Carta a las iglesias, Año XVIII, Nº395, 1-14 de febrero de 1998
El domingo 8 de febrero, en su homilía y en la conferencia de prensa después de la misa, Mons. Rosa Chávez hizo declaraciones importantes sobre la realidad eclesial y habló de la visita de Juan Pablo II a Cuba a propósito de tres hechos que han ocurrido estos días: la presencia de sindicalistas en la iglesia de San Francisco, la cobertura que la prensa salvadoreña dio a la visita del Papa y un ataque de El Diario de Hoy contra su persona.
No hubo toma de Iglesia
Según las informaciones de prensa, el 2 de febrero dirigentes de los sindicatos de Obras Públicas, ANDA, Ministerio de Salud, ex ANTEL y UNTS se tomaron la iglesia San Francisco en San Salvador, mancharon paredes de comercios, colegios y pintaron vehículos, como protesta por los despidos de sindicalistas. Estos manifestaron que su estancia en el templo era una "toma pacífica", pero el arzobispo, Fernando Sáenz Lacalle, expresó que los que participan en la toma de iglesias son merecedores de la excomunión. "No estamos de acuerdo con la toma, sea pacífica o no. Estamos en un ambiente de libertad donde toda la gente puede manifestarse. Por lo tanto, no se debe manipular los edificios sagrados porque se atenta contra la libertad del pueblo de tener acceso a las iglesias. Hay que tomar en cuenta que el fin no justifica los medios". También el Presidente de la República pidió a los trabajadores que recapaciten. "Esperamos reflexión y que no se dejen instrumentalizar". Mons. Gregorio Rosa, por su parte, dijo lo siguiente.
"Yo sitúo este problema en lo que el Papa dijo en Cuba el domingo cuando se despidió de los cubanos y habló del neoliberalismo. Es una cita tremenda, es una denuncia de las más fuertes que se han escuchado hasta el momento. Y el Papa dijo, -leo una frase nada más-:
"Resurge en varios lugares una nueva forma de neoliberalismo capitalista que subordina la persona humana y condiciona el desarrollo de los pueblos a la fuerza ciega del mercado, gravando desde sus centros de poder a los países menos favorecidos con cargas insoportables".
Y al final el Papa concluye su cita diciendo:
"De este modo se asiste al enriquecimiento exagerado de unos pocos a costa del empobrecimiento creciente de muchos, de forma que los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres".
Son palabras del Papa. Y yo decía como reflexión personal. "No olvidemos este análisis a la hora de juzgar las inquietudes que encontramos entre los trabajadores. ¿Cómo queremos que no protesten si se les niegan los más elementales derechos humanos?".
Esa fue mi reflexión, y ahora la completo. "En realidad es bueno aclarar que no hubo toma del templo. La información fue un poquito vaga en ese punto. Ni toma del templo ni daños en las paredes del templo. Hubo una actividad de tres horas frente al templo. Yo hablé con los dirigentes y llegamos a un compromiso y fueron muy fieles en cumplirlo. Yo no sé qué pasó, porque la información fue bastante exagerada y, en cierto modo, no objetiva. Creo que es importante decirlo, porque yo vivo allí. Entonces conozco mejor que nadie lo que sucedió.
Mi reflexión va en la línea de que están violándose los espacios, estamos asistiendo a una especie de cultura de la sordera, y eso es muy grave. Está queriéndose ocultar que hay problemas serios en el campo laboral, en la dinámica de la globalización, en la dinámica de la privatización. Yo creo que no hay que ocultar esas realidades, porque son realidades que golpean a los pastores, y por tanto en ese contexto tenemos que verlo.
Por otra parte, también se exageró el tema de lo que dijo el señor Arzobispo. El habló conmigo, y lo que dijo él no fue exactamente lo que se publicó. Pero recordó que en tiempos de Mons. Rivera hubo una carta de él en la que hablaba de que existía esa posibilidad en casos muy extremos. Pero no dijo que iba a aplicar eso o que lo estaba aplicando a los trabajadores. Yo creo que todo el manejo del tema habría que redimensionarlo".
La prensa salvadoreña se concentró en el futuro de Fidel, no habló de cómo debe ser el nuestro
"Quiero contarles una frase de un analista canadiense que a mí me gustó mucho. Dijo que al leer los periódicos de El Salvador y ver cómo informaron sobre la visita del Papa se puede saber los problemas que nuestro país todavía no ha resuelto. O sea que, el énfasis de la prensa estuvo en qué va a pasar con Fidel. Además de qué nación va a surgir en Cuba habría que preguntar qué nación tiene que surgir en El Salvador.
Yo creo que nos faltó en general un análisis de las bases de nación que el Papa fue dejando para Cuba y aplicarlo a nuestro propia realidad. La cita que acabo de hacerles sobre el neoliberalismo expresa la base que tenemos que poner: que la economía esté al servicio de la persona. También tenemos que rescatar de lo que el Papa dijo en Cuba el protagonismo de la sociedad civil para que de veras tengamos una verdadera sociedad participativa, el tema de la solidaridad y el tema de la libertad ligada a la verdad, ligada a la justicia, ligada a la solidaridad. Son temas que aquí apenas aparecieron en los grandes medios y yo creo que por estar demasiados pendiente de qué va a pasar con Fidel".
El periodista que no entendió bien el mensaje Papal
"Estaría muy contento si pudiéramos comentar juntos los textos completos del Papa. Yo los tengo toditos –también los mensajes de los obispos de Cuba– en cada momento de la ceremonia. Es una lástima que el periodista no sea capaz de ver al Papa en toda su dimensión. Y es que el Papa plantea una verdadera revolución, como lo dijo el miércoles siguiente al volver al Vaticano. En la Plaza de la Revolución planteó lo que es la revolución de Jesucristo, que es una revolución en la libertad, en el amor, en la justicia, en la solidaridad. Ese mundo nuevo, pues, que aparentemente este columnista no lo quiere ver surgir.
Ese mundo nuevo lo necesitamos en El Salvador. Por tanto, el mensaje social del Papa es muy importante para nosotros y deberíamos alegrarnos de que tan cerca de nuestras fronteras esté recordando cómo se construye el futuro. Dios quiera que retomemos ese mensaje del Papa y lo analicemos ahora que estamos con la gran oportunidad de poder discutir, dialogar, buscar consensos en torno a qué país queremos en el campo económico, en el campo político, en el campo cultural, en el campo social, en el campo de justicia. Hay tanto que cambiar y deberíamos ser un poquito más activos y más propositivos.
Desde este punto de vista la deuda más grande que tenemos nosotros con el Papa después de su segunda visita es lo que él llamo la pedagogía de la reconciliación. Estamos muy lejos de ser una sociedad reconciliada. Y lo que pasó el lunes en la iglesia de San Francisco indica que no somos una sociedad reconciliada. Entonces, tenemos esa gran tarea de una reconciliación en la verdad, en la justicia, en la solidaridad, en el respeto profundo a la persona.
