Carta a las Iglesias AÑO XXI, Nº465, 1-15 de enero de 2001

 

ANO NUEVO 2001

INDICE

EDITORIAL: La buena noticia de la denuncia profética 

REALIDAD NACINAL: Triste balance del 2000

ECONOMÍA: La dolarización y sus consecuencias

COMUNICADO: ¡Señor, haznos instrumentos de tu paz!

IGLESIA LATINOAMERICANA: Argentina. Una carta navideña insolita

COMENTARIOS: Mensaje de Juan Pablo II. 2001

COMENTARIOS: Necesidad del respeto y diálogo entre las culturas

TEOLOGÍA INDIA: Mensaje final del IV Encuentro de Teología India Mayense

MARTIRES DE EL SALVADOR: La batalla por mantener vivos a los mártires

MARÍA: Cómo hablar de María de Nazareth

 

 

 

La buena noticia de la denuncia profética

Palabras éticas y palabras proféticas

No hay que echar las campanas al vuelo, pues los tiempos no son de profecía, aunque la situación del país y del mundo la exijan a gritos. Pero las cosas están llegando a ser tan intolerables, que de vez en cuando resuenan en la Iglesia fuertes palabras éticas y hasta duras palabras proféticas.

Juan Pablo II tiene con frecuencia palabras fuertes. La última de ellas ha sido el 6 de enero en la clausura del año santo. "Nuestro mundo empieza el nuevo milenio cargado de las contradicciones de un crecimiento económico, cultural, tecnológico que ofrece a unos pocos afortunados grandes posibilidades, y deja a millones de personas no sólo al margen del progreso, sino a vivir en condiciones de vida muy por debajo del mínimo requerido por la dignidad humana".

Las palabras son fuertes para quien se tome la molestia de analizarlas. Pero también hay que preguntarse qué del jubileo 2000 ha ayudado a cambiar %o intentar cambiar% seriamente esta realidad. En nuestra opinión, algo ayudó, con el trabajo de muchas ONGs, a tomar conciencia de la deuda externa y a paliarla. Pero también es cierto que tantas celebraciones (también de políticos y militares, no sabemos si del mundo de la banca y de las multinacionales) no han conseguido mucho para hacer realidad el anuncio del jubileo: la buena noticia de Jesús de que a los pobres se les hará justicia.

También en este número podrá leer el lector otras palabras fuertes: el comunicado de los franciscanos y las declaraciones de Monseñor Gregorio Rosa. Franciscamente, siempre con el ¡paz y bien! por delante, y machaconamente, pues Monseñor Rosa lo hace con frecuencia, denuncian la injusticia que reina en el país, la mentira que la encubre y el desprecio de poderosos y gobernantes hacia la gente. Se ríen de ellos.

Y a veces las palabras suben de tono. A finales del año pasado, los obispos africanos se reunieron en Roma para celebrar el jubileo y denunciaron a las naciones ricas. Denunciaron la desintegración de "las tradiciones de nuestra vida social y cultural", hasta llegar al estado de ípobreza antropológica", que dicen sus teólogos. Denunciaron la deuda externa a la que llamaron, sin los habituales atenuantes, "completamente inmoral". Denunciaron la trata y esclavitud de negros, y se quejaron amargamente de "este holocausto ignorado", como lo llamaba Leopold Senghor, quien estimaba los muertos en doscientos millones. Quizás fue esto último lo más hiriente. Los holocaustos siempre son infames, algunos increiblemente infames, pero, quien quiera ser honrado, no tendrá más remedio que preguntarse por qué unos holocaustos son recordados como verdadera tragedia de la humanidad, mientras otros quedan en el olvido, por qué los teólogos se preguntan "cómo hacer teología después de Auschwitz", pero no se preguntan "cómo hacer teología después del holocausto africano", el de hace siglos y el de ahora.

Por último, a veces las palabras son estruendosas. En este número podrá leer el lector la carta de un obispo argentino, Miguel Hesayne, al presidente de su país Fernando de la Rúa, en la que le dice que le puede negar públicamente la sagrada comunión. El hecho es inaudito y más lo es la razón que da: no es que el presidente haya hecho algo contra la iglesia, sino que defiende el modelo económico neoliberal, que en está dando muerte lenta a hombres y mujeres, ancianos y niños. La carta es tan insólita que cuesta encontrar precedentes en la historia de la Iglesia. Mons. Hesayne se remonta a san Ambrosio, arzobispo de Milán, quien no permitió al emperador Teodosio entrar en la catedral por haber ahogado en sangre una revuelta. Y ante esto viene también a la mente con qué frecuencia la Iglesia apela a la historia para fundamentar realidades eclesiales actuales %así, se cita a Ignacio de Antioquía, en el siglo II, para fundamentar el episcopado monárquico%, pero qué poco se recuerda a san Ambrosio.

Por qué son una buena noticia

Las palabras éticas no abundan y las proféticas mucho menos. Más normal es hablar de tal manera que no peligre seriamente la armonía operativa con los poderes de este mundo para que la Iglesia pueda gozar de su legítima libertad y tenga espacios para cumplir con su misión. Por ello hagamos unas breves reflexiones.

1. La palabra ética. La palabra ética es muy importante. En medio de confusión y oscuridad, egoísmo y crueldad, ofrece una visión humana de la realidad, muestra y exige un camino para conseguirla. Esta palabra siempre es necesaria y siempre produce algún fruto, mayor o menor. Pero también hay que ser conscientes de su fragilidad social, sobre todo en nuestro tiempo: la palabra ética es fácilmente cooptada por el poder del capital, del armamentismo, de los medios. Toleran esa palabra e incluso la presentan como prueba de progreso: existe libertad de expresión, hay democracia. La palabra ética de la Iglesia es siempre una necesidad y un aporte a la sociedad. Hoy también. Pero no parece molestar ni a Wall Street, ni al pentágono, ni a la dolarización del presidente Flores.

2. La palabra profética. La palabra ética no basta y hay que dar un paso hacia la palabra profética, la que denuncia realidades y pecados concretos, estructuras y responsables concretos. Esta palabra, además, no sólo denuncia a los de fuera, sino también a los de dentro de la Iglesia, que, por acción y casi siempre por omisión, son corresponsables de la tragedia de la realidad. Esta palabra no es fácilmente cooptable; molesta más bien, y se pronuncia precisamente para molestar y sacudir, de modo que se siga una acción en favor de la justicia. Es también palabra frágil, pero en un sentido distinto al anterior. Su fragilidad no consiste en ser cooptada, sino en ser perseguida y reprimida. La palabra profética es, pues, todo menos ingenua. Sabe los riesgos que corre quien la pronuncia, y sabe que si no ha habido reacción contraria es que no ha habido profecía, sino palabra rutinaria, como para salir del paso, palabra amedrentada por el chantaje de que mejor es la armonía que el conflicto.

