Carta a las Iglesias AÑO XXV, Nº 493-494, 1-31 de marzo, 2002

"Qué bien responden los pueblos cuando se les sabe amar"

INDICE

EDITORIAL: Memoria de Monseñor Romero

REALIDAD NACIONAL: La visita de Bush: mucho ruido y pocas nueces

LA MUJER: 8 de marzo. Día internacional de la mujer

RUTILIO GRANDE: 12 de marzo. Rutili Grande, 25 años

MONSEÑOR ROMERO: Carta a Monseñor Romero

MONSEÑOR ROMERO: 24 de marzo. La fiesta del pueblo

MONSEÑOR ROMERO: Monseñor Romero y el Presidente Bush

MONSEÑOR ROMERO: Monseñor y los jóvenes

MARTIRES LATINOAMERICANOS: Martirio de Mons. Isaías Duarte, 16 de marzo, Cali, Colombia

 

 

Memoria de monseñor Romero

Ignacio Ellacuría

Hay una memoria, que es un mero recuerdo del pasado; es una memoria muerta, una memoria archivada, una memoria de lo que ya no está vivo. Hay otra memoria que hace presente el pasado, pero no como un mero recuerdo, sino como presencia viva, como algo que sin ser ya presente, no es tampoco del todo ausente, por que, en definitiva, es parte de la propia vida; no de la vida que fue y pasó, sino de la vida que sigue siendo.

Con monseñor Romero y su memoria, la pregunta fundamental es de qué memoria se trata: una memoria muerta o una memoria viva, la presencia de un cadáver al cual se venera o la presencia de un resucitado, que interpela y vigoriza, alienta y dirige.

Las dos memorias se están dando. Una es la oficial y la institucional y la otra es la popular; una es la local y otra es la universal. Nadie olvida a monseñor Romero, pero no todos lo recuerdan como resucitado y presente. En algunos opera más el temor a que la Iglesia y el pueblo vuelvan a encontrarse con los dolores de parto de aquel tiempo crucificado. Lo pasado ya pasó. Hasta puede considerarse como un pasado glorioso, un pasado del que vana-gloriarse, pero que no ha de seguir dándose, por cuanto "son otras las circunstancias, es distinta la situación". Son, es cierto, distintas las circunstancias y la situación, pero es más clara aún la ausencia del Espíritu, la pascua o paso del Señor, como se dieron en monseñor Romero.

Pero está también la presencia popular y universal de monseñor Romero, la que no tiene miedo, porque el Señor resucitado sigue vivo entre quienes la mantienen y, junto a él, Monseñor resucitado, vivo en el cielo y vivo en la historia. El pueblo sigue muriendo en El Salvador y con él sigue muriendo Monseñor; el pueblo sigue viviendo y esperando, en medio de su muerte y de sus angustias y con él sigue viviendo Monseñor. En ese pueblo de aquí y de todas partes, en ese pueblo de creyentes y también de militantes, por fuera no creyentes, pero a quienes Monseñor ilumina y vivifica, crítica y corrige, se da, ciertamente, la otra memoria, la memoria de la vida que da vida, la memoria cuidadosa del cuerpo histórico de Cristo, del pueblo de Dios, que somos todos.

Este libro recoge una parte de esa memoria viva, la memoria que vivifican y proyectan los artistas plásticos. En él se recogen las víctimas que cayeron brutalmente atormentadas y que fueron convirtiendo y santificando a Monseñor; en él se recoge la conexión compleja y ambigua de su vida y muerte con otros señores de la vida y de la muerte; en él se recoge la transformación de la semilla en mazorca y fruto, de la vieja ciudad en la nueva. Ojalá este libro, hecho con amor, apoyado internacionalmente por quienes buscan un Monseñor vivo, no amortajado, ayude a mantenerlo, no sólo resucitado sino vivificante.

¡Sigue siendo tan necesario este monseñor Romero!

Este texto es la presentación que escribió Ignacio Ellacuría al Libro "Homenaje a Monseñor Romero", San Salvador, 1988, en el que se recogen obras de importantes pintores en torno al martirio de Monseñor y al vía crucis del pueblo salvadoreño.

 

 


 

 

La visita de Bush: mucho ruido y pocas nueces

El anuncio de la visita del presidente estadounidense George W. Bush a El Salvador provocó expectativas entre los distintos sectores de la sociedad. ¿Qué es lo que realmente ocurrió? Esa es la pregunta que queremos responder en las siguientes líneas.

El Estatus de Protección Temporal (TPS) quedó afuera

La deportación masiva de varios centenares de salvadoreños que viven indocumentados en territorio estadounidense es una pesadilla para el gobierno salvadoreño, pues implicaría el derrumbe de uno de los pilares de la economía: las remesas que envían al país. La falta de acceso al empleo haría de esos hipotéticos deportados un elemento de desestabilización sociopolítica difícil de manejar. De ahí que cuando un grupo de salvadoreños emigró a Suecia, estafados por una agencia de viajes, las gestiones diplomáticas se orientaron a evitar a toda costa que los connacionales regresaran a su país.

El gobierno de Francisco Flores esperaba que la extensión del programa, que ya ha frenado la deportación de personas indocumentadas, fuera uno de los puntos de la agenda de Bush, como lo expresó el embajador salvadoreño en Washington, René León. Pero algunos días después, la consejera de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Condoleeza Rice, aclaró que la visita enfocaría un único asunto: El Tratado de Libre Comercio. El TPS no estaba en la agenda de la visita. El presidente Flores trató de aminorar el impacto explicando que Bush no se pronunciaría "inmediatamente". El mismo Bush fue claro; "no voy a hacer ese anuncio allá", y añadió que el plazo de vencimiento del TPS es hasta septiembre. Recordó que ya había apoyado la prórroga en una ocasión anterior, aunque no quiso adelantar cuál sería esta vez su decisión al respecto. Por su parte, la canciller salvadoreña Eugenia Brizuela declaró que la firma del TLC de Centroamérica con Estados Unidos es la mejor política migratoria, pues creará mayores fuentes de trabajo y frenará el exilio multitudinario. Esta es la posición del gobierno de Bush. Entre líneas, lo que se está diciendo es que Washington necesita que los gobiernos centroamericanos frenen la incontrolable emigración hacia la nación del Norte.

El Tratado de Libre Comercio (TLC) es un sueño

El punto central, según la prensa nacional, de la visita de Bush no fue otro que el TLC, lo cual fue recibido con el beneplácito del gobierno, los empresarios y los grandes medios de comunicación. El gobierno salvadoreño se mostró optimista ante la firma del tratado, pues lo considera clave para sus planes económicos. La empresa privada también se alegró con las perspectivas de la visita del mandatario norteamericano. Pidió, y Flores se lo concedió, tener presencia en las negociaciones del TLC con Bush. Los periódicos matutinos aplaudieron el TLC: "Bush trae plan de prosperidad", anunciaba El Diario de Hoy. Más comedida, La Prensa Gráfica destacaba "Bush le apuesta al libre comercio".

Sin embargo, en la reunión no se firmó tratado alguno, y aún se tiene que esperar la aprobación del Congreso norteamericano. Además, hay disidencias y cautelas entre los diversos países. Francisco Flores fue claro al pedirle a "su amigo" Bush que había que agilizar el ingreso al TLC de aquellas naciones que cumplan con los requisitos establecidos por Estados Unidos. Es decir, lo que interesa no es tanto el garantizar que Centroamérica entre al TLC en condiciones favorables para todos los países del área, sino aquellos países que ya se encuentren "aptos" para ello.

El TLC no es un sueño

El optimismo del gobierno y de muchos medios de comunicación que hace aparecer al TLC como la panacea no fue compartido por todo el mundo, comenzando por los trabajadores. Como primera reacción, el movimiento laboral anunció una movilización de rechazo a la venida de Bush y a un TLC hecho a la medida de los poderosos y excluyente de la población trabajadora. El repudio a Bush se vio acrecentado por la coincidencia de su visita con la fecha en el que miles de personas, tanto en El Salvador, como en otras partes del globo, conmemoran el asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero. La visita de Bush venía, a encarnar la presencia de un poder excluyente y, peor aún, irrespetuoso con los temas sensibles para los países bajo su influencia.

El gobierno salvadoreño no toleraría que se empañara la fiesta preparada para el 24, pues la negativa del Secretario General de Naciones Unidas, Kofi Annan, a estar presente en el acto en el que se darían por superados los acuerdos de paz, ya fue un golpe difícil de encajar. Por eso anunció que castigaría severamente cualquier desorden y se hizo público el impresionante dispositivo de seguridad que protegería a Bush. Días antes de la visita, el gobierno afirmó que ya había detectado a un grupo universitario que supuestamente tendría planificado provocar disturbios –como en las campañas de guerra psicológica que se efectuaban durante el conflicto. El 22 de marzo, voceros policiales afirmaban que sus pesquisas habían progresado aún más, al conocer la composición de una supuesta "célula" compuesta por once supuestos universitarios, hombres y mujeres, que ya había protagonizado otros disturbios callejeros y que era especialmente peligrosa.

Por su parte, el atentado que destruyó un centro comercial en las cercanías de la embajada estadounidense en Lima, a escasos días de la presencia de Bush en la capital peruana, contribuyó a tensionar las cosas. Sin embargo, las actividades que los sindicatos y las organizaciones religiosas llevaron a cabo el 24 de marzo transcurrieron en total tranquilidad. Una procesión salió del Hospital de La Divina Providencia hacia El Salvador del Mundo y de ahí se unió a la marcha sindical hacia Catedral Metropolitana, es decir, fuera del recorrido que hiciera Bush.

Un gobierno en busca de respaldo

Bush también habría venido a avalar al gobierno salvadoreño en su cumplimiento de los Acuerdos firmados hace diez años. Eso también supuso júbilo para la derecha, que vio en el supuesto anuncio de Bush una compensación por el desplante de Naciones Unidas. Los matutinos, además, destacaron el supuesto aprecio que Bush profesa a Francisco Flores. Se llegó a hablar de "química" personal entre ambos mandatarios. Frases de Bush refiriéndose al presidente salvadoreño como "mi amigo", o como "uno de los jóvenes líderes más brillantes", se hicieron tópicas en los diarios.

