Carta a las Iglesias, AÑO XIX, Nº 420, 16-28 de febrero de 1999

  

Cuaresma y el octavo mandamiento

Dejar hablar a las víctimas

 

Cuaresma es tiempo de examen de conciencia, y por eso queremos reflexionar ahora sobre cómo se cumple el octavo mandamiento: NO MENTIR. Todos sabemos que hay muchas maneras de mentir, y en estas páginas hemos insistido con frecuencia en el encubrimiento: siempre que hay escándalo hay encubrimiento para que no salgan a la luz robos, desfalcos, torturas, asesinatos... Escándalo y encubrimiento son, pues, correlativos.

En este comentario nos queremos fijar en otra forma de violar el octavo mandamiento: silenciar la realidad, relegarla al olvido, desanimar a quienes quieren poner en palabra la realidad y luchar contra ello –con la muerte si es preciso. Esta violación del octavo mandamiento está muy presente entre nosotros, pero también hay quienes lo cumplen, y de forma admirable. Comencemos por esto.

 

Los pobres han vencido el miedo a hablar. En El Salvador llegaron a hacerse célebres las palabras de Monseñor Romero: "Esta Iglesia quiere ser la voz de los que no tienen voz, y por eso también caerá mal a quienes tienen demasiada voz" –y del mismo Monseñor se dijo que fue "la voz de los sin voz". En la misma línea decía Ellacuría: "la universidad debe ser ciencia de los que no tienen voz... aunque en su realidad misma tienen la verdad y la razón". Esta fue una forma insigne, por parte de Iglesia y universidad, de cumplir el octavo mandamiento.

Hoy las cosas han cambiado, lo cual es verdad, aunque no del todo. Ya no se tortura y mata al que dice la verdad, pero el terror al que estuvieron sometidas las mayorías populares –si se olvida el pasado no se comprende el presente– es tal, que sólo poco a poco han ido recobrando el valor para hablar. El terror introyectado ha sido, pues, una manera grave de violar el octavo mandamiento. Pero grande es también la buena noticia de que ese terror está siendo derrotado. Las masacres dieron muerte al cuerpo de muchas personas, y también hirieron gravemente el alma de los sobrevivientes. Pero las heridas van curando y mucha gente del pueblo ha tomado la palabra. Ellos son ahora su propia voz.

El 20 de enero la comunidad de El Despertar celebró el XXI aniversario del asesinato del Padre Octavio Ortiz y cuatro jóvenes. El 11 de febrero la comunidad Ignacio Ellacuría, en Chalatenango, celebró el IX aniversario de la masacre de unos niños. El 28 de febrero las comunidades de Tenango y Guadalupe celebrarán el XV aniversario de otra gran masacre. ¿Es esto masoquismo? O peor aún, ¿es esto religiosidad mal entendida, inducida por creyentes fanáticos que no quieren aceptar la nueva realidad? ¿Por qué recordar y celebrar ahora, y no dejar sedimentar el olvido?, preguntarán otros.

La respuesta es sencilla y su significado es muy importante. Las comunidades recuerdan hoy y verbalizan esos recuerdos porque el terror ya no tiene poder sobre ellos. Recuerdan, además, para mostrar agradecimiento a quienes trabajaron y lucharon por conseguir un país mejor (y es importante insistir en esto, pues ya no se hace. No son unos "abstractos" Acuerdos de Paz, ni siquiera unos "hábiles" negociadores, los que acabaron con el mal de la guerra y trajeron los bienes de los que hoy se enorgullecen gobernantes y políticos, cayendo a veces en un show de elogios mutuos, en los que se ignora a los protagonistas fundamentales, las mayorías). Sigamos. Las comunidades recuerdan, como ellos dicen, para contarles a sus hijos la verdad, para qué sepan quién fue su papá, su mamá, sus hermanos y qué tipo de personas fueron, trabajadoras, luchadoras, heroicas, creyentes... Y por lo que toca a este comentario, ellos mismos se convierten en voz para sí mismos. Ellos son su voz.

Indudablemente iglesias, universidades, institutos de derechos humanos deben seguir ayudando en ello. Pero no se trata ahora simplemente de prestarles voz, sino de facilitarles y animarles a que ellos sean su propia voz.

Esto es lo que ahora está sucediendo. Por eso, ignorar esa voz, simplemente tolerarla, no hacerse eco de ella es violar el octavo mandamiento hoy. Y habrá que preguntarse qué democracia sería la que no escucha a quienes –ahora– tienen voz, y que no encuentra en ellos lo central de nuestro pasado para dirigir lúcidamente nuestro futuro. Y también habrá que preguntar qué iglesia sería la que no hace central en su vida cotidiana la palabra de los crucificados, aunque envíe listas de mártires a Roma.

Desoír la voz de los que ahora tienen voz es una forma sutil, pero bien real, de violar el octavo mandamiento. Escucharla, sentirse animado y cuestionado por ella, animar a las comunidades a que sigan hablando, es una forma sencilla, pero bien importante, de cumplir el octavo mandamiento.

Para terminar añadamos, brevemente, dos ejemplos de lo contrario en la vecina Guatemala, que explicamos en detalle en éste y en el siguiente número de Carta a las Iglesias. Rigoberta Menchú tuvo la osadía de hablar, de pronunciar su nombre: Me llamo "Rigoberta Menchú", y con su palabra y con su nombre, ha dado palabra y nombre a cientos de miles de indígenas. Eso es lo que no le han perdonado: tomar la palabra. Eso es violar el octavo mandamiento. Y algo parecido está ocurriendo con Monseñor Juan Gerardi. La farsa del juicio al Padre Orantes no es otra cosa que distraer la atención, desoír la voz de los indígenas, recogida por Monseñor Gerardi.

 

El Vaticano aboga por Pinochet. La noticia es todavía un poco confusa y ha llegado en el momento de cerrar la edición de este número de Carta a las Iglesias. Pero tampoco se puede silenciar, y por ello, resumimos lo que dicen los cables de prensa.

Un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores informó que en el mes de noviembre el gobierno británico recibió "una comunicación de alto nivel vaticano", pero precisó que no vino del Papa. Esta declaración la hizo en respuesta a una demanda parlamentaria por escrito del ex–ministro conservador británico Norman Lamont. Este creía que la carta era del Papa, pues Juan Pablo II entendía "la importancia de la vida de cada individuo. Pero también la pérdida de la libertad bajo el comunismo que suponía una amenaza en América Latina en 1973".

