© 1997 UCA Editores
Con ocasión del año 2000, habrá muchas reflexiones sobre la realidad de nuestro mundo. De hecho, a lo largo de su historia, la humanidad ha repensado su realidad y, a veces, con la intención de re-hacer el mal que la invade. Esto ha supuesto una doble intuición: la esperanza es posible, pero debe ir acompañada de conversión. En la tradición bíblica esto se ha expresado con la idea del jubileo: re-hacer periódicamente la vida de la familia humana.
En la actualidad, la humanidad sigue necesitando muy urgentemente recuperar la idea y la realidad del jubileo. En la Iglesia Católica, Juan Pablo II ha proclamado un solemne Jubileo para el año 2000 -también lo ha hecho el Consejo-Mundial de Iglesias- y nos pide que nos preparemos para ello. Ya proliferan oraciones y estampas, pero es claro que eso es muy poca cosa si lo que se desea es cambiar el rumbo de la historia: "dejen de hacer el mal, comiencen a hacer el bien", como dicen los profetas.
¿Cómo nos estamos preparando para el Jubileo en El Salvador? En este número se pueden leer las iniciativas de la Iglesia y de los obispos de Brasil, que convocan a la gente y hacen propuestas concretas para construir un país más humano, un país, en definitiva, de vida para los pobres. Entre nosotros hay muy poco de eso. La pequeña encuesta que hicimos en la comunidad de La Cruz, Santa Tecla, muestra que la mayoría de la gente ni siquiera sabe que va a haber un Jubileo.
¿Qué hacer? Nosotros sugeriríamos comenzar
con una de las cosas en que insiste el Papa: pedir perdón.
Pero para ponerlo en forma operativa, de modo que pedir perdón
se convierta en hacer el bien, quisiéramos analizar cuáles
son "las deudas de la Iglesia con los pobres". Al pagar
esas deudas, la Iglesia se convierte en Iglesia de Jesús
y se prepara, espléndidamente, para el Jubileo del año
2000.
Una Iglesia para los pobres
En este país hemos tenido una Iglesia de los pobres, y
sobrevive con gran mérito en bastantes lugares, pero no
es como antes. Por eso, entre otras muchas, hacemos estas sugerencias
concretas para el Jubileo.
1. En un país en oscuridad, confundido y desorientado, la Iglesia le debe al pueblo orientación sobre lo que ocurre. En el caso reciente de la corrupción de las financieras, por ejemplo, la jerarquía no se ha hecho presente enmarcando los acontecimientos en un contexto evangélico. Es comprensible que desee recobrar lo que ha perdido, pero más importante y necesario es orientar sobre cosas fundamentales: por qué protestan ahora y salen a las calles los ricos y pudientes que han estado callados ante crímenes y masacres; si a los ricos se les defrauda, qué ocurrirá a los pobres; qué decir de ricos opulentos y corruptos que han estado cercanos a la Iglesia. Y junto a esta orientación en coyunturas importantes, le debe al pueblo un análisis serio de las causas estructurales de los males, como hacía Mons. Romero en sus cartas pastorales: globalización, neoliberalismo, modernización... Y le debe también la denuncia, analizada, de los males que se encubren en el funcionamiento del sistema de justicia, de la policía nacional...
2. La Iglesia le debe al pueblo poner su fuerza social en favor de todo lo que sea organización, movimientos, comunidad popular. Al menos, debe retomar la idea de lo que fue realidad en tiempos pasados, aun con sus errores, y proclamar que la comunidad, ideal cristiano y salvadoreño, es lo que le hará prosperar en verdad, y no el individualismo (unido al consumismo, hedonismo, indeferentismo), que es el componente mal llamado culturural de la globalización.
3. Sobre todo, la Iglesia le debe al pueblo la esperanza. No hay
recetas, pero hubo un tiempo en que la Iglesia daba esperanza
al pueblo. Eso sí, con encarnación, con verdad,
con fortaleza, con solidaridad con él hasta el martirio.
Una Iglesia de los pobres
En este país hemos tenido, además, una Iglesia de
los pobres. Fueron tenidos muy en cuenta al interior de la Iglesia,
pero además se convirtieron en principio inspirador de
su doctrina y de su acción pastoral. ¿Qué deudas
tiene la Iglesia -a su interior- con los pobres? Veamos algunas.
1. La Iglesia debe a los pobres el repensarse a fondo desde ellos. La mayoría de los salvadoreños y salvadoreñas son pobres, y religiosamente se organizan hoy, muchos de ellos, alejados de la Iglesia institucional: los evangélicos (mejor llamarles así que sectas), varios de los movimientos eclesiales. Otros, pobres también, han sido alejados por la Iglesia (comunidades de base, la antigua Iglesia popolar). Aunque mayoritariamente la Iglesia esté entre pobres, en su pensamiento doctrinal, litúrgico, canónico, teológico, no se piensa desde ellos. Simbólicamente, miembros de la jerarquía aparecen en público junto a goberantes, militares y oligarcas.
2. La Iglesia debe a los pobres aglutinarse alrededor de ellos, lo que antes se hacía en semanas de pastoral, difíciles y conflictivas, pero necesarias y provechosas. Es necesario preguntarse y aprender de ellos, para devolverles en palabra evangélica y teológica su propia palabra, lo que antes se hacía con las encuestas que se pasaban a los pobres antes de escribir cartas pastorales (recuérdese la cuarta carta pastoral de Mons. Romero). Y en este contexto, la Iglesia debe a los pobres sacerdotes, religiosas, obispos, teólogos y teólogas, seminarios, centros de formación, publicaciones... que hayan hecho, comprobadamente, más allá de palabras vacías, una opción por ellos.
3. La Iglesia debe a los pobres el recuerdo de sus mártires, es decir, devolverles en muerte la dignidad que los poderosos les arrebataron en vida. Y por lo que toca a los supervivientes, dar consuelo a familiares y amigos, dar ánimo a los que quieren seguir sus huellas. Y les debe también una llamada seria a sus victimarios a la conversión, para que no se piense que "aquí no ha pasado nada". Qué hagan políticos, militares y oligarcas con los mártires es una cosa. Pero la Iglesia no puede confundir el perdón con el olvido, el amor con la impunidad.
4. A las mujeres, especialmente, la Iglesia les debe reparación. Esposas, compañeras y madres sufridas, las que impiden que el país caiga en el caos; religiosas abnegadas y serviciales, que tantas veces mantienen la crediblidad que pierde una Iglesia masculinizada... Las cosas no pueden seguir así en la Iglesia con la mujer. No es justo, en términos de derechos humanos. No es evangélico, en términos de Jesús.
5. Por útimo, la Iglesia debe a los pobres la fe. Cómo
hacer presente a Jesús, en palabra y obra. A un Jesús
que no juzga a los pobres por sus obras, sino que les quiere por
sus desventuras. A un Jesús que no los considera como seres
inferiores a los que hay que ayudar, sino como personas con valores
y capacidades que pueden poner a producir. Jesús, a diferencia
de lo que la Iglesia hace a veces, no se da crédito a sí
mismo, ni se hace propaganda, después de una curación,
sino que dice al enfermo o a la enferma: "Vete en paz. Tu
fe te ha curado". Y entonces, sí, estos pobres se
pueden convertir -¡y cuantos lo han hecho en este país!-
en insignes seguidores de Jesús. Esta fe es la que les
debemos a los pobres, no sólo ortodoxias, ininteligibles
para ellos, ni sólo eventos religiosos espectaculares,
que poco dejan.
