La transfiguración:
INDICE
LOS PROBLEMAS DE LA SOCIEDAD SALVADOREÑA
SINGAPUR, LONDRES, EL G-8 Y EL DIVINO SALVADOR
PRONUNCIAMIENTO DEL OBISPO DE SANTIAGO DE MARIA
LA CUMBRE DE G-8 REACTIVA LA AGENDA DEL FORO ECONÓMICO DE DAVOS 2005
UN COMPROMISO MORAL SIN CAER EN EL PÁNICO
CARTA ABIERTA DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS
25 AÑOS DE CARTA A LAS IGLESIAS
DON MITO: EL ALIMENTO DE LA LITURGIA
Los problemas de la sociedad salvadoreña
La sociedad salvadoreña carga con un sinnúmero
de problemas —económicos, sociales, ambientales—, unos más complejos que otros.
Todos ellos, en su conjunto, hacen que tanto la vida individual como la convivencia
colectiva sean sumamente difíciles. No hay que hacerse ilusiones: los problemas que agobian
a los salvadoreños no pueden ser superados de una sola vez ni en el mediano
o corto plazo. En contra de los
maximalismos del todo o nada, hay que apostar por soluciones inmediatas a problemas
que afectan directamente la convivencia cotidiana, aunque en ellos no se jueguen
aspectos “estructurales”.
Quien quiera que esté
en contra de este planteamiento esgrimirá que, tarde o temprano, habrá que enfrentarse
a las estructuras económicas, que son la raíz de los graves males que aquejan
a los salvadoreños. Quizás este argumento sea cierto. Sin embargo, no hay porqué
esperar a que haya cambios estructurales para que la vida de los salvadoreños
mejore aunque sea un poco. Mientras lo estructural aguarda, se pueden intentar
resolver problemas menos estructurales, pero más inmediatos. Poner algo de empeño
en esto puede, marcar pautas de acción para enfrentarse a otros asuntos más
espinosos y de mayor calado.
El problema del transporte colectivo: ¿qué hacer?
El problema del transporte público es uno
de tantos que debe ser puesto en la lista de prioridades. Y es que la vida de
miles de personas —no sólo usuarios del servicio— mejoraría considerablemente
si ese problema fuera enfrentado y resuelto como es debido. ¿Por dónde comenzar?
Pues bien, quizás lo primero que haya que hacer es reconocer que el sistema
de transporte público —por las prácticas y vicios que le son consustanciales
en la actualidad— es un foco de tensión social, violencia, contaminación y caos.
Este debería ser el supuesto
básico desde el cual habría que
enfrentarse al problema, de una forma distinta a la que usualmente se ha seguido
y que se caracteriza por lo siguiente: a) por la politización
de las discusiones (y de las decisiones) en torno al sector y b) por el otorgamiento
de beneficios de diversa naturaleza a los empresarios del transporte público
(buseros y microbuseros). Al politizar el problema,
tanto desde el Ejecutivo como desde la Asamblea Legislativa, se han salvaguardado
intereses particulares, perdiendo de vista el bienestar de la mayoría de ciudadanos. Al otorgar privilegios de todo tipo a los empresarios no sólo
se ha aumentado su capacidad de chantaje, sino que se les ha hecho creer que su poder los hace intocables, que la
legalidad es algo que no va con ellos.
Son dos los requisitos
indiscutibles para avanzar en la solución del transporte colectivo: ni politización,
ni otorgamiento de beneficios indebidos a empresarios. Ciertamente, no basta
con eso. Y es que se tienen que dar otros pasos adicionales.
En primer lugar,
se deben eliminar los privilegios conquistados por los empresarios del
transporte colectivo, mediante la corrupción, el chantaje y el abuso.
Son esos privilegios los que han llevado a que no sólo calles y avenidas
estén saturadas de unidades, sino también a que sus conductores impongan su
ley en aquéllas.
En segundo lugar, se debe
dejar de ver el problema del transporte colectivo como un asunto de reemplazo
de unidades viejas por nuevas o como un asunto de incremento o no del pasaje
para los usuarios. No es que ambas cosas no sean importantes, pero al reducir
la discusión a esos dos aspectos se pierden de vista otros aspectos no menos
relevantes. Por ejemplo, el excesivo número de unidades de buses y microbuses
en determinadas zonas de las principales ciudades —sin duda, el centro de San
Salvador es el caso extremo de esta situación—, mientras que existen zonas del
interior del país donde el transporte colectivo es insuficiente. De poco sirve
contar con unidades nuevas, si ellas van a estar concentradas en las zonas de
siempre, ocupando el espacio público, contaminando, consumiendo combustible
gratuitamente y generando tensiones sociales innecesarias. En la misma línea,
de poco sirve contar con un parque de unidades nuevas si quienes las van a conducir
son los delincuentes en potencia de siempre, es decir, unos conductores acostumbrados
a violentar la dignidad de los usuarios y peatones, sin que nadie ponga un alto
a sus abusos.
Finalmente, se debe dejar
de ver el problema como un asunto que debe ser “negociado” entre el gobierno
y los empresarios del transporte.
El gobierno, como principal responsable del bienestar de la sociedad,
es el que debe elaborar un plan de reestructuración del sistema de transporte
público —que contemple desde el reemplazo de las unidades, pasando por la redistribución
de las rutas en todas las zonas del país, hasta el comportamiento de los conductores—
al cual los empresarios deben adaptarse, si quieren seguir ganándose la vida
ofreciendo ese servicio. Por supuesto que el gobierno debe prestar atención
a distintos sectores de la sociedad para diseñar y poner en marcha un plan de
esa naturaleza. Entre esos actores, los empresarios del transporte colectivo
serían una voz más, entre otras, no la única ni la principal. Tampoco la voz
más importante sería la de los empresarios vinculados a las distribuidoras de
vehículos o a los grandes centros comerciales, cuyos intereses hacen parte del
problema, pero también —si se despojan de la mezquindad que los caracteriza—
lo pueden ser de la solución.
La voz más importante
tendría que ser la de los ciudadanos, cuyos intereses y bienestar deberían ser
tomados por el gobierno como objetivo fundamental del ya impostergable plan
de reestructuración del sistema de transporte colectivo.
(Neo)populismo mediático
En el debate intelectual y político latinoamericano,
desde la última década hasta acá, han salido a relucir diversos tópicos, no
sólo a propósito de los cambios políticos suscitados desde la crisis de las
dictaduras, sino sobre la historia política previa a la llegada de los militares
al poder. Desde los años noventa
se hizo cada vez más claro que en el ejercicio político latinoamericano de la
transición no sólo estaba pesando la cercana herencia autoritaria —los llamados
“enclaves autoritarios”—, sino una herencia anterior al arribo de los regímenes
militares: el populismo.
En el caso de la herencia
populista, no se trataba (ni se trata) de un calco del populismo tradicional
—el de Perón o Lázaro Cárdenas—, pero sí de una actualización de algunas de
las características del mismo,
ofrecidas al público a través de unos medios de comunicación anuentes a esa
forma de ejercer el poder. Desde los años noventa, se ha venido fraguando en
algunas experiencias latinoamericanas una especie de (neo)populismo mediático,
en virtud del cual el presidente de la República es vendido al público —siguiendo
el esquema de las democracias delegativas— como amo y señor de los destinos
de la sociedad, es decir, como el garante y ejecutor directo de las decisiones
que afectan a la mayoría de ciudadanos.
En forma de concebir y
ejercer el poder, aunque respaldada por el mecanismo electoral, se echa por
la borda uno de los supuestos más importantes de la democracia: la mediación
institucional. Y es que, en el populismo mediático de nuestro tiempo,
las instituciones, débiles o no, son abolidas (mediáticamente) por el
voluntarismo presidencial, que pasa por encima de las exigencias que aquellas
le plantean a la hora de asumir, a través de los medios de comunicación, compromisos
de todo tipo ante los ciudadanos.
La idea que se vende es
que el presidente es alguien “cercano” a la gente, cuyas preocupaciones, alegrías
y frustraciones no le son ajenas; que el presidente es alguien no sometido al
control de nada ni nadie y que, por tanto, puede hacer ya lo que, respetando
procedimientos y normas, tardaría más tiempo realizar. El populismo mediático
constituye una grave amenaza para la democracia. Y es que, cuando en la práctica
(y no sólo mediáticamente) se elimina
a (o se reduce el peso de) las instituciones, la discrecionalidad y los abusos
se convierten en la norma del ejercicio de poder político.
