UCA

Universidad Centroamericana José Simeón Cañas



Carta a las Iglesias

© 1997 UCA Editores


Carta a las Iglesias, AÑO XVII, Nº 391­392, 1­31 de diciembre de 1997

La esperanza del sínodo de obispos

Del 16 de noviembre al 12 de diciembre se ha celebrado en Roma el sínodo de obispos de toda América. Presididos por Juan Pablo II, se reunieron 233 padres sinodales (la gran mayoría de ellos, obispos), 59 auditores y expertos y 5 delegados, que dan un total de 297 personas. En los primeros 12 días hablaron 256 personas y después, pasaron a grupos de trabajo. El resultado es un mensaje final, y el documento del sínodo propiamente dicho que deberá ser aprobado por el Papa. Al escribir estas líneas no conocemos los textos finales, pero podemos hacer ya algunas reflexiones sobre lo que se ha discutido en el sínodo --más adelante se puede leer una muestra de las intervenciones--, sobre lo que pueden ser sus conclusiones y sobre el impacto que pueden causar si se ponen a producir.

1. Los obispos han insistido en que el continente está transido de injusticia, en el norte y sobre todo en el sur. Una y otra vez han recalcado que campea la muerte y la indignidad (para los pobres, indígenas, niños. mujeres...) y han mencionado sus causas más importantes (neoliberalismo, ideología de la globalización, deuda externa...). Este clamor prácticamente unánime de los obispos es una prueba de la gravedad de la situación del continente --y es importante verlo así. Sus denuncias contrastan con los cantos de sirena de los organismos internacionales que quitan hierro a la tragedia y comunican esperanzas, que hasta ahora son falaces. Desde el punto de vista eclesial, lo más importante es que esta denuncia, y el compromiso correspondiente de la opción por los pobres, la hacen en nombre del Evangelio y de los clamores del pueblo oprimido y excluido. A finales del siglo XX sigue resonando la palabra de Jesús. Y si se compara con lo que se suele decir en cumbres presidenciales, no hay duda de que el Evangelio tiene mucho que decir hoy y puede humanizar mucho.

2. En los temas internos a la Iglesia (evangelización, pastoral) ha habido, al parecer, menor convergencia y mayor variedad. Hay variedad de ofertas (desde los movimientos de sanación hasta las comunidades de base) y no acaba de quedar clara una línea que continúe la del concilio y la de Medellín y que ponga juntas fe y justicia. También han salido a relucir temas "conflictivos" (la mujer en la Iglesia, la colegialidad episcopal versus el centralismo romano, la teología de la liberación, libertad de investigación, pastoral de divorciados...), temas que, en el día a día del Vaticano, no acaban de abordarse con paz evangélica. Se siente aquí la involución vaticana de los últimos años. De todas formas, varios obispos han hablado de estas cosas con libertad y responsabilidad pastoral. Y se puede pensar en un revivir de la evangelización liberadora.

3. Se ha hablado de los mártires, y con mayor profundidad y cariño que en Santo Domingo. Esto significa que no falla el instinto evangélico: antes que de doctrina y de cánones, una Iglesia de Jesús vive del testimonio del mayor amor. Hay aquí también una gran oportunidad pastoral. En el continente, norte y sur, se puede edificar la evangelización sobre la roca firme de las tradiciones de los mártires. También en esto, el sínodo puede ser ejemplo para otras cumbres que ignoran olímpicamente a las víctimas de nuestros países y a sus mejores ciudadanos, como si las recetas de humanización proviniesen del Banco Mundial o del Fondo Monetario.

4. Hay, pues, esperanza, pero hay que ponerla a producir. Si todo queda sustancialmente en intervenciones orales y textos escritos, si no hay unidad fundamental en las conferencias episcopales para unificarse alrededor de la opción por Jesús y por los pobres, si no se incorpora, de verdad, a clero y religiosas, y a todo el pueblo de Dios --a la mujer-- en este dinamismo del sínodo, si Roma no da corresponsabilidad y libertad real a las Iglesias locales, si los nombramientos de obispos no responden a la opción por los pobres, al anuncio y a las denuncias necesarias, si esto no ocurriera, entonces, como está pasando en los últimos años, cundirá el desencanto y el sínodo será otra oportundiad perdida.

Pero si se ve en el interés de los padres sinodales por la justicia, por la dignidad y por la fe, la voz de Dios y la voz de los pobres del continente, entonces el sínodo será luz y esperanza. Dará ánimo para trabajar unificadamente a pesar de las diferencias, con decisión a pesar de los conflictos, y con gozo a pesar de crueles realidades. La Iglesia de Jesús será eu-aggelion, buena noticia. Y una última cosa, importante para El Salvador y para todo el mundo. El sínodo ha sancionado --con el mayor de los aplausos-- el proceso de canonización de Monseñor Romero. Los obispos del continente, las Iglesias, los pueblos y, sobre todo, los pobres se alegran de ver a Monseñor en los altares, junto a Francisco de Asís y Rosa de Lima, Teresa de Jesús y el Hermano Pedro de Betancourt.

Una carta de sacerdotes salvadoreños

Unos de los resultados positivos del sínodo bien pudiera ser el de volver a valorar a las iglesias locales, tal como lo comenzó a hacer el Vaticano II, y, de esa manera, introducir también en la sociedad un signo de democracia --o de fraternidad, si se quiere, que es más exigente. Así como ha quedado claro que los obispos clamaron por la justicia en el mundo, debe también quedar claro que hay un anhelo de mayor respeto a las iglesias locales y de superación de un exagerado centralismo.

Pues bien. Por coincidencia, en estas mismas fechas los sacerdotes salvadoreños han escrito una carta al cardenal Gantin, prefecto de la Congregación de obispos, lamentándose y quejándose del señor nuncio por el modo de llevar a cabo la elección de obispos en nuestro país. En lo fundamental, lo que molesta a los sacerdotes firmantes es que un criterio importante, y aun decisivo, para el nombramiento es el de poseer un título académico, y ello "para que no se acompleje ante la gente con quien va a tratar; que sea aceptable a las autoridades...". De esa forma se ha marginado, injustamente, a sacerdotes salvadoreños y "pareciera preferirse a sacerdotes u obispos que han permanecido fuera del ambiente y del quehacer normal del clero; sin sintonía ni empatía con nuestra idiosincrasia, historia y trabajo pastoral".

La carta la publicamos en el número anterior cuando había sido firmada por 186 sacerdotes. Desde entonces ha aumentado el número de firmantes y ha habido también alguna reacción pública de sacerdotes connotados del país.

Los firmantes llegan ya a 228, y siguen las firmas. Si se tiene en cuenta que en El Salvador trabajan en parroquias o en actividades directamente pastorales alrededor de 310 sacerdotes, entre nativos y extranjeros, la cifra significa que el 74 por ciento, es decir, tres cuartas partes del clero, ha firmado la carta. La provincia eclesiástica de El Salvador tiene 8 diócesis, de las cuales en tres de ellas firmó la carta el 100 por cien del clero. En la arquidiócesis han firmado 124 sacerdotes, lo que significa alrededor de un 85 por ciento. De la diócesis de San Vicente no firmó ningún sacerdote para evitar represalias por parte del obispo, quien les prohibió terminantemente firmar la carta.

Además del número, están las reacciones. Citemos una de Mons. Fabián Amaya. "Los sacerdotes que firman la carta recuerdan con profundo orgullo que, desde que se creó nuestra primera Diócesis en 1842, la Iglesia puso sabiamente al frente de ella a santos y buenos Pastores que han dejado en la Arquidiócesis de San Salvador una rica herencia de fe, de amor y de servicio abnegado. Ellos, sin excepción, fueron elegidos por la Santa Sede entre sacerdotes nativos de este país y en épocas en que había menos sacerdotes que hoy".

Mons. Fabián Amaya recuerda también qué tipo de Iglesia se ha ido formando entre nosotros. "El perfil de nuestras Iglesias locales se ha ido formando en los últimos cincuenta años con enormes esfuerzos de actualización acordes al Concilio Vaticano II, al Magisterio Pontificio y Latino Americano, con el discernimiento de los signos de los tiempos a la luz de la Palabra de Dios, y con opciones espirituales y pastorales, según el modelo de Jesús. Y, a pesar de nuestros fallos y pecados, hemos perseverado en medio de la persecución y el martirio".

La carta de los sacerdotes salvadoreños puede ser vista por unos como conflictiva. Por otros es vista como evangélica y necesaria para mostrar en hechos, no sólo en declaraciones doctrinales, que la Iglesia es comunión de iguales, aunque con diversas responsabilidades. Y es necesaria para mostrar que el criterio último eclesial es la fidelidad a Jesús que, entre nosotros, ha llegado hasta el martirio.

Puede haber problemas, pero esta carta puede ser la ocasión para avances positivos. ¿Por qué no verla como expresión de aire fresco en la Iglesia, nuevo y necesario? ¿Por qué no verla como fruto (aunque anterior) de un nuevo dinamismo del sínodo? ¿Por qué no comenzar un diálogo, muy difícil en los últimos años, entre sacerdotes y obispos aquí en El Salvador, y entre sacerdotes y obispos por una parte, y la nunciatura y el Vaticano por otra?

En cualquier caso, algo bueno ha ocurrido. Más allá de sus contenidos, la carta muestra que el clero salvadoreño se ha unido como hacía tiempo que no ocurría. Y esa unificación, puesta al servicio del evangelio y de los pobres, sólo puede ser una buena noticia.


