AÑO XXIII, No.517 1-31 de mayo,2003

INDICE

MADRES Y MUJERES

CARLOTA Y LA MEMORIA DE LAS VICTIMAS

MUJERES SUPLICAN Y DENUNCIAN A BUSH

DENUNCIAS DE LAS MUJERES DEL KIVU-SUR, RD DE CONGO

GUSTAVO GUTIERREZ "PREMIO PRINCIPE DE ASTURIAS" Y "AMIGO DE EL SALVADOR"

IRAQ VUELTA A LA "NORMALIDAD"

MEDITACIONES DE POSTGUERRA

LECCIONES DE IRAQ

LA IGLESIA HOY EN AMERICA LATINA

XXVI ANIVERSARIO DEL ASESINATO DEL P. ALFONSO NAVARRO Y LUIS TORRES

 

Mayo. Mujer y Madre

 

Madres y Mujeres

El pasado 10 de mayo se celebró el día de la madre. La imagen perfilada por la publicidad comercial fue la de la ama de casa, ávida de aparatos electrodomésticos, o de la madre ejecutiva de alto nivel a la que sólo satisfacen la ropa y los perfumes más caros y exquisitos. Si de lo que se trataba era de hacer felices a estas madres, lo mejor era regalarles cosas, y entre más caras mejor. En El Salvador actual, la gran mayoría de madres no pueden darse el lujo de ser amas de casa tal como lo maneja la publicidad comercial. Idealizarlas así no les rinde tributo ni como madres ni como mujeres.

Todo esto es bien sabido. A continuación vamos a ofrecer algunas reflexiones sobre la situación de la madre y, más en general, de la mujer. Al final diremos una palabra sobre cómo veía Jesús a la mujer y cómo le devolvió dignidad. Esto sigue siendo necesario hasta el día de hoy en la sociedad y en la Iglesia. No hemos avanzado mucho.

La mujer y el trabajo en El Salvador

Con ocasión del día de la madre varias unidades de la UCA, el Departamento de Educación, el Centro Pastoral Monseñor Romero, el IDHUCA y YSUCA organizamos un evento sobre el tema de la mujer y el trabajo. Lo elegimos porque crece la inserción de la mujer en el mundo del trabajo. En nuestro país la razón para ello no tiene tanto que ver con el movimiento de liberación femenina, sino con la crisis socioeconómica, pues la sobrevivencia de la familia requiere del aporte económico del padre y la madre; y con la crisis ético-cultural, pues aumenta el número de madres solteras: 30 de cada 100 familias tienen como jefa de hogar a una mujer.

Para este articulo hemos elegido las ideas principales que se debatieron en el foro. En un sentido son ideas conocidas, pero hay que repetirlas pues es difícil aceptarlas. Las mencionamos en forma de tesis y añadimos las reflexiones que se originaron en el foro.

"La mujer tiene mucho trabajo, pero no tiene empleo". La mujer en el hogar es cocinera, enfermera, psicóloga, educadora, motorista, secretaria, administradora, lavandera, proveedora... Trabajan más de ocho horas diarias y los 365 días del año. Tienen un trabajo silencioso, compendioso y de gran responsabilidad, pero no es remunerado ni reconocido ni valorado. La jornada de trabajo es múltiple. Y al trabajo en el hogar, "invisible", "no remunerado", el cuidado de la casa, la educación y la transmisión de valores a los hijos e hijas, se añade muchas veces al trabajo asalariado. Muchas de ellas trabajan en la maquila. Pero la cultura machista nos ciega a esta realidad. Nos hace incapaces de ver y reconocer su dignidad, sus aportes, sus derechos y su diferencia.

"Una sociedad que discrimina y no valora la contribución de la mujer es una sociedad injusta". Desde la perspectiva de género -y desde cualquier perspectiva simplemente humana- una política justa será aquella que incorpore los intereses y necesidades de las mujeres, y que garantice su presencia en la transformación de las relaciones discriminatorias de género. Una economía justa será aquella que ofrezca condiciones de desarrollo humano de la mujer y equidad en los ámbitos socioeconómicos. Una niña con hambre pierde su capacidad cognoscitiva, una muchacha que no sepa leer y escribir no tiene futuro, una mujer que no tiene acceso a las oportunidades de empleo no es libre, una mujer maltratada es violentada en su dignidad. La sociedad salvadoreña será distinta cuando en la política, la economía y la sociedad, hoy dominada por los contravalores de conquistar y competir, adoptemos los valores de la mujer salvadoreña que suele proteger, educar, apoyar y cuidar a los suyos.

"El trabajo de la mujer en la maquila es un trabajo mal pagado y sin garantías laborales". Conseguir empleo en las maquilas es una oportunidad para la mujer, pero con un problema fundamental: no es un empleo humano. El inversionista de la maquila se olvida que está tratando con seres humanos, y su principal interés es encontrar mano de obra barata, poca fiscalización estatal y ausencia de organización sindical. No se tiene en cuenta que son mayoritariamente mujeres, quienes, además, en buena parte son jefas de hogar. Esta presencia mayoritaria de la mujer en un empleo inhumano se explica por varias razones: por la falta de oportunidades que tiene en una sociedad que la discrimina, por la falta de educación y de formación profesional que le hace imposible acceder a otro tipo de empleos, por la urgente necesidad que tiene de un empleo al ser jefa de hogar. El inversionista se aprovecha de esa situación para imponer trabajos extensos, 10 o 12 horas de trabajo -y muy intensos- y altas metas de producción.

"La voz de las trabajadoras de la maquila". Las quejas más recurrentes de la mujer que trabaja en la maquila suelen ser: exagerado agotamiento físico por la intensidad y duración de las jornadas de trabajo ("allí sí le sacan el jugo a una"); tensiones provocadas por el cumplimiento de las metas y la amenaza permanente de recibir sanciones si no se cumplen ("si no terminan en las ocho horas, trabajarán horas extras sin pago"); sensación de no estar siendo compensadas salarialmente por su esfuerzo ("así como lo exprimen a una, así le deberían pagar"); sensación de ser irrespetadas ("siempre la regañan a una... como una no vale para ellos); preocupación por las malas condiciones de higiene y seguridad en el trabajo ("trabajar allí es como estar presa"); preocupación por los problemas domésticos ("la mayoría del tiempo estoy pensando en mis hijos y en cómo voy a resolver los problemas de la semana").

"Creciente feminización de las migraciones por razones económicas". Hoy en día, hay en el mundo casi 150 millones de migrantes y prácticamente la mitad son mujeres. La creciente feminización de las migraciones puede explicarse por la combinación de factores económicos, sociales y políticos. Tiene una dimensión positiva en el sentido de la promoción y de la adquisición de poder por parte de las mujeres, para quienes la migración por razones económicas puede ofrecer oportunidades. Sin embargo, sus oportunidades de empleo se ven restringidas por el tipo de trabajo que se les ofrece. Con frecuencia se considera a las mujeres migrantes empleadas baratas, dóciles y flexibles, y se les destina a ocupaciones consideradas estrictamente femeninas (trabajo doméstico, empleos en restaurantes, en fábricas). En la jerarquía del empleo, los empleadores ofrecen condiciones de trabajo inferiores, poca seguridad y pocas posibilidades de ascenso. A menudo, las mujeres tienen poco acceso a la información o a la asistencia social, por lo que pueden ser objeto de discriminación y abusos. Y son introducidas, con engaños, en el tráfico mundial del negocio del sexo.

"Las mujeres deben superar la ignorancia y el miedo para conocer y ejercer sus derechos". La transformación del trabajo que genera condiciones de explotación de la mano de obra femenina, de las jornadas de trabajo múltiples (no remunerado ni reconocido) y de la inequidad de oportunidades, será posible cuando haya conocimiento de los derechos laborales, cuando se desarrollen formas de organización no sólo sindical sino social, cuando se supere la ignorancia y el miedo. Sin una organización social que promueva el conocimiento de los derechos laborales y su debido cumplimiento, las leyes serán letra muerta y continuará la violación de sus derechos. Las largas y agotadoras jornadas de trabajo, las bajas remuneraciones, la discriminación salarial, la inestabilidad en el empleo, el maltrato, la amenaza constante de despido, la violencia intrafamiliar, la vulnerabilidad de los hogares con jefatura femenina, la migración forzada etc, nos debe interpelar a todos, hombres y mujeres, estado e inversionistas, partidos políticos y medios de comunicación, iglesias y escuelas, en lo que de responsabilidad tenemos ante esa grave situación en la que se encuentran la mayoría de las mujeres salvadoreñas.