Los periódicos matutinos han dedicado esfuerzos para promover la imagen de un Francisco Flores con liderazgo internacional. Se destacó especialmente el hecho de que el mandatario salvadoreño presidiera por unas horas la Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo, celebrada el 21 de marzo en Monterrey, México. La Prensa Gráfica destacó que la intervención del presidente se diferenciaba de las de sus homólogos Fidel Castro y Hugo Chávez, al descartar "la tesis de que los países ricos son los responsables de la situación de los países pobres". Según el rotativo, el planteamiento de Flores podría resumirse así: salir de la pobreza es responsabilidad exclusiva de cada país, y ello no es posible si no hay "un liderazgo legítimo" y paz interna, así como acceso al mercado exterior.

A Flores le faltó un poco más de análisis, pues el problema de la pobreza no puede reducirse a un problema de la voluntad de un país de querer salir de ese estado, sino que hay un contexto mundial y estructural que mantiene a la mayoría de la población del globo sin las condiciones mínimas de subsistencia digna. El punto no se reduce, pues, al tema de la estabilidad política (que no siempre es lo mismo que la paz, ni mucho menos, que la justicia social), ni a un liderazgo, por muy legítimo que fuese (el verdadero desafío reside en que las personas puedan decidir sobre los asuntos que afectan a esa sociedad de la que forman parte: la idea de un liderazgo es un resabio de la mentalidad caudillista), como tampoco a la simple y llana apertura de los mercados (mientras se cierran posibilidades de acceso a trabajo, salud y educación para más personas).

Que la capital salvadoreña fuese seleccionada como la escala centroamericana de la gira de Bush fue visto también por la empresa privada y el gobierno como una muestra del supuesto liderazgo regional de El Salvador en la inminente firma de un TLC. "Desaparece abandono de la región. ¿Un nuevo camino?", decía El Diario de Hoy el 20 de marzo. Y sigue: "Bush quiere algo más (...): lograr, como dicen, una suerte de efecto demostrativo para otras regiones del mundo. Sería un ensayo que comenzaría por cinco países que, hasta hace poco, eran casi insignificantes para la política exterior de su país. Y, si el ensayo es bueno, no hay duda que tendrá no sólo muchos beneficios sino repercusiones para el resto de América Latina". Pero tamben se puede leer de otra manera. ¿No será que el gobierno de Bush ve a Centroamérica como un conejillo de Indias de su política de expansionismo económico?

Más iluminadoras son las declaraciones del director ejecutivo de la Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI). Declaró al Diario El Mundo el 21 de marzo que "el TLC está ligado a una estrategia de seguridad de Estados Unidos, en la que, a través del fortalecimiento de las relaciones con los países amigos, definiría una mejor estrategia en su lucha antiterrorista". Palabras francas. El TLC formaría parte de la estrategia mundial de predominio político-militar de Estados Unidos, la cual, hoy por hoy, se llama lucha antiterrorista.

Pero, volviendo a la imagen mediática del Presidente Flores, su supuesto "liderazgo" regional fue un punto remachado hasta la saciedad por mucha de la prensa nacional. Ese "liderazgo" no parte de otra cosa más que del visto bueno de Washington. Lógicamente, el gobierno salvadoreño ha querido alimentar esa imagen mediática de "liderazgo" congraciándose con la Casa Blanca. Así, la Asamblea Legislativa –con la salvedad de la bancada del FMLN– nombró a Bush "Amigo meritísimo de la República de El Salvador" y al ejército norteamericano "Noble amigo de la República de El Salvador". El climax fue el discurso de Flores ante Bush: "he tenido muchos honores en la vida, pero nunca uno tan grande como que el presidente Bush me llame su amigo". El nacionalismo del partido al que Flores pertenece, ¿dónde quedó? Quizá en el mismo lugar en el que quedó el nacionalismo de El Diario de Hoy, que, no contento con hacerse eco de las posiciones oficiales sobre Estados Unidos, consagró dos páginas de su edición del 25 de marzo a elogiar la vestimenta de Bush y de su esposa, y de la de los presentes en la reunión con el primero. Habría que recordar que hacia fines de la década de 1980, durante el gobierno de la Democracia Cristiana, cuando ARENA estaba en la oposición, criticó al entonces Presidente Napoleón Duarte por besar la bandera estadounidense. El nacionalismo se maneja a conveniencia.

Pero ese servilismo total hacia Estados Unidos no es compartido por todos los gobiernos centroamericanos. Según éstos hay que tomar las cosas con mayor cautela, con menos prisa que la que demuestra el supuesto líder de la región. Un TLC no es algo ready-made, que solamente necesite de agregarse agua y listo. "Hay que saber leer con mucho cuidado los discursos del mundo, en especial el de Estados Unidos. Hay que profundizar en las reformas laborales, fiscales, educativas y financieras", señaló el Presidente guatemalteco Alfonso Portillo. La misma cautela fue compartida por el mandatario de Costa Rica, Miguel Ángel Rodríguez, quien declaró que si bien "en esta ocasión hay una decisión de poder negociar en bloque, esto va a significar cambios que debemos hacer todos, no unos u otros, todos". Por su parte, el gobierno de Panamá afirmó que lo prioritario "es avanzar en la integración centroamericana y buscar soluciones en el tema migratorio".

Conclusión

Lejos de lo que superficialmente se maneja, la visita de Bush no implicó el inicio de una "nueva era" para Centroamérica. Fue un acto de consolidación de la política exterior de Washington, en la cual el área centroamericana tiene cierta importancia, por cuanto es un punto de tránsito de emigrantes hacia Estados Unidos y también, un punto clave en la actividad del narcotráfico. Se desconoce qué es lo que conversaron Bush, su "amigo" Flores y los mandatarios centroamericanos. Como no siempre los intereses de Estados Unidos coinciden con los de nuestros países, temas cruciales como el de la situación de los migrantes en territorio norteamericano, quedaron fuera de discusión. Su visita tampoco trajo el regalo tan esperado por la empresa privada y el gobierno salvadoreño: la firma de un TLC que, supuestamente, acabará de una vez por todas con nuestros problemas socioeconómicos. Como lo dijo el periodista Edilberto Mejía, de la hondureña Radio América, "aunque la visita ha sido interesante, no ha llenado las expectativas. Centroamérica, más que promesas, necesita acciones inmediatas (...) Mientras, los problemas en el área se están agudizando y no podemos remediarlos sólo con promesas y esperanzas".

CIDAI

 


 

 

8 de marzo. Día internacional de la mujer

Reflexiones desde El Salvador, José M. Tojeira

Ya en la época de la guerra civil la mujer jugó un papel más positivo que el hombre. Mientras los hombres nos dedicábamos, en general, a ser los actores principales de la guerra, a buscar un triunfo militar, a poner en la fuerza la solución del conflicto, la mujer se mantenía brindando los valores de compasión, ternura, solidaridad, fidelidad o incondicionalidad, mucho más positivos que los valores cuartelarios y guerrilleros. Muchas veces cargando con todo el peso de construir y educar a la familia mientras los padres irresponsables se dedicaban a autoafirmarse en diversas modalidades de un machismo acomplejado y autodestructivo. No queremos ponerlo en blanco y negro, pero las tendencias eran claramente las descritas.

Hoy, cuando la paz se va asentando lentamente, la mujer sigue cargando con la mayor parte de las responsabilidades laborales del país y con la cuota más pequeña del ingreso monetario. Tal trabajo es el que se realiza en el hogar y el que se realiza en la empresa, y a la mujer con frecuencia le toca el doble trabajo, sin que el de la casa tenga la remuneración adecuada. Mujeres que han trabajado toda su vida, que le han dado hijos al país, que generan a través de ellos las remesas que salvan al país de la bancarrota, están condenadas a no tener pensión de vejez por el simple hecho de no haber cotizado a una AFP, a pesar de que han realizado un trabajo productivo de mucha mayor calidad y rendimiento que el de muchos de los que trabajamos por un salario. El hombre sigue estando en la sociedad salvadoreña en una situación de privilegio y dominio, expresando la vigencia de la incivil y antidemocrática ley del más fuerte tanto en golpes como en abusos de diverso tipo.

La familia, que todos repetimos a coro que es la base de la sociedad, la mantiene en buena parte la mujer estableciendo vínculos mucho más permanentes y estables que el varón. Incluso en funciones estatales, cuando se le ha dado responsabilidad a la mujer, el rendimiento ha tendido a ser mejor, al menos proporcionalmente, que el de los hombres. Valgan, si no, los ejemplos que tenemos en la Corte Suprema y en el Gobierno. Mientras en la Corte hay magistrados borrachines, corruptos, perezosos que no trabajan y manipuladores políticos, las dos mujeres que se sientan en medio de esa plaga rinden al cien por ciento desde una posición ética y profesional. Aunque en el gobierno tengan la excepción en esa Ministra de Asuntos Exteriores dada al show superficial y a la venta de imagen falsa, no hay duda que tiene otras ministras que se esmeran por hacer su trabajo bien. En la misma Procuraduría de los Derechos Humanos destaca el hecho de que las mujeres, puestas al frente de la misma, han sido y son más eficaces, valientes y coherentes, que los hombres que hasta ahora han manejado esta institución estatal.

También en instituciones de vocación pública, como las Iglesias, nos encontramos con frecuencia con que las religiosas se dedican a sus funciones con mayor entusiasmo, dedicación y sacrificio que los varones, dándonos lecciones muchas veces en el seguimiento del Señor Jesús y en la dedicación apostólica.

¿Qué podemos decir, entonces, en el día de la mujer? Es indispensable discutir con seriedad la igualdad de género en el país y cómo avanzar hacia ella. Es indispensable educar para la igualdad, alentando la participación igualitaria de las jóvenes en diversas actividades, sancionando cualquier tipo de abuso y acoso, con energía, eliminando cualquier tipo de utilización machista de la figura femenina. No puede tolerarse que las maquilas le pidan a las mujeres comprobante de no estar embarazadas o que les diga que les darán trabajo con más facilidad si les han practicado la ligadura de trompas. Y finalmente necesitamos establecer cuotas positivas de género en puestos públicos e impulsar la participación femenina en instituciones privadas.

