Carta a las Iglesias AÑO XXII, Nº 495-496, 1-30 de abril de 2000
PASCUA Y RESURECCION: Pregón pascual
EDITORIAL: Cruz y resurrección
REALIDAD NACIONAL: Para comprender el drama Palestino
DERECHOS HUMANOS: Horror en Yenín y la hipocresía de occidente
COMENTARIOS: La cruz en Venezuela "Libertad de expresión sin voluntad de verdad"
CONTINENTE AFRICANO: El Continente crucificado. Africa y su "eje del mal"
IGLESIA NORTEAMERICANA: Grave escándalo en la iglesia de Estados Unidos
COMUNIDADES: El Salvador y Nicaragua celebran la Semana Santa con el pueblo crucificado.
ESPISTOLARIO: Resurrección de la verdad y la dignidad
En verdad es bueno y justo, Dios nuestro, agradecerte con todas las fuerzas de nuestros corazones por la luz que ilumina esta noche.
En esta noche devolviste a la vida a Jesús, tu Hijo, el que pasó haciendo el bien, se acercó a los pequeños, consoló a los afligidos, acogió a los marginados. Y desde entonces sabemos cómo tenemos que vivir.
En esta noche no permitiste que venciese la muerte, y resucitaste a Jesús, víctima de la mentira y de la injusticia. Y desde entonces, todas las víctimas de este mundo pueden tener una esperanza.
En esta noche proclamaste Señor a tu Hijo Jesús, el que vino a lavar los pies a los demás, a servir, no a ser servido. Y desde entonces sabemos que Jesús no es Señor dominador, sino hermano cercano, que tú no eres un Dios que produces miedo por tu lejanía, sino Dios cariñoso que nos das confianza por tu cercanía. Y desde entonces sabemos que también para nosotros reinar es servir.
Te damos gracias, Padre, porque sigues presente en este fuego que da calor a nuestra vidas, en esta agua que nos refresca y purifica, en este pan y este vino que nos conforta en nuestro caminar. Te damos gracias porque te haces presente en este cirio que ilumina las tinieblas de esta noche como tu Hijo Jesús ilumina nuestras vidas.
Por todo ello, sabiendo la oscura realidad en que vivimos y conociendo bien nuestra propia pequeñez, podemos decir con júbilo:
Alégrate comunidad de El Carmen y Santa Tecla entera, porque todavía en medio de escombros, con lágrimas en los ojos por recuerdos cercanos, estás en Pascua. Abundó el vía crucis de casas destruidas, de muertos y soterrados, y abunda el vía crucis de la pobreza, pero hay reconstrucción y se mantiene la esperanza de mirar hacia adelante. Junto con la de Jesús, sigue brillando entre nosotros la luz del Padre Rafael Palacios, de Rutilio y de Lolo, de Julia Elba y Celina, de los jesuitas de la UCA, que pasaron, todos, por estos lugares. Los mayores tenemos a quién recordar y los jóvenes tienen a quién mirar. Podemos ser humanos y podemos ser cristianos.
Alégrate El Salvador, hoy plagado de males sin cuento, desilusionado, engañado por los poderosos de dentro y de fuera. Eres pequeño como Belén, pero llevas el nombre de El Salvador. Miles de tus hijos e hijas nos recuerdan a Jesús no sólo de nombre, sino con su vida y su entrega, con Monseñor a la cabeza. Por eso, vienen a ti de muchas partes a aprender generosidad y el amor mayor. No ofreces "oro ni plata, armas ni dólares", pero das de lo que tienes: la pascua de todo un pueblo. Alégrate, El Salvador, porque el amor y el valor de tus hijos y tus hijas han quedado unidos para siempre a la Pascua de Jesús. Eso nadie te lo puede quitar, y sobre eso te levantarás para que llegue a haber en ti una mesa compartida con manteles largos para todos, sin que a nadie falte la tortilla y el conqué.
Alégrate, mundo de Dios. Vives en viernes santo, Palestina, Afganistán, República del Congo, Venezuela, Argentina, mundo de epulones y lázaros, millones de muertos por hambre y Sida, excluidos, refugiados, desconocidos y despreciados... A veces sólo nos queda un hilito de esperanza. Pero alégrate. El mismo Dios que está en la cruz contigo es el Dios que resucitó a su Hijo que también estuvo en una cruz. Alégrate, porque llegará el nuevo cielo y la nueva tierra, la pascua no será sólo liturgia, sino realidad. Jesús resucitado no mostrará ya las llagas, sino que invitará al banquete de todos y de todas, donde no habrá ya gemidos ni llantos, ni nadie hará daño a nadie.
Alegrémonos porque esta noche brilla una luz que ya nadie podrá apagar. Es la luz del Señor resucitado. Su luz vence todas las oscuridades y recoge todas las luces de nuestra comunidad, de nuestro país, del mundo entero.
Su luz es y será para siempre fúlgida, cálida y fraterna, como la luz de este cirio pascual. Por ello, con los antiguos cristianos decimos: "¡Qué noche tan dichosa en que se une el cielo con la tierra, Dios con nosotros! Que el lucero de la mañana encuentre ardiendo a este cirio que no conoce ocaso, y que nos acompañe siempre en nuestras vidas", Jesucristo, tu Hijo y hermano nuestro que vive por los siglos de los siglos. AMEN.
Iglesia de El Carmen,
Santa Tecla
Sufrimiento y esperanza antes que liturgia
En nuestro mundo, y quizás más estos días, abunda y superabunda el sufrimiento humano. Los panegiristas del nuevo milenio y del fin de la historia no le han atinado, sino todo lo contrario: vivimos en medio de una gran crueldad. Y, además, la abundancia de sufrimiento hace más llamativo y escandaloso el déficit de sensibilidad y de compasión hacia los que sufren.
Con estas palabras comenzamos el editorial de este número dedicado a la Semana Santa. No hablamos todavía del Señor Jesús, sino de sus millones de hermanos y hermanas que rehacen en sus vidas, sabiéndolo o sin saberlo, los últimos días de Jesús. Empezaron en el templo de Jerusalén, con fuertes denuncias a los poderosos de entonces –muy parecidos a los de ahora–, con maquinaciones y traiciones para eliminarlo, con un arresto injusto, con torturas y con la más vil y cruel de las muertes.
Y comenzamos también por las cruces de hoy porque pensamos que si algo no querría Jesús de Nazaret es que nos quedáramos mirándole a él, cuando en Yenín buldozzers destruyen casas con hombres, mujeres y niños dentro, o cuando en Africa la expectativa de vida es de 48 años, o cuando en esta Semana Santa un niño de Torola sólo tiene para comer tortilla con sal. Jesús no es como nosotros, egoísta, siempre pensando en sí mismo, deseando que le declaren la víctima más excelsa. Todo lo contrario. A Jesús, ante todo, le dolía el dolor de los demás, el de las viudas esquilmadas, el de las mujeres despreciadas, el de los tullidos y leprosos.
Decimos esto porque en este número podrá conocer el lector muchas cruces muy reales, muy crueles y muy masivas: Palestina, Venezuela, Argentina, la pobreza de Torola, el dolor de niños y jóvenes objetos de abuso sexual por parte de sacerdotes... Es la realidad del viernes santo en el mundo, y ahí ésta es realidad antes que cualquier liturgia.
Pero también el Domingo de resurrección es realidad, quizás sólo sea un poquito, aunque probablemente más de lo que aparece a primea vista. Hay Domingo de resurrección, aunque nunca es la pura luz del alba incontaminada, sino que siempre está mezclada con la noche y el silencio del Sábado santo.
Pero es, en definitiva, resurrección. Es la carta de Sergio Yahni, soldado judío que le anuncia a su ministro de defensa su decisión de ir a la cárcel antes que a la guerra, porque, como ser humano y judío, no puede colaborar con un ejército criminal. Luces de resurrección son también las visitas a Torola, en Morazán, y a La Laguna, en Nicaragua. O la dignidad de Héctor Dada protestando contra el servilismo hacia el gobierno del Norte. O la esperanza de un grupo de sacerdotes argentinos. O la carta de 34 cardenales y obispos que piden un nuevo Concilio, preparado entre todos, pensado para responder cristianamente a las cosas que preocupan a los hombres y mujeres de hoy, un concilio que nos traiga la esperanza y la sonrisa de Juan XXIII.
Así también hablaban los evangelios sobre la resurrección: si Jesús ha resucitado, en algo se tiene que notar: en la paz, dignidad, esperanza, comunidad, amor –y eso es historia. Por eso mencionamos en este número esos destellos de vida y esperanza que se abren paso en nuestra historia por los resquicios que se abren entre guerras e injusticias.
La liturgia con Jesús en el centro
En la liturgia de semana santa no debemos, pues, salimos de la historia para entrar en un templo en el que sólo hay música, colorido e incienso. La liturgia es celebrar, recordar, poner en palabra, en gestos y símbolos hoy, lo que en su día fue realidad: la realidad de un Jesús que fue víctima, pero también solidario con las víctimas, que triunfó sobre la muerte, pero que se convirtió también en el hermano mayor de todos los que triunfan sobre la muerte.
Recordar hoy a Jesús en Viernes Santo es rehacer nosotros la compasión que sintió Jesús ante todas las víctimas de su tiempo. Es superar la insensibilidad que está pudriendo el alma de nuestro mundo. Es gritar también nosotros: "Dios mío, Dios mío ¿por qué los has abandonado?". Hay aquí liturgia, recuerdo, "hagan esto", porque ponemos en el centro a Jesús. Y hay también historia porque somos llamados al ejercicio de la compasión. Jesús es la clave para no separar "liturgia" e "historia", aquello que Dios unió desde el principio, pero que con frecuencia desunimos los seres humanos.
