Carta a las Iglesias AÑO XXI, Nº481-482, 1-30 de septiembre de 2001

11 de septiembre día de luto

INDICE

PRESENTACIÓN: Presentación desde El Salvador

COMENTARIO: El 11 de septiembre, Qué pensar y qué hacer

WORLD TRADE CENTER: Manifiesto por la concordia y por la paz

WORLD TRADE CENTER: Hacia la verdad mayor y la convivencia más humana

WORLD TRADE CENTER: "La vida de los civiles debe ser respetada"

WORLD TRADE CENTER: "Terrorismo"

WORLD TRADE CENTER: "Ataque se compararon al bombardeo de Clinton al Sudán"

WORLD TRADE CENTER: "Ola de xenofobia en Estados Unidos"

WORLD TRADE CENTER: "No lo hagan en nombre de nuestro hijo"

WORLD TRADE CENTER: "Lecciones de solidaridad"

REALIDAD NACIONAL: Mensaje de la conferencia episcopal de El Salvador

REALIDAD NACIONAL: Fidel Castro: Condena, reflexión y ecuanimidad

DERECHOS HUMANOS: El SIDA, la pobreza y El Salvador

 

 

 

 

Presentación desde El Salvador

Este número está dedicado a lo ocurrido el 11 de septiembre. En estas páginas queremos presentar lo que se dice a lo largo de todo el número. El alcance y significado de lo ocurrido es mundial, pero su comprensión depende también, en muy buena parte, del lugar en el que uno está, y de ahí que hablemos desde El Salvador.

1. Sufrimiento y amor son lo más universal y ecuménico. No puede preguntarse si son de un amigo o de un enemigo. No pueden ser usados para defender tal o cual causa o ideología. Ni siquiera hay que preguntarse si en otra vida se repara el sufrimiento y se premia el amor. Ambas cosas son mucho más hondas. Por eso, hay que empezar con el hecho primario. En Manhattan y Washington ha habido sufrimiento, muertos, desaparecidos, heridos, traumas, angustia, desesperación, incertidumbre, gravemente, injustamente, inocentemente. Y ha habido también amor, heroísmo, trabajo, compasión, solidaridad.

2. Manhattan y El Salvador quizás por primera vez se hermanan. En El Salvador ha habido muchos 11 de septiembre, más duraderos, crueles e injustos, igualmente indefensos. Manhattan empieza a entender a El Salvador, y a los indígenas de Guatemala, y a los africanos de Rwanda, Burundi y El Congo. Comienza a entender a los árabes y musulmanes de Irak, de Palestina... Antes de emarbolar la democracias y de la absurda e hipócrita subasta de quién lo es más empieza a sentir la inesperada herida del sufrimiento y la brisa bienaventurada de la solidaridad. Sin decirlo, quizás sólo intuyéndolo, empieza a sentir que pertenecen a una gran familia, de sufrimiento y de amor: la familia humana. Vivir en el país más poderoso de la tierra ha perdido su encanto. Mejor es ser hermanos y hermanas.

3. Libertad de expresión y voluntad de verdad. No es lo mismo. La tragedia de las torres es el acto terrorista más publicitado en la historia universal, pero no ha comunicado toda la verdad, ni en los hechos y menos en las causas. No es lo mismo libertad de expresión que cuesta dinero que voluntad de verdad que sólo requiere honradez, lucidez y fortaleza. En el mundo de los pobres, se ve con toda claridad: los que tienen la verdad no tienen voz, y los que tienen mucha voz no están interesados en la verdad.

4. La verdad y la justicia mayor. Es verdad que existe el terrorismo, injusto y condenable. Estados Unidos lo ha sufrido. Pero la verdad es mayor. También lo hubo en Auschwitz, Hiroschima y Goulag, hace años, en Irak, Grenada y Sudán, recientemente. Campea impertérrito el terrorismo del hambre, de la pobreza, el que causa millones excluidos y refugiados: muchísima gente vive "aterrorizada". Los terroristas, de a pie y, sobre todo, de estado, deshumanizan al mundo y se deshumanizan. Sin aceptar esa verdad mayor no hay justicia, sin la justicia no hay paz, y sin paz no hay familia humana. Pero hay que empezar por la verdad mayor.

5. Conversión y reconciliación. De todos. Es más difícil para unos, por no estar acostumbrados a aceptarse limitados, pequeños y pecadores, sino grandes, poderosos y elegidos por Dios o por el destino, pero es necesaria. A la conversión no ayuda el poder, sino la bondad de las víctimas. Los papás de Greg no quieren que se haga la guerra en nombre de su hijo muerto en uno de los aviones. Desde Chalatenango campesinos y campesinas envían cartas de solidaridad a sus amigos y hermanos "gringos". Es la locura del perdón, de la reconciliación, única que puede acabar con la prepotencia, el ansia de ser más, el querer bombardear mejor, destruir más y "ganar" una guerra inmensa desgracia, siempre y más hoy, ésa de ganar una guerra pues produce miles y miles de muertos.

6. ¿Utopía? ¡Ay del mundo, del país, del pueblo que no tenga utopía! Cálculos, interés, egoísmos, se ofrecen en cada esquina. Lo imposible, lo que humaniza, no se vende y no se compra. Es don y gracia. Aparece en los rostros de las víctimas.

Que Jahvé, "el padre de huérfanos y viudas". Que el Padre de Jesús, que "le resucitó como víctima inocente". Que Alá, "el compasivo y misericordioso". Que el corazón de carne que anida en todo ser humano, nos dé lucidez para ver la verdad mayor, y nos dé fortaleza para la misericordia y la justicia el amor mayor.

Jon Sobrino, 25 de septiembre de 2001

 


 

 

El 11 de septiembre. Qué pensar y qué hacer

Dean Brackley, S.J.

Ante lo ocurrido el 11 de septiembre lo primero que sentimos, y humanamente queremos sentir, es el dolor de estos hermanos y hermanas nuestras, y de sus familias. Queremos acercarnos en espíritu a las miles de candelas encendidas en los parques de Manhattan y de Arlington. Las muertes superarán las 6,000 personas, y habrá un número igual de heridos, muchos de ellos graves. Entre las víctimas se cuentan madres de familia, gerentes, secretarias, equipos de limpieza, ordenanzas.

Por otra parte, ante algunas voces estadounidenses supernacionalistas hay que recordar que las víctimas provienen de todas partes del mundo. Más del 40% de la población de Nueva York nació fuera de Estados Unidos. Murieron musulmanes, cristianos y judíos; norteamericanos, africanos y chinos; ellos y ellas. También murieron casi 100 salvadoreños y mucha gente de otros países latinos.

Como ciudadano norteamericano, me siento golpeado e indignado. Golpeado por la violencia contra personas en ciudades donde he vivido y trabajado durante años y donde viven tantos y tantas amistades queridas. Indignado, porque es un acto moralmente condenable y repugnante. Pero indignado también por la retórica que incita a la violencia y por los tambores que suenan de guerra de revancha.

Aquí en Centroamérica entendemos muy bien lo que significa vivir la tragedia y la catástrofe. Sabemos lo que es perder a un ser querido por la violencia insensata. Muchas personas pueden identificarse con las familias en Estados Unidos que ahora tienen un pariente "desaparecido", sin saber si todavía vive. La vida familiar queda así como suspendida en el vacío hasta que se conoce el destino de la hermana, la madre, el esposo o el hijo.

Aquí entendemos muy bien que el dolor de los sobrevivientes de estos ataques terroristas no es pasajero. Es un trauma. Lleva mucho tiempo volver, de alguna forma, a la vida normal. De hecho, en estos casos, la vida nunca vuelve a ser lo que era antes. La psyche queda marcada para siempre. Así será también en este caso, para muchas personas, familias y también para los Estados Unidos como país. Y me atrevería a decir que, en cierta forma, lo será para el mundo entero. Hay un sentimiento de que, con estos ataques, algo ha cambiado en nuestro mundo.

* * *

La tragedia está recibiendo mucha atención en los medios, en parte porque se trata de un ataque contra el país más poderoso del mundo y contra los símbolos de su poder económico y militar. Ojalá se prestara la misma atención a las muertes de los pobres despreciados y muy pronto olvidados, víctimas de masacres en Centroamérica, de guerras en el África y de la desnutrición alrededor del mundo. Merecen la misma atención. Sin embargo, debemos reflexionar seriamente sobre la tragedia del 11 de septiembre. Nos debe sacudir y hacernos reflexionar. Tiene mucho que enseñarnos.

