AÑO XXV, No. 541
1-31 de mayo, 2005
Madre: fuente de la vida
Migración: jornada de esperanza
Santificación de Monseñor Romero
La mujer.madre en el pensamiento de Monseñor Romero
Tormenta eclesial: el “caso América”
XXV Aniversario de los mártires del Río Sumpul
Una Escuela de Teología Pastoral en Ciudad Merliot
Don Beto: cultivador de Santa Adelaida
Nacionalismo caprichoso
ARENA y el empobrecimiento de los sectores
medios.
Desde el primer gobierno de ARENA (1989-1994), los sectores medios salvadoreños
han venido padeciendo un deterioro continuo de sus condiciones de vida. Bajo
la administración de Francisco Flores (1999-2004), las cosas se pusieron peor
para quienes se habían creído la tesis de que, con la consolidación del modelo
económico neoliberal, su vida mejoraría en términos de empleo, salario, acceso
a bienes de calidad y bienestar. Cuando
Flores dejó la presidencia, la brecha entre ricos y pobres se había ampliado,
la pobreza no había disminuido, las privatizaciones no habían favorecido a la
mayoría de salvadoreños, la oferta de empleo era más precaria que nunca, la
dolarización había encarecido el conjunto de bienes de consumo y la dependencia
de las remesas se había convertido en una necesidad estructural del aparato
económico.
Al finalizar el mandato de Flores, el partido ARENA tenía un grave problema
entre manos: la potencial desafección de los sectores medios, claves no tanto
para ganar elecciones, sino más bien para obtener la legitimidad necesaria para
gobernar con relativa estabilidad. Posiblemente en ese momento, el tema de la
pobreza general fuera un problema para ARENA; quizás sus asesores e ideólogos
temían que los sectores populares, agobiados por una miseria creciente, se rebelaran
electoralmente y se inclinaran por el FMLN. Pero quizás el temor de una desafección
de los sectores medios era más fuerte. Esta presunción permite explicar buena
parte de la campaña electoral que catapultó al entonces candidato Elías Antonio
Saca a la presidencia de la República.
Las promesas de Saca
Saca fue promovido, esencialmente, como un hombre de clase media: siendo de
origen humilde —decía la propaganda—, en base a un esfuerzo y una dedicación
constante, avanzó venciendo obstáculos hasta llegar a ser una persona de éxito
económico y político. En esta materia, quienes diseñaron la imagen con la que
Saca fue lanzado al ruedo político supieron explotar toda clase de símbolos,
emblemas y mitos —el mito del progreso, por ejemplo— con los cuales los sectores
medios se identifican imaginaria y emotivamente.
Vista con frialdad y con algo de racionalidad, esa amenaza no se sostenía. Sin
embargo, un segmento significativo de los sectores medios no estaba para detenerse
a mirar con frialdad o racionalidad un asunto tan delicado y vital. No importaba
que uno de sus dos vehículos estuviera siendo pagado al crédito o que una de
sus dos casas estuviera hipotecada o que sus tarjetas de crédito estuvieran
sobregiradas. Lo importante era que carros, casas y tarjetas de crédito eran
un símbolo de progreso, bienestar y éxito; por tanto, la defensa de esos bienes
y del estilo de vida asociado a (y garantizado por) ellos estaba por encima
de cualquier otra consideración. Votar por ARENA fue para muchos la garantía
de que esos bienes y ese estilo de vida estarían asegurados para siempre.
Cuando Saca fue proclamado ganador de los comicios, quienes, desde los sectores
medios, le dieron su voto seguramente respiraron aliviados: la amenaza comunista
contra sus bienes y propiedades se había conjurado. Las promesas a los sectores
medios pronto se revelaron como lo que eran: meras promesas. A casi un año de
haber iniciado su mandato presidencial, Saca ha hecho poco por los sectores
medios a los que tanto prometió. Todos ellos están resintiendo la presión de
unos salarios estancados, la ofensiva tributaria que se cierne sobre ellos,
el incremento de los precios, la voracidad de los bancos y las instituciones
financieras, las desventajas de la privatización y la falta oportunidades laborales.
En conjunto, los sectores medios se están empobreciendo cada vez más. Cualquiera
dirá que los sectores medios —quienes dentro de ellos votaron por Saca y ARENA—
están recibiendo su merecido castigo, por haberse dejado seducir y manipular
por los eslóganes del éxito, el individualismo y el consumismo. Saca y su partido
han traicionado a esos sectores, porque están haciendo con ellos precisamente
lo opuesto de lo que les prometieron. Ante una situación tan crítica, la salida
del país se afirma como una opción firme. La otra salida —más remota, pero más
prometedora para el conjunto de la sociedad— es que los sectores medios se conviertan
en dinamizadores de una movilización social que permita redefinir los ejes de
la conducción social, económica y política de El Salvador.
El nacionalismo caprichoso y arcaico de
Saca
En una fecha tan temprana como el 30 de octubre de 2002, en un artículo publicado
en la revista PROCESO, se llamaba la atención sobre el caso del doctor Pedro
Enrique Banchón Rivera, el médico ecuatoriano que el gobierno de Saca acaba
de expulsar del país. En ese momento, el editorialista se horrorizaba por el
hecho de que los medios de comunicación y sus trabajadores se convirtieran en
informantes del gobierno, so pretexto que el médico señalado había participado
en actividad política interna. Además de fustigar el comportamiento del periodista,
—un tal Bernardo Valiente, según la nota de La Prensa Gráfica del 26
de octubre del 2002— que se erigió en ojos y oídos del gobierno de turno, se
llamaba la atención sobre algo todavía más básico: el hecho de recriminar la
opinión de una persona solamente por el hecho de ser extranjero. “Ser extranjero
—decía el texto en mención— no es un obstáculo para interesarse por los problemas
del país en el que se está de visita o se reside permanentemente. Al contrario,
es una señal de decencia que todos debiéramos reconocer. Que (tal manifestación
de decencia) sea prohibido por las leyes no es sino una muestra de la obsolescencia
de unos sistemas jurídicos fundados en un nacionalismo arcaico”.
Más de dos años después de esas declaraciones, el gobierno de Elías Antonio
Saca cumplió los sueños de los defensores de la política interna salvadoreña.
En la línea de lo que denunciaba el periodista de La Prensa Gráfica,
el ministro de Gobernación declaró violador de las leyes de la República al
médico ecuatoriano, y lo expulsó del país. Las notas periodísticas del día,
sin inmutarse ante la terrible noticia, parecen complacerse en una decisión
que todos comentan que se veía venir.
El presidente de la República, él mismo, descendiente de una minoría todavía
maltratada en el lenguaje salvadoreño, podría dar fe de la muestra de xenofobia
que caracteriza a algunos miembros de esta sociedad. Saca no podrá decir que
en más de una ocasión no se sintió ofendido por la apelación de turco,
con la que algunos salvadoreños suelen manifestar su desprecio hacia los
descendientes de palestinos que empezaron a radicarse en el país a principios
del siglo pasado.
Así las cosas, la expulsión del médico Banchón tiene todos los ingredientes
de un Estado autoritario y fundamentalmente xenófobo. La arrogancia de las autoridades
ha llegado a tal nivel que los funcionarios del partido oficial no se inmutan
en reprimir incluso a delegados de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos
Humanos (PDDH).
Además la falta de sensibilización de la opinión pública sobre las circunstancias
y significado de la expulsión del médico ecuatoriano se debe, por un lado, a
la manipulación del nacionalismo por parte del gobierno y, por otro, a las inconsistencias
en la identidad de este pueblo. En este tema, increíblemente no sirve el hecho
de que El Salvador sea un país de inmigrantes, cuyos ciudadanos históricamente
se han desplazado a otros lugares en busca de mejorar su situación.
Además, se olvida que también los salvadoreños que viven en otros países
tienen derechos esenciales y básicos que proteger.
De modo que los hechos en torno a la expulsión del médico Banchón Rivera no
pueden leerse más que como un nacionalismo caprichoso y una muestra de xenofobia
selectiva. Pero lo más grave del asunto es la falta de conciencia de la mayoría
de los ciudadanos y el acoso del que sigue siendo víctima la titular de la PDDH,
por la actuación de sus empleados respecto del tema. La inconsciencia de los
salvadoreños impide profundizar en el tema y se pidan explicaciones a unos funcionarios
que, a todas luces, se extralimitaron en sus funciones. Además, el acoso a la
PDDH evidencia que la cultura de derechos humanos y de observación y control
de las autoridades públicas aún no ha tenido arraigo en los funcionarios de
derecha.
