AÑO XXIII, No. 523, 1-30 de Noviembre, 2003
CARTA A ELLACURIA: FINEZA Y SANTIDAD
YSUCA: DOCE AÑOS DICIENDO VERDAD Y HACIENDO COMUNIDAD
EN LA CRIPTA CON MONSEÑOR ROMERO
EL CASO DE LA UCA. LA ESPERANZA DE JUSTICIA
CARTA DE UN SALVADOREÑO A TONY SACA
RECUERDO DE LOS MARTIRES, SOLIDARIDAD Y CELEBRACION
LA MASACRE DE LA QUESERA: 25 OCTUBRE 1981
No se sabe cuánta gente hubo. Quizás de 12 a 15 mil. Lo que sí es cierto es que hubo mucha gente, con respeto y en momentos importantes con devoción. Y eso ocurrió catorce años después, dato nada despreciable cuando, el paso del tiempo, hace que se olvide todo -menos los mártires, ellos y ellas. Sin embargo, comenzamos por los empecinados de siempre, los medios y los poderosos que representan. Todavía no se han enterado de que mártires como Monseñor son los verdaderos padres de la patria, los que construyen El Salvador nuevo. Veámoslo.
En los medios informativos, lo más relevante del XIV Aniversario ha sido la noticia de la disposición de la Compañía de Jesús de interponer una queja ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos en contra del Estado salvadoreño, por "negación de justicia", en el caso de los jesuitas. Más allá de eso, apenas si se ha dicho nada importante sobre la masacre de 1989. Ello muestra que, a pesar de los años, persiste la innegable división de criterios sobreel asesinato y que las heridas siguen abiertas, no por obstinación de los parientes y amigos de las víctimas, sino por la impunidad prevaleciente en el sistema judicial.
En primer lugar, aún hay opiniones divididas acerca del asesinato de los jesuitas y sus dos empleadas Para unos salvadoreños el hecho y conmemoración, año tras año, carece de relevancia. La "escaramuza" montada por la prensa luego de aquel fatídico 16 de noviembre y los "fastidiosos" recordatorios que se hacen cada año son para unos un molesto episodio de la historia reciente. Quizás ni siquiera consideran como error los "ajusticiamientos" de Ellacuría, sus compañeros -y, antes, el de Monseñor Oscar Arnulfo Romero.
Para otros, los miles de salvadoreños y de delegaciones extranjeras que cada noviembre llegan a la UCA, el aniversario es un recordatorio del sacrificio que hicieran los jesuitas y sus colaboradoras por la causa de la verdad y de la justicia. Y la fecha es también un momento propicio para renovar el compromiso con la actual realidad social salvadoreña y con quienes aún siguen siendo los marginados y desposeídos de la sociedad.
En segundo lugar, cada año sale a relucir la impunidad tolerada por el Estado salvadoreño, al incurrir en el delito de negación o retardación de justicia. En ese sentido, el aniversario se convierte en una condena a la impunidad que ha prevalecido en el Estado salvadoreño desde 1992.
Un análisis de la cobertura de los medios informativos sobre el aniversario, los días anteriores y posteriores, muestra que las empresas mediáticas no quieren que se incluya la celebración en las agendas de sus periódicos, radios o televisoras. Lo que aquí se pretende es mostrar cómo la celebración de los mártires y la escasa cobertura periodística de la misma sigue estando atrapada en el ambiente de división ideológica todavía tan marcada en la sociedad salvadoreña. Si bien tal fenómeno no tiene la misma envergadura que en Guatemala, en donde la división y el odio desemboca con mayor facilidad en brotes de violencia, sí muestra que la reconciliación de la sociedad que pretendían los Acuerdos de Paz de 1992 es una tarea todavía pendiente.
Pasando a datos concretos, la cobertura televisiva y de la prensa escrita ha sido sumamente tímida. Menciona la queja de la Compañía de Jesús en contra del Estado salvadoreño, y a veces a destiempo. La edición de fin de semana de El Mundo -que coincide con los días de la celebración- se dedica a criticar la gestión de los alcaldes del FMLN en el Gran San Salvador, a poner de relieve la construcción del anillo periférico para 2004 y a destacar el creciente índice de deportaciones de EEUU a El Salvador. Sólo el martes 18 menciona la queja de los jesuitas bajo el titular "Recurrirán a justicia internacional".
La Prensa Gráfica había dedicado su reportaje dominical del 16 de noviembre a resaltar la figura de Antonio Saca, candidato de ARENA, sin hacer mención alguna al aniversario. En lo que a la televisión se refiere, salvo algunas excepciones muy notables, el aniversario no despertó el interés de sus propietarios.
El Co Latino, fue además de la YSUCA, el único medio que habló del aniversario. Apuntando al peligro de impunidad prevaleciente en el sistema judicial y de decaer en la construcción de la democracia, escribía el editorial que "[el caso jesuitas] es un caso, pues, sumamente ejemplificante de lo poco que este país ha avanzado en temas de justicia, pese a la importancia que supuso la firma del Acuerdo de Paz".
Ese mismo periódico cedió espacios al Instituto de Derechos Humanos de la UCA (IDHUCA) para que expusiera los pormenores del citado caso y el grado de impunidad tolerado por la Fiscalía General de la República y la Corte Suprema de Justicia. En él el IDHUCA aclara la actual situación del caso jesuitas en el sistema judicial salvadoreño: "el 29 de septiembre de 2003, la UCA presentó ante la Corte Suprema de Justicia un Recurso de Queja por Retardación de Justicia contra la Sala de lo Constitucional de dicho Organo del Estado por el retraso excesivo e indebido en la tramitación del proceso de Amparo presentado en noviembre de 2001 a raíz de la falta de investigación y otras anomalías en el caso de la autoría intelectual de la masacre en la UCA en noviembre de 1989". Curiosamente, en la edición del 17 de noviembre del El Diario de Hoy, se lee que la corte suprema ha incurrido en atrasos "en el trámite de una demanda de amparo por el crimen de seis de sus sacerdotes". Y se hace eco de las palabras del rector de la UCA, José María Tojeira: "la Corte, como de costumbre, es una Corte temerosa, débil, cobarde, que no quiere enfrentar casos polémicos y recurre al procedimiento de retardación de justicia".
En suma, la cobertura de los medios informativos alrededor del 16 de noviembre está en consonancia con el actual ambiente electoral que atraviesa el país. Se centra en una renovada figura arenera y en cuestionamientos a la administración del FMLN en las alcaldías. Estas son las noticias más rentables y llamativas.
El aniversario de los mártires no fue ni podía ser noticia para unos medios preocupados por mantener el status quo y por desprestigiar a los defensores del cambio. La noticia de la entrega de los jesuitas asesinados, aun sin mencionar sus connotaciones cristianas, debiera haber llevado por lo menos a que los propietarios de los medios se preguntasen por la tolerancia del Estado salvadoreño ante la impunidad y la notable división de la sociedad, a casi once años de los Acuerdos de Chapultepec.
Lo mas triste de este modo de proceder es que pone de manifiesto la indefensión de miles de víctimas. Si eso ocurre con los jesuitas, y con Monseñor Romero, qué no ocurrirá con los demás. Y además de la tristeza, la preocupación: cómo consolidar una democracia en las actuales condiciones.
El balance sobre la cobertura de los medios al aniversario de los mártires de la UCA permite sobre las siguientes conclusiones. En primer lugar, contrario a la propaganda gubernamental, el propósito fundamental de los acuerdos de paz, a saber, la reunificación de la sociedad salvadoreña, es una tarea aún pendiente. En segundo lugar, la impunidad es todavía tolerada por el Estado salvadoreño, lo cual refuerza lo anterior. Finalmente, se hace más evidente la división de los medios informativos entre quienes, sin necesidad de grandes eslóganes y jugosos presupuestos, defienden la verdad y los que, atados al poder, la ocultan.
Querido Ellacu:
En 1980 diste un curso sobre eclesiología. Con tu rigor característico hablaste de la Iglesia de los pobres, de su identidad y misión, y recalcaste también cuán perseguida era esa Iglesia, desde fuera y también desde dentro. Por cierto, pocos meses después, tuvimos que cancelar el curso tras el asesinato de un alumno, que era sacerdote, y las amenazas a otros. Tú mismo tuviste que abandonar el país, pues encabezabas la lista de quiénes iban a ser asesinados. Pues bien, hablando de la Iglesia de los pobres y sus problemas te salió una de esas frases tuyas lapidarias: "la última arma de la Iglesia de los pobres es la santidad".
No sé si el benévolo lector de esta carta se sentirá sorprendido por estas palabras, pero así fue, y lo dijiste sin ninguna pose. Con "santidad" no querías decir, por supuesto, retiro del mundo ni pietismo. Tampoco animabas a "dedicarse a una santidad" individualista, que, como escribió Anohuil, "es también una tentación", ni diste una definición. Con "santidad" creo que te referías simplemente a que la Iglesia de los pobres fuese una Iglesia según el Evangelio. Y eso no es nada evidente.
La Carta Magna de la Iglesia de los pobres, dijiste, son las bienaventuranzas de Jesús, y los santos de esa Iglesia son "los pobres con espíritu". "Pobres" son los que están abajo en la realidad, los que sufren, ellos y sus hijos, mil pobrezas. "En la Iglesia" quiere decir los que tienen la misión de generar vida, y de que haya justicia y paz. Lo que puede añadir la "santidad" es hacer todo eso sin aspavientos, sino con sencillez; sin interés por el propio medrar, sino con compasión; sin segundas intenciones ni la arrogancia de "tener siempre la razón", sino con mirada misericordiosa. En aquellos días "santidad" era lo que rezumaban los perseguidos por ser fieles a lo que dice Jesús en la Biblia y a lo que decía Monseñor Romero desde catedral. "Santos" eran, y son, los que lloran y se indignan ante la crueldad con que actúan los opresores, pero hacen el milagro de no anidar venganza y mantener limpio el corazón.