No estaría mal que nos propongamos todos, para prepararnos
al Jubileo del año 2000 convertirnos en una Iglesia de
los pobres.
Qué duda cabe de que el gobierno de Armando Calderón
Sol se ha visto afectado por la tormenta desatada por la corrupción
del sistema financiero. Con la destitución de Rodríguez
Loucel, que desempeñaba el cargo de superintendente del
sistema financiero durante el tiempo en que se desarrollaron los
fraudes, muchos opinaron que se estaba dando el primer paso para
destruir de raíz los males que afectan a la economía
nacional. Otros hablaban del sacrificio de un chivo expiatorio
para calmar los ánimos de la opinión pública.
El gobierno ha adoptado la primera postura y ha gritado a los
cuatro vientos que el fin de la impunidad ha llegado, poniendo
como muestra los resultados de las investigaciones que se desarrollan
en los últimos días. ¿Es esto verdad? ¿Se
puede hablar de que en El Salvador la impunidad ya no tendrá
más espacio para seguir viva dentro de las estructuras
de nuestra sociedad? Para dar respuesta a estas interrogantes
y para hacer una justa apreciación de estos acontecimientos
es necesario tener en cuenta varios factores.
En primer lugar, hay que analizar el fundamento legal que sostiene
en este momento la continuidad de las investigaciones. Está
contemplado dentro de las reformas a la constitución la
revisión del actual código penal, pero en la nueva
propuesta no aparece ninguna categoría que califique como
delito el fraude fiscal. Esto puede ser visto como un tipo de
estrategia para defender, desde el silencio y la omisión,
la posición de algunos grupos de poder. Por ello se deben
asegurar los medios que permitan que lo que hoy se ha avanzado
en materia de investigación y de lucha contra la impunidad
quede como garantía de que en un futuro no se repitan acciones
fraudulentas que pongan en peligro la estabilidad de las estructuras
económicas de nuestro país.
En segundo lugar, hay que tener en cuenta el alcance real de esta
"batalla" contra la impunidad. Es muy difícil
dejar de pensar que fraudes de la magnitud de los que se han revelado
en los últimos días tienen su causa en las estructuras
mismas de la sociedad, pasando lógicamente por las manos
de quienes ocupan los lugares de dirección del gobierno.
Esta idea se refuerza con el hallazgo reciente de documentos que
dejan entrever que algunos altos funcionarios públicos
estaban enterados de lo que pasaba en FINSEPRO e INSEPRO antes
de que se iniciaran las investigaciones del caso. El éxito
o el fracaso de esta campaña contra la impunidad tendrá
sentido en la medida en que logre llegar o no hasta los últimos
culpables de los delitos. Y aquí aparece otro factor fundamental:
quiénes son los verdaderos responsables de estos fraudes
financieros.
Por último, es necesario evaluar adecuadamente las motivaciones que subyacen a las investigaciones. Puede que éste sea otro de los compromisos adoptados por la administración Calderón Sol para compensar el cabildeo efectuado en Estados Unidos en pro de los inmigrantes salvadoreños que en ese país habitan de forma ilegal. Los intentos por revelar el destino del capital nacional en manos de empresarios privados pueden estar dirigidos a frenar el lavado de dólares que se podría estar desarrollando en la región centroamericana, y, por supuesto, establecer relaciones con el tráfico de drogas en toda América Latina. Este ha sido el estandarte de lucha de la gran potencia norteamericana de los últimos años, por lo que la actitud del gobierno salvadoreño puede ser la primera de muchas otras en toda la región, en apoyo a los gendarmes de las naciones. Si así fuera, hay que temer que los que hoy están tras las rejas laven las culpas y la imagen de muchos otros que conservarían su talante de "intocables" en nuestro país.
Si el gobierno de Calderón Sol quisiera poner fin a la
impunidad, estaría asumiendo un rol histórico en
la región centroamericana. Las responsabilidades que le
competen son muchas y difíciles, pero la más importante
es la de dar al pueblo salvadoreño la seguridad de que
la transparencia será lo que caracterice la gestión
de la administración pública y el apego a la ley
será la guía y el castigo para quienes quieran jugar
con el dinero de la nación. Fin de la impunidad significa
acabar con el temor de señalar culpables por la posición
que ocupan en la sociedad, y que el calificativo "intocable"
se convierta en una ofensa contra el Estado de derecho que se
quiere instaurar en nuestro país.
¿Cambios en la agenda de modernización del sector público?
Después de la destitución del Superintendente General de Energía y Telecomunicaciones, Orlando de Sola, en mayo pasado, y la posterior renuncia del Comisionado Presidencial para la Modernización del Sector Público, Alfredo Mena Lagos, poco se conocía sobre el destino de la reforma institucional del Estado. El nombramiento de Ana Cristina Sol como nueva Comisionada Presidencial para la Modernización del Sector Público el mes pasado no cambió inmediatamente la situación. Fue hasta el día 13 de agosto que se anunciaron las principales características del programa de modernización del Estado a ser impulsado por la Comisionada.
Un primer elemento que llama la atención está relacionado
con la exclusión de las privatizaciones en los planes de
modernización. Según la citada funcionaria, dentro
de los planes de modernización no se contemplan nuevas
privatizaciones. Este elemento representa un importante giro dentro
de la política de reforma del Estado, pues hasta ahora
la privatización había sido su principal bastión.
En este marco se procedió ya a la privatización
de la banca, de los ingenios, de las distribuidoras de energía
eléctrica y, más recientemente, se aprobó
la ley de privatización de la empresa nacional de las telecomunicaciones.
Además, el contenido de la nueva propuesta de modernización
muestra una relativa flexibilización sobre el tema de la
privatización, mostrando componentes que se relacionan
más con la reforma de la organización y métodos
de las instituciones estatales, aunque sin tocar importantes áreas
que competen a la modernización, tales como la política
socioeconómica y la promoción de la libre
competencia y el respeto de las leyes por parte de la empresa
privada.
De acuerdo a la Comisionada Presidencial "modernización
no significa despido masivo de personas... modernización
es capacitar para que puedan hacer mejor su trabajo en el Estado".
Asimismo, la funcionaria agregó que con la modernización
se pretende crear un Estado que garantice la seguridad pública,
con reglas claras que proteja de los abusos a la sociedad y el
ambiente, y que facilite la actividad privada.
Así, en términos más genéricos, la
modernización puede entenderse como un proceso que busca
actualizar y adaptar las instituciones del Estado para los fines
del desarrollo económico y social, de manera que aquéllas
no solamente contribuyan al desarrollo, sino que también
se vuelvan más eficientes. De las propuestas formuladas
por la comisionada se colige que, en este momento, el concepto
de modernización del Estado se limita a aspectos relacionados
principalmente con la eficiencia administrativa, y no tanto con
la búsqueda de efectividad en la ejecución de la
política económica y social.