Cuando esa abolición de
las instituciones no pasa de ser una ilusión vendida por los medios, como sucede
en El Salvador, la suprema voluntad del presidente se queda en meras promesas
que nunca se cumplen o que, para hacerse realidad, deben sortear los mecanismos
insti-tucionales vigentes, a los que los publicistas del gobierno terminan haciendo
culpables de impedir que el presidente resuelva los problemas de la gente.
CIDAI
el G-8 y el Divino Salvador
Para ver cómo anda nuestro planeta no hay más que recordar
lo que ha pasado del 6 al 8 de julio: Singapur, Londres y el G-8. Muchas son
las reflexiones que provienen normalmente desde el Occidente que se llama democrático,
y que ahora ya no se atreve a llamarse cristiano. No por ello dejan de ser,
a veces, reflexiones sensatas, pero por lo general son más encubridoras que
iluminadoras, más al servicio del Occidente de abundancia que de los pobres
de este mundo. Nosotros queremos hacer otro tipo de reflexiones que se suelen
silenciar o que se descalifican como idealistas y utópicas -y quizás no les
falta algo de razón a los críticos. Son reflexiones utópicas e idealistas, y
son sobre todo indefensas ante el poder con que se difunden las reflexiones
“políticamente correctas”. Al final haremos una breve memoria del Divino Salvador.
Londres. 7 de julio. La injusticia, la barbarie
y el horror son evidentes. Es evidente que el dolor de las víctimas y de los
supervivientes debe llegar al fondo del corazón. Y es también evidente que hay
que buscar -con justicia y razón- seguridad para que no se repita esta barbarie
que pone al planeta entero en vías de mayor deshumanización. Desde El Salvador,
desde la represión y guerra en el pasado, los diez homicidios diarios en la
actualidad, lo comprendemos bien. Dicho esto, he aquí las reflexiones indefensas.
a) Nada de lo anterior exime preguntarse el “por qué”
de esta barbarie. El que sea aberrante no excluye razones que la expliquen en
algo, y no hacer esas preguntas es comenzar con falta grave de honradez con
lo real, mantener la hybris, la arrogancia, que tanto combatió Pablo:
la visión de la realidad que tiene Occidente es la única visión o al menos la
más verdadera. Así habló Bush el 11 de septiembre, Aznar el 11 de marzo...
b) Siguiendo con reflexiones utópicas, ¿por qué no
releer nuestra historia de Occidente, sus gruesos y duraderos pecados, con ocasión
de estas tragedias? ¿Por qué -para garantizar la seguridad- intentar sólo la
vía de la tecnología, de la inteligencia policial y del potencial bélico, y
no intentar la vía de la conversión, dar pasos de pedir perdón y perdonar, de
reconciliarnos? Si sólo se sigue
las primera vía habrá más Afganistán, más Iraq, y también más Londres.
c) Lo hemos dicho varias veces. Occidente sabe muy
bien que hubo un 11-S y un 11-M, ahora recordará el 7-J, pero no le interesa
en absoluto recordar un 7-O (7 de octubre de 2001 cuando la comunidad internacional
democrática bombardeó Afganistán) ni el 30-M (30 de marzo de 2003 cuando un
grupo de países demócratas bombardearon a Iraq). Recordar esto no es utópico
ni idealista. Es el mínimo de honradez con lo real. Y mientras ignoremos el
calendario de los pobres -su existencia- no habrá solución.
d) Sí se han expresado algunas razones para lo de Londres:
los terroristas islámicos en definitiva no aceptan “el modo de vida” de Occidente.
Indudablemente esto no justifica lo que hicieron. Pero sí remite a una pregunta
más honda: ¿no habrá otras personas y grupos humanos, nada terroristas, nada
fanáticas religiosamente, a quienes no les gusta el modo de vida de Occidente?
Sobre eso volveremos al hablar de Singapur. Pero digamos ya que es un dogma
fundamentalista occidental que a todos les tiene que gustar el mundo de abundancia
de Occidente.
e) Recordemos una cita de obispos, brasileños y mexicanos,
después del bombardeo contra Afganistán. No hacen política, y no les asusta
la verdad.
“Lo que se está gastando en la operación militar contra
Afganistán sería suficiente para liberar a esa nación y a muchas otras del hambre,
la miseria y la destrucción a que están sometidas, inaugurando relaciones de
respeto y cooperación, de ayuda y solidaridad, y no agravando sufrimientos e
implantando nuevas semillas de odio e incomprensiones...
Guerra y venganza contra otra nación soberana, prácticamente
indefensa, de manera unilateral e imperialista, por uno o más países, que son
al mismo tiempo parte y juez, destruyen las bases de la convivencia internacional
e instauran la ley de la selva y del más fuerte, destruyendo las salvaguardas
del derecho...
La prolongada indiferencia internacional ante las situaciones
de inhumana miseria que afectan a una parte mayoritaria y creciente de la población
mundial está dejando una huella de sufrimiento y de muerte por todo el mundo,
y también está generando resentimientos y protestas contra un reducido número
de países que imponen este nuevo orden internacional, del que ellos disfrutan
con el apoyo de organismos internacionales y de sus políticas de ajuste económico...”.
Lloremos a las víctimas de Londres y trabajemos para
que no se repita. Y pongamos al Occidente de abundancia en el camino del que
hablan estos obispos.
G-8. 8 de julio.
G-8. En otro lugar de este número se analiza en más
detalle lo ocurrido. Aquí sólo queremos hacer unas breves reflexiones, de las
idealistas y utópicas.
a) No sorprende que se junten los países más ricos,
ahora son siete más uno que quiere serlo, para decidir sobre todo el
planeta, sobre su vida y su muerte. ¿No está aquí la raíz de la perversión de
la democracia? ¿Qué palabra tienen los pobres de este mundo? ¿A qué tribunal
pueden acudir, democráticamente, a pedir justicia?
b) Un analista llama al G-8 “circo”, con algunas oportunidades
que hay que aprovechar. Pero las cosas no están para reír. Que a Bush le guste
o no el calentamiento de la tierra, es una cosa. Pero que un país sea eficazmente
amo y señor hasta del frío y del calor, es para llorar. Y dicen
que la próxima guerra será por el dominio del agua.
c) No sé si lo repetiría hoy, pero en 1989 el Padre
Ellacuría terminó una conferencia hablando de “otros continentes” -se refería
al primer mundo- “que no tienen esperanza y que lo único que realmente tienen
es miedo”. A los grandes, miedo produce el terrorismo, evidentemente, pero miedo
produce también el que miles de gentes se junten durante las reuniones del G-8,
y se gastan muchos millones de dólares en autodefenderse. Y viene la pregunta:
si los siete o los ocho realmente tienen la voluntad de resolver los graves
problemas de este mundo, ¿por que será que las manifestaciones, grandes, numerosas,
recurrentes, se perciben como amenazantes? ¿Será que todos los manifestantes
son desagradecidos y se han vuelto locos? ¿O será que los siete o los ocho -dejados
a su libre voluntad- no están decididos a salvar a este mundo? Y por supuesto
siempre queda el miedo a perder el buen vivir.
d) Una reflexión muy personal. Ojalá los grandes ayuden,
pero que lo hagan de puntillas y con la máxima humildad. Este año, 2005, hablan
de Africa casi como si fuesen sus salvadores. ¿No llevan hablando de Africa
y su tragedia, durante 30 ó 40 años, voluntarios, médicos y enfermeras,
sencillas religiosas, modestos comités de solidaridad? Los grandes podrán dar
dólares a Africa -y ojalá lo hagan con eficacia. Pero en el mundo occidental,
quien ha dado nombre, dignidad y existencia a Africa no son ellos. Son la buena
gente de siempre que han servido en silencio. Y cuando hablan, no es para hablar
de ellos y sus grandezas, sino de sus hermanos y hermanos africanas.
Singapur. 6 de julio.
