Carta a las Iglesias, AÑO AÑO XX, N. 461-462, 16-30 de noviembre de 2000
EDITORIAL: Compromiso, esperanza y seriedad ante Dios Carta a Ignacio Ellacuría
REALIDAD NACIONAL: Los medios de comunicación y los partidos políticos ante el caso jesuitas
ANIVERSARIO MARTIRES DE LA UCA: El caso de las cuatro misioneras norteamericanas
ANIVERSARIO MARTIRES DE LA UCA: Amando y Montes. Derechos humanos y Escuelas de Teología
ANIVERSARIO MARTIRES DE LA UCA: Nacho y Ellacu. La inteligencia al servicio de la liberación
ANIVERSARIO MARTIRES DE LA UCA: La UCA ante Monseñor Romero
ANIVERSARIO MARTIRES DE LA UCA: Justicia y Paz
ANIVERSARIO MARTIRES DE LA UCA: Vigilia y Eucaristía
SOLIDARIDAD: Carta a los niños del pueblo palestino
JUBILEO: Servicio, Diaconía: Sentido y estilo de la misión. Carta desde Roma a El Salvador
Querido Ellacu:
Once años después del martirio de ustedes seguimos necesitando luces que nos den "una razón para vivir", como dice el afiche de la UCA. Esta carta es, por eso, una especie de oración de petición. Cada uno sabrá qué pedirles a ustedes, pero para mí, entre otras, tres cosas necesitamos hoy para enderezar al país y a la Iglesia: compromiso, esperanza y seriedad ante Dios. No abundan, y, lo que es peor, eso no parece preocupar. Pero ustedes sí las vivieron, y tú, además, las pensaste en profundidad.
El compromiso, en serio, con las mayorías. En el ambiente de hoy no se respira aquel compromiso de hace unos años, de quienes querían erradicar la injusticia, la represión y la mentira, y construir el reino de Dios. Causas justas y nobles no faltan: que prospere la verdad, la justicia, la reconciliación. Algunas hay, beneméritas, pero no es fácil encontrar muchas personas e instituciones que trabajen y se sacrifiquen por esas causas. Y mucho menos que lo hagan sin condiciones y "hasta el final".
Ustedes sí se comprometieron, y tú lo teorizaste bien. Diste ultimidad al compromiso, pues para ser simplemente humano, decías, hay que "encargarse de la realidad" y "cargar con ella". Y lo historizaste con la máxima radicalidad: no hay que comprometerse con cualquier cosa, sino que hay que "revertir la historia". Muchos no quieren ya recordarte así, y del personaje Ellacuría prefieren recordar y hasta invocar su objetividad y realismo - que fueron cosas bien tuyas- , pero no la profecía y la utopía que guiaron tu compromiso radical con este pueblo. En el compromiso por "revertir la historia" empeñaste la vida y la dejaste en el empeño.
Ese compromiso serio e inclaudicable, que no se mueve según el viento que sopla, es lo que hoy necesitamos. Para ello, no hay razones en definitiva. Lo que mueve son ejemplos de lucidez, de audacia y de entrega hasta el final. En tu testamento político, el discurso de Barcelona del 6 de noviembre de 1989, hablaste, con la lucidez del realismo, de "la necesidad de crear modelos económicos, políticos y culturales que hagan posible una civilización del trabajo como sustitutiva de la civilización del capital". Y hablaste, con audacia y aliento - la parresía paulina- , con palabras que ya no se oyen mucho: "Lo que en otra ocasión he llamado el análisis coprohistórico, es decir, el estudio de las heces de nuestra civilización, parece mostrar que esta civilización está gravemente enferma y que para evitar un desenlace fatídico y fatal, es necesario intentar cambiarla desde dentro de sí misma".
Estas palabras tienen hoy plena vigencia. Sin personas como ustedes es fácil acabar - ilustradamente, posmodernamente, espero que no ocurra en nombre de una religión- , contentándonos con lo que ahora dice el Banco Mundial y el Fondo Monetario, o, peor aún, como el sacerdote y el levita de la parábola, dando un rodeo para no ver a todo un pueblo postrado, para no lavar sus heridas y llevarlo a un lugar seguro. Con personas como ustedes es más fácil decidirnos a la salvación de un pueblo.
Al compromiso unías la esperanza. "Sólo utópica y esperanzadamente uno puede creer y tener ánimos para intentar con todos los pobres y oprimidos del mundo revertir la historia, subvertirla y lanzarla en otra dirección". Pues bien, tampoco abunda esa esperanza que mueve al compromiso. Anhelos hay muchos; pero esperanzas, pocas - y no faltan razones para ello. Y es que la esperanza, en definitiva, no vive de cálculos, sino de la fuerza del amor. Y eso es lo que - en público y para configurar la sociedad- casi no se ve en nuestros días. Las consecuencias son, por una parte, el desencanto: "no hay salida", "es inútil"; y, por otra la pérdida de ilusión en la praxis y en la vida: parece que sólo queda el "sálvese quien pueda" o el caminar como arrastrándose por la vida.
Recuperar para el país la esperanza y la ilusión es urgente. Pero lograrlo, de nuevo, no es cosa sólo de razones. Se necesitan hombres y mujeres que en verdad amen a los oprimidos, se pongan de su lado y los defiendan, pues eso es lo que sigue generando esperanza - otra cosa son las expectativas, fruto de cálculos- hasta el día, como la generó Jesús. "No toda vida es ocasión de esperanza, pero sí lo es la vida de Jesús que, por amor, tomó sobre sí la cruz".
Ellacu, ustedes fueron gente de esperanza y dieron esperanza a mucha otra gente. En tu último artículo, "Utopía y profetismo", tu testamento teológico, terminas mencionando a esos hombres nuevos que "siguen anunciando firmemente, aunque siempre a oscuras, un futuro siempre mayor, porque más allá de los sucesivos futuros históricos se avizora el Dios salvador, el Dios liberador". Palabras como ésas, personas que sepan decirlas y, sobre todo, que sepan vivirlas es lo que mantiene la esperanza y la ilusión.
Por último, Dios. "Se avizora al Dios liberador", dices. Sencilla, aunque siempre difícil, y necesaria confesión de Dios. Sencilla porque el Dios liberador es el Dios de la Escritura, el Dios de los pobres. Difícil, porque Dios sigue siendo misterio inefable e inmanipulable, incomprensible, también, ante la presencia de la aberración y la barbarie en su creación. Y hoy hay que recalcar que la confesión no de cualquier Dios, sino de un Dios liberador es muy necesaria. Estamos presenciando en la antigua civil religion, de sociedades capitalistas, pero también en las iglesias, una fuerte tendencia a trivializar a Dios, a infantilizar la religiosidad y a evaporar la espiritualidad hasta convertirla en espiritualismo terapéutico, desencarnado e inofensivo.
En medio de tanta religiosidad televisiva y radiofónica, de tantas apariciones y sanaciones, en medio de estadios que se llenan de cantos y aplausos, en medio de tantas procesiones y jubileos ¿qué queda, Ellacu, en la Iglesia del Dios liberador? ¿Qué queda del Dios de Oseas y Jeremías - "practicar la justicia, no es eso conocerme"? ¿Qué queda del Dios de Jesús, activo y poderoso en la resurrección, pero también solidario y silente en la cruz, transcendente y distinto a lo de este mundo, pero también juicio a este mundo? Creo, Ellacu, que hay que volver a la seriedad ante Dios.
Y desde esta seriedad, sí, podemos implorar el "muéstranos tu rostro" para que Dios llene también de gozo y bienaventuranza el corazón humano. La contemplación del rostro de Dios sigue siendo central y humanizante para los seres humanos, pero todo depende de si lo contemplamos o no con seriedad. Siguiendo a san Ignacio, gran guía tuyo y de todos los mártires de la UCA, insististe en que la contemplación de Dios acaece en la acción: "contemplación en la acción". Pero desde tu insobornable honradez con lo real y tu incondicional defensa del oprimido, insististe en historizar esa intuición ignaciana de forma precisa. Hay que contemplar no en cualquier acción, sino en "la acción por la justicia".
Ellacu, hoy el compromiso, la ilusión, la seriedad ante Dios no tienen mucho viento a favor. Y sin embargo eso es lo que necesitamos en la Iglesia y en el país, en la UCA y en la Compañía, para defender a los pobres de siempre, para construir la mesa compartida, para llegar a ser familia humana, y así humanizar a este mundo. Más allá de las novedades de cada época, ésa es siempre la voluntad de Dios. Haciendo eso seguimos a Jesús, y - usando palabras de tu maestro Zubiri- nos deificamos un poco, nos hacemos hijos e hijas en el Hijo, nos parecemos a Jesús. Viviremos en la fe, que a eso apunta la seriedad ante Dios, en la esperanza, que a eso apunta la ilusión, y en la caridad, que a eso apunta el compromiso.
Para ser y hacer todo ello no bastan razones, argumentos, exégesis de textos. Pero ustedes sí son una razón para vivir, para comprometernos, para mantener la ilusión y para que vivamos ante Dios, con seriedad y confianza.
Ellacu, y mártires todos, gracias y ayúdennos.
Jon
Como es sabido la UCA y los jesuitas han solicitado abrir un nuevo juicio sobre el asesinato de seis sacerdotes y dos de sus colaboradoras, ocurrido hace once años. Queremos analizar ahora la reacción de la prensa y de los partidos políticos.
La prensa. El Diario de Hoy (DH) y La Prensa Gráfica (PG) informaron sobre el caso jesuitas, del 24 de octubre al 1 de noviembre. El juez rechazó la petición de la Fiscalía de "reabrir" la investigación. Tras la decisión del juez, el fiscal general anunció que solicitaría la investigación de los mismos hechos, pero en contra de los autores intelectuales, tal y como lo había pedido la UCA. En general en el tratamiento de la información ambos matutinos contribuyeron a que la discusión legal degenerara en una contienda política partidista, de la que los acusadores - los jesuitas- fueron casi totalmente marginados. El mal manejo de la información se reflejó en tres cosas.
