AÑO XXIII, No. 521 1-30 de septiembre, 2003
"I have a dream", "Tengo un sueño"
Comprender la violencia y las maras
Iglesia de Sonsonate: "Tu vida es misión".
30 años de cristianismo en América Latina
"La década de Africa ". Una historia en tres partes
Mirada humana y cristiana a Africa
En esta Carta a las Iglesias aparecen muchos males de nuestra realidad: las maras y la violencia, el 11 de septiembre de 2001 de las torres de Nueva York, y el 11 de setiembre de 1973 del asesinato de Allende, el 7 de octubre de 2001 y el 19 de marzo de 2003 del comienzo de los bombardeos contra Afganistán e Irak, el Africa oprimida y olvidada... Pero aparecen también los signos de esperanza que no quiere morir. En las páginas centrales publicamos el texto de Don Pedro Casaldáliga "Hacia la internacional humana". Pero comenzarmos con una pequeña historia.
Rosa Parks, afro-norteamericana nacida en 1913, cuando volvía de su trabajo como costurera en Montgomery, Alabama, en diciembre de 1955, tomó una decisión que cambió la historia: se negó a ceder su asiento a un blanco en un autobús segregado. Su arresto desató un boicot al transporte público que duró 381 días, durante el cual cientos de trabajadores negros fueron despedidos y muchos arrestados.
También llevó a la creación de la Asociación por el desarrollo de Montgomery, grupo que eligió como uno de sus portavoces a un joven pastor de la Iglesia Bautista, poco conocido hasta entonces. Su nombre era Martin Luther King.
Rosa Parks acaba de recordar todo esto el 28 de agosto. Ese mismo día, hace 40 años, en 1963, hubo una marcha en Washington de 250 mil personas en apoyo de los derechos civiles en Estados Unidos. Rosa Parks estuvo ahí, y sonríe al recordarlo. Y recuerda también el histórico discurso, ligeramente editado, de Martin Luther King:
Tengo un sueño...
Sueño que llegará el día en que los hombres se elevarán por encima de sí mismos y comprenderán que están hechos para vivir juntos, en hermandad, y vivir el verdadero significado de su credo. "Sostenemos como verdades evidentes que todos los hombres nacen iguales"...
Sueño en que llegará el día en que todos los negros de este país, todas las personas del mundo, serán juzgadas por el contenido de su personalidad y no por el color de su piel; que cada hombre respetará la dignidad y el valor de la personalidad humana.
Esta es nuestra esperanza...
Sueño que con esta fe seremos capaces de transformar los límites de la desesperación. Con esta fe podremos anticipar el día de paz en la tierra y de buena voluntad para todos los hombres. Será un día glorioso: los luceros del alba cantarán unidos y los hijos de Dios exultarán de alegría".
Sueño que la guerra se acabará… Y llegado ese día nos será revelada la gloria del Señor, y la contemplaremos todos unidos...
Con esta fe podremos trabajar juntos, orar juntos, luchar juntos, ir juntos a prisión, escalar en lo alto en busca de nuestra libertad, sabiendo que un día seremos libres.
El problema es actual e importante. En este número de Carta a las Iglesias ofrecemos tres artículos sobre las raíces del fenómeno, su significado y sus posibles soluciones, muy distintas a las que implementa el gobierno.
Orígenes y causas
La reciente campaña del gobierno de endurecer la lucha en contra de las pandillas juveniles por medio de una propuesta de ley con serios problemas de inconstitucionalidad ha avivado el debate público sobre el problema de la violencia y la juventud. Aunque ese debate ha estado presente por largos años en la sociedad salvadoreña, el gobierno ha hecho muy poco por escucharlo y ser parte de él de manera responsable. La actual guerra en contra de las maras bajo la divisa de "mano dura" no constituye una modificación de esa actitud; por el contrario, dados su fines electoreros, la campaña en contra de la violencia juvenil tiene mucho de demagogia y poco de sostenibilidad a mediano y largo plazo, sobre todo porque la campaña no contempla por ninguna parte la atención de las causas y los factores que están detrás del problema de la violencia juvenil y de las pandillas. Por ello, vale la pena hacer un breve recuento de los factores que deben ser tomados en cuenta a la hora de enfrentar de manera responsable el problema de las pandillas en El Salvador, así como en el resto del triángulo norte de Centroamérica.
En primer lugar, es necesario decir que los problemas de la violencia juvenil y de las pandillas son sólo parte del fenómeno de violencia que sufre la sociedad salvadoreña. Las pandillas no son los únicos generadores de violencia en el país ni son el más importante; pueden, por el contrario, ser un factor importante en los niveles de inseguridad que sufre la población, pero la mayoría de los jóvenes que se integran a las pandillas son y han sido víctimas de violencias más profundas, más permanentes y más brutales. Desde la violencia estructural que les excluye y les margina de los derechos fundamentales y de oportunidades de desarrollo, hasta la violencia dentro del hogar ejercida por sus propios familiares, la cual deja profundas huellas en la vida de los niños y jóvenes.
En segundo lugar, esa violencia que hace víctimas de los jóvenes y que luego los convierte en victimarios, no es un fenómeno reciente ni es el producto exclusivo de la guerra que sufrió el país por más de una década. La guerra, que fue el estallido político de la violencia socioeconómica largamente ejercida en el país, reconfiguró los niveles del ejercicio de la violencia y estimuló su expansión y su brutalidad, pero la violencia y los extendidos patrones de agresión no se crean con el conflicto bélico. El Salvador ya era un país particularmente violento antes de la guerra porque, entre otras razones, el estado salvadoreño se configuró sobre el ejercicio cotidiano de la violencia no sólo por parte de quienes conservaban posiciones de autoridad, sino también por parte de quienes dentro de la misma población colaboraban con aquellos. A lo largo de los años, ello fue creando y legitimando relaciones sociales basadas en el uso de la violencia, la cual ayudaba a mantener el status quo y a defender los intereses de las elites socioeconómicas que gobernaban y poseían al país. Esa dinámica sentó las bases para una especie de cultura de violencia en El Salvador, la cual sobrevivió a la guerra y ha mantenido al país como uno de los países más violentos de la región -por cierto de una región, de suyo considerada como la más violenta del mundo.
Así, las pandillas juveniles que ahora son el centro del combate en contra del crimen son, en parte, las legatarias de ese proceso. Las pandillas salvadoreñas no surgen simplemente como producto de la deportación de indocumentados de los Estados Unidos, tampoco surgen como resultado de unas cuantas personalidades psicopáticas entre los jóvenes, y mucho menos surgen como producto de que los Acuerdos de paz deshicieron la institucionalidad del país, como sugirió un alto funcionario del gobierno en un foro recientemente. Antes bien, las causas principales de las pandillas juveniles son endógenas, y tienen que ver con los procesos de marginación estructural a los que se ha sometido a la juventud desde siempre, tiene que ver con el ejercicio sistemático y brutal de la violencia en los entornos primarios y socializadores de los jóvenes y tiene que ver con la constante indiferencia de las distintas administraciones gubernamentales hacia el problema de las pandillas y de la juventud en general. Antes que enfrentar el problema cuando éste apareció de manera patente hace más de diez años, las instituciones encargadas de seguridad pública se dedicaron a combatir más los delitos que amenazaban directamente la seguridad de las minorías más poderosas del país: el secuestro, el contrabando y el robo de furgones, entre otras cosas. La falta de una política criminal y de políticas integrales de atención a la juventud permitieron el crecimiento del fenómeno y facilitaron su agravamiento.
Dado que las causas fundamentales no han sido atendidas y que, por el contrario, muchas de ellas se han agravado, con la aplicación inmisericorde de las medidas estipuladas por los programas de ajuste estructural, el problema de las pandillas creció y se desarrolló hasta el punto de convertirse en uno de los semilleros de bandas del crimen organizado. Dejados a su merced, sin oportunidades, excluidos de los espacios importantes de desarrollo, envueltos en las dinámicas de la violencia, la adicción a las drogas y el narcotráfico, los jóvenes que se integran a las pandillas desarrollan una carrera criminal que sólo termina con la muerte. El comportamiento de muchos pandilleros de tatuarse la cara de la manera más grotesca sólo manifiesta una clara actitud de desesperanza, de ausencia de expectativas con respecto a su propio futuro. En tales circunstancias, tienen muy poco que perder al ser parte de las pandillas y al involucrarse en cualquier tipo de delitos.