Singapur. Extrañará mezclar a Singapur con Londres y el G-8. Pero
no están del todo desconectados.
a) En Singapur se efectuó la elección de los juegos
olímpicos del 2012. Y se convirtió en un símbolo de la apoteosis del mundo de
abundancia. Parece que éste ya no sabe hacer nada sin pompa deslumbrante y faraonismo,
aunque según los casos se supere estéticamente el síndrome de Hollywood. En
otras palabras, Singapur no sólo ha costado una millonada, sino que es un símbolo
de la “civilización de la riqueza”, ante la que hay que rendirse y agradecer
sus beneficios.
b) A esto responderán que Singapur -como los mundiales,
y otros acontecimentos faráonicos, como bodas de los grandes, inauguraciones
presidenciales...- genera empleo, pero siempre queda la pregunta de por qué
la humanidad no puede generar empleo en formas más austeras y normales. Se dirá
que ofrece un espectáculo relajante y un entretenimiento merecido, y que les
encanta a los pobres, pero queda la pregunta de por qué la humanidad no inventa
otras formas de entretenimiento y gozo más sencillas, más al alcance de todos,
que reproduzcan menos la parábola del ricachón y el pobre Lázaro. Se dirá que
promueve la unidad de los pueblos, pero queda la pregunta de por qué esa unidad
gira alrededor de Londres, París, Madrid y Nueva York, y no alrededor de Kabul,
La Habana y Kinshasa.
c) Y los grandes de este mundo estaban ahí. Siempre
en primera fila, siempre protagonistas, siempre con aires de benefactores de
la humanidad. ¿No será posible volver al sentido común, a la austeridad, al
gozo de ser familia humana, sin dejarse deslumbrar por todo lo que sea poder?
d) En resumidas cuentas Singapur es una poderosa expresión
-junto a otras-, de la “civilización de la riqueza”. Para proclamar sus bondades
a Occidente quizás le gustaría más que se hablara de la “civilización de la
democracia”. En otros ámbitos, como el eclesial y religioso, se suele hablar
de la “civilización del amor”. Ellacuría, analítico y utópico a la vez, hablaba
de la “civilización de la pobreza”. Con ello no quería repartir pobreza obviamente,
sino denunciar a una civilización de la riqueza que no ha generado bienes suficientes
para las mayorías y que no ha civilizado. Y no veía otra forma de hacer real
históricamente la “civilización del amor”.
El Divino Salvador. El 6 de agosto celebraremos
la fiesta del Divino Salvador, modesta, popular, sin grandes pretensiones. No
se compara en nada a lo que hemos dicho hasta ahora. Y sin embargo puede traer
cosas muy buenas a nuestro mundo si recordamos que el Divino Salvador no es
otro que Jesús de Nazaret.
En medio de Singapur, Londres y G-8, nos propondría
la humanización como tarea primaria, y nos exigiría que pongamos a los pobres
del mundo en el centro de la sociedad. Bueno es que estos pobres lleguen algún
día -Dios sabe cuándo- a ser “ciudadanos” de democracias, pero más urgente es
ponerlos en el centro. Y quizás nos diría Jesús de Nazaret que Ellacuría tenía
razón, que hay que trabajar por una “civilización de la pobreza”.
“La civilización de la
pobreza rechaza la acumulación del capital como el motor de la historia y la
posesión-disfrute de la riqueza como principio de humanización, y hace de la
satisfacción universal de las necesidades básicas el principio del desarrollo
y del acrecentamiento de la solidaridad compartida el fundamento de la humanización”.
“Esa civilización de la
pobreza es la que realmente da espacio al espíritu, que ya no se verá ahogado
por el ansia de tener más que el otro, por el ansia concupiscente de tener toda
suerte de superfluidades, cuando a la mayor parte de la humanidad le falta lo
necesario. Podrá entonces florecer el espíritu, la inmensa riqueza espiritual
y humana de los pobres y los pueblos del tercer mundo, hoy ahogada por la miseria
y por la imposición de modelos culturales más desarrollados en algunos aspectos,
pero no por eso más plenamente humanos”.
Jon Sobrino, 12 de julio, 2005.
Monseñor Romero y el
Divino Salvador,
6 de agosto de 1978
Termino recordando el
imperativo de Dios: “escúchenlo”. Este Cristo es el que nos habla en esta mañana,
y nosotros le decimos: “¡Señor, mira el triste cuadro que nuestra patria te
está ofreciendo. Vuélvete misterioso salvador. Y esta esperanza que en Ti ponemos
nos devuelva la paz que se ha perdido porque no hay justicia en el ambiente!”.
Yo me atrevo a interpretar
su palabra en esta mañana. Al pueblo, al que sufre, al que lleva la cruz de
una tribulación, para decirle: “háganse dignos del amor de Dios”... A quienes
tienen abundancia, que aprendan a compartir. No es limosna que se pide es la
justicia social que se reclama... A todos los que han alcanzado un grado de
dirigencia en el pueblo, en nombre de Cristo, ayuden a esclarecer la realidad,
busquen solución, no evadan su vocación de dirigentes... A los partidos políticos,
a las asociaciones gremiales, cooperativas o populares, el Señor les quiere
inspirar la mística de su divina transfiguración para transfigurar también desde
la fuerza organizada, no con métodos o místicas ineficaces de violencia sino
con verdadera autentica liberación.
Queridos hermanos, todos somos pueblos de Dios. Hagamos en medio del pueblo salvadoreño, un pueblo de Dios que de verdad sea la iglesia del Divino
Salvador.
Santiago de María
El Obispo de Santiago
de María, su presbiterio y religiosas, ante el hecho de los 114 despedidos del
Ministerio de Gobernación no podemos ser indiferentes a esta realidad
injusta que estamos viviendo. Pues como iglesia debemos “acercarnos al pobre
para acompañarlo y servirlo, haciendo lo que Cristo nos enseñó, al hacerse hermano
nuestro, pobre con nosotros” (DP 1145).
Conscientes de la situación
grave e injusta que pone en peligro la vida humana en nuestro país: el hambre,
el alto costo de la vida, la violencia, la emigración forzada, desempleo, etc.
nos manifestamos específicamente por el caso de los 114 despedidos de Gobernación
como expresión de los miles de trabajadores despedidos por el estado a causa
del “ajuste estructural”.
En atención al bien común
y a la obligación que tenemos como pastores al pueblo que sufre, expresamos:
1. Nuestra solidaridad
con los trabajadores despedidos de Gobernación, que han concluido una huelga
de hambre por más de 37 días y al ver la insensibilidad de los gobernantes decidieron
levantarla.
2. Creemos que la lucha
pacífica de los despedidos es justa y al no ser escuchada se envía el mensaje
a la sociedad que solo se pueden solucionar los problemas con la violencia.
3. Que el Estado debe
cumplir su deber constitucional de promover empleo digno y hacer cumplir las
leyes laborales, pero nos preocupa que el gobierno deje de cumplir su obligación
constitucional por intereses particulares.
Por lo tanto exhortamos:
1. A los Órganos del Estado
atender con prontitud las demandas justas de los trabajadores despedidos que
han puesto en peligro su vida y el futuro de su familia al no tener un empleo,
no recibir un salario, ni el estudio para sus hijos.
2. A la feligresía de
nuestras parroquias les invitamos a no ser pasivos ante el sufrimiento de nuestro
pueblo y a comprometernos en la lucha por la justicia, y aprendamos lo que significa
esta Palabra de Dios: “Yo no les pido ofrenda, sino que tengan compasión” (Mt.
9,13)
3. A los medios de comunicación,
quienes se han callado ante tal injusticia, que su papel debe de ser informar
las causas justas del pueblo.
Como Iglesia Católica
en Santiago de María queremos estar cerca de Jesús como lo estuvo Mons. Romero,
cuando dijo “nada me importa tanto como la vida humana” y que “la gloria de
Dios es que el pobre viva”.
Santiago de María a cinco
de julio de dos mil cinco.
La cumbre de G-8 reactiva la agenda
del foro económico
de Davos 2005
La globalización en el
foro económico de Davos 2005
La cumbre del “grupo de
las ocho grandes potencias económicas” (G-8), tenida en Gleneagles, Inglaterra,
marca un paso importante en la misma teoría económica al unir positivamente
dos fenómenos opuestos: “A la sombra del terrorismo, unidad del G.8 en la ayuda
al desarrollo, el deterioro del medio ambiente y el apoyo al crecimiento económico”.
(Le Monde, 8 de julio 2005) El
terrorismo histórico no se combate con más terrorismo, sino con la solidaridad
económica nacional e internacional. En este aspecto nos han dado un buen ejemplo
las ocho grandes potencias económicas, los delegados de los cinco grandes emergentes
(China, India, Brasil, África del Sur, México) y los representantes de los potenciales
beneficiarios: Argelia, Etiopía, Ghana, Nigeria, Senegal, África del Sur y Tanzania.
Esta simple lista es una lección de teoría y política económica, al mismo tiempo
que una crítica a la tradicional práctica
de “los invitados de piedra” en las cumbres mundiales.
Esta cumbre del G-8 ha
tenido un antecedente inmediato. Los organizadores del foro de Davos 2005 pidieron
a los 2.500 delegados –la plana mayor del capitalismo- que escogieran seis temas
a su juicio más importantes para reflexionar en ese foro. Jefes de Estado, presidentes
de las grandes empresas y eminentes economistas hicieron la siguiente votación:
la lucha contra la pobreza (64%); una globalización equitativa (55%); los cambios
climáticos (51%). Le siguen en importancia la educación (como inversión social),
el conflicto del Próximo Oriente (la potencia ocupante y el muro de Cisjordania)
y “el buen gobierno” en el tercer mundo. (ECA 2005, p.226) Ninguna primera figura
de la Administración Bush asistió a este evento.