Recordar hoy a Jesús en Domingo de resurrección –siempre con la pequeña sombra con que lo cubre el Sábado santo– es también rehacer la esperanza de que la última palabra no la tiene Ariel Sharon, sino Sergio Yahni, aceptar que la luz no viene de los gabinetes sino de los profetas, no de los victimarios sino de las víctimas. Hay aquí liturgia, la luz del cirio pascual, y hay historia, la verdad de Jesús que mueve a hacer el bien, defender al pobre y construir el reino.
Los primeros cristianos y cristianas que anunciaron la resurrección de Jesús unieron muy bien liturgia e historia. Es "historia", dijeron, "que ustedes lo han asesinado". Es "historia" que "el asesinado es el justo, el inocente, el que pasó haciendo el bien curando a todos los oprimidos porque Dios estaba con él". Y es "liturgia", porque ese Jesús crucificado y resucitado es "el Señor", "es el camino , la verdad y la vida".
Vivir como resucitados en la historia
Los cristianos creemos que, en definitiva y a pesar de todo, la vida tiene más fuerza que la muerte. En Semana Santa proclamamos –como lo hemos leído en el pregón pascual– que la resurrección tiene la última palabra. ¿Es esto así?
Quisiera esclarecerlo con un recuerdo personal que ya he contado otras veces. Hace unos 30 años, en una eucaristía en que unos jóvenes jesuitas hacían sus votos religiosos, Ignacio Ellacuría habló del seguimiento de Jesús, pero a ello añadió que debemos vivir ya como resucitados en la historia. Dado como era él a historizar la fe cristiana, no constituyó una sorpresa que historizase el seguimiento en lo que éste tiene de encarnación, misión y cargar con la cruz. Pero lo de "vivir como resucitados en la historia" me llamó poderosamente la atención, pues con ello relacionaba el seguimiento de Jesús con lo plenificante y lo escatológico ya ahora. Y a la inversa, venía a decir que el lugar de verificar –sin alienaciones y autoengaños– si y de qué forma participamos ya en la resurrección es el seguimiento de Jesús y no otra cosa. En otras palabras la resurrección de Jesús, en su realidad propia, se puede vivir ya en el presente de la historia; y, dentro de ese presente, en el seguimiento de Jesús.
Si esto es verdad, podemos decir también que hay resurrección, escondidamente, sin ostentaciones, sin que salga en televisión, allá donde los seres humanos rehacen la vida de Jesús en la defensa del pobre, en la esperanza y en el amor. Y como ese seguimiento sigue existiendo, como muchos, los "grandes" conocidos, y los "pequeños" desconocidos, han vivido con amor, la Semana Santa sigue siendo muy real. Hay cruz, pero hay también resurrección.
Jon Sobrino
Palestina designa una región del medio oriente. Mucho se habla de ella, pero es mínima la información que se tiene sobre ella y sus orígenes. Por eso, para comprender lo que hoy está pasando en Palestina es necesario recurrir a la historia. Eso es lo que intentaremos hacer para aclarar algunas de las falacias que se repiten sobre el conflicto entre palestinos e israelíes.
La extraña fundación del Estado de Israel
El principal argumento de Israel para justificar su política hacia los territorios reivindicados por el pueblo palestino como propios es su seguridad nacional. Israel no puede permanecer impasible ante unos vecinos nada amistosos, islámicos y terroristas. Pero hay otro argumento más de fondo: la legitimidad del Estado israelí está fuera de discusión. El Estado sionista es legítimo, se arguye, porque es el hogar del pueblo hebreo. El holocausto perpetrado por los nazis es la justificación para que los hijos de Israel posean un territorio propio.
La creación del Estado de Israel ocurrió en 1948. Habían pasado tres años desde el final de la II Guerra Mundial. El Oriente Próximo se despedía de su pasado colonial. Turquía, Irán y Afganistán ya eran naciones soberanas después de la guerra de 1914, pero pronto surgieron nuevos estados árabes, libres o en proceso de liberación, de la tutela de los antiguos colonizadores europeos. La única excepción era el Estado de Israel: no era un Estado árabe, ni tampoco surgió como producto de la lucha anticolonial. ¿Pero cómo pudo surgir un Estado no árabe en el corazón de un mundo árabe, en un territorio cuyos habitantes pertenecían a la cultura árabe? Veamos las razones.
La primera es la fuerza política del movimiento sionista. La idea de crear un "hogar" para el pueblo judío ya había sido formulada a principios del siglo XX, pero cobró fuerza y razón morales con el holocausto. Además, los líderes del movimiento sionista eran personas con poder económico e influencia política como para inclinar a su favor las decisiones del imperio británico, que era el que se había apropiado de los restos del otrora imperio otomano –y en esos territorios, estaba Palestina.
La segunda tiene que ver con las consecuencias humanas del holocausto. Aunque el nazismo fue derrotado, muchos de los supervivientes del genocidio quedaron en una situación muy difícil, como lo explica el historiador Bernard Lewis. "Los oriundos de la Europa occidental volvieron a sus hogares y se reintegraron en su patria sin demasiadas dificultades. En cambio los que procedían de la Europa central y oriental, países que eran víctimas de grandes convulsiones internas o de invasiones y ocupaciones por parte de potencias extranjeras, tuvieron que enfrentarse a problemas más graves; a menudo, cuando intentaban regresar a su patria, eran recibidos por sus viejos vecinos con hostilidad y violencia. Muchos, por tanto, antes que soportar una nueva oleada de represión y persecuciones a manos de sus compatriotas, prefirieron aventurarse y trasladarse a la Tierra Prometida".
El historiador añade que la oleada de inmigración a Palestina "fue imposible de detener" para Gran Bretaña. Además, la región ya no era estratégica para Londres, pues la India había dejado de ser colonia suya, por lo que no era necesario dominar Oriente Próximo. El Reino Unido abandonó el mandato sobre Palestina y dejó en las recientemente creadas Naciones Unidas el poder de decidir el destino de ese territorio. El Estado de Israel nació, pues, como una decisión del organismo internacional, el cual había dividido Palestina en tres partes: un estado árabe, otro judío y una tercera parte, bajo jurisdicción internacional, situada en Jerusalén. Este hecho provocó la indignación de la Liga Arabe, y es prueba de que la fundación de Israel se debe más a factores de política internacional que a la voluntad de quienes ya vivían en Palestina.
El nuevo escenario político tras la guerra también favoreció la creación del Estado sionista. El interés en ahondar el desgaste político de Gran Bretaña movió a la Unión Soviética a apoyar la petición sionista. Los Estados Unidos, por su parte, apoyaron al nuevo Estado porque era una garantía de los intereses de Occidente en el mundo árabe, tal como lo fue, en su tiempo, Sudáfrica, en lo que respecta al continente africano. Hay que recordar que en Estados Unidos los grupos de presión ("lobbies") sionistas son particularmente fuertes, hasta tal punto que determinan la política hacia Medio Oriente –como ahora lo hacen los exiliados cubanos en lo tocante al bloqueo contra Cuba.
No todo lo que viene de Palestina es terrorismo
Gran parte de las noticias presentan a Palestina como una nación de terroristas, por lo cual estaría más que justificada la política israelí. Esta es una lógica maniquea: existen los buenos, a los que la razón favorece siempre, y los malos, que ejemplifican todo tipo de antivalores: son pobres, son violentos, tienen una religión que los obliga a ser terroristas, son intolerantes. Por todo ello, merecen ser atacados sin piedad. No es necesario decir que estas apreciaciones son falsas, y también hipócritas: se exige el discurso de la tolerancia pero se fomenta la visión peyorativa en contra del mundo árabe.
Todo terrorismo es violento, pero no todo acto de violencia es terrorismo. En la mayoría de la prensa occidental, se juzga en base a la ecuación: Palestina = violencia = terrorismo. Así, la resistencia palestina es tildada simplistamente de terrorista. Ciertamente, hay actos de terrorismo perpetrados por palestinos. Un caso patético lo constituyen los suicidas que detonan cargas de explosivos atadas a sus cuerpos, para acabar con civiles israelíes. Se trata de un terrorismo primario, producto, a todas luces, de la desesperación masiva. Pero no se puede comparar a la destrucción de poblados enteros con tanques y bulldozers, como lo hizo el ejército de Israel con los campos de refugiados en Jenín: es terrorismo, pero con mayores recursos tecnológicos.
El levantamiento popular conocido como intifada, se maneja también como una ofensiva terrorista, manejada por la OLP y el grupo Hamas. Pero se oculta el hecho de que la intifada surgió como un movimiento de resistencia civil, que incluyó "huelgas, manifestaciones, rechazo al pago de impuestos, boicot a productos israelíes, abandono del trabajo (en Israel), visita a prisioneros políticos" (Doris Musalem Rahal), entre otras cosas. Y la violencia se tradujo en pedradas por parte de ciudadanos palestinos contra el ejército de Israel, el cual respondió "con los tanques de Goliat" a las piedras de David, como dice José Saramago. Hay que estar ciego para no ver que no hay punto de comparación entre una violencia y otra.
Ni negar ni manipular el holocausto
Como hemos dicho, el holocausto constituye el argumento más fuerte para la existencia de Israel. Pero, lamentablemente, sus líderes también lo usan para justificar cualquier política de Estado, independientemente de sus implicaciones éticas. En 1997 el filósofo francés Roger Garaudy defendió la tesis de que la matanza de seis millones de personas no fue sino una quimera maliciosamente urdida por las élites sionistas. Grave error. Pero sí tiene razón al denunciar la manipulación de un hecho doloroso para legitimar cualquier acción política de quienes han sido víctimas en el pasado.