CIDAI
Los obispos de Estados Unidos han escrito una célebre carta pastoral titulada
Juntos en el Camino de la Esperanza: Ya no somos extranjeros. La carta
es una invitación y, al mismo tiempo, un camino de educación para que todos
los cristianos y las personas de buena voluntad logren sopesar los beneficios
que trae la inmigración. Más aún, darse cuenta de los que ya ha recibido Estados
Unidos con los migrantes que viven en su suelo. Sin olvidar que el país entero está conformado por emigrantes procedentes
de diversos puntos del planeta.
Se busca sensibilizar a la opinión pública norteamericana para que logren
captar y aceptar las contribuciones
que los inmigrantes han hecho y son palpables en la vida del país. Esta actitud
debe traducirse y encarnarse en leyes
justas que vayan en ayuda, aceptación y sosiego para los emigrantes. Para llevar
adelante esta propuesta, se invita a
todas las personas que colaboren con este proceso organizando redes de apoyo.
Así de esta carta pastoral nació una campaña nacional para lograr una
reforma del sistema jurídico y político migratorio. Para eso se ha solicitado
una amplia coalición de organizaciones católicas y de grupos de buena voluntad
para que fomenten, confirmen y hagan avanzar esta iniciativa. La campaña lleva
por título: Justicia para los Inmigrantes: una jornada de esperanza.
Todo se lleva a nivel nacional. En ella se les solicita a los obispos
que sean líderes para convocar y animar a las diversas agrupaciones y redes
que tengan, para que sustenten y apoyen estos cambios.
Todos estos grupos buscarán educar al público en general, especialmente
a las comunidades católicas para que conozcan las enseñanzas de la Iglesia sobre
la migración, los inmigrantes y su aplicación en una sociedad contemporánea
y en un mundo globalizado. De esta manera,
contribuir a generar un ambiente político positivo y generoso para llevar adelante
la reforma migratoria. En dichas reformas, tanto legislativas como administrativas,
se busca que tengan el sello de los principios propuestos por esta enseñanza.
De allí que se organicen redes católicas que fomenten, difundan y consoliden
la obtención de los beneficios de la reforma a inmigrantes elegibles.
Todo este esfuerzo quiere hacer converger las intenciones y los valores
de las personas de buena voluntad para que eduquen, organicen y aporten, incluso,
para la parte de abogacía tan necesaria en toda esta “caminada” por la
justicia hacia los inmigrantes. Por eso, se dan los nombres de las personas
encargadas de la dirección de campaña y del área de educación pública y difusión.
Pues, buscan animar y unificar a los diversos grupos ligados a la Iglesia o
que simpatizan con este tipo de proyectos. El inicio oficial de esta iniciativa
fue el 10 de mayo con una conferencia de prensa en la ciudad de Washington D.C.
y la construcción de un portal electrónico que permita mantenerse informado
y ver los modos de incorporarse en la colaboración de este camino de justicia.
Ayuda mucho recordar las palabras del cardenal y arzobispo en Washington,
Theodore McCarrick “antes de cambiar nuestras leyes debemos cambiar nuestras
actitudes hacia los inmigrantes”. No se olvida el 11 de septiembre como tampoco
se soslaya el problema de los civiles “cazainmigrantes” pero se debe recuperar
esa conciencia de pueblo acogedor que sabe distinguir las diversidades de personas
pero no le cierra las puertas a los que vienen a colaborar. Por eso, el Cardenal
decía “Estamos aquí el día de hoy para hacer oir la voz de la Iglesia en esta
discusión pública, y para recordarle a los católicos lo mismo que a todos los
norteamericanos que hemos sido, y seguimos siendo, una nación de inmigrantes”.
Por eso, en este camino de justicia, siguió diciendo el Cardenal “nuestra
nación puede enfrentar el reto de reforzar la seguridad nacional sin cerrar
las puertas a los débiles y los oprimidos”.
Para El Salvador, la migración se ha vuelto pan de cada día. No hay familia
salvadoreña que no tenga un inmigrante entre sus familiares. Hace algunos años
se llevó a cabo un trabajo serio sobre la problemática de las personas que se
veían forzadas a emigrar para poder tener un futuro digno. Como sabemos, Estados
Unidos es el país que más salvadoreños tiene y
Los Ángeles es la ciudad que más pupusa come aunque ya comienzan a darse
números fuertes en otras ciudades de Estados Unidos.
En el momento de la encuesta, la mayoría de los que emigraban eran hombres
aunque el número de mujeres, últimamente, ha subido de manera notable.
En tiempo de la guerra, la migración parecía la salida más natural para
escapar de la violencia unida a la pobreza que azotaba todo El Salvador. Convenía
poner fronteras de por medio para conocer el sosiego y el bienestar.
Pero firmados los Tratados de Paz, el poner fronteras con la realidad
de El Salvador sigue siendo una salida casi obligatoria para la subsistencia.
La paz no logra mantener a su gente en el suelo que los vio nacer.
En la estadística, se hacía una diferencia entre la migración interna,
irse de los cantones a las ciudades y la internacional, buscar el “sueño americano”.
En la migración interna, cerca del 78% de los hombres dejaban su lugar de nacimiento
teniendo menos de 26 años y con tasas de escolaridad un poco más arriba de la
primaria, casi todos solteros y sin hijos y estaban trabajando en la agricultura
o eran estudiantes.
Las mujeres tienen un perfil parecido a los de los hombres pero ellas
suelen salir más jóvenes cuando emigran y con una escolaridad que no llega al
sexto grado. La gran mayoría de ellas trabajaban en labores domésticas o eran
estudiantes.
En la emigración internacional, son los jóvenes la mayoría aunque la
edad sube hasta los 36 años y algún número de personas mayor de esa edad. Pero
su escolaridad es menor de los que emigran internamente.
Las mujeres eran hijas jóvenes que no habían trabajado fuera del hogar
antes de irse. Tanto varones como mujeres emigran solteros o solteras y
de ellos y ellas pocos dejando hijos o hijas en el país.
Desde esta encuesta, la perspectiva de las zonas rurales es empujar a
los y las jóvenes a emigrar como la alternativa viable para que puedan tener
futuro. Con todo lo que significa una ruptura familiar, una nueva cultura, cómo
mantener los lazos tradicionales y todo lo referente a las remesas.
Es decir, la pobreza sigue trazando su camino entre los jóvenes del país.
Lo que está apareciendo en el horizonte de la migración es la oferta
que se está haciendo a profesionales y gente formada para que emigre. Lo doloroso
no es la oferta sino el número de personas de clase media y de las ciudades
que también están viendo como oportunidad dejar el país. Esta dura y dolorosa
realidad parece avalar la conocida frase que usan muchos de los que se van:
más vale cambiar de país que cambiar el país. A la pobreza se une la poca esperanza
de mejores horizontes para el terruño que los vio nacer. Además de toda la pérdida
de “inteligencia” que se da. Pues, sabemos que emigran los que tienen un tipo
de audacia y, muchos de ellos, con valores y dotes para saber enfrentar la vida
y salir adelante.
Iniciativas como la de los obispos de Estados Unidos nos habla de una
solidaridad en este camino de la justicia y de la equidad entre las personas
y los pueblos. Al mismo tiempo, que nos sirve de llamada de atención para que
sigamos buscando alternativas en el país que ofrezcan un futuro mejor tanto
a las personas del campo como a las que viven en las ciudades. Sobre todo, para
nuestra gente joven, a los que solemos denominar el futuro de nuestro país.
Es bueno colaborar con el futuro de otros países. Pero para hacerlo es necesario
también construir el propio y asi volverse
bendición para otros.
No podemos negar que en el seno de casi todas las sociedades tenemos
la presencia del “extranjero” pero eso no significa que nos quedemos impávidos
viendo como forzamos a nuestra gente que se vuelva ciudadano de otros países
para poder desarrollar todas sus capacidades y posibilidades. Sobre todo, cuando
uno es forzado a dejar el hogar, lugar de pertenencia y referencia para correr
la aventura con todo el albur que tiene de lograr integrarse en la nueva sociedad
de acogida.