En primer lugar, el lenguaje utilizado. Los jesuitas asesinados y los demandantes fueron asociados a la imagen de un FMLN terrorista, destructor del país, promotor de la desestabilización y contrario al proceso de paz. Cada vez que los jesuitas hablaban de las diligencias judiciales, ambos periódicos también recordaban asesinatos atribuidos al FMLN, por los cuales los ex guerrilleros debían ser investigados
Por otro lado, la imagen de los militares acusados y del ex presidente Alfredo Cristiani se vinculó al profesionalismo, la democracia, la construcción de la paz y la defensa de la patria. Cristiani queda descrito como "promotor de los acuerdos de paz que dieron fin a los doce años de agresión armada de la guerrilla del FMLN" (DH). Del coronel Helena Fuentes se dice que es "conocido por su iniciativa de acercamiento de los cuarteles a las comunidades civiles, mediante el apoyo a proyecto y obras de éstas" (DH). De los generales Larios, Zepeda y Bustillo se destaca su profesionalismo militar y su entrenamiento en Estados Unidos.
Las alusiones a personas e instituciones que apoyaban la investigación de la autoría intelectual fueron escasas, y mucho más frecuentes las posturas en contra, especialmente en el DH. Estas posturas insistían hasta la saciedad en que se abrirían "heridas ya sanadas", se pondría en peligro la paz, se desataría una ola de demandas por otros casos y se fomentaría la división de los salvadoreños. Se insistió también en que había intereses "oscuros" de por medio y en que la venganza era el motor de la demanda. Los jesuitas, "por revivir los muertos podrían convertirse en sepultureros de la recién nacida paz" (DH). Además, ambos periódicos recalcaron que ya había un juicio previo, producto de una "exhaustiva" investigación: el caso ya estaba juzgado, sentenciado y amnistiado, y, por lo tanto, no tenían sentido las nuevas pesquisas.
El DH enmarcó casi siempre el asesinato de los jesuitas dentro de la ofensiva del FMLN, con la intención de justificar el crimen como producto de la violencia reinante, provocada, en última instancia, por los grupos guerrilleros.
Por lo que toca a las fuentes de información, los representantes de la UCA aparecieron entrevistados únicamente en dos noticias y sólo en la PG. El DH no se preocupó por buscar las reacciones de los demandantes. Sí se esforzó por presentar el punto de vista del ex presidente Cristiani (quien no quiso dar declaraciones) y de los militares retirados acusados.
El DH, sobre todo, no identificó sus fuentes. Hablaba así de "políticos y ciudadanos corrientes", "abogados que pidieron el anonimato". Una de las citas atribuidas a estas fuentes decía que "la pretensión de los clérigos de la UCA" daría pie a un proceso que provocaría al país un desgaste emocional, político y económico de insospechadas dimensiones".
A nivel editorial, la postura de los periódicos fue la siguiente. La PG se declaró abiertamente en contra de la apertura del caso porque se "podría perturbar de manera muy grave la atmósfera nacional" y porque "revivir las imágenes de las crueles disputas del pasado no serviría para nada consistente". El DH fue mucho más rotundo, por el número de veces que se pronunció en contra y por el lenguaje. He aquí las frases que utilizó dentro de sus tres editoriales para manifestarse en contra. La letanía es larga, pero merece la pena leerla: "descarrilar la marcha colectiva", "sacar muertos de sus sepulturas", "agitar el ambiente con el asunto de los jesuítas", "volver al pasado", "perjudicar en alto grado la economía nacional", "injusticias y daños a la población", "sacrificar la paz social y el bienestar colectivo", "deseo de figurar, de hundirnos en nuevos conflictos", "avivar odios y resentimientos", "causar dolores y miserias", "ciertos clérigos sólo buscan vengarse", "no contribuyen a consolidar la reconciliación","escándalo que se trata de orquestar", "pueden causar graves perjuicios", "violentar la paz de los muertos", "dinamitar la confianza en los acuerdos", "querer convertir a uno o varios asesinatos en lo único que cuenta".
Los partidos políticos. También han reaccionado ARENA y ANEP, en contra como era de suponer. Más interesante es analizar la reacción del partido Demócrata Cristiano y del FMLN en pronunciamientos "en pequeño", por lo reducido del espacio comprado en los periódicos, por lo reducido de la letra y sobre todo por la pequeñez de su contenido.
El núcleo de ambos pronunciamientos es el compromiso público de ambos partidos de no solicitar la apertura de procesos judiciales contra aquellos que hubiesen asesinado, desaparecido o torturado a sus militantes. El compromiso de los demócrata-cristianos es más concreto que el del FMLN, pues identifican por su nombre a quiénes podrían acusar: los escuadrones de la muerte y los guerrilleros. Lo importante es la conclusión. Dos partidos en la oposición se alinean con ARENA y el gobierno de Flores. Lo hacen sin covencimiento, porque a ninguno de ellos le es posible presentar una denuncia judicial: los presuntos responsables de esos asesinatos no eran funcionarios del gobierno de Cristiani, y por ello les ampara la ley de amnistía, mientras ésta no sea derogada, y mientra no sea reconocida la legislación internacional, que considera estos crímenes como crímenes contra la humanidad y, por lo tanto, imprescriptibles. A ninguna de las dos dirigencias políticas se le ha pasado por la cabeza demandar en serio, y menos a la del FMLN, ansiosa por presentar a éste como un partido más del espectro político salvadoreño tradicional.
Ante la postura de la UCA y de la Compañía de Jesús, los demócrata cristianos reconocen el derecho de ambas a pedir justicia, pero consideran que las circunstancias no son las mejores. El FMLN, por su parte, también reconoce el mismo derecho, pero agrega que la petición pone a prueba a las instituciones. Novedoso y llamativo es que dice la UCA y los jesuitas, además de perdonar a los culpables del crimen, pidan perdón "a quienes resultaren inocentes, si acaso los hubieren señalado". La afirmación es notable, pues siguiendo esa curiosa lógica del FMLN, la madre de Katya Miranda debiera pedir perdón a su ex esposo y a toda su familia, dado que la juez no los encontró culpables; los familiares de las cuatro religiosas estadounidenses, violadas y asesinadas en 1980, también debieran hacer lo mismo con el general García y el general Vides Casanova, a quienes el juez de la Florida tampoco encontró culpables. Y también deberían pedir perdón todos aquellos que acusaron a Grimaldi de dirigir una banda de ladrones y a la antigua junta directiva de la FEDEFUT de la desaparición de varias decenas de millones de colones y de la falsificación de documentos para encubrir el faltante, puesto que nadie fue encontrado culpable por los jueces. El FMLN fue más allá de lo que ARENA y el gobierno de Flores podían haber esperado, y todo por dejarse llevar de un deseo inmoderado para presentarse como los únicos que han pedido perdón a quienes han ofendido y que han perdonado a quienes los ofendieron.
Al actuar así, los partidos Demócrata Cristiano y FMLN se apropian de una representatividad que no tienen. Es comprensible que, por razones políticas o de otro orden, los dos partidos renuncien a recurrir a la justicia, pero no tienen autoridad política ni moral para pedir a los demás que los imiten.
En primer lugar, porque sus motivaciones no son rectas: su postura está motivada por su afán de poder, y, con tal de alcanzarlo, están dispuestos a pasar por encima de la dignidad de las víctimas y sus familiares, del derecho y de la justicia.
En segundo lugar, porque sus razones carecen de credibilidad. En El Salvador nunca se han investigado los crímenes con seriedad. La democracia cristiana, cuando estuvo en el poder, contribuyó en gran medida a la consolidación de la estructura de impunidad que hoy padece el país. No obstante los millones que le dio Estados Unidos para investigar el crimen y perseguir el narcotráfico, nunca pudo presentar un solo caso sólido. Después de pactar con la Fuerza Armada la conducción de la guerra civil a cambio de su permanencia en el poder, los demócrata cristianos no tuvieron ningún escrúpulo en tolerar una de las represiones más crueles a cambio de reformas. Al no haber encontrado el tiempo propicio para que la justicia criminal hiciera su tarea, El Salvador ha sido entregado a manos del crimen organizado y la delincuencia.
3 DE NOVIEMBRE
El 10 de octubre se inició en West Palm Beach, Florida, el juicio contra el ex ministro de Defensa José Guillermo García y el ex director de la Guardia Nacional Eugenio Vides Casanova en el caso contra las cuatro religiosas norteamericanas. El 3 de noviembre un jurado declaró que ambos militares eran inocentes. Para muchos el veredicto ha causado decepción y tristeza, y es comprensible. Pero no hay que olvidar que ni el caso ni la sentencia es todo lo que nos dejan las cuatro mujeres norteamericanas, ni es lo fundamental. Por eso es importante preguntar qué es lo que realmente ha salido a la luz alrededor de este caso, y qué es lo que queda en la historia.
En primer lugar, por primera vez dos generales salvadoreños han tenido que comparecer ante un jurado. El hecho en sí es absolutamente novedoso, impensable hace unos años. El veredicto les ha resultado favorable - aunque se pueda apelar- , pero quizás es más importante que se está quebrando la conciencia de prepotencia y arrogancia de los militares, y que se está anunciando el fin de la total impunidad. El caso de Pinochet lo está dejado claro.
En segundo lugar en el caso se han escuchado cosas inauditas, "no oídas" hasta ahora. Que los generales nieguen su responsabilidad no es nuevo, pero que el general Vides Casanova tenga que admitir que en la Guardia Nacional se ejecutaban torturas, sí lo es. Ahora resulta que tienen razón los que han denunciado tales aberraciones durante 20 años, resulta que no son comunistas, ni antipatriotas, sino personas veraces y hasta heroicas, pues por decir esa verdad fueron perseguidas. Al general García hubo que oírle que nada sabía de masacres y que trató de que la fuerza armada mejorase en el respeto a los derechos humanos. Difícil de creer. El general García fue ministro de defensa de 1979 a 1983 en el período más cruel de la época: asesinato de Monseñor Romero, del rector de la nacional, Félix Ulloa, de la dirigencia del Bloque Popular, de seis sacerdotes, y de las masacres de el Sumpul, el Mozote, y tantas otras cosas.
