unos quisieran tener más riqueza, más poder, más influjo, mandar más y controlar mejor todo en el país; otros quieren simplemente vivir. Lo primero no es esperanza, sino codicia, ambición, egoísmo; lo segundo sí es esperanza porque es utopía: aquello para lo que no hay lugar en este mundo, pero que da aliento y mueve a trabajar.

Monseñor Romero es la máxima reserva que tenemos los salvadoreños de la utopía, de lo que es bueno y justo, de lo que nos mantiene con vida en medio del egoísmo generalizado. Por ello Monseñor sigue produciendo esperanza: la opción por "la vida, lo mínimo que es el máximo don de Dios". Y lo mejor de la izquierda evoca aquellos tiempos en que mucha gente vivía y se desvivía para que hubiese justicia y vida para las mayorías. No son perfectos, tendrán que enfrentar las dificultades de un país como el nuestro para propiciar justicia, y vendrán las tentaciones de aprovecharse en beneficio propio. Pero por un momento ha regresado al país una ilusión: "quizás es verdad que la vida es posible".

Una esperanza contra toda esperanza. Esta frase, como muchas de las de san Pablo, es complicada, pero se entiende muy bien: para la esperanza hay grandes obstáculos. Los buenos son rechazados y aniquilados, caluminados y, despues, olvidados. El mejor ejemplo, una vez más, es lo que siguen haciendo los poderosos de este mundo con Monseñor. Mientras tanto, otros siguen haciéndose pasar por salvadores, quieren fundamentar el nuevo país sobre algunos retoques, pero en el fondo para que las minorías sigan viviendo de y a costa de lo que hacen y son las mayorías. Este país ha pasado por todo, y persiste la injusta distribución (palabra tabú la de "injusticia", y pregunta tabú la de la "distribución" de la riqueza). Parafraseando a Pablo, podemos decir: "¿quién nos liberará de este mundo injusto y cruel, que quiere matar toda esperanza?"

Y sin embargo, Monseñor Romero anima a la esperanza. Por increible que parezca, siguen resonando sus palabras: "Muchas veces me lo han preguntado: ¿No hay salida para El Salvador? Y yo, lleno de esperanza y de fe, no sólo con una fe divina, sino con una fe humana, creyendo también en los hombres, digo: ¡Sí hay salida!". ¿Y los movimentos populares? En su día lucharon contra mil obstáculos y dificultades, contra la represión y la muerte. Si son fieles a su mejor tradición, salvadoreña y cristiana, pueden ofrecer esperanza contra esperanza.

Una esperanza popular. Nadie sabe cuánto producirán estas esperanzas de marzo, pero no sería poco, sino mucho, que nos animasen a ser antetodo "pueblo" y "comunidad", que venciésemos el monstruo del individualismo y el egoísmo, que, irónicamente, propicia la globalización, el neoliberalismo y todas las demás novedades que nos recetan.

Para Monseñor Romero era claro: la Iglesia es ante todo y sobre todo, pueblo, Iglesia de los pobres, Iglesia popular, antes de dividirse en jerarquía y fieles, en ministros y laicos. Su ilusión era formar comunidad. Y también creía en la comunidad de los salvadoreños. Hoy ya no se habla así en el país y tampoco en la Iglesia, pero Monseñor decía cosas como ésta: "Ahora creo más que nunca en las organizaciones de masas. Son las fuerzas sociales que van a empujar y presionar parar lograr una sociedad auténtica con justicia social y libertad". Utopía, ciertamente, pero por eso da esperanza. El triunfo del FMLN en muchas alcaldías puede simbolizar el anhelo de comunidad -y ojalá lo faciliten. Cuánto pueden hacer, junto con otros, en la asamblea, es difícil de saber y está por ver. Pero al menos puede haber muestras de cómo los salvadoreños se juntan en las comunidades.

Una esperanza creativa. La verdadera esperanza es, por último, la que nos pone a trabajar. No es que este mes de marzo nos ofrezca grandes logros ni recetas sencillas. Pero sí ofrece ánimo para el trabajo. A esto nos empuja Monseñor Romero, y ojalá en esto converjamos todos: San Romero y toda la Iglesia salvadoreña, el FMLN y todos los partidos. Y ojalá se junten en el trabajo los sindicatos, las universidades, los colegios... Ojalá que con utopía y con concertación, con justicia y con desarrollo, con conversión y con democracia, construyamos un país para los pobres de este pueblo. Y sobre todo, con esperanza.

Hemos pedido que nos pongan en lenguaje popular "estas esperanzas de marzo", y esto es lo que nos han dicho:

"Hablar de esperanza en El Salvador es hablar de su gente, de su pobrería, que después de muchos sufrimientos nunca ha perdido la esperanza. Hay un dicho popular que dice: "caras vemos, corazones no vemos". En nuestro país este dicho es verdad absoluta cuando se visita una zona marginal, cuando se visita el campo o cualquier lugar donde lo común de todo es su pobreza. Siempre le reciben a uno con una sonrisa, siempre están dispuestos a extender los brazos y dar un apretón fraterno.

En El Salvador, gracias a Dios, no se ha perdido la esperanza, y es precisamente porque viene de Dios. Las expectativas quizás mueren, y es precisamente porque éstas sí vienen de los hombres y de sus proyectos que no son siempre parte del proyecto de Dios. No tienen esperanza los que la cifran en el dinero o en el alza o baja del café o de las ventas, en el consumismo diario o en el poder. Pero los pobres que viven de la esperanza y de la fe, siempre tienen y siempre dan esperanza.

El mes de marzo nos ha dejado una pascua con un Jesús resucitado, vivo y encarnado en su gente, nos ha dejado el cariño de Monseñor Romero y de los mártires, nos ha dejado una puerta que se abrió a un nuevo patio, donde puede verse un hermoso sol naranja que anuncia un buen día. Las elecciones han sido toda una sorpresa, han sido fiesta y algarabía para muchos y razón de duelo para otros.

Más que las elecciones, los resultados han avivado en simpatizantes del FMLN las ganas de hacer un esfuerzo más comunitario, de volver un poco las hojas del libro de la historia, recordarnos de cuando nos cargábamos unos a otros en las guindas, cuando había una sola cocina, una sola cobija y -lo mejor- una sola consigna: defender la vida, esforzarnos por mantener la vida, celebrar con fiesta de horchata y los Torogoces o con un simple trozo dulce de atado el mejor esfuerzo realizado.

En julio del año pasado se realizó el Foro de Sao Paulo y el lema era "construyamos la esperanza". Yo diría: fortalezcamos la esperanza que vive en el corazón de los salvadoreños y esperemos que crezca y se multiplique en sonrisas que sean fruto de una nueva vida.

Todos estamos invitados a compartir esperanza".


La Asamblea Legislativa después del 16 de marzo.

Deterioro ambiental en El Salvador

Ahora que ya se han hecho públicos los resultados definitivos del evento electoral, es presumible que la nueva recomposición de la Asamblea Legislativa impondrá, como regla para alcanzar acuerdos, la negociación y el pacto entre los partidos. En esta dinámica política el PCN está llamado a jugar un papel relevante en un contexto en el cual lo característico es el equilibrio de fuerzas establecido entre ARENA y el FMLN.