No hemos sido capaces de desterrar las raíces de la guerra y la raíz principal es la injusticia estructural. Y ahora que estamos ante ese tema económico que ahonda esas raíces, en ello necesitamos poner bases reales a la reconciliación. Eso no es un discurso bonito, es un compromiso muy serio, porque las familias que fueron dañadas no sienten que al país le interese. En ese sentido hay un elemento positivo que hay que rescatar: el acto que hubo en el Parque Cuscatlán hace unos días cuando se colocó un obelisco como primer paso de un monumento a las víctimas civiles de las violaciones a los derechos humanos. La sociedad necesita eso, necesita que se le recuerde la tragedia y que se honre a sus mejores hijos y que se haga un compromiso contra todo tipo de iniquidad. Así que tenemos una deuda con el Papa y muy grande en esto que sería la reconciliación de El Salvador".
Valoración de las Bases para el Plan de Nación
En enero ha visto la luz una importante iniciativa: el Documento Base para el Plan de Nación, elaborado por la Comisión Nacional de Desarrollo. A priori, nadie puede garantizar que su implementación será un éxito, pero augurarle desde ya un fracaso tampoco es lo más conveniente para el país.
No importa qué tan sesgadas puedan estar las apreciaciones de los miembros de la Comisión o qué tanto los resultados y ejecución de las medidas sugeridas por el documento puedan fortalecer políticamente al gobierno. Por primera vez en mucho tiempo la sociedad salvadoreña cuenta con una visión de conjunto de sus principales problemas y de sus posibles vías de solución.
Ciertamente, no se mencionan en el documento cosas importantes ni han sido señalados los graves obstáculos que hay que vencer. Sin embargo, el documento significa un avance en algo de gran trascendencia, como lo es la convicción de que El Salvador, como nación, tiene problemas cuya gravedad no sólo exige soluciones audaces y creativas, sino soluciones en las que todos debemos participar. La ejecución del documento podría fracasar en todo o en parte, por razones políticas o por razones de incompetencia administrativa, pero las necesidades a las que pretende dar respuesta seguirían presentes con mayor fuerza. En consecuencia, es imprescindible, para quien quiera, desde una nueva gestión gubernamental, dar respuesta a los problemas nacionales más acuciantes, tomarlo, en todo o en parte, como punto de partida ineludible.
En otras palabras, hay que comenzar por reconocer y aceptar que las Bases para el Plan de Nación no pertenecen a un gobierno particular o al partido en el que éste se apoya, sino al país entero, revistiendo un cierto carácter de obligatoriedad para cualquier equipo de gobierno en la gestión estatal. De ahí que uno de los grandes peligros de las Bases para el Plan de Nación en el que no hay que caer es su identificación con la segunda administración de ARENA, identificación que puede tomar dos rumbos: o bien que el actual gobierno trate de capitalizar más allá de lo debido los logros del documento, comenzando por su elaboración, o bien que la oposición política identifique en exceso los lineamientos de aquél con las políticas del gobierno de turno.
Que se dé algo de ambas cosas, es inevitable, pero que se llegue a extremos puede ser peligroso. Lo primero, porque puede conducir a una instrumentalización de una propuesta que por su propia naturaleza no puede estar sujeta a los vaivenes políticos de un gobierno. Lo segundo, porque no sólo puede privarla del apoyo político necesario, sino porque puede bloquear su continuidad por parte de una nueva administración gubernamental. ¿Cómo se pueden sortear estas dificultades? Unicamente con la madurez y responsabilidad de los actores políticos. Hasta ahora, dando muestras de una gran prudencia, el gobierno no ha dado señales que querer servirse políticamente de las Bases para el Plan de Nación. Tampoco la oposición política ha dado muestras de estar a la defensiva ante el mismo. Y, aunque hace apenas una pocas semanas que el documento fue presentado, no deja de ser alentadora la acogida que los diversos círculos sociales han hecho del mismo.
Principales riesgos de las Bases del Plan de Nación
Básicamente, fueron dos las cosas que pudieron constatarse tras el nombramiento, en mayo del año pasado, de la Comisión Nacional de Desarrollo. En primer lugar, que la supresión del Ministerio de Planificación había sido un error. Y en segundo lugar, que el gobierno arenero carecía por completo no sólo de un plan de nación que orientara su gestión administrativa, sino también de la idea mínima de hacia dónde dirigir los esfuerzos de la transición democrática. Que después de tres años de gestión Calderón Sol se viera en la necesidad de acudir a un grupo de personas ajenas a su gabinete para desarrollar un plan de desarrollo nacional mostraba que su desempeño dejaba mucho que desear.
Y es que desde los primeros meses de su administración fue evidente que a su gobierno le hacía falta una propuesta seria, global, de largo alcance, que diera fe de un interés real por impulsar al país hacia el desarrollo sostenible. Ese vacío fue rápidamente percibido por la población, y fue lo que, entre otros factores, provocó el resquebrajamiento del poder arenero en las elecciones de marzo de 1997. Es comprensible entonces que el nombramiento de la Comisión se haya dado justo en el momento en el que los alcaldes y diputados, recién electos entonces, tomaban posesión de sus cargos.
Ahora bien, como se explicó en anteriores oportunidades, dicho nombramiento coincidió también con la necesidad de conseguir el consenso suficiente para impulsar el plan socio–economómico sugerido por el Banco Mundial. Es probable que, dispuesto como estaba a llevar a cabo esta propuesta y consciente de la resistencia que encontraría en los distintos sectores de la sociedad, el gobierno de Calderón Sol depositara en la Comisión de Desarrollo la esperanza de que las Bases para el Plan de Nación emanadas de ella sirvieran de intermediación entre la sociedad civil y las sugerencias del Banco Mundial.
En principio, hay que mencionar el inmenso optimismo y aceptación con que el documento fue recibido por la clase política. Sus redactores han hecho énfasis en que pretende ser un esbozo o un material de trabajo que permita a los diversos grupos sociales iniciar la elaboración de un plan nacional definitivo. Por otra parte, el Presidente de la República presentó el documento como la continuación de los Acuerdos de Paz, como el planteamiento de un segundo acuerdo destinado a hacer concordar a la población salvadoreña en aquellos aspectos de los que no se ocuparon los primeros acuerdos.
Pues bien, que las Bases para el Plan de Nación hayan sido recibidas con optimismo y beneplácito por parte del sector político no puede dejar de considerarse positivo. Significa, entre otras cosas, que se logró el objetivo de lograr una propuesta que trascienda los inmediatismos y los intereses particulares de los partidos. El documento redactado por la Comisión de Desarrollo recoge, clara y concisamente, los puntos medulares del desarrollo sostenible en El Salvador. Se trataba, como lo señalara -el integrante de la comisión- Salvador Samayoa, de focalizar los temas en torno a los cuales debe girar el debate político. Es por eso que el hecho de que, en su gran mayoría, los políticos se muestren a favor del documento, es alentador, pues da pie a pensar que, al menos en lo que a aspectos a tratar se refiere, existe un nivel de consenso significativo.
Sin embargo, aunque no hay que olvidar que la formulación del documento comprende apenas la primera fase de un proceso que implica tres etapas, los planteamientos que expresa en el plano político se limitan al área administrativa, dejando de lado la pregunta fundamental sobre cómo enfrentar el problema de la "pobreza estructural", aspecto en el que, a pesar de lo anterior, se pone mucho énfasis a lo largo de la propuesta.
Consolidación de la democracia, reforma electoral y Ley de Partidos Políticos, redefinición de rol del Estado, garantía de moralidad pública y participación ciudadana son algunos de los aspectos en los que se fija el texto elaborado por la Comisión. Y si bien no se puede negar que muchas de las iniciativas plasmadas urgen de una pronta puesta en práctica, también hay que señalar que algunas de sus ideas son producto de abstracciones y generalizaciones que fácilmente pueden desembocar en la más burda politización o partidización.
