AÑO XXIV, No. 533              1-30 de septiembre, 2004

 

El Salvador, tierra de esperanza

INDICE

LOS CIEN DIAS DE ANTONIO SACA

DOS JUICIOS: IRAK Y MONSEÑOR ROMERO

JUICIO EN ESTADOS UNIDOS SOBRE EL ASESINATO DE MONSEÑOR ROMERO

GUALSINGA: UN RIO DE SOLIDARIDAD

MEDITACIÓN SOBRE EL TERRORISMO

DAVID ROBINSON: PAX CHRISTI USA

EL PASO NO DE UN HURACÁN

RECONSTRUYENDO LA ESPERANZA... TEJIENDO SOLIDARIDAD

ESCUELA DE TEOLOGIA DE MEJICANOS: TRES EXPERIENCIAS TEOLOGICAS

DON MANUEL: INFATIGABLE CONSTRUCTOR DE IGLESIA

 

Los cien días de Elías Antonio Saca

Incrementos en la Canasta Básica de Alimentos

Los compromisos de Saca

            La semana recién pasada, el presidente Elías Antonio Saca cumplió sus primeros cien días al frente del gobierno salvadoreño. En nuestro país se ha vuelto una tradición evaluar, no tanto lo que la nueva gestión gubernamental ha alcanzado efectivamente en ese primer trimestre, sino sus iniciativas y perspectivas de mediano y largo plazo. Como trasfondo de esa evaluación, están, por un lado, las promesas de campaña y, por el otro, las ofertas efectuadas al calor de la victoria obtenida en las urnas.

            Los primeros cien días de Saca deben evaluarse, ante todo, a la luz de ese doble trasfondo. Por el lado de las promesas de campaña, el entonces candidato a la presidencia por ARENA se comprometió a ser el artífice de una reforma social. Pero que fuera abordada en su especialidad, aunque subordinada al modelo económico heredado de sus predecesores,  lo cual suponía el diseño de un conjunto de políticas que la convirtieran en una realidad inobjetable. Priorizar lo social también significó para el candidato Saca hacerse cargo del problema de la criminalidad, la violencia y la inseguridad. Aquí no dudó en asumir la herencia del ex presidente Francisco Flores, es decir, la tesis de que las maras constituyen el principal foco de criminalidad, violencia e inseguridad y que, por tanto, deben ser combatidas sin contemplación. Esta actitud cuasi autoritaria —plasmada en el anuncio del plan “Super mano dura”— se mezcló con una actitud de signo distinto en el plano político: el compromiso de buscar consensos y acuerdos con la oposición.   

            Una vez declarado ganador en los comicios de marzo, Saca no cambió la tónica mantenida durante la campaña, robando protagonismo a Flores mucho antes de que éste le cediera la silla presidencial. El discurso de toma de posición reafirmó su compromiso con lo social —sin reforma económica— y su voluntad de profundizar la lucha contra las maras. En las semanas que siguieron a su investidura, el trabajo de Saca fue febril: visitas, reuniones y conformación de su gabinete. En estos momentos comenzó a hacerse claro que, al interior del país, su mandato sería de compromiso con la sociedad, con los empresarios y con su partido. También fue claro que, en el plano internacional, lo dominante sería la sumisión a los intereses de Estados Unidos, a juzgar por la decisión del nuevo presidente de mantener un contingente militar salvadoreño en Irak.

            De forma optimista, no faltó quien creyera que, de los tres compromisos internos,  el compromiso con la sociedad —con sus demandas, urgencias y necesidades—  sería el privilegiado. Se trataba de un optimismo que, aunque bordeara la ingenuidad, era alentado por el mismo presidente y aquellos de sus colaboradores más progresistas.

            En estos momentos, el furor inicial ha dado paso al escepticismo, cuando no al franco desencanto ante un presidente que ofreció más de lo que podía cumplir en materia social. En estos primeros cien días del nuevo gobierno, es evidente que su compromiso con los empresarios —con el segmento de ellos que se beneficia del modelo económico terciarizado— es el principal obstáculo para una reforma social que vaya más allá de lo meramente cosmético.         En otras palabras, que sin una reforma económica —en la que se redefinan, por ejemplo, el sistema tributario y la estructura de los salarios— las políticas sociales no serán ni consistentes ni sostenibles en el largo plazo.

            Definitivamente, la reforma económica es imprescindible si se quiere, en verdad, construir una sociedad más justa y equitativa. El compromiso social de Saca llegará hasta donde se lo permita el modelo económico vigente. Y hasta donde se lo permita su partido, atado institucionalmente a los grupos empresariales que actualmente controlan los destinos económicos del país. Los primeros cien días de gobierno no dan señales esperanzadoras al respecto. Antes al contrario, hacen temer que Saca —al igual que le sucedió a Flores— termine atrapado en las redes de los grupos empresariales, el autoritarismo y las promesas incumplidas.

            Por ahora, es la vena autoritaria teñida de un populismo ramplón lo que marca el perfil del presidente. Su insistencia en combatir a las maras —“esos delincuentes y malacates a los que ya se les acabó la fiesta”— es casi rayando lo enfermizo. Los abusos y la prepotencia policial se han puesto a la orden del día, siguiendo los designios de un presidente que, por otra parte, se muestra simpático, cercano a la gente, amigable y muy buena persona. En este punto, la filosofía del presidente es la de ofrecer garrote —es decir, violencia estatal— a quienes no se sometan a las reglas de juego impuestas por el poder, mientras que se regala una sonrisa a quienes, aunque en la miseria y el abandono, aceptan la suerte que les toca sin rechistar.

            En este sentido, el presidente Saca no se diferencia de sus tres antecesores en el cargo, salidos, al igual que él, de las filas de ARENA. Ellos también ofrecieron una “mano amiga” a todos los que condescendieran con las reglas de juego de la derecha, pero fueron duros y agresivos con quienes no las aceptaron o fueron críticos con ellas. Populismo y autoritarismo se han dado la mano en más de una oportunidad. Estos cien primeros días de Saca ofrecen evidencias de que ninguna de las dos tendencias es ajena a su ejercicio gubernamental.

 

El incremento del costo de la Canasta Básica Alimentaria

            Recientemente, se divulgaron los resultados de la encuesta de la Dirección General de Estadísticas y Censos (DIGESTYC), en la que se evidencia el incremento en el costo de la canasta básica alimentaria (CBA). Según dicha entidad, el citado aumento data desde de marzo del presente año y todo parece indicar que la tendencia alcista se mantendrá, ya que se encuentra relacionada con el incremento en los precios del petróleo.

            El aumento de precios ha golpeado las zonas urbanas y rurales del país, pero el impacto en estas últimas ha sido mayor. Mientras que, en la zona urbana, la CBA ha pasado de un costo de $128 a $134 (entre julio de 2003 a julio de 2004), en el área rural, esta ha variado de $94 a $106. Estos datos evidencian las difíciles condiciones de vida que atraviesan las personas que habitan en el campo. En la última década, los habitantes del área rural han perdido su capacidad adquisitiva, debido a la falta de dinamismo en el sector agrícola, lo cual se ha traducido en una falta de empleos.

            Es necesario mencionar que, entre los productos alimenticios que constituyen la CBA, los que han experimentado mayores incrementos son aquellos que por tradición han caracterizado la dieta de los salvadoreños: el frijol y el maíz. Pero, según el Ministerio de Agricultura y Ganadería, el alza no se debe exclusivamente al incremento en los precios del petróleo. Recuérdese que el incremento de este insumo afecta los costos de transporte de los bienes agrícolas del campo hacia la ciudad. También se debe a la falta de lluvias en Guatemala y Honduras, lo cual incide en la productividad agrícola de la región y en la especulación que existe en el mercado de bienes agrícolas.

 

Implicaciones económicas de la desnutrición

            Es interesante saber en qué medida se ha avanzado en el país para reducir la desnutrición de los niños menores de cinco años. Aunque, en términos generales, los casos han disminuido en un 4.4%, aún existe una quinta parte de la población infantil menor de cinco años que presenta cuadros de desnutrición. Según el Ministerio de Salud, los departamentos más afectados son las zonas rurales de Ahuachapán, Cuscatlán y Santa Ana. Anteriormente, algunas de estas zonas se caracterizaban por ser productoras de café, pero la crisis del sector ha afectado a las familias que trabajaban en la recolección del grano.

            En sintonía con lo expresado anteriormente, existe una buena parte de la población con problemas de desnutrición aguda. Las más afectadas son las personas de escasos recursos de las zonas rurales. Es frecuente que en estas se desconozca lo que constituye una dieta balanceada. Tampoco existe una variedad de alimentos a la disposición de estas personas. Y aunque ocurriera lo contrario, sus ingresos resultan insuficientes.