El primer ministro británico,
Tony Blair, se dirigió al nuevo Gobierno de Bush al inaugurar el foro, pidiendo
que “Estados Unidos se asocie a la lucha contra la pobreza”. Blair afirmó que
los desafíos del mundo son interdependientes. Estados Unidos sabe que no puede
vencer sólo el flagelo del terrorismo y, por ello, debe cooperar en la lucha
contra los otros desafíos planetarios. “Si Estados Unidos quiere que el resto
del mundo participe en los objetivos que él se ha fijado, Estados Unidos debe,
por su parte, participar en los otros objetivos. Es absurdo tener que escoger
entre una acción que se concentre en el terrorismo y otra sobre la pobreza en
el mundo. La lucha antiterrorista, la propagación de la democracia y la paz
en el Próximo Oriente son objetivos relacionados entre sí y no pueden disociarse
de la ayuda a África, presa de la miseria o de pandemias como el sida y el paludismo
o la lucha contra el recalentamiento del planeta, generador de catástrofes.
Se puede luchar contra el calentamiento climático sin que ello frene el crecimiento
económico, gracias al aporte de la ciencia y de la tecnología. ¿Podemos encontrar
una acción que nos integre? Creo que sí... Debemos abrir nuestros mercados,
reducir nuestras subvenciones, incluso a productos tan contravertidos como el
algodón y el azúcar”. Las naciones ricas deben ayudar a África “para permitir
a los países más pobres del continente realizar reformas comerciales capaces
de enriquecerles y no empobrecerles”. (Ibidem, p. 234)
En Davos 2005 se echa
la semilla que comienza a florecer en el G-8 de Gleneagles. Se dirá- con mucha
razón- que se trata de discursos, de promesas sin fechas fijas, de atrición
sin contrición. Ciertamente hemos sentido y resentido esta sensación en pasadas
cumbres mundiales, pero se agrega un elemento nuevo: el “exámetro económico”
de Davos 2005 muestra que la globalización no es equitativa y sí es irresponsable;
no tiene la respuesta a los grandes problemas mundiales. En Gleneagles se intenta
lanzar una respuesta, en el escenario oscuro del repugnante ataque terrorista.
Los compromisos del G-8
en Gleneagles, a la sombra del terrorismo.
Se duplica la ayuda anual
del G-8 y otros donantes a los países pobres, de manera especial a África. La
ayuda global a los países en desarrollo” aumentará en $ 50 mil millones por
año en 2010 en comparación con 2004”. De esta suma, $ 25 mil millones corresponderán
a la ayuda a África. Blair enumeró los principales compromisos de la cooperación
con África: el aumento de $ 50 mil millones de la ayuda, nuevos acuerdos sobre
comercio, anulación de la deuda de los países más pobres, el acceso universal
al tratamiento contra el sida.
Lucha contra el recalentamiento
del medio ambiente. Los países europeos del G-8 han tenido que cerrar filas
contra la negativa de la Administración Bush, país responsable del 20-25% de
la emisión del gas de efecto invernadero (recalentamiento ambiental), a la ratificación
del protocolo de Kyoto, 1997. Esta insolidaridad del gobierno Bush ya se había
hecho presente en la cumbre del G-7, julio 2001, en Génova, y se vuelve a repetir
en la Cumbre de la Tierra, Johannesburgo, agosto 2002. Contra el beneplácito
de la administración G. W. Bush, el G-8 se compromete a actuar ahora sobre el
clima “a fin de comenzar a reducir y, en la medida que la ciencia lo justifique,
a frenar e invertir el aumento del gas de efecto invernadero”, según el documento
final. “El cambio climático constituye un grave desafío, a largo plazo capaz
de afectar todos los puntos del globo. Sabemos que el aumento de las necesidades
y del consumo de energías fósiles, así como el de otras actividades humanas,
contribuyen en gran parte al aumento de la emisión del gas de efecto invernadero,
generador del recalentamiento de
la superficie de la Tierra”.
Los países del G-8 se
comprometen a emprender algunas “medidas innovadoras” para promover el uso de
energías fósiles menos contaminantes. El plan de acción fija seis objetivos:
“cambiar nuestra manera de consumir la energía; luchar por un futuro más limpio;
promover la investigación y el desarrollo; financiar la transición hacia energías
más limpias; controlar los efectos del cambio climático; luchar contra la explotación
ilegal de los bosques”. Inglaterra convocará para el mes de noviembre a un diálogo
entre países industrializados y emergentes sobre el recalentamiento ambiental.
China y la India, emergentes contaminantes, deberían aplicar las nuevas técnicas
de energías limpias y ser ayudados para su financiamiento.
Es importante recordar
que el compromiso de sostener el crecimiento mundial se integre con la necesidad
de reforzar el comercio mundial. El G-8 “se ha comprometido a mejorar la participación
de los países en desarrollo y favorecer un aumento del comercio, sobre todo
del comercio Sur-Sur y de la integración regional, que es esencial para promover
el crecimiento económico y aumentar los ingresos de los países en desarrollo.
En el rubro de la agricultura, estamos resueltos a disminuir de manera significativa
los subsidios internos que generan distorsiones al intercambio y a la mejora
del acceso a los mercados. Estamos resueltos a eliminar todas las formas de
subvenciones a la exportación y aplicar medidas disciplinarias en las políticas
de exportación que tengan efectos similares y en un plazo aceptable”. (Le Monde,
8 de julio 2005)
Dato a resaltar han sido
las reflexiones de Paul Wolfowitz, nuevo presidente del Banco Mundial: “Más
acción en África”. Wolfowitz ha dicho que para reducir la pobreza se necesita
activar el comercio, aumentar las ayudas y reducir la deuda. La participación
de África en el comercio mundial ha bajado del 3,5% en 1970 al 1,5% en 2005.
“Necesitamos más acción. El comercio es absolutamente vital para aumentar el
crecimiento que África necesita para alcanzar las metas del milenio. Así que
abrir mercados y reducir los subsidios son una parte esencial de la ecuación”.
Es importante que el nuevo presidente del Banco Mundial critique las políticas
de masivas subvenciones agrícolas que Estados Unidos y Europa practican, que
distorsionan los precios e imposibilitan que los países africanos puedan competir
con ellos. (BBC Mundo. com; 7 julio 2005) Este sería el lado positivo del G-8
en Gleneagles, que nos genera un prudente optimismo. Pero también en Gleneagles
algunos gobiernos hicieron una lectura parcial y maliciosamente incorrecta del
terrorismo y de las políticas adecuadas para combatir el terrorismo.
Francisco Ibisate
¿Un compromiso moral sin caer en el pánico?
Cuando en la mañana del
7 de julio el “terror” golpea la capital británica con un primer balance de
37 muertos y 700 heridos, volvemos a recordar la reflexión de M. Gorbachov:
“las víctimas de los atentados del 11 de septiembre en los Estados Unidos no
habrán muerto en vano si el mundo aprovecha la ocasión para mirarse en el espejo
y reflexionar sobre sí mismo y establecer un compromiso moral sin caer en el
pánico”. Cuatro años más tarde es difícil decir
si el mundo se ha mirado en el espejo, ha reflexionado sobre sí mismo
y ha establecido un compromiso moral sin caer en el pánico. Más bien cohabitan
el terror y el temor.
¿Cuáles han sido las primeras
reacciones? En Gleneagles y en Londres Tony Blair dijo: “No nos atemorizarán,
no nos intimidarán, no nos vencerán”. G. W. Bush afirmó que “la lucha contra
el terrorismo se mantiene. Les encontraremos y los llevaremos ante la justicia.
La ideología de la esperanza será más fuerte que la ideología del odio. Por
un lado tenemos a unos hombres que quieren poner fin a la pobreza, que quieren
un medio ambiente limpio, y por otro, tenemos a hombres que matan a otros hombres”.
Jacques Chirac consideró que “las grandes naciones del mundo deben continuar
el combate contra el terrorismo con una firmeza cada vez mayor y más solidaria”.
Gerhard Schroder manifestó que “la comunidad internacional debe hacer ahora
todo por luchar conjuntamente con todos los medios contra el terrorismo. Es
evidente que la acción coordinada, cobarde y alevosa tenía como meta la cumbre
económica mundial que se celebra simultáneamente en Gleneagles”. Otros Jefes
de Estado, tal como apareció en nuestros diarios, se suman a esta masiva condena
del “terror”. (“Blair: no nos atemorizarán, no nos intimidarán, no nos vencerán”.
