Carta a las Iglesias, Nº 397, 1-15 de marzo, 1998

 

Rutilio Grande, protomártir y precursor

 

1. Rutilio Grande, protomártir

La historia de violencia y el montón de muertos de los últimos años de El Salvador casi hacen olvidar el recuerdo de uno más que desapareció hace ya años. Esto mismo, no obstante, confiere a la memoria de Rutilio un relieve y una perspectiva particular y lo constituye el primero de esa larga procesión y nube de testigos.

Al recordar a sus hermanos jesuitas de la UCA, asesinados doce años después de él, designaban a Tilo como proto-mártir, primer mártir. Es el nombre que dan a Esteban, uno de los siete diáconos de la naciente Iglesia cristiana, al morir apedreado a manos de los judíos fanáticos. Con la muerte de san Esteban se desata la persecución y la dispersión de la primera comunidad de Jerusalén (Hech 6 y 7). De ahí el nombre de protomártir.

Rutilio Grande, el P. Tilo, que dirán sus campesinos y conocidos, es el primer salvadoreño, sacerdote, jesuita, mártir notorio, que el 12 de marzo de 1977 abre la procesión de cristianos -mujeres y hombres-, docena y media de sacerdotes... ¡y un arzobispo! Más allá de la prioridad temporal, la preeminencia de Rutilio se debe a que su vida y su muerte desató una historia que fue generando acontecimientos realmente nuevos en el país y en la Iglesia, hasta transcender como nunca, más allá de las fronteras de El Salvador.

La muerte de Rutilio afectó, en primer lugar, a Monseñor Romero. Acaeció cuando apenas hacía tres semanas que Romero había tomado posesión como nuevo arzobispo de San Salvador. Sin embargo, contra todo pronóstico humano, supo leer y descifrar la muerte de Rutilio como verdadera interpelación de Dios. Y adoptó con su Iglesia tales decisiones que sorprendió a todos. Fue realmente novedad inesperada. Para los pobres y las mayorías, buena-nueva; para una minoría endurecida, nueva que causaba desazón. De esta suerte, la vida de la Iglesia -y del país- quedaría marcada con un antes y un después de la muerte de Rutilio.

En segundo lugar, en la larga lista de los cristianos que dan su vida cruentamente después de Rutilio, nos encontramos con que éste tuvo relaciones cercanas e influyó no poco en un gran número de los perseguidos y asesinados sin nombre, y desde luego en los más notorios y significativos de los que se han ido salvando del anonimato.

Están, ante todo, los "innumerables seguidores del Evangelio" de la ciudad mártir de Aguilares que diría el propio Monseñor Romero a los tres meses de la muerte de Rutilio. La persecución y la muerte se cebaron en la parroquia de Aguilares como quizá en pocas del país. Hoy, después de quince años, varios de los cantones de la misma presentan una visión alucinante y desoladora. Quien frecuentó esos cantones y vivió en ellos cree ahora que camina por parajes desconocidos. La vida desapareció de aquellos campos.

Sus habitantes tuvieron que dispersarse, murieron muchísimos. Entre ellos los más allegados a la parroquia y a Rutilio. Como en la persecución de la primitiva Iglesia.

Calculan que de los responsables de la pastoral parroquial siguieron la misma suerte de Tilo de un 75 a 85 por ciento. Hay listas de nombres entre ellos insignes: Ticha, Félix, Polín, Cheque, Chanito, Miguel, Cirilo, Juan, Salomé... Chus, el hombre del evangelio, como lo bautizó Monseñor Romero. Pero la mayoría constituyen el pueblo mártir, anónimo, sin rostro, el verdadero siervo sufriente de Yahveh de este pueblo crucificado.

De la docena y media de sacerdotes asesinados, todos eran no sólo conocidos, sino que la mayoría eran compañeros o discípulos de Rutilio. Octavio Ortiz, Neto Barrera, Alirio Macías, Rafael Palacios, Alfonso Navarro... tuvieron a Grande por formador en el Seminario San José de la Montaña y luego como amigo cercano y ejemplar sacerdote apreciado y muy querido.

Mucho en vida, en amistad y en muerte unió a Tilo con los mártires jesuitas de la UCA. Varios de ellos habían sido compañeros de trabajo en el Seminario y en El Externado, y con ellos mantuvo Rutilio una relación estrecha cuando estuvo en Aguilares.

El asesinato de Rutilio y sus dos campesinos marca una inflexión importante en la historia del país, en la vida de la Iglesia salvadoreña y también en los jesuitas de esta región de Centroamérica. Por ello podemos hablar de Rutilio como protomártir.

2. Rutilio Grande, precursor

Cuenta el evangelio que Jesús vio en el arresto de Juan el Bautista, la señal y el momento preciso para tomar el relevo y comenzar su misión (Mc 1, 14). El Bautista fue el Precursor, el Preparador de los caminos del Señor según la tradición de los evangelios.

La figura del Bautista fascinaba a Rutilio. El llamó preparadores a una treintena de sus mejores delegados que tenían como tarea y misión patear muchos caminos y veredas para visitar comunidades, animar a otros delegados, juntarse con las gentes para "preparar los caminos del Señor".

Hacer camino en las comunidades era la tarea de los delegados preparadores. ¿Cuál debería ser su gran alegría? La mística y el lema de Juan Bautista: es necesario que él crezca y yo disminuya (Jn 3, 30). En el despertar campesino y del pueblo, por muy evangélico que fuera, sabía Tilo muy bien que la tentación de caciquismo siempre estaba al acecho. Por eso fijó el lema del Bautista por las paredes de los locales parroquiales. Que el otro crezca, que la comunidad se fortalezca, que el pueblo recupere vida y esperanza. Esa sería la piedra de toque y el criterio del auténtico liderazgo evangélico a través del servicio pastoral.

Monseñor Romero, durante sus tres años de servicio eclesial al frente del arzobispado, será el ejemplo eximio con su vida, en sus homilías... La carta pastoral sobre Las organizaciones populares constituye sin duda en su formulación un hito del quehacer eclesial más allá de nuestra Iglesia. Para que "el tan salvadoreño ¡primero Dios!" sea realidad y no mero mate retórico, todo poder, saber y tener -lo que confiere autoridad mundana- debe subordinarse a las mayorías populares empobrecidas y sin voz. Romero tenía este principio asimilado abstractamente, pero antes de la muerte de Rutilio, excluía con facilidad de esa tentación y pecado a la institución Iglesia, a su jerarquía, a la nunciatura y, por supuesto, a los dictados de Roma.

Tras la muerte de Rutilio, Romero empezó a historizar aquel principio, encarnándolo y viviéndolo desde los pobres, los sin voz ni vez, ¡los sin poder! A uno y otro les implicó problemas, conflicto, persecución y, en definitiva, la muerte. Por más que sólo los de perverso corazón pudieran tildar tanto a Romero como a Rutilio de poco eclesiales o antijerárquicos, o simplemente contrarios a la autoridad, ellos nunca fueron "contras" de nadie, sino que sencillamente estuvieron a favor del pueblo y de las mayorías pobres y desposeídas, únicos privilegiados y predilectos para Dios.