Deuda agraria, reactivación del agro

y desarrollo nacional

El veto presidencial

La semana recién pasada el Presidente Armando Calderón Sol hizo público su veto a los decretos 135 y 136, mediante los cuales la Asamblea Legislativa proponía resolver el problema de la condonación de la deuda agraria. El Presidente de la República, amparándose en argumentos jurídicos harto discutibles, rompió con el proceso de negociación que se había gestado en la Asamblea; proceso en el cual su propio partido había jugado un importante papel. Desde la óptica presidencial, ya no se trataba de buscar una solución para los deudores --discutiendo el monto de lo que se dejaría de pagar o discutiendo quiénes sí tendrían que hacerlo y quiénes no­-, sino de zanjar el debate declarando que la condonación o extinción de la deuda agraria es inconstitucional; o, lo que es lo mismo, que todos los que deben tienen que pagar. Calderón Sol dio marcha atrás respecto de la postura asumida por los diputados de su partido. Se ha barajado la idea de que esa decisión presidencial obedeció a un "capricho" de Alfredo Cristiani, quien, para reafirmar su posición al interior del partido, habría presionado para imponer la tesis de la no condonación.

Sin embargo, hacer depender lo que sucede en ARENA de los "caprichos" de Cristiani puede impedir caer en la cuenta de los intereses económicos y políticos que están detrás de los virajes del partido de derecha. No hay que olvidar que éste nació al amparo de los grupos agrarios no sólo más poderosos económicamente, sino también más activos en la defensa de sus intereses. Aunque relegados --al igual que los industriales-­ de la conducción del partido que crearon, no dan señales de haber cejado en su empeño por recobrar las riendas del mismo, lo cual supone dar la pelea a los grupos financieros, cuyo líder es Cristiani, que no están dispuestos a ceder un ápice del terreno conquistado. Dar la espalda al sector agrario quizás sea expresión más drástica de la ruptura de ARENA con los grupos que tradicionalmente lo sostuvieron; ello, a su vez, estaría dando un impulso definitivo no sólo al enquistamiento del grupo de Cristiani en ARENA, sino al afianzamiento del mismo como principal gestor y beneficiario de la dinámica económica del país.

En suma, lo que no alcanzan a ver los asesores de ARENA es que el abandono del agro es el abandono del país, ya que sin un desarrollo agrícola mínimamente sostenible cualquier expectativa sobre el futuro de El Salvador como un país viable no tiene fundamento. El despegue del sector agrícola es clave para el desarrollo nacional, pero el agro no podrá salir del estancamiento en el que se encuentra si antes no resuelve su crisis financiera. Aplicar la misma medida a todos los agricultores que deben, sin hacer las distinciones necesarias entre ellos y sin considerar lo excepcional de la situación que los llevó a endeudarse, no es sino añadir un obstáculo más --esta vez por obra y gracia del Estado-- a la ya de por sí difícil reactivación del agro.

Implicaciones políticas y económicas de la deuda agraria

El tema de la deuda agraria, sin duda alguna, presenta matices políticos y económicos, y ello se ha reflejado claramente en la confrontación que ha generado. En parte, ello se ha debido a que se ha reunido en un sólo grupo a diferentes tipos de deudores, lo cual implica dar similar tratamiento a pequeños deudores beneficiarios de la reforma agraria sin capacidad de pago y a grandes deudores terratenientes con capacidad de pago.

Para los detractores de la condonación, ésta no es conveniente porque crearía un antecedente negativo para el agro salvadoreño y nefastos efectos sobre el ámbito institucional y económico. En cambio, para sus apologistas, ésta se perfila como una importante medida para la reactivación del sector agropecuario. Por ello hay que revisar los hechos más recientes en torno a la condonación de la deuda y los argumentos más importantes presentados en torno a este debate.

Después de una serie de discusiones en torno a la condonación de la deuda agraria y bancaria, finalmente ésta fue aprobada por el pleno legislativo el pasado 30 de octubre. Mediante los decretos 135 y 136 se condonaron totalmente las deudas menores a los 500,000 colones y en un 93% las deudas que superaban esa cantidad. Este decreto fue apoyado principalmente por los partidos de oposición FMLN, PDC y PCN, no así por el partido ARENA. El principal argumento esgrimido por la oposición para apoyar la condonación total fue la necesidad de adoptar medidas que contribuyan a la recuperación económica del agro. Según este planteamiento, la condonación de la deuda podría convertirse en un aliciente para la producción agropecuaria en la medida que liberaría de algunas obligaciones financieras al sector agropecuario.

Frente a los decretos 135 y 136 el Presidente Armando Calderón Sol expresó, dos semanas después de aprobados, que su posición era la de vetarlos "por [resultar] inconstitucional(es) e inconveniente(s)". Según el Presidente, la condonación de la deuda es inconstitucional por "invadir la competencia del Organo Judicial", pero principalmente porque se violenta "el Art. 232 de la Constitución, el cual prohibe dispensar el pago de las deudas a favor del fisco o de los municipios".

Por otra parte, se agregan múltiples razones por las cuales los decretos resultan inconvenientes: "Por su falta de equidad; porque estimulan la indisciplina financiera por medio de la cultura de no pago; por su defectuosa y ambigua estructuración; por su grave efecto financiero y efecto inflacionario; porque darían lugar a reducir la inversión en infraestructura; por la pérdida de credibilidad del sector agropecuario como sujeto de crédito; porque se premia la ineficiencia y se castiga a quienes cumplen con sus compromisos; porque incorporan nuevos deudores no agropecuarios, en fin porque restan recursos a los programas de reactivación agropecuaria".

Los argumentos vertidos por una y otra parte para fundamentar sus posturas son, indistintamente, cuestionables. Los de los apologistas de la condonación porque fijan demasiadas expectativas en ésta y porque no diferencian adecuadamente entre los diferentes casos. La del Presidente porque adopta una postura ambigua, especiosa e ideologizada frente al tema de la condonación que, incluso, llega a satanizarla. Sin embargo, ambas posturas tienen puntos rescatables.

¿Recuperación del agro?

Pretender, tal como lo hace la oposición en la Asamblea Legislativa, que con el perdón de las deudas agropecuarias se obtendrá inmediatamente una recuperación del sector agropecuario es una postura ingenua. Los problemas del agro se derivan, en gran medida, de su baja productividad y rentabilidad, lo cual a su vez es resultado de factores ajenos al problema de la deuda, tales como el agotamiento de los recursos naturales, los bajos precios, la poca tecnificación y la atomización de propiedad.

Aunque no trata de negarse que la condonación de la deuda puede servir para apuntalar un proceso de reactivación del agro, es sólo una de varias medidas necesarias. Por otra parte, pretender condonar indistintamente las deudas de los agricultores podría implicar beneficiar a sectores con capacidad de pago y, en muchos casos, a grandes terratenientes que han logrado diversificar su capital.

Sin embargo, no condonar supone cobrar deudas al sector beneficiario de la reforma agraria que fueron entregados en condiciones desfavorables para la producción, como la guerra y la baja productividad de las tierras asignadas. La reforma agraria tuvo una clara intencionalidad contrainsurgente, no de mejoramiento de la productividad agropecuaria; de hecho ese enfoque incluso provocó el fracaso financiero de algunos beneficiarios. Posteriormente, durante la década de los 90, el sector agropecuario en general ha debido sufrir el sesgo antiagropecuario de la política económica de ARENA.

La postura de no condonación adoptada por el Presidente, por otra parte, refleja contradicciones en relación a la postura de su propio partido. Esto porque, anteriormente, ARENA ha aprobado decretos de condonación de un 70% de la deuda agraria, a cambio del pronto pago del restante 30%. Más tarde, el ex presidente Alfredo Cristiani presentó como una propuesta de su partido la condonación de hasta un 85% de la deuda agraria. Tildar de inconstitucional e inconveniente la condonación de la deuda implica aceptar que la propuesta inicial de ARENA también lo era.

Por otra parte, algunas de las razones presentadas por la Presidencia resultan cuestionables. Por ejemplo, la pérdida de credibilidad del sector agropecuario es un elemento que está presente en los criterios de asignación del crédito desde hace mucho tiempo. De otra forma, no habría crisis ni contracción del sector agropecuario. La cultura del no pago o indisciplina fiscal en realidad ya existe en el país y es practicada por los mismos sectores empresariales que retienen indebidamente el Impuesto al Valor Agregado (IVA) o que ha sido favorecido con grandes exenciones de impuestos gracias a la reforma tributaria de ARENA. Es de justicia señalar en este punto que, en realidad, el impacto financiero e inflacionario sí es un elemento que podría derivarse de la propuesta de condonación.

La propuesta de Calderón Sol ha colocado un importante valladar para la condonación de la deuda del sector reformado ya que, al declararla inconstitucional, ha cerrado la puerta para posibles propuestas alternativas, incluyendo la de condonación de un 85% propuesta por la misma ARENA.

Lamentablemente, en la Asamblea Legislativa no se discriminó entre los deudores y, a final de cuentas, la propuesta de condonar totalmente ha provocado un entrampamiento aún mayor al que se enfrentaba antes. Por el momento, lo más razonable es profundizar en el estudio de los casos para condonar solamente en aquellos casos en que se esté beneficiando a los sectores campesinos y a pequeños productores. Ello contribuiría a construir alternativas de condonación de menor impacto económico y con mayores posibilidades de vencer el veto presidencial.