Una de las lecciones nos es familiar aquí en El Salvador por lo que, todavía hace poco tiempo, vimos en el desastre de los terremotos: el heroísmo de una profesora que pierde su vida salvando a sus estudiantes, la solidaridad entre los salvadoreños de aquí y con los del exterior. También en Estados Unidos ha habido mucha generosidad y solidaridad. En Nueva York murieron más de 300 bomberos y más de 60 policías, tratando de rescatar a víctimas de entre los escombros. Un jefe del departamento de bomberos mandó a sus hombres salir fuera del área de la tragedia. Después, él regresó y quedó soterrado. Lo mismo le ocurrió al capellán de los bomberos, el padre Mychal Judge. Estaba inclinado sobre un compañero mortalmente herido, administrándole los últimos sacramentos, cuando cascadas de escombros le cayeron encima.

También el ataque en sí mismo da que pensar. ¿Por qué ocurrió? ¿Qué hay tras una violencia tan espantosa? Esa misma noche decía el Presidente Bush: "Nuestro país fue elegido porque somos el principal faro de la libertad en el mundo." En esta y otras ocasiones, el gobierno de Bush ha repetido simplezas peligrosas y hasta vergonzosas. Es posible que en el ataque hubiera algo de resentimiento contra el poder y la riqueza de Estados Unidos, pero no es razonable pensar que diecinueve seres humanos se inmolaran de esta manera simplemente porque Estados Unidos goza de prosperidad y libertad. Más lógico es pensar que les motivaba la convicción de que Estados Unidos no permite que otros países gocen de la prosperidad y la libertad. Lo más probable es que cometieron este crimen porque percibían la política de Estados Unidos como profundamente injusta.

¿Qué política? Los ataques del 11 de septiembre bien pueden ser una represalia, por ejemplo, por los bombardeos de Estados Unidos y el Reino Unido contra Iraq durante los últimos años; o por las sanciones económicas de la ONU contra el mismo Iraq o contra Afganistán. Estados Unidos insistió en que se tomaran ambas medidas. Estas han causado la muerte de más de medio millón de niños y niñas iraquíes y han puesto a casi cuatro millones de afganos al borde de la inanición. O bien, puede ser que los ataques querían responder al apoyo de Estados Unidos a la ocupación ilegal de territorio palestino por parte de los israelíes durante los últimos 34 años. O porque durante el último año Estados Unidos ha bloqueado toda iniciativa de monitoreo independiente y de una fuerza de paz en el conflicto violento entre palestinos e israelíes. En los últimos años, Estados Unidos ha bombardeado Afganistán, Sudán, Yugoslavia, además de Iraq. Los ataques en Nueva York y Washington son condenables, y no sabemos de dónde vinieron; pero ciertamente en ellos los ciudadanos inocentes de estados Unidos han cosechado lo que ha sembrado su gobierno.

En Centroamérica conocemos bien la mala costumbre de no querer aceptar la verdad de políticas injustas y actos criminales propios. Mientras uno no enfrente sus propios errores, no puede escapar a sus efectos, y está condenado a repetirlos. De esa forma no hay modo de sanar y superar los traumas.

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Personalmente, lo que más preocupa y duele es la insistencia en respuestas violentas, como si no existiera otra forma de respuesta. Tales reacciones son de esperarse de parte de algunos sectores de la ciudadanía. Lo que más me preocupa es que los principales guerreristas son los más altos funcionarios del gobierno, secundados por los medios de comunicación. En seguida declaran una guerra. Hablan de represalias contra países donde residen sospechosos. No presentan pruebas suficientes como para justificar las amenazas. Llegan a decir que podrá morir gente inocente cómo si no hubieran sacado ninguna lección de esta catástrofe.

Altos funcionarios presionan para quitar controles a las actividades de la CIA, es decir, para poder emplear a personas con un historial "sucio" y permitir el asesinato de extranjeros. Se olvida que estos controles se impusieron precisamente porque muchos empleados "sucios" de la CIA practicaban tortura y asesinato contra opositores de regímenes autoritarios en el Medio Oriente, África y Centroamérica.

Estas personas entrenadas y empleadas por la CIA eran, pues, terroristas. Ahora algunos quieren usar las mismas medidas contra otros terroristas, con el peligro de convertirse también ellos en terroristas, avalando el terrorismo y dándole la razón. Todo esto desmoraliza. Es fácil que despierte y exacerbe los instintos más básicos de miedo, de cólera, de un patriotismo barato, llevando a la gente a actitudes racistas y vengativas. Se elimina el discurso más racional.

La retórica guerrerista ha fomentado una psicosis de guerra. Según las encuestas poco después de la tragedia, la mayoría de la ciudadanía estadounidense se declaraba en favor de una guerra, y un 48% aceptaría la muerte de inocentes. Tampoco han faltado actitudes y actos racistas (antiárabes) y persecución religiosa contra musulmanes.

El gobierno de Estados Unidos quiere forzar a los demás gobiernos a una "cruzada" violenta contra el terrorismo. (Por sufrimientos históricos del pasado, los musulmanes de todas partes escucharán la palabra "cruzada" como una ofensa y un insulto). El gobierno de El Salvador ya se ha apuntado a la cruzada, dispuesto a mandar tropas. Estados Unidos rechazó el tratado de Kyoto sobre controles de emisiones de carbohidratos, se opone al tribunal penal internacional, hace poco se retiró de pláticas para operativizar el tratado internacional contra armas biológicas y abandonó la Conferencia Contra Racismo de la ONU el mes pasado. Ahora presiona a los demás países a unirse a Estados Unidos en una guerra nueva. Ciertamente, los países europeos pondrán condiciones para frenar el uso indiscriminado de la fuerza. Bien saben que la próxima torre que caiga puede ser la Torre Eiffel en París o la Torre de Londres.

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Gracias a Dios, hay voces, en Estados Unidos y en otros países, que cantan un canto más humano y racional. Las organizaciones de Derechos Humanos insisten en que hay que recurrir a instituciones jurídicas internacionales y a los instrumentos del derecho internacional de derechos humanos -más que a medidas de guerra- para llevar a la justicia a las personas responsables. Otros insisten en que es inmoral atacar a gobiernos que no tienen responsabilidad directa en estas acciones (léase Afganistán) y que mucho menos estaría justificado atacar a civiles inocentes. Sería repetir el horror del 11 de septiembre y ciertamente provocaría represalias de la misma clase.

Ha habido muchos testimonios en favor de la racionalidad y la paz. Deora Bodley de San Diego, California, fue estudiante de la Universidad de Santa Clara en California. Era pasajera en uno de los aviones secuestrados. Sus papás han declarado que lo que su hija querría, y lo único que ellos quieren es ver un día en que "el cielo estará en la tierra" y "gente que hablan lenguas diferentes estarán en paz unos con otros".

Esta tarde yo firmé una petición en la que se exige protección para ciudadanos inocentes de todas las naciones, una investigación completa antes de cualquier represalia, y paz y justicia -nada de venganza. A esta petición se adherían 145,660 firmas. Otra petición, en favor de un apoyo total al Presidente Bush, sólo había recibido 189 adhesiones.

De hecho, el discurso bélico revela que no se ha captado el significado de los ataques de la semana pasada. Estos demuestran que estamos en una nueva era política y de historia militar. En adelante, esta clase de ataques será muy difícil de parar; el próximo puede ser con armas químicas, biológicas o nucleares. Los ataques de la semana pasada no presupusieron grandes recursos, alta tecnología o capacidad de parte de los terroristas. Más bien, emplearon un "jiu-jitsu" militar, aprovechando la fuerza y la tecnología de sus adversarios.

En esta nueva situación, las tradicionales medidas de fuerza y de violencia no pueden garantizar la seguridad de un país y su ciudadanía, por mucho que se rodeen de armas sofisticadas. Si se ha demostrado que no se necesitan misiles de largo alcance para atacar a Estados Unidos, ¿de qué utilidad será un sistema de escudos antibalísticos, a no ser el de enriquecer la industria militar? Las represalias violentas y las políticas injustas, en general, más que hacer seguro a un país, lo pone en mayor peligro. Los estamentos tradicionales de "seguridad nacional" se están convirtiendo rápidamente en promotores de inseguridad.