En resumen, el nuevo plan de modernización del Estado presentado
recientemente está formulado especialmente para facilitar
el accionar del sector privado e, inclusive, aumentar sus campos
de acción. En cambio, aspectos cruciales tales como la
ejecución de una política social congruente con
los objetivos y resultados de las medidas de política económica,
aún no se incluyen en los planes. Asimismo, el citado plan
no estaría considerando mecanismos para garantizar que
la empresa privada funcione bajo un marco regulatorio que garantice
la legalidad y la igualdad de oportunidades para todos los grupos
que la integran.
La Iglesia católica celebrará un Jubileo especial
el año 2000 y nos pide que nos preparemos. Para saber qué
piensa la gente sobre el jubileo fuimos a visitar una comunidad
en Santa Tecla. Lo que dijeron es sólo una pequeña
muestra, por supuesto, y muchas de las respuestas se repiten,
pero algo importante nos dicen. He aquí una breve crónica.
Estamos en la comunidad de La Cruz con una buena gente que vive humildemente esperando que la nueva alcaldía les haga unas nuevas casitas y puedan vivir con dignidad de hijos e hijas de Dios y de ciudadanos salvadoreños. Con esa gente hablamos y he aquí lo que nos han dicho.
Señora, ¿cuál es su nombre. "Luz Hernández". ¿Frecuenta usted la misa los domingos? "Sí, a veces voy, pero no voy todos los domingos". Le quería hacer una pregunta: ¿qué conoce usted del tercer milenio? "No sé, no he oído de eso". Muchas gracias por su amabilidad.
Ahora le preguntamos a la hermana. ¿Cómo se llama usted? "Lilia de la Paz". ¿Me querría decir usted si frecuenta la iglesia a menudo. "Bueno, sí. Yo voy a misa". ¿Qué conoce usted del tercer milenio? "No le puedo responder porque no sé". Muy bien, muchas gracias, hermana.
Aquí tenemos un caballero muy amable. Se ha prestado a estar con nosotros. Le queremos preguntar su nombre. "René Valladares". ¿Usted frecuenta a menudo la iglesia? "De vez en cuando sí voy a la iglesia". ¿Y qué conoce usted del tercer milenio? "No le podría decir bien, porque no estoy enterado, no he visto ningún artículo". Muy amable.
Aquí tenemos a otro buen hombre. Ya estará jubilado usted, ¿no? "No señor" ¿Y qué edad tiene? "Tengo 76 años". Pues Dios le conserva como a Abraham, con mucha edad, pero yo le quería hacer algunas preguntas. ¿Cuál es su nombre por favor? "Fermín Abarca". ¿Me podría usted decir si frecuenta la iglesia católica a menudo? "Sí". ¿Y en dónde oye misa? "Donde quiera". ¿Sería tan amable de decir qué conoce usted del tercer milenio al que nos convoca el Papa? "No le puedo decir nada". Muchas gracias, hermano. Es usted muy amable, y no se preocupe que ahorita, luego, se lo explico.
Ahora tenemos aquí a otra señora que está deseosa de participar. Y por eso en primer lugar se nos va a presentar. ¿Su nombre por favor? "Etelvina Alvarado". ¿Usted frecuenta la iglesia a menudo? "Sí. Todos los domingos voy a misa". ¿Pertenece a alguna comunidad cristiana? "Sí. Aquí en la comunidad La Cruz". Ahora quería saber si usted sabe algo del tercer milenio. ¿Ha oído hablar en la comunidad a algún padre, a alguna hermana sobre lo que es el tercer mileno? "Bueno digo yo, estar preparado cuando venga el tercer milenio". ¿Estar preparado para qué? "Para el dos mil". ¿Hay que tenerle miedo o no? "No". Muy bien, muchas gracias. ¿Y por qué no hay que tenerle miedo? "Pues sí, es la venida del Señor, que dicen que hay que estar alegre cuando él venga, la venida del señor". ¿Pero viene ya para acabar con el mundo o todavía no? "Hum... No, bien que no".
Aquí hay una señora bien alegre, bien participativa, que lo primero que va a hacer es decirnos su nombre. "María Cecilia Andrade". ¿Es usted tan amable de decirme si frecuenta la iglesia a menudo? "Sí, padre". ¿Qué sabe usted de esto que dice el papa y que nos habla de vez en cuando del tercer milenio? ¿Ha oído usted hablar algo de esto? "Poquito, padre". ¿Y qué es lo que ha oído? "El padre dice en la hora de misa que estemos conformes a lo que venga". Muchísimas gracias, qué amable es usted.
Bueno, aquí hay otras personas que a lo mejor saben algo más. Vamos a ver, en primer lugar vamos a preguntar a una joven señora trabajadora que está bien participativa y luchadora por su comunidad. Entonces ella nos va a decir su nombre. "María Emma Flores". ¿Usted frecuenta la iglesia a menudo o la frecuenta poco? "Casi no voy. Y si no voy a la iglesia estoy aquí un poco pendiente de las cosas de Dios". Siempre hay que estar pendientes de Dios, aunque sea en la casa porque de él dependemos todos. ¿Qué sabe usted del tercer milenio? Algunos hablan que han oído al sacerdote, a alguna hermana, a una amiga, a su marido hablar de eso del tercer milenio, de la celebración del aniversario del tercer milenio, del nacimiento de Cristo. "La vez pasada le oímos a unas hermanas que venían y nos estuvieron dando charlas de que teníamos que prepararnos, y estuvimos estudiando el libro de la Virgen, de la madre de Jesús, y dice muchas cosas lindas de ella, y dice que nos tenemos que preparar para cuando sea el 2000. Pero para eso tenemos que prepararnos primero, pienso yo, en nuestro hogar y entonces después juntos en comunidad y así para que salgamos mejor todos". Muy bien, muchas gracias. ¿Ven como usted sabía un poquito más?
Ahora aquí hay una señora que siempre está muy activa en la formación de la comunidad, tanto a nivel social como a nivel religioso. Y ella quiere decirnos algunas palabras para explicarnos lo que nos cuesta saber qué es eso del tercer milenio. "Yo, cuando voy a la misa, lo que he oído cuando están leyendo, es lo último que el Padre lee en la misa, ese folletito que lee, que dice que va a ser una gran fiesta, que va a ser una gran alegría, que dice que no hay que tener miedo que vaya a ser el fin, hay que esperarlo con alegría porque la venida del Hijo no sabemos cuándo, sólo el Padre sabe y que ese día todas las Iglesias tenemos que estar unidas. Todos porque el Santo Padre por eso ha formado eso del tercer milenio para que todos estemos unidos. Bueno, si esto sucede antes de la segunda venida de Jesús o después, de todos modos tenemos que estar preparados. Solamente Padre".
