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Carta a las Iglesias AÑO XVII,Nº 382,1631 de julio,1997
Qué Cristo celebramos el 6 de agosto
La fiesta de El Divino Salvador tiene una larga historia en la religiosidad del pueblo salvadoreño y, muy probablemente, la seguirá teniendo. Pero siendo esto verdad, hay que preguntarse qué significa esta fiesta que no es una fiesta religiosa más, sino que nos habla de Jesús. No estamos, pues, ante devociones que pueden cambiar en la Iglesia y que sin duda cambiarán (antes la misa era en latín y ahora es en español), sino que estamos ante Jesús, el centro de la fe cristiana, sin el cual no tiene ningún sentido ni la Iglesia ni lo que llamamos la tradición cristiana.
Pues bien, puede suponerse que hasta hace relativamente pocos años el Divino Salvador, es decir, Jesucristo, tenía un significado común, aunque fuese vago y difuso, para casi todos los salvadoreños. Pero en los últimos años las cosas han cambiado.
Por una parte persiste la religiosidad popular, pero por otra hay indicios de secularización, los que se van introduciendo con los procesos de ilustración y revolución, y, sobre todo, los que se están introduciendo a través del ambiente, mal llamado cultural, que nos impone el mundo occidental con sus modas televisivas, musicales, deportivas... Pero han ocurrido también dos cambios importantes.
Uno es el que trajo Medellín, Mons. Romero, los mártires, las comunidades eclesiales de base y la teología de la liberación. Los cristianos fueron tocados por el sufrimiento de la gente y por la invitación de Jesús a seguirle. Reaccionaron como Jesús, dando ánimo y esperanza, trabajando y luchando por los pobres, mostrando el mayor amor del martirio.
Otro es el de los movimientos evangélicos (nombre más adecuado, respetuoso y fraterno que el de "sectas") que responden, en lo fundamental, al desamparo y desesperación actuales de las mayorías en su vida cotidiana. Buscan salvación en la espontaneidad, en la participación comunitaria, en la celebración. Buscan a un Jesús que literalmente "salve", y que lo haga "aquí y ahora". Al menos, que salve del sinsentido de la vida, de la indignidad, del lastre de vicios personales.
La conclusión es que la imagen de Jesucristo no es hoy homogénea ?y la Iglesia institucional no
parece saber qué hacer en esta situación. Incluso en este año de 1997, declarado por Juan Pablo
II año dedicado a Jesucristo, la jerarquía eclesial no está produciendo reflexiones creativas sobre
Cristo, sino que se mantiene, con mejor o peor fortuna, a un nivel doctrinal y de ortodoxia. La
tarea no es fácil, pero quizás ayuden estas dos reflexiones.
La responsabilidad de la Iglesia de hacer presente a Cristo
Pablo tuvo la genialidad de haber relacionado a Cristo con la Iglesia. No dice sólo que Cristo "fundó" una Iglesia, y sigue inspirándola y configurándola, sino que queda también, de alguna forma, en manos de la Iglesia, a merced de ella. Esto significa que la Iglesia tiene la dicha, pero también la responsabilidad de hacer presente a Cristo en la historia. Ser cuerpo de Cristo es timbre de gloria para la Iglesia, pero, si se toma con seriedad, expresa también su máxima responsabilidad: hacer presente a Cristo en la historia. En palabras del Padre Ellacuría, "la corporeidad histórica de la Iglesia implica que en ella 'tome cuerpo' la realidad y la acción de Jesucristo para que ella realice una 'incorporación' de Jesucristo en la realidad histórica". En palabras más sencillas, la Iglesia en lo que es hace presente (o no) la realidad de Cristo, puede mostrarlo al mundo y puede ocultarlo.
En una de sus geniales frases en su carta a los colosenses Pablo afirma que se alegra por los padecimientos que soporta por ellos, pero añade ?sin que aparezca como deducción lógica y necesaria? que "completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo en favor de su cuerpo que es la Iglesia" (Col 1, 24). Cristo, pues, "necesita" de nosotros para estar en la historia y para salvarla.
Es cierto que el Espíritu de Cristo es mayor que la Iglesia. La iniciativa siempre viene de arriba,
como don y gracia. Pero también es cierto que es la Iglesia la que tiene que poner a producir ese
Espíritu, y que lo puede transparentar u opacar.
Hacer presente a Jesús como gracia y buena noticia
En la actualidad hay un mosaico de religiosidades cristianas. Y para orientarnos quizás ayude recordar cómo se expandió el cristianismo en medio de la variedad de religiones judías y grecorromanas.
Por una parte, no cabe duda de que Jesús dio expresión religiosa a la situación real de la inmensa mayoría del pueblo judío en la Palestina del siglo I, y como respuesta a esa situación ofreció una esperanza: el fin de las desventuras está próximo, el reino de Dios se acerca. En lenguaje de hoy, Jesús ofreció una esperanza de liberación estructural.
Pero además, Jesús tocó lo más profundo de la dignidad de las personas. Las liberó de una opresión agobiante, sobre todo religiosa, que pesaba como carga dura e insoportable sobre los hombros de los pobres ?de ahí la centralidad de sus palabras "mi yugo es suave y mi carga ligera" (Mt 11, 30). Les devolvió dignidad, con lo que superaban la impotencia que sentían y el desprecio a que eran sometidos: "Tu fe te ha curado, tu fe te ha salvado" (Mc 5, 34; Lc 7, 50). Lo concentró todo en lo que todo el mundo entiende que es bueno, aunque a lo largo de la historia siempre es encubierto de mil maneras, también con mecanismos religiosos: nada hay más importante, más divino y más humano que el amor (Mt 22, 34?40; Mc 12, 28?31; Lc 10, 25?28) ?amor que el evangelio de Juan llama "nuevo" (Jn 13, 34), aunque sea lo más antiguo.
Ese modo de ser de Jesús, que llegaba a la gente, es lo que debió causar gran impacto en la Palestina del tiempo de Jesús y después en el mundo grecorromano. Para Pablo Jesús ofrece la buena noticia de algo tan básico y tan hondo como la autoestima: "todos tenemos algo importante que aportar" (la doctrina de los carismas). Con Jesús se rompen los muros de la desigualdad y la indignidad: "ya no hay judío ni gentil, ni libre ni esclavo, ni varón ni mujer".
Esta capacidad de la "nueva fe" de devolver dignidad a los marginados de la historia quedó
expresada y sacramentalizada en "la mesa compartida". La buena noticia que introdujo el
cristianismo fue la de poder sentarse a una única mesa ?sin preguntarse por "méritos", sino porque
"así es Dios"? los que durante siglos habían estado separados: pobres, paganos, esclavos, mujeres,
los despreciados de Israel y los marginados del imperio ?siguiendo en ello el ejemplo de Jesús.
