AÑO XXV, No. 544
Los jóvenes:
esperanza del cristianismo
LA APROBACIÓN
DEL CAFTA POR EL CONGRESO DE EEUU
¿POR QUÉ
LA GUERRA EN EL CONGO?
LA VERDAD
DE LA CONDONACION DE LA DEUDA
LAS MARAS.
ESPERANZA CONTRA TODA ESPERANZA
SECRETITOS
DE CARTA A LAS IGLESIAS
por el Congreso de EEUU
Implicaciones inciertas
del CAFTA
Las finalizadas vacaciones de agosto se iniciaron con un
hecho importante: la aprobación, por parte del Congreso norteamericano, de un
Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Centroamérica (CAFTA, por sus
siglas en inglés). En lo que se refiere
a El Salvador, en las semanas previas a la aprobación del mencionado tratado,
los grandes medios de comunicación hicieron eco de la propaganda gubernamental
en torno a los enormes beneficios que irremediablemente arrojaría al país la
suscripción de un TLC con Estados Unidos.
Tal iniciativa fue vendida
como lo mejor que podía sucederle a El Salvador no sólo en materia económica,
sino social, pues los beneficios que se obtendrían transformarían la vida misma
de los salvadoreños. Tanto era el compromiso de las principales figuras del
gobierno salvadoreño —el presidente Saca a la cabeza— con la aprobación del
CAFTA por el Congreso estadounidense, que no se escatimaron esfuerzos en cabildear
directamente en las altas esferas de poder de Estados Unidos en el afán de ver
cumplido su sueño. Oponerse a ese sueño fue considerado una traición al país.
Desde la oposición política,
concretamente desde el FMLN, fue poco lo que se hizo y poco lo que se denunció
a propósito de la inminente aprobación del CAFTA; los conflictos internos merecieron
más atención que la aprobación de un tratado de libre comercio que vincula al
país con la nación más poderosa del planeta. La sociedad, como en otras oportunidades
en las que se han tomado decisiones que afectarán la vida de la mayoría de sus
miembros, no tuvo ni voz ni voto en lo que el cuarto gobierno de ARENA fraguó
a sus espaldas. Pero hubo actores sociales que sí fueron tomados en cuenta:
los grandes empresarios vinculados al sector terciarizado de la economía. A
ellos de ninguna manera se pretende perjudicar con la suscripción al CAFTA.
Un día después de la aprobación
del CAFTA, el tono de sus apologistas ya no fue tan exaltado y triunfalista.
El ejemplo más elocuente de este giro hacia la prudencia lo dio el presidente
Saca. «El CAFTA —sostuvo— no es un cheque en blanco ni significa que hemos solucionado
todos nuestros procedimientos». Entonces ¿en qué quedamos? ¿No había dicho antes
que el CAFTA era la solución para todos los problemas del país? ¿No había dicho
que El Salvador estaba listo para obtener los mejores beneficios del mismo?
¿No había dicho que con su aprobación por el Congreso estadounidense todo marcharía
viento en popa para los salvadoreños?
Sin duda, la prudencia del
presidente Saca llega tarde, porque de aquí en adelante mucho de lo que le suceda
a la economía nacional escapará del control del gobierno y de los grupos empresariales
más influyentes. La prudencia debió ser la regla de oro tanto en las fases de
negociación del tratado como en las etapas finales de su aprobación. También
la prudencia debió acompañar las declaraciones de los funcionarios de gobierno
cuando se referían al CAFTA y sus implicaciones.
El CAFTA ha sido aprobado
por el Congreso estadounidense. Ese era el eslabón que faltaba por completar
para que el libre comercio vinculara indefectiblemente a Centroamérica con Estados
Unidos. Los análisis más reflexivos y críticos no vaticinan nada bueno para
la mayoría de la población centroamericana, aunque sí dejan entrever que, en
procesos de esta naturaleza, siempre hay ganadores: los grupos empresariales
que tienen sus nichos en el comercio y las inversiones. No faltan tampoco los
enfoques optimistas, elaborados no pocas veces por estudiosos adscritos a fundaciones
empresariales. Pero lo que estos estudios ofrecen cae, al igual que en los análisis
críticos, en el terreno de lo que puede suceder si tales o cuales variables
se comportaran de tal forma.
Izquierda latinoamericana en pers-pectiva
Desde sus inicios
en la lucha por el cambio, al principio del siglo pasado, la izquierda latinoamericana
ha conocido más derrotas que victorias. Lucha tras lucha, sucesivamente, las
distintas oligarquías locales, con el beneplácito de los ejércitos regulares
y en alianza la mayoría de las veces con los Estados Unidos, se las han arreglado
para truncar los sueños más preciados de estos viejos idealistas. El financiamiento
ilegal de la guerrilla antisandinista por parte de los Estados Unidos, el golpe
de estado en contra del presidente chileno Salvador Allende en 1973, o el naufragio
ensangrentado de la revolución guatemalteca en 1954, son algunos ejemplos que
recuerdan este hecho.
La preocupación principal de los izquierdistas latinoamericanos
ha sido siempre la de cambiar el orden económico y social. En un texto precursor
de estos luchadores sociales y políticos, decía José Martí, en 1891, que había
que hacer causa común con los oprimidos «para afianzar el sistema opuesto a
los intereses y hábitos de mando de los opresores». De modo que los opresores,
locales y/o extranjeros, han sido (y algunos afirmarán que siguen siendo) las
fuerzas contra las que pelean quienes han anhelado un cambio en el panorama
social, económico y político latinoamericano.
Finalmente, habrá, sin duda, interpretaciones divergentes sobre
las razones que explican el reiterado fracaso político de la izquierda. Pero
no cabe duda que la represión sistemática, el asesinato o desaparición de los
simpatizantes del cambio han creado un clima de terror que ha paralizado a muchos
ciudadanos latinoamericanos.
Sin embargo, luego de las transiciones a la democracia en la región,
se esperaba que la izquierda tuviera un mejor destino. Gracias a la apertura
política observada, el fin de la represión sistemática y el alejamiento de los
militares de la vida política, se esperaba que el discurso de cambio de la izquierda
cobrara un nuevo impulso. Además, todo se da en un ambiente de pobreza y de
crisis económica, en donde no ha cesado de ampliarse la brecha entre los más
pobres y los más ricos.
Como ya se ha dicho, en general
la izquierda latinoamericana ha obtenido unos resultados electorales bastante
alejados de sus sueños. En pocos países ha logrado hacerse con el poder político.
Y, cuando lo ha hecho, se ha limitado a administrar las economías de sus países
exclusivamente dentro de los límites permitidos por las instituciones internacionales.