Muy bien muchas gracias. ¿Y cómo se llama usted? "Pues mi nombre es Mirtala Andrade, viuda de Ramos". ¿Y de dónde procede, dónde nació? "En Suchitoto, departamento de Cuscatlán" ¿Y usted podría decirnos por qué se vino a vivir aquí a San Salvador y cuándo? "Nos vinimos en el 80 porque la fuerza armada, si no nos hubiéramos salido, nos hubiera matado, quizás hubiera terminado con todos. Porque decían que si alguno de los guerrilleros tenía hijos que mataban hasta el último para que no hubiera semilla y con todos hubieran terminado. Así que el señor Jesús no quiso que muriéramos en esa época. El sabía que íbamos a quedar tal vez para darle testimonio o servir tal vez en algo". Muy bien, muchas gracias, hermana Mirtala, por su buena colaboración ya que esto nos acerca a lo que es el tercer milenio.
Aquí hay un joven fuerte, capaz, trabajador y estudiante ¿Cómo se llama? "José Vertiz Zamora". ¿Estudia usted? "Sí. Estoy estudiando profesorado en ciencias comerciales en la Universidad Francisco Gavidia". Muy bien, ¿me podía indicar si frecuenta usted a menudo la iglesia? "Siempre voy a misa los domingos y me reúno en una comunidad que se llama 'Cristo vive', en la iglesia de San Antonio". Como usted frecuenta la comunidad cristiana ¿nos podría indicar si sabe algo de esa celebración que hablan del tercer milenio?. "Según he oído decir por los sacerdotes en nuestra comunidad, la celebración del tercer milenio es como una fiesta, y para eso, para recibir esa fiesta, para disfrutarla como decimos, es bien necesario que nos preparemos. Por lo tanto la Iglesia católica ha puesto en nuestras manos, o sea tenemos disponible para la preparación tres años. Primeramente en este año 1997 vamos a conocer en sí todo lo que es sobre Jesús, luego lo del Espíritu Santo y luego de nuestro Padre celestial, luego vamos a conocer sobre las tres divinas personas. Nosotros estando bien preparados, vamos a poder disfrutar alegres de esa fiesta. Esperamos que en ese momento todos los hermanos separados sean católicos, que estemos unidos, si el Señor decide venir en esos momentos, y recibirle con unión y alegría. Hay bastante disposición de parte de la Iglesia para que no estemos con dudas en ese día y no digamos que a mí no me prepararon, ya que teníamos todos los medios necesarios". ¿Y esa fiesta que organiza la Iglesia a nivel mundial, por qué motivo es esa fiesta? "Bueno, yo pienso que el motivo de esa fiesta y de la preparación que estamos recibiendo es para no sentir temor de que ese día vamos a morir o que Jesús nos va a llevar. Al contrario, es para estar alegre y ver que se está celebrando un siglo más de vida en el planeta y que por lo tanto, si estamos unidos, en ese momento va a ser una felicidad para todos. No van a haber diferencias, vamos a vivir en comunidad como siempre hemos querido vivir". Gracias hermano, ha sido un buen aporte el que nos da.
Pero aquí tenemos una criatura bien linda, la más linda del grupo. ¿Cómo se llama usted? "Marta Luz Juárez". ¿Y qué edad tiene? "10 años". Tan alta, está bien crecidita. ¿Va al colegio? "Sí". ¿Y va a misa?. "Sí". ¿Usted ha oído hablar en el colegio o en la misa o en la casa o en la comunidad del tercer milenio? "No". ¿Nada, nada? "No".
Bueno, yo solamente quiero añadir a todo lo que han dicho
ustedes que en el año 2000 se comienza el tercer milenio,
y en el año 2000 lo que celebramos es el cumpleaños
de Jesús. Hace 2000 años que nació Jesús
y por eso la Iglesia quiere celebrar ese cumpleaños, que
es cumpleañosde vida y de salvación. Es cumpleaños
de la liberación de los oprimidos, y de ahí esa
preparación tan bonita que nos dijo el joven. El año
1997 está dedicado a Jesucristo, el año 1998 está
dedicado al Espíritu Santo y el año 1999 está
dedicado al Padre. Muchas gracias a todos por su buena colaboración
y participación.
Pedro Serrano
La Iglesia brasileña, y su jerarquía, sigue siendo
una Iglesia con creatividad. En el número anterior publicamos
un artículo sobre el IX Encuentro de Comunidades, celebrado
en Brasil. Ahora publicamos la iniciativa de la Conferencia Episcopal
para celebrar el jubileo del año 2000.
Un nuevo milenio sin deudas sociales es el título de una carta que resume el trabajo realizado durante cuatro días por los participantes de la Semana Social de Bahía, celebrada en Feira de Santana. Esta Semana, organizada por la diócesis en colaboración con el Ayuntamiento de la ciudad y la Universidad, es una de las muchas iniciativas, que, durante todo este año y los dos siguientes, se están organizando por todo Brasil, y está propiciada por la Conferencia episcopal. Según los obispos brasileños se trata de "incentivar un proceso plural y participativo de reflexión y movilización de la sociedad en torno a la cuestión de las deudas sociales". La Iglesia brasileña pretende así servir de fermento y prestar "un servicio social" a la nación para comprometerse a superar las enormes desigualdades y problemas sociales.
La campaña tiene un marcado carácter ecuménico y está abierta a la participación de todas las fuerzas y movimientos sociales, sindicales y políticos. Tendrá una duración de tres años y se moverá a varios niveles. Este año de 1997 las distintas regiones diocesanas, vicarías y parroquias celebran sus semanas sociales para conocer a fondo los problemas de cada región y formular propuestas para superarlos. En 1998 el trabajo será difundido a nivel nacional, y en 1999 se organizará "un amplio movimiento que prepare el nuevo milenio con la convicción de que el cambio es posible".
Esta Semana Social quiere garantizar la participación especialmente de los sectores más populares, para contrarrestar "la política dominante, que niega participación a la mayoría de la sociedad brasileña. Demetrio Valentini, obispo de Jales y responsable del área de Pastoral Social de la Conferencia, afirma que "la Semana Social quiere incentivar la dimensión social de la fe como componente indispensable de un auténtico proceso evangelizador".
Los temas de las semanas previas fueron "El mundo del trabajo"
y "Brasil, alternativas y protagonistas". El tema de
esta Semana es la "deuda social", deuda que los obispos
entienden de la siguiente manera:
Toda privación de los diferentes bienes socialmente producidos
genera una deuda social. Los grupos dominantes (banqueros, latifundistas
y multinacionales) deben a la mayoría de la población
y los mayores acreedores son los trabajadores de la ciudad y del
campo. Esta deuda tiene su origen en una herencia cultural, caracterizada
por la falta de respeto a las culturas populares y la falta de
oportunidades educativas, y también en la explotación
a la que el sistema capitalista somete a grandes capas de la población,
situaciones ambas que el actual proyecto neoliberal ha agravado
"de manera criminal".