Cuando la perversión del mundo en que vivimos no tiene poder sobre estas gentes, las más sencillas, que siguen a Jesús como lo más natural, entonces la palabra "santidad" recobra un tono distinto que va más allá del que tiene a veces en los libros de santos y en las exhortaciones que se nos hacen rutinariamente. Tampoco tiene el tono "triunfalista" del que, paradójicamente, y aun sin quererlo, se la puede rodear en las canonizaciones.
"La santidad" de que hablaste aquel día, Ellacu, pienso que va más allá de las virtudes, por heroicas que sean. Es algo más profundo. Es como un reflejo del Padre celestial, "bueno del todo", como dice Mateo, "bueno hasta con los ingratos", como completa Lucas. Es la finura y calidad de la bondad. Es lo que deseabas y veías en la Iglesia de los pobres. En medio de persecuciones y sufrimientos, de limitaciones y fallos, veías allí el reflejo de Jesús y de su Dios. Y "eso", acompañando la praxis liberadora, es lo que tú pensabas que era su última arma como Iglesia.
También viste ese reflejo en otras personas. El caso de Monseñor Romero es claro. Hombre de profecía y de justicia, hombre de oración y de fe, irradiaba un algo muy especial. Parafraseando lo que sobre Jesús dice Pablo en la carta a los filipenses, Monseñor "no se aferró a su condición de arzobispo y personaje notorio, sino al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de siervo, haciéndose uno de tantos", como los campesinos y campesinas de la Iglesia de los pobres.
Obviamente admirabas en él su praxis evangelizadora, su denuncia profética y su utopía esperanzada. Pero en Monseñor veías además la calidad de la bondad, indefensa, a fondo perdido, que hace, así, presente el fascinante misterio de Dios. Esa bondad parece que "no sirve para nada", pero con ella Monseñor Romero desencadenó una revolución que ha sobrevivido a otras revoluciones, y cuyos frutos han llegado hasta nuestros días. Ellacu, algo de eso creo que viste en Monseñor. Y eras llevado por su fe.
Y quiero recordar un segundo ejemplo menos conocido, pero igualmente insigne: el Padre Arrupe. Con él, como superior general, tuviste diálogos y a veces algunas escaramuzas fraternales, que terminaron en 1976. Nunca le adulaste, algo ajeno a tu personalidad, pero sí escribiste sobre él un artículo altamente laudatorio: "Pedro Arrupe, renovador de la vida religiosa". En él le comparabas con Juan XXIII, renovador de la Iglesia universal. Pero lo importante es dónde veías tú el fundamento de su grandeza:
Arrupe ha sido un hombre de Dios, por encima de todas las cosas; y quería que los jesuitas también lo fueran de verdad. Pero "de verdad". Este "de verdad" implica que era Dios a quien él buscaba, no cualquier otra cosa que quiera hacerse pasar por Dios, incluso entre ambientes religiosos y eclesiásticos. No sustituía a Dios por nada; un Dios más grande que las Constituciones y la estructura histórica de la Compañía de Jesús; un Dios más grande que la Iglesia y todas sus jerarquías; un Deus semper maior et semper novus... En la experiencia cotidiana de este Dios, al que dedicaba muchas horas de búsqueda, es donde se despertaba su gran libertad de espíritu, su gran amor a todos, su constante disponibilidad y humildad, y también su clarividencia religiosa.
Monseñor Romero y el Padre Arrupe eran, pues, "santos". Pero quizás te preguntarás, Ellacu, y quizás lo haga también algún lector de esta carta, por qué hablar hoy de "santidad". En lo personal veo dos razones.
* * *
La primera es que estamos ante un fenómeno masivo de canonizaciones y beatificaciones. Pues bien, lo que hemos dicho quizás ayude un poco a penetrar en profundidad en todo ello. Como es sabido, "canonizar" significa "normar", lo cual ha sido importante desde hace muchos siglos para evitar entusiasmos exagerados y declarar santos a personas, que a veces podían serlo y a veces no tanto. Bien está, pues, que haya procesos de canonización y que así se declare la santidad de una persona.
Pero eso no es todo. El elevado número de canonizaciones y beatificaciones, los criterios para repartirlas según continentes, congregaciones religiosas, sacerdotes y laicos; las discusiones sobre si son o no mártires, comprendido el martirio a veces unilateralmente, según hayan caído o no a manos de los "enemigos de la Iglesia"; el tratamiento de los milagros, si ha habido causas naturales o poderes divinos; los recursos que se necesitan para lograr una canonización; la política que se desencadena alrededor de algunos casos... Y añadamos los costos de los procesos, las pequeñeces humanas, la sensación de propaganda en favor de uno u otro candidato, mientras se cierne el silencio sobre otros. Todo ello puede ofuscarnos ante lo que es realmente la santidad.
Me llama la atención, por ejemplo, tanta insistencia en que haya milagros, pues, al parecer, sólo los milagros mostrarían inequívocamente la presencia de Dios porque son expresiones de "poder". Y entonces me viene a la cabeza la sonrisa del buen Dios, susurrando a los humanos: "lo mío no es el poder, sino el amor". Y creo escuchar su sabio consejo: "Busquen dónde ha habido amor, misericordia, verdad y justicia. Quizás tendrán que cambiar algnas cosas del enfoque institucional de la canonización, pero descubrirán más santidad de la que piensan".
Pienso también que bien está indagar en las virtudes heroicas, que mucho aportan a nuestro mundo, pero sin que hagan olvidar ni hacer pasar a segundo plano "la vida heroica" de la inmensidad de pobres que, en medio de muchos sufrimientos y con mezcla de muchas cosas, fallos también, mantienen la voluntad primigenia de Dios: "vivir y desvivirse por la vida de los suyos".
Para nosotros en América Latina es incomprensible que no haya sido canonizado o beatificado uno solo de los miles de mártires -así los llamamos-, caídos por defender la justicia, y, así, testimoniar la fe en el Dios verdadero. Personalmente no me preocupa que canonicen o no a Monseñor Romero, pero hacerlo devolvería dignidad a muchas víctimas, echaría aceite sobre muchas heridas de madres, esposas, hijas... En él se verían representados miles y miles.
Y algo que no hay que olvidar: Monseñor, y tantos otros y otras como él, no sólo eran y son admirados y venerados, sino que son también queridos y amados. Y eso le quita a la santidad un posible rictus de distancia y de dureza, y hace que, en su lugar, aparezca la cercanía, el cariño y el amor.
Quizás ayuden estas reflexiones a ubicar un poco mejor las canonizaciones y a comprender la santidad, como lo mejor de la bondad.
* * *
La segunda razón es que "la santidad" me recuerda unas palabras de Pascal que hoy me parecen de suma actualidad y de suma importancia. Insigne científico (matemático y físico) e insigne humanista (pensador, filósofo, teólogo de alguna forma), distinguió entre el esprit de géometrie y el esprit de finesse. Al hablar de "espíritu de geometría", se refería al espíritu de las matemáticas, exactitud y precisión; en suma, al espíritu de lo racional. Más difícil es traducir esprit de finesse. Quizás lo mejor sería traducirlo por "delicadeza", entendiendo con ello todo lo que nos hace conocer más sutilmente, más atinadamente, más sentidamente, más refinadamente. Pascal insistió en que ambas cosas son necesarias, pero -en la época racionalista en que le tocó vivir, inaugurada por Descartes- lo novedoso consistió en "el espíritu de fineza".
Pues bien, haciendo una paráfrasis para el día de hoy, yo creo que hay espíritu de geometría, necesario y bueno (conocimientos, organizaciones, praxis realistas, pragmáticas en el mejor sentido de la palabra) con lo cual se producen bienes en la sociedad. Pero hay también -y en exceso- espíritu de geometría malo y pecaminoso, mucha economía, política, acompañadas de opresión, mentira y corrupción y, cuando es necesario, de represión; mucho pragmatismo sin normas ni valores, sin nada de absolutez y mucho de trivial -todo ello geométricamente calculado. Una buena forma de resumirlo para nuestro tiempo son las palabras de Adolfo Pérez Esquivel: "el capitalismo nació sin corazón".
Cuando uno ve tanta crueldad y depredación de pueblos pobres, mentiras sin pudor, coaliciones egoístas e inhumanas, trivialización e infantilización adormecientes y obsecuentes con los poderosos, y cuando se intenta justificar todo eso, en nombre de cosas buenas y nobles, como la libertad, la democracia, la globalización, entonces es evidente que hay que rechazar la "mala" geometría, pero es también evidente que no basta la "buena" geometría. Hay que ir más allá, al espíritu de fineza: el corazón y mirada limpia, se gane o se pierda con ello, el hambre y sed de paz y de justicia, y de toda palabra que sale de la boca de Dios, la misericordia ante el sufrimiento ajeno que llega hasta las entrañas y que hace del otro -no de la democracia, ni del progreso, ni de la globalización, tampoco de las instituciones, religiosas o civiles- lo último, lo bienaventurado y salvífico para nosotros.
Ese espíritu de fineza es el que rezuman muchas gentes buenas desconocidas-la servicialidad, que no servilismo, de mucha gente sencilla- y gentes más notorias como Monseñor Romero y el Padre Arrupe de quienes acabamos de hablar. Ese espíritu de fineza es el que, para hacer el bien, no apela como lo último a normas, cánones, convenciones internacionales, constituciones, sino que en definitiva se ve interpelado por la "autoridad de los que sufren", y obedece. Ese espíritu de fineza es el que rezumaba Monseñor Romero, cuando decía "con este pueblo no cuesta ser buen pastor", o cuando decía "el pueblo es mi profeta". No lo hacía por ganar votos, sino porque ésa era su honda convicción.