Por su parte, Joaquín Navarro Valls, confirmó que la Santa Sede sí efectuó una gestión diplomática en favor del general Augusto Pinochet "a instancias del gobierno de Chile". De hecho, cuando Juan Pablo II visitó a Chile en 1987 tuvo un comportamiento afable con Pinochet. También le envió una carta personal a él y a su esposa con motivo de los cincuenta años de matrimonio. La carta le fue entregada por el cardenal Angelo Sodano, actual Secretario de Estado y nuncio en Chile durante el gobierno de Pinochet.

El gobierno español asegura que no tiene ninguna constancia de que el Papa Juan Pablo II haya enviado una carta a las autoridades de Madrid. El gobierno chileno por su parte celebró la gestión diplomática que la Santa Sede hizo ante las autoridades británicas en favor de Augusto Pinochet. El canciller en ejercicio, Mariano Fernández, agradeció dicha gestión y afirmó que "no es ninguna sorpresa, pues ya el primero de noviembre pasado fue informado al respecto por el cardenal Angelo Sodano, Secretario de Estado del Vaticano".

Muy otra ha sido la reacción de los familiares de las víctimas y de instituciones de derechos humanos. Viviana Díaz, vicepresidenta de la agrupación de familiares, detenidos y desaparecidos, consideró deplorable que la Iglesia católica, "que durante la dictadura defendió a las víctimas, ahora defienda al dictador. Nos gustaría que el Vaticano enviara una carta a Chile demandando justicia por tantos crímenes cometidos. No se entiende que la Iglesia haya privilegiado defender a un criminal en vez de pedir que sea sancionado por los delitos que cometió".

Otras organizaciones reaccionaron con asombro. Carlos Reyes dijo que el pontífice está "directamente involucrado en la intervención del Vaticano sobre la suerte del ex-dictador", y añadió que considera "increíble" la carta. Reed Brodie (Human Rights Watch) señaló que "desconocemos el contenido de la carta, pero esperamos que su texto refleje la postura tradicional de su Santidad de apoyo a la justicia y a los derechos humanos. De no ser así nos sentiríamos muy preocupados, especialmente si recogiese el argumento, utilizado tantas veces por Pinochet, de defensa de la cristiandad para justificar los crímenes que cometió en Chile".

Un portavoz del cardenal Basile Hume, arzobispo de Londres y primado de la Iglesia católica en Inglaterra y Gales, precisó que éste "no prevé comentar la carta del Vaticano". El pasado diciembre el cardenal Hume dijo en unas declaraciones a la BBC sobre el caso Pinochet que nadie que haya autorizado tortura o genocidio puede gozar de total inmunidad.

 

 


 

 

Las elecciones y los retos del nuevo gobierno

Vicios políticos y democracia

Los candidatos a la presidencia en la opinión pública

 

Retos sociales y económicos

Las últimas elecciones presidenciales del siglo XX en El Salvador están cada vez más cerca. El nuevo gobierno, si en verdad quiere responder a los problemas del país, habrá de enfrentar ingentes desafíos en la lucha por el desarrollo económico y social, la disminución de la pobreza, el desempleo y la recuperación del agro. En el plano social, el nuevo gobierno tendrá que resolver en el corto plazo lacras como la inseguridad ciudadana, la violencia en sus más graves manifestaciones —homicidios, robos, violaciones, secuestros, etc.— y el deterioro ecológico creciente, que —como lo puso de manifiesto la reciente tragedia provocada por la depresión tropical "Mitch"— hace aún más vulnerables a los sectores más desprotegidos del país.

No cabe duda de que, aun con todos los condicionamientos a los que está sometido, el aparato de gobierno es una instancia que puede hacer mucho para hacer frente a los problemas sociales y económicos más acuciantes para la mayor parte de la población. Sin embargo, para que ello sea así, su trabajo debe orientarse en una dirección distinta a la seguida en la última década del siglo XX. En efecto, el quehacer gubernamental de las dos administraciones de ARENA ha privilegiado los intereses de los sectores más ricos del país, en detrimento de los intereses de la mayor parte de salvadoreños.

En consecuencia, un cambio de rumbo gubernamental debe hacerse cargo del bien común, pues, de lo contrario, seguirán prevaleciendo las dinámicas de exclusión social y económica. Con un cambio de gobierno, una nueva oportunidad de reorientar la marcha del país aparece en el horizonte; pero para que ese cambio se materialice va a ser necesario, más allá de las buenas intenciones, contar con los mejores talentos y capacidades del país. Por las ofertas políticas que se han presentado y por quienes las abanderan, no es previsible que esos talentos y capacidades puedan tener la oportunidad de ponerse a trabajar por el bien de El Salvador.

De las elecciones de marzo de 1999 saldrá electo un nuevo Presidente de la República. Al margen de si es o no en una primera vuelta, no deja ser preocupante la posibilidad de que ARENA controle el ejecutivo en un tercer período, pues no sería extraño que las inercias del segundo mandato arenero pervivan en una tercera administración llevada adelante por el mismo partido. De ser así, en el horizonte no se vislumbra si no un ejercicio gubernamental caracterizado por ser "más de lo mismo". Por supuesto que, asumiendo que Francisco Flores va a ganar las elecciones, cabe considerar la posibilidad de un cambio de marcha en el desempeño del ejecutivo. Pero, en lo anunciado hasta ahora por el candidato de ARENA, no aparece la voluntad de romper con el esquema de poder político-empresarial seguido por las dos administraciones previas.

 

Los lastres de la política y los políticos

El desempeño político en nuestro país carga con pesados lastres, que tienen que ser tomados en cuenta para no hacerse falsas expectativas acerca de lo que se puede lograr en el futuro. En una coyuntura electoral como la actual, la reflexión sobre esos males se vuelve una necesidad imperiosa, pues desde ella se pueden anticipar situaciones más graves y también avizorar alternativas para hacerles frente.

En este momento, a la práctica política se asocian características no precisamente honrosas. Entre las más preocupantes están las siguientes: a) corrupción y deshonestidad; b) incompetencia profesional, que muchas veces raya en la ignorancia más palmaria; c) predominio de los intereses particulares por sobre la búsqueda del bien común; d) elitismo antidemocrático; y e) existencia de una clase política resistente a la renovación interna. Estos aspectos han contribuido al desprestigio de la política, pues los valores éticos más profundos de ella —búsqueda del bien común, honestidad pública y privada, apertura a las mejores soluciones para garantizar el imperio de la justicia— han sido dejados abiertamente de lado. En El Salvador, la política ha roto los vínculos con los criterios ético-normativos que son, precisamente, los que desde siempre han hecho de aquélla una actividad socialmente necesaria y prestigiosa.