Queremos agradecer todo el trabajo de la Iglesia en Estados Unidos para
que la justicia también circule y sea pan cotidiano con los emigrantes. Sobre
todo, por lo que toca a las leyes de migración para que no dejen de ser humanas
y ofrezcan salidas justas a nuestros emigrantes. Pero, debemos mirar internamente
qué podemos hacer para que no asistamos tranquilamente a estar despidiendo todos
los días a nuestros jóvenes que parten porque no hay viabilidad ni esperanza
en el lugar que les dio la vida. Aquí también la justicia debe tejer las ofertas
y las posibilidades para nuestra gente. Junto con la solidaridad para que la
equidad permita que nuestros propios hermanos encuentren en cada uno de nosotros
esa mano amiga y propositiva.
* Para las personas interesadas en la campaña
de los Estados Unidos, les informamos que el director es el Sr. Leo Anchondo,
teléfono 202-541-3245 con correo electrónico
Lanchondo@USCCB.org
La responsable del área de educación pública
y difusión es la sra. Julie McFarland con el teléfono 202-541-3224 con correo
electrónico JMcFarland@USCCB.org
Darnos solidariamente la mano es bueno.
Discurso de Monseñor Vincenzo Paglia, postulador
de la causa de santificación de Monseñor Romero
Con profunda emoción tomo la palabra, en esta hermosa cripta de la catedral
de San Salvador, junto a la tumba de Mons. Romero, para hacer memoria del Arzobispo
cuya vida fue cegada por esbirros cuando celebraba la Eucaristía, hoy hace ya
veinticinco años.
Para esta ocasión el actual Arzobispo de San Salvador, Monseñor Fernando Sáenz
Lacalle ha querido dar sepultura definitiva a los restos del Siervo de Dios.
De este modo, se completa lo que falto a aquella celebración fúnebre del 30
de marzo de 1980, interrumpida de manera violenta en el momento del ofertorio;
como también habia sido violentamente interrumpida la Misa del 24 de marzo de
ese mismo año, cuando fue asesinado
Monseñor Romero mientras celebraba la misa. Ahora, Mons. Romero encuentra su
lugar de descanso junto con sus predecesores, en esta cripta, estrechando, aun
después de la muerte, con sus hermanos en el episcopado, lazos de fraterna y
eterna comunión.
En la violenta muerte de Monseñor Romero se expresaba también la trágica situación
de un país aplastado por la tensión de la guerra fría y desgarrado por la injusticia
y por la violencia. La guerra que libraba la guerrilla contra las fuerzas militares
y paramilitares, formaba parte del escenario internacional de la época. Una
guerra geopolítica que tenia como escenario este pequeño pueblo de campesinos
trasformado en un rehén. En el corazón del conflicto, Mons. Romero intentó hacer
lo que dictaba su amor por el país.
Guiado por el Evangelio, Romero se puso al lado de su pueblo formado en su gran
mayoría por pobre gente. Y esta actitud generó la sospecha de colusión con la
izquierda. Él, en cambio, hombre de oración e hijo de la Iglesia de Roma, hablaba
de paz, acusaba a los violentos y buscaba una solución que parecía imposible.
Hubiera sido suficiente para el hablar menos, alejarse un poco más de los pobres,
ser más prudente o más realista, y se hubiera salvado. No lo hizo y lo mataron.
Querían que callara para siempre.
Los gestores del magnicidio pensaban haber ganado dándole muerte aquel 24 de
marzo de 1980. Pero no fue así. Han pasado 25 años de su muerte, el mundo ha
cambiado totalmente, y Romero sigue hablando. Habló el Jueves Santo pasado mezclando
su voz con la de Jesús: “Nadie mayor amor que el que da su vida por sus amigos”
(Jn. 15,13) El mayor amor es dar la propia vida por los amigos. Este es el amor
del que Romero dio testimonio en su vida hasta en la misma muerte. Y es esto
lo que él sigue gritando al mundo aún hoy.
Sí! Romero sigue diciéndonos que es posible
vivir un amor como este. Mientras alrededor de nosotros y dentro de nosotros
mismos se habla de un amor egoísta y muchos se desviven por la defensa de los
propios intereses, el idioma de Romero era otro. Su lenguaje era
del Evangelio: el idioma del amor para los demás. En la línea del Evangelio, él nos
sigue diciendo que la felicidad no está en vivir en contra de los demás, sino
en amar a los demás particularmente a los más pobres.
La arquidiócesis de San Salvador eligió introducir la causa de beatificación
de Monseñor Romero “super martyrium” y no “super virtutibus”, considerando que
Romero murió por la fe y no simplemente por haber vivido las virtudes de manera
heroica. Ha sido una opción acertada. Las investigaciones históricas, particularmente
la última biografía escrita por el historiador italiano Roberto Morozzo della
Rocca, con el significativo título:
“Primero Dios. Vida de Oscar Romero”, confirman la exactitud de esta opción.
Efectivamente. A Monseñor Romero no lo mataron simplemente por razones políticas,
que, obviamente, no faltaban en la mente de los que lo mandaron a matar. Al
asesinarlo, los sicarios intentaron golpear a una Iglesia que quería permanecer
fiel al Evangelio y al amor preferencial por los pobres. Personalmente, me sorprendieron
las numerosas cartas de obispos de todas partes del mundo y de conferencias
episcopales enteras que llegaron a la oficina de la postulación, pidiendo su
beatificación. Y es impresionante como, aún hoy, en todas partes del mundo Romero
es conocido, amado y recordado con veneración. Es ya de todos sabido que la
Iglesia anglicana quiso poner una estatua de Romero entre los diez más grandes
testigos de la fe del siglo XX, destacándolos en la fachada de la catedral de
Westmister. Mas cerca de nosotros, Juan Pablo II subrayó la memoria de Romero
de múltiples modos y en múltiples ocasiones. Quiero destacar aquella en que,
con su propia mano, escribió el nombre de Romero en el texto de la oración principal
de la celebración de los “Nuevos mártires” que se realizó en el año del jubileo,
haciéndolo entrar así en la gran muchedumbre de los testigos de la fe del 900.
Como miles de “nuevos mártires” del novecientos, Romero fue fiel a la
misión que se le había confiado. No huyó, como se lo sugirieron muchos, incluso
sus mejores hermanos en el episcopado.
Y pagó con su vida no haberlo hecho. Por esto podemos hablar de una “muerte
martirial”. Y sabemos que la tradición cristiana, en este sentido, dice: “Uno
no llega a ser mártir porque es santo, sino santo porque es mártir”.
La muerte de Romero es la de un pastor que se expone al mal por el bien de sus
fieles. No fue un revolucionario. Tampoco se sentía un profeta. Creía, si,
en la santidad y sentía la responsabilidad de ser pastor. No quería hacer
política, aunque se sintió obligado a expresar públicamente la verdad, a la
luz del evangelio, de lo que pasaba en su país. Fue “la voz de aquellos que
no tienen voz”, de los pobres y de todos aquellos que sufrían injusticias. Por
esta razón Juan Pablo II lo puso en la lista de la innumerable multitud de los
“nuevos mártires”, agregándolo personalmente en la oración de esa celebración
en el Coliseo.
Esta fue la oración en la que de su puño y letra el Papa Juan Pablo II añadió
la mención de Monseñor Romero: “Acuérdate, Padre de los pobres y de los marginados
de aquellos que testimoniaron la verdad y la caridad del Evangelio hasta entregar
su propia vida: pastores apasionados, como el inolvidable arzobispo Oscar Romero
asesinado en el altar durante la celebración del sacrificio eucarístico…”.
Hoy, con la celebración eucarística que dentro de poco nos verá reunidos en
la catedral, quisiéramos nosotros también unirnos a esta oración del Papa y
pedirle al Señor que, en estos momentos de gran sufrimiento del Papa, se acuerde
de Juan Pablo II, pastor también él, que no cesa de dar su vida por la Iglesia.
La mujer-madre en el pensamiento de Monseñor Romero
Se afirma que ser madre es más que una función, es un “modo de ser” que engloba
todas las dimensiones de la “mujer-madre”, su cuerpo, su psique y su espíritu.
Con su cuidado y cariño, la madre continúa engendrando a sus hijos e hijas durante
toda la vida. Incluso aunque hayan muerto, siempre permanecerán en su corazón
materno.
Este modo de ser, que inspira confianza y proporciona humanización, encuentra
en la sociedad múltiples obstáculos. Cuando se le pregunta a la mujer-madre
cuáles son sus principales amenazas suelen mencionar las siguientes:
“Me preocupa la situación económica. Uno
trabaja y trabaja y no pasa de lo mismo. El dinero no alcanza para darle a los
hijos lo que necesitan. Aunque uno trata de darles lo mejor cada día con la
ayuda de Dios primeramente. La pobreza es un gran problema para una madre”.