Y si me permites, voy a recordarte dos momentos tuyos de fineza. No te gustaba mucho aparecer como "bueno", aunque sí te gustaba que te reconocieran como "justo" -inteligente. Pero recuerdo cuando, con toda sencillez, sin pose, decías "no odio a nadie". Lo dijiste con total naturalidad y con total verdad, y en el contexto de una entrevista con Roberto D´Abuisson. Y cuando recordaste aquel dicho de San Agustín de que "para ser hombre hay que ser más que hombre".
Querido Ellacu, mucho necesitamos de santidad y fineza. El PNUD hace cosas buenas, mide cómo va el desarrollo y la pobreza, pero no suele medir cómo andamos de espíritu de fineza, si vamos para arriba o para abajo. Y sin embargo seguimos viviendo de la bondad acumulada en la historia, la de ustedes, Amando y Lolo, Juan Ramón y Nacho, Elba y Celina, Segundo Montes y tú, Ellacu, y la de muchos otros. Algo, mucho, introdujeron ustedes de fineza y santidad en nuestro mundo y en nuestra Iglesia. Sobre eso edificamos nuestra esperanza y seguimos trabajando por el reino. Por ello les agradecemos y recordamos.
Jon
La ilusión del Padre Ellacuría
En 1979 Ignacio Ellacuría contemplaba ya una radio en la UCA. Junto a las publicaciones escritas le parecia muy importante el uso de la radio, sobre todo en un país con alto de grado de analfabetismo. Se ha comprobado -decía- que se trata de un medio eficaz para ir formando una línea de criterios políticos y éticos sobre la actualidad nacional (Cfr. Las funciones fundamentales de la universidad y su operativización, p.35).
Animaba a que el periodismo y los medios de comunicación en general cultivaran una mayor independencia, un mayor esfuerzo de investigación, una mayor objetividad en la selección y jerarquización de las informaciones, una mayor moderación en las formas de hacer los propios planteamientos sin que ello desmereciese de la firmeza de los contenidos, y una mayor capacitación profesional para buscar y comunicar la verdad. Animaba, además, a que los medios contribuyeran a la superación de la violencia como método para resolver las crisis, cultivaran la identidad nacional y promovieran los valores morales: la verdad, el respeto a la dignidad humana, la solidaridad, la honestidad, la tolerancia y la austeridad (Cfr. El periodismo salvadoreño ante la crisis del país, 1989). Pues bien, éste es el espíritu que ha animado nuestro trabajo comunicativo en nuestros doce años de existencia. Y éste es el espíritu que fundamenta nuestra pretensión de ser "la voz con vos".
Las celebraciones del doce aniversario
Este año las celebraciones del aniversario de YSUCA tuvieron una novedad importante: "celebrar más cerca de la audiencia". Por eso en tres departamentos del país: San Miguel, Santa Ana y San Salvador (donde se encuentran las estaciones trasmisoras), abrimos lo que denominamos "Tribuna con vos". Durante siete horas continuas los ciudadanos y ciudadanas hicieron uso de la palabra hablada, poética y cantada para expresar sus preocupaciones, sus sentires y sus esperanzas.
En esa tribuna se denunciaron las mentirosas promesas de los políticos en campaña electoral, se proclamó la necesidad de la lucha por la justicia, se llamó a la organización social y se recordaron a los mártires conocidos y desconocidos. En el canto se parafraseó el conocido poema de amor de Roque Dalton, haciendo referencia a la vida actual de los salvadoreños y salvadoreñas: a los dolarizados, a los privatizados, a los primeros en usar viagra, a los eternos emigrantes, a los siempre sospechosos de todo y hoy más con la ley de mano dura: "me permito remitirle al interfecto por esquinero sospechoso y con el agravante de ser pandillero". No faltó tampoco quien usó la tribuna para hacer un llamado a aceptar a Cristo y evitar "la condenación en el fuego eterno".
Lo importante de todo esto es claro: como ha sido habitual a lo largo de estos doce años, el sentir de las personas -no de los personajes- se hizo presente en la tribuna: habló el desempleado, el jubilado, la mujer que trabaja en la casa, el campesino, el estudiante, el maestro, el carpintero, el creyente, el que no tiene religión, el militante político, el desencantado de los políticos. No pronunciaban discursos, sino que hablaban de su realidad cotidiana: la carestía de la vida, la falta de oportunidades, la violencia social, el desempleo, la insuficiencia del salario mínimo, la amenaza de las privatizaciones y de los tratados de libre comercio. Y expresaron también en qué tienen puestas sus esperanzas: en la organización social, en los mártires, en el Dios de los pobres.
La palabra cristiana de YSUCA: Dios en medio de nuestra realidad
YSUCA se ha proyectado como una radio de inspiración cristiana, pero sin llegar a convertirse en una radio confesional. Nos ineresaba saber cómo lo captan los radio-hablantes y que diferencia encuentran con otras emisoras religiosas del país. Esto es lo que dijeron.
"Ysuca nos da una palabra cristiana que libera, que nos hace hermanos, que nos enseña a servir, que nos anima a seguir a Jesús. No es una palabra conformista, orientada a ver a Dios sólo en el cielo. En la palabra cristiana de la Ysuca se conoce la realidad. Se habla de Dios en la realidad. En otros medios también se habla de Dios, pero es un Dios todopoderoso, despreocupado de nuestra vida o sólo preocupado por los pecados personales o por los intereses de la Iglesia".
"La palabra cristiana que ofrece Ysuca es una palabra que concientiza, que nos ayuda a vivir la fe cristiana a partir de nuestra propia realidad. Ustedes relacionan el Evangelio con la problemática que se vive a diario. A veces entro en conflicto entre lo que aprendo en Ysuca y lo que me enseñan en la Iglesia. La Ysuca me enseña a ser crítico frente a la realidad pero en la Iglesia me dicen que no hay que juzgar porque todos somos pecadores. La Ysuca me enseña el compromiso con los pobres pero en la Iglesia me dicen que el compromiso debe ser con la fe y con los miembros de la comunidad".
"La palabra de Dios que se oye en Ysuca lleva más conciencia social. Lleva más compromiso con los hermanos. La palabra de Dios que ustedes enseñan nos ayudar a pensar y a poner los pies sobre la tierra. Nos despiertan compromiso y nos hacen participar en la interpretación de la palabra de Dios. Yo no me considero cristiano, pero sé distinguir entre el palabrerío del Dios que está contemplándonos desde el cielo y el Dios que acompaña a sus hijos e hijas en sus sufrimientos. El Dios del que nos habla Ysuca es un Dios cercano, que nos toma en serio a todos".
"La palabra cristiana de Ysuca es una palabra profética. En ella se mantiene la memoria de nuestros mártires. Otras radios se limitan a alabar a Dios. Eso no es malo, pero no nos forma en nuestra fe. La mayoría de radios cristianas se dedican a difundir propaganda religiosa. Hoy día casi no se distingue entre una radio católica y una evangélica. Las predicaciones, los cantos y las formas de hablar se parecen bastante. La palabra cristiana de Ysuca se conoce porque se identifica con el pobre, porque nos habla del Reinado de Dios en la vida de las personas. Desde la participación diaria de todos los hermanos y hermanas vamos descubriendo los llamados y los desafíos que Dios nos propone".
Los retos de YSUCA
El martes celebramos una eucaristía en la caplilla de los mártires. No es fácil llenar la capilla, pero se llenó a rebosar. Allí estaban radio-hablantes, trabajadores de la radio, profesores de la UCA que se encargan de programas sobre jóvenes, derechos humanos, problemas religiosos, sociales y jurídicos. Y nos preguntamos cuáles son nuestros retos, cómo segir siendo el espacio para la voz de la gente, iluminar la realidad y darle sentido a la vida. Eso es lo que nos planteó el padre Rodolfo Cardenal, Vicerrector de Proyección Social, durante la homilía de la eucaristía de acción de gracias por los doce años de Ysuca:
"La Ysuca tiene que ser voz de la gente. Como decía el padre Ellacuría: ‘que la gente hable, que la gente se exprese, que diga qué siente, qué piensa’. Les decía: ‘ustedes tienen algo que decir porque son los que más resienten, los que están sufriendo en esta sociedad’. Pero pareciera que nos han quitado la voz. Que nos han dejado sin pensamiento. Y a veces nosotros tenemos la culpa porque nos gusta que todo nos lo den ya hecho. No hablamos, estamos mudos ante la realidad (...)
Pero no se trata de hablar por hablar. Hay que hablar para hacer luz en un mundo de mucha oscuridad y confusión. Hay mucho engaño en nuestra realidad y nos dejamos engañar. Nos están engañando con el problema de las pandillas. Y no hablamos porque tenemos miedo, nos han metido miedo. Pero no dejemos que nos arrebaten la palabra, no dejemos que nos apaguen la luz y nos hagan esconder la lámpara debajo de la cama para que todos caminemos en la oscuridad y tropecemos. La misión de Ysuca es iluminar esta realidad, pero no es sólo responsabilidad del equipo de Ysuca ni de los profesionales que colaboran con la radio. Es también responsabilidad y tarea de los oyentes (...)
Pero además hay que ser sal, hay que darle sabor a la vida, sentido a la vida. Vivimos en un mundo en donde es fácil perder el rumbo por las dificultades, el sufrimiento, las incomprensiones, intolerancias, abandonos. A ese sentimiento de impotencia, de desesperanza, de desencanto, hay que darle sentido. Hay que darle un rumbo. Y el rumbo lo marcaron nuestros mártires, con monseñor Romero a la cabeza. Ese rumbo es la justicia. Hoy día se habla poco de justicia. Se habla más de crecimiento económico. Nosotros tenemos que ser necios en la necesidad de justicia. La paz verdadera solo puede estar montada sobre la justicia. La justicia debemos construirla entre todos. Y también nosotros debemos tratar de ser justos. No caer en el error de reclamar justicia a los demás pero nosotros no ser justos. Que se vea la obra buena, no para gloria nuestra sino para gloria de Dios. Se trata de avanzar en la construcción del reino de Dios siendo sal y luz. Esa es la misión de Ysuca, esa debe ser la misión de los que se identifican con nuestra radio...".