"Debemos aceptar la experiencia judía, con todo lo que supone de horror y espanto", advierte el intelectual palestino Edward Said, "pero también debemos exigir que no se preste menos atención a nuestra experiencia, aunque quizás en otro plano de la realidad histórica". Enfrentarse con la realidad del holocausto no implica asumir las posiciones sionistas. Asumir el holocausto responsablemente, como cualquier otro genocidio, implica asumir el compromiso de no permitir que se repitan tales aberraciones. Afirma Said: "no acepto la idea de que, al arrebatarnos nuestra tierra, el sionismo redimiera la historia de los judíos, y nadie me hará aceptar jamás la necesidad de desposeer a todo el pueblo palestino. Pero sí puedo admitir que las distorsiones del holocausto crearon distorsiones en sus víctimas, y que éstas se repiten hoy en las víctimas del propio sionismo, es decir, en los palestinos. Comprender lo que les ocurrió a los judíos en Europa bajo los nazis significa comprender el aspecto universal de una experiencia humana en condiciones calamitosas. Significa compasión, solidaridad humana, y un rechazo total a la idea de matar gente por razones étnicas, religiosas o nacionalistas".
¿La solución?
Los sionistas y muchos nacionalistas palestinos radicales tienen una solución excluyente. Los primeros quieren –o si no que lo desmienta el propio Ariel Sharon, responsable de acciones genocidas que sólo recuerdan lo que las tropas hitlerianas hicieron del ghetto de Varsovia– a Palestina sin palestinos. Los segundos quieren una palestina sin judíos. La opinión pública de Occidente se ha decantado, conscientemente o no, hacia lo primero. El razonamiento es éste: "nos puede doler lo que se está haciendo contra la población palestina, pero no podemos pensar en quitarles la tierra a los judíos. No queremos otro holocausto. Así que, doloroso como es, éste es el mal menor".
Una solución humana al problema de Palestina no debe hacer estas concesiones hipócritas. Durante siglos, en Palestina han vivido –y siguen viviendo– personas de distintas religiones –judíos, musulmanes y cristianos– y de culturas diversas. Se ha difundido cierto mito que colinda con el nefasto mito de la pureza racial: cada etnia en Palestina tiene su propia religión. Mentira. Así como hay árabes que han abrazado la religión judía o el cristianismo, también hay hebreos que profesan otras religiones distintas a la judía. Sería ilusorio separar a los "judíos puros" de los "palestinos puros" (tanto étnica como religiosamente) y crear Estados nacionales más parecidos a ghettos que a otra cosa. Implicaría deportaciones masivas, limpieza étnica –horrores que no deben repetirse.
La solución al problema de Palestina no parte de esas alternativas excluyentes, sino de aceptar la necesidad de pluralidad cultural, étnica, religiosa y política. Se comprende que el separatismo esté alimentado por siglos de persecución, en el caso de los judíos, o por el atropello sistemático a la cultura y al despojo territorial, en los palestinos. Pero una solución separatista no es viable.
"Actualmente Israel no es un estado puramente judío y Palestina no es un estado puramente árabe palestino", escribe Edward Said. La partición, añade, "es una herencia del imperialismo" y en nada ha ayudado a resolver los conflictos. Véanse los casos de India y Pakistán, Irlanda, Chipre y los Balcanes, recuerda el autor. Es necesario, plantea, una política de coexistencia entre israelíes y palestinos. Más que un arreglo entre las cúpulas de ambas naciones, Said propone crear y fortalecer un consenso "a ras de tierra", esto es, entre los ciudadanos palestinos e israelíes interesados en la defensa de los derechos humanos fundamentales. En términos políticos, un paso hacia la solución sería que Israel devolviera las zonas ocupadas desde 1967, incluyendo los asentamientos ilegales, y que una fuerza de polícía internacional se encargara de controlar a los terroristas dentro y fuera de Palestina. Israel tendría seguridad y los palestinos un Estado.
CIDAI
* * *
29 de noviembre 1947. Por 33 votos contra 13 Naciones Unidas aprueba la creación de un estado judío en Palestina. Era una fórmula de compromiso entre el fantasma del holocausto nazi y el derecho de los árabes nativos.
1948. Se proclama el Estado de Israel. Este es atacado por Egipto, Siria, Líbano y Jordania. Su resistencia detiene la invasión, pero Egipto y Jordania toman posesión de Gaza y Cisjordania. Los palestinos pierden el resto de su territorio.
1967. Al ganar la guerra, Israel cuadruplica su extensión y despoja a sus vecinos de Jerusalén, Cisjordania, el Golán, Gaza y el Sinaí.
1973. Después de la guerra Israel comienza a negociar "seguridad por tierra".
1979. Israel firma la paz con Egipto a cambio del Sinaí y la política de Sadat de desentenderse de los palestinos.
1993. septiembre. Con el derrumbe de la Unión Soviética y la derrota de Irak la OLP queda más aislada que nunca. Entonces Arafat reconoce al estado de Israel a cambio de una soberanía limitada sobre el 22% del suelo palestino. Fue el acuerdo de Oslo.
1994. Se instala la Autoridad Nacional Palestina. Permanece el problema inicial: Israel sigue sin seguridad y los palestinos siguen sin Estado. Sharon promueve el asentamiento de 240,000 colonos en Cisjordania y Gaza.
2001-2002. Ataque terrorista de Ben Laden. La adversión del mundo árabe con occidente no proviene del Corán, sino del apoyo de Estados Unidos a Israel y de su inocultable parcialidad como árbitro. Eso es lo que está haciendo Bush con su lavarse las manos durante meses, su silencio durante la crisis de marzo y abril, sus declaraciones incongruentes, su envío de Powell sólo tras las acciones israelíes y su subordinar la suerte de los palestinos al nihil obstat de un ataque contra Irak.
Yenín era un pequeño pueblo, menos de un kilómetro cuadrado, con campos de refugiados, donde vivían 15,000 personas. El día 3 de abril penentró el ejército israelí y cometió verdaderas atrocidades.
Muchos otros horrores se han visto en estas semanas. De parte de los palestinos, atentados suicidas, uno de ellos cuando los judíos celebraban la pascua. De parte israelí, tecnología sofisticada de tanques, bombas y misiles al servicio de la guerra y la destrucción en muchos lugares, sobre todo en Ramala, con Arafat humillado sin poder moverse de su residencia, y en Belén, con el templo de la natividad rodeado militarmente. De la tragedia palestina quedará como símbolo el rostro de una joven de 16 años, explicando en un video el por qué del atentado suicida que iba a cometer. Del horror israelí quedará, como símbolo, "Yenín", como lo es El Mozote entre nosotros hasta el día de hoy.
A las organizaciones internacionales de derechos humanos no se les permitió el acceso a Yenín, hasta el 18 de abril, seis días después de terminada la operación militar, pero ya tenían sospechas fundadas de la barbarie. "Las acusaciones son muy serias y, dado que hemos recogido testimonios concordantes, no pueden descartarse como un acto de propaganda", afirmó Javier Zúñiga, de Amnistía Internacional, en el puesto militar de Jalame, a seis kilómetros al norte de Yenín. Dianne Luping, abogada británica especializada en derechos humanos, hablaba con más dureza. "La información preliminar de que disponemos indica que existen pruebas de crímenes de guerra: malos tratos a detenidos, familias sepultadas bajo casas sin aviso de evacuación y disparos sobre civiles que huían de los bombardeos".
Las denuncias recibidas por Aministía Internacional incluyen "asesinato deliberado de civiles, derribo de casas sin advertencia previa a sus ocupantes y uso de civiles como escudos humanos en operaciones militares". Un periodista de EL PAÍS recogió el testimonio de un palestino que fue utilizado como escudo por los soldados. "Me obligaron a llamar a las casas antes de que entraran ellos", dijo Jaled Eskeirat, tras ser liberado con marcas de golpes por todo el cuerpo.
El Tribunal Supremo de Israel prohibió al Ejército enterrar los cadáveres, y se le permitió entrar en Yenín a una delegación de la ONU, del Comité Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja Palestina. Los soldados sólo permitieron el acceso a algunos lugares del campo. La justificación de un portavoz militar fue que "hay aún trampas explosivas y algunos cuerpos tienen dinamita adherida". Aun así, la Media Luna localizó 15 cuerpos de los que sólo pudo retirar 8. Con ello se elebavan a 55 los cadáveres oficialmente recuperados. El número es mayor, ya que muchos de los muertos se encuentran bajo los escombros y el personal sanitario no puede acceder a ellos.
Varios testigos relataron a Dianne Luping que habían visto a las excavadoras militares "cavar agujeros dentro y fuera del campo". Añadieron que los soldados "echaron cuerpos envueltos en bolsas negras dentro de los agujeros, pero poco después volvieron a sacarlos y a cargarlos en camiones, que se los llevaron hacia Israel".
Las palabras más impactantes son la del enviado de la ONU Terje Roed-Larsen. "Un horror que supera el entendimiento. Yenín está totalmente destruido, es como si le hubiera sacudido un terremoto. Es absolutamente inaceptable. Se me nubló la vista al ver el lugar". Larsen añadió que la actitud de los mandos israelíes hacia los cadáveres ha sido "moralmente repugnante". Y ha criticado la actitud de las autoridades militares de Israel por prohibir durante once días la entrada en el lugar de la Cruz Roja Internacional y la Media Luna palestina para asistir a los heridos.
La destrucción de tierras y casas ha sido espeluznante, algunas con bulldozers, con gente dentro. Los palestinos hablan de "una masacre de centenares" de refugiados, mientras Israel califica esas versiones de "propaganda" y da el número de 45 muertos.
La reacción internacional
En los primeros días de abril la Comisionada de Derechos Humanos en Ginebra, Mary Robinson, presentó un informe sobre lo ocurrido tras los primeros ataques militares de Israel, que fue aplaudido por la sala. Mencionó los atentados cometidos por suicidas palestinos, pero lo que llamó la atención fue el recuento de las violaciones de los derechos humanos en los territorios palestinos: la ocupación de diversas ciudades por parte del ejército israelí, la detención de civiles y de miembros de la Cruz Roja palestina, las ejecuciones extrajudiciales, las restricciones a la libertad de prensa por parte de Israel, los castigos colectivos a la población palestina a la que se le ha cortado el agua y la electricidad. Dijo que era urgente enviar observadores internacionales.