En el supuesto de que el PDC, con sus 7 diputados, va a apoyar las iniciativas de ARENA, el único mecanismo con el que cuentan los partidos pequeños para contrarrestar el peso del PCN es la conformación de una alianza que les permita sumar en bloque los votos de cada uno de ellos, con lo cual alcanzarían 8 votos que les servirían para negociar una mayoría simple con ARENA-PDC, en el caso de que el PCN no estuviera dispuesto a ello. Sin embargo, esos 8 votos le serían insuficientes para negociar una mayoría simple con el FMLN, para lo cual el apoyo del PCN se volvería necesario. Más aún, el partido de izquierda no podría prescindir del respaldo pecenista aunque el supuesto que señalamos arriba fuese descartado, es decir, si el PDC en bloque o parte de sus diputados se distanciaran de ARENA y se mostraran dispuestos a respaldar algunas iniciativas del FMLN o incluso a sumarse a la hipotética alianza de los partidos minoritarios.

El PCN se perfila, entonces, como el instituto político decisivo en los próximos años. Para ARENA será todo un desafío y una necesidad ineludible buscar el respaldo de un partido que pretende erigirse como una alternativa política de derecha. Si esta pretensión es tan seria como parece, ARENA se verá en dificultades para plegar a sus intereses a un partido que ha integrado a sus filas a ex líderes areneros, cuyos desacuerdos con la conducción gubernamental han sido proclamados públicamente y sin reparos. Adicionalmente, a ARENA se le podría complicar más la situación si se produce una ruptura en las filas de los demócratacristianos, cosa probable dado los antecedentes del partido, el desastroso desempeño electoral del mismo y los intereses contrapuestos de muchos de sus dirigentes actuales. La inseguridad en los votos de algunos de los diputados del PDC y el reto que supondrán las negociaciones con el PCN son, sin duda alguna, dos de los grandes dolores de cabeza de los asesores e ideólogos de ARENA.

El FMLN, con sus 27 diputados, posee una cuota de poder legislativo insuficiente para hacer avanzar iniciativas, que de suyo son impostergables para el país. Tiene que sumar, ya sea en forma individual o en bloque, los votos de los partidos de centro, pero también tiene que sumar los posibles votos del PDC y los necesarios votos del PCN. En cada uno de esos escenarios tiene que dar muestras de una habilidad negociadora particular, cuidándose de cualquier pretensión hegemonista como las que le han caracterizado en el pasado reciente. Posiblemente, le será más fácil hacer respaldar sus iniciativas con los votos de los partidos de centro, si éstos no establecen un bloque unitario, pues de sentirse éstos con más poder de negociación, al estar aglutinados, quizás no van a resistir la tentación de lanzar iniciativas propias o de presionar para sacarlas adelante con el fin de alcanzar un protagonismo que termine fortaleciendo a uno de los integrantes de la alianza partidaria. Con todo, es con los diputados del PDC y el PCN con quienes tendrá mayores dificultades el FMLN, tanto por razones ideológicas como por razones de protagonismo político. Tiene que demostrarles que su afán no es imponerles su proyecto o acabarlos como rivales, sino colaborar con ellos, pedir su apoyo y colaboración teniendo como mira el bien del país.

Como han quedado las cosas después del 16 de marzo, es una buena oportunidad para que los partidos demuestren su compromiso con la instauración democrática, que la corrupción y la deshonestidad ya no tendrán cabida en el quehacer político nacional. Partidos como el PCN estarán en la mira de crítica ciudadana; el PDC tiene que limpiar su imagen de partido subalterno de ARENA; y el FMLN tiene que demostrar que no sólo es un partido de oposición, sino un partido capaz de hacer gobierno.

La Ley del Ambiente y la situación de la SEMA

En nuestro país, dos de los puntos claves que en relación al medio ambiente deberían haber sido resueltos hace mucho tiempo son: la aprobación legislativa de la Ley del Medio Ambiente y la determinación definitiva de la figura institucional de la actual Secretaría Ejecutiva del Medio Ambiente (SEMA). Con respecto a la primera, el proyecto de ley se ha visto empantanado, desde 1995, en una larga serie de revisiones y contrarevisiones por parte de los órganos ejecutivo y legislativo. Al parecer, las divergencias se han centrado en un aspecto en particular: la magnitud de las regulaciones que por ley les serían impuestas a la actividad industrial. Para algunos, los más cercanos a los intereses de los empresarios e industriales, la aprobación de la nueva Ley estaría sujeta a que sus exigencias no perjudicaran excesivamente la economía de las industrias. Para otros, debe primar el objetivo de proteger el medio ambiente sobre el interés de salvaguardar a los empresarios e industriales.

En lo que respecta a la redefinición de la figura actual de SEMA, las dificultades han girado en torno a dos puntos: el grado de independencia que la nueva institución poseería con respecto a las carteras del Estado y su capacidad ejecutoria real. Es así como las propuestas han tratado de conciliar ambos puntos: o se hace depender al SEMA -en la actualidad con autonomía propia- del Ministerio de la Presidencia; o se le convierte en un Viceministerio adscrito al Ministerio del Interior; o se incluye en su actual configuración el Centro de Desarrollo Pesquero y Recursos naturales, dependencias ambas del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG); o se le hace depender de otra cartera de Estado relacionada con su gestión; o se le convierte en la Comisión Ejecutiva del Medio Ambiente (CEMA) sin autoridad sobre las dependencias del MAG; o, finalmente, se le configura como CEMA y se le incorporan tales dependencias. La disyuntiva ha sido, pues, la de transformar a SEMA en una entidad con la independencia suficiente del Estado como para vetar o criticar proyectos que emanen de él y que al mismo tiempo posea la autoridad necesaria para llevar a cabo sus iniciativas.

Casos graves de contaminación ambiental

La gravedad de los sucesos ambientales acaecidos a finales de marzo y principios de abril han mostrado la irresponsabilidad de seguir alargando la aprobación definitiva de los proyectos de ley antes mencionados. El primer caso, y el más grave de ellos, se dio el 31 de marzo, fecha en la cual cientos de pobladores de la zona de Acajutla resultaron intoxicados por la fuga en un contenedor de cloro licuado. El segundo y el tercero salieron a la luz pública cuando la Unidad del Medio Ambiente de la Fiscalía General de La República ordenó la paralización de las obras de dos empresas constructoras, las cuales se encontraban en proceso de talar cerca de 100 manzanas de cafetales y árboles de sombra ubicadas en fincas de Lourdes, Colón.

