© 1997 UCA Editores
En el día de la madre se abusa de la comercialización y puede caerse también en exceso de sentimentalismo. Pero, con todo, algo muy importante se quiere decir ese día: remitir al misterio de la vida y a la entrega y el amor de la madre. Todo ello es como un referente último que otorga sentido a nuestras vidas, sobre todo en medio de los graves obstáculos para vivir.
Todos los seres humanos debiéramos ser referentes humanizantes unos para otros, pero no es así. Muchas veces la referencia que tenemos es la de ser competidores, adversarios, enemigos... Y en el mismo grupo familiar, con frecuencia el padre no es referente positivo; "hay más madres que padres".
La madre es referente de humanidad porque es ante todo dadora de vida, y eso, dicho sin ninguna retórica, la asemeja al mismo Dios. Y esa vida no es sólo lo que Dios "produce", sino que es su "gloria". "La gloria de Dios es que el hombre viva", dijo san Ireneo en el siglo II, y Monseñor Romero lo concretizó: "La gloria de Dios es que el pobre viva". Lo primero y último que hay que decir de Dios es que quiere y se relaciona con "la vida" de los seres humanos. Y eso es también lo que hay que decir de la madre.
Y tambien hay que recordar lo que decían los antiguos cuando se preguntaban por la razón de la creación de Dios: "el amor". Y el amor es también lo que caracteriza a la madre. El amor, el vivir y desvivirse por el hijo y la hija, el asumir como lo más natural del mundo toda clase de sacrificios, desvelos, sufrimientos internos, sola o abandonada muchas veces, sin apoyo del compañero...
Y la madre es madre "siempre", no sólo en la gestación, en los primeros meses y años, sino en todo el proceso de educación, y también cuando los hijos se van y comienzan ellos su vida. Dejarles ir, respetar su autonomía y su propia vida es como un segundo parto. Es ayudar a que den vida aquéllos y aquéllas a quienes ellas dieron vida.
No hay que idelizar a las madres, ni siquiera en su día. Y sobre todo, no hay que tomar a la ligera la maternidad, sino que hay que recordar, sobre todo las jóvenes, la inmensa responsabilidad que conlleva la maternidad (y por supuesto hay que denunciar tanta paternidad irresponsable). Pero dicho todo esto queda en pie lo fundamental: la madre es el referente primario de vida, de dar vida y de entregarse a los hijos.
Si no fuera por la deformación teológica a la que estamos sometidos, sería fácil de entender que la madre es el gran sacerdote, es quien hace presente a Dios en la vida, dando vida. No podrá presidir la Eucaristía, pero es la que preside la gran mesa de la vida. En cualquier caso, Isaías, gran profeta y poeta del Antiguo Testamento, lo dijo bellamente poniendo estas palabras en boca del mismo Dios: "¿Puede una madre olvidarse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvidara, yo no me olvidaré", dice Yahvé.
La Iglesia
"Nuestra santa madre Iglesia", nos enseñaron a decir desde pequeños. Es una bella metáfora para describir a la Iglesia junto con otras expresiones, como la de "pueblo de Dios", "cuerpo de Cristo" etc. El asunto está en qué se quiere decir al aplicar a la Iglesia la métafora de la maternidad. Indudablemente, puede decirse que la Iglesia nos da a Cristo, pero ahora queremos fijarnos en dos características históricas de esa maternidad: la compasión y la vida.
En días recientes, con ocasión de la excomunión de un sacerdote asiático por haber escrito un libro con tendencias peligrosas y heréticas según el Vaticano, se han levantado voces pidiendo que la Iglesia, como madre, use de misericordia y no de dureza contra él. El sacerdote, ya de edad avanzada, 73 años, con la intención de acercar el cristianismo a su mundo asiático, prefirió seguir su conciencia que lo que le exigía el Vaticano.
No nos metemos ahora a juzgar el problema estrictamente doctrinal, pero queremos citar a Frey Betto que decía a este propósito: "perdonar setenta veces siete". En otras palabras, si algo de reprensible hay en el sacerdote asiático, use la Iglesia de eso tan típico de una madre: la comprensión, la compasión y el perdón. Y no estará de más que la Iglesia "se exceda" en la misericordia para reparar épocas de crueldad. Sin anacronismos, por supuesto, pero con honradez, hay que recordar los tiempos de cárceles y hogueras, y los más frecuentes de persecución y hostigamiento a obispos y teólogos.