En tercer lugar en el caso salieron a relucir cosas importantes sobre el gobierno salvadoreño. El ex embajador de Estados Unidos en El Salvador, Robert White, declaró que la investigación sobre el asesinato de las religiosas fue una farsa. Y sobre el gobierno de Estados Unidos se recordó cómo Alexander Haig, entonces Secretario de Estado, trató de explicar el asesinato de las monjas: "posiblemente se saltaron un alto". También Estados Unidos estaba, moralmente, en el banquillo. No hubo juicio condenatorio, pero sí condena moral. Y apareció esa mezcla de democracia e hipocresía, que sus gobiernos exhiben sin pestañear hasta el día de hoy: el bombardeo a Grenada, la guerra de Irak, el apoyo a la contra y sus crímenes en Nicaragua, el millón diario de dólares a los militares salvadoreños... Es bueno que se ventilen estas verdades para encaminar la historia con rumbo diferente al pasado - y al presente.
Por último - y lo más importante- el juicio ha vuelto a poner ante todo el mundo a cuatro grandes mujeres, cristianas, religiosas, estadounidenses. Para tener ánimo, luchar y defender a los pobres, para mantener esperanza teniendo en contra a casi todos los poderes de este mundo, para tener fe en el misterio de Dios en un mundo tan cruel, nada hay como recordar y hacer presentes a mártires como estas cuatro mujeres. En los mártires se hace presente Jesús.
¿El futuro? Por un lado, cuatro salvadoreños, que dijeron haber sido torturados por elementos del Ejército y de los cuerpos de seguridad, anuncian que promueven otro juicio contra los dos militares retirados. Por otro lado, el 2 de diciembre, en el XX aniversario de su martirio, mucha gente va a recordar a las cuatro mujeres en El Salvador y en Estados Unidos. Y las recuerdan con agradecimiento, pues de gentes como ellas vivimos todos. Una muestra de ello es el siguiente artículo de David González, aparecido en el New York Times, el 6 de noviembre de 2000 que publicamos a continuación. Y cosas parecidas pueden decirse de otros muchos mártires.
En los años 70, mientras Bill Ford se preparaba para practicar la abogacía en Wall Street, su hermana Ita se preparaba para salir de New York rumbo a Chile, como misionera de Maryknoll. Su familia se preguntaba - y le preguntaba a ella- por qué tenía que irse tan lejos, por qué no quedarse y resolver los problemas de Estados Unidos. Pero Ita, a quien su hermano Bill describe como la conciencia de la familia, "se rio y dijo que iba a tratar de hacer algo en el extranjero, y tal vez nosotros pudiéramos sacudir el polvo en Estados Unidos".
El destino de Ita ha llevado a Bill Ford a pasar los últimos veinte años tratando de hacer eso: sacudir el polvo aquí en Estados Unidos. La misión llevó a Ita a El Salvador donde ella y otras tres norteamericanas fueron asesinadas. Desde entonces, Bill Ford, su esposa Mary Anne y sus seis hijos se embarcaron en una aventura. Han tratado de averiguar la verdad de la muerte de esas mujeres. Pero no sólo eso. Han trabajado para esclarecer el papel que ha jugado Estados Unidos en apoyar a los regímenes que combatían a los rebeldes en El Salvador durante la guerra que terminó en 1992.
El caminar de los Ford los ha llevado a Washington, a San Salvador, a Iglesias, a Universidades, y últimamente al tribunal federal en West Palm Beach. A pesar de perder la demanda la semana pasada, los Ford dicen que van a seguir adelante. Se trata de mantener viva la vocación de Ita, de seguir dando pasos en su crecimiento personal y de que se reconozca oficialmente lo que pasó en aquella época.
Para los Ford, mártires no son unos cristianos que vivieron hace mucho tiempo y que se escondían en las catacumbas romanas. No. Mártires son estas mujeres de hoy, cuyo espíritu de solidaridad les unió a la vida de la Iglesia, pero también a los acontecimientos históricos recientes, cercanos a los acontecimientos de Estados Unidos.
Bill Ford explica lo que esto ha significado en su vida. "Cosas como ésta no desaparecen nunca. No es que sienta como una especie de carga, pero sí siento el deber de mantener vivo el nombre de Ita y el trabajo que ella hacía. No me parece correcto que en El Salvador estos monstruos la borren de la faz de la tierra y que quede en el olvido".
Su hijo menor John, que tenía pocos días de edad cuando mataron a Ita, ha participado en las protestas ante la Escuela de las Américas en Fort Benning, Georgia, donde se entrena a los militares de América Latina. Su hija menor Miriam ha sido arrestada en protestas similares, y presta servicios como voluntaria en una clínica de salud en el este de Harlem. Otra hija, Rebeca, decidió hace poco dejar su trabajo en la industria de la ropa para trabajar como maestra.
Los hijos del matrimonio Ford han viajado a El Salvador varias ocasiones. Allí han conocido a niñas a quienes les han puesto el nombre de su tía y donde han visto, de primera mano, la pobreza de los campesinos a quienes Ita ayudaba. Todos han crecido acompañando a sus padres a reuniones en el Departamento de Estado, escuchando a funcionarios explicar lo que pasó cuando las mujeres salieron del aeropuerto en las afueras de San Salvador y luego desaparecieron.
La familia Ford, todavía hoy, no puede contener la cólera cuando recuerdan al Secretario de Estado Alexander Haig. Este sugirió que las mujeres habían sido matadas en un intercambio de fuego al tratar de pasar un retén. Bill Ford hijo dice: "La interpretación más razonble que nos dieron es que esto era el precio de la lucha contra el comunismo. Este hizo que aumentase mi escepticismo, pero también el deseo de investigar un poco más. Y perdí el respeto a las palabras del gobierno".
Los viajes le ha servido a él y a sus hermanos para comprender el trabajo de Ita, pues en El Salvador han conocido a otras personas que han asumido las misas causas. "Estos trabajos y estos ejemplos de vida es lo que me ha regalado, de una manera muy especial, la muerte y la vida de mi tía. Este ha sido el regalo mas precioso".
Hace pocos años Bill hijo dejó su trabajo en un colegio privado en New Jersey y fue a enseñar en el colegio San Ignacio en Hunts Point, en una zona pobre del Bronx. "Les debo haber seguido este camino a Ita y a El Salvador. Este es un colegio que se interesa no sólo por lo académico, sino también por el contexto político del vecindario y del colegio, y se pregunta por qué las cosas son como son".
Para la familia Ford el fallo del juicio en Florida no ha sido fácil de aceptar. Pero dicen que no van a dejar de hablar sobre lo que pasó en El Salvador. Así lo dice Miriam: "No puedo rendirme y negar mi fe. Eso es lo que me hace ser quien soy. Me hace querer seguir luchando. Nosotros nos sentimos muy conectados con el pueblo de El Salvador. Nosotros tenemos la misma historia que muchos otros que perdieron a miembros de sus familias. Nosotros, además, tenemos que cargar con la responsabilidad de pagar impuestos al gobierno, y así nosotros pagamos por los fusiles y los uniformes. Pienso que sólo la fe nos va a ayudar a pasar por todo esto".
* * *
Monseñor Gregorio Rosa Chávez. Personalmente no estoy satisfecho. Pero las cosas humanas son así y uno tiene que aprender a respetar los procesos de justicia, aunque el caso no está cerrado, porque se puede apelar. Sin embargo estos juicios sientan un precedente. El juicio es aleccionador para que en el futuro los violadores a los derechos humanos sepan que no estarán tranquilos.
Nidia Díaz, diputada del Parlamento Centroamericano. El proceso que se realizó en Estados Unidos ha sacado a la luz una situación que se ha querido borrar. El caso no está cerrado, ya que los familiares de las víctimas podrían apelar la resolución. Un elemento importante en este caso es que queda claro que hubo abusos de poder y obstaculización de la justicia, y esto nadie lo puede negar. Los generales salvadoreños realmente obstaculizaron la justicia, y es esto lo que debe ser investigado a profundidad.
La hermana Maryknoll Cecilia Vandal. Es lamentable. No esperábamos eso. ¿Qué se puede decir? Nosotros pensamos que son culpables.
Padre José María Tojeira, rector de la UCA. En la resolución de este caso es importante que se exijan responsabilidades a las autoridades cuando cometen delitos. El hecho de que se les haya exonerado a los militares se debe a la situación caótica que el jurado percibió en El Salvador, lo que le llevó a pensar que estos militares no se daban cuenta de qué era lo que pasaba, aunque creo que no quita importancia a la necesidad de pedir responsabilidades. Lo que hicieron los familiares de las víctimas es pedir responsabilidades. El jurado ha dejado claro que las personas que fueron juzgadas no controlaban en realidad el ejército. Pero la impresión en El Salvador es que los jefes tenían control amplio sobre los mandos, es decir, que no era un ejército indisciplinado, en que cada uno hacía lo que le daba la gana, sino un ejército con bastante disciplina.
Robert Varenik, del Comité de Abogados en pro de los Derechos Humanos, Nueva York. Duele. En El Salvador hubo violaciones masivas de los derechos humanos, y los generales tenían, más que cualquier otra persona en El Salvador, la responsabilidad de frenarlas.
4 DE NOVIEMBRE
El ambiente de estos días, juicio de los responsables del asesinato de las monjas, debate público sobre el caso de los jesuitas y los dos mártires que recordamos, puso en el centro de la celebración el problema de la verdad y de los derechos humanos. Por ello también se eligió como evangelio el de Jesús ante Pilato. Muy bien lo explicó el P. Cardenal en su homilía.