Raquel Cañas, Gilma Pérez, Andrea de Benítez,

Rogelio Muyshondt y José Antonio Candray

La situación de la mujer a nivel mundial

La feminización de la pobreza. La mayoría de los 1.500 millones de personas que viven con 1 dólar o menos al día son mujeres. La brecha que separa a los hombres de las mujeres pobres sigue ampliándose en el último decenio. En el mundo, las mujeres ganan como promedio un poco más del 50% de lo que ganan los hombres. Fue un logro importante de la Conferencia de Beijing, 1995, el reconocimiento de que algunos aspectos de la pobreza están vinculados al género.

Las mujeres que viven en la pobreza a menudo se ven privadas del acceso a recursos de importancia crítica, como los préstamos, la tierra y la herencia. No se recompensa ni se reconoce su trabajo. Sus necesidades en materia de atención de la salud y nutrición no son prioritarias para la sociedad, carecen de acceso adecuado a la educación y a los servicios de apoyo, y su participación en la adopción de decisiones en el hogar y en la comunidad es mínimo.

Es urgente que tengan protección económica y social durante los períodos de desempleo, enfermedad, maternidad, gestación, viudez, discapacidad y vejez; y que las mujeres, los hombres y la sociedad, compartan las responsabilidades por el cuidado de los niños y de otras personas a cargo.

Hogares encabezados por mujeres. Tanto en los países desarrollados como en los subdesarrollados ha aumentado el número de hogares encabezados por mujeres. Se asume que estos hogares que no tienen acceso a remesas provenientes de varones son más pobres que los hogares encabezados por varones.

Globalización neoliberal y feminización de la pobreza. Los efectos que tienen los programas neoliberales de ajuste estructural sobre las mujeres están muy condicionados por la situación de las propias mujeres. La "lógica excluyente" del capitalismo neoliberal empobrece más a los más pobres, que en su mayoría son mujeres. Cualquier política económica de ajuste afecta más a quienes ocupan una posición más débil en el aparato productivo o a quienes están excluidos del mismo. La mayoría de las mujeres está fuera de la economía de mercado, pese a que el trabajo gratuito que realizan equivale al 40% del Producto Interno Bruto de los países industrializados.

Las políticas de ajuste estructural influyen de manera distinta. Según el género. Las mujeres no acceden al mercado con los mismos recursos y la misma movilidad que los varones y por ello no pueden competir en igualdad de condiciones. Su acceso al mercado se ve muy condicionado por lo que la economista feminista Ingrid Palmer denomina "el impuesto reproductivo" que se realiza en el ámbito doméstico. Este impuesto en trabajo reproductivo y la asimétrica distribución de recursos colocan a las mujeres en una posición de desigualdad respecto a los varones. Los efectos de la globalización neoliberal sobre las mujeres son de dos tipos y de largo alcance: las mujeres han padecido esa política en términos de salud, pobreza, formación, cualificación profesional y autonomía personalizados.

En primer lugar, estas políticas recortan el gasto público y este hecho tiene como efecto el incremento del trabajo gratuito que realizan las mujeres en el marco familiar. Por el contrario, las políticas que aumentan el gasto público reducen el trabajo gratuito de las mujeres, al hacerse cargo el Estado de determinadas tareas reproductivas. Los Estados que aplican los programas de ajuste estructural redefinen y expanden lo privado para así invisibilizar los costos de desplazamiento de la economía remunerada a la no remunerada. En segundo lugar, la mano de obra femenina juega un papel estratégico en este proceso de liberalización económica, ya que en todos los países del mundo representa un segmento de población laboral considerable. Las maquilas o zonas francas son la nueva palanca para la inserción de las economías periféricas en el proceso de globalización. Esas zonas industriales ofrecen nuevas oportunidades de empleo para las mujeres, pero muy frecuentemente bajo condiciones propias del siglo XIX.

El mercado mundial de trabajo muestra una creciente diferenciación entre una capa de trabajadores mayoritariamente varones altamente cualificados con ingresos altos, y una periferia creciente excesivamente representada por mujeres e inmigrantes con empleos no permanentes, subcontratados, bajo condiciones laborales precarias y con ingresos bajos e inestables. En definitiva, en casi todas las regiones del mundo la participación de las mujeres en el mercado de trabajo aumentó, pero las condiciones bajo las cuales se insertan en ese mercado son crecientemente desfavorables.

La necesidad un feminismo crítico. Como conclusión, la globalización de las políticas neoliberales, lejos de dejar un saldo positivo para las mujeres, significa mucho más trabajo gratuito y mucho más trabajo mal pagado. Todos los datos avalan empíricamente la idea largamente sostenida por el feminismo de la feminización de la pobreza.

Estos motivos muestran la necesidad de que el feminismo construya un discurso crítico sobre la globalización económica. Los datos apuntan a la necesidad de que los argumentos feministas tengan un espacio relevante en los movimientos antiglobalización, hasta el punto de que las alternativas que se formulen al neoliberalismo tengan como eje central la desigualdad de género. Esto requiere que el feminismo se articule críticamente contra la feminización de la exclusión social, pues si se construyen alternativas creíbles a la globalización neoliberal y el feminismo está ausente de su formulación y de su defensa política, después no podrá obtener ninguno de los beneficios de ese éxito político.

Rosa Cobo Bedia, profesora de sociología

Jesús y las mujeres

La mujer ha sido minusvalorada en las religiones y en las iglesias cristianas. También lo estaba en tiempo de Jesús. Pero el movimiento de Jesús, a diferencia de otros fenómenos religiosos de su tiempo, no era exclusivo sino inclusivo. No marginaba a nadie, sino que convocaba a todos, de manera especial a los excluídos por el sistema vigente de la ley y del templo.

Así, Jesús acoge a las mujeres en su movimiento, como acoge a publicanos, niños, leprosos, etc. Esto era muy importante, pues el sistema religioso del templo era sexista, los hombres y las mujeres estaban separados. También la ley marginaba a la mujer: el divorcio era una prerrogativa del hombre, la circuncisión, señal de pertenencia al pueblo judío, era un rito absolutamente machista, imposible para las mujeres; las normas de pureza legal controlaban la vida de las mujeres más que la de los varones y determinaban restrictivamente su acceso a Dios. Y hay que recordar que los evangelios están escritos en un momento en que el proceso de patriarcalización ya está decididamente en marcha en la Iglesia. Sin embargo, jamás se atribuye a Jesús nada que pueda resultar lesivo o marginaor de la mujer. Esto es fundamental para comprender a Jesús, para enfrentar la realidad de la mujer y para avaluar, criticar y poner en la dirección correcta la praxis de la Iglesia hoy.

Pero además de ser acogida, la mujer aparece como activa protagonista en el movimiento de Jesús. Cuando los textos hablan genéricamente de "los discípulos" hay que incluir en ellos a las mujeres, y es un reflejo androcéntrico pensar sólo en varones. El testimonio decisivo lo encontramos en los textos de la muerte de Jesús y de los acontecimientos pascuales. Hay aquí un recuerdo tan importante e insólito que no ha podido ser borrado. Mujeres son las testigos más importantes de la muerte de Jesús y de su sepultura, quienes primero descubren la tumba vacía y el anuncio pascual. Y de las mujeres se dice que son seguidoras de Jesús, a las que se aplica el mismo término técnico (akolouthein) que a los seguidores varones. Y, como en el caso de éstos, se mencionan sus nombres: María Magdalena, María la madre de Santiago el menor, Salomé, Juana mujer de Cusa, Susana. Lucas añade que le seguían otras muchas (8, 3).