            El incremento de la CBA en las zonas rurales afecta los niveles de nutrición de las personas del campo. Es más, con el actual nivel de ingresos, el incremento puede aumentar los índices desnutrición. Curiosamente, los nutricionistas opinan que   el arroz y los frijoles son imprescindibles en la dieta de los salvadoreños. Ambos alimentos, ricos en proteínas, son los que han experimentado mayor incremento. El incremento de la CBA es, por tanto, más que un hecho económico, un golpe social. Se trata de un proceso que en el largo plazo puede tener repercusiones en la salud de los salvadoreños de menores recursos. Evidentemente esto, por supuesto, tiene implicaciones más fuertes por ejemplo, una baja en la esperanza de vida al nacer, insuficiente capacidad para adquirir conocimientos y un descenso en la productividad laboral, entre otras muchas consecuencias.

CIDAI

 

Dos juicios:

Irak y Monseñor Romero

   Una vez más, para oídos sordos, Kofi Annan ha vuelto a repetir que “desde nuestro punto de vista y del de la Carta de la ONU fue ilegal” la decisión de proceder en el caso de Irak. Las lecciones de esta actuación se siguen palpando tanto en el dolor que producen como en el rompimiento de un derecho que conjunte a las naciones. Incluso se ha dado el paso de crear una halo en esa decisión y convertirla en mirada sobre el mundo: ahora se llama terrorismo. La meditación sobre el terrorismo nos permite volver a ganar mayor humildad, verdad y compasión.

   Gran Bretaña y Australia, países que enviaron tropas a Irak como parte de la coalición rechazaron nuevamente estas consideraciones. Londres recordando que su propio Fiscal General, en su momento, afirmó que existía base legal para la invasión. En Australia, el propio primer Ministro, John Howard aseguró que la operación militar se ajustaba válidamente  a la ley internacional. Más aún, dijo Howard, la ONU es la que se paraliza el buscar consenso entre sus miembros. Pero para Irak supone permanecer en un estado de violencia que haga peligrar las elecciones previstas para este próximo enero.

   Annan fue taxativo al expresar que no pueden haber “elecciones creíbles si las condiciones de seguridad continúan como están”. Sus palabras no eran eco de las formuladas por el general Sir Mike Jackson, jefe del Ejército británico que sostenía que las elecciones en Irak van por buen camino, “la gente está confiada en que las elecciones se celebrarán si todo el mundo realiza los esfuerzos necesarios”.

            Los continuos atentados y secuestros que seguimos viendo no pareen confirmar sus palabras. Aunque Iyad Allawi, primer Ministro interino de Irak, le ponga sordina a la violencia, “hay problemas, sí, pero no creo que hasta el punto de que no podamos celebrar una elección”. Pues, “si por cualquier razón, 300,000 personas no pueden votar, porque así lo deciden los terroristas y eso es conceder mucho, creo que 300,000 no van a alterar el sufragio de 25 millones”.

   Estas elecciones se ven como parte de la democratización del país y una manera de decir que hay borrón y cuenta nueva. Pero no descubrimos una búsqueda de la verdad sino una reafirmación del planteamiento que llevó a la guerra. No es fácil rehacer el camino cuando la afirmación que se busca es darle legalidad a la decisión de hecho. Así, la democratización que se postula no conlleva la construcción de la soberanía de Irak sino su aceptación de una derrota. La respuesta de ciertos grupos en Irak marchan en esta misma dirección, es decir, la rivalidad se vuelve la bisagra infranqueable para la democracia y , sobre todo, para mirar los hechos de una manera que recoja la historia con perspectiva. Es una mirad sobre el futuro que no acaba de asumir el pasado y el presente.

   También el residente Antonio Saca ha manifestado que es un presidente del futuro. Es decir, no se mirará el pasado que tanto dolor y muerte tiene consigo. Esta afirmación se volvió a escuchar cuando en Fresno, California se condenó al capitán Saravia por su participación en el asesinato de Monseñor Romero.

            Orientación, periódico dominical del Arzobispado, ha publicado y seguirá publicando una resumen del juicio. Escuchamos, en compendio, lo que declaró cada testigo. Es dura la aseveración del Sr. White, exembajador de Estados Unidos en San Salvador por esos días. Donde hablaba de la fragilidad, en El Salvador, de poder ejercer la justicia de manera cabal no sólo en esos días sino aún ahora. Pareciera que la trayectoria de la justicia en nuestro país va de erosión en erosión sin que la podamos reforestar con los árboles de la verdad, de la dignidad o de la equidad. Es cierto que el juicio en Estados Unidos quiera significar que la justicia no tiene fronteras aunque las palabras del exembajador nos muestran también las razones de estado para seguir implementando un camino que juega en dos registros diferentes. Buscar la verdad en los otros pero no dejar de actuar con los intereses políticos propios.  Más que encontrarnos con la dura lex, sed lex (dura ley pero ley) en la justicia nos encontramos con la dura realitas, sed realitas (dura realidad pero realidad al fin y al cabo que habría que aceptar). Es decir, la realidad política económica de algunos quiere regir y marcar los acontecimientos  que sólo se verán bajo esta mirada.

   El juicio de Fresno quiere romper con la impunidad de hace veinte y cuatro años, no es afán de venganza como suele tildarse o sólo porque es un arzobispo sino también para que el verdugo no termine dándole una doble muerte a la víctima: lo mata y lo lanza al olvido. Es como si nunca hubiera sucedido y ante su clamor quiere poner una muralla que cierre los oídos para que los ojos ya no miren y el corazón no sienta.

   La verdad sola parece una espada que todos tratan de manejar no para diferenciar la realidad o romper la ambigüedad de lo bueno o lo malo sino para asestar golpes contundes al que es visto como adversario. Por eso, la verdad viene (o debería venir) acompañada de la misericordia que convierte el filo de la espada no en muerte u obcecación sino en capacidad de limpiar toda maleza que no deja fructificar la vida. Verdad y misericordia cuando vienen de la mano, se llama perdón.

   Nos han hablado del perdón como respuesta, olvidando que se necesita un deseo de cariño y una muestra de humanidad para pedirlo y acogerlo. No es sólo perdonarse a sí mismo sino aprender a mirar que eso hace daño a otros y rompe la justeza de las relaciones humanas, pues, deja que la violencia transite de manera desfachatada en las instituciones.

   Cuando se dice que debemos mirar el futuro y caminar hacia él, se afirma algo valiosos con tal que presentemos ese futuro en la trayectoria adecuada. Debemos tener una mirada hacia el futuro que rompa el encantamiento de una historia que deja por fuera una multitud de personas. En las relaciones humanas no es un futuro evolucionista donde se legitima la fuerza de una especie supuestamente mejor dotada y más hábil para la sobrevivencia, a las débiles sólo le queda desaparecer sin dejar huella y sin molestar demasiado el avance de la vida.

            Tampoco es una historia de los vencedores donde las contradicciones  sólo son procesos normales para una mejor presentación del éxito mostrándolo como en que supo sortear todos los obstáculos, incluso humanos. Las otras personas son vistas como posibles zancadillas en los juegos de los intereses.

   Una verdadera historia debe rescatar los hechos pero, ciertamente, dándoles una dirección. Debe movilizar la fe, poder confiar en el ser humano y su deseo de libertad en beneficio de todos los demás. Movilizar la moral, no cualquier valor es válido, lícito y adecuado para construir esa humanidad que se busca. Movilizar el actuar, no todos los caminos llevan a la novedad que estamos tratando de encontrar y ponerla en práctica.

   El futuro nos invita a saber hacer, el presente a ser morales en todo nuestro actuar y el pasado a descubrir los ejemplos que valen la pena. Proclamar el futuro es haber aprendido a recordar y saber saborear el presente desde esa fuerza que todo lo hace trayectoria de vida: la solidaridad.

    El cariño mantiene la memoria de los muertos y vencidos para lo que hoy construimos sea una herencia valiosa que dejemos al futuro para que así comienzo, medio y fin de nuestra sociedad salvadoreña esté bajo la vida y el cariño.  Esa es la verdad que buscamos para que se vuelva fuente de libertad. Porque queremos el futuro hacemos el momento de tanta sangre derramada y vivimos actualmente bajo la tutela del derecho.

   Kofi Annan seguirá buscando la sobrevivencia de la ONU en medio de la sordera y el familiar de Monseñor Romero querrá que la justicia no se de únicamente en el extranjero sino que se vuelva cultura nacional. Posiblemente, como decíamos, una realidad dura parece que seguirá imperando pero recordemos que la realidad es buena pero se hace nefasta cuando se la endurece.

                        La esperanza del juicio permitirá rescatarla de la piedra que la han rodeado. La verdad terminará su travesía y se hará pública, dejará de estar oculta y soterrada para convertirse en luz que permite caminar y avanzar hacia el futuro. No en balde a una persona capaz de encarnar y hacer viable este camino se le nombró Sol de Justicia.