Qué Jesús y qué mesa quiere compartir hoy la Iglesia
Esta es la pregunta fundamental. El Jesús presente en la Iglesia debe llevar a compartir la mesa, y, a la inversa, según la compartamos o no, así haremos presente a Jesús o no. Veamos dos ejemplos de "mesa compartida"; uno muy lejano y otro muy cercano a nosotros.
Eusebio de Cesarea, historiador de los primeros siglos de la Iglesia, describe así el banquete con
que terminó el concilio de Nicea en el año 325:
El emperador invitó a un banquete a los ministros de Dios. Ningún obispo faltó a aquel banquete.
La cosa superó todo cuanto se pueda decir. Destacamentos de guardianes y de soldados
custodiaban la entrada del palacio con espadas en las manos y por medio de ellos los hombres de
Dios procedían sin miedo hacia el interior de los salones imperiales, donde algunos acompañaban
al Emperador en la mesa, mientras que otros se reclinaban en sillones a ambos lados. Se podría
pensar que se encontraba allí simbolizado un retrato del Reino de Cristo, un sueño más que una
realidad.
Dejando ahora de lado si la descripción es muy exacta o no, ese banquete no era una mesa
compartida y no representaba el reino anunciado por Jesús, cuya divinidad ?irónicamente?
acababa de ser proclamada. Muchos siglos después, Rutilio Grande, un mes antes de su martirio,
volvió a poner juntas la buena noticia de Jesús con la buena noticia de la mesa compartida:
El mundo material es para todos sin fronteras. Luego una mesa común con manteles largos para
todos, como esta Eucaristía. Cada uno con su taburete. Y que para todos llegue la mesa, el mantel
y el "con qué". Por algo Cristo quiso significar el Reino en una cena. Hablaba mucho de un
banquete, de una cena. La celebró la víspera de su compromiso total. Y dijo que ése era el
memorial grande de la redención. Una mesa compartida en la hermandad, en la que todos tengan
su puesto y su lugar.
¿Qué celebramos el día de El Divino Salvador? Dada la diversidad de religiosidades en la
actualidad, sólo cada uno puede responder. Pero a la Iglesia salvadoreña que lo celebra
oficialmente le toca hacer lo suyo. Hemos hablado de una responsabilidad ética: seguir la praxis de
Jesús y así hacerlo presente en su vida real. Y hemos hablado también de una oferta de gracia, un
evangelio: la mesa compartida. Quizás, así, nos vayamos entendiendo y uniéndonos todos los
cristianos alrededor de El Divino Salvador.
Como pocas veces en la historia reciente de El Salvador, el caso de la defraudación bancaria en FINSEPRO e INSEPRO ha logrado poner nerviosos a un buen número de actores sociales del país. El monto de lo defraudado, el cual todavía no se logra estimar con precisión, y las complejas relaciones que en su entorno empiezan a perfilarse, dan pie para poder afirmar que entre manos se tiene un caso con un potencial de escándalo de gran magnitud, capaz de remover los cimientos de nuestra política y de nuestra economía.
Ciertamente, tal como se ha dicho en reiteradas ocasiones, el monto de los fondos malversados no sobrepasa ni siquiera el 5% del total de capital que maneja el sistema financiero nacional. Sin embargo, al margen de la pequeñez del porcentaje, el escándalo de FINSEPRO ha venido a respaldar viejas sospechas de que al interior de aquél se habían colado intereses del narcotráfico. En este sentido, la penetración de capital corrupto ha asestado un golpe demoledor a la confianza que podría depositarse en la banca nacional. ¿Quién podría ahora decidir invertir sin guardar una duda fundada de que su dinero podría desaparecer inesperadamente sin rastro alguno?
La respuesta del Estado salvadoreño, aunque siempre a posteriori, ha intentado ser proporcional a la gravedad de los hechos. El encarcelamiento de Roberto Mathies Hill, presidente de la financiera INSEPRO y miembro de una de las familias salvadoreñas hasta ayer consideradas por encima del bien y del mal, es muestra palpable de ello. Empero, no deja de llamar la atención, entre muchas otras cosas, que, de una actitud casi comprensiva y de apoyo hacia su persona, el partido ARENA haya virado hacia otra más dura, y ha insistido hasta el cansancio que los empresarios ligados al desfalco financiero deben ser investigados y encausados por la justicia. Este repentino cambio de actitud podría interpretarse como el afán de centrar la atención en los que ya han sido apresados y evitar así que se investigue o se orienten las pesquisas hacia otras personalidades.
Por otro lado, la decisión del Banco Central de Reserva, apoyada por la mayoría de las instituciones Del sistema financiero, de asumir la responsabilidad de reintegrarles el capital a los inversionistas afectados, permite varias explicaciones. Por un lado, a diferencia de la estafa en FOMIEXPORT, la lista de inversionistas incluye a importantes personalidades del país e, incluso, entidades estatales (ANDA y el ISSS, por ejemplo) y sociales (la Iglesia Católica y el IPSFA, entre ellas). Por esta razón, la presión a la que probablemente se ha visto sometido supera con creces a cualquier otra anterior con la que se haya enfrentado. Además, y éste es un hecho que ni siquiera ha sido insinuado, de la actual respuesta del Estado salvadoreño ante la defraudación de INSEPRO dependerá si los inversionistas extranjeros deciden arriesgar su capital en nuestra nación.
Más que el elevado índice delincuencial que experimenta El Salvador o la derogación del proyecto de privatización de ANTEL, la defraudación al interior del sistema financiero representa el mayor affaire entre el Estado y la inversión foránea. Paradójicamente, el mayor motivo de recelo para la inversión en el país ha surgido de la mano de uno de los buenos muchachos del partido en el poder y no de los satanizados defensores de los derechos de los trabajadores maquileros o de los comunistas enemigos del capital. Roberto Mathies Hill ha mostrado al Estado que su contrincante no está afuera, y que ante su voracidad ninguna previsión es vana.
En el ámbito político, dos cosas llaman la atención. En primer lugar, poco a poco ha comenzado a salir a la luz pública que, en la relación entre los directivos de INSEPRO, figuras del narcotráfico y algunas instituciones comerciales de sólido prestigio (Caribe Motors, por ejemplo), pueden estar mezclados algunos partidos políticos salvadoreños. Curiosamente, los signos más evidentes para contemplar tal posibilidad surgieron desde los mismos partidos, los cuales se acusaron entre sí ?principalmente ARENA y el FMLN? de haber mantenido o de mantener nexos con figuras involucradas en el caso de defraudación; entre ellas, Mario Galdámez y Roberto Mathies Regalado, padre del presidente de INSEPRO, ambos empresarios responsables de varias de las compañías distribuidoras de automóviles hacia las cuales se desviaron fondos millonarios.