Dos cosas queremos añadir para terminar. La primera puede extrañar, pero me parece imporante: ¿recibía Jesús algo profundo de esas mujeres, era agraciado por las mujeres pobres, sufrientes? ¿Qué pasaba en él cuando veía a una viuda echar unos centavos en el templo, dando más que los demás? (Mc 12, 41-44) ¿Aprovechaba la ocasión sólo para dar sana doctrina y zaherir a los fariseos, o algo le llegaba a su corazón y su mente, que lo transformaba? ¿Qué pasaba en él ante la cananea, quien le da la razón a Jesús: "es cierto, Señor", pero también, conmovedoramente, le corrige: "pero también es cierto que los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos"? ¿Dijo Jesús solamente, como maestro, androcéntricamente, "muy grande es tu fe, mujer"? (Mc 7, 24-30) ¿O se dijo también a sí mismo desde dentro -como lo hacía Monseñor Romero- "con este pueblo no cuesta ser buen pastor", "con mujeres con esta fe puede puedo caminar hasta Jerusalén"?

La segunda reflexión es sobre lo femenino en la Iglesia y el sacerdocio de la mujer. Me gusta entender el sacerdocio teologal -de lo que depende el ministerial- como el servicio histórico al acercamiento del Dios bueno a los seres humanos, al pobre y débil, sobre todo. ¿Cómo no va a poder hacerlo la mujer?

Jon Sobrino

Carlota y la memoria de las víctimas

" Uno y uno son más que dos"

Así son las cuentas. Uno y uno son más que dos. Las hacen los padres, las madres, los familiares de los desaparecidos, de los asesinados. Una ve a una madre y a una hermana. Parecen dos, pero son más: el ser querido desaparecido o asesinado viaja siempre con ellas. Siempre les acompaña su memoria, que se hace presente en gestos, palabras, luchas y lágrimas.

Eso es lo que ocurrió el sábado 10 de mayo en un lugar de El Salvador, muy sufrido por la guerra. Asistimos alrededor de cuarenta persons al veintiún aniversario de la desaparición y asesinato de cinco miembros de la familia de Carlota, al lugar de los hechos. En realidad el número se multiplicaba: muchos de los que nos acompañaban con sus testimonios, trajeron a sus seres queridos desaparecidos, presentes más que nunca.

La madrugada del diez de mayo de 1982 cinco salvadoreños, eran arrancados del calor de su familia, pisoteando su dignidad, sus sueños y sus derechos. Cuando Carlota regresaba a su casa, para celebrar el día de la madre, ese diez de mayo, encontró velas en el camino que señalaban el horror cometido: dos cadáveres le esperaban, y otros tres seres queridos desaparecidos a la fuerza.

¿Hay algo que pueda narrar ese dolor? ¿Hay algo que pueda explicar el horror? Ante la imposibilidad de las respuestas y la búsqueda de la verdad, Carlota quiso celebrar ese día, doblemente significativo para ella, por vez primera en todos esos años. Por un lado, el día de la madre, que no murió en la captura y la tortura, de la que también fue objeto, sino que murió de ese dolor inacabable, inenarrable de la pérdida de sus hijos. Por otro, el día en que sus ojos -que no su corazón- dejaron de ver a sus seres queridos, forzados a desaparecer.

Los días de la madre, como los del padre, el estudiante, etc, siempre me han parecido excusas comerciales de los grandes almacenes. No así ahora. Con la celebración de este aniversario de Carlota, se torna un día especial: el de todas las madres que con su fuerza, lucha y paciencia, vuelven a dar vida cada amanecer a esos hijos e hijas que el horror les arrebató. Es un canto a la esperanza de la memoria.

Los testimonios que se dieron ese día, en la casa donde desaparecieron, fueron muy emotivos. Las manos, los abrazos y las lágrimas se compartían y repetían lo mismo: el compromiso de la memoria. Las flores, los tamales, el café, los cantos de los familiares acompañaron todo el aniversario.

También estuvieron muy presente las palabras de Monseñor Romero, ya que los desaparecidos eran cristianos de base, cuyas armas eran la biblia y la guitarra. Con ellas, como Monseñor, luchaban con los pobres. Carlota las leyó desde el fondo de su corazón. También leyó las palabras que el padre Jon Sobrino le regaló para ese día. A través de ellas se hicieron presentes Ellacuría y sus hermanos jesuitas, y Julia Elba y Celina, sencillas mujeres como Carlota. También se hicieron presentes los familiares de desaparecidos de Colombia, a través del testimonio de una madre de allá, que, como todas, enciende cada día la luz de la memoria. Es mucho más que dos.

No nos fuimos del lugar sin ver la casa, quemada, de lo que fue el hogar de la familia antes de la visita del horror. También nos enseñaron los tatús, donde es escondían para salvar la vida. Los restos de carbón sustituían lo que era la cocina, las habitaciones de los niños: la vida al calor de los frijoles y las tortillas.

En su lugar, sin embargo, han crecido lindas plantas. Mariposas y pájaros se posan en ellas, abrazando en silencio. Como la memoria, como la verdad, como los abrazos que repartimos ese diez de mayo: Amor a mares. 21 años después sigue el amor y la vida.

Sol Yáñez

 

' Mujeres suplican y denuncian a Bush

En víspera de la primera Guerra del Golfo, la madre Teresa de Calcuta dirigió a Bush (padre) y a Saddam Hussein una carta. No le hicieron caso, como tampoco a Juan Pablo II, único líder que condenó la guerra. Publicamos párrafos de su carta que no suele ser conocida.

"Llego a ustedes con lágrimas en los ojos y con el amor de Dios en mi corazón para abogar por los pobres si la guerra que todos tememos llega a suceder. En corto tiempo habrá vencedores y vencidos en esta guerra que nunca podrá justificar el sufrimiento, el dolor y la pérdida de vidas que causarán sus armas. Llego a ustedes en nombre de Dios, el Dios que todos amamos y compartimos, para rogar por los inocentes, por nuestros pobres del mundo y por aquellos que llegarán a ser pobres por causa de la guerra. Ellos son quienes más sufrirán, porque no tiene escape. Y seremos nosotros los culpables por no haber hecho todo lo que está a nuestro alcance para protegerlos y amarlos. Les suplico por aquellos que quedarán viudos, o huérfanos, y por los que quedarán solos porque sus padres, esposos, hermanos e hijos han sido muertos. Imploro por los que quedarán inhabilitados, desfigurados. Pido también por aquellos que quedarán sin hogar, sin alimento, sin amor.

Finalmente, ruego por quienes verán truncado el don más precioso que Dios puede darnos: la VIDA. Salven a nuestros hermanos y hermanas, de ustedes y nuestros. Ustedes pueden ganar la guerra; pero ¿cuál será el costo en gente que quedará arruinada, inhabilitada, perdida? En el nombre de Dios, y en el de aquellos que ustedes harán pobres, no destruyan la VIDA, ni la PAZ".

Madre Teresa de Calcuta, 2 de enero, 1991

* * *

Elsa Tamez, teóloga, Profesora de la Universidad Bíblica, miembro del DEI en San José de Costa Rica, escribió en vísperas de la guerra de estos días.

"Amigos y amigas de América Latina y el Caribe. En septiembre del 2002 hice la promesa de no viajar a los Estados Unidos si el presidente George Bush invadía Iraq; la decisión me llevó a cancelar compromisos importantes para este año. Esta opción quiero hacerla ahora públicamente porque al ver cómo se desenvuelven las negociaciones y cómo avanza la angustia en el mundo por el temor a la guerra y sus consecuencias, y cómo se maneja la religión para legitimar un acto de crueldad, el grado de indignación como teóloga cristiana y como ser humano ha llegado a su clímax.

La decepción culminante de la política exterior del presidente Bush fue la parte final de una de sus recientes conferencias de prensa en la cual afirmó que durante la guerra a Iraq estaría orando por sus soldados y por el pueblo Iraquí. Esto es una inversión total de los valores del cristianismo que ve en Jesucristo al príncipe de Paz y en Dios la plenitud del amor y la misericordia ¡Cómo bombardear con armas de destrucción masiva a un pueblo y orar al mismo tiempo por él!