3. La buena noticia. ¿Y por qué llamar a la palabra profética buena noticia? Esta palabra no es desahogo de temperamentos coléricos. No es protesta a la que se acalla exigiendo una propuesta ("no hay protesta sin propuesta"). No es expresión de heroísmo autogratificante. Es, esencialmente, expresión de un gran amor. Quien de verdad ama a los oprimidos de este mundo, piltrafas y desechos humanos, abandonados y despreciados, se ve forzado a poner su realidad en palabra. "La realidad quiere tomar la palabra", decía Karl Rahner en una bella frase. El ingente sufrimiento de los pobres de este mundo quiere tomar la palabra y lo hace en boca del profeta. La denuncia profética recoge los clamores de los pobres, analiza sus causas, las desenmascaran. Hay aquí verdad y amor. Y por eso es buena noticia.

4. La profecía de todo un cuerpo eclesial. Entre nosotros Monseñor Romero fue insigne en la palabra ética %sus cartas pastorales% y más insigne todavía en la palabra profética %sus homilías%. El también escribió una carta pública al presidente Carter, llamó mentiroso al presidente general Romero y ordenó a los soldados no obedecer órdenes criminales. Monseñor fue una figura excepcional, y por ello irrepetible, pero deja una lección importante repetible. Tanto la palabra ética como la profética deben ser palabra de todo un cuerpo eclesial, del pueblo de Dios. Y entonces adquiere una gran fuerza. Si se nos permite la audacia, entonces es como la palabra de Dios que "nunca regresa vacía a su boca". No será ya palabra cooptable por los poderosos, despreciada y ridiculizada, sino que será palabra poderosa que defiende al pobre.

Hace quince o veinte años nunca se hubieran imaginado los poderosos de este mundo que les iba a ser tan fácil imponerse sin una fuerte reacción de las iglesias. En ésas estamos, y por eso es necesaria y buena noticia la palabra profética.

 

 

 

 


 

 

Triste balance del 2000

CIDAI. Deterioro del tejido social

El año 2000 ha sido un año difícil para los salvadoreños, especialmente para los sectores populares que han visto cómo desde las esferas estatales se han impulsado medidas cuyo propósito no es el de mejorar sus condiciones de vida. Y este año también se ha puesto de manifiesto la pasividad de las mayorías ante esas medidas.

Es cierto que ha habido brotes de descontento social, pero sólo en grupos muy reducidos y con intereses muy particulares, como es el caso de los ¡desmovilizados! También ha habido experiencias novedosas de participación social en zonas rurales del país, concretamente en el nororiente del Departamento de Chalatenango o al norte del Departamento de Morazán, pero, de nuevo, de forma reducida. Falta mucho para superar la pasividad y la apatía de las mayorías, aunque haya más posibilidades para avanzar en esa dirección: los espacios legales, institucionales y locales, abiertos a partir de 1992. La tarea, sin embargo, requiere dosis ingentes de creatividad y compromiso que, por el momento, brillan por su ausencia.

Pero además, la participación social es clave para reconstruir el tejido de la sociedad salvadoreña, corroído por el crimen, la prepotencia, la impunidad y los resabios autoritarios presentes en la cultura política nacional. Los lazos de solidaridad se han roto y con ello las posibilidades de una convivencia social segura. Esta es la raíz de la crisis de seguridad ciudadana que preocupa a las autoridades y sobre todo al ciudadano común. Múltiples factores hacen insegura la vida en El Salvador. Los más graves son la amenaza permanente de criminales de todo tipo: violadores, secuestradores, asaltabancos, estafadores, robacarros, delincuentes callejeros. Según el nivel social los riesgos son distintos, pero prácticamente nadie en El Salvador está exento de ser agredido.

También hay que tener en cuenta que muchos, a su manera y según su estilo, buscan aprovecharse de los demás e imponerse sobre ellos. Los delincuentes llevan esta situación hacia límites extremos, pero la violación de la seguridad no es tarea exclusiva de ellos. Cuesta aceptarlo, pero el salvadoreño promedio parece estar presto a pisotear la dignidad de su prójimo, siempre que vea en ello alguna ventaja personal. Suele pensarse que los delincuentes forman un mundo aparte, pero en el país tal separación no es nítida. Abundan las personas "decentes" y de "buena familia" involucradas en actividades criminales. Todos los ciudadanos debemos someternos a un proceso de cambio personal y social.

Superar la criminalidad y la violencia es difícil. Como una condición sine qua non, se necesita una reforma cultural, pues la violencia y la criminalidad se alimentan de valores, creencias, actitudes y prácticas, que están arraigadas en un marco cultural-simbólico que afecta a una buena mayoría de los ciudadanos. Es indispensable transformarlo en otro basado en la solidaridad, el respeto a la dignidad del otro, la fraternidad, la tolerancia y la hospitalidad.

Asimismo, se requiere una reforma institucional de largo alcance, encaminada a combatir la prepotencia, la impunidad y la corrupción en todos los niveles de las esferas gubernamentales. Sin esa reforma las instituciones estatales serán incapaces de recuperar la legitimidad perdida a lo largo de estos años. No contribuirán a la recomposición del tejido social salvadoreño.

El año 2000 deja grandes retos en el plano cultural e institucional. Ambos retos sólo podrán ser enfrentados con una sociedad civil organizada y participativa y con ciudadanos conscientes de sus derechos y responsabilidades. Los actores políticos, las universidades, las ONGs, las autoridades de gobierno, los sindicatos, los empresarios, todos los sectores sociales tienen una tarea que realizar para reconstituir los lazos de solidaridad social. Un fracaso en esta dirección condenará al país %y a todos sus habitantes% a la inseguridad, el miedo y la incertidumbre, caldo de cultivo para la reproducción de la violencia y la impunidad.