Intervenciones de los obispos en el Sínodo

En la primera parte del sínodo, cada uno de los padres sinodales, unos 200, expresó su opinión sobre temas variados. Aquí hemos recogido algunas de esas intervenciones, que presentamos con dos aclaraciones. La primera es que están tomadas de noticias de prensa, y son por lo tanto fragmentarias. Y la segunda es que las hemos organizado bajo algunos acápites para superar la sensación de dispersión.

Denuncia de la injusticia en el continente

Condena del neoliberalismo. Varios miembros del sínodo han condenado el neoliberalismo y han pedido que todos los obispos de la zona denuncien el tráfico de armas y las injustas relaciones comerciales Norte-Sur. Mons. Víctor Manuel López dijo que el nuevo orden económico internacional "está contribuyendo enormemente a un creciente empobrecimiento de sus gentes y sus pueblos, lo que contraría abiertamente al plan del Creador". Exigió que "la economía de mercado no se convierta en un poder absoluto al que todo se sacrifique". Para su crítica el obispo se inspiró, en parte, en una carta de los provinciales de la Compañia de Jesús. Mons. Estanislao Karlich dijo que "la Iglesia debe advertir a las instancias internacionales que la economía se debe subordinar a la moral y no constituirse en la última palabra de las relaciones humanas".

Denuncia de la ideología de la globalización. Mons. Carlos María Collazi, Irazabal, Uruguay, denunció la ideología que subyace al actual proceso de "globalización mundial, la cual "pretende explicar y convertir la creciente interdependencia mundial en una realidad de libre mercado económico. La ideología de la globalización, además, convence a grandes muchedumbres de que ellos son culpables de su pobreza, ya que no son capaces de competir en ese "mercado", que de hecho es injusto y falsamente libre". Denunció que la globalización "conlleva la exclusión sistemática de los más débiles".

Denuncia de la deuda externa y la corrupción. Mons. Jorge Mario Avila, Guatemala exigió que las nuevas deudas que contraigan los países latinoamericanos no estén en manos sólo de los parlamentos. La deuda externa es un gravísimo problema, que golpea sobre todo a los países más pobres de la tierra. Según datos recientes la deuda exterior de los países en vías de desarrollo asciende a 2.067.000 millones de dólares. Y el servicio de la deuda se eleva a 192.074 millones de dólares, prácticamente el 10 por ciento. "Esto impide el desarrollo de los países deudores, algunos de los cuales destinan el 25 por ciento de sus presupuestos a pagar interés".

Además, "en el origen de la deuda externa hay con frecuencia fuertes salpicaduras de corrupción. Muchas veces el capital prestado ha sido mal administrado y empleado en proyectos no indispensables. Peor aún, elevados porcentajes del préstamo han pasado no pocas veces a engrosar la riqueza de particulares". El Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) se convierten a veces "en poderosos aliados de las instituciones prestatarias, al velar celosamente para que se cumplan las condiciones de los préstamos aun con deterioro de los países deudores. Las principales víctimas de esta deuda son los pobres".

Mons. Avila sugiere "una serie de medidas como la renegociación de las condiciones de la deuda, moratorias y condonaciones, mecanismos sociales que permitan un canje de la deuda a cambio de programas ecológicos en defensa de la naturaleza, así como proyectos sólidos de inversiones sociales a favor de los marginados". También para Mons. Obando la deuda externa es "un yugo demasiado pesado". Y para el cardenal de Lima, Augusto Vargas Alzamora, "se debe juzgar con estricta justicia" a las diversas administraciones que "empeñaron alegremente el porvenir de los países empobrecidos. De esas deudas se beneficiaron los bolsillos de los pocos que hoy tienen mucho".

Denuncia de las transnacionales del norte. Mons. Angel San Casimiro Fernández, Ciudad Quesada, Costa Rica, denunció que las mayorías pobres "se ven afectadas por el actual fenómeno de la mundialización", con el que se agranda la brecha entre los pocos que tienen mucho y los muchos que tienen poco. El clamor de los pobres sigue vivo entre nosotros, aunque hoy esté hecho también de silencio y desesperación".

"Las multinacionales del norte, buscando oro, arbitran proyectos de minería a cielo abierto con uso de cianuro que remueve, procesa e inhabilita inmensas áreas del país". Esta destrucción ecológica de la "Madre Tierra" que tantos destrozos causa en nuestro continente y en todo el planeta, "ha de figurar entre las preocupaciones de este Sínodo".

Crítica al embargo económico de Estados Unidos contra Cuba. El presidente del CELAM, Mons. Oscar Rodríguez Maradiaga, criticó el embargo económico de Estados Unidos contra Cuba. Son las armas las que "deberían desaparecer de nuestro continente porque no tenemos necesidad de ellas, nos han hecho mucho daño y quisiéramos declarar a América un continente sin armas, conflictos y guerras. El dinero que se inviete en armas debería invertirse en desarrollo, y por ello estamos en desacuerdo con la decisión del presidente de Estados Unidos, William Clinton, de levantar la prohibición de venta de armas a América Latina".

Defensa del mundo indígena

Una Iglesia indígena autóctona. El obispo de Oaxaca, Miguel Angel Alba, expresó que el gobierno mexicano debería reconocer dentro de un único marco constitucional los variados usos y costumbres legítimas de los grupos indígenas del país. Añadió que la Iglesia debería impulsar la creación de Iglesias indígenas autóctonas en plena comunión con la Iglesia universal. Recordó que muchos lugares del continente americano están habitados por pueblos netamente indígenas, o por pueblos que a pesar del mestizaje valoran y conservan su raíz indígena, "pagando por ello un alto costo de marginación, abandono y pobreza".

Los pueblos indígenas de América "no son pueblos latinos, su raíz, su lengua, su cultura no son latinas, han sido incorporados al rito latino de la Iglesia, lo usan, lo respetan, lo aman y se aferran a él, pero su idioma es otro. Nuestras palabras, gestos y ritos muchas veces quedan incomprendidos o son interpretados en otro contexto cultural y resultan en ocasiones incapaces de expresar lo más genuino del alma y corazón indígena".

Requiem por el Amazonas. Mons. Erwin Krautler defendió al mundo indígena y la ecología. En dos décadas el Amazonas quedará gravemente dañado. "Antes de la llegada de los europeos el Amazonas pertenecía a los indígenas. Después la ambición de los blancos los diezmó sin piedad, y ahora los intereses de los latifundistas, madereros y garimpeiros dejan cráteres lunares y ríos contaminados, y contagian a los indígenas indefensos, carentes de anticuerpos, con todo tipo de enfermedades". Mons. Krautler pidió a la Iglesia defender los derechos humanos de los indígenas y conservar su propia identidad popular.

Mons. Alberto Luna, Cuenca, Ecuador, manifestó que por su defensa de los derechos indígenas y campesinos "se me ha perseguido, se me identifica con la teología de la liberación y se me ha acusado, incluso aquí en Roma, y todo por no aceptar la injusticia bajo ningún título. La sociedad no ha hecho nada por este pueblo y la Iglesia tampoco".

Inculturación. Mons. Flabio Abastaflor, La Paz, Bolivia, pidió respetar las diversidades e impulsar la "inculturación y el llamado personal a la conversión" para que el proceso de globalización vaya acompañado de otro de diferenciación. "Hay que respetar la diversidad de culturas y pueblos y hasta la de cada persona. Para ello la Iglesia debe fomentar los aspectos positivos de la globalización, colaborar al acercamiento de las naciones y pueblos y ayudar a superar los conflictos entre las naciones". Por su parte, Mons. Krautler citó al Papa "cuando dijo en Nueva Delhi: 'Dios es omnipresente en las culuras de la India'. Si ello es válido para la India, también Dios es omnipresente en las culturas de los indios americanos". La conferencia episcopal de Ecuador regaló ejemplares de las nueva versión de la biblia traducida al quechua.

"Mea culpa" por poco respeto a los indígenas. Los obispos de Canadá han entonado el "mea culpa" por el poco respeto de sus Iglesias hacia la cultura de los pueblos aborígenes canadienses. Mons. Peter Alfred Sutton, Keewatin-Le Pas, manifestó que la Iglesia en Canadá "se encuentra actualmente empeñada en la revisión radical de su relación con los pueblos aborígenes del país al objeto de purificar y renovar el compromiso con ellos". La revisión está motivada, entre otras razones, "por no haberles llevado el Evangelio en toda su pureza y por la falta de un pleno respeto hacia su cultura, sus tradiciones y, a veces, por nuestras mismas debilidades y por el pecado ínsito en nosotros mismos". Además, "el desarrollo de nuestro modo de vida en el continente norteamericano ha acarreado a estos pueblos muchos sufrimientos y privaciones".

Problemática pastoral

Poder evangelizador de las devociones populares. El cardenal Aloisio Lorscheider, arzobispo de Aparecida (Brasil), señaló la necesidad de seguir fomentando las devociones populares, para "no perder el gran poder evangelizador" que encierran. En Brasil "se da un énfasis especial a la devoción del Buen Jesús", centrada en "la Pasión y Muerte de Cristo". La Vigilia Pacual y la Pascua, en cambio, "dicen poco al corazón de nuestro pueblo". La impresión que se tiene es que ello es así porque "el pueblo identifica su vida de sufrimiento con la vida y el sufrimiento de Jesús, en quien ve un aliado, un compañero, un sufridor como ellos".