En torno a la fuga de cloro licuado en un contenedor perteneciente a la empresa SIRCA, lo que llama la atención es que, pese a que tal empresa manejaba productos químicos altamente tóxicos, las normas de seguridad interna se veían sobrepasadas por la peligrosidad de las materias que se trataban y distribuían. En contraparte, las declaraciones de altos personeros del Ministerio de Trabajo y Salud permiten suponer que ambas instancias gubernamentales no estaban enteradas de la índole de las operaciones de dicha empresa, por lo cual estaban en total ignorancia de las repercusiones que un accidente químico como el que sucedió podría generar. Es decir, en el incidente en Acajutla se juntaron dos fatales circunstancias: por un lado, la falta de seguridad en el manejo de sustancias tóxicas -fruto de la despreocupación por tener que cumplir con requisitos mínimos para tal actividad- y la ausencia de un plan estatal para controlar y estar al tanto de las operaciones de industrias de alto riesgo para la población y el medio ambiente.

En el caso de las compañías constructoras las anomalías no dejan de ser sorprendentes. Una de ellas, identificada como Co-Urban, ni llenaba los requisitos actuales ni contaba con la autorización para talar 57 manzanas de cafetales. La otra, TP S.A. de C.V., sí contaba con la autorización pertinente, pero sólo estaba rubricada por el jefe de Servicios Forestales, por lo cual estaba incompleta y permite suponer que para su expedición se recurrió a un procedimiento ilegal. Sea como sea, en conjunto las dos constructoras lograron talar cerca de 70 manzanas sin que el trabajo fuera interrumpido por las entidades a las que por ley correspondía hacerlo.

No se trata de afirmar que de haber estado en vigencia la nueva Ley del Ambiente y la nueva figura de SEMA se hubiera podido evitar el accidente químico en Acajutla o la tala de árboles en Lourdes. Se trata de reconocer la posibilidad de que las sanciones y regulaciones de la primera, y el control y la autoridad de la segunda, hubieran ejercido una presión para que estas industrias se vieran forzadas a apegar sus actividades al marco permitido por el Estado. Siendo realistas y aceptando el poco interés de las diversas industrias en proteger el medio ambiente, no se puede esperar que la actividad industrial se lleve a cabo con un mínimo de respeto por la salud de la población y de la naturaleza hasta que no exista una legislación estricta.

Actualmente, el que la legislación ambiental no imponga sanciones económicas cuantiosas contra los depredadores del medio ambiente -el orden de las sanciones en vigencia oscila entre la risible cantidad de uno y cien colones- y el que todavía no exista una institución que de manera centralizada vele por los recursos naturales libre de presiones gubernamentales o empresariales, son alicientes para la irresponsabilidad y voracidad que han caracterizado hasta la fecha a la actividad industrial salvadoreña. Algo que, como ya se ha visto, no da señales de menguar por libre voluntad.


"Las últimas palabras de un obispo adolorido"

La transfiguración de un sueño

Me extrañaba que conservara en su habitación, junto a las fotos de su familia y de sonrientes niños del pueblo, una rosa roja, marchita y seca, pegada a la figura desteñida de un obispo. Nunca me había preguntado por la historia que habría detrás de este raro símbolo que compartía ese espacio de alegrías y amistades que era su corcho.

Esa mañana, en la que Segismundo se marchó de nuestro lado para siempre, se explicó no sólo este misterio, sino el misterio de su vida y de su muerte. Como un relámpago en medio de una noche cerrada, se transfiguraron las sombras en imágenes claras y distintas. Se reveló para mí la verdad última de su vida y la pasión última de su muerte. Por eso, aunque sé que estás muy lejos, quería contarte lo que mis ojos vieron, lo que mis oídos oyeron y lo que mi corazón sintió en aquel momento.

Hacía varios meses estaba un poco inquieto. Su trabajo habitual en medio de la gente sencilla de esta parroquia le tenía muy preocupado. Siempre había vivido un poco mal las tensiones naturales que traían sus labores. Señal clara de ello era esa úlcera que lo atormentaba en el silencio de las noches cálidas y espesas de este pequeño pueblo. Muchas veces me despertaban sus vómitos sangrantes de media noche. Trataba de no hacer ruido, pero sus arcadas dolorosas y la inconfundible queja sorda que emitían sus entrañas, aparecían como viejos y conocidos personajes en medio de mis habituales pesadillas.

Al día siguiente, su rostro, ya de por sí descolorido por este clima hirsuto y macilento, se teñía de un tono grisáceo, más parecido al color de los cadáveres después de cuatro días de estar bajo la tierra. Muy seguramente el muerto de Betania había tenido mejor semblante aquel día en que su amigo, entre lágrimas y sollozos, quiso gritar, desde lo más hondo de sus entrañas, ese bendito: "¡Lázaro, sal fuera!".

No era algo concreto y definido lo que le hacía sufrir. Era el conjunto de una realidad más dura que su alma, que le iba carcomiendo la esperanza desde dentro y lo iba encerrando, cada vez más, en su soledad acompañada de cada día.

Pasaba la mañana delante de ese viejo armatroste que algún día mereció el nombre de máquina de escribir y que seguía funcionando porque la necesidad de la gente supera incluso las leyes de la mecánica. Una tras otra, iban llegando las solicitudes de partidas de bautismo o defunción, lo mismo que las intenciones para la misa vespertina, que cada día tenía una lista más larga de almas benditas que rescatar del segundo y definitivo purgatorio.

Si sólo fuera eso, la cosa sería pan comido; lo complicado era que en el fondo de todas y cada una de las tantas visitas diarias al despacho parroquial, había una historia llena de penas y dolores que él iba ayudando a cargar. Como un cirineo colectivo, Segismundo se iba echando encima, una a una, las pesadas cruces desgarradas de su gente, y en el mismo movimiento, iba repartiendo entre los rostros que salían de este sencillo encuentro, una sonrisa amanecida de esperanza.

De vez en cuando le oía cantar el más hermoso de sus versos, al que un trovador popular le había regalado una bella melodía que acompañaba su rima solitaria:

"Yo no tengo más oficio

Que remendar corazones;

Cerrar la sangrienta herida

Que está manando dolor;

Aunque la mía entre tanto,

Mientras curo las ajenas,

Se vaya abriendo a jirones,

Como el botón de la flor

Se vaya abriendo a jirones,

Como el botón de la flor"

Era más que su retrato. Era su vida detenida y arrebatada esplendorosamente en una cadencia sin tiempo. Su oficio divino y diario, a horas y deshoras, mientras comía, dormía o trabajaba, era ser una trinchera humana y cálida para resguardar el miedo y la fragilidad de una humanidad "agobiada y doliente"; parecía la encarnación del sueño del salmista que repite incansable:

"Sé tú mí roca de refugio,

el alcázar donde me salve,

porque mi peña y mi alcázar eres tú."

Esta vocación de baluarte y protector, era la respuesta de Dios a un pueblo sumido permanentemente entre los abismos de una conmoción interior. Además de los dolores íntimos y silenciosos de cada uno de los rostros que pasaban por sus ojos diariamente, Segismundo cargaba el sufrimiento secular de una sociedad desarticulada y enferma; una sociedad enfrentada por la guerra irracional que muchas noches se dibuja de bombas y metrallas, o se enciende entre granadas y esplendores, que oscurecen aún más la horrible noche que no acaba de cesar.