 

* * *

La mujer en el foro de Porto Alegre

En el foro de Porto Alegre (véase el número anterior de Carta a las Iglesias) la mujer tomó la palabra. Reproducimos lo que dijeron Benedita da Silva, vicegobernadora de Río de Janeiro; Rigoberta Menchú Tum, líder indígena guatemalteca, Premio Nobel de la Paz; Nora Cortinas, Madre de la Plaza de Mayo, Argentina; Blanca Chancoso, de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador.

Rigoberta Menchú Tum. Estamos viendo el protagonismo, el testimonio de mujeres extraordinarias, con repercusión no sólo en la preservación de la memoria histórica de los conflictos, las violencias, sino, también, en demanda de justicia. Me refiero a las Madres de la Plaza de Mayo en la Argentina, a las madres salvadoreñas y a los distintos movimientos que han defendido los Derechos Humanos.

Las reivindicaciones de las mujeres son muy similares a las de otras culturas, como las de los pueblos indígenas por décadas. Las mujeres exigen respeto a la diversidad, a derechos que nunca fueron considerados. Creo que este siglo se perfila como el de una intensificación en la preparación y capacitación de las mujeres. Tenemos que prepararnos y no es suficiente exigir participación, sino alcanzar participación con dignidad. Alcanzar metas. Ese es uno de los desafíos de las mujeres en todo el mundo.

Nora Cortinas. La situación de la mujer aún es difícil porque continúa siendo discriminada. La mujer paga las consecuencias de la pobreza de manera más contundente que el hombre. Y en el proceso de discriminación y de sufrimientos existen muchos factores que la impiden trabajar con libertad. Además, la mujer recibe menor salario por el mismo trabajo que el hombre.

La mujer sufre acoso sexual en su local de trabajo y tiene siempre que cumplir un papel más. Tiene que cuidar de su casa, de su hogar, y salir a trabajar. Y cuando participa en política, su participación es mucho más restricta. Aún no alcanzamos la igualdad que buscamos, el desarrollo que necesitamos. La mujer pobre es más discriminada y siempre se la castiga más a través de la pobreza.

Nos sensibilizamos mucho con la situación de las mujeres de Afganistán, de los países árabes... Sentimos mucho que aun exista esclavitud. Nos indignamos porque se castiga a las mujeres... Hay países donde la situación es peor, en otros estamos avanzando. Hay mucho trabajo que hacer.

Blanca Chancoso. Hoy en día, en el Ecuador los hombres han sido obligados a salir del país. Y entonces, todo queda por cuenta de la mujer, inclusive la responsabilidad familiar. Además, recaen bajo nuestra responsabilidad las cuestiones de mejoría comunal. Hoy en día, estamos viendo que las mujeres, con sus niños, también se están yendo fuera de su país.

Están realizando trabajos que antes correspondían solamente a los hombres. En servicios de albañil. Con sus niños a la espalda, están haciendo argamasa, están trabajando en construcciones. Estamos en el cultivo de la agricultura. Y eso hace que tengamos que asumir el trabajo de la chacra, con los niños, lo que se ha convertido en un desafío porque somos transmisoras de nuestra propia cultura. Somos las que más conseguimos conservar la cultura, inclusive trabajando por la sustentabilidad de nuestra identidad de pueblos indígenas. Creemos que éste es también un desafío.

Benedita da Silva. No tengo dudas de que existe discriminación desde las políticas salariales (el salario es menor para las mujeres que para los hombres) aun cuando ejerzamos funciones iguales. Y nosotras, mujeres negras, sabemos que ganamos aún menos. La dificultad que tenemos al acceso a lo que consideramos un buen empleo, un buen salario, es menor.

Para nosotras, mujeres negras, no basta que seamos inteligentes y capaces. Es preciso denunciar esa falta de oportunidad. Precisamos una política de inclusión. Tuvimos, recientemente, el Forum Social Mundial en Porto Alegre que nos trajo la discusión de género, para comprender que existen desigualdades y que no habrá política de inclusión sin que la mujer participe. No habrá política de inclusión, si el negro o el indígena no participan.

Esa política de exclusión, que el modelo neoliberal ha implantado en el mundo, trae un gran desafío para todos nosotros, demócratas, que queremos una sociedad diferente. Como bien dice el lema del Forum Social Mundial, tenemos absoluta certidumbre que un nuevo mundo es posible.

* * *

Nuestro mundo: mujer y pobreza

La situación de extrema pobreza generalizada adquiere en la vida real rostros muy concretos. En la actualidad se habla de que la pobreza tiene rostro de mujer. En efecto, del total de personas pobres que hay en el mundo, un 70 por ciento son mujeres.

De los 1,300 millones de seres humanos que viven en la pobreza absoluta, unos 900 millones son mujeres. A pesar de los importantes progresos en materia de educación y de salud, de los 900 millones de personas analfabetas que aproximadamente hay en el mundo, hay dos mujeres por cada hombre. Igualmente, de los 130 millones de niños que no tienen acceso a la enseñanza primaria, la mayoría son niñas. En muchos países en desarrollo las complicaciones durante el embarazo constituyen la principal causa de defunción de mujeres en edad de procrear.

La lapidación, el tipo de ajusticiamiento más cruel, en algunos paises se aplica, por los mismo delitos, a la mujer, no al varón.

 

 


 

 

12 de marzo. Rutilio Grande, 25 años clamando

Dagoberto Gutiérrez

El Paisnal tiene varios accesos, todos polvorientos, todos calurosos y en medio de un terreno seco y duro; pero la caravana que levanta un polvo fino al avanzar no repara ni en el sol ni en el sudor ni en la aridez. Son hombres y mujeres, jóvenes y niños de distintas partes del mundo que el martes 12 de marzo fuimos convocados por Rutilio Grande al lugar donde fue asesinado y al lugar donde está enterrado.

Era una manifestación de una historia en matrimonio con un presente y los ojos abiertos de los huatales. Y los ojos abiertos y tristes de los bueyes miraron siempre, de cara al sol, la manifestación de fe y esperanza, de velas al viento, en la carretera hacia El Paisnal. El lugar donde Rutilio cayó tiene hoy un monumento y una cruz, y el rostro del sacerdote aparece en el centro de la pequeña construcción, a un lado del camino. Y junto al cañal el recuerdo… Recuerdo siempre que hace veinticinco años a las cinco de la tarde un sacerdote Jesuita, de unos cincuenta años, fue asesinado en ese lugar junto con dos acompañantes.

Rutilio Grande, una persona sencilla de voz pausada y con un lenguaje popular, frecuentemente hablaba del conqué para referirse a la comida. Se trataba de un hombre fuerte, física y espiritualmente, que a sus cincuenta años cuidaba permanentemente la diabetes que lo aquejaba. De ojos tranquilos y de paso suave, oriundo de El Paisnal, estuvo siempre identificado con el dolor de los humildes, con el clamor de los que no tienen voz, con el hambre de los que no tienen pan, con el futuro de los que no tienen presente, con el presente de los que no tienen futuro. En otras palabras el Padre Rutilio sabía que ser cristiano es siempre ser el otro y sentir lo que el otro siente, nunca predicó la pasividad y siempre su voz buscaba la vida en los rincones más apartados.

Los últimos años de la década del 70 son decisivos en la historia de nuestro país. Por primera vez desde la matanza de 1932 los pobres de la ciudad y del campo, pero sobre todo los del campo, emprenden el camino de la organización y descubren su fuerza y entienden el milagro de la liberación. El abuso era insoportable y la prepotencia de los poderosos inaguantable. Y de aquel pueblo oprimido, explotado y sometido nace, por fin, la esperanza y la fe. Eran años de fuego, años de acero, cuando el miedo y la confianza culebreaban los caminos y la represión cerraba con sus dedos de sangre los caminos de la redención.

Rutilio Grande era el Párroco de Aguilares. Y su Parroquia pertenecía a la Vicaría de San José. Esta comprendía ocho Parroquias: Ciudad Arce, Nejapa, Aguilares, Guazapa, Apopa, Opico, Tacachico y Quezaltepque. Rutilio atendía la iglesia de El Paisnal y frecuentemente oficiaba misa en la iglesia de ese pueblo, de modo que sus viajes de Aguilares a El Paisnal eran naturales, esperables y rutinarios.

El Paisnal luce con sus calles adoquinadas, hay un ambiente de fiesta y la iglesia palpita de memoria y también de historia, sacerdotes, entre ellos Orlando Erazo, que es el Párroco del pueblo y Monseñor Gregorio Rosa Chávez, Obispo auxiliar de San Salvador, muchos fieles y muchos salvadoreños y salvadoreñas y extranjeros amigos. El templo de El Paisnal es pequeño, también sencillo, y al fondo, cerca del altar, está la tumba de Rutilio Grande y sus dos acompañantes. Quizás por eso, ese templo tiene fuerza, la fuerza de la fe invencible, y tiene ternura, la ternura del que muere por el otro, y también tiene luz, la luz de la fe y la esperanza. Manuel Solórzano y Nelson Lemus, acompañantes de Rutilio y también asesinados el 12 de marzo de 1977, lo acompañan en la tumba.

Este día martes la noche cae rápido sobre El Paisnal y frente a la iglesia. Monseñor Rosa Chávez nos habla de la memoria, de la fuerza de Rutilio, de su poder que convoca, de la justicia y de la injusticia, y finaliza haciendo un llamado a caminar, a seguir caminando y a no dejar de caminar. En las calles del pueblo danzan las sombras y las personas conversan en voz baja en las esquinas. El espíritu de Rutilio y su vida se imponen sobre la muerte y la memoria de cada ser humano, teje y entreteje con mano fina la historia de este pueblo que es la historia de todos.

Rutilio decía: "Es necesario romper en la comunidad el dominio de los caciques y es fundamental que las comunidades ganen iniciativa, que nos inviten pero que sean escuchados". Y agregaba: "la palabra de Dios debe viajar a la casa más humilde, ahí donde falta el pan, no debe acomodarse en la casa grande del cacique del lugar. Los curas deben convivir con la gente que sufre y tiene necesidad, y si nos quedamos a dormir en la comunidad, tenemos que dormir en las casas más humildes, y no debemos buscar la casa de los caciques, no debemos hacer el aposento en las haciendas. Y si es necesario, decía, nos reuniremos bajo el Amate".

