Carta a las Iglesias, AÑO XX, Nº449-450, 1-31 de mayo de 2000

 

INDICE

Monseñor Romero, profecía, juicio y buena noticia

La nueva Asamblea Legislativa: (in)augurando males

Asamblea y Democracia

Visita a Monseñor Romero en Westminster

La solidaridad en los tiempos del neoliberalismo

Jubileo de los mártires. Roma, San Salvador

"Pero Dios lo resucitó y nosotros somos testigos"

La verdadera deuda externa

Nuevo Obispo en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas

Mensaje de Don Samuel Ruiz García a Mons. Felipe Arizmendi

Extracto de algunos párrafos del mensaje de Mons. Felipe Arizmendi al iniciar....

Noticias Eclesiales

 

 

Monseñor Romero, profecía, juicio y buena noticia

El domingo 7 de mayo Juan Pablo II conmemoró en el Coliseo Romano a los testigos de la fe cristiana durante el siglo XX. Más adelante verá el lector una breve crónica de esa celebración y la homilía que Monseñor Gregorio Rosa Chávez tuvo ese mismo día, aquí en San Salvador, para celebrar el jubileo de los mártires salvadoreños. Ahora volvemos a Monseñor Romero y terminamos las reflexiones que aparecieron en las dos cartas anteriores. Se trata en definitiva de preguntarnos quién es ese Monseñor Romero.

Su presencia en el Coliseo de Roma y en la Abadía de Westminster han hecho de él un mártir y un santo universal, lo cual es evidente. Y también lo es la canonización popular. Sin mucha ciencia ni derecho canónico, pero con un gran sentido de la fe, que palpa la presencia de Dios en nuestro mundo, el pueblo, "su pobrería", así lo reconoce. Hace tiempo que ha santificado el día de Monseñor %24 de marzo%, sus lugares %el hospitalito y ahora la cripta%, el arte, la música y la poesía con innumerables cuadros, cantos, escritos y corridos populares, las calles y los caminos con manifestaciones y procesiones.

Este es el hecho mayor: la canonización popular de Monseñor. No es la oficial, y a ella habrá que esperar, aunque el ser mencionado por nombre en el Coliseo en presencia del Papa significa buenos augurios. Pero no hay que olvidar que la canonización oficial vive de la popular y no a la inversa. El pueblo siente que Monseñor Romero nos introduce en una realidad distinta y de orden superior a la que vivimos en el día a día, y superior a la de un proceso de canonización %por importante que éste sea por otros capítulos%. Por ello, llamar a Monseñor "mártir" y "santo" no significa contravenir ninguna norma, ni desafiar ningún canon. Significa experimentar y decir, agradecidamente, que ha ocurrido algo muy especial: que se ha visto el paso de Dios por este mundo, que se ha sentido el soplo de su Espíritu y que se ha agradecido la aparición entre nosotros de la buena noticia de Jesús.

¿Cómo expresa el pueblo esa experiencia tan suya? Lo he podido escuchar con frecuencia en estas o semejantes palabras, que tienen un recurrente ritmo ternario: "Monseñor Romero dijo la verdad. Nos defendió a nosotros de pobres. Y por eso lo mataron". Así ve su pueblo a Monseñor. Aquí está lo central de Monseñor. Vayamos por partes.

En primer lugar es verdad que Monseñor "dijo la verdad" y fue "profeta". Así lo recuerda muy bien su pueblo, a quien defendía con estas palabras, y también sus adversarios, cuyos crímenes sacaba a la luz. A los ricos les dijo: "La oligarquía está desesperada y está queriendo reprimir ciegamente al pueblo" (24 de febrero, 1980). A los militares: "Cese la represión" (23 de marzo, 1980). Al gobierno: "¿Dónde están las sanciones a los cuerpos de seguridad que han hecho tantas violencias?" (8 de julio, 1979). A los medios de comunicación: "Falta en nuestro ambiente la verdad (12 de abril, 1979). "Sobra quienes tienen su pluma pagada y su palabra vendida" (18 de febrero, 1979). Al gobierno de Estados Unidos: "Estamos hartos de armas y de balas. El hambre que tenemos es de justicia, de alimentos, de medicinas, de educación" (21 de octubre, 1979).

Y también recuerdan que "dijo la verdad a la Iglesia". La denunció cuando la Iglesia se orientó hacia "unos intereses económicos a los cuales lamentablemente sirvió, pero que fue pecado de la Iglesia, engañando y no diciendo la verdad, cuando habría que decirla" (31 de diciembre, 1978). Y también la denunció cuando prostituyó la religión: "La misa se somete a la idolatría del dinero y del poder cuando se usa para cohonestar situaciones pecaminosas... Y lo que menos importa es la misa, y lo que más importa es salir en los periódicos, hacer prevalecer una convivencia meramente política" (24 de junio, 1979). En forma más general desafió a todos los cristianos y cristianas con estas palabras lapidarias: "El cristiano que no quiera vivir este compromiso con el pobre no es digno de llamarse cristiano" (17 de febrero, 1980).

En segundo lugar es verdad que "por eso lo mataron" y que fue "juicio al mundo". Así lo muestra claramente la reflexión que hace el Nuevo Testamento sobre la cruz. Que Jesús, el hombre bueno y justo muriese asesinado quiere decir que este mundo es asesino. También Monseñor Romero, hombre bueno y justo, los niños inocentes del Mozote, los indígenas de Guatemala, las mujeres congoleñas, los 800 millones que viven en pobreza crítica, biológica acusan a este mundo de asesino. En vida, Monseñor fue profeta inigualable, sólo comparable a Isaías, Amós, Jeremías o Miqueas. En muerte es el Cristo crucificado. Es juicio al mundo, que acusa al mundo de pecado. Monseñor Romero denuncia, desenmascara y condena sus crímenes.

Por último, es verdad que "nos defendió a nosotros de pobres". Así expresan ellos lo más profundo que vieron en Monseñor: "una buena noticia". "Monseñor Romero es la única imagen que tenemos de Dios", decía estos días un anciano en un asilo de pobres. Dice Gustavo Gutiérrez que la gran pregunta para la teología es "cómo decir a los pobres que Dios los ama". A esa pregunta respondió Monseñor con sus hechos y palabras, con su vida toda y con su muerte.

Volvamos al Coliseo Romano. Dijo allí Juan Pablo II estas bellas palabras: "Estos hermanos y hermanas nuestros en la fe, a los que hoy nos referimos con gratitud y veneración, son como un gran cuadro de la humanidad cristiana del siglo XX. Un mural del Evangelio de las Bienaventuranzas, vivido hasta el derramamiento de la sangre". Monseñor Romero es uno de ellos, y a ese "gran cuadro de humanidad" le pone la característica específica de ser una buena noticia.

En efecto. En un mundo de mentiras, de crueldad y de violencia con Monseñor Romero apareció la verdad, la compasión y la reconciliación. En un mundo de trivialidad y de egoísmo con él apareció la firmeza y el amor. En un mundo que prescinde de Dios o lo infantiliza con él apareció la fe que confía en el misterio último, y, a la vez, está absolutamente disponible ante él. Ver juntas verdad y compasión, firmeza y amor, confianza y disponibilidad, no ocurre con frecuencia. Por ello, cuando algo de eso se hace presente en nuestras vidas es como una brisa de aire fresco.

Ver juntos juicio y buena noticia, al Monseñor firme, duro e implacable contra la opresión que da muerte, y, a la vez, delicado, tierno y entrañable con los débiles es una buena noticia. Y en definitiva, el Monseñor entrañable. Amó a los pobres, y les hizo sentir que no tenía ningún otro amor mayor que el que les tenía a ellos.

Y una última palabra. Próceres, héroes, personajes -incluso santos y santas-, puede haberlos. Se los podrá admirar, venerar, agradecer quizás, pero rara vez son queridos. Eso, sin embargo, es lo que ocurrió con Monseñor, y eso es quizás lo más específico suyo. A pesar del paso de los años su recuerdo no se ha convertido en recuerdo frío, de museo, sino que sigue siendo recuerdo cálido y cariñoso. Hasta el día de hoy, la gente, los pobres, quieren a Monseñor Romero.

Jon Sobrino

 


 

 

La nueva Asamblea Legislativa: (in)augurando males

La inauguración de la Asamblea fue una auténtica debacle, como se analiza en el artículo del P. Tojeira que ofrecemos a continuación. Y desgraciadamente la primera semana de trabajo no ha superado los males, sino que ha dado signos preocupantes del comportamiento político que pueden esperarnos en los tres próximos años. Veamos algunos hechos.

El nuevo "bloque político" de la derecha

La elección del presidente y de los demás miembros de la Junta Directiva del parlamento tuvo claros visos de conspiración. Primero, por haber colocado en la presidencia a un político de dudoso desempeño al frente de la Corte de Cuentas y, entre bastidores, por haber conducido al PCN a las manos de ARENA. Tras la urgencia de colocar a Ciro Cruz Zepeda estaba la evidente intención de negar al FMLN su lugar dentro de la correlación de poderes en la Asamblea. El mensaje era claro: los votos que sumó el partido de izquierda en las elecciones pasadas no obligaban a la derecha a dar su brazo a torcer en la lucha por el predominio político. Se trata de inutilizar a todo lo que suene a oposición. Así, la conformación de la nueva junta golpeó a los diputados del FMLN, pero la conspiración fue más allá y alcanzó a los partidos minoritarios (el CDU, y el PAN), que quedaron fuera del reparto del "banquete legislativo".