Hay unos que no quieren saber nada de la verdad, si no que proclaman en público y con toda desvergüenza la mentira: son los líderes de los judíos que lanzan todo tipo de acusaciones falsas contra Jesús, como si éste hubiese sido un sedicioso, alborotador del pueblo, decidido a terminar con el imperio romano. Y como ocurre tantas veces, esa mentira está destinada a disfrazar intereses egoístas y crueles: eliminar a un Jesús que ponía en peligro los privilegios de la casta judía gobernante. La mentira está al servicio de que maten injustamente a un inocente, Jesús.
Hay otros que no quisieran mentir ni encubrir, sino que quisieran, en principio, conocer la verdad. Ese es Pilato. Pregunta a Jesús "qué es la verdad". Pero no se atreve a buscarla en serio, pues sólo le interesa una verdad que esté a su favor y que no le exija nada importante. Pilato no quiere matar a Jesús, pues comprende que la verdad es que Jesús es inocente, pero tampoco quiere arriesgar. Por eso se distancia y "se lava las manos". Con buena apariencia, pero mala conciencia, condena a Jesús.
Hay otros que buscan la verdad, dicen la verdad y se convierten para todos en camino de la verdad. Ese es Jesús. La verdad de su vida es clara para todo el que quiera verla: fidelidad a su padre Dios y fidelidad a un reino en el que tengan vida y dignidad los pobres de este mundo. Jesús elige la verdad que lleva a la vida de los pobres y a vivir él mismo como verdadero hijo de Dios y hermano nuestro. Pero no lo hace ingenuamente. Lucha contra la mentira, aunque eso le lleve a la muerte. Como ese Jesús, terminó el padre Cardenal, fueron los dos mártires que hoy recordamos.
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Amando López Quintana. Rector y profesor de teología, pero sobre todo fue de una gran bondad. A todos alegraba con su humor, el humor que nace de una gran fe en Dios. Nunca se negó a hacer un favor. En Nicaragua y en El Salvador arriesgó varias veces su vida por salvar a un herido o esconder a un perseguido en su cuarto, aunque él tuviese que dormir en el suelo. Esa fue su manera fundamental de defender los derechos humanos, la vida de pobres y perseguidos. También trabajó en la Comisión de Derechos Humanos del gobierno sandinista. Pero se salió de ella cuando dicha comisión no denunciaba las violaciones de los derechos humanos por parte del gobierno en el oriente del país.
Segundo Montes. Rector del colegio y profesor de física, decano de humanidades y profesor de sociología. Le encantaba visitar pueblos y aldeas para conocer a la gente y sus tradiciones. En 1975 fundó el Socorro Jurídico. Los cientos de miles de salvadoreños que tuvieron que abandonar el país le llegaron al corazón. Iba a visitarlos en los campamentos de Honduras. Comenzó una importante investigación sobre ellos y fundó el Instituto de Derechos Humanos de la UCA (IDHUCA). En los últimos meses apareció frecuentemente en la televisión y denunció con vigor la barbarie de los militares.
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Con alegría y esperanza, Ana colocó su papelito, despacio y delicadamente, como asegurándose que Monseñor Romero se lo recibía. Le miró fijamente, susurró unas palabras y dejó rodar una lágrima. Pasó su mano por las placas que reseñan los nombres de los mártires y por fin volvió a su asiento con actitud agradecida. Los cantos resonaban todavía con fuerza y ella se unió a las voces, como haciéndole saber al país que la batalla por la verdad y la memoria, no por humilde y silenciosa, haya perdido constancia y protagonismo. Todo eso ocurría en la capilla de la UCA.
Ana es de la comunidad El Paraíso. Ha venido para el II Encuentro de Escuelas de Teología Pastoral en la UCA junto con otras 450 personas. Los temas de discusión, catorce, abordaron problemas que van desde los ministerios de las mujeres en la Iglesia hasta sexualidad-VIH-SIDA, pasando por participación político-partidaria.
El P. Rodolfo Cardenal y el P. Jon Sobrino, en las conferencias que abrieron el encuentro, dejaron claro que ante la mentira, la inhumanidad, la sinrazón y la exclusión del modelo político-económico que se va consolidando en el país urge una respuesta cristiana de resistencia que retome firmemente la verdad y la memoria, y la devuelva a los pobres, siempre olvidados por los grandes medios y la historia oficial. Esto no ha pasado desapercibido para los agentes de pastoral que en este encuentro han querido retomar las batallas por una vida más justa y humana. Pero, además, había alegría y esperanza.
Una agente de pastoral decía con entusiasmo en la mesa de resistencia. "Salimos de mañanita de Jucuapa para poder estar a tiempo. No han podido venir todos, pero hemos venido bien representados y queremos llevar algo de la alegría y esperanza de toda esta gente que siguen creyendo con fuerza en la esperanza". Rosita, una ponente de la mesa de ministerios de las mujeres en la Iglesia, de Mejicanos, decía orgullosa: "Necesitamos valorar nuestra historia personal y resurgir del lodo en que nos han hecho caer por ser pobres, porque tenemos mucho que escribir con nuestra vivencia. Somos capaces de liderazgo y de profecía en nuestras comunidades". Otros, en la mesa de recuperación de la memoria histórica, se cuestionaban diciendo:"Se nos pone un desafío grande al ver que gente de otros países viene aquí y valora nuestra historia, emociona y da fuerza para no olvidar".
También estuvieron en el encuentro y compartieron su experiencia personas bien conocidas por su compromiso y solidaridad: el P. Rogelio Ponseele, de Perquín, Morazán, que vino con la alcaldesa Miriam Ramos y Carmen Elena; la Dra. Beatrice de Carrillo, Rubén Zamora, María Julia Hernández, de Tutela Legal; Marisa de Martínez, el legendario Don Pablo, de Cinquera, las hermanas de Maryknoll, María Annel y Lupita, ambas del equipo arquidiocesano contra el SIDA. También estaba gente de las mismas comunidades, que brillan por su sabiduría y testimonio: Fermina y Sergio, de San Rafael Cedros, que trabajan con la lectura comunitaria de la Biblia y en la agricultura ecológica. Por último, estuvieron algunos maestros y maestras de las mismas escuelas: Roswitha (Zaragoza), Peggy (San Bartolo), el P. Lorenzo (Usulután), Gabriel (ETP Mejicanos).
En las mesas de trabajo no se trataba sólo de escuchar. Era cuestión de confrontar el saber adquirido con la propia realidad, el corazón con la práctica de la misericordia.¡Toda una fuente de memoria, esperanza y resistencia de los pobres! Estudiar teología en esas escuelas no es sólo saber cosas en un mundo que nos quiere hacer ignorantes. Es un saber que nos cualifica para dar razón de nuestra esperanza, para actuar con la misericordia de Jesús. Es un saber que nos permite interpretar los signos de los tiempos, esas pequeñas cosas que permiten ver tras el horizonte oscuro y lleno de nubes un después iluminado. En este encuentro hemos compartido el saber, el testimonio, la alegría y el canto, el alimento y el encuentro. Pero por sobre todo, la esperanza.
Cuando comenzamos a organizar este encuentro, consultamos con los y las participantes de las Escuelas. Ellos enviaron representantes a una reunión aquí en la UCA, y nos sorprendieron los temas que la gente eligió para reflexionar: la mujer, laicos y laicas en la sociedad y en la Iglesia, y la política. Nos sorprendió especialmente el alto interés en este último tema.
Otra cosa importante: hay una gran sed de saber en la gente. Esto es lo que refleja la presencia de tanta gente en el Encuentro, gente sedienta de la Palabra de Dios y de todo tipo de conocimientos, ya que el sistema educativo se lo ha negado. Saben que en las Escuelas hay verdad, y no cualquiera, sino la verdad que da vida y que libera.
Otra cosa que consuela grandemente es la cantidad de gente que acudió con entusiasmo, alguna gente venía desde cantones muy remotos. Da consuelo también la generosidad de todas las personas a las que pedimos que tuvieran una exposición, en total 28 personas cargadas de trabajo y con responsabilidades grandes (Beatrice, María Julia, R. Ponseele, Miriam Ramos la alcaldesa de Perquín, R. Zamora...). Prácticamente nadie se excusó. Y sabían que iban a dirigirse sólo a una de las 14 mesas, o sea a un grupo pequeño, no a 500 personas.
No exagero cuando digo que a la gente le gustaron enormemente las conferencias y, tal vez, más que nada, las pláticas participativas de las mesas pequeñas. Los temas y el entusiasmo generado demuestran que esta gente quiere una Iglesia que defienda a los pobres e indefensos. Esto se refleja en los temas que seleccionaron y también en el plenario de la tarde cuando reflexionaron sobre el hermoso mural que habían hecho los estudiantes de arquitectura: "Veo como éstos (en el mural) tenían vendados los ojos y atados los brazos, pero ya ahorita se han liberado de esa ceguera. Esto es lo que está pasando ente nosotros".
Las encuestas del IUDOP muestran que la población salvadoreña carece de conocimientos de doctrina cristiana y maneja muchos esquemas fundamentalistas y apocalípticos. Sin embargo, se identifican con una Iglesia que defiende a los pobres y con la herencia de tantos mártires. Quieren una iglesia así.
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Escuelas de teología pastoral
Nombre de la escuela Departamento
Vicaría Monseñor Romero San Bartolo, Ilopango, San Salvador
Vicaría Mons. Luis Chávez y González Mejicanos, San Salvador
Vicaría Mons. Pineda Saldaña Santa Tecla, La Libertad
Vicaría de Zaragoza La Libertad
Paroquia José Obrero Plan del Pino, Soyapango, San Salvador
Vicaría Mons. Rivera Damas Usulután
Vicaría Mons. Castro Ramírez Jucuapa, Usulután
Diócesis de Sonsonate Nahuizalco, Sonsonate
Movimiento eclesial familiar "Familia Nueva San Salvador
Estas escuelas tienen un total de entre 500 y 560 lumnos
11 DE SEPTIEMBRE
Este sábado en la misa fueron recordados Nacho y Ellacu. Publicamos estractos de la homilía del Padre Mauricio Gaborit y, en otro lugar, la carta de Jon Sobrino a Ignacio Ellacuría. También ese día se celebró el IX aniversario de la YSUCA, uno de los proyecto más queridos de Ellacuría. Llegaron comunidades lejanas de Morazán y el Bajo Lempa, y trajeron un comunicado de apoyo a los jesuítas y a la UCA.