Era un día sábado 12 de marzo y la tarde finalizaba. La fiesta de El Paisnal es en honor a San José, Rutilio debía dar una misa ese día, por eso dispuso viajar hacia El Paisnal. La Iglesia era atacada en ese momento, también se perseguía a otros sacerdotes. Rutilio había sido amenazado, los caciques lo señalaban, la Guardia Nacional lo controlaba; pero el torrente de fe del pueblo lo arrastraba.

Las balas asesinas rompieron el silencio de la tarde, el vehículo se desvió hacia el lado derecho de la carretera, y el crimen, veinticinco años después, permanece en la oscuridad, impune y sin castigo. Monseñor Romero, muy cercano a Rutilio Grande, suspendió las misas para hacer en Catedral una Misa única y su voz de pastor condenó el asesinato, llamó a la esperanza, invocó a la paz y a la justicia. Sus palabras resuenan todavía y Rutilio Grande también sigue caminando, venciendo a la muerte, imponiéndose al olvido y recordando siempre que la palabra de Dios debe buscar acomodo en la casa del que sufre, del que no tiene pan pero que tiene luz en su corazón.

Tomado de CoLatino

viernes 15 de marzo de 2002

* * *

En la misa de la mañana del día 12 Mons. Sáez Lacalle dijo que en Rutilio se cumplía el evangelio del día, el de las bienaventuranzas. Gran honor para Rutilio y gran dicha para quienes le conocieron. En la de la tarde, Mons. Rosa animó a la esperanza que proviene de los mártires.

También hablaron otros. Manuel Quijano, oriundo de Aguilares y alumno de Rutilio cuando iba a la catequesis, llegó a tempranas horas al lugar donde murió el Padre Grande y arregló el monumento ubicado en la carretera. Del Padre Grande hay cosas que no olvida: "siempre llamaba a las autoridades a respetar la dignidad del pueblo. Cuando ya comenzaba la represión, recuerdo en una misa, un domingo que le dijo al comandante local, al comandante de la Guardia, Policía de Hacienda, al Alcalde municipal: ‘a ustedes les han dado autoridad para que cuiden al pueblo, no para que los maltraten’ ".

También habló el Padre Orlando Erazo. "Todo mundo sabe que las cosas están peor que antes, el maltrato a la gente, el abuso de poder, el irrespeto a los derechos humanos, la falta de oportunidades para los pobres. Las cosas parece que están peor". Y añadió que en aquellos años por lo menos el pueblo tenía la voz de pastores valientes como Rutilio y después Monseñor Romero, que daban esperanza y que, ciertamente, se convertían en la voz de los sin voz. Lo preocupante hoy es que, por temor, por miedo, hay silencio en la Iglesia, los pastores no se identifican con los pobres".

Pero las palabras más importantes son las de Rutilio, que siguen resonando como palabras de vida.

* * *

Palabras de Vida

"Muchos prefieren un Cristo mudo y sin boca para pasearlo en andas por las calles. Un Cristo con bozal fabricado a nuestro antojo y según nuestros mezquinos intereses. ¡Ese no es el Cristo del Evangelio, el Jesús joven de 33 años! Mucho me temo, hermanos, que si Jesús volviera hoy, bajando de Galilea a Judea, o sea de Chalatenango a San Salvador, yo me atrevo a decir que no llegaría con sus prédicas y acciones hasta Apopa. Lo detendrían allí, a la altura de Guazapa. Y duro con él, hasta hacerlo callar o desaparecer".

"Dios no está en las nubes acostado en una hamaca. Mucho decir ¡Primero Dios, primero Dios! ¡En nombre de Dios! ¡Gloria a Dios!, pero poco hacer".

"Un Padre común tenemos, luego todos somos hijos del mismo Padre, aunque hayamos nacido del vientre de distintas madres. Luego todos somos hermanos. Los Caínes también son nuestros hermanos, aunque sean un aborto en el plan de Dios".

"La Iglesia no es un museo de tradiciones muertas, de enterradores que sólo se preocupan de cargar la urna el Viernes santo para enterrar a Jesús. Debe ser un puño de comunidades vivas, portadoras de vida y esperanza para nuestra gente más humilde".

"¡Les felicito, hermanos! Nos han dado una gran lección. Nos cuentan que en vez de ponerse a pelear con el hermano Pedro si la Virgen tuvo o no muchos hijos, si se puede comer gallina estrangulada o no, ustedes le ofrecieron su ayuda cuando le desalojaron. En su pobreza le han levantado el rancho y le ayudaron a trasladar sus tiliches. Enhorabuena y me alegro. Ustedes mismos dicen que se ha unido a su comunidad y ya no quieren que le digan ‘hermano separado’".

"Las chiltotas tienen un conacaste donde colgar sus nidos para vivir y cantar, pero al pobre campesino no le dejan ni un conacaste, ni un puño de tierra para vivir o para que lo entierren. Esto no es el reino de Dios, sino el reino de la maldad, de la mentira y del diablo".

"Dios, el Señor, en su plan a nosotros nos dio un mundo material, como esta misa material, con el pan material y la copa material que elevaremos en el brindis de Cristo. Una mesa común con manteles largos para todos, como esta Eucaristía. Cada uno con su taburete y que para todos llegue la mesa, el mantel y el conqué. Cristo, de 33 años, celebró una cena de despedida con los más íntimos y dijo que ése era el memorial grande de la redención. Una mesa compartida en la hermandad, en la que todos tengan su puesto y su lugar ".

 

 


 

 

Carta a Monseñor Romero

Querido Monseñor:

Acabamos de escuchar dos bellas lecturas, animantes y también cuestionantes. "¿Quién podrá hacerles mal, si ustedes se empeñan siempre en hacer el bien? Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza" (1Pedr 3, 13-15). Así escribían a una comunidad de unos cristianos decaídos. Y hemos escuchado la palabra de Jesús: "El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido para llevar la buena noticia a los pobres" (Lc 4, 16).

Estas palabras resonaron hace dos mil años y volvieron a resonar en tu catedral. Ahora las queremos recordar, porque, como tú bien dijiste, "la palabra –tu palabra– queda", "más cortante que una espada de dos filos, que llega a lo hondo del corazón y saca a luz lo que está oculto". Y buena falta nos hace una palabra que diga nuestra verdad.

Bien sabes que no todos te ven así. Hay irredentos que persisten en silenciarte, enterrarte de una vez. Por coincidencia, este año quieren acallar tu palabra con otras que vienen del norte y que traen prosperidad –así nos dicen–, aunque no dicen si traen misericordia, justicia y verdad. Y es que el calendario nos ha jugado una mala pasada.

"El 24 de marzo" no es sólo una fecha, sino un símbolo entrañable para el pueblo salvadoreño, para todos los pobres del mundo y para todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Pues bien, ese día llega al país el presidente de Estados Unidos. No importa ahora su nombre, pero sí es importante recordar qué han hecho sus gobiernos con nuestro país y con los pobres de este mundo. Lo último ha sido en Afganistán. Cierto es que lo del 11 de septiembre fue terrible, pero la reacción ha sido cruel e injusta: el 7 de octubre comenzaron los bombardeos contra Afganistán –uno de los tres países más pobres de la tierra– que han costado la vida a miles de seres humanos –más el hambre y el frío. En tres meses han lanzado 12,000 toneladas de bombas y cada día gastan en la guerra 30 millones de dólares.

Lo que hicieron aquí, bien lo recuerdas, Monseñor. Al presidente de entonces le escribiste: "Estamos hartos de balas y armas. El hambre que tenemos es de justicia, alimentos, educación y programas efectivos de desarrollo equitativo". Y después, comenzada ya la guerra, enviaban un millón de dólares al día a un ejército cruel y criminal.

Ya ves, Monseñor. Un 24 de marzo ha unido lo que Dios nunca hubiese unido: servicio y arrogancia, verdad y engaño, amor y crueldad, dar la vida y quitarla. Por mucho que quieran explicarlo han mancillado tu día. Por eso comenzamos pidiéndote el milagro mayor de que nuestro hermano país del norte se convierta, deje de ser imperio opresor y arrogante, y encuentre gozo en ser –junto con otros– un miembro más de la familia humana.

Pero el calendario nos ha traído otra coincidencia feliz. El 24 de marzo es domingo de ramos. ¡Los "ramos" con que comienza la Semana Santa se encuentran con los "romeros", peregrinos, que quieren seguir tus pasos! No es extraño. Transitan por la misma vereda, la que lleva a Jerusalén y al Hospitalito, al amor más grande de dar la vida, amor del que vivimos los seres humanos.

De todas formas dos cosas quiero pedirte este 24. La primera es la conversión del imperio del norte. Y la segunda es, ya que su presencia nos recuerda a Afganistán, que aquí en El Salvador –aun en medio de nuestros inmensos problemas– no nos encerremos en nosotros mismos, sino que, desde nuestra pequeñez, nos abramos a la solidaridad con los hombres y mujeres de Afganistán y de todos los que sufren en el mundo, en Africa sobre todo.

Ya que hablamos de milagros, bien sabes cuán necesitada está la gente de ellos, y cuánto te piden que les hagas favores. Estoy seguro de que, como cuenta el Exodo, "el clamor de los salvadoreños y salvadoreñas llega hasta ti, y bien visto tienes su sufrimiento", la injusticia, la mentira, la corrupción, el egoísmo estructural, que se ha convertido en el aire que respiramos.

Los pobres, "tu pobrería", tienen toda la razón para pedirte milagros, pues no saben a quién acudir cuando tantas puertas se les han cerrado, tantas promesas han sido palabras vanas, tantas veces se han quedado con las manos vacías y tantas veces han tenido que abandonar esta tierra, pues en ella ya no pueden vivir.