De la manera en la que los partidos políticos asuman las sugerencias provenientes de las Bases para el Plan de Nación y de la seriedad y compromiso con las que decidan llevarlas a cabo depende el éxito o fracaso de los planteamientos socio-políticos de la Comisión de Desarrollo.
El Plan de Nación
Desde hace tiempo se necesitaba una labor de este estilo. Un documento inteligible, que plantee los principales problemas del país, que invite al debate sobre los mismos y que proponga una serie de reformas. Y sobre todo que invite al diálogo generalizado y a la búsqueda de consensos.
Esto último es sumamente importante. Porque la guerra, que dejó una secuela de males, como lo son una especie de cultura de la violencia y de la corrupción, de la impunidad y de la desigualdad ciudadana ante la ley, dejó también iniciada una cultura positiva del diálogo y el consenso. De hecho fue gracias a esa cultura, con mártires y todo, que se pudo poner fin a la guerra.
En la posguerra, esa cultura del diálogo y el consenso quedó con frecuencia arrinconada y superada por el interés político particular de los partidos. Sólo algunas circunstancias especiales lograron mantenerla. En particular las últimas elecciones, que dejaron una composición especial en la Asamblea, sin mayoría de nadie, volvió a poner en el tapete la necesidad del diálogo para poder impulsar este país hacia adelante…
La verdad es que, si se llegaran a acuerdos solamente en el cincuenta por ciento de las propuestas concretas que aparecen en el documento, en este país se producirán cambios de gran magnitud.
(José María Tojeira)
Muchas veces hemos comparado a las víctimas de la represión, del terrorismo y de la guerra (hay que recordar las tres cosas, no sólo la guerra) con el siervo sufriente de Jahvé. Y es que las víctimas civiles, inocentes e indefensas, se parecen a ese siervo doliente, como lo describe Isaías.
Es "varón de dolores, acostumbrado al sufrimiento" (53, 3), hambre, enfermedad, tugurios... "Desfigurado, no parecía un ser humano" (52, 14), porque la pobreza tiene fealdad; y a eso se añade el horror de las torturas, de los decapitados, de los quemados con ácido.. Y entonces "muchos se espantaron de él y ante él se ocultan los rostros" (53, 3) porque da asco verlos, pero también para que no enturbien la falsa felicidad de quienes lo producen.
También nuestras víctimas son como el siervo "despreciado y desestimado de los hombres" (53, 3). ¿Qué es lo que el mundo aprecia de ellos? La mano de obra barata, y eso antes, pues ahora existen los excluidos producidos por el neoliberalismo, los que no cuentan, los que no existen. Y como al siervo, "los estimamos heridos de Dios... contados entre los pecadores" (53, 4.12). Y es que mientras las víctimas sufren en paciencia se les reconoce cierta bondad, sencillez, religiosidad. Pero cuando toman conciencia y se deciden a vivir, entonces ni siquiera religiosidad se les reconoce, y comienza la letanía de que son marxistas, comunistas... Y, despreciados en vida, son también despreciados en muerte. Del siervo se dice que "le dieron sepultura con los malvados, una tumba entre los malhechores" (53, 9). Este es también el epitafio de las víctimas, y a veces ni epitafio tienen, pues si la antigua piedad no negaba una tumba a nadie, ahora las víctimas a veces ni eso tienen, son los "desaparecidos". Otras veces aparecen cadáveres en basureros y cementerios clandestinos. Y los familiares se quedan sin el consuelo de enflorarlos.
Del siervo se dice que "se lo llevaron sin defensa, sin justicia" (53, 8), en total impotencia ante la arbitrariedad y la injusticia. ¿Hay hoy un tribunal que defienda verdaderamente la causa de los pobres? Por último del siervo se dice que "no hubo engaño en su boca ni había cometido crímenes (53, 9). Y en verdad, ¿qué crímenes cometieron los niños de El Mozote, las mujeres del Sumpul, y tantos hombres y mujeres a lo largo y ancho del país?
Cuando terminó la guerra, la Comisión de la Verdad, nombrada por las Naciones Unidas, recogió en su informe mucho de la verdad de lo ocurrido, pero además pidió iniciar un proceso de reconciliación que incluyera esencialmente el reconocimiento de la dignidad de las víctimas y la reparación a los sobrevivientes. Pero el gobierno no hizo nada significativo en esa línea. Peor aún, la precipitada e injusta amnistía no podía llevar a la reconciliación, sino al resentimiento. Y la rehabilitación de las víctimas, de su dignidad, sigue esperando. Y lo peor, en los estamentos oficiales no hay agradecimiento ni deseos de aprovechar lo bueno que nos dejan.
Como reacción a la desidia gubernamental, el 10 de diciembre de 1997 se constituyó la Comisión de Trabajo de Derechos Humanos "Pro–Memoria Histórica", formada por las siguientes diez instituciones:
Asociación Pro Búsqueda de Niñas y Niños desaparecidos
Centro para la Promoción de los Derechos Humanos "Madeleine Lagadec"
Comité de familiares de Víctimas de las Violaciones a los Derechos Humanos "Marianella García Villas" (CODEFAM)
Comisión de Derechos Humanos de El Salvador (CDHES)
Comité de Madres y Familiares Cristianos por la Defensa y Promoción de los Derechos HUMANOS (COMAFAC)
Comité de Madres y Familiares de Desaparecidos y Asesinados Políticos de El Salvador
Departamento de Derechos Humanos del Sínodo Luterano Salvadoreño
Instituto de Derechos Humanos de La Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas"
Oficina de Tutela Legal del Arzobispado de San Salvador
Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos
En el discurso que pronunció con ocasión de la constitución de la Comisión, María Julia Hernández dijo lo siguiente:
Su finalidad es contribuir, a través de la construcción de la Memoria Histórica de violaciones a los derechos humanos en nuestro país, al esclarecimiento y sanción de los responsables de tales infracciones y a la reparación, material y moral, de las víctimas y sus familiares, como base para la reconciliación nacional y el establecimiento de un verdadero Estado de Derecho en El Salvador.
Consideramos que ésa es una de las más grandes deudas que nuestra sociedad, en su conjunto, tiene con todas las víctimas civiles del conflicto armado que vivió nuestro país. Creemos firmemente, que la anhelada reconciliación nacional no será posible sin antes superar el encubrimiento y la impunidad que existen tras las múltiples y graves violaciones cometidas en nuestro país.
Además de la clara exigencia de la verdad, también emerge la exigencia de superar la impunidad de que gozan todos aquellos que cometieron crímenes de lesa humanidad. Pero la aprobación de la Ley de Amnistía General para la Consolación de la Paz, decretada el 20 de marzo de 1993, rechazando los Acuerdos de Paz, firmados el 16 de enero en Chapultepec, específicamente lo concerniente al Capítulo I, numeral 5 de la Fuerza Armada ... vino a coartar toda posibilidad de conocer la verdad, de hacer justicia y de reparar debidamente a las víctimas de las violaciones a los derechos humanos, representando esto un rechazo total a los esfuerzos realizados por la Comisión de la Verdad para alcanzar la reconciliación nacional.