En el marco de estas acusaciones, que tuvieron lugar en la asamblea del 11 de julio, salieron a relucir fotos, extraídas de un vídeo, en las cuales el diputado del FMLN Orlando Quinteros conversaba con Mario Galdámez. Con ello ARENA afirmaba tener pruebas para suponer que el FMLN había recibido fondos para su campaña por parte del narcotráfico. Este es el segundo hecho que merece atención: ¿de dónde había obtenido ARENA tales fotos? ¿Acaso este instituto político estaban enterado desde hacía varios meses de las actividades ilícitas de Galdámez y sólo aguardaba el momento propicio para hacerlas públicas? ¿O es la foto un producto casual de una labor de espionaje e inteligencia sobre los contrincantes políticos de ARENA?
Así pues, a lo polémico y grave del caso INSEPRO, se añade un nuevo elemento: la posibilidad de que el partido ARENA, respaldado por los recursos con que cuenta el Estado, continúe con la práctica de espiar cotidianamente a aquellos ciudadanos que podrían atentar u obstaculizar sus intereses. De ser así, el temor de que, al otorgársele a la PNC la libertad de interceptar y escuchar conversaciones telefónicas privadas se le estaría dando al Estado el poder de controlar a sus ciudadanos, no resultaría del todo infundado. Grande ha de ser lo que se busca ocultar con la intimidación que subyace a la acusación, como para que ARENA se arriesgue a exponer piezas de su inteligencia que de otra manera nunca verían la luz pública.
Como están las cosas, todo parece indicar que lo que hasta la fecha se ha expuesto en el caso de la financiera INSEPRO es sólo el extremo de una madeja en la que se enredan importantes figuras de la vida pública salvadoreña. De aquí el sigilo con el que se han ventilado algunos elementos del escándalo y el excesivo interés que se ha puesto en mantener alejada a la prensa de los principales acusados.
Hay que preguntarse si la golpiza que recibieron algunos reporteros y camarógrafos de los medios por parte de la Unidad de Mantenimiento del Orden estaba menos destinada a proteger a Roberto Mathies Hill y sus allegados del acoso de la prensa que a impedir que alguno de ellos se viera tentado a realizar declaraciones inculpando a individuos que aún continúan en el anonimato.
Lo más preocupante de todo es que para muchos empresarios salvadoreños aprovecharse de los demás se ha vuelto lo más normal y legítimo. No caen en la cuenta de que con ello socavan aún más el proceso de institucionalización del país. Los empresarios honestos, el Estado y la sociedad civil no pueden cruzarse de brazos ante la embestida de grupos y personas que han hecho de los negocios ilícitos y del fraude su modo de vida. La ilegalidad, en cualquiera de sus manifestaciones, no puede ni debe ser tolerada. De aquí que la investigación a fondo de las actividades financieras que se realizan en el país sea un desafío de primera magnitud, así como es muy importante sancionar a los que han manejado ilícitamente los recursos del público. Sin embargo, sin una ética empresarial mínima, en la cual el respeto a los contratos y la transparencia económica ocupen un lugar privilegiado, El Salvador no avanzará por el rumbo debido.
Pero no sólo los empresarios tienen que ser portadores de una cierta eticidad, sino también el
conjunto de actores sociales del país. Una pregunta que no puede eludirse es de dónde han sacado
tanto dinero personas e instituciones que, aparentemente, profesan la austeridad o no han tenido
reparos en proclamar su difícil situación financiera. Como revelan las cifras millonarias estafadas, en
El Salvador hay más ricos de los que parece y, peor aún, gozan de una posición privilegiada
grupos y personas que no podrían justificar tan fácilmente su bonanza económica. También estos
tienen que ser puestos en la mira de la crítica pública y, si existen irregularidades en sus actividades
económicas, la justicia debe ocuparse de ellos.
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Algunas instituciones estafadas por FINSEPROINSEPRO
Instituciones Millones
INPEP 19
ISSS 12
IPSFA 11
ANDA 10
ANTEL 2
Iglesia católica 1.5
¿Quién es para tí Jesucristo? ¿Qué significa celebrar este año al Divino Salvador en este nuestro
pueblo que tan castigado está por la corrupción, la violencia delincuencial y la injusticia que afecta
a grandes clases de trabajadores? Estas son las preguntas que hemos hecho a varias personas
sencillas al acercarse las fiestas agostinas cuando estamos en medio de desfalcos de 200 millones o
muchos más, como piensan algunos.
Conchita es una joven trabajadora que vive en una zona marginal en San José del Pino. Es militante cristiana de las comunidades y se dedica a ayudar a los pobres. Esto es lo que nos constesta:
"Bueno, de principio, para mi este Jesús Salvador, ese Jesús que representa nuestras principales fiestas de El Salvador, es como una persona solidaria y comprometida, una persona llena de energía y de dar al que necesita. Es un persona que está entre nosotros los pobres, los solidarios, los oprimidos, porque muchos lo estamos, es cierto.
Mi comunidad y la comunidad vecina, que es la San Rafael, vivimos en la total miseria, a cuál más
pobre. Con la situación que estamos afrontando como la delincuencia ?y acabamos de tener
experiencias? el corazón se nos va hasta los pies cuando alguien que nos mira fuerte, nos amenaza,
y aún teniendo la autoridad enfrente, sabemos que no nos pueden defender. También que no sólo
roban en poquito, sino que podemos ver ese robo de 200 millones, que es palpable, es visible, que
en la propia asamblea dio un enfrentón tremendo, los diputados insultándose... Nosotros podemos
ver cómo el que tiene roba en millones y el pobre que no tiene roba de 100 a 200 colones. Pero
podemos ver que es castigado el que roba 200, y que el que roba millones hasta ahorita, que se
sepa, solo están las investigaciones. Y este robo en estas empresas, que en un momento se lo
pasaron a la superintendencia, pues nos hace reflexionar verdaderamente: ¿quién, quién está con el
pobre? Porque si estamos sintiendo la delincuencia, la pobreza, aunque un pequeño grupo entre
nosotros mismos, que somos pobres, somos solidarios, podemos ver de que se nos troncan por
momentos las esperanzas".