Tienen derecho, pues, a pedirte milagros. Pero hay algo que no me deja del todo tranquilo, y de ello quiero hablarte. No me preocupa que los ilustrados del primer mundo lo consideren como superstición, pero sí me preocupa lo que escuché hace dos años a uno de los sacerdotes que acompañó al pueblo en los momentos de represión y guerra. "¿Qué más quieren pedir a Monseñor -decía a su gente–, si ya les ha dado todo lo que tenía? Les dio su vida". Y el sacerdote proseguía con estas palabras: "Monseñor ya lo ha dado todo. Ahora nos toca dar a nosotros".

Me parecen palabras muy atinadas. Veintidós años después seguimos recordándote y celebrándote. Es como un inmenso desahogo cariñoso de los pobres y de las personas de buen corazón. Es la fiesta del pueblo salvadoreño. Y esa batalla, no la de los irredentos, ya está ganada. Pero hay que ganar la otra, más importante: que hagamos lo que tú hiciste, que hablemos como tú hablaste, que arriesguemos como tú arriesgaste y que amemos como tú amaste. Ese es un segundo milagro que te pedimos: el milagro de seguirte y, siguiéndote a tí, seguir a Jesús.

¿Y tu Iglesia? Muchas cosas buenas hay en ella, Monseñor. Junto a afiches, estampas, música, estatuas, plazas, libros –todo ello dedicado a tu memoria–, en los cantones y en los suburbios, en algunos colegios y parroquias, la gente hace un esfuerzo sincero para ser fiel a tu memoria. En Soyapango escuché a un joven que decía: "recordamos a los mártires porque nos ayudan a seguir a Jesús". Hay, pues, cosas buenas. Pero, siendo sinceros, tu defensa de los pobres, tu profecía, tu misericordia y tu hambre y sed de justicia ya no impregnan el cuerpo eclesial como antes.

"Es que las cosas han cambiado", nos dicen ideólogos, políticos y gobernantes, y las oímos también en la Iglesia. Bien estaba –parecen decirnos honrada o hipócritamente– el vigor y el pathos que tú tuviste para defender a víctimas y confrontar a victimarios, bien estaba tu defensa de las comunidades de base, de la teología de la liberación, el acompañamiento a los cristianos comprometidos. Pero ahora, bueno es –o al menos tolerable– que proliferen movimientos, métodos pastorales, espiritualidades, que tienen en común el desentendimiento del mundo por parte de la Iglesia, el abandono de los pobres a su miseria, el dejarse cooptar por los poderes económicos, políticos, de los medios... "Las cosas han cambiado", oímos una y otra vez, pero no nos lo explican bien. No dicen, por ejemplo, que en el país hoy hay más pobreza que en tu tiempo y que quienes hoy abandonan el país son muchos más que ayer. Y no nos dicen a que, en el mundo, la relación de ricos y pobres era de 1 a 30 en 1960, y eso ha cambiado: hoy es de 1 a 74. Entre 1990 y 2001 la ayuda oficial al desarrollo disminuyó en un20%. El mundo ha cambiado, evidentemente, pero me temo, Monseñor, que quienes más hemos cambiado somos nosotros –también los miembros de la Iglesia.

La guerra ha terminado. ¿Y la injusticia? La pregunta es crucial, pues tú decías: "Yo denuncio, sobre todo, la absolutización de la riqueza. Este es el gran mal de El Salvador". ¿Ha cambiado "eso"? ¿Ha cambiado el egoísmo que configura nuestro país, que lo divide en pocos con toda clase de lujos y en muchos con toda clase de penurias, que guía la política y las finanzas? Isaías y Amós denunciaban a los que acaparaban "campo a campo", dejando a otros sin nada. Las cosas cambian, sí, y hoy es "banco a banco". Lo que no cambia es la necesidad de la denuncia profética de la Iglesia de Jesús, a quien se le removían las entrañas al ver a un pueblo pobre y oprimido.

No sólo represión y guerra, sino también la injusticia que produce la muerte lenta de la pobreza, la mentira que la encubre y el desprecio al pobre que acompaña a ambas es lo que hay que denunciar. Y, por cierto, eso era lo que denunciaba Jesús de Nazaret. En la Palestina de su tiempo no había guerra civil ni cruel represión masiva, ni tampoco había movimientos revolucionarios organizados (aunque hubiese pequeños grupos de rebeldes). Lo que había era lázaros y epulones, viudas y escribas, y eso es lo que desencadenó la misericordia del Señor, y también su ira y su profecía. ¿Han cambiado estas cosas desde el tiempo de Jesús? Te pedimos Monseñor el milagro de ver la realidad como es y no como nos gustaría que fuera.

A propósito de los milagros, otra cosa me preocupa, aunque no es tan importante como las anteriores, y es tu canonización. Las curias trabajan con mucha lentitud y a veces no es fácil comprender sus conclusiones. ¿Cómo dudar de que Rutilio fue santo y mártir? Por eso es notable que se necesiten tantos años y cueste tanto dinero descubrir cosas obvias. Pero lo que más me preocupa es otra cosa. Puede parecer un poco teórica, pero creo que todos lo pueden entender. Para canonizar a alguien hay que hacer un milagro, es decir, algo que viole las leyes de la naturaleza, cosa que sólo puede venir de Dios.

Y me viene la pregunta: ¿es ése el mejor modo, y el más claro, que tiene Dios para mostrarse como Dios? Yo creo que el Dios de Jesús era otra cosa. Se mostraba, ante todo, con compasión y amor a los pequeños, con acogida a los pecadores y marginados. Y ese amor es poderoso. No sé si viola las leyes de la naturaleza, pero tiene fuerza para cambiarnos a nosotros, seres humanos, para cambiar los corazones de piedra en corazones de carne, la aflicción en gozo, la marginación en familia, la mentira en verdad, la debilidad en compromiso, muchas veces hasta dar la vida.

¿No es éste el mayor "milagro" que hace Dios? ¿No es éste el mayor milagro que hacen ustedes, los que han vivido humanamente, cristianamente, "santamente"? Eso es lo que aquí captamos. Es cierto que a ustedes también les piden curaciones, sobre todo los sencillos, y resolver problemas que parecen insolubles, pues no tienen a quién acudir. Pero se lo piden porque ven en ustedes un gran amor. Y, aunque quizás me equivoque, lo que más aprecian de ustedes –arreglen o no sus problemas– es que les infunden dignidad y esperanza, ánimo para seguir trabajando, luchando y viviendo, milagro mayor en nuestro mundo cruel. Por eso encienden candelas, caminan en procesión y enarbolan afiches con sus rostros y palabras.

No creo que lo que acabo de decir cambie el proceso de las canonizaciones. Médicos y expertos habrá que den sus dictámenes sobre cánceres curados milagrosamente, aunque cuando pienso en esto siempre le pregunto a Dios, con respeto y sin esperar respuesta: "Señor, ¿por qué sólo curan a uno y no a los millones de enfermos de sida?". No sé que dirán las curias, y quizás sea más fácil determinar un milagro, de ésos que ocurren dos o tres veces al año, que los muchos milagros cotidianos, de los que hemos presenciado por millares en estos años: cambiar en el fondo del corazón, amar a los pobres hasta el final, perdonar a los verdugos... Estos son los milagros que hace Dios a través de ustedes, los "santos" más conocidos, y también a través de las víctimas, las de El Mozote, las de Ruanda, las de Afganistán, los "desconocidos" de siempre...

Monseñor, ¿cómo les vamos a olvidar a ustedes, hombres y mujeres que hacen los verdaderos milagros en nuestros días? ¿Dónde está hoy "la voz de los sin voz"? ¿Dónde están "los que no quieren seguridad mientras no se la den a su pueblo"? ¿Dónde están "los que se alegran de que la Iglesia sea perseguida por ser profeta y anunciar utopías"? ¿Dónde están "los que llaman a los excluidos, a los emigrantes, las maras, los jóvenes sin futuro, las mujeres explotadas ‘pueblo crucificado’ y ‘siervo de Yahvé’"? ¿Dónde están los que hoy nos hacen presente a Jesús de Nazaret y nos muestran el camino a Dios?

No es fácil encontrarlos, a ellas y a ellos. En la plenitud con que ustedes fueron testigos no hay muchos. Tú si fuiste uno de ellos, Monseñor. El sufrimiento de los pobres te llegó al corazón, y nada ni nadie lo relativizó, como si hubiese cosas más importantes, incluida la Iglesia. "Nada hay tan importante como la vida humana, sobre todo la vida de los pobres y oprimidos". Una semana antes de tu asesinato, en medio de una cruel represión, cuando de fuera te preguntaron qué hacer, contestaste lapidariamente: "que no se olvide que somos hombres, y que aquí están muriendo, huyendo, refugiándose en las montañas". El sufrimiento de los pobres fue lo último para ti, Monseñor, y ante ello tu primera y última respuesta fue estar con ellos, con misericordia y verdad.

Quiero terminar con palabras tuyas, en forma de oración y traducidas al día de hoy: "En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo, cese la injusticia y la mentira, cese la burla y la corrupción, cese la pobreza y la marginación, cese la arrogancia y el desprecio". Y ojalá superemos también en la Iglesia la religiosidad infantilizante, el verticalismo autoritario, la marginación de la mujer.

Y sobre todo, tus palabras de esperanza. "Sobre estas ruinas brillará la gloria del Señor", palabras que hemos citado muchas veces después del terremoto. Queremos proclamar ahora la esperanza que aprendimos de ti: "Sobre este país descarriado brillará la verdad y la justicia, la paz y la solidaridad, el futuro para los jóvenes, el respeto para niños y mujeres, la acogida para campesinos y obreras".

Finalmente, te pedimos, Monseñor, que la Iglesia llegue a ser aquella mesa grande con que soñaba Rutilio, con manteles largos para todos, cada cual con su taburete y que a nadie le falte la tortilla y el conqué. Así seguiremos a Jesús y podremos repetir las palabras que hemos escuchado antes: "Hemos sido enviados a anunciar la Buena Nueva a los pobres". "Daremos ante el mundo razón de nuestra esperanza". "Nadie nos hará el mal, pues estamos empeñados en hacer el bien".