 

 

Juicio en  Estados Unidos

sobre el asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero

            El Centro para la Justicia y Responsabilidad (CJA) y la firma de abogados Heller Ehrman White & McAulife LLP, interpusieron una demanda civil el 23 de septiembre de 2003 en una corte federal de Estados Unidos,  representando a un familiar de Monseñor Romero  a petición y apoyados por Tutela Legal del Arzobispado, contra el capitán Alvaro Saravia residente en aquel entonces en Modesto, California, por su participación en 1980 en el Asesinato del Arzobispo de San Salvador Monseñor Oscar A. Romero.

 

            La corte federal de Fresno, California, bajo el mandato del juez Oliver Wanger señaló del 24 al 27 de agosto la realización de la audiencia para juzgar este gravísimo crimen, impune desde hace 24 años de cometido, para establecer la responsabilidad del acusado y los daños causados, situación que puede dar pie a su captura y extradición de Estados Unidos por las autoridades de migración.   El capitán Saravia no respondió a ninguna de las demandas y citaciones que se le hicieron y tampoco se presentó a la audiencia, siendo por lo tanto reo ausente. 

 

           LOS TESTIGOS:  El abogado comenzó a llamar a los testigos: SE HACE UNA PEQUEÑA SÍNTESIS DE CADA UNA DE LAS DECLARACIONES.

 

- REVERENDO WILLIAM WIPFLER. 

     El Reverendo Wipfler era en ese entonces, el director de la Oficina de Derechos Humanos del Concejo Nacional de Iglesias, representando a más de 34 iglesias cristianas y ortodoxas.  Debido a las graves violaciones de derechos humanos que estaban ocurriendo en El Salvador, vino con una numerosa delegación norteamericana y obispos de la Conferencia de Estados Unidos a hablar con Monseñor Romero, entrevistándose con él, días antes de su asesinato.  El Reverendo Wipfler testimonió sobre la profunda preocupación que tenía Monseñor Romero sobre la violencia política que se desataba, la terrible represión de los cuerpos de seguridad contra el pueblo salvadoreño y la impunidad que reinaba. El fue testigo de su llamado a los soldados a no matar a sus hermanos, el 23 de marzo, sobre los sucesos posteriores a su asesinato y la consternación del pueblo salvadoreño por su pastor. El Reverendo Wipfler opinó que la impunidad no solo es la ausencia de justicia, sino que es a su vez un pecado y una terrible inmoralidad.  La facilidad con que los perpetradores se perdonan a sí mismos es una abominación.

 

- AMADO ANTONIO GARAY

     Garay declaró que había sido reclutado para trabajar como conductor del capitán  Saravia por dos miembros de la Policía Nacional, Nelson Morales y Nelson García. Que a menudo se quedaba en casa del Capitán Saravia porque él necesitaba que Garay estuviera disponible a horas de la noche.  En ocasiones Garay condujo a los policías Morales, García y a otros hombres armados a asesinar personas.  Algunas veces manejó para Roberto D´Aubuisson.  Saravia solía decir que “la gente de la Iglesia son el peor enemigo”.  El día del asesinato Garay recogió a Saravia en su casa y lo condujo a una casa de un barrio de clase alta en San Salvador.   Después volvió a salir Saravia con un hombre desconocido para Garay, con barba, hablaba español como cualquier salvadoreño y llevaba un rifle con mira telescópica.  Saravia le dijo a Garay que condujera un Volkswagen rojo y siguiera las instrucciones del tirador.  Condujo el vehículo con el tirador en el asiento trasero.  Llegaron a la puerta frontal de la iglesia (del Hospital Divina Providencia) donde se celebraba una misa, se agachó Garay simulando arreglar algo según le ordenó el tirador y luego escuchó un disparo y  gritos.  El asesino le dijo que se tranquilizara y salieran de ahí. Después de cierto tiempo condujo al asesino donde Saravia, quien los esperaba y le dijo al asesino: “Le has matado.  Lo escuché en la radio”.   En otro momento Garay condujo a Saravia a una casa en San Salvador, Roberto D´Aubuisson se encontraba allí.  Saravia se acercó a D´Aubuisson y dijo “Misión cumplida”.  Tres meses después Garay condujo a D´Aubuisson a una finca llamada San Luis, a ese lugar llegaron más tarde camiones y varios jeep con soldados rodeando el lugar y capturaron a todos los que se encontraban reunidos allí, quedando detenidos una semana. 

 

- OBISPO THOMAS GUMBLETON

   El Obispo Thomas Gumbleton, de Detroit, figura líder por la paz  y el desarme en Estados Unidos, ha hablado y escrito ampliamente sobre el Arzobispo Romero.  Testificó sobre el impacto que la vida y muerte de Monseñor Romero tuvo en el pueblo salvadoreño, así como en su propia vida personal y en su trabajo.  Testificó que aunque no conoció personalmente a Monseñor Romero, él fue fuente de inspiración y transformó su vida.  Monseñor Romero fue una “gran influencia en mi forma de pensar: me convertí en un firme defensor de la no violencia, el amor y desarrollo espiritual”.  Visitó El Salvador y confirmó las tremendas violaciones de derechos humanos, él mismo fue detenido por retenes militares que le obstaculizaron su visita.

 

- EMBAJADOR ROBERT  WHITE

    El ex embajador Roberto White,  estuvo en El Salvador desde marzo de 1980 a marzo de 1981.  Actualmente es presidente  del Center for Internacional Policy en Washington D.C.  El embajador White testificó a través de una video conferencia.  White dijo  que en ese período del asesinato de Monseñor Romero, él, su staff de la embajada norteamericana y el personal de inteligencia monitoreaban todo lo que pasaba en El Salvador. White testificó que Monseñor Romero fue el más eminente e importante defensor de los derechos humanos en su tiempo, era lo voz de los sin voz y la expresión de los deseos de los pobres, por lo que era rechazado por los ricos.  Dijo que la embajada norteamericana elaboraba reportes semanales llamados “Grim Gram” sobre la excesiva y tremenda violencia en El Salvador.  El estaba consciente de que los jóvenes eran capturados y ejecutados sumariamente y que los escuadrones de la muerte eran operados por los militares principalmente.

 

            El embajador White identificó un reporte que se le mostró de un oficial político de la Embajada norteamericana de ese tiempo, el cual cita una fuente que informa que estuvo en una reunión en la cual se planeó el asesinato del Arzobispo de San Salvador, Monseñor Romero.  Según esta fuente,  la reunión era liderada por el Mayor Roberto D´Aubuisson.  El embajador White, testificó que firmemente cree en la credibilidad del reporte emitido por su embajada.  El dijo: “ Yo no tengo dudas que Roberto D´Aubuisson fue el hombre responsable de la planificación y ejecución del asesinato del Arzobispo Romero.  Yo confirmo que así es el hecho”.

 

           El embajador White dijo que se había encontrado varias veces con Roberto D´Aubuisson y Alvaro Saravia, éste era uno de los principales lugartenientes de D´Auibuisson.  White dijo que él obtuvo el diario de Saravia, documento requisado por los militares que capturaron al grupo de D´Aubuisson en la finca San Luis en mayo de 1980,  lugar en donde se habían reunido ahí para planificar un golpe de estado.  En el diario de Saravia estaba escrito un plan,  que según él (White) y los expertos de su embajada, concluyeron que era el referido al asesinato del Arzobispo Romero.  Que el diario le fue dado a él por el Coronel Majano, el único miembro sobreviviente de la primera junta. Que en ese escrito, en el diario, estaba un título “Operación Pina”  y bajo este título estaba una lista de un equipo de instrumentos típicamente usados por un experto tirador, incluyendo el rifle.  El escrito incluía también una meticulosa cuenta de dinero gastado en la “operación”.  El Embajador White le llamó a esto “el esquema del plan del asesinato de Romero”.

 

            El Embajador White testificó que el Departamento de Estado de Estados Unidos, tiene  una cantidad significativa de evidencias vinculando al Estado Mayor militar salvadoreño con Roberto D´Aubuisson y a su clan.  El dijo: “No tengo dudas que el Estado Mayor tuvo total conocimiento que D´Aubuisson operaba los escuadrones de la muerte. No tengo dudas, absolutamente, que ellos lo aprobaban y lo protegían”.  También declaró el embajador White sobre su firme creencia que el Estado Mayor estaba envuelto en las decisiones  relacionadas de a quien, los escuadrones de la muerte, deberían matar. 

 

- JUEZ ATILIO RAMIREZ AMAYA

   En el tiempo del asesinato de Monseñor Romero, el juez 4° de lo Penal era el Dr.  Atilio Ramírez Amaya quien testificó sobre su involucramiento por ley en las investigaciones del asesinato de Monseñor Romero, la manera en que la Policía Nacional no hizo las experticias correspondientes y el atentado a su vida.