Con todo, lo más importante es que la Iglesia sea partera de humanidad, que humanice a nuestro mundo deshumanizado, como comenzó a hacerlo en el concilio y en Medellín: parir humanidad es decir verdad, es defender al débil, es denunciar al opresor, es poner a la religión, a Jesús y a Dios en favor de la vida de los pobres, y no usarlos, en definitiva, en su contra, para dificultar esa vida o para que los opresores puedan justificarse.
Con Juan XXIII se popularizó la expresión "madre y maestra", y por
ese orden, pero no faltan ocasiones en que el orden parece ser el inverso. Y sobre esto escribió I. Ellacuría estas lúcidas palabras:
"Una distinción fundamental es lo que compete al carácter maternal de la Iglesia en diferencia con su carácter magisterial. El carácter maternal de la Iglesia dice lo que ella tiene de partera de humanidad y de santidad, de partera de nuevos impulsos e ideas en favor de la liberación, y este carácter le corresponde a quien Dios se lo ha dado por el Espíritu de Cristo, lo cual no corresponde necesariamente a la jerarquía, sino con frecuencia al pueblo de los más pobres no constituidos en jerarquía, a los que Dios ha hecho más santos o simplemente más preferidos. El carácter magisterial, esto es, la determinación autoritativa del sentido de algunos pronunciamientos teóricos o prácticos, que afectan a la vida cristiana desde la revelación y a veces también a sus concreciones históricas, corresponde más bien a quienes detentan la autoridad eclesiástica..."
En la Iglesia la prioridad la tiene su carácter maternal sobre el magisterial. Es más importante su misión de dar vida o de transmitir vida que la de sancionar autoritativamente determinadas enseñanzas.
Zaire
En el día de la madre dIgamos una palabra final sobre Zaire. En las historias que llegan, en las imágenes que aparecen en periódicos y televisión lo que más abundan son madres con sus hijos. Son relatos y fotos espeluznantes, aunque también a través de ellos se trasluce la grandeza de la madre. Más adelante publicamos el testimonio de una madre zaireña.
Pero queremos concentrarnos ahora en la tragedia, que hoy es de Zaire y Ruanda, que es la de Sudán y Mozambique, que es la de El Mozote y el Sumpul. Y entonces nos preguntamos si nuestra humanidad es partera de vida o de muerte, si es partera de humanidad o de deshumanización.
El día de la madre es, en definitiva, el día de la vida. Y la vida es el criterio para juzgar todo y a todos. Globalización, neoliberalismo, modernización, son, por definición, sólo medios para configurar la humanidad de una determinada manera. Hoy por hoy, no están generando vida, vida que llegue a todos, sino oasis de abundancia y desiertos de muerte. Las relaciones entre países no están pensadas para dar vida a todos (como lo exigen los textos de la doctrina social de la Iglesia que publicamos en este número). Por eso, ojalá que el día de la madre sirva para recordar y exigir que hay que parir vida y no muerte.
Nefasto desempeño
de la anterior Asamblea Legislativa
En los días previos a la terminación de sus funciones, la gran mayoría de los diputados salientes se dedicaron a autoalabar su trabajo. Vistas críticamente, esas alabanzas no son más que un mero ejercicio de demagogia barata, cuyo cotejo con la realidad las pone en evidencia. Para comenzar, conviene recordar cómo inició y cómo concluyó su trabajo la legislatura anterior: lo inició con una maniobra, orquestada por el partido ARENA, la Expresión Renovadora del Pueblo (ERP) y la Resistencia Nacional (RN), para hacerse del control de la directiva de la Asamblea Legislativa; y lo terminó con un debate risible y ridículo sobre la despenalización de determinados casos de aborto.