Milagros vive también en una barriada popular y se dedica al comercio. Esta es su impresión sobre Jesús en nuestro pueblo"
"Pues yo pienso que el Cristo liberador es el que siempre intercede por nosotros en nuestras necesidades. Aquí en la actualidad ahorita, se ven tantas cosas, que están sucediendo, que están saliendo a luz y que nos admiramos, pero son cosas que se tienen que dar. En la actualidad hay mucha corrupción, y nos decían algunas personas ?lo sé por la Radio YSUCA? que van a haber nombres que se queda uno extrañado porque dicen que hasta de sacerdotes incluidos en esas estafas millonarias, de personas que también tienen y que confían dinero en ellos.
Así es que este Cristo liberador es el que nos va guiando, nos va dando a conocer cómo debemos
de caminar, cómo debemos de trabajar, y cómo debemos de descubrir ese pecado social que se
está dando al nivel mundial y al nivel de la comunidad y de El Salvador entero. Son las únicas
palabras que puedo decir referente a la pregunta".
Tenemos aquí también en nuestra presencia a la hermana Tere, una trabajadora que vive con su familia y a su vez hace lo posible por salir adelante en esta situación. Nos dice:
Para mí, a Cristo Salvador lo estaría haciendo presente en estos momentos difíciles el cristiano
verdaderamente comprometido con la pastoral, puesto que no se ve por otro lado que hayan luces
de esperanza, y quizás el único camino aquí es hacer más cristianos, comprometerse más a la causa
de Jesús.
Pedro Serrano
¿Qué representa la llegada de agosto para los habitantes de San Salvador? Para unos simplemente la llegada de vacaciones para ir a la playa, para ir a Guatemala, para salir a dar su vuelta. Para otros lo que significa se dice en una sola palabra: NADA. Para muy pocos, sobre todo mayores, es una tradición religiosa que debemos mantener.
Cuentan los mayores que desde finales del siglo pasado ya se celebraba la transfiguración, y poco a poco la municipalidad con personas de los diferentes barrios organizan las celebraciones en honor al santo patrón, simbolizado por la imagen al Divino Salvador del Mundo. Las carrozas con flores de colores, la elección de la reina en la que participan señoritas de barrios, colonias, colegios y mercados, así como los desfiles acompañados de bandas, payasos y la reventazón de cohetes de vara, han sido por muchos años parte de la expresión popular con toda la algarabía con que se rodea el gran día del 5 de agosto, cuando se realiza el acto de La Transfiguración.
Hoy en día las actividades religiosas, lamentablemente, han perdido mucho de la tradición y de la religiosidad popular que las enriquecía y las volvía especiales, e incluso únicas, para la región centroamericana, porque no sólo venían de todos los departamentos y cantones del interior del país, donde era obligado el estreno, aunque fuera de manta, para recibir "al colocho", con la mejor mantilla.
Dentro de la Iglesia, todavía en los tiempos de Mons. Rivera se guardaba la dinámica de las
celebraciones vividas con Monseñor Romero. Acordémonos con que alegría recibió, declamó y
cantó el Himno al Divino Salvador:
Vibran los cantos explosivos de alegría,
voy a reunirme con mi pueblo en Catedral,
miles de voces nos unimos este día
para cantar en nuestra fiesta patronal.
"Son recuerdos y emociones que hoy se nos vuelven sentimientos apagados, porque ya el pueblo no siente esa alegría, ya no tenemos el acompañamiento de la Iglesia que nos transmitía vida y nos hacia vibrar. Ya no tenemos al buen pastor que cantaba con nosotros, que sufría y sentía nuestro dolor", dicen muchos de los que estuvieron en las fiestas de agosto de esos años. El himno al Divino Salvador entonado, ahora, en muy pocas ocasiones suena vacío en las paredes de La Basílica del Sagrado Corazón y no sabemos si se cantará en el monumento de concreto de la nueva catedral.
Ya no está Monseñor Romero que hacía vida las palabras: "voy a reunirme con mi pueblo en catedral". En el país más resuena la otra estrofa que dice: "pero los dioses del poder y del dinero, se oponen a que haya transfiguración". La misa y el acto mismo de la transfiguración son muy distintos. No basta que a la misa principal asistan el presidente, su familia, el alto mando, el alcalde y funcionarios encopetados, que están más por compromiso que por convicción. La verdadera celebración es la que se hace con la multitud que espera ver "al colocho" en las aceras de las calles.
Las creencias populares dicen que si la imagen se tambalea mucho, si encuentra obstáculos en el camino o cualquier movimiento diferente a lo normal, hay que esperar que sucedan acontecimientos considerados por muchos como "ruinas". El color con que lo visten también tiene diferentes significados para la gente, así como el tiempo que tarda en reaparecer al momento de la transfiguración, que es justo donde los mayores contienen hasta la respiración que culmina con un aplauso cerrado
Esta fiesta hecha costumbre o tradición debe preservarse con los pobres del pueblo que
encuentran en la imagen de El Salvador del Mundo nuestra identidad como salvadoreños.
Carmen María
A nuestra redacción ha llegado, con el ruego de su publicación, una carta que un grupo de
sacerdotes, más de un centenar, ha dirigido a cada uno de los obispos del país sobre el tema de la
pastoral de los militares. Los sacerdotes firmantes están interesados en que se discuta el tema, y
también lo están algunos de los obispos. He aquí el texto de la carta.
Carta a los Señores Obispos de El Salvador
San Salvador, 4 de Julio de 1997
Exmo. Monseñor:
En el nombre del Señor Resucitado le deseamos la paz.
Somos un grupo de sacerdotes a quienes últimamente nos ha ocupado ?entre otras cosas? el malestar provocado por el nombramiento como General de Brigada del Señor Arzobispo de San Salvador.
Sabemos que Mons. Saénz será sustituido pronto por el nuevo Ordinario Militar. Lo que aquí expresamos se refiere sobre todo a la estructura jurídica y al espíritu del Ordinariato y no a personas.
Con este motivo nos dirigimos a Usted para presentarle nuestras reflexiones y sugerencias, que han sido apoyadas también por otros hermanos sacerdotes de todo el país.
Deliberadamente hemos querido presentar esta carta hasta estas fechas, para dar tiempo a que el
ambiente eclesial se calmara y estas sugerencias pudieran tener una acogida más serena y objetiva.
1. Es de todos conocido el grave escándalo que se produjo entre los fieles ante el nombramiento. Algunos grupos se pronunciaron públicamente; otros, la mayoría, en la intimidad de su conciencia se sintieron turbados o avergonzados y prefirieron el silencio, la consulta y la oración personal o la reflexión grupal como la que aquí presentamos.