 

            El ex juez Dr. Ramírez Amaya testificó que cuando el llegó a la Policlínica Salvadoreña en donde se realizaría la autopsia de Monseñor Romero, le dijo a su secretario que llamara a la Policía Nacional para proteger el cuerpo de Monseñor Romero, y el lugar pues estaban cientos de personas allí.  La autopsia se realizó, se tomaron placas de rayos X y se extrajeron varios fragmentos de bala. No obstante varias llamadas a la Policía Nacional, ésta nunca se presentó.   Después de la autopsia el juez le dijo a su secretario que llamara a la Policía Nacional para dirigirse al lugar del crimen.  El juez se  presentó al lugar del crimen, en la capilla del Hospital Divina Providencia y también allí constató que la Policía Nacional no se había hecho presente, según se lo manda la ley, para levantar las primeras evidencias como casquillos, huellas digitales, testigos presenciales y otras evidencias de la escena del crimen. Él no encontró nada.  Debido a la ausencia de la Policía Nacional el guardó las placas de rayos X tomados en la Policlínica y los fragmento de bala.  Al día siguiente en el juzgado le dijo a su secretario que llamara a la Policía Nacional para coordinarse en relación a las evidencias y la Policía contestó que se las enviaran a ellos, pero el Juez se rehusó a ello y los conminó a que llegaran al juzgado a hacer la experticia y cuando la Policía le contestó al Juez si no confiaba en ellos, el Juez les dijo que “Efectivamente, yo no confío en la Policía”.

 

            Ese día cuando los medios de comunicación social difundieron que el caso del asesinato de Monseñor Romero pasaba al Juez 4° de lo Penal, inmediatamente recibió la primera llamada, de varias,  amenazándolo a muerte. Tres días después del asesinato de Monseñor Romero, como a las diez y veinte de la noche, recibió la visita de un joven a quien él no reconoció y cuando el Juez Ramírez Amaya le dijo al joven que se sentara, éste joven abría un portafolio para extraer un arma, pero el Juez sospechando ya tenía con él una escopeta y le apuntó al joven. Pero la señora que le hace los oficios de la casa y quien le había abierto la puerta al individuo, asustada se interpuso y corrió hacia el Juez, cayéndole a ella unos disparos en la espalda y glúteos disparados por el individuo.  Ante esto el individuo salió corriendo haciendo disparos.  En su tiempo este atentado no se quiso investigar y ni siquiera se relacionó con el caso de Monseñor Romero.

 

María Julia Hernández

En los siguientes números se seguirá publicando todo el juicio.

 

 

 

Gualsinga: un río de solidaridad

Réquiem para las víctimas del río Gualsinga

 

            Hace veinte años trabajé con un equipo de pastoral en Chalatenango, en esos momentos de guerra, era una región muy conflictiva  en El Salvador. Recuerdo cómo acompañé a centenares de sobrevivientes de la masacre del río Gualsinga. Pasamos la noche huyendo por las quebradas y los cerros bajo la lluvia. Durante el día teníamos que escondernos para escapar a la mirada del ejército invasor y al reconocimiento de los aviones.

            Fueron pocos grupos como el nuestro que tuvieron la suerte de escapar. El 30 de agosto de 1984 centenares de personas fueron cercados por soldados salvadoreños en los aledaños del río Gualsinga. Cuando intentaron escapar, cincuenta de ellos fueron asesinados. Entre las víctimas se encontraba una familia que conocía, Dora Menjivar, Luis su niño de cinco meses, su mamá y un sobrino de cinco meses. Su hermana, sorda y muda, fue gravemente herida en la espalda por una bala.

   Según un reportaje del New York Times, dos semanas y media después, “los sobrevivientes dijeron que entre trescientos y cuatrocientos campesinos de tres caseríos se cansaron de la caminata de seis millas subiendo los cerros y se quedaron por las riberas del río Gualsinga, cerquita del caserío de Santa Lucía. Por la mañana del 30 de agosto, tropas del Batallón Atlacatl, transportados en helicópteros, empezaron a cercar el área, según los habitantes. Dijeron que cuando se dieron cuenta que el ejército los había cercado, huyeron por todos lados. En ese momento, según ellos, comenzó la balacera”.

   Pocas semanas antes de la masacre, cené con la familia de Dora en una casa abandonada de adobe donde ellos vivían en el caserío de Haciendita. Ella mecía su niño en la hamaca, cantando suavemente “dormite, niñito, cabeza de ayote...” mientras estábamos sentados en silencio. Ella y su familia habían sido desplazados, unos meses antes, de su cantón en Cabañas donde también la guerra era feroz y cruel. No conocían el terreno, lo mismo que otros desplazados, por eso, cayeron víctimas de las balas de los soldados mientras estaban huyendo.

 

En tiempo de guerra, la primera baja es la verdad

 

            Lo que sucedió en el río Gualsinga no era algo fuera de lo normal. Recordemos que más de 75,000 salvadoreños fueron matados durante los doce años del conflicto. La mayoría de ellos asesinados por los cuerpos de seguridad, los escuadrones de la muerte y el ejército, incluyendo el Batallón Atlacatl, entrenado en la Escuela de las Américas llevada  por el Ejército de los Estados Unidos en el Fuerte Benning, Georgia. También son responsables por la muerte de los seis jesuitas, su doméstica e hija y otras masacres más.

            La respuesta oficial del Gobierno de los Estados Unidos a la masacre del río Gualsinga no fue fuera de lo normal. El 13 de febrero de 1985, casi seis meses después de la masacre, el Sub-secretario del Estado, Ellliott Abrams negó, en el programa nacional de televisión “Nightline”, que hubiera habido una masacre. Enfrentado por Aryeh Neier, de la organización de los Derechos Humanos “Americas Watch” y por los reportajes del New York Times, Boston Globe, Miami Herald y Christian Science Monitor con testimonios oculares de la masacre, Abrams respondió: “les estoy diciendo que no ha pasado nada significativo... no ha habido ninguna masacre en El Salvador en 1984”

            No sería tan trágico si las lecciones de El Salvador, Vietnam e Iraq no fueran una corroboración del dicho: “en tiempo de guerra, la primera baja es la verdad”. Todo esto debería hacernos un poco más sabios y vigilantes sobre las cosas que tocan la guerra y la paz, y la veracidad de nuestros gobiernos en tiempo de guerra. La otra tragedia es que las bajas no terminan con la verdad sino que incluyen seres humanos, madres como Dora y niños como Luis, quienes cargan con el peso de las guerras y la violencia. Sus vidas no valen menos ni las nuestras más cuando está en juego la muerte y la vida

 

El buen pastor no quiere seguridad...

 

            Hace cinco semanas regresé a El Salvador y fui a buscar el nombre de Dora en el monumento por el Parque Cuscatlán en San Salvador. El parque estaba vacío, pues, la mayoría de los salvadoreños tiene que trabajar para sobrevivir y sostener a sus familias. El monumento es una lista impresionante de los nombres, parecida al  monumento de  Vietnam en Washington, que honra a las víctimas de la guerra.

   Caminé a lo largo del monumento que recorre todos los doce años de guerra. Cuando llegué a 1989 encontré el nombre de Ignacio Ellacuría, sus hermanos jesuitas y la madre con su hija asesinados en la UCA.

   Al llegar a 1987, encontré el nombre de Herbert Anaya, miembro de la Comisión de Derechos Humanos (CDHES) quien fuera asesinado mientras colocaba sus niños en el carro para llevarlos a la escuela. Marché en su sepelio. Cuando llegué a 1983, busqué el nombre de Marianela García, otro miembro de la CDHES, quien fue asesinada por el ejército mientras acompañaba un grupo de campesinos huyendo de una invasión en Guazapa. Tanto Herbert como Marianela eran conocidos míos.

            Cuando llegué a 1980, encontré el nombre de Oscar Romero, un nombre más entre decenas de miles. Recordé un afiche de Romero colgado en la pared de la casa de adobe que sirvió como un centro pastoral al lado de la casa de Dora en Haciendita. Podía volver a ver como si fuera ayer, las tejas del techo destruido por los morteros y sus paredes de adobe llenas de balas. En la pared estaba el afiche de Romero donde aparecía rodeado por la gente, en una de sus visitas pastorales a los cantones. Las palabras decían “el buen pastor no quiere seguridad mientras no le den seguridad a su rebaño”

            Volví a caminar frente a la porción del monumento que tenía los nombres de las personas  asesinadas en 1984. Allí encontré el nombre de Dora, Dora Menjivar, y me detuve un momento, en silencio. Ella, como la mayoría de las personas en el monumento, no es bien conocida. Su historia pocos la conocerán. No sé si todavía tenga familiares o alguna persona que pueda detenerse enfrente de su nombre y recordar. Pero su hombre da dignidad a los nombres de Ignacio Ellacuría y Oscar Romero. Fue por ella, su niño y miles más como ellos por lo que fueron asesinados.