En este sentido, es preocupante la conformación de un llamado "bloque político" entre ARENA, el PDC y el PCN, tradicionales aliados políticos durante la legislatura pasada. La motivación es bastante simple: contrarrestar las iniciativas y posturas del FMLN, ahora que cuenta con una relativa ventaja parlamentaria. Se dice que al partido de izquierda se le dará una lección por su sistemática contraposición frente a "decisiones coyunturales", como en el caso de la aprobación de préstamos internacionales. La conspiración comenzó en 1997: el PCN podía sentirse seguro de que mantendría el control de la Corte de Cuentas, y algunos dirigentes del PDC habrían apoyado al partido de gobierno por dinero, aunque la veracidad de este señalamiento queda aún por determinar.

Lo que preocupa ahora es el abierto reconocimiento que se hace de una alianza cuya pretensión es consolidar el poder de la derecha en la Asamblea, hacer imposible el funcionamiento de la izquierda, y su intención de fortalecer el criterio de aplanadora a la hora de dar paso a propuestas legislativas en el seno del parlamento.

De la misma manera, crece la posibilidad de que las reglas del juego democrático se manejen al antojo de los partidos políticos. Ese poder de manipulación de decisiones políticas "coyunturales", como se les ha dado en llamar, deja abierta la puerta para que la dinámica parlamentaria siga siendo el medio para pasar facturas a quienes jugaron mal este juego de poder, para defender el enquistamiento de funcionarios y/o partidos en cargos públicos y, sobre todo, para obligar al país a retroceder en la consolidación de un Estado de derecho.

La elección de las jefaturas de fracción

La derecha parlamentaria hace lo suyo para consolidar su línea de trabajo en la Asamblea. De ello dan fe los recientes nombramientos de René Figueroa y Francisco Merino, como jefes de las fracciones de ARENA y el PCN, respectivamente. En ambos casos, el criterio que priva para la selección de la persona idónea para canalizar las ideas de los diputados y darles forma en virtud de unos compromisos legislativos no es precisamente el de la apertura política. Por el contrario, se ha colocado a la cabeza de estas fracciones a figuras que ni se han caracterizado por ceñir su labor parlamentaria a análisis objetivos de la realidad nacional ni mucho menos por su capacidad de convocatoria frente a las demás fuerzas políticas. En ellos, los diputados de esos partidos pueden sentir la seguridad de ver representados sus principios ideológicos más inveterados.

Con la colocación de René Figueroa a la cabeza de la fracción se lee la misma estrategia implementada con la elección de Francisco Flores en ese puesto al inicio de la legislatura anterior, y que fue sustituido por Walter Araujo al ocupar la presidencia del congreso. Se trata de alejar de ese estratégico cargo a quienes podrían identificarse más fácilmente con la ortodoxia arenera, a quienes permanecen en el partido desde hace mucho tiempo, desde que sus errores empezaron a incubarse. Pero nada de la trayectoria política de Figueroa hace pensar que sabrá jugar su papel como coordinador no sólo del trabajo del grupo de los areneros, sino del trabajo en conjunto que se requiere de la Asamblea. Lejos de ello, su labor parlamentaria se ha distinguido por adoptar con extrema facilidad el talante autoritario de sus predecesores, por mantener la burla y la ridiculización del otro como arma recurrente en las discusiones parlamentarias y por enarbolar la bandera del ataque sin tregua frente a los rivales políticos del partido.

De Francisco Merino tampoco se pueden decir muchas bondades. A parte de cargar sobre sus hombros con una escandalosa destitución de la presidencia de la Corte de Cuentas, sus orígenes areneros lo colocan como un político recalcitrante más, insuflado de repulsión hacia todo lo que se equipare %dentro de su perturbada percepción% al comunismo. Por ello, ARENA puede estar complacido con esta elección. El matrimonio político de estos dos partidos está asegurado para largo. A este panorama se podría sumar al jefe de fracción del FMLN, Salvador Sánchez Cerén, cuyo lugar en la fracción no rompe el viejo criterio de que quienes tienen más mérito para comandar el partido son aquellos que jugaron un rol histórico en la lucha armada. La creencia de que quienes tuvieron la capacidad de confrontar con las armas a los mecanismos del poder poseen iguales capacidades en el plano político se impone de nuevo entre las filas efemelenistas. Los líderes del partido no pierden terreno en la lucha por "apropiarse" de sus estructuras políticas.

En ese contexto cabe preguntarse qué se espera de la oposición. No debe renunciar a los compromisos adquiridos frente a los votantes ni buscar imponerse simplemente a base de poder. Lo que cabe esperar es que esa oposición demuestre que la presión política no necesariamente implica juego sucio; que el FMLN y sus potenciales aliados son capaces de empujar a las demás fracciones hacia un análisis serio de la realidad nacional. Y esto implica necesariamente renunciar a las transgresiones antojadizas del orden institucional y al manejo político de las instituciones estatales. En definitiva, la voluntad concertadora de la que tanto hablaron los legisladores en los días previos a asumir sus cargos ha quedado esfumada en medio de la maniobra para nombrar al presidente y la directiva de este órgano del Estado.

* * *

"Nosotros como Iglesia hacemos un llamado al señor Diputado Ciro Cruz Zepeda. Le hacemos un llamado a que presente su renuncia. Esto lo hacemos con el espíritu cristiano, creemos que por respeto al pueblo, por respeto a la patria es conveniente que él renuncie. Que renuncie a la presidencia en la Asamblea Legislativa. Las huellas del error garrafal cometido en la elección del exprocurador para la defensa de los derechos humanos aun están frescas como para tropezar con la misma piedra de enajenar la voluntad popular de que se legisle con sensatez y probidad".

Medardo Gómez, obispo de la Iglesia Luterana.

"El gran pecado de la semana ha sido no escuchar los diputados la voluntad popular, al elegir a Ciro Cruz Zepeda como presidente de la Asamblea. El inicio de trabajo de los nuevos parlamentarios desde su primera sesión plenaria, hace ocho días, ha sido un espectáculo que vimos todos y que en lo personal me dio mucha tristeza. De esta manera los diputados no han contribuido en nada al proceso democrático del país. Aún se pueden mejorar algunas cosas, corregir otras y, sobre todo, aprender la lección. No llegaremos muy lejos en este nuevo momento de la historia. Por eso es importante reflexionar y rectificar".

Gregorio Rosa Chávez, obispo auxiliar


 

 

 

Asamblea y Democracia

José M. Tojeira

La nueva Asamblea se constituyó en medio de trampas, nombramientos de políticos que dan vergüenza incluso a bastantes del partido en el poder, y el apresuramiento con que siempre terminan las Asambleas viejas, con su amontonamiento irreflexivo de cambios constitucionales. No es el único espectáculo triste para la democracia. El ejecutivo también organiza sus tomas de poder en medio del show, el espectáculo publicitario y la palabrería vana. Pero la Asamblea llama más la atención, tal vez por tratarse del único hormiguero simbólico donde se pretende que todos los salvadoreños trabajemos juntos.

Por ello necesitamos recorrer una vez más las contradicciones de nuestros legisladores. Tal vez así se corrijan en el futuro. Y comenzamos con la Asamblea que el paso del tiempo convirtió en vieja. Como todas las anteriores violó la constitución por omisión al no legislar sobre puntos concretos que la propia Constitución pide sean legislados. Como no es la única que lo ha hecho, la tendencia es a no darle importancia al tema. Después de consagrar en su seno y en su pleno la impunidad de un homicida, un presunto violador y un borracho patente, nos regaló el ya casi tradicional espectáculo de discutir aceleradamente reformas constitucionales. Querer reformar la constitución a toda prisa en las últimas sesiones, sin discusión abierta con la ciudadanía de los pasos que se quieren dar, es una traición a la democracia. Y querer hacerlo sin apenas reflexión y asesoría jurídica es una nueva muestra de ineficacia política e insuficiencia mental. Así salen esos bodrios legislativos. Como muestra valga el intento de alargar a cinco años el término de diputados y alcaldes sin plantearse antes la necesidad de que en los concejos de las alcaldías la representación sea proporcional a los votos. Los intereses ahora parece que se inclinan hacia la prolongación en el poder más que a la calidad de la democracia.

Pero la nueva Asamblea no promete más que la anterior saliente. Ni el saltarse compromisos previos, ni las rabietas del "a mí me toca" conducen muy lejos. La inauguración de la Asamblea, que podía utilizarse como una plataforma para destacar la futura actividad legislativa según programas, se ha convertido ahora en una fiesta de grillos. Se ve que el hecho de tener estudiantes de derecho como asesores legales exime de planteamientos serios en torno al futuro. Es más importante cómo se va a repartir el poder que informar al elector de lo que se va a hacer. Al fin y al cabo las elecciones ya pasaron y hasta dentro de tres años no tendrán necesidad del voto.

En la Asamblea Legislativa la pertinencia y prestigio ante el ciudadano no se conquista a través de los puestos que se obtengan en el engranaje interno, sino a partir de una adecuada función generadora de leyes. Si lo que va a seguir produciéndose son leyes como la de tenencia de armas, o lecciones de funcionarios ineptos como nuestro recordado Procurador de DDHH, no es necesario hacer propaganda de la función legislativa. Pero si se quiere trabajar en serio no sería malo, que se informara al ciudadano de qué planes se traen en la cartera de trabajo e iniciar un diálogo sobre los mismos.