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Este es el momento en que las iglesias de Estados Unidos tienen que hablar claramente, enunciando principios que pueden elevar el nivel de moral del discurso y oponiéndose al espíritu y las acciones guerreristas.

La fe cristiana proclama que nuestra seguridad viene de Dios y no de las armas. Reconoce, con los profetas de Israel, que no hay seguridad nacional sin justicia y equidad. Los eventos de estos días dan la razón a estas convicciones. Es tiempo de reconocer que la seguridad real sólo viene de Dios; sólo puede basarse en la confianza entre las fuerzas sociales y entre las naciones. Pero no hay confianza donde no hay respecto mutuo en la relaciones internacionales. Por su parte, la confianza y el respeto requieren justicia y mayor equidad entre las naciones.

Como lo dijo Pablo VI hace ya muchos años, "si quieres la paz, busca la justicia." En adelante sólo tendremos seguridad, si la mitad de la humanidad puede salir de la miseria en la que vive. Sólo habrá paz si valoramos a los demás pueblos como queremos que nos valoren a nosotros.

 

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Juan Pablo II: Sí a la justicia y a la paz, no al odio y la venganza

En 1991 Juan Pablo II fue el único líder mundial incluidos los de todas la democracias occidentales en condenar los bombardeos y el embargo a Irak, ordenado por el presidente de Estados Unidos, George Bush, padre. Ahora es, de nuevo, el único líder, incluidas las democracias occidentales, que condena la solución unilateral militarista de George Bush, hijo.

Ha condenado el terrorismo y los sufrimientos causados. "Profundamente impresionado por el indecible horror de los inhumanos ataques terroristas perpetrados hoy contra personas inocentes en diferentes partes de Estados Unidos me apresuro a expresarle a Usted y a sus conciudadanos mi profundo dolor y mi cercanía en la oración por la nación en este tenebroso y trágico momento". Telegrama al presidente Bush, el 11 de septiembre. "Ayer fue un día oscuro en la historia de la humanidad, una terrible afrenta contra la dignidad del hombre". Audiencia del miércoles12 de septiembre.

Más claro no se puede hablar del repudio al terrorismo. Pero Juan Pablo ha insistido repetidamente en la otra cara de la moneda. "Que no prevalezca la espiral del odio y de la violencia (14 de septiembre)."La espiral de la violencia no puede seguir. Querido pueblo norteamericano, no cedan ante la tentación del odio y de la violencia. Que prevalezcan los caminos de la justicia y la paz" (19 de septiembre). En Kazajstán, alabando la política del gobierno de renunciar unilateralmente a armas nucleares, dijo: "Esta decisión se basa en que las controversias no deben resolverse mediante el recurso de las armas, sino por medios pacíficos de la negociación y el diálogo... Todas las religiones deben comprometerse a promover los valores espirituales y morales que sean capaces de garantizar un futuro de paz para todos", 22 de septiembre.

 

 


 

 

Manifiesto por la concordia y por la paz

Ningún ser humano es una isla. Por eso no pregunten por quién doblan las campanas. Doblan por cada uno, por cada una, por toda la humanidad.

Si grandes son las tinieblas que se abaten sobre nuestros espíritus mayores aún son nuestras ansias de luz.

Con estupor e indignación vemos estos días cómo irrumpe la locura de los humanos. No permitamos que esa locura tenga la última palabra.

La palabra mayor y última que clama dentro de nosotros y nos une a toda la humanidad es la de la solidaridad y compasión por las víctimas, es la de la paz y la sensatez en las relaciones humanas.

Las tragedias nos dan la dimensión de inhumanidad de la que somos capaces. Pero también dejan ver el rostro de lo verdaderamente humano que habita en nosotros, más allá de diferencias de raza, de ideología y de religión. Eso humano en nosotros hace que juntos lloremos, juntos nos enjuguemos las lágrimas, juntos oremos y juntos busquemos la justicia, construyamos la paz y renunciemos a la venganza.

La sabiduría de los pueblos y la voz de nuestro corazón nos dan testimonio. No es el terrorismo lo que vence al terrorismo, no es el odio lo que vence al odio. Es el amor el que vence al odio. Es el diálogo incansable, la negociación abierta y los acuerdos justos los que quitan fundamento a cualquier terrorismo y fundamentan la paz.

La tragedia que ha tocado lo más hondo de nuestro corazón nos invita a repensar el rumbo de las políticas mundiales, el sentido de la globalización dominante, la definición del futuro de la humanidad y la salvaguarda de la Casa, de la Tierra. El tiempo urge. Esta vez no habrá un arca de Noé que salve a unos y deje perecer a otros. Nos tenemos que salvar todos, una comunidad de vida de los humanos y de los no humanos.

Para ello tenemos que abolir la palabra enemigo. El miedo es el que crea al enemigo. Exorcizamos el miedo cuando hacemos del distante un prójimo y del prójimo un hermano y hermana. Apartamos el miedo al enemigo cando empezamos a dialogar, a conocernos, a aceptarnos, a respetarnos, a amarnos. En una palabra a interesarnos unos por otros.

Interesarnos por nuestras formas de convivir en paz, en solidaridad y en justicia. Interesarnos por nuestro medio ambiente, para que sea un ambiente puro y abierto en el cual sea posible la convivencia entre los diferentes. Interesarnos por nuestra querida y generosa Madre Tierra.

Si nos interesamos como hermanos y hermanas desaparecen las causas del miedo. Nadie tiene por qué amenazar a nadie. Podremos volar en nuestros aviones sin miedo de que se transformen en bombas para destruir edificios y diezmar vidas.

Que el día 11 de septiembre no sea recordado como el día de la tragedia americana y mundial sino como el día de la gran transformación en la conciencia de la humanidad, con cambio de rumbo a relaciones más incluyentes entre todos en la direccion de mayor compasión y más solidaridad entre los seres vivos, los humanos y los no humanos, en la dirección de reverencia ante la vida, de compromiso por la justicia y del cuidar de la paz, en la celebración gozosa de la existencia. Todos y cada uno son llamados a colocar su ladrillo en la construcción del santuario de la paz, de la estima y cooperación mundial y planetaria.

Que el Espíritu Creador que habita en nosotros y guía misteriosamente los caminos de la historia nos acompañe con su luz y con su ánimo para poner en práctica estos propósitos colectivos y humanitarios.

Amen. Así sea.

Leonardo Boff,

17 de septiembre

 

 


 

 

Hacia la verdad mayor y la convivencia más humana

Ofrecemos a continuación reflexiones y testimonios desde diversos lugares, Estados Unidos, América Latina y El Salvador, y desde diversas perspectivas de análisis: la verdad, la historia, el examen de conciencia, la solidaridad, la fe... Quizás puedan ayudar a "comprender" el mysterium iniquitatis y también, escandalosamente, cómo la gracia se ha colado entre sus entresijos.

"A pocos minutos de lo de Nueva York"

Francisco Andrés Escobar,

San Salvador,

11 de septiembre de 2001, 11:00 a.m.

Los sucesos del martes pasado han conmovido la conciencia del mundo. Más allá, de las declaraciones diplomáticas, en ocasiones farisaicas, en las horas sucesivas con toda seguridad ha habido satisfacción en unos países y consternación en otros. Satisfacción, porque el imperio mayor de la tierra ha sido tocado en su corazón inexpugnable. Consternación, porque después del atentado ya nada parece estar seguro.

Más allá de estas dos direcciones, egoístas si bien se ve, queda el real dolor de las familias de las víctimas inocentes y el real dolor de aquellos que deberán seguir viviendo con las secuelas físicas, psicológicas y espirituales de este atentado. Y queda también la desazón, el miedo, la incertidumbre que poco a poco pueden derivar, entre grandes contingentes de norteamericanos incluidas aquellas mayorías de gente chelota, expansiva, franca y buena, en un odio visceral que se abre en clamores de venganza.

Nunca las élites del poder norteamericano requirieron tanta madurez como en este momento de su historia. Madurez para rectificar aquellas estrategias de su acción geopolítica que gravan a otros países y a otras etnias y ponen en condiciones de extrema inseguridad, ahora fuera y dentro de sus fronteras, a los ciudadanos norteamericanos. Madurez para reconocer que el buscado liderato planetario pasa antes que por la razones económicas, políticas o militares por la razón moral. Y ella tiene que ver con el respeto activo y positivo a toda la comunidad humana y con la búsqueda del bien común para todos y en todos los países de la tierra.