“La zozobra que vive uno con los hijos por el ambiente de violencia en que vivimos.
Siempre anda una preocupada por lo que les puede pasar en la calle, en la colonia,
en los buses y hasta en la escuela. El temor de la agresión es permanente”.
“La infidelidad del hombre en el hogar. Eso hace que la mujer asuma el rol de
padre y madre en el hogar. A la mujer le toca mantener a los hijos cuando el
hombre es irresponsable”.
“Lo que nos está afectando es la violencia de los maridos hacia las mujeres.
Ya no se respeta nada. Las mujeres sufren insultos, desprecios, golpes, atropellos
y abusos dentro del hogar. Los maridos tratan a sus mujeres como que fueran
sus peores enemigos. Una no es feliz en el hogar. Hasta allí tiene una que cuidarse
del mal”.
El modo de ser “mujer- madre” - cuidadora porque vive la experiencia fundamental
del valor de las personas y las cosas -
amenazado por la cultura patriarcal, la inequidad social y la inequidad
de género, es condición de posibilidad para que la vida sea realmente humana.
Por eso, la continuidad de este modo de ser pasa por erradicar todo aquello
que amenaza u oprime la dignidad de las mujeres.
Así lo visualizaba Monseñor Romero. Veámoslo.
La madre: sacramento del amor de Dios
Yo quiero decirles a todos ustedes hermanos (...) que aun cuando se nos callaran
todos los medios de comunicación social, siempre quedaría un gran micrófono
en el mundo: la madre cristiana (...) La madre es como el sacramento del amor
de Dios. Dicen los árabes que Dios, como no lo podemos ver, hizo a la madre
que podemos ver y en ella vemos a Dios, vemos el amor, vemos la ternura (...)
¡Cuánto podría el influjo de la madre, de la esposa, en el hombre político,
en el hombre de gobierno, en el capitalista, en el empresario! Se humanizarían
las relaciones humanas, si las madres influyeran más en el corazón de los hombres...
(8 de mayo de 1977).
Toda madre que sufre por el atropello de
su propia dignidad y la de sus hijos, es una denuncia
María, madre dolorosa, frente al poder
de Poncio Pilatos que le ha matado injustamente a su hijo, es el grito de la
justicia, del amor, de la paz, de lo que Dios quiere, frente a lo que Dios no
quiere, frente al atropello, frente a lo que no debe ser (...) Es el grito contra
el pecado. Y esto es lo que está haciendo la Iglesia, gritando contra el pecado
que se entroniza en la historia, en la vida de la Patria para decir que no reine
el demonio, que no reine el odio, que no reine la violencia, el temor, el terror;
que reine el amor, que reine la paz en los hogares, que vuelva a la tranquilidad
lo que ha sido causa de intranquilidad (1 de diciembre de 1977).
María de Nazaret: ejemplo de una vida libre
y liberadora para hacer el bien
Que cada cristiano, que cada miembro de esta Iglesia, que todos, al igual que
María, como ella, sepamos enjugar lágrimas y consolar tristezas pero, como ella
también, valiente en su profesión profética, sepamos desenmascarar el mal y
reclamar contra las injusticias, porque la redención de los hombres según el
cántico mismo de la Virgen, está ligado a la justicia que los hombres hagamos
en la tierra y al respeto que aquí tributemos a la verdad de Dios...
(15 de julio de 1979).
María es la expresión de la necesidad de los salvadoreños. María es la expresión
de la angustia de los que están en la cárcel. María es el dolor de las madres
que han perdido a sus hijos y nadie les dice dónde están: María es la ternura
que busca angustiada una solución. María está en nuestra patria como en un callejón
sin salida, pero esperando que Dios ha de venir a salvarnos
(24 de diciembre de 1978).
Recordábamos también que María en su cántico, precisamente en el evangelio (Lc
1,39-56), se manifiesta como modelo para quienes no aceptan pasivamente las
circunstancias adversas de la vida personal y social, ni son víctimas de la
alineación, como hoy se dice, sino que proclaman con Ella que Dios ‘ensalza
a los humildes’ y, si es el caso, ‘derriba a los potentados de sus tronos’ (Puebla,
n.297). María, pues, no es una devoción sentimental y débil
(23 de
diciembre de 1979).
(...) María, para ustedes, pueblo de Dios, es una laica. María no es sacerdote
ni religiosa. María es una esposa. María es una madre de familia. María es una
mujer seglar. Allí estuviera sentada en las bancas de la Catedral, como una
de estas mujeres que me escuchan, y yo no la distinguiría, pero su corazón,
lleno de este carisma profético, absorbía las palabras del gran Profeta, Jesucristo,
su Hijo, para realizarlas con el amor, la fe, la caridad, con la valentía y
la entereza con que un seglar tiene que ser profeta también en el ambiente en
le toca vivir
(20 de julio de 1979).
Como un gran honor a la mujer quisiera decir que toda mujer embarazada es Adviento.
Es anuncio de una vida que llega. Y por eso, ¿cómo va a difamar y a ultrajar
la Iglesia la figura de la mujer? Al contrario, la enaltece y la engrandece.
Y quiere defenderla de todo que la ultraja y la hace menos grandiosa
(6 de enero de 1980).
Amor y ternura, grito de justicia y de paz, consuelo en el sufrimiento, desenmascaramiento
del mal, lucha contra la injusticia, esperanza contra toda esperanza, valentía
y entereza, identificación con el débil. Estos son algunos rasgos esenciales
del modo ser mujer-madre. Del modo de ser cuidadora. ¿Qué duda cabe que en la
puesta en práctica de este modo de ser hay principio (fundamento) de humanización?
Carlos Ayala Ramírez
Acción de Gracias por las Madres
Sin duda alguna en nuestro continente la
figura materna es pieza angular de la estructura social, y ello se refleja en
muchas actividades. De allí que pocas festividades convocan o mueven tanto como
las celebraciones en torno a las madres.
Nuestra Universidad no es la excepción
a ese modo particular de ser. Por ello el pasado 10 de mayo celebramos con una
eucaristía.
De las diversas unidades se hicieron presentes.
La capilla se vistió de alegría y el coro nos acompañó en nuestra acción de
gracias. Los jóvenes del grupo Caminando con Cristo, prepararon todos los detalles
de la celebración, elaboraron una hermosa tarjeta que fue entregada a las madres
de nuestra institución. El centro de Pastoral al final de la eucaristía repartió
un hermosa rosa a cada una de las presentes.
Muchas madres agradecieron el gesto de los jóvenes para con ellas. La verdad, al final, los y las jóvenes sintieron que habían hecho algo bueno, para ellos nuestro agradecimiento, como al personal del Centro de Pastoral, juntos hemos realizado esta actividad para toda la comunidad universitarios.
A continuación presentamos algunos testimonios de empleadas/madres de la UCA
Tuve la oportunidad de asistir a la misa.
En lo personal me pareció un buen incentivo para las madres de parte del Centro
Pastoral y los jóvenes de la pastoral de la UCA..
Es importante reconocer el papel que las
madres salvadoreñas desempeñamos en este país tan lleno de esperanza para poder
salir adelante.
En realidad fue gratificante. ¡Felicidades!
Les exhorto a que sigan adelante con esta
buena iniciativa.
Vilma Ruth Barahona. Talleres Gráficos UCA
En tantos años de trabajar en la UCA, los
últimos dos han sido bonitos por que nos han celebrado una misa especial para
celebrarnos el día de las madres, ya que este es un día especial en el que uno
se siente muy emocionada. Me gustó recibir
muchas felicitaciones.
Julia Nohemi Bautista. Unidad de Limpieza.
La misa me pareció un gran detalle para
las madres, un reconocimiento que da fortaleza para seguir la tarea encomendada,
ser madre...
Merlín Bautista. Depto. de Teología.
Nuevamente escuchamos las palabras de paz
y esperanza del obispo emérito de São Felix. Su alabanza al nuevo obispo va
más allá del agradecimiento de lo que hace por la gente, ve en él ese paso y
signo de Dios. Dios sea bendito.
Durante toda esa marejada eclesiástica (muerte de Juan Pablo II, elección de
Benedicto XVI, nombramiento del nuevo obispo de São Félix do Araguaia) hemos
ido recibiendo, aquí, en la Prelatura, muchas cartas, muchos mensajes, de solidaridad.