Carta desde Madrid
Al acercarse el 16 de noviembre, no queremos dejar de enviarles nuestro saludo y recuerdo en este XIV Aniversario de los mártires. Aunque hace muchos años que salimos de El Salvador, seguimos manteniendo vivo el recuerdo del pueblo salvadoreño y la fe que crece alentada por la sangre de los mártires, de Romero y de tantos otros que lucharon por la justicia y el Reino.
Vemos como van creciendo nuestros hijos (Ignacio ya tiene 10 años) e intentamos que el ejemplo de los mártires quede grabado en su corazón, como dice el Deuteronomio: "Se lo repetimos a nuestros hijos, les hablamos de ellos, tanto si estamos en casa como si estamos de viaje, así acostados como levantados...".
Cuando en el pasado junio Ignacio hizo la primera comunión, en el altar ofrecimos un poco de tierra y de pétalos del jardín de las rosas. Junto a ello estaba el presente que le entregamos como recuerdo… una pequeña cruz de semilla de copinol que guardábamos desde nuestra partida de El Salvador.
Un abrazo muy grande para ti todos nuestros queridos amigos y amigas de esa Universidad,
Pilar y Gastón
junto a nuestros hijos Borja, Javier e Ignacio
Cada año la pregunta suele ser si llegó más gente que el anterior. No es lo más importante, pero sí parece que llegaron más, y, sobre todo, con más devoción y respeto. Eso es lo que se veía por fuera. ¿Y por dentro? "He venido a ver si encuentro un poco de ilusión en la vida y en la Iglesia". Creo que eso es lo que buscaba mucha gente.
Llegaron de todo el país. Pudimos contar 145 comunidades de departamentos. También llegaron representantes de siete universidades, 20 congregaciones religiosas femeninas y 10 de varones. Nada hay más ecuménico que la sangre y el amor, y por eso llegaron de la Iglesia Presbiteriana, Metodista, Episcopal, Bautista, Luterana, Reformada. Y el Consejo Nacional de Iglesias. Y también el gran ecumenismo universal de la solidaridad: Médicos del Mundo, Habitat para la humanidad, Centro Internacional de Solidaridad, Centro de educación mundial, Voluntariado internacional, Amnistía Internacional. Llegaron de Estados Unidos, de Centroamérica, de España, Brasil, Argentina, México, Perú...
Además de las celebraciones más solemnes en el Auditorio y en la Cripta, el día 15 hubo alfombras, muchas y variadas, que son cada año más bellas. Las hicieron gente joven de la UCA, de Fe y Alegría, del Externado, de la Universidad Nacional, del Comité Monseñor Romero... Encomiable fue su esfuerzo y la alegría que irradiaban.
El Centro Monseñor Romero se volvió a llenar de gente, como todos los años. El jardín de rosas, la sala de los mártires, los álbumes, los recuerdos, afiches, camisetas. Este año Tutela Legal montó una exposición sobre el Mozote, excavaciones, entierro, dolor y gozo comunitario... Un grupo de madres exhibieron también recuerdos de sus seres queridos desaparecidos: una foto, una camisa, un pequeño jarrón... Y algunas candelas que prendían de vez en cuando.
El martes 11 y el jueves 13 hubo una cátedra de realidad nacional, que este año se centró en la injusticia y en el problema de las maras. Miguel Cruz, del IUDOP, el Dr. José Enrique Argumedo, jefe del Departamento de Ciencias Jurídicas, el Padre Cardenal, vicerrector, y el Padre Sobrino, abordaron el tema desde la sociología, el derecho, la política y la teología. Era un recordatorio de que los mártires fueron también universitarios, y de que lo universitario sigue haciendo bien al país, analizando la realidad, denunciando las aberraciones y proponiendo caminos de mayor justicia y de una paz más estable.
La procesión de farolitos sigue siendo una experiencia inolvidable. Cantos y rezos, silencio y caminar -este año con una mejor organización- fue un símbolo, no rutinario sino real, de que mucha gente del pueblo y de la Iglesia quiere seguir su caminar. Siempre se dice, pero es verdad: la luz de los farolitos ilumina la noche de muchas vidas. En el silencio el gran protagonista es el corazón: mucha gente recordó a sus mártires, con el consuelo de saberlos junto a Monseñor Romero.
Y para terminar, la vigilia festiva que duró hasta las cinco y media de la mañana. Se quedó mucha gente. Música latinoamericana, de diferentes ritmos, de protesta y de alegría, de conjuntos más experimentados y otros de las comunidades y parroquias, más populares... Dos grupos de danza folclóricas... Un testimonio de solidaridad de los salvadoreños de Estados Unidos... A la una de la madrugada, en el momento del martirio, una oración, una poesía en su recuerdo y luces artificiales que iluminaron el cielo.
Homilía del P. Rodolfo Cardenal en la Eucaristía del 15 de noviembre
Una vez más nos reunimos esta noche del 15 de noviembre, tal como lo venimos haciendo desde hace trece años, para recordar a las víctimas de tantas injusticias. Lo hacemos con la persistencia de la viuda del evangelio que reclama justicia y no cesa de importunar hasta que la consigue. Esta noche, recordamos a todas las víctimas de la injusticia, las de ayer y las de hoy. No debemos permitir que nos arrebaten también su identidad y su memoria. Ellos hablan hoy de víctimas, pero sólo de aquellas que les interesan para sus campañas, para ocultar sus errores y fracasos y para infundir más miedo a la población. Antes nos dijeron que las olvidáramos, porque eran pasado y luego, porque eran inconvenientes para el avance democrático, y ahora ellos se muestran interesados en las víctimas, pero sólo se ocupan de algunas de ellas y reclaman justicia sólo para ellas. Nosotros, en cambio, las recordamos a todas, a las del pandillero desquiciado y a las de El Mozote, a las de los escuadrones de la muerte y a las del asesino a sueldo, a las del ejército y los cuerpos de seguridad y a las del crimen organizado. Y para todas ellas pedimos justicia.
Porque somos testigos de la furia devastadora de la violencia que fue descargada contra ellas y porque hemos sufrido en carne propia su humillación, porque, además, entre ellas están nuestros familiares y nuestras amistades y nuestros conocidos, porque entre ellas están nuestros mártires más queridos, podemos hoy también, desde nuestro dolor, identificarnos con la madre del niño o del joven asesinado por un pandillero y con el silencio adolorido de la madre de la pandillera también asesinada. Así como también con el dolor de los familiares del desaparecido y del ajusticiado sumariamente. Nosotros no hemos descubierto el sufrimiento de la injusticia recientemente. Como parte de este pueblo, la injusticia nos duele desde hace mucho tiempo. No permitamos, pues, que irrespeten el dolor de los familiares y las amistades de las víctimas de hoy, ni que profanen la memoria de las víctimas de ayer y de anteayer, y mucho menos la de los mártires. No permitamos que nos arrebaten la memoria de nuestros mártires.
La lectura del libro del Exodo (3, 7-10) nos recuerda que la opresión y el sufrimiento que ésta causa no son para siempre, porque Dios oye el clamor de su pueblo, Dios ve su opresión y se fija en su sufrimiento. Pero no sólo oye, ve y se fija, sino que también actúa. Manda enviados con una misión: advertir al pecador de su pecado, llamarlo a la conversión y anunciar el reinado de Dios. Es una misión difícil y sobre todo arriesgada, porque el pecador se resiste y conspira para quitar de en medio al enviado y así silenciarlo. Pese al peligro, éste persiste en cumplir con su misión, porque sabe que Dios es su auxilio y que El lo sostiene. Por eso Dios es bueno. No abandona en los momentos de peligro, ni olvida la injusticia. Y cuando los asesinos se felicitan, porque piensan que han acabado con el enviado y su misión, Dios lo levanta de la muerte, avala su misión y su triunfo se hace evidente.
Esta es la historia de los profetas del Antiguo Testamento, es la historia de Jesús y de sus seguidores más leales, los mártires como Mons. Romero, los jesuitas de esta universidad, Elba y Celina y tantos otros y tantas otras que vienen a nuestra memoria. Ellos y ellas ya van delante de nosotros y nos dan ánimo para perseverar. Y como Jesús a las mujeres, en aquella madrugada del primer día de la semana de los nuevos tiempos, nos invitan a no tener miedo, a recorrer de nuevo el camino del anuncio del reinado de Dios.
Así, pues, no tengamos miedo a la opresión que Dios rechaza, no tengamos miedo a recuperar nuestra voz para hablar con libertad, pero también con verdad. Y sobre todo para reclamar la justicia negada, no tengamos miedo a la luz que los mártires del pueblo salvadoreño irradian. A ellos debemos escuchar. El que espera un hecho milagroso para abandonar su pecado, no se convertirá, aun cuando se le aparezca un muerto. Los mártires son los enviados preferidos de Dios, fueron sus servidores leales, tal como lo muestra su aguante en tantas contradicciones y persecuciones. Ellos nos han transmitido la palabra de Dios, su condena de la opresión y su rechazo al sufrimiento injusto, su invitación a convertirnos a su reino y a formar parte de su pueblo. Ellos, con su fortaleza en medio de la adversidad, nos han hecho presente la fuerza de Dios.
Por eso, no debemos olvidarlos, no los hemos olvidado y ojalá nunca los olvidemos. Por eso, su martirio nos duele y su humillación nos indigna. Pero también debemos sentirnos sanamente orgullosos, porque Dios oyó nuestros clamores y los envió. Porque tal vez fueron parte de nuestra vida personal y porque, de todas maneras, son parte de nuestra historia. Es la mejor parte de la historia salvadoreña. Por eso, al mismo tiempo que los añoramos, nos sentimos en paz y estamos alegres. Por eso, esta vigila también es recuerdo agradecido y fiesta. Agradecimiento por su entrega y su testimonio incondicional. Agradecimiento por hacernos presente a Dios, en medio de nuestra historia. Y fiesta por su triunfo en la adversidad y la muerte. No es un triunfo vacío, sino el triunfo definitivo de la vida sobre la muerte injusta. Dios los ha levantado de ella para vergüenza y confusión de sus asesinos, y para alegría nuestra.