Rutilio, al igual que el Bautista en relación a Jesús, también fue precursor. En su caso lo fue de Monseñor Oscar Arnulfo Romero en muchísimos aspectos: su deseo evangelizador, su sensibilidad hacia los pobres y sencillos, su preocupación pastoral, su fuerza profética, su hambre y sed de justicia, su alegría y esperanza al comunicar la buena nueva de Jesús, su estilo de entregar la vida para resucitar y dar así vida al pueblo.

(Extractado de S. Carranza, Romero-Rutilio. Vidas Encontradas, UCA Ed., pp. 17-22)

 


 

Intereses económicos e intereses políticos en El Salvador.

El conflicto en el Seguro Social

 

Poder económico y poder político

La "desmilitarización" de la sociedad salvadoreña, buscada por los Acuerdos de Paz, se inició con el ascenso del militarismo en los años 1930-1932. La misma, sin embargo, sólo fue posible por un pacto entre el estamento militar, las élites económicas y la Iglesia. La "triple alianza" funcionó bien hasta que un sector de la Iglesia –a iniciativa de Mons. Luis Chávez y González—comenzó a hablar de la necesidad de la organización campesina.

Aunque el interés de Mons. Chávez y González apuntaba a la organización cooperativa, el bloque de poder comenzó a resentir una fisura que, con el arribo de Mons. Oscar Arnulfo Romero, se transformó en una ruptura de enormes consecuencias en la historia política del país. Uno de los aliados –la Iglesia (un sector de la misma)-- terminó por convertirse en un enemigo al que no sólo había que denigrar, sino también exterminar.

1992 trajo consigo el quiebre de una alianza que dominó la historia de El Salvador desde 1930-1932. Esta nueva dinámica comenzó a gestarse cuando, en los círculos de poder económico, surgió la idea de forjar un partido que pudiese hacerse del control del aparato estatal. Si antes los militares habían cuidado de los intereses de las élites económicas, era el momento de que éstas lo hicieran por sí mismas, con una institución representativa de sus intereses y con miembros surgidos de su propio seno.

Esta fue la concepción que animó el nacimiento de ARENA como partido político -una vez que sus raíces escuadroneras cedieron su lugar a las opciones políticas-; es decir, se trató -y se trata- de un partido corporativo en el cual los círculos de poder económico quieren ver resguardados sus intereses particulares. Con ARENA cooptando importantes espacios de poder en el Estado, los grupos empresariales más poderosos han visto resguardados sus intereses económicos. Una vez más gozan del proteccionismo gubernamental del que tanto han dependido a lo largo del siglo XX.

El problema, por un lado, es que con sus presiones y exigencias amarran a ARENA, haciéndole difícil gobernar para todos los salvadoreños. Ciertamente, el partido fue fundado con unas miras bien delimitadas, pero una vez que este tomó las riendas del país ha debido ir más allá de las mismas, lo cual no ha hecho dado el peso que tienen en su interior las opciones particulares. Por otro lado, los grupos empresariales se han atado a ARENA, sometiendo su autonomía a los cálculos políticos del partido. Es decir, los empresarios no dan muestras de querer (o poder) negociar alternativas de gobierno que no sean las que provienen de ARENA, aunque aquellas pueden hacer más viable el desarrollo global del país. Y ello por los lazos corporativos que los vinculan a ARENA: según ellos, este es el único partido capaz de resguardar sus intereses y, en consecuencia, tienen que rendirle la más absoluta fidelidad.

Mientras los intereses económicos no se desliguen de los intereses políticos -mientras exista ese entreveramiento indecifrable entre los mismos- los grupos empresariales no van a poder reivindicar su capacidad de negociación con otras opciones políticas y el partido ARENA se va a ver imposibilitado para gobernar con una visión de nación.

Conflicto en el ISSS: las trampas del diálogo

No sin razón puede afirmarse que, desde la firma de los Acuerdos de Paz, el pesimismo y la apatía por la cosa social han encontrado un terreno fértil en la sociedad salvadoreña. Ya sea por efecto de la guerra o porque el nuevo escenario democrático no es lo suficientemente atractivo como para llamar a los ciudadanos a sumir el papel que en la actual trama les corresponde, la participación social -en todo su amplio abanico de concreciones, irreductibles, por supuesto, a la simple emisión del voto- es un fenómeno en franco proceso de extinción. Se habla aquí, evidentemente, de participación cualitativa; de participación que busca consciente y racionalmente generar cambios en la estructura social.

Ciertamente, el diálogo y la concertación son ingredientes esenciales de la participación ciudadana, pero no la agotan. Existen circunstancias en las que el diálogo o es imposible a priori o se empantana en discusiones estériles y dilatorias; en las que la concertación pretende más esquivar la conflictividad que resolverla. En el actual contexto, en el que sesudos analistas afirman poseer la antorcha con la que se alumbrará el camino para salir de la minoría de edad, en el que comulgar con un ideal de sociedad ya definido es condición sine qua non para ser un ciudadano racional, el diálogo y la concertación parecen estar más orientados a mantener lo obtenido que a potenciar nuevos cambios.

Se enfatiza demasiado en la opción del diálogo y la concertación, sin atender a sus resultados. En una tendencia que se acentúa cada vez más, se llama a participar en un diálogo que más que ser operativo se convierte en justificación de opciones y decisiones ya tomadas. Entre los puntos de discusión ya definidos e incuestionables y los resultados ya planeados de antemano, el diálogo es el intermedio destinado a aplacar la culpa en las consciencias democráticas de los participantes.

Se ha perdido de vista que en la participación ciudadana las acciones de hecho -ahora demonizadas-, siempre que en ellas opere la razón, pueden ser un mecanismo adecuado para producir el cambio. Al margen de la acción violenta, principios como el de la desobediencia civil, llevados a la práctica por Thoreau y Gandhi, han mostrado sus potencialidades de cambio social una vez que el diálogo ha fracasado o se ha vuelto inoperante.

En los juicios que se hicieron sobre la huelga de labores convocada por el Sindicato de Médicos Trabajadores del Instituto del Seguro Social (SIMETRISSS), pesó sobremanera esta falsa noción de participación social. A pesar de que las negociaciones entre los médicos y la directiva del ISSS se mantuvieron durante nueve meses sin ningún resultado concreto, en gran medida debido a la actitud de la directora de la institución y pese a que las exigencias de SIMETRISSS estaban orientadas a mejorar las atribuladas condiciones de atención del Seguro Social, no se dudó en condenar la acción de los médicos.

Aunque algunos medios sólo hicieron énfasis en las exigencias salariales de los médicos, pretendiendo con ello reducir el asunto a una simple cuestión de ambición desmedida, no puede desestimarse que esa no fue la única de las exigencias contenidas en el documento presentado a los directivos del ISSS. Además, debe tomarse en cuenta que una de las razones por la cuales el diálogo se empantanó fue la petición de los médicos de que el Seguro Social se abriera a un proceso de contabilidad que verificara la adecuada asignación de recursos financieros.