Desde sus pericias e instrumentos, corresponde a la verdad policial desentrañar las fuentes de este evento. Desde sus medios y sus modos, corresponde a la acción política mover la opinión y orientar la acción en torno a este suceso que ha estremecido lo más íntimo de la ciudadanía norteamericana. Sin embargo, resultare la verdad que pudiera resultar, se mueva la opinión y la acción hacia donde se quiera mover, las élites dirigentes de Estados Unidos tienen ahora la ocasión de hacerse una humilde y serena pregunta, por encima de toda soberbia y exabrupto: "¿Qué habré hecho con mi hermano, para merecer de él un reparo así?".

Las naciones también tiene un núcleo espiritual y a él deben mirar cuando los signos de la vida se trastocan de una manera tan tremenda. Es algo como poner la frente en el polvo, como volver la conciencia nacional sobre sí misma: más allá de las seducciones del orgullo y más acá del voto por una vida fratena, solidaria, plena, bajo la égida de los designios de Dios que nada tienen que ver ni con lo que a diario pasa en el corazón económico de Nueva York, ni con lo que allí aconteció hace sólo unos pocos minutos.

 

 

 


 

 

"La vida de los civiles debe ser respetada"

Human Rights Watch,

New York, 12 de septiembre

Condenamos profundamente los crueles ataques de ayer en Estados Unidos y expresamos nuestras condolencias a las víctimas y a sus seres queridos. Este ataque no sólo se cometió contra una nación o un pueblo, sino contra el principio del respeto a la vida de los civiles, tan aceptado por todo el mundo. Instamos a todos los gobiernos a que se unan en investigar este crimen, prevenir que vuelva a ocurrir y llevar ante la justicia a los que son responsables.

Anoche el presidente Bush dijo que Estados Unidos "no hará distinción entre los terroristas que cometieron estos actos y los que les dieron refugio". Sin embargo, hay que hacer distinciones: entre los culpables y los inocentes; entre los hechores y los civiles que pudiera estar a su alrededor; entre quienes cometieron atrocidades y quienes, simplemente, comparten sus creencias religiosas, etnia u origen nacional. Las personas comprometidas con la justicia, la ley y los derechos humanos, no deben rebajarse nunca al nivel de los hechores de tales actos. Esta es la más importante distinción de todas.

Hay personas y gobiernos en el mundo que creen que en la lucha contra el terrorismo el fin siempre justifica los medios. Pero ésa es también, precisamente, la lógica del terrorismo. Sea cual fuere la respuesta a estas atrocidades, no debe hacer validar esta lógica. Debe mantener, más bien, los principios que ayer fueron atacados, respetando vidas inocentes y la ley internacional. Este es el camino para que los hechores de este crimen no consigan su última victoria.

 

 

 


 

 

"Terrorismo"

Frei Betto,

Brasil, 13 de septiembre.

El siglo XXI y el Tercer Milenio comenzaron el martes 11 de septiembre. Lo que ocurrió en los Estados Unidos sobrepasó todas las previsiones (¿dónde está el escudo antimisil de Bush?) y toda la imaginación de los guionistas de Hollywood. Nadie jamás podía suponer que el terrorismo secuestraría aviones domésticos y los llevaría a chocarse contra edificios que simbolizan el imperio yanqui. Una vez más, la realidad sobrepasó a la ficción.

El acto terrorista es execrable, aun cuando sea practicado por la izquierda, pues todo terrorismo sólo beneficia a un lado: la extrema derecha. Pero nadie en la vida cosecha lo que no planta. Eso vale para la vida personal y social. Si Estados Unidos es hoy atacado de forma tan violenta e injusta es porque, de alguna forma, humilla pueblos y etnias. Desde hace años Estados Unidos abusa de su poder, como es el caso de la ocupación de Puerto Rico, la base naval enclavada en Cuba, el bloqueo a Irak, la participación en las guerras de la Europa Central, la omisión frente a los conflictos africanos.

Ya era tiempo de que Estados Unidos hubiera inducido a los árabes e israelitas a llegar a un acuerdo de paz. Todo eso fue retardándose en nombre de la hegemonía de Tío Sam en el planeta. De repente, el odio irrumpió de la forma más brutal, mostrando que el enemigo actual también está fuera de toda ética, con la única diferencia de que él no dispone de foros internacionales para legitimar su acción criminal.

Quien conoce la historia de América Latina sabe muy bien cómo Estados Unidos, en los últimos 200 años, interfirieron directamente en la soberanía de nuestros países, diseminando el terror. Maurice Bishop fue asesinado por los boinas verdes en Granada; los sandinistas fueron derrumbados por el terrorismo desencadenado por Reagan; los cubanos continúan bloqueados desde 1961 sin derecho a relaciones normales con los demás países del mundo. Dictaduras en Brasil, Argentina, Chile, Uruguay y Bolivia fueron instauradas con el patrocinio de la CIA y bajo la orientación de Henry Kissinger.

Violencia atrae violencia, decía Mons. Helder Camara. El terrorismo no lleva a nada: endurece a la derecha y suprime la democracia, reforzando en los poderosos la convicción de que el pueblo es incapaz de gobernarse a sí mismo.

No se pueden sacrificar víctimas inocentes para satisfacer la ganancia de gobiernos imperiales y de conflictos de aquellos que se consideran dueños del mundo y quieren repartir el planeta como si fuese tajadas de un apetitoso pastel. Los atentados del 11 de septiembre demuestran que no hay ciencia o tecnología capaz de proteger a personas o naciones. Inútil que Estados Unidos gastara 400 mil millones de dólares este año en esquemas sofisticados de defensa. Mejor sería que esta fortuna fuese destinada para la paz mundial, que sólo irrumpirá el día en el que sea hija de la justicia.

 

 

 


 

 

"Ataques se compararon al bombardeo de Clinton al Sudán"

Noam Chomsky,

Cambridge, USA, 13 de septiembre.

Los ataques terroristas constituyeron atrocidades de gran escala. En proporción, puede que no alcanzaron el nivel de muchos otros, por ejemplo, el bombardeo de Clinton a Sudán sin pretexto creíble, que destruyó la mitad de sus provisiones farmacéuticas y mató a una cantidad desconocida de gente (nadie sabe por qué Estados Unidos obstaculizó una investigación en la Organización de Naciones Unidas y a nadie le preocupó darle seguimiento). Sin hablar de casos mucho más graves, que fácilmente vienen a la mente. Pero que fue un crimen horrendo, no cabe duda.

Las principales víctimas, como siempre, fueron trabajadores: conserjes, secretarias, bomberos, etc. Es probable que a la postre se traduzca en un golpe contundente contra los palestinos y otros pueblos pobres y oprimidos.También es probable que conlleve a severos controles de seguridad, con muchas ramificaciones eventuales que podrían socavar las libertades civiles y la libertad interna.

Los acontecimientos revelan, dramáticamente, la necedad del proyecto de "defensa anti-misiles". Como ha sido obvio desde el inicio, y señalado reiteradamente por analistas de estrategia, si alguien quiere causar un daño inmenso a Estados Unidos, incluso con armas de destrucción masiva, es altamente improbable que lance un ataque con misiles, pues ello garantizaría su destrucción inmediata.

Existen innumerables maneras más fáciles, que básicamente son imparables. Pero los acontecimientos de ahora serán, muy probablemente, explotados a fin de incrementar las presiones para desarrollar e implementar tales sistemas. La "defensa" es una cortina de humo para cubrir los planes de militarización del espacio, y con un buen trabajo de relaciones públicas, incluso los argumentos más flojos tendrán cierto peso ante un público atemorizado.

En suma, este crimen es un obsequio para la extrema derecha patriotera, aquella que anhela utilizar la fuerza para controlar sus dominios. Y ello, incluso sin tomar en cuenta las probables acciones estadounidenses y lo que éstas desatarán, posiblemente más ataques como éste, o peor.

Hacia delante, las perspectivas son mucho más siniestras de lo que aparentaban antes de las últimas atrocidades. En lo que concierne a cómo reaccionar, tenemos opciones. Podemos expresar un justificado horror; podemos tratar de entender lo que pudo haber conllevado a estos crímenes, lo cual significa hacer un esfuerzo para penetrar la mente de los probables responsables.