Lo anterior ha tenido un efecto nocivo sobre el conjunto de la sociedad: ha fomentado la apatía, la desconfianza, el irrespeto a las leyes y la irresponsabilidad social. Desde el ejercicio político han proliferado valores contrarios al afianzamiento de la democracia y sus instituciones. De este modo, resabios de la cultura política autoritaria que prevaleció en el pasado reciente —caracterizada por el predominio del más fuerte, la discrecionalidad de los funcionarios públicos, las amenazas y el chantaje— han encontrado un clima propicio para reproducirse en El Salvador de la postguerra.

Elecciones presidenciales: algunos datos del IUDOP

El 35.3 por ciento de los salvadoreños tiene mucho interés por asistir a votar en las elecciones presidenciales del próximo 7 de marzo, según revela la última encuesta del Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP) de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) de El Salvador. La pesquisa, realizada con el propósito de conocer cómo se sienten los salvadoreños y cómo se definen políticamente de cara al proceso electoral, fue realizada entre el 6 y el 11 de febrero del año en curso, con una muestra nacional de 1,542 adultos de zonas urbanas y rurales a lo largo y ancho de los catorce departamentos de la república. El sondeo reveló que un 22.6 por ciento tiene "algo" de interés por asistir a votar; mientras que un 41.8 por ciento tiene poco o ningún interés por asistir a las urnas para elegir al presidente de la república. Según los resultados del sondeo realizado por la UCA, en esta campaña electoral los salvadoreños no parecen estar muy motivados. Las encuestas muestran que los ciudadanos no tienen más interés y confianza por el proceso del que tenían en elecciones pasadas.

Sobre los candidatos, el sondeo de la UCA indagó dos cosas. Uno, el nivel de conocimiento —o reconocimiento— que tienen los ciudadanos de cada uno de los candidatos a presidente; y dos, el nivel de simpatía por cada uno de ellos, medido a través de una nota de 0 a 10.

El candidato más conocido por los ciudadanos es Francisco Flores con un 89.2 por ciento, le sigue Rubén Zamora con un 82.4 por ciento. Facundo Guardado es conocido por el 81.6 por ciento de los salvadoreños, en tanto que Rodolfo Parker es conocido por el 64.1 por ciento. El resto de candidatos es conocido por menos del 50 por ciento de la población cada uno.

En términos de imagen o valoración, el candidato de ARENA es el que recibió el promedio más alto de calificaciones (6.84), seguido por Rubén Zamora (5.57), Facundo Guardado (5.22) y Rodofo Parker (5.13), el resto de candidatos recibieron promedios por debajo del 5.

Además, se pidió a los consultados que escogieran a su candidato de preferencia de entre los postulados. El 45.4 por ciento escogió a Francisco Flores, el 12.5 por ciento lo hizo por Facundo Guardado, el 11.9 por ciento escogió a Rubén Zamora y el 4.8 por ciento se decantó por Rodolfo Parker. El resto de candidatos no reúnen más allá del 2.5 por ciento.

 

 


 

  

La escala de Jacob (II)

Circular fraterna

 

Pedro Casaldáliga

 

  Como Iglesia, para la Iglesia, en este último año he soñado también mucho, con tantos hermanos y hermanas de la gran Iglesia de Jesús. Y de diferentes lugares me han pedido precisamente que explicitara esos sueños. Comparto con ustedes aquí algunos de ellos, ya viejos conocidos de nuestras vigilias:

-Rever en la fe, en la teología y en la espiritualidad el Dios que venimos adorando, dogmatizando y predicando, porque quizás no siempre corresponde al verdadero Dios, al Dios de Jesús, hablando en cristiano.

-Vivir el ecumenismo, pero de verdad, pasando muy concretamente del ecumenismo de las intenciones, encuentros y generalidades, al reconocimiento mutuo de las Iglesias como siendo la Iglesia de Jesús. ¿Por qué no? ¿Qué perdería la Iglesia, qué perdería el Evangelio, qué perdería Dios, con un real ecumenismo vivido en la libertad del Espíritu? Claro que habríamos de relativizar muchas cosas y rever qué es fe, qué es cultura, qué es historia, qué es prejuicio, y acoger apasionadamente el testamento del Señor Jesús: "¡Que sean uno, Padre!". Konrad Raiser, secretario general del Consejo Mundial de Iglesias, sueña, como soñamos muchos, con un "Concilio genuinamente universal". Y sienta cuatro elementos esenciales y suficientes para definir la comunión del Cuerpo de Cristo, su Iglesia:

la fe común en la Trinidad y en Cristo como Salvador nuestro;

el bautismo, uno para todos;

la eucaristía, una para todos;

el mutuo reconocimiento de los ministerios.

- Reconocer la opción por los pobres -hoy la mayoría de la humanidad, excluida- como una opción esencial del Evangelio y por eso mismo esencial también a la Iglesia de Jesús, una verdadera "nota" de su identidad.

- Descentralizarse "católicamente", inculturándose en cada pueblo y potenciando la identidad y la alteridad de las Iglesias locales, de las conferencias episcopales; revisando, en consecuencia, el modo de ejercer el ministerio de Pedro y toda la ministerialidad de la Iglesia; y posibilitar la participación adulta y corresponsable de los laicos y laicas. "La Iglesia -repetía el inolvidable P. Haring, que acaba de pasar a la plena libertad del Reino- necesita cristianas y cristianos mayores de edad, vanguardia de la verdadera libertad y responsabilidad, pioneros en el mundo de la justicia social y de la política de la paz".

- Aproximarse muy samaritanamente a todas las inquietudes y desconciertos y sufrimientos y esperanzas de la Humanidad, llevándole la luz y el óleo de la Buena Nueva del amor de Dios. El patriarca Georges Hourdin, en su último libro "El viejo y la Iglesia" –parafraseando "El viejo y el mar" de Hemingway-, sueña con que la Iglesia tenga cada vez más "la capacidad del Evangelio, llevado por hombres y mujeres al mismo tiempo, de volverse al mundo futuro con pensamientos de humanidad y felicidad". Hourdin, pues, sintoniza, desde su fe y su cultura, con la desesperada fe y la miseria del campesino de la canción: "¿Qué quiere decir ‘bienaventurados’?… ¡que lo de ‘pobre’ me lo sé yo!".