Los mártires nos señalan el camino para la humanización y el seguimiento de Jesús. En ellos encontramos un gran ejemplo de generosidad y hermandad, pues no se guardaron nada para sí, antes bien se entregaron a este pueblo empobrecido, caído y maltrecho, tirado a la orilla del camino por quienes lo han desvalijado desde siempre. Ellos se detuvieron y sirvieron a este pueblo sin condiciones, sin guardarse nada para sí. Tal como dice Pablo de sí mismo (2Corintios 6, 3-10), en la segunda lectura, no dieron de lo que les sobraba, sino que se dieron a sí mismos. Por servir al pobre y al desvalido, sufrieron tribulaciones, pasaron necesidades, padecieron angustias y experimentaron cansancios, desvelos y ayunos. Aún así, se esforzaron por ser constantes, pacientes y prudentes. Si a alguno dieron motivo de escándalo, fue por fidelidad a la misión recibida. Paradójicamente, cuando dijeron la verdad, los consideraron impostores; eran de sobra conocidos, pero ellos los desconocieron; aunque siempre han estado vivos, los consideran muertos; no se les encontró falta, pero los descalificaron como réprobos; siempre estuvieron alegres, pero para ellos estaban afligidos y tristes; enriquecieron a muchos, pero los despreciaron, porque los vieron pobres; aunque lo poseen todo, los olvidan como si fueran poca cosa. No hay, pues, que salir fuera a buscar vidas de mujeres y hombres cabales o anécdotas para ilustrar los valores que nos humanizan. Quienes así proceden, no toleran a los mártires. No pueden mirarlos de frente, porque son cómplices del orden que los rechazó y los condenó a muerte. No pueden admirarlos, porque su luz iluminaría aquella dimensión más oscura de su propia realidad.
Es justo y necesario recordar el testimonio de los mártires y conmemorarlos. Ellos y ellas son un fundamento sólido para construir una nueva identidad colectiva e individual, que deje atrás a esta sociedad que se deshace a sí misma por causa de la violencia, las drogas y el abandono. En su testimonio encontramos recursos para animarnos a construir una sociedad más humana, basada en el trabajo y no en la riqueza, el lucro y la diversión, una sociedad solidaria y no egoísta. En los mártires encontramos aquellos valores fundamentales que hacen de los seres humanos realidades cabales y nuevas, humanas y cristianas. Nuestra posibilidad de humanización está en volvernos hacia los mártires, en dejarnos iluminar por ellos y en aceptar su desafío.
Al igual que el mensajero del primer día de la semana de pascua -como hemos leído en el evangelio (Mateo 28, 1-10)- dijo a las mujeres que volvieran a recorrer el camino de Jesús, ellos también nos invitan hoy a recorrer ese mismo camino. Por eso, esta reunión es muy importante y la fiesta no debiera llevarnos a olvidar el hecho fundamental que nos ha convocado esta noche. Olvidarlo o tomarlo como un hecho trivial es renunciar a la memoria, a nuestra memoria de resistencia y promesa, y es abrir la puerta para que ellos escriban nuestra historia por nosotros.
La conmemoración de esta noche, es decir, el hacer memoria de los hechos ocurridos en ella y de tantos otros hechos similares, restaura el sentido violentado de la justicia. La justicia es el fundamento de la paz social e individual. Un orden social donde la humanidad pueda realizarse como tal, donde su dignidad sea respetada, sus aspiraciones legítimas satisfechas, su acceso a la verdad reconocido y su libertad personal garantizada (Medellín, Paz). Ayer como hoy, el problema radical, tal como lo enunció Ignacio Ellacuría, es la lucha de la vida contra la muerte. Es la lucha por pasar de unas condiciones inhumanas de vida a otras humanas. Esta es una celebración de esa vida y quisiera ser también un compromiso para defenderla y para conseguir que predomine sobre la muerte. Al hacer memoria de los gestos de la entrega de Jesús también hacemos memoria de todos sus mártires, algunos de los cuales son nuestros, son salvadoreños y salvadoreñas. Que la presencia de Jesús y de sus mártires en medio de nosotros nos den valor y fuerza para recorrer su camino. Así sea.
San Salvador, 15 de noviembre de 2003.
El 16 de noviembre la UCA fue a la cripta de catedral a celebrar a sus mártires con Monseñor Romero. Antes de la misa hubo una procesión alrededor de la Plaza Gerardo Barrios, encabezada por un crucifijo de madera donde estaban pintadas las imágenes de Mons. Romero, los jesuitas, Elba y Celina. Portaban también las palmas adornadas con flores que encabezaron la procesión de farolitos la noche anterior en la UCA. En esta procesión se reclamó justicia, pidiendo el esclarecimiento de la muerte de los jesuitas, de otros sacerdotes y otras víctimas, todo ello acompañado con cantos religiosos. El ambiente era de oración, de respeto por las víctimas y de la serenidad que tienen aquellos que se saben poseedores de una verdad honda sobre sus vidas y la del país. Concluida la procesión por las calles, ésta entró a la cripta para dar inicio a la celebración eucarística. La Eucaristía estuvo presidida por el Nuncio, Mons. Giacinto Berloco. Concelebraron el P. Provincial, el Rector de la UCA, y varios jesuitas y sacerdotes del clero diocesano. Había también delegaciones de la solidaridad internacional.
Durante la misa, en la homilía y en las oraciones, cada vez que el Nuncio pronunciaba el nombre de Mons. Romero, la gente aplaudía largamente, mostrando su cariño y como pidiendo su canonización. De hecho en varias ocasiones irrumpió con gritos de "¡Viva Monseñor Romero!" y "¡Canonización! El ambiente uno de alegría, entusiasmo y recogimiento.
Las ofrendas venían de muchas comunidades: Fundación Romero, jóvenes, Fe y Alegría, Externado San José, Parroquias, solidaridad internacional. Presentaron una copa con tierra proveniente de Portugalete -donde nació Ignacio Elllacuria- y otra de El Salvador, después de haberlas meclado.
La homilía la tuvo el señor Nuncio. Su relación con los mártires viene de muy lejos. Estaba él en Roma trabajando en una congregación relacionada con América Latina, cuando ocurrió el asesinato. Enseguida le dieron la noticia. Al día siguiente representó al Vaticano y, en la Iglesia del Gesu, concelebró con el Padre Kolvenbach la misa por los mártires. Su homilía fue bien acogida, y era interrumpida cada vez que pronunciaba el nombre de Mons. Romero y mencionaba el tema de los mártires por la justicia. En cierto momento, pronunció individualmente el nombre de cada uno de los mártires de la UCA, a lo cual la congregación respondió con aplausos largos y calurosos. He aquí, abreviado, el texto de su homilia.
Queridos Hermanos y Hermanas:
Jesús no promete una vida fácil; una vida sin pruebas y tribulaciones, sino todo lo contrario "si el mundo los odia, sepan que antes me odió a mí… Acuérdense de lo que les dije: el servidor no es más que su patrón. Si a mí me han perseguido, también los perseguirán a Ustedes" (Jn 15, 18-20). No se necesita mucho para que nos demos cuenta de la verdad de estas palabras del Señor.
La historia de los hombres está llena de momentos oscuros, en los que ha prevalecido el odio, el deseo de venganza, el egoísmo, el afán de poder y el olvido de nuestros hermanos. También los tiempos presentes son bien sombríos y no faltan tensiones, violencias, falta de respeto a la vida de los demás y olvido de sus derechos y necesidades más elementales. Tenemos la certeza que Cristo resucitado sigue en medio de nosotros y que un día volverá en la plenitud de su condición de Hijo de Dios y Señor de la historia.
Jesús sigue animándonos con las palabras que dijo a sus discípulos antes de su pasión: "Les he dicho estas cosas para que tengan paz en mí. En el mundo tendrán tribulaciones. Pero ¡ánimo! Yo he vencido al mundo". La victoria de Jesús está en su amor sin condición para con nosotros; está en la ofrenda que él hace de sí mismo al Padre en sacrificio de expiación de los pecados del mundo.
En esta perspectiva de la santificación que se produce en nosotros por el misterio de la muerte redentora de Jesús y de la gloria que él tiene reservada a los elegidos cuando volverá al final de los tiempos, podemos enmarcar la conmemoración que hoy estamos haciendo de los seis padres jesuitas y las dos hermanas que hace 14 años fueron sacrificados de una manera tan bárbara. La cita que cada año tenemos con ellos y que hoy realizamos en esta cripta en la que reposan los restos sagrados del querido y venerado Monseñor Romero, es para que guardemos viva la memoria de estos hermanos nuestros que sacrificaron sus vidas por su amor a los hermanos, especialmente a los más pobres y débiles.
El Papa Juan Pablo II, durante el año del jubileo, quiso celebrar públicamente, el 7 de mayo del 2000 en el Coliseo, la memoria de los muchos mártires y testigos de la fe que, especialmente a lo largo del siglo XX, han experimentado el odio y la violencia, a veces hasta la entrega de sus vidas. Decía el Santo Padre en aquella oportunidad: "Estos hermanos y hermanas nuestros en la fe, que hoy recordamos con gratitud y veneración, constituyen un gran cuadro de la comunidad cristiana del siglo XX. Un mural del evangelio de las bienaventuranzas, vivido hasta el derramamiento de la sangre".