Jon Sobrino

22 de marzo, 2002

 

 


 

 

24 de marzo. La fiesta del pueblo

"Que se me pegue la lengua al paladar, si me olvido de tí, Jerusalén", decía Jeremías. Lo mismo puede decirse con relación a Monseñor Romero. Y no hay peligro. Alrededor del 24 de marzo muchos salvadoreños y salvadoreñas, su "pobrería", sobre todo, desató su lengua, en cantos, escritos, eucaristías, procesiones, estatuas, plazas. Y eso que este año tenía competencia. Venía al país el presidente de Estados Unidos, a quien la prensa matutina trató algo así como si suya fuese la canonización que hay que proponer. Parafraseando el final del evangelio de Juan, "si se contaran una por una todas las cosas que ocurrieron esos días, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran. Y se han escrito para que crean que Monseñor –no otro– es nuestro Monseñor". A continuación publicamos algunos signos de la gran fiesta alrededor del 24 de marzo.

Celebraciones

Del 18 al 22 de marzo la Fundación Romero organizó todos los días actos en que ofrecían testimonios de los mártires salvadoreños, ellos y ellas. Fue bueno, porque, alrededor de Monseñor, se volvió a recordar a todo un pueblo mártir. El 23 se develó una estatua de Monseñor en la plaza de las Américas. En el acto dijo Mons. Fernando Saénz Lacalle: "Monseñor fue un ciudadano heroico como pastor y de una recta doctrina y espiritualidad que murió como un servidor fiel, prudente de la verdad y de la Iglesia". Ya hay imágenes de Monseñor en las plazas de Santa Ana, Ciudad Barrios, una placa en Santa Tecla etc.… Después del acto, la gente y delegaciones llegadas de diversas partes del país y del extranjero, se dirigió en peregrinación hasta catedral. Delante iban los obispos, Sáez Lacalle y Goyo Rosa; detrás, Schafick Handal y miembros del FMLN. Cantaban: "Se ve, se siente, Romero está pesente". En la misa de catedral Monseñor Rosa tuvo una homilía bella y valiente. Recordó las palabras de Monseñor: "¡Qué bien responden los pueblos cuándo se les sabe amar!" Y comparó a Monseñor Romero con George Bush: "el amor y la prepotencia, los que caminan abajo con el pueblo y los que vienen de arriba en grandes aviones y llenan hoteles por seguridad". Gracias, Monseñor Rosa.

Marchas hubo varias esos días: la de los jóvenes el 17. La más importante, y bien organizada, fue la del Foro de la Sociedad Civil el 24. Hubo mucha gente, más que otros años, a lo cual, sin saberlo, cooperó la presencia de Bush. Se notaba en las consignas, y la gente estaba contenta. También los artistas homenajearon a Monseñor, con Manlio Argueta como presentador, en la capilla de la UCA el 21, y el 16 en el festival de la verdad. La Asociación Salvadoreña del Arte y la cultura, ASTAC orgnizó la VIII Vigilia. Libros se han publicado al menos cuatro: Carlos Díaz, Monseñor Oscar Romero, Madrid; P. Carlos Mejía, ¿Fue Monseñor un verdadero profeta?, San Salvador; M. Maier, Oscar Romero. Meister der Spiritualität, Friburgo; La violencia del amor, selección de homilías publicadas en Estados Unidos. La YSUCA, Radio Luz, el Canal 12 ofrecieron programas sobre Monseñor. En la UCA, en muchas comunidades, en la universidad luterana, hubo celebraciones y actos ecuménicos, y en algunas con creciente entusiasmo. De San Miguel dicen que ahora es más fácil hacerlo. Sólo un ejemplo. En Berlín, pequeña ciudad de Usulután, la concelebración fue también manifestación en favor del pueblo, como le gustaba a Monseñor. Milagro Rodríguez, del equipo pastoral, dijo: "Conmemorando la muerte de un hombre que tanto luchó por la justicia, después de 22 años todavía seguimos en condiciones difíciles por las cuales él luchó. Hoy hacemos eco de su voz para que los campesinos puedan tener mejores condiciones de vida, ya que ni agua tienen, tampoco energía, caminos ni transportes. Bueno fuera que las autoridades escucharan".

Solidaridad internacional

Una llama, la de Romero, hoy enciende otra, la de monseñor Isaías Duarte, y va multiplicándose como una procesión de farolitos hacia el reino de la luz y la justicia, hacia los dominios de la verdad y la paz. En muchas de nuestras ciudades y pueblos los comités "Romero" convocaremos en estos días a las comunidades a celebrar esta memoria de esperanza. Nosotros, desde la parroquia de Pilarica, en Valladolid, haremos un ayuno solidario y la eucaristía. Por último, no podemos dejar de lamentar la visita del presidente Bush a El Salvador en las mismas fechas del aniversario. Valladolid, España.

Acabo de llegar de nuestra comunidad, dónde hemos estado leyendo unos versos de Casáldaliga a Monseñor Romero... Es un día entrañable y santo, aunque la tierra de los mártires sea hollada a modo de ultraje por quien no es digno de pisar tierra sagrada salvadoreña. Pilar, Madrid.

La visita de George Bush a El Salvador el próximo 24 de marzo está siendo vista como una abierta provocación a los sectores populares organizados del país. La fecha es un día sagrado para los salvadoreños por la conmemoración del XXII aniversario de la muerte de Monseñor Romero, asesinado en 1980 por su compromiso con la verdad y la justicia. Adital, Brasil.

Querido Jon. Esa visita del imperio precisamente el día 24 de marzo pasa de sarcasmo. Afortunadamente el Reino fermenta con muchos tipos de masas... Yo estoy como corresponde a un carro viejo, pero sin mayores problemas. Y sigo soñando con Africa, si Dios y las circunstancias lo permiten... Besa por mi el sepulcro de Romero, el sepulcro de la UCA y toda esa tierra martirizada de El Salvador... No olviden la gran Esperanza contra toda esperanza. Un abrazo con mucho cariño en la Pascua de Jesús a toda esa "companheirada". Pedro Casaldáliga, Sao Felix do Araguaia, Brasil.

Reapertura del caso

La procuraduría para la defensa de derechos humanos "pide formalmente que se abra el caso. Porque el caso no puede entrar en la ley de amnistía, se pide revocar la ley de amnistía, se pide dar satisfacción sobre la verdad a los parientes de las víctimas y a todos los casos parecidos. Estamos dispuestos a mantener firme nuestra opinión al respecto". Ha tomado como base informes de la Comisión de la Verdad y de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Uno de ellos señala que se tiene plenas evidencias que el ex Mayor Roberto D’Aubisson ordenó el asesinato de Monseñor Romero.

Por su parte, Gaspar Romero, hermano de Monseñor, impartió el 20 de marzo una charla sobre la vida de su hermano a estudiantes del Colegio de Nuestra Señora del Rosario de San Marcos. Sobre el caso dijo: "No haremos nada en esta nueva apertura del caso porque ya lo hicimos en varias ocasiones y en distintas formas sin tener éxito... Los nombres de los culpables intelectuales y materiales ya se descubrieron y hasta la fecha no se ha hecho nada... Los decretos, la amnistía no permitieron llegar más al fondo de la verdad".

Romero y Bush

"La coincidencia (Bush y Romero) parece estar cargada de símbolo, contradicción y paradoja. La frase lapidaria: "Quien no está con nosotros está contra nosotros" parece ir a contramano de aquella otra de igual contundencia: "Quítense los anillos, si no quieren perder también las manos". El solipsismo materialista está en antítesis con la solidaridad humanista. Y todo esto, durante breves horas aquí, en El Salvador: Quizás para recordarnos que poco o nada ha cambiado el mundo desde aquello del Gólgota de hace dos mil años.

Bush es una figura grata al poder, porque lo establece, lo sacraliza y lo legitima, con apelación al discurso económico coyuntural; Monseñor Romero, por el contrario, es una figura incómoda a los poderosos, los remece, cuestiona y deslegitima, con apelación al discurso ético universal. Para Bush la clave de la vida es el poder de la fuerza; para Monseñor Romero: el poder de la misericordia. Bush se percibe a sí mismo y se establece como mesías salvador de los poderes de la tierra, en la lucha contra el eje del mal; Monseñor Romero, como el alarido en el desierto, "la voz de los sin voz", el clamor de "los pobres, los débiles y las víctimas", puesto en cruz por la presencia del mal en el eje de los poderes terrenales. Para el uno, los instrumentos del libre comercio –que suelen tergiversar la verdad y promover la injusticia; para el otro, el cultivo de la verdad y la justicia, esencia de la libertad que transciende todo comercio.

La presencia de Bush en El Salvador es coyuntural y puntual; la presencia de Monseñor Romero en el país es permanente y va siendo universal. El paso de Bush por El Salvador es una estación más del poder en su ruta de poderes, mientras que "el paso de Monseñor Romero por El Salvador" es una excepcional estación de Dios en su itinerario de misterios", Francisco Escobar, La Prensa Gráfica, 23 de marzo (editado).

"El presidente Bush viene por un apoyo gubernamental que ya tiene, y la población al recordar al mártir, pedirá una vez más la justicia que no tiene. Fácil es prever que en la manifestación callejera no falte quien recuerde los sesgos de Estados Unidos. En los asesinatos de marzo: Monseñor Romero y el Padre Rutilio Grande; también en un marzo se dio la abusiva auto-aministía. CoLatino, 21 de marzo.

El gobierno dice que el TLC traerá miles de trabajos, pero nadie explica por qué Bush escogió el 24 de marzo, cuando se celebra el 22 aniversario del asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero. CoLatino, 21 de marzo.

¿Qué canonización queremos?

"Personalmente, siempre he visto con escepticismo aquella vehemencia por lograr que el Vaticano beatifique a Monseñor Romero... La razón es que creo que es fácil "beatificar a Monseñor en el mal sentido": hacerlo objeto de culto, desviándose de lo fundamental: su ejemplo ético traslucido en su preocupación política, en su preocupación por su sociedad (el término "idolatría" implica esto: sustituir lo que hay de vivo en una fe, etc., por lo meramente irónico, por lo que representa a esa fe que suplanta lo vivo y lo enajena: queda, pues, un ídolo, una imagen vacía de contenido vital, pero plena de adoración irreflexiva). El peligro de esta "beatificación" negativa es perder de vista, por ejemplo, que Monseñor Romero actuó con parcialidad. Jamás jugó a ser neutral. Se habla de una opción por los pobres, y una opción siempre es parcial: excluye a algo. Romero fue parcial a favor de las mayorías populares. Incentivó cosas que hoy se ven mal en la Iglesia católica: la organización popular, el compromiso de la o el creyente con la sociedad. Ese es el Monseñor Romero que muchos quieren escamotear y sustituir por un "ídolo", por una representación tergiversada o, mejor aún, ideologizada". Luis Alvarenga, CoLatino 23 de marzo, editado.