Hacía muy poco tiempo habían caído asesinados por la guerrilla, casi en el marco de la plaza, un teniente y dos soldados. Pocos días después enterrábamos, en medio del llanto y los gritos desesperados de una madre herida, a un joven que prestaba su servicio militar en otra zona del país. Había tenido la suerte, según el parecer popular, de morir al pisar una mina quiebrapatas. Otros siete compañeros quedaron para siempre mutilados, con un brillo de odio inextinguible entre sus ojos.

La víspera de la fiesta de la Virgen del Carmen, los soldados que custodiaban las sombras de la noche, asesinaron a Carlos. Había bajado de los sembrados de coca que están más allá de las montañas, para celebrar con una sola borrachera sus diez y seis años y el encuentro definitivo con la muerte.

Esta complicada acumulación de circunstancias lo habían llevado a estar más tiempo del habitual hincado ante el doloroso Cristo que preside nuestra iglesia. No es una talla bonita, ni tiene una proporción medida. Es el Cristo que trajo a cuestas cuando lo enviaron a esta parroquia. Los almanaques ya olvidaron el tiempo transcurrido. Cada uno de sus fieles, siente a Segismundo como nacido en este pueblo, retoño agradecido de una palmera de aceite.

Muy de mañana, el día anterior, a la hora del café negro y amargo que nos rescata por fin de las garras de la noche, llegó llorando a nuestra puerta la esposa de Esteban, el de la escuela. A las dos de la madrugada, habían allanado su casa. Sin mediar palabra, se habían llevado a Esteban a la estación de policía. No era la primera vez que esto pasaba. En muchas ocasiones Segismundo había ido hasta el cuartel pidiendo libertad para algún preso. Sin embargo, la respuesta era la misma: "¡El detenido está incomunicado!" No hay orden de soltarlo hasta que responda a los interrogatorios a los que debe ser sometido según la ley".

Era un muchacho bueno. Después de su primera comunión, siguió colaborando en la parroquia. Poco a Poco Segismundo lo había visto crecer delante de Dios y de su pueblo. Siempre inquieto, quiso quedarse de maestro, cuando casi todos sus compañeros levantaron el vuelo en busca de mejores horizontes, atraídos por las metrópolis seductoras. Su "centro" estaba aquí. Al lado del camino. Donde se encuentra el herido campesino que ha sido despojado y maltratado por los siglos de los siglos. Su trabajo era sencillo y ordenado. No le bastaba que los niños aprendieran a sumar y a leer; quería que aprendieran a volar. Comunicaba con su enseñanza algo más que la materia obligada del ministerio. Les encimaba el Espíritu. Un maestro total.

Era valiente al denunciar las injusticias y era muy claro al condenar toda violencia. Sabía estar al lado de los pobres campesinos que venían de vez en cuando a en romería. Llegaban caminando o en camiones, pidiendo solución a sus problemas. Traían solamente sus tristezas y una fe de carboneros, más descalza que sus pies. Era un trabajo peligroso. Un hombre de verdad, en medio de una cueva de mentiras. Un hombre de justicia, en torno a un carrusel sin caballitos para todos.

Cuando llegamos al cuartel ya habían sacado su cadáver. No supo soportar los habituales estímulos de un interrogatorio despiadado. Tampoco supo responder a sus preguntas. No supo mentir, vender a sus hermanos, perder su dignidad, dejar de ser humano No supo No supo

El comandante responsable, escribió en el informe su versión del "accidente": "Quiso atacar al soldado que lo custodiaba y éste en defensa propia, lo desnucó de un garrotazo en la cabeza". Otra explicación habría que dar a las quemaduras en las plantas de sus pies, o al agua que todavía respiraba en sus pulmones.

Esa tarde lo velamos en la iglesia. Todo el pueblo quedó paralizado. Los niños de la escuela le hacían guardia. La tensión podía palparse en todas partes. En los bares, las esquinas de la plaza, en la cocina rutinaria de la tarde, la vida de Esteban se hacía denuncia desgarrada.

Segismundo perdió el habla todo el día. Parecía una represa que sostenía con sus fuerzas el torrente. Sólo así pudo mover más tarde, las pesadas turbinas de la luz y la esperanza. Su silencio era paciente. Su dolor era infinito. Las preguntas le asaltaban como avispas, cada vez con aguijones más dolientes. Cuando al fin llegó la noche a cubrir nuestra vergüenza y nuestro sueño, pudo verse desde lejos el resplandor palpitante de velas, los velones y velitas que se iban derritiendo de tristeza a las puertas de la iglesia.

Como era mi costumbre, aseguré las puertas del templo y pasé las trancas que protegen las ventanas de la casa. Sentí lo que sintieron los apóstoles aquella noche triste en le cenáculo, después de la pasión de su maestro. Mientras tanto, Segismundo seguía adormilado y arrullado en su rítmica mecedora de caoba, único rincón donde sabía reclinar su cabeza. No me atreví a molestarlo; a lo mejor desde su cama no habría podido entrar confiando hasta el silencio de sus sueños.

El primer canto del gallo me despertó antes de las cinco. Ese día preparé yo el café, que Segismundo seguía tomando en contra del parecer de los galenos. Nunca les hizo caso. Bueno en realidad no sólo a los médicos, tampoco hacía caso al señor obispo, ni se paraba ante ninguna autoridad. Fue un esclavo de su Señor Jesucristo, y el resto: "¡que se arreglen como puedan!", solía decir. Fue un rebelde manso y un protestante muy católico.

A las diez de la mañana estaba todo listo. Mucha gente había llegado hasta la Iglesia. Los soldados en la plaza, con fusiles desafiantes tenían una mirada de vergüenza. El calor se iba haciendo insoportable. Los ventiladores del techo, giraban con un ruido cansado y parecían incapaces de mover el aire que se iba haciendo poco a poco más espeso.

Los maestros prepararon la liturgia. Después de la proclamación del Evangelio, lo primero que se oyó, como un lamento, fue un voz sorda que gritaba: "¡perdónalos, Señor, porque no saben lo que hacen!" Era la voz de Crisóstomo, el bobo del pueblo, primo hermano de Blasillo, el que conociste en Valverde de Lucerna. Siempre estaba en primera fila y repetía frases a su antojo. Segismundo, pausadamente, llegó hasta el púlpito. se agarró con fuerza para no caer. Las palabras, apretadas en su garganta, como espadas de dos filos, no acertaban a salir.

Por fin su inconfundible tono paternal, rasgó el silencio de arriba a abajo: "Hermanas y hermanos, voy a salir unos minutos del templo. Os pido ecarecidamente que permanezcáis aquí, entonando algunos cantos de resurrección, mientras regreso". Sin más explicaciones, bajó del presbiterio. Se acercó al féretro donde yacía el cuerpo inmóvil de Esteban y le dio un beso. Caminó lentamente hacia la puerta. La gente todavía sorprendida, fue girando a su paso, hasta que se perdió de mi vista entre la multitud. Poco a poco se fue extendiendo entre nosotros una suave melodía resucitada:

"Nada nos separará

Nada nos separará

Nada nos separará

Del amor de Dios"

No sabíamos lo que estaba sucediendo. El tiempo fue pasando lentamente, adornado con cantos y plegarias. Cuando el reloj del campanario dio las once, me acerqué al microfono y pedí a tres miembros de la comunidad que me acompañaran para ir a buscar a Segismundo. Estaba muerto sobre la calle polvorienta y bajo un sol canicular, justo en frente del cuartel que había sido testigo de sus últimos gritos y dolores. Los soldados no habían querido salir por temor al pueblo. Esperaban llenos de miedo dentro del edificio a que llegara la turba descontrolada a tomar venganza.

