Carta a las Iglesias, AÑO XX, Nº 445, 1-15 de marzo de 2000
Suelen preguntarnos a veces como celebramos el jubileo aquí en El Salvador, y muchas veces no se nos ocurre una respuesta a dicha pregunta. Y es que en este país, celebrar, lo que se dice celebrar, celebramos todos los días y todos los años, celebramos las buenas noticias de nuestra historia, celebramos a los mártires. El 5 de marzo celebramos a Rutilio en El Paisnal, el 11 de diciembre pasado celebramos a los mártires de El Mozote, el 16 de noviembre celebramos a los mártires de la UCA. Y el 24 celebraremos a Monseñor Romero. La celebración por lo tanto no está unida a una fecha ni a una declaración oficial de jubileo. Y si hay que juntar ambas cosas muy bien lo ha hecho don Pedro Casaldáliga: 2000 años de Jesús y 20 años de Monseñor Romero.
Tampoco es difícil traducir lo que se celebra en el jubileo en términos de nuestras celebraciones martiriales. Con estas últimas "se nos perdonan varias cosas". Se nos perdona el miedo al pasado, la esclavitud del silencio, la ingratitud hacia nuestros mayores... De todo eso nos sentimos liberados. Y, lo fundamental, se nos anuncia una buena noticia: recordamos lo bueno de nuestra historia y de nuestra Iglesia, nos animamos a resistir y a seguir, acrecentamos el compromiso y la esperanza. Y todo ello, como lo muestran las celebraciones cada vez más masivas, en "comunidad". Aquí nadie gana el jubileo él solo o ella sola, sino en grandes grupos, en procesiones y vigilias.
Resumiendo, sin saber mucho de las indulgencias que se conceden en el jubileo, entendiendo mucho menos la diferencia entre perdón de la culpa y de la pena, sin saber a ciencia cierta qué puertas se abrieron en Roma y qué templos hay que visitar aquí, la intuición queda muy clara para nosotros: hay buenas noticias en la historia, la buena noticia de Jesús de Nazaret y la buena noticia de nuestros mártires. En estos días, muy especialmente, la buena noticia de Monseñor Romero. El jubileo no se celebra siguiendo las normas de un libro, sino respondiendo a nuestra realidad.
¿Y por qué recordar ahora a Mozambique cuando hablamos del jubileo? Porque en nuestro mundo siguen existiendo las malas realidades, y el jubileo no se puede celebrar dándoles la espalda. Mozambique es hoy tragedia, como lo son, aunque ahora se olviden, Biafra y Etiopía, Sudán y los Grandes Lagos, por recordar sólo al continente mártir.
Tarde y mal está llegando la ayuda a Mozambique, y muchas vidas se hubiesen salvado si la ayuda hubiese llegado a tiempo y bien. Lo peor sin embargo es que se mantiene la ignorancia sobre ese continente, se encubre su realidad y se analizan muy interesadamente las causas de su tragedia. En un mundo orgulloso de sí mismo todo ello expresa desprecio hacia millones de seres humanos.
Desde Africa nos escriben: "llevo profundamente grabados en las entrañas esos ojitos de niños, ancianos y mujeres que no dan por supuesta la vida. ¡Cómo no hacerlo posible para que vayamos repartiendo mejor lo que es de y para todos!".
Es bueno, justo y necesario celebrar a Monseñor Romero, pero eso no puede hacerse separándolo de su pueblo salvadoreño. Y cada vez menos se puede hacer separándolo de su pueblo universal, en donde está Mozambique, Haití, Timor del Este... Esto es lo que confesamos cuando decimos que Monseñor Romero es santo universal. Ese amor universal es el que nos obliga a todos a ser también universales en el amor. "Mientras haya algún nadie, todos seremos nadie sin excepción" dice don Pedro Casaldáliga.
Conclusión. Nosotros en El Salvador tenemos el privilegio de un jubileo permanente: la buena noticia de Monseñor. Con ella se nos "perdona", se nos libera de muchos males, sobre todo del desencanto y la desesperanza, del desinterés por los pueblos crucificados y del egoísmo deshumanizante. Somos los agraciados y con esa buena noticia también se nos abre a la realidad de este mundo: a liberar y sanar todos los Mozambiques, a que se nos revuelvan las entrañas y a que pongamos a producir en su favor la compasión, la verdad, y el amor que nos dejó Monseñor. En una palabra, a que seamos gracia para otros.
Los resultados de las elecciones del 12 de marzo no deben llevar a perder de vista un dato fundamental. La mayoría de la población salvadoreña en edad de votar no concurrió a las urnas este domingo. Aproximadamente entre el 70 y el 75 por ciento de la población con derecho a voto no acudió a las urnas. La cantidad es incluso mayor que la del año pasado, en las elecciones presidenciales. Por lo tanto, los diputados y los concejos municipales, aunque electos de manera legítima, poseen una representación ciudadana muy reducida. Los constantes e intensos llamados dirigidos a esta mayoría en los días anteriores a las elecciones y el mismo día de las mismas, hechos por los dirigentes de los partidos políticos, el Tribunal Supremo Electoral, los conductores de diversos programas de radio y televisión y por otras personas no surtieron efecto.
Es más, la mayoría de la ciudadanía, para ser más exactos, casi el 80 por ciento, había decidido por qué partido votaría el 12 de marzo dos meses antes, es decir, antes que la campaña electoral diera comienzo. Esto significa que los partidos políticos y en particular ARENA han gastado millones de colones para beneficio de los dueños de los grandes medios de comunicación de masas, sin obtener a cambio un resultado mínimo aceptable. Más aún, la campaña de ARENA alejó de las urnas a una proporción nada despreciable de electores simpatizantes del partido. Es decir, la campaña no sólo no le dio los resultados esperados, sino que además le hizo daño. Dada la altísima inversión hecha, desde el punto de vista empresarial, estas elecciones fueron un muy mal negocio para el partido dirigido por los grandes empresarios salvadoreños.
El beneficiario directo de esta mala conducción de ARENA es el FMLN, pero éste no debe hacerse falsas ilusiones sobre su triunfo en la alcaldía de San Salvador, en la Asamblea Legislativa y en los otros municipios. El triunfo del FMLN debe más al derrumbe de ARENA que a un crecimiento importante de militantes y simpatizantes. El FMLN todavía tiene que convencer que puede gobernar, debe identificarse con las necesidades de las mayorías salvadoreñas y así crear confianza en la población y recuperar credibilidad. Son desafíos que un triunfo como el obtenido este 12 de marzo puede opacar. Es claro el descontento de los simpatizantes de ARENA con su partido así como el rechazo de buena parte de la población a las prácticas políticas de este partido; pero no es nada claro todavía que el FMLN sea la opción de la mayoría. Es claro que ARENA puede ser derrotado; pero no está decidido aún si esa derrota se la propinará el FMLN.