 

  


 

 

Monseñor Romero y el Presidente Bush

Miguel Cavada Diez

Jon Sobrino

George W. Bush. No se contaron los votos a cabalidad y no se sabe exactamente si ganó las elecciones, aunque sí se sabe que, en total, obtuvo menos votos que su rival. Siendo gobernador de Texas, el estado ostentó el triste record del mayor número de ajusticiamientos. Antes del 11 de septiembre su popularidad era menor del 50%, pero después sobrepasó el 84%.

Declaró la guerra a Afganistán, consiguió forjar –al menos de palabra– la mayor alianza militar conocida y contó con el aval de casi todos los 55 países musulmanes. Sin embargo, hasta el día de hoy no ha presentado pruebas feacientes contra Bin Laden, y éste no ha aparecido.

Pero hay otras cosas que no han quedado en la oscuridad, sino que son absolutamente ciertas. En menos de tres meses sobre Afganistán cayeron 10,000 toneladas de bombas. Las llamadas "deshojadores de margaritas", que son lo más cercano a un arma atómica, pues destruyen todo en medio kilómetro a la redonda. No menos de 1,2 millones de afganos tuvieron que convertirse en refugiados. Los talibanes fueron reemplazados por una coalición de caudillos militares con historiales de matanzas y abusos contra las mujeres.

Mientras tanto, siguen avanzando los planes para desencadenar una intervención en Irak. Bush hijo quiere finalizar la tarea que su padre dejó inconclusa. Bush y Blair platican sobre el empleo de los 25,000 soldados que se requerirían para dicha operación.

En una carta a Bush de J. I. González Faus, que publicamos en el número anterior, le dice: "si tuviéramos un tribunal internacional recurriríamos a él contra usted, aunque luego usted se riera de la sentencia".

La ironía de un 24 de marzo. George W. Bush viene a El Salvador. Un titular de periódico dice que "traerá prosperidad ": El Salvador va a sacar provecho de un nuevo tratado comercial y los emigrados salvadoreños recibirán un mejor trato en Estados Unidos. En la apoteosis de entusiasmo el gobierno dice que Bush viene a bendecir los acuerdos de paz, después de que Kofi Annan se negase a hacerlo a última hora.

Otros no piensan así. Ojalá las cosas mejoren para nuestro país, por supuesto, pero que eso provenga de la bondad de Estados Unidos hay que demostrarlo, no presuponerlo, pues hay muchas razones en contra. ¿Donde está hoy aquel millón de dólares al día que enviaba al ejército gubernamental para la destrucción y muerte? Si algo hace ahora en favor de los refugiados sólo será una mínima parte de una obligada reparación.

Pero más allá de los bienes o males de la visita, su anuncio ha producido en muchos indignación por la increíble falta de sensibilidad al escoger la fecha. ¿No se entrenaron en Estados Unidos muchos militares criminales, que tanto denunció Monseñor Romero? ¿No apoyó Estados Unidos a algunos grupos de los que salieron los asesinos de Monseñor? Nadie debe sorprenderse que haya manifestaciones, comunicados, cartas públicas de organizaciones populares dirigidas al presidente norteamericano. Y es que, aunque pobre, el pueblo tiene sentimientos y dignidad –realidades desconocidas por la superpotencia. Por eso, este aniversario no es sólo es de "recuerdo", si no de "denuncia". Vuelve a resonar nítida la voz de Monseñor Romero.

Monseñor Romero y el gobierno de Estados Unidos. En estos mensajes el pueblo, en esencia, le vuelve a decir a George W. Bush lo que Monseñor Romero dijo a J. Carter. Recordemos. Lo que entonces estaba en juego era una ayuda militar y económica de Estados Unidos por 50 millones de dólares. Monseñor Romero, antes de enviar la carta, la leyó en su homilía, el pueblo respondió con un prolongado aplauso. A Monseñor Romero ya no le quedaron dudas y envió la carta:

Me preocupa bastante la noticia de que el gobierno de Estados Unidos esté estudiando la manera de favorecer la carrera armamentista de El Salvador enviando equipos militares y asesores para entrenar a tres batallones salvadoreños en logística, comunicaciones e inteligecia… Es una evidencia que la Junta y la Democracia Cristiana no gobiernan el país sino que el poder político está en manos de militares sin escrúpulos que lo único que saben hacer es reprimir al pueblo y favorecer los intereses de la oligarquía salvadoreña... Por tanto, dado que como salvadoreño y arzobispo de la arquidiócesis de San Salvador tengo la obligación de velar porque reine la fe y la justicia en mi país, le pido que si en verdad quiere defender los derechos humanos: Prohíba se dé ayuda militar al gobierno salvadoreño. Garantice que su gobierno no intervenga directa o indirectamente con presiones militares, económicas, diplomáticas, etc., en determinar el destino del pueblo salvadoreño (Extractos de la carta de Monseñor Romero al presidente Carter leída en la homilía de 17 de febrero de 1980).

La reacción del imperio no se hizo esperar. Calificaron su carta de "devastadora". Y el presidente Carter respondió que la ayuda militar era para actividades no bélicas, como transporte y comunicaciones. Pero Monseñor Romero insistió: "su respuesta no me ha satisfecho porque la ayuda va a parar directamente a las fuerzas de seguridad y es bien conocido que son éstas las que oprimen al pueblo" (Entrevista a periodistas norteamericanos, 22 de marzo de 1980). Una delegación de la embajada de Estados Unidos visitó a Monseñor Romero para convencerlo de que los 50 millones de dólares eran "para ayudar al pueblo". Un periodista preguntó a Monseñor Romero si aceptaba los argumentos de la delegación y Monseñor respondió con un escueto "no". Más adelante añade: "una ayuda para reprimir no es una ayuda para nuestro pueblo" (Entrevista El Diario de Caracas, 19 de marzo de 1980).

Monseñor Romero no se oponía a la ayuda económica de Estados Unidos: "quiero ratificar mi deseo de que la ayuda económica norteamericana se dé al pueblo salvadoreño sin limitar su legítimo derecho de autodeterminación" (Homilía 16 de marzo de 1980) y no tenía nada contra el pueblo norteamericano. Al contrario, reconoce y agradece su solidaridad.

En la última misa en catedral concelebraron con él diversas personalidades de las Iglesias de Estados Unidos, Monseñor Romero dice: "Sentimos en ellos la solidaridad de Norteamérica. Les agradecemos mucho" (23 de marzo de 1980). En esa misma homilía dice: "me informan que ha habido allá muchos testimonios de grupos cristianos solidarizándose con la carta que le mandamos al presidente de Estados Unidos".

Pero Estados Unidos cerraron sus oídos a las advertencias del profeta. Un mes después de enviar la carta, Monseñor Romero fue asesinado. El gobierno de Estados Unidos "se lavó las manos" y multiplicó la ayuda militar al gobierno salvadoreño. Lo que vino después es bien sabido.

Es claro que la coyuntura política ha cambiado y que no se pueden establecer parelismos simplistas. Pero nos preguntamos: ¿Sabe George W. Bush quién fue Monseñor Romero y cómo denunció al gobierno de Estados Unidos?¿Sabe que lo mataron un 24 de marzo?¿Sabe estas cosas al menos la Embajada de Estados Unidos? ¿Quiere comenzar, por fin, una relación con nuestro país sobre bases de justicia y verdad, con espíritu de reparacion y de pedir perdón, con misericordia y parcialidad hacia las víctimas de este mudo?

Y una palabra final: a la Iglesia le toca dar su palabra de orientación y denuncia. No una palabra diplomática para salir del paso, sino una palabra pronunciada desde la situación de miseria en que vive la mayoría del pueblo salvadoreño.

 

  


 

 

Monseñor Romero y los jóvenes

Carlos Ayala Ramírez

Cuando se pregunta a los jóvenes cómo ven el mundo en qué viven, qué es lo que más les preocupa y de qué están hartos, suelen responder más o menos lo siguiente. "Vivimos en un mundo que se está destruyendo, lleno de maldad y egoísmo, donde impera el vivir bien y la ambición, en que no todos somos iguales. No entendemos la falta de trabajo, ni por qué la gente es tan falsa. ¿Y por qué no hacer lo que queremos? Estamos hartos de la prepotencia de los mayores, de tantas promesas y de tan pocos hechos, de que piensen por nosotros, de que no encontremos trabajo después de estudiar".

No sabemos que hubiera dicho hoy Monseñor Romero a los jóvenes. Probablamente, más que sus palabras seguiría atrayendo de él su vida, su compromiso, su ser distinto al sistema establecido, que existía ayer como hoy. Lo que sí es cierto es que la juventud sin oportunidades, sin estima, sin futuro, fue una de sus preocupaciones. ¿Cómo veía Monseñor la realidad de los jóvenes? ¿Qué palabra les decía?

Los problemas de la juventud

En su Cuarta Pastoral de 1979 Monseñor enumera los problemas de El Salvador y, siguiendo a Puebla, enumera rasgos muy trágicos y exigencias muy urgentes. Habló de "rostros de jóvenes, desorientados por no encontrar su lugar en la sociedad; frustrados, sobre todo, en zonas rurales y urbanas marginales, por la falta de oportunidades de capacitación y ocupación", a los que añadía "los rostros de niños, golpeados por la pobreza desde antes de nacer; los niños vagos y muchas veces explotados de nuestras ciudades, fruto de la pobreza y desorganización moral familiar" (Cuarta Carta Pastoral, n.13).