Visiones y sanaciones. Mons. Alfonzo Cabezas, Villavicencia, Colombia. "Se detecta en varias de nuestras Iglesias un manifestarse extraordinario de Dios con signos de sanación espiritual, física y comunitaria, visiones, locuciones interiores, apariciones del todo inexplicables... Podría ser una ocasión muy oportuna para acompañar o impulsar procesos de nueva evangelización".

Elogio a las comunidades de base. Los obispos uruguayos hicieron un encendido elogio de la función de los laicos, así como de las comunidades cristianas de base. Tomaron la palabra los obispos uruguayos Julio Cesar Bonino Bonino, Tucuarembo; Orlando Romero Cabrera, Canelones; y Rodolfo Wirz Kraemer, Maldonado?Punta del Este. Este último habló de las comunidades cristianas de base, "que ocupan un lugar importante en las estructuras de comunión y coordinación, avaladas por el Magisterio pontificio y latinoamericano en varios documentos".

Laicos y evangelización. Mons. Fernando Saénz Lacalle, San Salvador, habló de la evangelización, y de los laicos como principales protagonistas. De este servicio destacó. 1. La necesidad de una catequesis global y sistemática basada en el catecismo de la Iglesia católica. 2. La urgencia de revitalizar el sacramento de la penitencia, con mayor disponiblidad de los sacerdotes. 3. La relación entre evangelización y liturgia, con el cuidado a las normas litúrgicas.

Pecado y martirio de la Iglesia argentina. Los obispos argentinos han reconocido las culpas de la Iglesia, sobre todo de omisión, en uno de los períodos más borrascosos de su historia (1976-1983). Hubo conductas pecaminosas y poco evangélicas, pero también hubo claras tomas de posición en los momentos más críticos, que no transcendieron debido a la estricta censura de prensa. La Iglesia argentina reconoce su pecado, pero quiere hacer justicia a sus testigos, obispos, sacerdotes, religiosos y seglares. El más conocido es el obispo Enrique Angelelli, "quien fue un hombre entregado a su pueblo, a los pobres, que amó a su gente y fue amado de su gente", dijo Mons. Karlich, que fue compañero del obispo mártir.

Críticas internas y peticiones

Falta la presencia de la teología de la liberación. Mons. Erwin Krautler, Brasil, mostró su extrañeza de que la teología de la liberación sólo es nombrada una vez en los documentos del sínodo. En declaraciones a un diario de Austria señaló que en un sínodo donde está representada América Latina "no se puede ignorar esa experiencia (la de la teología de la liberación) como si nunca hubiese existido".

La teología de la liberación está relacionada con la "opción a favor de los pobres" para dejar claro que hay personas y estructuras que "excluyen a otros, y no a unos pocos, sino a la mayoría de la población. Los obispos que representan a esos marginados deben aprovechar la oportunidad de ser invitados por el Papa para que los pobres tengan también voz en Roma y "cualquier otra actitud va en contra de nuestra fe". "La vida de la Iglesia en Brasil no es comprensible sin esa teología". Por su parte, el obispo de Chicr reconoció que "el tema de la teología de la liberación no se ha debatido, y, por lo que sé, tampoco en los círculos menores".

Mayor libertad en la investigación teológica. El prepósito General de la Compañía de Jesús, Peter Hans Kolvenbach, hizo una llamada de atención sobre la necesidad de que la Iglesia, más allá del ecumenismo, dialogue con el mundo contemporáneo, y para ello no debe poner cortapisas a la libertad de investigación teológica. Habló de la "tensión creadora" que debe existir en las universidades católicas por el hecho de ser centros universitarios y al mismo tiempo católicos, tensión que no resuelve sus problemas recurriendo meramente a los aspectos jurídicos o legales. A través de las universidades católicas debe canalizarse el diálogo de la Iglesia al servicio del mundo contemporáneo, de modo que se evite la imagen de una Iglesia cansada, que se aisla.

Comunión a divorciados y no casados. El caso de los divorciados fue suscitado por Mons. Néstor Rafael Herrera, Machala, Ecuador, quien afirmó que la familia ha sido y debe ser el lugar por excelencia de la evangelización y la educación en la fe. "Pero en este campo, los pastores constatamos con preocupación y no pocas veces con dolor situaciones de hombres y mujeres que cuestionan nuestra acción pastoral desde su realidad familiar que no se sustenta en el matrimonio". Estas situaciones "no nacen del rechazo al misterio del amor de Cristo ni a la indisolubilidad y la fidelidad matrimonial, sino a situaciones cuyas raíces se hallan en causas económicas, y sociales y culturales que precipitan uniones libres, divorcios y nuevas uniones ante la necesidad de recursos para subsistir, mantener y educar a los hijos y ampararse del acoso sexual".

La mujer en decisiones eclesiales. Las religiosas de Estados Unidos, a través de Sor Mary Waskowiak, presidenta de la "Leadership Conference of Women Religious", desean una reforma de la Iglesia Católica que permita a las mujeres participar en los procesos de toma de decisiones de su país. La religiosa exhortó a la Curia romana a "poner en marcha un mecanismo idóneo para separar las competencias jurisdiccionales de la ordenación sacerdotal, de modo que los no ordenados, en especial las mujeres, puedan participar en la toma de decisiones, en los ámbitos en los que son responsables".

Organo panamericano de Iglesias. Varios obispos han pedido a la Santa Sede que cree un órgano panamericano de los episcopados de todo el continente. Esta institución o plataforma común trataría de forma conjunta aspectos comunes, como la pobreza, la deuda, las migraciones de latinoamericanos a Estados Unidos y Canadá, su atención pastoral y el intercambio de clero.

El mayor aplauso para Monseñor Romero

América Latina es un continente martirial y Mons. Julio Cabrera recordó especialmente a los mártires de su diócesis del Quiché. El 28 de noviembre, Mons. Gregorio Rosa Chávez, San Salvador, recordó el testimonio de la vida y el martirio de Monseñor Romero. Mons. Rosa lamentó que el "Instrumentum Laboris" del Sínodo no haya tratado "la memoria de los mártires", a lo que, en cambio, dio gran relieve el Papa en su carta apostólica "Tertio Milennio adveniente", hasta el punto de constituirse una comisión para los "nuevos mártires". Recordó también que en 1983, durante su visita a El Salvador, "el Papa llamó a Romero celoso pastor a quien el amor a Dios y el servicio a los hermanos llevaron hasta la ofrenda suprema de su vida en forma violenta". El auxiliar de San Salvador señaló que uno de los documentos preparatorios de la conferencia general del Celam para Santo Domingo (1992) afirmaba que "vivimos en una Iglesia de mártires y somos Iglesia martirial y de perseguidos", aunque luego no apareció en el texto final. Estas fueron sus palabras sobre Monseñor Romero:

"La Iglesia en El Savador ha sido bendecida por la gracia del martirio. Entre esos testigos de Cristo el más conocido es Monseñor Oscar Arnulfo Romero. En su caso la providencia ha dejado huellas muy claras para quien busca con sinceridad la verdad de su vida y su muerte. En efecto, Monseñor Romero nos dejó su Diario, espejo fiel de su corazón de pastor, y nos dejó también los apuntes de su último retiro espiritual, donde hace la ofrenda de su vida al recibir la noticia de que enfrenta inminente peligro de muerte. Y por si eso fuera poco, el Señor le concedió la gracia de derramar su sangre en el momento en que se disponía a ofrecer el pan y el vino del sacrificio del altar. Por eso, como en los tiempos antiguos de la Iglesia, queremos hacer el acta de los mártires para no olvidar ese testimonio".

Estas palabras de Mons. Rosa conmovieron a los 206 padres sinodales que las siguieron atentamente y con emoción. Al final acogieron sus palabras con el mayor aplauso que se ha escuchado en el sínodo.


¿Nos están robando al Niño Dios?

Llegó nuevamente la navidad, tiempo de paz y fraternidad, tiempo para dar amor y compartir, palabras o conceptos que deberían ser de gran profundidad para todos los que profesamos el cristianismo y creemos en el nacimiento de Jesús, pero éstas mismas palabras se vuelven huecas y se pierden en el espacio como el eco en la montaña. Todos los medios de comunicación nos agreden hasta el cansancio y es que algunos han transformado la navidad en tiempo de ofertas y gangas comerciales. El consumismo y la globalización del mismo han abierto un gran "supermercado" en El Salvador.

Pero ¿qué significa la navidad? Preguntando un poco por aquí y un poco por allá, me convencí que para tener una respuesta lo mejor era preguntar a los niños, sabiendo que, con todo lo diablillos que a veces resultan, los niños tienen la ingenuidad y la frescura de ser más espontáneos que los adultos y por tanto tienen más verdad que muchos de nosotros.

"Me gusta la navidad porque Santa Claus nos trae juguetes y ropa y dulces y cohetes y ...". Los "y" fueron incontables. Les pregunte después. ?A ustedes nadie les ha contado que Santa Claus no tiene jurisdicción en El Salvador y que al que debemos esperar es al Niño Dios?" Muchos dijeron que no, que "el Niño Dios sólo está acostadito en un poquito de paja y que es Santa Claus el de los juguetes porque es fuerte, gordo y rosadito. Además tiene pisto porque hasta tiene un trineo que vuela y el Niño Jesús, es tan chiquito que no puede cargar nada".