Frente a esta preocupante realidad, la postura del Secretario General de las Naciones Unidas ha sido seria y demandante, al señalar en su último informe de 1997 sobre el estado de los Acuerdos de Paz, que "un ejemplo claro del rechazo de las conclusiones de la Comisión de la verdad lo constituyó la aprobación de una amplia ley de amnistía pocos días después de la publicación del informe de la Comisión" y que "la celeridad con que esta ley se aprobó en la Asamblea Legislativa puso de manifiesto la falta de voluntad política de investigar y llegar a la verdad mediante medidas judiciales y castigar a los culpables... Las recomendaciones relativas a la reconciliación nacional fueron desoídas. No se tomó ninguna medida para reconocer el buen nombre de las víctimas, éstas no recibieron indemnización moral ni material, no se levantó ningún monumento nacional a las víctimas ni se fijó un feriado nacional en su memoria".
El 31 de enero se puso la primera piedra de un monumento en recuerdo de las víctimas. No se hizo presente ninguna institución gubernamental, con la excepción de la Doctora Marina de Avilés, de la Procuraduría de los Derechos Humanos, pero sí estuvieron presentes muchas personalidades de instituciones que velan por los derechos humanos. El Padre José María Tojeira, rector de la UCA, tuvo unas palabras sobre el significado del acto ahora que se busca un nuevo plan de nación.
El discurso principal lo pronunció María Julia Hernandez. Recordó los principales hechos del conflicto y precisó datos que hoy son silenciados: agentes del estado son responsables de ochenta y cinco por ciento de las víctimas, y del resto lo son miembros de la insurgencia salvadoreña. Desde la publicación del informe de la Comisión de la Verdad "han pasado cinco años durante los cuales el Gobierno de El Salvador no ha manifestado su buena voluntad política por cumplir los acuerdos en materia de derechos humanos... Más bien se publicó la más amplia amnistía, impune y aberrante, jurídicamente hablando, fundamentándose en la falsa tesis del ‘perdón y olvido'"
Mons. Gregorio Rosa, como ocurre en estas situaciones, bendijo un pequeño monumento, en el que se pueden leer estas palabras:
AQUI SE CONSTRUIRA EL MONUMENTO EN MEMORIA A LAS VICTIMAS CIVILES
DE LAS VIOLACIONES DE LOS DERECHOS HUMANOS
En este año del Espíritu Santo, 1998, es bueno preguntarnos cómo estaba presente el Espíritu en Jesús de Nazaret. Y de esa forma sabremos también cómo puede estar presente en nosotros, qué cosas de las que hoy ocurren en la comunidad, en nuestra vida, son del Espíritu y qué cosas no.
Y no siempre es fácil pensar que al Espíritu lo vamos a encontrar en Jesús. Hubo unos cristianos en la ciudad de Corinto que creían mucho en el Espíritu Santo y sus dones, pero decían que "Jesús es maldito" (1Cor 12, 3). San Pablo les regañó duramente, y nos exige buscar al Espíritu en Jesús.
Pues bien, si volvemos a la historia de Jesús, nos encontramos con que Jesús habla poco del Espíritu y nada de su personalidad. El mismo Jesús es descrito como poseído por el espíritu en el bautismo, en las tentaciones, en la misión inaugural en la sinagoga de Nazaret. La tradición sinóptica de alguna manera lo considera como una "fuerza", exousia, dyanmis: "la fuerza que salía de él" (Mc 5, 30; Lc 8, 46). Sin embargo, con anterioridad a esa interpretación del Espíritu como la fuerza que salía de Jesús, los sinópticos muestran que su vida está llena de una fuerza especial, que es una "vida transida del Espíritu de Dios". Veamos las manifestaciones de ese Espíritu en la vida de Jesús, tal como solemos pensar que se manifiesta el Espíritu.
¿Novedad? Entre el comienzo y el final de la vida de Jesús hay un cambio radical que conduce a una novedad impensada. Dios, reino, llamada al seguimiento, poder de curaciones, son cosas bien distintas en los comienzos de Galilea y en el huerto y la cruz. Jesús está, pues, abierto a la novedad, y esa novedad es también teologal y, por ello, radical: Jesús se abre a la novedad de un Dios–Padre cercano, que sigue siendo Dios–misterio. En apertura a esa novedad muere Jesús y se dirige al futuro definitivo. Jesús no fue, pues, un revolucionario–religioso fanático que no hubiese cambiado un ápice de lo que hubiese aprendido en "manuales sobre cómo construir el reino". La vida de Jesús está transida de espíritu de novedad y de futuro.
¿Libertad? Es sabido que la ley, el templo, el culto, las tradiciones religiosas, fueron relativizadas, denunciadas o abolidas, según los casos, por Jesús. Lo importante es recordar –para no caer en un libertarismo egocéntrico, que es antijesuánico– que esa libertad suya no fue para defender un mero ideal de libertad (lo cual es el punto fuerte y débil de la tradición moderna occidental), sino para defender el amor, la justicia, la misericordia a pobres, marginados y víctimas sobre todo: según Jesús hay libertad –bajo cualquier presupuesto religioso– para hacer el bien, siempre y en todas partes. Comparadas con la de Jesús, palidecen otras libertades que hoy se pregonan. La vida de Jesús esta transida de espíritu de libertad.
¿Discernimiento? Aparece también como algo central. Baste recordar la escena de las tentaciones, editada precisamente para decir que Jesús se puso ante Dios para discernir la voluntad de Dios sobre lo central de su vida: cómo ser mesías. En la tentación sólo en apariencia Jesús dialoga con el diablo; su verdadero interlocutor es Dios. No se trata de conversión del mal al bien, sino de discernimiento, de qué bien hay que hacer y cómo hacerlo. La vida de Jesús está transida de espíritu de discernimiento.
¿Oración? Pablo dice bellamente que el Espíritu es el que nos hace llamar a Dios Abba, Padre. Jesús lo llama así con toda naturalidad, siempre, con la sola excepción de su grito en la cruz: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". La vida de Jesús está transida de espíritu de oración.
¿Gracia? Quizás no es fácil encontrar textos que muestren la vida de Jesús como vida agraciada. Pero baste decir, negativamente, que en su misión por ninguna parte aparece la arrogancia, sino que en todo existe el sabor de la iniciativa de Dios. Al reino hay que servir, pero éste crece aun cuando los seres humanos ni siquiera estamos velando. El reino hay que hacerlo, pero hay que pedir que se haga realidad: "venga tu reino". No hay arrogancia ni fanatismo. Hay, más bien, alegría y agradecimiento cuando los pequeños entienden. La vida de Jesús está transida de espíritu de gratuidad.
En este breve recorrido por la vida de Jesús nos hemos fijado en las dimensiones de la existencia cristiana (novedad, libertad, discernimiento, oración, gracia) que más suelen remitirse hoy al Espíritu, y las que, en su concreta realidad histórica, pudieran quedar sofocadas de alguna manera en un seguimiento llevado a cabo con fanatismos. Pero, además, en la vida de Jesús aparecen otras manifestaciones del Espíritu de Dios (las que más se recalcan en situaciones de opresión y liberación, de conflicto y martirio), y que son, por cierto, las que profesamos en el credo: "Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, y que habló por los profetas". Pues bien, vida y profecía son realidades esenciales en Jesús de Nazaret.
