Carta a las Iglesias, AÑO XX, Nº460, 16 de octubre-15 de noviembre, 2000
INDICE
EDITORIAL: Luminosidad y negrura alrededor de lo mártiresCASO JESUITAS: El caso jesuitas
XI ANIVERSARIO: "La mujer mártir" sábado 21 de octubre
XI ANIVERSARIO: Niñez y pobreza, evangelización y compasión 28 de octubre
IGLESIA AFRICANA: Africa, pueblo crucificado, mártires y fe cristiana
COMENTARIOS: Kim Dae-Jung, Presidente de Corea del sur, Premio Nobel de la Paz
COMENTARIO: Sobre la Declaración romana Dominius Iesus
La muerte de los mártires siempre refleja la negrura del asesinato y la luminosidad de quien ha entregado la vida por amor, para defender a los débiles e indefensos. Los mártires son víctimas y testigos. Esa ambigüedad que rodea a sus muertes persiste hasta el día de hoy, lo cual es clara indicación de que, de forma misteriosa, pero real, de alguna manera siguen vivos entre nosotros. En la presente coyuntura salvadoreña, el caso de las cuatro hermanas norteamericanas y el caso jesuita lo muestran con toda claridad. Veamos cómo se mezcla la negrura y la luminosidad.
En estos días hemos escuchado y leído cosas asombrosas que mantienen la negrura que hay en el martirio. Hablan unos de "perdón y olvido". Se quejan de que el olvido es difícil, como si el perdón fuese cosa fácil. Trivializan así uno de los actos humanos más profundos que es el perdón: no cerrar futuro al ofensor, ofrecerle acogida y reconciliación. La trivialización es deshumanizante y proviene
%en cuanto humanamente se puede juzgar% de quienes no han puesto signos del perdón, ni siquiera de haber entendido lo que hay en él de profundamente humano. Otros sí saben lo que es perdón, y lo han otorgado. Joan Alsina, sacerdote, en el momento de ser fusilado en Chile por la dictadura de Pinochet, dijo a sus ejecutores: "cuando vayan a disparar, no me venden los ojos quiero que vean que los perdono". Y entre nosotros son conocidas las palabras de Monseñor Romero: "si llegan a asesinarme, puede usted decir que perdono y bendigo a quienes lo hagan". Sí hay quien sabe lo que es perdón, y hasta ahora las víctimas lo han expresado mucho mejor que sus verdugos. El martirio tiene luminosidad.Negrura hay también en que los victimarios "no se dejan perdonar", o porque esto significaría reconocer su pecado o porque no están acostumbrados a que la salvación les venga de afuera, que no se consiga con poder o con dinero. Es la hybris, la arrogancia humana de la que habla Pablo: no querer depender de nadie, ni de hombres ni de Dios, para lograr la salvación. Pero una luz surge en medio de esa negrura, y es que mucha gente pobre y sencilla de este país, supervivientes de masacres, han ofrecido ese perdón. En un refugio de El Salvador, el día de difuntos, alrededor de un improvisado altar
%una mesa sencilla% había varios carteles con los nombres de los familiares muertos y asesinados, y con flores alrededor de esos nombres. Junto a esos carteles había otros sin flores y con esta leyenda: "Nuestros enemigos muertos. Que Dios los perdone y los convierta". Un anciano explicaba que, de esa manera, querían recordar a sus difuntos y enflorarlos. y añadió:Pero como somos cristianos, ¿sabe usted?, creímos que también ellos, los enemigos, debían de estar en el altar aunque no nos atrevimos a ponerles flores. Son nuestros hermanos a pesar que nos matan y asesinan. Ya sabe usted que la biblia dice: "es fácil amar a los nuestros, pero Dios pide también que amemos a los que nos persigue".
La lección del perdón y su profundidad humana viene de lejos. Hace unos treinta años, defendiendo a su gente por las calles de Alabama, sufriendo la barbarie del Ku Klux Klan Martin Luther King pronunció estas palabras:
Ustedes podrán hacer lo que quieran, pero seguiremos amándolos. Métannos en las cárceles y aún así los amaremos. Lancen bombas contra nuestras casas, amenacen a nuestros hijos, y, por difícil que sea, los amaremos también. Envíen sicarios a nuestras casas en las tinieblas de media noche, golpéennos, y aún estando moribundos los amaremos.
Existe, pues, el perdón, pero precisamente los supervivientes de esas víctimas y sus seguidores no han olvidado. Ante todo no han olvidado a los mártires, ellos y ellas, que con un gran amor nos han humanizado, como no lo ha conseguido ni el pragmatismo ni el neoliberalismo ni la globalización. Y tampoco olvidan la barbarie, para que no se repita por supuesto, pero sobre todo para no mantener en ceguera a las generaciones posteriores, y con la esperanza de que triunfe la gracia, de que los victimarios se dejen acoger y perdonar, y la paz y reconciliación sean posibles
%tarea pendiente en el país.Estos mártires nos recuerdan que "justicia y paz" van juntas. Es increíble que un presidente de la república haya dicho que "el país ha tenido que elegir entre la justicia y la paz". Hacer o no esa elección, es asunto de cada quien. Pero que se invoque para resolver el problema que hoy los mártires representan para algunos, es ignorancia atrevida. Precisamente por luchar en favor de ambas cosas, "justicia y paz" para las mayorías pobres en contra de "la opresión y represión" de parte de minorías, dieron sus vidas los mártires. Siglos antes había dicho el salmista: "la justicia y la paz se besan". Y desde Isaías a Juan Pablo II hemos repetido: opus iustitiae pax, la paz es obra de la justicia.
Estos mártires nos recuerdan también que antes que "el país" están las mayorías pobres. Por ellas, y para que dejaran de serlo, dieron su vida los mártires. Años después, desgraciadamente, persisten. Pero ha quedado una lección de importancia perenne: no hay que mirar al "país", sino a esas mayorías, hay que ver cómo les va en la vida, y hay que preguntarles qué quieren, si les gustaría o no saber la verdad del pasado, si les gustaría que la justicia del país determinase de una vez para siempre quiénes fueron víctimas y quienes fueron verdugos (el perdón está garantizado como hemos dicho), si les gustaría que termine la terrible ambigüedad de que algunos verdugos se hacen pasar por víctimas.
Por último, los mártires desenmascaran otra falacia del lenguaje. "Hubo" víctimas, se dice, como si fuese cosa del pasado. Pero en el presente sigue habiendo innumerables víctimas de la violencia, y sus responsables siguen sin tener que rendir cuentas de sus crímenes
%baste recordar a la niña Katya como símbolo de todas las víctimas y de la impunidad en el presente. Pero, además, víctimas siguen siendo los pobres, los que tienen que emigrar, los indefensos ante la enfermedad, las mujeres y niños, sobre todo, víctimas del machismo. No nos dicen esa verdad %"hay víctimas"%, sino que quieren hacernos creer que eso es cosa del pasado. Mientras tanto crece la acumulación de riqueza en muy pocas manos y el incremento de pobreza en las mayorías. Pero hemos mejorado en un lenguaje más pulido, y el lenguaje de "opresores y oprimidos" parece estar hoy mal visto. Reduciendo la violencia a lo ocurrido en los ochenta, se quiere comunicar que hoy en El Salvador habrá otros problemas, pero no hay ya víctimas. Los poderosos del dinero no parecen generar ya pobres, es decir, víctimas.Después de todo lo dicho, ¿queda luminosidad en los mártires? Pareciera que son un David que tiene enfrente a Goliat, pequeños recuerdos que tienen enfrente a todo el montaje de los medios, los discursos políticos y los eficaces silencios de los oligargas. Sin embargo, ese pequeño David vive. A él se agarran muchos y muchas para seguir encontrando dignidad en las víctimas que le son cercanas, inspiración para vivir como seres humanos, sentido para sus vidas. Poca cosa podrá parecer, pero hasta el día de hoy nadie se la ofrece sino ellos o, al menos, nadie la ofrece mejor que ellos.
Por eso se recuerda el 24 de marzo, el 16 de noviembre, el 2 de diciembre, y muchos otros días más. Los que se apuntan al "perdón y olvido" no lo entienden, quizás porque la dignidad, la humanización y el sentido no son asuntos centrales en sus vidas, y viene a la mente el final de la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro: "ni aunque un muerto resucite le harán caso". Pero los que quieren perdonar y recordar, si lo entienden. En el recuerdo agradecido y verdadero, no en el olvido cómplice, ven el camino hacia una verdadera reconciliación, hacia la verdadera paz
%que sigue esperando% y hacia la verdadera justicia, que está todavía por estrenar."¡Ay de los pueblos que olvidan a sus mártires!", repite Pedro Casaldáliga. Sólo queda decir: "quien quiera oír, que oiga", y esperar que se abran los oídos de todos para que todos podamos ser país, pueblo y familia.
La Compañía de Jesús y la UCA siempre han insistido en que se llegue conocer la verdad de lo ocurrido a las víctimas en El Salvador. Por eso insisten en que se investigue sobre quiénes fueron los responsables intelectuales del asesinato de los seis jesuitas de la UCA, Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín-Baró, Segundo Montes, Amando López, Juan Ramón Moreno y Joaquín López y López, y el de las dos empleadas, Julia Elba y Celina Ramos.
Los sucesivos gobiernos salvadoreños no han mostrado interés alguno en investigar éste y otros crímenes notorios, y por ello la UCA ha seguido insistiendo. A continuación publicamos una breve cronología del caso, deteniéndonos sobre todo en lo ocurrido en el ultimo año. Añadimos un comentario del P. Tojeira ante las últimas reacciones gubernamentales a las acciones de la UCA.
Cronología del caso jesuitas
Primera fase (1989-1993)
16 de noviembre, 1989. Seis jesuitas y dos colaboradoras son asesinados por miembros del batallón Atlacatl.
26-28 de septiembre, 1991. Juicio contra los autores materiales del crimen. El coronel Benvides y el teniente Mendoza son condenados por asesinato. Los demás acusados quedan absueltos de todos los cargos.