El Mundo, Madrid, 7 de julio 2005)
En este 7 de julio se
habló mucho del 11 de septiembre 2001 en Nueva York y del 11 de marzo 2004 en
Madrid; unos pocos hicieron mención del 3 de septiembre 2004 en la escuela de
Beslan, Rusia. En el silencio de su conciencia algunos recordaron el 8 de octubre
2001 en Afganistán y el 18 de marzo 2003 en Irak, y se preguntaron por qué dicen
que “sólo el terror del Norte es obra del terrorismo”. En enero 2002 el 32°
foro económico mundial de Davos tiene lugar en Nueva York y ante los restos
calcinados de las torres gemelas se habló de inseguridad, de economía frágil,
y se dijo que “la globalización de la irá se ha ido acelerando con el rápido
crecimiento de las desigualdades sociales”. El ministro francés de Asuntos Exteriores,
Hubert Vedrine, comentó: “antes que un mundo estable hay que lograr un mundo
justo”. (Entorno económico mundial. UCA Editores; p. 232)
En el foro social mundial
2002, reunido en Porto Alegre, Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz, dijo:
“Después de los atentados (del 11 septiembre) los temas sociales han sido totalmente
dejados a un lado, como si el dolor norteamericano hubiera opacado el dolor
de todos los otros pueblos que sufren”. Como el discurso de G. W. Bush tuvo
lugar la víspera de iniciarse el foro social de Porto Alegre, el documento final
se inicia con una condena de todos los actos terroristas y de las subsiguientes
respuestas terroristas. “El 11 de septiembre ha producido un cambio radical.
Luego de los actos terroristas, que nosotros condenamos como condenamos todos
los ataques contra civiles en cualquier parte del mundo, el gobierno de los
Estados Unidos y sus aliados han lanzado una operación militar masiva en nombre
de la guerra contra el terrorismo. La guerra terrorista contra Afganistán tiende
a extenderse sobre otros frentes. Es el comienzo de una guerra planetaria permanente
para consolidar la gobernación del gobierno norteamericano y sus aliados”..
(Ibidem; pp. 236-237)
En Gleneagles se ha dicho
que el 11 de septiembre 2001 se inicia el flagelo del terrorismo. Esta afirmación
no es cierta e incluso puede ser maliciosamente engañosa. En Davos 2005 y en
Gleneagles se hace referencia expresa de los compromisos adquiridos en la cumbre
del Milenio, septiembre 2000. Kofi Annan dice: “Afrontamos desafíos mundiales
que nos obligan a trabajar juntos y si esto es cierto en la esfera económica,
lo es aún más ante el desafío que representan las matanzas y las guerras. El
instinto de solidaridad humana –que impulsa a algunos Estados a acudir en ayuda
de los ciudadanos de otros Estados o a presentar cargos contra sus antiguos
dictadores– es digno de alabanza. Pero cuando estas acciones las aplican uno
o pocos Estados en nombre de su propia autoridad, traen consigo el riesgo de
la anarquía mundial”. Clara alusión a dos tristes historias. En 1998 el gobierno
de Estados Unidos arrastra a la OTAN –sin autorización del Consejo de Seguridad
de la ONU– a lanzar la guerra de Serbia-Kosovo. Antes de esa fecha, recuerda
Kofi Annan, el Consejo de Seguridad de la ONU, del cual es miembro permanente
el gobierno de Estados Unidos, desoye las peticiones de Boutros Ghali para enviar
tropas de paz y evitar así las matanzas de Bosnia Herzegovina, Ruanda, Sierra
Leona, Timor y la guerra civil de hutus y tutzis en el Zaire.
Kofi Annan toca el urgente
tema de la ratificación, por parte de los Estados, de los estatutos de la Corte
Penal Internacional, “que juzgue a los genocidas que los tribunales nacionales
no pueden o no quieren juzgar. El mundo estará más seguro si sabe que la ONU
puede intervenir cuando están amenazados con una destrucción masiva”. Los estatutos
de la Corte Penal Internacional han sido ratificados por 94 de los 191 países
miembros de la ONU. “La Corte Penal Internacional (CPI) no será retroactiva,
aplicándose sólo a aquellos crímenes (genocidios, crímenes de guerra o de lesa
humanidad) cometidos después del 1° de julio 2002”. Sólo cinco países, de los
quince miembros del Consejo de Seguridad, han ratificado sus estatutos, y tres
de los cinco miembros permanentes –Estados Unidos, China y Rusia- tampoco los
han firmado. “El Gobierno de los Estados Unidos es un adversario declarado de
la CPI porque temen el riesgo de una “justicia politizada” contra los militares
que sirven en el extranjero”. (Ibidem; pp. 196 y 284)
Hoy todos los ciudadanos
norteamericanos pueden saber que Sadam Husein, un dictador repugnante, no tenía
armas de destrucción masiva y, en este sentido, no era una amenaza inmediata
para Estados Unidos, ni tenía conexiones con la red Al Qaeda. Entre otros, están
los informes de quien fuera el primer Secretario del Tesoro Paul O´Neil, las
declaraciones de David Kay y Charles Duelfer, jefes del grupo de 1200 inspectores
de Estados Unidos e Inglaterra en Irak, las primeras declaraciones de los economistas
Paul Harris y Joseph Stiglitz. (ECA 2005; pp.227...) En su discurso del 16 de
marzo G. W. Bush toma la decisión: “Los Estados Unidos de Norteamérica tienen
la autoridad soberana de utilizar la fuerza para proteger su seguridad personal...
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas incumplió sus responsabilidades y,
por tanto nosotros vamos a tomar las nuestras”.
En ese momento se eleva
la voz de Juan Pablo II “Quien decida que todos los medios pacíficos de los
que dispone el Derecho Internacional se han agotado tendrá que asumir una grave
responsabilidad ante Dios, ante su propia conciencia y ante la historia”. (
Opus cit. p. 270) El pasado 7 de julio un grupo, autodenominado Organización
Al-Qaeda de la lucha en Europa, se hace cargo de los ataques mortíferos en Londres.
“Se ha cumplido la venganza contra el gobierno cruzado y sionista británico,
en represalia a las masacres que Gran Bretaña cometió en Irak y Afganistán”,
donde Londres es el principal aliado de Estados Unidos. “Advertimos también
a los gobiernos de Dinamarca e Italia y a todos los demás Cruzados, que experimentarán
la misma suerte, sino retiran sus tropas de Irak y de Afganistán”. (“Londres
golpeado por una serie de ataques mortíferos en el transporte”. Le Monde, 8
de julio 2005)
Lo más triste es que en
ambos flancos del terrorismo global reina más bien el pánico que el compromiso
moral. Ojalá que los acuerdos pactados en la cumbre del G-8 en Gleneagles sean
un nuevo intento del compromiso moral.
Carta abierta de la Compañía de Jesús
En Gleneagles, 1 de julio
de 2005
A los gobernantes de los
países del G8
Sres. primeros ministros
y presidentes,
Somos un grupo de jesuitas
de diferentes procedencias que, por nuestro trabajo, vocación y opción, acompañamos
a numerosos grupos de personas de todo el mundo que viven en la pobreza, privados
de sus derechos humanos más elementales.
Queremos aprovechar la
ocasión que nos brinda su reunión en Escocia para dirigirnos a ustedes, sumando
así nuestra voz al clamor de tantos ciudadanos movilizados hoy por todo el mundo,
y haciendo nuestra humilde contribución a la masiva petición de que adopten
las medidas necesarias para que, de una vez por todas, la pobreza en la que
vive una gran parte de la Humanidad pase a la historia. Entendemos que así somos
fieles a nuestra misión de promover la justicia que exige la fe que profesamos.
Conocemos de primera mano
las consecuencias de la pobreza por nuestro contacto con aquellos que sufren
sus efectos. La pobreza supone, básicamente, la privación de libertad. Provoca
la muerte prematura, el analfabetismo, la enfermedad, la incapacidad para participar
y hacerse oír en la esfera pública, el desamparo ante la arbitrariedad de los
gobernantes, la violencia, la huida hacia otras tierras. Nace y se agrava con
la discriminación de género. Supone no tener acceso a servicios y bienes elementales
como la salud, el agua o un entorno físico seguro. Implica la privación de la
capacidad de ir eligiendo la vida que nos hace más felices. Como dice nuestro
Padre General, “la pobreza siempre ha supuesto desgaste y humillación, y también,
dificultad para el señorío de sí mismo y del ejercicio de la solidaridad”. En
definitiva, la pobreza deshumaniza y vulnera la dignidad que a cada persona
corresponde por ser creados a imagen de Dios.