Y también, con ellos, preguntas, indignadas o ansiosas, y declaraciones de amistad
y de esperanza, a pesar de ciertos pesares…
En mi nombre personal y en nombre de toda nuestra pequeña Iglesia, agradezco
a todos, a cada uno, a cada una. Somos comunión y la intersolidaridad nos alimenta
por el camino.
Tenemos un nuevo papa. Ya se ha hablado mucho sobre el particular. Papa es Benedicto
XVI y con él seguirá la Iglesia, que es mayor que el papa, y seguirá sobretodo
el Reino de Dios que es mayor que la Iglesia. Seamos corresponsables,
fielmente libres, militantes de la gran Esperanza.
Socialmente hablando, frente a esa nefasta política neoliberal, contra todas
las dictaduras de la economía y de las armas y de la mentira, sigamos con nuestra
diaria y comunitaria participación. El Espíritu del Resucitado nos acompaña
y nos impulsa y es nuestra garantía.
Aquí, en São Félix, el hermano obispo, Leonardo Ulrich Steiner, ha llegado muy
franciscanamente y ya ha empezado a sumergirse en el pueblo. Su primera visita
pastoral ha sido a Ribeirão Cascalheira, donde está el Santuario de los Mártires,
a los “assentamentos” de “posseiros” de Querência y a la aldea Xavante de Marãwatsedé,
acosada por los invasores y en un lentísimo proceso judicial. Un campesino me
hacía del obispo Leonardo este elogio mayor: “O novo bispo é um homem natural”.
Es el mejor modo de ser sobrenaturalmente evangélico…En la solemne misa de la
llegada oficial de Leonardo a la Prelatura, en nombre de esta Iglesia que él
asumía, yo le di un anillo de tucum, símbolo de la alianza con las causas de
la Prelatura de São Félix do Araguaia: la opción por los Pobres, la Tierra,
los Pueblos
Indígenas, las Comunidades de fe, corresponsables y comprometidas, la Intersolidaridad,
la Patria Grande…Y recibió también Leonardo tres llaves emblemáticas: la de
la Catedral (matriz de la Prelatura), la del Archivo (símbolo de la Memoria,
sobretodo del Martirio) y la de la Administración (símbolo de ese compartir
solidario en la pobreza).
Estamos alegres, en una comunión creciente y en una inconmovible esperanza.
Y seguiremos contando con todos y todas, cada uno, cada una, de ustedes, vosotros,
vosotras. Siempre hacia ese Otro Mundo Posible, construyendo esa Iglesia Otra,
llevados por el viento del Espíritu, Reino adentro.
Como decimos aquí en Brasil, les damos, os damos, un beso en el corazón. Y la
paz de Aquel que es nuestra paz.
Pedro Casaldáliga
Biografía de un mártir Lázaro Ventura
Recoger la memoria de nuestros mártires
es tener presente el gran amor que nos tienen. Muchas personas piensan que solo
recordamos difuntos, que aumentamos el rencor y que nos preparamos para la venganza.
Es todo lo contrario, ellos fueron un camino novedoso y fiel en medio de la
violencia. Sus rostros nos invitan a que sigamos proclamando, fomentando y viviendo
esa novedad de Jesús. Solo lo que se construye en el amor dura. Gracias a personas
como Lázaro y otro sin números de testigos, el cariño permanece y tiene su casa
en El Salvador.
Nació el 12 de abril de 1944, en el Cantón Mazatepeque del municipio de Sesori
del departamento de San Miguel. Era el mayor de tres hermanos. Sus padres don
Rafael Ventura y Carmen Lizama, constituían un matrimonio muy humilde. A los
25 años de edad conoce a la joven María Concepción Ramos con quien contrae matrimonio
y procrean siete hijos.
Lázaro era un cristiano de misa de domingo. Todo cambia cuando el padre Carlos
Aguirre quien entonces atendía la parroquia, le pide que sea catequista para
la comunidad de Santa Cruz y Managuare, él aceptó con agrado ese compromiso.
Además tenía dotes de buen músico y compositor de cantos.
La situación política en el país iba de mal en peor, una guerra civil era eminente.
En esta situación ser católico o practicar una fe comprometida por causa de
la verdad y la justicia se terminaba por ser tildado de comunista o guerrillero.
Como sabemos surgieron los grupos de represión armada como el Escuadrón de la
Muerte y los paramilitares llamados Defensa Civil. Desde los años 80 en adelante
vivir en Sesori era difícil. Lázaro se convirtió en objetivo siendo espiado,
cuando llegaba al pueblo para asistir a la santa misa, pues era el coordinador
del coro de la parroquia. Era registrado y ultrajado por la defensa civil que
le decían: “eres un subversivo y no un celebrador de la palabra”. También le
decían que reunía a la gente para formarla en la guerrilla, él siempre sereno
les respondía “el que nada teme”. Le prohibieron seguir celebrando la palabra,
pero nunca dejó de hacerlo.
Lázaro Ventura, como se sabía espiado y para ir a celebrar la palabra enyugaba
una yunta de novillos simulando que los amansaba y así salía a cumplir su misión.
Un señor que se hacía pasar por pastor de una secta protestante lo visitaba
con frecuencia como para vigilarle.
Un amigo de Lázaro le avisó que en una reunión de comandantes locales coordinados
por la defensa civil, se le había dado sentencia de muerte a unas personas y
en esa lista aparecía su nombre por ser catequista sospechoso. Él contestó que
no debía nada. Por eso no dejaría de ir a misa y a celebrar la palabra pues
no dejaría de seguir a Cristo. Añadió que eso mismo le había pasado a Monseñor
Romero y no tenía miedo.
Una mañana del 3 de mayo de 1982, las lluvias anunciaban que era el tiempo de
la siembra de maíz. Lázaro todas las mañanas de costumbre rezaba el Santo Rosario
con su esposa. Después tomó una matata o cebadera, colocó un huisute (instrumento
para sembrar maíz) y salió hacia el lugar llamado la “Hacienda el Tambor”. Su
esposa acostumbraba a llevarle el desayuno, salió esa mañana dejando a sus siete
hijos que estaban pequeños solos en casa. Hacia la media mañana un grupo de
militares de la Defensa Civil de Sesori pasaron por la casa de Lázaro y le preguntaron
a los niños dónde estaba su papá. Ellos contestaron que se encontraba sembrando
maíz. Estas personas parecían conocer el lugar, pues algunos de ellos sabían
lo que hacía y dónde estaba. En el camino encontraron a su esposa que regresaba
de dejarle el desayuno, la saludaron sin preguntarle nada. Llegaron al terreno
donde se encontraba Lázaro, lo amarraron y lo introdujeron a un monte allí después
de torturarlo le descargaron un sinnúmero de balas, dejándole la cabeza y él
rostro casi irreconocibles.
Una persona que pasaba por ahí, amigo de la familia y que había visto lo ocurrido
avisó a su esposa. Ella angustiada empezó a buscarlo y solo encontró en el terreno
el instrumento de siembra. Y un calabazo con agua. Por las huellas de las botas
militares dio con el lugar donde estaba el cadáver. El día de su entierro la
familia recibió amenazas y se sintieron perseguidos. Por esta situación tuvieron
que emigrar a otro lugar.
Debido a su testimonio de fe y entrega por la causa de la justicia y del Evangelio
de Jesús, año con año la Parroquia de Sesori le tributa un homenaje el día 3
de mayo, fiesta de la Santa Cruz según el calendario Litúrgico de la Iglesia
Católica.
* Datos recopilados de su esposa, delegados
de la palabra y otras personas que los conocieron.
“Yo quiero recordar
aquí a nuestros queridos hermanos catequistas... que han trabajado, que han
muerto, y que en la hora de su dolor, de su agonía dolorosa... subieron al cielo
¡y están allá victoriosos! ¿Quién ha vencido? La victoria es de la fe. Han salido
victoriosos los matados por la justicia”
(Monseñor Romero)
Tormenta eclesial: el “caso América”
Al comienzo del nuevo pontificado, el despido
de un editor por orden del Vaticano reverbera por la Iglesia, y más allá.
El pasado 6 de mayo, se anunció la renuncia
de Thomas Reese, S.J., editor de la revista semanal America publicada
por los jesuitas de Estados Unidos. En marzo, la Congregación para la Doctrina
de la Fe (CDF), presidida entonces por el actual papa, comunicó a los jesuitas
su deseo de que se despidiera a Reese, el editor de America los últimos
siete años.