Entre esas deudas sociales los obispos mencionan la desigualdad
económica, la negación del acceso a la propiedad
de la tierra, el desempleo, el deterioro ecológico
A esta "deuda social", de sociedad y economía
"que contiene más signos de muerte que de vida",
la Iglesia brasileña quiere responder con el Jubileo del
Año 2000. "El Jubileo -dice el documento base- es
un anuncio. Dios viene a hacer Justicia". Itamar Viana, el
obispo de Feira de Santana, lo expresaba con estas palabras:
La aproximación del tercer milenio, ¿va a significar
la continuación de una historia de egoísmo, violencia,
corrupción, desigualdades sociales, falta de respeto a
los derechos humanos, desempleo, enfermedad, analfabetismo y olvido
de Dios? ¿O podrá ser para la Humanidad el inicio
de una nueva y deseada fase en que iremos aprendiendo cada día
más la lección de la fraternidad, de la ciudadanía,
de la justicia social y de la solidaridad? Esta es la gran esperanza
y su realización depende de nosotros.
En la Semana social de Bahía participaron 419 personas, pertenecientes a 22 diócesis del estado brasileño de Bahía y del vecino estado de Sergipe, así como a organizaciones políticas, sindicales y sociales. Trabajaron durante cuatro días para conocer a fondo los serios problemas sociales que afectan a esta deprimida región del país, en la que más de la mitad de la población es pobre o indigente.
El trabajo se desarrolló en cinco miniplenarios: Tierra
y trabajo, concentración y exclusión social, educación
y ciudadanía, salud y medios de comunicación. Como
fruto del encuentro publicaron un texto con el título "Un
nuevo milenio sin deudas sociales", en el que se recogen
cuáles son las principales deudas que afectan a esta región,
coincidente con las que afectan a la casi totalidad del país,
para luego pasar a exponer los desafíos que plantean estas
deudas, las propuestas para hacerlas frente y los compromisos
que asumen para conseguir ese fin. Todo el documento es una fuerte
denuncia social y tiene el punto de mira puesto en los pobres:
los campesinos, los sin tierra, los asalariados sociales, las
comunidades negras no esclavas y los pescadores; el impedimento
violento de su acceso a la tierra y al agua; la educación,
afectada por una escuela "cada vez más insuficiente
y precaria, autoritaria en el proceso pedagógico y muchas
veces manipulada políticamente"; la salud y la falta
de una política orientada a las necesidades colectivas;
los medios de comunicación, marcados por el monopolio y
el control por parte de pocos grupos, "que imponen muchas
veces ideas y necesidades falsas, sin respetar la identidad sociocultural
y moral de las familias y comunidades". El documento termina
así:
En el grave momento histórico que vivimos, en los albores
del tercer milenio, la Humanidad se ve en una situación
semejante a la descrita por la Biblia en Deuteronomio 30,19: "coloco
delante de tí la vida y la muerte, la bendición
y la maldición. Escoge la vida y vivirás con tu
descendencia". Nosotros, los cristianos, siguiendo los pasos
de Jesús, hacemos una opción por la vida, y por
la vida en abundancia con justicia y solidaridad.
Articular las fuerzas vivas de la sociedad para superar la exclusión social.
Movilizar a la sociedad en favor de la reforma agraria.
Favorecer una educación libertadora.
Recuperar la función social de los medios de comunicación.
Hacer viables políticas de reparto de la tierra y de la renta.
Cualificar y valorar al profesor, democratizar la escuela y exigir una aplicación transparente de las subvenciones para educación.
Asegurar la implantación de Consejos Municipales de Salud para fiscalizar los recursos destinados al sector.
Capacitar agentes de comunicación para actuar dentro de los medios.
Promover seminarios y semanas sociales diocesanas, parroquiales y locales, en conjunto con otras Iglesias, movimientos y entidades.
Apoyar las diversas formas de lucha por la tierra.
Asumir propuestas de generación de empleo y renta.
Incentivar la organización de los trabajadores de la enseñanza y mecanismos de democratización de la escuela.
Incentivar iniciativas de salud alternativa a través de la Pastoral de la Educación y la Pastoral de la Salud, y capacitar líderes para que participen en los Consejos Municipales de Salud.
Crear una Pastoral de la Comunicación.
Esto es lo que dijo don Pedro Casaldáliga en una conferencia de prensa con motivo del IX Encuentro de Comunidades Eclesiales de Base, que comentamos en el número anterior. Todos los entrevistados recalcaron la importancia de estas comunidades y mostraron su alegría de que se han extendido por Europa y Estados Unidos.
Otilia Guardado contó la experiencia de El Salvador, con
una guerra de 70,000 muertos y asesinados, entre ellos centenas
de animadores de las comunidades de base, muchos otros cristianos
y el arzobispo Monseñor Romero, verdadero santo de las
comunidades de base de toda América Latina. El P. Manoel
Godoy dijo que "para nosotros las comunidades representan
una nueva manera de ser Iglesia, donde es posible vivir el evangelio
con mayor participación". Don Pedro Casaldáliga
destacó que las comunidades tienen un compromiso político
con la justicia social y por eso han sufrido persecución.
Sobre su situación dentro de la Iglesia dijo lo siguiente:
La opción por los pobres y la vida comunitaria son las
principales características de las comunidades, lo que
provoca recelo en ciertos sectores, incluso en algunos sectores
de Iglesia. Pero estas comunidades de base reciben apoyo de los
obispos brasileños y son animadas explícitamente
por la mayoría de ellos, de modo que en la mayor parte
de los planes pastorales de las diócesis las comunidades
de base son consideradas como prioridad principal y opción
fundamental. Con frecuencia se piensa en la Iglesia como si ésta
fuese la jerarquía, cuando la inmensa mayoría la
forma el pueblo. Las comunidades han contribuido a crear una conciencia
adulta consciente y responsable en las iglesias, a pesar de que
ciertos sectores de la jerarquía desconfían de ellas.
Eso acaba generando conflictos domésticos, pero están
en fase de superación.
Un recordatorio. Como pasa el tiempo, es bueno recordarlo. Las comunidades de base nacieron en Brasil de las bases de la Iglesia, junto a grupos populares que querían rescatar el valor de solidaridad y el espíritu comunitario. Todo ello ocurría en los años cincuenta durante la dictadura militar. El crecimiento se dio alrededor del Concilio (19621965), Medellín (1968) y Puebla (1969). La Iglesia se volcó a los problemas sociales. De ahí surgió la vuelta al evangelio y la opción por los pobres.
Desde su surgimiento las comunidades de base han crecido en un contexto político marcado por la represión de las dictaduras. Han sido perseguidas por los sectores oligárguicos y militares, que no han tolerado la encarnación de la Iglesia en la realidad sufriente e injusta del continente. En medio de la represión, las comunidades han jugado un importante papel en la lucha por la justicia, la paz y la democracia.
En Brasil las comunidades de base están por todas partes. Se estima que existen unas 80,000 en todo el país. En ellas los laicos tienen un papel fundamental, celebran liturgias en ausencia del sacerdote y animan a la participación de todos en los consejos comunitarios.
Una Iglesia que se consolida a partir de las comunidades, que
está decidida a intervenir en las cuestiones sociales,
que está comprometida con la construcción del Reino
de Dios en la tierra, realizando todo esto a la luz del evangelio,
son los valores que proclaman las comunidades eclesiales de base.
Y recordemos que estas comunidades fueron consideradas por el
Papa Pablo VI como "una esperanza para la Iglesia".