Ni la amargura de la derrota ni la ilusión del triunfo deben hacer olvidar que la mayoría de la población salvadoreña en edad de votar no votó por ninguno de estos dos partidos. Su mayor desafío está en demostrarle que gobiernan para ella, que sus intereses son primero aun antes que los del partido o de ciertos grupos de interés, que las elecciones son un instrumento valioso para producir cambios, porque éstos ocurren en realidad.
Este proceso de cambio podría comenzar por la reforma radical del sistema electoral, un tema que los partidos suelen tratar como si fuera asunto exclusivamente suyo, olvidándose del factor más importante del mismo, el ciudadano. Hasta ahora, los partidos políticos han demostrado un desprecio grande por la ciudadanía al no facilitarle el poder ejercer el derecho al voto, manteniendo un sistema obsoleto, complicado e incluso hostil. Esta es una buena oportunidad para que los partidos dejen de pensar en sí mismos y piensen más bien en la ciudadanía a la cual, según aseguran, se desviven por servir.
El Tribunal Supremo Electoral sigue cometiendo los mismos errores
Según el artículo 72 de la Constitución salvadoreña, uno de los derechos políticos de todos los ciudadanos y ciudadanas es el de ejercer el sufragio. Este derecho permite que la población participe en el gobierno de un país, eligiendo a quienes serán sus representantes. Este derecho se viola constantemente cuando en cada evento electoral, las autoridades correspondientes, en lugar de facilitar el acceso al sufragio, lo dificultan y no cumplen con su deber. Este es el caso del Tribunal Supremo Electoral.
Parece mentira que con tantos recursos humanos y económicos que dicen invertir los del Tribunal Supremo Electoral en la organización de las elecciones, las salvadoreñas y salvadoreños todavía estemos encontrando un padrón electoral con personas ya fallecidas, nombres equivocados y, lo más común, personas que, aún teniendo su carnet electoral, no se encuentran en el padrón, por lo que se les hace imposible emitir su voto. Son innumerables los casos de estos tipos, y lo más delicado es que aún hay quienes se atreven a calificar de incidentes "comunes y corrientes" que no causan mayor problema, o que son parte del ajetreo normal de los comicios. Pero estos incidentes, sumados, indican un elevado porcentaje de población que, aun con la firme intención de emitir su voto, no pueden hacerlo y se agregan progresivamente al ya elevado porcentaje de abstencionismo.
No estamos diciendo que el nivel de abstencionismo esté determinado únicamente por los errores del Tribunal Supremo Electoral. La poca confianza que los partidos políticos generan en la población es uno de los factores que más inciden en la disminución de votantes.
Otro de los obstáculos que enfrentamos, quienes fuimos a votar el 12 de marzo, fue el de la impuntualidad de los responsables de abrir y organizar los centros de votación, y de los encargados de las Juntas Receptoras de Votos. Pero a eso hay que adicionar ciertos detalles engorrosos, como el hecho de que las Juntas Receptoras de Votos proporcionaban a los votantes crayones secos, que dificultaban la marcación de las papeletas y en algunos casos, corriendo el riesgo hasta de romperlas al intentar remarcar.
Pero los problemas no sólo se han dado en los centros de votación más grandes. Así tenemos que en las zonas rurales del país, los votantes tuvieron dificultades para ejercer su voto, ya que muchas personas caminaron varias horas para llegar a los centros de votación. Esto nos advierte que -pese a la publicidad y promesas del Tribunal Supremo Electoral- el transporte gratuito, que supuestamente estaba garantizado, nunca llegó a estas zonas.
Podemos afirmar, en suma, que en todas estas irregularidades hay complicidad del Tribunal Supremo Electoral, en tanto que no ha sido capaz, o no ha querido enfrentar, situaciones recurrentes que ponen en cuestión la credibilidad de esta instancia que debería ser garante de participación ciudadana en el ejercicio del sufragio.
José María Tojeira
El día de la mujer pasó por El Salvador sin pena ni gloria. Evidentemente la coyuntura preelectoral y el ascenso de la tensión en el sector salud ofrecían una urgencia noticiosa que hacía olvidar temas estructurales. Especialmente con Sandoval dando órdenes de dispersar gases lacrimógenos a la orilla de los hospitales públicos. Aunque eso sea grave, los temas estructurales son en justicia muy graves y el olvidarlos se convierte automáticamente en una de las causas de nuestro subdesarrollo.
Y es que el tema de la mujer es un tema de fondo que casi siempre sepultamos en la cursilería y en la superficialidad. Decir que la justicia en el mundo tiene una relación indispensable con que se le haga justicia a la mujer en general puede parecer exagerado, pero sólo a quienes están deformados por una cultura machista y mentirosa. Mientras nuestros medios de información ignoraban el día, otros periódicos internacionales ofrecían perspectivas que son terriblemente alarmantes. A nivel mundial hay más analfabetismo entre las mujeres que entre los hombres. Pero eso no es nada. Mientras las mujeres, que son un poco más del 50% de la población mundial, asumen y cargan con dos terceras partes del trabajo que se realiza en nuestro planeta (no olvidemos que el trabajo del hogar es también trabajo, y muy duro muchas veces). Y a pesar de cargar con más trabajo, sólo reciben el 10% del ingreso salarial que el trabajo mundial produce. En otras palabras, son un poco más que los hombres, trabajan más que nosotros y manejan muchísimo menos dinero. Si en vez de un enfoque de género se le diera a esta realidad un enfoque de clase social, no faltarían quienes estuvieran llamando ya a la insurrección armada.
En El Salvador la situación no cambia demasiado. La mujer salvadoreña en su conjunto trabaja más que los hombres y maneja menos dinero. Recibe menos por su trabajo a pesar de que generalmente administra mejor lo que recibe y con mayor capacidad de ahorro y equidad. La mujer salvadoreña gasta menos en alcohol, gasta menos en armas y, pronto llegará el día, sino ha llegado ya, en que gaste menos en ropa y en cosméticos.
Por si esto fuera poco, la mujer salvadoreña construye más valores positivos que los hombres en su conjunto. Es menos violenta, enseña a sus hijos e hijas virtudes como las de la solidaridad, la compasión, el perdón, la paciencia (a veces hasta demasiada). Es más incondicional en su cariño y amor.
Pero ni trabajo ni valores sirven a la hora de ser reconocida. Con unas cuantas palabrejas excesivamente efusivas y alguna que otra serenata meliflua en el día de la madre, se ventila todo sin profundizar en la situación, ni mucho menos dar pasos hacia una igualdad más real. En política, en el sistema judicial, en el gobierno, en puestos ejecutivos de empresas, la mujer carece de una representación proporcional a lo que aporta. En la maquila, que tanto se ha ensalzado en algunos sectores como fuente de progreso, la mujer recibe en su conjunto los peores salarios realizando los trabajos más duros. Cuando no se la humilla en el campo íntimo de su maternidad diciéndole que para darle trabajo tiene que traer un certificado de no estar embarazada o, mejor todavía, una comprobación de que se ha ligado las trompas de Falopio. Sería bueno escuchar lo que diríamos los hombres si nos exigieran castrarnos o ligarnos los conductos seminales para tener más oportunidades de trabajo.