Esta realidad hace surgir dos preguntas básicas: ¿cuáles son las circunstancias
que favorecen la toma del poder por parte de la izquierda en esta coyuntura
democrática? Y, en segundo lugar, ¿se puede seguir soñando con la transformación
radical de las sociedades de la región?
Este «ponerse a la altura de las circunstancias» hasta ahora parece
suponer el abandono de los discursos radicales marxistas y una amplia alianza
con diferentes sectores autónomos, no necesariamente provenientes de la tradición
izquierdistas, pero críticos con los resultados de la aplicación de las políticas
neoliberales. Ni siquiera el caso de Hugo Chávez, el más radical de los presidentes
latinoamericanos que se reconocen en la tradición política de la izquierda,
constituye una salvedad a esta constatación. Chávez llegó al poder gracias al
apoyo de amplios sectores de la sociedad venezolana, que estaban dispuestos
a operar algunos cambios en una sociedad ya marcada por la esclerosis. El mismo
destino han tenido los izquierdistas de Brasil y de Uruguay.
Quizá el Frente Farabundo
Martí para la Liberación Nacional (FMLN) de El Salvador debería de aprender
la lección si quiere llegar a la máxima responsabilidad política. Es decir,
moderar un poco más su discurso y dar suficiente garantía a la sociedad que
no volverá a las posturas marxistas de antaño. A la vista de las circunstancias,
no podría soñar siquiera con dar la sorpresa una vez en el poder. La fuerza
armada, la oligarquía financiera y los Estados Unidos impedirían cualquier «rumbo
equivocado».
Esta última afirmación lleva a la pregunta acerca de los límites
inherentes a la acción política de los gobernantes provenientes de la izquierda.
Frente al aumento creciente de la miseria y la exclusión social de los más pobres,
las élites no han abandonado sus viejos reflejos autoritarios. Los ejércitos
regulares latinoamericanos siguen siendo los garantes de la riqueza de las oligarquías.
Además, los sectores más conservadores de la diplomacia estadounidense no tolerarán
aventura política revolucionaria alguna que pretenda replantear los términos
económicos de las relaciones de dependencia con las economías de la región.
CIDAI
Han pasado las fiestas
del Divino Salvador y es bueno hacer algunas reflexiones sobre la fe, la Iglesia
y la religiosidad.
1. La tensión entre
dos religiosidades: el monte y el valle.
En la fiesta del Divino Salvador se lee el texto de la transfiguración de Jesús.
Es un relato muy bien elaborado para mostrar la tensión por la que pasó Jesús,
simbolizada en lo que le ocurre en lo alto de un monte y lo que le ocurre
en el valle. Y es también la tensión por la que tiene que pasar la fe
y la Iglesia. Y según cómo se viva la tensión, así será el aporte a nuestro
mundo.
La tensión se puede romper
“quedándose en lo alto”. Es lo más fácil, y poco se hace para remediarlo. Es
el lugar de los milagros, donde los vestidos cambian de color, los cielos se
abren y se escuchan voces, y donde también hay apariciones de santos. Esa religiosidad
tiene gran atractivo, como lo confiesa Pedro: “Señor quedémonos aquí”, pero
tiene su peligrosidad, como lo insinúa el evangelio: “Pedro no sabía lo que
decía”.
Pero se puede romper -lo más difícil- bajando al valle, al mundo real.
Allí Jesús les dice la verdad, cosas muy buenas que suelen gustar a todos,
como que la muerte no acabará con él, sino que resucitará. Pero les dice, sobre
todo, la gran verdad de que hay que vivir y trabajar en el valle, en la historia,
caminar hacia Jerusalén, donde será crucificado y mostrará el mayor amor. Es
la vida de Jesús. La del cristiano es seguirle en el valle.
2. La religiosidad
del monte es siempre una tentación, también hoy.
Dice Casaldáliga en Concillium, junio, 2005: “De la misma fe cristiana
se está haciendo un recetario de milagros y prosperidades, refugio espiritualista
ante el mal y el sufrimiento y un substitutivo de la corresponsabilidad, personal
y comunitaria, en la transformación de la sociedad”. La religiosidad puede caer,
pues, en irracionalidad, infantilismo y alienación. En el peor de los casos
puede suceder lo que denunciaba Charles Péguy, el gran católico francés de principios
del siglo XX: “como no son de este mundo creen que son del cielo”. Y para los
quieren defenderse con palabras de Jesús, hay que recordar que esa religiosidad
no nos hace “como niños”, de los cuales sí dice Jesús que es el reino de los
cielos, sino “aniñados”, de quienes no dice nada bienaventurado.
La impresión es que seguimos
viviendo “en lo alto del monte”. En la bajada se cantaba que “la virgen María
vino volando en una nube desde Portugal”. Una emisora católica recordaba el
milagro de un 5 de agosto del año 385: en pleno calor del verano nevó en Roma.
Lo había predicho la Virgen en una aparición. En el lugar en que nevó fue edificado
un templo un siglo después. También se repite -a veces se añade “según una piadosa
tradición”- que en la catedral de Colonia, donde el papa se encontrará con un
millón de jóvenes, están los restos de los reyes magos.
3. La religiosidad del valle. Vivir en el valle es muy distinto.
Ahí nos encontramos con cosas reales. Allí es donde estuvo Jesús y allí nos
reveló a Dios. En una palabra, el amor de Jesús a los pobres en el valle, no
el color de su vestido en el monte, es lo que hace presente a Dios. La gente
siempre vive en el valle. Estos días, en medio del cotidiano trabajo agotador,
de una vida ardua, de rebuscarse para vivir, que es la suerte de la mayoría,
en el valle han tenido descanso según sus posibilidades. Pero en el valle nos
hemos encontrado también con más de un centenar de muertes durante las fiestas,
la gran mayoría homicidios y durante
el año hay un promedio de10 al día en El Salvador, 6 en Honduras, 17 en Guatemala.
Las matanzas en Irak y el miedo de Occidente
hace esclamar a Saramago que hay que arreglar este mundo “antes de que nos volvamos
todos locos”. Por coincidencia, el 6 de agosto se cumplieron 60 años de Hiroshima
y Nagasaki, donde murieron alrededor de 380.000 personas. Estados Unidos es
el único país que ha lanzado bombas atómica, y eso lo convierte en terrorista
a gran escala. Lo hicieron para “aterrorizar” y lo consiguieron. Y esa es la
definición estricta de “terrorismo”. Así está el “valle” en nuestro mundo. Al
final diremos cómo “en el valle” se abre paso también “el reino de Dios”.