Mons. Javier Osés, obispo de Huesca, España,
es uno de esos obispos solidarios, amigo y admirador de Mons.
Romero, defensor de las comunidades de base y de la teología
de la liberación. Desde hace años trabaja en una
pequeña diócesis, sin ninguna ambición personal,
sino entregado a la profecía y a la utopía. Ofrecemos
un texto suyo para los cristianos y cristianas de España,
que puede ser leído entre nosotros con provecho.
El pesimismo, tan espeso, en muchos sectores de nuestra sociedad, paraliza, resta brío a las iniciativas creadoras y causa, por esta razón, grave daño a las personas y a la sociedad.
Muchos ciudadanos, a pesar de los anuncios prometedores de una macroeconomía en alza, siguen sumidos en la inquietante preocupación por la falta de trabajo, por la precariedad del mismo y porque, más allá del factor económico, preocupa la falta de esperanza y la existencia de un pragmatismo, tan cerrado, que da al traste con cualquier sueño utópico.
Sin embargo, en esta sociedad nuestra, hay signos reales de esperanza
que hemos de saber descubrir, apreciar y potenciar. Señalo
sólo algunos:
El voluntariado social está en alza, en especial entre la juventud. Voluntariado que es la expresión de una sensibilidad afinada para detectar los problemas de marginación y ayudar, de manera gratuita, generosa y constante a personas necesitadas. Merecen especial mención los compromisos voluntarios al lado de los desheredados del Tercer Mundo. Es un buen antídoto y un testimonio convincente en una sociedad en la que el individualismo insolidario deja a su suerte a los que la propia sociedad excluye.
También señalaría el avance en la igualdad de derechos que por ley de la misma naturaleza humana competen tanto a la mujer como al varón, aunque nos quede un largo camino por recorrer, también entre nosotros, pero sobre todo en ciertas culturas en las que la mujer sigue ocupando, de manera sistemática, peldaños inferiores y a veces degradantes, contrarios a su condición femenina.
Otro factor generador de esperanza es, también, a mi juicio, el despertar religioso, aunque disfrazado, en muchos casos, de supersticiones y substitutivos que nada tienen que ver con lo auténticamente religioso. En nuestro impulso por alcanzar la mayor libertad y autonomía, hemos querido encontrar la respuesta total a las inquietudes, problemas y aspiraciones de la persona exclusivamente en la ciencia y el desarrollo material, y a estas alturas, la propia realidad, la experiencia de vacío y la carencia de motivaciones hondas dejan que rebroten de nuevo los interrogantes que emergen con espontaneidad en el ser humano. Nuestra singular condición de personas, seres corpóreos y espirituales, nos va abriendo a la búsqueda de razones que nos demuestren que la persona es, efectivamente, más que todas las cosas.
Finalmente, hay grupos de personas que renuncian a ser esclavas
de un trabajo agobiante cuando el móvil es ganar más
para poder responder a las crecientes necesidades que engañosamente
nos crea la sociedad de consumo. Hay personas que prefieren vivir
con menos y participar más en las gratificaciones que proporciona
la familia, que optan por dedicarse más al acompañamiento
de los hijos y a desarrollar otras dimensiones de la persona con
miras a su promoción y que se abren a nuevas relaciones
gratificantes con los otros, con la naturaleza, la vida y Dios.
Estos son, a mi modesto entender, algunos de los signos generadores
de esperanza que debemos promover y potenciar.
1. La intensa mesianización del mercado en el discurso neoliberal
Asistimos hoy, a nivel mundial, a una exacerbada retórica en torno a las virtudes ilimitadas del mercado. Se trata de un clima avasallador, de una universalismo mesiánico.
En la primera revolución industrial, como nos dice el sociólogo Karl Polanyi, "se dio un fenómeno parecido: el de la insistencia retórica en el carácter indiscutible de una buena nueva", de un "evangelio jubiloso": el "descubrimiento feliz" del paradigma del interés propio el cual, articulado a través de los mecanismos del mercado, aparecía como un camino seguro para el bien de todos, dispensando así de otros propósitos e intenciones referidos a metas sociales. Sin esto, enfatiza Polanyi, no se explica la tranquila asimilación del increíble número de víctimas de aquella pauperización tan intensa.
También hoy constatamos que las víctimas y los excluidos
(dos terceras partes de la humanidad) no avalan las certezas de
los neoliberales. Pero no basta constatar, es preciso analizar
esta tranquila indiferencia, sin recurrir a moralismos que supongan
maldad intencional. Cuando los opresores se sienten bienhechores
es porque creen en un evangelio inconmovible, elemento que está
prácticamente ausente en los análisis que hace la
izquierda. El famoso economista J. K. Galbraith no duda de que
se trata de una teologización:
La retórica del mercado del conservadurismo de nuestros
días está afincada, firme y muy efectivamente, en
el interés económico. El compromiso económico
con el mercado clásico, el modo como se lo explica, y su
amplio y penetrante papel en la conciencia pública están
vigorosamente al servicio de intereses económicos. Y toda
esta retórica posee una cualidad teológica que la
eleva muy por encima de cualquier exigencia de comprobación
empírica.
Luchamos pues contra un verdadero credo, pues "el pensamiento
económico es un sistema de creencias, con sus defensores
de la fe". Esta retórica neoliberal no tiene, sin
embargo, aceptación homogénea en cualquier parte
del mundo. Por eso vale la pena analizar las particularidades
de su exacerbación en América Latina, donde asistimos
a un show constante de llamadas a los imperativos de la "racionalidad
económica".
2. La celebración triunfalista del fracaso del socialismo
Los medios de comunicación de Occidente, los círculos
políticos conservadores, los discursos inaugurales de muchos
presidentes latino-americanos y un extenso número de artículos
y libros de teóricos de la política y economistas
no dudan en caracterizar todo el complejo proceso que atraviesan
los países del "socialismo real" como un retorno,
puro y simple, a la economía de mercado en el Este de Europa.
Los acontecimientos del este europeo desencadenaron, en el exterior,
un triunfalismo eufórico, con rasgos inocultables de entusiasmo
religioso.
Hechos complejos, explicaciones simplistas. Se trata, evidentemente de procesos en curso, con amplios márgenes de indefinición. Por eso, cualquier crítica de las falacias religiosas del citado triunfalismo no puede servir de pretexto para escapar al debate acerca de la necesidad de mecanismos de mercado, ampliamente vigorizados, y no tolerados casi marginalmente, en una economía eficiente. Esto significa enfrentarse positivamente, y no sólo negativamente, con la dinámica auto-reguladora del mercado.
Me parece que en el corazón de esta cuestión es donde aparecen las raíces más profundas de la religión del mercado. A saber, en el dogma de que el mercado es un todo indivisible, una especie de proceso circular autofinalizador, que no admite interferencias que dificulten su lógica autoconcluyente. Es decir, no admite ser rebajado al nivel instrumental, por ser un fin en si mismo.