Homilía del Padre Mauricio Gaborit (fragmentos)
La lectura del evangelio de hoy en que conmemoramos a nuestros mártires Ignacio Ellacuría e Ignacio Martín Baró nos dice que la dedicación a la liberación de los oprimidos es central a la Buena Nueva que es Jesucristo. Sin ambigüedad y con sencillez Jesús escoge la compañía de aquellos a los que ha sido enviado para anunciar palabras de libertad. Los signos mesiánicos - que los cojos andan, que los ciegos ven, que los mudos cantan- se hacen realidad con su persona y con su mensaje. Ellos son la razón de ser de su misión. La vida de Jesús está entrañablemente unida a los excluidos, los sin nombre, los desprotegidos, los débiles.
Esto tuvo que cautivar a los dos Ignacios de inteligencia privilegiada y aguda para entender que el seguimiento de Jesús por parte de ellos implicaba la misma dedicación. Para que se introdujera en el país una nota de racionalidad y sensatez en medio de tanta violencia y represión trabajaron los dos con dedicación ejemplar. Lo que escribían, lo que debatían, lo que decían, iba orientado a estar de parte de los desprotegidos con la cercanía, la audacia y creatividad que nacen de un compromiso hondo y personal. Todos, aun sus detractores, reconocían en ambos mentes excepcionales dedicadas a indagar, a investigar, a escribir. Como académicos, filósofo uno, psicólogo otro, trataron de poner su labor intelectual al servicio de estos pobres de los que nos habla el Evangelio y de cuya amistad derivaban entusiasmo.
Pero lo que nos convoca hoy no es tanto su lucidez intelectual, ni los libros y artículos que escribieron, sino el amor que tuvieron a ese Jesús y al pueblo sufrido hasta entregar su vida. Lo que nos reúne es saber que los mataron por proteger a los desprotegidos, porque dejaron que la callada voz de los débiles les conmoviera de tal manera que se dedicaron a darles voz. Al final ofrendaron sus vidas de la misma manera en que lo hacían cotidianamente. En aquella noche nada se improvisó: ni la actitud de entrega a la Palabra y disponibilidad de ellos a acudir allí donde Dios les llamaba, ni las trampas, mentiras y determinación asesina de los que los ejecutaron. Ambos, mártires y verdugos, lo fueron porque sus opciones de vida les llevaron, por sendas distintas, a encontrarse en aquel cruce de caminos.
Porque la convicción nuestra es que, tal como a Jesús, a ellos no les arrebataron la vida, ellos la entregaron, obviamente, sin saber cuándo ni cómo lo harían de una manera definitiva. El martirio no es el resultado de una carrera académica ni la meta de unos planes, por muy espirituales que éstos sean. Es un regalo de Dios que, en el caso de Ellacu y Nacho, vino al final de una vida caracterizada por la defensa de los derechos de los pobres...
La vida de Nacho y de Ellacu es un recuerdo de Jesús. Y la vida nuestra no es cuestión de olvido. ¿Es cuestión de recordar! Y por eso estamos alegres. Estamos alegres porque vivimos de la esperanza, porque, por el ejemplo que nos han dejado Nacho y Ellacu, sabemos que vivir en solidaridad, a pesar de nuestras limitaciones personales, es posible. Nuestra alegría será mayor cuando se haga verdadera justicia y los responsables de tan abominable asesinato reconozcan su responsabilidad y su culpa para estar dispuestos a recibir el perdón del pueblo que vive de la gracia del Crucificado. Y estaremos más alegres cuando nos podamos sentar todos juntos reconciliados alrededor de la mesa del Señor, ya no divididos entre víctimas y verdugos, poderosos y débiles, oprimidos y opresores, sino hermanos todos y hermanas todas en el Senor. Es así como queremos recordar.
YSUCA: Nueve años de estar "con vos"
El 11 de noviembre YSUCA cumplió nueve años de estar en el aire. Celebramos un acto de acción de gracias presidido por el P. Cardenal, y luego hubo un festival de canto, poesía y teatro. Al celebrar, nos hemos hecho las siguientes reflexiones.
¿Cómo nos percibe la población? En estos nueve años la YSUCA se ha posicionado como una radio claramente participativa. Ha dado palabra a los ciudadanos y ciudadanas comunes, y así lo perciben los oyentes. Por eso a la celebración llegaron oyentes de Chalatenango, Usulután, San Miguel, La Libertad, Santa Ana, Morazán, La Paz y el gran San Salvador. En total unas 500 personas, que llenaron el auditorium de la UCA y expresaron su cariño e identificación.
Uno de los participantes, venido desde el extremo oriental del país, comentaba: "Ni los partidos políticos grandes tienen este poder de convocatoria, a pesar de que manejan recursos a su antojo. Los que han venido aquí, lo han hecho con sus propios recursos y sólo movidos por su identificación con una radio que consideran suya". Recibimos palabras similares a través de cientos de llamadas telefónicas, cartas y correos electrónicos de todo el país.
Eso es también lo que se lee en un comunicado del 11 de noviembre que trajeron las comunidades de Jiquilisco y Usulután. Dice que la YSUCA es una voz profética (que anuncia buenas nuevas y denuncia los males a los que está sometido el pueblo), una voz educativa (por sus programas de orientación en la salud, en los derechos humanos, en la realidad ecológica), una voz informativa (que ilumina la realidad del país desde la verdad), una voz participativa (porque abre espacios para anunciar y denunciar los problemas, desafíos y esperanzas del pueblo pobre), una voz de lucha y resistencia, porque genera acompañamiento y esperanza), una voz solidaria (porque alivia el sufrimiento de las poblaciones mas vulnerables). En otro comunicado, que se publica más adelante, esas mismas comunidades, de gente pobre y sencilla, apoyan y animan a la UCA en su trabajo por investigar la verdad del caso jesuítas.
Así nos percibe la gente pobre desde su sinceridad y cariño. Rogelio Ponseele, sacerdote que acompaña fielmente a las comunidades de Morazán, nos decía: "A veces, allá lejos en Morazán, las comunidades sienten soledad, y yo también. La YSUCA nos ayuda a no sentirnos solos y a vivir en comunidad".
"Que el pueblo haga sentir su voz". Este fue uno de los deseos del P. Ellacuría que YSUCA asumió como su misión. En efecto, la radio busca la participación y expresión ciudadana a fin de desarrollar y potenciar una cultura democrática y de contribuir a la formación de una conciencia colectiva bien informada, crítica y constructora de una democracia real. En esto estribará el éxito de nuestra radio. Por eso buscamos que el pueblo haga oír su voz, y por eso tienen gran demanda nuestros programas de expresión ciudadana. El programa "Hablemos claro", ya ha visitado 12 de los 14 departamentos del país a petición de organizaciones comunales, iglesias y movimientos ecológicos, de mujeres, promotores de derechos humanos...
Buscamos que el pueblo reflexione sobre la situación del país, y por eso hemos desarrollado espacios de expresión donde se debaten temas propuestos por la comunidad y por sus propios protagonistas. Buscamos un desarrollo económico del país que lleve al desarrollo humano y que resuelva el problema de la injusticia con racionalidad, y por eso difundimos la producción teórico-práctica de las distintas unidades de la universidad.
A los nueve años nuestro lema de ser "La voz con vos" cobra fuerza, concreción, acogida e identidad.
Carlos Ayala
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La Compañía de Jesús (los Padres Jesuítas), en nombre de las víctimas matirizadas al interior de la misma universidad católica la noche del 15 al 16 de noviembre de 1989, pide a la Fiscalía General de la República investigar la AUTORIA INTELECTUAL DEL ASESINATO.
Esto ha provocado una serie de reacciones que nos han sorprendido por LO QUE DICEN Y POR QUIENES LO DICEN. Se le acusa a la Compañía de Jesús de dar cabida al odio y a la venganza, de querer abrir heridas ya sanadas, de estar en desacuerdo con el pueblo que ya optó por el perdón y no por la justicia, de actuar contra el espíritu de la ley de amnistía que incita al perdón y al olvido, de ser parte los jesuítas de una conspiración que busca dañar la imagen de nuestro país a nivel internacional, y de querer provocar, incluso, actos violentos.
Poniéndonos en el lugar de las víctimas y de las personas cercanas a las víctimas, ante estas acusaciones nos preguntamos:
¿Es malo querer saber la verdad y reclamar justicia en un caso tan doloroso, que indignó a la humanidad entera?
¿Es malo acudir a las instancias judiciales competentes para que procesen el caso y emitan su juicio?
¿Quiénes quieren la violencia? ¿Los que reclaman justicia, y para eso acuden a las instancias creadas para ello, o los que amenazan con ella?
La paz se basa en la justicia. La justicia se basa en la verdad. ¿Será posible el perdón sin justicia y sin verdad?
¿Sería contra el espíritu de la ley de la amnistía pedir que se esclarezca la verdad y se haga justicia para que los que pensaron y mandaron a ejecutar este grave delito puedan llegar a ser amnistiados de verdad a través de un perdón sincero y profundo?
¿No es necesario que se acabe la impunidad, ya que sólo el 1% de los delitos graves son juzgados?
Nuestra reflexión nos llevó a la siguiente conclusión. Pedir justicia no es odio o venganza, sino derecho. Además, es una necesidad para, de alguna manera, rectificar nuestro pasado y nuestro presente, y para entonces, juntos, poder construir sobre la base de la verdad una patria mejor, de acuerdo al plan de Dios.
Este comentario, además de ser un estímulo para nuestros hermanos jesuítas, es una invitación a todos los cristianos a que hagan juicio y aclaren sus pensamientos para orientar a más personas en medio de una propaganda encubridora.