Lo que pocos saben es que existe el Reglamento del Ordinariato Militar, de 1986, que determina la asimilación a grados militares del Ordinario y los Capellanes (art. 13 y 14), lo que hacía de puro trámite el nombramiento. Que la misma CEDES haya aprobado ese Reglamento, y precisamente en medio de la guerra que padecimos, denota, a nuestro juicio, una enorme falta de visión pastoral.
Es importante notar que en medio de las reacciones al interno de la Iglesia, oponiéndose a la asimilación militar de sus Pastores, nadie negó, sino incluso reafirmó con más fuerza, la urgente necesidad de evangelizar a fondo las personas y las estructuras de las Fuerzas Armadas.
Sin embargo, llama la atención que 30.000 personas más o menos, los miembros de las Fuerzas
Armadas, cuenten para su servicio pastoral con un Obispo, muchos capellanes y una estructura
eclesial completa. Otros ambientes, más amplios o importantes, como los universitarios, obreros,
intelectuales, medios de comunicación social, etc. no sólo no cuentan con estructuras y personal
semejantes al Ordinariato Castrense, sino que no hay nadie a cargo de ellos de parte de la Iglesia.
En nuestro medio, la mayoría de las Parroquias atienden a más de 30.000 fieles con un solo
sacerdote.
2. Ante esta situación solicitamos a Usted, como miembro de la CEDES, que se modifiquen las normas sobre el Ordinariato Militar de modo que el Ordinario y los Capellanes no causen alta en las Fuerzas Armadas, no tengan grado militar asimilado y no gocen de los privilegios económicos de los militares. Recordamos lo que dice el Concilio: "(La Iglesia) no pone, sin embargo, su esperanza en privilegios dados por el poder civil; más aún, renunciará al ejercicio de ciertos derechos legítimamente adquiridos tan pronto como conste que su uso puede empañar la pureza de su testimonio o las nuevas condiciones de vida exijan otra disposición" (GS 76).
Sugerimos también que se busquen otras formas de atención pastoral a esta Institución. Para ello podría servir mucho conocer cómo lo han organizado otras Conferencias Episcopales.
Queremos señalar así mismo que la necesaria atención pastoral a la Policía Nacional Civil no debería depender del Ordinariato. Sería sano separarlos en respeto a los Acuerdos de Paz y para apoyar como Iglesia esa separación de poderes que tanto bien hace a la sociedad. Los terribles abusos de los antiguos Cuerpos de Seguridad militarizados deben ponernos alerta ante cualquier intento, consciente o no, de asimilar la PNC a estructuras, mentalidad o prácticas propias de las Fuerzas Armadas.
Dado que sobre los Obispos "de manera especial recae el grave peso de la santidad de sus
sacerdotes" (PO 1) quisiéramos exhortarlos a cuidar personal y grupalmente a los sacerdotes
dedicados al estamento militar, donde padecen tentaciones, presiones y ambiente que en nada les
ayudan a su fidelidad a Cristo.
3. El cambio que proponemos en el espíritu y en el ordenamiento jurídico del Ordinariato es factible aprovechando las distintas posibilidades que ofrece la Constitución Apostólica "Spirituali Militum Curae" del 21 de Abril de 1986. De hecho, la mayoría de las Conferencias Episcopales del mundo han optado por una atención pastoral que no asimila a los pastores al estamento militar. Incluso, en el área Centroamericana, con sociedades tan militarizadas en estos años pasados, sólo El Salvador optó por esa posibilidad.
La historia de las Fuerzas Armadas de nuestro país, con los asesinatos de Mons. Romero, 15 sacerdotes, 3 religiosas y una misionera seglar, miles de catequistas, delegados de la palabra y miembros de comunidades Cristianas y Movimientos Apostólicos y, con mucha probabilidad, el de Mons. Ramos, último Ordinario Militar, asesinatos todos realizados por militares o civiles especialmente entrenados y dirigidos por militares, da motivos de sobra para que nuestra Iglesia no deba ni desee estructura militar.
De ninguna manera se ve la utilidad práctica o pastoral de un ministerio eclesial ejercido con grados militares, uniformes y prestaciones económicas que escandalizan a sus propios fieles (art. 14 y 35).
Sin embargo, lo que en definitiva motiva en nosotros a hacer esta propuesta de cambio en el Ordinariato Militar es la enseñanza de Jesús. El proclamó el Reino a todos, también a los militares y a los alzados en armas (cfr. Mt 8, 5?13; Lc 6, 15), pero fue libre y crítico ante ellos como ante otros poderes del mundo (cfr. Mt 20, 25; Mt 26, 51?54).
Así quisiéramos ver a nuestros pastores, vernos a nosotros mismos y a todo el Pueblo de Dios:
cada vez más fieles a Jesucristo; cada vez mejores testigos de una vida y unos criterios y valores
distintos a los del mundo; cada vez mejores evangelizadores.
Queremos agradecerle su atención a la presente. Esperamos que pensando en el bien de la Iglesia
y de su pastoral Usted promueva en el seno de la CEDES la reflexión sobre esta propuesta que
presentamos con humildad y seriedad, y apoye los cambios convenientes y necesarios.
Encomendándole al Señor en su Ministerio Episcopal, nos suscribimos
__________
Con copia a:
Sres. Obispos de la CEDES
Nunciatura Apostólica
Sgda. Congregacion para los Obispos
Jacques Gaillot,
antiguo obispo de Evreux
Tres reflexiones sobre la Iglesia
Quiero hacer tres reflexiones sobre la Iglesia. La primera es que la Iglesia está hecha para encontrar su tiempo, su momento. Una Iglesia que no pasa al lado de los acontecimientos. ¿Conocen ustedes la bella frase del Concilio Vaticano II: "Las alegrías y las tristezas, las angustias y las penas de las personas, de las gentes, son las alegrías y las tristezas, las angustias y las penas de la Iglesia?". Estamos invitados a ser la Iglesia de la proximidad, la Iglesia del diálogo, la Iglesia del encuentro. Una Iglesia que no está por encima, una Iglesia que no está al lado, sino una Iglesia que está "con".
En el bello pasaje del evangelio de la samaritana, Jesús antes de empezar a hablar del agua viva, empieza a hablar del agua del pozo. Tenemos ejemplo de un diálogo, de un encuentro de Jesús con una mujer que era extranjera. Y en ese diálogo cada uno aprende algo, cada uno aprende del otro. La Iglesia tiene que recibir, tiene cosas que recibir de la sociedad, tiene cosas que recibir de los no creyentes, tiene cosas que recibir de las otras religiones.