Tenemos sin duda la formalidad democrática, pero la práctica está todavía muy distante del comportamiento ciudadano que la misma implica. Y todavía más peligroso, la falta de ética, el incumplimiento de la palabra, la incapacidad de diálogo, acompañan a muchas de las maniobras que se producen. No se trata de exigir instituciones perfectas, pero sí de insistir en valores básicos de la propia democracia y en la aplicación de los mismos.

En la actual Asamblea ha predominado el miedo a que la principal fracción legislativa ostentara la presidencia del poder legislativo. Se ha preferido conformar, con ciertas limitaciones, lo que sería un frente de ultraderecha (la derecha sigue siendo ultra entre nosotros, para dolor de tanto salvadoreño sensato) que mantenga el control de la presidencia de la Asasmblea en un 66% de su tiempo. Ojalá que la oposición no caiga en lo que sin duda ha sido concebido como una provocación.

Ya que la ultraderecha está en plan de seguir unida en favor de leyes antiéticas y en muchos aspectos perjudiciales para los intereses de los más pobres, no está de más recordarle a la oposición que urge una actividad legislativa con un mínimo de concepto alternativo. La oposición a este grupo retrógrado de ultraderecha (éstos sí que miran al pasado de sus privilegios y tratan de recuperarlos cuando no agigantarlos en el futuro) debe darse legislando, o proponiendo leyes que realmente beneficien a las mayorías desposeídas de nuestro país. Desde las reformas constitucionales, que deberían empezar a discutirse ya, sin esperar a que falten 15 días para terminar los tres próximos años, hasta la legislación que espera en materia económico-social, en el campo de la seguridad y en el terreno del desarrollo de la débil democracia.

 


 

 

 

ECOS DEL XX ANIVERSARIO

Visita a Monseñor Romero en Westminster

Con una fuerte neblina imperando sobre las calles y en medio del ajetreo de gente que va y viene, logramos por fin orientarnos en la gigantesca ciudad de Londres. Aunque es una ciudad ordenada y hermosa, nuestro objetivo no era ni el Big Ben, ni el palacio de Buckingham, ni la National Gallery; queríamos visitar a Monseñor Romero. "¿Quién viene hasta aquí para ver una estatua? ¡Debe estar loca esta gente salvadoreña!", dijo alguna gente amiga.

Mi madre y yo tuvimos la dicha de visitar la Abadía de Westminster en Londres. Lo primero que hicimos al tener tiempo libre fue irnos a buscar el lugar para ver la estatua de Monseñor Romero en el histórico templo. No nos resultó tan fácil porque en el camino había cualquier cantidad de cosas lindas para ver y hacer. Además, nos sentíamos un poco extraños, con tanta gente hablando y pareciendo diferentes. Fuimos a dar a la parte trasera de la abadía, pero la reconocimos inmediatamente. Comenzamos a buscar la entrada, pero en vano, todo cerrado. Preguntamos a un transeúnte: "¡Hay cientos de estatuas por aquí!"...

Contando verjas, logramos dar con la entrada donde estaban unos guardianes, envueltos en capas solemnes y alumbrados por tenues farolillos. "¡Sólo en las películas hemos visto esta escena!", repetía mi madre. Y cuando por fin nos atrevimos a preguntar por nuestro querido pastor, dos manos nos señalaron hacia arriba. Ante nuestros ojos aparecieron diez estatuas ordenadas encima de la puerta gótica. "¿Cuál de todos es Monseñor Romero?" "¡Es el del medio!". Y nos abrazamos fuerte, suspiramos hondo y nos reímos libres, llorando esperanza... ¡Era como si un familiar querido nos recibiese en aquel lejano sitio! Lo vimos largamente, comentando sobre sus compañeros de fila. Era como si Monseñor Romero nos dijera con orgullo: "Miren hasta dónde ha llegado el pueblo salvadoreño", cargando como un padre, tierno y cariñoso, al niño entre sus brazos.

Como mencionábamos tanto el nombre de Romero, se acercó alguien de un grupo de asiáticos que también miraba desde fuera. "¿Saben cuál es Monseñor Romero?"."¡Es aquél!", gritamos al unísono, en español, señalando hacia el frente. "¡Somos de El Salvador!" Y en aquel momento de alegría y orgullo, se desató la confianza y la solidaridad, abrazándonos con todo el grupo, gente de Corea, que había venido a Londres y quería ver también a Monseñor Romero. La sorpresa fue que también se encontraron con gente de su pueblo. Nos contaron, sentados en la calle frente a la histórica abadía, que celebraban cada año una pequeña liturgia en homenaje de Monseñor en la Universidad Metodista y que estaban esperando la traducción de las homilías a su idioma. También nos dijeron que dos compañeros, inspirados en su ejemplo, servían en México y Brasil. Tanta era la emoción y la plática, que Monseñor parecía vernos divertido desde arriba, como recordando "podrán matar a un pastor, pero la Iglesia, que es el pueblo, no la callarán jamás".

Aquella tarde de invierno, con el calorcito del encuentro, en la ciudad lejana, nos dimos cuenta definitivamente: Monseñor Romero es el salvadoreño más universal, no tanto porque le sean reconocidos homenajes y monumentos o se celebre su memoria. Sino por el poder de convocatoria que su palabra comprometida tiene y por la fuerza profética de sus opciones. No pasa inadvertido, visto desde nuestra fe, que Monseñor Romero permanece entre Martin Luther King, el amado pastor bautista de los derechos civiles en Estados Unidos, y Dietrich Bonhoeffer, un ilustre teólogo alemán convencido del poder de la cruz y resurrección hasta las últimas consecuencias del martirio en los campos de concentración. El mensaje de estas personas trasciende personas y fechas y su lucha por la justicia remueve conciencias.¡Son verdaderos santos de nuestro tiempo!

L. José M. Rajo

Marina E. Rajo

 


 

 

 

 

La solidaridad en los tiempos del neoliberalismo

Entrevista con Pedro Casaldáliga

 

Según don Pedro Casaldáliga vivimos sometidos por un "macroimperio" neoliberal que refuerza las desigualdades sociales y la dominación de las élites y oligarquías de siempre. Se trata de una "macrodictadura total" que se ha impuesto como pensamiento único con sus "teólogos del diablo" y su posmodernidad narcisista

Entrevistado en el marco del XX aniversario del martirio de Monseñor Romero, don Pedro dice que nunca como ahora el mundo fue tan pobre y desigual. "Nunca hubo tanta humanidad privada de ser humana". Habla de millones de excluidos, de hombres y mujeres "sobrantes"; de esas cuatro quintas partes de la población mundial que asisten a la globalización pero no participan de ella. De no-sociedades basadas en la acumulación de lucro, un consumismo atolondrado y una exclusión homicida. Dice que no sólo se han privatizado las empresas estatales y los servicios sociales; sino que también se han privatizado valores y sentimientos. Vivimos en la era del egoísmo total, en el mundo de lo superfluo. Se ha desarticulado a la sociedad civil, y las personas prefieren ser consumidoras antes que ciudadanas.

Casaldáliga recuerda que el irónico consejo de John M. Keynes se está cumpliendo: "Por lo menos, durante 100 años debemos fingir delante de todos que lo justo es malo y que lo malo es justo... La avaricia, la usura y la previsión han de ser nuestros dioses por un poco más de tiempo...". Dice que la Iglesia católica, su Iglesia, nunca pidió perdón por haber canonizado durante tantos años a la propiedad privada. No cree en "la fuga de la tercera vía". Ante el mesianismo del mercado total, en este salvaje capitalismo, opta por un socialismo humano; la realidad lo ha confirmado en las "bondades" de la izquierda.

Nativo de Balsareny (Barcelona, 1928), este catalán claretiano de origen campesino, con medio siglo de sacerdocio a cuestas y avecindado en el Mato Grosso desde 1968, es alérgico a las visitas ad limina a Roma pero se ha hecho adicto caminante por los senderos de la solidaridad. Copresidente del Secretariado Internacional Cristiano de Solidaridad con América Latina, junto con Samuel Ruiz, cree, como el obispo emérito de San Cristóbal, en la palabra hecha historia. "Soy la palabra que creo, la palabra que digo con mi vida".

Es la suya una palabra fuerte, de denuncia. Cascada ahora por los años y las inclemencias. Pero todavía sonora, como la voz de los profetas. Lo pudimos comprobar cuando habló desde la cátedra que ocupara Ignacio Ellacuría, uno de los seis jesuitas asesinados por el Estado salvadoreño en 1989. Una multitud abarrotó el amplio auditorio de la Universidad Centroamericana, y escuchó con atención cuando don Pedro disertó sobre "la mundialización de la solidaridad y la esperanza". De "la otra" mundialización; la alternativa al sistema dominante.

-¿A quién se refirió cuando habló de "los teólogos del diablo"?

-Me refería a los intelectuales orgánicos del neoliberalismo, como el teólogo católico Michael Novak, quien ha venido justificando a las multinacionales hasta el extremo de llamarles "el siervo sufriente" de hoy.

-¿Por qué no cree en la tercera vía?