IUDOP. Grave preocupación en las mayorías

En la ultima encuesta del 2000, la preocupación principal gira alrededor de la pobreza (55%) y de la violencia (37%). El 53% piensa que aumentó la pobreza y sólo el 3.6% cree que disminuyó. El 9% cree que mejoró la situación del país y el 14% la de la familia; el resto piensa que sigue igual o peor. El 47.4% está en contra de la dolarización y el 35.5% a favor. El 72% piensa que la dolarización favorecerá a los ricos, a los empresarios y a ARENA; el 15% cree que favorecerá a todos y el 2% a los pobres. El 50% cree que la integración monetaria será negativa para el ciudadano y el 28% cree que será positiva.

El 64.4% cree que la Policía Nacional Civil ha perdido apoyo y respeto en el 2000 y el 23.5% que lo ha ganado. El 61% cree que la depuración de la PNC logrará limpiar la institución y el 36.5% cree que no.

El 43% está de acuerdo con la apertura del caso jesuitas y el 40.2% está en desacuerdo. El 28.9% cree que Cristiani tuvo algún tipo de responsabilidad en el asesinato de los jesuitas, el 21.7% cree que no y el 49.4% no sabe. El 45.1% cree que el alto mando de la Fuerza Armada tuvo responsabilidad en los asesinatos, el 14.4% cree que no y el 40.6% no sabe. El 38.5% cree que las instituciones no van a esclarecer el caso, el 31.7% cree que sí y el 29.8% no sabe.

Mons. Gregorio Rosa. Estamos retrocediendo

La dolarización. Pese a todo lo que se ha dicho no se ha hablado de lo negativo de la dolarización. Los datos están claros: se tiene una ley inconsulta que se aprueba precipitadamente. Esto indica un ¡pecado original! La ley nace mal, sin participación, ni debate, lo cual hace pensar que hay segundas intenciones que no se dicen. Es preocupante que se vendan a nivel de propaganda oficial unas bondades del sistema que no son verdaderas, que se siga distorsionando la realidad social y no se diga la verdad. Entre los problemas que no se mencionan están: que la dolarización podría favorecer el lavado de dólares; que habrá invasión de dolares falsos, lo que no afecta a los bancos, pero sí a la gente sencilla que queda sin protección; que los pobres, los más humildes, no van a entender cómo utilizarlo. En pocos meses el costo de la vida va a subir y la tendencia a la alza se nota, es irreversible. También la cultura saldrá afectada. Ahora, ni siquiera la moneda será nuestra.

La política. En este año también los políticos han decepcionado y los partidos han hecho crisis, las instituciones se han desprestigiado en general. Esto es grave para un sistema democrático, en el cual la Constitución política ha sido manoseada en varias ocasiones a lo largo del año por quienes tendrían que preocuparse del respeto que se le debe. Y cuando no hay estado de derecho ¿adónde va un país? La democracia tiene instituciones que han funcionado mal. Se da la utilización con mayor frecuencia de procedimientos gubernamentales que recuerdan épocas autoritarias. La sociedad no ha desarrollado capacidad de diálogo sobre los asuntos que nos afectan a todos, como el Tratado de Libre comercio con México, la Ley de Integración monetaria.

El futuro. Hay falta de trabajo, pésima distribución de la riqueza, olvido de los Acuerdos de Paz. La gente va a tener menos poder adquisitivo en el nuevo año y sigue la marea del desempleo con los recortes de personal. La gente hoy siente otro tipo de angustia, no como en el tiempo de la guerra. Hoy no hay con quién entenderse, ni con quién negociar. La paz llegó como un firma de papel, pero no como convivencia cotidiana.

 

 


 

 

La dolarización y sus consecuencias

Javier Ibisate

La dolarización ha sido un proceso contra reloj, en forma inconsulta, con mucho secreto. Creo que todos tenían fe en que el gobierno realmente quería concertar, quería consultar, pero al hablar con personas de FUSADES me decían que esto de la dolarización los agarró muy de repente. Estoy totalmente de acuerdo con Mons. Gregrio Rosa. Este golpe de timón, con esta nueva Ley Monetaria, se está dando en un momento en que se había comenzado un proceso de concertación. Sin embargo, el gobierno actuó con secretismo. Es eso lo que ha molestado a la sociedad.

Al analizar el discurso de presentación de la Ley de Integración Monetaria, el señor Presidente comienza con dos frases que me parecen muy importantes. Dice que "todos en el país sabemos que nuestra economía, después de lograr éxitos muy marcados, está experimentando un entrampamiento", lo cual "ha generado un negativismo muy nocivo para el desarrollo del país". Como la palabra entrampamiento es bastante fuerte, entonces el Señor Presidente quiere deslindar responsabilidades y dice: "no puede culparse a nuestros sectores productivos de este entrampamiento, ya que todas nuestras fuerzas económicas, los obreros, los empresarios, nuestros hermanos en el extranjero, los agricultores han dejado muy clara su dedicación al trabajo y al desarrollo del país". Pero si la economía ha llegado a un entrampamiento y las fuerzas económicas y productivas del país no son las culpables, la pregunta es quién puso la trampa, quién llevó nuestra economía hacia esa trampa.

El único culpable de todo esto es el modelo económico neoliberal que se escogió desde 1989, y que ha sido timoneado por los tres gobiernos de ARENA. Cuando tomó posesión Flores, la economía ya estaba entrampada, había recibido una mala herencia. Ese entrampamiento se ha profundizado más, hemos tenido crecimiento frenado, pero con alza de precios. El gobierno vio que llevaba las de perder, que era un gobierno que durante año y medio no había hecho nada más que resolver manifestaciones sociales, como la huelga del Seguro Social, etc. Pero una presentación de programa económico, no lo había hecho.

Desde la toma de posesión de Flores ya había una serie de informes como "Bases para el Plan de Nación", "Temas Claves para el Plan de Nación", el trabajo de FUNDE "Crecimiento, estilo y desarrollo", que dan líneas para montar un programa económico. Es decir, habían alternativas propuestas por la misma sociedad.

Los males de la dolarización son varios. En primer lugar, toda esa reducción de las tasas de interés no puede ser inmediata, es decir, podrá prometer la baja en las tasas de interés la banca pública, como el Banco de Fomento Agropecuario y el Hipotecario. Los banqueros han dicho que esto se va a tomar un tiempo. Los créditos antiguos quedarán con las tasas de interés antiguas, porque no se pueden bajar así no más. Para bajar las tasas de interés, los banqueros han dicho que necesitan otros recursos en dólares.