En tal sentido, la manera probablemente más efectiva de combatir el problema de las pandillas en el país no pasa por las acciones de represión y mano dura, sino por las acciones que impidan que los niños y los jóvenes en situación de riesgo se integren finalmente a las pandillas. La manera más exitosa de controlar el problema es evitar que siga creciendo y ello pasa por modificar las condiciones que provocan que los adolescentes se vean a sí mismos en un túnel sin salida. Aunque es importante señalar que una dosis de disuasión es sin duda necesaria para contener el problema ya existente, la simple represión no constituye una respuesta sostenible; antes bien, es una respuesta que sólo elevará la dinámica de la violencia, pues los jóvenes pandilleros se verán tarde o temprano tentados a reorientar su violencia de manera explícita en contra de las autoridades y de la sociedad y ya no en contra de ellos mismos como ha sido la pauta hasta hoy.
En la tarea de impedir que los jóvenes se hundan en la desesperanza las iglesias y las comunidades tienen una tarea fundamental. Ellas tienen la capacidad de devolver oportunidades, de brindar apoyo y sobre todo de mostrar que otras formas de relaciones basadas en la solidaridad, el compromiso y el respeto son posibles. La verdad es que el desafío de enfrentar el problema de la violencia juvenil es también el desafío de una sociedad que debe aprender a construirse a sí misma sobre la paz y no sobre la guerra.
José Miguel Cruz
IUDOP
El plan gubernamental anti-maras, denominado "Mano dura", comenzó a funcionar abruptamente el 23 de julio pasado. No ataca las raíces del problema de la violencia. Y por ello, aunque literalmente eliminara a todos los miembros de las pandillas actuales, no cesaría la delincuencia y la inseguridad. Como bien lo señala la Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho (FESPAD), las maras no son responsables de toda la crimina-lidad que azota al país, y ésta en poco tiempo rebrotaría de nuevo en forma de nuevos grupos y pandillas, incluso más violentas que las actuales y con la amenaza de hacer la guerra contra las autoridades gubernamentales, como le está ocurriendo al gobierno hondureño, que fue el primero en lanzar un plan antimaras.
Gran parte del problema es el modelo económico vigente que se ha convertido en una gran fábrica de maras, que va en aumento. Así lo muestran diversos estudios realiza-dos por Homies Unidos, la Organi-zación Panamericana de la Salud (OPS) y el Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP) para las dos décadas pasadas. Está, ante todo, la falta de oportunidades educativas, laborales y de recreación, y la ausen-cia de mecanismos de participación social. Los jóvenes no pueden acceder a una educación de calidad, un empleo digno ni a espacios y actividades recreativas. Su proceso de integración con la sociedad se ve truncado, pues no tienen la posi-bilidad de insertarse en la toma de decisiones comunitarias, ni de elevar su autoestima y mejorar su calidad de vida.
La desigualdad socioeconómica también es otro factor importante. En El Salvador la desigualdad se ha mantenido a niveles intolerables: el 30% más pobre de la población salvadoreña recibe tan sólo el 6% del ingreso total; en comparación con el 10% más rico de la población, que recibe un 40% del mismo. ¿Qué ha hecho el gobierno para cambiar esto? Prácticamente nada. Según lo refleja la evolución de indicadores, como el Coeficiente de Gini, que mide el nivel de desigualdad en el mundo, El Salvador se ha mantenido durante los últimos quince años entre los países con mayor desigualdad, oscilando en coeficientes de Gini de 0.52 y 0.53. Los países con mayor desigualdad tienen coeficientes de 0.60.
Otro factor es la pérdida de la ética social, debido al modelo imperante. No existe respeto por los derechos de los demás, no hay tolerancia hacia la divergencia. En el capitalismo neoliberal salva-doreño se exalta el individualismo, oponiéndolo a la colectividad, a la solidaridad y a la comunidad. En los quince años de liberalización económica el gobierno de ARENA no ha implementado nunca una ley de libre competencia, sino que ha puesto las reglas del modelo clara-mente a favor de los más fuertes. De igual modo, ha vetado reitera-damente la descentralización del gobierno, oponiéndose a iniciativas para incrementar los fondos para las alcaldías, del 6% al 8% del presu-puesto nacional, y generando la concentración del poder en manos gubernamentales, con la subsi-guiente ineficacia para resolver los problemas de las comunidades.
Por último la pobreza, en sí misma, es una forma de violencia y está dirigida con mayor virulencia hacia la juventud. Se da en las zonas marginales y en las migraciones del campo a la ciudad o dentro de las ciudades, por la necesidad de subsistencia. Los desplazamientos de los jóvenes de los distintos departamentos se convierten en éxodos forzosos, pues éstos no ven futuro ni en el campo, ni en la ciudad. Una opción difícil y arriesgada es emigrar hacia los Estados Unidos, que genera nuevos desequilibrios, desintegración familiar, fomento del individualismo y del consumismo.
El Plan Mano Dura: una apuesta por la violencia estatal
El gobierno del presidente Francisco Flores ha decidido enfren-tar este problema con la fuerza pura y simple. Recurre a la coerción por-que se ha quedado sin otros argu-mentos y el problema se le ha escapado de las manos.
El discurso del gobierno es simplista: los "enemigos" del gobier-no son las maras. Se trata de un enemigo de alta peligrosidad, pues sus miembros son asesinos, delin-cuentes y terroristas. Además, se trata de un enemigo numeroso, pues, según voceros del gobierno, son alrededor de treinta mil los inte-grantes de esas pandillas. Ante esto sólo queda aplicar la fuerza y la violencia del Estado, sin contem-placiones de ninguna especie.
Ciertamente, Flores y sus asesores no están solos en esta cruzada contra las maras. No han faltado quienes, desde fuera del gobierno, han clamado por medidas más drásticas, como por ejemplo, la pena de muerte. Algún comentarista de la prensa de derecha afirma que las maras son una avanzada del FMLN, al igual que en su momento lo fueron organizaciones de estu-diantes de secundaria, como el ME-RS. Tampoco han faltado quienes han desestimado los planteamientos sociológicos, psicológicos y econó-micos para entender el problema de una forma más integral. Estas voces hacen el juego al gobierno, y contribuyen a crear un clima de opinión que fomenta la intolerancia, los abusos de autoridad y la prepotencia.
En resumen, ser joven y margina-do social, económica y cultural-mente, no implica, automáticamente, pertenecer a una mara, pero puede llegar a ello. Ofrecerles otras posi-bilidades de realización personal y grupal es un desafío de máxima importancia. Crear esas posibili-dades no es sencillo ni barato. Es más rentable políticamente perseguirlos y encarcelarlos, es decir, hacerlos objeto de la violencia estatal, y ésta es la apuesta del gobierno de Flores y del partido ARENA: obtener réditos electorales a partir de los "éxitos" que se puedan cosechar de la represión estatal sobre un sector de la sociedad.