Hace unos años fui invitado a ir a Puerto Príncipe a la ceremonia de investidura del Presidente Aristide. Toda la muchedumbre fuimos hacia la catedral para la ceremonia de investidura y allí estaba yo con los demás obispos para concelebrar. La gente del pueblo, los invitados, habían invadido la catedral, y la gente de Haití tuvo que quedarse fuera porque la Iglesia estaba llena y no se podía entrar. Se cerraron las puertas ante la muchedumbre. Pero he aquí que la presión de la gente que estaba fuera fue tan fuerte que las puertas se abrieron. Entonces la policía intervino y volvió a cerrar las puertas y de nuevo la presión de la muchedumbre fue tan fuerte que las puertas se volvieron a abrir. La policía, con esfuerzos, a duras penas, consiguió volver a cerrar las puertas. Yo me decía: ¡Qué pena! ¡Qué lástima! Tener que cerrar la puerta ante la gente. Pero la tenacidad de la muchedumbre, de la gente, fue tal, que al final, por tercera vez consiguió abrir las puertas, y esta vez, no se pudieron volver a cerrar. Durante la celebración, el rumor, el ruido de la muchedumbre penetraba en la catedral y no pudimos haberlo celebrado como si las puertas hubiesen estado cerradas.
Para mí es una bella imagen. Cuando la Iglesia tiene las puertas abiertas no podemos escuchar día
a día todos los gritos que nos llegan, todos los gritos de los jóvenes, de los pobres, de los parados,
de los enfermos, de los que sufren, sin ser transformados en nuestro corazón y en nuestra cabeza.
Cuando la Iglesia escucha y está atenta a lo que le llega de fuera, entonces nosotros nos
transformamos, nos transformamos en nuestra fe, nos transformamos en nuestra oración, nos
transformamos en nuestra manera de vivir. Creo que vivimos un tiempo en el cual ?es el tiempo que
nos ha tocado vivir? nosotros basculamos hacia un tiempo nuevo, y por eso es importante estar
muy atentos a todos esos cambios, a todos esos signos que se nos dan.
Una segunda reflexión sobre la Iglesia: Es una Iglesia que hace opción por los pobres. Ustedes saben que Jesús tuvo la pasión por el hombre excluido; intentaba estar allí donde la suerte del hombre estaba en peligro. El salió y franqueó todas las barreras para ir hacia aquel que estaba al borde del camino. Y cuando estaba en la sinagoga de Nazaret dijo cuál iba a ser su misión: "Yo he venido para anunciar la buena nueva a los pobres". No dice: "He venido a anunciar la Buena Nueva a todos", sino que dice, "a los pobres". Porque cuando comencemos por los pobres eso llegará y afectará a todo el mundo. Cuando partimos de los excluidos nos dirigimos a todos. Y cuando Jesús anuncia la Buena Nueva, eso quiere decir que algo va a ocurrir en la vida de las personas. Si nada ocurriera, no podría haber Buena Nueva. Jesús va a plantear actos y acontecimientos que van a mostrar que algo va a cambiar. Y va a confrontar a las gentes con ellas mismas, con su libertad y su verdad; sobre todo les va a abrir a un futuro.
Cualquiera que sea la situación de aquel que se acerca a Jesús, esa persona va a tener un porvernir, un futuro. Por eso es tan importante que sea la Iglesia quien haga esta elección, no solamente unos cuantos que estén en los lugares donde están los pobres, sino que sea la Iglesia, ella misma, la que haga esta elección.
Hace unos años se congregaron todos los capellanes de prisión de toda Francia. Es emocionante encontrarse con todos los capellanes de Francia. ¡Tienen tan gran experiencia del ministerio al lado de los pobres, con los pobres! Eran unos sacerdotes felices, que vivían el evangelio, pero tenían una queja, tenían el sufrimiento de saber que su Iglesia, la Iglesia de su diócesis no se transformaba a partir de su ministerio. Lo que ellos hacían no tocaba, no cambiaba nada en el funcionamiento de su diócesis. Hace falta que el compromiso cerca de los pobres, con los pobres, repercuta en el funcionamiento de la Iglesia. A nivel de funcionamiento ?con el dinero? hace falta que la Iglesia quede transformada por el comportamiento de los pobres.
"La Iglesia en nuestra diócesis está muy contenta de que nosotros estemos en las prisiones, pero
eso lo que le da a la Iglesia de nuestra diócesis es una buena conciencia, le tranquiliza la
conciencia". Una Iglesia tiene que ser creíble, ofrecer credibilidad, y eso tiene que hacerse en todas
las situaciones. Y yo creo que la Iglesia tiene que estar allí donde el pueblo sufre.
Tercera reflexión: La Iglesia de las pequeñas comunidades. Un día en Taizé había un encuentro
de jóvenes y nos preguntábamos qué es una comunidad. Una muchacha joven tomó la palabra y
dijo: "Una comunidad se da cuando nadie tiene miedo de nadie". Yo creo que es una muy bella
definición de comunidad. Cuando somos liberadores del temor, del miedo, es cuando somos
capaces de hablar, cuando somos capaces de comprometernos, cuando somos capaces de ser
nosotros mismos. Y creo que el futuro de nuestra Iglesia es el futuro de las comunidades.
La cuatro columnas de toda comunidad
Mi experiencia es que una comunidad tiene que estar atenta a cuatro aspectos, cuatro pilares que
sostienen los unos a los otros:
El primer pilar es la fraternidad, es la amistad, la caridad, es el mandamiento del amor que Jesús nos ha dejado: "Amense los unos a los otros como yo los he amado". Y es por este signo como se nos reconocerá como discípulos de Jesús.
El segundo pilar es la oración. La escucha de la Palabra es sacramento; los cristianos son personas que oran, que escuchan la Palabra de Dios y que reciben el amor y la vida de Dios por el sacramento, y van a la fuente, que no solamente les da el sentido para vivir, sino que también deposita en sus corazones la caridad.
El tercer pilar es la profundización en la fe, la formación de la fe, la inteligencia de la fe. Hay necesidad de confrontar la fe con las cuestiones de hoy; que la vida y la fe estén unidas. Y es muy importante hoy decir que la inteligibilidad de la fe no está reservada a las grandes inteligencias, sino que todo el mundo tiene el derecho de acceder a una fe inteligible. Y que la formación en la fe no es exclusiva de aquellos que ya tienen una cultura o que ya tiene un bagaje intelectual. La formación de la fe tiene que ser también posible para aquellos que no tienen estudios, para aquellos que no han ido a la escuela.
Y el cuarto pilar es el compromiso. Los cristianos son personas que se abren a los demás, no están
hechos para ellos mismos. Están hechos para los otros, como Jesús, el hombre de Nazaret, que fue
el hombre para los demás. Los cristianos se comprometen para el servicio de los hermanos.