Si escogemos este último camino, creo que lo mejor que podemos hacer es escuchar las palabras de Robert Frisk, cuyo conocimiento y claridad en los asuntos de la región son inigualables, después de muchos años de un periodismo distinguido.

Al describir "la perversidad y pasmosa crueldad de un pueblo aplastado y humillado", señala que "ésta no es la guerra de la democracia contra el terror, en la cual se incitará al mundo a creer en los próximos días. También tiene que ver con los misiles norteamericanos estrellados en los domicilios palestinos, y los misiles lanzados desde helicópteros norteamericanos contra una ambulancia libanesa en 1996 y los proyectiles norteamericanos arrojados sobre un pueblo llamado Qana, y con una milicia libanesa pagada y uniformada por el aliado de Estados Unidos, Israel, que se abrió paso en los campos de refugiados mediante cuchillazos, violaciones y asesinatos". Y mucho más.

De nuevo, tenemos opciones: podemos intentar comprender, o negarnos a hacerlo, en cuyo caso, se contribuiría a la probabilidad de que lo peor está por venir.

 

 


 

 

"Ola de xenofobia en Estados Unidos"

La redacción,

18 de septiembre

Se ha creado una ola de xenofobia contra árabes en New York y contra americanos descendientes de árabes en todo el territorio de Estados Unidos. Se cuentan ya, en la primera semana, 40 agresiones de diversos tipos a grupos árabes y se habla de dos asesinatos, de modo que hasta el FBI ha declarado públicamente que va a defender a dichos grupos. Un ejemplo. Varios manifestantes tuvieron que ser dispersados por la policía cuando intentaban invadir una mezquita en los alrededores de Chicago. Eso muestra que hay una ola de terror, impulsada por personas que confunden la religión musulmana que hoy es practicada por muchos occidentales con la nacionalidad árabe.

Lo que ha encendido el fuego de esta xenofobia son las declaraciones de que Osama bin Laden estaría tras los atentados a las torres gemelas del World Trade Center en New York, y al Pentágono. Además, la CNN mostró imágenes de los palestinos celebrando el ataque, comiendo dulces y haciendo muecas cómicas ante la cámara. El terrorismo de New York les habría producido gran regocijo, lo cual a su vez alimentó la xenofobia. Hubo protestas porque esas imágenes eran de 1991 cuando los palestinos sí celebraban la invación de Irán a Kuwait. La CNN ha respondido que no es así. En cualquier caso, las imágenes, dicen, vienen de la agencia Reuter. Aún con esta explicación hay muchos que consideran irresponsable la proyección de esas imágenes, pues indudablemente fomentan el sentimiento antiárabe.

 

 


 

 

"No lo hagan en nombre de nuestro hijo"

Phyllis y Orlando Rodríguez,

18 de septiembre, Universidad de Fordham, New York.

Nuestro hijo Greg es uno de los desaparecidos en el ataque a las torres gemelas. Desde que oímos la noticia, hemos compartido con su esposa, las dos familias, nuestros amigos y vecinos y todas las familias que diariamente se juntan en el hotel Pierre momentos de dolor, consuelo, esperanza, desesperación, recuerdos agradables.

Vemos que nuestro dolor y nuestra rabia se reflejan en todas las personas con quienes nos encontramos. No podemos prestar atención al flujo diario de noticias sobre este desastre. Pero hemos leído lo suficiente para percibir que nuestro gobierno se está poniendo en la dirección de una venganza violenta. La perspectiva es ésta: hijos, hijas, padres y madres, amigos, que mueren y sufren en países lejanos y la provocación de nuevos ataques contra nosotros. Ese no es el camino. No vengará la muerte de nuestro hijo. "No lo hagan en nombre de nuestro hijo".

Nuestro hijo murió víctima de una ideología inhumana. Nuestras acciones no deberían servir al mismo fin. Lloremos. Reflexionemos y oremos. Pensemos una respuesta racional que traiga paz y justicia real a nuestro mundo. Pero, como nación, no añadamos más a la inhumanidad de nuestro tiempo.

 

 


 

"Lecciones de solidaridad"

Margaret Swedish,

New York, 19 de septiembre

Publicamos para terminar, ligeramente editado, este artículo de Margaret Swedisch, directora de Religious Task Force on Central America and México, con base en Washington. Tiene dos cosas importantes que decirnos. Una es que nos conoce a los centroamericanos por haber trabajado años en solidaridad, y por eso puede entender mejor lo ocurrido en Estados Unidos. Y la otra es que si no nos fijamos en lo que ocurre en el fondo del corazón humano, a cualquier otro análisis le faltará algo fundamental.

El espíritu de compasión

¿Qué significa todo esto? ¿Qué es lo que una comunidad de fe solidaria tiene que ofrecer en este momento de horror y temor?

Ante todo, y quizás lo más importante, el don de la compasión hacia las víctimas, las familias, amigos y colegas. Hay dolor en nuestras comunidades, personas que necesitan nuestra atención y nuestro tiempo, que necesitan que escuchemos su dolor, sus miedos...

Eso lo sabemos muy bien porque hemos acompañado a mucha gente en sus traumas, víctimas de la violencia durante muchos años. Muchas familias de las víctimas de hoy experimentan uno de los mayores horrores de la represión en Centroamérica: la desaparición de sus seres queridos. La mayoría de la gente en este país, afortunadamente, no saben lo que es eso. Dios quiera que la mayoría de los familiares de las víctimas puedan tener el consuelo de poder enterrar a sus seres queridos, con dignidad y de acuerdo a las tradiciones que son importantes para ellos.

Eso lo hemos aprendido en Centroamérica. No siempre sabemos hacerlo en nuestra cultura, en una sociedad que desde hace mucho tiempo no sabe qué hacer con la muerte. En mi opinión, lo peor que pudiera pasarnos es que, después de las ceremonias, sigamos con normalidad y, así, mostremos al mundo que somos fuertes. Hemos oído muchas de estas cosas estos días, incluso nos han dicho que eso es lo patriótico.

Quizás lo patriótico sea, más bien, hacer una pausa y reflexionar en verdad sobre lo que ha ocurrido, por qué y cómo podemos curarnos de esta plaga de violencia que hay en nuestro mundo. Quizás lo patriótico sea juntarnos, mano con mano, con los que sufren, los que sienten miedo. Juntarnos unos con otros, y sobre todo escuchar de verdad lo que está ocurriendo en el corazón humano.

El espíritu de solidaridad

Podemos hacer más. Hemos presenciado en televisión escenas impresionantes de solidaridad humana jamás vistas en este país, historias de heroísmo, día tras día, testimonios de generosidad y heroísmo que superan la imaginación. Pero a esta enorme generosidad del corazón la amenaza un futuro sombrío. Entonces es cuando pienso, por una parte, en las dictaduras militares en América Latina, la represión, la pobreza, con culpa grande de los gobiernos de Estados Unidos. Pero pienso también en la generosidad de tantos centroamericanos que nos abrazaban cuando íbamos a sus comunidades, que eran capaces de superar historias terribles para llegar a ser todos, ellos y nosotros, hermanas y hermanos, en busca de paz, justicia y reconciliación.

¿Podremos mantener vivo este espíritu de solidaridad, "el espíritu de Manhattan"? ¿Podrá ese espíritu evitar más y mayores violencias? ¿Podrá convertirse en la enseñanza más importante de nuestro tiempo para saber lo que está mal en este mundo y cómo arreglarlo?

¿Podrá este espíritu vencer sobre el egoísmo, el individualismo y la agresividad que ha hecho tan difícil la solidaridad humana en este país? ¿Podrá ayudarnos, por fin, a hacernos como nación las preguntas verdaderas sobre nosotros mismos, sobre cómo vivimos en este mundo, sobre nuestra responsabilidad en perpetuar la violencia que ha dañado a tantas sociedades y que ahora amenaza con dañar a nuestra propio país?

¿Podremos hacer más fuertes las voces de tantos líderes religiosos que han hablado estos días con todas sus fuerzas en favor de la justicia, no de la venganza, que han proclamado la palabra de paz desde sus diversas tradiciones religiosas, que han llamado a sanar y a reconciliar, incluso en este tiempo de horror?