La lucha agónica que experimentan los países grandes y pequeños se ha centrado más que todo en una decisión legal: aprobar o rechazar el ataque a Iraq. Los países pobres valen solo por sus votos y en estos momentos están siendo presionados o comprados. Sólo las voces de la población civil de todos los continentes: los intelectuales, los artistas, las organizaciones de mujeres y los estudiantes de todos los países, visibles en marchas y encuestas, incluyendo una gran parte del pueblo norteamericano, manifiestan el verdadero sentido del "no a la guerra": No más víctimas inocentes en nombre de nada, ni de la ley, ni de la seguridad, ni de la libertad, ni de Dios.

El gobierno democrático de los Estados Unidos está usando su poder patriarcal de premios y castigos a los países pobres para obtener su voto. Esta legalidad no tiene nada que ver ni con la realidad real ni con la justicia social. Los teólogos y las teólogas sabemos que la única ley de Dios es la gracia, la misericordia, el amor al prójimo; la única legalidad válida es aquella que se pone al servicio de la vida de los sujetos, porque la ley, impregnada de la sabiduría de Dios, fue creada al servicio del ser humano".

Elsa Tamez, 14 de marzo, 2003

 

 

Denuncia de las mujeres del Kivu-Sur, R. D. de Congo

Las desgracias de los Grandes Lagos no tiene fin. Desde hace unos seis años hay un guerra cruel en la R. D. del Congo, entre el ejército congoleño y los de Ruanda, Burundi y Uganda. Los muertos son ya 3 millones. ¿La razón? El control del coltán, como admite Naciones Unidas. Pero todo ello pasa desapercibido. Digamos, pues, una palabra, aunque no sea más que para honrar a unas mujeres que desafían a la ONU.

1. Tres millones de muertos para controlar el coltán. En enero de este año el Consejo de Seguridad de la ONU se reunió para evaluar la labor del Grupo de expertos sobre el saqueo de las riquezas naturales. Muchos congoleños lo esperaban para saber qué medidas se han tomado contra los "verdugos", sean congoleños o extranjeros. La resolución ha vuelto a demostrar que no se puede esperar nada de la ONU, porque entre los países interesados en el coltán, que están implicados en este "crimen contra la humanidad", hay miembros del Consejo de Seguridad. Por eso, no han hecho nada y simplemente han vuelto a prolongar por seis meses el mandato del grupo de expertos.

En su último informe de octubre 2002, ese mismo Grupo de expertos había propuesto que fueran impuestas fuertes restricciones financieras a 29 sociedades cuya sedes están en la R. D. del Congo, en Bélgica, en Ruanda, en Zimbabwe y en Sudáfrica; y a otras 54 personas implicadas en el negocio. Pero no ha pasado nada.

2. Sigue la guerra, sobre todo en Kivu. Cuando los protagonistas congoleños están preparados para firmar el acuerdo que permitirá la instauración de instituciones de transición, Ruanda en particular, Burundi y Uganda escogen ese momento preciso para enviar y reforzar sus tropas de agresión contra nuestro país. Más de 20,000 militares del Ejército Patriótico Rwandés han vuelto al Congo y se han desplegado por Walike, Shabunda, Kanyabayonga, Kalehe...

Fuerzas armadas de toda clase están en los alrededores de Bukavu dispuestas a asaltarla, así como otros centros urbanos, para masacrar a los que no son sus partidarios. Peor aún, estos milicianos y bandas armadas someten a las jóvenes y mujeres de cualquier edad a violaciones, violencias, secuestros y toda clase de actos inhumanos. Estas milicias viven gracias a la población, sobre todo femenina, a la que someten a la explotación más descarada.

3. Todo esto lo han denunciado las mujeres de Kivu con una valentía admirable. En situaciones tan límite y con riesgo para sus vidas son capaces de superar el miedo y hablar con claridad. Agrupadas como Sociedad Civil, ante las atrocidades permanentes y la inquietante situación de inseguridad que viven, han enviado una declaración al Consejo de Seguridad de la ONU, a los embajadores de Estados Unidos, de Francia, Rusia, China y Gran Bretaña, así como a sus compatriotas y a todas las personas y pueblos que buscan con ahínco la paz y la justicia. Lo dicho anteriormente son algunas de las cosas que denuncian. Se dirigen a la ONU, aun siendo conscientes que Estados Unidos ha minado su poder de decisión.

4. La pregunta clave: qué es el coltán. Detras de todo esto está el coltán.¿Qué es? Citamos de El País (2 de septiembre de 2001). "El coltán es un mineral estratégico poco conocido. La columbita-tantalita (coltán), es esencial para las nuevas tecnologías. Los misiles balísticos, las armas "inteligentes" o los teléfonos móviles dependen de él. El 80% de las reservas mundiales se encuentran en Africa, sobre todo en una zona de la República Democrática del Congo ocupada por los ejércitos de Ruanda y Uganda. Según las Naciones Unidas, el tráfico ilegal de coltán es una de las razones de la guerra que, desde 1997, ha matado a un millón de personas". Actualmente, en 2003, la cifra asciende a 3 millones de muertos.

Mujeres de Kivu-Sur

Bukavu, 29 de marzo, 2003

 

 

Gustavo Gutiérrez

"Premio Príncipe de Asturias" Y "Amigo de El Salvador"

En octubre de 1990 estuve en Asturias. Aquel año concedían a la UCA de San Salvador el Premio "Príncipe de Asturias". La razón era obvia: un año antes habían sido asesinados seis jesuitas y dos compañeras. Fue a recibirlo el rector, Padre Francisco Estrada, S.J., y me pidió que le acompañara. Este premio viene a ser, aunque sin tanta trascendencia, algo así como el premio Nobel que se concede en España.

Pues bien, allí tuve la oportunidad de conocer a algunos de los personajes que suelen darse cita en tales ocasiones y me enteré también de los entresijos y los intereses que se mueven tras esos premios. Recuerdo que una señora que solía ayudar anualmente a la organización del evento se me acercó y me dijo: "aquí llegan muchos personajes y en los premios está también la política, pero ustedes sí se lo merecen". El "ustedes", obviamente, se refería a los ocho mártires. El pueblo salvadoreño desde el principio reconoció sus "merecimientos". Y también lo hizo, más allá del protocolo, el príncipe Felipe. Al entregar el premio al Padre Estrada, mencionó uno por uno los nombres de los ocho mártires: Ignacio Ellacuría, Segundo Montes, Ignacio Martín-Baró, Joaquín López y López, Amando López, Juan Ramón Moreno, Julia Elba y Celina. No pudo disimular su emoción y hasta se le entrecortó la voz.

Todo esto me vino a la mente cuando me enteré de que a Gustavo Gutiérrez le habían dado este año el premio Príncipe de Asturias. Lo que resonaba en mi cabeza era: "se lo merece". No voy a mencionar ahora sus méritos evidentes, sino explicar por qué me ha causado gran alegría. Gustavo Gutiérrez no necesita premios. No hay más que oírle y leerle para saber que para él premio más que suficiente es su fe en Dios, el cariño de los pobres y el don de haber puesto en marcha un modo de ser y de pensar humano, cristiano y teológico.

El premio me alegra porque -sea cual fuere la intención de los organizadores- es objetivamente un reconocimiento a los pobres de este mundo, de quienes Gustavo es modesto e insigne defensor. Y es también un reconocimiento a una forma de hacer teología, combatida despiadadamente por los poderes de este mundo, oligárquicos, militares, políticos -con el informe Rockefeller y el informe de Santa Fe de los asesores de Reagan a la cabeza. Basta con recordar al asesinado Ignacio Ellacuría. Esa teología perseguida y denostada, irradia ahora desde el principado de Asturias una luz que muchos han querido apagar en vano.

En una palabra, es bueno que se reconozca la valía personal, cristiana y teológica de Gustavo Gutiérrez en estos foros internacionales, cuando en otros -incluidas jerarquías y curias eclesiales- se sigue manteniendo silencios, sospechas e incluso amenazas.