Las mujeres no protestan demasiado, y los hombres incluso hemos llegado al extremo de convencer a algunas de ellas de que "la mujer debe conformarse con lo que el compañero le da" (63% de aceptación mayor o menor femenina en una encuesta del IUDOP-UCA). En esta misma encuesta "7 de cada 10 entrevistadas estuvieron de acuerdo o algo de acuerdo en que la mujer debe estar siempre dispuesta a complacer a su marido". Y para colmo de males todavía un 53% de los y las salvadoreñas piensan que "la violencia en la casa es un asunto en que nadie debe meterse". Y todos sabemos quiénes son las principales víctimas de la violencia hogareña.
Si un problema social tan grave, que afecta a la mitad de la población salvadoreña simplemente por la dimensión de género, somos incapaces de analizarlo, discutirlo y corregirlo; si somos incapaces de criticar nuestra secular cultura machista, ni siquiera el día de la mujer; si disminuimos la participación real de la mujer en la política al tiempo que hablamos de democracia; si casi un 70% de la población es consciente de que la mujer es maltratada de diversas maneras y no hacemos nada o hacemos muy poco al respecto… Si todo eso se da de esa manera y no se ven perspectivas inmediatas de cambio, entonces no nos engañemos: Seguiremos siendo un pueblo subdesarrollado muchos años más.
Circular fraterna de don Pedro Casaldáliga
La opción profética
A la luz de esas dos fechas, tan nuestras, y de sus exigencias y esperanzas, yo personalmente -y pienso que con millones de hermanos y hermanas de ese soñador colectivo anónimo- quisiera ver las siguientes transformaciones (radicales) en la Sociedad, en las Religiones, en la Iglesia:
1º: Como Sociedad, contestar eficazmente esa mundialización globalizada, de acumulación de lucro, de consumismo atolondrado y de exclusión homicida, para construir la otra mundialización, a partir de una actitud de mundialidad en todo y cada día. Contra "la especulación, inversiones golondrinas, privilegio de la circulación de mercancía sobre la circulación del trabajo, información dispensable, darwinismo global", posibilitar "la transparencia y abundancia de la información, la circulación y aplicación de las tecnologías, las inversiones productivas, la universalización de los derechos humanos", "y radicar estos derechos en las políticas locales de educación, salud, comunicaciones, empleo" (Carlos Fuentes).
Como alguien ha sugerido oportunamente, conjugar constantemente y en nivel mundial los verbos "compartir, participar, prevenir".
Un objetivo ineludible sería, evidentemente, sustituir la ONU actual y sus instituciones por otras que sean mundiales de verdad, equitativamente, sin privilegios y sin cinismo. Para una mundialidad "donde quepan todos" y todos los pueblos, también los pueblos indígenas, también los minoritarios.
Hace ya un cierto tiempo que se propaga la campaña por la reforma del Banco Mundial. Y se propugna la creación del Tribunal Penal Internacional. En nuestra Agenda Latinoamericana, que a partir del año 2001 será "Latinoamericana-mundial", presentamos un ideario y algunas realizaciones concretas de esa mundialidad "otra". Hay muchas propuestas y ensayos que van abriendo ese camino; desde la reivindicación insistente de Amnistía Internacional por la abolición de la pena de muerte en el mundo entero (en un sólo año se cometieron 1625 ejecuciones) hasta la creación del "Banco de los pobres".
Los países, evidentemente, habrían de tener su Estado, soberano y servidor. Las "comunidades económicas" no existirían para imponerse sino para complementarse. Y sobrarían la OTAN y sus adláteres.
Auscultando proféticamente la situación de nuestros pueblos de América Latina (de todo el tercer mundo) y anticipándose proféticamente a la situación más dramática todavía que ha creado el capitalismo neoliberal, Medellín denunciaba: "Queremos subrayar que los principales culpables de la dependencia económica de nuestros pueblos son aquellas fuerzas que, inspiradas en el lucro sin freno, conducen a la dictadura económica y al imperialismo del dinero" (2,9).
Como propuesta alternativa deberíamos cultivar, en todos los niveles, una ciudadanía espiritualmente internacionalista, la solidarización de las respectivas identidades y la internacionalización efectiva de la solidaridad.
2º: Las Religiones habrán de ponerse de acuerdo, en nombre del Dios de la Vida, del Universo y de la Paz, para el servicio común de las grandes Causas de la humanidad, si quieren ser religiones humanas, expresiones plurales, las más profundas, del alma de la misma humanidad. Esas Causas vitales que son el alimento, la paz, la salud, la educación, la vivienda, todos los derechos humanos, los derechos de los pueblos y las exigencias de la ecología.
Ya se ha escrito la "Carta de las religiones unidas" y se ha celebrado, el pasado mes de diciembre, en Sudáfrica, el "Parlamento de las Religiones del Mundo".
Todo fundamentalismo, todo proselitismo, toda prepotencia en la vivencia de la propia religión, la niega, porque niega al Dios vivo que todas las religiones quieren cultuar.
El macroecumenismo, adulto, dialogante, fraterno, pasará a ser una fundamental actitud de cualquier religión que merezca este nombre. Desde la propia identidad, en la apertura a la pluralidad de la adoración y la esperanza. Siguiendo el sabio consejo del sufí iraní del siglo XIII: "Como un compás, tenemos un pie fijo en el Islam, y con el otro viajamos dentro de otras religiones".
3º: La Iglesia, para ser la Iglesia de Jesús, ha de ponerse, exclusivamente, al servicio del Reino y salirse de un autoservicio obsesionado. Para eso, las Iglesias, sobre todo la Iglesia católica, han de abrirse al ecumenismo real... ¡sin esperar al fin del mundo! e inculturarse de verdad, por causa del Evangelio, en los diferentes pueblos y en las diferentes coordenadas históricas.
La revista "Foc Nou", de Cataluña, ha recogido una serie de propuestas que respondían a la pregunta, tan actual, de "¿cómo habrían de ser los cristianos del siglo XXI?". Espigo aquí algunas de esas respuestas, que muchos cristianos y cristianas sin duda hacemos nuestras también: "Con sentido común", "desprendidos de todo lo superfluo que nos ha invadido", "convencidos de que Dios quiere salvar a todos", "interpelados por la humanidad de hoy", "los creyentes de la poscristiandad", "haciendo causa vital de las grandes causas de la humanidad", "con una vital experiencia del Dios de los pobres", "sin ponerle medida al amor de Dios", "más fieles al Evangelio que sumisos al Vaticano", "con una espiritualidad alejada de todo integrismo", "personas que mantengan viva la esperanza", "mientras se espera un Vaticano III", "profunda e íntimamente agarrados por Jesús", "con madurez humana y de fe", "chispas del fuego bendecido en la noche de la Pascua"...