"LA VERDAD NOS HARA LIBRES" (Juan 8, 23)
Comunidades eclesiales de base
12 DE NOVIEMBRE
Tenía ya ocho años de celebrar fuera del país el martirio en la UCA. En el marco del XI Aniversario, el domingo 12 de noviembre a las 8:30 a. m. asistí a una eucaristía en la cripta de catedral, celebrada por el P. José María Tojeira, donde la UCA se presentaba ante Monseñor Romero.
El ambiente acogedor, sencillo y devoto expresaba muy bien aquello de que "cada cual con su taburete tiene un puesto y una misión" alrededor del altar. Estudiantes y trabajadores de la UCA, profesionales y campesinas, mujeres y hombres, adultos y niños, viejos y adolescentes, nos mezclábamos de forma espontánea, fraterna y gozosa. Los cantos, las lecturas, las ofrendas, todo propició una unión de fe honda y convencida de que el recordar a los mártires y a las mártires de nuestro país no nos ata nostálgicamente al pasado sino que nos impulsa a enfrentar con entusiasmo y coherencia el presente y a saber mirar, con ilusión y realismo, hacia el futuro.
Es la fiesta del recuerdo, un volver a pasar por el corazón que, como dijo el Rector de la universidad, nos mueve "a perdonar, a expulsar de nuestros corazones el resentimiento y el rencor", y también y con no menos urgencia posibilita el que "aprendamos a pedir perdón". Esto es, según sus palabras, lo que la Compañía de Jesús y la UCA pretenden con su insistencia en que se abra un proceso judicial a los presuntos autores intelectuales del asesinato del "noviembre herido".
Qué agradable fue releer el poema de Francisco Andrés Escobar: "que aprendan a pedir perdón". Nadie quiere hacerles daño sino que "se les pide pongan el grano de arena que les corresponde en un proceso real y sincero de reconciliación". Sonaron los aplausos.
Rolando Alvarado, S.J.
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La UCA y Monseñor Romero
"Ayer por la tarde, la UCA fue atacada por primera vez y sin ninguna provocación. Un buen equipo bélico tomó este operativo a la 1:15 de la tarde con la Policía Nacional. Ingresaron al campus disparando, y un estudiante que se encontraba estudiando matemáticas, Manuel Orantes Guillén, fue asesinado. Me dicen también que han desaparecido varios estudiantes y que sus familiares y la UCA protestan por el allanamiento de un campus que debe de hacerse respetar en su autonomía. La UCA muestra que no está armada para defenderse y que ha sido un atropello sin ningún motivo". Ultima homilía dominical de Mons. Romero, 23 de marzo de 1980.
"Se ha dicho malintencionadamente que Monseñor Romero fue manipulado por nuestra Universidad. Es hora de decir pública y solemnemente que no fue así. Ciertamente Monseñor Romero pidió nuestra colaboración en múltiples ocasiones y esto representa y representará para nosotros un gran honor, por quien nos la pidió y por la causa para la que nos la pidió. Pero en todas esas colaboraciones no hay duda de quién era el maestro y de quién era el auxiliar, de quién era el pastor que marca las directrices y de quién era el ejecutor, de quién era el profeta que desentrañaba el misterio y de quién era el seguidor, de quién era el animador y de quién era el animado, de quién era la voz y de quién era el eco". Ignacio Ellacuría, marzo 1985, con ocasión de la concesión a Monseñor Romero del doctorado honoris causa.
14 DE NOVIEMBRE
En la cátedra de Realidad Nacional el P. Tojeira y el P. Cardenal, éste en forma de tesis, abordaron la realidad del país desde el fracaso de la justicia. Presentamos un resumen de lo que dijeron. Los textos completos aparecerán en el número noviembre-diciembre de la revista ECA.
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Analizar el sistema judicial requiere siempre contextualizarlo. Algunos aspectos de la situación estructural, sobre todo económica y cultural, siguen dañando enormemente a lo que debía ser la justicia legal: el fiel de la balanza equilibradora y defensora de la igual dignidad humana que nuestras leyes reconocen.
Una sociedad con injusticias estructurales graves no puede tener un sistema judicial justo. Si la sociedad está organizada de tal manera que la riqueza producida por todos se distribuye sin equidad y sin justicia, si quienes tienen más lo consiguen no tanto trabajando, sino aprovechándose descaradamente del trabajo de otros sin reconocer al menos un salario digno, es difícil pensar que la maquinaria de la justicia pueda superar la fuerza de la maquinaria que mantiene a la sociedad en su desigualdad. La injusticia estructural, además, no se mantiene nunca a través de leyes democráticas, sino a través del autoritarismo. La injusticia estructural, por último, genera violencia. Ella misma es violenta en sí misma, pues niega no sólo la igualdad de oportunidades, sino la dignidad de la persona y su desarrollo, así como la libertad.
En el campo que nos ocupa, la injusticia estructural limita el desarrollo legal del país y la coherencia entre legislación y la realidad. Todavía pesa la herencia de una cultura acostumbrada a mantener leyes ideales y funcionar con sistemas y modos que se separan de las mismas. El menosprecio de la legalidad como parte de nuestra cultura nos lleva a analizar a los operadores del sistema de justicia.
Los jueces. A pesar de los avances, es necesario decir que todavía quedan jueces que oprimen la verdad, y que más de uno convierte "en compra y venta la justicia". El dinero sigue aceitando resoluciones en mayor proporción de lo que desearíamos
La Fiscalía, débil, poco preparada, demasiado dependiente de los nombramientos políticos y de las presiones económicas, ha adquirido el monopolio de la acción penal. Indudablemente son demasiados los casos que han demostrado su ineficacia.
La policía. Ha mejorado, pero la cultura de la violencia, del autoritarismo y de la corrupción se ha ido infiltrando en este nuevo cuerpo, a veces de la mano de antiguos agentes de las policías anteriores
La Procuraduría General de la República ha tenido una actuación discreta y relativamente eficaz.
El resultado es la ausencia de una política criminal de conjunto que permita enfrentar con mayor éxito el clima de delincuencia que vivimos. Nuestras propuestas son las siguientes:
*Organización solidaria de la sociedad civil.
*Promoción de los derechos económicos y sociales, y ampliación de los instrumentos de defensa de los DDHH; promoción de instrumentos de mediación, traslado a la sociedad civil de instrumentos de solución pacífica de conflictos, y ampliación de los instrumentos de defensoría del consumidor o usuario de servicios.
*Supervisión del funcionamiento del Estado, especialmente de las instancias destinadas a defender la seguridad, la legalidad y la justa aplicación de las leyes.
*Presión sobre los sectores políticos para que acepten las reglas del juego democrático y del Estado Social de Derecho.
*Impulso a una nueva cultura que parta de la igual dignidad de la persona humana, que defienda su autonomía, y por ende la oferta de una igualdad de oportunidades, y que se base en la solidaridad como elemento básico de cohesión social.
No son tareas fáciles, pero sí indispensables. El desarrollo no se logra produciendo más dinero. Hay que invertir en cultura, en institucionalidad, en respeto a las leyes .
P. José M. Tojeira
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El concepto de la rendición de cuentas y, por lo tanto, la obligación de asumir responsabilidades y reparar los daños ocasionados por acciones negligentes, irracionales e irresponsables es prácticamente desconocido en El Salvador. Es por eso que nos encontramos con hechos, algunos de ellos horrendos, pero sin responsables. Los funcionarios estatales tienen que recurrir a explicaciones increíbles o justificaciones inaceptables cuando intentan dar cuenta de esta paradoja. Jurídicamente, la ausencia de este concepto de rendición de cuentas, fundamental en toda democracia, se explica por la inexistencia de una justicia criminal.
La trascendencia del caso de los jesuitas está relacionada con este aspecto fundamental en la democracia occidental, pero del cual carece El Salvador. Prueba de ello es que el patrón de la justicia criminal seguido en este caso se encuentra en otros crímenes comunes, cuyos hechores gozan de la misma impunidad que los autores intelectuales de la masacre de noviembre de la UCA.
Tesis 1. El precio pagado por una transición pacífica es la ley de amnistía, sacrificando el derecho de las víctimas a la justicia y convirtiéndose en impunidad.
Tesis 2. Los negociadores nunca discutieron un acuerdo común para enfrentar lo sucedido durante la guerra y ninguno de ellos se preocupó por proteger los derechos de las víctimas.
Tesis 3. La impunidad que beneficia a los violadores de los derechos humanos del pasado es la misma que impide perseguir el delito en la actualidad.
Tesis 4. El gobierno de Estados Unidos ha contribuido a la impunidad por ceguera política e ideológica y por intereses particulares de sus dependencias.
Tesis 5. Aunque la Comisión de la verdad proporcionó alguna medida de verdad, el gobierno, a pesar de su preocupación por la santidad de la ley, anuló toda forma de justicia basada en el informe de la Comisión o de procedimientos judiciales. El sistema judicial fue así excluido del proceso de determinación de la verdad y buscar justicia.
Tesis 6. La estructura de impunidad tiene propósitos políticos determinados, pero es posible por la existencia de jueces incompetentes y corruptos, justicia constitucional deficiente, justicia criminal lenta, exacerbando el problema de los reos sin condena que sigue siendo del 80 por ciento, concentración de funciones administrativas en una Corte Suprema de Justicia que controla el poder, carrera judicial inadecuada.
Tesis 7. El concepto de que los casos criminales debieran decidirse en base a la evidencia y no en base al poder político y económico del sospechoso o la víctima es revolucionario.
Tesis 8. Lla reforma judicial por la inercia de los padrones de décadas tiende a reforzar el autoritarismo y a menoscabar los derechos de acusados y víctimas.
P. Rodolfo Cardenal
15 Y 16 DE NOVIEMBRE
Los días 15 y 16 son el corazón del aniversario. Por la UCA se ven no sólo estudiantes y profesores, comités de solidaridad, religiosas y sacerdotes, sino gentes del pueblo, del campo y la ciudad. Los números no son lo más importante, pero algo indican. Este año llegaron a la vigilia unas ocho mil personas. Como el año pasado, llegaron muchos jóvenes y comunidades populares de todo el país.