Tras el Informe los ánimos se encendieron. Estados Unidos e Israel protestaron: "no es equilibrado ni justo". Siria felicitó la objetividad y el valor demostrado por Mary Robinson. Nabil Ramlawi, delegado palestino, denunció el terrorismo de Estado. "¿Cómo se puede justificar los asesinatos a corta distancia, que se deje desangrar a los heridos, que se mate a personal paramédico, que se niegue a los familiares el derecho a enterrar a sus muertos, que se destruya edificios y templos, que se arremeta contra zonas civiles con tanques, helicópteros y artillería pesada?".
Una gran mayoría de países, especialmente árabes, asiáticos y africanos, exigieron el retiro inmediato del ejército israelí. Señalaron que Israel está cometiendo crímenes de guerra y de lesa humanidad. Condenaron el asedio y la humillación a los que ha sido sometido el presidente de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat, así como el asesinato de civiles indefensos por parte de un ejército prepotente y agresor.
El delegado de Israel, Yaakov Leviy, señaló que los israelitas son víctimas de los atentados suicidas y que el miedo se ha apoderado de la población que no puede ir a lugares públicos. Israel contó con el apoyo velado de los países anglosajones Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Canadá y Guatemala. Los dos últimos son los únicos que votaron en contra del envío de observadores. (Los regímenes que han gobernado Guatemala, dictaduras o democracias restringidas, han sostenido una relación estrecha con Israel, que fue uno de los principales abastecedores de armamento a las dictaduras).
Previamente, las ONGs, en forma mayoritaria, condenaron a Israel. "La ocupación israelí de territorios palestinos ha provocado una escalada de acciones militares y violaciones de derechos humanos durante los últimos dieciocho meses. Las estadísticas de muertes y personas discapacitadas de por vida causan horror". Sólo cuatro organizaciones judías, de las 36 que tomaron la palabra, defendieron la política de Israel. Desde el 12 al 17 de abril la Comisión votó tres resoluciones en las que condena a Israel por violaciones a los derechos humanos, pero a Ariel Sharon le tiene sin cuidado la opinión internacional y continuó castigando colectivamente al pueblo palestino. Además, Sharon no quiere testigos y negó la autorización a una misión de Observación, encabezada por la Alta Comisionada de Derechos Humanos, Mary Robinson, para que entrase en la zona de conflicto.
El 12 de abril salía a luz la magnitud de la tragedia del campo de refugiados de Yenín. Según el embajador palestino en la ONU, Nabil Ramlawi, hubo por lo menos 500 muertos. La CDH, adoptó una resolución casi unánime (52 votos a favor y uno en contra, el de Guatemala). En una segunda resolución del 15 de abril, la CDH, se mostró aún más explícita y frontal y condenó a Israel por los asesinatos masivos perpetrados por las fuerzas israelitas contra el pueblo palestino (de 53 países 40 votaron a favor, cinco en contra: Alemania, Reino Unido, Canadá, República Checa y Guatemala, 7 se abstuvieron. Finalmente, el 16 de abril la Comisión aprobó una nueva resolución por 41 votos a favor, 9 abstenciones y dos votos en contra (Guatemala y Canadá) propuesta por Pakistán en nombre de los países islámicos. La comisión expresa "su profunda consternación porque la resolución 2002/1 del 5 de abril no haya sido aplicada por falta de una respuesta positiva de la potencia ocupante, a pesar de que la situación de los derechos humanos ha seguido empeorando". El representante de Nigeria, en nombre del grupo africano, expresó "su indignación y decepción por el hecho de que la misión de observación no haya podido cumplir con su cometido". El representante de Argelia, Mohammed-Salah Dembri dijo. "La credibilidad no está con nosotros. Hay que ir al terreno de los hechos aun sin visa. Necesitamos brigadas internacionales pacifistas para impedir el genocidio".
Quién apoya a Israel
¿Por qué el régimen israelita desafía a la comunidad internacional? ¿Por qué no hace caso de las decisiones de Naciones Unidas? ¿Por qué puede darse el lujo de ser tan arrogante e intransigente? Es indudable que Israel se siente respaldado por las potencias occidentales, comenzando por Estados Unidos. Es muy revelador que hasta ahora no hayan asumido una posición firme y seria para detener los "asesinatos masivos". Los países que mayor influencia tienen en la Unión Europea –Gran Bretaña, Alemania– se niegan a condenar al régimen de Sharon, y otros países desarrollados, como Canadá, más bien están abiertamente de su lado. La exhortación que hizo Bush a Sharon de que se retire de los territorios ocupados resulta ridícula porque no fija fecha y deja que Sharon ponga su propio calendario y condiciones. Tras concluir la gira de Powell, prácticamente sin ningún resultado, Estados Unidos amenaza con suspender el reconocimiento diplomático y congelar los activos de la Autoridad Palestina si Arafat no hace un llamado inmediato al cese al fuego.
¿Es esto de extrañar? Históricamente los lazos de Estados Unidos con Israel han sido muy estrechos. Desde 1948 la ayuda estadounidense a Israel alcanza la suma de 132.000 millones de dólares. Sólo en el año 2002, la ayuda militar ascendió a 2.000 millones de dólares, más otros 720 millones en ayuda económica. Estados Unidos equipa al ejército de Israel: son "made in USA" el 100% de los misiles suelo-aire israelitas, el 100% de los aviones de combate, el 100% de los helicópteros de combate y el 90% de los vehículos blindados. Amnistía Internacional manifestaba en diciembre de 2001 que la "mayor parte de los helicópteros de la armada israelita y de las piezas de artillería han sido provistas por Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido". Y añadía que "aparentemente estos países continúan proveyendo a Israel".
Carlos Ayala Ramírez
Los intereses por encima de los principios
Ha habido muchas escenas de cruz en Venezuela en días recientes. En este comentario nos referimos sólo a un aspecto de esa cruz: la crucifixión de la verdad a manos de los medios de comunicación.
El título del comentario se lo he escuchado en más de una ocasión al padre Jon Sobrino y expresa un grave problema del mundo mediático: "la libertad de expresión y de información suelen ser usadas para minimizar o anular la verdad". En determinadas situaciones, los grandes medios de comunicación subordinan los principios (la verdad, la objetividad, la independencia, su función social) a intereses espúreos (políticos, económicos, ideológicos). Afganistán y Palestina son ejemplos recientes. En este comentario nos queremos fijar en Venezuela y el fallido golpe de estado. En lugar de buscar la verdad, los medios hicieron propaganda contra Chávez; en vez de informar, conspiraron y desinformaron. Con razón se bautizó dicho golpe como una acción militar, empresarial y mediática. Los grandes medios aparecieron como uno de los principales actores del fracasado golpe.
Pero el caso de los medios venezolanos no es aislado ni circunstancial. Los grandes medios de comunicación mantienen, en general, un vínculo "oficioso" con los sectores de mayor poder económico, vínculo que busca favorecer y legitimar los intereses del gran capital en menoscabo de contar con medios independientes.
Una de las principales víctimas de esta relación "oficiosa" es la verdad de la realidad. Puede haber mucho flujo informativo, mucha libertad de expresión, incluso mucha aparente pluralidad del pensamiento, pero poco o ningún interés existe por conocer la verdad de la realidad. Veámoslo en el caso del fallido golpe.
La conspiración mediática
Hace unos años la prensa venezolana puso el grito en el cielo cuando se habló del derecho a la "información veraz", porque consideraban que dicha exigencia podría constituirse en una especie de censura y control de la prensa por parte del gobierno. Estos "defensores" de la libertad informativa propusieron la anulación total de cualquier tipo de normativas, incluyendo el principio ético de la veracidad y la objetividad. El límite de la libertad de información quedaba al antojo de los propietarios de los medios de comunicación.
Con esa libertad antojadiza los grandes medios privados (televisoras, radios, diarios) se confabularon, primero, contra las reformas sociales promovidas por Chávez. Ahora, desde el 11 de abril lanzaron una fuerte campaña de desinformación sobre los acontecimientos que fueron sucediéndose. Informaron que el Presidente Hugo Chávez había presentado su renuncia irrevocable ante el alto mando militar, que el Vicepresidente Diosdado Cabello había huido, que la Asamblea Nacional había sido disuelta por el mismo Chávez. Dijeron que Chávez había dado la orden de disparar contra la multitud opositora, calificaron el arribo y las primeras medidas de Pedro Carmona como un gobierno de transición democrática. Y durante las pocas horas que duró el gobierno golpista, esos medios, que en los últimos meses denunciaron la falta de libertad de expresión, no transmitieron las movilizaciones a favor del retorno de la democracia, y dedicaron la programación para transmitir telenovelas y programas de entretenimiento.
Estas falsedades y silencios buscaban legitimar la usurpación del poder por una junta de empresarios y militares que en un lapso de 47 horas había eliminado el nombre de República Bolivariana de Venezuela, suspendido a los diputados de la Asamblea Nacional, convocado a elecciones en diciembre de 2002 para una constituyente, nombrado un consejo consultivo de 35 personas con sus suplentes, destituido al Fiscal, al Contralor, al Defensor del Pueblo, al Consejo Nacional Electoral y al Tribunal Supremo de Justicia, abolido las 48 nuevas leyes promulgadas en el gobierno de Chávez en la llamada "Ley habilitante".
El pueblo hizo oír su voz
Se empezó a desenmascarar la mentira mediática gracias a la movilización de los sectores populares. La gente se concentró en diferentes lugares de la ciudad y del interior del país para protestar por las acciones golpistas. Las redes de comunicación alternativas (radios comunitarias, mensajes a través del Internet, información por celulares) lograron romper el círculo de desinfomación. La población venció el miedo de las primeras horas y exigió que se difundiera la verdad de lo que ocurría en Venezuela.