4. La religiosidad
de la palabra de Dios. Volvamos
a “lo alto del monte”. Según el relato allí ocurren cosas maravillosas. Mucha
gente las toma tal cual y les encanta. Entre tanto milagro allí debe estar Dios.
Pero no es así. Una cosa es cómo se formulan los relatos y otra cosa es qué
comunican de Dios. En otras palabras, una cosa es cómo los autores, seres
humanos, formulan las cosas, y otra cosa es qué dice Dios
a través de esas formulaciones.
Evidentemente lo principal
es lo segundo, no lo primero. Esto quiere decir que no hay que entender tal
cual todas las cosas que aparecen en los evangelios. Lo que sí hay que creer,
y trabajar por ello, es lo que Dios nos comunica a través de ese lenguaje. Y
esto no son inventos modernos. Lo dijo el papa Pío XII en 1943, el Vaticano
II en 1965 y Juan Pablo II en 1993: Dios se comunicó con palabras humanas, obviamente,
pero la verdad de lo que dicen esas palabras hay que entenderla según los diversos
“géneros literarios”, es decir, las diversas “formas” de decir las cosas. Un
ejemplo. Todos entienden que si un enamorado le dice a la mujer amada que “le
va a dar la luna” no hay que tomarlo al pie de la letra, pero eso no quiere
decir que no está diciendo una verdad importante en un género literario determinado,
el amoroso en este caso. Entendidos así, los textos del evangelio son palabra
de Dios. Y dicen cosas más importantes que los vestidos cambian de colores o
que los cielos se abren.
5. La religiosidad
del seguimiento de Jesús. Lo que
“en lo alto” dice Dios es: “escuchen a Jesús”. Buena falta hace porque a la
religiosidad la dejamos, con frecuencia, sin Jesús. Dice, de nuevo, Casaldáliga:
“Hay que volver a ese Jesús histórico que tantas veces se nos difumina en dogmatizaciones
helenísticas y en espiritualismos sentimentales, el Jesús Pobre solidario con
los pobres, el Crucificado con los crucificados de la historia”. Eso ocurre
en el valle, y entonces sí se puede releer
“lo milagroso” del monte.
Hay que cambiar radicalmente,
como los colores del vestido: es la conversión personal, el cambio
de estructuras. Hay que escuchar las voces que vienen de fuera: de la
conciencia, tan olvidada, de los signos de los tiempos,
de Monseñor Romero y los mártires. Y de la palabra de Dios,
“limpia y clara como el agua que baja de los montes”, que decía Rutilio Grande.
Hay que estar con los “personajes” de la tradición, Moisés y Elías, y nosotros
con nuestros santos y mártires. Y hay que bajar al mundo real,
donde los sufrimientos son reales, pero los gozos también lo son. La transcendencia
de Dios es trans-descendencia, abajamiento, acercamiento. Y es con-descendencia,
acogida, amor.
6. El reino de Dios
está en el valle.
El monte y el valle no son símbolos de la religiosidad popular, por una parte
y de la religiosidad ilustrada por otra. Ni mucho menos. Hace poco le preguntaron
a José Comblin si cree que “otro mundo es posible” y respondió estas palabras
con las que terminamos:
“Yo diría lo que dijo una mujer indígena guatemalteca: ese otro
mundo ya existe, pero escondido en medio de los pobres. En los medios de comunicación
se habla de los pobres siempre de forma negativa, como los que no tienen bienes,
los que no tienen cultura, los que no tienen para comer. Visto desde fuera,
el mundo de los pobres es todo negatividad.
Sin embargo, visto desde dentro, el mundo de los pobres tiene vitalidad,
luchan para sobrevivir, inventan trabajos informales y construyen una civilización
distinta de solidaridad, de personas que se reconocen iguales, con formas de
expresión propias, incluidos el arte y la poesía. He conocido barracas construidas
sobre el mar en El Salvador donde viven miles de personas en condiciones muy
precarias, incluso con peligro de caer al agua. Pero la gente vive allí con
una alegría, con una conciencia, una apertura y una paciencia que son el reverso
del mundo de los ricos. Se realiza lo que dice Jesús: el reino de Dios está
ahí escondido en medio de los pobres, pero se necesita que haya algunas figuras
de tipo profético para recuperar la esperanza, la confianza. Es como la levadura
que hace falta para fermentar la masa. Donde no hay profetas queda como una
frustración, pero desde el momento en que aparece una persona inspirada se levanta
una experiencia nueva. Y entonces hay muchísimos lugares en que se encuentra
ese pueblo, que es ese mundo alternativo”.
En nuestro lenguaje ésta es la religiosidad del valle vivida no
“con milagros”, pero sí “de milagro”, no los del monte, sino los de la gracia
y la bondad. Esta religiosidad popular es la que propició, alabó -y también
corrigió- Rutilio Grande. Es la de las comunidades de base, con sus limitaciones,
pero con sus “milagros” de generosidad. Es la de carismáticos pobres, que, cuando
son acompañados, cambian, salen de sí mismos y se abren a la solidaridad. Pero
mucho depende de que les acompañe algún profeta, como Rutilio o Monseñor.
Jon Sobrino
15 de agosto, cumpleaños de Monseñor Romero
El pensamiento de Ratzinger
Quisiera ofrecer una aproximación al pensamiento del nuevo Papa,
por si sirve a creyentes, e incluso a no creyentes, que quizá, después del nombramiento
del nuevo Papa Benedicto XVI, no saben
a qué atenerse a partir de lo que oyen, y tampoco están obligados a leer su
extensa obra. Voy a sistematizar unos textos tomados de El nuevo pueblo de
Dios, publicado en español en 1972 . La mayoría son comentarios al
Vaticano II. Los sistematizo en seis capítulos de actualidad, más aquello que
los fundamenta.
1. El cristiano. Para explicar
la identidad cristiana combina Ratzinger dos respuestas que otros se empeñan
en contraponer: «La primera dice: el que tiene la caridad lo tiene todo. Eso
basta de manera completa, simple y absoluta... El ‘sacramento del hermano’ aparece
aquí como el único camino suficiente de salvación, el prójimo como la ‘incógnita
de Dios’, en que se decide el destino de cada uno. Lo que salva no es que uno
conozca el nombre del Señor (Mt 7, 21); lo que se le pide es que trate humanamente
al Dios que se esconde en el hombre» (p. 391).
El problema de esta respuesta
tan exacta es que «nadie tiene realmente la caridad (cf. Rom 3, 23).
Todo nuestro amor está una y otra vez corroído y deformado por el egoísmo».