18 de diciembre. Los padres Tojeira y Estrada piden a la Asamblea Legislativa que nombre una comisión para investigar la autoría intelectual de los asesinatos.
23 de enero, 1992. El juez sentencia a penas de 30 años a Benevides y a Mendoza.
12 de agosto. Comunicado de la Compañía de Jesús en que anuncia que piensa solicitar el indulto para el coronel Benavides y el teniente Mendoza.
14 de marzo, 1993. El presidnte Cristiani anuncia su intención de decretar una amnistía general inmediata.
15 de marzo. Se hace público en Nueva York el informe de la Comisión de la Verdad de Naciones Unidas. Confirma como sustancialmente probado que el entonces coronel Ponce junto con el general Bustillo y los entonces coroneles Zepeda, Montano y Elena Fuentes, dio al coronel Benavides la orden de dar muerte al P. Ellacuría sin dejar testigos.
20 de marzo. La Asamblea Legislativa aprueba una amplia amnistía inmediata e incondicional.
Segunda fase (1999-2000)
La Compañía de Jesús y la UCA siguieron insistiendo en que se juzgue a los autores intelectuales del crimen, cuyos nombres aparecen en el informe de la Comisión de la Verdad y que se juzgue también al presidente Cristiani por encubrimiento. Como no hubo acogida a esa petición en el país, desde 1996 comenzaron a pensar en acudir a instancias internacionales, entre otras a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Noviembre, 1999. La CIDH emite su dictamen final sobre la denuncia interpuesta en contra del Estado de El Salvador, por su responsabilidad en el asesinato de seis sacerdotes jesuitas y dos de sus empleadas. En el mismo se concluye que el Estado salvadoreño es responsable de la violación a los derechos humanos, no sólo por la ejecución de los y las fallecidas, sino por no haber profundizado en las investigaciones y, por ende, no haber sancionado a los que ordenaron el crimen. La Comisión otorga particular importancia al informe de la Comisión de la Verdad, que señala a varios generales y coroneles del ejército como los que confabularon para cometer la masacre en la UCA.
Con esta base, la Comisión recomienda al gobierno iniciar cuanto antes las investigaciones en contra de los autores intelectuales del múltiple homicidio y que deje sin efecto la ley de amnistía, dado que contraviene abiertamente los preceptos contenidos en la Convención Americana sobre Derechos Humanos, que es un tratado internacional ratificado por El Salvador, por tanto de obligatorio cumplimiento.
Ante estos señalamientos, el presidente de la República fue muy claro: "son unas simples recomendaciones, como cualquier otra", y decidió hacer caso omiso de las mismas.
6 de enero, 2000. La decisión de la CIDH es dada a conocer por las autoridades de la UCA, que toman postura contra algunas reacciones de miembros del gobierno. Advierten que, si el gobierno opta por el silencio y la inacción, la UCA y los jesuitas tendrán que estudiar alternativas que no son excluyentes: recurso de amparo en la Corte Suprema porque se niega el derecho a verse beneficiados y protegidos por la legislación internacional suscrita por El Salvador; recurso contencioso administrativo contra el gobierno por incumplimiento de obligaciones que se derivan de tratados internacionales; seguimiento del juicio en un tercer país.
27 de marzo. Ante la actitud gubernamental, la UCA, a través de su Rector, P. José María Tojeira, decidió impulsar por iniciativa propia la investigación, teniendo como base las recomendaciones de la Comisión, así como otros argumentos legales contemplados en la Constitución de la República, Tratados Internacionales y demás leyes del país.
El P. Tojeira presentó una denuncia formal ante la Fiscalía General de la República para que iniciaran las averiguaciones correspondientes y sometieran a juicio a todos los que resulten implicados en el hecho. En un escrito de 35 páginas relató la forma en que ocurrieron los hechos, así como la necesaria implicación de altos jefes militares para dar la orden del operativo, y proporcionó también algunos indicios que deben investigarse para deducir las responsabilidades de ley.
En base al informe de la Comisión de la Verdad, así como de investigaciones de historiadores particulares y algunos otros datos de la primera investigación, el Rector de la UCA denunció formalmente a los seis militares mencionados y a Alfredo Cristiani.
12 de abril. El Fiscal General de la República, Belisario Artiga, notifica a la UCA que se "abstenía de iniciar las investigaciones", debido
%según él% a que dicha diligencia dependía de lo que resolviera la Corte Suprema de Justicia en relación con un recurso de inconstitucionalidad de la ley de amnistía.26 de abril. Comunicado de la UCA en que impugna la resolución de la Fiscalía debido a que en la denuncia queda suficientemente explicado que esta investigación de la muerte de los padres y sus empleadas es independiente del proceso que se depuraba en la Corte Suprema de Justicia, ya que el crimen de los jesuitas no es sujeto a amnistía por constituir una violación de derechos humanos fundamentales y un crimen de guerra. Además, los señalados como responsables de las muertes no pudieron ser amnistiados por existir prohibición expresa en la Constitución salvadoreña de amnistiar a funcionarios públicos que cometan delitos en el mismo período presidencial en que se decrete la amnistía.
18 de septiembre, 2000. El fiscal Belisario Artiga deniega la nueva petición que la UCA había hecho a través del P. Tojeira, resolviendo que mantenía firme su decisión.
2 de octubre. La Corte Suprema de Justicia se pronunciara sobre la amnistía. A través de la Sala de lo Constitucional. Si bien declara que la ley de amnistía es constitucional, establece dos excepciones:
1. Cuando los hechos que se pretendan amnistiar "no impidan la protección en la conservación y defensa
%por la vía del proceso penal% de los derechos fundamentales de la persona humana". 2. Cuando concurran en su conjunto los siguientes elementos: "Cuando se trata de una violación, una infracción o una alteración de las disposiciones constitucionales, especialmente penada por la ley. Cuando el hecho es cometido por funcionarios públicos, sean éstos civiles o militares. Y cuando el delito se haya cometido durante el período presidencial en el que se pretende conceder la amnistía".El caso de los mártires de la UCA se enmarca en cualquiera de las dos excepciones. Por tanto es un caso que puede tramitarse ante un juez de la República, pues no se le puede aplicar la amnistía a los imputados señalados.
24 de octubre. El Fiscal General anuncia que procede el inicio de las investigaciones. Sin embargo, un problema técnico legal para enfrentar el caso, como lo es la intención del Fiscal de tramitar el caso con unas leyes que ya fueron derogadas, evidencia que, en el fondo, quizás lo que se pretende es ganar tiempo y no profundizar en la culpabilidad de los ex-funcionarios. Lo que procede de acuerdo a la ley es enjuiciarlos con los nuevos procesos penales, más ágiles, más comprometedores para la Fiscalía y más rápidos.
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José María Tojeira
El anuncio de la Fiscalía de que va a iniciar procedimientos ante la acusación personalizada de autoría intelectual en el caso jesuitas ha levantado reacciones inusitadas. Las desafortunadas palabras del Presidente, afirmando que "el país va a volver a sangrar" suenan más a amenaza que a metáfora. El anuncio con espectacularidad de parte del Sr. Fiscal llama también la atención. Las declaraciones de algunos de los acusados recurriendo al fantasma de la violencia son también desconcertantes, pues recurrir al sistema judicicial nunca puede ser interpretado como deseo de establecer relaciones de violencia. Al contrario, es una señal clara de que no se quiere violencia sino recursos civiles y civilizados. El coronel Zepeda debía recordar que estuvo en la graduación de su hijo en la UCA sin que nadie le hostigara ni ofendiera, y eso cuando ya internacionalmente se le había acusado de ser parte del grupo que cometió el asesinato de los jesuitas.
En realidad lo que se está haciendo al presentar una acusación es solicitar que las leyes y las instituciones de El Salvador funcionen. Pedir justicia en los tribunales nunca puede ser interpretado como venganza porque entonces los tribunales no tendrían sentido. Pedir que las leyes funcionen no puede hacer sangrar a El Salvador. Y si por pedir que las leyes funcionen hubiera sangre, es el Estado el que debe replicar con energía castigando a aquellos que quieran resolver conflictos fuera de los tribunales y no en ellos.
Los Acuerdos de Paz en El Salvador marcaron el fin de una época en la que la legalidad estaba ausente prácticamente de la vida social, e iniciaron una etapa en la que se le quiere dar predominio al Estado de Derecho. En él debe haber libertad de expresión, y es normal que unas personas están a favor y otras en contra de decisiones públicas, sean de instituciones del Estado o sean particulares. Pero más allá de la diferencia de opinión, quienes tienen que resolver las diferencias de opinión son las leyes y los tribunales. Nosotros sostenemos que las personas a las que acusamos no están amnistiadas y hay indicios suficientes como para que se abra un juicio. Que sea el sistema judicial el que decida y no esas presiones y amenazas larvadas que quieren el olvido sin justicia.
Decir que el pueblo salvadoreño eligió el perdón sin justicia es una afirmación que puede ser profundamente hipócrita. Porque el pueblo somos todos, y especialmente las víctimas civiles no fueron consultadas. Bueno está que los ejércitos contendientes se perdonen las heridas y las muertes mutuamente causadas durante la guerra y en el escenario del combate. Pero las víctimas inocentes tienen derecho a la restitución y eso se realiza a través de la justicia.
Contraponer justicia y perdón, armar escándalos cuando ciudadanos piden justicia, tratar de convertir a las víctimas en aparentes criminales a través de declaraciones vocingleras, es una grave perversión de la civilidad. Todo este lenguaje de reabrir heridas, cuando los heridos piden justicia, no es más que una forma hipócrita de llamar verdugos a las víctimas y víctimas a los verdugos.
En ese sentido el Presidente de El Salvador debería recordar que es presidente de todos los salvadoreños y que debería proteger la legalidad vigente y a quienes se acogen a la misma, independientemente de que esté o no de acuerdo con las medidas que los ciudadanos tomemos, siempre que estas se inscriban en dicho marco de legalidad. Acudir a profecías tremendistas afirmando que la paz peligra, no es más que una forma de poner en peligro la seguridad de quienes proceden legalmente. En este sentido cualquier atentado contra quienes proceden legalmente, sin más armas que las leyes y procedimientos que El Salvador tiene en vigencia, sería responsabilidad de un Presidente que no duda en hablar de que la sangre va a correr porque se pide que las leyes y las instituciones funcionen.