 

A nuestra Iglesia Latinoamericana le pediría que retomara, como un primer amor, las intuiciones y compromisos de Medellín, "recepción" latinoamericana del Vaticano II; la conciencia y la voluntad de ser una Iglesia "nuestra", sintonizando con las culturas, dolores y esperanzas de nuestros pueblos; partiendo proféticamente hacia una evangelización nueva de verdad por ser inculturada, comprometida, libertadora. Acabamos de celebrar los 30 años de Medellín, y Medellín debe seguir siendo un marco histórico decisivo para la Iglesia latinoamericana, nuestro Pentecostés criollo, el mayor acontecimiento de toda la historia de la Iglesia en América Latina, a mi entender, por lo que sintonizó y desencadenó.

 

En nuestra Iglesia de São Félix do Araguaia seguimos, entre fallos y esfuerzos. En este cuatrienio tenemos como prioridades la formación, la autonomía en personal y en economía, y la pastoral sociopolítica. Despacito, claro. Eso de la autonomía sobre todo tiene mucho aún de sueño realmente. Y la economía continúa siendo un verdadero andar sobre la cuerda floja, aunque la Providencia y las providencias solidarias a la hora tensa de la verdad siempre nos echan una mano.

Durante este año de 1999 tendremos en toda la Prelatura misiones populares, animadas casi exclusivamente por las mismas comunidades de nuestra Iglesia.

En el último retiro espiritual, que realizamos a orillas del Araguaia, en aquel cerro familiar de Santa Terezinha, destacábamos como rasgos de familia de nuestra Iglesia –que lo son o que lo deberían ser:

a) la opción por los pobres, que es opción por el pueblo, que es opción por la justicia y la liberación. De ahí también el desafío de la inculturación y la vivencia de la pobreza evangélica o la sobriedad, personal y comunitaria;

b) la convivialidad o convivencia fraterna; por la vida y la acción en equipo, por la hospitalidad de casas y corazones abiertos, por la compenetración y sensibilidad con el pueblo y sus andanzas;

c) la latinoamericanidad en la espiritualidad, la teología y la pastoral de la liberación; por la memoria y la celebración de los Mártires de la Caminhada; por la Biblia en manos del pueblo; en comunidades eclesiales de base; potenciando la participación del laicado y muy explícitamente de la mujer; asumiendo nuestros "concilios latinoamericanos" y las pastorales específicas que la Iglesia del Continente va suscitando; haciendo nuestras las grandes Causas de la Patria Grande, como Pacha Mama, como Amerindia, como Afroamérica.

A tiempo convidamos a los amigos y amigas solidarios para la gran Romería de los Mártires de la Caminada que vamos a celebrar en el mes de julio del año 2001, vigésimo quinto aniversario del martirio de nuestro padre João Bosco y fecha-cuna de nuestro Santuario de los Mártires Latinoamericanos. Y, por cierto, estamos lanzando para todos esos amigos y amigas el proyecto de una "Hermandad de los Mártires de la Caminada"; para mantener viva su memoria, para celebrar sus fechas, para seguir asumiendo las causas que los llevaron hasta dar "la prueba del mayor amor".

 

Nuestra querida Centroamérica ha sido golpeada una vez más, ahora por la violencia del huracán Mitch. Exceso de la naturaleza, pero también injusticia humana, porque han sido una vez más sobre todo los pobres los que han perdido viviendas, cultivos, vidas. Ni las respectivas políticas nacionales ni la política internacional, allá como en tantas otras partes del mundo previenen, y hoy en buena parte sería posible, los efectos mayores de esos cataclismos. Una vez más, afortunadamente, Centroamérica, que enseñó la solidaridad como "ternura de los pueblos", ha recibido verdaderas avalanchas de solidaridad sobre los daños del huracán.

 

Ustedes habrán acompañado las celebraciones de Riobamba, Ecuador, en agosto último, con ocasión del aniversario de la pascua del patriarca Leonidas Proaño. Fueron una hermosa confluencia de amistades, de compromisos y de esperanzas, en la línea de "las grandes causas que forjaron el alma y la acción de Mons. Proaño": la opción por los pobres, los pueblos indígenas, la comunidad, la solidaridad. "El grito de Riobamba" que se promulgó, el 30 de agosto en aquellas blancas alturas del Chimborazo, expresa abiertamente lo que allí sentimos y nos propusimos, en esta hora del Pueblo y de la Iglesia de América Latina. Me parece oportuno recoger aquí un alerta-compromiso que hace el manifiesto con respecto a la celebración del Jubileo: "Queremos que éste (asumir las Grandes Causas) sea el modo de vivir y ayudar a vivir, en nuestras respectivas Iglesias y países, el verdadero Jubileo permanente que instauró Jesús de Nazaret. Concretando así, más allá de cualquier conmemoración triunfalista y ocasional, lo que debe significar el Jubileo Bíblico en nuestros contextos sociales y religiosos: por una conversión personal y estructural de nuestras Iglesias y Sociedades, en la vivencia de la fe con coherencia e inculturadamente, en la convivencia fraterna de una paz con justicia y dignidad, en la satisfacción de las reivindicaciones mayores de tierra, salud, vivienda, educación, comunicación y trabajo...".

 

A estas alturas ustedes se preguntarán a qué viene la escala de Jacob como título de esta circular, tan apenas hilvanada.

El bueno de Jacob huyendo, como a la deriva, perseguido por una vocación radical, luchaba consigo, con la familia y con Dios; sin saber, noche y tierras adentro, a dónde la vida le llevaba. La tradición cristiana ha visto en esta lucha de Jacob con Dios, junto al torrente Yaboc, una imagen del combate espiritual de la Humanidad confrontada con el misterio del Dios Señor del Mundo y de la Historia. Como Jacob nos sentimos un poco todos hoy, a la hora de vadear el curso de un siglo, de un milenio, tan amenazante como esperanzador. Los datos del PNUD, las iniquidades estructurales, los cataclismos cósmicos, la violencia –estructurada o espontánea– estallando desde todos los ángulos de la sociedad, fácilmente nos sitúan en un camino desconcertado, como a la deriva también. Todos un poco Jacob buscando el Día. En medio de esta noche de sueños y de temores, dormidos quizá sobre la piedra de una realidad más que dura, no nos falten los ángeles de la luz, la solidaridad y la esperanza, que bajan y suben de Dios a nosotros, de nosotros a Dios.

 

Y volvamos –para terminar, con un gran abrazo además– al profesor gorila, al niño teólogo y a nuestro san Romero que encabezan esta circular. El profesor Ismael –ése es su nombre– tiene más que razón con sus preguntas: Si acabamos con las plantas, con los animales, con la naturaleza, evidentemente acabaremos con nosotros también. Espero que el niño teólogo no tenga razón y que con nuestro testimonio vaya aprendiendo una visión muy distinta de Dios y de la Iglesia, en el cielo y en la tierra. Y debemos empeñarnos, con toda nuestra pasión humana y con todo el poder del Evangelio, para que la promesa esperanzada de Romero tenga razón de verdad: "¡Y verán, queridos pobres…, cómo a pesar de tantos pesares amanece la aurora de la Resurrección!".