Precisamente por eso «aquí viene la segunda respuesta del Nuevo Testamento que
dice: sólo una cosa es menester, que abramos las manos y aceptemos el regalo
de Su misericordia. Este movimiento de abrirse para recibir el regalo del amor
representativo del Señor lo llama Pablo ‘fe’». Esta respuesta deja claro que
hay una fe de actitud que es anterior a la fe de contenidos (una
«fe antes de la fe» la llama Ratzinger), que «es lo contrario de aquella actitud
que los antiguos llamaban hybris, la negación de la propia complacencia
y de la justicia a fuerza de brazos» (p. 392).
Por eso, «el Nuevo Testamento
dice a la par que ‘la caridad por sí sola basta’ y que ‘sólo la fe basta’...
Ambas afirmaciones juntas expresan una actitud de salir de sí mismo, en que
el hombre comienza a dejar a las espaldas su egoísmo y avanza en dirección al
otro. Por eso, el hermano, el prójimo, es el verdadero campo de prueba de esta
disposición de espíritu; en su «tú» viene al hombre de incógnito el «tú» de
Dios (p. 393).
De ahí brota una conclusión
fundamental: «no se es cristiano para sí mismo sino para los otros, o más bien:
sólo se es [cristiano] para sí mismo cuando se es para los otros» (p. 397).
2. La iglesia.
De acuerdo con esa visión del cristianismo,
lo primero que debe saber la Iglesia es que «es falsa, ante todo, la divinización
del sistema y de las instituciones. Ni el sistema ni la observancia de un sistema
salvan al hombre; sólo lo salva lo que está por encima de todos los sistemas
y lo que representa la apertura de todos los sistemas: el amor y la fe (p. 394).
De aquí se sigue que «como
signo del amor divino, la Iglesia... no puede ser círculo esotérico, sino que
es esencialmente un espacio abierto... una realidad dinámica» (p. 399).
Precisamente «el no estar ligada a una forma de este mundo, le da fuerza para
dirigirse a todo el mundo» (p. 422). Estas son observaciones muy importantes
ante la tarea actual de desoccidentalizar al cristianismo.
Por ser así, «lo que necesita
la Iglesia de hoy y de todos los tiempos no son panegiristas de lo existente,
sino hombres... que amen a la Iglesia más que a la comodidad e intangibilidad
de su propio destino». Pues «la verdadera obediencia no es la obediencia de
los aduladores... que evitan todo choque y ponen su intangible comodidad por
encima de todas las cosas» (p. 292). Por eso pregunta Ratzinger si el que
no haya gente que se atreva a hablar con libertad «es signo de mejores
tiempos o signo de un menguado amor al que no se le quema ya el corazón por
la causa de Dios en este mundo... un amor que se ha hecho romo y no se atreve
ya a abrazar el sufrimiento por la amada» (p. 290).
Con este mismo amor se preguntaba
él si a la Iglesia de hoy «no habrá que reprocharle que, por exceso de solicitud,
declara demasiado, reglamenta demasiado; y tantas normas y reglamentos han contribuido
más bien a abandonar el mundo a la incredulidad que no a salvarlo de ella...
En otras palabras: que a veces pone harto poca confianza en la fuerza victoriosa
de la verdad, se atrinchera en seguridades externas en lugar de confiar en la
verdad que vive en la libertad y no necesita de tales precauciones» (p. 294-95).
Ratzinger sabe también que
una de las tareas de hoy es descentralizar el papado: «La Iglesia, que es el
pueblo uno de Dios, se compone de los muchos pueblos de este mundo que... aportan
la riqueza de sus diversos dones a la ciudad única y escatológica de Dios...
La Iglesia única se compone de muchas ‘iglesias’ en los lugares y regiones del
orbe, y sólo la variedad de las iglesias que mantienen la mutua comunión
en el vínculo de la unidad, de la caridad y de la paz, constituye la unidad
cumplida de la Ecclesia catholica» (p. 423). Esta tesis «lleva a la intuición
concreta de la mutua responsabilidad de las iglesias particulares entre sí:
la responsabilidad por los miembros no es asumida únicamente por la cabeza (con
la que en este caso se significa al papa y a la iglesia principal de Roma),
sino también por los miembros mismos, es decir, que las iglesias particulares
asumen la responsabilidad de unas para con otras» (p. 424).
3. El mundo.
El Vaticano II pidió a la Iglesia una triple
apertura: «a las fuentes, a los otros cristianos y a los interrogantes de la
humanidad entera» (p. 321). Por ello, «la Iglesia debe hablar, pensar y ser
de manera que los otros puedan percibir y entender la palabra que les dirige»
(p. 318).
Ratzinger insiste con frecuencia
en que el esquema bíblico de la fe en el judeocristianismo es el de «los pocos
por los muchos (o por todos)». De acuerdo con eso «el mundo debe ser aceptado
y respetado como tal por la Iglesia... por la sencilla razón de que la Iglesia
no es Cristo». Por eso «no es posible entenderla como fin en sí misma, sino
que pertenece esencialmente al orden de los medios... Por eso, la autoridad
eclesiástica no puede suplir la pericia en los órdenes respectivos de la realidad,
sino únicamente reconocerla... Tampoco puede suplir la competencia científica
de la teología, sino que debe también reconocerla y darla por sentada como tal»
(p. 330).
4. La teología.
Una palabra pues sobre la teología. En primer
lugar, «el mensaje cristiano se propone siempre en lenguaje humano... en un
repensar la palabra divina dentro de lo humano; no se propone nunca en su absoluta
e incontaminada pureza divina... En el kerygma [mensaje transmitido]
hay siempre algo que en realidad no es kerygma sino una elaboración humana».
Por eso «se impone en cada época la escucha paciente de lo que la humanidad
sabe de hecho» (p. 327).
Precisamente por eso, «casi
todos los documentos [del Vaticano II]» muestran una apertura que sobrepasa
a lo que Ratzinger llama «teología de encíclicas: una forma de teología en que
la tradición parecía lentamente estrecharse a las últimas manifestaciones del
magisterio papal». Frente a eso la voluntad del Concilio fue: «no mirar las
fuentes [cristianas] únicamente en el espejo de la interpretación oficial de
los últimos cien años, sino leerlas y entenderlas en sí mismas,... escuchar
las interrogantes del hombre de hoy como tales y partiendo de ellos repensar
la teología y, por encima de todo esto, escuchar la realidad, ‘la cosa misma’,
y aceptar sus lecciones» (p. 318-19). Por ello, una enseñanza del magisterio
eclesiástico «que naciera del miedo al riesgo de la verdad histórica o al riesgo
de la realidad misma, sería cabalmente una teología apocada, una teología de
poca fe desde su punto mismo de partida» (p. 320).