No sería malo que recordáramos una vez más las palabras del papa, diciendo que no se puede contraponer perdón y justicia, sino que ambas se suponen. Y no sería malo también recordar que cuando el mismo Papa habla de la posibilidad de amnistías las hace depender de que los que han cometido crímenes los reconozcan. Nosotros hemos sido claros en decir que pediremos inmediatamente el indulto para aquellos que asuman la responsabilidad en el crimen. Mientras no se asuman responsabilidades es la justicia la que debe hablar, aunque el perdón cristiano se haya dado anteriormente de corazón. De lo contrario se le haría un grave daño a la sociedad en la que se vive, pues se estaría fomentando una impunidad rampante, impunidad que ya es un flagelo en El Salvador, como lo demuestran cifras escasamente inferiores al 1% de soluciones de delitos graves. ¿Qué hacer ante la impunidad? ¿Olvidarse también de que existe?
La reacción desmedida ante una opción legal en El Salvador nos lleva a hacer un llamado a la cordura, especialmente a las autoridades. No es hablando de sangre y de guerra como hay que reaccionar cuando un ciudadano desarmado y pacífico pide que las leyes se cumplan y que funcionen las instituciones. Ni es tampoco la medida más adecuada el hablar poco menos que de heroísmo personal, cuando en realidad lo que se está haciendo, como en el caso de la Fiscalía, es proceder contumazmente en contra de la legislación vigente. Apoyarse en el decreto ley 794 para que el nuevo caso en torno a la muerte de los jesuitas se abra en el juzgado cuarto de instrucción de San Salvador es ignorar el título de la propia ley, que habla directamente de casos iniciados antes del 1998.
El que estamos solicitando es un caso que se abre ahora. Proceder de un modo extraordinario, e incluso contrario a la práctica normal de la Fiscalía, no es más que tratar de entorpecer un proceso, convirtiéndose, a través de una maniobra, en defensores de aquellos contra quienes se dice estar procediendo. Seamos sensatos y hagamos las cosas bien, sin alharacas, trampas o maniobras sospechosas. Las leyes de El Salvador son bastante claras en la actualidad y nada mejor que cumplirlas. De todos modos, si aquellos a los que acusamos son inocentes o están amnistiados de sus delitos, nada les va a pasar¿O es que se tiene miedo a la verdad?
En
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De las cosas más interesantes de la actual legislación internacional es que hay un consenso cada día mayor en dos puntos. Un punto es que los derechos humanos no tienen fronteras, tal como el Papa lo dice en el mensaje de este año categóricamente. Otro punto es que la amnistía no resuelve los problemas de un país que ha pasado por situaciones de violencia. La historia muestra que donde se aprobó una amnistía las cosas no se resolvieron, y de hecho nosotros pedimos ante la OEA (para el caso de Monseñor Romero) la derogatoria de la amnistía. Fue una de las peticiones que hizo el Arzobispo en esa ocasión. Por otra parte, la amnistía que se decretó en nuestro país fue ilegal según los expertos. Así que hay aquí varias cosas que los expertos van a ir debatiendo. Lo que me parece importante es que el caso de los jesuitas se vuelve a presentar cuando cumplimos el vigésimo aniversario del martirio de Monseñor Romero.
El gobierno siempre ha mostrado indiferencia ante los derechos humanos. Su postura no ha cambiado. Nunca ha habido una postura de hacer luz y de aceptar las responsabilidades. Desgraciadamente ha sido así, pero la OEA piensa que ese camino es equivocado. La Iglesia piensa lo mismo: que ese camino es equivocado. El camino correcto es el de conocer las cosas como son, aceptar responsabilidades y asumir también posturas que hagan que en el futuro esas cosas no vuelvan a repetirse.
Monseñor Gregorio Rosa
Como todos los años, los cuatro sábados anteriores al 16 de noviembre recordamos en la capilla del Centro Monseñor Romero a los ocho mártires de la UCA. Este año el sábado 21 comenzamos recordando a Julia Elba y Celina, a las cuatro mujeres norteamericanas y a Katya, la niña mártir. La hermana Cecilia Vandel, de Maryknoll, tuvo una conferencia sobre "las mujeres mártires de la Iglesia salvadoreña". Mons. Rosa dedicó la homilía al mismo tema. Ofrecemos reflexiones y textos que ayuden a tener presente a la mujer mártir.
Homilía de Mons. Gregorio Rosa Chávez (extractos)
Celebramos esta eucaristía recordando a todas las mártires mujeres, conocidas y desconocidas de todo el país. Hoy venimos a beber esperanza a la fuente de la palabra de Dios, que nos habla de esa utopía del reino. Imagínense ustedes. Las lecturas nos habla de quienes " blanquearon sus vestiduras con sangre". Es una utopía. Y esta utopía se tradujo en el título de una película que recoge el testimonio de las cuatro religiosas norteamericanas: "Rosas en diciembre". Abrió los ojos del pueblo norteamericano y del mundo entero a una tragedia que se vivía aquí. Rosas en diciembre significa amor, sangre, cruz, y significa también alegría y perfume.
Recordamos a Elba y Celina, fieles trabajadoras y compañeras de los jesuitas, quienes fueron asesinadas por el sólo crimen de pasar la noche aquí cerca. "No dejar testigos", fue la orden militar. Y se cometió uno de los más horrendos crímenes. Julia Elba y Celina son sacramentos de tantas otras mujeres mártires.
Y también estamos recordando a Katya. Es una denuncia terrible contra la impunidad. Yo analizaba ese caso con la Dra. de Avilés y con la Lic. María Julia Hernández y con otros expertos en derecho. Todos coincidían en que, de nuevo, tenemos ese terrible espectro de la impunidad. Los sospechosos de asesinato tan macabro han quedado en libertad. Pero la niña Katya nos dice otra cosa: quizás a la lista de mártires hay que añadir el nombre de Katya y de tantas niñas que, como ella, han experimentado qué tipo de sociedad tenemos y qué es lo que tenemos que cambiar. ¿No será Katya una mártir más, como María Goretti?
Poco a poco va cambiando nuestra visión sobre la mujer, su dignidad, su importancia. Juan Pablo II, en la carta sobre la dignidad de la mujer, tiene dos pensamientos muy importantes. Uno es cuando presenta a Jesús rebelándose contra la estructura cultural de su tiempo de tipo patriarcal. Lo que Jesús dijo e hizo fue un jubileo para tantas mujeres a las que les devolvió su dignidad, a las que defendió contra la cultura de su tiempo. Los rabinos no admitían mujeres en su séquito, pero Jesús era acompañado por mujeres, no sólo por los apóstoles. Eso era completamente inconcebible en su tiempo. Y Jesús defendió de la ley a aquella mujer pecadora, que después se convirtió en discípula suya. Y a esa mujer Jesús le entregó un encargo: que anunciara su resurrección, que es el tema del evangelio. El papa llama a María Magdalena, apóstol de los apóstoles.
Esta mañana, pues, al recordar a nuestras hermanas, pensemos que son, como María Magdalena, apóstoles para tantos hombres de Iglesia. Estas mujeres que recordamos hoy han humanizado, porque su recuerdo despierta las mejores emociones, los mejores sentimientos, las mejores actitudes y las mejores decisiones de quienes se dejan interpelar por su testimonio.
"Las mujeres son la mitad del cielo", decía un libro de Mao Tse tung. Ahora, recordando esa frase, digo: "son casi todo el cielo". Y ¿por qué entonces viven en un infierno en la tierra? Ahí está nuestro reto. El plan de Dios es que la mujer es portadora de vida. El reto es que ese plan no sea contradicho por una sociedad en que la mujer es la primera víctima de la cultura de la muerte, como dice el documento de Santo Domingo. Nos alegra, pues, ver cómo las mujeres van descubriendo su valor, su dignidad y van conquistando también espacio.
Que estas mujeres que recordamos, las hermanas Dorothy, Jean, Maura, Ita, Celina, Elba, Katya, nos animen para que El Salvador haga honor a esta gracia de su cultura: que la vida vaya ya teniendo la última palabra y no la muerte.
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Al hablar de Dorotea, casi lo primero que se recuerda es su sonrisa. Era bien amable. Hablando del país dijo: "El Salvador es un país retorciéndose con dolor
%un país que diariamente enfrenta la pérdida de tanta gente. Pero, a la vez, es un país que está esperando y anhelando la paz. La fe constante y la valentía de los agentes de pastoral en continuar y predicar la Palabra de Dios, aunque tengan que entregar su vida en el verdadero sentido de la palabra, nos hace caer en la cuenta de verdad de que Jesús está con nosotras". Dorothy Kazel.Jean estuvo presente en el entierro de Monseñor Romero. La misa fúnebre fue atacada por bombas y tiroteos, resultado en una estampida de pánico. La masacre dejó 44 muertos y centenares de heridos. Jean se quedó entre la gente y creyó que ese día iba a morir. A pesar de todo, Jean se quedó en el país y escribió: "¡Muchas veces he decidido irme y casi lo hago, pero pienso en los niños, las víctimas pobres y magulladas por adultos locos. ¿Quién les cuidará? El corazón se queda para acompañarlos, aun en medio de lágrimas y soledad". Jean Donovan.
"Pasando por un pequeño lago en el Jeep, vi un zopilote parado encima de un cuerpo flotante. Lo único que pudimos hacer era orar y sufrir... Mi temor de la muerte está siendo desafiado constantemente, mientras que niños y gentes han sido desaparecidos y otros hechos pedazos con machetes y sus cuerpos echados por el camino y a la gente le han prohibido enterrarlos. Nuestro Padre Celestial debe tener una vida nueva, inimaginable de alegría y paz, preparada para estas preciosas desconocidas mártires. Uno grita. "¡Hasta cuándo, oh Dios, hasta cuándo!" Y entonces me viene a la mente el miedo, grande o pequeño, y la pregunta de si cuando me toque a mí seré fiel". Maura Clark.