 

La gloria de Dios es el pobre vivo

 

            ¿Veinte años después, qué nos enseñan las víctimas del río Gualsinga? Por lo menos, expresan, en una forma elocuente por su silencio, las palabras proféticas del Papa Juan Pablo II, “la guerra es una derrota para la humanidad”. También nos recuerda, en las palabras de su pastor y obispo mártir, Oscar Romero, que “la gloria de Dios es el pobre vivo”. Pero hacen mucho más: son un reclamo a nuestras vidas y nos llaman a ser testigos fieles al Evangelio      

            Cuando revivo ese día de agosto en Chalatenango, con veinte años de diferencia, oigo a Dora  cantando suavemente mientras mecía a su niño Luis en la hamaca. Por eso, quiero dar honor a sus vidas y a las vidas de otra tanta gente, buena y humilde, asesinadas en la guerra. Quiero hacer viva su bondad, alzar nuevamente sus sueños y honrar sus aspiraciones a vivir. Ellos querían lo que todos los seres humanos desean: vida para sus familias y sus hijos. Aquella “vida y vida en abundancia” que nos promete el Evangelio.

            Seamos dignos por nuestra solidaridad con las víctimas y por nuestro humilde y perseverante esfuerzo a erradicar la pobreza y las guerras. Y por nuestro compromiso de trabajar tesoneramente para que alcancen la justicia y la paz sus nombres. Y que seamos fieles al Evangelio que nos llama a defender la vida, aun con el costo de la nuestra, para que gente buena y humilde como Dora y Luis puedan sencillamente gozar de la vida que les ha sido prometida.

 

Scott Wright

Religious Task Force on Central America and Mexico

Washington DC

 

 

Meditación sobre el terrorismo

            El terrorismo es un crimen infame ante el que toda condena moral se queda corta. Parodiando unos versos de P. Casaldáliga en su Oda a Reagan, ni la voluntad de un pueblo ni cualquier otra causa «pueden alcanzar mayor cotización que el llanto estremecido de unos niños», sean judíos o palestinos, españoles o vascos. Esto debe quedar muy claro ante lo que vamos a decir.

 

            Porque, dicho lo anterior y sin suavizarlo, hay que añadir que buena parte de la causa del terrorismo somos nosotros los que nos sentimos amenazados y tememos ser (sólo) víctimas suyas. La Modernidad nos enseñó a no contentarnos con juicios morales, sino preguntar además por las causas: por qué ha aparecido esta maldad precisamente hoy y aquí. Limitarse a contestar que «está ahí» y que vamos a aniquilarla, es fundamentalismo puro.

 

            Pero en cuanto preguntamos por las causas aparecemos nosotros: el llamado primer mundo. No como única pero sí como una de las causas. Esta conclusión nos cuesta mucho de aceptar; pero es fundamental para erradicar el mal. Pues sólo ella nos hará pasar de la guerra preventiva (que no es remedio sino forma y fuente de nuevos terrorismos) a las «políticas preventivas», único remedio de esta peste que algunos profetizan como la gran plaga del siglo XXI.

 

            Es dato conocido que, cuando alguien nos trata mal, saca lo peor de nosotros, a veces hasta extremos impensados. Y que cuando se nos trata bien, y ese buen trato es efectivamente «bueno» y no una argucia de «relaciones públicas», acaba por salir lo mejor de nosotros. Al menos en la mayoría de los casos.

 

            Porque lo peor de nosotros no suele brotar de nuestra maldad (que alguna tenemos pero no tanta), sino de nuestra desesperación y nuestro miedo. «Ahora llorarán vuestras madres como lloraron las nuestras» gritaban los locos asaltantes de la escuela de Beslán. Y cuando recientemente se sorprendía la opinión por el hecho de que buen número de terroristas suicidas de Chechenia eran mujeres, nos encontramos con esta respuesta: eran viudas o madres que habían perdido al marido, al hijo, al novio o al padre.

 

            El primer paso de ese dolor desesperado es el gesto de aquel norteamericano que, cuando fueron a comunicarle la muerte de su hijo, soldado en Irak, se metió en su coche rociándolo con gasolina para prenderle fuego. En un peldaño siguiente (y ya que los humanos tendemos a necesitar culpables para todos nuestros dolores agudos), uno pensará que, ya que va a morir él, que mueran también los causantes de su quebranto. Es la venganza como falso analgésico de tantos dolores: y ahí tenemos el rosario de palestinos, iraquíes, chechenos y demás. Luego podrá haber factores culturales, educacionales o religiosos que hagan más combustible ese material. Pero no son ellos la causa del fuego aunque lo faciliten como la ramiza seca en bosques no limpios.

 

            Por eso repito la frase que me dijo una vez un cura vasco: el mayor daño que nos causó Franco no han sido las libertades de que nos privó, sino el espíritu fascista que nos contagió reactivamente y cuya expresión más atroz ha sido ETA. Así se pronostica ahora que muchos de los pobres niños que lograron escapar con vida de la escuela de Osbetia pueden acabar desarrollando alguna paranoia traumática o convertidos en terroristas del mañana, que es otra forma de paranoia. Como ocurre con más de la mitad de los maltratadores diversos (pederastas, violencias de género) de que nos hablan los informativos.

 

            El terrorismo es, en este sentido, una enfermedad autoinmune, de ésas que se crea el mismo organismo creyendo defenderse de un ataque impreciso. Es como esas células cancerígenas que, al ser agredidas, pueden propagarse y crear metástasis. En este sentido, el sr. Bush, presentándose como «fuerte y decidido para vencer al terrorismo» es un gran propagador suyo aunque no lo sepa. Igual que Putin. Y la madre de todos los terrorismos es la convicción de que existe un eje del bien (que somos nosotros ¡por supuesto!) y un eje del mal (que son ellos). Me parece más verdadera la visión de Jesús para quien el trigo y la cizaña andan entremezclados y desperdigados por todos los campos de la tierra.

 

            Existen el bien y el mal, vaya si existen. Pero no existe un eje del bien y otro del mal. Quienes dividen el mundo en esos ejes suelen decir que «todos los terrorismos son iguales». Yo no sé aún si lo son. Pero sorprende que, quienes hablan así, excluyan expresamente de esa igualación todas las atrocidades del poder establecido que, para ellos, no son terrorismo. Y sin embargo, se quiera o no, terrorismo fue también la guerra de Irak, como terrorismo es lo que han practicado Sharon en Palestina y Putin en Chechenia. Este debería ser el sentido de la afirmación de que todos los terrorismos son iguales. (Y quizá no tan iguales porque el terrorismo del poder es más cobarde, ya que arrostra menos riesgos y hasta puede revestir su crueldad con el guante blanco de una legitimación democrática. Y además necesita del secreto y la ocultación, mientras el terrorismo de los locos busca publicidad porque cree que esa es la única forma de hacerse oír).

 

            Vivimos en un mundo en el que una minoría que lo tiene todo, inocula desesperación a una gran mayoría que carece de casi todo (menos de armas, porque el negocio es el negocio). Esa desesperación (que no se deja ver sólo en las armas sino también en las pateras) infunde miedo a los autores del primer expolio. Camus lo expresó con la parábola de La Peste, que es gráfica pero no habla de las causas de la enfermedad. En el cristianismo se habla de pecado original o pecado estructural que (más allá de las mitologías que hizo San Agustín con el primero de esos conceptos), intentan sugerir que hay alguna causa de esas situaciones de muerte. Esa espiral maldita de la desesperación y el miedo ha de ser rota para que el terrorismo acabe. Y no se romperá con guerras preventivas, porque es imposible vencer a quien cuenta entre sus armas con su propio suicidio. Se romperá sólo con políticas justas y solidarias que son las que acaban siendo preventivas.

 

            Finalmente, hay una palabra decisiva que nunca vemos citada al hablar de estos temas, quizá porque se teme su impostación religiosa, pese a que expresa una de las más hondas dimensiones humanas. Pero, si ha de cesar la peste terrorista, es imprescindible evocarla aquí. Me refiero al perdón. No es momento de discutir y matizar todas las condiciones y características del perdón. Pero sí de decir que sólo el perdonar sana a las personas y recompone las relaciones y estructuras sociales. Pues el perdón se apoya en, y brota de, aquello que más nos une a todos los hombres: que, más allá de nuestras diferencias, no sólo sociales y culturales sino incluso morales, todos somos humanos. Y ahí todos somos iguales y, en esa humanidad, todos estamos solidarizados. Cuando se dice que los terroristas son sólo alimañas que han de ser aplastadas se está engordando el terrorismo. Humanos eran todos los asaltantes del colegio de Beslán. Humanos son también Ariel Sharon y G. Bush.

 

            Y en estas circunstancias, sin perdón ya no hay humanidad.

José Ignacio González Faus

 

 

David Robinson: Pax Christi USA

(Pax Christi USA es parte del movimiento Pax Christi Internacional, una organización mundial católica en favor de la paz. El señor David Robinson visitó a El Salvador hace poco).

Carta a las Iglesias: David, ¿Cuál es el propósito de su visita a El Salvador?