Sinceramente en un primer momento me dio tristeza, no sólo por que muchos niños no esperan la Navidad como yo creía, sino porque el Nacimiento de Jesús, hasta cierto punto se vuelve secundario. Comprendí además que, a pesar de muchos esfuerzos y de hablar y jugar con mis hijos, a ellos también se los ha tragado el diablo del televisor. Sí, a mis hijos, porque les he puesto el nacimiento les he contado muchas cosas de Jesús, pero también debo reconocer que, como la mayoría de los salvadoreños, dependo de un trabajo que consume la mayor parte de mi tiempo y de mi vida. Nuestros niños pasan "solos", acompañados de un juguete, de una empleada y del televisor.

Tampoco es que dé tristeza tener trabajo, todo lo contrario, es una bendición. Pero en honor a la verdad, creo que debemos de hacer un poco más de esfuerzo todos los adultos, y especialmente los que nos pregonamos cristianos, por rescatar lo mejor de nuestro tiempo para enseñarles y darles a los niños una historia diferente. Respetando la fantasía y la ilusión que ya traen dentro, debemos responsabilizarnos los adultos, del mundo que vamos a dejar a los niños.

Deben aprender de nosotros que la algarabía subida de tono que hacen los pericos en las copas de los árboles es tan bonita y puede disfrutarse mejor que los efectos especiales de un juego electrónico.

Los niños son esas páginas en blanco en las que podemos escribir cosas bonitas. No tiene nada de malo ver en todas las vitrinas a Santa Claus, pero es más importante que nuestros hijos se encuentren con el Niño Dios, convertir este tiempo y la Noche Buena en una noche fantástica de cuentos y juegos, donde la familia esté unida, donde se compartan besos y abrazos fraternos, donde el alcohol, la música y los amigos no nos quiten la oportunidad de soñar y ser niños nuevamente para compartir con nuestros hijos el espíritu de nuestros viejos.

Recobremos los pesebres, las pastorelas y todas aquellas formas de celebrar que nos hicieron realmente felices a nosotros. Vivamos con nuestros niños el espíritu de una navidad más humana. Contemos en estas fiestas que estamos a las puertas de celebrar dos mil años que nació Jesús y que ese niñito del pesebre es la razón de ser y de decir que somos cristianos.

Carmen María


Y el Verbo se hizo carne

Decir el pan, la lucha, el gozo, el llanto,

el monótono sol, la noche ciega.

Verter la vida en libación de canto,

vino en la paz y sangre en la refriega.

Desnuda al viento mi palabra os llega.

Sobre la plaza de la fiesta canto.

Pido que todos entren en la siega.

Vengo a espantar las fieras del espanto.

Mediterráneamente luminosa,

escancio en mi palabra cada cosa,

vaso de luz y agua de verdad.

Si el Verbo se hace carne verdadera,

no creo en la palabra que adultera.

Yo hago profesión de claridad.



La última Navidad de Monseños Romero

Queridos hermanos:

Los felicito no sólo porque es Navidad sino porque son valientes. Mientras mucha gente tiene miedo y cierra sus puertas y hasta muchos de nuestros templos se dejan vencer de la psicosis, la Catedral abierta es imagen de una confianza y de una esperanza en el Redentor que nos nace.

Ustedes están siendo en esta noche, en esta Catedral, la vivencia de lo que debe ser la Navidad. En medio del mundo y no obstante los peligros, las vicisitudes, las psicosis, los miedos, hay esperanza, hay alegría. Y no es simplemente un fingir como una valentía sin razón y sin sentido, sino que hay la profundidad de una realidad que anida en el corazón de la Iglesia y que debe de ser el motor poderoso de la vida de todo cristiano.

En primer lugar, digo, el nacimiento de Cristo supone por parte de Dios un germen de novedad en la vida, en la historia. Desde que Cristo nace la historia que envejecía se renueva. Se parece al momento en que un agricultor pone un renuevo, un injerto en un tronco que muere.

Cómo quisiera, queridos hermanos cristianos, que asimiláramos esa noticia y la hiciéramos nosotros vivencia, testimonio, confianza, seguridad. Y que a nuestro alrededor en vez de inspirar pesimismo, tristeza, psicosis, miedo, inspiráramos más bien la confianza del angel: !Anuncio una gran noticia! Aunque vengan todas las catástrofes, hay renovación. Dios ha venido y el Espíritu de Dios hace nuevas todas las cosas.

Esta noche no busquemos a Cristo entre las opulencias del mundo, entre las idolatrías de la riqueza, entre los afanes del poder, entre las intrigas de los grandes.

Allí no está Dios. Busquemos a Dios con la señal de los ángeles: reclinado en un pesebre, envuelto en los pobres pañales que le pudo hacer una humilde campesina de Nazaret, unas mantillitas pobres y un poco de zacate como descanso del Dios que se ha hecho hombre, del Rey de los siglos que se hace accesible a los hombres como un pobrecito niño.

Era hora de mirar hoy al Niño Jesús no en las imágenes bonitas de nuestros pesebres, había que buscarlo entre los niños desnutridos que se han acostado esta noche sin tener que comer. Entre los pobrecitos vendedores de periódicos que dormirán arropados de diarios allá en los portales. Entre el pobrecito lustrador que tal vez se ha ganado lo necesario para llevar un regalito a su mamá, o quien sabe, del vendedor de periódicos que no logró vender los periódicos y recibirá una tremenda reprimenda de su padrasto o de su madrasta. !Qué triste es la historia de nuestros niños! Todo eso lo asume Jesús en esta noche.

O al joven campesino, obrero, el que no tiene trabajo, el que sufre la enfermedad en esta noche. No todo es alegría, hay mucho sufrimiento, hay muchos hogares destrozados, hay mucho dolor, hay mucha pobreza.

El Niño en Belén interpretado por los ángeles nos dice que no hay más que un solo Dios y que no se puede servir a ese único Dios y a los ídolos de la tierra. Que caminemos en la tierra siempre haciendo de nuestra vida, de nuestro esfuerzo, de nuestro trabajo, lo que Cristo hizo.

Homilía de Mons. Romero

24 de diciembre de 1979


"Hacerse carne". Un ejemplo de inculturación

¿Es posible hoy una inculturación del Evangelio? El primer mundo católico defiende con todas sus fuerzas la inculturación que sucedió a su favor. Pero desde el tercer mundo es necesario y urgente pensarla en su verdadero contexto, humilde y discreto, para que no encuentre su lugar sólo en espléndidos discursos académicos. Por ello ofrecemos el siguiente relato.

Me permito contarles un hecho de inculturación, del cual he sido testigo, y he rezado por contarlo con absoluta fidelidad. Hace poco sucedió en Brasil que un grupo de 200 familias del campo, hombres, mujeres, adolescentes, miembros de una comunidad de base, decidieron hacer una movilización, es decir, una peregrinación a pie desde la capital del Estado --Porto Alegre-- distante unos doscientos kilómetros, para solicitar al Congreso Estatal la autorización de ocupar una hacienda abandonada, objeto de un largo litigio entre muchos herederos. Viajaron por etapas, y a cada caída del sol, llegaban a una parroquia donde sabían que serían atendidos. Allí todo estaba listo para dar de comer a los peregrinos y hospedarlos por la noche. Pero sobre todo se preparaba una solemne liturgia en el templo parroquial.

Participé en algunas de esas etapas de peregrinación, y lo que vi lo recordaré para siempre. Entre los peregrinos y los parroquianos del lugar se creaba una comunión tan espontánea que se decía con entusiasmo y alegría: "esto es la Iglesia". Se leían los textos del Exodo y de los profetas. Ninguno parecía cansado e impaciente por sentarse a una buena mesa, y gozar de un merecido reposo. "No temas, estoy contigo: no te turbes porque yo soy tu Dios. Te fortalezco y vengo en tu ayuda, yo te sostengo con mi diestra victoriosa" (Is 41,10). Estas palabras me llegaban de la boca del pueblo y no de un libro. Dos hombres elogiaban la Biblia coronándola con sus manos --no tan diáfanas como las nuestras-- y pronunciaron una espléndida homilía: "Esta es nuestra guía, no tenemos necesidad de otra", lo cual era también una respuesta a quienes les acusaban de manipular lo religioso.

En la última etapa vi a uno de los obispos auxiliares que venía hacia el grupo --nosotros los italianos diríamos "a las puertas de la ciudad"-- portando una cruz procesional, y conduciéndolo hasta las proximidades de la plaza de la catedral. El gobernador no quiso recibir a los representantes de la comunidad. Entonces todos se tumbaron, en silencio, boca abajo en el prado, dando a entender que estarían dispuestos a morir si antes no recibían una respuesta. Finalmente, en la noche, después de una reunión urgente de los diputados, se abrieron las puertas del Congreso y los movilizados acamparon en algunos salones. Comenzaron las negociaciones. Pasó mucho tiempo, pero los pobres vencieron.

Para mí esto es la inculturación, y sólo esta inculturación responde a las características anotadas en las conclusiones del reciente Sínodo Africano: "Como camino directo a una primera evangelización, la inculturación apunta a colocar al hombre en condiciones de acoger a Jesús-Cristo en la integralidad de su ser personal, cultural, económico y político, en vista de la plena adhesión a Dios Padre y de una vida santa".

Es el pueblo el que inculturiza y no un exegeta o un pastor. Es el pueblo simple el que descubre la presencia escondida de Dios "en la integralidad económica", totalmente inmune del vicio de avaricia, porque no busca el oro sino únicamente la fuente de la vida "en la integralidad política". Este grupo, escaso en número, no quiere una tierra robada u ocupada por la violencia, sino que la quiere como un derecho.