Difícilmente puede afirmarse que el recurso de la huelga fue la primera opción de SIMETRISSS para lograr que se escucharan sus peticiones; en especial si se observa que el primer paro de labores (29 de enero) sólo se dio después de siete meses de infructuosa negociación. Aún más difícil es calificar de irracional su accionar, cuando es precisamente la irracionalidad que ha imperado en el Seguro Social la que los médicos han pretendido superar.

Ahora bien, sería desatinado negar tajantemente que tras esta pretensión de SIMETRISSS de perseguir el bien común de los asegurados pudieron estar presentes intereses muy particulares. Sin embargo, si para que hubiera una manifestación social en contra de las condiciones bajo las que opera el Seguro Social, hubiese que esperar la iniciativa de los asegurados, es indudable que la fecha del cambio se habría programado ad calendas graecas.

A pesar de todos los peros que se puedan poner, la movilización social de SIMETRISSS, incluso con la cuota de sacrificio que impuso a los asegurados, fue una de las más prometedoras que se han dado a lo largo de este año y el anterior. Principalmente, porque en ella se expresó lo que pretende ser sepultado con discurso y retórica democrática: una actitud racionalmente beligerante que no se ve satisfecha con el mero hecho de dialogar. La huelga terminó, pero las situaciones que la originaron todavía persisten; corre por cuenta de las autoridades del Seguro Social, en comunicación constante con los médicos, comenzar a resolver los problemas más graves.

 


 

Rutilio y Romero profetas de la esperanza

 

Mantener la esperanza en tiempo de guerra no era tarea fácil como tampoco lo es hoy; sin embargo, el Padre Rutilio y Monseñor Romero animaron a buscar soluciones pacíficas y justas a las circunstancias históricas en las que les tocó vivir. En efecto, Monseñor Romero en medio de conflictos animó y alentó a sus ovejas ante el asesinato del Padre Rutilio y aun en medio del dolor de pastor dio esperanza, afirmando que "el amor del Señor inspira la acción de Rutilio Grande... Quienes lo escuchamos, quienes compartimos los ideales del Padre Rutilio, sabemos que es incapaz de predicar el odio, que es incapaz de azuzar la violencia. El Padre Rutilio, quizás por eso Dios lo escogió para este martirio, porque los que le conocimos, los que lo conocieron, saben que jamás de sus labios salió un llamado a la violencia, al odio, a la venganza. Murió amando y sin duda que cuando sintió los primeros impactos que le traían la muerte, pudo decir como Cristo también: 'perdónalos, Padre, no saben, no han comprendido mi mensaje de amor'".

El recordar agradecidamente a dos personas excepcionales de nuestra historia, nos lleva también a mantener viva la memoria histórica de nuestro país y de nuestra Iglesia, en estos tiempos en que el clamor de los pobres no es normalmente escuchado. El principio de que "sin memoria histórica no hay identidad" es válido. Esta memoria histórica genera mucha esperanza y luz en el camino. Genera también verdad que hace que la vida sea auténtica. Por esta razón es sano, a veintiún años del martirio del Padre Rutilio y a dieciocho del de Monseñor Romero, recordar para nuestro bien personal, social y eclesial las palabras "de verdad" que Monseñor Rivera en marzo de 1994 pronunció y que es bueno rescatar para el presente y el futuro de nuestra sociedad (especialmente en este año que ha sido declarado el año de los valores): "lo quieran o no, la sombra de este crimen sacrílego (refiriéndose a Monseñor Romero) persigue a quienes, aun después de catorce años siguen impenitentes idolatrando al hombre que quiso resolver los problemas de El Salvador a sangre y fuego".

El recordar agradecidamente al Padre Rutilio y a Monseñor Romero es un deber de justicia para los que todavía peregrinamos entre las angustias y las esperanzas de nuestro mundo. Recordamos, no para quedarnos en el pasado sino para ver con esperanza el presente y sobre todo para constatar cómo sus vidas siguen inspirando y generando bondad en una sociedad deshumanizada, convirtiéndose de esta manera en referente obligado para todos los que con corazón sincero trabajan por un mundo en justicia, paz y solidaridad.

Si bien es cierto que el Padre Rutilio se convierte en el proto-mártir de la Iglesia salvadoreña, también lo es que le siguen una multitud de gente buena que pasaron haciendo el bien y que fueron perseguidas y asesinadas por las mismas causas que provocaron la muerte de Jesús: "denunciar las injusticias de este mundo y anunciar la buena nueva y la liberación a los pobres". La muerte del Padre Rutilio Grande es consecuencia de su compromiso coherente con la causa de Jesús. Y ante esta realidad Monseñor Romero afirmaba: "mal estaría la Iglesia si no mezclara su sangre con la del pueblo". Por un lado Monseñor Romero agradecía a Dios el tener mártires en su Iglesia, pero por otro lado sentía el dolor en carne propia. Desde su corazón de pastor afirmó con profunda convicción y honradez que "con este pueblo no cuesta ser buen pastor".

Que este recuerdo nos siga engendrando esperanza y firmeza en estos tiempos en que aumenta el silencio profético y la falta de compromiso y en que tan necesarias son las entrañas de misericordia para con los que sufren.

 


 

Un cuento que conmueve

 

Un cuento les voy a contar

y como de Monseñor Romero se trata,

muy bonito será,

y segura estoy les gustará.

 

El 15 de agosto de 1917, día de la Transfiguración del Señor, nació un niño en Ciudad Barrios, un pueblecito del Oriente del país, en un hogar humilde y sencillo donde siempre se confiaba en el Señor Jesús. Oscar Arnulfo por nombre le pusieron. Ese niño sencillo y bondadoso, del campo disfrutaba. Lo contemplaba maravillado, palpaba su belleza y por todo eso a Dios bendecía.

Obediente y sumiso con sus padres, hasta mandados les hacía. Cuando mucho tardaba lo salían a buscar. Muy pronto cuenta se dieron del lugar que frecuentaba. El niño campesino la iglesia visitaba, donde Cristo se encontraba y lo esperaba también.

Sereno, tranquilo y con mucha devoción al Cristo escuchaba, rara vez él hablaba, pero de vez en cuando murmuraba: "Sí, Señor Jesús". El niño fue creciendo, y también en sabiduría que le hacía amar al Cristo con más intensidad…

El tiempo pasaba y cada vez que al Cristo visitaba la felicidad lo envolvía. Un día de tantos, arrodillado estaba y un llamado sintió. El Cristo le dijo: "Toma tu cruz y sígueme. Yo te indicaré el camino a seguir. Te advierto que en él encontrarás sendas de rosas, pero espinas también que inmenso dolor te causarán".