Pensando ya más concretamente en nuestra Iglesia católica habrá que rever en serio la corresponsabilidad y ministerialidad a partir de una profunda revisión del ejercicio del papado y del poder de su curia. No lo digo sólo yo, pobre de mí; lo decimos millones, y lo han declarado abiertamente voces muy autorizadas. El cardenal Ratzinger, en los tiempos de su famoso libro "El nuevo pueblo de Dios", escribía: "Necesita la Iglesia hombres con pasión por la verdad y la denuncia profética. Los cristianos deben ser críticos incluso frente al propio papa, pues determinado panegirismo hace un gran daño a la Iglesia y a él".
El cardenal Etchegaray, en la lección inaugural del encuentro "Iglesias hermanas, pueblos fraternos", realizado el pasado noviembre en Génova, hablaba de la gran paradoja planteada a los últimos papas "conscientes de ser (como ministerio de Pedro) el principio de la unidad de los cristianos y que (en realidad) se ven como su dramático obstáculo". "El ministerio de Pedro -añadía el cardenal- que sirve estructuralmente para promover la sinodalidad de la Iglesia, es también de naturaleza sinodal: su función propia no le sitúa fuera o por encima del colegio episcopal. El papa no es de un grado superior al episcopado, y tiene sus raíces en el mismo sacramento que hace a los obispos".
A su vez, el cardenal Martini, en Tierra Santa, presidiendo una gran peregrinación, reconocía que la Iglesia católica debe dar pasos muy fundamentales hacia el ecumenismo "entre ellos, el modo de ejercer el primado de Roma, que debe ser repensado". "De hecho -recordaba Martini lo que ha sido noticia mundial- el mismo Papa se ha declarado dispuesto a repensar y a escuchar sugerencias sobre la forma de ejercicio del primado".
La Iglesia está pidiendo perdón por muchos pecados suyos a lo largo de estos dos milenios, pero seguimos siendo pecadores hoy también. Los Sínodos continentales que se acaban de celebrar no han sido precisamente sinodales; no han respondido a las necesidades y a las contribuciones de las Iglesias de cada continente. Los obispos japoneses, por citar un ejemplo, insistían en que "se considerase bajo una nueva luz la relación entre las Iglesias de Asia y la Santa Sede", y específicamente pedían "un sistema de relaciones basado en la colegialidad y no en el centralismo".
La reforma del papado y de su curia posibilitaría -con el "automatismo" del Espíritu y por las expectativas de la Iglesia universal- otras muchas reformas en corresponsabilidad, en colegialidad, en inculturación, en legítimo pluralismo, en ministerios.
En el ecumenismo hay algunas buenas noticias, pero es tanto el camino que falta por recorrer que resultan muy lentas y tímidas. El documento de Augsburgo, por ejemplo, entre la Iglesia católica y la Iglesia luterana, viene después de cinco siglos de incomprensiones, para acabar diciendo que ambas partes se complementan en la inefable "Justificación"...
Urge sentirnos todos hermanos y hermanas "separados"; nosotros los católicos también. Urge entender el ecumenismo como un ir y venir al encuentro del único evangelio de Jesús de Nazaret. Y urge reconocer las respectivas tradiciones, así como reconocer la legítima autonomía de las iglesias locales, y descubrir en esas tradiciones y en esa autonomía la acción del Espíritu "que sopla donde quiere" y que nos "va manifestando la verdad completa". Urge animar a los teólogos y teólogas en vez de espantarlos en su servicio de sistematización de la fe y apertura de horizontes. Lamentablemente, "durante el último papado, unos 500 de ellos (y ellas) han sido silenciados de un modo u otro, por el Vaticano".
Ante el malestar generalizado, frente a la involución programada y la obsesión por decretar, definir y cerrar el paso, querer un nuevo Concilio Ecuménico -dentro de la próxima década, sugiere el cardenal Martini- no es ninguna frivolidad eclesial.
Que para este nuevo milenio no se pueda repetir la amarga definición que hacía Rahner de la existencia de la Iglesia fuera de Europa, como "el fruto de la actividad de una multinacional que exportó la religión como un bien que no podía ser alterado y que fue llevado a todas partes a través de una cultura y civilización consideradas superiores".
No es derrotismo amargo ni hipercrítica irresponsable. Es amor a la Iglesia y sobre todo al Reino. Es esperanza comprometida. El cardenal Franz König, en la defensa que hacía el año pasado del P. Jacques Dupuis, teólogo del diálogo interreligioso, se desahogaba así, con emoción bien eclesial: "No puedo permanecer en silencio porque mi corazón sangra cuando veo fallas tan evidentes contra el bien común de la Iglesia de Dios".
Programas fraternos
Dentro de las muchas celebraciones -más acertadas, menos acertadas- y respetando todos los gustos siempre que sean evangélicos, siempre que respeten el alma del Jubileo, quiero destacar aquí, invitando al mismo tiempo, unos acontecimientos próximos que nos afectan entrañablemente.
• En San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México, del 20 al 26 de enero se celebrará una despedida-homenaje al Tatic providencial, don Samuel Ruiz, con una semana de teología, entre otras manifestaciones.
• En San Salvador, del 19 al 26 de marzo, se celebrarán los 20 años del martirio de nuestro "san Romero de América". Entre otras actividades y celebraciones, el SICSAL (Secretariado Internacional Cristiano de Solidaridad con y desde América Latina) realizará su congreso.
• En el Brasil de los 500 años, mal contados, mal vividos política y económicamente, del 11 al 15 de julio, en Ilhéus, Bahia, tendrá lugar el Xº Encuentro Intereclesial de las CEBs, por los "2000 años de caminada" y como "Memoria, sueño y compromiso".
En Belo Horizonte, del 24 al 28 de julio, se celebrará el Encuentro Latinoamericano de Teología 2000, organizado por las Sociedades Teológicas de Brasil (SOTER), de Argentina (SAT) y de Uruguay (SUT), pero con alcance continental.
• En la República Dominicana, del 1 al 7 de noviembre, y con una peregrinación a Haití, celebraremos la tercera Asamblea del Pueblo de Dios, APD, un nuevo pequeño pentecostés macroecuménico.
• Y aquí, dentro de la Prelatura de São Félix do Araguaia, en Ribeirão Cascalheira, los días 17 y 18 de julio del año 2001 (dos mil y uno, noten), vamos a celebrar comprometidamente la Romería de los Mártires de la caminhada latinoamericana, con ocasión de los 25 años del martirio de nuestro padre João Bosco Penido Burnier.
"Nosotros somos el tiempo", ponderaba san Agustín. Seamos el Jubileo, con toda nuestra vida.
Un solemne ciclo de conferencias, celebrado en ese último año del siglo, se titulaba, ansiosamente, "En busca del paradigma perdido". Nosotros, hermanos, hermanas, no hemos perdido el paradigma, ¿verdad?