Entre los dos actos, por si no bastara, los anteriores legisladores pasaron una y otra vez por encima del bien común y de los intereses generales de la sociedad salvadoreña. Así, los diputados del PD y ARENA salieron nuevamente a escena, primero para firmar el Pacto de San Andrés; y, segundo, para aprobar un incremento al Impuesto al Valor Agregado (IVA). Después del Pacto de San Andrés vinieron la Ley de Emergencia contra la delincuencia y la aprobación de la pena de muerte para los delitos de homicidio, violación y secuestro. Ambas iniciativas contaron con el patrocinio de ARENA que no se detuvo ante nada con tal de demostrar a la sociedad en manos de quién estaba el poder de decidir sobre sus destinos.
ARENA, el gobierno y los sectores sociales que clamaban por una solución drástica al problema de la delincuencia se dieron la mano; por su parte, los medios de comunicación sumaron su voz a este coro que clamaba por la coerción estatal. Las voces críticas, las voces que apelaban a la razón, o bien fueron silenciadas o, peor aún, fueron presentadas como aliadas de los delincuentes.
Desde la Asamblea Legislativa, que debería ser el espacio donde la racionalidad argumentativa debe prevalecer sobre cualquier interés particular o de grupo, se propagó una visión maniqueísta de la realidad, es decir, una visión en la que los buenos eran quienes aceptaba las decisiones oficiales y los malos eran quienes las cuestionaban o hacían llamados a la racionalidad.
La peor herencia de la anterior legislatura es la resistencia al debate público que se generó desde ella. Ciertamente, hubo mucho espectáculo; pero tras el mismo fueron los intereses y la cosmovisión de ARENA los que se impusieron. Los demás partidos fueron, por acción o por omisión, piezas del juego diseñado por el partido de derecha. Un balance del quehacer legislativo recién finalizado no puede pasar desapercibidos los males que dejaron al país la prepotencia arenera, el oportunismo de los socialdemócratas y la pasividad de una izquierda de la que cabía esperar más de lo que efectivamente hizo. Ojalá que la satisfacción que manifiestan algunos de los diputados reelectos no les impida caer en la cuenta de su pésimo desempeño en el pasado.
Art. 1. Facúltase a los Jueces de Familia de la República y a la Procuraduría General de la República, para que ordenen a los Pagadores de las distintas Unidades Primarias de Organización y de las Instituciones Autónomas y Descentralizadas del Estado, incluyendo la Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica del Río Lempa, la Administración Nacional de Telecomunicaciones y el Instituto Salvadoreño del Seguro Social, así como a los distintos Pagadores de Instituciones Privadas, retener de aquellos empleados públicos o privados obligados al pago de pensiones alimenticias, en adición a la cuota del mes de diciembre, el equivalente a un Treinta por ciento de la prima que recibirán en concepto de Compensación Económica en efectivo y aguinaldo respectivamente (30%) en el presente año, para beneficio de sus respectivos alimentarios. En la misma obligación estarían aquellos asalariados, que hacen efectivas las pensiones alimenticias por entrega o depósito personal.
Art. 2_ Facúltase a los Jueces de Familia de la República y a la Procuraduría General de la República para ordenar aquellas personas no asalariadas al pago de cuotas alimenticias, entreguen en beneficio de sus alimentarios en adición a las cuotas del mes de diciembre, el equivalente a una cuota mensual, bajo el apercibimiento de ley en caso de incumplimiento.
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Creo que la UCA sigue siendo un instrumento de creación de verdad. La verdad no es un cuerpo de doctrina definido y sistematizado que debamos aplicar a la realidad. Si así fuera, nuestra tarea sería muy sencilla y la universidad no sería más que una pieza dentro de un sistema totalitario. La verdad, por el contrario, se descubre, se encuentra tras un laborioso camino, se crea en el diálogo y en el estudio de la realidad.