La felicidad lo embargaba, obediente y con firmeza le respondió: "Sí, Señor Jesús. Yo tomaré la cruz que me ofreces", y las gracias le dio. Dejando estelas en el caminar de su sacerdocio por sus méritos a obispo llegó, para luego convertirse en el IV Arzobispo de El Salvador. El gran "Oscar Arnulfo Romero y Galdámez".

La muerte de su amigo Rutilio, sacerdote también, lo conmovió de tal manera que en profeta se convirtió. La misión de arzobispo fue como las estaciones de un Vía Crucis. Cada estación le fue enseñando que no sólo era un arzobispo, sino también el Pastor de muchas ovejas extraviadas.

El Arzobispo Profeta en el púlpito de la Catedral se inició. La Catedral se llenaba y hasta aplausos se oían –no sólo de su pueblo–, de extranjeros también que desde lejanos países venían, atraídos por conocer y oir al profeta que desde su púlpito con fuerza y valentía reclamaba la justicia y la compasión para su pueblo querido y crucificado, que seguía siendo perseguido y masacrado con odio y con más furia. Su corazón se desbordaba, clamando por el respeto a la vida de sus hermanos, por la dignidad perdida de los hombres, mujeres y niños, que seguía siendo vilmente pisoteada. Y una y mil veces repetía: "la vida es el don más preciado de Dios, sólo a Dios le pertenece", por eso: les pido, les suplico y les ordeno "dejen de matar!".

Su calvario fue largo y doloroso como el de Cristo Jesús.

En sus prodigiosas homilías nos exponía su admirable teología que nos enseñaba cómo amar a Dios sobre todas las cosas, a su Madre, la Virgen María, y a nuestros hermanos en Cristo Jesús.

Los fariseos en su teología se fijaron, pero no en que a conversión los llamaba. Nunca aceptaron que la Iglesia siempre dispuesta estaba a denunciar la injusticia, la opresión y persecución, y no dejará nunca de ser "la voz de los sin voz". "Yo amo a los pobres, decía, y Cristo se identifica con el sufrimiento de nuestro pueblo, por ello la Iglesia es la de los pobres y marginados". Ellos eran los que la Catedral llenaban y cuando se despedía y la mano les daba, lo hacía con su sonrisa habitual, con ternura y compasión que siempre tuvo para su pueblo querido. A los ricos nunca despreció y muchas veces les decía: "Si no se hacen pobres en el corazón, no podrán entrar en el reino de los cielos". Por supuesto, ellos se indignaban porque sus denuncias a su modo las interpretaban. Las comentaban con furia, acrecentando más su odio y sólo callarlo deseaban.

En cambio él, con su bondad, amor, entrega y preferencia por los más necesitados, a su pueblo conquistó. Compartía con ellos su alegría, su esperanza y su confianza en Dios.

En verdad, fue un hombre de oración, sencillo, humilde y sobre todo muy humano. Su amor a Dios y a su Madre Santísima era muy profundo. Amaba a los más necesitados, lo cual lo manifestó de muchas maneras. Su compasión y comprensión hizo acogerlos y darles refugio para cuidar de que nada les faltara. Quería conseguir para ellos una vida digna, una vida de persona, una vida como verdaderos hijos de Dios.

Por ello tomó muy en serio la parábola del Buen Pastor. Muchas veces nos contaba que sus ovejas y su pueblo le habían enseñado mucho y emocionado repetía: "Con este pueblo no cuesta ser buen pastor". Consideraba que era su obligación cuidar de sus ovejas y por eso con firmeza repetía: "Les ruego, les suplico, les ordeno en nombre de Dios, cese la represión". ¿Cómo olvidar a nuestro Arzobispo que dio su vida por amar a sus hermanos?

Acusaciones le llovían, lo tildaban de que hacía política. Lo que realmente hacía era denunciar la represión y persecución que efectuaban con tanta barbarie. Como profeta anunció que todo eso podría convertirse en una guerra. Decían que era manipulado por… Lo cierto es que fue manipulado por Dios. "Fue un enviado de Dios para salvar a su pueblo". Dios lo guió siempre, El mostró su camino, "el camino de la cruz". Comprensión no había para él. Todo se lo tomaban a mal… Por ejemplo, se indignaban cuando decía "Iglesia de los pobres", y por su opción por los pobres. ¿Qué tristeza verdad? Qué poco conocían los Santos Evangelios, pues el Señor Jesús mostró siempre su preferencia por los más necesitados, mutilados, leprosos, sordomudos y ciegos, curándolos. Y para darles la esperanza les dijo: "Dichosos los pobres porque de ellos es el Reino de Dios. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados". ¿Por qué, entonces, ese escándalo? Si Monseñor Romero lo que hacía era pregonar los mensajes de Jesús y ponerlos en práctica, compadeciéndose de los sufrimientos de sus hermanos. Por eso en la Catedral se dirigía a ellos y les hablaba de la pobreza de Jesús. Lo hacía tan lindo que se sentían halagados y consolados. ¿Cómo se iba a dirigir a los ricos si ellos brillaban por su ausencia? Ellos cómodamente lo escuchaban en sus residencias ¡para después criticarlo!

Hizo repetidos llamados a la oligarquía para que compartieran sus bienes: "No idolatren las riquezas, no las salven de manera que dejen morir de hambre a los demás. Hay que compartir para ser felices... El cardenal Lorscheider me dijo una comparación muy pintoresca: "Hay que saber quitarse los anillos para que no les quiten los dedos". Creo que es una expresión bien inteligente (Homilía del 6 de enero de 1980).

Todos sabemos que la "Iglesia de los pobres" no es "exclusivamente de los pobres", pero fueron los pobres los que buscaban a Monseñor Romero. Ellos necesitaban a su Arzobispo, a su Profeta. Querían oírlo, saludarlo, abrazarlo y recibir su bendición. Su calvario se acrecentaba a medida que el tiempo pasaba, sufrió cuando maltrataban y mataban a sus sacerdotes, a sus amigos y a su pueblo. Su corazón se estremecía de dolor y por eso decía: "A mí me ha tocado sólo recoger cadáveres". Al mismo tiempo el odio hacia él crecía, lo amenazaban y silenciarlo querían… Cuando le decían que tuviera cuidado, él respondía: "no temo por mí, pero sí por los que me acompañan".

Suplicaba que no trajeran armas. El pensaba que las armas no solamente matan al cuerpo, sino también el alma, el corazón, los sentimientos y la razón. Y una vez perdidos los sentimientos y la razón, en bestias se convertirán. ¡Cuanta razón tenía! Nos saturaron de armas y ya ven con esas armas cómo se sigue derramando la sangre de nuestros hermanos. Nuestro Padre Celestial quiso mandarnos un profeta y lo hizo en la persona de Monseñor Romero. El nos hizo ver nuestros errores y nos llamaba a conversión, nos hablaba de mil maneras, con firmeza, con valentía y con mucho amor. El pedía justicia, perdón y reconciliación, pero en cambio lo hicieron sufrir mucho, lo amenazaron, llegaron a odiarlo y quisieron silenciarlo.