Por otra parte, tristemente, otro grupo de personas, como los jubilados, que tienen sus ahorros colocados a interés, se verán muy pronto perjudicados, puesto que de repente los pagos de intereses serán disminuidos. Ese va a ser el primer golpe. Además, hemos perdido el que nuestro Banco Central de Reserva pueda utilizar la política monetaria y la política cambiaria.

¿Qué ocurrirá si hay una crisis económica en Estadods Unidos? Aguantarla. El Secretario del Tesoro de Estados Unidos ya ha dicho que manejarán su política monetaria de acuerdo a sus necesidades. Es más, ahora la economía norteamericana ha entrado en un proceso de desaceleración. Cuáles serán las consecuencias, no lo sabemos.

 

 


 

 

¡SEÑOR, HAZNOS INSTRUMENTOS DE TU PAZ!

 

A todo el pueblo salvadoreño:

Los frailes franciscanos que trabajamos en El Salvador, reunidos en la comunidad de La Palma, Chalatenango, cuna del diálogo por la paz en este país, en el contexto del Jubileo del año 2000, donde se nos pide establecer la justicia para todos (Lev 25), hemos reflexionado sobre los últimos acontecimientos del país. Y preocupados ante la situación imperante, queremos manifestar, a nombre de todos aquellos hermanos nuestros que a diario nos comparten sus dolencias y angustias, lo siguiente:

Que la falta de respeto y aprecio por la vida que impera en El Salvador, reflejada por el clima de violencia, la escalada de muerte, el alarmante número de secuestros, la incompetencia de las instituciones del Estado para dar respuesta al grito de justicia de nuestra sociedad; el modelo económico que empobrece y excluye a la inmensa mayoría de nuestros hermanos salvadoreños; las personas que murieron a causa de la adulteración de aguardiente, la negligencia con que se ha manejado este caso y las explicaciones superficiales que se han dado ante el dolor de más de un centenar de familias, está creando un clima insostenible e intolerante que golpea la sociedad que se dice en búsqueda de democratización y de paz.

Es preocupante la pérdida de la credibilidad en las instituciones del Estado, (que son las que deben brindar seguridad al pueblo), es urgente hacer algo ante esa situación, para no continuar retrocediendo a una inestabilidad política y social que puede dar como resultado otro estallido social que destruya todo lo hasta ahora logrado. Se deben tomar medidas que realmente den respuestas concretas y evaluables a corto, mediano y largo plazo.

Es importante que se haga una revisión de la aplicación del modelo económico neoliberal que se nos ha impuesto. Y reiniciar un proceso de depuración de las instituciones públicas y privadas. Además se debe asumir un compromiso de esclarecer todos los casos que están quedando en la impunidad para que nuestro pueblo recobre la confianza perdida.

Al mismo tiempo nos solidarizamos con todas las personas que están sufriendo a causa de la injusticia, les animamos a no perder la esperanza y a asumir la responsabilidad que nos toca como sociedad civil, con la seguridad de que El Señor de la Historia y del reino escucha nuestro clamor por la justicia y la paz.

Religiosos franciscanos (OFM) de El Salvador

La Palma, Chalatenango

Publicado en Co-latino, 20 de diciembre, 2000

 

 


 

 

ARGENTINA. UNA CARTA NAVIDEÑA INSOLITA

El obispo Miguel Hesayne escribe al presidente Fernando de la Rúa

Monseñor Miguel Hesayne, obispo emérito de Viedma, Argentina, escribió en 1997 una dura carta al entonces presidente Saúl Menem, denunciando, en base a estudios serios y a citas de la Escritura, las situaciones de injusticia en el país y solidarizándose con su principal victima, ¡el pueblo sufriente! Hace pocos dias acaba de enviar otra carta semejante al actual presidente Fernando de la Rúa. He aquí el texto.

 

Al Sr. Presidente de la República, Dr. Fernando De La Rúa:

De mi cristiana estima.

Que la Paz reine en su corazón.

Si no lo creyera hombre con fe cristianan no le escribiría una vez más. En primer lugar, me motiva el hecho que Ud. me hizo llegar, por intermedio del Sr. Secretario de Culto, Dr. Norberto Padilla, su disgusto por algunas afirmaciones mías sobre la posibilidad de negarle a Ud. la Sagrada Comunión. Al respecto le expliqué al Dr. Padilla detenidamente cuáles habían sido mis afirmaciones y me ofrecí a hablar con Ud., personal y reservadamente, sobre el tema. Hasta el presente no he recibido ninguna notificación ni tampoco su conformidad o no sobre mi catequesis relacionada con las condiciones concretas para participar de la Eucaristía.

Quiero dejar aclarado que hice y seguiré haciendo una catequesis eucarística que arranca de la Tradición Apostólica ( ICor 11, 17 ) y que ha sido aplicada a través de los siglos en las más diversas circunstancias históricas. Claro está que algunos casos, por ser públicos y siendo protagonistas hombres públicos, han pasado a la historia y se han constituido en casos típicamente ejemplares. Así, el caso del emperador Teodosio, detenido en la gradas de Catedral de Milán por el santo arzobispo Ambrosio, hasta tanto no se arrepintiera y reparara el tratamiento violento contra un grupo de sus soldados. Eran culpables de rebelión, pero Teodosio no podía refugiarse en la legalidad porque era cristiano. Aplicada la disciplina eucarística al hoy de nuestra historia en la actual situación socio-económica que vivimos los cristianos argentinos, ¿no tenemos que detenernos a discernir en qué medida se llenan las mínimas condiciones para comulgar sacramentalmente?

Afirmamos rotundamente que quien ha cometido un aborto o ha colaborado, si no se arrepiente, está ipso facto excluido de la Eucaristía. Ahora bien, ¿es lícito que comulgue un cristiano que, de hecho, asume la ideología neoliberal que engendra una situación de muerte para con millones de habitantes, muerte infantil a poco de nacer, muerte acelerada a ancianos y muerte lenta a generaciones de jóvenes con una salud endeble etc, etc? ¿No es éste el "crimen del aborto" para "ya nacidos"?

Ud., Sr. Presidente, ha dicho a la Comisión Ejecutiva del Episcopado en la última entrevista %según me han informado% que para Ud. "los mercados son una abstracción y que Ud. se preocupa por la gente". Esta su afirmación se la comenté a una docente %muy bien formada hasta en teología y de "comunión diaria"% que venía en nombre de no pocos docentes del país a buscar un poco de esperanza para calmar ánimos de muchos. Al oír su afirmación, me contestó indignada: "Esto es una cretinada".