***

La noticia también me trajo a la memoria otros momentos en que me encontré con Gustavo, de los cuales voy a mencionar dos. El primero fue el 30 de marzo de 1980, día en que se celebraba el funeral de Monseñor Romero, asesinado seis días antes. Que yo recuerde, nadie le invitó a que viniese, ni hizo falta. El amor y la intuición de lo que hay que hacer trajo a Gustavo a El Salvador: con el martirio de Monseñor, algo importante había ocurrido para la Iglesia, para el continente, y sobre todo para los pobres. Y si algo tiene Gustavo es olfato por lo que atañe a los pobres, lo que sufren, lo que esperan, lo que agradecen. Con ellos estuvo Gustavo Gutiérrez, llorando al pastor, en San Salvador, convertido ese día en el corazón de América Latina. Y recuerdo también que estuvo en nuestra casa, pelando papas para la cena con el humor y el compañerismo que le caracteriza.

Quince años después, el 24 de marzo de 1995 vino a El Salvador por segunda vez. Yo le había visto poco antes en San José de Costa Rica en un encuentro de teología. Le dije, más o menos, que aunque la petición era precipitada, le invitaba a El Salvador para el XV aniversario de Monseñor Romero. Sé por experiencia que no es fácil aceptar invitaciones en tan breve plazo. Pero Gustavo vino a El Salvador, caminó en procesión con la gente y en la UCA tuvo una memorable conferencia sobre "Renovar la opción por los pobres". Antes de irse le pregunté por los gastos del pasaje, y me dijo que no me preocupara. Yo le insistí, y al final me contestó: "bueno, que sea a medias". Si se me permite recordar a Pascal, no hay aquí espíritu de geometría, dividir por dos, sino espíritu de fineza, compartir. Es que Monseñor era de los dos.

Pensando en todo esto le he llamado a Gustavo Gutiérrez "amigo de El Salvador". Lo de "ser amigo" pertenece a su talante, y con frecuencia repite "saluda a los amigos", como si la comunidad de teólogos, científicos sociales, sacerdotes y políticos en favor del pueblo, obispos también, aunados por la "irrupción del pobre", fuese una comunidad de amigos. Generar amistad y comunión es algo muy de Gustavo Gutiérrez -a lo que acompaña lucidez, agudeza, ironía y firmeza indeclinable.

Eso se le ha quedado de tanto repetir que "hay que practicar a Dios", al "Dios amigo de los pobres", que dice el Antiguo Testamento, al "Dios que del más chiquito guarda memoria". En Gustavo no se trata de una obligación, sino de algo que se le ha convertido en una especie de existencial histórico. En lo personal no me deja de sorprender la hondura y lozanía con que habla de los pobres. Treinta años, o más, hablando de ellos, y lo hace como si fuera la primera vez.

Gustavo conoce bien que cambian los paradigmas y las situaciones en que vivimos los seres humanos. Acepta con normalidad las novedades que sobrevienen a la historia y las de la teología. Hay algo sin embargo -y no sé si me equivoco- que le pone algo nervioso, y eso es cuando se reprocha a la teología de la liberación -incluídos sus orígenes en Gustavo Gutiérrez- que redujo el concepto de pobre al pobre económico, con la insinuación o conclusión de que aquella teología ya estaría superada. No le preocupa a Gustavo que cambien las teologías y que queden superadas, para lo cual basta con tener sentido común, que Gustavo tiene en abundancia. Lo que le duele, pienso yo, es no captar la hondura del pobre, hondura que debe permanecer a lo largo del tiempo, de paradigmas y teologías, y hondura cuya captación no es cuestión de veleidades o paradigmas, sino don y regalo de la fe en el Dios de Jesús. Y eso es así, porque en esa hondura Gustavo ha encontrado la hondura de Dios y la hondura de su propia vida.

***

De las personas que me han impactado personalmente, sobre todo si son o han sido amigos, siempre se me quedan algunas frases. De Ellacuría no olvido "el signo de los tiempos es siempre el pueblo crucificado", "hay que revertir la historia". De Monseñor Romero, "ustedes son el siervo doliente de Jahvé", "con este pueblo no cuesta ser buen pastor", "la gloria de Dios es el pobre que vive". De Gustavo recuerdo también muchas, pero basten éstas: "la irrupción del pobre", y, en el pobre, "la irrupción de Dios", "a Dios hay que contemplar y practicar".

En lo personal, y pensando sobre todo en las generaciones jóvenes, me gustaría que no se olvidaran estas cosas fácilmente, porque ahora las hay mejores. Gustavo Gutiérrez sería el primero en alegrarse de que haya cosas mejores, por supuesto, pero mi deseo es que se mantengan vivas y lozanas, apuntando a nuevos caminos, pero desde la raíz del pobre.

"Premio Príncipe de Asturias" por su teología y liderazgo. "Amigo de El salvador" por su amor y compromiso con los pobres y mártires.

Gracias, Gustavo

Jon Sobrino

 

Iraq. ¿Vuelta a la "normalidad"?

¿Qué entendemos por "normalidad"? La pregunta no es ociosa porque, por un lado, parece que ya pasó la guerra, con su tragedia, hipocresía y desvergüenza, y los aliados ya pueden "presentarse en público". Por otro lado, sigue, bajo caras distintas, lo de siempre: la prepotencia imperial de Estados Unidos y la sumisión de sus súbditos, no sólo Inglaterra y España, sino hasta los países europeos que se negaron a la guerra.

La normalidad del sufrimiento. Iraq sigue sumido en el caos después de que las tropas estadounidenses entraran en Bagdad. Los servicios básicos no han sido enteramente restablecidos en los núcleos urbanos y la seguridad se ha degradado hasta el extremo de que la capital iraquí es una ciudad sin ley. A todo ello se une la secular pobreza de la población.

La normalidad de la prepotencia. Tras la destitución de Jay Garner, el nuevo virrey, Paul Bremer, tiene poderes más amplios, incluso para ordenar a las tropas que disparen contra los saqueadores. Su problema ahora es conseguir del Pentágono más soldados para garantizar el orden. La prepotencia comenzó antes: Bush ordenó marchar sobre Iraq convencido de que la población recibiría a sus soldados como libertadores, de manera que los problemas se abordarían en un clima de cooperación. No ha sido así.

La normalidad de la mentira. El 28 de abril soldados estadounidenses dieron muerte a 15 iraquíes en un tiroteo, entre ellos a seis niños entre 7 y 8 años, y 45 personas resultaron heridas. La mentira: el general Gene Renuart, dijo que "los informes que manejamos hablan de una pequeña cantidad de heridos, menos de diez, y no tengo ningún dato que hubiesen muertos"; además, estaban respondiendo a una agresión, aunque ninguno de los soldados estadounidenses sufrió un rasguño (tomado de El País).

La normalidad del egoísmo democrático. Algunos países se opusieron a la guerra, pero después se olvidaron de las víctimas y pensaron más, como siempre, en sus intereses. Una Europa unida es un bien mayor que un mundo -en su inmensa mayoría de pobres y víctimas- unido y hermanado. No les parece bien -la naturaleza humana lo hace muy comprensible, y el capitalismo lo hace una obligación- que la antigua empresa del vicepresidente Cheney gane 90 millones de dólares en la reconstrucción de Iraq, mientras las empresas europeas no llegan al reparto. Para ello, que se olviden los principios y las víctimas de Iraq, y que se vuelva a la "tradicional amistad" de todos los países democráticos, capitalistas y, en su día, colonialistas.

La normalidad diplomática. De nuevo se acepta a la ONU. Y un hecho triste: lo exigía el protocolo, pero los jerarcas que organizaron la visita de Juan Pablo II a Madrid se pasaron de tono. Aznar defensor acérrimo de la guerra y participante en ella, cerrado a todo diálogo y desafiante de la opinión de la inmensa mayoría de los españoles, se fotografía, él y toda su familia, con Juan Pablo II, que repudió la guerra, y se intercambian regalos. El Papa no menciona a Iraq. Distinto fue lo ocurrido en Cuba. Allí habló con Fidel Castro, pero condenó también la violación de los derechos humanos en la isla.

***

Ante lo dicho hagamos dos breves reflexiones. La primera es la capacidad que tiene el poder de hacernos volver a la "normalidad". Oficialmente Estados Unidos "vuelve a ser" el gran defensor y liberador de los pueblos pobres y sin libertad. Y los poderes de este mundo ya no le recriminan por tamaña hipocresía.