Nuestra universidad tiene, en este contexto, suficientes instrumentos para crear verdad en su contacto con la realidad, aunque no debamos olvidar la necesidad de mejorar contínua y sistemáticamente dichos instrumentos. Una verdad tanto más necesaria en cuanto que a nuestro país le falta conocimiento de sí mismo o, en ocasiones, sufre deformaciones y oculta su propia verdad ya conocida. Somos un país trabajador, creativo, competitivo y luchador, pero que con frecuencia ponemos nuestros valores al servicio de intereses ajenos o particulares. Tenemos principios claros pero no faltan ocasiones en las que nos dejamos controlar por propagandas y sistemas de vida u organización social claramente contrarias a nuestros propios pricipios. Ensalzamos las bellezas de nuestra tierra mientras la vamos destruyendo y desertizando. O lo que es peor, mentimos descaradamente, como lo muestran las fotografías de algunos periódicos del día de la tierra, diciendo que es el campesino el que deteriora el medio ambiente, o las grandes colonias populares las que destruyen la naturaleza. Y olvidamos intencionalmente los vertidos venenosos de grandes fábricas con ninguno o deficiente control de su uso de las aguas, o las millonarias colonias construidas sobre algunos de los cerros que nos circundan, que no son precisamente villas miseria.
Históricamente la guerra imponía en El Salvador una situación y una mentira totalizante, más riesgosa para el servicio de la verdad que las mentiras de la actualidad, como nos lo recuerdan nuestros mártires, pero, en cierta manera, más fácil de enfrentar. Se trataba de salvar vidas y construir la paz sobre la justicia, frente a quienes deseaban construir la sociedad sobre la eliminación del adversario. Hoy, la paz ha traido complejidad a nuestra tarea. El servicio universitario de la verdad debe contar hoy con una investigación más extensa y compleja que le permita una labor de docencia, propuesta social y denuncia pública, cuando ésta sea necesaria, que abarque la realidad en la mayor amplitud posible. No nos enfrentamos a una situación particular que condiciona toda la realidad, como lo era la guerra, sino a una realidad difusa, que sigue creando víctimas, pero que multiplica los encantos, como llamaban los clásicos a los falseamientos de la realidad, y, por supuesto, multiplica también a los encantadores, nunca mejor dicho, de serpientes.
Palabras buenas como modernización, globalización, desarrollo, seguridad e incluso democracia, pueden convertirse en fraseología encubridora de la realidad. Queremos entrar en el proceso de mundialización de la economía sin conocer previamente las posibilidades de desarrollo autosostenible que tenemos. Queremos invitar al capital extranjero sin conocer bien los efectos de determinadas inversiones sobre nuestro medio ambiente o sobre nuestra propia organización social. Queremos vender las empresas del Estado sin la adecuada transparencia que permita al pueblo salvadoreño entender si dicha venta va a reportar al país mayores beneficios que los que reporta la empresa pública en la actualidad. Quisimos combatir la violencia con la pena de muerte sin enfrentar previamente el alcoholismo o simplemente regular con mucho mayor rigor la tenencia de armas en el país. O deseamos mantener la democracia rehuyendo el debate o la búsqueda mínima de consenso.
Frente a esta realidad nueva y compleja, y frente a los intentos de encubrimiento que se hacen de la misma, la Universidad tiene que mantener su papel de creadora de verdad. Hoy desde una multidisciplinariedad creciente, desde un estudio e investigación en el campo de las ciencias exactas y la tecnología que nos permita conocer con mayor exactitud nuestras posibilidades físico_materiales, y desde el estudio e investigación de la realidad humana y su interacción social y con la naturaleza, la UCA debe aportar su reflexión constante a la sociedad. Reflexión a la que debe ir unida la propuesta, así como la denuncia cuando ésta sea necesaria.
Al mismo tiempo, esta tarea de hacer verdad y romper el encubrimiento que sobre la realidad se realiza cada día, tiene una clara orientación hacia el servicio a las grandes mayorías empobrecidas de nuestro país. No queremos una verdad para nosotros mismos, sino para dársela a aquéllos, de los que somos también parte, que tienen que construir su propia historia desde la libertad y la dignidad humana. Queremos con ellos, desde una actitud universitaria que une docencia, investigación y proyección social, edificar una sociedad más justa, más humana, y más coherente con nuestros propios principios: la humanidad es una, todos somos iguales en dignidad y todos somos libres en la diversidad.