 

 


 

  

Han perdido el miedo a la memoria

 

"Para que nuestros hijos e hijas logren encontrarse con la historia reciente de sus padres, sus tíos y sus hermanos y hermanas mayores, y así logren reconocerse en nuestra identidad como pueblo sufrido, pero lleno de dignidad y esperanzas en un futuro mejor, proponemos a todas las escuelas de nuestra zona la lectura y el estudio de este documento con testimonios de algunos y algunas que sobrevivimos la masacre de Tenango y Guadalupe. Así mismo proponemos su lectura en nuestros círculos de reflexión y en las asambleas de nuestras comunidades".

  Estas palabras encabezan un escrito del "Movimiento por el rescate de nuestra historia" que se ha formado en El Salvador. Invitan a todos a conmemorar la masacre de Tenango y Guadalupe ocurrida el 28 de febrero de 1983. Ahora, 16 años después, quieren recordar y celebrar.

  En el texto ofrecen testimonios de supervivientes, de María, Betty, Antonia, Ignacio, todos ellos impresionantes. Invitan a todos los alumnos y alumnas que han estudiado estos testimonios a rebuscarse papel y colores y a dibujar sus impresiones, sus ideas y sus sentimientos sobre la masacre de Tenango y Guadalupe. El domingo 21 a partir de las ocho de la mañana tendrá lugar la inauguración de la exposición de todos los dibujos y fotos de la masacre en el patio de la alcaldía de Suchitoto.

  Los organizadores invitan a todos los sobrevivientes a dar su testimonio a la Radio YSUCA y al Co-latino. Invitan también a los compañeros y compañeras que, con sus cantos y guitarras, ayuden a recordar a nuestros héroes y mártires. El domingo 28 de febrero, el mero día de la masacre, bajo el copinol de la cuesta de Guadalupe habrá actos culturales, la celebración de la eucaristía y la siembra de una gran cruz.

 

* * *

 

Como parte del "Rescate de nuestra memoria", el movimiento recuerda las víctimas de Tenango y Guadalupe, San Francisco y la Tigra, Copapayo, Tenancingo, la Zacamil, El Mangar, Platanares, Palo Grande, el Sumpul, Gualsinga, el Mozote, la UCA, y muchos otros lugares más que forman parte del martirologio salvadoreño. Recuerdan también que Cristiani amnistió, sin juicio ni castigo, a los responsables de estas masacres que hoy andan sueltos por el mundo. Denuncian "la Escuela de las Américas", que sigue entrenando a los soldados latinoamericanos en el arte de torturar y masacrar a niños, mujeres y ancianos. En la actualidad, las bombas de fabricación estadounidenses siguen cayendo sobre escuelas y hospitales en Irak, Angola y otros pueblos donde las multinacionales tienen que defender sus intereses.

  No se trata de masoquismo, sino de recordar. Y algo muy positivo de ese recuerdo es que, en nuestros días, nos ayuda a poner la mirada sobre las víctimas de Irak, cuando la mayoría de los gobiernos, de los medios y de los partidos políticos lo silencian.

  Pero lo más importante es otra cosa: quienes sufrieron horrores sin cuento hace años han perdido ahora el miedo a hablar, quieren dar a conocer la verdad a sus hijos, quieren llorar a sus mártires, pero sobre todo mostrar su agradecimiento y su decisión a vivir de acuerdo a sus valores. En un mundo en que no se quiere saber nada de eso, –a Monseñor Gerardi lo mataron por recordar, y casi un año después de su asesinato sigue la farsa de la investigación– es muy de agradecer este recuerdo de los mártires.

 

* * *

 

Entrevista a doña Marta Serrano

 

Para invitarnos al aniversario del 28 de febrero vino al Centro Monseñor Romero doña Marta Serrano, una de las supervivientes y le hicimos la siguiente entrevista.

 

Doña Marta, aunque sea triste recordarlo, ¿puede usted contarme cómo sucedió la masacre?

Mire, yo estaba allá con mi hijo, cuando nos avisaron que nos fuéramos porque iba a llegar el enemigo -decían ellos-, y entonces iba a haber un bombardeo. En esa época íbamos una gran multitud de gentes de Guazapa, iban huyendo porque ya había habido allí la invasión. A una gente la sacaron para Copapayo, a otra gente para Chalate, y a otra gente para Culebrilla. Entonces nosotros nos quedamos en Acigüillo. Observando los aviones que hasta cubrían el sol. Toda esa gente no alcanzó a salir.

 

Y Usted, ¿de dónde venía?

Yo vivía allí. En ese momento estaba en el cantón Tenango visitando a mis hijos, entonces me tocó salir a esas guindas con mis hijos. Allí fue donde observamos toda esa barbaridad. En los Altos de Tenango yo anduve viendo con el P. David, cuando andaban explorando, y con Marianela.

Mire, en un tatú había tres personas, en una sepultura habían enterrado a una señora con sus cinco niños. En una quebrada que le dicen los Altos de Tenango había creo que 30 en un solo puesto, que por cierto los quemaron. Me impactó, el dolor, todo, ¿verdad? A una señora que estaba con una niña como de 4 años la habían estrangulado porque tenía la garganta, los ojos y la lengua (hace un gesto con la mano)… Y a la niña se la habían dejado como que le estaban dando pecho, a la niña le habían partido así. Estaba en una quebrada que le dicen Lo Obrajes.

Después de eso, como nosotros estuvimos en Acigüillo, había allí un montón de gente. Por cierto, a mi nuera, la esposa de mi hijo, allí le nació el niño en una quebrada, en una noche allí nació. Por eso llevo completa esa fecha yo y la del niño. Marianela y bastantes andaban allí en la exploración de todos los muertos que habían. Allí niños, ancianos y todo, todo, parejo. En esa cuesta de Guadalape, yo fui a ver todos esos muertos. Había 75 sólo en la orilla. En esos Obrajes estaban 7 creo yo, en Cutumay, otra quebrada, estaba un señor. En un tatú, ya llegando a Guadalupe, estaba mi cuñada. Ella estaba con dos niños. Un niño se llamaba Saba, tenía tres meses, y a ese niño le habían dejado el pecho de ella en la boca, partida la cara, partido el pecho de ella, destrozado el niño. El otro niño tenía 4 años, y se llamaba Humberto. El estaba destrozado a machete, los bracitos. También ella estaba destrozada, allí la fuimos a ver a ese tatú, allí la habían dejado. Así que todo eso yo lo anduve viendo, y se lo cuento así porque yo lo viví y lo vi, anduve en eso.