5. La reforma litúrgica.
No caben aquí las respuesta que da
Ratzinger a los empeñados en volver al latín en la liturgia. Pero sí podemos
notar que derivan de una determinada concepción de ésta: «el culto divino más
auténtico de la cristiandad es la caridad» (p. 346). Por esta razón, «la liturgia
no tiene por fin llenarnos, entre temor y temblor, del sentimiento de lo santo,
sino enfrentarnos con la espada tajante de la palabra de Dios: no tiene por
fin procurarnos un marco bello y festivo para el recogimiento callado y la meditación,
sino introducirnos en el «Nosotros» de hijos de Dios y, con ello, en el anonadamiento
de Dios que descendió hasta lo ordinario» (p. 341). Y esto significa que «para
la reforma litúrgica se requiere una gran capacidad de tolerancia dentro de
la Iglesia... El soportarse mutuamente... la anchura de la caridad, son los
únicos medios que pueden crear el espacio en que el culto cristiano madure en
verdadera renovación» (p. 346).
6.
No sólo espacios para el culto, también para
la convivencia entre las religiones de la tierra. «Para el cristiano
de hoy se ha hecho algo inconcebible que el cristianismo, más exactamente la
Iglesia católica, sea el único camino de salvación; con ello se ha hecho problemático
desde dentro el absolutismo de la Iglesia... Que todos los hombres ‘buenos’
se salvan es hoy… evidente». Y ello por una razón que brota de la más antigua
tradición cristiana: «la salvación del hombre consiste en ser amado por Dios,
mas para el amor no hay ningún título jurídico, ni se apoya tampoco en excelencias
morales o de cualquier tipo» (pp. 367-69).
«Las religiones del mundo
se han convertido en interrogante que se le plantea al cristianismo, que debe
repensarse ante ellas en su pretensión y recibir así... por lo menos un servicio
de purificación» (p. 402).
7. Jesucristo y Dios.
Todo lo expuesto se fundamenta en
lo que significa Jesucristo y lo que Él revela de Dios. Veámoslo para concluir.
7.1.
En su Introducción al cristianismo,publicado
en español en 1970, había escrito Ratzinger
que «la persona de Jesús es su doctrina, y su doctrina es él mismo».
Pues bien, sobre esa persona escribe ahora: «la orientación existencial de Jesús,
su verdadera esencia, se caracteriza por el ‘a favor de’. Si la salvación consiste
en hacernos como él, en tal caso debe presentarse concretamente como participación
en ese a favor de» (p. 396). Ratzinger retoma aquí, para hablar de Jesucristo,
el término teológico de «pro-existencia», que proviene del protestante D. Bonhoeffer
(«Jesús el hombre para los demás») y del católico de Alemania Oriental H. Schürmann;
y que es también fundamental por ejemplo en la cristología de Jon Sobrino.
7.2.
«El primer gran ensayo de una teología cristiana,
el discurso del diácono Esteban en Hchs 7... hace ver que Dios no está
de parte de la institución, sino del lado de los que sufren y son perseguidos
a lo largo de toda la historia; y demuestra la legitimidad de Jesucristo cabalmente
por insertarlo en la línea de los perseguidos, de los profetas de la historia»
(p. 279).
Como conclusión,
he aquí una presentación de la fe que es fiel y abierta
al diálogo. Quizá alguien arguya que esta visión es del Ratzinger «joven»
que hoy ha cambiado de modo de ver. A eso caben dos respuestas.
La primera es que es difícil
pensar que haya cambiado precisamente en los textos aquí citados, porque casi
todos ellos son comentarios al Vaticano II (por eso los elegí); y no se le hace
un favor a Ratzinger diciéndole que ha abandonado al Vaticano II.
La segunda es que en el caso
de que el hoy Benedicto XVI ya no piense así, sigue siendo verdad que, cuando
pensaba así, era un teólogo católico autorizado, muy reconocido y totalmente
ortodoxo. Por tanto, es absolutamente legítimo profesar esas opiniones en el
seno de la Iglesia.
José Ignacio González Faus
¿Por qué la guerra en el Congo?
III parte
Parece como si se hubiera acorralado inter-nacionalmente
al Gobierno de la R. D. del Congo. Además, de este conflicto apenas si se informa
en los medios de comunicación a pesar de ser la guerra con más muertos tras
la Segunda Guerra Mundial. ¿No es demasiada casualidad? La tesis que nosotros
defendemos es la siguiente.
El Congo: un país clave.
La R. D. del Congo es un país especial en África. Tanto
por la inmensidad de sus riquezas mineras y energéticas, como por su tamaño
y posición geoestratégica que le sitúan en el centro de África con frontera
a nueve países. Desde el punto de vista de un país imperialista con ambiciones
de dominar África, es una pieza clave para este objetivo y una puerta para entrar
en otros 9 países.
Primero Uganda y Ruanda.
La guerra de los grupos de poder de EEUU por controlar esta
región empezó con movimientos tácticos, involucrando al Gobierno de EEUU. Primero
buscaron la alianza con ciertos clanes de Ugandeses y Ruandeses para que tomaran
el poder. Así lo obtuvieron Yoweri Museveni en Uganda y Paul Kagame en Ruanda
en 1994. En EEUU se formó militarmente a ciertas élites militares de ellos.
Luego, una vez en el poder, el Gobierno de EEUU multiplicó la ayuda para el
desarrollo a estos países, y esta ayuda se convirtió en ayuda militar. Creó
bases militares también en ellos. Toda esta estrategia está en función de dominar
el Congo, ya que Uganda y Ruanda no son ni por asomo tan ricos ni tan importantes
estratégicamente.
Luego Kabila
Una vez estaban en el poder Museveni y Kagame se alió con
Laurent Desiré Kabila para que éste, con ayuda de soldados ruandeses y ugandeses,
conquistara el Zaire arrebatándole el poder al dictador Mobutu Sese Seko. Esto
ocurrió desde el invierno de 1996 hasta la primavera de 1997.
Durante este período el avance
de las fuerzas de Kabila fue rápido pues Mobutu mantenía un ejército muy desorganizado
y desmotivado (los soldados llevaban bastante tiempo sin cobrar su paga).
Una vez en el poder Kabila
cambió el nombre del país que pasó de Zaire a República Democrática del Congo.
Luego intentó deshacerse de ciertas élites militares ruandeses y ugandeses que
permanecían en Kinshasa, la capital, acompañándole y vigilándole. Rescindió
contratos de concesiones mineras que había firmado antes de su conquista con
empresas norteamericanas y canadienses y empezó a negociar con China. Visitó
Cuba y Libia… y quizás todo esto fueron motivos suficientes para que el apoyo
del Gobierno de EEUU se convirtiera en enemistad y sentimiento de traición.