Uno de los soldados, como el centurión romano del Gólgota, reconoció en Segismundo la voz y el rostro de Dios. Él, que lo vio desplomarse con el corazón estallando entre su pecho, me repitió más tarde las últimas palabras que salían como ráfagas de su boca, poco antes de morir: "¡No Matarás! ¡No Matarás! ¡No Matarás!".

No era el único lugar que había visitado; antes había caminado hasta el puerto y se había metido entre las cantinas y tiendas que frecuentan los compradores de pasta de coca. Llegan casi a diario en las chalupas. Vienen escondidos detrás de unas gafas de sol y con cadenas de oro grueso que cuelgan de sus cuellos. Les gusta ir luciendo el arma "camuflada" que llevan entre el cinto y los fajos de billetes de todos los colores. Van y vienen transportando muerte. Llevan droga para matar lejos y traen billetes manchados de sangre para alimentar a un pueblo que se hace matar por vivir.

También visitó los bares, a la salida del pueblo, donde pasan largas horas vigilando, militantes de los grupos guerrilleros de la zona. Por todas partes lo vieron revestido con casulla blanca; brillaba más que el mismo sol que caía inclemente sobre el pueblo. Su voz, recordaba el brazo fuerte y extendido del Dios de Moisés, que era incapaz de soportar la esclavitud de Egipto. Pero, al mismo tiempo, hacia sentir la brisa suave que refrescó el rostro de Elías en el Horeb. Todos los que lo vieron caminando y gritando por el pueblo, supieron que Dios había querido poner de nuevo su tienda entre nosotros. Todos supieron por qué aquel pequeño pueblo había sido bautizado con el extraño nombre de "Monte Tabor".

Después de varios días de llanto y desconcierto, hemos ido entendiendo, y sobre todo sintiendo, lo que hizo estallar en mil pedazos su fuerte corazón. En su pequeño escritorio, entre cartas amigas y una biblia que se ha ido deshojando lentamente, encontré a los pocos días un libro abierto en la última página. Era una colección de homilías. Era la historia de una vida, como la suya, crucificada con su pueblo. Tenía subrayado con lápiz rojo las últimas palabras de un obispo adolorido:

"Hermanos, son de nuestro pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: NO MATAR. En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión!".

Aquella rosa roja, marchita y seca, que había ido estallando en jirones de esperanza, era el secreto de su vida; era el símbolo más sagrado de todo su santoral; había sido robada a los pies de una tumba abierta y resucitada para siempre, en el fondo de una catedral que sigue pidiendo justicia para todos.

Guarda este recuerdo de tu amado Segismundo y no dejes de contar a tus amigos en esas tierras lejanas, las pascuas sufrientes y resucitadas de tu pueblo. Un abrazo.

Teófilo.


Peregrenicación a Ciudad Barrios, cuna de Monseñor Romero

El 24 de marzo fue un día de peregrinación, de convivencia y de celebración de la fe para la comunidad de radio-hablantes de YSUCA y de un buen número de hombres y mujeres, pobladores de Ciudad Barrrios, la cuna de Monseñor Romero. Y es que una de las tradiciones más arraigadas en la religiosidad popular son las peregrinaciones para visitar a un santo o a una santa, para agradecerle su ejemplo de vida cristiana o algún milagro recibido. Son muy conocidas las peregrinaciones a San Antonio del Monte en Sonsonate, al Cristo Negro de Esquipulas, en Guatemala, y al cerro de las Pavas en Cojutepeque, donde se visita a Nuestra Señora de Fátima.

Suelen ser nuestros padres y abuelos los que nos animan a participar en estas manifestaciones de la piedad popular, tan llenas de simbolismo, vitalidad cultural y familiar. Con estas peregrinaciones el pueblo mantiene esperanza en medio de sus muchas dificultades. A veces no sabe con claridad cuál es la fuente de esa esperanza, pero este 24 de marzo, los que peregrinamos a Ciudad Barrios, sí lo teníamos claro.

Con mucho entusiasmo miembros de la comunidad de radio-hablantes de Ciudad Barrios, de San Miguel, de Morazán y de San Salvador organizamos la primera peregrinación hacia la cuna de Monseñor, 17 años después de su martirio. La comunidad de San Salvador pensaba que un bus sería suficiente, pero, como mecha que prende en hierba seca, la lista de peregrinos sobrepasó nuestras expectativas. No bastaron otros dos buses, y así varias familias tuvieron que viajar en sus propios vehículos, más los pequeños buses que salieron de Sacacoyo y de la colonia Florencia de Soyapango.

Después de casi cuatro horas de camino, llegamos a Ciudad Barrios. La plaza central, ubicada frente a la parraquia, lucía con ambiente de fiesta patronal. Los lugareños dejaron sus actividades normales, participando en actos litúrgicos y culturales. Los grupos musicales afinaban sus instrumentos. Las ventas de ocasión se instalaron en los alrededores de la parroquia. Los peregrinos que llegaban por primera vez, no ocultaban su emoción de estar en el lugar donde nació Monseñor Romero. La iglesia se encontraba repleta de feligreses, quienes con cantos y vivas anticipaban la celebración de la eucarístía. Siete sacerdotes, luego de atender múltiples confesiones, se revistieron con sus albas y estolas para presidir la misa.

Todo esto confirmaba que hoy como ayer sigue vivo el poder de convocatoria de Monseñor Romero. Entre cantos y testimonios, recordamos su figura de buen pastor, verdadero profeta y auténtico cristiano. En cada testimonio hicimos memoria del Monseñor compasivo, protector del desamparado y cultivador de la verdad. Es, justamente, esta forma de ser pastor, lo que explica por qué Monseñor convoca e inspira esperanza a los hombres y mujeres de buena voluntad.

Después de la celebración litúrgica tuvimos la fiesta popular. La comida compartida, los cantos y bailes regionales, el intercambio de saludos y el encuentro con radioescuchas que no conocíamos personalmente nos llevaron a gratos momentos de amistad y fraternidad.

Llenos de muchas emociones nos dispusimos a emprender el camino de regreso. Lo que reinaba en el ambiente era que habíamos asistido al origen de lo que pronto será una tradición: "Visitar Ciudad Barrios para agradecer a Dios el que nos haya dado un Arzobispo bueno y santo:.

Luego de un día intenso los buses fueron bajando por aquellas calles estrechas y polvosas, mientras la lluvia se nos venía encima. Saboreando el paisaje que rodea a Ciudad Barrios, se nos ocurrieron estos comentarios:

"Este lugar que vio nacer a nuestro Santo debería llamarse Ciudad Romero". "El próximo año, cuando volvamos, hay que estarnos dos días, iniciando con una vigilia". "Bien dicen que con obispos como Monseñor Romero, no cuesta ser buen cristiano".