"¿Tengo la voluntad de sufrir con la gente el sufrimiento de no tener poder? ¿Puedo decir a mis vecinos: "No tengo soluciones a estas situaciones. No tengo las respuestas, pero caminaré con ustedes, buscaré con ustedes, estaré con ustedes?. ¿Puedo mirarme y aceptar mi propia pobreza mientras aprendo de los pobres?" La noche antes de su muerte, Ita citó las palabras de Monseñor Romero: "La persona comprometida con los pobres tiene que arriesgar el mismo destino de los pobres. Y en El Salvador sabemos que el destino de los pobres significa desaparecer, ser torturado, tomado preso y hasta ser encontrado muerto". Ita Ford.
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En el grupo Ihesus, al que Celina y mi hermana y yo años antes pertenecíamos, había la costumbre bonita de realizar un retiro de dos días. Ese retiro lo teníamos en el grupo escolar José Martí de la colonia Las Delicias, Santa Tecla. Allí nos encontrábamos con nuestra realidad familiar, estudiantil, cristiana… Nos poníamos en esa búsqueda y lo lográbamos porque la dinámica de todo el retiro era con reflexiones, cantos, oraciones, etc.
Y aquí viene el contexto de la carta de Celina a Loli. En un momento de ese retiro nos daban un montón de cartas, de familiares, de amistades, de novios y novias, que nos hicieran ver lo positivo que tenemos en nuestras vidas. Era como sentirnos reconciliados viendo lo bueno que nuestros amigos y familiares veían en nosotros.
Celina escribió a mi hermana Loli en ese retiro de 1988. Eran buenas amigas y se apreciaban mucho. Esto es lo que le dijo
Loli:
Gracias por entregarte y compartir en esta gran familia IHESUS.
Tú eres muy especial y parte indispensable en este fin de semana y en la experiencia que cada uno de estos jóvenes están viviendo igual o en mayor medida que cuando nosotros la hicimos.
Tienes un carácter super nice, dulce, agradable, alegre, e inspiras mucha confianza.
No cambies y sé feliz.
Tu amiga,
Celina
(La carta nos ha sido entregada por Margarita Quijano)
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Katya Natalia Miranda Jiménez fue asesinada el 4 de abril de 1999, después de ser abusada. Tenía 9 años. Los sospechosos del crimen son familiares varones muy cercanos. El caso conmocionó al país, y esta vez se esperaba que funcionase el aparato de justicia. Pero el viernes 13 de octubre de 2000 el caso fue sobreseído. Su mamá, Hilda María Jiménez Medina, ha tenido la amabilidad de hablar con nosotros y esto fue lo que nos dijo.
Hilda, ¿qué la mantiene a usted en estos momentos difíciles?
Dios, es quien me fortalece y con su Espíritu divino me mantiene de pie y me hace seguir adelante. He encontrado apoyo en Dios, en mi familia, en mi amada hijita Marcelita, en el IDHUCA, el pueblo salvadoreño y toda esa gente linda que ha orado en todas las parroquias e iglesias del país, sintiendo mi dolor como propio, elevando plegarias al Santísimo para que se haga justicia en el martirio de mi amada Katy.
¿Tiene usted esperanza?
Tengo esperanza en Dios, pero no en los organismos encargados de impartir justicia en todos los casos que se dan a diario en este país. Lastimosamente, aquí en El Salvador los representantes de estos organismos están muy comprometidos políticamente y no quieren verse envueltos e involucrados en algunos casos donde, desde ya, sabemos que son encabezados por poderes grandes, políticos, económicos y sociales. No existe un verdadero estado de derecho que nos garantice que se nos hará verdadera justicia en cualquier violación o atropello a nuestros derechos humanos.
¿Qué quisiera decirnos a los salvadoreños, sobre todo a la mujer, a los jóvenes y a las niñas? ¿Qué esperanza nos daría usted?
Que como mujer y madre de Katy, y ante la resolución dada por la señora jueza, Marina Guzmán Morales, no nos sintamos derrotadas. Que el sacrificio de Katy no ha sido en vano. Que mi lucha contra la impunidad no terminó aquí. Que la carita de Katy sea el símbolo de la niña abusada diariamente. Que se recuerde que Dios permitió su martirio con el único propósito de decir: "Basta ya de abusar en cualquier forma a la niñez, basta ya de impunidad e injusticia, que el agresor piense dos veces antes de atreverse a dañar a un o a una pequeña o adolescente". Que Katy sea recordada como la niña que quiso ser la protectora y abogada de los niños abusados.
Su rostro ha quedado plasmado en el corazón de cada salvadoreño para recordarles que tienen que denunciar a su agresor. Ante cualquier amenaza, tienen que vencer el miedo y atreverse a denunciar. Nadie tiene derecho a tocarles o acariciarles de forma indebida, de forma que les incomode. Inmediatamente acérquense a quien ustedes consideren que les ama verdaderamente y va a impedir que se les siga abusando. Los niños y las niñas tienen derecho al amor sin agresión. A ser respetados, protegidos, educados, alimentados, donde se les brinde un hogar y donde no se les dañe ni moral, ni psicológica ni física o sexualmente. Que se cuiden, se amen, respeten sus cuerpos como templos del Espíritu Santo.
Que tengan la confianza y esperanza que Katy los cuidará y protegerá. Y desde el cielo vivirá pidiéndole a Dios y a nuestra Madre Santísima que no haya más Katys en el mundo entero. Que no dejen de tener fe en Dios y que algún día, esperemos no sea muy lejano, Dios impondrá su justicia, y a los violadores y asesinos les recordará y les hará sentir su pecado. Que las leyes de nuestro país cambien y no sean "buenas y blandas" para los criminales, sino que sean justas para las víctimas. Que todo mi esfuerzo y empeño por encontrar justicia para Katy sea una muestra de amor y solidaridad para todos y todas las personas que un día fueron abusados o abusadas en su infancia. La justicia que he pedido, con todo el deber y el derecho como madre, también es una forma de quererles hacer a ustedes una verdadera justicia. Lo digo con agradecimiento, amor y respeto para todos.
El sábado 28 de octubre recordamos a Lolo y a Juan Ramón Moreno en la Eucaristía. En estas páginas presentamos algo de la herencia que nos dejaron. Lolo ha quedado unido a la entrega a la niñez y juventud pobre de El Salvador y a Fe y Alegría. A Juan Ramón le tocó hacer cosas muy variadas %fue maestro de novicios, profesor de teología, bibliotecario%, pero lo que más sobresalió de él fue su compasión. Los textos y testimonios lo corroboran.
El padre Lolo y Fe y Alegría. Un trabajo de frontera
Son treinta y un años los que han transcurrido desde aquel lejano octubre de 1969. Afortunadamente aún nos acompañan algunas de las personas que estuvieron con el Padre Joaquín López y López en su respuesta a las urgencias educativas de niños y niñas de todo el país, FE Y ALEGRIA. Con seguridad el Padre Lolo fue fiel, como Jesuita y como persona, al llamado que hace Ignacio de Loyola en el inicio de sus Ejercicios Espirituales: mirar al mundo, mirar su pecado, y preguntarle al Jesús crucificado ¿qué he hecho por él?, ¿que hago por él? y ¿qué debo hacer por él? El Salvador, país en el que nació, marcaba con su dura e injusta realidad el camino de quien decidió ofrecerse para el "mayor servicio y alabanza" optando por la pobreza, el menosprecio y la humildad de la gran mayoría frente a la riqueza, el honor y la soberbia de unos pocos.
El Padre Lolo, sensible y afectado por la mirada de niños, niñas y jóvenes excluidos, quiso ponerse a su servicio. No se quedó en las reservadas aulas de un Colegio o de una Universidad, ni en los exclusivos muros de una Sacristía. Decidió echarse a andar por los cantones y colonias de este país buscando, "donde termina el asfalto", empezar una ardua labor de crear escuelas y talleres en los que formar hombres y mujeres conscientes de su realidad y su dignidad como seres humanos. FE Y ALEGRIA, con la fuerza del Padre Lolo nacida del impulso del Espíritu, miró a aquel El Salvador de los años sesenta y setenta. El fue capaz de dar una respuesta firme y decidida a quienes sufrían la pobreza y un futuro que les condenaba a "más de lo mismo", sin posibilidad de acceder a un empleo, a instrucción, a un aula…
En estas fechas de noviembre, en las que conmemoramos la labor y la entrega generosa del Padre Joaquín López y López y de tantas otras personas, celebramos la adopción de la Convención sobre los Derechos de los niños y las niñas por parte de la Asamblea General de la ONU. El destino quiso que cuatro días después del asesinato del Padre Lolo, el 20 de noviembre, el reconocimiento de la dignidad de todos los niños y niñas del mundo, por la que él trabajó hasta su muerte desde FE Y ALEGRIA, fuese, por fin, un feliz hecho. Su vida y su experiencia significa, sin duda, un valioso aporte a favor de los Derechos de la niñez salvadoreña.
Treinta y un años después del nacimiento de FE Y ALEGRIA en El Salvador, once años después del asesinato de su fundador y de la proclamación de la Convención, ¿qué ha cambiado en la vida de la niñez y la juventud salvadoreña? ¿Qué se ha modificado en el trabajo de FE Y ALEGRÍIA?
Hoy FE Y ALEGRIA necesita, de nuevo, mirar de frente la realidad salvadoreña, sin bajar los ojos. Quizá pasar por el mismo camino de los Ejercicios Espirituales a los que Ignacio de Loyola nos invita. Y responder con el mismo atrevimiento con el que el Padre Lolo lo hizo. Con la misma decisión con la que él respondió, en aquel momento, creando escuelas y talleres para quienes se les había negado todo en su propio país. Hemos de poner la vista y el corazón en los niños, niñas y jóvenes para quienes, a pesar del camino recorrido, la vida todavía sigue siendo una experiencia de dolor.