El día lunes 24 de Marzo de 1980, Monseñor Romero salió temprano como lo hacía siempre para cumplir con sus obligaciones de arzobispo y de pastor de su grey. Por la tarde del mismo día fue a Santa Tecla a buscar a su Padre espiritual para confesarse. Cuando venía de regreso, venía callado y rezando. Presuroso se preparó para celebrar la Santa Misa en la Capilla de la Divina Providencia. Inició la Santa Misa con mucha devoción y con la plegaria: "Yo confieso ante Dios Padre y ante vosotros hermanos que he pecado…". Luego, una homilía grandiosa y especial… Cuando llegó el momento de convertir el pan en cuerpo de Cristo y el vino en la sangre de Cristo, cayó fulminado a los pies del Cristo Crucificado. El asesino con un certero balazo, traspasó su corazón y su sangre brotó…

Su corazón grande y bondadoso que supo amar intensamente a sus ovejas más descarriadas. El vivió como Jesús y como El fue crucificado por haber amado, apoyado y defendido a los más pobres y haber denunciado a sus opresores. A pesar de las muchas amenazas, nunca creímos que lo harían, que llegarían a tal extremo. Pero sí fueron capaces y no les bastó el hecho cometido, sino además, sus asesinos y otras personas que lo odiaban, celebraron su muerte hasta con champaña en sus residencias.

Sin querer lo convirtieron en un Mártir y en un Santo, y no lograron silenciarlo. Asimismo, él no murió. Monseñor Romero vivirá por siempre y su voz fuerte y valiente será oída con más firmeza, llamando siempre a conversión, sobre todo a los corazones de quienes lo planearon, que lo odiaron tanto que lo mataron. Recuerdo cuando él dijo: "Mi muerte, si es aceptada por Dios, será por la liberación de mi pueblo y como una esperanza en el futuro". Nuestro Pastor no creyó en la muerte, creyó siempre en la resurrección. El nunca se quejó de su cruz, al contrario, todo lo hizo con amor. Ofreció su vida, supo dar el perdón y hoy ora por aquellos que no lo aceptaron como Pastor.

Martes 25 de Marzo. Mártir y Santo, nuestro querido Monseñor Romero yace dormido, no en la Catedral como le hubiera correspondido, sino en la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús. El único ruido que se escuchaba era el ruido del silencio… Un silencio profundo. Miles de personas silenciosas y tristes caminaban y esperaban su turno para brindar el último tributo a su Pastor.

El yacía sereno y rodeado de flores. Estaba silencioso. Su pueblo lloraba; turbado y triste, gemía. Se acercaba la semana Santa, el Domingo de Ramos. Llegó el día de sus funerales. El cuerpo de Monseñor ya se encontraba en Catedral. Pusieron su ataúd en la entrada de la iglesia. La gente lo aclamaba, cantaba y lloraba. Había un altar para concelebrar la misa. Llegaron muchos prelados, hasta de tierras lejanas, tomaron sus puestos y contemplaban conmovidos el gran espectáculo.

Comenzó la Santa Misa. En silencio reconocimos nuestros pecados; escuchamos el Santo Evangelio y comenzó la homilía; todos la oíamos con mucha devoción. De repente un fogonazo, un bombazo, tiros por doquier. Y aquel orden y devoción se convirtió en algo terrible, imposible de describir. Se entró el féretro a toda prisa y aquello se convirtió en un caos. La gente grita, corre buscando refugio; la Catedral se llena; las bombas siguen... Adentro hay calor, falta el aire. Hay golpeados y desmayados y hay muertos. Hay ruido, hay pavor, y Monseñor fue sepultado a toda prisa.

¿Qué pasaba afuera? ¿Quién había provocado todo esto? Las horas se nos hacían eternas. Vimos la muerte de cerca. Pedimos perdón y piedad al Señor. La confusión termina... Teníamos que salir. ¡Hubiéramos querido quedarnos con él! Monseñor se quedó solo en su Catedral. La plaza daba horror... Al día siguiente esa plaza estaba desolada, pero mostraba los estragos provocados por la horrorosa tragedia. No se conformaron con quitarnos a nuestro Arzobispo y Pastor. Además quisieron hacer de sus funerales un caos para confundir y acusar a otros de su alevoso crimen.

Han pasado los años y no han querido confesar ni arrepentirse de ese crimen tan horrendo. Investigaciones a fondo mostraron a sus asesinos intelectuales, pero ellos siguen dando el culto al principal causante de la muerte de Monseñor Romero.

Este es un cuento que conmueve. Otro día les contaré por qué lo he escrito.

Amuys

 


 

El Evangelio y el Dinero

Meditación cuaresmal

 

La vida cristiana y el dinero tienen gran relación, y no hace falta gastar mucha tinta en demostrarlo: basta leer el Evangelio. Las posesiones, los pobres, los ricos, salen multitud de veces. Probablemente es uno de los temas más frecuentes, como se ve en las citas que aportaremos.

Personalmente, Jesús vivió una pobreza extrema. A los discípulos más cercanos les pedía un tipo de vida parecido al suyo, para que se dedicaran con total libertad a la tarea del Reino de Dios. A todos los cristianos nos pide cierto grado de pobreza, una pobreza digna y solidaria.

Algunos textos del evangelio de Lucas

Recogemos a continuación las referencias a este tema del Evangelio de Lucas, entre los capítulos 3 y 19. Son un buen material para la reflexión.

Predicación de Juan Bautista: "El que tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna" (3, 11).

Tentaciones de Jesús: la primera se refiere al dinero y a las posesiones (4, 1).

Síntesis de la misión de Jesús: llevar la Buena Noticia de la liberación de los pobres (4, 18).

A los discípulos más cercanos: "Dejándolo todo, le siguieron" (5, 11.28).

Bienaventuranzas: "Dichosos los pobres" (6, 20).

Malaventuranzas: "¡Ay de ustedes, los ricos!" (6, 26).

El argumento dado a los emisarios de Juan Bautista: "a los pobres se les anuncia la Buena Noticia" (7, 22).

Parábola del sembrador: la mayor parte de la buena semilla se pierde porque la ahogan las riquezas y sus preocupaciones (7, 4–18).

A los misioneros que envía a predicar: "No lleven nada para el camino; ni bastón, ni alforjas, ni pan, ni dinero" (9, 3).

De sí mismo dice: "Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos; pero este Hombre no tiene donde reclinar su cabeza" (9, 58).

Parábola del hombre que amplió sus graneros para guardar sus enormes cosechas (12, 16–21): las riquezas no dan vida ni dicha.

A sus discípulos: "No se afanen por el dinero. Que hagan eso los no creyentes, se comprende. Pero ustedes busquen por encima de todo el Reino de Dios y su justicia; lo demás se les dará por añadidura" (12, 31).