La segunda es que esta "normalidad" ha quedado herida por una grieta que, esperamos, no disminuya sino que crezca. Es la grieta de la decencia humana, de los que se han manifestado a lo largo y ancho del planeta. Muy especialmente, la grieta en Estados Unidos. Las encuestas seguirán apoyando a Bush, y quizás gane las elecciones. Pero la inconsciencia e ingenuidad de muchos, sobre todo de iglesias cristianas, creemos que ha sufrido un golpe irreparable. Han despertado. Y al menos ahora saben que el evangelio de Jesús no es la civil religion, sino la defensa de las víctimas.

Jon Sobrino

 

 

Meditación de postguerra

1.Pasó todo como se preveía, y como estaba decidido desde mucho antes. Los argumentos sobre el fracaso de todos los medios para desarmar a Irak no convencieron más que a quienes deseaban ser convencidos. Tampoco la victoria justificó la barbarie. De repente se hicieron reales algunas páginas bíblicas: "el sol se oscurecerá... El que esté en el campo no vuelva a recoger su ropa... Aparecerán falsos mesías que engañarán a muchos... ". Todo esto pertenece a la estructura de la historia humana, y sigue presente en Costa de Marfil o en Sierra Leona, aunque nuestro afán por una vida fácil y una religiosidad desnatada nos hagan olvidarlo continuamente. Así somos los humanos.

2. La historia ha sido siempre la lucha de diversos imperios contra el empeño por una convivencia más fraterna, igualitaria y pacífica. Egipto, Asiria, Babilonia, Persia, Alejandro el Bestia (o el Magno), Roma, España, Inglaterra, Estados Unidos, son los diversos imperios que crean sufrimientos indecibles, envueltos en grandes palabras de paz y libertad. Hasta que caen y son sustituidos por otros. Así somos los humanos.

3. El mundo puede encaminarse ahora hacia una situación que bordee la tercera guerra mundial o a una especie de fascismo global, donde el nuevo emperador impondrá su voluntad sin otra razón que la tremenda superioridad de su poder militar. Esa no será una situación de paz, sino de miedo. Y estará jalonada por terrorismos siempre extirpados y siempre renacidos en metástasis inacabables. Así somos los humanos.

4. Las protestas no pudieron parar la guerra, aunque quizá consigan que el imperio trate de dar una apariencia de humanidad a la postguerra. Por desgracia, muchas quedaron salpicadas por el inevitable 0=5% de irresponsables que tomaron esas protestas como excusa para dar salida a sus propios odios, agresividades y partidismos de todo género. Esos irresponsables, a base de tomates y asaltos a sedes, en España devolvieron a la derecha la mitad de votos que le había quitado su espantosa trayectoria proimperial. Así somos los humanos.

5. Aunque Europa haya jugado un papel más ético y más humano en la pasada barbarie, debemos reconocer que los europeos tenemos una parte de culpa por la espantosa frivolidad de nuestras vidas, mucho más volcadas a la satisfacción inmediata y fácil que a la profundidad de los grandes valores humanos. Renunciamos cómodamente a los grandes relatos y visiones globales. Y ahora aparecen ante nosotros dos grandes relatos fundamentalistas, simplones y enfrentados: norteamericano e islámico. Nunca podremos vivir cómodamente mientras el 20% de la humanidad disfrute del 80% de la riqueza del planeta. Cualquier crimen que se cometa contra nosotros será un crimen, pero, en algún sentido, nos lo merecemos. Como el 11S. Por eso, la pregunta que afrontamos los europeos es si preferimos seguir bailando tranquilamente sobre la cubierta del Titanic, negándonos a ver a dónde se dirige nuestro barco. Así somos los humanos.

6. ¿Dónde está Dios?. Es pregunta que brota en momentos como éstos y que tiene una doble respuesta. Según Nietzsche, Dios ya no está "porque lo hemos matado nosotros". Según la tradición cristiana, Dios estaba -como en Jesús- a merced de los hombres y con todos aquellos que luchaban por paliar la guerra, como cooperantes, como escudos humanos o hasta manifestándose. En ambos casos la pregunta se transforma en esta otra: ¿dónde estaban lo seres humanos? Así es Dios y así somos los humanos.

7. Una muchacha judía de 27 años, muerta en Auschwitz (Etty Hillesum) escribía en 1942: "¿qué tienen los hombres para que quieran destruir a sus semejantes de este modo?". Y replicaba. "Los hombres.... No olvidemos que nosotros somos parte de ellos. La brutalidad de los otros está también en nosotros. No veo otra solución que entrar en lo más hondo de nosotros y extirpar toda esa podredumbre que llevamos... ¡Es tan fácil desear la venganza! Se vive esperando esa hora de vengarse. Pero eso no nos aporta nada. Bastaría un solo hombre digno de este nombre para poder creer en el hombre y en la humanidad. Bastaría que hubiese un solo alemán digno de respeto para que nos quite el derecho de volcar nuestro odio contra un pueblo entero... Si, por la desgracia de esta época, acabara yo sintiendo verdadero odio, mi alma quedaría herida y debería procurar curarme cuanto antes". Así podemos ser también los humanos.

José Ignacio González Faus

Tomado de La Vanguardia, Barcelona, mayo, 2003

 

 

Lecciones de Iraq

Las tragedias tienen mucho que enseñarnos. No esperemos, pues, a que nos cuenten la próxima "novela" sin haber aprendido bien las lecciones de la guerra de Irak, que, como pocas, ha captado durante un par de meses la atención del mundo entero. Como estadounidense, me afectó profundamente, y quiero compartir con ustedes qué es lo que me afectó, y por qué.

Lo ocurrido fue dramático, y así lo han presentado los medios. Yo he vivido en el Bronx en los años 80, y desde 1990 en El Salvador. Pues bien, en estos lugares he aprendido que el drama de la vida y de la muerte es el pan de cada día para los pobres de la tierra. Y nadie les presta atención. Pero esta vez ha sido distinto: al drama de Iraq sí se le ha prestado atención. Como debe ser.

Muerte y desconsuelo

Muchas cosas me deprimieron, a mí y a otros. El país más poderoso del mundo emprendió, sin necesidad, una guerra cruel. Eso nos desmoralizó y nos entristeció. Era un verdadero "escándalo formal" que hizo bajar el nivel moral de las relaciones internacionales y ofreció pretextos a otros para que actúen de la misma manera. Se rompieron los frágiles convenios y la confianza, aunque endeble, que deben regir en las relaciones entre naciones.

Y, además, las mentiras descaradas: tubos de aluminio que "demostraban" la existencia de armas nucleares (ante la carcajada de la comunidad cientifica), documentos pirateados y falsificados que fueron presentados como pruebas ante el Consejo de Seguridad, el montaje de lo medios en la presentción del derrocamiento de la estatua de Saddam (en realidad en el lugar había poquísima gente y ninguna concentración masiva). Además, la mofa de Naciones Unidas y de la comunidad internacional.

Vimos la crueldad de la guerra. 800 misiles cruceros, decenas de miles de bombas -armas tan inteligentes que algunas cayeron en Turquía, Arabia Saudita e Irán. "Contra el terrorismo" se dejó caer "Podaderas de Margarita", bombas de más de 2000 libras, y bombas de fragmentación que provocaron un auténtico terror entre la población civil.

Informes de periodistas "enquistados" entre las tropas de Estados Unidos cuentan cómo los soldados de la coalición, sobrecogidos de pánico, masacraron a muchos civiles que huían de los ataques en Nasiriya (el Times de Londres, 30 de marzo, 2003) y Bagdad (New York Times Magazine, 20 de abril, 2003). Hicieron volar vehículos llenos de civiles, sin tomarse la molestia de averiguar contra quiénes disparaban. Disparaban "por si acaso". A la mañana siguiente descubrían que los cadáveres eran de civiles. Esto formaba parte de un patrón de cómo manejar la guerra, pues las bombas eran dirigidas desde muy lejos, o muy alto, para evitar una sola muerte "nuestra", exponiendo así a cientos o miles de civiles inocentes -pero "de ellos". No hay derecho. Y nunca sabremos cuántos civiles murieron.