Las verdades que los grandes medios había ocultado salían a la luz: La verdad es que Chávez estaba detenido por los militares golpistas y no había firmado ninguna renuncia, no había disuelto la Asamblea, el Vice-presidente no había huido, los francotiradores eran golpistas, la mayoría de muertos en los sucesos del 11 de abril eran partidarios de Chávez, el pueblo venezolano había salido a las calles a protestar por lo que era un verdadero golpe de estado y a recobrar el orden constitucional.
¿Y qué decir de la prensa de El Salvador?
Los salvadoreños y salvadoreñas también sufrimos desinformación sobre lo que realmente ocurría en Venezuela. La gran prensa escrita ponía énfasis –sin ocultar su agrado– en lo que decían las fuentes oficiosas de los golpistas. Los titulares más destacados que difundieron los principales rotativos del país (La Prensa Gráfica y El Diario de Hoy) el sábado 13 de abril son sumamente ilustrativos. "Empresario asume mando en Venezuela" (PG, p.1); "Gobierno interino toma poder en Venezuela" (PG, p.5); "El Salvador, primer país en dar aval al nuevo gobierno" (PG, p.9); "El FMLN y Castro apoyan a Chávez" (DH, p.1); "Chávez tenía problemas mentales" (DH, p.8); "Frente debe poner barbas en remojo" (DH, p.4); "No es un golpe afirma Estados Unidos." (DH, p.11); "La farsa de la revolución" (DH, p.12); "ANEP se solidariza con nuevo gobierno" (DH, p.11); "Flores avala la caída de Chávez" (DH, p.13).
Las noticias que podrían poner en duda la legitimidad de lo ocurrido en Venezuela tenían un carácter ambiguo y en cierto modo marginal: "Polémica sobre la salida de Chávez: ¿renuncia o golpe de Estado? (PG, p.6); "Latinoamérica dividida tras la caída de Hugo Chávez" (PG, 8); "Debate sobre Venezuela se traslada hasta El Salvador" (PG, p.10); "La hija de Chávez: mi padre no ha renunciado" (DH, p.3); "Del agradecimiento al olvido" (DH, p.6). Lo que predominaba en el fondo y en la forma de las noticias era que en Venezuela había un nuevo gobierno de transición democrática y que la revolución bolivariana, impulsada por Chávez, había llegado a su fin.
Después del fallido golpe, algunos medios venezolanos han reconocido que desnaturalizaron su función informativa, que practicaron la autocensura frente a los atropellos e inconstitucionalidades de los golpistas, que no fueron coherentes a la hora de informar con responsabilidad.
La conclusión es que el papel de los medios en esta sociedad llamada global, en la que tenemos la impresión de que gracias a ellos podemos saberlo casi todo y saberlo instantáneamente, ha quedado de nuevo cuestionado. Más información, mejor tecnología, más instantaneidad, más redes mediáticas, no significan necesariamente mayor verdad ni mayor conocimiento de la realidad. Sin voluntad de comunicar verdad, toda la multiplicidad de medios y de aparentes espacios comunicativos, terminan siendo instrumentos de manipulación de la conciencia colectiva. Venezuela es un buen ejemplo.
Al presidente Bush le encanta hablar del "eje del mal", los tres nuevos enemigos de Occidente: Irán, Irak y Corea del Norte. Pocos días después, la Comisión Africana de Población, daba la noticia de que para el 2005 la esperanza de vida será de 48 años, cifra récord en el continente africano. Sin embargo, estas declaraciones no han hecho mella, ni menos han lastimado, la fibra de la comunidad internacional: "La pobreza, las guerras y enfermedades como el Sida han puesto en peligro la vida de más de 700 millones de habitantes del continente, especialmente entre las mujeres y los niños, la población más vulnerable".
La pobreza, las guerras y el Sida se han convertido en el "eje del mal" africano, un enemigo que mucho tiene que ver con la desidia que en los últimos años están mostrando los países del norte. El Sida ha acabado con la vida de 2,3 millones de africanos en 2001. En el Africa subsahariana 28 millones de africanos están afectados por el virus y, según el Worldwatch Institute, morirán antes de 2010.
El Sida. A pesar de las ayudas de Onusida, la pandemia sigue creciendo en el continente africano de la mano de una sanidad pública insuficiente o unos servicios privados inalcanzables. El Sida obliga a las familias de los afectados a reducir el consumo de alimentos y otros gastos básicos para cubrir los costos de terapia, la agricultura se ha visto mermada por la muerte de más de 7 millones de trabajadores en los últimos 15 años (datos de la FAO) y a menudo los menores dejan de asistir a la escuela para cuidar de sus parientes enfermos. El tratamiento de un africano infectado por el HIV podría dejar sin educación primaria durante todo un año a diez niños.
En 1978, la Declaración de Alma Ata instó a todos los gobiernos a adoptar el principio de que todas las personas tienen derecho a una vida saludable sin importar género, raza, clase, capacidad o incapacidad relativas. El concepto de asistencia sanitaria primaria dista mucho hoy de lo que se pretendía en la conferencia de Alma Ata. El corsé al que la comunidad africana se ve sometida, debido en parte a los programas de ajuste estructural que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) han diseñado para refinanciar la deuda del Tercer Mundo, ha puesto en manos privadas los derechos de la sanidad de muchos países africanos. A expensas de que el Sida siga matando a más de 6.000 africanos por día, el Banco Mundial ofrecerá su ayuda a los países que muestren mayor solvencia económica.
La pobreza. Estos mismos ajustes estructurales son los que han recortado desde la década de los 80 los presupuestos de educación y alimentación en favor de la privatización. A principios de esta década los bajos tipos de interés, la recesión de Estados Unidos y Europa y los petrodólares de la OPEP decidieron hacer campaña en el Tercer Mundo con fuertes cantidades de dinero. La mayor parte de los países africanos siguen pidiendo préstamos a entidades privadas o internacionales para hacer frente a los intereses de las primeras ayudas. La falta de pago de la deuda externa ha provocado una involución en los programas de ayuda de los países más ricos hacia el continente africano retomando la vieja frase poscolonial trade but no aid (comercio, no ayuda). Pero ni siquiera el comercio está asegurado. La Organización de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo ha manifestado que los índices de pobreza en África se han duplicado en 20 años debido a la caída del precio de las materias primas que representan más del 80% de las exportaciones. La crisis internacional ha frenado la inversión extranjera hasta reducir al 1% el aporte del continente africano al total de las inversiones mundiales. Según el informe de la Unctad, la situación sólo se vería aliviada con la inyección anual de 8.000 millones de dólares por la comunidad internacional.
Las guerras. El último caballo de batalla contra el que África lucha desde que recibió la independencia oficial de manos de Occidente se llama guerra. Angola, Burundi, Guinea, Liberia, Sierra Leona, la República Democrática del Congo, Sudán, Etiopía, Mozambique, Uganda, Ruanda, Congo-Brazzaville, Argelia son los señores de la guerra africana y los escenarios de millones de muertes silenciadas durante décadas. La causas: la fatal herencia de unos procesos de independencia salpicados por la violencia, el testigo de la Guerra Fría vivida en el continente africano, la lucha por los recursos minerales, el petróleo, las tierras, pero sobre todo el descontrol del comercio de armas que el Norte se empeña en mantener. Según la Unión Europea y contra el código ético no vinculante sobre la exportación de armas, en 1999, el conjunto de países de los Quince concedió 30.000 autorizaciones para la venta de armas al exterior. Tan sólo fueron denegadas 211.
La proliferación de armamento ligero en territorios en conflicto no sólo convierte a los niños en los primeros soldados, sino que pone en peligro cualquier proceso de pacificación. A pesar de los esfuerzos de Amnistía Internacional, Médicos Sin Fronteras o incluso Iansa (Red Internacional de Acción sobre las Armas Ligeras) los países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, con derecho a veto en cualquier resolución de paz, siguen encabezando la lista de exportadores de armas.
Sierra Leona mantiene la menor esperanza de vida, con 40 años. En los países desarrollados la media de edad asciende al doble, mientras que la Comisión Africana de Población ha fijado la esperanza (desesperanza) de vida en 48 años para 2005. Mientras, la voz de la Organización de la Unidad Africana seguirá siendo desoída y menospreciada en los altavoces de la actualidad internacional.
Oscar Gutiérrez
* * *
República Democrática de Congo
Asesinado el administrador de la diócesis de Butembo
El padre Romain Kaindo. administrador de la diócesis de Butembo (Kivu Norte, este de la República Democrática de Congo). fue asesinado el 23 de abril en las cercanías de la curia diocesana, cuando salía de celebrar misa en el seminario de la congregación diocesana de los hermanos de la Asunción y se dirigía al hospital de la ciudad a visitar a los enfermos. Un grupo de desconocidos dispararon una ráfaga de ametralladora contra el coche que conducía el padre Kaindo, que fue alcanzado por ocho proyectiles. El obispo de Butembo, monseñor Melchisedec Sikuli, ha declarado que se teme que el sacerdote congoleño haya sido víctima de un asesinato premeditado cuyo último objetivo sería "advertir a la Iglesia" para que no se inmiscuya en política. Monseñor Sikuli ha recordado que, si bien la Iglesia no es una organización política, es considerada por muchas de las facciones armadas que operan en el este de Congo como un obstáculo para sus objetivos. La muerte del padre Kaindo ha suscitado un gran pesar en Butembo. En el funeral celebrado al día siguiente de su muerte, la catedral estaba llena de fieles que rezaban por él, las tiendas de la ciudad permanecían cerradas y numerosas personas congregadas en las calles cantaban himnos religiosos en recuerdo del difunto.