Peregrinación entre Aguilares y El Paisnal
El domingo 5 de marzo, más de 15,000 salvadoreños caminaron en peregrinación entre los poblados de Aguilares y El Paisnal para recordar el asesinato del jesuita Rutilio Grande. Participaron en la peregrinación campesinos y campesinas de varias parroquias de la periferia de la capital y del norteño departamento de Chalatenango.
La mitad de la población salvadoreña no lo conoció. El 12 de marzo de 1977, mientras atravesaba en su vehículo unos cañales, Rutilio Grande, el sacristán Manuel Solórzano de 72 años y Nelson Rutilio Lemus de 16 años, fueron emboscados con tiros de ametralladoras. Con ese asesinato el gobierno militar y los escuadrones de la muerte iniciaron la represión contra la iglesia que seguía los pasos de Medellín y denunciaba la terrible injusticia social, la opresión y la represión. En los siguientes 16 años llegarían a asesinar a 17 sacerdotes, 5 religiosas, miles de laicos y laicas, el arzobispo de San Salvador, Mons. Romero, y al obispo castrense Joaquín Ramos.
Las comunidades anticiparon la peregrinación al día 5, pues el mero día 12 se iban a celebrar elecciones. No sorprende ya -recuérdese los miles de personas que celebran en la UCA el 16 de noviembre- que allí se juntasen miles de personas. Con el P. Orlando Erazo y un grupo de sacerdotes a la cabeza, recorrieron la polvorienta carretera bajo un calcinante sol, con ramos de flores, portando pancartas de Monseñor Romero, de Rutilio y de otros mártires salvadoreños. Cuando la peregrinación llegó al lugar conocido como Tres Cruces, donde fue acribillado Rutilio y sus dos compañeros, el Padre Erazo pronunció estas palabras:
"Hace 23 años dieron la orden de asesinar a Rutilio, y hoy los que dieron aquella orden ocupan cargos en el poder... Al caminar por estas calles polvorientas nos encontramos con los mártires para seguir luchando por la verdad y la justicia... A los que reparten comida a los pobres se les dice ‘buenos’ y a los que organizan a los pobres se les dice ‘comunistas’ y se les mata, mientras se libera a Augusto Pinochet. Apoyamos un perdón para los asesinos, con justicia y sin olvido".
En las Tres Cruces los peregrinos depositaron flores rojas y encendieron velas. En los años 70 y 80 manos malvadas solían arrancarlas, pero siempre había otras manos bondadosas que las volvían a plantar. También en esto ha triunfado la terquedad salvadoreña, y ahí están hoy las cruces con rosas y velas.
* * *
Una semana después, al Centro Monseñor Romero muy temprano llegaron buses. El salón estaba lleno, sobre todo de jóvenes, y se proyectó un video sobre su vida y muerte. Veintitrés años después algo tiene aquel Rutilio Grande, bondadoso y nervioso, tierno y firme, que con dificultad encuentran los jóvenes en el mundo de hoy.
En la eucaristía había todavía más gente. Estaban abiertas las tres puertas de la capilla y muchos tuvieron que quedarse fuera. El evangelio anunciaba la palabra de Dios que, como decía Rutilio, "es limpia y clara como el agua que baja de los montes": era el evangelio de Jesús en la sinagoga de Nazaret. Monseñor Rosa pidió a dos jóvenes jesuitas que iban a ser ordenados de diáconos que expresasen lo que Rutilio les había inspirado para dar ese paso en su vida. Primero habló Alfred Dorvil, haitiano, y después Enrique Zabala, de Bolivia, quien llegó vestido con su traje típico indígena. A esos rincones y a muchos otros ha llegado Rutilio. Los dos nuevos diáconos hablaron mucho y bien de Rutilio Grande. Sus palabras siguen siendo una buena noticia hasta el día de hoy. He aquí una muestra de su evangelio.
"Vamos a seguir con fe al hombre de Nazaret!"
Jesús era un peregrino que iba por cantones y caseríos. Se detenía junto a los cercos o debajo de un amatón: "Ahí no más tienen el Reino de Dios. Nos lo regala el Padre Dios con tal que cambiemos de rumbo y lo recibamos como Buena Noticia"...
Muchos prefieren un Cristo mudo y sin boca para pasearlo en andas por las calles. Un Cristo con bozal, fabricado a nuestro antojo y según nuestros mezquinos intereses. ¡Ese no es el Cristo del Evangelio, el Jesús joven de 33 años! El que se jugó la vida y murió por la causa más noble de la humanidad...
Mucho me temo, hermanos, que si Jesús volviera hoy, bajando de Galilea a Judea o sea de Chalatenango a San Salvador, yo me atrevo a decir que no llegaría con sus prédicas y acciones hasta Apopa. Lo detendrían allí, a la altura de Guazapa. Y duro con El, hasta hacerlo callar o desaparecer...
Amigos, volvamos al Evangelio, volvamos al pobre pueblo, allí se nos aclara, cuando se mira turbio el horizonte de nuestro caminar pastoral.
"Mesa grande para todos"
Queremos hacer con ustedes una comunidad de hermanos en la que nadie se sienta cacique ni peón. No buscamos que vengan a la iglesia o traerles la iglesia de allá para acá, sino que ustedes sean hermanos e Iglesia aquí en el caserío o el cantón. Para esto, mis amigos, no se precisa ni ermita, basta que quieran congregarse a dialogar la Palabra de Dios a la sombra de un amatón...
La Iglesia no es museo de tradiciones muertas, de enterradores que sólo se preocupan de cargar la urna el Viernes Santo para enterrar a Jesús. Debe ser un puño de comunidades vivas, portadoras de vida y esperanza para nuestra gente más humilde.
Jesús quiso celebrar, la víspera de su entrega total, una cena, una fiesta. Y nos dijo que sería el memorial cabal de nuestra liberación. Todos a la mesa, ¡hasta Judas que lo iba a traicionar! Y El, de 33 años, fue el primero que se puso a los pies de sus amigos para lavarles los pies. Y les dio a comer de su vino y de su pan como señal de la entrega de su vida. Y nos mandó hacer lo mismo como señal de que estamos listos a jugarnos la vida por los hermanos. Esto es recibir y comulgar, no simplemente tragarse un pan como quien se come un marquesote.
"Me han enseñado ustedes el evangelio"
¡Les felicito, hermanos! Nos han dado una gran lección. Nos cuentan que en vez de ponerse a pelear con el hermano Pedro si la Virgen tuvo o no muchos hijos, si se puede comer gallina estrangulada o no, ustedes le ofrecieron su ayuda cuando le desalojaron. En su pobreza le han levantado el rancho y le ayudaron a trasladar sus tiliches. Enhorabuena y me alegro. Ustedes mismos dicen que se ha unido a su comunidad y ya no quieren que le digan "hermano separado".