CIDAI
"
Por lo que toca a las maras, los gobiernos de ARENA se han limitado a pedir leyes, a lanzar pequeños proyectos pilotos con gran publicidad, pero sin coordinación institucional... Los proyectos duran el tiempo que su encargado permanece en el gobierno. Es más, las iniciativas de parroquias y templos evangélicos más o menos exitosas, orientadas a proyectos educativos y a capacitar vocacional y técnicamente, han sido, por lo general, ignoradas por el gobierno. En el mejor de los casos, el apoyo y la coordinación gubernamental son mínimas. Es notable constatar cómo el gran ausente en los proyectos preventivos de más envergadura, como el del municipio de Nejapa o el de algunos barrios grandes de las ciudades, es el gobierno central. En estos casos, las iniciativas para la formación han provenido de organizaciones religiosas, pero no del Ministerio de Educación; la de trabajo, de las agencias de cooperación, y no de las dependencias gubernamentales específicas, ni de sus empresas aliadas, y las de recreación e intervención comunitaria, de la municipalidad, pero no del Ministerio de Gobernación".Editorial de ECA, julio-agosto, 2003
"Yo fui deportado y con el transcurso del tiempo me vi involucrado en la droga, la cárcel y la, pandilla. Cuando uno anda en las pandillas solo hay tres caminos: la cárcel, el hospital y la muerte. Gracias a Dios que yo estoy aquí, vivo, porque a mí ya me hubieran matado un montón de veces, pero la misericordia de Dios me ha traído hasta acá. La mano dura está en contra de los jóvenes, por eso creo que es una gran mentira cuando los mismos que dicen que el futuro del país está en los jóvenes, al mismo tiempo lanzan campañas de mano dura. Esa gente no quiere ir a las causas que producen las pandillas. No quieren saber nada de las necesidades de los jóvenes que están en las pandillas. Yo trabajo con estos jóvenes en Soyapango, Apopa y San Salvador, y he podido captar una gran necesidad. Esa gran necesidad se llama amor. Pero el gobierno lo que da es mano dura, leyes, represión. Yo tengo un mensaje y una petición al gobierno: la cárcel no va a mejorar a nadie -a mí solo me hizo aumentar mi violencia- Lo que sí puede cambiar a estos jóvenes es la oportunidad de trabajar, de estudiar. Los jóvenes de las pandillas tienen hijos, padres, hermanos, con necesidades diarias. Si el gobierno quiere realmente que abandonemos la pandilla violenta, debe ofrecernos oportunidades para una vida distinta. Al pueblo le digo que, cuando miren a un marero, no lo desprecien, sólo porque anda con tatuajes o por su forma de vestir. Tras de cada marero hay una historia, la mayoría de las veces una historia triste, de sufrimiento".
No se sabe con certeza cuántos jóvenes se encuentran enrolados en las maras. Sin revelar fuente alguna, en el suplemento "Enfoques" de La Prensa Gráfica (20 de abril de 2003) se publicó una tabla con un registro de pandilleros en 110 municipios del país. Según estos datos en la actualidad habría un total aproximado de 5,768 miembros de maras en todo El Salvador, aunque pueden llegar a ser alrededor de diez mil. Dos son las maras que se disputan territorios y espacios en el país: la "Salvatrucha" y la "18". A continuación ofrecemos algunos datos. Los cuadros 1 y 2 están tomados de José Cruz y otros, Solidaridad y violencia en las pandillas del gran San Salvador, 1998. Los cuadros 3 y 4 están tomados de Santacruz Giralt y Concha-Eastman, Barrio adentro. La solidaridad violenta de las pandillas. IUDOP, 2001.
Aunque deben ser actualizados, expresan bien lo fundamental. Hay que añadir que cada vez ingresan a las maras con menos edad.
Cuadro 1. Pandilleros por grupos de edad y sexo. En porcentaje.
Grupos de edad |
Masculino |
Femenino |
Todos |
15 años o menos |
11.8 |
14.8 |
12.5 |
16 a18 años |
39.8 |
55.2 |
43.1 |
19 a 21 años |
30.3 |
23.3 |
28.8 |
22 años o más |
18.1 |
6.7 |
15.6 |
Total |
100 |
100 |
100 |
Cuadro 2. Situación laboral de pandilleros. En porcentaje.
Variable |
Pandillero |
Pandillera |
Tiene trabajo |
26.2 |
23.3 |
No tiene trabajo |
73.8 |
76.7 |
Total |
100 |
100 |
Cuadro 3. Persona o grupo contra quienes fue dirigido el último hecho de violencia pandillero. En porcentaje.
Persona o grupo |
Porcentaje |
Pandillero rival |
63.2 |
Gente en la calle |
19.4 |
Personas de la comunidad |
9.0 |
Policía |
3.6 |
No se ha involucrado en violencia |
2.8 |
Otras respuestas |
1.9 |
Total |
100 |
Cuadro 4. Persona o grupo de quienes los jóvenes recibieron la última agresión según sexo. En porcentaje.
Persona o grupo |
Mujeres |
Hombres |
Pandilla rival |
47.8 |
48.9 |
Policía Nacional Civil |
13.8 |
35.1 |
Persona particular |
13.8 |
10.0 |
Homeboys/ misma pandilla |
19.5 |
3.9 |
Otras respuestas |
3.1 |
1.3 |
No responde |
1.9 |
0.8 |
Total |
100 |
100 |
Entender el fenómeno y tratar de encontrar soluciones al problema de las maras en El Salvador es algo apremiante y complicado. Es apremiante pues alarma la profunda inseguridad de muchas comunidades y personas que se ven asediadas día y noche por las acciones de las maras. La violencia que experimentan es cotidiana e intolerable. Pocas personas se escapan de ella. Es un problema que lleva, además, ya mucho tiempo sin atención ni intervención acertada. Es complicado porque entender el fenómeno de las maras obliga a hacer un examen no sólo de la vida de los y las jóvenes al interior de ellas, sino principalmente de la sociedad salvadoreña y de las políticas de Estado en materia social. Para que se puedan tomar medidas oportunas y eficaces hace falta no dejarse atrapar por el miedo y la manipulación política.
No se puede desvincular el fenómeno de las maras del tema de la violencia tan arraigada en la sociedad salvadoreña. Desde hace mucho tiempo, El Salvador ha sido una sociedad violenta. El dominio del poder, la fuerza -y ésta bruta-, el privilegio de unos pocos, la impunidad, la violación a los más elementales derechos de los ciudadanos ha sido una constante en la historia de El Salvador. De aquí ha nacido una sociedad donde hay dos categorías de personas: unas gozan de los recursos económicos y sociales del país, otras viven de no morirse. Unas tienen oportunidades y bienestar, otras tienen penas y sufrimientos. Unas son ciudadanos dignos, con derechos; otras son gente basura. La sociedad acepta sin mayor enfado que muchos tengan poco acceso a una educación de calidad, no encuentren trabajo digno, vivan en condiciones infrahumanas y tengan que ver hacia el Norte para hacer su proyecto de vida. Estos muchos viven al margen de la vida cultural, social, económica del país. Arañan y escarban la tierra -y muchas veces los basureros mismos- para su existencia. En definitiva, la sociedad expulsa a muchos jóvenes a los límites de la convivencia social, donde impera la violencia, la muerte, la precariedad. Este fracaso de sociedad voraz, injusta y cínica crea las condiciones que dan pie a las maras. La violencia que las maras ejercen es expresión de esa violencia más profunda y estructural. De manera trágica las maras son la expresión del malestar de una sociedad elitista y discriminatoria. Pero la exclusión social de muchos jóvenes es sólo uno de los factores desencadenantes de esta violencia juvenil.
La marginación en la que viven muchos jóvenes que son miembros actuales o futuros de maras es profunda. No sólo es económica, sino que incluye la desvinculación del ideario que sustenta una visión de sociedad compartida y de los contratos sociales implícitos entre los distintos grupos que se relacionan al interior de esa sociedad. El tatuaje, la creación de un lenguaje propio con el cual construyen su mundo al igual que la otra sociedad construye el suyo con su lenguaje, las señales de identificación, las normas al interior de la mara, todo ello es un rechazo a la sociedad. Se rechaza la sociedad que los ha expulsado. Es un rechazo activo de los valores que sustenta una sociedad que busca aumentar los privilegios de los pocos descuidando el bienestar de los muchos. Los jóvenes, por ejemplo, se tatúan el cuerpo no sólo para indicar la adhesión a su grupo sino también para marcar, reclamar -y a veces espetar- a la sociedad esa exclusión. En algunos jóvenes los tatuajes cubren buena parte de sus cuerpos, incluyendo el rostro. De esta forma encaran de manera hostil a aquella sociedad que los ha expulsado. Su rostro se convierte en el espejo en el que la sociedad ve reflejado el suyo
La violencia dentro de la familia también lanza a no pocos jóvenes a las maras. Buscan allí refugio del maltrato que sufren. En la mara encuentra el respeto, el aprecio y el apoyo que no han recibido en su casa, aunque esto les sumerja, paradójicamente, en otra vorágine de violencia. El maltrato en la familia tiene, a su vez, muchas causas. Muchos padres y madres tienen la creencia que los hijos son propiedad de ellos. Esta manera de pensar crea el escenario para que se dé el maltrato y el abuso. La propiedad no tiene derechos y se puede disponer de ella según la voluntad del dueño. El estrés originado por las condiciones precarias de vidas de muchas las familias igualmente erosiona la calidad de las relaciones interfamiliares. Crea circunstancias muy propicias para el abuso físico y el abandono. Otros padres y madres emplean el castigo físico duro y excesivo y la humillación como forma cotidiana de corrección. De hecho, muchos jóvenes señalan la violencia intrafamiliar como una de las razones que les ha llevado a ingresar a la mara. Llama la atención, por ejemplo, que muchachas jóvenes estén dispuestas a tolerar el abuso sexual y la violencia a la que les somete la mara a la que pertenecen. Lo que sufren dentro del propio hogar, en comparación, es peor para ellas.