Todo esto es claro. Entonces, ¿por qué se solemnizan las liturgias en las cuales participan voces que cantan, cerebros que piensan, pero que dejan afuera la integralidad económica y la integralidad política?

Arturo Paoli


1998. Año del Espíritu Santo (VI)

¿Dónde está el Espíritu Santo?

A veces, los cristianos se preguntan: ¿cómo podemos saber dónde se encuentra el Espíritu de Dios? ¿Por dónde lleva el Espíritu Santo a las personas? ¿En qué se puede notar que la Iglesia se deja llevar por el Espíritu y es dócil al Espíritu?

Responder a estas preguntas, de manera que no quede duda alguna, exigiría escribir, no un libro, sino muchos libros muy voluminosos y muy complicados. De todas maneras, me parece que hay algo sobre estas cuestiones que se puede decir brevemente y con suficientes garantías de acertar. Hoy está fuera de duda que el libro de los Hechos de los Apóstoles es la primera y la más grande teología que tenemos los cristianos sobre el Espíritu Santo. Pues bien, en este libro hay tres signos muy claros que nos indican dónde está el Espíritu Santo y por dónde lleva el Espíritu a los que se dejan conducir por él. Estos signos son: la comunidad, la libertad, la audacia.

1. Donde hay Espíritu hay comunidad

Según el libro de los Hechos de los Apóstoles, el primer fruto de la presencia del Espíritu en un grupo humano es la formación de la comunidad. En este sentido, hoy está demostrado que el capítulo segundo de los Hechos tiene una orientación muy concreta y una finalidad bien definida: mostrar que el efecto inmediato que produce el Espíritu entre las personas es la formación de la comunidad. Es decir, cuando el Espíritu se comunica, de verdad, a los seres humanos, enseguida surge entre ellos la comunión. En este sentido, es elocuente el hecho de que, lo mismo en el capítulo segundo que en el capítulo cuarto, a la venida del Espíritu sigue inmediatamente el relato de la vida comunitaria (Hech 2, 42­47; 4, 32­35). Por otra parte, sabemos que se trata de la comunión humana en el sentido más fuerte de la palabra: comunión de creencias y prácticas (Hech 2, 42), de pensamientos y sentimientos (Hech 4, 32), y sobre todo comunión de bienes (Hech 2, 44­45; 4, 32.34­35). Se trata de la utopía (el ideal) del Reino de Dios, la nueva sociedad que el Espíritu crea y recrea entre las personas cuando se comunica auténticamente a ellas. Y aquí se debe destacar que la comunicación del Espíritu no se traduce simplemente en términos de caridad o beneficencia, sino de solidaridad y puesta en común.

Pero para comprender lo que esto lleva consigo, es necesario hacer dos observaciones importantes: 1) Para que pueda haber comunidad, en un grupo de personas, se tienen que dar tres condiciones: a) que haya "estima" mutua; b) que haya "respeto" de unos a otros; c) que exista en todos la elemental "sensibilidad" para sintonizar cada cual con lo que preocupa o hace sufrir a los demás. 2) El Espíritu se nos comunica para hacernos "solidarios", no para hacernos "virtuosos". La diferencia está en esto: el que es solidario, mira al bien de "los otros"; el que es virtuoso, mira a la perfección de "sí mismo". Y por desgracia sabemos que entre gentes religiosas abundan (a veces) más los "virtuosos" que los "solidarios". Es decir, personas que andan más preocupadas por "santificarse" que por "aliviar el sufrimiento" humano y las causas que lo provocan.

2. Donde hay Espíritu hay libertad

Frente a la estrechez religiosa y legalista de los cristianos que seguían apegados al judaísmo (Hech 11, 3; 10, 13­14; 15, 1. 5; 21, 20­21), el Espíritu se hace especialmente presente en el grupo de los creyentes de origen griego (Hech 6, 3. 5. 10; 7, 55; 11, 24; 13, 2), que mostraban una notable libertad frente al templo y sus ceremonias (Hech 7, 48­50) y a la ley religiosa con sus observancias (Hech 15, 1). Por eso, sin duda, Esteban (el primer mártir cristiano) afirma que los judíos "resistían al Espíritu Santo" (Hech 7, 51). Porque el Espíritu impulsa hacia la libertad de la que carecía la religiosidad judía (Hech 10, 47; 11, 12­17; 15, 8. 20). Y es que, como afirma san Pablo, "donde hay Espíritu del Señor, hay libertad" (2Cor 3, 17).

Seguramente, el mayor peligro, que tenemos los cristianos, en este momento, es perder la libertad o, por lo menos, sentirnos demasiado limitados y coaccionados en ese sentido. Por otra parte, es importante caer en la cuenta de que las limitaciones más fuertes a la libertad no son las que nos vienen de fuera, de parte de las autoridades que nos mandan. Las mayores limitaciones a la libertad son las que nos imponemos nosotros mismos, cada cual a sí mismo, por causa del miedo que nos paraliza o por evitarnos complicaciones en la vida. Por eso, ahora más que nunca, hay que insistir en que donde no hay libertad no puede estar el Espíritu del Señor. Lo cual a mucha gente le cuesta comprenderlo. Y mucho más practicarlo. Porque la obra maestra del poder (sobre todo cuando se trata del poder religioso) consiste en hacerse amar. De manera que muchas personas llegan a persuadirse de que el sometimiento es lo mejor, lo más grande que pueden hacer en la vida, incluso por encima de la lucha por la justicia, la defensa de los derechos humanos y la solidaridad con los pobres. Podemos estar seguros de que, cuando esto ocurre, el Espíritu de Jesús se ausenta de nuestra vida.

3. Donde hay Espíritu hay audacia

La palabra griega que utiliza el Nuevo Testamento para hablar de la "audacia" es el sustantivo parresía. Esta palabra tiene el sentido de libertad, valentía y hasta atrevimiento para anunciar el Evangelio con todas sus consecuencias (Mc 8, 32; Jn 7, 26; 10, 24; 16, 29; 18, 20). Exactamente como lo hacía Jesús, se trata de decir sin ambigüedades, sin titubeos, con toda claridad, lo que se tiene que decir. De tal forma que la gente lo entiende y es algo transparente para todo el mundo. Y hasta con el matiz particular de decir eso en condiciones adversas, cuando la seguridad personal y hasta la vida se ven amenazadas.

Esto es lo que hizo Jesús durante su vida. Porque fue el gran defensor de la vida y de la libertad. Y hacer eso, en una sociedad que comete agresiones constantes contra la vida y la libertad, es algo que sólo se puede poner en práctica a base de mucha parresía, es decir, de mucha audacia. Por eso, cuando el Espíritu Santo se hace de verdad presente en una persona, en un grupo, en una institución, el efecto inmediato de su presencia es la "audacia", en el sentido indicado. Lo que cuenta el libro de los Hechos de los Apóstoles, a este respecto, resulta apasionante: en cuanto viene el Espíritu Santo, se anuncia el Evangelio con parresía (Hech 2, 29; 4, 13. 29. 31; 9, 27­28; 13, 46; 18, 26; 19, 8; 28, 30­31). Lo mismo ocurre en la vida de san Pablo (2Cor 3, 12; 7, 4; Ef 6, 19­20; 1Tes 2, 2). En definitiva, todo esto nos viene a decir que, cuando se predica el Evangelio entero (no la parte que a cada cual le interesa), eso supone y entraña un peligro. Y la prueba está en que a ese asunto hay que echarle mucha parresía, o sea: libertad, valentía y atrevimiento. Sin duda alguna, el Evangelio es "peligroso", para el que lo anuncia. Si es que lo anuncia sin recortarle nada.

Hay muchas maneras de "recortar" el Evangelio para ahorrarse la parresía que siempre supone una amenaza. Una manera (muy frecuente) es predicarlo de forma que no moleste a nadie, ni a los ricos ni a los pobres, ni a los que mandan ni a los que son mandados. Eso suele hacerse por "prudencia". Y a los predicadores, profesores y catequistas se les dice que deben ser "prudentes". Otra manera de "recortar" el Evangelio es decir cosas tan "espirituales" que, en realidad, con esas cosas no se dice nada relacionado con lo que pasa en esta vida, por ejemplo lo que sufre la gente y, sobre todo, las causas por las que se sufre tanto en este mundo. Y otra manera, que también se da con frecuencia, es decir cosas tan "generales" que todo el mundo las oye sin sentirse interpelado, por ejemplo cuando se dice que tenemos que ser buenos, justos, caritativos, amantes de los pobres, etc., etc. Cosas así, las dicen todos los días los gobernantes, incluso los que causan el sufrimiento de los más débiles. Está claro que quienes presentan así el Evangelio demuestran claramente que el Espíritu no anda con ellos. Y la prueba más clara es que jamás se complican la vida. Aunque digan que dicen lo que dijo Jesús, es seguro que dicen otras cosas. Porque a Jesús se le complicó mucho la vida. De sobra lo sabemos.