La destitución de Reese responde a las críticas de unos obispos de Estados Unidos
que durante los últimos cinco años se quejaban de artículos en America
que cuestionaban posturas oficiales del Vaticano o de la conferencia episcopal.
Eran artículos sobre el uso de preservativos en la campaña contra el SIDA, sobre
el documento Dominus Iesus (de la CDF) que trata el pluralismo religioso,
sobre las células madre, sobre sacerdotes de orientación homosexual, y sobre
el estatus legal de uniones homosexuales – todos temas debatidos en los Estados
Unidos y su Iglesia. Un editorial de la revista también cuestionaba lo que calificó
una falta de adecuado proceso en la investigación de teólogos de parte de la
CDF.
El año pasado, durante la campaña presidencial de EE.UU., en la que se manipulaba
mucho la religión, America publicaba artículos sobre el trato pastoral
de políticos católicos que habían asumido distintas posturas ante el aborto
legal. Ya que el tema es complejo y los mismos obispos no tenían una política
uniforme, America publicó artículos reflejando varios puntos de vista.
En el tratamiento había temas controvertidos, la revista procedía con prudencia.
Al invitar al debate, siempre se presentó la postura oficial de la Iglesia (si
la había) con claridad y respeto y, en general, dando a esa postura la última
palabra en la discusión. Los editores trataban a la jerarquía con el mismo respeto.
America hacía eco del papa Juan Pablo II en su rechazo del aborto, e
hizo suyo el repudio de las invasiones de Afganistán e Iraq de parte de Estados
Unidos. La revista denunció con elocuencia los abusos de los derechos humanos
en esas zonas de guerra y en Guantánamo. Siguiendo los criterios de la doctrina
social católica, America ha criticado fuertemente las políticas domésticas
de la Administración Bush.
Por la calidad de su contenido y su fama de moderación, America tiene
mucha influencia en la Iglesia norteamericana, y sus lectores incluyen a muchos
obispos y agentes pastorales. Según José M. de Vera, S.J., portavoz de las oficinas
centrales de los jesuitas en Roma, “Al solicitar artículos que incluían las
diferentes posturas sobre temas en discusión, el Padre Reese ayudó a hacer de
America un foro para el debate inteligente sobre cuestiones que confrontan
la Iglesia y el país hoy”. Pero “ese
modo de proceder no agradó a las autoridades del Vaticano”. El jesuita agregó
que hace más de un año el Cardinal Ratzinger había informado a los jesuitas
que tendrían que destituir a Reese y que, en caso contrario, el Vaticano nombraría
una junta de tres obispos para censurar el contenido de
America.
Algunas voces han expresado simpatía con el Vaticano. Para John Neuhaus, editor
de la revista First Things, presentar las posturas oficiales de la Iglesia
a la par de las contrarias da la impresión de que ambas “están, de alguna manera,
de igual valor y que la postura del magisterio es simplemente una opinión más”.
Sin embargo, la mayoría de las reacciones al “caso Reese” parecen discrepar
con esta evaluación de America. Reflejan más sorpresa, desilusión e indignación,
tanto en Estados Unidos como internacionalmente. Tom Roberts, editor de la revista
National Catholic Reporter, calificó la destitución de Reese “una tragedia
absoluta”. El editor de la publicación franciscana St Anthony Messenger,
Pat McCloskey, teme que en adelante pensadores católicos vayan a escribir y
a enseñar en publicaciones e instituciones no católicas.
La revista Commonweal califica la destitución como “espantosa” y considera
el tratamiento de Reese “injusto” e
“insensible”. Sus editores temen que la acción fortalezca una imagen de la Iglesia
como “una institución desfasada, esencialmente autoritaria, dirigida por varones
que tienen miedo al debate abierto y la investigación intelectual”.
Se preguntan si la CDF aprecia la diferencia entre la función de una
revista seria y la catequesis. Si hay que preocuparse por no “escandalizar”
a los fieles, según los editores de Commonweal, el debate serio y respetuoso
entre los fieles no causa escándalo. Lo que realmente escandaliza a los fieles,
dicen, es el autoritarismo eclesiástico que parece manifestarse en este caso.
En los últimos años, los medios de comunicación de Estados Unidos han buscado
a Reese como portavoz sobre temas relacionados a la Iglesia católica, y Reese
aparecía con frecuencia en la prensa y la televisión. Commonweal celebra
la manera “lúcida” y “no ideológica” con que Reese se desempeñaba en los medios
televisivo e impreso y lamenta el “sinsentido” de silenciar a una de las figuras
más visibles, “más informadas, imparciales, e inteligentes” de la Iglesia en
EE.UU.
Ahora, con la destitución de Reese, sus superiores han informado que algunos
obispos estadounidenses se quejaban de las muchas apariciones de Reese en los
medios, argumentando que los obispos deben ser los únicos que comentan sobre
asuntos de la Iglesia en los medios de comunicación.
No sabemos cuántos obispos pidieron la renuncia de Reese, ya que permanecen
en el anonimato. Nunca presentaron sus quejas a Reese o a los jesuitas. La Conferencia
Episcopal de EE.UU. tampoco se involucró formalmente en el caso, ni su Comité
de Doctrina, hasta ahora presidida por el Arzobispo William Levada de San Francisco,
California. (El papa Benedicto acaba de nombrar a Levada como su sucesor para
presidir la CDF.)
Tras la elección del Papa nuevo, muchas personas preguntan si la despedida de
Thomas Reese indica que el Papa buscará cerrar espacios de debate dentro de
la Iglesia. Como preguntaba un comentarista, la despedida Reese ¿será el acto
final del Cardenal Josef Ratzinger o el primero del Papa Benedicto XVI? ¿Ha
sido el punto final de un caso pendiente? ¿O debemos entenderla como un mensaje
a comunicadores católicos en todo el mundo? Necesitaremos más indicios para
saber.
Reese se despedía de los lectores de America en un editorial final: “El
mayor desafío de America era el de ser una revista de opinión cuando
algunas personas en la Iglesia no querían que se expresaran opiniones. Yo intenté
hacer de America una revista para católicos pensantes y para quienes
quieren saber lo que piensan los y las católicos...
Estos son tiempos realmente interesantes en la vida de la Iglesia. Pero la vida
de la Iglesia jamás ha sido aburrida. El camino ha sido frecuentemente pedregoso
y cuesta arriba. Por eso, hay que tener los ojos fijos en el Señor, pues, él
que tiene que ser la meta de todos nuestros esfuerzos. Por su fidelidad hacia
nosotros, nunca podemos perder la esperanza o faltar en nuestro amor a su Iglesia”.
Para defender la fe ...
El
13 de mayo, el Papa Benedicto XVI nombró al Arzobispo William Levada, de San
Francisco, California, para sucederlo como Prefecto de la Congregación para
la Doctrina de la Fe. El italiano-estadounidense trabajó en la CDF entre 1976
y 1982, durante los papados de Pablo VI y Juan Pablo II, incluyendo los primeros
meses del turno de Cardenal Ratzinger como Presidente de la Congregación. Así,
el Arzobispo Levada conoce su oficio nuevo y la curia del Vaticano. Desde 2000,
Levada también ha sido miembro de la congregación.
De 1986 a 1993
sirvió en la comisión del Vaticano que redactó el Catecismo de la Iglesia Católica,
publicado en 1993. Actualmente preside el Comité de Doctrina de la Conferencia
Episcopal de Estados Unidos.
XXV Aniversario de los mártires del Río Sumpul
Nuevamente recordamos la historia del río Sumpul. Nos unimos a la celebración
de nuestros hermanos y hermanas que
mantienen viva la fe en la vida
Son las ocho de la mañana del día 14 de mayo del año 2005, y en Las Aradas hay
movimiento. Decenas de hombres, mujeres,
jóvenes, niños y niñas van llegando desde los cuatro rumbos; suben del sur y
oriente así como bajan del poniente y del norte.
Las Aradas es una planicie de vegas circundadas de cerros salvadoreños
y hondureños, entre los cuales recorre, de norte a sur, el singular río Sumpul.
Hace 25 años de aquella terrible e inolvidable matanza de centenares de mujeres,
niños, ancianos y hombres. Todas víctimas inocentes que buscaban refugio para
librar sus vidas de la represión desatada en sus lugares de origen.
Hasta antes de aquel 14 de mayo de 1980, Las Aradas era un lugar seguro.