También sabemos que la
pobreza no es ajena - más bien al contrario- al inicuo sistema de distribución
global de los recursos y a los modos de producir, consumir y relacionarnos con
la naturaleza extendidos entre los beneficiarios de dicho sistema. Como nos
recuerda Juan Pablo II, “los mayores problemas económicos de nuestro tiempo
no dependen de la falta de recursos, sino del hecho de que las actuales estructuras
económicas, sociales y culturales tienen dificultades en asumir las exigencias
de un auténtico progreso”.
Por lo anterior, porque
es un estricto deber de justicia y verdad impedir que queden sin satisfacer
las necesidades humanas fundamentales, y porque hoy más que nunca sabemos que
es posible acabar con la pobreza, les instamos a que desde su posición privilegiada
impulsen medidas para:
Aumentar y mejorar la
calidad de la ayuda internacional al desarrollo, como expresión del destino
universal de los bienes, de la redistribución internacional de la riqueza y
del derecho al desarrollo de los pueblos.
Dar una solución definitiva
y justa al problema de la deuda externa, que tantos países ya han pagado sobradamente
y que drena los recursos necesarios para el desarrollo de las personas, porque
“en muchos casos, estos países son forzados a recortar sus gastos para necesidades
vitales, como la alimentación, la salud y la educación, para satisfacer sus
deudas con las agencias financieras internacionales y con los bancos. Esto significa
que muchas personas están condenadas a condiciones de vida que son una afrenta
a la dignidad humana”.
Promover un sistema de
comercio internacional centrado en el desarrollo humano, teniendo en cuenta
que una economía de intercambio no puede seguir descansando sobre la sola ley
de la libre concurrencia, pues “el libre intercambio sólo es equitativo si está
sometido a las exigencias de la justicia social”.
Avanzar hacia unas instituciones
internacionales que favorezcan el desarrollo de los pueblos, garanticen su voz
y representatividad y favorezcan la redistribución de los recursos globales.
Nos unimos así al llamado que ya realizó Pablo VI al decir que “se ha de tener
la fortaleza de ánimo necesaria para revisar las relaciones actuales entre las
naciones, ya se trate de la distribución internacional de la producción de la
estructura del comercio, del control de los beneficios o de la ordenación del
sistema monetario”.
Impulsar en sus países
modelos de desarrollo solidarios y sostenibles, porque la “civilización del
consumo” no es la respuesta a las aspiraciones y potencialidades humanas, no
nos hace ser más plenamente humanos, atenta contra el equilibrio ecológico del
planeta y no puede dar cabida a los pobres, porque “no es posible elevar los
pueblos pobres adonde están los desarrollados. Si superar la pobreza significara
eso, no sería posible superar la pobreza”.
Con estas medidas empezaremos
a caminar hacia “un orden mundial basado en la genuina solidaridad, donde todos
puedan ocupar el puesto al que tienen derecho en el banquete del Reino”. Y donde
las personas pobres no sean un problema, sino sujetos y protagonistas de un
futuro nuevo y más humano para todo el mundo.
Ustedes, junto con el
resto de gobernantes mundiales, se han comprometido en reiteradas ocasiones
a caminar por esa senda. Desde la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro (1992),
hasta la Cumbre sobre el Desarrollo Sostenible, en Johannesburgo (2002); desde
la Cumbre de Desarrollo Social, en Copenhague (1995), hasta la Cumbre del Milenio,
en Nueva York (2000), son muchos los compromisos que aún están por cumplir.
Ya es tiempo de cumplir
la palabra empeñada, como se lo están exigiendo sus propios ciudadanos. Están
en juego los derechos básicos de mucha gente y, con ellos, la dignidad de todo
el género humano.
Fernando Franco sj, Secretario para la Justicia Social de la Compañia de Jesús; Andreas Gösele sj, Coordinador del Apostolado Social en Europa Central; Antoine Berilengar sj, Coordinador del Apostolado Social en África y Madagascar; Javier Arellano Yanguas sj, Coordinador del Apostolado Social en Europa Merdional; Jim Stormes sj, Coordinador del Apostolado Social e Internacional de la Conferencia Jesuita de USA; Jorge Julio Mejía sj, Coordinador del Apostolado Social en América Latina; Rafael Moreno sj, Asistente Coordinador del Apostolado Social en América Latina; Paulo Sergio Vaillant sj, Coordinador del Apostolado Social en Brasil; Antoine Kerhuel sj, En nombre del Apostolado Social de Europa Occidental; Jakub Cebula sj, Coordinador del Apostolado Social en Europa del Este; Paul Dass sj, Coordinador del Apostolado Social en Asia-Oceanía; Joe Xavier sj, Secretario de los Jesuitas en la Acción Social (JESA) de Asia Meridional.
25 años de Carta a las Iglesias
Estamos caminando hacia
los 25 años de Carta a las iglesias. El primer número apareció en julio
de 1981 y fueron seis páginas de noticias y reflexión sobre la realidad. Ya
se había vivido un año de la muerte de Monseñor Romero y el conflicto armado
seguía en su apogeo dejando su secuela de muerte, terror y desesperanza.
Carta a las iglesias nace en continuidad con la palabra de Monseñor Romero que hacía
escuchar la palabra de Dios, la voz de las víctimas y de la realidad, terminando
con la iluminación de la fe. Esta fe invitaba a seguir caminando en medio de
tanto dolor, pobreza y sufrimiento. El texto de San Pablo en la carátula muestra
ese gran horizonte donde Jesucristo guarda su fuerza camino, verdad y vida.
Ese primer número mostraba
el rostro que se quería presentar y el acompañamiento que se ofrecía al sufrido
pueblo salvadoreño. Se iniciaba con el comentario de las homilías dominicales
de Monseñor Rivera y Damas en ese momento Administrador Apostólico de San Salvador.
También Socorro Jurídico del Arzobispado de San Salvador (hoy, Tutela Legal)
mantenía la Defensa y denuncia de los Derechos Humanos tan tristemente conculcados.
La voz de la Iglesia Jerárquica se mantenía solidaria con tanto horror que se
vivía.
Además se presentaron
las persecuciones de los agentes de pastoral y de las instituciones eclesiales
que animaban, acompañaban y cuidaban esa fe que se mantenía como estrella guiadora
en medio de la oscuridad terrible de la guerra. Se mostraban las iniciativas
populares para seguir acrecentando su compromiso y su aliento en esa marcha
hacia la paz. En ese primer número, Carta a las iglesias, manifestó su cercanía
y su alegría porque siete meses antes se había dejado de publicar Orientación,
semanario de la Arquidiócesis de San Salvador. Personas no uniformadas allanaron
la Imprenta Criterio donde se producía el semanario. Toda voz quería acallarse.
Orientación resurge nuevamente intentando abrirse paso entre el miedo
y la excesiva precaución que no dejaban mirar la trágica situación vivida por
el pueblo salvadoreño.
Se recordaba la voz de
Monseñor Romero, cuando pidió evitar acostumbrarse a la muerte. Tener fe en
un Dios de vida se volvía desafío ante la avalancha de muertos diarios. La muerte
parecía parte de la rutina y podía hacer voltear los ojos por lo “molesta” que
se volvía en la vida cotidiana. Se terminaba con la historia de una familia
requisada en medio de la noche por una patrulla de la Defensa Civil que buscaba
armas. La señora de la casa, con sentido del humor les decía que si tuvieran
armas ya las habrían vendido para ayudarse en su hambre. Las personas golpearon
al marido y les quebraron la nuca. Ella con audacia les dijo: “Miren que hay
un Dios que mira lo que hacen y que les pedirá cuentas de esta ingratitud”.
Uno de ellos gritó: “¡Dios está muerto. Ahora nosotros somos los dioses!”. Sacaron
a las dos hijas mayores y las violaron ante su madre y su hermanita pequeña.
Carta a las iglesias era la “memoria” de que Dios vive cuando el ser
humano vive.
Veinticinco años después
la historia del pueblo salvadoreño parece repetir las sombras que hacen recordar
las tinieblas del pasado. Pero también hay luces que se vuelven brasas que calientan
el trabajo para que el ser humano viva porque ésa es la gloria de Dios.
Se vivió el término de
la guerra donde la Comisión de la Verdad quiso colaborar con los fundamentos
de una paz que aún sigue precaria. El gobierno de turno quiso poner un velo
sobre el pasado so capa de no seguir fomentando la violencia. Pero olvidando,
que para construir el futuro se necesita asumir el pasado y sopesar el presente
para que ese mañana no termine como pura repetición del ayer que soterra la
semilla de novedad y justicia que puja hacia el avenir.