"Donde está tu tesoro, allá está tu corazón. Así que no te dediques a amontonar dinero. Amontona otros valores que no se estropean ni los roban los ladrones" (12, 33). "Todo aquel de ustedes que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo" (14, 33). "Ganen amigos dejando el injusto dinero, para que les reciban en el Reino de Dios" (16, 9).

Parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro: muestra con quién está Dios (16, 19–31).

Al hombre rico, que había cumplido perfectamente los mandamientos y quería ser discípulo suyo: "Aún te queda una cosa: vende todas tus posesiones y reparte su importe a los pobres, que Dios será tu riqueza" (18, 22).

La conversión de Zaqueo, encuentro con Jesús y encuentro con el prójimo por medio de un gran desprendimiento económico: "La mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si a alguien le he sacado dinero, se lo restituiré cuatro veces" (19, 8).

No vamos a seguir porque estos pasajes son suficientes. En el evangelio de Mateo hay también muchos otros, y uno fundamental que no está en Lucas: "Tuve hambre y ME dieron de comer: tuve hambre y No me dieron de comer" (Mt 25, 31–46). El que quiera entender, que entienda.

Un susto tremendo

Estos textos producen un susto tremendo aun en personas de buena voluntad. No hablamos ahora de los que se ríen abiertamente de estas palabras; ni de otros, mucho más cínicos, que juntan con toda tranquilidad el Evangelio y las grandes riquezas, con justificaciones hipócritas. Hablamos de personas de buena voluntad, que quieren aceptar con sinceridad el Evangelio y desean realizarlo en su propia vida. Cuando leen esas frases se llevan un susto tremendo. Y es que no se dan cuenta de que el mensaje de Jesús encaja con la dicha más grande de todas, que es la solidaridad.

Este tipo de personas suele decir: "Palabra de Dios, sí; oración, sí; comunidad, sí; limosnas, incluso fuertes, también. Pero eso de compartir y ser pobre, eso es muy duro. El Evangelio es durísimo. Es imposible". El susto es monumental, y entonces se pueden oír preguntas como éstas: "Bueno, a mí díganme cuánto tengo que dar, y me quedaré tranquilo", decía uno. Otro comentaba: "y yo que pensaba cambiar el carro viejo por otro nuevo más grande…" Y un tercero: "Con eso del dinero y el Evangelio, ya me han metido la duda". "¿Y yo que me iba a cambiar de casa?". "¿Puedo comprarme un vídeo?". "Pero bueno –corta otra persona con energía–; el dinero ¿no es necesario y hasta bueno? A ver: ¿qué hacemos sin dinero?".

El dinero es necesario...

Efectivamente: que el dinero es necesario está a la vista de todos. Si uno quiere casarse, tener familia, dar estudios a los hijos, cuidar la salud, necesita dinero. Para una vida mínimamente digna, sin lujos, hace falta dinero. Pero hay más. La primera página del Génesis nos presenta al ser humano hombre y mujer, como dueño de todo el universo. Y pone en boca de Dios estas palabras: "crezcan, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen sobre los peces, las aves, y todos los animales… Les entrego todas las hierbas y plantas... (Gen 1, 28)". Es una invitación a desarrollar los recursos del universo en provecho del ser humano, a producir bienes.

La tarea de desarrollar la tierra de forma humana y construir un mundo habitable resulta ser, por lo tanto, una obligación religiosa; un deber puesto en el corazón del ser humano por el mismo Dios. ¿Dónde está el mal?

Efectivamente, los bienes económicos no sólo satisfacen nuestras necesidades, sino que nos dan libertad de movimiento; permiten disfrutar de muchas satisfacciones; facilitan los viajes y los estudios. Y, sobre todo, nos dan seguridad y desahogo ante el futuro. ¿Dónde está, pues, el mal?

Pero peligroso

Los bienes de esta tierra son necesarios y buenos, pero peligrosos. Y la misma Biblia que nos manda desarrollar los recursos de la tierra destaca repetidamente sus peligros. El Nuevo Testamento insiste en este aspecto, ya lo hemos visto. ¿Cuáles son esos peligros? Veamos dos de ellos.

• Primer peligro: idolatría y esclavitud. El ser humano necesita medios para vivir, pero puede acabar adorándolos y poniéndose a su servicio. Recordemos aquella consigna que debe acompañarnos toda la vida. "¡Matar a todos los dioses!". El primero de ellos es el dinero: se convierte en amo duro e implacable, que nos esclaviza y nos obliga a sacrificar los más altos valores. Por eso dice Jesús tajantemente: "No pueden servir a dos señores: a Dios y al dinero". No es un peligro exclusivo de los ricos, pues también los pobres pueden caer en la esclavitud del dinero en cuanto empiezan a conseguirlo. La idolatría del dinero acarrea la pérdida de la libertad.

• Segundo peligro: la injusticia contra el prójimo. El dinero esclaviza de tal forma que mueve a buscar más dinero, incluso a costa del prójimo. El ansia de dinero es la fuente principal de las injusticias, las opresiones, las explotaciones, el hambre, el retraso cultural, las guerras y hasta las dictaduras.

La revolución industrial produjo la miseria de los trabajadores en todos los órdenes. Actualmente asistimos, por la misma causa, a la depauperización del Tercer Mundo, el hacinamiento de millones de personas en los suburbios, las migraciones forzosas y otros muchos males. La crisis económica está produciendo, además, incluso en zonas desarrolladas, abusos tremendos en los contratos de trabajo, en los falsos expedientes de crisis, en las subvenciones, en los despidos, etcétera, etcétera. En un plano más individual, el dios dinero genera zancadillas, acusaciones, robos legales e ilegales, impagos, ganancias abusivas de ciertas profesiones y servicios...

No es acertado echar todas las culpas a las estructuras. Los males citados están también en los corazones de las personas. Muchos de los que gritan contra las estructuras tienen también corazón de explotadores. El Evangelio pide cambio de estructuras y cambio de corazones. El cambio personal es tan necesario como el cambio social.

Cuando Jesús habla de las "injustas riquezas" (Lc 16, 9), no se refiere al dinero adquirido injustamente, sino a todas las riquezas por su peligro de injusticia. (En otro número hablaremos de "El elogio de la pobreza").

Patxi Loidi

 


 

¿GLOBALIZACION EN LA SOLIDARIDAD?

Comentario al Mensaje de Paz de Juan Pablo II (III)

 

"La cuestión de la deuda forma parte de un problema más amplio, que es la persistencia de la pobreza, a veces extrema, y el surgir de nuevas desigualdades que acompañan el proceso de globalización. Si el objetivo es una globalización "sin dejar a nadie al margen", ya no se puede tolerar un mundo en el que viven al lado el acaudalado y el miserable, menesterosos carentes incluso de lo esencial y gente que despilfarra sin recato aquello que otros necesitan desesperadamente" (n. 4).