Usted ha hablado de la exploración que hizo Marianela ¿cuándo fue?

Mire, no tengo bien exacto porque ya hace días y la mente ya la tengo mala, pero más o menos de 5 días a 6 fue que salimos de esa guinda y entonces fue que salieron a esa exploración. Ahorita tengo 61 años, yo he vivido cosas terribles y, libre de vivir esta guerra, yo he visto cosas, y libre de eso estuve detenida con mis hijos, que no fue nada mis torturas terribles para lo que "vide" en mis hijos, lo que he sufrido de mis hijos, cómo me los dejaron. Y libre de eso me mataron a mis dos hijos, mataron a mis dos hermanos, libre de eso, un montón de familia que han matado en la guerra, pero como le digo yo he sufrido todo eso. Y otra cosa que quiero decirle es que cuando estábamos en el refugio en la hacienda La Bermuda, fue en el 80. Allí hubo unas masacres bárbaras porque el ejército llegó a sacar, primeramente sacó 20 hombres de allí, ellos desaparecieron no se hallaron y vimos un muerto. Después sacaron 18, de los que yo me acuerdo...

 

* * *

 

Doña Marta sigue hablando de sus recuerdos. Parece increíble que todo esto haya pasado en nuestro país, pero es verdad. "Ante Diosito es muy cierto esto, completamente lo que se dio, lo que yo ‘vide’ en la guerra", nos dice.

Le preguntamos si han recopilado los nombres de todos los que murieron allí, pero ella no sabe: "mire, yo no sé. Yo solamente le doy el nombre de mis dos sobrinitos y de mi cuñada".

Para terminar le hacemos una pregunta que para nosotros es difícil de formular y más difícil es comprender la respuesta.

Le preguntamos: "¿Y esa masacre es lo que van a celebrar en esos días?". Y doña Marta nos contesta: "Sí, cabal, ésta es la que van a celebrar el 28 de febrero, la van a celebrar con una vigilia y no sé qué cosas más, pero allí van a haber exposiciones bastantes".

 

* * *

 

Estos relatos son conmovedores y emocionantes. Algunos dirán que mejor olvidarlos del todo; otros dirán que mejor no publicarlos ni animar a la gente a que se exprese de esa forma. Pero hay que recordar –contra la hipocresía imperante– que los "dueños" de esos relatos son los sobrevivientes, y que esos relatos son tan sagrados que nadie, fuera de los ellos, tiene el derecho a decir qué hacer con ellos. Los sobrevivientes, mamás, esposas e hijos sobre todo, quieren contar estas historias. Y, sobre todo, quieren "celebrar" el recuerdo. Y como son cristianos lo celebran con una eucaristía, el recuerdo de otra víctima, Jesús de Nazaret.

  Esos recuerdos y esas celebraciones no disminuyen, sino que aumentan. Y, gracias a Dios, no sólo el 16 de noviembre en la UCA, sino en muchos lugares. En las tres últimas semanas hemos recibido invitaciones a celebrar a los mártires del Despertar, de la Comunidad Ignacio Ellacuría y, ahora, los mártires de Tenango y Guadalupe. Algo bueno está ocurriendo en El Salvador.

 

 


 

  

Disparen sobre Rigoberta

 

Eduardo Galeano

  

¿Guatemala? ¿Centroamérica? En el centro de América, está Kansas. Guatemala no figura en el mapa de los medios masivos de comunicación, que fabrican la opinión pública mundial. Sin embargo, oh milagro, una mujer guatemalteca, Rigoberta Menchú, está ocupando, en estos últimos tiempos, bastante espacio. No por lo que ella denuncia, desde el país que viene de padecer la más larga y feroz matanza del siglo veinte en las Américas: Rigoberta no es la denunciante, sino la denunciada. Una vez más, como es sabido, las víctimas se sientan en el banquillo de los acusados.

 

Los gases de la infamia

Desde Estados Unidos, faltaba más, se ha desatado esta nueva guerra química de intoxicación masiva. La cosa empezó cuando un antropólogo norteamericano consagró diez años de su vida a la investigación de las contradicciones de Rigoberta y la responsabilidad de la guerrilla en la represión que los indígenas han sufrido. ''Vino a Guatemala, a estudiarnos como si fuéramos insectos'', comenta el escritor Dante Liano: ''En su libro, invoca testigos y archivos. ¿Qué archivos hay sobre la guerra reciente? ¿Le abrió sus archivos el ejército?''.

Hace poco tiempo, el diputado Héctor Klee Orellana intentó consultar esos archivos, y apareció con un tiro en la cabeza. El obispo Juan Gerardi, que también lo había intentado, terminó con el cráneo partido a golpes de piedra.

''The New York Times'' dio difusión mundial al asunto. El diario confirmó y publicó las conclusiones del antropólogo: el testimonio ''Yo, Rigoberta Menchú'', publicado hace veinticinco años, contiene inexactitudes y falsedades.

Por ejemplo, el hermano de Rigoberta, Patrocinio, no fue quemado vivo: fue fusilado y arrojado a una fosa común. O, por ejemplo: ''Ella asistió, durante tres años, a un colegio privado'', lo que suena a internado suizo, pero se refiere a una escuelita de Chichicastenango. Y así por el estilo, otros pelos en la leche.

 

Cortina de humo

A partir de allí, ardió, en reguero internacional, la pólvora.

Súbitamente, se han multiplicado las voces que hablan de escándalo, que llaman mentirosa a Rigoberta y que, de paso cañazo, desautorizan al movimiento de resistencia indígena que ella expresa y simboliza.

Con sospechosa celeridad, se está elevando una cortina de humo ante cuarenta años de tragedia en Guatemala, mágicamente reducidos a la provocación guerrillera y a los líos de familia, esas ''cosas de indios''.

Patas arriba: el mundo al revés discute ahora si Rigoberta merecía ese premio, en lugar de discutir si ese premio la merecía.

 

El país y ella

Los indígenas son mayoría en Guatemala. Pero la minoría dominante los trata, en dictadura o en democracia, como Africa del Sur trataba a los negros en tiempos del apartheid. De cada seis guatemaltecos adultos, sólo uno vota: los indios son buenos para atraer turistas, para recoger las cosechas de algodón y de café, y para servir de bestias de carga a la economía nacional y de blanco de tiro al ejército.