 

David Robinson: Miembros de la organización Pax Christi USA han venido a El Salvador para acompañar a nuestras hermanas y hermanos en su caminar hacia una paz con justicia durante los últimos años. Más recientemente, en el contexto de Pax Christi Internacional, yo tuve el privilegio de conocer y colaborar con María Julia Hernández de Tutela Legal y también miembro del comité ejecutivo de Pax Christi Internacional. En julio del año pasado, María Julia nos visitó en Estados Unidos para participar en la consulta global, organizada por Pax Christi, sobre el trabajo de los y las católicos/cas por la paz. María Julia me invitó a El Salvador, y acepté su invitación. He venido a El Salvador en misión de solidaridad, pero he recibido un don mayor del pueblo salvadoreño que es el testimonio de su compromiso en favor de la libertad y la democracia.

          

Carta a las Iglesias: Tiene algo más que decir al pueblo de El Salvador que lucha para vivir en paz.

 

David Robinson: Primero, quiero pedir disculpas y reconocer los pecados del gobierno de nuestro país no sólo por nutrir la guerra que antes cobró tantas vidas salvadoreñas, sino también lo que podemos llamar bombas invisibles que explotan en la actualidad. Me refiero a las políticas económicas  promovidas por  el Gobierno de Estados Unidos que aplastan a los pobres y dividen familias, haciendo que los jóvenes huyan al norte para luego cerrarles la puerta cuando llegan a la frontera sur. Nosotros los de Pax Christi compartimos el dolor causado por tantos sufrimientos y tantas pérdidas, y solemnemente nos comprometemos a continuar desafiando estas políticas, resistiéndolas y acompañando a nuestros hermanos(as) salvadoreños en la construcción de una sociedad de justicia y paz.

            Después de caminar solo unos días en esta tierra santa de El Salvador, visitando los lugares de sus mártires, comprendo un poco mejor lo importante que es sacar fuerzas de los mártires como también de nosotros mismos. Como tantas personas que han venido a El Salvador para palpar las heridas de este país y su pueblo, para compartir su gran esperanza, yo siento lo mismo y me siento pequeño pero inspirado. Estoy muy agradecido con María Julia Hernández por invitarme, a la fundación Share por incluirme en su delegación, a la UCA y su centro pastoral por mantener viva la visión de lo que significa ser iglesia inserta en la vida de los pueblos. Hay un largo caminar hacia delante pero sepan que ustedes tienen amigas y amigos en Estados Unidos y junto con ustedes estamos construyendo la solidaridad que puede conducir a una globalización sin marginados.

 

Carta a las Iglesias: Los pueblos de Centroamérica han sufrido mucho en las guerras en el pasado. En general, se opusieron a la invasión de Iraq el año pasado. En EE. UU. ¿Cómo respondió la gente cristiana a la invasión y la ocupación actual?

 

David Robinson: La oposición a la invasión de Iraq fué muy amplia en Estados Unidos, sobre todo, entre cristianos y otros grupos religiosos. Junto con cristianos, musulmanes y judíos en pro de la paz, Pax Christi intentó reunirse, repetidas veces, con el Presidente Bush antes de la guerra  pero él siempre se negó a reunirse con líderes religiosos o cualquier opositor de la guerra. El liderazgo de su propia Iglesia metodista le pidió directamente al presidente a no lanzar una guerra ilegal, inmoral, e insensata, pero Bush rehusó reunirse con ellos. En los meses antes de la guerra, Pax Christi se unió al Consejo Nacional de Iglesias para enviar una delegación de líderes religiosos de Estados Unidos a las capitales de Rusia, Inglaterra, Francia y Alemania para urgir a esos gobiernos a no apoyar los planes de EE. UU. y a oponerse a sus esfuerzos de conseguir que el Consejo de Seguridad de la ONU bendijera la guerra.

            Con otros grupos, enviamos una delegación a Roma para suplicar directamente al Papa Juan Pablo II. Él ha sido un opositor enérgico a los planes de EE.UU. para invadir a Iraq. El Santo Padre envió a su delegado especial a Washington, para reunirse con el presidente Bush, pero el enviado volvió al Vaticano sin tener mayor éxito que los demás. Mientras tanto, cientos de miles de estadounidenses marchaban manifestándose una y otra vez contra la guerra, pero la administración Bush también desoyó la voz del pueblo estadounidense. Ellos habían decidido a ir a la guerra desde su primer día en el poder, mucho antes de la tragedia del 11 de septiembre.

            De hecho, queda claro que se sirvieron de aquel día triste como oportunidad para avanzar con los planes que habían tenido, previamente, de invadir y ocupar a Iraq. Ustedes pueden preguntar por qué apoyaron la guerra tantos estadounidenses. Se debe en gran parte a las mentiras y la manipulación del gobierno en los meses posteriores al 11 de septiembre. Cuando por fin se lanzó la invasión, unos 70% creyeron que Iraq había participado en los ataques contra las Dos Torres y el Pentágono, y que Iraq estuvo implicado con la red terrorista Al Qaeda.

            Esto era falso. La administración Bush supo que era falso, pero seguía haciendo creer lo contrario al pueblo estadounidense. Era un pecado. En los meses después de la caída de Bagdad, el presidente y su gente han admitido que no hubo conexión entre Iraq y el 11 de septiembre, entre Iraq y Al Qaeda. Hoy hay un movimiento creciente en Estados Unidos a favor de un cambio de régimen en Washington.  Veremos si la verdad vencerá a las mentiras que este gobierno sigue fabricando. Todo lo que podemos hacer como cristianos es seguir comprometidos con la verdad. Buscar la verdad, decir la verdad y defender la verdad.  Como dice la Biblia, la verdad nos hará libres.

          

Carta a las Iglesias: Nosotros hemos oído que Pax Cristi ha pedido observadores internacionales para asegurar la transparencia en las elecciones de Estados Unidos en el Estado de Florida y para evitar fraude electoral este noviembre.

 

David Robinson: Sí, Pax Christi Usa ha llamado a monitoreos internacionales de las elecciones en noviembre en Estados Unidos para asegurar que sean limpias e imparciales este año. En florida, el año 2000, la verdad fue aplastada, más de 180 mil personas tenían sus voces silenciadas y sus votos no contaron. Estas personas tenían sus derechos para votar pero fueron sistemáticamente negados, particularmente en los jóvenes y las personas de color a lo largo del Estado de Florida. Pax Cristi tiene una presencia fuerte en Florida, por eso en ese Estado, hemos planificado apoyar el monitoreo electoral en cuatro condados, particularmente en los lugares donde hubo mayor fraude y más abuso el año 2000.

            Nosotros esperamos que nuestros amigos y aliados en todo el mundo, incluso en El Salvador, apoyen este esfuerzo y que se solidaricen con nosotros para dirigir los ojos del mundo sobre Florida en este noviembre. Hay muchas personas que nos han dicho que no les parece traer extranjeros para monitorear nuestras elecciones. Yo no estoy de acuerdo con la manera en que el poder está concentrado en las manos de un círculo cada vez más pequeño de élites corporativas y políticas con sumas enormes de dinero que se inyectan en el proceso político. Bush gastará casi 200 millones de dólares en su campaña y Kerry 80 millones.

            La comisión de Estados Unidos para los derechos civiles determinó que la anterior elección fuera caracterizada como la que negó ampliamente a los votantes sus derechos. Sería, a mi modo de ver, una manera de minar seriamente los mismos cimientos de la democracia en Estados Unidos si se repitiera. Por eso, esa misma comisión sobre derechos humanos y derechos civiles también concluyó que el monitoreo efectivo era esencial para asegurar la imparcialidad y transparencia en las elecciones del futuro. Grupos de Estados Unidos viajan afuera  para monitorear la imparcialidad de elecciones de otros países. Yo creo que es tiempo para que nosotros en Estados Unidos también podemos beneficiarnos del mismo tipo  de monitoreo imparcial. La política que se desarrolla y se operativiza en la Casa Blanca de Estados Unidos incide indirectamente en las vidas de personas por todo el mundo. Así el proceso por el que se elige la persona que habita la Casa Blanca rinda cuentas a aquellas personas cuyas vidas son tan profundamente afectadas. Todos deben saber que la persona que ocupa ese puesto, de gran poder en el mundo, llegó ahí de manera transparente e imparcial.

 

 

El paso no de un huracán

                       Sin que los medios de comunicación dejaran constancia, pasó por Miami  Gustavo Gutiérrez. Lo cierto es que el fundador de la Teología de Liberación, recientemente ingresado en la Orden del Predicadores, los dominicos, y ahora profesor de la Universidad de Notre Dame recibió una prestigiosa recompensa de la Universidad de Barry, ofreció una característica conferencia en el marco de un servicio religioso en el mismo centro, y departió amablemente con una nutrida, pero selecta concurrencia, a la que le aclaró en privado y en grupos no pocos aspectos de su pensamiento.

            La Teología de la Liberación tiene ya un puesto permanente en la historia del pensamiento latinoamericano. En primer lugar, es el primer movimiento ideológico, de pensamiento sistemático, que nace como producto de la íntima realidad de América Latina. Cumple también con todos los requisitos para reclamar un capítulo en la evolución del pensar político del continente y conceder a sus protagonistas más destacados el calificativo de pensadores.