Es demasiado simplista pensar que el fenómeno de las maras responde a una sola causa. En realidad, confluyen muchos otros factores. Entre ellos podemos contar los siguientes: la acumulación de carencias de lo más elemental de muchas familias, el hacinamiento, la ausencia de espacios recreativos, la poca y pobre relación que algunos padres tienen con sus hijos e hijas, la exclusión del sistema de educación formal y la exclusión del mercado laboral. Todos estos son factores de riesgo. Cuantos más de estos existan en la vida de los y las jóvenes mayor la probabilidad que se involucren en las maras.
¿Qué le provee la mara a la persona joven? Además del respeto y aprecio que se ha señalado, la mara le brinda un sentido de identidad y pertenencia en una sociedad donde otras formas son negadas. La mara suple las carencias afectivas que el o la joven tienen en sus familias, escuela y comunidad y se convierte en el referente para la recreación (el "vacil", como dicen ellos) y otras actividades cotidianas que dan sentido a la vida del joven. Allí tienen estatus y poder, lo que aumenta su propio sentido de bienestar. La mara le brinda maneras de enfrentar la vida y sobrevivir, aunque muchas de estas formas estén reñidas con las leyes y la convivencia respetuosa.
Por otro lado, conviene señalar que la mara no es en sí una organización delictiva, aunque algunos de sus miembros sean delincuentes. No todos los políticos, tampoco, son deshonestos, aunque algunos de ellos sean ladrones y corruptos. Tanto a los jóvenes miembros de las maras que cometan hechos criminales como a los políticos que saquean impunemente el erario público se les debe aplicar igualmente el peso de la ley. Es cierto que la violencia en la que viven y generan las maras puede colocarlas en contacto con bandas del crimen organizado y que algunos de ellas se asocien con ésta para cometer delitos. No puede ni debe generalizarse, aunque se reconozcan vinculaciones entre algunos miembros de maras y bandas criminales. Las maras son agrupaciones no tanto al margen de la ley cuanto al margen de la sociedad. Esta marginalidad impuesta genera una cultura contestataria propia donde impera la violencia, se visibilizan los antivalores, se juega "al gato y al ratón" con la ley y, trágicamente, se asegura el permanente fracaso social de muchos jóvenes. La falta de integración a los beneficios que debe brindar la sociedad a todos sus miembros genera la creación de un mundo aparte: un mundo para todos dividido.
Entendiendo las múltiples causas del fenómeno de las maras se evita caer en el simplismo. Uno puede leer así, con ojos críticos, el despliegue masivo de propaganda que aparecen en los periódicos y la televisión. La solución al problema de las maras y la violencia que las rodea pasa por la inclusión de los y las jóvenes a la vida social, económica y cultural del país. La juventud necesita tener acceso a un trabajo digno, a la educación, a la salud, a la rehabilitación de la drogadicción, a vivir en comunidades seguras y en condiciones habitacionales que no sean denigrantes, a espacios recreativos. Es responsabilidad del Estado proveer a la juventud salvadoreña estas y otras oportunidades. Mientras no lo haga seguiremos teniendo el problema grave de violencia de las maras.
Mauricio Gaborit ,s.j.
El actual sistema mundial cruje, y muchos así lo reconocen. Hasta en las altas esferas de los organismos que comandan el sistema, surgen cada día voces nuevas que se suman al ejército de los convencidos de que el actual (des)orden no tiene salida sino con un cambio estructural. Ya son pocas las voces que se atreven a repetir la cantinela de décadas pasadas: "estamos en el mejor de los mundos posibles", o "no hay alternativa"… Decididamente, la "altermundialidad" venció sobre la ideología de la "inevitabilidad". Aquel tímido grito, que comenzó en torno al Foro Social Mundial, "otro mundo es posible", ha dado efectivamente la vuelta al mundo, y se ha hecho clamor, voz común, unificada, internacional. Sí, es la altermundialidad: afirmamos que no estamos en el mejor de los mundos posibles, que no es inevitable esta actual situación del mundo, y que "otro mundo es posible".
Ahora bien, el otro mundo posible no caerá del cielo, ni amanecerá un día cualquiera… ¿Cómo vendrá? ¿Quién lo construirá? ¿Qué hará que vaya surgiendo? Lo primero que habrá que hacer para construir el mundo nuevo será "soñarlo". Lo nuevo no vendrá más que si hay muchos y muchas que lo sueñan utópicamente, que se esfuerzan por configurarlo como sueño y proyecto, como esperanza. Para que venga el mundo nuevo, hay que poner a trabajar la imaginación, la fantasía, la esperanza, la utopía. Soñar el otro mundo posible es un primer paso para provocarlo, para darlo a luz. ¿Cómo será ese otro mundo posible? ¿Cómo debería ser?
La Agenda Latinoamericana’2004 quiere ser eso: un sueño colectivo, muchas voces, en fantasía comunitaria, soñando los diversos aspectos, elementos, dimensiones… del otro mundo que es posible y que queremos que sea real. Esta vez, la Agenda no es, no quiere ser "protesta", sino "propuesta". He aquí el mundo otro posible que queremos, el mundo futuro que soñamos, el mundo real-ideal en que deseamos vivir.
Ahora no se trata sólo de propuestas menores, locales, parciales, dispersas, coyunturales, aunque necesarias y articuladas sistemáticamente. En conjunto se trata de "la propuesta", la propuesta de un mundo otro, un proyecto para el mundo otro… Se trata pues de "tocar" el corazón del sistema, las grandes instituciones, los poderes que condicionan o posibilitan. En todo caso, el grito más común es "queremos otra cosa", la alternatividad.
Eso lo pide y lo posibilita la mundialidad que estamos viviendo, por la comunicación y el conocimiento que todos podemos tener sobre lo que pasa y lo que no pasa. Y porque sentimos que todos somos afectados por los mismos poderes, los mismos peligros y los mismos sueños cuando soñamos humanamente… Estamos bajo el mismo sistema. Cada vez más, en un sentido cierto, percibimos que estamos en "un solo mundo", un mismo mundo, y que somos entre todos y todas una misma Humanidad. Estamos en un momento privilegiado para hacernos cargo del mundo y participar. Los "otros" ya estaban en esa situación, ya se habían tomado el mundo por su cuenta y además no tenían enfrente a nadie que les contestara mundialmente.
Todo esto es "agenda", tarea a ser hecha, quehacer: hay que soñar ese otro mundo posible, crearlo e irlo construyendo… Es "agenda" latinoamericana y mundial. Agenda-tarea cada vez más mundializada, más en red, más en coordinación con comunidades de cerca y de lejos, de mi región y de otros continentes. La red acaba de empezar apenas. El 15 de febrero de 2003 ha sido el día de la primera manifestación mundial. Una nueva época ha nacido, una nueva militancia está empezando: mundializada, organizada internacional e intercontinentalmente. Es urgente crear una especie de Internacional de la sociedad civil democrática mundial…
Sabemos que es utopía, y que por eso mismo va a ser, será, viene, nos está empujando y atrayendo. Todos los corazones sanos la quieren, y por otra parte queremos irnos comprometiendo entre todos y todas a hacer de la utopía una creciente realidad. No es una sorpresa que surgirá un día, como una flor sin suelo de lucha, ni un milagro que caerá del cielo sin los esfuerzos de la tierra. "Todas las manos, todas, todas las voces, todas". Como se hablaba de la internacional obrera y por ella se luchaba, ahora habrá que hablar cada vez más de la Internacional Humana, y luchar por ella.