Carlos


La esperanza popular

Las elecciones pasaron. ¿Y ahora qué?

La campaña electoral estuvo conflictiva. En algunos momentos más pareció una riña callejera que una contienda política. Hasta hubo muertos y apaleados.

Los resultados son claros. Aparte del gran abstencionismo, hubo dos partidos que acapararon los votos, tanto para alcaldes como para diputados. Pero con respecto a las elecciones pasadas, ARENA ha descendido y su oponente principal, el FMLN, ha tenido un gran ascenso. No obstante, dado que ninguno de los dos grandes partidos tiene suficiente mayoría, parece que todas los fuerzas políticas van a tener que acudir a la negociación y a los pactos.

Esto es lo que se analiza en la sección de la "realidad nacional". Ahora bien, ¿qué es lo que dice y espera la gente? ¿Creen los sectores populares que su vida va a mejorar con estas elecciones? ¿Confía el pueblo en que los nuevos alcaldes y diputados van a preocuparse por las necesidades más urgentes de los grupos humanos empobrecidos? Como siempre hemos hecho estas preguntas a la gente de la calle, que es la que sufre -y ojalá esta vez disfrute- las consecuencias.

Milagros, una humilde vendedora del comercio informal, que vive en una barriada marginal, dice: "Puede cambiar un poco la situación. Y esperamos que así sea, porque hora, estamos viendo cosas asombrosas. Los que todavia están en el poder están dominando, están haciendo mucho mal en las alcaldías. En Mejicanos no quieren ni recoger la basura. En algunos lugares no aceptan marcharse los perdedores y están tratando de intimidar".

Sobre los que han salido elegidos, de la izquierda, añade. "No les van a dejar trabajar. Además la asamblea está dividida, mitad y mitad. El PCN puede venderse con ARENA". Y con gesto un poco triste, exclama. "La gente va a empezar a reclamar y reclamar. El hecho de que el FMLN haya triunfado significa que la gente quería otra clase de gobernantes. Ahora lo que hace falta es que los nuevos cargos se responsabilicen en favor del pueblo".

Doña Blanca es una humilde mujer que se dedica a las labores del servicio doméstico. Ella sola mantiene seis hijos. A la pregunta sobre si al pueblo le va a ir mejor con los resultados electorales, dice que no sabe, aunque lo hayan prometido. Fue una de las muchas personas que no votaron.

Nora, joven de 16 años, nos dice que sus padres votaron por el FMLN, porque piensan que lo van a hacer mejor que los actuales.

Por estos mismos días, alrededor de unos treinta jóvenes creyentes, entre los que se encontraban laicos, seminaristas y novicias, también se juntaron a reflexionar sobre las expectativas de los pobres a raíz de las recientes elecciones del 16 de marzo.

"Muchos salvadoreños -decían estos jóvenes- desean que los políticos se preocupen por mejorar su nivel de vida, el trabajo, la vivienda, la luz y el agua; así como de los lugares marginales. Es muy importante que no busquen sus propios intereses personales o de partido. El pueblo estima -dicen- que se les debe dar mejor atención a los olvidados de siempre. Los alcaldes y diputados elegidos han de cuidar las zonas verdes, la limpieza en las ciudades, el transporte. Han de velar y ayudar a que haya centros de recreación y deporte para los jóvenes".

"Uno de los problemas mayores es el de crear puestos de trabajo y elevar los bajos salarios", repetían insistentemente. Además hay que elevar la dignidad de las mujeres, teniendo en cuenta las circunstancias infrahumanas en que se encuentran muchas de ellas, doble y hasta triplemente explotadas, soportando casi toda la carga del hogar".

Otras hermanas hablaban sobre las plagas modernas, como la drogadicción y alcoholismo que azotan al pueblo; así como el aumento de la delincuencia, el crimen organizado y el narcotráfico, que ojalá desaparezcan o disminuyan tras las elecciones.

"El pueblo espera que haya más justicia y defensa de los derechos humanos, dicen, que se valore el humanismo así como el papel de la mujer. Es necesario que acabe la corrupción, la prepotencia de las autoridades, la excesiva burocracia en las instituciones".

Otros participantes en la reunión, comentaban: "los nuevos alcaldes y diputados han de presionar al gobierno para que vele por los jóvenes y los pobres, trabajadores y campesinos". En definitiva, concluían los jóvenes religiosos, "el pueblo quiere cambios, pero no cualquiera, sino cambios radicales".

Ahora bien, la gente ve que ARENA no cumplió como lo había prometido. Por eso piensan que les va a hacer la vida imposible a los nuevos diputados y alcaldes de la izquierda y de otros partidos que tengan buena voluntad. Los jóvenes creyentes detectan que para la gente sólo van a conseguirse algunos leves cambios, pues son muchas las dificultades y oposiciones que van a tener que enfrentar. Este es el sentir popular.

Pedro Serrano García

"Ahora, dentro del marco acutal del país, creo más que nunca en las organizaciones de masas, creo en la verdadera necesidad de que el pueblo salvadoreño se organice, porque creo que las organizaciones de masaas, son las fuerzas sociales que van a empujar, que van a presionar, que van a lograr una sociedad auténtica, con justicia social y libertad. La organizacón es necesaria para luchar con eficacia" (Monseñor Romero, 15 de febrero, 1980).


Don Samuel Ruiz , doctor "honoris causa" por la Universidad de Barcelona

Hoy por hoy, el proceso de paz en Chiapas se halla detenido y el 40% del Ejército mexicano continúa desplegado en este Estado tres años después del levantamiento zapatista (EZLN). El obispo de San Cristóbal de las Casas, Don Samuel Ruiz, agradeció "la solidaridad de Cataluña" ante medio millar de personas que se congregaron en la basílica de Santa María del Pi de Barcelona el 10 de marzo y explicó que la represión de las comunidades indígenas y la extrema pobreza que se vive en la región son las causas que provocan el conflicto que aún continúa. Don Samuel denunció que el Congreso mexicano tiene paralizada la aprobación de los acuerdos de paz.

Don Samuel, que ha desempeñado un papel clave como mediador en este conflicto, considera que el trabajo catequético y evangelizador realizado a lo largo de los últimos años propició que "los indígenas se levantaran con voluntad de recuperar su historia, intentando conseguir una mayor justicia social". Sin embargo, lamentó que "entonces llegara la respuesta de la dominación en forma de represión", la cual es la causa de que se utilizaran medios violentos por parte de los campesinos.

Don Samuel estuvo en la Ciudad Condal para ser investido doctor "honoris causa" por la Universidad Autónoma de Barcelona por su labor de mediación ante los conflictos armados "que surgen en condiciones de pobreza, de falta de democracia, de inoperancia de las instituciones y de los mecanismos de representación y justicia", dijo en su lección magistral.

La labor desarrollada por este prelado no ha estado exenta de acusaciones, presiones e intimidaciones. El último caso conocido ha sido la acusación en falso csontra dos jesuitas y líderes indígenas de atentados contra la paz, a raíz de la muerte de dos policías.