Cuando estos cuatro pilares existen, esa comunidad es anuncio y esperanza de futuro. Desgraciadamente hay comunidades que son muy fraternales, pero no oran. Hay algunas que rezan mucho, pero no están comprometidas en absoluto. Y hay algunas que atienden mucho la formación, pero no son nada fraternas. No es tan fácil ser a la vez fraterno, orar, formarnos en la fe y estar comprometidos.
A menudo, en la diócesis de Evreux me preguntaban ¿Cuántos sacerdotes tiene usted? Y yo les
decía: ¿Por qué no me preguntan cuántas comunidades tengo en la diócesis? Las comunidades son
la base de la Iglesia. Es a partir de las comunidades como encontraremos responsables en la
Iglesia, pero las comunidades están en primer lugar.
La renovación viene de la base
Viajando a través de diversos países, yo he quedado impresionado de la vitalidad de muchas comunidades. ¡Qué alegría encontrarme con cristianos que están en camino, que no tienen miedo de tomar la palabra, que son protagonistas activos en la Iglesia, en la comunidad y en la sociedad! Cristianos que son adultos en la vida de la Iglesia, porque la Iglesia no está hecha para infantilizar, sino para responsabilizar. Yo creo que la transformación y la renovación de la Iglesia vendrá de la base, de esta Iglesia de abajo.
Yo no creo que las grandes transformaciones de la Iglesia nos lleguen a través de los obispos, del Vaticano, de los responsables, sino a través del pueblo cristiano; y que todos estas comunidades harán caer los muros como cayeron los de Berlín. Al muro de Berlín, a fin de cuentas, es el pueblo el que lo ha hecho caer.
Yo no estoy inquieto y preocupado por el futuro, por el porvenir de la Iglesia, porque hay muchas posibilidades, muchos recursos. Estoy contento de ver que muchos cristianos hoy en día no son agresivos en cuanto a la Iglesia. Muchos están decepcionados y sufren por la Iglesia, pero la aman y quieren que se transforme. Entre estos cristianos que conozco he vivido situaciones hermosas, teniendo que presidir funerales. Me acuerdo que en una iglesia muy grande había tantísima gente que no podía entrar, y pregunté a personas que jamás iban a la Iglesia: "¿Ustedes aquí?" Y me respondieron": "es que esta persona que enterramos hoy, no ha soportado jamás la injusticia; y cuando alguien lucha contra la injusticia es extraordinario".
Dice un texto del Profeta Isaías: "Si no te haces como el malvado, tu luz iluminará como la aurora".
Y cuando el cristianismo no soporta la injusticia, su testimonio permite hacer creíble la Iglesia y el
testimonio de Jesús.
Quiero decirles que el ver hoy esta inmensa sala llena, eso me alegra y me reconforta. Muchas
gracias por todo.
En las últimas semanas representantes de la jerarquía católica y de otras instituciones han
denunciado graves problemas de nuestro mundo. He aquí algunas muestras.
El hambre y los niños
Juan Pablo II: "El hambre es una gran acusación". Hace un mes, en la celebración del
Congreso Eucarístico Internacional, Juan Pablo II denunció la injusticia social y la salvaje
aplicación de las leyes del mercado como causas del hambre que afecta a gran parte de los países
del mundo. "En estos momentos millones de nuestros hermanos y hermanas sufren hambre, y
muchos de ellos mueren por eso, especialmente niños. En una época de un desarrollo jamás visto,
de la técnica y la tecnología avanzada, el drama del hambre es un gran desafío y una gran
acusación, y en el ocaso del siglo XX miles de personas perecen de hambre. Esta situación hace
necesario un examen de conciencia a escala mundial, que afecte a la justicia social, la elemental
solidaridad entre los hombres".
UNICEF."100 millones de niños de la calle". Los esfuerzos de miles de asociaciones y organizaciones no gubernamentales muestran que muchos niños de la calle pueden salir adelante, siempre que se les den los medios para ello. Este proceso tiene más posibilidades de triunfar si incluye a las familias, cuando son localizables. Pero la tarea es ingente.
Un estudio de UNICEF afirma que existen en el mundo 100 millones de niños de la calle, la mitad de ellos localizados en América Latina. Señala también que millones de niños viven en las fronteras de una sociedad que les es inaccesible. Unos son menores que trabajan en la calle y regresan a sus hogares todos los días, otros viven en la vía pública y muchos más han huido.
Las grandes ciudades del mundo, tanto de los países ricos como de los pobres, funcionan
marginando a los niños. Entre el 80 y el 90 por ciento de los niños de la calle han consumido algún
tipo de droga y muchos de ellos quedan destruidos por estimulantes desde los quince años. "No
sólo están en la calle porque no tienen un sitio para dormir, sino porque el niño ha sido rechazado
de mil maneras". Todo los convierte en una población muy afectada por el SIDA.
Injusta tenencia de la tierra
Obispos de Guatemala. "La tierra: el problema fundamental". La Conferencia Episcopal de Guatemala ha pedido la urgente solución de los múltiples problemas de tierras, que son el "denominador común" de todos los focos de conflicto en el país.
El más reciente hecho de violencia provocado por la tenencia de la tierra se produjo en la aldea Barrenech, del departamento occidental de Totonicapán, donde nueve personas murieron y otras 45 resultaron heridas al ser atacadas por un grupo de habitantes de la vecina aldea de Argueta, del departamento de Sololá. Las dos poblaciones mantienen una disputa territorial que se originó hace 56 años y que ha provocado hasta el momento tres enfrentamientos violentos.
Al lamentar con estupor, angustia y dolor los sangrientos sucesos, la Conferencia Espiscopal atribuyó los hechos a problemas largamente incubados, los cuales no han sido atendidos por las autoridades por indiferencia y desinterés. La Conferencia Episcopal afirmó que las autoridades encargadas del ordenamiento jurídico y estructuración justa de la nación han "fallado criminalmente al deber que tienen". No es extraño, destacan los obispos, que en todas partes se viva un clima de violencia, desconfianza y agresividad y tampoco son raras las manifestaciones de desesperación en las comunidades que viven en conflicto.
"Consideramos sumamente grave el hecho de que se haya perdido casi totalmente la confianza en
las fuerzas del orden y en las instancias encargadas de administrar la justicia".
Orlando Dotti, obispo de Brasil. "Reforma agraria y crímenes". El obispo brasileño, Orlando Dotti, presidente de la comisión pastoral de la tierra, denunció la injusta distribución de la tierra y los crímenes contra los trabajadores agrarios en su país. Reclamó al gobierno y al parlamento la promulgación de una verdadera ley de reforma agraria para posibilitar la expropiación de tierras que no cumplan con su función social.