¿Vida? Para Jesús vivir él mismo significó propiciar vida, lo cual –sin muchas palabras– lo muestra haciendo central la defensa de aquellos a quienes les han arrebatado la vida, a pobres y marginados. "El Espíritu del Señor sobre mí. Me ha enviado a anunciar la buena nueva a los pobres, a proclamar la liberación de los cautivos y la vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos" (Lc 4, 18ss). Según el teólogo J. Jeremías, "el reino de Dios es únicamente para los pobres". Y estos pobres son los sin vida. Entre los antiguos, en efecto, aun lingüísticamente, este tipo de personas, ciegos, cojos, leprosos, son comparados con los muertos. "A la situación de tales personas, y según el pensamiento de aquella época, no se la puede llamar ya vida... Están prácticamente muertos... Ahora los que se parecían a los muertos son suscitados a la vida". Al propiciar la vida de los pobres el mismo Jesús vive. La vida de Jesús está transida del espíritu de vida.
¿Verdad? De Jesús decía la gente que "habla con autoridad", convencido de lo que decía, no como los fanáticos irracionales o funcionarios a sueldo. Jesús, además, no fue ingenuo sobre la verdad, ni daba por supuesto que abundase en este mundo. Y ello no tanto por la ignorancia existente, sino por la mentira y el encubrimiento de la realidad. De ahí sus controversias sobre la verdad, empezando por la verdad de Dios, su desenmascaramiento de lo que se quiere hacer pasar por Dios y no lo es, sus denuncias de los ídolos como activos rivales de Dios, que no son inanes, sino que actúan contra Dios. La vida de Jesús está transida del espíritu de verdad.
¿Amor? No hace falta extenderse mucho. Es el mandamiento nuevo el que guía la actividad de Jesús. Además, la misericordia es lo que define al ser humano cabal (el buen samaritano), al mismo Jesús, quien actúa tras la petición: "ten misericordia de mí", y al Padre celestial: "movido a misericordia, salió al encuentro del hijo". La vida de Jesús está transida del espíritu de amor y misericordia.
¿Qué conclusiones sacamos de lo que acabamos de decir? La primera es que la vida de Jesús está llena de espíritu, pero no porque hablase mucho de él, ni le rezase a él, sino porque vivía, actuaba, oraba con la fuerza del Espíritu de Dios. Y es que para Jesús, como para todos, el "ser espiritual" se decide no tanto en el hablar acerca del Espíritu, sino en ser y hablar en el Espíritu, con espíritu. La segunda es que la vida y praxis de Jesús en que se manifiesta el Espíritu de Dios son realidades históricas, nada raras, ni intimistas. El Espíritu de Dios está en Jesús cuando busca su voluntad, cuando actúa con libertad, cuando propicia la vida, cuando afirma proféticamente la verdad, cuando vive en el amor. Eso es muy importante recordarlo hoy. Y la tercera es que la manifestación más clara del Espíritu es cuando le envía a Jesús a "anunciar la buena nueva a los pobres y a liberar a los oprimidos".
Jon Sobrino
Sin el Espíritu Santo, Dios está lejos, Cristo permanece en el pasado, el evangelio es letra muerta, la Iglesia es una pura organización, la autoridad es tiranía, la misión es propaganda, la liturgia es simple recuerdo y la vida cristiana es una moral de esclavos. Pero en el Espíritu, y en una sinergía indisociable, el cosmos es liberado y gime en el alumbramiento del Reino, el hombre lucha contra la carne, Cristo resucitado está aquí, el evangelio es una fuerza vivificadora, la Iglesia significa la comunión trinitaria, la autoridad es un Pentecostés, la liturgia es memorial y anticipación y la acción humana es divinizada.
(Palabras del Patriarca Ignacio IV de Antioquía pronunciadas en Uppsala en 1968)
El código de Derecho Canónico, en su artículo 1113, párrafo 2, establece que cada vez que tenga lugar una liturgia concelebrada por los Siete Grandes, antes de pasar a la consagración del caviar y el Chivas, se proceda a una proclamación de la Palabra Revelada, como es propio de cada liturgia "eucarística" (o de acción de gracias). El pasaje que sigue pertenece a uno de esos evangelios, que se cita con la sigla Mc 8.
Por aquellos días, como había otra vez una gran multitud y no tenían qué comer, convocó Jesús a los discípulos y les dijo:
–Me enternece esa multitud, porque llevan ya varios días aquí y no tienen qué llevarse a la boca; si los mando a casa en ayunas desfallecerán en el camino, pues algunos vienen de muy lejos.
Los discípulos le replicaron:
–¿Cómo va a ser posible dar de comer a tanta gente en una tierra tan dura? Ni con doscientos millones de dólares tendríamos para ello.
Jesús preguntó:
–¿Cuántos panes tienen?
–Siete– le contestaron.
Sabía Jesús que siete es el número de la totalidad porque suma el tres, símbolo del Dios Trino, con el cuatro, símbolo de los puntos cardinales que engloban la creación. Por eso mandó a las gentes que se echaran en el suelo, tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias y los fue dando a los suyos para que los distribuyeran a la multitud. Tenían además unos cuantos pececillos. Los bendijo también y encargó que los distribuyeran a todos.
Pero los primeros en recibir alimento, alegaron que no iba a haber bastante para todos, porque es imposible repartir si primero no se hace producir. Argüían que era mejor que se quedaran ellos con todo lo que había, para poder sembrar de modo que los panes se multiplicaran y hubiera para todos. Pensaron después que aquellos panes multiplicados eran sólo suyos, pues ellos los habían hecho crecer. Por eso se los quedaron y comenzaron a intercambiarlos entre ellos mismos. Como la multitud comenzaba a desesperarse y el hambre vuelve amenazador al hombre, decidieron convertir lo que les sobraba en armas con que poder defenderse. Y marcharon corriendo a transformar las sobras de los panes en armas disuasivas y amenazadoras.
Cuando hubieron partido, Jesús dijo otra vez a sus discípulos:
–Recojan los cadáveres que han quedado.
Ellos lo hicieron así. Y resultaron mil millones de hombres, sin contar los mujeres y los niños.
N.B. Según el citado código de desastre económico, al acabar esta proclamación, el lector deberá decir: "PALABRA DE DOLAR". A lo que todos los asistentes responderán: "TE ALABAMOS MAMMON".
José Ignacio González Faus
Comentario al Mensaje de Paz de Juan Pablo II (I)
En el primer número de este año publicamos extractos del Mensaje de Juan Pablo II De la justicia de cada uno nace la paz para todos y un comentario de actualidad. Ahora, en este y en los siguientes números, ofrecemos un análisis más detallado del texto, escrito por el Padre Javier Ibisate. Y comenzamos analizando el entorno mundial, tal como lo ve el Papa.
Juan Pablo II titula el cuarto acápite de su mensaje "Solidaridad en la globalización". Para un Papa polaco el término "solidaridad" tiene una resonancia popular, como nos lo recordaba en su encíclica de 1991 Centesimus Annus (n. 23). En aquella encíclica el capítulo tercero era clave para entender el entorno mundial: "El año 1989", pues era el año en que se desmoronó el muro de Berlín, se inició la desintegración de los llamados "socialismos reales". Y en diciembre de 1991 se firmó el decreto de la extinción de la Unión Soviética.