Ahora tenemos tantos muertos
como en el tiempo de la guerra. También sigue siendo doloroso que son los jóvenes
los que ponen mayor número de asesinados. Hay una violencia que también invade
los hogares dejando su huella de machismo, violaciones y golpes entre las mujeres
y los niños y niñas. Hogares rotos como antaño por la pobreza que ven en la
migración la gran ilusión para solventar las dificultades. Hace tristemente
repetitiva la frase: más que cambiar el país es mejor cambiar de país.
Los campos se han ido
despoblando tanto por la migración fuera del país como la interna hacia las
ciudades. Una persona joven se siente casi obligada a salir de su cantón como
solución a sus penurias y buscar un mejor futuro. Las ciudades se han llenado
con esta nueva población que sigue tan pobre como antes.
Por otro lado, el desempleo
y la mala remuneración del trabajo hacen que las posibilidades de muchas familias
queden al nivel de la sobrevivencia. La educación y la salud no logran romper
ese círculo de pobreza y desánimo. Aunado a una justicia que además de ciega
es sorda ante tanto clamor de impunidad y corrupción. Las diversas peticiones
de los trabajadores para que se les respeten sus derechos se ven impotentes
y sin respuesta ante las leyes que no solo pierden la letra sino que también
buscan matar el espíritu.
La subida del combustible
se vuelve otra carga más en ese camino continuo de empobrecimiento de gran parte
del pueblo salvadoreño. Junto con lo que se ha llamado el “terrorismo”, la nueva
guerra de la modernidad. Donde los que se autoproclaman buenos utilizan todos
los medios para llevar adelante sus intereses y dan la descripción de los malos
tan sin rostro humano que deben ser tratados preventivamente casi peor que a
los insectos. Las diversas reuniones de las naciones más ricas del mundo parecen
terminar volviendo a presentar las intenciones por bajar la pobreza del mundo
y hacer de la equidad una mejor manera de hacer circular la justicia. Pero los
documentos no parecen acompañados de los medios necesarios, pertinentes y adecuados
para que no se vuelvan mausoleos vacíos de los buenos deseos y de los discursos
preciosamente formulados.
En el mundo, la guerra
sigue dejando su estela de oscuridad entre muchos pueblos. La aparente victoria
militar esconde y camufla el golpe mortal contra la humanidad. La guerra jamás
será un camino que nos lleve a ser más humanos y mucho menos a fomentar la vida.
El odio a los extranjeros, a los que no son como yo imagino que soy, se está
volviendo una bandera que piensa construir identidades de naciones que han olvidado
que la diferencia bien asumida es camino y fuente de tolerancia y concordia.
Además patentiza la invitación de que es con otros y otras diferentes a mí donde
se da la novedad de la unión y comunión a la que Dios nos llama. Cada ser humano
está hecho a imagen y semejanza de Dios. Trabajar por esa imagen y ser solidario
con ella me hace descubrir lo divino que todos tenemos.
Carta a las iglesias a lo largo de todos estos años ha tratado de mantenerse fiel
a esa misión y vocación. Trabajar y acompañar a ese Dios de la vida que se hace
uno con la historia de los seres humanos. La presentación y el número de páginas
ha ido cambiando. Desde ese primer número donde todo estaba escrito a máquina
hasta la modernidad de los nuevos programas de imprenta, la palabra ha querido
mantener su frescura y ternura que despliega cuando la verdad encuentra en nuestra
realidad su casa acogedora.
Hoy Carta a las iglesias
se ha vuelto lugar donde no solo el pueblo salvadoreño encuentra su espacio
y su tiempo sino también otros países y continentes donde el sufrimiento y la
pobreza se vuelven gritos que llegan hasta el cielo. Especialmente el continente
africano donde una mayoría parece condenado al sida y a no ser vistos como imagen
y semejanza de Dios.
Nos sigue acompañando
Monseñor Romero, ese Obispo señero de cómo Dios sigue pasando por El Salvador
y por el mundo. Lo acompañan los “padres”, esos jesuitas asesinados junto con
la señora y su hija. Ellos muestran cómo la inteligencia va de la mano con la
vida y de cómo la educación está al servicio de las personas para que “sepan”
gustar a Dios, su reino y la fuerza de su encarnación en este mundo para salvarlo.
Carta a las iglesias seguirá remozando su presentación pero todo en función
de mostrar ese cariño eficaz por nuestra gente. Toda novedad quiere ser siempre
un modo más de ser fieles en la solidaridad con los que sufren y los pobres.
Eduardo Valdés
La situación actual: del Congo
Parte II
Desde el inicio de la guerra, en agosto
de 1998, la ONU ha puesto sus esfuerzos en sentar en una misma mesa a los diferentes
implicados en este conflicto a fin de llegar a un alto el fuego respetado por
todas las partes. Distintas iniciativas se han llevado a cabo:
El Acuerdo de Lusaka
El Acta final de Sun City,
El Acuerdo de Pretoria
entre la RD Congo y Ruanda
El Acuerdo de Luanda entre
la RD Congo y Uganda
Planes de no intervención
de Harare et de Kampala
Finalmente, el Acuerdo
Global e Inclusivo, de 17 de diciembre de 2002, fue el definitivo.
Oficialmente la guerra
terminaba. Los principales grupos rebeldes y las tropas de Uganda, Burundi y
Ruanda abandonarían el suelo congoleño. No obstante, testimonios de la sociedad
civil congoleña afirman que las tropas ruandesas no llegaron nunca a salir del
todo del Congo. Siguieron presentes, parte de la tropa, camuflados de civiles
e integrándose en el RCD-Goma.
El Gobierno de Transición
Como resultado de estos acuerdos de paz
se constituyó un Gobierno de Transición que dirigiría el país durante un período
de dos años, al final del cual se realizarían elecciones democráticas. Este
Gobierno se puso en marcha el 30 de junio de 2003 y en él habría un Presidente
y 4 Vicepresidentes. Seguiría como Presidente Josph Kabila, y los Vicepresidentes
serían: uno un miembro del hasta entonces Gobierno de la R. D. del Congo, otro
miembro del MLC, otro miembro del RCD-Goma y otro miembro de la oposición política.
Se premia a los responsables
del genocidio.
En el apartado anterior
se vio que tanto el MLC como el RCD-Goma aparecían como dos grupos armados gestados
por los Gobiernos de Uganda y Ruanda respectivamente para saquear el Congo.
¿Qué ha hecho la comunidad
internacional con ellos? Pues en vez de intentar juzgarles por el genocidio
que han cometido, han optado por que formen parte de este Gobierno de Transición
en la R. D. del Congo. En concreto Jean Pierre Bemba (líder del MLC) y Azarías
Ruberwa (líder del RCD-Goma) son actualmente Vicepresidentes de la R. D. del
Congo. ¿A qué se debe este premiar a los criminales? Si durante los años de
guerra han demostrado que no les importa la vida de las personas sino que han
creado un clima de terror para robar y traficar mejor con las riquezas del país,
si toman el poder ¿acaso van a dejar de actuar así? Si se les pone dentro del
mismo Gobierno, en la capital, ¿acaso no van a intentar dar un golpe de estado
para tomar el poder? ¿Acaso no es facilitarles la tarea? ¿No sería más lógico
ejercer una presión internacional sobre ellos para acabar con sus medios económicos
para que no pudieran comprar más armamento? Y puesto que son responsables de
crímenes contra la humanidad ¿no sería más lógico buscar medios para alejarlos
del poder lo más posible? ¿Qué sentido tiene esto?
Pensamos que esta situación
tan absurda podría tener una intencionalidad. Ante una guerra estancada en la
que aparentemente ningún bando tenía fácil la victoria y en la que el número
de muertos iba escandalosamente en aumento, podría ser que Kabila optara por
ceder parte del poder a cambio del cese de las hostilidades. Con ello se le
tenía más acorralado, con menos poder, más cerca para su posible asesinato (como
hicieron con su padre) y se facilitaban las posibilidades de un posible golpe
de estado. Con estas medidas salían favorecidos los aliados de EEUU en la zona
(los gobiernos de Uganda y Ruanda). Resulta curioso que esos acuerdos se firmaran
bajo la tutela de Tabo Mbeki, Presidente de Sudáfrica, otro gran aliado de EEUU.
La inestabilidad política.
Como era de esperar, estos líderes durante
el año 2004 intentaron en tres ocasiones dar un golpe de estado que fueron fallidos,
pero la amenaza continúa.
Por otra parte Azarías
Ruberwa es aliado de Ruanda y se le ha puesto al mando del ejércitocongoleño.
¿No es esto una manera de hacer inoperante este ejército y facilitarle el camino
a la Ruanda de Paul Kagame -que además es quien más persiste en agredir al Congo-?