Se tomaron muchas precauciones para asegurar cientos de pozos petrolíferos, pero se dejó expuesto al saqueo el Museo de Bagdad, y se dejó que se incendiase la Biblioteca Nacional con pérdidas inestimables para el patrimonio cultural de la humanidad.

Se libró esta guerra, dice "la coalición", para poner al pueblo de Iraq en el camino hacia la democracia. Y en nombre de la democracia un tanque estadounidense dispara, cuidadosa y deliberadamente, contra el Hotel Palestine donde las agencias noticiosas ofrecían una versión más amplia y veraz de lo que estaba ocurriendo.

Y no sólo se actuó en nombre de la democracia. Bush dice que actuaba en nombre de Dios. A medida que avanzaba la campaña se volvió más piadoso y cristiano.

Muchas otras cosas nos entristecieron, por ejemplo la manipulación de Estados Unidos, tratando de vincular cínicamente a Saddam con Al Qaeda y con los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. A esto hay que añadir la erosión sistemática de los derechos civiles en los mismos Estados Unidos, la condición de los presos en Guantánamo y otros lugares, y el cultivo deliberado de una histeria paranoica.

Vida y consuelo

Pero no todo es muerte. Está la otra cara de la moneda. En medio de todo lo ocurrido hay también esperanza y resurrección. Estamos viviendo en un mundo nuevo, sí, y no toda la novedad es negativa. Las manifestaciones del 15 de febrero no tienen precedente en la historia de la humanidad. Y el mismo New York Times dijo que la opinión pública (yo prefiero hablar de sociedad civil) se ha constituido en la segunda superpotencia del mundo. En El Salvador, nuestro grupo, Estadounidenses por la Paz, generó mucha creatividad no violenta con gran generosidad, mucho talento, un sano sentido de humor y sin protagonismos individuales. En el país un 84% se opuso a esta guerra, y esta oposición no fue sólo amplia sino profunda y convencida. Parece que también lo fue en gran parte de América Latina, Europa, Asia y el Medio Oriente y en otras partes del mundo. Esto no tiene precedentes.

Estamos ante un auténtico despertar de la humanidad. Mayorías nacionales enteras –sobre todo entre los países pobres– han despertado y han aprendido cómo funciona este mundo. Es un gran aprendizaje en la verdad, una concientización histórica. Tal vez soy optimista, pero estos cambios suelen perdurar. Por ejemplo, una vez que el pueblo salvadoreño cayó en la cuenta de que el gobierno quería privatizar la salud, comprendió toda la estrategia de política social de los últimos años. Y eso ha hecho temblar a los estrategas gubernamentales. Algo parecido ha ocurrido con la guerra de Iraq a escala mundial. El "imperio" se ha quitado la máscara y ha mostrado su rostro imperial. El mundo no lo va a olvidar pronto. Las aventuras imperiales tendrán que enfrentarse a una mayor oposición.

Es cierto que mis conciudadanos de Estados Unidos me decepcionaron, pues, aunque era de esperar, la mayoría apoyaba la guerra, sobre todo después de iniciarse. Sin embargo, el nivel de resistencia activa y decidida fue muy alto. En la guerra de Vietnam, sólo se llegó a este nivel de resistencia hacia el final del conflicto. Además, la gente que se opuso a la guerra en Iraq lo hacían por lo que conocían, mientras que mucha gente que la apoyaba -estoy convencido- lo hacía porque no conocía realmente lo que pasaba. El tiempo estaba a favor del desenmascaramiento de las mentiras. La administración Bush lo sabía, y por ello tenía que terminar todo este asunto rápidamente. Ya lo dijo Abraham Lincoln: no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo.

De haberse prolongado el conflicto, la verdad de esta guerra hubiese aparecido clara a la mayoría norteamericana también por otra razón notable. Mucho se ha hablado de la fe de Bush y sus aliados fundamentalistas. Pero por primera vez en la historia de los Estados Unidos prácticamente todas las iglesias cristianas, las protestantes históricas, la católica y otras, se opusieron a esta guerra (no se opuso la conservadora Convención Bautista del Sur). Se opusieron pública y activamente. Bush recibió cuatro peticiones de sus propios obispos metodistas para reunirse con él antes de la guerra. Sólo respondió a la cuarta, y su respuesta fue "no".

A esto hay que añadir la denuncia clara y profética de Juan Pablo II. Quiso dejar claro al mundo islámico que esta guerra no era una "nueva cruzada"; más aun, que las iglesias cristianas se oponen a ella y se oponen en nombre de la humanidad y de la misma fe cristiana. Habrá que buscar en siglos pasados para encontrar un precedente de este modo de proceder en la Iglesia.

¿En qué consiste la seguridad?

Toda esta crisis después del 11 de septiembre ha mostrado claramente dos cosas: en primer lugar, se ha globalizado la inseguridad. La mayoría de la gente del planeta siempre ha vivido con inseguridad física ante diversas amenanzas. Pero ahora, también la minoría, que ha vivido más segura, comparte algo de esta inseguidad. Se solía decir antes, con macabro cinismo, que el machete, y luego el arma de fuego, es un gran "democratizador", pues hace posible que una persona débil mate a otra fuerte. Lo mismo ha sucedido entre pueblos y naciones en estos tiempos. Estados Unidos no tiene, ni puede tener, una defensa militar eficaz contra el tipo de ataque del 11 de septiembre, por mucho que multiplique su arsenal bélico. Este es el segundo punto. La fuerza militar ya no puede defendernos. Es más, esta misma guerra, y toda la "guerra contra el terrorismo", está demostrando que las fuerzas de seguridad se han convertido en fuerzas de nuestra propia inseguridad. Con el derrocamiento de la estatua de Saddam Hussein, el presidente Bush declaró: "ahora, todos estamos más seguros." Pero no es así, como pronto vimos con las bombas suicidas en Riad en Arabia Saudita. Esta guerra contra el terrorismo, comenzada después del 11 de septiembre, nos ha hecho menos seguros a todos los pueblos, incluido los Estados Unidos. Las encuestas muestran que la gente considera a la administración de Bush como una amenaza -si no como la amenaza principal- a la paz y la estabilidad mundiales. La gente teme a Bush más que a Corea del Norte o Al Qaeda.

Esta es una inmensa lección histórica. ¿Qué nos hace estar seguros en este mundo, donde se ha globalizado la inseguridad? La respuesta es clara: cada pueblo tiene que tratar a los demás pueblos como él quiere ser tratado. Y dentro de cada pueblo, tenemos que dejar de producir víctimas.

Ya lo dice la Palabra de Dios. Nuestra seguridad no consiste ni en armas ni en alambre de púas, sino en amar la justicia, practicar la misericordia y caminar humildemente con nuestro Dios.

 

Dean Brackley

11 de mayo, 2003

 

La Iglesia hoy en América Latina

Reproducimos la última parte de la conferencia de José Comblin "Hacia el futuro: ética, política y derechos humanos". En ella analiza la actual situación del continente: "el imperio americano", "la criminalidad en los negocios", "la crisis de la concepción liberal de la sociedad" y "la crisis del pensamiento". Y se pregunta después sobre lo que hace y puede hacer el cristianismo. Sus reflexiones son vigorosas y rigurosas, y pueden ayudar.

¿Qué se puede esperar de los cristianos, en particular de los católicos? Hay que reconocer que, en Chile, por ejemplo, la mayoría de los católicos no tiene idea de lo que está sucediendo. Creen que los problemas de los derechos humanos pertenecen al pasado, y que el presente camina muy bien. En la clase burguesa se han convertido al neoliberalismo que nadie se atreve a contestar. El modelo chileno neoliberal es algo intocable, tabú. Ningún católico puede discutirlo.

En segundo lugar el Vaticano practica una política ambigua. En los últimos años el Papa se muestra alarmado por los desastres producidos por el modelo neoliberal en el mundo, particularmente en su Polonia, pero la curia no trasmite esa preocupación. La curia trata de tener buenas relaciones con el sistema neoliberal vigente. Ante la opinión pública la Iglesia acepta el modelo dominante aunque algunos en ella se quejen amargamente. Pero esto se explicaría porque son "personas malhumoradas".