El Papa en distintas oportunidades ha hecho referencia a todos aquellos que, de una manera u otra, en los diferentes lugares del mundo, han sacrificado su vida por amor a la justicia y por su espíritu de fraternidad universal, y ha exhortado a guardar la memoria de su sacrificio como expresión de gratitud y estímulo para imitarles en su generosa entrega. En su reciente exhortación Apostólica postsinodal "Ecclesia in Europa", dice lo siguiente: "Quiero proponer a todos, para que nunca se olvide, el gran signo de esperanza constituido por los numerosos testigos de la fe cristiana que ha habido en el último siglo, tanto en el Este como en el Oeste. Ellos han sabido vivir el evangelio en situaciones de hostilidad y persecución, frecuentemente hasta el testimonio de la sangre" (n. 13).
Por eso, sin rencor y perdonando a los responsables de aquella matanza cruel e injustificada de hace 14 años, hoy recordamos con respeto y admiración a los ocho hermanos nuestros que murieron aquel 16 de noviembre de 1989 y los llamamos por sus nombres: Ignacio Ellacuría, Segundo Montes, Ignacio Martín-Baró, Amando López, Juan Ramón Moreno, Joaquín López, Julia Elba y Celina Ramos.
Su muerte ocurrió en la madrugada, cuando todo estaba a oscuras como para significar el dominio de las tinieblas y del pecado; pero pronto iba a alborear un nuevo día. Su sacrificio sirvió sin duda para despertar una nueva conciencia a favor del diálogo y de una solución pacífica al doloroso y largo conflicto fratricida para un futuro mejor para nuestro pueblo.
El recuerdo de estos hermanos nuestros no es un gesto académico o de conmiseración; tiene que traducirse en un compromiso para que superemos toda tentación al rencor y a la violencia, para que estemos siempre abiertos al diálogo y la concertación , y trabajemos conjuntamente por la justicia, la defensa para los derechos fundamentales de toda persona humana y el bienestar de todos los salvadoreños. Estamos convencidos que el sacrificio de los hermanos que hoy recordamos no fue en balde. "Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo, pero si muere, da mucho fruto", dijo Jesús (Jn 12, 24).
Que sepamos también nosotros desgastarnos por el Señor y por nuestros hermanos; que sepamos, con nuestra actitud de solidaridad y servicio a los demás anunciar al mundo, sumergido en la violencia y el desánimo, el Evangelio de la esperanza, sabiendo que haciendo el bien y practicando el amor y la justicia, nuestros nombres estarán inscritos -como dice la escritura- en el libro de la vida.
"Los sabios, dice el profeta Daniel, brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad". Y así sea.
Acaban de cumplirse catorce años del asesinato de seis sacerdotes jesuitas y dos de sus colaboradoras. En todo este tiempo, los familiares de las víctimas, la Compañía de Jesús y la comunidad universitaria, han intentado por diversos medios que se obtenga justicia en el caso. Sin embargo, a pesar que se conocen los nombres de las personas que ordenaron el crimen, eso aún no ha sido posible.
Desde el año 2000, los interesados han intensificado la lucha jurídica por esclarecer la verdad y reclamar justicia, esto ante la pasividad de las autoridades, que con su silencio se estaban volviendo cómplices de los asesinatos. Pero ni las denuncias públicas, ni el haber dado los nombres de sospechosos y testigos, ni nombrar abogados y utilizar las vías judiciales del "nuevo El Salvador" ha valido, para poder sacar de la impunidad a poderosos ex militares y a un ex Presidente de la República.
El Fiscal General y algunos magistrados y jueces se han empeñado en favorecer a los asesinos y han complicado el camino hacia la verdad, la justicia, la reconciliación y el perdón. Cada uno de ellos creyó en su momento, que con su actuación iban a detener las investigaciones y que los parientes de las víctimas, su comunidad y sus amigos iban a desistir de sus legítimas aspiraciones ante el sistema judicial, debido a las afrentas recibidas.
Nada más alejado de la realidad. Debe tenerse en cuenta que en este caso, los que están en contra de que se enjuicie a los asesinos son las personas que han tenido que juzgarlos, o las que han obstaculizado las investigaciones, no así las leyes, ya que las aspiraciones de las víctimas son tan justas, que cualquier ley, constitución o tratado internacional las avala. Por ello es que en ese mundo de lo "legal", cuando alguien tiene la razón, poco vale que una actuación deshonesta cierre una puerta, ya que hay otras que de manera natural se abren y conducen a caminos que -tarde o temprano- hacen que la verdad y la justicia logren resplandecer.
Sobre el caso jesuitas, tenemos que su última parada judicial ha sido en la puerta de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, lugar en el que fue presentado un recurso de amparo hace dos años, en un intento por revertir las decisiones maliciosas e injustas, de los funcionarios que han impedido que se enjuicie a los autores intelectuales de la barbarie cometida. Dicha sala aún guarda un silencio perverso en el trámite del proceso y parece querer agotar la paciencia de los peticionarios.
Por ello se ha acudido recientemente a una instancia internacional. En un acto jurídico que representa una forma de decir ¡ya basta de burlas y atropellos en los tribunales de El Salvador!, el pasado 17 de noviembre fue presentada una denuncia formal en contra del Estado salvadoreño ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, por haberse violado los derechos de Garantías Judiciales y Protección Judicial de las víctimas. En el documento se relatan detalladamente las circunstancias que mantienen en la impunidad el caso y las graves violaciones a la ley de los funcionarios que han conocido del caso.
A partir de esta denuncia, se inicia otra etapa en la búsqueda de justicia en el caso jesuitas, la cual tampoco será fácil ni muy rápida, pero sí representa una esperanza muy fuerte de que finalmente, será posible el enjuiciamiento de los autores intelectuales del múltiple asesinato. En una institución internacional, el Estado no podrá actuar con la misma mala fe y picardía con la que ha actuado internamente, ya que no está en sus manos dominar ni someter a sus antojos el procedimiento.
Por eso es que hoy soplan vientos de mucha esperanza para el trámite del caso, y no cabe duda, que tarde o temprano el juicio judicial llegará, quizá como aquel ladrón inesperado, de cuya visita no se sabe "ni el día ni la hora".
IDHUCA
"La Corte, como de costumbre, es una Corte temerosa, débil, cobarde, que no quiere enfrentar casos polémicos y recurre al procedimiento de retardación de justicia... Es muy indiferente ante peticiones de ciudadanos y, sin embargo, muy veloz cuando es el ejecutivo el que le pide algo... Estamos acostumbrados al atraso", José María Tojeira.
Nueva Granada,
10 de octubre de 2003
Señor Elías Antonio Saca
Candidato a la Presidencia
Partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA)
Estimado Señor Saca:
Sea bienvenido a Nueva Granada.
El lema que promociona la visita que Usted hace a los diversos municipios del País, "hablemos con libertad", me hace reflexionar sobre la realidad que viven nuestras comunidades. También el llamado a defender la libertad que el País ha conquistado lleva a preguntarme si realmente somos libres. He llegado a la conclusión de que mi pueblo, el de Nueva Granada, y así también nuestro país, no es libre y no hay tal libertad. Pues la libertad no es abstracta, sino concreta y situada. Es en la sociedad donde se dan las oportunidades para ser libre. Y hasta hoy en Nueva Granada no hay ningún tipo de oportunidades.
Dígame Usted, ¿es libre el campesino de El Amatillo, El Carrizal, La Palomía de Gualcho y los otros cantones de Nueva Granada, que gana $2.28 al día? ¿Podrá con este salario elegir, y en eso consiste primariamente la libertad, en la capacidad de elegir, qué alimentos comer cuando la libra de carne de res vale $2.51, veintitrés centavos de dólar más que lo que gana en un jornal? ¿Podrá elegir si pone o no estudiar a sus hijos en la universidad cuando la cuota mínima es de $50.00 sin contar el transporte, vestuario y alimentación y su salario mensual es de $54.72? ¿Puede con $2.28 cubrir los gastos de salud, cuando un frasquito de Cofal (ungüento popular) vale el salario de un día? ¿Puede ser libre un niño de hoy, joven de mañana y adulto del futuro que, por razones de malnutrición, producto de la extrema pobreza, ve mermada su capacidad de comprensión y de aprendizaje? ¿Podrán sentirse libre los niños y niñas con trastornos en el aprendizaje (dislexia, discalculia, entre otros), si en las escuelas públicas no hay profesionales expertos en estos trastornos? La respuesta a todas estas interrogantes es no. Entonces, ¿de qué libertad está hablando Usted y el Partido ARENA?
Señor Antonio Saca, el lema que a Usted lo promociona ha llevado a expresar a su partido político que vivimos en un país libre y con mucha prosperidad, como lo pregona el señor presidente Francisco Flores cada vez que sale del País. Le pregunto a Usted, si vivimos tan bien y gozamos de tal libertad, ¿por qué más de 200 jóvenes de Nueva Granada, cada año, abandonan a sus familias y amigos para emigrar ilegalmente a los Estados Unidos, poniendo en peligro su vida para ir en busca de oportunidades laborales que aquí no han encontrado? Y no sólo se van los que no tienen trabajo, sino hasta los que tienen, porque el salario no les alcanza para satisfacer las necesidades básicas como son: alimentación, salud, educación y vivienda.
Señor Antonio Saca, la pobreza que vivimos en Nueva Granada clama al Cielo. El progreso y la libertad que los gobiernos de ARENA han prometido sólo han sido falsas promesas. Para fundamentar esta afirmación le quiero comunicar los siguientes datos: en la Villa viven 512 familias de las cuales 300 tienen agua potable, 212 no tienen agua potable; 327 familias tienen energía eléctrica, 187 no tienen acceso a energía y alumbran su casa con candil; 160 familias tienen teléfonos, 352 no tienen este medio de comunicación. No le planteo lo de la zona rural porque la realidad es todavía más deprimente. Los cables del tendido eléctrico pasan por todos los cantones, pero no por todas las casas, pues una buena parte de los campesinos no pueden pagar el recibo de energía eléctrica. Señor Antonio Saca, en esta Villa no debemos enfermarnos de noche, ni los sábados y domingos, pues la Unidad de Salud sólo trabaja días y horas laborales: de 8:00 am a 4:00 pm y de lunes a viernes. Además, debemos hacer colectas para pagar las reparaciones del vehículo, la luz eléctrica, el teléfono y hasta el agua, pues muchas veces cae en mora por descuido del SIBASI de Santiago de María.