Desde mediados de 2003
la situación en la R. D. del Congo se fue calmando y aunque siempre ha habido
tensión en el este, en la frontera con Ruanda especialmente, la situación dejó
de ser como en el período de guerra.
Unas elecciones limpias no son deseadas por todos.
El pueblo ansía llegar al fin del proceso
electoral y en él tiene puestas sus esperanzas. No obstante, tanto el MLC, el
RCD-Goma, como el Gobierno ruandés están intentando boicotear este proceso.
Además de los golpes de estado fallidos, el ejército ruandés entró de nuevo,
a finales de noviembre de 2004, en territorio congoleño y el Presidente Kagame
lo justificó -como siempre- diciendo que sus soldados penetraban en territorio
congoleño persiguiendo a los interhamwe y otras guerrillas opuestas a su régimen.
Además se están viendo desde finales de 2004 la incursión de ruandeses en Kinshasa
-capital de la R. D. del Congo- y la sociedad civil vincula esta presencia a
ciertos acontecimientos conflictivos que están ocurriendo allí desde entonces.
Por ejemplo el falso rumor que corrió por la ciudad de que habían asesinado
al Presidente, Joseph Kabila, lo que en una situación tensa como la actual,
podría provocar disturbios que crearan un clima de confusión y conflicto que
facilitaría otro intento de golpe de estado.
Al fin y al cabo ¿votará
el pueblo congoleño a Jean Pierre Bemba o a Azarías Ruberwa después del genocidio
que han cometido? ¿Qué interés pueden tener ellos en que el proceso electoral
llegue a buen término?
Hasta la fecha la ayuda
internacional destinada a crear un censo y poder crear la infraestructura necesaria
para realizar las elecciones está proviniendo principalmente de la Unión Europea,
mientras que EEUU está aportando pequeñas cantidades. Por desgracia esta ayuda
no está siendo la suficiente según los cálculos realizados por la Comisión Electoral
Independiente, encargada de este proceso.
La Misión de Naciones
Unidas en el Congo (MONUC).
La MONUC se ha dedicado
mucho tiempo sólo a mirar y contar cadáveres.
El Consejo de Seguridad
adoptó la resolución 1279 de 30 de noviembre de 1999, relativa a la creación
de una misión de la ONU en la RD Congo, con la denominación de MONUC (Misión
de Naciones Unidas en el Congo) con la función de vigilar el cese el fuego.
La MONUC estaba presente
en el Congo cuando miles de personas fueron masacradas en diferentes lugares
del Congo por los ejércitos de ocupación. En presencia de la MONUC los ejércitos
rwandés y ugandés se enfrentaron tres veces en Kisangani, oponiéndose así a
cualquier legitimidad internacional y masacrando, una vez más, a la población
congoleña y destruyendo las infraestructuras del país. Ante su presencia tuvieron
lugar otras masacres, incluyendo actos de canibalismo: en Ituri, en el Kivu
Norte y en Makobola.
La resolución 1493 de
28 de julio de 2003, modificó el mandato de la MONUC reforzando su poder de
acción in situ. Pero las masacres continuaron en Ituri y en todo el Este del
Congo. Solo un mes después de la salida del contingente de “la fuerza de protección
europea” (operación Artemis), liderada por Francia el 06 de octubre de 2003,
se masacró a 55 personas. Con conocimiento de la MONUC, el Gobernador en el
Kivu Norte, Serufuli y el exgobernador Xavier Ciribanya reclutaron y formaron
milicias. Ante sus ojos, soldados ruandeses se desplegaron en el Congo para
sembrar la muerte, despreciando la ley internacional sobre la soberanía de cada
nación.
¿Complicidad ente la MONUC
y el ejército ruandés?
La noche del 23 a 24 de
febrero de 2004 militares del RCD-Goma y soldados ruandeses saquearon la residencia
del Comandante de la 10ª Región Militar, el Sr. Prosper Mabiolwa, matando a
tres personas. La causa de este hecho fue el descubrimiento que hizo el comandante
Mabiolwa de varios arsenales de armas en diversas residencias privadas, en especial
en casa del Sr. Joseph Kasongo. La MONUC, que hasta entonces había patrullado
en la ciudad de Bukavu por las noches, no lo hizo casualmente aquella noche
que penetraron en la ciudad camiones con soldados ruandeses. La sospecha de
su complicidad con el RCD-Goma y los ruandeses se acentúa con el hecho de que
sin embargo, llevó al Ministro Tambwe Mwamba, Alexis, antiguo miembro de la
RCD-Goma, a un lugar seguro, situado por lo menos a 10 km de Bukavu.
La MONUC sabía que ciertos
elementos ruandeses violaron la intimidad de varias familias y conventos de
Bukavu, buscando al General Prosper Nabiolwa (cfr. Memorando de la Sociedad
civil el de los religiosos y religiosas de Bukavu). A la mañana siguiente de
esta operación, la MONUC e presentó, como hace siempre, para contar los cadáveres
e iniciar una investigación que no esemboca nunca en nada y sin pensar en proteger
al pueblo. Entre tanto, los interahamwe, a los que la MONUC debe repatriar a
Ruanda, continúan realizando estragos en el interior del país, sobre todo en
el Kivu.
Los congoleños acusan a la MONUC.
Además de esta actuación,
el pueblo víctima de esta guerra, reprocha a la MONUC:
Que, sirviéndose de su
presupuesto exorbitante, que no es comprendido por el pueblo congoleño que se
encuentra reducido a la miseria, los agentes de la MONUC abusan sexualmente
de nuestras jóvenes y muchachos, sin ninguna vergüenza ni pudor.
Que trafican ilegalmente
con ciertos minerales (como por ejemplo el 31 de diciembre de 2003, un agente
de la MONUC fue sorprendido en Beach Ngobila (Kinshasa), en dirección a Benin,
con una botella de mercurio).
Que deforman la verdad
en beneficio de los países agresores: cuando en Bukavu, la población denuncia
la presencia de militares ruandeses, la MONUC habla de congoleños con morfología
ruanesa, con lo que pretende conocer mejor a los congoleños que los mismos congoleños.
La MONUC ha perdido la
confianza del pueblo que, en su forma actual, la considera más como cómplice
de los ejércitos de ocupación que como apoyo al pueblo congoleño con la misión
de construir una paz duradera. Por ello durante el año 2004 hubo múltiples manifestaciones
en oposición a la MONUC en diversas ciudades de la R. D. del Congo.
Un asunto que llama la
atención es que al mando de la MONUC y como Representante Especial del Secretario
de General de NU para la R. D. del Congo, esté el Sr. William Swing, diplomático
de EEUU. ¿Casualidad?
Don Magdaleno
Díaz Zelada, Don Mito, trabaja en la parroquia San José de Quezaltepeque. Casado
con doña Simona han procreado varios hijos (as). Hoy con sus 91 años, Don Mito
originario de Teotepeque, ha logrado sobrevivir como herrero, agricultor y trabajador
de haciendas.
La liturgia y la eucaristía
han sido su alimento cotidiano. Hoy que no ve bien, deja que el gusto le vaya
indicando el trabajo en la comunidad. En las celebraciones cuida que todas las
cosas estén a punto porque sabe que la fiesta está llena de detalles delicados
para que todos se sientan contentos y participando. Cada cosa en su sitio permite
que todas las personas encuentren su lugar para sentir la alegría que Dios regala.
Hace casi setenta años
conoció a la jovencita que ha envejecido a su lado. Sabe que la liturgia es
como el amor, hunde sus raíces en la tradición y camina junto al misterio cristiano.
Pero ambos se vuelven comunidad y regalan una identidad. Con su familia, en
medio del conflicto civil armado, animaron las comunidades aun con riesgo de
sus vidas. La muerte le vivía husmeando los pasos pero nunca se atrevió a tocarlo.
Conoció las lágrimas y el dolor de las pérdidas de seres queridos pero también
la fe, la esperanza y, sobre todo, la paz que da a luz la alegría.
En las diversas haciendas
en que trabajó fue descubriendo una espiritualidad que hoy nutre su afecto por
la liturgia. El Santísimo Sacramento es hoy para él una experiencia de Iglesia
que lo hace cuidar el culto y la vida diaria de su comunidad. Mantenerse fiel
a la profesión de la religión católica le ha servido para construir otras fidelidades.
Por eso, en medio de su vejez, la sonrisa le hace seguir caminando para que
toda celebración muestre a ese Dios que no falla y todo lo sustenta. En la parroquia
de San José, su figura muestran la audacia y firmeza de un compromiso, sus canas
son parte del canto, de las flores y de todos los arreglos para que nunca deje
de calentar la brasa del amor a Dios. Gracias Don Mito por su fervor, pero,
sobre todo, por su humildad.