En la encíclica el papa muestra su contento por dos razones. Una es que la caída del bloque socialista se realizó a través de una lucha pacífica, "que emplea solamente las armas de la verdad y de la justicia". Tal fue el papel de Solidaridad en Polonia (n. 23). La otra es que existe el testimonio martirial, referido más explícitamente a la Iglesia del silencio: "Mientras en unión con toda la Iglesia doy gracias a Dios por el testimonio, en ocasiones heroico, que han dado no pocos pastores, comunidades cristianas enteras, fieles en particular y hombres de buena voluntad en tan difíciles circunstancias, le pedimos que sostenga los esfuerzos de todos para construir un futuro mejor" (n. 22).
Una pregunta con una respuesta compleja
En esa misma encíclica el Papa plantea una pregunta, que recibió, entonces, las más variadas interpretaciones y que merece reconsiderarse en 1998, como lo hace Juan Pablo II en el presente mensaje por la paz que vamos a analizar. Dice el Papa:
"Volviendo ahora a la pregunta inicial, ¿se puede decir que, después del fracaso del comunismo, el sistema vencedor sea el capitalismo, y que hacia él estén dirigidos los esfuerzos de los Países que tratan de reconstruir su economía y su sociedad? ¿Es quizá éste el modelo que es necesario proponer a los Países del Tercer Mundo, que buscan la vía del verdadero progreso económico y civil? La respuesta es obviamente compleja" (n. 42).
Muchas voces y gobiernos vieron en la encíclica una canonización del capitalismo porque el Papa se inclinaba a favor de "una economía de empresa", "economía de mercado", de libre creatividad humana, de responsabilidad para con los medios de producción. Y es que todo lo que se opusiera a los socialismos reales se entendía como una respuesta positiva. Pero estos grupos y gobiernos no siguieron leyendo la reflexión del Papa:
"Pero, si por capitalismo se entiende un sistema en el cual la libertad, en el ámbito económico, no está encuadrada en un sólido contexto que la ponga al servicio de la libertad humana integral y la considere como una particular dimensión de la misma, cuyo centro es ético y religioso, entonces la respuesta es absolutamente negativa".
Estas complejas palabras corrían el peligro de ser mal entendidas, y por ello Juan Pablo II agrega un párrafo bien concreto, que, aunque escrito en 1991, presenta el entorno mundial del actual Mensaje por la Paz de 1998.
"La solución marxista ha fracasado, pero permanecen en el mundo fenómenos de marginación y explotación, especialmente en el Tercer Mundo, así como fenómenos de alienación humana, especialmente en los países más avanzados; contra tales fenómenos se alza con firmeza la voz de la Iglesia. Ingentes muchedumbres viven aún en condiciones de gran miseria material y moral. El fracaso del sistema comunista en tantos países elimina ciertamente un obstáculo a la hora de afrontar de manera adecuada y realista estos problemas; pero eso no basta para resolverlos. Es más, existe el riesgo de que se difunda una ideología radical de tipo capitalista, que rechaza incluso el tomarlos en consideración, porque a priori considera condenado al fracaso todo intento de afrontarlos y, de forma fideísta, confía su solución al libre desarrollo de las fuerzas del mercado" (n. 42).
La respuesta se hace más compleja
Al leer este párrafo llegamos a una conclusión algo sorprendente. A León XIII, en 1891, le asustaba el advenimiento de los socialismos reales. En 1991 a Juan Pablo II le asusta el imperio del capitalismo real, que "de forma fideísta, confía su solución al libre desarrollo de las fuerzas del mercado". Este es el problema que el Papa expresa en el acápite cuarto de su mensaje "Globalización en la solidaridad". Parecería que estamos ante un callejón de difícil salida. No sabemos, de momento, si los cambios se van a realizar de una manera pacífica, la "que emplea solamente las armas de la verdad y de la justicia". Pero sí conocemos el reverso de esta medalla.
Como la voz de la Iglesia se ha alzado con firmeza contra tales fenómenos, también se aplican a nuestro "bloque capitalista" las mismas palabras del Papa:
"Mientras en unión con toda la Iglesia doy gracias a Dios por el testimonio, en ocasiones heroico, que han dado no pocos pastores, comunidades enteras cristianas, fieles en particular y hombres de buena voluntad en tan difíciles circunstancias, le pedimos que sostenga los esfuerzos de todos para construir un futuro mejor" (n. 22). (Con palabras similares Juan Pablo II nos pide recoger los testimonios de nuestros mártires, en el n. 31 de su carta apostólica "Cercano el tercer milenio").
Al finalizar el siglo nos encontramos, pues, con el angustioso problema de que ninguno de los dos sistemas opuestos ha dado una respuesta humana a los grandes problemas humanos. El galardonado músico Yehudi Menuhin resumió en forma contundente la historia del siglo XX: "despertó las mayores esperanzas que concibió la humanidad y destruyó todas las ilusiones e ideales". Entre las ilusiones e ideales destruidos están la paz y la justicia mundial. Juan Pablo II piensa sobre todo en quienes están implicados en dolorosos conflictos, así como en los marginados, los pobres y las víctimas de todo tipo de explotación. No vivimos el anuncio del Papa en el mensaje de este año:
"La justicia restaura, no destruye, reconcilia en vez de instigar a la venganza. Bien mirado, su raíz última se encuentra en el amor, cuya expresión más significativa es la misericordia" (n. 1).
Como vemos y veremos no es ésta la cualidad que más resplandece en nuestros "capitalismos reales".
Francisco Javier Ibisate, S. J.
Nuestro Mundo
En nuestra "aldea global", en nuestra economía global parece estar vigente aquel principio que cuenta un superviviente de Auschwitz, como central en los campos de concentración: el calificativo de "judío económicamente útil". Todos los judíos estaban destinados a la exclusión. Pero, a los que aún eran económicamente rentables, resultaba mucho más barato que quemarlos en cámara de gas, ponerlos a producir hasta que desaparecieran trabajando. Gracias a esos judíos económicamente rentables, muchas industrias alemanas se mantuvieron en pie más tiempo del previsto, a pesar de la guerra.
Pues bien, para mí la diferencia mayor con nuestro mundo es que ahora ya no se trata exclusivamente de judíos. Son miles de millones de seres humanos los que ahora están etiquetados por nuestro sistema como "económicamente rentables" antes de ser definitivamente excluidos. Nuestro tercer y cuarto mundos son "el holocausto" del primero.
J. I. González Faus
México. Arzobispo de Oaxaca denuncia sistema opresor en México de más de 80 años
. El arzobispo emérito de Oaxaca, Bartolomé Carrasco, de 79 años, ha dicho palabras fuertes sobre la situación de su país. "México está inmerso en el neoliberalismo, un sistema que va acumulando la riqueza en pocas manos a costa del trabajo, del sudor y de la sangre de los demás. Todo México es como una olla a presión que ha tenido una explosión violenta en Chiapas. Ciertamente los problemas en ese estado son sumamente graves, difíciles y complejos, pero no son sino un reflejo de la situación general. En México estamos ante una encrucijada: o cambia el rumbo económico y social del país o hay un riesgo severo de explosiones como la que se produjo en Chiapas. Y si no se han reproducido más ha sido gracias a la emigración a Estados Unidos, pero esta situación está llamada a su fin porque el vecino país del norte ha decidido cerrar sus fronteras".Y añadió: "Es muy doloroso que nuestros gobernantes no se quieran dar cuenta de la presión social tan fuerte que soporta la inmensa mayoría de los mexicanos. Dice el presidente de la República –y le hacen coro todos los gobernantes y empresarios– que México ha superado la crisis, pero esto no es cierto de ninguna manera. Quien convive con el pueblo se da cuenta de sus angustias, de sus carencias, de todo lo que está sufriendo".