-Porque siempre acaban en socialdemocracia o democracia cristiana. La tercera vía es de murciélagos: no es pájaro ni ratón. Frente a la desequilibradora prepotencia del neoliberalismo excluidor, creo en un Estado fuerte, no totalitario. Un Estado que esté a favor de los pobres, que no privatice la vida de los ciudadanos. Un Estado moderador, que garantice lo básico: dignidad, derechos, oportunidades. Ahora, hasta la universidad es un superlujo.

-Monseñor Luigi Betanzi dijo que cuando en Europa los obispos hablan de los pobres los llaman comunistas, pero que en América Latina son cristianos. Sin embargo, hasta hace poco a obispos como usted también los llamaban comunistas.

-El término comunista cayó en desuso. Ahora nos dicen necios. Que nos fundamos en utopías imposibles. Que estamos proclamando el pauperismo. Pero no es verdad; estamos a favor de los pobres y en contra de la pobreza.

-Decía usted que este sistema de egoísmo total ha derivado en una crisis estructural de la solidaridad. Sin embargo, ante la inexorabilidad de la globalización, usted apuesta a "la otra" mundialización.

-Sí. Soñamos con nuestra mundialización, que debe ser réplica alternativa y profética de la globalización neoliberal que domina el orbe. Para bien o para mal, el mundo se está haciendo uno; es ya nuestra circunstancia. O nos salvamos mundialmente o mundialmente nos hundimos.

-¿Cómo ha de ser la otra mundialización?

-Ha de ser una actitud, un hábito; una virtud, amasada de conciencia, ascesis, entusiasmo, solidaridad. Debe estar basada en la realidad cotidiana; nutriendo las raíces y la memoria. Debe ser una mundialidad con eje en la igualdad. Igualdad de las personas y de los pueblos. Igualdad de dignidad y de derechos. En la pluralidad de las identidades, claro. Si no se quiere propiciar "un mundo donde quepan todos", como piden los zapatistas, en el mundo no va a caber nadie.

-Hábleme de la solidaridad.

-Solidaridad es el nuevo nombre de la sociedad humana.

-Suena a utopía.

-Regina Ammicht Quinn señala que "un destino común, compartido, exige solidaridad". Sé que estoy pidiendo una revolución de valores y posiciones, de privilegios y de necesidades. Ir de los varios mundos hacia un solo mundo, el humano. Se trata de una revolución ética y estructural. Cultural, sociopolítica, económica y, sobre todo, espiritual. Desde el privilegio, que siempre excluye o margina, no se puede ser solidario. Por eso hablo de la solidaridad como una virtud, amasada de indignación ética y praxis liberadora.

-Habla usted como un obispo romántico, en un mundo donde todo el tejido solidario está roto. Romántico y de izquierda.

-Ese es uno de nuestros mayores desafíos: establecer redes solidarias. Rehacer el entramado del tejido solidario. En cuanto a lo otro, dice Agnes Heller que "la solidaridad es la cualidad más importante de la izquierda social". Hay que sacudir la modorra y el desencanto de nuestras queridas izquierdas.

-Usted decía que en la modernidad, la conciencia humana ha estado determinada por las ideas de progreso, emancipación y anticipación de futuro...

-Sí: ilustración, revolución, utopía. La utopía de nuestra esperanza es que una auténtica revolución de valores, relaciones y estructuras haga posible el verdadero progreso de todos y todas. De todos los pueblos, en una cierta armoniosa igualdad. Nuestra esperanza se llama solidaridad, en acto, en proceso, en espera.

-Los pontífices del neoliberalismo nos dicen que estamos en "el final de la historia".

-¡Nada de final de la historia! La esperanza sólo se justifica en los que caminan. Esperamos, porque desesperamos. Porque esperamos contra ese mundo asesino que se nos impone. Quem sabe, faz a hora, nao espera acontecer, dice una canción brasileña. Y ya explicaba Marcuse que la esperanza ha sido dada para servir a los desesperados. El consumismo, que se va saciando con los McDonald's al uso, y el conformismo derrotista que ha arriado las banderas de la militancia, no tiene por qué esperar. La esperanza es lo menos light que se puede esperar en la vida. Y, cristianamente, "esperamos contra toda esperanza". La esperanza es memoria, utopía, acción. Debemos mundializar la esperanza. Debemos ir haciendo que los excluidos %los "ninguneados" de siempre, como les llama Galeano%, aquellos que más tienen que esperar, puedan esperar "razonablemente". Ese será el milagro de "la esperanza esperanzadora" que pedía el mártir Ellacuría. Entonces, la solidaridad irá haciendo de la utopía un buen lugar dignamente habitable.

Carlos Fazio

 


 

 

 

Jubileo de los mártires. Roma, San Salvador

Desde hace varios años Juan Pablo II ha estado insistiendo en la importancia de los mártires para la Iglesia. Como contrapunto a la petición de perdón de una iglesia pecadora, el 7 de mayo en el Coliseo de Roma -simbólico lugar donde fueron martirizados muchos cristianos en los primeros siglos- se ha recordado a los mártires del siglo XX, a la Iglesia santa.

Problemas y tensiones en los preparativos

El acontecimiento en su conjunto ha sido positivo, pero recordemos antes algunas sombras y polémicas que lo han acompañado, como suele ocurrir con muchas cosas que maneja la curia vaticana.

En primer lugar el título de la conmemoración ha sido suavizado, y en lugar de "mártires" se usa el término más general de "testigos de la fe", quizás para evitar el descontento de sectores no católicos que temían que la Iglesia católica se apropiase de otros mártires.

En segundo lugar se han dividido a esos testigos en víctimas de ocho grupos, comunismo, nacismo y facismo sobre todo, pero no aparecen las víctimas de las dictaduras latinoamericanas.

En tercer lugar hay gran desproporción entre mártires de unos países y otros. Hay un gran número de mártires españoles por ejemplo, a los que con extrema habilidad la comisión del jubileo les ha colocado en el apartado de víctimas de odio a la fe católica.

En cuarto lugar -y lo que más llamó la atención durante los preparativos- es que no apareciese en una lista de casi trece mil mártires el nombre del arzobispo de San Salvador Oscar Arnulfo Romero. Esta laguna pudiera explicarse por la tardanza con que la Conferencia Episcopal envió la lista al Vaticano. De todas maneras el cardenal Etchegaray aclaró el 28 de abril que la lista podría ampliarse antes de la conmemoración, como así ocurrió. De hecho se recibieron en Roma más de ochenta mil firmas en apoyo de Monseñor Romero.

Por último, el modo de proceder no ha sido fluido. La comisión pidió ayuda a las diócesis católicas y a las demás iglesias cristianas, pero no todas han respondido con entusiasmo. Así lo muestra el hecho de que, del total de 12,692 mártires contabilizados, 8,670 proceden de Europa (básicamente de España y de los países del antiguo telón de acero), 1,706 de Asia, 1,111 de la antigua Unión Soviética, 746 de Africa, y sólo 333 de América Latina, siendo así que durante los regímenes de seguridad nacional hubo miles de asesinados y desaparecidos.

En el Coliseo de Roma

En el Coliseo estaban presentes varios líderes religiosos de otras confesiones, que fueron saludados explícitamente por Juan Pablo II: el patriarca ecuménico y de las iglesias ortodoxas, los patriarcas de las antiguas iglesias de oriente, representantes de la comunión anglicana, de las comuniones cristianas mundiales de occidente y de las organizaciones ecuménicas. También estuvieron líderes de la Alianza Reformada Mundial, que, en el mes de enero, habían declinado la invitación del Papa para celebrar la unidad de los cristianos. Juan Pablo II recalcó el ecumenismo del martirio: "la persecución ha afectado a casi todas las iglesias y comunidades eclesiales en el siglo XX, uniendo a los cristianos en los lugares del dolor y haciendo de su común sacrificio un signo de esperanza para los tiempos venideros".

Después del discurso del Papa fueron leídos nombres y breves biografías de algunos de los recién proclamados testigos de la fe, dos por cada una de las ocho categorías en las que el Vaticano ha dividido a los mártires, comenzando por dos víctimas del totalitarismo soviético. La lectura fue hecha por representantes de la Iglesia ortodoxa rusa, aunque en su día fue acusada de escasa solidaridad con los hermanos católicos durante el comunismo.

Seguidamente, se citó el testimonio de los que sufrieron bajo el comunismo en otras naciones de Europa (un obispo rumano y un jesuita albanés que pasó 28 años en prisión), y el de las víctimas del nazismo y del fascismo (un pastor luterano alemán y un obispo polaco deportados a sendos campos de concentración). El gran símbolo del horror nazi, el Holocausto, no pudo ser citado en la ceremonia de ayer por la resistencia de la jerarquía judía a que los cristianos "administren" el gran drama nacional.

Se mencionó después a los que murieron difundiendo el Evangelio en Asia y Oceanía, y después a los que padecieron por el "odio a la fe católica". En esta categoría, dedicada expresamente a España y México, no fue citado ningún mártir español, -la mayoría sacerdotes y religiosos muertos durante la guerra civil de 1936-.Esta selección de mártires españoles, todos víctimas directas o indirectas del comunismo, ha causado mala impresión en muchos sectores de la sociedad española, que ven en ello una demostración de sectarismo por parte de la Iglesia. Es cierto que muchos sacerdotes y religiosos fueron asesinados en la guerra civil por el simple hecho de serlo, pero no es menos cierto que, una vez ganada la guerra por el general Francisco Franco, se desencadenó una ola de brutal y desconocida represión que generó numerosas víctimas.