Eso es también lo que piden todas las religiones cuando responden a su vocación de portadoras de sentido e indicadoras de horizontes últimos. Lo piden además desde dentro, yendo a ese hondón de donde salen el bien o el mal, el manantial del cambio, no sólo un cambio de época sino también y sobre todo un cambio personal.
Simultáneamente al avance que la Humanidad ha dado al afirmar al unísono que "otro mundo es posible" y al llevar esta afirmación de alternatividad a una convicción ya "pacíficamente poseída", la invasión de Estados Unidos contra Irak nos han retrotraído en el plano internacional como no hubiéramos podido imaginar. Muchos ya sabíamos de la peligrosidad de la potencia y prepotencia de la única superpotencia mundial actualmente existente, pero no pensábamos que fuera posible que se perdiera así la compostura y la sensatez y se adoptara una actitud despectiva de rompimiento con el derecho internacional que llevara a la ley de la selva, vanamente camuflada de lucha contra el terrorismo y de defensa de la seguridad. La legalidad internacional ha saltado por los aires hecha añicos y la organización de las naciones ha sido desmoralizada hasta la humillación.
Es una lucha sistémica: contestamos un sistema y queremos otro. Contestamos un sistema que es capitalismo neoliberal globalizante, que en vieja plata llamaríamos imperialista. Un imperio que hoy está fundamentalmente en manos de una nación. En positivo, diciendo otras palabras verdaderas, querríamos, queremos, un socialismo democrático, una democracia socializada, socializadora. Sólo socializando bienes mayores -la tierra, la salud, la educación, la comunicación, la igualdad de oportunidades, de derechos y de responsabilidades- podrá haber justicia y paz. Ese "otro mundo" sólo podrá existir en el clima de una cierta igualdad fraterna que comparta el sol y el pan, el aire y la técnica, la vida. Es una lucha simultáneamente espiritual, política, económica, cultural, religiosa… Es cada ser humano, o la Humanidad entera, queriendo humanizarse. Queremos un mundo donde quepamos todos y todas y donde quepamos según la talla de la dignidad humana.
Otro modo de ser humano es posible. Para el cual, en el viejo lenguaje religioso, nos urge constantemente la indeclinable "conversión", el radical cambio personal, la "metanoia" del Evangelio. Para el otro mundo posible, otra persona ha de ser posible...
Avisando a tiempo. El terrorismo tiene mucha más fuerza de lo que parece. Será el elefante y las hormigas, pero éstas pueden matar al elefante. O nos salvamos todos o no se salva nadie: ése es el desafío. En su afán de controlar el terrorismo, el sistema hace lo posible para que olvidemos su propio terrorismo, terrorismo estructural, sistémico, macroterrorismo (que en el fondo es la vieja y siempre nueva "violencia estructural").
Toda desigualdad mayor, toda exclusión social… es una tentación de terrorismo. Si quieres la paz, no prepares la guerra, ni hagas la "guerra preventiva", ni siquiera la "guerra contra el terrorismo", sino "elimina el terrorismo original": el hambre, la miseria, la exclusión, la marginación, el imperialismo… Cualquier otra salida no lo es; es más bien un círculo vicioso o una espiral de violencia terrorista.
Esta agenda es número no monográfico, sino globalizador, estructural, que va a la totalidad. Al "otro mundo posible", al sistema alternativo, a la altermundialidad. Y para que no se quede en sólo utopía, para ir forjando hoy el mañana que soñamos, ahora ya y en cualquier lugar hay que bajar a la praxis de la globalización: vivir cada uno, cada una, las propias prácticas cotidianas con esa visión, global y local a un tiempo, en esa pasión, y desde cada remo (local) empujar el mundo (global).
A manera de introducción fraterna, Pedro Casaldáliga
" Vayan por todo el mundo y anuncien
la Buena Nueva a toda la Creación " (Marcos 16,15.)
Estas palabras de Jesús fueron inspiración y norte en la preparación y celebración del Primer Congreso Misionero realizado en la Diócesis de Sonsonate en el marco del Año Santo Misionero. El Congreso fue inaugurado el Jueves 21 de Agosto en la Iglesia de Catedral con la presencia de todos los Presbíteros y Delegaciones parroquiales. El fin: Motivar al pueblo de Dios en el compromiso por la misión. Por la tarde de este mismo día tuvo lugar en las 23 parroquias la exposición del Santísimo a fin de pedir al Padre bueno que su palabra y su mensaje lleguen hasta los últimos rincones de la tierra.
La realización de este Congreso es una preparación para celebrar en Noviembre próximo -25 al 30- el Segundo Congreso Americano Misionero (CAM 2) y Séptimo Congreso Latinoamericano Misionero (CAMLA 7), para poner en marcha el compromiso de nuestra Iglesia de anunciar e instaurar el Reino de Dios en medio de todos los hombres y mujeres que pueblan nuestras tierras.
El viernes 22 se llevó a cabo en las tres vicarías de nuestra diócesis la jornada de los enfermos. Consideramos que ellos y ellas merecen una atención especial porque el dolor y el sufrimiento abonan la misión de la Iglesia en cuanto que ayudan a minimizar el dolor de los que siempre sufren.
La Universidad de Sonsonate abrió sus puertas para que realizáramos la Conferencia: "Iluminación Doctrinal sobre los retos de la misión de hoy". En ella participaron hermanos y hermanas de distintas comunidades parroquiales. El Sábado 23 de agosto la niñez y la juventud tuvieron el lugar preferencial, se llevó a cabo una jornada de reflexión sobre el rol de la Juventud en la Misión de Jesús. En la homilía dramatizada se destacaron los signos que acompañan una pastoral basada en la opción preferencial por los pobres.
Para concluir el Congreso Misionero cada una de las vicarías reunidas en distintos puntos peregrinamos hacia el lugar donde celebraríamos la Eucaristía. Nos acompañó, invitado por nuestro Obispo Monseñor Mojica, Monseñor Ramazzini de la diócesis de San Marcos de Guatemala. La homilía de Monseñor Ramazzini estuvo acompañada por la alegría del encuentro con tantos sacerdotes y pueblo, la denuncia y el profetismo en medio de este momento histórico, y el anuncio de la buena nueva de Jesús. He aquí algunas de sus sabias palabras:
Quien no anuncia la palabra de Cristo se está destruyendo a sí mismo porque el ser de la Iglesia es ser misionera, es decir, caminante. Anunciar es denunciar lo que impide la realización del proyecto de Jesús y, si no lo hacemos, estamos traicionando los pasos de Cristo.
Nos decía también:
"Los obispos de América Latina nos hemos reunido para preparar el CAM 2 y el CAMLA 7 y encontrar juntos soluciones ante la injusticia, desigualdad social, violencia, pobreza, consumismo y búsqueda de placer. Ante estas realidades el futuro de la Iglesia dependerá de nuestro compromiso para transformar estas situaciones que nada tienen que ver con el Proyecto de Jesús ".
Monseñor Ramazzini compartió su experiencia en la comunidad de San Marcos, Chiapas. Nos habló de los sueños y esperanzas de los centroamericanos en la búsqueda de una vida más digna. Se confesó testigo de los dramas humanos, ansias, tristezas y dolores, fruto de estos sistemas liberales y capitalistas que, aceleradamente, están minando la calidad de vida de los empobrecidos. Nos invitaba a hacerle frente a estas situaciones con estas palabras:
" Ante esta realidad una de las grandes riquezas y esperanzas de la Iglesia hoy es la presencia de laicos y laicas que, al lado de sus pastores, van acompañando el anuncio y la instauración del Reino. Si no cumplimos con esta misión con valor y audacia para enfrentar los poderes de este mundo nos volvemos traidores y traidoras de la palabra de Cristo. Da tristeza ver muchos que dicen llamarse cristianos y cristianas o, es más, ver países que se denominan católicos, donde existen grupos minoritarios que concentran la riqueza generando marginación, exclusión, empobrecimiento, pérdida de sentido de la vida, desaparecidos, olvidándonos de vivir como hijos e hijas de Dios. ¿No es esto un escándalo, un clamor que llega a Dios? Estoy convencido que el poder del Evangelio es capaz de transformar los corazones más duros, de cambiar las mentalidades más recalcitrantes para poder tener países, es decir, personas, que vivan en libertad, justicia, verdad y, sobre todo, donde vivamos la Solidaridad, la globalización del Amor. Una Iglesia verdaderamente misionera es aquella que tiene por opción a los pobres que son los preferidos y preferidas del Hijo de Dios".