Para proclamar semejante dogma, el argumento más empleado
parece ser el de que "nadie ha inventado todavía una
economía más eficiente". Una vez afirmado esto,
ya no se puede preguntar: "eficiente ¿en qué
y para quien?". O sea, queda anulada la discusión
sobre fines y metas sociales. La tantas veces citada "eficacia"
da un salto trascendental y se mueve en las nubes, cuando debería
estar referida a necesidades humanas concretas. Sospecho que,
si no fuera porque, en los ex-socialismos "reales",
estuvieron ya satisfechas algunas necesidades elementales de la
casi totalidad de la población (cosa de la que estamos
bien lejos por aquí), el problema de las urgencias inaplazables
en el plano social no podría evaporarse hacia ese nivel
tan etéreo de una eficiencia desligada de objetivos concretos.
Un par de ejemplos. Ese nudo central religioso de la euforia pro-mercado
tal vez puede ser encontrado en muchos pronunciamientos surgidos
en el este de Europa. He aquí dos ejemplos. El primero,
de Leszek Balcerowicz, hasta hace poco ministro de finanzas de
Polonia. El segundo de Vaclav Klaus, ministro de finanzas de Checoslovaquia:
Decidimos crear una economía de mercado en Polonia, no
por razones doctrinarias -espero que nos hayamos despedido de
ellas para siempre- sino porque nadie inventó hasta ahora
una economía más eficiente.
Necesitamos una economía de mercado sin más adjetivos.
Cualquier compromiso haría todavía más complejos
los problemas que tenemos. Buscar una así llamada tercera
vía es una locura. Ya tuvimos una experiencia de ello cuando,
en los años 60, buscamos un socialismo con rostro humano.
No funcionó, y tenemos que ser rotundos cuando decimos
que ya no esperamos una versión más eficiente de
un sistema que fracasó. El mercado es indivisible. No puede
ser reducido a un instrumento en manos de los planificadores centrales.
3. El discurso sobre el "fin de la historia"
Hegel retorna. Se reencarnó, esta vez en una especie de
mago de las metáforas defintivas: Francis Fukuyama. Llegamos
al "fin de la historia". Ya tenemos, en las manos y
en el corazón, el ideal perfecto que gobernará al
mundo en el futuro. Acabó la imprevisibilidad de la historia.
Pasamos a vivir en un mundo post-histórico. Un apocalipsis
feliz, sin los sobresaltos de las clásicas visiones apocalípticas.
Pero nos aclara:
El fin de la historia no significa el fin de los acontecimientos
mundiales, sino el final de la evolución del pensamiento
humano respecto a los principios orientadores
Es el término
de la evolución ideológica de la humanidad y de
la universalización de la democracia liberal occidental
como forma última de gobierno humano.
El discurso de Fukuyama desató una discreta polémica,
pero siempre "dentro de un orden". Molesta su capacidad
significante, pero no sé si llega a chocar su significado
concreto de que, al menos por ahora, cualquer mesianismo alternativo
"tiene menos posibilidades de renacer". Si atendemos
a lo esencial, todo estaba ya afirmado en el "descubrimiento"
(del mejor camino), que los economistas atribuyen incansablemente
al paradigma del interés propio y del sistema de mercado.
Sólo las voces del Tercer Mundo han sido bastante más
cáusticas al analizar el discurso de Fukuyama.
4. Una lógica despreocupada de la mayoría de la humanidad
Uno de los aspectos religiosos de nuestro tema reside en la insensibilidad,
en esa erosión profunda de la solidaridad humana, que hizo
mella en amplios sectores de los que ejercen el poder. ¿Puede
ser esto explicable si no se considera que, detrás de ello,
hay ídolos dignos de confianza? Sobre esto ya han escrito
muchos. Dos tercios de la humanidad están cada vez más
al margen de las preocupaciones de los grandes. Para ser breve,
resumo la visión que tiene del tema F. Hinkelammert:
1. La crisis del socialismo debilita todavía más al Tercer Mundo en el sentido de que su aislamiento se hace mucho mayor, ya que el norte está preocupado sólo con el norte. Pero en los dos tercios de la humanidad abandonados ahora en este aislamiento, lo que está amenazado de forma nueva es la supervivencia de la misma humanidad como un todo.
El capitalismo puede volver a ser puro capitalismo: ya no teme
a ningún sistema alternativo; no necesita hacer concesión
alguna.
2. Los países centrales del Primer Mundo necesitan todavía
de los países del Tercer Mundo (como exportadores de capital
y materias primas y suministradores de trabajo barato), pero ya
no necesitan a la mayoría de la población del Tercer
Mundo, que pasó, en buena medida, al papel de no aprovechable.
La deuda del Tercer Mundo se ha transformado ahora en instrumento
para dictar e imponer políticas económicas en conformidad
con los intereses de los países centales.
3. Se considera que la única posibilidad de desarrollo
para los países del Tercer Mundo, es una forma de sujeción
obligada al mercado mundial: por tanto, cualquier tentativa de
integración un poco autónoma y eficiente, dentro
del sistema de mercado mundial tal como es, pasa inmediatamente
a ser considerada por los países centrales, como una amenaza.
Otro Japón, ¡jamás! ¿Cómo podrían
ellos admitir un caso-Japón del tamaño del Brasil
o de la India?
5. ¿Quién mató al pueblo?
Hace poco más de dos años, un crítico literario norteamericano prologaba una antología poética con un ensayo titulado "¿Quién mató a la poesía?". Y su respuesta fue, en síntesis: los propios poetas.
El año pasado el administrador-asistente de la AID, Richard E. Bissel, publicó un artículo titulado "¿Quién mató al Tercer Mundo?". La respuesta era análoga: las ideologías tercermundistas. El autor constata que muchos "sienten, como una pesadilla, que los pobres y hambrientos del Tercer Mundo estén siendo abandonados al borde del camino, sin recursos y sin casusa que atraiga la atención del resto del mundo". Pero enseguida pasa a echar toda la culpa a las tentativas autonomistas, etc. del Tercer Mundo: quisieron encontrar caminos propios, se resistieron a integrarse en la "amplia competitividad" del mercado mundial. "El verdadero fracaso del movimiento tercermundista es psicológico. Al acusar al resto del mundo de los males de los países subdesarrollados, esa gente quedó marginada, amargando más su impotencia".
Pero lo que más me impresionó de ese artículo
fue el lenguaje, de inequívocos tonos religiosos, en que
se hacía la propuesta para salir del atolladero: en apenas
dos páginas aparecen seis compuestos verbales en torno
al concepto "confianza". Acepten el "mundo como
es"; vean en el mercado, el "catalizador de la confianza";
sólo existe un único proceso global de interacción
de la confianza; se trata de confiabilidad y confianza en términos
económicos, etc. Como es sabido, este tipo de aura religiosa
es la que envuelve los famosos "ajustes estructurales"
a que nos vemos forzados. Con un lenguaje de apariencia estrictamente
económica, la dogmática de este purgatorio de ajustes
se refiere a:
recortes profundos en los gastos públicos,
eliminación de los déficits,
política monetaria restrictiva,
desmantelamiento de las barreras nacionales para atraer capital exterior,
recorte de los subsidios sociales, eliminación de barreras comerciales,
incentivos a la exportación, etc.