            Observa la realidad latinoamericana desde dentro. Lo hace en español, sin limitarse a la traducción de conceptos y términos diseñados en el exterior y en otras lenguas. Emite un diagnóstico en desacuerdo con la situación, y pretende con sus ideas y exigencias incidir en un cambio. Además, como les ha sucedido a la mayoría de los movimientos ideológicos del continente, se ha convertido en incómodo, foco de las iras y los ataques de sectores que reclaman tozudamente que las cosas sigan como están. En algunos casos, algunos protagonistas (el jesuita vasco Ignacio Ellacuría y Monseñor Romero, asesinados impunemente en San Salvador) pagaron su osadía con su vida.

            Más de tres décadas después de su aparición en un modesto simposio celebrado en 1968 en Chimbote y luego de su irrupción espectacular en el curso de los debates de la Conferencia Episcopal de América Latina (CELAM) en Medellín, la Teología de la Liberación sigue viva y vigente, a pesar de los reclamos de su defunción emitidos por sus adversarios. ¿A qué se debe esa supervivencia? Aparte de la tenacidad de sus practicantes, la clave reside precisamente en la persistencia de la causa de su surgimiento y desarrollo. La pobreza en América Latina no solamente no ha sido reducida en las últimas décadas, sino que ha aumentado espectacularmente. La desigualdad no sólo es escandalosa, sino que es especialmente alta en comparación con otras zonas del planeta. La discriminación y la exclusión social no son sólo vergonzosamente agudas, sino que se han convertido en marcas de una identidad negativa del continente. La novedad del pensamiento de la Teología de la Liberación reside en que es una violación explícita de la cómoda interpretación de la recomendación que aconsejaba dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

            El conformismo dictó una perversa división de tareas: los curas al altar y la política para los poderosos. Gutiérrez y otros sorprendieron a la Iglesia a la deriva con un reto osado: la opción preferencial (aunque no exclusiva) por los pobres. Y lo hicieron porque la pobreza era producto simplemente del pecado.

             Sin que se lo propusieran, descubrieron que aunque nacida en América Latina, la Teología de la Liberación era el primer capítulo del pensamiento latinoamericano que no solamente no adoptaba modas exteriores, sino que exportaba sus esencias a otras latitudes, porque el mal detectado en el continente estaba (y está también) presente en el resto del planeta. Por eso quizá también, su osadía latinoamericana fue duramente castigada por el núcleo central de la Iglesia y círculos influyentes del poder en los Estados Unidos y en Europa, conscientes de su peligrosidad.

            Curiosamente, al final de la Guerra Fría voces apresuradas quisieron certificar el «fin de la historia», queriendo decir en realidad el «fin de las ideologías». Otras predijeron el futuro «choque de las civilizaciones». Pertinazmente la pobreza endémica se resistió a desaparecer. Se hizo más obvia e hiriente en un mundo aparentemente feliz por la desaparición de la utopía. Queda la esperanza de la efectiva implantación del Reino de Dios en la tierra. Es llanamente la aplicación de la Justicia Social, concepto capturado y manipulado por ideologías de verdad periclitadas y enterradas en el basusero de la historia, destino no reservado, pese a los deseos de algunos, a la Teología de la Liberación.

                                                                                                  Joaquín Roy

 

Reconstruyendo la esperanza... tejiendo solidaridad

            A mediados del mes de mayo del 2004, cuando apenas el invierno comenzaba a aparecer, algunos productores/as del cantón Michapita decidieron combinar sus tareas agrícolas, optando por dedicarse no sólo a la preparación de las milpas. Una nueva luz aparecía en la vida de estas familias, las cuales habían sido seleccionadas por el programa de viviendas del SJD/RIDES. Un total de veinte familias, a las cuales se les sumó una más adelante, iniciaron el proceso de construcción de viviendas.

 

            Muchas de las familias seleccionadas después de tres años de ver su vivienda aún sin reconstruir, y marcados aún por las secuelas de los terremotos que nos golpearon en el 2001, descubrieron que Dios siempre escucha el clamor de su pueblo. Fue de esa forma que las familias decidieron participar de los requisitos que les proponía la RIDES... trabajar en ayuda mutua, aglutinados en un grupo solidario de construcción, liderados por un albañil y por sus mismos líderes de la comunidad.

 

            Como nos dice Valerio Sartor, un joven jesuita que estuvo a cargo del proyecto: “La idea de este proyecto no era solamente  construir viviendas; sino, más que todo, contribuir en veintiún hogares, con la construcción de una vida más digna, más humana y sobretodo, que las 150 personas involucradas y beneficiadas lograsen tener una oportunidad de hacer la experiencia de Dios y sentir como Dios va actuando a través del ser humano”.

 

            Como en todo proceso en el cual se unen hombres y mujeres para lograr propósitos comunes, las dificultades no se hicieron esperar. Sin embargo, las mismas se fueron superando por medio de la comunicación continua, facilitada por un Equipo Local, el cual tenía la responsabilidad de asegurar que todas y todos trabajaran y jalonaran en una misma dirección, hasta lograr el objetivo que se habían propuesto: levantar nuevamente un techo digno y acogedor.

            Al preguntarle a Valerio por el camino recorrido por este grupo de familias, nos dice que “todas las familias beneficiadas contribuyeron con el compromiso y la responsabilidad del cuidado del material, con el aporte de la mano de obra para la construcción de las viviendas, en la puntualidad con el horario del trabajo y en la participación de las reuniones”.

 

            Al acercarnos al día a día de estas familias, vemos que la solidaridad fue uno de los valores que habitó entre ellos. Por ejemplo, cuando la familia de Don Raúl Menjivar con su esposa e hijos estuvieron enfermos, el grupo supo reconocer y aportaron en llevar adelante la construcción de su vivienda. Nos dice Raúl: “Gracias a Dios y a este grupo nosotros no padecimos de la enfermedad, más bien nos sanamos pronto con la solidaridad  y apoyo que hemos recibido de este grupo. No sé lo que sería de nosotros sin esta bendición de Dios, a través de Ustedes. Hoy tenemos una vivienda segura, bonita y digna para mi esposa y para nuestros siete hijos”.

La unión y la amistad generada en el grupo, hicieron que las familias se conocieran más y al mismo tiempo que se unieran familias de confesión religiosa diferentes. Este elemento ayudó a crear un mejor entendimiento y a descubrir que esas confesiones distintas creen en un mismo Dios.

El día de la inauguración:

            El 5 de Septiembre se entregaron las veintiún viviendas.  Ese día madrugaron todas las familias beneficiarias... Al preguntarles por qué madrugaron? respondieron lo siguiente: “Los beneficiarios estamos muy agradecidos y queremos preparar un almuerzo a todo dar para celebrar porque estamos de fiesta. Además queremos poner toldos en el lugar donde vamos a tener la misa por si cae la lluvia”. Otro de los organizadores nos comentó: “Queremos que todas las casas sean bendecidas antes de ser entregadas”. Y así fue. Todo se hizo como se había planeado. Las familias pudieron bendecir sus casas y después participar de una misa que habían organizado, la cual estuvo presidida por el P. Andreu Oliva.

 

            Concluida la misa y antes de la fiesta los testimonios no se hicieron esperar, compartiendo entre ellos y las y los invitados las dificultades y alegrías. Con lágrimas en los ojos, decía una de las personas beneficiarias: “Este ha sido el mejor regalo que he recibido en mi vida, porque ni soñando me hubiera hecho una casa tan bonita como la que me han regalado. En este regalo viviré por lo que me queda de mi vida. Gracias a Dios y al grupo de la RIDES-SJD”.

 

            Otra beneficiaria, Maribel Ayala, al recibir la llave de su vivienda dijo: “Después que el terremoto votó nuestra casita, yo con mi esposo jamás hubiéramos conseguido una vivienda digna y segura para nuestros tres hijos, pero con la gracia de Dios y la ayuda de este proyecto, hoy tenemos dignidad, seguridad y podemos vivir tranquilos en nuestro hogar. No tenemos palabras para agradecer a todas y todos los que contribuyeron y ayudaron, solamente agradecer a Dios con mucha oración.”

 

            Concluido este largo proceso desde que iniciamos las primeras visitas a la comunidad, la gestión y ejecución del proyecto (ejecutado gracias a fondos de organizaciones amigas), han transcurrido más de dieciocho meses. Al interior del Equipo nos deja muchos frutos y enseñanzas. Estos proyectos nos ayudan a confirmar que cuando la organización nace y las personas creen entre ellas mismas, los proyectos pueden ser posibles.

            Las y los beneficiarios al rescatar las lecciones obtenidas de este proyecto, concluían en los siguiente: “Con este proyecto hemos aprendido no sólo construir viviendas. También hemos aprendido, y sobre todo eso, a construir humanidad, a trabajar en grupo y conocer personas diferentes; de igual modo, aprendimos a descubrir que con la gracia de Dios,  cuando se trabaja en comunidad unida se logran muchos más beneficios, se logran hacer “milagros” y hoy en esta gran fiesta de inauguración vemos estampada en el rostro de cada uno y de cada una, el gozo y la alegría de tener un hogar digno, bonito y seguro, y también una comunidad más unida”.