¿Qué significa todo esto para el trabajo de la Religious Task Force, en favor de esta parte del mundo a la que tanto queremos y por la que tanto nos preocupamos? Muchos de nosotros y de nosotras nos hemos conmovido por los muchos mensajes de solidaridad que nos han enviados comunidades de El Salvador, Perú, Nicaragua etc. Esta solidaridad, ahora en la dirección inversa, muestra una empatía, una fina sensibilidad hacia el sufrimiento de nuestro pueblo, una profunda comprensión de las cosas, que nos confortan enormemente.

El compromiso con la justicia

¿Qué pueden ofrecernos en este momento, a nosotros en Estados Unidos, los pobres centroamericanos? Lo primero que me vino a la mente cuando me hice esta pregunta fue el esfuerzo heroico de 21 comunidades indígenas en Guatemala para llevar ante los tribunales guatemaltecos a dos dictadores militares por el crimen de genocidio. Lo que estas comunidades sufrieron al principio de la década de los ochenta es inimaginable. La brutalidad del ejército guatemalteco fue terrorismo extremo. Durante dos años estas comunidades han recogido pacientemente los testimonios con el apoyo del Center for Human Rights Legal. La acusación fue presentada en junio de este año y llegará a los tribunales el año entrante.

Justicia, no venganza. Si estos indígenas guatemaltecos triunfan, contribuirán mucho a restablecer la ley en su país. Lo que muchos, muchos centroamericanos nos han enseñado es la paciencia de la justicia, contraria a la secuencia de venganza, que sólo llevará a nuevos actos de terrorismo, a nueva venganza, y a nuevos actos de terrorismo.

Dichosos los que trabajan por la paz

Nos comprometemos con la verdadera justicia y paz. Esto significa cambios importantes en cómo vivimos en Estados Unidos y honradez en la historia, incluida la nuestra. Sabemos que esto no encuentra gran aprobación en el clima guerrerista que están propagando los medios. Pero eso es lo que hay hacer.

Va ha costar mucho vivir nuestra fe cristiana estos días. Es muy importante nutrir a nuestras comunidades y alimentarnos mutuamente. Ser hacedores de la paz en tiempos en que el odio y la violencia parecen ser fuerzas abrumadoras en nuestras vidas no es fácil, pero es absolutamente esencial.

"Dichosos los que lloran porque encontrarán consuelo... Dichosos los misericordiosos porque obtendrán misericordia... Dichosos los hacedores de la paz porque serán llamados hijos de Dios".

 


 

 

Reacciones en El Salvador

Políticos y empresarios

La Presidencia de la República: "En nombre del gobierno y el pueblo salvadoreño, expresamos nuestras condolencias por los centenares de familias que han perdido a sus seres queridos… Estados Unidos es el hogar de miles de salvadoreños y nos sentimos conmovidos".

El presidente del FMLN, Fabio Castillo: "Que se investigue y se llegue a conclusiones de quiénes son los autores materiales e intelectuales y que se les juzgue; pero que no se vaya a producir una reacción que afecte a población civil y a personas inocentes". Algunos sectores del FMLN: "la administración de Bush es indirectamente responsable por la agresiva política internacional estadounidense".

Hernán Contreras (PCN): "Estados Unidos tiene derecho a una legítima defensa". Gerardo Suvillaga (ARENA): "Estados Unidos deberá actuar bajo sus parámetros de seguridad nacional", justificando cualquier acción bélica en contra de los terroristas. Rubén Zamora (CDU): El terrorismo se explica por "la globalización que corroe los fundamentos de la soberanía nacional". La pregunta fundamental es si el gobierno de Estados Unidos "va a tomarse la justicia por su propia mano y entrar a una espiral de actos terroristas y contraterrorista".

La Corte Suprema de Justicia, la Corporación de Municipalidades de la República de El Salvador, FMLN y ARENA publicaron comunicados en que condenan el terrorismo y manifiestan su solidaridad para con el pueblo y gobierno de Estados Unidos. La gran empresa privada condenó el terrorismo y se mostró preocupada por los efectos adversos para el sector.

El presidente de la Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI), Napoleón Guerrero: "Nos preocupa una fuga de inversionistas extranjeros en Norteamérica, lo que afectaría los beneficios que tenemos con EUA". La Corporación de Exportadores (COEXPORT): "una interrupción del intercambio comercial entre El Salvador y aquel país, afectaría principalmente a la maquila". Las aerolíneas y agencias de viaje temen pérdidas por el cierre de los aeropuertos estadounidenses. La Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES): el mayor peligro podría ser un aumento en el precio del petróleo.

El gobierno, como muestra de solidaridad, suspendió las celebraciones del día de la independencia. Momentos después, unos mil integrantes de organizaciones sindicales, gremiales y supuestos universitarios hicieron pintas algunas decían: "Osama Bin Laden, estamos contigo" y quemaron banderas de Estados Unidos e Israel. Sánchez Cerén explicó que la marcha era un rechazo a la resolución de la Corte Suprema de aprobar la instalación de la base de monitoreo estadounidense en el aeropuerto de Comalapa".

CIDAI

La gente de la calle. Sondeo de YSUCA

Pedro Artiga, obrero, 35 años. "Yo no puedo decirles nada acerca de eso porque yo soy cristiano. Mi única opinión es de que todos nos volvamos al Señor. Reconocer que estamos fuera del Evangelio, es todo…

Rosa Sánchez, empleada, 39 años. "Yo no estoy de acuerdo con que haya guerra, porque los primeros que sufren son los niños. Primero Dios que no se vaya a dar eso. Yo ya sufrí una guerra aquí y no quisiera que a otros les pasara lo mismo. Si sólo la gente adulta saliera afectada uno aceptaría un poco, pero en estas guerras son siempre los más indefensos quienes salen afectados. Por eso no estoy de acuerdo con las guerras".

Roberto Gómez, desempleado, 50 años. "Yo creo que se debe castigar a los responsables, pero no atacar indiscriminadamente a un país como se ha anunciado. Tienen que ser más cautelosos porque si atacan sufriría la población civil y eso precisamente es lo que se debe evitar. Que le saquen la verdad a los sospechosos, que investiguen, pero que no ataquen a los países. Que se busquen a los responsables y se castigue sólo a ellos, no a un determinado país, porque lo que hicieron estos hombres fue grave, fue doloroso".

David Cuéllar, obrero, 32 años. "En el trabajo hemos comentado ese asunto de la guerra. Yo les digo a mis compañeros que el ataque que le van a hacer a ese país puede ser terrible y hay mucha gente que no tiene nada que ver ni en la política ni en los hechos ocurridos. Por eso para mí los gobernantes deberían analizar más la situación porque podrían desencadenar una guerra que afecte a todo el mundo, pero eso sólo Dios lo sabe. Yo opino que los gobernantes no deberían tomar las cosas muy rápido. Pero sólo ellos saben cómo están pensando y sólo Dios sabe cómo lleva las cosas".

Concepción Abrego, ama de casa, 55 años. "Yo pienso que así como está Estados Unidos de herido va a tomar una represalia contra Afganistán. Por lógica Estados Unidos va a atacar. Yo estoy de acuerdo con ese ataque porque en esa zona se refugian los terroristas. En cierto modo estoy de acuerdo…".