Sr. Presidente, no pienso tal así; pero, ciertamente, Ud. y el conjunto de su gobierno %no entrando a juzgar las íntimas intenciones% van demostrando lo contrario de la mencionada afirmación suya en cuestión. Todos los actos de su gobierno han sido a favor de los mercados %principalmente extranjeros% y contra la gente, contra el pueblo. Como me decía un hombre sencillo de un barrio porteño al escuchar que las medidas son para salvar al país: "Y nosotros, los habitantes del país, ¿somos los enemigos del gobierno al tratarnos como nos trata?".

Ahora bien, sumemos estos hechos a los ajustes para pagar la deuda externa que causan diariamente un centenar de niños muertos. ¿Puede comulgar con la conciencia tranquila el responsable directo o indirecto de tantas muertes? Llamemos a las cosas por su nombre: su gobierno, en vista a pagos legales (ciertamente no justos) viene tomando medidas (que ya también el anterior gobierno lo hacía) y toma medidas socio-económicas que son un genocidio de guante blanco para una sociedad denominada neoliberal, pero crimen horrendo para Dios, quien clama se haga justicia a sus pobres. Y en la tarde de la vida nos juzgará con parámetros socio-económicos (Medite Mateo 25, 31).

Sr. Presidente, Ud. me dirá que "no se puede hacer otra cosa". Lamentablemente, lo escuchará de no pocos cristianos economistas, financistas, empresarios y hasta eclesiásticos, imbuidos de una mentalidad neoliberal pragmática. Le respondo que si Dios no quiere esta situación, existe una salida sin matar a nadie. De lo contrario, caemos en que el fin justifica los medios y que la fe cristiana es para salvar el alma en la otra vida, si acá hacemos algunas prácticas piadosas. Por otra parte, hay cristianos, y hasta no cristianos, pero con mentalidad cristiana, que tienen caminos de solución sin tocar las vidas humanas. Más aún, algunos de ellos y ellas tienen programas de factibilidad en donde se prioriza la vida y no los intereses financieros.

Sr. Presidente, convóquelos, escúchelos y renuncie a la mentalidad neoliberal. Es cuestión de opción y de verdad jugarse por la vida humana. Porque para el Dios de Jesucristo lo que cuenta es el hombre en concreto, la persona humana. Esto implica mucho renunciamiento y coherencia de la fe cristiana con la vida. Porque optar por la fidelidad a la fe cristiana, más allá de ritos y discursos, puede exigir hasta la entrega de la propia vida, los propios bienes. En el horizonte normal cristiano siempre está la posibilidad del martirio, tanto más si se es gobernante y se quiere seguir siendo cristiano. No es al acaso que el Papa haya designado protector de los políticos a Santo Tomás Moro.

Tenemos que terminar con el escándalo dentro de la Iglesia de que tanto el victimario como la víctima se acercan a comulgar, aunque no haya arrepentimiento de por medio. Esta falta de discernimiento eucarístico hace desmerecer la doctrina y el valor del sacramento y obscurece la fe cristiana ante muchos. Y lamentablemente tiene su parte de verdad el mote de "come hostias" al que comulga y no es coherente con el Evangelio sin retaceos.

Sr. Presidente, por el bien personal suyo temporal y eterno, por el bien del pueblo argentino que no se merece tanto castigo social, por la gloria del Dios de Jesucristo, ofrezca un testimonio de gobernante cristiano, recuperando la política como servicio real, renunciando a la mentalidad mercantilista, convocando a muchos y muchas que están dispuestos a implantar la mentalidad del compartir equitativo en el marco de una globalización solidaria.

Sr. Presidente, todavía somos muchos los que tenemos la esperanza de que se puede lograr la PAZ SOCIAL por los caminos de la justicia en libertad si hay coherencia cristiana, principalmente en la dirigencia del país. E incluyo a la dirigencia eclesiástica.

Es mi augurio orante navideño que nos convirtamos al Evangelio de Jesús.

Miguel Hesayne, Obispo

Ciudad de Azul, a 21-XII-2000

 

 


 

 

Mensaje de Juan Pablo II. 2001

Diálogo entre las culturas

para una civilización del amor y de la paz

José María Tojeira

Aunque el tema de este discurso está dedicado al diálogo entre las culturas, la propia temática del diálogo tiene mucho que ofrecernos a los salvadoreños. Acostumbrados a una tradición autoritaria y con frecuencia violenta, el diálogo nos muestra otro camino. No el del discurso aburrido para salirse cada cual con la suya, sino el de la conjunción de voluntades para buscar el bien común. El diálogo no consiste en hablar unos con otros pacíficamente, sino en la capacidad de establecer metas comunes y alimentarlas e impulsarlas desde la diversidad aceptada como enriquecimiento.

La gran meta del diálogo debe ser la construcción de la civilización del amor. Pero para ello hace falta el cultivo de una serie de "valores comunes" que el Papa explicita en su mensaje.

El primero de esos valores es el valor de la solidaridad. "Una auténtica cultura de la solidaridad %nos dice Juan Pablo II% ha de tener como principal objetivo la promoción de la justicia". Para ello será necesario cambiar "sobre todo los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad". En otras palabras, que la solidaridad no es cuestión de simples buenos sentimientos, sino de construcción racional de un nuevo modo de relacionarse tanto entre los pueblos como entre la misma ciudadanía de cada país. Si en El Salvador no somos capaces de avanzar en la construcción de un país donde al trabajo se le valore más que al capital, donde la austeridad sea un valor importante mientras exista la pobreza, donde los servicios básicos de salud y educación se universalicen con claridad, no tenemos demasiadas perspectivas de entrar en el mundo de la solidaridad. Y eso aunque los políticos sigan dándonos la eterna y aburrida palinodia de sus promesas y visiones de futuro.

La paz es el segundo valor que el Papa propone como universal. Ensalzada en nuestro país tras la salida del conflicto civil de los ochenta, la paz se ha ido deteriorando por las sucesivas manipulaciones que se ha hecho de la misma. La incapacidad de unir paz y verdad, paz y justicia, paz y verdadera depuración de elementos que juegan políticamente a la trampa, económicamente a la deshonestidad y socialmente al fariseísmo, nos ha ido llevando por caminos de deterioro en el que la violencia, la droga, la impunidad y la corrupción han florecido como en cancha propia.