Desde hace algún tiempo salió a luz el escándalo de sacerdotes que habían cometido abusos de menores en las últimas décadas. Ahora ha explotado con increible virulencia y se ha convertido en el escándalo más grave de la Iglesia Católica de Estados Unidos en los dos últimos siglos.
Al principio algunos en el Vaticano no le concedieron la debida importancia. El cardenal Darío Castrillón se preguntaba, irónicamente, si los casos de pederastia están más extendidos entre los sacerdotes que entre otros profesionales, y citó que, según un estudio, sólo el 0.3% del clero estadounidense es pederasta. Rechazó los ataques a la Iglesia por su silencio sobre estos hechos, diciendo que el Papa ya ha mencionado y condenado el problema. Y en definitiva, dio la culpa de estas aberraciones al ambiente de pansexualismo y libertinaje imperante en nuestro mundo.
Pero otras reacciones han sido mucho más honestas y duras. Juan Pablo II dice que está "conmocionado", "horrorizado", "dolido en lo más íntimo", y que en la Iglesia no hay lugar para un sacerdote que ofenda a niños y jóvenes. Y convocó a una reunión especial a los cardenales de Estados Unidos los días 22 y 23 de abril.
Los hechos son realmente alarmantes. Sólo desde enero de este año ha habido 450 denuncias de abusos sexuales menores –aunque han sido cometidos a lo largo de varias décadas– que ya han provocado la expulsión de 62 sacerdotes de 17 diócesis. Uno de los casos más escandalosos es el de la diócesis de Boston, en la que el arzobispo, cardenal Bernard Law, consintió que los sacerdotes culpables siguieran teniendo contacto con feligreses –aunque cambiándolos de parroquia. Dos sacerdotes, Paul Shanley y John Geogahn, han sido acusados de haber abusado de centenares de niños en 30 años de ministerio. Varios obispos estadounidenses han pedido que el cardenal sea retirdo de su cargo. De hecho va a ser trasladado a Roma.
Estos tristes acontecimentos nos mueven a las siguientes reflexiones.
1. En la Iglesia hay una gran cruz: el dolor y el daño infligido a los menores –y sus familias–, con sus males del momento y sus males a la larga, como lo saben muy bien consejeros espirituales y psicólogos.
2. En la Iglesia hay pecado, que oculta lo que debe ser un rostro de bondad y compasión. Por la naturaleza del asunto, recogido en la antigua máxima corruptio optimi pessima, esto lleva a la pérdida de credibilidad y confianza, siendo éstas dimensiones esenciales para la Iglesia.
3. En la Iglesia hay excesivo silencio –que ha podido llegar hasta el encubrimiento–, aunque en algunos casos puede ser legítimo para proteger a las víctimas. La Iglesia oficial no suele excederse en mostrar transparencia en situaciones que expresan sus limitaciones y pecados, sea la actual, la de escándalos financieros. Esto puede llevar a pérdida de credibilidad en un punto suyo esencial: expresar verdad.
4. Aunque el asunto sea distinto, no se puede negar que la Iglesia oficial parece no saber manejar algunos problemas que competen a la realidad sexual de los humanos y, especialmente, de los clérigos. No hay que mezclar las cosas, ciertamente, pero un relevante grupo de cardenales que asistieron a la reunión del Vaticano querían pedir al Papa que autorice un diálogo abierto y franco sobre el celibato, la ordenación de mujeres, la ordenación de homoxesuales. Esta apertura ha provocado desconcierto en sectores vaticanos, habituados a mantener las discusiones a un nivel de máxima reserva.
5. En conjunto, lo ocurrido es una exigencia-invitación a la Iglesia, o a las partes más implicadas, a practicar los pasos tradicionales del sacramento de la reconciliacion: examen de conciencia, sin encubrimiento; confesión de boca, con transparencia; dolor de corazón por el mal infligido a jóvenes y familias –antes que por el mal que ha recaído sobre la misma Iglesia; propósito de la enmienda, poniendo medios eficaces; reparación a las víctimas.
6. Una última reflexión utópica. Decía un superior prudente y con experiencia que, cuando comenzaron a salir a luz estos casos, lo primero era el tratamiento espiritual y ascético del problema; después, el tratamiento psicológico; y ahora, acudir a los abogados (a veces, verdaderos cazafortunas). ¿No sería posible que, sin quitar gravedad para nada a los hechos, sin dejar de acudir a las instancias citadas, cuando es necesario, se tuviera también en cuenta a la comunidad, se implicara ésta –con seriedad y rectitud, con creatividad y compasión– en estos problemas?
Esto es lo que han hecho algunos estudiantes de la UCA. Un religioso pasionista, estudiante de teología, cuenta su experiencia en Torola. Un grupo de universitarios cristianos cuentan la suya en La Laguna, Nicaragua.
Semana Santa en Torola, Morazán
En Torola, con sus caseríos, todo impacta. Al compartir la Semana Santa con la gente de Torola y vivir entre ellos me vino a la mente la tragedia del 11 de septiembre. Aquí es la tragedia de la exclusion. Y con admiración me preguntaba: ¿quiénes son los responsables? ¿Dónde están los verdugos de su tragedia? ¿Quiénes devolverán la verdad a las víctimas? ¿Dónde están los terroristas de la tragedia de Torola?
Quiero compartir con ustedes el dolor visto, oído y sentido en Torola. Celebrar el misterio pascual entre esta gente es celebrar el misterio de su historia de liberación, que llega hasta nuestros días con un nuevo grito de una injusticia que clama al cielo. La finalidad sólo puede ser sentirnos comprometidos con la historia para convertirla en historia de salvación y poder celebrar unidos la próxima Semana Santa las liberaciones de este pueblo.
El jueves: ¿quién lava los pies?
El jueves santo le pregunté a un niño de cuatro años: "¿qué comes para estar tan gordito? Y me dijo: "tortilla". Y le vuelvo a preguntar: "¿pero, con qué?". Y me responde: "así no más". Después de ver a su mamá y a sus hermanos me preguntaba: "¿quién lava los pies a los pobres? ¿Dónde está la Iglesia que quería Jesús?". Y me vino a la memoria la frase que leí en un teólogo francés: "una Iglesia que no sirve, no sirve para nada". Ese día no hacía falta ningún símbolo para comprender el evangelio del lavatorio de los pies. Sólo hacia falta contemplar y servir de verdad al niño en donde se nos estaba haciendo encontradizo Jesús de Nazaret.
El viernes: la pasión real
El viernes todavía estaba impactado por las visitas a los caseríos y por escuchar los relatos de la pasión de la gente. En la celebración me vuelvo a encontrar con el niño y le vuelvo a preguntar: "¿hoy qué has comido?". Responde: "tortilla". Y le digo: "¿pero con qué?". Y me responde: "Con sal no más". Y le dejé el micrófono al niño para que nos contara su pasión. Esta fue la lectura de la pasión del viernes: la pasión real de Jesús vivida entre su pueblo.
Torola es el nuevo Jerusalén de nuestros pueblos. Entre la gente hay Getsemaní, camino de cruz y Gólgota. Y también resurrección. "¿Con sal no más?", es el nuevo grito de injusticia en la cruz de nuestros niños, y es el grito de los justos que piden que se haga justicia. Y si de símbolos se trata para hacer memoria de la historia, allí está el río Torola. Escuché a la niña Romelia: "¡Ay hermanito! Si ese río hablara, cuántas historias tristes nos contara. Allí tiraron gentes a montones. Yo no sé por qué nos ha pasado esto. Allí está el río. Ese sí sabe lo que nos pasó".
Sábado: la pregunta por la verdad
Todo el día estuvimos visitando y comentando con la gente: "¿dónde puede estar el resucitado si la tumba está vacía?". Todavía tenemos un cristianismo de buscar al resucitado en los lugares en que no está. La verdad está en otro lugar, y ahí sí se puede encontrar al resucitado. En los pobres que pasan hambre, en los niños desnutridos, en las prostitutas, en los enfermos de sida, en los ancianos marginados...
Creer en esto y dejarnos afectar por ello es para todos un verdadero impacto. Creer que el mayor impacto y honor que la Iglesia y los cristianos podemos tener es que los pobres, los que viven la verdadera realidad nos llamen "amigos", no por que les ofrezcamos tratados de libre comercio, sino porque luchamos y trabajamos por la salvación que en cada momento histórico exige un pueblo determinado. Y no lo olvidemos, Torola todavía exige justicia para sus víctimas.
¡Hoy como ayer, semana santa es tragedia y escandalo!
Toño
* * *
La pascua de estudiantes universitarios. "Dios sigue hablando"
Del 24 al 31 de marzo, Semana Santa, nos encontramos en Nicaragua los estudiantes de la Pastoral Juvenil de las Universidades UCA de Managua y UCA de San Salvador, en el hermano país de Nicaragua.
El primer momento de la experiencia fueron los tres primeros días. Nos conocimos, profundizamos la amistad con los jóvenes de la Pastoral de Nicaragua. Con su acompañante, el Padre José Miguel Clemente, nos dieron lo mejor de sí. Visitamos también la UCA de Managua y su Centro de Pastoral. Disfrutamos en la bella ciudad colonial de Granada y sus impresionantes bellezas naturales, el volcán Mombacho, la Laguna de "Apoyo" y algunos lugares, otros hermosos lugares.
Pero lo realmente importante vino después: la experiencia que vivimos en la comunidad rural "La Laguna". Eso fue lo que más nos marcó. Con sus gentes vivimos y compartimos el Triduo Pascual: Santo Entierro, Vía crucis, la última cena, la Resurrección, etc. Lo vamos a decir en palabras de los jóvenes, primero los de Managua y después los de San Salvador.