No se aflijan ni desmayen si los cacicones y de colmillo retorcido les dicen agitadores y subversivos y otras cosas que ni ellos entienden. ¡Adelante, es buena señal! Es la mejor señal de que empezamos a hacer camino como cristianos de verdad. Los fariseos, las autoridades y hasta los sacerdotes de entonces también llamaban a Jesús, fíjense bien: "Enredador, blasfemo y alborotador del pueblo!".
Africa aparece en las noticias por unos días y desaparece durante años. Los niños de Biafra, el hambre de Etiopía, el genocidio en los grandes lagos están destinados a ser flor de un día. Peor aún, la firmeza y resistencia, el amor a la vida, el testimonio de amor martirial, muchas veces ni a eso llegan. Un ejemplo reciente es la guerra en el Congo. En un comunicado los obispos y las conferencias de congregaciones religiosas en Kivu Sur rechazan la división del Congo en varios estados, pero empiezan con estas palabras que es lo que queremos recalcar: "existe una confabulación de silencio sobre lo que está ocurriendo en Congo y en la región de los Grandes Lagos". Para combatir, aunque sea muy modestamente, ese silencio egoísta y cruel, publicamos una lista de mártires cristianos, asesinados sólo en 1999, y a continuación ofrecemos un breve relato sobre la tragedia de Mozambique, para que no se la traguen las aguas de la naturaleza y también las de la historia.
* * *
Han pasado dos semanas de las lluvias más intensas de los últimos 50 años y el devastador paso del ciclón "Eline" para acabar con muchos años de esfuerzos en Mozambique. Las cifras de muertos no son oficiales y pueden ir de 500 a miles. 800.00 personas corren el riesgo de contraer enfermedades y 600,000 han escapado del arrastre de las aguas, únicamente con las ropas que podían llevar sobre sus cabezas. Las escenas de horror son conocidas debido a la televisión: personas que pasan días en las copas de un árbol, y algunas, desfallecidas, caen a las aguas y desaparecen en ellas.
Junto al desastre natural queremos denunciar ahora el desastre histórico: "si la ayuda hubiese sido más rápida y eficaz se hubieran salvado muchas vidas". Esto es lo que dice Graca Machel, de 54 años, esposa de Nelson Mandela y viuda de Samora Machel, líder de la independencia en Mozambique hasta su asesinato en 1986. He aquí una breve entrevista.
P. ¿No ha sido excesivamente lenta la ayuda?
R. Es preciso que esta lección se grabe en la conciencia humana. Cuando se anuncia una tragedia no es necesario esperar hasta que llegue a los millares de muertos, como suele ocurrir. Cualquier vida humana es importante. Los mecanismos de emergencia deberían actuar mucho más rápido. Sabemos que hay países que tendrían que haber llegado antes y eso nos duele como mozambiqueños. Es una mancha en la conciencia humana. No debemos permitir que estas cosas vuelvan a ocurrir. Es la primera vez y me gustaría que fuese la última, pero no tengo la certeza. La reacción sigue siendo tan lenta y burocrática que nunca alcanzaremos lo que llamamos medidas preventivas. ¡Ojalá no vuelva a ocurrir!
P. Le insisto: ¿los países desarrollados han reaccionado tarde?
R. Fue preciso que la BBC y la CNN transmitieran imágenes de horror. Fue ahí cuando despertaron, no cuando el presidente lanzó las llamadas de socorro. Ya era bastante tarde cuando se difundieron esas imágenes y, aun así, tardaron cuatro o cinco días en llegar. El agua no tiene piedad. Cuando la ayuda llegó la mayoría de la gente y sus pertenencias estaban enterradas. Es un gran dolor comprobar que se podría haber salvado mucha gente con una respuesta más rápida.
P. ¿No cree que a veces la ayuda sólo sirve para aliviar la mala conciencia?
R. No quiero acusar ni llegar tan lejos, pero no conseguimos establecer mecanismos rápidos y eficaces para las crisis. Los países desarrollados más lejanos no sintieron el problema como algo cercano y, por eso, tardaron mucho.
• • •
Mártires en el Tercer Mundo en 1999
Nombre y Apellido NacionalidadInstituto Lugar y fecha
1 Rev. Albino Saluhaku Angola Diocesano Huambo (Angola) - 6/1
2 Catequista Angola Huambo (Angola) - 6/1
3 Catequista Angola Huambo (Angola) - 6/1
4 Hna. María Aloysius India Mis. de la Caridad Freetown (S. Leona) - 22/1
5 P. Héctor Fabio Rojas Colombia Orden Fratres Menores Guayaquil (Ecuador) - 23/1
6 P. Cipriano Ibáñez España Sociedad de Don Bosco Moca (Sto. Domingo) - 26/1
7 Hna. Carmeline Kenya Mis. de la Caridad Freetown (S. Leona) - 29/1
8 Hna. Swewa Bangladesh Mis. de la Caridad Freetown (S. Leona) - 29/1
9 Hna. Hindu India Mis. de la Caridad Conakry (Guinea) - 5/2
10 P. Albert Peleman Bélgica Benedictino Pietersburg (Sudáfrica) - 14/2
11 Seminarista Angola Ganda (Angola) 26/2
12 Rev. Jaime O. Acevedo Colombia Diocesano Chinacota (Colombia) 22/3
13 Rev. Paul Juakali R. D. Congo Diocesano Kalembe (R. D. Congo) - 7/4
14 Rev. Pedro L. Camacho Colombia Diocesano Cachira (Colombia) - 19/5
15 Rev. Carlos Francisco Angola Diocesano Londwinbali (Angola) - …/5
16 Hna. Generosa Toyi Burundi Bana Tereziya Mubimbi (Burundi) - 30/6
17 Rev. Arul Doss India Diocesano Orissa (India) - 1/9
18 Rev. Hilario Madeira Timor Diocesano Suai (Timor Or.) - 6/9
19 Rev. Francisco Tavares
dos Reis Timor Diocesano Suai (Timor Or.) - 6/9
20 P. Tarcisius Dewanto Indonesia Jesuita Suai (Timor Or.) - 6/9
21 P. Karl Albrecht Alemania Jesuita Dili (Timor Or.) - 11/9
22 Sor Celeste de
Carvalho Timor Canosianas Los Palos (Timor Or.) - 25/9
23 Sor Erminia Cazzaniga Italia Canosianas Los Palos (Timor Or.) - 25/9
24 Seminarista Mayor
Jacinto Xavier Timor Diocesano Los Palos (Timor Or.) - 25/9
25 Seminarista Mayor
Fernando Dos Santos Timor Diocesano Los Palos (Timor Or.) - 25/9
26 Seminarista Menor
Valerio Conceicao Timor Diocesano Los Palos (Timor Or.) - 25/9
27 P. Umberto Negrini Italia Don Orione Luanda (Angola) - 30/10
28 P. Pedro C. Ramírez S. Colombia Capuchino Buga (Colombia) - 21/10
29 S. Berthilde
Ndayishimiye Burundi Bene-Teresiya Musenyi (Burundi) - 8/11
30 Rev. Jorge Luis Maza Colombia Diocesano Quibdo (Colombia) - 15/11
31 Rev. Georges Kakuja R. D. Congo Diocesano Kalonge (R. D. Congo) - 22/11
Misioneros asesinados en 1999 Países de origen de los misioneros
17 sacerdotes (10 diocesanos y 7 religiosos) 10 africanos (Angola 5, Burundi 2, R. D. Congo 2, Kenya 1)
8 religiosas (de 3 Congregaciones) 11 asiáticos (Timor 6, India 3, Bangladesh 1, Indonesia 1)
4 seminaristas 5 europeos (Italia 2, Bélgica 1, Alemania 1, España 1)
2 catequistas
E innumerables otros miles de mártires, laicos y laicas, cuyo nombre sólo Dios conoce.