Señor Antonio Saca, Usted viene al parque de Nueva Granada con un contingente de seguridad y no tendrá la oportunidad de compartir con los pobres de este municipio; de seguro será la primera y última vez que lo veremos por estos arrabales. Pues el visitar los municipios más parece una estrategia electoral, que la búsqueda de líneas para un plan de trabajo de un futuro gobierno. Lo mismo hizo quien está actualmente en el poder y reconoció, pasada las elecciones de diputados, que se había alejado del pueblo y descuidado de la economía familiar. Si usted no se quiere olvidar de este Municipio y de sus problemas le puedo sugerir a un campesino, don Daniel Alfaro de Nuevo Gualcho, para que sea su asesor y que no le costará tanto dinero al Estado como uno traído de Harvard.
Señor Antonio Saca, a estas alturas sus asesores y simpatizantes de su partido dirán que soy un comunista y aliado de Shafik Handal, hasta alguno se atreverá a afirmar que él me escribió esta carta. Pues le diré que están equivocados y el anticomunismo les ciega y no ven la realidad que vive nuestra gente. He pensado estas ideas cuando visito las casas de los campesinos que están hechas las paredes de ajonjolí y el techo de lámina y se mojan en el invierno. Estas palabras expresan lo que experimento cuando llegan a la parroquia a pedirme dinero para pagar la cuota en el hospital y comprar la receta médica porque no les dieron medicina.
Quieren ser voz del casi 60% de la población de este municipio que no saben leer, ni escribir porque no tuvieron la oportunidad de ir a la escuela. Mis palabras no son ideológicas, sino más bien salen de la compasión que siento cuando veo a don Oscar Peralta, un anciano de este pueblo, que trabajó toda la vida y hoy no tiene donde caerse muerto" porque no ha tenido oportunidad de tener una pensión de vejez, y al igual que él todos los campesinos del País.
Tampoco es prédica de odio, sino sentimiento de indignación, cuando he encontrado a muchas madres de familia comiendo con sus hijos tortillas con sal y limón, mientras hay algunos, Usted los conoce mejor que yo, que banquetean todas las noches.
Señor Antonio Saca, si Usted quiere ser Presidente de la república acuérdese del pueblo pobre; pues los ricos, los grandes empresarios, ya tienen demasiado, porque su partido político ya les dio la oportunidad a ellos de ser libres. A los pobres que es más del 60% a nivel nacional, aquí en Nueva Granada el 100%, a ellos no se les ha dado la oportunidad de ser libres.
Si su intención es continuar con lo que ha hecho hasta hoy ARENA en más de catorce años, le sugiero que no se presente como candidato presidencial. Por ética y por conciencia cristiana no se preste a la muerte lenta de nuestro pueblo.
Espero que estas palabras, dichas con mucho miedo, pues no creo que haya libertad, le iluminen en su posible gobierno.
Pbro. Alcides Ernesto Herrera
Administrador Parroquial de Nueva Granada
***
El Padre Alcides entregó la carta a Tony Saca en la Parroquia, pues no dejaron que la leyera en el "acto de consulta. En dicho acto le insultaron de comunista, de falta de ética por hablar de política y de no creer en Dios. Todo esto fue transmitido en el noticiero de Cuatro Visión y TCS.
Africa, Honduras, Colombia, Iraq, La quesera
Cada 16 de noviembre queremos recordamos a todos los mártires. Lo hacemos por agradecimiento y por justicia, mientras los poderes de este mundo los ignoran. En las páginas que siguen vamos a recordar a Honduras, Colombia, Irak y Africa. Y encabezmos el recuerdo con unas reflexiones de José Ignacio González Faus sobre "La geografía de nuestro mundo": un continente de víctimas, otro continente de indiferentes y un tercer continente de comprometidos.
Mi geografía
Aprendí en el bachillerato que en el mundo hay cinco continentes. Con los años uno modifica los conocimientos recibidos, y hoy mi geografía particular encuentra la tierra dividida en tres únicos continentes: el de las víctimas, el de los indiferentes y el de los comprometidos.
1. El primero debería ser la patria de adopción de todos nosotros. Está poblado por todos aquellos, antiguos y modernos, a los que ya no podemos olvidar sin degradar la existencia humana. Víctimas del Holocausto, o del Goulag, de las cámaras de gas y transportes hacinados de pie durante tres o cuatro días, como los descritos por Primo Levi o Imre Kertesz. Todos los torturados y triturados por el videlismo o el pinochetismo. Los olvidados de Africa que, por mucho que sufran, sólo interesarán cuando tienen diamantes o minerales útiles. Tantos centroamericanos asesinados indirectamente por el Imperio que los considera sólo como su patio trasero. Niñas brasileñas o nicaragüenses, prostituidas a los once años y que aspiran pegamento por los arrabales de tantas ciudades. Palestinos masacrados y acogotados por un gobierno israelita criminal que quiere hacer del holocausto de ayer una carta blanca para sus crímenes de hoy. Los millones de niños hambrientos trabajando doce horas diarias en países de Asia para regalo del consumismo desarrollado. Los enfermos de medio planeta sin acceso a los medicamentos porque no pueden pagarlos y no suponen negocio para las multinacionales farmacéuticas. Todos los obreros molidos por el capitalismo que desarrolló al Primer Mundo; los marginados de nuestro cuarto mundo, que desconocen ya su dignidad pero a ratos la encuentran. Los hacinados en las pateras en busca de una vida inhumana. Los millones de seres humanos desechables, que hoy se llaman excluidos porque el neoliberalismo ya no los necesita ni siquiera para explotarlos...
Escribir sobre la grandeza del ser humano olvidando esta realidad sería una banalidad y un insulto a todos ellos.
2. En el segundo continente está la legión de irresponsables que ocupan páginas y espacios de la vida mediática. Todas las personas e instituciones que tejen en secreto y en provecho propio la marcha económica del mundo y afirman hipócritamente que así se acabarán un día el hambre y la miseria. Los que viven explotando a los demás, enriqueciéndose con el trabajo de niños de países lejanos, o con el recorte de salarios o con la corrupción que todos sabemos que es el método más eficaz (y más extendido) de enriquecimiento, aunque procuremos no publicar esto. Los agentes de esa televisión basura que desmotiva e integra en el sistema. Los que aparecen en alguna final deportiva o en un campo de fútbol y viven sólo para buscar esos triunfos y cobrar millones por ellos, y fijan su residencia en Montecarlo para evadir impuestos. Los que hablan escuchándose a sí mismos, quizá mendigando un afecto que no merecen. Las víctimas de la rueda del consumismo, los promotores de esa ética del "ocúpate sólo de ti mismo y que cada cual se ocupe de sí". Esa porción de la juventud a la que su poca edad y su fuerza vital les hacen creer que pueden tener derecho a más...
Este es el continente del que hay que estar procurando salir cada día, aunque sea en pateras de riesgo como los africanos que escapan de sus tierras. Por desgracia están en él muchos responsables y clérigos de mi Iglesia, quizá porque creen que los suyo es "dedicarse a la santidad" sin saber que -como escribió Anohuil- "la santidad es también una tentación"...
3. El tercer continente es el de aquellos que van saliendo o han emigrado del segundo al primero de esos mundos, algunos con la audacia de emigrar con los hijos. Los que en lugar de quejarse: "por qué me pasa esto a mí?", se atreven a preguntarse: "¿por qué no me ocurrió eso a mí?". El de todos los que, como sea, buscan ayudar a las víctimas y hacer algo por ellas, aun a costa de acabar ellos victimados del modo que sea. Es el continente de algunas ONGs, de Oscar Romero, Ignacio Ellacuría, Simone Weil o Etty Hillesum, el del Movimiento de los sin Tierra brasileño, que es una de las maravillas de nuestro mundo, cuyos paisajes enternecen y llegan más adentro del corazón que las basílicas romanas o las pirámides de Egipto. Y de muchos más que son legión y que no hacen ruido por lo que nadie habla de ellos... Estar y encontrarse con ellos es un gozo y un regalo, porque éstos son los que se han mudado de la "calle Melancolía" a la "ciudad de la alegría". Y tanto si triunfan (pocas veces) como si fracasan (bastantes más), valoran cada víctima salvada o aliviada, gozan por ello y, por lo general, en todos se acaba encontrando algún tipo de profunda experiencia humana (laica o creyente) que los alimenta desde el hondón de sus vidas y que, al compartirla, proporciona el único posible sentido, pequeño pero fecundo, que cabe en esta vida.
Según un escritor cristiano del siglo II, es "gracias a éstos" como el mundo se mantiene en pie y no se va a pique. Idea que más tarde expresará la Cábala con más belleza: es gracias a las chispas de esa pureza, diseminadas entre toda la podredumbre de la tierra como el mundo sigue viviendo. Esta es mi geografía.
José Ignacio González Faus
Africa. Los mártires siguen vivos
¡Solo un día cundió el pánico! Fue el día del asesinato del Arzobispo Christophe Munsihirwa, el Romero Africano.
Ese día Bukavu, (la capital del Kivu Sur en la República Democrática del Congo, diócesis de Munzihirwa), estalló haciéndose añicos; la ciudad quedó cortada en dos, la población rota, todos, pobres y ricos, grandes y pequeños estallaron despavoridos y, salpicados por la sangre y la fuerza del Pastor enérgico y bondadoso, se esparcieron en un radio de miles de kilómetros...
Lloraron a su Pastor amante de la verdad en defensa de una vida digna para su pueblo. Enterraron el miedo, el odio y la venganza. Resistieron a la violencia y el pueblo sigue sembrando huertos con semillas de Justicia y de Esperanza. La sangre de los Mártires es semilla de nueva humanidad: ¡Gracias! = AKSANTI SANA.