Manuel Avelar, vendedor ambulante, 44 años. "Mire yo no sé en realidad qué está pasando con eso de la guerra. Sí me preocupan algunos familiares que tengo en el Norte. Creo que su situación es peligrosa, es insegura. Eso me preocupa

De las comunidades cristianas

Las personas que aquí expresan su opinión, sufrieron en carne propia las consecuencias de la represión y la guerra en El Salvador y eso se deja ver en sus respuestas. Todas coinciden en condenar el atentado, pero van más allá y sacan algunas conclusiones que compartimos con ustedes:

"Yo hasta el sábado me enteré, porque yo vivo en en otro mundo". ¿Y cómo eso? Le pregunté a Felipe, que vive en un cantón de Santa Ana. "Mire, yo no tengo radio ni televisión, allí donde vivo estoy aislado". ¿Y ahora que ya sabes lo que pasó, qué piensas? "Veo injusto que murió tanta gente inocente. ¡Tanta gente! Y gente trabajadora de todo el mundo, gente también de nuestro pueblo. Pero esto me da que pensar, porque en El Salvador ¡cuántas vidas inocentes murieron en las masacres y en los bombardeos! Sólo hay una diferencia, ¿sabe cuál es? Que allá, en Estados Unidos, ha muerto mucha gente de un solo, y aquí fueron asesinados por pocos, paulatinamente. Estas personas murieron asesinadas en Estados Unidos y los otros en El Salvador y otros muchos países de Latinoamérica, y como que no es lo mismo, morir asesinado allá que acá, como que hay diferencia. Pero, digo yo, que todos somos hijos de Dios, allí en los Estados Unidos y aquí, en El Salvador. Mire, a los gringos les gusta la guerra y están cosechando lo que han sembrado". "Este ataque es la consecuencia de la política guerrerista de los Estados Unidos es lo primero que dice Pablo de Cinquera. Lo fregado es que hoy no se puede hablar mal de Estados Unidos, porque ya le acusan a uno de terrorista, talibán y todo eso que dicen. Yo quiero decirle claramente que lamento que hayan muerto tantas personas, la vida es sagrada, nos decía Monseñor Romero, y le puedo asegurar que toda la gente de la comunidad eso es lo que pensamos. Estamos en contra del ataque, pero quiero decirle que Estados Unidos debe aprender de esto, ¿me entiende? ¿Le parece poco todo lo que sufrimos aquí, los bombardeos, las horribles torturas? Los aviones que venían a botar las bombas acá no eran fabricados en Honduras ni en Guatemala, eran de Estados Unidos y los represores de acá ¿quién los entrenó?, ¿me entiende? Los Estados Unidos tienen que aprender que ni ellos ni nosotros queremos que pasen cosas tremendas como lo que pasó en Nueva York. Por eso ellos son los primeros que tienen que trabajar por la paz, porque Estados Unidos no es monedita de oro". Rafael de las comunidad cristiana de Mejicanos, me dice: Yo he hablado con mucha gente de eso, porque es la actualidad y le digo que terrorismo es terrorismo y hay que condenarlo parejo, venga de donde vega. Porque mire, mucho se está hablando que los que hicieron eso son terroristas, y es cierto. Pero Estados Unidos también es terrorista, solamente que ellos dicen que en nombre de la democracia y la libertad. Sólo se está criticando el terror de una parte, pero lo que Estados Unidos hizo en El Salvador también es terrorismo, las masacres en Morazán, en Chalatenango, eso es terror. Le digo que ninguna de las personas con que he hablado está a favor del ataque, pero tampoco estamos de acuerdo con la prepotencia del gobierno de Estados Unidos".

Miguel Cavada Diez

 

 

 


 

 

Mensaje de la conferencia episcopal de El Salvador

"Escúchame cuando te invoco, Dios defensor mío; tú que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de mí y escucha mi oración".

(Salmo 4)

Profundamente consternados por los ataques terroristas ocurridos ayer en Washington y Nueva York, con ingentes pérdidas en vidas humanas, los Obispos de El Salvador expresamos nuestra solidaridad cristiana con el pueblo y gobierno de Estados Unidos.

Al mismo tiempo manifestamos lo siguiente:

1. Que elevamos nuestra oración por las hermanas y hermanos que perdieron la vida en este acto de barbarie. También oramos por las familias afectadas, pidiendo para ellas el consuelo y la fortaleza del Señor.

2. Oramos también para que se ponga fin a toda forma de violencia, por ser contraria a la dignidad humana y a los valores cristianos.

Estamos convencidos de que la violencia es irracional y sólo engendra violencia.

3. Expresamos asimismo nuestra cercanía espiritaul con los compatriotas que han sufrido las consecuencias dolorosas de esta acción insensata.

Que el Dios de la paz y de la vida nos conduzca por las sendas de la fraternidad, la concordia y la solidaridad.

San Salvador, 12 de septiembre del año 2001

 

"Pedimos insistentemente que se haga justicia a todos aquellos que han tomado parte en este crimen atroz cometido en medio de nosotros. Sin embargo, no dejaremos que nos invada el odio y el deseo de venganza".

"Hemos visto la maldad de cerca, y nos esforzamos por entender. Los sucesos del 11 de septiembre nos han turbado y confundido. Pero éstos no han debilitado nuestra fe. Sabemos con certeza que somos los hijos de un Dios amoroso que nos ha creado para vivir toda una eternidad junto a El".

Cardenal Edward M. Egan,

New York

 

 


 

Fidel Castro: Condena, reflexión y ecuanimidad

El 22 de septiembre, ante más de 50.000 personas, en San Antonio de los Baños, Fidel Castro habló habló del terrorismo.

Dijo, por una parte, "Cualesquiera que fuesen las causas profundas, los factores de orden económico y político y los grandes culpables... nadie podría negar que el terrorismo constituye un peligroso fenómeno, indefendible desde el punto de vista ético, que debe ser erradicado... Es comprensible el estado de irritación unánime por el daño humano y psicológico causado al pueblo norteamericano por la muerte sorpresiva e insólita de miles de inocentes ciudadanos".

Por otra parte, "En nombre de la justicia no se debe utilizar la tragedia para iniciar irresponsablemente una guerra que en realidad podría convertirse en una matanza infinita de personas también inocentes. Hay que evitar una guerra de imprevisibles consecuencias, cuyos autores han confesado que no tienen siquiera idea de cómo se desenvolverían los acontecimientos".

Sobre el discurso del presidente Bush ante el Congreso, condeno que quiere implantar una dictadura militarista mundial bajo la égida de Estados Unidos, sin tener en cuenta las instancias mundiales políticas y jurídicas.

 

 


 

 

El SIDA, la pobreza y El Salvador

José María Tojeira

Durante la semana del 3 al 8 de septiembre han tenido lugar dos reuniones que giran en torno al SIDA. En una se reunieron teólogos y pastoralistas de América Latina, y la otra fue promovida por UNICEF. El panorama de desastre y dolor humano contrasta con la indiferencia y el olvido en el que permanecen las grandes mayorías de los portadores del virus o de los enfermos de sida. De prácticamente 36 millones de personas portadoras o enfermas en el mundo, sólo 400 mil tienen acceso a la medicina que hoy en día permite sobrevivir la enfermedad con unos índices de calidad de vida aceptables.

Cada vez más la enfermedad se ceba en los más débiles y desprotegidos. Las mujeres, que viven en un ambiente cada vez más deprimente dada la tendencia actual a la feminización de la pobreza, son ahora el sector con mayor riesgo. Pero no sólo ellas. Todos aquellos sectores poblacionales donde hay concentraciones humanas hacinadas, muchas veces en viviendas mínimas de pésima calidad, donde hay pobreza debido a los bajos salarios, donde se dan hábitos de comportamiento promiscuo, donde abundan la violencia y el alcohol, son lugares propicios para la explosión de esta enfermedad que puede fácilmente diezmar países completos. En Africa se estima ya que hay varios países con porcentajes de contagio superiores al 20% entre la población adulta comprendida entre los 15 y los 49 años.

De hecho cada vez se ve con mayor claridad que el sida se propaga con mayor rapidez donde hay más pobreza. De algún modo refleja la misma realidad del mundo en que vivimos. Un mundo dominado por la ley del más fuerte y por la insolidaridad. Un mundo donde sufren más los más débiles y donde los más fuertes se conforman con repartir migajas, a veces ni eso, de lo que cae de su mesa. Un mundo donde la exclusión campea y donde se concentran todos los males en el mundo de los excluidos.

En Centroamérica el sida es cada día una amenaza más real. En Haití, no tan lejos de nosotros, la incidencia alcanzaba ya en 1997 el 5.2% de la población entre los 15 y 49 años. Entre nosotros Honduras se lleva en la misma fecha la palma con un 1.5%, y nosotros, junto con otros países, estábamos por encima de la media latinoamericana (0.5%) con un 0.6%. Las investigaciones recientes sobre el tema no dejan duda de que la proporción con respecto a la población no ha dejado de subir en estos últimos cuatro años. Frente a países como Honduras, que se han tomado bastante en serio la prevención, a pesar de sus insuficiencias, en El Salvador reina una tranquilidad excesiva. Algo parecido a la tranquilidad que había previa a la explosión del dengue que sufrimos el año pasado y que en buena parte se debió a la total falta de prevención frente a datos que se iban haciendo cada vez más alarmantes.