"No se puede invocar la paz y despreciar la vida", apunta el Pontífice al hablar del valor vida como otro de los valores básicos para la construcción de una nueva sociedad en permanente diálogo. Mirando al mundo en que vivimos el mensaje denuncia "una trágica espiral de muerte que abarca homicidios, suicidios, aborto, eutanasia, como también mutilaciones, torturas físicas y sicológicas, formas de coacción injustas, encarcelamiento arbitrario, recurso absolutamente innecesario a la pena de muerte, deportaciones, esclavitud, prostitución, compraventa de mujeres y niños". Todo acto de violencia contra la vida, especialmente de los más débiles, destroza el sentido y la idea de familia humana. Las muertes ocurridas en Navidad y Año Nuevo, sumadas a tantas muertes a lo largo del año, a verdaderos homicidios masivos como el causado por el alcohol adulterado y que duerme todavía en el sueño de la impunidad, nos muestran lo lejos que estamos de una cultura en la que la vida se considere un valor fundamental. Y nos demuestran el desprecio de nuestras autoridades por este valor, especialmente cuando la ausencia del mismo golpea a los más débiles de la sociedad.

Finalmente el Papa menciona como valor básico a la Educación. Educación de calidad y educación abierta a pensamientos y culturas diversas. Educación en la convicción de que la humanidad es una y de que los derechos humanos van mucho más allá de los egoísmos particulares. Queda mucho por recorrer. Desde una primaria centrada en ciclos repetitivos, con métodos todavía demasiado autoritarios, con pocos recursos educacionles, hasta una Universidad sin apenas investigación y sin apoyo para la misma ni del Estado ni de quienes se consideran los líderes de este país. Y ello pasando por un bachillerato que se ha convertido ya en un fracaso dentro del proceso de reforma y que clama a voces en favor de un año más preuniversitario. El mensaje del Papa, una vez más, nos confronta con nuestra realidad.

 

 


 

Necesidad del respeto y diálogo entre las culturas

El comentario del P. Tojeira ha señalado las exigencias del mensaje papal para la paz en nuestro país. Ahora queremos recordar, aunque sea brevemente, la importancia para la paz del diálogo entre las culturas. En nuestro país no existe una gran diversidad de etnias, como en otra regiones de Mesoamérica y en la región andina, pero también existen algunos grupos indígenas. Es importante, pues, reflexionar localmente sobre la diferencia de las culturas y respetarlas a todas ellas, aun cuando sean minoritarias. Y es importante fomentar el diálogo entre las diversas culturas del mundo para favorecer la paz. Reproducimos a continuación unos párrafos del mensaje papal, y después el Mensaje Final del IV Encuentro de Teología India Mayense, celebrado en Usulután el pasado mes de diciembre.

Formación humana y pertenencia cultural. "La acogida de la propia cultura como elemento configurador de la personalidad, especialmente en la primera fase del crecimiento, es un dato de experiencia universal, cuya importancia no se debe infravalorar. Sin este enraizamiento en un humus definido, la persona misma correría el riego de verse expuesta, en edad aún temprana, a un exceso de estímulos contrastantes que no ayudarían el desarrollo sereno y equilibrado (n. 6). Si por esto es importante, por un lado, saber apreciar los valores de la propia cultura, por otro es preciso tomar conciencia de que cada cultura, siendo un producto típicamente humano e históricamente condicionado, también implica necesariamente unos límites. Para que el sentido de pertenencia cultural no se transforme en cerrazón, un antídoto eficaz es el conocimiento sereno, no condicionado por prejuicios negativos, de las otras culturas. Por lo demás, en un análisis atento y riguroso, frecuentemente las culturas muestran, por encima de sus manifestaciones más externas, elementos comunes significativos. Esto se puede ver también en la sucesión histórica de culturas y civilizaciones. La Iglesia, mirando a Cristo, que revela el hombre al hombre, y apoyada en la experiencia alcanzada en dos mil años de historia, está convencida de que "por encima de todos los cambios, hay muchas cosas que no cambian". Esta continuidad está basada en características esenciales y universales del proyecto de Dios sobre el hombre" (7).

Diversidad de culturas y respeto recíproco. "En el pasado las diferencias entre las culturas han sido a menudo fuente de incomprensiones entre los pueblos y motivo de conflictos y guerras. Pero todavía hoy, por desgracia, en diversas partes del mundo constatamos, con creciente aprensión, la polémica consolidación de algunas identidades culturales contra otras culturas. Este fenómeno puede, a largo plazo, desembocar en tensiones y choques funestos, y por lo menos hace difícil la condición de algunas minorías étnicas y culturales, que viven en un contexto de mayorías culturalmente diversas, propensas a actitudes y comportamientos hostiles y racistas. Ante esta situación, todo hombre de buena voluntad debe interrogarse sobre las orientaciones éticas fundamentales que caracterizan la experiencia cultural de una determinada comunidad. (n. 8)

Diálogo entre las culturas. De manera análoga a lo que sucede en la persona, que se realiza a través de la apertura acogedora al otro y la generosa donación de sí misma, las culturas, elaboradas por los hombres y al servicio de los hombres, se modelan también con los dinamismos típicos del diálogo y de la comunión, sobre la base de la originaria y fundamental unidad de la familia humana, salida de las manos de Dios, que "creó de un solo principio todo el linaje humano" (Hch 17, 26). Desde este punto de vista, el diálogo entre las culturas surge como una exigencia intrínseca de la naturaleza misma del hombre y de la cultura. Como expresiones históricas diversas y geniales de la unidad originaria de la familia humana, las culturas encuentran en el diálogo la salvaguardia de su carácter peculiar y de la recíproca comprensión y comunión. El concepto de comunión, que en la revelación cristiana tiene su origen y modelo sublime en Dios uno y trino (cfr. Jn 17, 11.21), no supone un anularse en la uniformidad o una forzada homologación o asimilación; es más bien expresión de la convergencia de una multiforme variedad, y por ello se convierte en signo de riqueza y promesa de desarrollo (10).

 

 


 

 

Mensaje final del IV Encuentro de Teología India Mayense

¡Piensen en nosotros, no nos borren de la memoria, ni se olviden de nosotros. Vuelvan a sus hogares y a sus montañas, establézcanse allí y que así sea... Continúen sus caminos y verán de nuevo el lugar de donde venimos! (Pop Wuj, Cap. V, 4a parte).

Corazón del cielo, Corazón de la tierra, tu caminar sagrado guía y protege nuestros pasos desde donde nace el sol hasta donde descansa, desde el lugar del aire hasta el lugar de la vida. Eres nuestro, dueño, creador y formador, Dios Madre Padre, Dios de la vida. Eres el lucero que señala las subidas y bajadas a recorrer.