Nicaragua. "El anhelo de Dios"
Los nicas son poetas, y se les notó al hablar de su experiencia. Decían: "Esta Pascua en la Laguna ha sido el paso de un grupo de amigos por el corazón de "Nicaragua canta en mi". Recreando el poema del poeta vasco-nicaragüense Angel Martínez Baigorri, gran amigo, por cierto, de Ignacio Ellacuría, seguían diciendo: "Nada canta en nosotros, sino lo que amamos. Nada acaba de ser en nosotros, sino lo que –del modo que sea– cantamos. Nada llega a hacérsenos canto, si antes –del modo que sea– no nos ha amado. Todo lo cual quiere decir que, si Nicaragua canta en mí junto a El Salvador, cuando nosotros cantamos, es que ellos me amaron como yo los amo".
Este mismo poema es el que hoy resuena en La Laguna. "El echarnos de menos" es la expresión del pueblo de Israel hacia el encuentro con Dios, que después traducirá el evangelio de Lucas como: "¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?" (Lc 24, 32).
Así sienten los muchachos y muchachas del grupo de Nicaragua la experiencia: "ambos grupos nos identificamos por ser jóvenes movidos por la fe y sedientos de este tipo de experiencias que nos permitan continuar y enfrentar cualquier adversidad. Identificamos como signos de resurrección nuestro compartir en la oración, exámenes del día, evaluaciones y, sobre todo, el acompañar la Semana Santa con la comunidad de La Laguna, sin importar el cansancio u otras dificultades. Es, sin duda alguna, ahorita el echarnos de menos como la señal del resucitado entre nosotros, porque no somos nosotros sino a Jesús en medio de la comunidad de La Laguna al que echamos de menos".
San Salvador. "En La Laguna, un Dios con rosotro humano"
La experiencia en La Laguna nos marcó de manera especial, y en esta experiencia el llamado a la vocación que Dios inspira en cada uno: una vocación al servicio. La vivencia en la zona rural nos llenó profundamente y nos ayudó a vivir la Semana Santa desde otra perspectiva, desde la realidad de pobreza y tradición de esta comunidad. Se experimentó a un Dios con rostro humano.
Ante todo nos cuestionó y conmovió contemplar la realidad de aquella comunidad: sus pobres casitas de cartón o madera vieja, la aridez del terreno, una pobreza enorme. Fue como vivir la Semana Santa en la pasión de esta gente pobre. Esta realidad hizo crecer e inquietó la fe de cada miembro del grupo, a la vez que nos recordó la realidad de algunas zonas de nuestro país El Salvador. Todo esto nos ha hecho sentir un llamado a trabajar desde nuestras carreras universitarias, iluminados por nuestra fe.
En el convivio con los jóvenes y niños fue muy bueno el darnos a ellos, compartir juegos y vivencias religiosas, pero sobre todo el conocer su realidad de jóvenes en una comunidad pobre. Una experiencia muy profunda fue la visita a los enfermos de la comunidad: tres mujeres que nos impactaron por su alegría, a pesar de su enfermedad, y por descubrir en las cosas sencillas la presencia y bendición de Dios (en sus familias, sus hijos, su comunidad. etc.). En cada persona que conocimos sentimos que encontramos a Jesús pobre y humilde.
Esta Semana Santa Dios nos ha tocado a cada uno de diferente manera, pero desde nuestra fe común hemos tenido experiencias comunes. Sentimos que en este tiempo Dios nos habló desde las cosas más sencillas y pequeñas, así como en los momentos duros. Aprendimos a escuchar a Dios. Algunos encontramos un mayor sentido a nuestras vidas.
En general, nos sentimos en sintonía con los diferentes momentos de la Semana Santa. Sentimos que más que cumplir con un compromiso social, encontramos a una familia, tanto en los jóvenes universitarios que nos acogieron, como en la comunidad con la que compartimos el tiempo fuerte de la Semana Santa. Nos descubrimos como personas para servir a los demás. Al regresar, reflexionamos:
Nos queda ahora pasar de la emoción a la acción comprometida; pasar del gozo de contemplar al crucificado-resucitado, al compromiso misionero que ha de surgir de dicha experiencia. Comprometernos desde nuestro grupo hacia la universidad, y desde la universidad hacia nuestras comunidades y nuestro país. Este es el llamado que Jesús resucitado nos sigue haciendo hoy.
Universitarios de la UCA
La verdad tiene su "viernes santo". Suele ser la primera víctima en los conflictos entre los seres humanos. Pero también la hacen resucitar los mejores, no los más poderosos –éstos más bien la dan muerte. Y con frecuencia sucede lo mismo con la dignidad, aunque ésta suele sufrir la muerte menos violenta, más pausada del silencio del sábado santo. Pero también puede resucitar. Como muestra de ello, ofrecemos dos cartas escritas estos días de semana santa. Una es de un salvadoreño y otra es de un judío.
La competencia de los obsecuentes
Héctor Dada Hirezi*
Estando de vacaciones en Roma, más enterado de la precaria salud del Romano Pontífice y de la salvaje represión del ejercito israelí contra los palestinos, que de las singularidades de nuestra política, tuve la tentación de conocer lo sucedido la semana anterior y accedí a "El Faro".
La verdad es que una sensación de honda vergüenza fue la reacción natural de quien ama profundamente a su país, al enterarme del contenido de las declaraciones del señor Francisco Flores, "amigo" del Presidente Bush antes de cualquier otra cosa. Ya antes, en la visita a Washington, cuando el mandatario estadounidense ni siquiera lo saludó, había expresado que un minuto que pasara Bush en El Salvador –dada la poca cosa que somos, según el presidente– era demasiado honor para el país. No sólo mostró inconsciencia sobre las verdaderas razones estratégicas y tácticas de la visita, sino que expresó a cabalidad la poca estima que tiene sobre el país que gobierna. Pero esta vez sí parece haber rebosado el vaso.
No se por qué, o quizá sí lo sé, me recordé de inmediato de una de las instituciones que ayudaban a mantener la dominación autoritaria de los terratenientes sobre los pobres de El Salvador, nuestros maltratados compatriotas cercenados de la posibilidad de una vida digna. Sí, me apareció con claridad el compadrazgo, tan magistralmente descrito por el mártir jesuita Segundo Montes.
Repitiendo lo sabido, permítanme traer a cuento que el patrón hacía compadre al campesino para que éste se sintiera con "parentesco espiritual" con el dominante, y poder obtener beneficios, como era que alguna de sus hijas pudiera ser la sirvienta en la casa del señor, u otras ventajas parecidas. A cambio de eso, el compadre pobre debía ser obsecuente, es decir aceptar incondicionalmente la voluntad del patrón, aceptar hasta la humillación para no perder las ventajas del compadrazgo, sentirse honrado de poder entrar a la casa del patrón aunque no pudiera ni saludarlo y enviara al capataz a que le diera de comer. Frente a sus amigos, sin embargo, podía vanagloriarse de su parentesco espiritual, de la confianza que le tenia el patrón, de gozar de su estima.
Y en ésas estamos ahora frente a Estados Unidos. En verdad, los intereses de esa gran nación requieren de amigos leales y no de obsecuentes servidores. Y la diferencia es obvia.
Pese a nuestra pequeñez, una relación a largo plazo sólo puede estar asentada sobre el respeto mutuo a la dignidad de ambos amigos. Eso implica, primero, que cada uno de ellos, y en especial el más chico, sea consciente de su propia dignidad, de sus propios intereses, de la igualdad esencial de los seres humanos, no importando las desigualdades existenciales concretas, aunque con clara percepción de las diferencias de posibilidades y de responsabilidades. Sólo estos amigos estarán en correspondencia con la responsabilidad ética de Estados Unidos de ejercer su calidad de única potencia mundial, sin avasallar a los menores, sin imponer sus intereses en contra de los de los otros. Y esto es acorde no sólo con los principios de los padres fundadores de Estados Unidos de América, sino con los auténticos intereses de ese grande y admirado pueblo.
Sin embargo, nosotros hemos asumido el papel del compadre pobre. "Denos lo que sea su voluntad", parece haber sido el mensaje de quien ocupa la silla presidencial de nuestro humillado país. "Y ademas, por favor, premie a los más obsecuentes, a los que usted crea que son más obedientes, que se comportan mejor. Basta que me llame su amigo, no importa que llegue a su casa y no salga a saludarme, me basta que me deje entrar para sentirme el ser más orgulloso de la tierra. Y ya ve que me porto mejor que estos otros mis colegas, aspirantes a compadres, que no son tan obsecuentes como yo. Por eso lo he recibido tan bien en este mi rancho que no vale nada, que no es digno de su categoría de patrón. Más bien mi dignidad proviene de que Ud. me haya hecho compadre".
Pero Bush no parece haber ofrecido nada. Ni recibió lo que esperaba: una promesa de integración por acatamiento. Las palabras de Flores le parecieron interesantes, lo que puede tener muchos sentidos. Quién sabe lo que viene después. Nada en Monterrey, nada en San Salvador, sobre lo que nos interesa a los salvadoreños, que no parece coincidir mucho con los intereses del presidente.
Sí, es claro, que El Salvador es un punto importante en la estrategia de seguridad de Estados Unidos de América, esencialmente en su persecución a los traficantes de la droga. Y es claro que nuestra gran apuesta es seguir exportando salvadoreños y salvadoreñas, y depender de exportar bienes de tecnología simple al mercado del norte, para lo cual el mercado interno y por ende la integración carecen de importancia y pueden ser aun un obstáculo.
Desconozco cuáles han sido las reacciones de los conciudadanos a esta desconcertante comedia, que de seguro la propaganda oficial y oficiosa presentará como un gran éxito personal del mandatario salvadoreño.