Varios momentos de la homilía estuvieron acompañados de aplausos, uno de los más emotivos fue cuando Monseñor Ramazzini hizo presente a nuestros queridos Monseñor Romero y Monseñor Gerardi:
"El máximo testimonio de la Evangelización es el martirio, y nosotros queremos seguir anunciando el Evangelio detrás de la cruz de Jesús, de Romero y de Gerardi ".
Culminó diciéndonos que las nuevas señales de una evangelización han de ser:
* Luchar por la justicia
* Buscar y defender la verdad y
* Crear un mundo solidario donde todos y todas seamos reconocidos dignamente.
Padre Juan Gerardo Hernández
" Una religión de misa dominical pero de semanas injustas, no agrada al Señor. Una religión de mucho rezo pero con hipocresía en el corazón, no es cristiana. Una Iglesia que se instalara sólo para estar bien, para tener mucho dinero, mucha comodidad, pero que olvidara el reclamo de las injusticias, no sería la verdadera Iglesia de nuestro divino Redentor". Monseñor Romero, 4 de diciembre de 1977.
En la Conferencia se analizaron los cambios y retos más importantes en América latina en los últimos treinta años.
José Oscar Beozzo trazó un panorama de la realidad mundial en términos históricos, económicos, sociales y religiosos, destacando que los grandes cambios de nuestro tiempo están vinculados a la tecnología. La conclusión es que el cambio "ha profundizado las desigualdades y generado centenas de millones de excluidos".
Por lo que toca a la realidad religiosa, el 32,9% de la población mundial (estimada en 6,2 mil millones de habitantes) son cristianos, primacía que se mantiene desde el inicio del siglo pasado, aunque vienen perdiendo terreno con relación al islamismo, que ha triplicado el número de adeptos desde 1960 y ya llega al 19,8% de la población mundial. En tercer lugar aparece una combinación de ateos y no creyentes.
Por lo que toca al cristianismo, los pentecostales, que en 1900 representaban apenas 0,9% del total de cristianos del mundo, llegaron al 5,8% en los años 70 e incrementaron su membresía al 26,2% en el 2000. En términos globales los católicos han visto disminuir su porcentaje en Europa y en América del Norte, mientras crecen significativamente en el Tercer Mundo. Sin embargo, "el peso de las iglesias de América Latina, Asia y Africa en las instancias de toma de decisión del catolicismo es extremamente débil y continúa predominando una visión del mundo a partir de Europa y de Estados Unidos".
En América Latina y el Caribe existe un creciente pluralismo, más el surgimiento de grupos carismáticos en las iglesias católica y protestantes históricas, y una quiebra de la anterior hegemonía romana. Entre los desafíos que enfrentan los cristianos en el continente, el teólogo mencionó el debate sobre el sacerdocio femenino y la dificultad de las denominaciones religiosas para superar fundamentalismos y exclusivismos.
Enfatizó también que la trayectoria del cristianismo está muy relacionada con la acelerada globalización de los sistemas productivos, financieros, de información y de comunicación. Esos procesos promueven cambios en lo emocional de las personas y escapan a la capacidad de intervención de éstas a nivel local. Esta revolución tecnológica y un sistema económico indiferente a las necesidades de la mayoría de la población han hecho aumentar las desigualdades sociales, pues existe mucha gente que no tiene acceso a esos nuevos lenguajes.
Entre los desafíos destacó la necesidad de creación de un movimiento misionero latinoamericano de las Iglesias Católica y evangélicas; la lucha para disminuir los abismos sociales nacionales y a nivel mundial; abolir las discriminaciones de carácter religioso, económico y de género; fortalecer el diálogo ecuménico e interreligioso. Recordó, además, el desafío de las migraciones forzadas, los desplazados, la revolución feminista, la rápida y desordenada urbanización, las transformaciones culturales provocadas por los medios de comunicación de masa, el surgimiento de nuevos grupos religiosos, la difusión de la droga, la fragilidad de los organismos internacionales; la devastación ecológica; las nuevas concepciones de familia y de la sexualidad, la juventud desesperanzada y el aumento de la expectativa de vida de la población.
El último día de la conferencia Juan Batista Libânio analizó el reto que la modernidad representa al cristianismo. Con humor, dijo que el "cristianismo parece una religión que ha llegado del pasado, que se siente mal en el presente y que teme el futuro". Cree que ese sentimiento es una amenaza, principalmente ante la tentación del mesianismo y de la inminente explosión del fenómeno religioso, ambas cosas debido al efecto de una secularización desgastada.
Recalcó la perplejidad del cristianismo frente a los cambios actuales del "neoliberalismo, globalización, revolución de la informática, sociedad post-industrial, avance de las biociencias y de la ingeniería genética, cosmología moderna, crisis de la ética y del sentido, fenómeno pentecostal, inter y transdisciplinaridad". Actualmente el cristianismo ya no es hegemónico, y se ha convertido apenas en referencia cultural para muchos contemporáneos.
Piensa, sin embargo, que la coexistencia en el cristianismo de la fe y de la razón es la salida para ambas, pues un debilitamiento de una de ellas provoca, por reacción, el riesgo del desvío de la otra. Piensa también que el mayor desafío está en el campo de la cultura, puesto que no hay posibilidades de diálogo sin apertura, y de ahí que proponga la inculturación. Pero advierte que hoy la inculturación del cristianismo significa enfrentar una cultura occidental en crisis.
La teología y la pastoral del futuro encuentran en la ética un excelente espacio para dialogar con la humanidad, haciendo de la acción social un campo prometedor de diálogo. En cualquier caso, el diálogo con las ciencias es cada vez más desafiante para la teología cristiana. Y sugirió algunas pistas pastorales, como una agenda temática que incluya el papel de la mujer en la sociedad y en la Iglesia; el enfrentamiento con la ignorancia; pasar de un nivel de información a la praxis; y pasar de una fe individual a la comunitaria y comprometida, creando una red de comunidades.
Carmen Lora Clara, laica peruana, basó su conferencia en la realidad de la pobreza y desigualdad crecientes en América Latina. Cree que sigue vigente el camino abierto por los obispos de Medellín y Puebla, y por la Teología de la Liberación, y que tiene el respaldo del pensamiento social de Juan Paulo II y de la voz de la Iglesia, presente en los foros internacionales.
La dificultad de acceso al desarrollo es una de las barreras para la producción del conocimiento, que es una nueva forma de poder. La producción intelectual está concentrada cada vez más en las instituciones privadas. Eso presupone un nuevo desafío para la teología: recordar que el conocimiento científico debe estar al servicio de la liberación de la humanidad y no a su sometimiento.
Ante la vida moderna, donde las personas trabajan más para satisfacer hábitos crecientes de consumo y tienen que atender las altas exigencias del mercado, el cristianismo ve que se van debilitando cada vez más los espacios de convivencia, de relaciones humanas, y se fuerza a las personas al individualismo. Todo ello con el agravante de la revolución tecnológica.
Como prospectiva, hay que desarrollar la capacidad de inculturar los mensajes cristianos en América Latina y hacer intercambios interculturales, que posibilitará el descubrimiento de valiosas nuevas formas evangelizadoras. No se puede perder la alegría al enfrentarse con el hecho, por ejemplo, de que hoy los niños tienen mayor perspectiva de vida, pero después tendrán que enfrentar la violencia en sus más variadas formas, como la guerra, el tráfico sexual, la droga etc.
Los retos son múltiples. La lucha para disminuir los abismos sociales y los alejamientos sociales a nivel mundial; abolir las discriminaciones de carácter religioso, económico y de género; fortalecer el diálogo ecuménico e interreligioso. Existe, además, el desafío de las migraciones forzadas, los desplazados, la revolución feminista, la rápida y desordenada urbanización, las transformaciones culturales provocadas por los medios de comunicación de masa, el surgimiento de nuevos grupos religiosos, la difusión de la droga, la fragilidad de los organismos internacionales; la devastación ecológica; las nuevas concepciones de familia y de la sexualidad, la juventud desesperanzada y el aumento de la expectativa de vida de la población.