Al contrario, a veces de la impresión de que en este tema se le da más cabida en los medios a las reacciones de quienes creen que combatir el sida significa amenazar a la familia. Como si la familia fuera una realidad estable y conformada entre nosotros según los patrones clásicos de la familia nuclear. Al contrario, en nuestra población abundan factores de riesgo, como el de los partos a temprana edad, que nos convierten en un terreno fértil para la propagación del sida. El 46% de nuestras mujeres tienen hijos antes de los 20 años, con todo lo que implica de inmadurez, riesgo físico e inestabilidad afectiva.

Es cierto que frente al sida es importante tener una respuesta de largo plazo, basada en valores, fortalecimiento de vínculos familiares, comportamientos éticos y morales y una adecuada educación sexual. Pero también es cierto que frente a esta terrible enfermedad es necesario desarrollar una campaña de prevención que alerte, concientice e instruya a la gente en torno a como evitar el contagio.

Así mismo, dada la dimensión creciente del problema, es indispensable también tener claridad sobre la solidaridad necesaria con los enfermos.

La Corte Suprema, en un fallo alentador, ha obligado al Seguro Social a proveer de medicina a un grupo de enfermos de sida. Todavía es una minoría dentro de quienes sufren la enfermedad. Pero el Estado debería tener no sólo claridad sino conciencia en torno al tema.

No se puede dejar que los ciudadanos contagiados de Sida, más aún, los hermanos y hermanas de nuestra misma carne y sangre, vivan y mueran sin la atención, la medicina y la solidaridad que se merecen. De lo contrario, muchas de las frases que se dicen sobre la patria (estamos en su mes) no dejan de ser una manera de limpiarnos nuestras inmundicias con grandilocuencia vacía.

* * *

VIA CRUCIS DEL SIDA

En El Salvador, desde hace algunos años funciona el EQUIPO CONTRA EL SIDA - EL SALVADOR. Su directora es María Annel, doctora y hermana de Maryknoll. Entre otras cosas ofrece talleres sobre el sida. El primero es sobre información básica. El segundo es de profundización, y suelen comenzarlo con una oración en forma de Via Crucis. El original viene de Uganda, Africa, el continente más castigado por el sida. En 1994 la Hna. Kay Lawlor lo adaptó al inglés, y de ahí fue traducido al español.

1. Jesús es condenado a muerte: (Respuesta: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo). Marcos se siente aturdido, incapaz de hablar. Le tiemblan las manos. Acaba de oír que tiene el SIDA. Marcos dice, "voy a morir".

2. Jesús carga con su cruz: Vicente se siente agobiado bajo el peso de tener SIDA. ¿Cómo puede decírselo a sus niños? Vende un pedazo de terreno, y hace otros arreglos para sus hijos. Con tristeza se lo cuenta a sus hermanos.

3. Jesús cae por primera vez: Pedro no puede pararse solo; le duelen los moretes demasiado; está sumamente débil. Con ayuda llega a su casa, y a su cama. Allí empieza la lucha difícil de encontrar suficiente fuerza para cargar la cruz de seguir viviendo con el SIDA. Sigue el camino.

4. Jesús encuentra a su Madre: Regina está acostada, esperando que regrese su mamá. Acaba de saber que tiene SIDA y que se está muriendo. Quiere contárselo a su mamá. Al encontrarse, se intercambian una mirada dolorosa y amorosa. "¡Tengo SIDA!" Su madre la abraza y juntas lloran amargamente.

5. Simón ayuda a Jesús a llevar su cruz: Ricardo tiene tantas decisiones que hacer. ¿Cómo puede seguir la vida? Cuenta a sus hermanos que teme seguir adelante. Sus hermanos le consuelan; arreglan su salida del hospital y sus tratamientos posteriores; le ayudan a pensar cómo informar a su esposa.

6. La Verónica limpia el rostro de Jesús: Rosa está acostada en la cama en el hospital, sin poder limpiarse. La ropa está sucia, porque tiene diarrea casi constantemente. Está sola, dejada en un corredor, para que el olor no moleste a los demás. Una enfermera joven viene; la baña; cambia la ropa. Rosa sonríe.

7. Jesús cae por segunda vez: Ahora Carlos empieza a tener diarrea; ya no quiere comer. No puede dormir, y siente miedo. La enfermedad está empeorando. Carlos tiene que trabajar. Es difícil seguir viviendo con SIDA.

8. Las mujeres de Jerusalén lloran por Jesús: Juana no tiene terreno. María no tiene leche para su niño. El esposo de Sofía la sacó de la casa cuando supo que ella tiene SIDA. Julieta fue sacada de su cuarto alquilado. Margarita trabaja en una cantina para sostener a sus hijos, y tiene sexo con unos hombres para poder comprar comida para sus niños. La condición triste de las mujeres pobres y el SIDA le hacen llorar a Jesús.

9. Jesús cae por tercera vez: Su cabeza se siente como si estallara; nada lo alivia. Oscar se acuesta en la cama, sin poder abrir sus ojos. Al acercarse la muerte, unos familiares llegan para trasladarlo del cuarto alquilado donde sufrió solo por varios meses. Se abre un paso más en el camino.

10. A Jesús le quitan su ropa: A Marta, la echaron de la casa, pero retuvieron su ropa, diciendo que ya no la necesita, porque no le queda en su cuerpo desnutrido. Le dijeron que fuera con su abuela para morirse. Una vez estando con su abuela, Julieta fue rechazada, despojada de todo, aun de su derecho a pertenecer a su familia. Marta fue devuelta al hospital como un objeto abandonado.

11. Jesús es crucificado: Alex no puede moverse; es difícil respirar. Tiene que esperar que alguien venga a cuidarlo totalmente. Un tumor cerebral, causado por el SIDA, lo tiene clavado en su cama; su madre vigila con él.

12. Jesús muere en la cruz: Rosa, Pedro, Marcos, Juan, Marta, Vicente, Regina, Ricardo, Carlos, Oscar, Julieta, Margarita Alex, Sofía, María… El cuerpo de Jesús muere del SIDA.

13. El cuerpo de Jesús es bajado de la cruz y puesto en los brazos de María: Los lamentos empiezan; el carro llega a la casa. Mientras que los hombres van a prisa para llevar el cuerpo vendado de Pablo, una mujer sale de la casa. Ella alcanza a tocar el cuerpo de su hijo.

14. El cuerpo de Jesús es enterrado: Una fosa excavada en el terreno del hospital para Rosa; solamente unos empleados del hospital son los dolientes. La niña de Rosa de nueve meses llora, sin entender. Todos salen.

15. Jesús resucita al tercer día: Nuestro Señor resucitó, y nos da la esperanza de que todos resucitaremos con El. Cantemos aleluya con júbilo.

* * *

En diciembre, del año 2000, la Organización Mundial de la Salud informó que más de 36 millones de hombres, mujeres y niños en el mundo vivían con el VIH o SIDA, y que casi 22 millones ya se habían muerto de la enfermedad. Aproximadamente 5,3 millones de personas se contagiaron del VIH a nivel mundial (más de 15,000 cada día) y 3 millones murieron ese mismo año.

Hasta ahora el VIH/SIDA ha golpeado a Africa con mayor fuerza. El 70% de todos los adultos y el 80% de los niños viviendo con VIH están allí. El SIDA es la primera causa de muerte en Africa, responsable del 20% de todos los fallecimientos en el continente. El año pasado 2.4 millones de africanos murieron por causa del SIDA y 3.8 millones se contagiaron del VIH. En 7 países del Africa austral al menos 1 adulto de cada 5 vive con el virus. Los países africanos agonizan del impacto de enfermedad y muerte.

La pandemia está creciendo sin parar y de forma alarmante en Asia, agregando más de 900,000 personas infectadas en el año pasado. La India junto con el resto de Asia Sur y sur-oriental podría sobrepasar a Africa como el epicentro de la pandemia.

América Latina y el Caribe no se han salvado de los efectos dañinos del VIH/SIDA. Se calcula que 150,000 adultos y niños se contagiaron durante el año 2000, sumando el total de personas infectadas en esta región a casi un millón y medio. Brasil tiene el número más alto de personas viviendo con VIH B 540,000. El Caribe tiene la tasa más alta en el mundo después de Africa subsahariano. El SIDA ya es la primera causa de muerte entre los jóvenes de la zona. Los países centroamericanos ya estragados por años de conflicto armado, destrucción del medio ambiente, y crecimiento económico excluyente han experimentado una tasa creciente de infección, en particular entre los sectores más pobres de la población y las mujeres.