Sin sospechar ningún peligro, la población amaneció preparando desayuno
para tanta gente llegada. Ese día había
amanecido crecido el Sumpul, por un incesante llover de toda la noche. Los asesinos
ya habían cercado los alrededores de Las Aradas. Todo el borde del Sumpul por
el lado de Honduras verdeaba de militares agazapados como en espera de una señal.
Por los cerros de El Salvador comenzaron los disparos incesantes como una cruel
lluvia de balas mortíferas que al instante sembraron el espanto, llanto, agonía
y muerte de centenares de personas.
Muchas personas quisieron defenderse tras los cercos de piedra que dividían
los solares de las familias que vivían ahí, pero aparecieron dos helicópteros
artillados que les dispararon con la rabia de siempre y aquellas vidas rodaban
a tierra. Por el miedo mucha gente quiso
huir tirándose al crecido río Sumpul y aún allí eran ametrallados. Las personas
que lograron nadar y salir al otro lado de Honduras fueron capturadas por aquellos
militares y entregadas a los militares salvadoreños quienes horas más tarde
hicieron filas con los sobrevivientes y los fueron fusilando con las balas que
les quedaban. No existió compasión alguna en ese cumplimiento de órdenes a pesar
de saber que era gente indefensa y que la ley del país mandaba respetar los
Derechos Humanos. Al final, cuando Las Aradas era un cementerio de cadáveres
desfigurados, los asesinos decidieron llevarse todavía con vida a algunas muchachas.
Y como si fuera poco, los asesinos se quedaron cuidando el lugar de la masacre
para evitar que algún sobreviviente se escapara o llegara a enterrar los cuerpos.
Así aquellas víctimas quedaron a merced de los zopes y el viento llevó
al sur por cientos de kilómetros aquella desconocida pestilencia.
La mayoría de personas que se tiraron al Sumpul se ahogaron y fueron
arrastradas quedando a lo largo del río, hasta el Embalse del Guayabo.
Cuando el río disminuyó la creciente, algunos campesinos del caserío
Los Francos salieron a enterrar los cadáveres que aparecieron semienterrados
en las playas del puente para abajo, hasta Los Amates.
El Sumpul, con la masacre, era espantoso por las noches, porque se veía
a ambos lados un sinfín de movimientos blancos: era la ropa de las víctimas
que había quedado trabada en las ramas de los árboles y charrales que bordeaban
el río. Los pescadores dejaron de pescar
muchos días porque el pescado resultaba con el olor a muerto.
Los sobrevivientes que, a 25 años, se hicieron presentes en Las Aradas nos compartieron
detalles nuevos y escalofriantes. Realmente parecen haberse librado por una
mano milagrosa que les hizo salir de las aguas.
Ellos nadaron resueltos a todo, con firmes ganas de sobrevivir, y lo
consiguieron. Por eso, vieron aquella
bestialidad con la que cegaron la vida a más de 600 personas en unas cuantas
horas de un solo día. Eran todas personas salvadoreñas, campesinas y trabajadoras
que deseaban un país justo, democrático, pacífico y libre de todo aquello que
destruye la vida.
Son las nueve de la mañana del 14 de mayo de 2005 y la gente continúa llegando.
Dos cohetillos han surcado el cielo, anunciando que la misa conmemorativa
comenzará pronto.
“Cuando se les acabaron las balas los agarraron a pedradas” – comentaba un joven
al llegar al borde del Sumpul por el rumbo oriente. Minutos después otro comentaba –“estos zapatos que calzo los guardaré
de reliquia porque me trajeron al lugar sagrado de los mártires del Sumpul”.
De este modo, la gente viene hablando de los propósitos y de los comentarios
que, entre resbalones y caídas, les conducen a Las Aradas.
Algunos vienen silenciosos y cabizbajos, como meditando aquel dolor indescifrable
de las víctimas de una guerra que no consiguió superar la injusticia ni la pobreza
en nuestro país. Ciertamente ningún
delito merece este tipo de enjuiciamiento y mucho menos un pueblo que buscaba
refugio por haber decidido organizarse y hacer valer derechos que la misma Constitución
de la República les describía en sus primeros artículos. ¿Quién de nosotros, siendo ciudadanos verdaderos podemos olvidar aquellas
interminables horas de agonía impuesta por el gobierno de turno en aquellos
años? ¿Quién de nosotros como salvadoreños puede decir que este hecho es un
asunto del pasado y que hay que olvidarlo?
Para quienes elevamos plegarias a nuestra madre María Santísima durante este
mes de mayo, en este hecho del ayer podemos contemplarla otra vez dolorosa,
abrazando a tanta víctima inmolada como hizo con su propio hijo Jesús.
Si esta masacre fue tan terrible como para arrebatar el nombre a sus
víctimas, es difícil evitar preguntarse ¿será tan insignificante la justicia
en este mundo como para que este hecho de sangre siga impune?
A 25 años de la masacre, este caserío únicamente es recuerdo o imaginación.
Ahora sólo se ven unas vegas deforestadas y quemadas.
No quedan ni señales de paredes.
Sin embargo, aunque sea una vez al año, llegamos cerca de 500 personas
de muchos lugares para conmemorar a las víctimas que, junto con Rutilio Grande
y Monseñor Romero, empezaron a pagar el precio de los Acuerdos de Paz que quieren
arrebatarnos los que ahora son gobierno de turno.
Es triste saber que ni siquiera les concedan un minuto de silencio en
la Asamblea de los “padres de la patria”.
Si esto sucede a 25 años de los hechos, ¿qué sucederá a 50 y 100 años
después?
El tercer cohetillo avisa que la misa ha comenzado. Faltan quince minutos para las diez de la mañana.
La esperanza nos sigue, al vernos en torno al altar, cantando al Dios
que nos salva y que en su resurrección nos levanta para seguir fieles a Jesús
y al sueño de nuestros mártires en el día a día de nuestras comunidades.
¡Este día celebramos también al mártir San Matías! También recordamos
a Jesús que nos dice “el amor más grande
es el que da la vida por los demás”, y lo queramos o no, los mártires nos han
amado de ese modo.
Los mártires son esa luz que nos enseña el camino para no traicionar o desviar
los ideales de quienes quisieron que viviéramos en un país más justo, más solidario
y más respetuoso de la vida. Ahora su
recuerdo nos pide cuidar la solidaridad en un tiempo en que a todo se le pone
precio. Nos piden no acobardarnos ante
la realidad de hoy que nos desafía con el TLC, el ALCA, el Plan Puebla Panamá,
etc. Es necesario seguir profetizando.
Nos piden seguir liberándonos de todo aquello que no nos permite vivir
con dignidad, sea la pobreza, la injusticia, la violencia, los vicios o la destrucción
del medio ambiente. Y nos piden recordarle
a aquellos que nos tildan de vividores del pasado que están equivocados, porque
somos los que vivimos en el futuro porque es en Dios donde se consumarán todas
las cosas. Él es quien hará la justicia
cabal y fidedigna. Por eso pedimos a
nuestros mártires del Sumpul y de todos los lugares de nuestro país que nos
ayuden a no desmayar en el acompañamiento de nuestro pueblo. Además a no dejarnos
llevar por el miedo, sobre todo, en esta hora en que nos acosa la tentación
de irnos por lo más fácil y cómodo.
¡Vivan
nuestros mártires del Sumpul! Su recuerdo de vida nos sigue acompañando y guiando.
Ramón Franco Franco
Una Escuela de Teología Pastoral en Ciudad Merliot
En esta Experiencia de las ETP desde el Departamento de Teología de la UCA,
vamos confirmando uno de los grandes regalos que Monseñor Romero nos ha dejado
en la iglesia para aportar al proceso histórico de liberación de nuestro pueblo
y que hay que seguir actualizando: su aporte es SER ELLA MISMA, en sus
palabras: “Es lo que llamo nuestra propia identidad”. (Mons. Romero 4ª
Carta Pastoral).
“Se teme que los miembros o laicos/as conozcan y apliquen Teología auténtica
a ejemplo de Jesús de Nazareth” P. Xavier Aguilar sj / Párroco Monte Tabor.
Preguntamos al P. Aguilar coordinador local de esta Escuela cómo valora esta
experiencia formativa en su Parroquia en Ciudad Merliot., y nos dice: “Lo religioso
suena mucho: programas de radio, televisión, iglesias, movimientos, periódicos
que dedican hasta cuarenta páginas en un día a cosas del Vaticano. Pero, mucho
de esto es superficial, y peor aún, desviado de la persona y mensaje de Jesús
de Nazareth. Quizá tenemos “mucha religión”, y poco cristianismo auténtico.