Por otra parte, el arzobispo afirmó que "actualmente hay una emergencia de grupos que aspiran verdaderamente a la democracia, pero son grupos desarticulados todavía, que apenas están tomando cuerpo. El día que encuentren un liderazgo es de prever que se forme un frente democrático en el que haya una participación de todos los ciudadanos para derrocar este sistema opresor que viene funcionando desde hace más de 80 años".
Fátima. "Que la fe no sea ciega ni alienante". Hace tres meses se celebró un congreso sobre "fenomenología y teología de las apariciones". Allí se reunieron devotos e intelectuales, pero privó el fanatismo, sin que se pudiera tener un sereno debate. En este contexto causó gran impacto la intervención del obispo de Oporto, don Armindo Lopes Coelho. Fue cómo tocar un avispero. Para empezar, don Armindo no mencionó ni una sola vez a los pastorcitos, ni siquiera a Lucía, quien todavía vive, y además, se refirió a "Fátima" como a otro nombre de María. Pudiera decirse que trató de desmitologizar a Fátima, precisamente para cristianizarla. En positivo dijo lo siguiente.
"Fátima tiene hoy la capacidad de ser un centro impulsador de cultura y de fe, para Portugal y para todo el mundo; púlpito y cátedra y no sólo 'altar del mundo'; centro de oración por las intenciones de la Iglesia y de la sociedad, pero también laboratorio para preparar respuestas a los problemas que se recuerdan en la oración. Aquí deben converger el calor de la oración, la caridad del sacrificio ofrecido y la lucidez de la doctrina y de las propuestas sobre la persona humana y sus derechos, la vida y su defensa, la familia y la educación, la política y el Estado, la guerra, la solidaridad y la paz..." Don Armindo siguió hablando de María, de la evangelización de hoy, de la necesidad de los obispos de ser evangelizados...
A veces se oye decir que las vírgenes que se aparecen por doquier casi siempre tienen "mensajes de derecha". Don Armindo no se mete en eso, pero insiste en que de Fátima tiene que salir no un mensaje esotérico, lleno de secretos y curiosidades, sino un mensaje cristiano. No un mensaje fantasmagórico, sino intelectualmente honrado. No un mensaje alienante, sino que comprometa a resolver los problemas de este mundo. ¡Ojalá haya muchos obispos como don Armindo que se preocupen por la verdad y por un mensaje que sea cristiano!
Argentina. Denuncia de la corrupción. En una entrevista que publica la revista italiana "Jesús", Mons. Bianchi, de 67 años, afirma que "habría que revisar algo en nuestra predicación y en nuestra catequesis, que tal vez están poco atentas a la vida real. Se enseña la verdad de la doctrina católica, pero hay una serie de problemas –familia, trabajo, vida social– que no son suficientemente tratados".
Reconoce que "es posible que los obispos no seamos lo bastante incisivos al pedir al país un cambio profundo. El llamamiento a la conversión debe acompañar a la denuncia, porque está claro que la corrupción recibe su estímulo de lo alto. Cuando se ven personas de gran responsabilidad pedir o recibir comisiones ilícitas para hacer o no hacer su deber es fácil pensar que los jóvenes deducen que la función pública sirve para el enriquecimiento o el poder personal, y de este modo se continúa transmitiendo la enfermedad que debilita toda la convivencia social".
Mons. Bianchi cree que las intervenciones de la jerarquía "son oídas con atención y respeto, pero que sean seguidas depende, pues también en Argentina está creciendo el secularismo, la indiferencia religiosa, y en este ambiente debemos anunciar una fe que traduzca en obras, en vida, lo que Cristo enseña sobre la dignidad del hombre".
Califica de "falsa" la versión según la cual la Iglesia patrocinó o bendijo el régimen de los militares, pero reconoce que "no hicimos todo lo que podíamos hacer, por excesiva prudencia o ingenuidad, pensando que podían bastar nuestras exhortaciones para que la situación volviera a la normalidad". En aquel período "la Iglesia no perdió credibilidad porque muchos de sus miembros salvaron vidas. El pecado de la jerarquía fue el de no haberse dado cuenta de todo lo que estaba sucediendo". El cardenal Primatesta, la mayor autoridad argentina durante la dictadura, lo dijo con mayor claridad y sin excusas: "ninguno de nosotros puede afirmar que desconocía lo que estaba pasando".
Alemania. Tensión Obispos–Vaticano. Según la legislación alemana las mujeres que deseen abortar pueden hacerlo dentro de los primeros doce meses, pero presentando un certificado de que recibieron asesoramiento y fueron informadas de otras alternativas. Pueden elegir a un asesor de la Cruz Roja, de organismos de planificación familiar o del Estado, o de la Iglesia católica (que dirige 269 centros). Esta práctica ha sido apoyada durante años por los obispos alemanes, pues es una posibilidad de orientar moralmente en tema tan delicado.
En mayo del año pasado, sin embargo, todos los obispos titulares alemanes fueron llamados a Roma. Ahora, se sabe que Juan Pablo II ha dirigido una carta sobre el tema al episcopado alemán. En su "petición urgente" dada a conocer el 27 de enero, el Papa dice que la firma de los certificados equivale a otorgar permiso para abortar, práctica condenada y repudiada por la Iglesia Católica. La oficina de prensa del Vaticano dijo que el Papa comprende los argumentos a favor de esa práctica, pero estima que a la postre la emisión de esos certificados "empaña la claridad" de la posición eclesiástica contra el aborto. "Es obvio que las instituciones eclesiásticas no pueden hacer nada que en forma alguna justifique el aborto".
Muchos obispos alemanes no están de acuerdo con esa evaluación de las consultorías, pero, tras una reunión de dos días en un monasterio en Baviera y bajo la presión del Vaticano, insistieron en que obedecerán. Sin embargo, indicaron que los grupos católicos pueden disfrutar del actual sistema hasta que sea encontrada una alternativa que les permita seguir brindando asesoramiento efectivo. "No se puede cambiar un sistema de la noche a la mañana", dijo el presidente de la Conferencia Espicopal, monseñor Karl Lehmann.
Las reacciones no se han hecho esperar. Cáritas, el brazo social de la Iglesia católica que aporta los asesores en los casos de aborto, sostiene que las mujeres inclinadas a esa práctica acudirán a otros medios, si Cáritas no puede extender los certificados. Asimismo, la organización reformista católica alemana "Movimiento de la Iglesia del pueblo" apeló a los obispos a seguir manteniendo la presencia eclesiástica en los dichos centros. Representantes de todos los partidos políticos y la presidenta del Parlamento federal, la democristiana Rita Schmuth, instaron al episcopado a mantener el asesoramiento a las mujeres embarazadas.
El Comité central de los católicos alemanes, la principal organización seglar de Alemania, afirmó que defiende la presencia de católicos en los 269 centros para aconsejar a las mujeres embarazadas sobre la posibilidad de continuar con la gestación. La nota señala que los consejos proporcionados por los asesores católicos "han salvado miles de vidas de niños. Y afirma que, en el caso de que la carta del Papa exija a los obispos prohibir la participación de católicos en dichos centros, se deberá "encontrar el camino" para seguir con esas asesorías. El cese del programa de certificación pondrá también en peligro el consenso político alemán en este campo social, en el que la Iglesia Católica y el Estado colaboran estrechamente.