Ante estas tareas inmensas contamos hoy con mayores con posibilidades que en épocas recientes. Hay formas de reafirmar experiencias positivas y protestar contra el poder, como el Foro Social Mundial, las manifestaciones mundiales contra la guerra...
Los que tienen calendario. 11 de septiembre de 2001. No hace falta decir más. El terrorismo contra las torres de Nueva York no ha sido el que ha producido más víctimas ni el más cruel en nuestra historia. Ciertamente ha sido el más insólito. Y sobre todo las víctimas fueron estadounidenses. Que fue una barbarie es claro. Campesinos y campesinas de Chalatenango escribieron cartas a sus amigos de Nueva York mostrándoles profunda solidaridad, pues ellos saben de víctimas y desaparecidos. No ha sido "la comunidad internacional" la que mostró verdadera solidaridad -aunque sí aceptaron aliarse con Bush por miedo a enfrentarse a él-, sino estos campesinos de El Salvador, Perú, Nicaragua, etc.
El 11 de septiembre ha hecho historia porque ocurrió lo impensable a quienes se piensan los mejores y salvadores de la humanidad. Se creen intocables como sólo lo es la divinidad. Están más allá del bien y del mal, y ése es su "destino manifiesto". Sus víctimas tienen nombre, los supervivientes tienen palabra y su dolor es mostrado alrededor del mundo, todo lo cual es justo, si no llega a convertirse en agravio comparativo con respecto a las demás víctimas y supervivientes. Existen en el espacio y en el tiempo, y por eso tienen calendario.
Los que tienen calendario a medias. 11 de septiembre de 1973. Allende, elegido democráticamente, es asesinado por los militares con Pinochet a la cabeza. En 17 años de dictadura son innumerables las víctimas, muertos y desaparecidos, de 3,000 a 5,000. Exilados y grupos de solidaridad protestaron durante esos años, pero la comunidad internacional se mantuvo a distancia. Kissinger, secretario de estado de Estados Unidos, apoyó a Pinochet y sus fechorías, y fue condecorado con el Premio Nobel de la Paz. Cuando soplan vientos a favor de los derechos humanos, se intenta procesar a Pinochet, pero tanto Inglaterra como España se las arreglan para que eso no llegue a suceder.
Ahora, 30 años después, se recuerda a Allende. Sea cual fuere los juicios sobre su gestión política, ninguna duda cabe de que su legado humaniza a nuestro mundo, mientras que el de Pinochet lo deshumaniza. Con retraso, pues, con silencios y reticencias -y con la bravuconada de Pinochet de invitar a su finca a 1,500 comensales- una revolución democrática socialista tiene su calendario.
Los que no tienen calendario. El 7 de octubre de 2001 Bush, con la cohorte de los países democráticos, bombardea Afganistán. El 19 de marzo de 2003, con una cohorte disminuida, bombardea Iraq. En 1991 su padre ya había bombardeado a Iraq con el resultado de más de 100,000 víctimas. En la República Democrática del Congo las fechas son todavía más desconocidas e imprecisas: hace unos 5 ó 6 años se desató una guerra entre ejércitos africanos, animados por potencias occidentales, que ha producido alrededor de tres millones de muertos. Pero esos países no tienen calendario, como tampoco se pone en palabra las razones verdaderas de esas guerras: petróleo, coltán...
Y no es de extrañar, si ni siquiera se saben ni interesan los nombres de los habitantes de esos países, si no se sabe ni interesa su pobreza, si no se sabe ni interesa el silencio y la mentira que se cierne sobre ellos, si no se sabe ni interesan sus cosas positivas, como se dice en otro artículo. No están entre los cinco miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, ni entre los quince de la asamblea del consejo ampliado, ni entre el grupo de los 7 o de los 8. No pertenecen a la comunidad internacional, como eufemísticamente se llama al conjunto de países del planeta.
Esto ha sido así durante siglos y lo sigue siendo. Ojalá cambien las cosas, que los foros y manifestaciones hagan presión y produzcan luz. Y si no hay otra solución, que a las potencias se les meta el miedo en el cuerpo para que, por lo menos, los pobres tengan calendario.
Sí lo tienen ante Dios, Padre y Madre de niños, mujeres, hombres y ancianos de Iraq, de Afganistán, de Africa. Los que tienen calendario no entienden de esas cosas, pero no por ello dejan de ser verdad.
Jon Sobrino
Primera parte. En abril de 2000 tuvo lugar en El Cairo la cumbre de países africanos con representantes de países europeos, sus antiguos colonizadores. Se habló de la "globalización mutilada", porque Africa había quedado excluida de los beneficios de la globalización. "Africa es un continente rico en recursos naturales, pero los africanos somos pobres". En esta reunión se recordó que en Berlín, 1888, las naciones europeas se repartieron el continente de Africa; para convencerse basta ver las divisiones de las fronteras, trazadas como con regla. En El Cairo, 2000, también se planteó una pregunta: "¿No estarán obligados los europeos a devolver algo de lo que arrebataron?". Y alguien preguntó: "¿han caducado total-mente aquellos derechos de propie-dad original?".
Segunda parte. En septiembre 2002 tuvo lugar en Nueva York la cumbre del Milenio, Naciones Unidas. Kofi Annan dijo: "Afron-tamos desafíos mundiales que nos obligan a trabajar todos juntos, y si esto es cierto en la esfera económica, lo es aún más ante el desafío que representan las matanzas y las guerras. En ninguna parte nuestro compromiso es más urgente y necesario que en Africa, donde millones sufren a diario los estragos de la guerra". "Africa acusa de su pobreza a los países ricos ante la Asamblea General de la ONU". Incluso algunas de las últimas guerras se debieron a disputas de intereses económicos de anteriores países colonizadores. ¿Dónde comienza y dónde termina la culpabilidad de esta historia africana?
Tercera parte. En junio 2003 se reunieron un millar de miembros del foro económico de Davos y otras organizaciones para impulsar el diálogo y la reconciliación en Oriente Próximo. Los representantes de EEUU, C. Powell y R. Zoellick, aprovechan la oportunidad para ofrecer una "hoja de ruta económica", con el objetivo de crear "una zona de libre cambio con Oriente Próximo y Norte de Africa de aquí al año 2013, que sirva para sostener los acuerdos de paz en la zona. "Nosotros queremos la paz en la región, pero es necesario que la paz se acompañe de un desarrollo económico en beneficio de los pueblos de la región". R. Zoellick explicó que este proceso absorberá "paso a paso" a los estados que firmen acuerdos bilaterales de libre cambio con Washington y que englobe un acuerdo regional con países del Próximo Oriente y Norte de Africa. Estados Unidos ayudará con mil millones de dólares para iniciar las negociaciones con diversas agencias gubernamentales…
Más recientemente, en el pasado mes de julio, la comitiva estadounidense, presidida por G. W. Bush, hizo una gira por países de Africa occidental, en razón de lo que denominan "la Década de Africa". El Golfo de Guinea va a ser el sustituto del Golfo Pérsico. El Golfo de Guinea lo componen una serie de países ricos en yacimientos petrolíferos: Nigeria, Guinea Ecuatorial, Camerún, Gabón y Angola. Las enormes reservas petrolíferas de estos países y la calidad del crudo aseguran una independencia frente a las oscilaciones de precios y cantidades de la OPEP, con la ventaja adicional de que la extracción se realiza en la plataforma marítima, algo alejada de las perturbaciones sociales que puedan generarse en el interior de esos países.
¡Por fin sonó la hora de "la Década de Africa"! Lo que lleva ya muchas décadas es la crueldad e hipocresía de occidente.
Francisco Javier Ibisate
Bartolomé Burgos es un Padre Blanco de 67 años que ha pasado gran parte de su vida en países como Argelia y Sudán. Es un gran conocedor del continente africano y es director del Centro de Información y Documentación de Africa. Ha dado la siguiente entrevista a José Luis Palacios de Noticias Obreras.