Esta tarea encuentra en la actual conyuntura salvadoreña un campo propicio. La guerra, si bien ha dejado como herencia graves males en los que no voy a insistir, ha dejado al menos dos grandes factores de esperanza. Una cultura de diálogo y un claro afán popular de organizarse para su propio desarrollo en dignidad. Si la cultura del diálogo se había visto amenazada por tendencias autoritarias, hoy se ha vuelto a poner sobre el tapete la necesidad de dicha cultura tras la exigencia popular manifestada a través del voto. La UCA, factor históricamente clave en la construcción de esa cultura del diálogo, debe reforzar insistentemente esta tendencia, como ya lo viene haciendo, a través de las líneas antes señaladas. Y debe hacerlo como comunidad universitaria. Un liderazgo que no contara con el respaldo y la voluntad de la comunidad universitaria en esta tarea, no podría realizar lo que Ellacuría y sus compañeros lograron hacer en su momento.
Comunidad de pensadores comprometidos con el cambio social en favor de los sectores empobrecidos, la universidad de inspiración cristiana, como se define a sí misma nuestra UCA, debe ser también desde su interior testimonio de los valores del Reino de Dios. La justicia, la dignidad humana, la ética, la capacidad de ir al fondo de los problemas, la responsabilidad profesional y el respeto a los derechos de los demás, no son en nuestra comunidad propuestas exclusivamente dirigidas hacia fuera de nuestro entorno universitario. Son valores que la misma Universidad debe vivir en su interior, insdispensables para su misma eficacia a la hora de incidir en la sociedad en la que vivimos. Desde el conocimiento y la experiencia de los esfuerzos por ser coherentes con lo que predicamos, les invito también a que nos ayudemos mutuamente a crecer en este terreno en el que nuestro colectivo debe dar también testimonio.
No puedo terminar sin agradecer, una vez más en el caso del P. Ibisate, a mis antecesores en el cargo. Al menos a aquéllos que todavía son historia viva y determinante de nuestra realidad universitaria. Valga de nuevo la mención de Ignacio Ellacuría, hombre genial en el campo de la vida universitaria, que permanece iluminando caminos de futuro. Al P. Francisco Estrada, que con enorme valentía y determinación, asumió el rectorado de la UCA en momentos sumamente difíciles. Y a nuestro entrañable P. Ibisate, auténtico pilar de esta universidad desde prácticamente su fundación, y que, en la dedicación total al mundo universitario y en su apertura a los que componemos este colectivo, ha sabido darnos ejemplo de servicio, diálogo y cercanía con todos.
Gracias especialmente a todos Ustedes que posibilitaron la genialidad de Ellacuría, el coraje de Estrada y la servicialidad dialogante y cercana de Ibisate. Y gracias finalmente, por estar abiertos a que yo pueda intentar servirles, a la universidad, al país y a ustedes, desde el mismo puesto que mis predecesores.
La comunidad internacional no puede permanecer impasible mientras millares de refugiados en el este de Zaire se enfrentan a la muerte por hambre porque los rebeldes deniegan acceso a la ayuda humanitaria, denuncia el seceretario general de la ONU. También las agencias humanitarias de la ONU se indignan por la pasividad del mundo ante la "muerte lenta y cruel" de 80.000 refugiados en el este de Zaire. Claman por el fin de esta tragedia y culpan a la Alianza rebelde de impedir la entrega de ayuda a los refugiados. La tragedia ahora toma la forma macabra de ni siquiera saber dónde están los refugiados.
¿Qué ha pasado? A finales de abril cerca de 50.000 refugiados ruandeses abandonaron el campamento de Kasese. "El campamento está vacío. No sabemos dónde están, si en Biaro o todavía más al sur, en Ubundo", dicen miembros de agencias humanitarias. Sus ocupantes huyeron hacia la jungla en dirección al sur después de que se produjeran enfrentamientos y saqueos tras la llegada de un tren que transportaba soldados de la Alianza rebelde. En total, se calcula en cerca de 100.000 ruandeses los refugiados que siguen atrapados en el conflicto de Zaire a lo largo de los 120 kilómetros que separan Kisangani de Ubundo.
O'Toole, miembro de ACNUR visitó el campamento de Kasese y no encontró "huella alguna de los hombres, mujeres y niños que eran poco más que piel y huesos y que hace cuatro días morían a un ritmo de cien personas diarias". Tampoco había señal de los 167 refugiados hospitalizados, de los 200 enfermos de cólera aislados ni de los 519 niños no acompañados que había en el campamento. "No tenemos ni una sola pista de lo que ha ocurrido con los 9.000 refugiados clasificados como extremadamente vulnerables que necesitaban urgente ayuda medica", continuó O'Toole, y añadió que "todas las instalaciones habían sido saqueadas".