Al redactar este comentario se está haciendo en nuestro país la presentación del "plan de Nación" en el Ministerio de Asuntos Exteriores, preparado por una comisión ad hoc. En la introducción, hecha por el señor Presidente, se dice: "Tenemos frente a nosotros el gran desafío compartido de erradicar, en un esfuerzo histórico articulado y continuado en el tiempo, la marginación y la pobreza en el país, haciendo del desarrollo económico una eficaz herramienta para alcanzar mejores niveles de vida para la población, especialmente en beneficio de los sectores más vulnerables de la misma".

Los titulares de la prensa muestran, verbalmente, su apoyo entusiasta: "Plan busca mejorar la calidad de vida en el país. Políticos apoyan plan de desarrollo. Sectores de la sociedad muestran su apoyo. Inicia búsqueda de agenda nacional…". El acto se celebra en el sexto aniversario de los acuerdos de paz y se une el doble objetivo de asentar la paz en la justicia. Entre los comentaristas también hay quien muestra sus dudas: "esperamos no se vuelva un documento más en el archivo". La razón es que el gobierno que demolió el Ministerio de Planificación del desarrollo Económico y Social en su primer año de gestión, lo quiere reconstruir "en tres días" al final de su mandato. De todas formas, se hace un reconocimiento verbal del problema de la pobreza y marginación siempre presentes. Somos una parcela típica del mundo que describe el mensaje papel.

El mensaje comienza el acápite tercero señalando un rasgo específico de la nueva globalización:

"Los profundos cambios geopolíticos acaecidos después de 1989 han sido acompañados de auténticas revoluciones en el campo social y económico. La globalización de la economía y de las finanzas es ciertamente una realidad y cada vez se van percibiendo con más claridad los efectos del rápido progreso proveniente de las tecnologías informáticas".

Este es un párrafo muy denso que requiere una breve explicación. El cambio geopolítico se refiere al hecho de que, desaparecidos a partir de 1989 los "socialismos reales" del Este europeo, la nueva teoría enuncia "la universalización de la democracia neoliberal occidental como forma final de gobierno humano". Se trata de una democracia surgida de las realidades del libre mercado. Sus efectos sociales ya han sido comentados en el documento: El neoliberalismo en América Latina.

La globalización, nos dice el mensaje papal, integra tres grandes mercados. En primer lugar, la red mundial de la multinacionales, tanto o más poderosas que muchos Estados por tres razones: a) la magnitud o volumen de sus ventas, que superan el PIB de bastantes naciones; la alta y sofisticada tecnología les da una ventaja competitiva frente al resto de las empresas productivas; y en consecuencia un gran poder de discusión o "efecto dominación" frente a los mismos Estados, abatiendo toda clase de fronteras. b) Todavía es mayor el poder y el volumen de transacciones monetarias realizadas en el mercado financiero de las bolsas de valores mundiales. El flujo de dinero movilizado en cuatro días en transacciones de divisas en las bolsas de valores equivale al PIB de Estados Unidos de un año o al PIB mundial de un mes. Este mercado financiero impone sus políticas económicas y monetarias a los mismos Estados. c) En tercer lugar, tenemos el mercado mundial de la información (medios de comunicación social), que nos presenta e impone su interpretación de los hechos, nos inyecta sus valores y criterios, sus principios mercantilistas, al mismo tiempo que desarraiga valores y principios tradicionales. Se trata de un lavado de conciencias.

Enfrentados a este sólido andamiaje de la globalización el mensaje papel se pregunta:

"¿Cuáles serán las consecuencias de los cambios que actualmente se están produciendo? ¿Se podrán beneficiar todos de un mercado global? ¿Tendrán todos finalmente la posibilidad de gozar de la paz? ¿Serán más equitativas las relaciones entre los Estados o, por el contrario, la competencia económica y la rivalidad entre los pueblos y naciones llevarán a la humanidad hacia una situación de inestabilidad aún mayor? (n. 3).

Es fácil deducir que el tono de las preguntas presagia respuestas negativas, y se aplican a nuestro "plan de Nación". Estas mismas preguntas se están formulando en los países ricos a uno y otro lado del Atlántico. Dejando para la siguiente entrega otros testimonios me centro ahora en las palabras de George Soros, filántropo y financiero internacional, quien ha lucrado una inmensa fortuna.

"Hay cinco tipos de deficiencias en el sistema capitalista que me gustaría comentar. 1. Los beneficios del capitalismo global están desigualmente distribuidos… 2. Los mercados financieros son inestables por naturaleza… 3. La inestabilidad no se reduce al mercado financiero… 4. ¿A quién corresponde evitar una concentración de poder indebida y salvaguardar la estabilidad? Esto me lleva al papel del Estado…5. Esto me lleva al problema más confuso: el de los valores y la cohesión social. Toda sociedad necesita tener valores compartidos. Los valores del mercado no sirven para ese propósito. Los mercados reducen todo, incluidos los seres humanos (mano de obra) y naturaleza (tierra) a mercancía. Podemos tener una economía de mercado, pero no podemos tener una sociedad de mercado. Además de los mercados, la sociedad necesita instituciones que sirvan a fines sociales como la libertad política y la justicia social. Esas instituciones existen en países concretos, pero no en las sociedad global. El desarrollo de una sociedad global se ha quedado retrasado respecto al de una economía global. A menos que se acabe con esa distancia, el sistema capitalista global no sobrevivirá" (El País, 23 de diciembre, 1997).

 


 

La opinión pública y los derechos humanos

 

Uno de los termómetros mejores para seguir el avance o retroceso de la enfermedad de El Salvador de la postguerra es la situación de los Derechos Humanos en el país, tal como la vive la gente de la calle. Es por eso importante ir recogiendo su opinión para ver, al margen de las propagandas oficiales, lo que realmente piensa.

Entre el 7 y el 14 de febrero el Instituto de Opinión Pública de la UCA pasó una encuesta, con una muestra nacional de 1189 adultos de zonas urbanas y rurales de las catorce departamentos, en la que se pretendía que los ciudadanos evaluaran cómo está la defensa de los derechos humanos en el país. He aquí sintéticamente ls resultados más sobresalientes.

Buena parte, casi la mitad, de los salvadoreños piensa que aún no se respetan plenamente los derechos humanos en el país, aunque esta opinión ha disminuido en comparación con años anteriores. Las áreas de mayor preocupación tienen que ver con el auge criminal de atentados contra la vida y con la falta de protección a los más pobres, los niños y las mujeres.

La Procuraduría de Derechos Humanos y la Policía Nacional Civil aparecen como las instituciones que defienden mejor los derechos humanos, aunque un sector significativo de la sociedad responsabiliza a la Procuraduría de proteger a delincuentes, a la Policía de violar los derechos humanos y al gobierno de tener mucho que ver en tales violaciones.

Con todo, la evaluación que la gente hace del desempeño de la Procuraduría y de la Procuradora es muy positiva. Los encuestados consideran que los mejores logros se han conseguido en los campos de la investigación de violaciones de derechos y del trabajo de la Procuraduría en la promoción de los Derechos humanos. Entre las cualidades que debe tener el procurador o la procuradora, los salvadoreños señalaron la honestidad, la transparencia en su gestión, la sensibilidad ante los problemas de los pobres, la firmeza en sus decisiones.