Por su parte, el teólogo suizo Hans Küng, profesor de la Universidad de Tübingen, aconsejó a los obispos alemanes que no se sometan a las presiones del Vaticano. En un artículo publicado al día siguiente considera que "este conflicto en torno a los certificados sobre el aborto es sólo un síntoma más de la brecha que existe entre el papa y el pueblo católico. Sólo una mínima parte de los católicos en todo el mundo siguen las indicaciones morales del Pontífice", escribe Küng, quien en 1980 tuvo que dejar su cátedra de teología católica al cuestionar el dogma de la infalibilidad papal.
La culpa de esa crisis de autoridad, prosigue, no la tiene sólo Juan Pablo II, sino que es una consecuencia del absolutismo papal que "empezó a imponerse en el siglo XI con Gregorio VII y se fortaleció con el antimodernismo de los siglos XIX y XX". Agrega que ese absolutismo papal "no tiene ningún fundamento ni en la Biblia ni en la tradición cristiana del primer milenio". Piensa que de esa crisis de autoridad sólo se puede salir quebrando el absolutismo papal para lo cual sugiere un nuevo concilio.
La Iglesia católica, en preparación al Jubileo, está convocando sínodos continentales.
Por un lado, es una ocasión de tomar el pulso social y eclesial de los diferentes continentes, y, por otro lado, es una experiencia más o menos frustrada por la centralización y la falta de poder de decisión con que los sínodos se vienen programando.
América realizó su Sínodo –para toda América por primera vez– del 16 de noviembre al 12 de diciembre. El balance no es excesivamente optimista; primero, porque estos sínodos vienen como prefabricados y son simplemente consultivos; segundo, porque la misma preparación de este Sínodo suscitó poco entusiasmo y posibilitó muy poca participación; y finalmente porque el sínodo se cerró bastante a la opinión pública. Valió, posiblemente, como encuentro eclesial de las dos Américas.
Flota en el aire de nuestra América Latina, como un amargo interrogante, la sospecha fundada de que ese tipo de sínodos podría significar el fin de nuestras Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano en la línea de Medellín, Puebla y Santo Domingo.
Sigue creciendo el movimiento internacional "Somos Iglesia" con sus reinvindicaciones –sensatas y evangélicas, a mi modo de ver–, para la reforma de la Iglesia católica, en el espíritu del Vaticano II y como respuesta a la hora histórica que nos desafía.
Van siendo muchas las manifestaciones de ecumenismo, en nivel más de base o también de cúpula, dentro de una cierta paralización del ecumenismo, que muchos lamentamos en estos últimos años. La II Asamblea Ecuménica Europea, en Graz, Austria, del 23 al 29 de julio último, fue la expresión de ese ecumenismo, entre ilusionado y tenso. Esperanzadamente, Brasil se prepara para realizar en el año 2000 una "campaña de la Fraternidad" ecuménica, que ojalá sea la primera de una serie ya ininterrumpida de campañas ecuménicas.
La XIII Asamblea General de la CLAR, Confederación que agrupa a más de 130.000 religiosas y religiosos de América Latina y El Caribe, ante el desafío del cambio de época no ha querido caer en la tentación de cambiar de paradigma, y se ha propuesto dinamizar "con audacia evangélica, desde la experiencia de Dios y desde una renovada opción preferencial por los pobres, la vida consagrada de América Latina y el Caribe, para que sea señal profética de esperanza".
Nuestro Brasil no se queda atrás en la efervescencia alternativa de esta hora.
La Marcha de los sin tierra, con más de 30.000 personas, invadió la explanada de los Ministerios de Brasilia el 17 de abril último, primer aniversario de la masacre de Eldorado dos Carajás, en la mayor manifestación por la reforma agraria en la historia del país. Con esa ocasión, el instituto IBOPE publicaba el resultado de sus investigaciones, según las cuales el 85% de la población brasileña apoyaba las ocupaciones de tierra, el 94% consideraba justa la lucha del MST por la reforma agraria. A su vez, la XI Asamblea Nacional de la CPT, celebrada en agosto, proclamaba que la tierra es "derecho y utopía", y que "es más que tierra" la tierra, en su complejidad fecunda de hábitat familiar, productivo, cultural, religioso. El centenario de Canudos ha reavivado en todo Brasil la conciencia de la causa nordestina, como lucha, política y religiosa, por la tierra, por la participación popular y por la organización comunitaria.
En el mes de julio Sao Luis do Maranhao acogió la IX Semana Social Brasileña, que propugna el rescate de todas las deudas sociales mayores y quiere "contribuir a que la celebración del jubileo del año 2000 tenga una dimensión social, rescatando la esperanza y el sentido profético de la denuncia y del anuncio".
El tercer Grito de los Excluidos se ha celebrado en todo el país con una participación verdaderamente masiva, bajo el lema de este año "Queremos justicia y dignidad", y esgrimiendo el cartón rojo y los pitos de protesta contra el sistema. Este grito, que se viene realizando en Brasil anualmente desde el 95, se realizará en 1999 a nivel continental.
El Consejo Indigenista Misionero, CIMI, ha celebrado en el 97 sus 25 años de lucha al lado de los Pueblos Indígenas. Su XII Asamblea Nacional, del 1 al 5 de diciembre, ha recogido la evaluación de la "caminhada" de todos los regionales, y en un manifiesto final ha denunciado especialmente la no–demarcación de las tierras indígenas, o la violación de las mismas por empresas y proyectos; la pretendida tercerización de la acción indigenista oficial que permitirá al estado lavarse las manos en esta causa; y también la agresión fundamentalista de ciertas misiones religiosas.
En la perspectiva del Jubileo y ante la conmemoración de los 500 años de evangelización de Brasil –en el año 2000 precisamente– el CIMI renueva sus compromisos con una evangelización orientada por el reconocimiento de la autonomía de los Pueblos Indígenas, por el diálogo y por la solidaridad; exige que el Congreso Nacional reformule el estatuto de los Pueblos Indígenas, con la participación protagonista de esos mismos Pueblos, y convoca a todo el Movimiento Popular y a todas las Iglesias a un "pacto de compromiso" efectivo con la Causa Indígena de Brasil y de todo el Continente.
A los 25 años del llamado "Medellín amazónico", que fue el Encuentro de Santarém, se ha realizado en Manaus, del 14 al 18 de septiembre, la Asamblea Extraordianaria de los regionales Norte–I y Norte–II de la CNBB, que han lanzado un documento con este título tan evangélico: La Iglesia se hace carne y monta su tienda en la Amazonia.
La ciudad de Goiás convocó en noviembre, con ocasión del Día Nacional de la Conciencia Negra, el encuentro Xiré Iriti Lona (que en lengua Yorubá quiere decir "encuentro en el camino de la esperanza") sobre pluralidad cultura y educación; expresión de la conciencia, la cultura y la organización negras.
La Pastoral del Niño destaca en su evaluación la actuación de más de 82.000 líderes voluntarias/os. Esa pastoral, que ya fue propuesta incluso para el premio Nobel de la Paz, está presente en más de 22.000 comunidades rurales y urbanas. Y durante un solo trimestre atendió a más de 3.135.000 niños/as menores de seis años. (Continuará).