Desde aquí, ¿pudiera esperar que los empresarios nacionalistas –de ARENA o fuera de ella– hayan reaccionado en defensa de nuestra calidad de nación y estado nacional? ¿Que los dirigentes políticos hayan dicho su palabra para mostrar su disgusto por la poca estima que por su país tiene el señor Flores? ¿Que los académicos hayan hecho sus reflexiones sobre el significado que para la nación tienen actitudes de esta naturaleza? ¿Y que los salvadoreños en general, que aman a su país, reivindiquen un sentido de dignidad y respeto a la nacionalidad, conjuntamente con un sentido de autentica amistad con el pueblo de Estados Unidos? Esto, aun teniendo en consideración que muchos de ellos quieren salir al exterior a buscar una vida digna que no han podido darles ni un doloroso esfuerzo de cambio radical ni una continuada política económica a cada paso presentada como milagrosa.
Hace una semana se cumplieron 22 años de que la derecha contrainsurgente asesinó a Monseñor Romero. También han resonado en mi cerebro sus insistentes palabras para que los salvadoreños construyéramos una forma de vivir en paz, dentro de la armonía que da la justicia y el respeto a los demás. Solo queda pedir su intercesión, en este Sábado de Gloria, para que el Señor nos conceda salir de este estado de irrespeto a la dignidad ciudadana y de la nación en su conjunto.
Roma, 30 de marzo de 2002
*Exministro de Relaciones Exteriores de El Salvador.
Tomado de El Faro
Carta de un soldado israeli al Ministro de Defensa
Un oficial que está bajo su responsabilidad me ha sentenciado hoy a 28 días en una prisión militar a causa de mi negativa a servir como reservista en el Ejército. No sólo me he negado a servir en los Territorios Ocupados, como he venido haciendo durante los últimos 15 años, sino que me he negado a servir en el Ejército Israelí bajo cualquier otra circunstancia.
Desde el 29 de Septiembre del 2000, el Ejército Israelí ha llevado a cabo una "guerra sucia" contra la Autoridad Palestina. Esta guerra sucia incluye matanzas extrajudiciales, el asesinato de mujeres y niños, la destrucción de la infraestructura económica y social de la población palestina, la quema de campos de labranza y el arranque de árboles. Ustedes han sembrado miedo y desencanto pero no han logrado alcanzar su objetivo último; el pueblo palestino no ha renunciado a su sueño de soberanía e independencia. Tampoco han logrado ustedes proporcionar seguridad a su propio pueblo pese a toda la violencia destructiva desplegada por el Ejército del cual es usted responsable.
A la luz de su gran fracaso, ahora somos testigos de un debate intelectual de la peor clase entre los Israelíes: una discusión sobre la posible deportación y matanza en masa de palestinos. El fracasado intento de los líderes del Partido Laborista de imponer un acuerdo al pueblo palestino nos ha arrastrado a una "guerra sucia" por la que, tanto palestinos como israelíes, están pagando con sus vidas. La violencia racista del establishment de seguridad israelí, que no ve personas sino tan solo "terroristas", ha agudizado el círculo vicioso de la violencia para palestinos e israelíes.
Los israelíes son también víctimas de esta guerra. Son las víctimas de la irresponsable y fracasada agresión del Ejército del cual es usted responsable. Incluso cuando ustedes llevaron a cabo los ataques más mortíferos contra el pueblo palestino, fueron incapaces de cumplir su obligación: proporcionar seguridad a los ciudadanos de Israel. Los tanques en Ramala no podrán detener su más monstruosa creación: la desesperación que explota en las cafeterías. Usted, y los militares bajo sus órdenes, han creado seres humanos cuya humanidad desaparece a fuerza de desesperación y humillación. Ustedes han creado esta desesperación y no pueden pararla. Es claro para mí que ustedes han arriesgado todas nuestras vidas sólo para poder continuar construyendo asentamientos ilegales e inmorales...
Durante los últimos 35 años, los asentamientos han convertido la sociedad Israelí en una zona peligrosa. El Estado Israelí ha sembrado desesperación y muerte tanto para los Palestinos como para los Israelíes...
Es mi obligación como judío y como ser humano negarme absolutamente a tomar cualquier parte en este Ejército y a participar en cualquier institución que cometa crímenes contra la humanidad.
Sinceramente, Sergio Yahni
A nuestras hermanas y hermanos santiagueños:
Una esperanza difícil. La fiesta de la Resurrección de Jesús, la fiesta central de nuestra fe, es la celebración del Dios de la esperanza. Sin embargo, este año, anunciar la esperanza se nos hace difícil. Probablemente en ningún otro momento de la historia de nuestra nación, como en estos días, se ha puesto a prueba la calidad de nuestra fe en el Resucitado. Pero, quizás, tampoco antes nos hemos visto, como ahora, obligados a confrontarnos con nuestra realidad y a sincerarnos como sociedad.
Nuestro Viernes Santo. Estamos celebrando la Pascua en un tiempo que pareciera quedarse en el Viernes Santo. La actual coyuntura de nuestra Patria nos descubre el sinnúmero de "crucificados" que hay en nuestra sociedad. Ya casi quince millones de argentinos viven bajo los límites de la pobreza, cinco millones en condiciones de miseria. Faltan el trabajo, los alimentos, la educación, los medicamentos. El presente y el futuro próximo del país están marcados por estas ausencias, también por las ausencias de quienes emigran buscando otros horizontes donde criar y educar sus hijos. Pero sobre todo por la ausencia del hermano.
La ausencia del hermano. Debemos reconocer que no hemos llegado por casualidad a donde estamos. Lo que nos sucede hunde sus raíces en nuestra historia: no hemos vivido de acuerdo a nuestra vocación de ser hermanos. Políticas económicas injustas impuestas por los organismos financieros internacionales se unen a la corrupción, a la rapiña, al despilfarro, la pérdida del sentido del trabajo, la falta de respeto a la ley y la insolidaridad que han marcado como una impronta a nuestra comunidad nacional. Nuestros obispos han hablado reiteradamente de estas y otras causas.
Los rostros de Jesús crucificado. Aunque todos seamos responsables de la situación que vivimos, las cargas de la crisis social, económica y política se reparten injustamente. Se exige demasiado de los más débiles y frágiles, que son quienes menos responsabilidad tienen en la quiebra moral de nuestra patria y nuestra provincia. Mientras tanto, políticos y empresarios en general, salvo honrosas excepciones, son renuentes a renunciar a sus privilegios y ganancias. Como pastores, descubrimos, en esta crucifixión de nuestros pobres, el rostro de Jesús Crucificado. Y vemos, en los responsables de esta situación, las manos que lo clavaron en la Cruz y las bocas de quienes lo ordenaron.
Nuestra obligación de pastores. Nuestras propias infidelidades. Por eso es que, particularmente ahora, a nosotros, como pastores, se nos exige fidelidad al mandato apostólico: estén "siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que les pida razón de su esperanza" (1Pe 3,14–15). Y recordando a San Agustín queremos decirle a nuestro pueblo: como cristianos sufrimos con ustedes, como pastores somos para ustedes, estamos dispuestos a dar razón de nuestra esperanza, trabajar con ustedes para hacer renacer nuestra Patria. Porque reconocemos haber apoyado muchas veces a los que generaron estas situaciones de muerte de nuestro pueblo, aunque sea con nuestro silencio, pedimos perdón y asumimos ahora el compromiso de ser fieles a este mandato. También reconocemos nuestras omisiones en la formación de la conciencia ciudadana y nos comprometemos a acompañar la gestación de una nueva ciudadanía.
Más que una promesa de vida futura. La Resurrección de Jesús no es sólo promesa de la vida futura, es testimonio vivo de que el amor de Dios es fuerza de Vida, de que la muerte puede ser vencida. "El Espíritu de Aquél que resucitó a Jesús" nos resucita también a nosotros, día a día, porque no hemos recibido un espíritu de esclavos para vivir en el temor, sino para vivir como hijos de Dios, libres, con Jesús, herederos de su Reino (cf. Rom 8,11–17).
Rebelarse contra la muerte. La Resurrección de Jesús, don inédito del amor de Dios, no es simple promesa de que las cosas pueden cambiar, sino que es gracia que nos da fuerza y nos impulsa a nosotros a cambiarlas, a rebelarnos contra la muerte; contra lo que la Iglesia ha llamado una "cultura de muerte". La esperanza pascual nos exige llamar a la conversión de nuestros corazones y de nuestras actitudes, en especial de aquellos que más han contribuido al actual estado de cosas: políticos, empresarios, intelectuales, medios de comunicación, "quienes están ahora de cara al pueblo, y es la hora de que sean ellos los que respondan" (Mons. Maccarone, 20/12/01). Son ellos los primeros que deben asumir la tarea de bajar de la Cruz a los crucificados de nuestra tierra: deben reparar el daño hecho, abandonar sus intereses de poder y de beneficios económicos y crear las condiciones para que nuestro pueblo no viva ya de la dádiva y la limosna, sino de su trabajo.
Vencer el egoísmo y el temor. A todos, como ciudadanos, nos exige la generosidad y el coraje de poner a los que más sufren en el centro de nuestras preocupaciones y pensar desde ellos la Patria renacida. Y a los más pobres el esfuerzo de recuperar su condición de hijos de Dios, libres, dueños de sí mismos, resistiendo a la tentación del temor y el sometimiento. Porque también se hacen responsables de esta situación, cuando por temor o conveniencia se suman a la adulación y la obsecuencia. La vida digna no nos la regalan los poderosos, sino que se conquista en el ejercicio diario de los propios derechos: debemos tomar la Palabra y saber exigir que sean respetados.
Creemos que nuestra Resurrección es posible. Lo vemos a diario en muchos santiagueños que, con creatividad, solidariamente, se levantan cada mañana pensando cómo hacer el bien a los demás. En muchas tareas que, desde la pobreza de nuestro pueblo, dignifican la vida cotidiana: mercados de trueque, bolsas de trabajo, salud alternativa, radios comunitarias, comedores... Nos dicen que la vida vence, que hay motivos para la alegría, que hay voluntad de cambio, que se puede seguir creyendo y esperando.
A todos, que los bendiga el Señor Resucitado.