''Pareces indio'', dicen los mandones, que se creen blancos, a los hijos que se portan mal. Esa ''sociedad guatemalteca'' recibió la noticia del Nobel como un balde de agua fría. ''India relamida'', llaman a Rigoberta, desde entonces, las voces del despecho, y también: ''India igualada''. Y ahora: ''India mentirosa''.

Ella se ha salido de su lugar, y eso ofende. Que Rigoberta fuera india y mujer, vaya y pase, y allá ella con su doble desgracia. Pero esta mujer india resultó rebelde, imperdonable insolencia, y para colmo cometió luego la barbaridad de convertirse en uno de los símbolos universales de la dignidad. A los poderosos de Guatemala y del mundo, este desafío no les gusta ni un poquito.

 

El tiempo y ella

Rigoberta viene de una familia aniquilada, de una aldea arrasada, de una memoria quemada. Ella ha pasado los primeros veinte años de su vida cerrando los ojos de los muertos que le han abierto los ojos. El escritor vasco Bernardo Atxaga le preguntó:

- ¿Cómo puedes ser tan jodidamente alegre?

- El tiempo -respondió-. Desde chiquitos, nos educan para entender el tiempo como tiempo que no termina nunca, aunque el tránsito por el mundo sea muy corto.

Está escrito en uno de los libros sagrados:

- ¿Qué es una persona en el camino? Tiempo.

Rigoberta es hija del tiempo. Como todos los mayas, ha sido tejida por los hilos del tiempo. Y ella suele decir:

- El tiempo teje despacio.

 

A la larga, lentamente el tiempo decidirá qué es lo que vale la pena recordar de todo esto. El paso de los días y de los años irá separando la paja del grano. Quizás el tiempo olvide que Rigoberta Menchú recibió un premio Nobel, pero seguramente el tiempo no olvidará que ella recibe, cada día, en las sierras indígenas de Guatemala y en tantos otros lugares, un premio mucho más importante que todos los nóbeles: el amor de los indignados y el odio de los indignos.

Quienes apedrean a Rigoberta, ignoran que la están elogiando. Al fin y al cabo, como bien dice el viejo proverbio, son los árboles que dan frutos los que reciben las pedradas.

 

Lo que dice Rigoberta Menchú

 

El día 11 de febrero Rigoberta Menchú afirmó en Nueva York que las acusaciones contra su libro Me llamo Rigoberta Menchú "tratan de apartarme del contexto de lucha contra la guerra sucia en mi país. No quiero prejuzgar, pero está claro que ese deseo de enterrarme viva, de desacreditarme con esos ataques, tienen otros objetivos que habría que preguntar a quienes hacen esas acusaciones".

Rigoberta rebatió con nombres y fechas algunas críticas del antropólogo estadounidense David Stoll, en su libro Rigoberta Menchu and the story of all poor guatemalans, en el que la acusa de fabricar historias sobre la guerra en su país y desmentir en ciertos pasajes de su vida. Rigoberta Menchú señaló que su libro no es una autobiografía, "que ésa la escribiré cuando tenga una edad más madura", sino una obra testimonial en la que se mezcla su experiencia personal con otros sucesos que ocurrieron en Guatemala durante la guerra que sufrió el país durante 30 años.

Recordó que se la ha acusado de mentir, por ejemplo, al señalar que su hermano Nicolás había muerto, cuando en realidad estaba vivo, y explicó que tiene dos hermanos con el mismo nombre: uno que se llama Nicolás Menchú Tum, que nació el 2 de febrero de 1949 y murió, y otro, Nicolás Santos Menchú Tum, que sí está vivo. A la acusación de Stoll de que no era cierto que no hubiese ido a la escuela y que no había recibido educación, Menchú explicó que trabajó como sirvienta en el Instituto Belga–Guatemalteco y que allí las monjas le enseñaron a leer y escribir en las horas posteriores a su trabajo.

"Lo que más me indigna, como mujer y como indígena, es que utilicen mi nombre y mi fotografía para vender libros en su propio beneficio, y deseo que no saquen mucho dinero. Espero que sea la última vez en que hable de estos temas. Soy una mujer con orgullo y con corazón y acepto que critiquen mis ideales, pero no que profanen la memoria de mis muertos".

Subrayó que su testimonio sobre las atrocidades de la guerra es uno más de los aportados por más de 5.000 testigos, que denunciaron 14.000 casos de abusos y violaciones de los derechos que afectan a más de 55.000 personas, en una investigación de más de tres años realizada por la Iglesia católica. "La guerra es dura, pero es mucho más dura la posguerra porque es cuando debemos enfrentarnos a nuestra verdadera realidad. Todavía hay miedo en Guatemala y llevará tiempo que los guatemaltecos recuperen la confianza entre ellos". Considera muy importante el informe que tiene previsto hacer público la Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH), el próximo día 24 en Guatemala, y que luego será remitido al Secretario General de la ONU, Kofi Annan, con quien se reunía hoy en la sede de este organismo en Nueva York.

"En Guatemala hay ahora una dinámica muy hermosa de participación de la gente, pero me preocupa que no se cumplan en su integridad los Acuerdos de Paz firmados en 1996. Hay muchos riesgos todavía. Nos preocupa que la Corte Constitucional haya desestimado el miércoles un recurso para celebrar una consulta popular que diera más fuerza a esos Acuerdos. Y de cara a las elecciones de este año, existe el peligro de que los partidos y los candidatos se desvíen del espíritu de los Acuerdos".

 

 


 

 

Sonetos de la Misericordia

 

Francisco Andrés Escobar

 

 

HUELEPEGA

 

Con canela tu cuerpo va pintado

y con fuego, tu espíritu fundido.

Muchachito tremante y dolorido;

heredad de este siglo atribulado.

 

Hay congoja en tu rostro a sol quemado

y en tu andar de cachorro malherido.

Hay congoja en el ángel que en ti, hundido,

agotó ya sus alas, olvidado.

 

¿Dónde secan tus llantos interiores

su caudal de luceros apagados

y sus costras de sueño malvivido?

 

Muchachito: en ti, Dios vive afligido.

Tras los vahos azules aspirados,

su dolor va en la cruz de tus dolores.

 

 

PROSTITUTA

 

¿Quien te puso, mujer, tras la pintura

el dolor con su mueca aterradora

y escondió en la caricia que enamora

larga cruz con su esponja de amargura.

 

¿Quién urdió con la calle tu tortura

de Calvario con cuesta abrumadora

y a la noche con su secreta hora

la hizo viernes con luz que no madura?