Empieza la guerra contra Kabila
El 2 de agosto de 1998 los ejércitos de Ruanda, Uganda y
Burundi empiezan a invadir el este de la R. D. del Congo, la zona más rica en
minas de alto valor y de frontera con estos tres países. Los soldados invasores
destacan por su crueldad, continuas matanzas y violación de los derechos humanos.
De otra parte centran su actividad en tomar posesión de las principales minas
y sacar sus riquezas hacia Ruanda y Uganda principalmente. En estos momentos
Kabila no ha organizado aún su ejército ni tiene recursos para ello y el avance
de las tropas invasoras es rápido.
Asesinato de Kabila y toma el poder su hijo
En enero de 2001 Kabila es asesinado y se nombra como nuevo Presidente a su hijo Joseph Kabila, quien se mantiene como Presidente hasta la actualidad.
El Proceso de Transición
A finales de 2002 se firmó el Acuerdo Global e Inclusivo
que puso fin a la guerra a nivel oficial y se creó el Gobierno de Transición.
Los ejércitos de Burundi, Uganda y Ruanda abandonaron oficialmente el Congo,
y los grupos rebeldes internos hicieron un alto al fuego. Sin embargo, a finales
de noviembre de 2004 el ejército de Ruanda empezó una nueva invasión del Congo
que hasta la fecha aún perdura. La comunidad internacional condenó el hecho,
pero hace falta un paso más. ¿Acaso 4 millones de congoleños muertos no son
suficientes? Creemos que es necesario que se presione y aísle internacionalmente
a Paul Kagame a fin de evitar nuevas masacres por parte de sus tropas y de nuevo
que los miles de desplazados (ya hay más de 150.000) no empiecen a morir de
hambre, o de enfermedades ligadas a la malnutrición y las condiciones de vida
precarias.
Kagame y Museveni.
Por desgracia para los habitantes de esta región, los grupos
de poder de EEUU eligieron como aliados fundamentales a dos personas (emparentadas
entre sí) que codiciaban el poder al precio que fuese y sin importarles mucho
el respeto de los derechos humanos: los anteriormente mencionados Yoweri Museveni
y Paul Kagame. Es especialmente éste último quien es el responsable de más millones
de muertos en esta región africana. Él dirigió la masacre de varios cientos
de miles de ruandeses hutu en el antiguo Zaire en 1996-1997, perseguidos por
sus tropas. Luego de todas las miles de muertes anónimas de ruandeses opuestos
a él dentro de su país. Y finalmente de gran parte de los 4 millones de congoleños
muertos a causa de la invasión del Congo (por parte de sus tropas y las de Uganda
básicamente). Nunca ha habido tanto sufrimiento, tanto odio y tanta muerte en
esta zona de África como desde que en EEUU se decidió apostar fuerte por su
gran aliado, Paul Kagame. La política de alentar el enfrentamiento étnico y
el terror, forma parte de la estrategia para
dar a entender de que se trata de luchas internas entre tribus o etnias africanas.
A cierta clase dominante
de EEUU no le interesa que se sepa lo que ocurre. Pero tampoco le interesa a
otra parte importante de la de Europa (Francia, Inglaterra, Bélgica y Alemania)
por estar implicada, a través de sus multinacionales, en el asunto.
El silencio internacional.
Esto hace en conjunto que sea una guerra de la que ni en
EEUU ni en parte de Europa se mencione siquiera en los medios de información,
máxime cuando los medios usados por sus aliados, sean especialmente sanguinarios.
La ONU desde luego, tiene las manos atadas en este asunto.
Las ambiciones de Kagame y EEUU.
Lo que está ocurriendo en esta región africana desde el
2 de agosto de 1998 hasta hoy día, es también crucial para el futuro de toda
África ya que éste es quizás un paso clave del Gobierno de EEUU, dentro de una
estrategia más global, para controlar África. Por otra parte Paul Kagame desea
apropiarse del este del Congo. Si esto ocurriera, se tendrá al mando de una
región inmensamente rica (oro, diamantes, coltán, casiterita, petróleo, gas
natural...) a una persona que
puede seguir produciendo
mucha muerte y sufrimiento. Al no tener este tipo de personas condenas y represalias
internacionales (como sucede hasta ahora) sus ambiciones (mientras sigan teniendo
básicamente apoyo desde EEUU) posiblemente no quedarían ahí. Es, desde luego,
la situación actual un momento crítico para el futuro de África.
Las organizaciones que trabajamos en este campo vemos cómo el bloqueo informativo hace continuamente frustrar nuestros intentos de destapar el tema. Como es un tema desconocido no hay demanda social de información, y como no hay demanda social los medios de información no informan.
En Mali, contra-cumbre al G-8
En la semana del 4 al 9 de
julio 2005 han habido varias reuniones internacionales importantes. La más difundida
en los medios de comunicación masivos ha sido la cumbre de los jefes de los
estados más enriquecidos del planeta: Alemania, Canadá, EEUU, Francia, Italia,
Japón, Gran Bretaña y Rusia, el llamado G8.
La identidad del Foro de
los Pueblos reside en que son los agricultores africanos los principales participantes
y actores en los debates, tanto sobre las modalidades de resistencia, como en
la formulación de alternativas a la globalización imperialista, la nueva colonización
destructiva. Este Foro está comprometido con las realidades y preocupaciones
cotidianas, como son las continuas privatizaciones: de las algodoneras africanas
del agua, de la educación y la salud. También el no respeto de las normas medioambientales
del Banco Mundial y las multinacionales.
Las organizaciones campesinas
expusieron claramente sus puntos de vista sobre las consecuencias de las decisiones
económicas y políticas del G8 para el medio rural africano. Debatieron los verdaderos
factores del empobrecimiento que padecen, (problemas de propiedad de las tierras,
la deuda, corrupción, intereses desorbitados de los microcréditos, drásticas
caídas de los precios de las materias primas, subvenciones en otros países,
competencia desleal...) Reivindican su derecho al desarrollo, a la soberanía
alimentaria para sus países y a políticas de comercio justo.
Aminata Touré, presidenta
de CAD-Mali, se dirigió a los países ricos del mundo, responsables en gran parte,
a su juicio, «de los males que consumen a los países del Sur». Denunció la fuga
de capitales y la competencia para los productos africanos y deploró que el
G8 se atribuya el rol y la misión de directorio del mundo sin ninguna legitimidad.
Con su lucidez y firmeza habitual decía: “Permaneceremos alerta, ya que estamos
acostumbrados a los anuncios del G8 que finalmente no son jamás aplicados. Debemos
movilizarnos para que esto no sea una promesa más”.