La responsable de ACNUR, Sadako Ogata, informará el próximo lunes al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sobre la situación y "exigirá a los Gobiernos que hagan cuanto esté en su mano para cambiar esta inaceptable situación". La ACNUR "pedirá a la Alianza que dé una respuesta a una serie de preguntas sobre el destino de los refugiados".
La tragedia, la indignación y la impotencia son inmensas. Quizás quedan expresadas en estas dos terribles frases, una de Maire Heuze, portavoz de la UNICEF, y otra de Christian Bertiaume, portavoz del PMA"
"Los refugiados están en una trampa: sólo tienen la elección entre una muerte segura, debido al hambre, las enfermedades y debilidad, si permanecen en el refugio, y una muerte incierta si huyen hacia el Sur".
"El mundo asiste a la muerte lenta y cruel de los refugiados. La paradoja es que fallecen a causa del hambre _cuando los almacenes de alimentos en la región estan llenos de víveres_ tan sólo porque no podemos distribuirlos".
Al escribir estas líneas en la primera semana de mayo decenas de miles de refugiados deambulan por el país a la espera de ser repatriados. La ONU ha establecido un puente aéreo para repatriar a los refugiados ruandeses de etnia hutu que se encuentran al sur de Kisangani. Confía en poder concluir la operacion en cien días repatriando diariamente unos mil refugiados, pero el problema está en la dispersión de éstos desde que que abandonaron los campos de refugiados.
Otra noticia trágica es que en Burundi rebeldes hutus asaltaron a finales de abril el seminario de Buta con un saldo de 34 seminaristas y siete laicos asesinados, otros 34 seminaristas heridos. El papa Juan Pablo II "condenó con fuerza el acto de barbarie y repitió nuevamente que nada bueno puede venir de la violencia". L'Osservatore Romano añade estas palabras:
"En el Zaire se consuma, en medio de la indiferencia de la comunidad internacional, el genocidio silencioso de los refugiados ruandeses, de los que cientos de miles han desaparecido en la jungla ecuatorial y de la que reaparecen de cuando en cuando pequeños grupos extenuados por el sufrimiento. Sólo el dálogo, el perdón y el entendimiento, y no la violencia, podrán construir el futuro de Burundi.
Lo que se decía en diciembre de 1996
Nadie se explica qué está pasando en la región de los Grandes Lagos de Africa. En Rwanda y en Burundi regímenes dictatoriales y criminales por encima de todo lo tolerable son reconocidos y apoyados por las Naciones Unidas.
Los que hemos vivido de cerca esta guerra, que empezó hace ya 7 años, vemos que lejos de encontrar un camino que lleve a la paz, el problema se agrava de día en día, el conflicto implica directamente a cuatro países: Uganda, Rwanda, Burundi y Zaire, y la guerra va tomando proporciones alarmantes.
Los refugiados han comprendido que quieren obligarles por el hambre a volver a Rwanda. Tienen miedo y el pánico cunde entre ellos y se dicen que antes de morir de hambre en los campos de refugiados, van a coger las montañas y huir. Tienen dos puntos de cita para su huida: Kenya a unos 600 kilómetros y Zambia a unos 1.200 kilómetros, algo suicida para los niños, mujeres y ancianos, pero que muestra hasta qué punto estaban decididos a no volver a Rwanda en esas condiciones.
Este es el ambiente que hay entre los refugiados. Una madre decía a sus hijos: "Hijos míos, no vuelvan a Rwanda, no quiero tener el dolor de verlos masacrar en Rwanda delante de mis ojos; vayan por las montañas y huyan por Tanzania". La juventud, muchachos y muchachas preferían morir bajo las balas de los militares tanzianos que ser torturados y masacrados en Rwanda.