 

En tu estampa de eterna Magdalena

sin un Cristo y su fuerza redentora

va un presagio de singular hondura:

 

en la "puerta mayor", cual virgen pura,

precediendo la eterna y blanca hora,

ha de estar tu alma clara, noble y buena.

 

 


 

  

Meditaciones Cuaresmales

  

Salmo 50: "Señor, reconozco mi culpa"

  Ni la vida ni la muerte de las que hemos hablado son sólo para uno mismo. Vivimos haciendo vivir a otros, y morimos haciendo morir a otros. El pecado "mortal" es lo que da muerte a la propia alma, se decía antes. Pero a eso hay que añadir que es "mortal", antes que nada, porque da muerte a otros. Eso es lo que queda de manifiesto en los mandamientos de la ley de Dios. Son promulgados para que, al cumplirlos, tengamos vida y demos vida a otros. Pero cuando los quebrantamos damos muerte, y entonces morimos también nosotros como humanos.

Queremos, ahora, preguntarnos por el dinamismo de ese pecado, y por ello, aunque suene extraño, queremos preguntarnos por qué orden se violan los mandamientos, cuál es el camino concreto de la muerte y del dar muerte.

Aunque pueden pensarse varias raíces de la pecaminosidad de los seres humanos, en el mundo actual nos parece válida e iluminadora aquella afirmación del Nuevo Testamento: "la raíz de todos los males es la ambición del dinero". Esto quiere decir que el proceso del pecado comienza con la violación del séptimo mandamiento (el robo, la depredación, la expoliación, la injusticia). De ahí se pasa –cuando es necesario para poder depredar y mantener ilegítimamente lo robado– a la violación del quinto mandamiento (asesinatos, torturas, masacres). Y de ahí –para ocultar, encubrir o incluso justificar las violaciones anteriores– se pasa a violar el octavo mandamiento: no mentir. Escándalo y encubrimiento son correlativos. Cuando se priva a otros de la vida y de los medios necesarios para la vida, entonces se miente para encubrir. Eso ocurrió, por ejemplo, cuando los europeos se adueñaron de otros continentes y sometieron a otros pueblos. Y el encubrimiento llegó a la tergiversación: los europeos, y, ahora, los norteamericanos, eran los buenos, mientras que los expoliados eran los malos.

En países culturalmente religiosos, como hoy Estados Unidos, suele violarse después el segundo mandamiento, y se "toma en vano el nombre de Dios", bendiciendo depredaciones y crímenes como si fuesen para gloria de Dios. Y en definitiva se acaba violando el primer mandamiento: "No adorarás a los ídolos, los dioses rivales". Con lo cual se vuelve a lo que originó el proceso de pecado –el robo–, formulado ahora teologalmente: "no se puede servir a dos señores, a Dios y a la riqueza", dice Jesús.

El mundo es pecador, produce pecado, y por ello muerte. En pequeño lo somos todos. Lo importante es recordar el origen de esa muerte. Allá donde acumulamos los bienes de la tierra, estamos privando de vida, lenta o violentamente, a otros seres humanos, hermanos y hermanas nuestras. Dicho en palabras más fuertes, estamos dando muerte. No debiéramos querer "vivir mejor", pues eso significa eficazmente muerte para otros. Debiéramos querer "vivir peor", para que todos puedan vivir.

Bueno será, entonces, decir con el salmista: "Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa".

 

Lucas 5, 27–32: "Estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos"

  El evangelio cuenta así la conversión del publicano Leví: "dejándolo todo, siguió a Jesús"; pero después continúa hablando de un banquete. En cuaresma hay que recordar la "conversión", ciertamente, pero hay que insistir también en la gracia y en el gozo que la acompaña. No somos seguidores de Kant, dicho con respeto y admiración para el filósofo alemán, sino de Jesús de Nazaret.

Al publicano Leví Jesús no sólo le exigió un cambio en su conducta ética, sino que llegó al corazón y lo liberó de una opresión agobiante, sobre todo religiosa, que pesaba como carga dura e insoportable sobre los hombros de los pobres, los tenidos por pecadores y los marginados. De ahí la centralidad de sus palabras "mi yugo es suave y mi carga ligera" (Mt 11, 30). Jesús devuelve dignidad al pecador despreciado por la sociedad religiosa de su tiempo. Llega a la delicadeza de decir a la pecadora que se postra ante él: "Tu fe te ha salvado" (Lc 7, 50). No se da crédito a sí mismo, ni siquiera a Dios, sino a la mujer pecadora. Y el gran gozo de Jesús es lo que el evangelio narra, para horror de fariseos y escribas: el banquete con publicanos.

La "mesa compartida" fue esencial en Jesús y en las primeras comunidades. Hay en ella, ciertamente, una dimensión ética –compartir con otros– y también una dimensión litúrgica esencial –celebrar la cena del Señor–. Pero lo más fundamental de la buena noticia que introdujo el cristianismo en su tiempo es poder sentarse a una única mesa, sin preguntarse por "méritos", sino porque "así es Dios", los que durante siglos habían estado separados: pobres, paganos, esclavos, mujeres, los despreciados de Israel y los marginados del Imperio –siguiendo en ello el ejemplo de Jesús.

Esta sigue siendo también hoy la pregunta fundamental. Si compartimos o no la mesa con los despreciados de este mundo (refugiados, enfermos de SIDA, "ilegales" en Estados Unidos, niños de la calle…), si de este modo hacemos presente o no a Jesús. El problema de la Iglesia es con quién y cómo compartir la mesa. A veces lo hace bien, y a veces no. Veámoslo en dos ejemplos.

Eusebio de Cesarea, historiador de los primeros siglos de la Iglesia, describe el banquete con que terminó el concilio de Nicea en el año 325, donde se proclamó nada menos que la divinidad de Cristo:

 

"El emperador invitó a un banquete a los ministros de Dios, y la cosa superó todo cuanto se pueda decir. Destacamentos de guardianes y de soldados custodiaban la entrada del palacio con espadas en las manos y por medio de ellos los hombres de Dios procedían sin miedo hacia el interior de los salones imperiales, donde algunos acompañaban al Emperador en la mesa, mientras que otros se reclinaban en sillones a ambos lados…".

 

Así no compartió la mesa Jesús.

 

Siglos después, Rutilio Grande, un mes antes de su martirio, volvió a hablar de la mesa compartida.

 

"El mundo material es para todos sin fronteras. Luego una mesa común con manteles largos para todos, como esta Eucaristía. Cada uno con su taburete. Y para que a todos llegue la mesa, el mantel y el ‘conqué’…".

 

Esas palabras sí nos recuerdan la mesa compartida de Jesús.