José M. Castillo


Ecos del aniversario

Quiénes estuvieron y quiénes no

José M. Tojeira

El 15 de noviembre se juntaron en la noche en la UCA 6,000 personas, El motivo fue recordar a los seis jesuitas y sus dos colaboradoras asesinadas hace 8 años. Hubo primero una procesión con candelas, en parte interna, en parte exterior. Y después se tuvo la Misa al aire libre. Entre las personalidades que estuvieron presentes en el acto figuraban el presidente de la Corte Suprema de Nuestro País, la Procuradora de Derechos Humanos, dos congresistas norteamericanos, Joseph Moackley y James McGovern, y la Embajadora de Estados Unidos, entre otros.

Sin embargo este acontecimiento no fue noticia en los diarios matutinos de San Salvador y en la televisión 2-4-6. Como que las grandes familias de la comunicación, Dutriz, Altamirano y Eserski, hubieran decretado un veto al recuerdo de los jesuitas. Tal vez con la esperanza de ayudar a la población salvadoreña a que olvide a la gente generosa que dio su vida por la paz de este país. La Prensa Gráfica, en un esfuerzo por ser fiel al veto de sus dueños, mencionaba la vista del Presidente Aznar a la tumba de los jesuitas ubicada en "una universidad privada del país". Un detalle de excelsa exactitud de la productora de "noticias verdad".

Pero la vida, más allá de los decretos de quienes quieren manejar la información a su arbitrio, tiene sus fuerza especial. La muerte de los jesuitas sigue siendo noticia para otros medios más partidarios de la democracia y la participación, aunque sean más pequeños. Y ni tan pequeños, porque en España el diario El País publicó varios artículos sobre el tema e incluso fotografías.

Y lo que es más importante, la gente sigue llegando al aniversario, celebrando con espíritu de fiesta lo que en el pasado fue motivo de dolor. Hoy se celebra la presencia permanente entre nosotros de personas que contribuyeron a salvar vidas defendiendo derechos humanos, educando mentalidades abiertas, mediando y proponiendo alternativas para la paz de este país. Cuando la historia se escriba con menos pasión en el próximo siglo, los historiadores mencionarán la fuerza de un pueblo salvadoreño que a pesar de las políticas poderosas que estimulan el olvido y la frivolidad, se empeñó en recordar a los héroes más importantes de una guerra fratricida. Porque, en efecto, en este tipo de guerras quienes asumen lo más hondo de la heroicidad humana son los que en medio de la polarización y los odios buscaron empeñosa y sacrificadamente la paz y el diálogo. Y también todos los que murieron inocentemente, fieles a sus deberes cotidianos de cuidar la casa, sembrar la milpa, vivir con los propios padres, predicar la Palabra del Señor, trabajar en su empresa responsablemente o cumplir éticamente con los deberes de su profesión.

Un pueblo que olvida a las víctimas de una guerra fraticida está condenado a repetir la historia. Si las víctimas de 1932 hubieran sido recordadas con el debido amor y respeto, si se les hubiera levantado un merecido monumento, si se hubiera estudiado en la escuela lo que de bárbaro y brutal hubo en aquellas escenas, si la Iglesia hubiera pedido perdón con mayor claridad por las invitaciones a la represión, hechas con tanta claridad en aquellos momentos la guerra civil que nos golpeó en los ochentas no hubiera existido. Porque nadie desea la repetición de la barbarie. Y por eso mismo 6,000 personas "necias" sacrificaron su fin de semana para recordar.

Y para rezar públicamente por la paz. Una oración que afianzó en los corazones de los Congresistas norteamericanos que nos acompañaron su ya largo compromiso con la defensa de los salvadoreños indocumentados en USA. Una oración que estalló en aplausos de solidaridad con la procuradora amenazada de muerte. Una plegaria que alejó resentimientos y que comprometió a todos con la justicia necesaria sobre la que se construye la reconciliación de los pueblos.

El deber de recordar no es una simple obligación más en medio de muchas otras. Es un escalón indispensable en este ascender a la plena humanización del ser personal. Y es también fundamental para una sociedad democrática, que nunca llegará a serlo si privilegia la propaganda de niños plásticos rodeando a Santa Claus sobre el recuerdo de los niños de El Mozote.

Testimonios de visitantes

Queridos Padres: Acabo de ver sus huellas en ese bello jardín de rosas. Me quedé quieta y vi sus rostros. Les pido que como esas flores siguen vivas jamás nos desamparen. Nosotros somos su pueblo que con ustedes convivíamos y convivimos. Gracias a la semilla que sembraron, cada día nacen más frutos valiosos en nuestro pueblo. Y como muestra de ello es nuestra presencia y nuestra diaria lucha por un mundo mejor. Con cariño.

Padres: No tuve la suerte de conocerlos y saber cómo pensaban, pero tengo la fortuna de saberlo hoy, y me siento muy orgullosa de ustedes y de saber todo lo bueno que hicieron para el bien de nuestro país, y que defendieran nuestros derechos. Ahora estamos nosotros para defenderlos y si es necesario morir por ello. Maribelda

La memoria de los mártires la debemos tener siempre presente. Nos dejaron una enseñanza. Un ejemplo de hombres valientes que como buenos pastores fueron capaces de ofrendar su vida por sus ovejas. El lugar donde se encuentran todos los recuerdos de cosas que pertenecieron a ellos es un lugar santo, un lugar sagrado que tenemos que respetar. Quien falte el respeto a la memoria de los mártires comete un grave sacrilegio.

Monseñor Romero, mártires de nuestra historia, nunca los vamos a olvidar, vivirán por siempre en nuestros corazones. Que su ejemplo nos fortalezca a todos los que seguimos con vida. Julio H. Rivera G., Nueva Trinidad, Chalatenango.

La Asociación de Trabajadores del Ministerio de Economía (ATME). En un día como hoy recordamos el VIII Aniversario de los padres jesuitas, que viven en la lucha de los trabajadores y pueblo salvadoreño. Esperamos que su ausencia física vibre en el alma del pueblo, pero que vivirán por muchas generaciones. Opher Arnulfo Soriano, Rodolfo Ascencio Barillas, René Antonio Miranda y José Manuel Melara.

Ustedes fueron mártires y eso todos lo sabemos. Los mártires son escasos ciertamente en este planeta. Hacen falta hombres como ustedes. La lección de fe, amor, esperanza y combatividad que nos legaron fue enorme, terriblemente grande. ?Cómo poder nosotros continuar esta lucha? Esa es la parte que NOS corresponde pensar, meditar y luego HACER. Es una gran tarea. Esa es la tarea para todos aquellos que tenemos otra concepción del mundo. El mundo de la justicia. Roberto Zamora.

No muere la vida

No asesinéis la luz, que es vano intento

parar su pulso leve y enterrarla:

Por más que la cubráis con vuestra noche,

el alba volverá a resucitarla.

Podréis segar estrellas mientras duermen,

dejar el cielo a oscuras y sin lámparas,

podréis arrebatar el sueño al sueño,

mas no podéis matar la madrugada.

No disparéis al viento, porque el viento

no es blanco que destruyan vuestras balas;

le abrís hoy una herida, sin embargo

la herida que hoy abrís cierra mañana.

Hacéis caer del árbol de la vida

los frutos que la vida maduraba,

sin ver que se convierten en semilla

que vuelve a retoñar como esperanza.

Queréis desarbolar un pensamiento

nacido del amor y de la fragua

y no sabéis que el alma de los pobres

hará crecer de nuevo tronco y ramas.

No asesinéis la luz, porque es locura

llevarla al paredón y fusilarla:

Las balas que hoy desangran la justicia

un día han de llorar ajusticiadas.

!Que no vence el fusil de los más fuertes,

que vence la verdad crucificada!

Por más que la clavéis contra el olvido,

el tiempo ha de venir a rescatarla.

Guillermo Múgica

19 de noviembre, 1989


Ruanda, Burundi, 1997

Ha pasado prácticamente un año desde que miles de refugiados regresaron a Ruanda, su país, desde los campos de refugiados del antiguo Zaire y Tanzania para tratar de normalizar una vida que había quedado rota tras el genocidio de la primavera y el verano de 1994. La reconciliación no ha sido posible, no se ha dado un solo paso para alcanzarla, salvo algunos gestos aislados de gente sencilla y entregada, que por encima de todo busca la paz para un país cansado de sufrir.

Es mucho y fuerte lo que ha ocurrido este año y lo que pasa cada día aquí en Ruanda. Quisiéramos poder decir que las cosas van cambiando, aunque fuese lentamente para mejor, pero no es así. Aun reconociendo todo el esfuerzo y creatividad por vivir con dignidad, la balanza contraria es demasiado pesada y con fuertes repercusiones para el presente y futuro de la juventud y niñez.

La espiral de violencia no sólo en hechos, sino en los mensajes que se trasmiten, es abrumadora. En el norte hay combates entre los dos ejércitos, el que está ahora en el poder y el antiguo. Hay muchos muertos cada día, y como siempre son los civiles los que más pagan las consecuencias. El clima de intriga, desconfianza, apariencias y miedo, afecta a todos. Ahora, además, hay hambre en muchas regiones, la sequía ha sido larga, mucha gente sigue sin tener una parcela y falta mano de obra para cultivar. La mayoría de los hombres están encarcelados y allí no se les permite hacer nada.

Es violencia también la miseria de la mayoría y el escandaloso lujo de unos pocos, la canasta familiar ha subido de tal modo que incluso los que tienen un empleo difícilmente llegan a cubrir todas las necesidades familiares, pues los salarios siguen muy bajos y esto favorece la corrupción a todos los niveles. En enero un kilo de papas costaba entre 17 y 23 francos; hoy cuestan entre 80 y 90. Los frijoles, base de la alimentación, han pasado de 110 a 250 el kilo. Pero quizás lo más terrible es el "delito" de pertenecer a la etnia perdedora. Siempre se encuentra razones para que vayan disminuyendo, violenta o lentamente.