Homenaje de los militares
El Ejército chileno desafió al Gobierno y el 3 de marzo recibió como un héroe al ex dictador Augusto Pinochet, de regreso a su país tras 503 días de detención. Los militares hicieron caso omiso de las recomendaciones del Ejecutivo y organizaron una ceremonia de bienvenida con toda la pompa, que incluyó honores militares de jefe de Estado. El hombre que llegó ayer a Santiago sorprendió a todo el mundo por su repentina fortaleza. En manos del Ejército, fue traslado al Hospital Militar, donde presuntamente iba a estar ingresado un mínimo de tres días para examinar su salud. Ocho horas y media bastaron para que fuera dado de alta y pudiera pasar la primera noche con su familia en la mansión de La Dehesa, uno de los barrios más elegantes de Santiago.
Descendió del avión en el aeropuerto de la Fuerza Aérea en una silla de ruedas. De repente, como Lázro, se incorporó con inusitado ímpetu y avanzó por su propio pie para saludar, uno a uno, a los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas y los familiares que acudieron a recibirle. Quienes esperaban a un anciano decrépito con aspecto de enfermo no daban crédito a lo que veían.
Vestido con su impecable traje azul oscuro, Pinochet estaba radiante después de haber efectuado un largo viaje que se prolongó 24 horas. El Boeing 707 que le trasladó de Londres evitó sobrevolar territorios hostiles, como el de España, para no correr ningún riesgo, ya que persiste una orden internacional de detención en su contra del juez Baltasar Garzón.
El itinerario se mantuvo en secreto y sólo se confirmó, a través de Londres, una de las dos escalas técnicas, en la isla británica de Ascensión. El avión invirtió muchas más horas de las necesarias, para llegar a Chile a plena luz del día y ante los ojos de todos los chilenos. Así lo quiso el Ejército, amo y señor de la organización de bienvenida. Abundaron las versiones contradictorias sobre el trayecto y la hora de llegada del avión, los rumores y las maniobras de despiste. Se esperaba que el avión aterrizara en primer lugar en la ciudad de Iquique, a 1.800 kilómetros al norte de Santiago y en la que el general tiene una residencia. El despliegue de seguridad en el aeropuerto de aquella ciudad al que acudieron numerosos pinochetistas y representantes de los medios informativos fue en vano. Pinochet llegó directamente a Santiago.
Malestar de los civiles
Ante el cariz que adquirían los preparativos de la ceremonia de bienvenida, el Gobierno, a través del ministro de Defensa, expresó su malestar y "sugirió" al Ejército que bajara el perfil de la recepción, para la que se distribuyeron numerosas invitaciones personales. La respuesta de los militares se produjo a primera hora de la mañana, apenas dos horas antes de la llegada del Boeing de la Fuerza Aérea. Miles de cables, trípodes, cámaras de televisión, tarimas y los dos centenares de periodistas apostados frente a la pista del aeropuerto militar tuvieron que retirarse hacia una posición lejana desde la que apenas se divisaba nada para una cobertura informativa en condiciones. Ordenes del Gobierno, arguyeron los militares, que llegaron a invocar a la Presidencia de la República. La réplica no se hizo esperar: el ministro del Interior, Raúl Troncoso, negó tajantemente cualquier orden gubernamental para obstaculizar el trabajo de la prensa y confirmó que el Gobierno veía con inquietud la bienvenidad que preparaba el Ejército.
"Se organiza una fiesta con bandas y no parece prudente. El general Pinochet ha sido liberado bajo condiciones de absoluta discreción, por razones de salud. Esto no puede merecer una recepción como la que se está organizando", dijo Troncoso. La medida de fuerza contra los medios de comunicación fue, pues, una maniobra del Ejército ante las sugerencias del Gobierno. Finalmente, los informadores pudieron volver a su posición original.
Pero los uniformados hicieron oídos sordos a las inquietudes del Gobierno y mantuvieron los fastos. La cúpula militar en pleno, el cuerpo de generales en retiro al completo, lo más granado de los políticos de la dictadura y los máximos dirigentes de Unión Demócrata Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN), los dos partidos de la derecha pinochetista, esperaron al exdictador. Más de 400 asistentes, cuando las cifras que se barajaban el día anterior no superaban los 200.
Abordó por su pie el helicóptero que le trasladó al Hospital Militar, en Santiago. Allí le esperaban unos 5.000 pinochetistas convocados por la Fundación Pinochet, algunos de los cuales hicieron guardia durante toda la noche anterior. El exdictador entró al recinto en silla de ruedas en medio de la euforia de sus seguidores. Su familia compareció en el balcón para saludar a todos los presentes mientras a Pinochet se le hacía un chequeo general. Aunque en principio se había hablado de que permanecería en el recinto sanitario durante dos o tres días para comprobar su estado de salud, en fuentes de su entorno ya se avanzó a primera hora de la tarde que el examen médico quizás durara menos de lo previsto. Pasadas las siete y media de la tarde (hora chilena), apenas ocho horas y media después de su ingreso, Pinochet abandonaba el hospital con destino a su domicilio.
Luis Gabriel Valdés, ministro de relaciones exteriores de Chile
Lo primero y más fundamental es que los chilenos recordemos hoy que el origen de esta historia radica en las violaciones de los derechos humanos cometidas durante el régimen militar y, de manera más inmediata, en el menosprecio con el que el general Pinochet observó siempre el repudio que el mundo sintió frente a ellas. Por ello, tan pronto se conoció la decisión final del ministro Straw, he subrayado que, en definitiva, el responsable y la víctima de este episodio que ha causado tanto daño a la imagen de nuestro país ha sido el propio general Pinochet.
Nuestra razones para exigir su regreso, válidas como son, no pueden hacer olvidar que quien fuera el responsable del Estado de Chile durante diecisiete años fue condenado masivamente por la opinión pública mundial, y que las violaciones a los derechos humanos que marcaron su gobierno fueron exhibidas una y otra vez por los medios de comunidación de Europa y del mundo, hasta el punto de que la imagen del Chile de los setenta se sobrepuso a la de nuestro país actual, echando por tierra ante millones de personas todo lo que los chilenos hemos logrado hacer en términos políticos desde el inicio de nuestra transición.