Los Centros Educativos de FE Y ALEGRIA están repletos de niños y niñas, pero en los pasajes que los rodean se concentran un gran número de rostros infantiles y juveniles, con olor a pega o con mirada perdida por el crack, a los que casi siempre tenemos miedo y desconocemos. En los Centros de Formación Profesional de FE Y ALEGRIA hay un gran número de muchachos y muchachas con deseo de entrar en el duro mercado laboral, pero en las empresas se encuentran tantas mujeres y hombres para quienes su trabajo no es proceso de dignificación y liberación sino de resignación y humillación. Los procesos educativos que impulsa FE Y ALEGRIA hablan de valores, educación popular, de participación, pero la deshumanización de esta sociedad excluyente no disminuye sino que se fortalece y avanza, incluso puede estar entrando sutilmente en nuestra labor institucional.
FE Y ALEGRIA necesita empezar a construir, con su trabajo, otros paradigmas en el campo de la educación, responder a las nuevas preguntas que angustian a la niñez y a la juventud salvadoreña de hoy. Renovar su mística, su propuesta educativa, sus herramientas y sus caminos. Crear propuestas, tomar riesgos, asumir un nuevo compromiso con El Salvador. Ofrecer calidad educativa a quienes ya nadie considera, tener voz de denuncia a favor de quienes nada pueden decir. En definitiva, revisar si lo que estamos haciendo es, verdaderamente, "de frontera". Sin miedo a la respuesta, con decisión de encontrarnos con lo que somos, con nuestra realidad. Porque el sentido de labor que hacemos no es y no debe ser mantener la FE Y ALEGRIA que el Padre Lolo hizo, incluso ni defender contra viento y marea la que es ahora, sino responder desde FE Y ALEGRIA a la realidad de hoy tal como él lo hizo, con fidelidad, con riesgo, con creatividad. Enfrentarnos, de nuevo, a las tres preguntas ¿qué he hecho?, ¿qué hago? y ¿qué debo hacer?, delante del Jesús Crucificado que es la niñez y juventud excluida del inicio del siglo XXI. Y situarnos, de nuevo, en la frontera.
Eduardo Escobés
Coordinador de Educación
FE Y ALEGRÍA El Salvador
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Una tarde de los años 50 me junté con el P. López y López en el nuevo edificio del Colegio Externado de San José. Comenzó el Tío Quin diciéndome que los estudiantes del Externado éramos muy afortunados, pues no sólo contábamos con cuantas facilidades deportivas nos vinieran en gana, sino que teníamos allí las mejores relaciones sociales, las mejores aulas y laboratorios y los mejores profesores del país. Muchos niños del país no eran tan afortunados y ya era hora de que los alumnos del Externado nos diéramos cuenta de eso e hiciéramos algo por ayudarles. Continuó su pequeño monólogo pasándose al evangelio. Me recordó la parábola del buen samaritano. Me volvió a explicar el sermón de la montaña. Pero fue tajante cuando llegó al juicio final, porque el mismo Señor había señalado con toda claridad el criterio: "tuve hambre y me diste de comer", etc.
Toda la plática del Tío Quin tenía por objeto invitarme a participar en un grupo de jóvenes que estaba organizando en los colegios católicos de San Salvador, masculinos y femeninos, para dar clases de catecismo, llevar ropa y comida, organizar juegos y recreaciones, y tomar contacto con la pobreza en las barriadas y los pueblos vecinos de la capital. Le dije que sí. Todos habíamos visto antes la miseria y todos habíamos tenido alguna vez un gesto amable con otro ser humano. Pero eso de esforzarse por aliviarla desde dentro, solidarizándose con los que sufren, era cosa nueva para mí y me dejó marcado por el resto de mi vida.
Le debo al Tío Quin, en buena parte, esa marca, y pienso que él quedó más marcado que yo pues no recuerdo que haya hecho otra cosa hasta su muerte que aliviar el dolor, enseñar al que no sabe y organizar redes escolares para los más pobres en su estupenda obra de Fe y Alegría, que ha beneficiado a decenas de miles de niños y jóvenes salvadoreños.
Román Mayorga
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"Hoy nos hemos hecho conscientes de esta característica de la verdadera evangelización y hablamos mucho de encarnación, inculturación, inserción, sin captar a veces todo lo que esto exige de anonadamiento, de vaciamiento de uno mismo. Se trata de dejarse hablar, dejarse enseñar por la realidad y experiencia de otro, sin prisas, pacientemente. En nuestro continente la primera evangelización se hizo a la sombra de la espada, se derribaron por la fuerza divinidades y culturas, se impuso la fe junto con expresiones religiosas y símbolos extraños. Hoy la jerarquía nos habla de una nueva evangelización, hecha desde dentro, desde el corazón mismo de las culturas marginadas, en absoluto respeto a la identidad y libertad de los pueblos.
De esta visión y acercamiento brotará la compasión. La pasión del otro que se hace también pasión, su dolor que me duele en mi propia carne. Y de ahí la urgencia a hacer algo que alivie su dolor, que elimine las causas que lo producen. Será una palabra que consuela, que anuncia o que denuncia; o será una acción concreta que ayuda a romper o a abrir horizontes de esperanza.
Y no debemos olvidar que buen pastor es quien da la vida. "Dichosos ustedes cuando los injurien, los persigan y calumnien por mi causa, esto hicieron también con los profetas anteriores a ustedes" (Mt 5, 11). El mundo se sigue resistiendo a dejarse transformar por el reino. Las fuerzas del antirreino son terriblemente poderosas y hábiles. Saben ocultar el mal, deformar la verdad, dividir, y cuando les parece necesario, aplastar brutalmente. Monseñor Romero, los miles de mártires que jalonan la reciente historia de América Latina, son prueba fehaciente de ello. En este mundo hay que pagar un precio por asumir la causa del pobre, un precio que no consiste sino en correr su misma suerte y destino de desprecios, opresiones y represiones. Pero ¿qué es lo importante para la Iglesia, para nuestros institutos religiosos: ser bien mirados y apoyados del mundo o ser grito de esperanza, una buena noticia para los despreciados de la tierra? También a la Iglesia y a nosotros se aplican las palabras de Jesús: "Si uno quiere salvar su vida la perderá, en cambio el que pierda su vida por mí la encontrará" (Mt 16, 25).
Tres cosas al menos parecen quedar asentadas: sólo de la raíz de una misericordia que se traduce en solidaridad activa puede brotar una auténtica evangelización; cualquiera que sea la forma que la evangelización asuma, será siempre criterio insustituible de su cualidad de cristiana, su capacidad de ser de verdad "buena noticia" para los crucificados de nuestra historia; hay un precio que pagar, "rescate por muchos", Mc 10, 45, por la fidelidad a la misión evangelizadora dentro de un mundo dividido y pecador".
El texto está tomado de una conferencia pronunciada en Montreal, a comienzos de agosto de 1988, ante 1,400 religiosas de la Congregación Notre-Dame.
"Su figura acribillada historiza hoy, aquí, en Centroamérica, al buen pastor. El que conoce a sus ovejas y sus ovejas le conocen a él. Hombres como Rutilio mantienen viva la esperanza de un mundo mejor. "Dichosos los pobres porque hay hombres que viven y mueren por los valores del reino"; "porque hay pastores que dan la vida por sus ovejas". Hombres como él son los que convierten a la Iglesia en "maestra de humanidad" y hacen que la juventud no tenga que ir a buscar su inspiración y sus modelos en otros humanismos".
Cometario tras la muerte de Rutilio Grande.
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Al padre Moreno, lo conocí en el Seminario Central San José de la Montaña, allá por los años 60, fue mi prefecto durante los años de Bachillerato, en Retórica. El prefecto es una persona que está muy cerca de los muchachos y quien lleva el control de todo lo relacionado con la vida de los estudiantes: clases, permisos, asusencias, problemas de todo tipo, etc. Al prefecto, lo recuerdo así, venía a sustituir a nuestros padres. Era la autoridad más cercana y directa. Era la persona en quien nosotros confiábamos algunas cosas raras de nuestra adolescencia. Recuerdo del padre Moreno, su parte humana, quiero decir como hombre, como un ser de carne y hueso. Como un ser de sentimientos que le salían a flor de piel. No se me olvida una vez que se fue a Roma, me trajo un llavero que tenía la imagen de Juan XXIII y a mi madre le trajo un pañuelo para la cabeza que tenía estampada la Plaza de San Pedro. Mi madre lo sigue identificando como el padre que le trajo el pañuelo. Para uno de cipote, que alguien como el padre Moreno hiciera eso, era algo muy especial, muy significativo. Realmente no lo olvido.
El primero que me pasó un test relacionado con mi vocación, entiendo yo que era de psicología, fue el padre Moreno. En ese test me salió que yo debía ser magistrado de la corte suprema en primera opción. Y si bien recuerdo, lo de cura me salía hasta en tercer o cuarto lugar. Esto me asustó ya que yo estaba en el seminario. Le pregunté al padre Moreno qué iba a hacer entonces y me contestó que no me afligiera, que así eran las cosas. Siempre hablaba poco, solamente lo necesario, como que andaba muy concentrado en sus pensamientos. Coincido con María Eugenia Trigueros, que en 1994 dijo que el padre Moreno era como tímido y que trabajaba como hormiguita. Pero lo lindo era que cuando lo buscábamos siempre estaba dispuesto a atendernos.
Para terminar este recuerdo, quiero decir nada más una cosa. Lo que me queda acerca del padre Moreno son dos elementos: su parte humana y cercana hacia nosotros cuando éramos unos cipotes y la otra es su inclinación y vocación hacia el conocimiento científico de las cosas, aunque por otras razones no haya desarrollado estas aptitudes que creo eran parte de él. Nada más pido al Supremo Creador lo bendiga en la eternidad.
Daniel Rivas
La biblioteca del Centro, quizás la más completa de Centroamérica en su rama, comenzó a funcionar en el año 85, cuando le fue encomendada al P. Juan Ramón Moreno. El fue el que empezó a organizar esta biblioteca, recogiendo y recopilando todo como una hormiguita. Yo era muy amiga suya de antes, y viendo que él trabaja solito en la biblioteca, me presenté para ayudarle en plan voluntario por las mañanas. Y comenzamos a meter los primeros volúmenes en la computadora. Así, pues, tuve el honor de ayudarle en esos comienzos.