Reunidos en este IV Encuentro de Teología Mayense, en Usulután, el Salvador, los días del 11 al 15 de diciembre de 2000, nosotras y nosotros, los mayas de hoy: Tseltales, Tsotsiles, Kíicheís, Awakatecos, Kaqchiqueles, Chortis, Mames, Qíeqchies, Lencas, Pipiles, Pechís, Ulúas y Miskitos; procedentes de Mesoamérica: México, Guatemala, El Salvador y Honduras. Acompañados por otros hermanos y hermanas mestizos, zapotecas y junto con algunos Obispos de México, Honduras y El Salvador, así como también del CELAM a través de su representante. Nos sentamos sobre el petate para dialogar, discernir y compartir las flores de nuestra sabiduría maya.

Hoy al igual que ayer, nosotras y nosotros seguimos sintiendo el dolor que causan las espinas del sistema neoliberal que se empeña en borrarnos de la historia, sistema que contrario a nuestra forma de vivir nos deshumaniza y nos lleva por abrojos para engañarnos y meternos en la lógica de mercado, es la misma fuerza de Xibalbá que aún no ha terminado, sigue presente hoy en la globalización económica, en la doralización de nuestras monedas, en la tecnología individualista, en la religión del consumismo, siendo todo esto producto de una política neoliberal y participativa y fundada en el egoísmo, en la exclusión y en la muerte.

Al vivenciar nuestras espiritualidad constatamos que:

Nuestra experiencia de fe ofrece una alternativa de vida ante la muerte que presenta la sociedad de hoy.

Nuestra cultura puede y necesita seguir viviendo para seguirla heredando a los retoños de nuestras manos, a los retoños de nuestros pies.

Para nosotras y nosotros es de vital importancia nuestro Dios Madre y Padre y por ello es importante no perder y recuperar la palabra de nuestras abuelas y abuelos como la que se refiere al Maíz.

La mujer en nuestros pueblos tiene su lugar y ello se refleja en nuestros ritos.

Al ir a nuestras Cuevas Sagradas, nos encontramos con el espíritu y sabiduría de nuestros antepasados.

Las pinturas rupestres de nuestros antepasados revelan que hemos existido en estas tierras desde hace miles de años.

Al vivenciar nuestras celebraciones, experimentamos volver a la vida nuestras tradiciones, ritos y cultura y constatamos nuestras convergencias.

Crecimos en identidad de ser pueblos mayas, con el orgullo de la raza y la capacidad de reconocernos hermanas y hermanos.

Ante esta realidad y como mayas eternos, hijos del tiempo, seguimos tomando la historia en nuestras manos y hacemos que también el mundo contemple las cañas floridas de la abuela Ixmucané: la vida comunitaria, la igualdad, la solidaridad, el respeto, la armonía con la naturaleza, la construcción de una economía humana y justa que ama y respeta a la naturaleza, la relación con Dios Madre y Padre cercano que recrea y revela un plan de salvación. Así queremos ser la luz que brilla en la noche y la experanza para el mundo, ¡... compartir, sentir, vivir y repetir hoy lo que soñaron y escribieron los abuelos y abuelas, ¡Que amenaza! ¡Que llegue la aurora! ¡Que empiece a amanecer!

Entramos en el tercer milenio con la esperanza de ver reconocidos nuestros derechos y nos comprometemos a:

aportar al mundo la riqueza de nuestros valores culturales,

unirnos más como pueblos y con los demás pobres para construir, el Reino de Dios,

acompañar a nuestros obispos en la comprensión y aceptación de nuestro ser maya que incluye nuestra fe y nuestra forma de celebrarla,

compartir con nuestras hermanas y hermanos la experiencia vivida en este encuentro,

trabajar y continuar nuestra lucha contra el neoliberalismo.

Dentro de la Iglesia Católica como cristianos comprometidos necesitamos seguir construyendo la Iglesia con rostro, corazón y pensamiento maya:

Donde comprendamos y vivamos con profundidad el mensaje revelado por Dios a nuestros pueblos.

Caminando cada uno desde el lugar en el que nos encontramos en nuestros trabajos.

Con esfuerzo, apertura y creatividad responder al desafío de abrirle caminos a la gran riqueza de nuestros pueblos quitando los prejuicios y condenas que aún le acompañan.

Ir conformando nuestro RITUAL MAYA, llegando a una verdadera Liturgia Maya.

  

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No sonrías, Señor,

diciendo

que ya no estás entre nosotros.

Son millones los que no te conocen.

Y ¿de qué sirve el conocerte?

¿Para qué tu Venida

si para los tuyos

la vida prosigue como si tal cosa?

Conviértenos, sacúdenos.

Que tu mensaje

se haga carne de nuestra carne,

sangre de nuestra sangre,

razón de ser de nuestra vida.

Que nos arranque de la tranquilidad

de la buena conciencia.

Que sea exigente, incómodo,

porque no es otro el precio por pagar

para que nos traiga la paz profunda,

la paz diferente, tu Paz.

Dom Helder Camara

 

 


 

 

La batalla por mantener vivos a los mártires

"Nuestras muertes no son nuestras. Son de ustedes. Ellas tendrán el sentido que ustedes les den", Bárbara Sonenborn.

El Mozote. Más de 3,000 salvadoreños celebraron el domingo 10 de diciembre una vigilia en El Mozote. "Nunca más", coreaban repetidamente. En la masacre, cometida por militares en 1981, murieron al menos 765 campesinos. "Esta pesadilla es inolvidable, los años pasan, pero las heridas y el dolor siempre están con nosotros", declaró Rufina Amaya, de 60 años, la única sobreviviente. Durante la masacre, ocultándose tras un árbol de manzano, rodeado de maleza, Rufina pudo ver cuando los militares, tras concentrar en la plaza a todos los habitantes, separaron a hombres de mujeres, y en el pequeño convento de la comunidad reunieron con engaños a los niños para luego matarlos.

En memoria de las víctimas ha sido construida "La plaza de los mártires" Al pie de un monumento fueron colocadas decenas de velas. Centenares de nombres de las víctimas fueron estampados en placas de madera. En la madrugada los presentes desfilaron, uno a uno, en torno a 34 pequeños ataúdes azules que fueron llevados por niños y ancianos a una tarima.