En el tercer aniversario del genocidio del 94, los discursos en diferentes lugares decían abiertamente que la culpa de la división y de todas las desgracias llegaron con los blancos; que hay que seguir matando y encarcelando especialmente a los hombres; animaban a la gente a que denuncie a presuntos culpables aunque nada se pueda comprobar y no se puedan, después de detenidos, defender. Especialmente estos dos últimos meses han encarcelado a inocentes. Pueden imaginarse las consecuencias familares y personales, por no hablar de las sociales, ya que no va quedando población activa, sobre todo en las colinas de donde sale la producción agrícola. Muchos de estos encarcelamientos son por envidias de unos vecinos contra otros, y las heridas de todos son profundas.

Los repatriados siguen viviendo, en la mayoría de los casos, una auténtica tragedia. La política de exclusión es fomentada desde el Gobierno, que ha implantado tarjetas de identificación de colores distintos para cada una de las etnias (tutsis y hutus) del país. Acercarse a los ayuntamientos para solicitar la tarjeta de identificación se ha convertido en un gran riesgo de ser detenido y encarcelado, ya que en estas dependencias son las viudas del año 1994 quienes vigilan las filas y quienes dan el visto bueno para recibir la documentación. En estos momentos hay más de 120.00 personas en prisión, muchas de ellas inocentes, que han sido denunciadas por envidia, viejos rencores o por quedarse el denunciante con sus casas y campos.

Ahora existen "formaciones" para los repatriados (otro tipo de cárcel dicen algunos). Duran un mes, todos han ido con mucho miedo porque no saben si volverán o no y además no es cierto que después les vayan a permitir tener un trabajo. Las condiciones de alojamiento y alimentación son muy malas. Es mucha la necesidad de profesionales en todos los ámbitos, pero se prefiere que esos puestos los ocupen incompetentes y corruptos que los que han regresado del exterior, aunque estén bien preparados.

Otro modo de discriminación es que los hijos de los repatriados no pueden acceder a determinados planes de enseñanza y su formación se reduce a un adoctrinamiento controlado por la Administración. Los antiguos refugiados tampoco tienen derecho a la ayuda internacional y el control es tal en este sentido que en los locales de las ONGs y en las viviendas de los cooperantes hay soldados que vigilan para que no se entregue nada a los hutus.

La tragedia de los repatriados sigue siendo indescriptible, pero esta situación no puede frenar el caudal de vidas que se han entregado a hacer el bien que se puede, sencilla y calladamente. Es el modo de resistir hoy por hoy. Las cartas que escriben algunos desde las cárceles impactan por la serenidad y dignidad con la que viven sus arrestos injustos. Su experiencia de Dios impresiona, y queda en evidencia que son los que ordenan y ejecutan tantas injusticias los que están más enfermos y sin figura humana, los que han perdido su dignidad.

En el día mundial de la alimentación un representante de la ONU para el desarrollo en Africa dijo que en este continente está el 32% de los más pobres del mundo, y se prevee para los próximos años un aumento considerable. Mencionaba tres causas principales: la inestabilidad política y social con grandes poblaciones que se desplazan continuamente, el SIDA y la deuda externa, "un monstruo que nos estrangula". La pregunta es: ¿quién provoca la inestabilidad?, ¿por qué se está extendiendo en estos días en tantos países?, ¿desde dónde se mueven los hilos?, ¿no está siendo una manera de eliminar sobrantes que no interesan al mercado y encima venden armas?

En este país de 26.400 km., el SIDA está matando a mucha gente. En la ciudad un 45% de la población joven está infectada. Es esta situación social, no sólo sin futuro, sino sin tener asegurada la vida al día siguiente, muchos se agarran a lo que pueden. ?Y qué decir de la deuda externa? Se necesita con urgencia que cada vez se levanten más voces clamando contra ella y desenmascarando que está ya más que pagada, y que en realidad es el sur quien está ayudando al norte.

Tristemente, unos se avergüenzan de ser africanos, otros se avergüenzan de ser blancos. Pero, cristianamente, hay que preguntarse: ?no es lo más vergonzoso pertenecer a la raza humana y dejarse conducir pasivamente por este sistema erigido en dios? Africa es ya como un continental genocidio sistemático, y al mismo tiempo vivimos esa posibilidad de humanizarnos ya que desde estas situaciones límite es desde donde puede salir lo mejor del ser humano, del sabernos hijos e hijas de un mismo Padre y Madre, y de podernos mirar como hermanos y hermanas, sabiendo que, "cuando preguntas por el cuándo, ya estás negando la utopía".

También en Burundi sigue la tragedia: la estación de las lluvias, cientos de casas destruidas, campos abandonados, miles de personas sin alimentos y sin ropas, perseguidos continuamente por los militares. Son niños, disminuidos, ancianos, mujeres, hombres, los que están sufriendo el hambre, el frío y las enfermedades. Su delito: ninguno, o no ser de la etnia gobernante.

En algunas provincias el ejército ha asesinado a miles de civiles en el mayor de los silencios de la opinión pública nacional e internacional. La situación más grave se está produciendo en Bururi. Algunos supervivientes que han podido salir de la zona, en cuyos ojos todavía se refleja el miedo y el horror, han relatado cómo los militares llegan a la zona para hacer un reclutamiento salvaje de "mano de obra". Muchachos y muchachas jóvenes, mujeres --tanto hutus como tutsis-- son obligados a transportar armas (metralletas, pequeños cañones y diversa munición), madera, alimentos y otros objetos. Algunos de los "porteadores" han recibido recompensas, como puertas, ventanas, láminas de hierro que servían de techo en las casas destruidas, productos agrícolas robados en los campos abandonados, dinero hurtado en las casas vacías o en los cuerpos de los muertos, etc. Una vez asentados, los militares se desplazan por la zona del valle de la "Dama", realizando matanzas entre la población. Los testigos aseguran que será difícil encontrar los signos de estas "carnicerías", porque los torrentes de agua borran toda huella "y el lago Tanganika --al que son arrojados muchos cadáveres-- no hablará nunca". El acceso a la zona es prácticamente imposible. Está cerrado desde hace meses por el miedo a las minas que, después de los militares, los rebeldes hutus habían sembrado.

Buscar, analizar y comprender las causas de esta trágica situación es difícil. Unos piensan que es un "castigo saludable" para la población de esta zona (mayoría hutu), culpable de haber crecido demasiado deprisa y de forma inteligente. La venta de los productos de la tierra, la buena utilización del dinero ahorrado, han despertado la envidia de muchos, y por eso las casas de ladrillo cocido y de techos metálicos (símbolos de riqueza) han sido saqueadas y destruidas. Para otros, el motivo de esta violencia es que la población nunca aceptó permanecer en los "campos de reagrupamiento", ya que la gente no quiso perder sus casas y sus campos. Para la mayoría, en definitiva, la razón no es otra que los militares no soportan que la población de esta zona no se haya opuesto nunca a la infiltración de los rebeldes hutus. Pero ¿cómo podrían hacerlo sin armas ni protección.

Ante estos sucesos, ¿no habría que preguntarse si no asistimos a un sistemático y silencioso genocidio? Ojalá la Navidad revierta esta muerte en vida.

Extractado de Vida Nueva y de Comités de Solidaridad


El P. Josí Nedumattathl, salesiano, asesinado en la India

Un sacerdote salesiano, de 35 años, fue muerto a tiros en el noreste del estado de Manipur menos de un mes después de la decapitación de un sacerdote jesuita en Bihar, en la parte oriental de la India.

Un asesino desconocido mató al P. Josí Nedumattathil en su despacho en el Colegio Don Bosco, en Maram, la noche del 22 de noviembre, según el secretario de la arquidiócesis de Imphal, el P. Josi Manjakunnel.

El P. Nedumattahil es el tercer sacerdote?director de colegio víctima de arma de fuego en los ultimos 7 años en Imphal. Mientras dos sacerdotes murieron, el tercero sobrevivió y desempeña su ministerio en otra parte de la India bajo otra identidad.

Mientras tanto, no hay avances en el esclarecimiento del asesinato del jesuita, el Padre A. T. Thomas (nativo de la India), cuyo cuerpo decapitado hallaron unos colegas el 27 de octubre. Thomas había trabajado durante años ayudando a los dalit (la casta más discriminada de la India) a reivindicar sus derechos en la localidad.

El P. Nedumattathil era director del colegio Don Bosco en Maram. Las personas del pueblo de Maram se han comprometido a ayudar a la policía a encontrar al culpable. Se sospecha de algunos alumnos del colegio, o posiblemente de grupos tribales militantes de la zona.

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La Iglesia del primer milenio nació de la sangre de los mártires. Es un testimonio que no hay que olvidar. Es preciso que las Iglesias locales hagan todo lo posible por no perder el recuerdo de quienes han sufrido el martirio. Esto ha de tener un sentido y una elocuencia ecuménica. El ecumenismo de los santos, de los mártires, es tal vez el más elocuente. En estos años se han multiplicado las canonizaciones y beatificaciones. Ellas manifiestan la vitalidad de las Iglesias locales, mucho mas numerosas hoy que en los primeros siglos y el primer milenio. (Juan Pablo II)