Samuel Ruiz, a pesar de moverse en un contexto difícil, se muestra vital y renovado a sus 72 años y con ánimo para cotinuar su andadura con los excluídos: "La paz -afirmó- tiene que ver con la reconstrucción y reconciliación que, a escala nacional y mundial, se tiene que vivir para que haya condiciones de cambio, que no sólo permitan la construcción de la paz en Chiapas, sino que sirva para prevenir las situaciones de violencia y construir la justicia que se requiere en otras partes del país y del mundo".

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Palabras de Don Samuel Ruiz en la UCA

"Permanezco en Chiapas no sólo porque la Confederación episcopal mexicana, incluso ahora, ha reafirmado su solidaridad y su apoyo a nuestra diócesis, pero sobre todo continuaré mi trabajo y mi labor por mis hermanos indígenas mientras tenga fuerzas. Si se me retira de esta misión obedeceré, pero si influyen las informaciones erróneas, mi deber será hacer conocer la verdad de los hechos. Yo prometí obediencia al Romano Pontífice en Cristo, no al César".

Marzo de 1995


Protesta de la Iglesia hondureña contra el neoliberalismo

Está ocurriendo en muchos países de América Latina y tambien en Honduras. La Iglesia hondureña, en un editorial del semanario FIDES, ha denunciado la situación de pobreza, violencia y desesperanza en que viven la mayorías. "En Honduras jamás se ha experimentado una situación de pobreza, violencia y desesperanza como la actual". Añade que "esta dolorosa experiencia es el resultado de aplicar un sistema económico injusto e inhumano", y que el modelo neoliberal que los gobiernos han impuesto, "con el pretexto de dinamizar la economía", lo que ha producido es "un incremento de la población en situación de pobreza y condiciones de vida difíciles para las mayorías del campo y la ciudad".

El modelo liberal impuesto ha sido, en la práctica, para "garantizar el pago de la deuda externa", y así Honduras destina anualmente el 35 por ciento de sus ingresos para el pago de su deuda exterior, que asciende a unos 4.300 millones de dólares. Por otra parte, los excedentes financieros obtenidos no han estimulado los salarios, y por lo tanto, "las personas más vulnerables de la sociedad son las que han recibido el impacto brutal de la devaluación de la moneda y de la inflación.

Como ejemplo claro la iglesia cita el alza sin control de todos los productos y servicios desde 1991, cuando gobernaba Rafael Callejas, quien en marzo de 1990, dos meses después de asumir su cargo, puso en vigor un drástico programa de medidas de ajuste económico.

Y como entre nosotros, a la pobreza se une la violencia. "La insuficencia del presupuesto familiar ha sido un detonante para la violencia, cuya ocurrencia es impulsada tanto a nivel individual como por acción del crimen organizado, en una intensidad que mantiene atemorizada a la ciudadanía, desprovista de la protección que debe garantizarle la policía" .

La Iglesia hondureña considera que las medidas para controlar la devaluación de la moneda y frenar la inflación ha sido de corte contraccionista, lo que ha reducido el crecimiento de la producción. El panorama es "desalentador", y aunque el pueblo hondureño "ha sido muy paciente", la Iglesia es de la opinión que las recientes protestas laborales expresan que "ha llegado el momento de atender su justo reclamo".

La economía debe estar al servicio del hombre y debe ser socialmente justa. Las grandes soluciones a la difícil problematica nacional han de ser el resultado de la unidad y el entendimiento de los distintos sectores que integran nuestra sociedad, destaca el escrito. Y concluye con estas palabras: "La falta de atención a los más pobres es el peor error que podemos cometer hoy". La pobreza en Honduras afecta al 80 por ciento de sus 5,9 millones de habitantes según fuentes públicas y privadas.

Juan Pablo II denuncia el desempleo

El principio del derecho al trabajo, fundamento de la dignidad humana debe imponerse a las exigencias del capital.

Los principios sociales de la Iglesia, al condenar toda forma de alienación de la actividad humana, resultan muy actuales ante el grave problema del desempleo.

Estos principios del derecho al trabajo expresan las modernas garantías de dignidad del hombre, el cual, sin un trabajo digno, es privado de las condiciones necesarias para un desarrollo adecuado de su dimensión personal y social.

El problema del desempleo afecta hoy a millones de personas en el mundo y crea en quien lo sufre una grave situación de marginación y un penoso estado de humillación.

Ciudad del Vaticano, marzo, 1997.


Textos olvidados de la doctrina social de la Iglesia

Las relaciones laborales

1. La relación capital-trabajo es actualmente injusta y por eso conflictiva

Texto 1. "El problema del trabajo, en la época del desarrollo industrial, ha sido planteado y se ha manifestado en le contexto de un gran conflicto entre el "mundo del capital" y el "mundo del trabajo", es decir, entre el grupo restringido, pero muy influyente, de los empresarios, propietarios o poseedores de los medios de producción, y la más vasta multitud de gente que no disponía de estos medios, y que participaba, en cambio, en el proceso productivo exclusivamente mediante el trabajo. Tal conflicto ha surgido por el hecho de que los trabajadores, ofreciendo sus fuerzas para el trabajo, las ponían a disposición del grupo de los empresarios, y éste, guiado por el principio del máximo rendimiento, trataba de establecer el salario más bajo posible para el trabajo realizado por los obreros.

La llamada a la solidaridad y la acción común lanzada a los trabajadores¼ tenía un importante valor¼ Era la reacción contra la degradación del hombre como sujeto del trabajo y contra la inaudita y concomitante explotación en el campo de las ganancias, de las condiciones de trabajo y de provisión hacia la persona del trabajador" (Juan Pablo II, Laborem Exercens, 1981, nn. 11 y 8).

Texto 2. "Durante mucho tiempo, en efecto, las riquezas o "capital" se atribuyeron demasiado a sí mismos. El capital reivindicaba para sí el rendimiento, la totalidad del producto, dejando al trabajador apenas lo necesario para reparar y restituir sus fuerzas. Pues se decía que, en virtud de una ley económica absolutamente incontrastable, toda acumulación de capital correspondía a los ricos, y que, en virtud de esa misma ley, los trabajadores estaban condenados y reducidos a perpetua miseria o a un bienestar muy escaso¼ No siempre ni en todas partes la realidad de los hechos estuvo de acuerdo con esta opinión de los liberales vulgarmente llamados manchesterianos, aun cuando tampoco pueda negarse que las instituciones económico-sociales se inclinaban constantemente a este principio" (Pío XI, Quadragesimo anno, 1931, n. 54).

Comentario. Por primera vez un papa se encara con el principio de que la falta de equidad entre capital y trabajo es una "ley incontrastable de la economía", aunque eso sea lo aceptado por "la mayoría de las instituciones": es más bien una ley injusta de un determinado sistema económico, que ha de provocar conflictos y reacciones lógicas de parte de las víctimas. Si el texto anterior es estrictamente contemporáneo de la "reaganomía", este texto es cincuenta años anterior.