Le preocupaban también los comportamientos y actitudes que buena parte de la juventud manifestaba ante la situación de injusticia social: la desesperanza, la violencia y la evasión. Por eso decía: "Hago un llamamiento a la juventud. Hay muchos jóvenes que están profesando la filosofía de la desesperanza y de la nada; el nihilismo, aniquilar lo que hay. Destruir por destruir es una filosofía horrorosa y falsa. Acabar con todo es la falsa filosofía que el Papa y el Concilio denunciaba ante los jóvenes. Ojalá que no se convierta en una religión ante nuestros jóvenes" (Homilía, 28.10.79).

"Se explica que ustedes, queridos jóvenes, busquen muchas veces esos caminos de lo espiritual en doctrinas que, en vez de llenar, hacen más misteriosa la sed de infinito que todos llevamos. Cuántos buscan en falsos gnosticismos, en espiritualismo de tipo oriental; o –quién sabe lo que es peor– en evasiones de las drogas, del vicio, del placer, o buscando en las luchas falsas de la violencia. ¡No pierdan el ansia, nunca! Pero no la busquen por caminos torcidos" (Homilía de Pentecostés, 3.06.79).

Lo que Monseñor les proponía

Monseñor hablaba de los jóvenes cuando tocaba el tema de la educación y decía: "Formemos en el corazón del niño y del joven el ideal sublime de amar, de prepararse para servir, de darse a los demás. Lo demás sería una educación para el egoísmo, y queremos salir de los egoísmos que son las causas precisamente del gran malestar de nuestras sociedades. Tiene que proponer la Iglesia, entonces, una educación que haga de los hombres sujetos de su propio desarrollo, protagonistas de la historia. No masa pasiva, conformista, sino hombres que sepan lucir su inteligencia, su creatividad, su voluntad para el servicio común de la patria. También quiere la Iglesia para América Latina una educación personalizante, una conciencia en cada niño y en cada joven de su propia dignidad humana, de su sentido de libre autodeterminación y de un sentido comunitario. Nadie vive sólo, como caracol, sino que debe vivir abierto para los demás: con sentido comunitario" (Homilía, 15.01.78).

En la fiesta de Pentecostés les decía: "Jóvenes, en ustedes la Iglesia se renueva, en ustedes el Espíritu de Dios es como agua fecunda para la humanidad de esta arquidiócesis que vive en esta noche un Pentecostés, no sólo en su Catedral, sino en todo el ámbito de sus fronteras gracias a que ha habido mártires que han sido nobles, profesionales de su confirmación, de su bautismo, de su eucaristía, de su fe en Cristo. Que ustedes sean ese reverdecer. La juventud siempre es un signo de renovación. La juventud muchas veces se encuentra hasta en gente madura porque siempre renueva su fe. Así como el desierto, tierra sin agua, no solamente es aridez de la naturaleza, así también en los corazones se mueve la vida cuando hay cobardía, cuando no hay valentía de defender esta fe de martirio que Cristo va entregarles en esta noche" (vigilia de Pentecostés, 13.04.78).

Y también les hablaba cuando impartía el sacramento de la confirmación, relacionándolo, por cierto, con el testimonio del martirio: "El sacramento que ustedes jóvenes van a recibir ahora, es el sacramento de los mártires. Mártir quiere decir testigo, testigo de una vida que el mundo no conoce y que por eso la persigue y la calumnia. El confirmado tiene que ser un joven, una joven valiente para dar su cara por Cristo como los mártires. No tuviéramos las gloriosas páginas del martirio en la Iglesia de Cristo, si no hubiera sido por este don del Espíritu Santo que ustedes van a recibir" (Homilía 13.04.78).

Y qué les diría hoy

Los conflictos mundiales, la discriminación, la pobreza, el Sida se ceban con la mujer, los niños y los jóvenes. Hacen muy difícil la vida de los jóvenes y sus ideales se ven neutralizados y mermados por la falta de memoria histórica, por la reducción de la cultura al mero entretenimiento y por el consumismo sin freno.

¿Qué les diría hoy Monseñor? Como hemos dicho al principio, ante todo mostraría con su ejemplo que "se puede vivir de otra manera", con ilusiones, con espíritu de servicio, que se puede anticipar un nuevo tipo de sociedad y de ser humano, que se pueden fortalecer las motivaciones utópicas.

De Monseñor Romero queda su llamado a los jóvenes a prepararse para servir (en el gremio estudiantil, en los movimientos sociales, en la lucha por los derechos humanos, en la defensa del medio ambiente), a ser sujetos de su propio desarrollo y protagonistas de la historia (cultivo del saber pensar y saber hacer), a ser seguidores y testigos de Jesús de Nazaret (optar por la solidaridad y no por la competitividad, vivir el amor como opción de vida frente al egocentrismo consumista).

 

 


 

 

Martirio de Monseñor Isaías Duarte, 16 de marzo, Cali, Colombia

Enrique Angelelli, 1966, Argentina. Oscar Romero, 1980, El Salvador. Juan Jesús Posadas, 1993, México. Joaquín Ramos, 1993, El Salvador. Cristóbal Munzihirwa, 1996, República Democrática del Congo. Isaías Duarte, 2002, Colombia. "El buen pastor da la vida por sus ovejas" (Jn 10, 11).

Las circunstancias varían según los casos, pero todos estos obispos asesinados coinciden en que desenmascaraban la mentira, defendían a los oprimidos y víctimas, y denunciaban a los poderosos: oligarquía, militares, gobiernos, escuadrones de la muerte, grupos guerrilleros, paramilitares, narcotráfico, gobierno de Estados Unidos.

En 1988, Monseñor Isaías Duarte fue nombrado obispo de Apartadó, Antioquia. Pronto tuvo la valentía de sentar en la Mesa Regional de Diálogo a los sectores más disímiles: empresarios, sindicatos, guerrilleros, autodefensas, gobierno local y departamental. A todos les habló francamente. No quería más sangre en la zona azotada por una ola de violencia, ni muertos, ni viudas, ni huérfanos. El lugar tenía que progresar y él estaba ahí para dar su aporte como ser humano, cristiano y arzobispo. Pero le ocurrió lo que a Jesús: fue asesinado al salir de una iglesia donde había casado a 104 parejas.

La gente le recuerda como gran profeta, valiente y decidido. Cuando los guerrilleros de las FARC cometieron una grave fechoría, les dijo: "A un guerrillero que secuestra y asesina le faltan las virtudes propias de un ser humano y se transforma en el más miserable de los hombres. Pedimos al Señor que estos guerrilleros sientan el dolor de asesinar a un hermano inocente e indefenso, que comprendan que no están combatiendo una guerra justa".

Al presidente Andrés Pastrana le dijo que "no es capaz de exigir el respeto de los derechos humanos y es demasiado tímido a la hora de recorrer caminos de paz en la justicia social y en la concordia".

Pocos días después de las elecciones de las Cámaras, el pasado de 10 de marzo, Monseñor Duarte denunció con vigor a algunos candidatos que pagaban sus campañas electorales con el apoyo político y económico de las mafias del narcotráfico en el norte del país.

El 16 de marzo moría asesinado. No se conoce todavía quiénes son los asesinos. La guerrilla, FARC, rechaza toda responsabilidad, mientras señala a un conocido jefe del narcotráfico. El 19 de marzo, bajo estrictas medidas de seguridad, comenzó una emotiva y multitudinaria ceremonia para sepultar al arzobispo. Unos 20,000 feligreses, muchos de ellos ondeando banderitas blancas y colombianas, se apostaron desde el principio en la Plaza de Caycedo para asistir a la ceremonia. Presidió la eucaristía el arzobispo de Bogotá, Mons. Pedro Rubiano, junto con 70 obispos. En la fachada de catedral fue desplegada una gigantesca manta con la fotografía del arzobispo y la leyenda "APOSTOL DE LA PAZ".

Al funeral asistió el presidente Andrés Pastrana (cosa que no hizo el presidente Duarte cuando fue asesinado Mons. Romero). Pronunció un elogio de Mons. Duarte, pero fue abucheado por la gente, pues semanas antes había criticado al obispo por denunciar la corrupción política.

El sacerdote Joaquín Cortés, que acompañaba al arzobispo cuando el crimen, resultó herido de bala en el brazo. Al salir del hospital dijo: "No tengo ningún rencor hacia las personas que mataron a Mons. Duarte. No puedo tenerlo. Dios me dice que debo perdonarlos y los he perdonado". Por su parte, las más de cien parejas que recibieron el sacramento del matrimonio estaban consternadas. En medio del llanto y la tristeza denunciaron que en Colombia decir la verdad y hablar de Dios cuesta la vida. "Pudimos cumplir el sueño de que Monseñor Duarte nos bendijera, pero creo que no podremos cumplir el de ver a Colombia en paz".

* * *

"Invito a los guerrilleros a que pidan perdón por el mal que han hecho. Invito a los empresarios a que pidan perdón porque no han tenido sentido social y no han defendido el bien común de los desempleados. Invito a los sindicatos a que pidan perdón porque no se preocupan por los miles de trabajadores del país".

"¿Se puede decir que una persona que pone una mina quiebrapatas no sabe lo que hace? ¿Se puede decir que el que organiza una masacre no sabe lo que hace? ¿Se puede decir que los que corrompen el Estado no se dan cuenta del daño que causan?"

"¿Qué le sucedió a nuestro país que terminó siendo el hazmerreír del mundo? ¿Qué le sucedió a Colombia para que nuestros hermanos fueran masacrados y ultrajados? Todos tenemos que reconocer nuestra responsabilidad en estos hechos y pedir perdón" (abril, 2000).

"En el Valle del Cauca se vuelve a sentir el peso del dinero maldito fruto de la droga que destruye a nuestro pueblo. No podemos aceptar que tras la fachada de política sana y limpia se muevan dineros que tienen intenciones torcidas y que causan ciertamente un inmenso mal a la patria" (febrero, 2002).

"Pidamos al Señor para que estos guerrilleros de Colombia sientan en lo profundo de su alma el dolor de matar a un hermano inocente e indefenso, que entiendan que no están haciendo una guerra justa, sino repitiendo la barbarie de las épocas más oscuras de la historia humana y se conviertan de su mala vida" (agosto, 2001).