“Los jefes de estado de los países más ricos del mundo pretenden en sus
discursos actuar por el desarrollo de África. Pero en realidad, a causa de sus
políticas de libre intercambio, lo que harán será negociar la competitividad
de nuestras economías respecto a los mercados del Norte”.
Fana podría convertirse en
la capital moral de un mundo con un desarrollo sostenible que tanto deseamos;
podría ser la plaza de la paz donde las personas se encuentran también para
empezar, sin especular, a intercambiar el fruto de su trabajo a un precio justo,
donde ni se produce, compra o vende ningún objeto superfluo, empezando por desactivar
la terrible bomba que es la guerra.
Afrique libération, MISNA
La verdad de la condonación de la deuda
Una condonación de la deuda
del continente africano sin una apertura franca de los mercados europeos y de
los Estados Unidos a los productos agrícolas de África, lo único que haría es
paliar los efectos que en la actualidad sufren los diferentes pueblos. Se requiere
que los países ricos eliminen los subsidios a sus productos agrícolas a fin
de que África pueda vender sin restricciones lo que produce.
Una condonación de la deuda
sin ayuda financiera y técnica sostenida, equivalente a los 25,000 millones
de dólares anuales, no le permitiría a los pueblos Africanos erradicar la pobreza
en la que está inmersa. Dicha ayuda debe provenir de los países ricos y responder
a un plan elaborado desde África.
Luchar y combatir la pobreza en África y en el resto de los países pobres del mundo requiere un nuevo patrón de consumo centrado en la satisfacción de las necesidades básicas y no como hasta ahora ha sido, centrado en la utilidad y ganancia de las grandes empresas mundiales. Sin un cambio en el comportamiento de consumo, no habrá suficientes recursos para lograr un desarrollo más equitativo en nuestro planeta.
Los conciertos del Live 8
Enriquecimiento del Norte con el dolor de Africa
Live 8,
«el mayor concierto» en vivo de la historia, se ha presentado a la opinión pública
como «campaña de sensibilización» en solidaridad con África. Se celebró en los
ocho países más industrializados (y en Sudáfrica). Su objetivo -decían- era
presionar a los líderes del Grupo de los Ocho (G-8) para que aumenten la ayuda
externa y cancelen la deuda de los países más pobres. Su promotor Bob Geldof
dice que el Live 8 es una «oportunidad única» para salvar al continente
africano de un desastre humano. Pero la verdad es muy otra, como lo muestra
Michel Chossudovsky, profesor de economía de la Universidad de Ottawa y director
del Center for Research on Globalization.
Gran negocio, gran farsa.
Live 8 es una iniciativa multimillonaria, que producirá beneficios enormes
a sus patrocinadores, incluyendo Time Warner, el gigante conglomerado mediático
, con su base en los Estados Unidos, la Ford Motor Company, a través de su filial
sueca Volvo, y Nokia, la empresa de teléfonos celulares, además del grupo británico
EMI Music. Time Warner controla los derechos de transmisión de radio y televisión
en EE.UU., y autorizó a la compañía Walt Disney la difusión televisiva en ABC
y en miles de estaciones de televisión y radio. También tiene los derechos en
exclusiva en Internet. El tiempo en TV ha sido vendido a los mejores postores
y se esperan millones de dólares de ingresos por publicidad, video-clips, transmisión
en Internet y los DVDs. Live 8 será «la transmisión global más grande
de la historia». Bob Geldof dice: «tengo la esperanza de que será el DVD más
vendido de la historia». El evento «apela a las emociones de la gente».
Distorsión de las causas
de la pobreza. Estos conciertos están
totalmente vacíos de contenido político. Sus mensajes son simples y engañosos.
Utilizan la pobreza como truco de propaganda para los consumidores. Crean un
aura de optimismo. Transmiten la impresión de que la pobreza se puede vencer
de un plumazo. Sólo se necesita buena voluntad. El mensaje es que los líderes
del G-8, junto con el Banco Mundial y el FMI, se han comprometido a aliviar
la pobreza. En este sentido, son parte de un proceso más amplio de desinformación
mediática. Debido a la coyuntura, están al servicio de Tony Blair y sus relaciones
públicas. Aparece en campaña para convencer a las otras naciones del G-8 «a
que actúen frente a la pobreza».
La propuesta de condonación de la deuda del G-8. Live 8 no cuestiona la agenda política del G-8, que contribuye
directamente a generar pobreza. Ni cuestiona el papel del Banco Mundial, cuyo
director es Paul Wolfowitz, arquitecto de la invasión de Irak. Habla de condonar
la deuda, pero no menciona el impacto negativo del Banco Mundial y del FMI en
los países más pobres en beneficio de los acreedores occidentales.
El hecho es que el Fondo
y el Banco, ambos han contribuido al empobrecimiento de millones de personas.
Obligan a países pobres a cerrar escuelas y hospitales, privatizar sus servicios
públicos y vender los sectores más rentables de su economía nacional al capital
extranjero. A cambio, el G-8 promete aumentar la ayuda externa y proporcionar
un alivio simbólico de la deuda. Estas reformas matan y el G-8 no es la solución,
sino la causa. El actor Will Smith se dirigió a la multitud en los escenarios
del concierto, invitándoles a «chasquear los dedos», como recordatorio de que,
cada tres segundos, un niño muere en África. Pero no mencionó que la causa principal
de la mortalidad infantil en África son las fatídicas reformas macroeconómicas.
Bob Geldof -totalmente fuera de contexto- ve en el aumento de la ayuda externa
una «oportunidad única» para erradicar la pobreza, cuando, de hecho, el incremento
propuesto en los flujos de ayuda del G-8 producirá lo contrario.
El problema tras la «propuesta
aparentemente razonable de condonar la deuda».
Los Ministros de Finanzas del G-8 han hecho una propuesta para condonar la deuda
que los 18 países grandemente endeudados, 40 mil millones de dólares, tienen
con tres instituciones financieras internacionales: Banco Mundial, FMI y Banco
Africano de Desarrollo. Estos bancos nunca cancelan ni condonan las deudas pendientes.
Y por ello G-8 se ha comprometido a rembolsarles lo que les deben los países
más pobres del mundo. La pregunta es de dónde conseguirán el dinero. Para cada
dólar de la «anulación de deuda», el G-8 reducirá la ayuda a estos países. Es
decir, la ayuda externa para financiar programas sociales ahora irá directamente
a las cajas del FMI y del Banco Mundial. No es nuevo. Ha ocurrido muchas veces
desde el inicio de la crisis de la deuda.