El ACNUR está constituido para defender los derechos de los refugiados, para dialogar con los países que los acogen, para hacer una repatriación con dignidad y con justicia. ¿Por qué el ACNUR ha traicionado la razón de ser de su institución? ¿Qué se pretende con esa repatriación OBLIGATORIA, Y TOTAL, y sobre todo tan PRECIPITADA, antes del 31 de Diciembre? Mis interlocutores están de acuerdo con mis preguntas. Y yo sigo preguntando: ¿Quién está detrás de todo eso? Su respuesta es el silencio, aún cuando todos tenemos un nombre en la mente, que nadie se atreve a pronunciar. Yo me arriesgo y continúo: ¿No será Estados Unidos de América? Con la cabeza me asienten, al mismo tiempo me confirman que ellos tienen que cumplir las órdenes.
Cuatro días más tarde de esta conversación, en Nairobi se publica en los diarios las cantidades que se habían pagado en ese contrato ignominioso: 500 millones de dólares para Rwanda, (¡se pueden comprar muchas armas!) y se hablaba de 300 millones de dólares para Tanzania.
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Ricos y pobres
"La esencia de la población del Tercer Mundo es hoy, a diferencia de lo que ocurrió hasta hace 100 años, que se trata, desde el punto de vista del Primer Mundo y sus necesidades económicas, de una población sobrante. Se sigue necesitando del Tercer Mundo, sus mares, su aire, su naturaleza, aunque sea únicamente como basurero para sus basuras venenosas, y se sigue necesitando sus materias primas... Lo que ya no se necesita es la mayor parte de la población del Tercer Mundo", Franz Hinkelammert, 1991.
"En 1960, el 20% de la población más pobre del planeta se repartía el 2,3% de la renta mundial, este porcentaje ha disminuido al 1,7% en 1980 y al 1,4% en 1990. Mientras tanto, el 20% de los más ricos pasaba del 70,2% en 1960, al 76,3% en 1980 y al 82,7% en 1990". José María Mella Márquez, Universidad Autónoma de Madrid, 1994.
"El abismo entre pueblos ricos y pobres va en aumento, y eso que en 1990 la relación era de 60 a 1, y de 180 a 1 si se comparan los más ricos y los más pobres. El patrimonio de las 358 personas, cuyos activos tienen un valor superior a 1.000 millones de dólares, supera el ingreso anual del 45 por ciento de la población mundial. Y en términos absolutos la pobreza es denigrante para 3.000 milones de seres humanos. 89 países están peor que hace diez años, y algunos de ellos peor que hace treinta. Países como Costa de Marfil pueden tardar 65 años en llegar a los niveles de índice de Desarrollo Humano de los países industrializados, pero otros, como Mozambique y el Níger, tardarán más de dos siglos. La conclusión es que estamos pasando de "lo injusto a lo inhumano", James Gustave Speth, Informe del Programa de Naciones Unidas para el desarrollo, 17 de julio de 1996.
"Como un gran honor a la mujer quisiera decir que toda mujer embarazada es Adviento. Es anuncio de una vida que llega. Y por eso, ¿cómo va a difamar y a ultrajar la Iglesia la figura de la mujer? Al contrario, la enaltece y la engrandece. Y quiere defenderla de todo lo que la ultraja y la hace menos grandiosa.
En el adviento hay estas dos figuras: María embarazada para ser Madre de Jesús y, ella misma, la iglesia, fecunda de tantos hijos que como María, también Virgen y Madre, está preparando para dar a luz en la eternidad" (24.12.1979).
"Si amamos a nuestra Madre, Ella es el modelo, el paradigma del seguidor del evangelio. El modelo de los pobres de Yavé, María, la pobrecita, a la que el Cardenal Pironio llama 'la que visita a América con los pies descalzos, con un niño pobre que nos hace ricos, con un niño indigente que nos hace libres'. Una gran devoción a la Virgen, pero así, hermanos, una devoción liberadora, una devoción que nos haga aprender de María la libertad con que Ella hablaba. Una devoción de la Virgen que nos haga sentirnos frente a Dios, no para implantar nuestro modo de pensar o nuestra falsa prudencia, sino que sepa dar su cara por Cristo, cuando por la injusticia del mundo queda clavada allí junto a El. Ella es la valiente de Jehová, la que defiende los derechos de Dios y del hombre, aun cuando cuesta humillaciones y peligros" (15.7.1979).