El padre Rogelio Poncele ofició una misa. El silencio se apoderó de los presentes y algunos ancianos lloraban. Dijo Rogelio: "Tenemos que levantar la voz para externar que la vida es más fuerte que la muerte... Es decepcionante decir cada año que el pueblo de Morazán clama justicia y ésta nunca aparece. Pero tenemos que insistir, pues esto es saludable para el país... Nuestra misión como religiosos, es alentar la esperanza en el pueblo, porque sin esperanza no se puede vivir. Desde el punto de vista cristiano creemos que hay un Dios de por medio, y ese Dios es bueno".

El caso Jesuitas. El martes 12 de diciembre el Juzgado Tercero de Paz de San Salvador emitió una resolución sobreseyendo a los acusados en el caso. El día 14, en un comunicado público, los generales René Emilio Ponce y Juan Orlando Zepeda y los coroneles Inocente Orlando Montano y Francisco Elena Fuentes expresaron su satisfacción y aprovecharon para atacar a la Compañía de Jesús: que "cesen sus esfuerzos por mantener vigente el clima desestabilizador". Explicaron el conflicto como "el resultado de la lucha por la toma del poder para imponer un régimen totalitario al estilo marxista leninista". Afirman que cumplieron con su deber "dentro del más riguroso respeto a la ley". Y concluyen: "estas valoraciones no han sido tomadas en cuenta por quienes insisten en revivir la tragedia del pueblo salvadoreño, sino que por el contrario, sin pruebas ni fundamentos acusan a gente inocente para el logro de fines políticos".

Un día antes, el 13, las autoridades de la UCA ya habían emitido un comunicado público. No comparten el sobreseimiento, pero muestran su satisfacción por varias razones: "no se cuestiona la existencia de indicios reales para establecer las responsabilidades del caso", la juez reconoce que "las personas señaladas como responsables en el caso no pueden ser amnistiadas", "esta resolución nos abre las puertas para rebatir con fundamentos sólidos en las instancias correspondientes y nos posibilita acercarnos más a la verdad, la justicia y la reconciliación que buscamos para toda la sociedad", "con el trámite y debate del presente caso se está propiciando un funcionamiento real de la institucionalidad del país".

Los jesuitas insisten en "la indefensión en que aún se encuentran las víctimas de la delincuencia" y en "la impunidad" actual, pues la Fiscalía no investiga diligentemente los actos contrarios a la ley y no persigue penalmente a sus responsables. Y reafirman la "decisión de continuar adelante porque este caso %al igual que muchos otros% no es del pasado. Es un caso de una impunidad que sigue presente y que debemos erradicar, si realmente queremos construir un futuro mejor".

La responsabilidad de Estados Unidos en la represión. En el caso de los jesuitas, y en muchos otros, también tuvieron responsabilidad funcionarios del gobierno de Estados Unidos, además del millón de dólares que diariamente daban al ejército salvadoreño. Terminado el conflicto casi no se habla de ello, como si nadie %tampoco la antigua izquierda% quisiera recordar esa responsabilidad. Pero sí la recuerda Robert White, ex-embajador de Estados Unidos en El Salvador cuando fueron asesinadas las cuatro religiosas. En un artículo del mes de diciembre, después de que García y Casanova, fueron absueltos en el caso de las cuatro mujeres asesinadas, White vuelve a asegurar que los generales sabían bien lo que hacían sus súbditos.

Pero lo que ahora nos interesa es otra cosa. Cuenta White cómo el departamento de Estado manipuló la investigación del caso. El secretario de estado, Alexander Haig, quería que el ex-embajador enviase un informe diciendo que "había progresos en el caso de las religiosas", a lo que éste contestó: "no participaré en absoluto en el encubrimiento".

Los miembros del jurado que absolvieron a los generales escucharon de parte de la defensa versiones muy distintas. Escribe White que lo que más debió influir en su decisión fue que el general García había recibido cartas laudatorias de altos funcionarios de Estados Unidos, además de La Legión del Mérito, la condecoración más importante que puede concederse a un extranjero. También el general Vides Casanova recibió La Legión del Mérito y una carta laudatoria del presidente Reagan. Para White esto explica el veredicto absolutorio.

"Si los miembros del jurado hubiesen encontrado culpable a García y a Vides Casanova también hubiesen encontrado culpable a la administración Reagan de ayuda y complicidad con los actos criminales de la Fuerza Armada salvadoreña. Bien pudo ocurrir que los miembros del jurado %como la mayoría de los norteamericanos% todavía tienen fe en su gobierno".

Lo que escribe el ex-embajador Robert White es razonable. El problema está en que, con la amnistía, también se ha querido amnistiar al gobierno de Estados Unidos.

 

 


 

 

Cómo hablar de María de Nazaret

La mejor manera de hablar de María es verla como una mujer en la vida cotidiana, una campesina trabajadora, compañera de fatigas de José, mamá cariñosa de Jesús, buena vecina... Y a esa luz se puede entender mejor todo lo que, después, ha dicho de ella la Iglesia en sus fiestas: Inmaculada Concepción, Asunción a los cielos...

Así, cuando la Iglesia nos la presenta como "inmaculada", nos está invitando a mirarla, no sólo como a alguien celestial y maravilloso, sino, sobre todo, como a aquella mujer que nos muestra nuestra propia identidad cristiana. Entonces, creer en ese "privilegio mariano" (como se suele decir) consiste en dejarnos seducir por su manera concreta de ser y de vivir, y en orientar nuestra vida en esa misma dirección.

Lo que ocurre es que tenemos tan metidos los modelos "mundanos" para alabar a alguien y decir que es importante que, sin darnos cuenta, hacemos lo mismo con María. Y eso tiene como consecuencia que para honrarla le aplicamos un criterio de "segregación". Y, así, del mismo modo que los ilustres e importantes del mundo se separan de la gente corriente para poner de relieve su categoría superior, así también nosotros separamos a María y la situamos lejos y en alto. Pero entonces se nos distancia y se nos pierde en la lejanía de sus pedestales, coronas, mantos y aureolas, mientras nosotros desde abajo la alabamos, entonamos himnos en su honor, la coronamos con joyas y le llevamos flores y velas.

Y si acentuamos tanto sus privilegios, excepciones y atributos, es porque, en el fondo, nos resulta más cómodo que María quede en la distancia, pues eso nos permite seguir viviendo como vivimos sin cuestionarnos en qué afecta a nuestra vida de todos los días el que María sea llena de gracia, inmaculada o asunta al cielo.

Dolores Aleixandre