La mayor parte de los ciudadanos opina que la Procuraduría se ha fortalecido en los últimos tres años y apoya la reelección de la Procuradora saliente para los próximos tres años, con la esperanza de que la Procuraduría siga defendiendo a los más desprotegidos de la sociedad.

 


 

Noticias eclesiales

 

Irak. Nuncio pide anteponer problema humanitario a control armas. El nuncio del vaticano en Irak defendió que la ONU debe encontrar un camino de diálogo con Irak que permita el levantamiento de las sanciones que pesan desde hace siete años sobre el país, independientemente del acceso al control de sus arsenales. Y añadió: "Todavía se está discutiendo si hay o no armas de destrucción masiva. Los siete años de inspecciones no han servido para determinar esto, y las capas más desprotegidas de la población son las que más están sufriendo las consecuencias del embargo". "Debe haber otro camino para resolver este problema, sobre todo a través de un diálogo más abierto"; "lo que no se puede hacer es imponer un castigo colectivo a toda la población". "Nadie niega que se deban controlar los arsenales..., pero ¿qué beneficio se está sacando con mantener las sanciones contra la población?... "Lo que me preocupa de todo esto es el problema humanitario"... "Las inspecciones no pueden prolongarse por siempre. Hay que llegar a decir una palabra final que posibilite el levantamiento del embargo".

Estados Unidos. No a la Escuela Militar de las Américas. Muchas voces, sobre todo algunas organizaciones humanitarias estadounidenses han pedido la clausura de la Escuela Militar de las Américas por considerar que allí se enseñan a los militares latinoamericanos técnicas de tortura física y psicológica, formas de acoso a opositores políticos y otras violaciones de los derechos humanos. En esto no deja de extrañar la intención de la justicia estadounidense de someter a juicio al menos a cinco personas, entre ellas un sacerdote jesuita y una monja, que pidieron el cierre de la Escuela Militar de las Américas, acusándolas de vandalismo por haber participado en una manifestación frente al Fuerte Benning el 29 de septiembre de 1997. Dichas personas fueron detenidas como presuntos autores del lanzamiento de pintura roja y de colocar consignas contra dicha Escuela en la entrada principal del Fuerte.

México. Nuncio exhorta a la Paz en Chiapas y a evitar expulsiones. El nuncio en México, Justo Mullor García, reiteró su propósito de "contribuir a cuanto pueda traducirse en aportaciones concretas para la paz definitiva en el estado de Chiapas". "Nadie duda -añadió- que esa paz será necesariamente fruto de un diálogo sincero, intenso y ajeno a prejuicios paralizantes, por parte de diversos elementos -civiles, eclesiales, sociales, militares, económicos y culturales- concernidos por el actual conflicto chiapaneco". En relación a la reciente expulsión del sacerdote francés, Henri Jean Michel Chanteau, de la que ya se daba cuenta en el número anterior, el nuncio afirmó que "sólo la paz en Chiapas, evitará la aplicación de medidas extremas como la expulsión de religiosos extranjeros por las autoridades del país", "se evitará que a raíz de situaciones agudas de tensión social se expresen juicios desafortunados sobre personas consagradas por largos años a la evangelización y al servicio de los más necesitados".

Otras voces de la Iglesia han denunciado con firmeza tales expulsiones. El vicario general de la diócesis de San Cristóbal de las Casas ha pedido que el Gobierno mexicano dé una explicación sobre la expulsión del sacerdote francés. Ha afirmado también que mientras la sociedad muestra señales de buena voluntad, las autoridades de migración prefieren demostrar su actitud "impenitente" contra la Iglesia de San Cristóbal. Por su parte, el obispo de Tuxtla Gutiérrez, capital del estado de Chiapas, ha sostenido que la expulsión del P. Chanteau fue injusta y denunció que se trata de una agresión contra la Iglesia católica.

Honduras. Iglesia católica afirma que es urgente el diálogo nacional. Ante la manifestación del nuevo presidente Carlos Flores de su voluntad de reactivar el Foro Nacional de Convergencia, la Iglesia católica ha afirmado que "en la situación actual de Honduras es urgente realizar un diálogo nacional sobre los asuntos más importantes para la vida de la nación". Entre estos asuntos a tratar, la Iglesia ha señalado los siguientes: el modo de garantizar la seguridad alimentaria de la población, de generar ingresos, de crear empleos, de redefinir y reorganizar los sistemas de educación y de salud".

La Iglesia de Brasil ante las elecciones del próximo 4 de octubre. El próximo 4 de octubre los brasileños acudirán a las urnas para elegir al presidente de la república, gobernadores, senadores, diputados federales y regionales.

Ante la importancia de estas elecciones, la Iglesia católica se ha tomado muy en serio el preparar a la gente. Está confeccionando unas cartillas para ser distribuidas por todo el país, que tienen como objetivo concienciar a los electores para que elijan a los mejores candidatos y fiscalicen luego su gestión.

En estas cartillas -preparadas por la Comisión Brasileña de Justicia y Paz, órgano vinculado a la Conferencia Nacional de Obispos del Brasil- se mostrará la transcendencia de las próximas elecciones, se hará ver la importancia de los cargos legislativos, se advertirá sobre la corrupción en los poderes ejecutivo y legislativo y se enseñará a los votantes las formas más usadas por la clase política para engañar a los electores: desde la compra de votos mediante la donación de alimentos, materiales de construcción, medicinas, camisetas y gorras de propaganda electoral, hasta el pago de cuentas atrasadas de servicios públicos.

La Iglesia católica brasileña, que lidera campañas contra la corrupción y las desigualdades sociales en el país, establecerá también unas características que, a su juicio, deben tener los candidatos y candidatas, como la honestidad y la capacidad administrativa.

Colombia. La Iglesia reitera oposición a hegemonía de políticos corruptos. Hace dos semanas Monseñor Rubiano, arzobispo de Bogotá, envió un mensaje, para ser leído desde los púlpitos de las iglesias, en el que hacía un llamamiento a recuperar la decencia de la clase política y en el que criticaba duramente la corrupción que afectaba a los políticos. Ante ello, un diario de la capital acusó al prelado de intervenir en política.

Tal acusación ha originado una declaración de los obispos, vicarios y sacerdotes católicos de la capital colombiana en la que se reitera que harán oposición a los políticos que quieren mantener la "hegemonía de los corruptos" en el Congreso. En dicha declaración, señalan también que la acusación contra Monseñor Rubiano "no impedirá a la Iglesia cumplir con su deber de denunciar esos vicios y de invitar a su corrección radical". Acaban reafirmando que sostendrán siempre "el derecho de la Iglesia católica a expresar públicamente su pensamiento, a orientar las conciencias de sus fieles", porque "proclamar y defender la verdad, la justicia, la honradez, no puede ser interpretado como intromisión indebida en política".