Los mártires de América Latina fueron recordados pobremente. Se mencionó la peripecia humana del obispo Alejandro Labaka, un capuchino que sacrificó su vida a los indios del Amazonas, y la del obispo de Arauca (Colombia), Jesús Emilio Jaramillo, asesinado por los guerrilleros. Mons. Angelelli, Mons. Gerardi, y muchos otros sacerdotes, catequistas, campesinos, obreros, estudiantes... quedaron en silencio.

En la Catedral de San Salvador

El caso de Monseñor Romero es especial. Ya hemos hablado del escándalo que produjo el que no apareciese su nombre en las primeras listas, aunque el arzobispo Michel Hrynchyshyn, presidente de la Comisión Vaticana para preparar la lista de los mártires, lo aclaró con vehemencia. "Nunca hemos tenido la intención de excluir al Arzobispo Romero en modo alguno". Y esto pudiera ser una indicación de que en Roma no se quiere que desaparezca la memoria de Romero.

Pero el fondo del problema consiste en que Monseñor Romero en vida fue "voz de los sin voz" y en muerte es "nombre de los que han quedado sin nombre", es decir, portavoz de cientos y miles de cristianos y cristianas que en los últimos 30 años han sido asesinados en América Latina por defender a los pobres de los poderosos, bautizados la mayoría de ellos (oligarcas, jefes de gobierno, militares, banqueros...).

En El Salvador nos hemos acostumbrado a ver a Monseñor Romero como cabeza de todo un pueblo crucificado, y eso no apareció el 7 de mayo en el Coliseo. A última hora su nombre fue citado en una oración pronunciada en portugués por una persona de las participantes en el acto. Hay que agradecerlo, ciertamente, pero da pena que la diplomacia vaticana no tenga la sencillez y el candor para admitir lo evidente: mucha gente en este mundo quiere a Monseñor Romero. La iglesia anglicana de Inglaterra así lo vio: lo puso en la fachada de la Abadía de Westmister y en el centro de ella, rodeado de Martin Luther King y de Dietrich Bonhoeffer, dos mártires señeros de nuestro tiempo. Por cierto también estos dos últimos murieron a manos de quienes se pensaban cristianos.

En la catedral de San Salvador las cosas eran distintas. Se palpaba una experiencia personal, honda, gozosa. Y Juan Pablo II lo hubiese entendido muy bien, pues él también pasó por esa experiencia, y lo recordó en el Coliseo.

La generación a la que pertenezco ha conocido el horror de la guerra, los campos de concentración y la persecución. En mi Patria, durante la segunda Guerra Mundial, sacerdotes y cristianos fueron deportados a los campos de exterminio. Sólo en Dachau fueron internados casi tres mil sacerdotes; su sacrificio se unió al de muchos cristianos provenientes de otros países europeos, pertenecientes también a otras Iglesias y Comunidades eclesiales. Yo mismo fui testigo en los años de mi juventud, de tanto dolor y de tantas pruebas. Mi sacerdocio, desde sus orígenes, ha estado inscrito en el gran sacrificio de tantos hombres y de tantas mujeres de mi generación.

El Salvador es un país más pequeño que Polonia, pero ha sufrido mucho. Por eso hemos citado este largo texto del Papa. El dolor y el orgullo cristiano que en él se expresan es también lo que se vivía en la catedral el 7 de mayo. Y con la alegría y sencillez del pueblo salvadoreño. Había mucha gente, muchas palmas, muchas cruces, muchas fotos y posters de seres queridos, de obispos y de campesinos, de estudiantes y de religiosas, de sacerdotes, de niños y ancianos, mártires de la justicia y de la fe. Había un gran recuerdo para el pueblo crucificado del Mozote, Sumpul, La Joya... Y había mucha música, pues los mártires en definitiva alegran al corazón.

A continuación ofrecemos la homilía que predicó Mons. Gregorio Rosa Chávez.

 


 

 

 

"Pero Dios lo resucitó y nosotros somos testigos"

Homilía de Monseñor Gregorio Rosa Chávez, 7 de mayo

1. El Jubileo de los mártires del siglo XX

Hoy estamos viviendo una experiencia excepcional, al celebrar el jubileo de los nuevos mártires, de los mártires del siglo XX en El Salvador. La catedral de San Salvador, famosa en el mundo por aquel pastor excepcional que hoy el Papa ha recordado por su nombre en el Coliseo de Roma %ya saben que estoy hablando de Monseñor Romero% vibra esta mañana de emoción hasta las lágrimas. Sí, estamos aquí para recoger la memoria de lo mejor que tiene la Iglesia en este país: sus mártires.

Esos testigos de la fe, hombres y mujeres, sacerdotes y laicos, religiosas y campesinos, obreros y estudiantes, purifican el aire viciado de la Patria, que ha vivido una semana de desesperanza y frustración, y nos dicen que la utopía del Reino es posible, que tenemos que seguir soñando, que tenemos que seguir esperando, que tenemos que seguir poniendo nuestra cuota de dolor y, si es necesario, también de sangre, para que el sueño de Dios, el sueño de una sociedad justa, solidaria y fraterna, se vaya convirtiendo en realidad. Sean bienvenidos, hermanos y hermanas de todo el país. Jesucristo, el testigo fiel, resucitado y vivo en medio de nosotros, les conceda su paz y su alegría.

2. "Pero Dios lo resucitó de entre los muertos"

Durante todo el tiempo pascual la Iglesia pone ante nuestros ojos a la Iglesia primitiva, la que más se parece a lo que pensó Jesús cuando le dijo a Pedro: "tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia". Esa Iglesia, encabezada por los apóstoles, ha salido del cenáculo y se ha lanzado por las calles de Jerusalén para proclamar la gran noticia: "El Dios de Abraham, el Dios de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que ustedes entregaron ante Pilato, cuando había decidido soltarlo. Ustedes rechazaron al santo, al justo y pidieron el indulto de un asesino; mataron al autor de la vida; pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos".

El Papa Juan Pablo II leyó esta página con mirada de profeta y, de repente, llegó a una conclusión que escribió en el número 37 de su carta sobre el tercer milenio: "La Iglesia del siglo XX ha vuelto a ser Iglesia de mártires". Como sabemos, mártir en la lengua griega, significa testigo. Por eso, las últimas instrucciones de Roma nos piden llamar a nuestros mártires con el nombre de "testigos de la fe". El Papa añade: "es un testimonio que no hay que olvidar". Y lo mismo repite el Santo Padre en el número 13 de la bula de convocatoria al Año Santo: "Un signo perenne, pero hoy particularmente significativo, de la verdad del amor cristiano, es la memoria de los mártires. Que no se olvide su testimonio. Ellos son los que han anunciado el Evangelio dando su vida por amor. El mártir, sobre todo en nuestros días, es signo de ese amor más grande que compendia cualquier otro valor".

 

3. "Y nosotros somos testigos"

Cuando aún vivía Monseñor Rivera, el cardenal Roger Etchegaray le regaló un libro donde el cardenal explica que la Iglesia es Iglesia de mártires. Este eminente hombre de Iglesia nos visitó para la jornada de la paz de 1990, pocas semanas después del asesinato de los padres jesuitas. El mismo pensamiento lo expresó el cardenal Etchegaray, el 28 de abril, al anunciar los detalles del Jubileo de los mártires en la sala de prensa del Vaticano. En esa solemne ocasión afirmó que el 7 de mayo "es la fecha que permitirá a la Iglesia hacerse aún más consciente de su verdadera identidad: Iglesia de los testigos, Iglesia de los mártires". ¡Qué estimulantes resuenan esas palabras en la catedral de Monseñor Romero, que en una ocasión, citando a uno de los papas de este siglo, afirmó que "la Iglesia es una, santa, católica, apostólica y perseguida". Así es: la Iglesia, en su más profunda esencia, es martirial.

Como un estribillo, resuenan en los Hechos de los Apóstoles, después del anuncio del misterio pascual de Cristo, es decir, de su muerte y resurrección, las palabras "y nosotros somos testigos". Eso mismo dijeron con su vida nuestros mártires, en un ambiente contaminado por la lucha ideológica y por la lucha armada: nosotros somos testigos de que Dios es amor; nosotros somos testigos del amor más grande, que nos lleva a perdonar y a abrazar al enemigo; nosotros somos testigos del amor a Dios que se muestra en el servicio al prójimo, hasta dar la vida por él. Pero ¿quiénes son los nuevos mártires? El cardenal Etchegaray responde: los nuevos mártires son "los perseguidos por un odio evidente contra Cristo y su Iglesia..., las víctimas de los nuevos Césares... Hoy la semilla del mártir se encuentra a menudo en la alianza de la Iglesia con los pobres, los excluidos, los oprimidos.

Nosotros podríamos añadir: sí, los mártires de El Salvador dieron testimonio del amor de Dios en medio de la violencia brutal de los escuadrones de la muerte y en medio del fragor de la guerra. Sus manos no se mancharon de sangre. Murieron sin odiar. Nuestros mártires -hombres mujeres de todas las edades- son, como dice un hermoso documento del CELAM, "la prueba fidedigna de que el Evangelio ha penetrado en las mujeres y los hombres de nuestras comunidades, signada en la cruz y en la resurrección a causa del amor a Dios y a los hermanos". Por eso los estamos recordando hoy, para que su memoria siga inspirando nuestro caminar por los tortuosos senderos de la historia salvadoreña. Los recordamos con cariño, con admiración y con el deseo de seguir sus pasos, como ellos y ellas siguieron los pasos de Jesús, el testigo fiel, el mártir del Calvario.