María Eugenia Argüello
A Juan Ramón le tocó organizar y trasladar la biblioteca de teología tres veces en unos cinco años. Cuando la biblioteca vino de Santa Tecla los libros estuvieron encajonados durante unos meses. Su primera ubicación fue en un local donde hoy está el IDHUCA. En 1986 el terremoto dañó el edificio, y la biblioteca fue a parar, provisionalmente, a un local cerca de la despensa. Finalmente, a principios de 1989, quedó instalada en su lugar actual en el Centro Monseñor Romero. ¡Se dice fácil cambiar tres veces de lugar una biblioteca -y sin mucha ayuda ni muchos recursos! Lo que recuerdo es que Juan Ramón estaba realmente harto de organizar biblotecas, como es natural. Pero recuerdo, aún más, que -entre quejas y consideraciones espirituales- era hombre recio y hacía su trabajo con dedicación y competencia.
Jon Sobrino
Los africanos preguntan: ¿son reversibles los derechos humanos?
En un número sobre mártires y testigos
%salvadoreños y salvadoreñas, españoles, norteamericanos, coreanos% no podía faltar Africa. Con palabra acusadora y desgarradora Africa estuvo muy presente en el mes de noviembre en la llamada "cumbre del milenio". En titulares se podía leer "Africa acusa de su pobreza a los países ricos ante la Asamblea General de la ONU" (El País, 8 de septiembre). Muchas de sus intervenciones recordaban la reunión de El Cairo del pasado mes de abril en donde se habló de la "globalización mutilada". "Africa es un continente rico, pero los africanos somos pobres".En la cumbre volvieron a aparecer los problemas que hacen de Africa un continente crucificado: dictaduras y golpes de estado, que irrespetan los esenciales derechos humanos; la permanente xenofobia que alimenta guerras civiles e interestatales, el terrorismo y el tráfico de armas, y el avance del sida que amenaza la existencia de una quinta parte de la población en algunas zonas y países. Koffi Annan recogió los clamores de Africa. "En ninguna otra parte nuestro compromiso es más urgente que en Africa, donde millones sufren a diario los estragos de la guerra".
Pero además de tragedias y clamores sigue habiendo preguntas. ¿Dónde comienza y dónde termina la culpabilidad de esta historia africana? ¿Quiénes comenzaron irrespetando los más esenciales derechos humanos y quiénes prosiguen la misma historia? Los africanos acusan a los europeos de haber practicado y sembrado la corrupción permanentemente. Y a esos países industrializados, democráticos, defensores de los derechos humanos, les hicieron una pregunta que bien pudiera ser "la pregunta del milenio". Preguntaron, simplemente, si los derechos humanos tienen un efecto retroactivo. En su mente tenían, sin duda, la esclavitud del siglo XVI. Y lo que sí recordaron es que, en 1888, las potencias europeas se repartieron el continente, un continente muy rico en recursos naturales.
¿Y las iglesias cristianas?
Desde hace unos años también hay cristianos
%teólogos, obispos, religiosas, laicos y laicas que sufren lo indecible% que se hacen reflexiones parecidas y se preguntan qué han hecho las iglesias cristianas en Africa. Para el Africa negra en el siglo XVI la Iglesia cristiana era la Iglesia de Europa: la de los negreros... En el siglo XX era la Iglesia de la colonización.En este siglo la Iglesia hizo muchas cosas buenas y tuvo grandes éxitos. Prioritariamente llevó a cabo una obra filantrópica, y de ahí que eligiera estar del lado de los pobres, de los débiles, de los oprimidos. Pero, aun con buena voluntad, la evangelización cristiana del siglo XX no cambió lo fundamental: esclavitud y colonización han sumido a Africa en lo que sus teólogos llaman "pobreza cultural", es decir, privación de identidad. Tras haber escapado al genocidio, en tiempos de la trata de esclavos, gracias a su extraordinaria resistencia física, han sido sometidos ahora al etnocidio, es decir a la muerte de su alma, de su cultura, de su identidad, al espectáculo precipitado para ellos del fin de su historia, del fin de los tiempos. La misión y la colonización, vistos desde la perspectiva filantrópica, han sido también, a fin de cuentas e independientemente de las intenciones, agentes de empobrecimiento antropológico para el hombre y mujer africanos.
Esto es lo que escribía hace unos pocos años Engelbert Mveng, teólogo africano. Y sacaba una consecuencia desafiante, comprometida, pero también esperanzadora: hay que cambiar y cambiar radicalmente. "La hora de la misión de la Iglesia en Sudáfrica ha sonado para todos nosotros. Es preciso atreverse a anunciar la buena nueva de la liberación a los pobres de Sudáfrica, cueste lo que cueste".
Y añadía algo que aquí conocemos muy bien: "la misión de la Iglesia, ante lo que pasa en el Sur de nuestro continente, nos invita al martirio". Por ello, en este número vamos a recordar a tres obispos, Misago, Kataliko y Munzihirwa, a quienes llegó persecución y martirio. Como todos los mártires, generan esperanza, aun en estas lejanas tierras salvadoreñas.
Un obispo asesinado y dos obispos encarcelados
Monseñor Augustin Misago pasó trece meses en prisión antes de ser juzgado y absuelto el 15 de junio de este año. La acusación pedía la pena de muerte. El encarcelamiento y el juicio mermaron sus fuerzas y debilitaron su salud de tal manera que los médicos que le atendían en prisión llegaron a temer que no podría afrontar el juicio. Tan pronto como fue absuelto se trasladó a Europa donde fue sometido a cuidados médicos para evitar un ataque al corazón. El 8 de septiembre habló con Juan Pablo II y el 16 regresó a Ruanda para volver a ocuparse de su diócesis de Gikongoro. Pero su regreso no es un camino de rosas.
"Hay muchas dificultades por delante y el hecho de que mis acusadores pidieran la pena de muerte para mí, significa que hay gente que quiere deshacerse de mí. Muchos amigos en Europa han tratado de convencerme para que no regrese a Ruanda, debido a los peligros que me acechan. Pero tengo que regresar. Si no huí cuando me acusaban de ser un criminal, ¿por qué lo tengo que hacer ahora que he sido declarado inocente?".
Sobre la realidad de su país Monseñor Misago declaró a la agencia Fides que muchos de los problemas de Ruanda derivan de la sed de poder de los gobernantes. "La paz y la justicia sólo serán posibles cuando exista la disponibilidad para compartir el poder. Si un grupo retiene el poder y los otros grupos luchan por ese mismo poder, la paz nunca llegará. La coexistencia es posible si nadie queda excluido o marginado. La paz llegará a Ruanda cuando todos sus ciudadanos, sin importar el grupo étnico al que pertenecen, aprendan a vivir unidos y a compartir el poder y las fuentes de riqueza".
Miles de presos continúan en las cárceles ruandesas sin que nadie haya presentado cargos contra ellos. Las palabras de Misago al hablar de las prisiones ruandesas no dejan lugar a dudas: "En mi país las cárceles están llenas de gente detenida sin cargos. Si la policía trató así a un obispo como yo, no quiero ni pensar en lo que harán con gente sin relevancia pública".
Monseñor Kataliko, por las mismas fechas, el jueves 14 de septiembre, regresó a Bukavu. Acompañado por los obispos de Goma, Beni-Butembo y Kasongo, el arzobispo llegó a la Catedral de Bukavu. En media hora la catedral fue tomada como por asalto por una gran multitud, llena de alegría. El confinamiento en prisión había durado siete meses y tres días.
Al día siguiente celebró una misa de acción de gracias en la esplanada de la Catedral. En su homilía, varias veces interrumpida por las aclamaciones, recordó que había vuelto de su exilio en la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. La vida del ser humano está escalonada en tres etapas, dijo: la alegría, el dolor y, más alla del sufrimiento, la resurrección. Varias veces el arzobispo exhortó a los cristianos a conservar la esperanza y la valentía. Su mensaje estuvo centrado en la unidad de los cristianos. "Así tiene que ser en nuestro querido país, en esta hora en que nos lo dividen". El resto de la homilía se centró en los agradecimientos. De manera particular, expresó su gratitud a las iglesias hermanas protestantes, anglicanas...
El domingo 17 celebró otra gran misa. Ante una inmensa muchedumbre alrededor de la Catedral, procedió a la ordenación de tres sacerdotes diocesanos, mientras que seis religiosas de la Resurrección hicieron sus votos perpetuos. Durante esta celebración, el Gobernador de la provincia del Kivu-Sur, enviado según él por la alta jerarquía, manifestó al arzobispo que estaba "libre como un pájaro en el espacio". Pero no hay que olvidar que estas mismas autoridades le amenazaron públicamente. Al liberarle, le manifestaron que esperaban "que estos siete meses de arresto le habrían hecho reflexionar sobre su actitud de predicar el odio y la desunión", refiriéndose a su profética carta de Navidad de 1999. En ella denunciaba a "los poderes extranjeros que, con el apoyo de ciertos hermanos congoleños, organizan guerras con los recursos de nuestro país".
A los pocos días, el 4 de octubre, inesperadamente moría Monseñor Kataliko de un infarto al corazón mientras se encontraba en Roma participando en una reunión del SECAM (Simposio de las Conferencias Episcopales de Africa y Madagascar). La sorpresa y la desolación fue grande. Pero Monseñor Kataliko se ha convertido en referente de los católicos congoleños: obispo carismático, profético y comprometido.
Monseñor Cristophe Munzihirwa, 70 años, arzobispo de Bukavu desde 1986, fue asesinado el 29 de octubre de 1996. La gente se prepara para celebrar el cuarto aniversario. No pertenecía a ninguna de las etnias en conflicto tutsi y hutu, y trató de mediar entre ambas. Bukavu pasaba entonces por los peores momentos de situación inhumana de los refugiados. "Bukavu ya no existe. Van a morir centenares y miles de hombres, mujeres y niños. Son el siervo de Jahvé en nuestros días", escribían por entonces.