El día 15 es siempre muy variopinto: torneo deportivo con jóvenes de la UCA, de las comunidades de Chalatenango y de otras. Alfombras, que en total fueron nueve, con el trabajo de centenares de estudiantes de diversas facultades. También esa mañana se inauguraron los nuevos laboratorios de ciencia e ingeniería.
La tarde comenzó con una romería. Muchísima gente visitó el salón de afiches, la sala de los mártires, el jardín de rosas y la capilla donde reposan. En muchos rostros de gente sencilla se notaba la devoción, veneración y gran respeto por estos santos lugares. Muchos, con lágrimas en sus ojos, recordaban la entrega generosa de los mártires.
A las seis y media comenzó la procesión de farolitos. Con candelas encendidas en la oscuridad miles de gentes buscaban luz para sus vidas, y, caminando juna de los mártires.
A las seis y media comenzó la procesión de farolitos. Con candelas encendidas en la oscuridad miles de gentes buscaban luz para sus vidas, y, caminando juntos, sentido de comunidad y pertenencia. Este es uno de los puntos culminantes de la vigilia. En medio de cantos y de oraciones, de caminar acompasado, la gente recuerda, se pregunta y pide a Dios el milagro de la vida y de la esperanza.
La eucaristía fue muy buena. La música generaba gozo y alegría. El grupo Exceso de Equipaje tocó, con gran belleza como siempre, la misa mesoamericana, y así se podía recordar a los diversos mártires y pueblos a través de la música de sus países. Las ofrendas expresaron el compromiso en la vida diaria. Las peticiones de los fieles, este año en 13 idiomas, mostraron el impacto de los mártires más allá de las fronteras salvadoreñas. En un momento dado, un árabe pidió, en español, "por los mártires palestinos", y después continúo en su lengua. Aunque la gente no entendía el lenguaje, prorrumpió en un espontáneo y prolongado aplauso. Junto a él el P. Espinoza, en hebreo, pidió a Dios por la paz y la reconciliación de árabes e israelitas en la tierra del Señor. En la homilía el P. Adán Cuadra, provincial de la Compañía de Jesús en Centroamérica, ratificó
%solemne y oficialmente, pudiéramos decir% la opción de los jesuitas por la justicia que siempre debe ir unida a la fe, y ratificó también la decisión de buscar el esclarecimiento del caso. En definitiva recalcó una vez más la importancia de la verdad y la justicia. Y recordó que, en lo personal, los jesuitas ya han otorgado el perdón de corazón.De diez de la noche a casi las seis de la mañana
%ocho horas% se desarrolló el acto cultural. Hubo participación de grupos musicales, danzas folklóricas, quemada de toritos pinto y fogata. Los grupos y comunidades provenían de todo el país. Por todo, unos quince. Estudiantes y empleados de la UCA ayudaron a que la vigilia fuese un éxito. Los estudiantes de comunicaciones filmaron los preparativos de las celebraciones y proyectaron los videos durante la vigilia.El día 16, Monseñor José Adolfo Mojica, obispo de Sonsonate, presidió la solemne eucaristía final con unos 50 sacerdotes. En su homilía enumeró las lecciones que nos dejan los mártires. Cantó el coro de la UCA y hubo varias ofrendas. Entre otras, una fue presentada por niños y niñas, recordando a Kathy Miranda y pidiendo que se respeten sus derechos de niños. La gente les respondió con un gran aplauso.
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De la homilía del P. Adán Cuadra, S.J., provincial de la Compañía de Jesús
Hoy se nos pide a la Iglesia, a la comunidad de los cristianos, que vivamos a fondo y en serio el jubileo, constituyéndonos en promotores y constructores permanentes de las alegrías que les han sido quitadas a los pobres. Y entonces podremos decir con Jesús "hoy se cumplen las profecías que hemos escuchado".
Celebramos este aniversario también en medio de las voces exaltadas de los poderosos que acusan a la UCA y a la Compañía de Jesús de estar abriendo las heridas de la guerra y de poner en peligro la estabilidad social del país, porque estamos buscando con honradez la verdad y la justicia en el caso del asesinato de nuestros compañeros de la UCA y de Elba y Celina, recurriendo para ello a los medios legales establecidos por las mismas instituciones públicas, que deberían funcionar con la misma imparcialidad para grandes y pequeños. Esto lo consideran ellos intolerancia que nos impide olvidar y perdonar, y lo consideran ellos soberbia porque estaríamos buscando a cualquier costo diferenciar la muerte de los jesuitas de miles de muertes que ocurrieron durante el cruento conflicto militar. Lejos de nosotros está el querer abrir heridas. Estas siguen todavía abiertas, tal vez tapadas con una leve gasa que no las deja sanar por no airearse. Y más lejos aún de nosotros, los jesuitas, está el querer distinguirnos y separarnos de los innumerables mártires que nos dieron la vida al entregar la suya de diversas maneras.
La Compañía de Jesús está convencida de que en el esclarecimiento de esta verdad particular se estará esclareciendo también la verdad de muchas muertes más y está convencida de que, si se abre juicio para los autores intelectuales del asesinato de los jesuitas y de Elba y Celina, investigando con seriedad y exhaustividad, y haciendo justicia apegada a la verdad de lo sucedido, el Estado de derecho y la democracia en nuestro país saldrán fortalecidas y será garantía para que podamos tener una verdadera paz y estabilidad en El Salvador.
En la manera como asumamos nuestro pasado tan duro, así será la calidad de la paz que tendremos en el presente y la calidad de la esperanza con que construiremos el futuro. Los mártires son un factor seguro para la paz firme y duradera. Por eso, celebramos su memoria, y con ellos nos comprometemos para que el pasado sólo pueda ser fuente de una suerte nueva para la sociedad salvadoreña, y nunca fuente y razón para nuevas y agudas injusticias.
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De la homilía de Monseñor Mojica, obispo de Sonsonate
Antes de puntualizar las lecciones que nos dejan, quiero decirles que, personalmente, tuve la suerte de conocer a los seis sacerdotes asesinados hace once años en los alrededores del Campus Universitario y quiero testimoniar que siempre he estado cerca de los padres Jesuitas. Fui formado por ellos en el Seminario Mayor San José de la Montaña. Allí tuve la oportunidad de conocerlos cuando eran jóvenes sacerdotes. Y luego siempre he seguido de cerca su trabajo y sus grandes esfuerzos por ayudar a este pueblo salvadoreño a salir del subdesarrollo y de la dependencia estructural que le ata. He admirado su trabajo, y su muerte martirial vino a poner de relieve su altura humana y cristiana y su gran disponibilidad a hacer la voluntad de Dios. Volviendo al tema de las lecciones que todos debemos asumir trataré de resumirlas de la siguiente manera:
a) Los mártires no solo nos interpelan, sino que, además, son punto de referencia obligatorio y fuerza para continuar (cfr. ECA, nov-dic.99 pag. 972). Frente a sus testimonio, ni pastores, ni laicos podemos permanecer indiferentes ante tanta injusticia.
b) Su recuerdo siempre ha sido una forma eficaz de resistencia y de protesta ante las injusticias y violencias pasadas y presentes. Nuestra pasividad nos hace cómplices de tanta miseria humana. Urge que busquemos juntos, pastores y laicos, las formas más eficaces de expresar nuestro desacuerdo y nuestra protesta por tanta violación a los derechos más elementales de los más pobres.
c) Su recuerdo es también anuncio de una utopía y actualización de la esperanza, en cuanto mantiene vivo el ideal de una sociedad plenamente humana, fraterna y solidaria. El pensamiento y la política neoliberal carecen de utopías. El único horizonte abierto para estos nuevos artífices sociales es el enriquecimiento sin límites de unos cuantos ricos y la condena sin ningún miramiento de la inmensa mayoría de la población a vivir en la extrema pobreza y a ser excluidos de toda participación en todos los campos de la vida social.
d) Nos enseñaron a bajar de la cruz al pueblo crucificado, como lo expresó muchas veces el Padre Ignacio Ellacuría.
e) Nos comunican una luz que penetra en el corazón y en la mente de quienes les admiramos como hombres de fe y verdaderos discípulos de Jesús. En este momento nuestra historia patria está llena de tinieblas, violencia indiscriminada, irrespeto a los derechos fundamentales principalmente de niños, niñas y mujeres, que son frecuentemente maltratados, violencia intrafamiliar, secuestros, corrupción a todos los niveles, y la pobreza extrema que cada día se profundiza más y más.
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La vigilia en números
Asistieron alrededor de ocho mil personas. De los 14 departamentos del país llegaron delegaciones de 57 parroquias, 28 comunidades, 15 congregaciones de religiosas y 10 congregaciones de religiosos. También había representantes de la Iglesia Bautista Emmanuel, Iglesia Luterana Salvadoreña e Iglesia Episcopal, grupos de solidaridad de 16 países, miembros de varios movimientos juveniles y estudiantes de varias universidades.
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Testimonios
Publicamos fragmentos de una carta del obispo de Jerusalén en el exilio. El texto íntegro es más duro y beligerante. Pero dos cosas se pueden aprender. Una es - cosa hoy muy olvidada en nuestro mundo y en muchas de nuestras iglesias- que la fe nos mueve a mirar a las víctimas, en este caso las de Palestina, y a no quedarse de brazos cruzados. Otra es la ternura: el obispo escribe a los niños de un pueblo. Al momento de publicar esta carta son más de doscientos el número de muertos palestinos y alrededor de una decena los muertos israelíes.
En mi exilio estoy lejos de ustedes, pero sólo físicamente. De otra forma estoy con ustedes durante todo el tiempo, en mi corazón, con mis pensamientos y mis oraciones. En estos difíciles momentos que están atravesando les siento mucho más íntimamente que antes. Mi deseo es estar con ustedes, manifestarme con ustedes y estar preparado para morir por ustedes. Sería un honor para mí morir en el campo de batalla, porque según entiendo éste es mi deber ante Dios y mi país.