 

            Se puede decir que la parábola de los talentos (Mt. 25, 14-30) fue el telón de fondo para este proyecto. Todas y todos recibieron un talento y supieron multiplicarlo muy bien. No hubo nadie que lo enterrara con miedo que se lo robara, más bien, se lograron otros más para poner en común y para que todas y todos pudiesen compartir con gran alegría y gozo en el Señor.

 

Viviendas del cantón Michapita (Santa Cruz, Michapa, Departamento de Cuscatlán)

Equipo de la Red Ignaciana de Emergencia y Solidaridad / Servicio Jesuita para el Desarrollo

 

 

 

 

Escuela de Teología de Mejicanos:

tres experiencias teológicas

            La comunidad, el testimonio y  el martirio son tres realidades de fe que uno puede experimentar en la Escuela de Teología Pastoral de Mejicanos. El sector de Mejicanos tiene su propia tradición profética y martirial en nuestra Arquidiócesis, a ella quiere apoyar y servir esta Escuela que sigue el plan de estudios de la UCA en este programa popular.

            Es muy hermoso poder escuchar el testimonio de cada hermano y hermana sobre la vida de sus comunidades, la experiencia de la reflexión bíblica  y catequética que se hace desde hace varios años, la celebración de los sacramentos y el compromiso al que están llamados desde este modo de vida. Este año la Escuela recibió a 80 alumnos y alumnas de 21 parroquias de San Salvador, todos ellos y ellas son de comunidades que buscan fortalecer su fe, esperanza y caridad en la comunidad reflexionando su realidad y la vida teniendo como luz la Biblia, los documentos del magisterio de la Iglesia, universal y  Latinoamericano.

Una parroquia animada y sembrada por comunidades comprometidas

            La gente participante proviene de comunidades que luchan por hacer realidad el Reino de Dios y ser fieles al evangelio de Jesús de Nazaret. También luchan contra el antireino y los hijos de las tinieblas  que no  quieren la convivencia, la fraternidad, el compromiso social  y la solidaridad. Su lucha es para  que cambién, desde el seguimiento de Jesús de Nazaret y se pongan a su servicio.  La Parroquia de San Francisco es la sede de nuestra escuela de teología y está animada por muchos laicos comprometidos en la gran tarea de la evangelización.  Cuenta con el apoyo de dos Congregaciones Religiosas, los Pasionistas y los Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús.

 

Nos evoca el compromiso de la Iglesia en los últimos tiempos

            Como equipo local en esta escuela queremos hacer realidad las enseñanzas del concilio Vaticano II en la Gaudium Et Spes: “Más aún, es de desear que numerosos laicos reciban una formación suficiente en las ciencias sagradas y que muchos de ellos se dediquen ex-profeso a estos estudios y los profundicen. Pero, para que puedan llevar a buen término su tarea, debe reconocerse a los fieles, clérigos o seglares, la justa libertad de investigación, la libertad de pensar y la de expresar humilde y valerosamente su manera de ver en aquellas materias que son de su competencia”. (No. 62)

            Esta Escuela de Teología trata de dar a sus alumnos los conocimientos teológicos  y pastorales para ser hombres y mujeres de esperanza en sus comunidades. Estas comunidades (iglesias locales) que animan la experiencia de fe,  creo que muy bien las describe el documento de Puebla  La Iglesia debería convertirse en el lugar donde aprenden a vivir la fe experimentándola y descubriéndola encarnada en otros…” (No. 274)

          

            Como parte del equipo promotor de la UCA, para la animación de estas Escuelas, me he encontrado con hombres y mujeres de un gran testimonio dentro de esta Escuela, llenos de fe y de una conciencia social muy comprometida. Les transmito algunos de estos testimonios: “Esta escuela ha sido una gran experiencia para mí, compartir experimentar y conocer a un Cristo liberador, un Cristo que me vive con todos nosotros, en nuestras angustias, pobrezas, alegrías y sufrimientos” (Marta de Francia, parroquia San Sebastián en ciudad Delgado).

            Al preguntar en qué les ha ayudado este proceso formativo los jóvenes nos responden: “La ETP me ha ayudado a conocer al Jesús inmerso en la realidad que vivo día a día, a dar respuestas a ese Jesús, como laica, en la formación consciente de otros jóvenes; es decir a no vivir como cristianos autómatas, a todo amén. Jesús fue un hombre de su tiempo, coherente a sus principios y amor al Padre en los marginados, por eso le dieron muerte. Esto he aprendido, comprometerme con mi realidad como Jesús” (Reina Margarita Nuñez, Parroquia San Francisco en Mejicanos).

            Doña Mercedes Chávez expresa: “Me ha enseñado a ser creativa, cuidadora del Reino de Dios, y me ha invitado ha establecerlo en el territorio donde yo vivo, junto con mis hermanos y hermanas, promoviendo la vida en abundancia  que Jesús deseó para todos, sobre todo, me ha enseñado a ser más humana”.

            Kelvin Salvador Mendoza opina sobre lo que significó la Escuela en su vida, me dice: “La ETP, es el génesis de muchas cosas en mi vida, salir de la mediocridad, del miedo, de la ortodoxia y vivir hoy en la realidad del estilo de vida de Jesús de Nazaret. Proclamar ese Reino de Dios ahí donde se ha acostumbrado a callar, a decir quiénes son los preferidos de Dios… salir de doctrinas y conceptos para respirar el aire puro de la verdad del Evangelio y descubrir en el rostro de mis hermanos lo mejor”.

 

Comunidad con memoria de sus mártires

            La comunidad y el testimonio que se vive hoy en esta ETP creo que en parte es el fruto de aquel gran hombre de la comunidad, el P. Octavio Ortiz. El fue pastor de muchos hombres y mujeres a quienes mataron. Era párroco de Mejicanos cuando lo asesinaron brutalmente junto a otro catequista dando un retiro junto a los jóvenes en el Despertar (San Antonio Abad). Podemos afirmar llenos de alegría que el P. Octavio Ortíz sacerdote diocesano dió su vida por su comunidad, hombre de testimonio y entrega, fiel al evangelio  y al Reino de Dios,  ahora son  una luz que brilla en el altar de la Iglesia y de este templo de  San Francisco.

En su tumba se pueden leer las siguientes preguntas que nos siguen interrogando cristianamente: ¿Qué significa para nosotros ser luz para los ciegos? ¿Qué significa dar libertad a los oprimidos?.

            También podemos leer la llamada del Concilio «los fieles cristianos que, por estar incorporados a Cristo mediante el bautismo, constituidos en Pueblo de Dios y hechos participes a su manera de la función sacerdotal, profética y real de Jesucristo, ejercen la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo, según la parte que les corresponde» (LG 31).

 

Francisco Beltrán

 

Don Manuel: infatigable constructor de iglesia

El 6 de octubre de 1999 hizo su última contemplación Víctor Manuel Grande Pineda, conocido como don Manuel. Fue el pilar continuo de la construcción de la iglesia San José de Nuevo Cuscatlán, La Libertad. Gran deportista fomentó siempre una espiritualidad que mantuviera el aliento en todas  las ocasiones y ante todas las dificultades.

 

     Los antiguos maestros del Espíritu solían hablar de un amor especial de Dios hacia algunas personas. Más que algo diferente era elegirlas para que se volvieran signo para otros. Ellos decían que la persona, antes de morir, se volvía eucaristía para el lugar donde vivía o para la comunidad con que convivía. Don Manuel tuvo dos grandes devociones: al Santísimo y al Señor de la Misericordia. Desde que hizo su primera comunión, siendo niño, nunca dejó de comulgar. La oración era su tortilla y café cotidianos.

 

   Así el trabajo se nutría de este encuentro. Por eso, fue un evangelizador dedicado. Conoció todas las casas de su comunidad y todas las caras sabían que tenían en él al hombre de la palabra adecuada, del gesto acogedor y de la exigencia delicada. No pedía lo que antes no hubiera hecho y no paraba hasta que las cosas estuvieran bien hechas y hasta el final. Leía mucho, reflexionaba todo pero, sobre todo, oraba para que su palabra fuera sostén para otros y canto animador para seguir caminando. Tenía un humor que aliviaba las tensiones y rompía los obstáculos para seguir uniendo y haciendo crecer a la comunidad.

 

   Aprendió a recorrer todos los caminos de los Derechos Humanos, especialmente los de los niños. Las pasiones y posiciones políticas las atravesó buscando el servicio a la comunidad para que así Dios tuviera una casa digna donde adorarle. Su enfermedad lo fue consumiendo pero se mantenía cerca de su Dios, así pulió la letanía que llevaba grabada en su corazón: “todo sea por el amor de Dios y sólo por el amor de Dios”. Don Manuel, gracias por ser eucaristía para la comunidad. No deje de pedir por la Iglesia.