A los agentes de pastoral nos falta discernimiento, aceptamos todo lo “religioso”,
y aún más grave toleramos la infiltración de visiones y prácticas sectarias
que han adulterado y deformado el cristianismo, grave problema que amenaza corromper
a la Iglesia Católica. Esto nos preocupa, pero ¿qué hacer?, ¿censurar movimientos?,
¿no apoyar a los laicos/as?, ¿cerrar las puertas?, ¿señalar sin actuar?. Todo
eso sería negativo y favorecería más a las sectas, a la dispersión del rebaño”.
Aquí reside la importancia de la Escuela de Teología Pastoral para la Parroquia
y para la Iglesia Católica en general, como una respuesta formativa católica
y cristiana que es válida, positiva y constructiva frente al problema antes
mencionado. Se repite la frase: “católico ignorante, seguro protestante”, la
apologética defensiva no es solución idónea, sin embargo, no se ofrecen soluciones
o cuando se ofrecen, surgen resistencias incluso de grupos o sectores de la
Iglesia que no representan la universalidad, se teme que los miembros o laicos/as
conozcan y apliquen Teología auténtica a ejemplo de Jesús de Nazareth, Él nos
enseña a enfrentar los errores y actitudes contrarias al Reino de Dios.
Ciertamente la Escuela de Teología no es la única respuesta, pero sí una respuesta
que se identifica fielmente con Jesús de Nazareth. Jesús mismo comenzó por organizar
un grupo al cual instruir y enseñar (Mc 3,13), sí, sus discípulos la comunidad
apostólica, cuya praxis de fe estaba sostenida en la formación del maestro,
germen válido para organizar escuelas formativas hoy en día. Jesucristo les
transmitió su pensamiento, sus actitudes y su postura ante la realidad humana
que vivía su Pueblo (su rebaño). Y esa fe,
pensamiento, sentir y compromiso,
son los de Dios, y es el esfuerzo de esta Escuela de Teología Pastoral para
los laicos/as de nuestra Iglesia de hoy”.
“Valoramos
estos frutos llenos de promesas y esperanzas”. Mónica Fernández.
Mónica, laica profesora, coordinadora puente por la UCA en esta Escuela al preguntarse
sobre las cualidades de la gente que acompaña, nos comparte: “cumplimos un año
en el esfuerzo de esta ETP, significativa fecha de fundación. Lo más positivo
es su capacidad para superar dificultades. Me viene a la memoria aquel dicho
de Santa Teresa de que “los principios siempre son penosos”. Sí, el comienzo
de esta Escuela no estuvo falto de dificultades, la deserción inicial, además
de críticas. Los alumnos/as han sido los principales responsables en la continuidad
de la Escuela. No podemos dejar de agradecer su entusiasmo y sacrificios para
llevarla adelante. También me decían que el aporte mayor que han recibido es
que <servimos con mayor conciencia de nuestra responsabilidad>. Ahora ven con
más claridad que tienen un llamado de Dios para el servicio en las diversas
comunidades. Podemos estar felices y agradecidos por esta oportunidad de reflexionar
nuestra fe y nuestro compromiso de ir construyendo una Iglesia y una sociedad
en la que todos asumamos nuestras tareas como misión. Valoramos éstos frutos
llenos de promesas y esperanzas y pedimos al Señor que siga acompañando este
proceso en la parroquia y en toda nuestra Iglesia”.
“Pues nadie da lo que no tiene”. Daniel
Urrutia
Preguntamos a Daniel, seminarista y profesor en esta ETP miembro dinámico de la coordinación local, nos comparte: “Es importante predicar
el evangelio de Jesucristo, sin embargo no hay que olvidar que antes de predicar
hay que conocerle, amarle, seguirle y así servirle, puesto que nadie puede dar
lo que no tiene. Cada creyente en este sector busca esto. Lo ha encontrado y
lo quiere compartir, sin embargo la realidad humana de nuestro contexto urbano
y rural en esta zona, nos presenta desafíos, que ya en la parroquia antes de
fundar la Escuela teníamos claros: 1-Fragmentación económica, social, política
y “religiosa”, 2-Poco o nulo compromiso con Jesucristo, que haga presente y
operante el Reino de Dios, 3-Tendencias intimistas e inhumanas “religiosas”,
limitadas al culto individualista, 4-Consumismo y medios de comunicación sensacionalistas
e irresponsables, 5-Desintegración de la fe y praxis de la fe con la realidad
urbana y rural, 6-Letargo y tibieza de las fuerzas y redes católicas, y 7-Creciente
dinamismo de población juvenil”.
“Mi fe se ha fortalecido”. Gladis de Amaya
Gladis, del Camino Catecumenal, nos transmite:
“Mi fe se ha fortalecido, es un aprendizaje que todos deberíamos hacer. Hay
que ver nuestra realidad desde una visión que nos transforme en cristianos comprometidos
“Puedo discernir mejor”. Claver de Mejía
Claver de Encuentros Conyugales, nos dice:
“Puedo discernir mejor lo poco que antes entendía de las manifestaciones de
Dios, de Jesucristo y del Espíritu, valoro y comprendo más aún la Palabra de
Dios y su aplicación en la realidad”.
“Con la orientación de la Palabra de Dios”.
Mario Godínez.
Mario de Renovación Carismática Católica
expresa: “He crecido en mi fe y con la orientación de la Palabra de Dios, puedo
experimentar cómo ayudar al más necesitado, desprotegido, pobre y marginado”.
“He descubierto al verdadero Jesús” María
Santos.
María, catequista parroquial. “He descubierto
al verdadero Jesús, compasivo y misericordioso que puedo transmitir a mi familia,
vecinos, etc. Me he sensibilizado frente al sufrimiento del prójimo y me compromete
a hacer presente el Reino de Dios”.
“Mi fe puede ver ahora en los más pobres”
Mélida Alvarado.
Mélida, laica de la comunidad comparte:
“Mi fe puede ver ahora en los más pobres, las necesidades económicas y espirituales,
conocer sus problemas y derechos humanos que son violados, y así ver qué puedo
hacer”.
“Ahora puedo relacionar la profundidad
del mensaje de Jesús”
Juan Fernando Barrera, laico de la comunidad
nos expresa: “Ahora puedo relacionar la profundidad del mensaje de Jesús con
mi vida, mi entorno y cómo se puede transformar la realidad en una realidad
más humana y cristiana”.
Suyapa Pérez Escapini
Don Beto: Cultivador de Santa Adelaida
En Comasagua, en el cantón Santa Adelaida, hay un proyecto de cooperativa que
ha sido una respuesta esperanzadora para el Desarrollo Comunal. El Sr. Saúl
Alberto Merino con su familia son el núcleo que ha hecho realidad esta cooperativa.
Recordemos que los terremotos nos hacen sentir que estamos en el Valle de las
Hamacas. Los del 2001 afectaron esta zona. Pero ya tenían una experiencia de
trabajo común que les ha permitido apoyar la reconstrucción que cuenta con proyectos
de ayuda del exterior. Sabían cómo asumir y superar las dificultades.
Esta experiencia nació del esfuerzo de varios años que culminó con el establecimiento
de la cooperativa Santa Adelaida. En este momento, se produce, procesa y comercializa
el café ecológico “Pipil”. Más de trescientas personas están saboreando el trabajo
en común que les ha permitido sobrevivir y mostrar la fuerza de la esperanza.
Pues, no solo trabajan juntos sino que se apoyan mutuamente y así hacen vida
a ese Dios que les regala bendiciones. Dios les hace trabajar juntos y así unidos
agradecerle.
Las celebraciones de la parroquia son acompañadas por esta manera de ayudarse
para construir futuro. Los cantos recogen el sudor de la frente en común y lo
transforman en esa oración diaria que muestra a un Dios que trabaja por la vida
de todo el ser humano.
Para don Beto cuidar las condiciones de vida de los residentes de la zona es
también colaborar para que las necesidades espirituales se den la mano con el
trabajo comunitario. Su esposa Rosa Elena, su hija Irene y su hijo Fausto son
acompañantes en su testimonio de ese cariño eficaz por la comunidad. Hoy Dios
pasa por el aroma de café, pues, detrás están los rostros de la comunidad que
ama y cuida. Gracias a la cooperativa Santa Adelaida.