4. "Jesucristo, el testigo fiel"

Acabo de mencionar a Jesús, el testigo fiel. La expresión la encontramos en el apocalipsis. En el mismo libro encontramos la pregunta: Y "estos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde vienen?". La respuesta que escucha el vidente de Patmos es bellísima. El anciano le dice: "éstos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la sangre del cordero". Se está refiriendo, naturalmente, al triunfo de los mártires en el cielo. Ese triunfo lo hemos representado hoy con las palmas multicolores que vemos en torno al presbiterio, muy cerca del altar de Dios. Cada uno de nosotros mira esas palmas y piensa en rostros concretos de sacerdotes, religiosas y laicos, yendo a la cabeza Monseñor Romero.

Yo pienso sobre todo en los mártires anónimos, es decir, en esos cristianos y cristianas de caseríos y cantones que nadie menciona, pero cuyo nombre está escrito con letras de oro en el libro de la vida. Que no se olvide su testimonio. Pero el Papa nos pide no sólo que recordemos la memoria de los mártires. Nos pide también que elaboremos el martirologio del siglo XX en El Salvador, es decir, que recojamos sus nombres y la historia de los testigos de la fe en los caseríos, cantones, pueblos y ciudades de esta tierra tan fecunda en mártires. De suyo el plazo terminaba hoy, pero el Vaticano ha concedido una prórroga de tres meses más. ¿Cómo no asumir con entusiasmo, devoción y gratitud el compromiso de recoger esos nombres, de recuperar esa historia ejemplar de fidelidad a Cristo y a la Iglesia, de servicio a Dios y al prójimo? En esa lista deben estar también los mártires de las Iglesias hermanas, no sólo los hijos de la Iglesia Católica.

5 "No tengan miedo"

Esta mañana en el Coliseo de Roma, el Papa ha presidido una solemne celebración de la palabra. Junto a él han estado representantes de otras Iglesias, quienes han rezado con él el credo de los apóstoles en tres lenguas diferentes. Inmediatamente después se ha recordado a los testigos de la fe del Siglo XX, en Europa, Asia, Oceanía y Africa. Vinieron luego los nuestros: los cristianos y cristianas que han dado la vida por amor a Cristo y a los hermanos en América. Al final, el vicario de Cristo, también él marcado por la violencia que estuvo a punto de arrebatar su vida, ha dado la bendición a la multitud.

Junto al Cristo que se aparece a los suyos en el Cenáculo, que les anuncia la paz: "la paz esté con ustedes"; que les muestra las huellas de su propio martirio: "miren mis manos y mis pies, soy yo en persona"; que les exhorrta a seguir adelante: "no tengan miedo, ¿por qué se espantan?, ¿por qué surgen dudas en su interior?"; que come con ellos: "¿tienen algo de comer?". El Cristo mártir que les explica su camino y nuestro propio camino: "Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, empezando por Jerusalén, la conversión y el perdón de los pecados". Nosotros, reunidos en este cenáculo del siglo XX, en el recuerdo emocionado de nuestros mártires, queremos decirle a Cristo, el viviente, a Cristo el testigo fiel: Sí, Señor. Lo creemos. Y nosotros somos testigos.

 


 

 

La verdadera deuda externa

Carta de un jefe indio azteca a los gobiernos de Europa

Aquí, pues, yo, Guaipuro Cuauhtémoc, descendiente de los que poblaron la América hace cuarenta mil años. He venido a encontrar a los que se la encontraron hace ya quinientos años. Aquí, pues, nos encontramos todos: sabemos lo que somos y es bastante. Nunca tendremos otra cosa.

El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los que me descubrieron. El hermano usurero europeo me pide pago de una deuda contraída por Judas, a quien nunca autoricé verdaderamente. El hermano usurero europeo me explica que toda deuda se paga con intereses, aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros sin pedirles consentimiento. Yo los voy descubriendo.

También yo puedo reclamar pagos, también puedo reclamar intereses. Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo, firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y el 1660 llegaron a San Lúcar de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata que provenían de América. ¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque es pensar que los hermanos cristianos faltan a su séptimo mandamiento. ¿Expoliación? ¡Guárdeme el cielo de figurarme que los europeos, igual que Caín, matan y después niegan la sangre del hermano! ¿Genocidio? ¡Eso sería dar crédito a calumniadores como Bartolomé de Las Casas, que calificaron el encuentro de destrucción de las Indias, o a ultras como el doctor Arturo Pietri, quien afirma que el arranque del capitalismo y de la actual civilización europea se debió a la inundación de metales preciosos arrancados por ustedes, mis hermanos europeos, a mis también hermanos de América!

¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deben ser considerados como el primero de varios préstamos amigables de América para el desarrollo de Europa. Lo contrario sería presuponer crímenes de guerra, lo que daría derecho, no sólo a exigir devolución inmediata, sino indemnización por daños y perjuicios. Yo, Guaipuro Cuauhtémoc, prefiero creer en la menos ofensiva de las hipótesis para mis hermanos europeos. Tan fabulosas exportaciones de capital no fueron más que el inicio de un plan Marshall-tezuma para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, defensores del álgebra, la arquitectura, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización.

Por eso, una vez pasado el Quinto Centenario del "Préstamo" podemos preguntarnos: ¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable o, por lo menos, productivo de los recursos tan generosamente adelantados por el Fondo Indoamericano Internacional?

Deploramos decir que no. En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto, Armadas Invencibles, terceros Reichs y otras formas de exterminio mutuo, para acabar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como Panamá (pero sin canal). En lo financiero han sido incapaces después de una moratoria de 500 años, tanto de cancelar capital e intereses, como de independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta el Tercer Mundo.

Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman, conforme a la cual una economía subsidiada jamás podrá funcionar. Y nos obliga a reclamarles -por su propio bien- el pago de capital e intereses que tan generosamente hemos demorado todos los siglos.

Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarles a los hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas flotantes de un 20 por ciento y hasta un 30 por ciento que los hermanos europeos les cobran a los pueblos del Tercer Mundo. Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés fijo de un 10 por ciento anual acumulado durante los últimos 300 años. Sobre esta base, aplicando la europea fórmula del interés compuesto, informamos a los descubridores que sólo nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata, ambas elevadas a la potencia de trescientos. Es decir, un número para cuya expresión total serían necesarias más de trescientas cifras y que supera ampliamente el peso de la tierra.

¡Muy pesadas son estas moles de oro y de plata! ¿Cuánto pesarían calculadas en sangre? Aducir que Europa en medio milenio no ha podido generar riquezas suficientes para cancelar este módico interés sería tanto como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo.

Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los indoamericanos. Pero sí exigimos la inmediata firma de una carta de intenciones que discipline a los pueblos deudores del viejo continente; y los obligue a cumplir su compromiso mediante una pronta privatización o reconversión de Europa que les permita entregárnosla entera como primer pago de una deuda histórica.

Dicen los pesimistas del Viejo Mundo que su civilización está en una bancarrota que les impide cumplir con sus compromisos financieros o morales. En tal caso, nos contentaríamos con que nos pagaran entregándonos la bala con que mataron al poeta. Pero no podrán; porque esa bala es el corazón de Europa.

Guaipuro Cuauhtémoc

 

 


 

Nuevo Obispo en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas

 

Se le negó la entrada

 

San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. 21 de enero del 2000

Con gran tristeza, la diócesis de San Cristóbal de Las Casas comunica que el Obispo emérito de la Diócesis de Goias, Brasil, Don Tomas Balduino, O. P., representante personal del Arzobispado de Goiana Don Antonio Ribeiro de Oliveira, no podrá acompañarnos en la celebración jubilar de Don Samuel Ruiz García, al haberle sido negada la visa de entrada a México por parte de la Embajada mexicana en Brasilia, a pesar de haber cumplido con todos los requisistos y haber presentado los documentos requeridos por el gobierno mexicano.

Compartimos con ustedes la carta que el mismo ha enviado a don Samuel, comunicándole esta penosa situación:

Goiana, 21 de enero de 1999

Querido Hermano en el Episcopado

Don Samuel Ruiz García

Estoy profundamente desolado por el impedimento que me han impuesto para estar en Chiapas, en los días de la celebración de tu jubileo, junto a todos los hermanos y hermanas presentes. Desgraciadamente la Embajada mexicana en Brasilia me negó la visa de entrada.

Así que, lo que yo te iría a llevar personalmente, te lo envío ahora a través de este mensaje de correo electrónico. Nuestro Arzobispo metropolitano de Goiana, Don Antonio Ribeiro de Oliveira, habló conmigo y me pidió representarlo en esta solemnidad. Me dijo textualmente: "Lleve a Don Samuel mi abrazo y mi gratitud por su incansable y profético servicio a favor de los pueblos indígenas, así como mi solidaridad por las incomprensiones eclesiásticas que él viene sufriendo con relación a la sucesión en el pastoreo de su querida Iglesia".