La humanidad de una persona se conmemora sólo por dos cosas. Primero, por estar de pie en la solidaridad, sin ningún compromiso ni interés, del lado de los oprimimos, sin privilegios. Segundo, por estar de pie contra los opresores, no importa quiénes sean y no importa a qué precio. Estar callado es una señal de cobardía. Como árabe y como Obispo de Jerusalén mi conciencia me obliga a defender a mis fieles y a mis niños. Es ya bastante, nuestra paciencia ha alcanzado su límite...
Nuestro pueblo palestino vive bajo la ocupación sin derechos y sin dignidad. Los palestinos son extraños en su propio país y prisioneros en su propia casa. Israel robó nuestras tierras y ha dejado a muchas personas sin casa ni hogar. Israel nos quitó nuestros derechos y deshonró nuestra dignidad. Profanó nuestros sitios sagrados y asesinó a los fieles en Al Ibrahimi, la mezquita de Hebrón...
Israel está atacando a los héroes desarmados. Sólo tienen piedras, aún así están armados con su determinación y su fe, y ellos vencerán. Asesinaron a decenas de personas y los heridos se cuentan por miles, Israel continúa aniquilándonos moral y físicamente. Estamos luchando por la vida. Pero la vida no es sólo comer y beber. No sólo de pan vive el hombre. La vida es la dignidad y la patria. Este es nuestro único camino y lo hemos tomado. O vivimos con dignidad en nuestras casas o morimos con dignidad defendiendo nuestros derechos. Si todos debemos morir, sería una vergüenza morir como un cobarde.
Nuestro objetivo es una paz justa que nos garantice una vida digna en una patria libre, soberana e independiente. Sus fronteras son las fronteras del 4 de junio de 1967 y Jerusalén es su capital. Nosotros no estamos pidiendo nada nuevo. Esto es nuestro. Este es nuestro derecho básico y mínimo, de acuerdo a las resoluciones 242 y 338 de las Naciones Unidas. Bajo esta línea sólo está el 21% del territorio de Palestina. Israel tiene que escoger ahora más que nunca, o la paz o la continuación de la ocupación...
No nos arrodillaremos y no nos rendiremos. Nuestros mártires son inocentes y nuestros heridos son luces que nos muestran la forma, la manera de devolver la mezquita de Al-Aqsa, la Iglesia del Santo Sepulcro, a Palestina. El camino está lleno de espinas. Está lleno de sacrificios. La luz del alba sólo sale después de una noche oscura. La revolución sólo puede ocurrir a través del parto de penas y el maíz no puede vivir a menos que se entierre en la tierra. Si la muerte es su vida, su fertilidad es su resurrección...
Elarion Cappuchi,
Obispo de Jerusalén en el exilio.
23 de Octubre, 2000
El domingo 22 de octubre tuve la gracia de participar en la jornada misionera mundial en la Plaza de San Pedro, en Roma. El corazón se me estremecía en medio de aquella muchedumbre jubilar cuando vi la bandera de El Salvador que recorría las gradas que llevan al patio de la basílica. Desde que salí de esa amada tierra salvadoreña, hace unos meses, no se me escapa ninguna oportunidad de dejar flotar hasta la piel y los ojos la profunda nostalgia y gratitud que siento dentro de mí por cuanto Dios me ha regalado por medio del pueblo salvadoreño. En esta ocasión, la fiesta de todos los colores y de todas las culturas reunidas en San Pedro hicieron vibrar aún más mi corazón. Los países de los cinco continentes pasaron echando un puño de su tierra dentro de grandes ánforas ubicadas en frente de la tarima pontificia, mientras se alternaban cantos típicos que llegaban hasta el cielo, el único cielo azul que nos une a todos.
Sin embargo, no es sólo folklore ni sentimiento, lo que me ha movido a recordar con gozo esta jornada. El corazón vibró de pasión también durante la celebración eucarística, porque en ella se proclamó el mensaje profético que no podemos dejar de acoger y meditar. Quiso la providencia que el Evangelio del día tocase el meollo del misterio de la encarnación, y Juan Pablo II lo transformó en un mensaje de vida, repleto de perlas para la reflexión. En esto me quiero entretener un poco.
"El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate de muchos" (Marcos 10, 45). Yendo a lo esencial, el papa deja claro que el servicio, la diakonía, es el alma de la misión. Si Jesús fue "el misionero del Padre", a él tenemos que dirigir la mirada para aprender "el sentido y el estilo de la misión", y éste es el estilo de la diakonía. Diaconía significa servicio, pero también entrega, hasta de la vida. Jesús mismo se presenta como el "Siervo": Siervo de Dios (doulos, en griego, el Siervo de Yahwé de Isaías) y siervo de todos los hombres y mujeres (diákonos). La obediencia al Padre del Siervo lo hace sumo sacerdote (cfr. Hbr 3, 1), pero esta obediencia se encarna en la diaconía hacia los hermanos, especialmente los más necesitados.
Aquí está el modelo para la Iglesia, que el papa define como "imperativo fundamental" e "indicación de método para su misión". Es decir, el sentido y el estilo de la misión es la diaconía. No hay misión si no hay diaconía. Y esto trae consecuencias para el mensaje misionero. Es poner las cosas "patas arriba".
El primer paso, en efecto, es el reconocimiento de la gracia de la fe recibida por Dios, que nace "como fuego de amor" sólo de la contemplación de Jesús siervo. Y la irradiación de este amor es la actitud diaconal de la gratitud hacia los hermanos, del reconocimiento del otro en todo su valor, del respeto y de la "profunda estima frente a lo que hay en todo hombre" (cfr. Redemptor Hominis 12) y en toda cultura. Nada de partir para enseñar, nada de llegar para corregir. Lo primero es contemplar con "los ojos y el corazón de Dios" lo que él ya ha sembrado en aquel pueblo, en aquella cultura, en aquella comunidad, en aquel hombre y aquella mujer con quienes estoy llamado a compartir un trozo de mi camino. Así, cada uno de nosotros, como cristiano, y la Iglesia entera, estamos llamados a acercarnos "a la persona humana con la discreción y el respeto de quien debe realizar un servicio" y no pretende obligar a nadie.
¿Qué gran maestro es Jesús en este estilo diaconal! El siempre preguntaba a los necesitados que se le acercaban: "¿Qué quieres que te haga?". Aun frente a la evidencia, nadie tiene derecho a adelantarse a la libertad del hermano. Y cuántas veces nosotros, con la pretensión de conocer de antemano lo que el otro necesita, hemos "metido la pata", con consecuencias terribles. Una revisión de la historia de la evangelización de América Latina desde esta perspectiva bastaría para iluminar lo dicho. Demasiadas veces el ansia de dominio nos ha hecho confundir el Evangelio con la ley de este mundo, olvidando el mandamiento del amor diaconal en favor de una mezquina carrera por el poder.
Podemos decir, entonces, que lo primero es el testimonio. Tal vez parezca absurdo, pero en este estilo diaconal está también el primer anuncio, que el papa define como "el primero y más grande servicio". Creo realmente que anunciar el Evangelio significa antes que nada hacerlo vida cotidiana en aquella actitud del lavatorio de los pies que en la última cena Jesús explicitó mucho más de lo que harían las palabras (cfr. Jn 13, 1ss). De allí brota mucho del sentido sacramental de la Eucaristía: una vida sacramental, vivida diaconalmente día tras día, otorga el verdadero sentido a la celebración eucarística sacramental. Esto no quita valor e importancia al anuncio a través de las palabras. Jesús no renunció a la predicación, y el Padre quiso hablar a través de los profetas (cfr. Hbr 1, 1-2). Y quizás hoy, más que nunca, tenga sentido un ministerio de la palabra que recupere la pasión y la seducción de lo que es el corazón de la revelación: el amor de Dios a los últimos y los pequeños. Pero este anuncio debe ir acompañado de la vida, pues de lo contrario pierde credibilidad. Nos lo enseñó Monseñor Romero, profeta por ser mártir (es decir, testigo) en la vida y hasta dar su vida como siervo.
Con todo esto, Juan Pablo II no renuncia a subrayar el valor profético de este estilo misionero diaconal. En la línea de Jesús, esto implica una denuncia a los valores de este mundo, al espíritu de dominación que regula todas las relaciones a nuestro alrededor. La Iglesia diaconal se vuelve, entonces, piedra de escándalo, como lo fue Jesús, para los poderes de este mundo, porque es la lógica del servicio, arraigada en la "fuerza de la debilidad". Es contraria a la ley del más fuerte que regula las relaciones sociales y económicas, tanto en El Salvador como en la tan mencionada aldea global del milenio.
Juan Pablo II define la "profecía de un nuevo estilo de relaciones que hay que promover no solamente en la comunidad cristiana" (ojalá empecemos por ahí), "sino también en la sociedad'. Creo que éste es el camino para mantener viva la utopía, el "humus" donde se cultiva la esperanza: relaciones nuevas donde los hombres y las mujeres compiten para hacerse servidores los unos de los otros. Es el camino privilegiado para alcanzar la tan añorada paz, hoy lejana también de aquella Jerusalén, donde serán convocados todos los pueblos (cfr. Sal 122). En la cotidianidad de las relaciones se comienza a hacer real el sueño de cielo y tierra nuevos (cfr Ap 21, 1): "Los jefes de las naciones las dominan, y los grandes ejercen el poder sobre ellas. No sea así entre ustedes. Quien quiere ser grande entre ustedes se hará su servidor (diákonos) y quien quiere ser el primero entre ustedes será el siervo (diákonos) de todos" (Mc 10, 42-44).
Se comprende, pues, que la jornada misionera mundial no es solamente el jubileo de hombres y mujeres que dejan su tierra para intentar encarnarse en otra cultura, aunque ésta sigue siendo una vocación importante en la Iglesia, sobre todo por el testimonio de entrega diaconal que implica. La misión es tarea y don para todo bautizado y bautizada, porque significa simple y sencillamente trabajar en el día a día para construir un mundo más fraterno arraigado en un estilo de vida diaconal.
Luca Garvinetto