- ¿Cómo valora el trabajo del Centro de Información y Documentación Africano?
- El CIDAF oficialmente comenzó en 1980 por decisión de la Sociedad de Misioneros de Africa, los Padres Blancos, ante el convencimiento de que Africa no interesaba. Creamos un centro de estudio e información, que pudiera tener cierto impacto en el mundo académico y de la información. Desde los comienzos quisimos abrirnos al gran público a través de los medios de comunicación, porque es necesario si queremos crear algo de conciencia social. Ibamos contra corriente, no había demanda. Evidentemente el interés que hemos podido originar por Africa es modesto.
Ahora algunos medios están adquiriendo un poco más de conciencia. Tiene que ocurrir algo de lo que pueda decirse importante. Al volver de Sudán, después de 13 años de guerra y hambrunas, un periodista me decía que la guerra era de poco voltaje. Yo pensaba: "llevamos ya dos millones de muertos, ¿qué hace falta para que sea de alto voltaje?". Los africanos se duelen de que los medios presten tanta atención a la guerra en los Balcanes, a la guerra de Irak, a las torres de Nueva York. Por supuesto tienen importancia, pero son 10,000 ó 15,000 muertos, y en el Congo van tres millones de muertos. Eso crea una especie de sentimiento profundo de marginación, de doble escala de medir, de que los africanos no interesan.
- La imagen de Africa en los medios siempre es muy negativa.
- Las noticias que nos llegan son casi siempre catastróficas, sin pasado, ni futuro. Pero Africa tiene aspectos muy positivos que la gente no entiende ni comprende. Si hablamos de que hay más de 200 universidades en Africa suena sorprendente. Lo mismo, si digo que se están haciendo investigaciones interesantísimas en torno al SIDA, y pongo como ejemplo que un médico lleva años en Camerún aplicando una autovacuna individualizada, a partir de la sangre del enfermo, con resultados muy interesantes. Africa no es sólo su cultura y su deporte, es también el cable de fibra óptica submarino que une a Johannesburgo con Lisboa, una escuela de agricultura en Nigeria que está estudiando la adaptación de la mandioca y el arroz a climas secos. Africa no es sólo guerra, hambruna y corrupción.
-¿Qué papel están jugando las potencias internacionales y sus multinacionales?
-Los Estados Unidos intervinieron de forma muy evidente en la caída de Mobutu, la subida al poder de los tutsis y la invasión del Congo por los tutsis. Eso está probado. Francia juega su papel, de alguna manera sigue teniendo gran influencia en Africa. No hay la menor duda de que hay grandes intereses. Según un informe de las Naciones Unidas, cuanto más riqueza minera tiene un país más expuesto está a conflictos armados. Estamos hablando de países africanos, con grandes extensiones de territorio, donde el estado es débil. Es lo que ha ocurrido en el Congo. El riesgo para las inversiones es altísimo. Sin embargo, no acobarda a las grandes compañías mineras y del petróleo.
Los directivos de Elf, compañía francesa de petróleo, en un juicio en Francia, han reconocido que pagaban comisiones, sobornos masivos y enormes, mencionaban a presidentes de Africa y Medio Oriente, y añadían que eso lo hacían todos. Ya hay varias empresas que están siendo juzgadas, como Shell, y otras muchas que están pidiendo al Gobierno de Estados Unidos que les garantice impunidad. Varias empresas están acusadas de haberse enriquecido durante el apartheid y los obreros dicen ahora que fueron tratados como esclavos y quieren una compensación. Otras grandes empresas no se han visto aún ante un tribunal.
- ¿Quiénes son los responsables de la corrupción en Africa?
- Se dice que los países africanos están corrompidos, que los gobiernos son corruptos, y es verdad en muchos casos. Pero en Occidente están los corruptores y se han beneficiado muchísimo de ello. Se dice que Mobutu acumuló una fortuna de 17,000 millones de dólares, el equivalente a la deuda externa del Congo hace años. Un dictador de Nigeria logró "ahorrar" 4,000 millones de dólares. El gobierno de Nigeria emprendió una investigación y resultó que ese dinero estaba en Alemania, Francia, Reino Unido, Estados Unidos, en bancos y en empresas. Pero no hay manera de que ese dinero vuelva a casa. Ha habido cómplices que han invertido ese dinero, lo han blanqueado, y todos los mecanismos para controlar una entrada masiva de dinero ilegal no han funcionado, los bancos, por lo visto, no se han enterado.
- ¿Qué trascendencia tiene el impulso de la Unión Africana y de la Nueva Asociación para el Desarrollo Económico de Africa (NEPAD)?
- La NEPAD es un acontecimiento importante para la Unión Africana. El revitalizar la unidad es muy interesante. Es verdad que ahora es una concha vacía, pero va adquiriendo ciertos contenidos. Por ejemplo, Africa está organizando mercados regionales con ayuda de la Unión Europea, ya que Africa tiene muy difícil el acceso al mercado internacional. El interés de la NEPAD, criticada incluso por algunos africanos, reside en que surge de los mismos africanos.
Se prevé un esfuerzo del continente, adaptado por países según sus necesidades, que marca las prioridades en infraestructura, comercio, agricultura y mercados regionales. Y lo más importante, se habla un lenguaje que Occidente entiende. Buscan inversiones públicas y privadas, promoviendo un esfuerzo para garantizar una legislación sobre las finanzas, una resolución de los conflictos eficaz, una transparencia en la gestión pública. Al fin y al cabo las grandes infraestructuras tendrán que hacerlas las empresas de Occidente y habrá beneficios, además de crearse unos mercados que son vitales para una economía que dice que la solución está en el crecimiento económico. En un mundo en el que la riqueza se concentra en cada vez menos manos y la pobreza se hace cada vez más generalizada, ¿quién va a comprar esos productos que se necesitan vender cada vez más, según el principio sobre el que funciona el sistema económico? Africa está diciendo que quiere crear mercados, está hablando de un juego de intereses y eso lo entienden los gobiernos de Occidente.
- ¿Qué razones hay para mirar con optimismo hacia Africa?
- Africa está despegando en medio del marasmo de acontecimientos, hay ciertas líneas esperanzadoras. La creación de mercados regionales, el deseo de unidad africana, el crecimiento considerable de la sociedad civil, la resolución de los conflictos, la lucha contra la corrupción, muy decidida por parte de algunos gobiernos, la revolución profunda por parte de la mujer… Los africanos están saliendo de una actitud peligrosísima, como era la mentalidad del colonizado. Ahora entienden que nadie les va a resolver los problemas si ellos mismos no lo hacen.
- ¿Se han dado cuenta la sociedad, las ONGs de que no se puede seguir olvidando a Africa?
- Las ONGs casi siempre se han limitado a proyectos concretos. Algo loable que ha favorecido a mucha gente. De hecho, yo pertenezco a un grupo misionero que lleva 150 años realizando todos los proyectos de desarrollo que se puedan imaginar. Sin embargo, por poner un ejemplo, Africa está peor económicamente que hace 40 años. Las causas del empobrecimiento de los países del sur no se resuelven con proyectos de desarrollo. A poco que uno busque las verdaderas razones, se topa con la Organización Mundial del Comercio. Parece que los grandes de este mundo hablan de comercio libre para todos, pero utilizan las normas para favorecer a aquellos que son capaces de defenderse.
Hay libre mercado para el capital, que, por supuesto, beneficia a quienes tienen capital. Los países occidentales están subvencionando la producción de sus alimentos con aproximadamente 1,000 millones de dólares diarios. A veces, incluso se vende el excedente del norte en el sur a precios más bajos que la producción local. Cuando se acaban los excedentes, resulta que las redes de producción local se han destruido y se desata la hambruna. Por eso cada vez más ONGs se dan cuenta de que hay que hacer algo más, y ahí entra el estudio y la investigación de estos fenómenos, la sensibilización sobre estos problemas. Eso es lo que queremos hacer con la Fundación Sur, cuyo objetivo es ver la manera de resolver esos problemas después de haberlos identificado y denunciado.
- Tras sucesivas reformas de la ley de extranjería, comienza a extenderse la idea de que no se puede impedir el flujo de inmigrantes del sur hacia el norte.