Su sucesor y amigo el obispo Emmanuel Kataliko cayó años mas tarde. Desterrado, denunció con firmeza y claridad la violencia de los poderosos; protegió al pueblo, con él vivió, hasta el final, un martirio lento y el pueblo sigue sembrando huertos.
Romain, sacerdote y amigo, decano de la facultad de Ciencias Políticas, el cura bueno. Le asesinaron con maldad, en la revuelta del camino de su casa, cerca del bosque ensañándose cegados con la luz de tu bondad. Y el pueblo sigue sembrando huertos.
Y la cadena sigue... Charles, el hermano de la maestra, cayó en su casa por la noche, defendiendo a los hermanos pequeños. Jerôme, el hijo del enfermero, estudiante de Derecho. El taxista, los dos jóvenes panaderos, mama Popa de 80 años, médico y religiosa; los tres curas de la selva, y el viejo que no tenía miedo. Y la cadena sigue y hay más nombres que quedan en el tintero...
-¿De dónde sacan ustedes la fuerza, profetas de nuestro tiempo?
-El Testigo Jesús de Nazaret, los mártires de Uganda, sus ancestros y tantos mártires anónimos del Continente. Hoy sus hermanos ya han tomado el relevo: Creen en el único combate de la Palabra y la Voz de la Denuncia...Ysiguen sembrando huertos.
El 14 de noviembre -a veces lo hacen el 16 para coincidir con los mártires de la UCA- en la lejana Madrid van a celebrar el recuerdo en todos estos hermanos y hermanas africanas mártires.
Marivi Garbayo
Honduras. Pronunciamiento de los jesuitas
Ante los hechos de sangre en el campo, ante el abandono de la población campesina y ante la impunidad y las amenazas a defensores de los derechos humanos, la Compañía de Jesúsha publicado el siguiente pronunciamiento:
1. A un mes del asesinato de los campesinos Cecilio Hernández y Teófilo Gutiérrez, la justicia sigue sin dar ninguna señal y las continuadas amenaza sobre el grupo campesino "Unidos Venceremos" y sobre los defensores de los derechos humanos puede degenerar en nuevos hechos de sangre.
2.Tenemos información fidedigna del involucramiento de funcionarios, empleados públicos y diversas instituciones municipales y estatales tanto en el respaldo a los presuntos asesinos como en el proceso de entorpecimiento para que se conozca la verdad y se aplique la justicia.
3.En nombre de la Vida y del derecho de la población campesina, exigimos al gobierno de la República que ponga en marcha un proceso judicial serio y transparente que lleve a la captura y enjuiciamiento de los asesinos materiales e intelectuales de los campesinos Cecilio Hernández y Teófilo Gutiérrez.
4. Igualmente, exigimos que se atienda el clamor de la población del campo por el derecho a la tierra y por políticas estatales que respondan a la seguridad alimentaria, asistencia técnica y crediticia para la producción de los campesinos pobres, y en definitiva para dar respuestas a la situación de abandono y de calamidad en la que sobreviven miles de familias campesinas pobres de nuestro país.
5.Lamentamos que el gobierno privilegie respuestas superficiales y publicitarias a los graves problemas de inseguridad, violencia y de pobreza en que se encuentra sumergido el país. Especialmente nos preocupa la tendencia de endurecimiento y de intolerancia del gobierno con respecto a los diversos sectores que expresan su malestar con las decisiones del gobierno.
6.Lamentamos profundamente que esta tendencia de intolerancia aliente el surgimiento de grupos que amenazan a instituciones y personas defensoras de los derechos humanos. Por ello, expresamos nuestra solidaridad con el Comité de Familiares y Desaparecidos de honduras, COFADEH, y particularmente con su coordinadora, la Señora Bertha Oliva, que ha sido reiteradamente amenazada de muerte. Exigimos al gobierno que se ponga en marcha un proceso de investigación que lleve a identificar a los responsables de estas amenazas y a crear las condiciones para que los defensores de los derechos humanos puedan realizar su labor dentro del derecho que les asiste la Constitución de la República.
7.Expresamos nuestra solidaridad con los diversos sectores de la sociedad hondureña que luchan y se esfuerzan por construir un país más compartido, y ratificamos nuestro compromiso de Fe y Justicia de acompañar todos los esfuerzos populares que lleven a que brille la Buena Noticia de Jesucristo sobre todas las víctimas de los poderes ocultos en las tinieblas de la injusticia.
El Progreso, Yoro, 16 de octubre de 2003
Iraq. Solidaridad de religiosos y religiosas de Estados Unidos y Gran Bretaña
Las conferencias de Religiosos y religiosas de lo Estados Unidos y Gran Bretaña. escribieron el 29 de octubre al Presidente Bush y al primer ministro británico Tony Blair.
"Nuestras naciones tienen una obligación particular de garantizar que los esfuerzos desplegados para la reconstrucción se orienten al bienestar del pueblo iraquí, asegurando protección y respeto por los derechos humanos", dado que ambas naciones son responsables de la "destrucción" de las infraestructuras del país árabe.
Formulan seis peticiones. 1) reforma de la justicia y elaboración de proyectos claros que garanticen alimentación, servicios sanitarios, escuela y casas para todos. 2) la participación del pueblo iraquí en las decisiones sobre el proceso de reconstrucción. 3) la integración de las necesidades particulares de las mujeres y su plena participación en el proceso de cambio. 4) la reconstrucción debe realizarse de manera transparente desde el punto de vista de los contratos estipulados con las empresas encargadas de los diversos sectores. 5) las decisiones sobre la destino de los ingresos provenientes de la venta del petróleo han de tomarse con la participación de los ciudadanos iraquíes.
Por último, "pedimos que se proceda a una rápida reducción del personal militar estadounidense y que se hagan esfuerzos verdaderos destinados a hacer que el país vuelva a estar bajo el control de los mismos iraquíes empeñados en la protección de los derechos humanos y en el desarrollo de una nación integrada en la comunidad internacional".
Colombia. Solidaridad de don Pedro Casaldáliga
El conflicto interno colombiano ha desplazado a más de dos millones de personas de todas partes del país. El 75% mujeres y niños. El campo se descampesiniza y se relatifundiza. La tierra, el territorio y el campesinado se han convertido en "botín" de guerra. La muerte y el dolor se banaliza y se invisibiliza. La masacre llega a extremos de violencia real y simbólica nunca imaginadas. La población "indigente de la guerra" llena las calles, las esquinas y las plazas de las ciudades.
Sin política pública que priorice la prevención, la atención, la protección y la solución a esta tragedia de humanidad, la población desplazada va quedando a la deriva, en manos de bandas criminales, o de politique-ros oportunistas, o del proselitismo religioso, o del asistencialismo de algunas ONGs.
La situación se agudiza aún más con la actual política de Seguridad Democrática del presidente Uribe que fortalece las fuerzas armadas, prioriza la solución militar del conflicto, vincula la población civil al conflicto armado, favorece la impunidad paramilitar y consolida la economía y la cultura de la guerra. La población desplazada, en estas condiciones, seguirá creciendo y padeciendo la gravísima situación de vulnerabilidad, inseguridad y estigmatización. En medio de este drama escribe don Pedro Casaldáliga
Bogotá, D.C. octubre 3 de 2003.
Les acompaño en todo ese duro caminar de Colombia. Todos los días están presentes en mi oración y en mi preocupación. Cuenten con nuestra oración. De verdad. Ustedes saben muy bien cómo llevar esta cruz. Sean lo más serenos posibles y transparentes. No se dejen obsesionar. Sigan, convoquen, celebren, respondan al día a día. En la fidelidad desconcertante pero infalible del Reino.
Sigo la noticia de la persecución concreta a las 23 comunidades del Cacarica. Todos entendemos que se trata de una especie de calumnia mayúscula con intereses geopolíticos y hasta racistas.
El pueblo de Colombia, los pueblos de nuestra América, la Iglesia de continente, deben denunciar esta criminal tergiversación. Con la excusa de la guerrilla y del narcotráfico se está justificando un verdadero genocidio en muchas áreas de Colombia. Les abrazo con muchísimo cariño en la paz del buen Dios.
Pedro Casaldáliga
Y para terminar, una de las muchas masacres contra el pueblo salvadoreño. Fue en el primer año de la guerra civil. La guerrilla había destruido "el puente de oro". La respuesta no se hizo esperar y un operativo tierra-aire se ejecutó contra la población civil que vivía en la zona arriba del puente. "Tierra arrasada" se llamaba el operativo. Todo lo que vivía tenía que morir para desalojar definitivamente la zona.
Empezó la cacería humana. Madres y niños, ancianos y ancianas, hombres agricultores y mujeres huían por las veredas, se escondían bajo matorrales, corrían hacia el río Lempa tratando de pasarlo en lancha pero se toparon con otra parte del ejército que les disparaban. Regresaban se volcaron las lanchas, quienes podían nadar en medio de las balas lo hicieron, otros quedaron por siempre en el agua. Pero hubo sobrevivientes. Se dispersaron por todo el país después de estos días de angustia.
El miedo y el terror se apoderó de ellos. Sólo los más íntimos podían oír lo sucedido sin percatarse de que se trataba de una matanza general en la zona. Los relatos son aterradores. Veinte años de silencio hasta que algunas personas no aguantaron más el dolor reprimido y delante de una comunidad cristiana relataron los hechos. Así empezó la investigación. Nunca se sabrá cuántos y quiénes eran los muertos. En este momento contamos con una lista de más de 250 víctimas mortales.
El lugar "La Quesera", cerca de Linares es un lugar símbolo. Un nuevo propietario cedió un solar, donde por cierto hay enterrados, para colocar una cruz y donde se puede realizar una plegaria. Este 25 de octubre de 2003 celebramos por segunda vez con los sobrevivientes la vida de los muertos inocentes como la Iglesia celebra la masacre de los inocentes de Belén.
La comunidad