Don Eugenio Rixen, mi sucesor en la Diócesis de Goias, expresó sentimientos similares a éstos. Yo también en mi nombre y en nombre de la comisión de Pastoral de la Tierra de nuestra Conferencia Episcopal, quiero manifestar a ti y a don Raúl Vera, mi hermano en el episcopado y en la familia dominica, mi calurosa comunión por este momento histórico de Cruz y Resurrección. No puedo dejar de expresar públicamente mi extrañeza por la escandalosa ruptura que están articulando en la sucesión episcopal de Chiapas. Mi esperanza es que tal intriga no consiga romper la búsqueda evangélica de la dignidad y de la paz emprendida por los pueblos indígenas, guiados por tu largo y fecundo pastoreo.

Te saludo fraternalmente a ti y a don Raúl, junto a toda tu querida Iglesia de San Cristóbal, con mucha veneración y profunda amistad en el Señor Jesús, que hoy nos convoca para continuar la búsqueda, en la fe y en la esperanza.

Don Tomas Balduino, O. P.

Obispo Emérito de Goias

 

 

Felipe Arizmendi nuevo Obispo de San Cristóbal de Las Casas, de Chiapas

Este 31 de marzo de 2000 ha sido nombrado obispo de San Cristóbal de Las Casas Mons. Felipe Arizmendi, actual Obispo de Tapachula. A partir de esta fecha, al publicarse el nombramiento se acepta automáticamente la renuncia del actual Obispo Mons. Samuel Ruiz García, el cual pasa a ser emérito.

Por otra parte muchos desearían ver el efecto Vera o Mullor. Es decir que ante las realidades de miseria y de violencia que se viven en San Cristóbal, un obispo honesto como parece ser Arizmendi se convierta y se vuelva el Tatic, título reservado entre los indígenas a Dios y al pastor que se lo gana con su trabajo como fue el Tatic Samuel Ruiz.

Mons. Arizmendi nació el 1º de mayo de 1940 en Chiltepec, Estado de México. A los 12 años entró al Seminario de Toluca, recién fundado, para cursar Humanidades y Filosofía. Sus estudios de Teología los hizo en la Pontificia Universidad de Salamanca (España) donde obtuvo la Licenciatura en Teología Dogmática, especializándose posteriormente en Liturgia.

 


 

 

Mensaje de Don Samuel Ruiz García a Mons. Felipe Arizmendi

 

Sr. Nuncio Apostólico, bienvenido a Chiapas y a nuestro país.

Eminentísimos Cardenales

Estimados hermanos Obispos

Hermanos Obispos y Arzobispos de otros países presentes en medio de nosotros

Hermanos representantes de otras religiones

Amado hermano obispo Mons. Felipe Arizmendi

Hermanas y hermanos todos

Pasó nuestro momento de incertidumbre: la noche obscura de nuestra transición, con sus escenarios periodísticos, políticos y aún intraeclesiales. La Pascua de Resurrección disipó esa noche y nos inunda la luz de Cristo que es nuestra Pascua. Fueron días, los anteriores, que han sido ya arrastrados llevándose su propia ansiedad. Desde el momento en que la sucesión para el pastoreo de esta Diócesis quedaba en lo desconocido, numerosas comunidades iniciaron cotidiana oración por tí hasta el día de hoy, cuyo nombre aún no conocían. Dios, a través de diferentes mediaciones, nos ha dado su respuesta que se concretiza el día de hoy.

Me toca entregarte este báculo, hecho por manos artesanas aborígenes, con grande afecto. Este báculo, es, en este momento, un símbolo de nuestro tránsito pascual; es señal de que esta grey lleva un camino en el que tú la vas a acompañar como Pastor y Guía; es señal de que esta Diócesis de San Cristóbal de Las Casas (Diócesis de cuyo seno, como se señaló, han salido las otras dos de Chiapas), no caminará en ningún momento ni a la deriva, ni en colisión interna, sino bajo tu cuidado, porque has sido ya bienvenido entre nosotros, desde que franqueaste ayer los límites de lo que ya es territorio de tu Diócesis.

Hoy recurren los 60 fructíferos años de tu vida. ¡Felicitaciones! Eso nos brinda la oportunidad de juntar nuestra palabra de felicitación con nuestra hermana Diócesis de Tapachula, presente aquí a través de numerosas representaciones. Pero, además, nos permite agradecer, desde el fondo de nuestro corazón, a esta Diócesis hermana porque fue el campo que el Señor te dio, para que creciera y madurara la semilla de educación en la fe que Él mismo hizo plantar en tu corazón y en la que te fraguaste como Pastor y como hermano solidario nuestro. Se visualiza, por otra parte, con estos acontecimientos, la providencial disposición divina de que Chiapas tiene un común destino y éste enfocado en servicio del crecimiento y transformación de nuestro país.

Hay líneas claras de nuestro caminar hacia el futuro; no las desglosaré solamente las mencionaré:

Esta Diócesis tiene un futuro providencial en medio de la Iglesia Universal, como testimonio que debe dar hacia el mundo, tanto dentro como fuera de la Iglesia. Tiene una vocación a la unidad. Tiene un caminar ecuménico e interreligioso que va en avance, que tiene que ser cultivado, en un crecimiento y que nos llevará a una unidad mucho mayor todavía no definida en la Iglesia Universal. Y consideramos esto, humildemente, un aporte para este caminar de toda la Iglesia.

Estamos encaminándonos, tímidamente, pero también firmemente hacia una Iglesia autóctona, con las indicaciones del Concilio y las reflexiones que se han hecho en el Continente sobre ello. Hay catequistas, hay diáconos, está visualizándose hacia el futuro el sacerdocio autóctono. Y tú habías sido encargado por la Conferencia Episcopal para ir viendo este caminar.

Esto implica también un trabajo constante por la identidad cultural, esto es una nueva tarea, inclusive con ejemplos concretos que el día de ayer o antier acabo de percibir, hay una vocación y llamamiento a la unidad desde la cultura, mucho más fuerte inclusive que desde la identidad cristiana. Esto es una cosa que maravillosamente está sucediendo en todo el Continente. Desde la identidad indígena hay aglutinamientos religiosos y políticos que no se hubieran conseguido de otra manera. Hay que profundizar por tanto el Evangelio en estas dimensiones, tanto los Agentes de Pastoral como también evidentemente los fieles cristianos.

Y no podemos esconderte, ni tú lo ignoras, que esta Iglesia, peregrina como toda Iglesia, en el conflicto, es decir en la Cruz del Señor. Es un conflicto de guerra que no se ha resuelto y es un conflicto de una opción, porque el pobre es resultado del conflicto social. Así no es profecía sino simplemente mirar y constatar que se va a justificar y se van a justificar a sí mismos aquellos que vituperan a esta Iglesia. La difamarán quienes la juzgan obstáculo a sus pretensiones y la seguirán agrediendo si ésta no es dócil al sistema y a sus requerimientos injustos.

Pero ahí tenemos también una tarea, una pastoral de reconciliación, en donde mediante el diálogo intercomunitario y con el diálogo con todas las fuerzas, incluyendo también la tarea de descubrir y hacer que se descubra la forma evangelizadora de llegar a nuestras fuerzas armadas, presentes mayoritariamente en nuestro territorio, queda como una tarea no tan sencilla, pero ciertamente llena de resultados futuros porque acompañará el Señor en todo este caminar, con su luz y la fuerza de su Espíritu.

Todo esto se resume en una cosa que tú ya vives y que vivimos todos, desde que comprendemos más claramente en este camino lo que significa el caminar de la Iglesia en una opción fundamental y constitutiva, que es la opción por los pobres.

Al entregarte pues, hermano obispo, este báculo, entendemos que la fuerza del Espíritu y la luz que Él trae, te acompañará siempre.

Mons. Samuel Ruiz García

Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas

 

 

 


 

 

Extracto de algunos párrafos del mensaje de Mons. Felipe Arizmendi Esquivel al iniciar su servicio como obispo de San Cristóbal de Las Casas

Dedico un saludo muy especial a los numerosos hermanos y hermanas indígenas, que constituyen el 75% de la diócesis. La Iglesia los ama sinceramente; no los abandona, ni los traiciona. ¡No teman! Mi compromiso, desde Jesucristo, es estar con ustedes y continuar apoyando su promoción y liberación evangélica, para que sean sujetos de su historia y de la evangelización. Pido al Espíritu Santo que me conceda un corazón como el de Dios Padre y de Santa María de Guadalupe, nuestra Madre, para ser una presencia viva del amor preferente de Dios hacia ustedes…

Que el Ejército mexicano sea respetuoso de los derechos humanos y de los límites que le impone la Constitución, y que nadie se deje convencer por quienes alientan la formación de organizaciones paramilitares. No acumulen más armas y nunca levanten la mano contra sus semejantes. Tengan en cuenta el mandato divino: "No matarás"…

El Gobierno y la Sociedad Civil, por su parte, tienen una grave responsabilidad. Se debe incrementar el esfuerzo ya realizado para resolver a fondo los graves desajustes sociales, políticos, económicos y culturales de los campesinos, indígenas, obreros y empleados, no sólo de Chiapas, sino de todo el país. Hay que cuestionar el sistema económico reinante en el mundo actual, que privilegia a los capitales especulativos y tiene como única ley la ganancia en un mercado globalizado, excluyendo a quienes no tienen suficiente capacidad adquisitiva. Hay que implementar modelos nuevos de economía justa y solidaria. Hay que promover el trabajo común organizado y una globalización de la solidaridad…