El obispo afirma que en 1995 hubo en Brasil 59 muertos por conflictos de la tierra, en los que estuvo implicada la policía. En Brasil existe una gran concentración agraria. Sólo un 2.8 por ciento de la población posee el 56 por ciento de la tierra, y hay cinco millones de familias de campesinos hambrientos sin tierra.
A menudo esta situación lleva a que los campesinos ocupen pacíficamente tierras no cultivadas,
pero la respuesta casi inmediata es el uso de la violencia por parte de bandas paramilitares,
financiadas por los terratenientes.
Corrupción
Mons. O. Rodríguez. "La corrupción como subcultura". El presidente del CELAM, Oscar Rodríguez, y su secretario adjunto, Cristian Precht, afirman que el tema de la corrupción está vigente en todo el continente y hay que analizarla a fondo. "La corrupción se da tanto en el ejercicio de la función pública como en el de los deberes privados, cuando se deja que penetre la mentira, la injusticia y se trastocan los términos y responsabilidades". Cuando la corrupción aparece en las relaciones humanas entra como una especie de "ácido en el alma del pueblo".
Mons. Rodríguez dijo que la corrupción es un desafío enorme. La corrupción es un mal endémico,
que repercute en las economías de las naciones y crea un estilo de vida y de relaciones de poder.
Pero el problema no es sólo socio-económico, sino cultural. La corrupción se ha transformado en
una verdadera "subcultura". Los elementos que alientan la corrupción son "muchísimos", pero uno
de los principales es "una ideología que pone todos los motivos de la vida en conseguir mucho
dinero en forma rápida. ¿Para qué? Para derrocharlo. Como en el trabajo honesto se llega a
conseguir dinero, pero lento, se buscan otros caminos y de allí se cae en la corrupción. Las
personas se vuelven falsas, mentirosas, hipócritas y por tanto se va degradando su familia, su
comunidad y la sociedad".
Mons. Cristian Precht. "Armamentismo y corrupción". Mons. Precht denunció la compra de
armas y la corrupción. Ambas cosas son algunas de las causas que han contribuido al alto
endeudamiento de muchos países de América Latina. La deuda de las naciones latinoamericanas
"es insoportable", y en la región hay una marcada brecha social entre ricos y pobres.
G. Dieke. "Contra las amnistías generales". En un problema relacionado con la corrupción, el presidente de la Comisión de Derechos Humanos de Alemania, Geral Dieke, afirmó en Honduras que otorgar amnistías generales por violaciones de derechos humanos "es una invitación a seguir actuando así". Estas amnistías generales dificultan la lucha contra la impunidad porque evitan el castigo contra los responsables de violación de los derechos humanos.
"Se deben tomar medidas drásticas y evitar amnistías generales". Mencionó como ejemplo el caso
del asesinato del ex candidato presidencial y empresario de la comunicación de Guatemala Jorge
Carpio Nicolle, que continúa en la impunidad.
Leónidas Proaño
Mantener siempre atentos los oídos
al grito de dolor de los demás
y escuchar su pedido de socorro?
es solidaridad.
Mantener la mirada siempre alerta
y los ojos tendidos sobre el mar,
en busca de algún náufrago en peligro?
es solidaridad.
Sentir como algo propio el sufrimiento
del hermano de aquí y del allá;
hacer propia la angustia de los pobres?
es solidaridad.
Llegar a ser la voz de los humildes,
descubrir la injusticia y la maldad,
denunciar al injusto y al malvado?
es solidaridad.
Dejarse transportar por un mensaje
cargado de esperanza, amor y paz,
hasta apretar la mano del hermano?
es solidaridad.
Convertirse uno mismo en mensajero
del abrazo sincero y fraternal
que unos pueblos envían a otros pueblos,
es solidaridad.
Compartir los peligros en la lucha
por vivir en justicia y libertad,
arriesgando en amor hasta la vida?
es solidaridad.
Entregar por amor hasta la vida
es la prueba mayor de la amistad:
ES VIVIR Y MORIR CON JESUCRISTO
LA SOLIDARIDAD.
Si nos preguntamos qué es lo que hizo de Jesús una buena noticia, qué llamó la atención entre la gente pobre que "acudía a él de todas partes", la gente rural de Galilea, menospreciada por todos los movimientos religiosos, políticos y sociales, la respuesta puede ser ésta.
De Jesús impactó el mensaje de esperanza. "El reino de Dios, el fin de sus desventuras, se acerca", decía a los pobres. "Dichosos, ustedes, los que ahora pasan hambre, los que ahora lloran y sufren, porque de ustedes es el reino de Dios". De Jesús impactó su actividad liberadora: los milagros, las expulsiones de demonios, la acogida a los marginados y pecadores. E impactaron sus denuncias: "¡Ay de ustedes los ricos! Ya han tenido su consuelo". "Ay de ustedes escribas, hipócritas, que se apoderan de la hacienda de la viuda so capa de oraciones".
Y de Jesús impactó su modo de ser. Hablaba con autoridad, convencido de lo que decía, no como los fanáticos irracionales o como los funcionarios a sueldo. En sus tribulaciones las muchedumbres acudían a él, y al pedirle solución a sus problemas lo hacían con lo que, al parecer, era siempre el argumento decisivo: "Señor, ten misericordia de nosotros". Los niños no se asustaban de él y también las mujeres le seguían. La gente acudía a él, y al final de su vida en esa gente encuentra su mayor protección. Una mujer no pudo contener su entusiasmo y lo expresó con la mayor vivacidad: "Bendito el vientre que te llevó". Los pobres encontraron en Jesús a alguien que los amaba y los defendía, que trataba de salvarlos simplemente porque estaban en necesidad. Y Jesús estaba siempre dispuesto a compartir la mesa con todos hombres y mujeres que eran despreciados por la sociedad. Esto, ayer como hoy, no es frecuente, e impacta como una buena noticia.
Dice Leonardo Boff: "En contacto con Jesús, cada uno se encuentra consigo mismo y con lo que de mejor hay en él: cada cual es llevado a lo originario... Para mí, lo más importante que se dijo de Jesús en el Nuevo Testamento no es tanto que él es Dios, Hijo de Dios, Mesías, sino que pasó por el mundo haciendo el bien, curando a unos y consolando a otros. ¡Cómo me gustaría que se dijera eso de todos y también de mí!".
A Ignacio Ellacuría le impactó cómo Jesús simultaneaba justicia y compasión hacia la gente. "Jesús
tuvo la justicia para ir hasta el fondo y al mismo tiempo tuvo los ojos y entrañas de misericordia
para comprender a los seres humanos. ¡Fue un gran hombre!".