Hay una minoría que permanece fiel a los compromisos de los años 60 y 70, pero es una pequeña minoría. Muchos de esa generación han quemado su pasado y se han adherido al nuevo modelo. Los derechos humanos pertenecen a los viejos muebles ideológicos que se invocan en los días de los grandes discursos, pero no tienen vigencia en la vida diaria.

Han vuelto a una teología sin color, sin sabor, sin olor, una teología que no entra en la vida de los hombres y que les ofrece una ideología abstracta que deja a todos indiferentes. Esta teología no tiene ningún influjo en la sociedad. La teología de la liberación no se ha desarrollado porque ha sido condenada y los episcopados han aceptado en general las condenaciones romanas. Tenemos una teología perfecta a los ojos de la administración romana, pero que no dice nada a nadie. La gente busca la solución a sus problemas no en la teología cristiana sino en los libros de auto-ayuda.

Desgraciadamente ésta es la situación de la Iglesia católica, y no parece que las otras Iglesias estén en una situación mucho mejor. Si queremos conocer el mensaje cristiano, no lo encontraremos en las prédicas de la Iglesia en las que los clérigos se cansan, tratando de defenderse, tratando de mostrar que no son tan malos. No son malos, es peor, son irrelevantes. Si fueran malos suscitarían reacciones. Como no son ni malos, ni buenos, sólo suscitan el sueño. El mensaje cristiano se encuentra en el mismo evangelio y en la tradición evangélica dentro de la Iglesia y a veces fuera de ella.

El cristianismo no parte de un concepto abstracto, general y universal del ser humano. Parte de la realidad vivida todos los días. Esta realidad concreta no muestra a todos los hombres iguales, libres y propietarios. Ya antes de nacer son desiguales porque desde su madre tienen o no tienen buena salud, buenos alimentos, buenas condiciones de vida. Cuando nace, el recién nacido descubre en seguida que sus papás levantan o inclinan la cabeza. Aprende a hacer lo mismo. En realidad la humanidad está dividida entre opresores y oprimidos. La Biblia entera es un comentario de esta posición básica. Su mensaje es un mensaje de liberación de los oprimidos. La historia humana es la historia de la lucha por el reino de Dios contra el reino del mal.

Los derechos humanos son los derechos de los pobres. Lo que los poderosos llaman sus derechos, son sus privilegios y la legitimación de la dominación que ejercen. Los derechos de los pobres no existen al principio. Tendrán que ser conquistados en una lucha sin tregua que comenzó con Abel y dura hasta hoy. El mensaje cristiano es un mensaje de esperanza. Es un mensaje de lucha no violenta, no mentirosa, basada en la verdad. La verdad es que Dios ha venido, viene a este mundo para defender y promover a los oprimidos y humillados. ¿En qué consiste la política? Está claramente definida en la Biblia. Tomemos el salmo 72 sobre el papel del rey: salvar a los pobres, salvar a los indigentes y aplastar a los opresores. El rey tiene compasión del sufrimiento del pobre, de la víctima y lo salva de la miseria, de la violencia (Ps 72, 2-14). Si se quiere mantener a todos iguales, será caer en la ilusión. Los ricos saben aprovecharse de las leyes y de todos los principios abstractos.

¿En dónde encontraremos dirigentes cristianos? De hecho no es fácil, pero sería el único programa válido. Ya hubo, y todavía hay, hombres y mujeres excepcionales que aplican este programa. No se trata de discursos, pues hoy todos los discursos dicen que quieren salvar a los pobres. Los más edificantes son los discursos de los representantes del FMI, Banco Mundial, OMC, de las grandes multinacionales y los grandes bancos del mundo. Saben hablar de los pobres con lágrimas en los ojos, como si toda su vida fuera una vida sacrificada a los pobres. Al mismo tiempo imponen una política que aumenta el número de los pobres y los excluyen siempre más de la sociedad oficial.

No nos hacemos la ilusión de que basta con invocar la declaración universal de los derechos humanos. Esta declaración vale en el papel, pero no vale fuera del papel. Cada derecho es objeto de una larga lucha. Hay adelantos pero también retrocesos. Después de las dictaduras militares de los años 70 hubo un cierto retroceso de la tortura. Hoy reaparece bajo el patrocinio de la mayor potencia del mundo. Hay que recomenzar todo.

En principio hay libertad de prensa y de publicación. Pero casi todas las noticias que circulan en el mundo proceden de dos o tres agencias norteamericanas que el resto del mundo repite. Estas noticias divulgan la ideología del imperio. A veces pueden decir algo de verdad, pero muchas más veces sirven para encubrir lo que realmente sucedió. El caso más evidente fue el reportaje de la guerra de la NATO contra Serbia: las noticias fueron inventadas o deformadas sistemáticamente porque se quería justificar todo lo que hacían las tropas del la NATO. En realidad hay libertad de prensa para los vencedores que son los únicos que pueden levantar la voz. En las luchas sociales es muy difícil que una cadena de TV dé la razón a los trabajadores o examine la situación desde su punto de vista. Los directores de los medios defienden el orden, la paz, la única justicia posible y los trabajadores quieren el desorden, lo imposible, la desorganización social. Por eso la conquista de algunos derechos será una lucha constante.

Nunca podremos descansar porque algunos principios generales están inscritos en los tratados y/o las leyes del país. El evangelio no promete siempre la victoria de la verdad y de la justicia. Al contrario, el ejemplo de Jesús muestra que el camino hacia la victoria pasa incluso por el martirio, la derrota, la soledad. Pero, la derrota no desanima. La esperanza cristiana es más fuerte que todas las derrotas y encuentra en el martirio un estímulo y una confirmación. No podemos ser indignos de los que han luchado hasta la muerte.

José Comblin

 

XXVI aniversario del asesinato del P. Alfonso Navarro y Luis Torres

"Sobre un calvario de sangre una resurrección de esperanza"

"El cielo comenzó para Alfonso Navarro el 11 de mayo de 1977", dijo Monseñor Romero. Ese día lo asesinaron junto al niño Luis Torres en su parroquia, la Resurrección, de la colonia Miramonte en San Salvador. Fue dos meses después del asesinato de Rutilio Grande. Hoy, 26 años después, queremos seguir la tradición que Monseñor Romero inició con estas palabras: "Yo recojo, hermanos, con respeto, con admiración, con cariño de hermano, la vida y el ejemplo del Padre Alfonso". Y lo hacemos con sus mismas palabras:

"Cuentan que una caravana, guiada por un beduino del desierto, desesperada y sedienta, buscaba agua en los espejismos del desierto. El guía les decía: "No por allí, por acá". Y así varias veces, hasta que, hastiada, aquella caravana, sacó una pistola y disparó sobre el guía, agonizante ya, todavía tendía la mano para decir: "No por allá sino por aquí". Y así murió, señalando el camino. La leyenda se hace realidad: un sacerdote acribillado por las balas, que muere perdonando, que muere rezando… Yo encuentro en el mensaje de Alfonso en primer lugar una protesta, una rechazo de la violencia: "Me matan porque les indico el camino"… La violencia la producen todos, no sólo los que matan, sino los que impulsan a matar… La vida es sagrada, la Iglesia está al lado de defender la vida" (12 de mayo de 1977).

"Entre estos mártires de nuestra fe, destacamos es-ta mañana el ejem-plo de Alfonso Navarro, que, co-mo dije hace un año, sigue siendo la mano tendida en el desierto de esta tierra, para señalar el camino de nuestro peregrinar unidos como hermanos… Si Alfonso no hubiera hablado, no estuviera muerto… La verdad dicha con valentía es lo que llevó al Padre Alfonso Navarro a ser una personalidad discutida, ser una personalidad peligrosa, tan peligrosa que muchos todavía no se convencen de la belleza de su verdad… La muerte de Alfonso Navarro es para nosotros un llamamiento a tener valor en la proclamación de la verdad… ¡Dichoso Alfonso Navarro, dichoso el Padre Grande, dichosos los que han muerto por la persecución del Reino de Cristo, dichosos los que en odio de la fe han sido masacrados, dichosos porque a través de esas manos ensangrentadas y criminales, Dios ha dado la perla más preciosa que podía dar a nuestra comunidad"(11 de mayo de 1978).

Miguel Cavada