¿Es acaso posible que alguien se extrañe porque quienes tenemos la reponsabilidad de defender a Chile en el exterior podamos sentir indignación ante el intento de percibir a quien ha sido responsable de todo como como si nada hubiera sucedido?
Pierre Mauroy, ex primer ministro francés
El ex primer ministro francés, Pierre Mauroy, declaró el domingo 12 en Santiago que es preciso "condenar a Pinochet", el ex dictador que afronta 72 querellas en Chile por crímenes atribuidos a su régimen entre 1973 y 1990.
Corresponde a la justicia chilena hacer su labor y condenarlo", señaló Mauroy, ex presidente de la internacional Socialista, al rendir homenaje al mandatario socialista Salvador Allende, muerto durante el golpe que encabezó el general Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973.
"Un dictador como él debe un día ser puesto ante la justicia y ser condenado".
"En Francia hay un proceso por contumacia y lo que deseamos es que Pinochet también sea juzgado en Francia"
• • •
José Ignacio González Faus
La cuestión de Pinochet, la crispación del problema vasco, los diversos gestos de la Iglesia pidiendo (o intentando pedir) perdón, la misma llegada de la Cuaresma puede que hagan aconsejable una rápida reflexión sobre el perdón. Tema que puede llegar hasta la más profundo, lo más grande, lo más complejo y lo más difícil del ser humano. Y tema en que el cristianismo debería ser maestro, dada su abrumadora presencia en los textos cristianos. Reduciremos esta reflexión a dos tesis sencillas.
1.- La primera es la que da título a este artículo: perdonar no es vencer. Al contrario: perdonar es renunciar a una razón que se puede tener, a un derecho punitivo que puede ser muy real, es lo contrario de esa gráfica expresión castellana que habla de "no dar el brazo a torcer". Al perdonar nos dejamos torcer el brazo, no por cobardía o en aras de la propia grandeza, sino para reconstruir la relación con el otro. El perdón trata de introducir en unas relaciones rotas, una lógica imprevista de gratuidad que deshaga la lógica de rivalidad y de victoria típica de las relaciones deterioradas. En una palabra: el perdón aspira nada menos que a cambiar al otro: algo que casi nunca consigue el castigo y, desde luego, no con esa profundidad que pretende el perdón. Por añadidura, quien de veras haya conseguido perdonar alguna vez, se encontrará con que perdonar es también una purificación del corazón propio, al que el dolor sufrido mancha tantas veces.
De aquí se sigue una observación importante: perdonar, sólo pueden hacerlo las víctimas. Y es peligroso que nosotros nos asignemos una condición victimaria que en realidad no tenemos, para arrogarnos así un pretendido poder de perdonar que, en el fondo, traducirá otra vez un afán de tener razón y de mostrar que somos los mejores.
Con frecuencia, en determinadas exigencias de que se pida perdón no late una voluntad de perdonar, sino una voluntad de victoria: si piden perdón es porque nosotros teníamos razón, y queda claro quiénes eran los buenos. Y cuando les perdonemos, aún quedará más claro que nosotros somos mejores que ellos. Permítaseme añadir que algo de esto late a veces en algunas demandas de la sociedad civil española de que la Iglesia pida perdón: no nacen de una voluntad de perdonar, sino de una voluntad de vencer.
2.- La segunda tesis es igual de sencilla: pedir de veras perdón no es justificarse. Con frecuencia pedimos perdón esperando que así ya habremos "cumplido", y el otro no podrá tener nada contra nosotros. Nada más falso: pedir perdón es hacer propio el dolor del otro, y soportar el sufrimiento de no poder convertirlo en algo que nunca existió. Quien de veras pide perdón lo hace porque, sin él, no le queda otra alternativa que la desesperación ante el dolor inevitable de su víctima, que ahora ha logrado convertir en dolor propio.
Esta era la reacción de algunos terroristas arrepentidos ante las madres o las esposas de los que ellos mataron. Esta debería ser la actitud de la Iglesia si quiere pedir perdón. En cambio, cuando Arnaldo Otegui se limita a decir que "lamenta" la muerte de Fernando Buesa y su guardaespaldas, el problema no es si condena o no a ETA, sino que no lamenta de verdad ese dolor, porque no le duele "como propio": se limita a mirarlo como una desgracia abstracta. Y todos sabemos que el dolor abstracto es algo que quizá veremos como indebido, pero que no duele. Y así las muertes se podrán "lamentar" pero se pueden repetir.
Precisamente por esa apropiación del dolor de la víctima, no vale aquí la consecuencia que sacábamos de la tesis anterior. Perdonar sólo pueden hacerlo las víctimas. Pero la petición de perdón podemos hacerla muchas veces quienes no hemos sido inmediatamente verdugos, por esa misteriosa solidaridad en el mal que nos envuelve a los humanos con tanta frecuencia. Hay pocas páginas más estremecedoras en la historia humana que el testamento de Bartolomé de las Casas pidiendo perdón a los indios (¡precisamente él!) "por el agravio recibido de nosotros los españoles". En Las Casas el dolor de los indios, hecho dolor propio y no desgracia abstracta, pasaba por encima de toda otra consideración de honorabilidad propia. Por eso también, la antigua Iglesia era muy sabia cuando vinculaba la petición del perdón con el "propósito de la enmienda", como anverso y reverso de una misma moneda.
En cambio, quien haya tenido una mínima experiencia de lo que era antaño la confesión sacramental, sabrá cómo, junto a algunos casos literalmente sobrecogedores, donde uno se quedaba silencioso y desarmado (y por ambos adjetivos con la sospecha de verse "ante algo de Dios"), era también frecuente encontrar gentes que venían a confesarse no para celebrar el perdón, sino "para tener razón": se confesaban de (o contra) su pareja, sus hijos, sus vecinos...
Hoy -ya se sabe- la confesión ha entrado en crisis. Quizá porque la Iglesia, desde que se instaló en el poder la convirtió en ley, con esa dolorosa facilidad que a veces tiene la institución para reducir a mecanismos lo mejor del ser humano, y para degradar a contractual el asombro de la increíble gratuidad de Dios. Pero, como los humanos mantenemos genio y figura hasta la sepultura, hoy las gentes que ya no se confiesan, van al psiquiatra, no para que las curen, sino para que les den la razón (Woody Allen dixit). La diferencia es que el psiquiatra les cobrará por ello 50 dólares. Con lo cual quizá les parece que la razón que les dan es más valiosa...
Resumiendo: los seres humanos tenemos una insólita capacidad de falsear y abaratar lo mejor de nosotros, y la cultura actual quizá nos potencia esa capacidad negativa. El tema del perdón necesita ser desvinculado de ese afán insaciable de victoria y de "tener razón" que a todos nos constituye.
(Este artículo, escrito en España en medio de los asesinatos de ETA, tiene gran actualidad también en El Salvador, lugar de víctimas y victimarios).