Monseñor Munzihirwa fue asesinado porque su palabra directa y su testimonio de vida eran insoportables para los dirigentes políticos que, en vez de liderar, se limitaban a destruir y matar a su pueblo. El 3 de junio de ese mismo año escribió una famosa carta al embajador de Estados Unidos. Denunciaba en ella la situación en los campos de refugiados y en las cárceles, y a los militares que han convertido al país en un estado policial. Y denunciaba a los países occidentales. "El apoyo dado por algunos países occidentales, incluido Estados Unidos, incita a Kigali a endurecer su posición respecto a los refugiados. Estamos ante unas decisiones de países occidentales que hipotecan cualquier solución de paz y que tendrán consecuencias desastrosas para estos pueblos. ¿No vemos, desde hace dos meses, las incursiones de unos y la respuesta de otros, como un preludio de guerra en los Grandes Lagos? ¿Y quien vende o abastece de armas a los unos y a los otros?". A Monseñor Munzihirwa lo empiezan a llamar el Monseñor Romero africano.
La esperanza de los mártires
En el breve espacio de cuatro años la Iglesia católica de Bukavu ha perdido, pues, a dos líderes carismáticos y comprometidos: Monseñor Munzihirwa y Monseñor Kataliko. Profetas incómodos para las fuerzas rebeldes extranjeras que matan a civiles y esquilman las riquezas del país. Tras sus muertes ¿quién asumirá ahora el liderazgo de la Iglesia? ¿Quién hablará en nombre de la gente sencilla que no tiene voz? ¿Quién denunciará los atropellos que los líderes políticos locales y extranjeros cometen contra el pueblo? He aquí un manifiesto de los cristianos y cristianas de Bukavu en estos momentos de dolor, que recogen palabras del último mensaje de navidad de Monseñor Kataliko.
"Monseñor Kataliko ha muerto, y nosotros intentamos contener la tristeza que nos invade recordando su palabra, la palabra de un hombre que ha sido el verdadero heredero de Christophe Munzihirwa, asesinado por su compromiso absoluto por la paz, la vida fraterna, la solidaridad, la no violencia.
El espíritu de M. Kataliko ha dado gran luz a estos ideales, les ha dado vida, ha llenado de calor y de fuerza a sus hermanos y hermanas, ha dado ánimo y fuerza a la resistencia no violenta del pueblo contra la guerra, las agresiones, las malas intenciones de ciertos gobernantes y poderosos del mundo cuyo valor prioritario es el poder material.
Hoy, como antes, estamos llamados a recobrar nuestra dignidad de hombres y mujeres libres. Nuestra vida cotidiana está lejos de la alegría y de la libertad. Estamos aplastados por una opresión de dominación de poderes extranjeros, que, con la colaboración de algunos de nuestros hermanos congoleses, organizan guerras con los recursos de nuestro país. Estos recursos que deberían ser utilizados para nuestro desarrollo, para la educación de nuestros hijos, para curar a nuestros enfermos, en fin, para que pudiéramos vivir de una manera más humana, sirven para matarnos. Peor todavía, nuestro país y nosotros mismos nos hemos convertido en objeto de explotación.
Sacerdotes, religiosos, religiosas, son golpeados, torturados e incluso asesinados porque, por su manera de vivir, denuncian la injusticia flagrante en la que está sumergida el pueblo, condenan la guerra y predican la reconciliación, el perdón, y la no violencia. Inútil decir que, por lo que sabemos, ninguna investigación seria se ha seguido hasta hoy para buscar y castigar a los culpables. La decadencia moral ha alcanzado un nivel tan despreciable para algunos de nuestros compatriotas, que no dudan en vender a su hermano por un billete de 10 ó de 20 dólares.
Nosotros nos comprometemos con ánimo, con un espíritu firme, con una fe inquebrantable, a estar del lado de todos los oprimidos y, si fuera necesario, hasta derramar la sangre, como lo han hecho ya M. Munzihirwa, el Padre Claude Buhendwa, el Padre y las Hermanas de Kasika, el Padre Georges Kakuja y tantos otros cristianos. Llevaremos la lucha por la libertad, llevaremos igualmente a nuestros opresores a su propia libertad interior al precio de nuestros sufrimientos".
El siervo doliente que salva
Como lo hemos experimentado en El Salvador, el pueblo crucificado produce indignación y horror, pero los mártires, los que se han puesto a su servicio, producen ánimo y esperanza. Convierten a la Iglesia, comunican el espíritu de Jesús y mantienen la fuerza del compromiso. Razón tenía Monseñor Romero y el Padre Ellacuría. Digámoslo, primero, en forma existencial, y después, para terminar, en forma de tesis.
"Hoy he recibido cartas de Rwanda. Tal vez no se dan cuenta cuánto recibimos de ellos y cómo "nos salvan". El día 15 de junio será la sentencia definitiva del obispo rwandés. Un amigo que está en la cárcel me manda saludos y me cuenta que los que han ido a ver al obispo dicen que transmite ánimo, que realmente es la fuerza del Espíritu la que les sostiene en esa cruel inhumanidad". Testimonio de una religiosa que estuvo en Rwanda.
"La Iglesia de Africa, en cuanto africana, tiene una misión para la iglesia universal. La Iglesia de Africa es el corazón traspasado de Cristo en ese cuerpo desgarrado de la Iglesia universal. No debe limitarse a hablar del ecumenismo, debe vivir la unidad del cuerpo místico de Cristo, y recordar a todas las iglesias hermanas del mundo entero que no tenemos más que un solo Dios, un solo Cristo, un solo bautismo. A través de su pobreza y su humildad debe recordar a todas sus iglesias hermanas lo esencial de las bienaventuranzas y anunciar la buena nueva de la liberación a las que han sucumbido a la tentación del poder, las riquezas y la dominación. ¡Aleluya por la iglesia de Africa porque ha sonado para ella la hora de ser, a su vez, misionera!". Engelvert Mveng, S.J.
Postscriptum
Después de escribir estas líneas recibimos la siguiente noticia. "El 3 de octubre Antoni Bargiggia, de 43, años fue muerto a tiros en la provincia de Gitega, Burundi, delante de una barricada y su cuerpo fue sacado del vehículo que conducía, y quedó abandonado en la calle. Se desconocen las causas del homicidio. Vivía en Burundi desde hacia 20 años y era responsable de un proyecto de refugiados. Dedicó su vida a los más pobres, los enfermos del sida, los presos y desplazados. Dice un amigo: "Se hizo tan pobre entre los pobres que ni siquiera poseía su propia vida, sino para ser uno con su prójimo, es decir, con Dios".
Ofrecemos una reflexión de otro Kim (nombre frecuente en Corea), quien estuvo dos años en el Centro Monseñor Romero. De regreso a Corea, está trabajando para dar a conocer a Monseñor y fundar un Comité Monseñor Romero. Escribe sobre el presidente Kim, pero le escribe también a él, como a un amigo, para que se mantenga fiel hasta el final.
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"La conciencia de Corea". En Corea hay alegría y esperanza. Acaban de otorgar el premio Nobel de la Paz al presidente Kim Dae-Jung, de 75 años. Su vida ha sido durante muchos años un camino de cruz. En el año 1961 comenzó a oponerse claramente a la dictadura militar y desde entonces
%durante cuatro décadas% ha sufrido cinco años y medio de cárcel, tres intentos de asesinato, secuestro malogrado de la policía secreta, condena a muerte en juicio militar, expulsión y exilio a Estados Unidos, seis años y medio de prisión en su propia casa de Corea, dieciséis años de violaciones de sus derechos políticos y ciudadanos. Las acusaciones: marxismo, comunismo, espíritu revolucionario y liberacionismo. Todo lo soportó con firmeza y con el apoyo de su pueblo, y se convirtió en "la conciencia de Corea". Más allá de su país ha apoyado la liberación del pueblo de Timor del Este y el movimiento democrático de Senora Aungsan Suji en Mianma.Desde que ganó la presidencia en 1997, Kim ha trabajado por la reconciliación en dos campos. Internamente, ha perdonado oficialmente a sus torturadores, incluido un ex-presidente, el dictador Chun Doo-Whan. Chun fue liberado de la cárcel y a veces incluso ha sido invitado por Kim para discutir problemas nacionales.
En el campo internacional Kim es la figura más importante en la reconciliación entre el pueblo japonés y el pueblo coreano. En el siglo pasado Japón ocupó Corea militarmente durante 36 años. Sin embargo, Kim siempre ha mantenido amistad con el pueblo japonés. Pero, sobre todo, está animando a la reconciliación entre las dos Coreas. Más de dos millones de coreanos murieron en tres años de guerra. Comenzó entonces una larga y dolorosa pugna. Ahora, por primera vez en cinco décadas, Kim visitó como presidente de Corea del sur a Corea del norte. Los líderes políticos de ambas Coreas coincidieron en suavizar la tensión entre ambos partes y trabajar juntos para la reconciliación de dos Coreas separadas. ¡Una inmensa buena noticia para los pueblos coreanos!
"La pobreza es el enemigo de la paz". Guerra y pobreza son dos enemigos de la paz. Por ello Kim quiere superar la tensión militar entre las dos Coreas y la pobreza existente en Corea del sur. En tiempos recientes ha aumentado la ayuda económica de Corea del sur a la otra Corea. "La pobreza es el enemigo de la paz", piensa Kim, cosa fácil de entender en tiempos de neoliberalismo. El abismo económico entre los países del primer y tercer mundo es una gran amenaza a la paz nacional e internacional. Reconoce también que Corea del sur no ha ayudado mucho a los pobres de este mundo.
"Su conversión al cristianismo". Kim sabe que el camino a la reconciliación es muy dificil, pero ha comenzado con el ejemplo. Heroicamente perdonó a sus torturadores. Por eso, se le ha llamado el Nelson Mandela de Asia. Su encarnación en el mundo de los pobres comenzo desde niño. Nació en una familia popular pobre y esto le impidió estudiar en la universidad, siendo la cárcel su gran aula universitaria y biblioteca. Como él mismo reconoce, allí vio la realidad, escuchó la voz de los sin voz y se convirtió al mundo de los oprimidos.