A los legisladores compete la delicada tarea de implementar leyes y medidas que tengan en cuenta los derechos y las necesidades de los más marginados, tan numerosos en nuestro país. Un tema pendiente de la actual legislatura federal es el relativo a derechos y cultura indígenas. Sería una irresponsabilidad histórica no hacer avanzar nuestra legislación en esta materia, sólo por la incapacidad de lograr consensos entre partidos. Chiapas puso el tema sobre el tapete, pero son los indígenas de todo México los que importan, no sólo los de un grupo…

Optar por Cristo, sin embargo, no es un espiritualismo alienante; es un compromiso que exige dar la vida por Él y actuar conforme a sus preferencias. Por ello, como todos los obispos, sacerdotes, religiosas y demás cristianos, debo y quiero amar preferencialmente a los pobres. Esta no es una tendencia ideológica en la Iglesia, un oportunismo político, o un discurso para agradar a algunos. El amor preferencial a los pobres es una actitud esencial a la Iglesia; es lo que marca su identidad y su fidelidad a Jesús. No es algo optativo, que podamos asumir o no, según gustos o ideologías personales. Si no le damos la fuerza necesaria a este amor preferencial, no somos la Iglesia de Jesús. Si pasamos indiferentes ante quienes más sufren, quedamos descalificados incluso como cristianos…

Todos los Obispos tenemos la misión, en Cristo y por Cristo, de estar al lado de quienes sufren y son pisoteados en sus derechos, como son sobre todo los indígenas. En eso no se puede retroceder. No podemos traicionar esta exigencia que viene directamente del Evangelio, de la vida y la actitud de nuestro único camino, que es Cristo…

Al respecto, algunos se preguntan si voy a continuar la línea seguida por el querido Tatic Samuel, con quien colaboró arduamente Tatic Raúl, o si vengo con instrucciones de "desmantelar" su obra. No teman. Tanto para Don Samuel y Don Raúl, como para mí, nuestra única inspiración es Jesucristo; nuestra luz es su Evangelio; nuestra ruta está marcada por el Magisterio de la Iglesia, sobre todo a partir del Concilio Vaticano II. No podemos inventar una Iglesia distinta a la que Jesús fundó. Si yo viniera a dar marcha atrás en el amor preferencial a los pobres y en la promoción integral de los indígenas, le fallaría a Jesucristo, a la Iglesia y a mí mismo, pues quien ha hecho la opción, única y total, por Jesucristo, debe parecerse a Él, que fue todo amor y servicio a los más necesitados…

Sin embargo, todos somos distintos, gracias a Dios. El Espíritu concede a cada uno diferentes dones, todos para la edificación de su Iglesia. Por tanto, no me pidan que sea como mis predecesores. Aprecio sus múltiples cualidades y reconozco mis limitaciones. Cada uno aportamos lo mejor que somos y tenemos. Cada quien tiene su tiempo y su momento. Yo no vengo a competir, ni a destruir, sino a complementar lo que sea necesario para una buena conducción de esta porción de la grey del Señor…

Los Obispos somos servidores de Jesucristo y pastores de la Iglesia, no pretendientes de un poder civil. No somos dueños de las diócesis, para disponer de ellas como queramos. Quien guía a la Iglesia es el Espíritu Santo y nosotros no pretendemos acapararlo, ni reducirlo a una sola línea de acción pastoral, pues se manifiesta en los fieles de múltiples formas. Nuestra misión es discernir los caminos del Espíritu y armonizar los carismas que El libremente concede a personas, comunidades y movimientos, siempre en comunión con Pedro y bajo Pedro, con un gran respeto a las legítimas diferencias. Por ello, uno de los mayores retos será continuar los esfuerzos que se han hecho por reconstruir la unidad al interior de las comunidades.

San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, 1 de mayo de 2000

Gran Jubileo de la Encarnación

 

+ Felipe Arizmendi Esquivel

XXXVI Obispo de San Cristóbal de Las Casas

 


 

 

Noticias eclesiales

Un millón de ejemplares contra los jesuitas mexicanos

"El foco conspirativo contra México se encuentra en la alianza de los nuevos marxistas con los teólogos de la liberación, cuyo motor y cerebro son los nuevos jesuitas".

La anterior es una de las "revelaciones" del libro La verdad total sobre las universidades jesuitas y sus directivos, del cual se han distribuido más de un millón de ejemplares.

En este nuevo capítulo, el centro del ataque es el jesuita David Fernández, ex director del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro y actual rector del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO).

Desde que en 1994 manos anónimas pegaron en las calles carteles con la amenaza "En México morirán los jesuitas primero", la cadena de ataques y persecuciones en contra de integrantes de la Compañía de Jesús y de colaboradoras y colaboradores del Centro Pro, no han cesado.

Jesuitas que trabajan en Chiapas y otros estados de fuerte presencia indígena han sido amenazados recurrentemente, acusados sin pruebas de tener vínculos con grupos guerrilleros, e incluso encarcelados por autoridades gubernamentales.

De David Fernández se dice en este nuevo texto panfletario que "cava en el ITESO las trincheras para la revolución liberadora que nos convertiría en siervos de los terroristas mesiánicos de la teología de la liberación".

Según el libelo, la Universidad Iberoamericana y el ITESO no tienen remedio: "Como la estupidez de los hombres es infinita, los jesuitas… siempre tendrán incautos o cómplices conscientes para integrar los patronatos que proveen edificios, laboratorios, pago de maestros y becas para jóvenes que muy pronto pararán en el Grupo Orgullo Homosexual".

 

Estados Unidos se disculpa por acusar a los jesuitas de terrorismo

El Departamento de Estado norteamericano presenta "las más sinceras excusas a la Comunidad jesuita asegurando que no ha habido intención de denigrar a la Compañía de Jesús ni su obra pastoral en el mundo".

El comunicado tiene lugar después de que se hiciera público un controvertido informe anual con el título "Tendencias mundiales del terrorismo", en el que se afirmaba que el Ejército de Liberación Nacional colombiano (ELN) había sido fundado en 1965 por jesuitas inspirados por Fidel Castro y el Che Guevara.

Se trata, explica el comunicado, de acusaciones "absolutamente falsas" que serán eliminadas de las futuras ediciones.

 

Roma desmantela la diócesis de Sao Paulo, epicentro de la 'teología de la liberación"

La poderosa diócesis de Sao Paulo, regida por el cardenal Paulo Evaristo Arns hasta su jubilación, era el último reducto de progresismo religioso en dicho país. El Vaticano sustituyó al cardenal por Claudio Hummes que está desmantelando la construcción realizada por Arns.

El primer paso ha sido el alejamiento de los obispos auxiliares, fuertemente comprometidos con los problemas religiosos, sociales y políticos de esta diócesis, con 16 millones de habitantes, rodeada por uno de los cinturones de miseria más grandes de Latinoamérica.

 

La Iglesia católica de Brasil pide perdón por

las injusticias sufridas por indios y negros

La Iglesia católica brasileña celebró ayer con una misa, concelebrada por más de 300 obispos de todos los continentes y 2.000 sacerdotes en la aldea indígena de Coroa Veremelha, en el estado de Bahía, la llegada hace 500 años de los portugueses a Brasil.

Hasta el último momento la ceremonia estuvo en entre dicho. El Consejo Indigenista Misionero, el organismo de la Conferencia Episcopal que reúne a cuantos trabajan en la pastoral misionera, había advertido que ni ellos ni los indios asistirían a una misa en el lugar en el que el sábado anterior los indígenas habían sido humillados y atacados duramente por la polícía militar, que les impidió llegar a los festejos oficiales celebrados por el Gobierno, con la presencia de los presidentes de Brasil y Portugal.

La Iglesia de Brasil, aconsejada por el Vaticano, consiguió convencer a todos de que la celebración iba a ser, más que un gesto triunfalista, la ocasión para pedir perdón públicamente por las injusticias y los errores cometidos contra los indios y los negros. Pidió perdón el cardenal Sodano en nombre del Papa Juan Pablo II, pidieron perdón los obispos de Brasil y lo hicieron los laicos empeñados en la pastoral.

Antes de comenzar la misa, un joven indio pataxó, a tres metros del cardenal Sodano, pronunció un durísimo discurso en el que condenó la represión del sábado pasado contra los indios excluidos de los festejos oficiales del Gobierno. Condenó también el atropello cometido por la policía al haberles destruido el monumento que ellos habían levantado al lado del oficial, para protestar contra las matanzas a las que han sido sometidos durante estos cinco siglos.

Con la cara pintada y levantando el dedo acusador sobre la marea de obispos, cardenales y sacerdotes, el indio les espetó: "Esta tierra era nuestra desde hacía miles de años, cuando ustedes llegaron aquí. Nosotros éramos entonces seis millones y ahora nos habéis reducido a 300.000. Y seguís persiguiéndonos".

El presidente del episcopado brasileño, Jayme Chemello, dijo: "Te pedimos perdón por los pecados que cometimos contra nuestros hermanos y, en particular, contra los indios, cuyos derechos no siempre fueron respetados". El obispo de Pelotas agregó: "Te pedimos perdón por no haber respetado siempre la dignidad de hijos de Dios de nuestros hermanos y hermanas negras".