2. Primacía del trabajo no significa colectivismo ni propiedad estatal

Texto. "Se puede hablar de socialización únicamente cuando quede asegurada la subjetividad de la sociedad, es decir, cuando toda persona, basándose en su propio trabajo, tenga pleno título a considerarse al mismo tiempo "copropietario" de esa especie de gran taller de trabajo en el que se compromete con todos. Un camino para conseguir esa meta podría ser el de asociar, en cuanto sea posible, el trabajo a la propiedad del capital y dar vida a una rica gama de cuerpos intermedios con finalidades económicas, sociales, culturales: cuerpos que gocen de una autonomía efectiva respecto a los poderes públicos" (Juan Pablo II, Laborem Exercens, 1981, n. 14).

3. Significa derecho al trabajo y atención al sujeto del trabajo

Texto 1. "La Iglesia lo ha vuelto a afirmar solemnemente en el último Concilio: "La persona humana es y debe ser el principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones". Todo hombre tiene derecho al trabajo, a la posibilidad de desarrollar sus cualidades y su personalidad en el ejercicio de su profesión" (Pablo VI, Octogesima adveniens, 1971, n. 14).

Texto 2. "No hay persona que no se dé cuenta de la actualidad y de la creciente gravedad del desempleo en los países industrializados. Si éste aparece de modo alarmante en los países en vías de desarrollo, con su alto índice de crecimiento demográfico y el número tan elevado de población juvenil, en los países de gran desarrollo económico parece que se contraen las fuentes de trabajo, y así las posibilidades de empleo, en vez de aumentar, disminuyen" (Juan Pablo II, Sollicitudo rei socialis, 1987, n. 18).

Texto 3. "Por eso, hay que seguir preguntándose sobre el sujeto del trabajo y las condiciones en las que vive. Para realizar la justicia social en las diversas partes del mundo, en los distintos países, y en las relaciones entre ellos, son siempre necesarios nuevos movimientos de solidaridad de los hombres del trabajo. Esta solidaridad debe estar siempre presente allí donde lo requiere la degradación social del sujeto del trabajo, la explotación de los trabajadores y las crecientes zonas de miseria e incluso de hambre.

El trabajo humano es una clave, quizá la clave esencial, de toda la cuestión social, si tratamos de verla verdaderamente desde el punto de vista del bien del hombre. Si la solución gradual de la cuestión social¼ debe buscarse en la dirección de hacer la vida humana, entonces la clave, que es el trabajo humano, adquiere una importancia fundamental y decisiva" (Juan Pablo II, Laborem Exercens, 1981, nn. 8 y 3).

Comentario. El problema de la economía es si pretende hacer la vida humana más humana para todos, o sólo más fácil para unos pocos. Según se elija una u otra finalidad, las leyes de la economía serán muy diferentes. Por eso se puede decir: "la economía se ha hecho para el hombre (para todos los hombres), no los hombres para la economía" (de unos pocos).

4. Todo esto significa revisar los criterios salariales

Texto 1. "Si el obrero. obligado por la necesidad o acosado por el miedo de un mal mayor, acepta, aun no queriéndola, una condición más dura, porque la imponen el patrono o el empresario, esto es ciertamente soportar una violencia, contra la cual reclama justicia" (León XIII, Rerum novarum, 1891, n. 32).

Comentario. Por ejemplo: si hay una gran masa de parados el obrero aceptará cualquier cosa para sí, y reivindicará mucho menos para su clase: no porque así lo quiera libremente sino "forzado por la necesidad".

Texto 2. "Hay que luchar denodadamente, por tanto, para que los padres de familia reciban un sueldo lo sufientemente amplio para atender convenientemente a las necesidades domésticas ordinarias. Y si en las actuales circunstancias esto no siempre fuera posible, la justicia social postula que se introduzcan lo más rapidamente posible las reformas necesarias para que se fije a todo ciudadano adulto un salario de este tipo" (Pío XI, Quadragesimo anno, 1931, n 71).

Texto 3. "Cierto es que para establecer la medida del salario con justicia hay que considerar muchas razones; pero generalmente tengan presente los ricos y los patronos que oprimir para su lucro a los necesitados y a los desvalidos y buscar su ganancia en la pobreza ajena, no lo permiten ni las leyes divinas ni las humanas. Y defraudar a alguien en el salario debido es un gran crimen, que llama a voces las iras vengadoras del cielo. "He aquí que el salario de los obreros¼ que fue defraudado por vosotros, clama; y el clamor de ellos ha llegado a los oídos del Dios de los ejércitos" (Sant 5, 4). Por último, han de evitar cuidadosamente los ricos perjudicar en los más mínimo los intereses de los proletarios con violencias o con engaños, o con artilugios usurarios; tanto más cuanto que no están suficientemente preparados contra la injusticia y el atropello, y, por eso mismo, mientras más débil sea su economía, tanto más sagrada debe considerarse" (León XIII, Rerum novarum, 1891, n.14).

Texto 4. "Todo hombre tiene derecho a una renumeración equitativa que le permita a él y a su familia "llevar una vida digna en el plano material, cultural y espiritual", a la asistencia en caso de necesidad por razón de enfermedad o de edad" (Pablo VI, Octogesima adveniens, 1971, n. 14).

Comentario. Reléanse a la luz de estos textos y de la cita del apóstol Santiago, todo nuestros discursos sobre el "ajuste", la "moderación" salarial y demás eufemismos.

5. Todo lo anterior se agrava considerablemente cuando la economía se convierte de "productiva" en "especulativa

Texto 1. "Es necesario denunciar la existencia de unos mecanismos económicos, financierons y sociales, los cuales, aunque manejados por la voluntad de los hombres, funcionan de modo casi automático, haciendo más rígidas las situaciones de riqueza de los unos y de pobreza de los otros. Estos mecanismos, maniobrados por los paíes más desarrollados de modo directo o indirecto, favorecen a causa de su mismo funcionamiento, los intereses de los que los maniobran, aunque terminan por sofocar o condicionar las economias de los países menos desarrollados" (Juan Pablo II, Sollicitudo rei socialis, 1987, n.1).

Dar la muerte

Sólo te puedo dar lo que quería

haberte dado, entero y parte a parte:

El pan y el vino de mi cada día,

lo que debía y no he sabido darte,

lo que yo soy y espero ser y quiero

que sean todos, todo, sin medida,

devuelta el agua al manantial primero,

¡lo que me has dado, lo que eres, Vida!

Por tanta vida que ya Te he negado,

por tantas vidas que nos han matado,

con tantos que han sabido compensarte

dando sus vidas en la extrema suerte,

concédeme el capricho de brindarte

toda mi vida dándote mi muerte.

Los diez leprosos

Eran diez leprosos. Era

esa infinita legión

que sobrevive a la vera

de nuestra desatención.

Te esperan y nos espera

en ellos Tu compasión.

Hecha la cuenta sincera,

¿Cuántos somos?, ¿cuántos son?

Leproso Tú y compañía,

carta de ciudadanía

nunca os acaban de dar.

¿Qué Francisco aún os besa?

¿Qué Clara os sienta a la mesa?

¿Qué Iglesia os hace de hogar?

Pedro Casaldáliga