Kim había sido bautizado en su juventud en la Iglesia católica, pero fueron los años de cárcel los que le abrieron los ojos al cristianismo. En la cárcel, unos teólogos luteranos, compañeros de prisión, le fueron introduciendo a la teología de la liberación, y Kim vio en ella una respuesta a la realidad coreana. En la cárcel escribió un artículo sobre Jesucristo. En él dice que su credo primero, santo y absoluto es que "la justicia vencerá sobre la injusticia". La fe en la victoria de la justicia en la historia viene antes que la fe en la creación, la encarnación, la trinidad...
Y como cristiano, también aprendió a perdonar a sus torturadores. El perdón no es tarea fácil. No hay perdón barato. Como dice el teólogo jesuita J. I. González Faus, el perdón es más que una acción revolucionaria. Para Kim la revolución del perdón ha sido posible porque mantuvo en su corazón la paz interna con Jesús de Nazaret. Dice que Jesús de Nazaret es su "hermano mayor". "Jesús no es una figura de la fantasía, sino un víctima histórica en un determinado tiempo y lugar. Confiesa que, para él, Jesús de Nazaret no es sólo un Jesús pacífico y reconciliador, sino, ante todo, un Jesús Liberador. Jesús no sólo sufrió conflictos, sino que, antes, él mismo fue conflicto. Lo mismo le ocurrió a Kim.
Una petición al presidente Kim: "que visite la tierra de Monseñor Romero". La tarea política de Kim no es fácil. Tiene enemigos políticos que no aceptan sus ideas. Kim no está en el mismo nivel de los pobres del mundo. Tampoco es un mártir o un santo de la historia. Pero sí puede decirse que ofrece ya una dimensión de resurrección en la historia. Y no hay muchos ejemplos de ello, lamentablemente. Muchos mártires y víctimas se han ido sin dejar ninguna palabra, y otras veces los poderosos de este mundo han querido manipularlos. Un ejemplo como el de Kim y su credo de "la victoria de la justicia en la historia" nos da ánimo a nosotros, hombres de poca fe, muchas veces desanimados, mirando sólo al cielo como los discípulos de Jesús después de la muerte de su hermano mayor.
Soy gran amigo del pueblo salvadoreño, y por eso animo personalmente a Kim Dae-Jung a visitar la tierra santa y martirial de El Salvador, especialmente El Mozote, Sumpul, los lugares de Monseñor Romero, el jardín de rosas de la UCA... Si Monseñor Romero y el presidente Kim se encuentran, pienso que hablarán sobre la pobreza del mundo, sobre la reconciliación después de una guerra civil en El Salvador y en Corea, sobre la fe cristiana. Y, naturalmente, también hablará con Ignacio Ellacuría.
Así como Galilea es el lugar de la vida histórica de Jesús, así como El Salvador es el lugar de la vida histórica de Monseñor Romero, Corea es el lugar de la vida histórica de Kim Dae-Jung. En definitiva, hay un solo mandamiento para todo los pueblos y para todos los testigos: "Vayan a Galilea, y allí lo verán (Mc 16, 7). Este mandato de Jesús resucitado ayudará al camino futuro de Kim Dae-Jung. Frente a este mandato, la presidencia y el premio Nobel de la Paz no son nada. ¡Presidente Kim, primero a Galilea, y después Dios te mandará a Jerusalén!
Kim
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"Como el pueblo compartió mi dolor, ahora comparto con mi pueblo la gloria del Premio Nobel de la Paz".
"La paz no es sólo liberación de la guerra, sino, antes, liberación de la pobreza".
"Que la justicia vencerá es el credo uno, santo y absoluto de mi fe en Dios".
"Jesucristo es, en una palabra, mi hermano mayor".
"El nombre de Jesús de Nazaret es Jesús Liberador"
Kim Dae-Jung, Premio Nobel de la Paz
José Ignacio González Faus
El genio de Pascal insinuó hace siglos que muchas veces la falsedad no es propiamente una negación de la verdad, sino una parcialización o exageración de la verdad, o una manera de afirmarla que excluye sus complementos dialécticos. Quizá hay pocas consideraciones más oportunas que ésta para esbozar un breve comentario a la polémica declaración del antiguo "santo oficio" sobre el tema de las religiones no cristianas. En honor del documento hay que resaltar su tono tranquilo y no agresivo, que parece reflejar la seguridad del que se halla en posesión de la verdad aunque, en algún momento, convierte su serenidad en una especie de mirada despectiva sobre los "ignorantes" a los que se dirige. Tomadas una por una, yo aceptaría casi todas sus frases, salvo aquella tan desgraciada de que los que están fuera de la Iglesia están en situación "gravemente deficitaria" para salvarse, o la interpretación, a mi modo de ver restrictiva, de la frase del Vaticano II sobre la Iglesia de Cristo que "subsiste" en la iglesia romana, y que el documento va interpretando de manera que casi termina en una identificación. En este breve comentario me gustaría fijarme más en lo que el documento no dice y, a mi modo de ver, debió decir. Señalaré tres puntos.
1. La tradición teológica acuñó en sus inicios la frase ubi Christus ibi ecclesia (la Iglesia está allí donde se encuentre Cristo), desde la conciencia de que Cristo está presente muchas veces fuera del cristianismo oficial. Esta conciencia llevó a san Agustín, ya en el siglo V, a la conocida fórmula de "la Iglesia que existe desde Abel" (ecclesia ab Abel). Al desconocer estos datos tan fundamentales en cualquier reflexión sobre la Iglesia, el documento identifica con demasiada facilidad la Iglesia de Cristo con el catolicismo oficial y, en mi opinión, adolece de un cierto "eclesiocentrismo", aunque pretenda desautorizar a quienes levantan ese tipo de acusaciones. El eclesiocentrismo aparece a veces en la historia de la teología, como expresión (creo yo) de un miedo de la Iglesia cuando cree perder poder: por ejemplo en los siglos XVI y XVII, cuando la ruptura de Lutero y el descubrimiento de América dejaron reducida a ser "una partecita del mundo" a aquella iglesia que antes se identificaba con la totalidad del orbe. El jansenismo y otros agustinismos de los siglos XVI y XVII fueron de un eclesiocentrismo exacerbado, que a veces era auténtica eclesiolatría (o idolatría eclesiástica). Y el mismo magisterio eclesial condenó sus tesis de que nadie se salva fuera de la Iglesia o de que no hay gracia fuera de la Iglesia etc. Tengo la sensación de que éste ha sido un pontificado del miedo. Por eso no me extraña que esta obsesión o autocentración eclesial se refleje en muchas actuaciones.
2. El teólogo chino Choan-Seng-Song (se me permitirá que, si la Iglesia es de veras católica, llame a este debate a gentes no occidentales) ha expresado con frecuencia su temor de que el miedo al relativismo lleve a los cristianos a absolutizar cosas que son relativas (por ejemplo un determinado modo de entender la revelación de Dios). "Temo que seamos demasiado inclinados a crear una imagen de Jesús que conviene a nuestros intereses y en la que quizás el propio Jesús no se reconocería". Para Song, la verdad bíblica es siempre una verdad abierta: no porque sea vaga o indefinida, sino porque, en la Biblia, la Verdad siempre aparece acompañada de la Gracia: desde la plegaria del salmista ("la Gracia y la Verdad se encuentran") hasta la figura de Jesús que el evangelista presenta como "lleno de Gracia y Verdad". En este sentido, la verdad "bíblica" es muy diferente de la verdad "griega", que pretende ser una apropiación, posesión y domino de lo real, y que ha convertido a Occidente en una de las civilizaciones más avanzadas técnicamente, pero también más imperialistas del planeta. Temo que el documento maneje una noción de verdad más griega que bíblica ("el amor de Dios manifestado en Jesucristo": Rom 8, 32).
3. Finalmente, otro teólogo japonés (Kosuke Koyama), que, a raíz de la experiencia de la bomba atómica, criticó duramente la idolatría de su propia cultura japonesa, recuerda luego cómo la única universalidad posible en este mundo es la universalidad de la cruz, y ve ahí la gran fuerza del cristianismo. En el documento de Ratzinger sorprende la práctica ausencia de mención de la cruz, pese a que san Pablo afirmaba que es lo decisivo del cristianismo, y los evangelios pongan en labios de Jesús la frase "cuando sea levantado, atraeré todas las cosas hacia Mí". Este dato permite escribir a Koyama que en la cruz de Jesucristo "no hay lugar para ningún complejo cristiano de superioridad respecto a los adeptos de otras creencias. Si los cristianos comprenden que el nombre de Jesucristo implica la unidad de la santidad y del ser-destrozado", ya no tendrán afán de ser enseñantes sino testigos (¡"mártires"!). Y "podrán criticar a los adeptos de otras religiones porque antes se han criticado a sí mismos". Todo esto lleva a nuestro autor a distinguir entre una "mentalidad de cruz" y una "mentalidad de cruzada" (crucified mind y crusading mind). Es de temer que en el documento que comentamos haya más de lo segundo que de lo primero.
Estas consideraciones que quisiera presentar sin ninguna clase de hostilidad, llevan a otra reflexión más formal, que ya no cabe aquí, y que afecta al modo de elaborar muchos documentos del magisterio eclesiástico: si se elaboran por el procedimiento lento y comunitario del diálogo (que es el camino natural de escucha del Espíritu y de acceso la verdad), o por el procedimiento %menos evangélico sin duda% de imposición de la propia particularidad. También valen para la Iglesia los versos de Machado que distinguían entre "tu" verdad y "la" verdad, con la conclusión que de ahí sacaba el poeta: vamos juntos a buscarla.
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"Mi Cuerpo es Comida"
Mis manos, esas manos y Tus manos
hacemos este Gesto, compartida
la misa y el destino, como hermanos.
Las vidas en Tu muerte y en Tu vida.
Unidos en el pan los muchos granos,
iremos apendiendo a ser la unida
Ciudad de Dios, Ciudad de los humanos.
Comiéndote sabremos ser comida.
El vino de sus venas nos provoca.
El pan que ellos no tienen nos convoca
a ser Contigo el pan de cada día.
Llamados por la luz de Tu memoria,
marchamos hacia el Reino haciendo Historia,
fraterna y subversiva Eucaristía.
Pedro Casaldáliga