Y todavía hay otro lenguaje, mucho más repleto de toques mágicos, que se refiere al clima necesario: crear una cultura capitalista, y los innumerables giros verbales en torno a la palabra mágica "modernización". En este contexto se insertan, invariablemente, los "sacrificios inevitables".
Ahora bien: después de años de ajustes penales,
el propio Banco Mundial ya no puede ocultar los resultados:
han aumentado las desigualdades sociales,
se ha favorecido todavía más la concentración de la renta,
no se han logrado avances en el crecimiento económico en términos de PIB,
al contrario, la recesión -contemplada siempre como un sacrificio transitorio, aunque necesario- se extiende,
no se frenan los daños ecológicos,
e incluso en virtud del propio empobrecimiento, la participación
popular queda seriamente perjudicada, cuando no exluida.
¿Cómo explicar que, en semejante contexto, todavía rebroten nuevos tipos de populismo? La magia populista de nuevo estilo consigue agrupar, en una constelación de discursos, un entusiasmo incondicional por el mercado y la promesa de que no se entregará a sus mecanismos la solución de los problemas más angustiosos del pueblo.
Cuando salta a la luz la contradicción, en momentos de
dificultades cruciales, se echa mano de una conocida treta mágica:
la responsabilidad en la solución de las emergencias se
juega en una difusa participación de todos.
Texto de Hugo Assmann, editado por Cristianisme i Justícia,
Barcelona.
París. Visita de Juan Pablo II. En su vista a Francia,
Juan Pablo II ha querido recalcar varios temas importantes.
* La crisis de la religión católica. "La Iglesia en Francia, como en todas partes, especialmente en Occidente, conoce un descenso de la práctica religiosa y una disminución de las vocaciones sacerdotales". Pero aconseja "vivir este empobrecimiento como una purificación y, en cierto sentido, como un estímulo".
* A los jóvenes les pide que "movilicen su generosidad, su inteligencia y su energía para hacer el mundo más hospitalario para todos".
* Sobre la unidad de los cristianos pide que "cada comunidad se vuelva deliberadamente hacia el futuro y dé pasos concretos hacia la comunión y la unidad".
* El término mundialización "no le satisface completamente, ya que el hombre debe prevalecer sobre la economía y el mercado, debe estar en el centro de las preocupaciones y el incremento de las riquezas debe permitir reducir las desigualdades en lugar de agravarlas".
* La libertad religiosa es ante todo "el respeto recíproco
de las creencias y de las prácticas religiosas... Para
una sociedad, permitir a cada uno disponer de los medios para
profundizar su vida espiritual es una fuente de desarrollo social".
Evento importante es la elevacioó a las altares de Federico Ozanam, fundador de la Sociedad de San Vicente de Paúl. Nació el 23 de abril de 1813 en Milán (norte de Italia). A los 16 años Ozanam dio muestras de su conciencia social al denunciar la trata de negros, diecinueve años antes de que está fuese abolida en las colonias francesas. En 1836, doce años antes del famoso manifiesto de Karl Marx en 1848, Ozanam criticó el creciente abismo entre fuertes y débiles dentro de la sociedad y predijo los dramáticos enfrentamientos entre ricos y pobres.
Consciente de la insuficiencia y límites de las controversias puramente doctrinales, Ozanam intuyó la necesidad de traducir la fe en obras y reunió a un grupo de siete jóvenes con los que, en 1833, sentó las bases de la Conferencia de San Vicente de Paul, y se dedicó a la ayuda de familias pobres. Simultáneamente accedió a la cátedra de Derecho Comercial en la Universidad de Lyon y a la de Literatura Extranjera en La Soborna (París).
Brasil. Los obispos defienden distribución de la tierra.
La Iglesia católica brasileña ha radicalizado su
postura sobre la injusta distribución de la tierra tras
la elección de una nueva directiva, más progresista,
de la Comisión Pastoral de la Tierra. El nuevo presidente
es Don Balduino, conocido defensor y luchador por la justicia,
quien ha criticado al gobierno por su desidia en el tema de reforma
agraria.
Ecuador. Mediación entre gobierno y campesinos e indígenas. Los obispos se han ofrecido a mediar entre ambos, cuando los campesinos e indígenas preparan una huelga general y han sugerido a los poderes públicos anticipar la convocatoria a una Asamblea Nacional de reformas a la Constitución. El secretario de la Conferencia, Mons. Antonio Arregui, subrayó que la convocatoria de los movimientos sociales para efectuar una "Asamblea Constituyente Popular" puede ser beneficiosa para los grandes objetivos nacionales, ya que por primera vez la llamada "sociedad civil" participaría en las decisiones de Estado. "Es algo novedoso en la política ecuatoriana. Los poderes públicos deberían respetar las decisiones de la Asamblea Popular".
Chile. Superar la enorme desigualdad. La Iglesia Católica
llamó hoy a superar la enorme diferencia que existe entre
pobres y ricos, y dijo que Chile es una de las naciones dónde
se pagan los más bajos salarios de América Latina.
El vicario de pastoral obrera, monseñor Alfonso Baeza,
dijo que es urgente promover una mayor justicia social. "A
nivel de los grandes problemas, parece que todo anda bien en el
país. Pero a la hora de verificar las cosas los recursos
llegan más rápido a los grupos que tienen más
dinero... La mayor parte de los pobres no es cesante, sino que
trabaja. Pero lo que sucede es que tienen remuneraciones muy bajas...
Chile es el país dónde se paga peor a los empleados.
Hay que implementar un sistema de remuneraciones más justas
que permita a los pobres acceder con mayor facilidad a la salud,
educación y recreación".
San Jose. La pobreza en Centroamérica. Los participantes en una mesa redonda, organizada por el Ministerio de Cultura de Costa Rica y la embajada de México, urgieron a rescatar los valores culturales de cada país y resistirse a la realidad ficticia que trasmiten los medios de comunicación masiva.
El 20 por ciento de la población más pobre de Centroamérica recibe menos del cinco por ciento del ingreso total, mientras los ricos detentan la mitad de los recursos, denunció Alvaro Montero. Añadió que la mundialización de la economía ha dejado de lado los grandes problemas humanos, como la pobreza y el desempleo. En la actualidad los retos económicos y sociales no son los mismos para todos. "El 90 por ciento de la inversión extranjera directa ocurre en Estados Unidos, Europa y Japón. El resto del mundo sólo tiene el 10 por ciento, lo que acentúa cada vez más las secuelas de la pobreza, la enfermedad y la ignorancia en los países pobres. Por su parte, Joyce Zurcher consideró que el proceso de globalización económica convierte los valores humanos y culturales en materiales, mientras que el excesivo uso de la propaganda sólo incita al consumo y no a la creación artística. El periodista J. Morales dijo que en la globalización imperan los "valores" de productividad, competitividad, dinero, eficiencia e individualidad", mientras que se dejan de lado los de solidaridad entre pueblos, honradez, compasión y amistad.
Denunciaron que los países industrializados arrebatan inteligencias de otros países con la "fuga de cerebros" y buscan monopolizar la revolución científica a través de leyes para proteger los derechos de autor.