De lo que se trata no es,
pues, tanto de un programa de condonación de la deuda, sino de un proceso de
«reembolso» a los acreedores lo cual les es muy nececesario. Asegura un flujo
de liquidez hacia estas instituciones, mientras mantiene a los países más pobres
del mundo bajo el firme dominio del FMI y del Banco Mundial. También evita que
estos países declaren una moratoria a su deuda externa.
El Presidente Bush lo ha
dicho muy claramente. El dinero pagado al Banco Mundial en nombre de estos países,
«provendrá de presupuestos de ayuda existentes». El programa de «condonación
de la deuda», aun si es acompañado de un aumento de la ayuda exterior, hará
disminuir significativamente la ayuda real externa. Los aumentos de ayuda que
se anuncian son ilusorios, puesto que el dinero se destina a los acreedores.
Y sólo serán otorgados a los países endeudados, si prometen cumplir con las
reformas de «libre comercio», bajo la supervisión del Banco Mundial y el FMI.
Una condición adicional: la administración Bush exige que estos países «se democraticen»,
según el modelo estadounidense, bajo la supervisión occidental, y que realicen
«elecciones libres», siguiendo el ejemplo de Irak y Afganistán.
Conclusiones.
1. Los conciertos Live
8 son útiles para distraer la atención pública de la guerra conducida en
Irak por EE.UU. y el Reino Unido, y de la conexión entre guerra y pobreza global.
En ellos no se dijo ni una palabra sobre George W. Bush y Tony Blair, considerados
«criminales de guerra», según el derecho internacional.
2. Live 8 tiende a
debilitar las protestas contra la agenda política del G-8. A excepción de Sudáfrica,
donde se hizo presente Nelson Mandela, los conciertos no ayudan a comprender
mejor la tragedia la tragedia ni a un
mayor compromiso.
3. Live 8 socava el
movimiento anti-globalización y anti-guerra. Desvía la opinión pública y distrae
la atención mediática del movimiento de protesta contra el G-8.
4. Live 8, en definitiva,
propicia la ignorancia de millones de personas que escuchan la música y tienen
la sensación de estar haciendo algo positivo y constructivo. En realidad, no
ofrece nada importante para entender las causas de la pobreza.
Una palabra final.
A los patrocinadores corporativos del Live 8: «Sean consecuentes
con lo que dicen». Si ustedes realmente están comprometidos con el alivio de
la pobreza, donen todos los ingresos de esta operación mediática multimillonaria
y las royalties acumuladas por celebridades y artistas, a la gente de África.
Dejen que utilicen este dinero como crean conveniente, sin interferencia de
donantes ni de acreedores.
A los africanos y africanas.
No se dejen engañar por una gigantesca operación mediática, donde la pobreza
se utiliza como emblema, para atraer a consumidores y ganar dinero. Declaren
la moratoria de su deuda al FMI y al Banco Mundial.
Oficina de asuntos humanitarios
de Naciones Unidas: “150.000 niños pueden morir en las próximas semanas en Nigeria
y lugares aledaños sino se actúa rápidamente”.
¿Horchata o Coca Cola?
¿Hacia dónde va la identidad
nacional?
Las recientes
fiestas agostinas y el Día de Independencia del 15 de septiembre invitan a reflexionar
sobre la identidad salvadoreña y la erosión de la soberanía nacional.
El 28 de julio el Congreso estadounidense aprobó el polémico CAFTA
(TLC) que entrará en vigor en enero próximo. Si bien pueda traer ventajas, queda
mucho sin conocer de sus detalles, ya que se negoció a espaldas del pueblo,
a pesar del impacto enorme que significa para la región. El año pasado una comisión
de obispos centroamericanos y estadounidenses advirtió sobre eso, igual que
la falta de protección de derechos laborales y del medio ambiente y más desventajas.
Por ejemplo y en concreto, en adelante nuestros campesinos tendrán que competir
con el maíz de Kansas, con el agravante de que el gobierno estadounidense subsidia
a su sector agrícola con $19 mil millones anualmente. ¡Vaya libre comercio!
Para presionar a congresistas a votar por el TLC, el presidente
Saca realizó una visita sorpresiva a Washington. El mensaje era claro: ¿Cómo
negarse el beneficio del “libre” comercio a El Salvador cuyo gobierno es baluarte
contra los amigos (el FMLN) de Hugo Chávez y aliado consecuente en la guerra
contra el terrorismo?
El mismo día de la aprobación del TLC, nuestra Asamblea Nacional
aprobó un quinto envío de tropas a Irak. Se tomó esta medida justamente antes
de salir a vacaciones, dejando poca oportunidad para protestas de parte de una
población que se opone a ser el único país de América Latina con tropas en Irak
-- y más ahora, ya que los ataques de Londres del 7 de julio han manifestado
cómo los aliados de EE.UU. son blancos del terrorismo internacional. Esta vez
la Asamblea autorizó la presencia militar en Irak para un año entero, y no por
seis meses. Así se evitará un debate inconveniente sobre el tema durante la
próxima campaña electoral.
En la visita de Saca a Washington, Bush le premió con la esperanza
de que El Salvador se beneficie del “Fondo del Milenio”.
En Honduras y Nicaragua los desembolsos de este
fondo se han destinado a la construcción de carreteras. Aquí también,
sus beneficiarios inmediatos serán los contenedores del comercio internacional,
si se realiza el plan de usar el donativo para construir la carretera longitudinal
del norte – la trama salvadoreña del “canal seco” que unirá el Puerto Barrios
en Guatemala con el puerto de Cutuco.
El gobierno dice que recibiremos
estos fondos a pesar de no ser un país pobre, lo cual sorprenderá a mucha gente.
En todo caso, seríamos mucho más pobre si no fuera por el más de 700 conciudadanos
que cada día emprenden la marcha hacia el Norte. Esta emigración masiva trae
sufrimiento, desgarramiento familiar y aún muerte en camino. La libre circulación
es para mercancías y no para personas, no todos llegan a su destino. Se deportan
a El Salvador casi 150 migrantes cada día, principalmente de México.
La población salvadoreña en EE.UU. aumenta hacia 3 millones. Al
absorber esta ola imparable, EE.UU. paga por el éxito de su estrategia en la
guerra de los 80, cuando, con sus aliados salvadoreños, logró evitar que se
cambiara la estructura social del país. Esa estructura de privilegios y exclusión
ahora obliga a los pobres a huir. Pero así se evita el colapso de la economía
nacional. Lavando platos en Long Island, reparando techos en Washington, cortando
grama en San Diego, los pobladores del “Departamento 15” mandan al país un promedio
de $1,000 por persona. Son las remasas más generosas de todas las nacionalidades
del mundo. Constituyen un 16% del PIB
y cubren el abismo enorme de nuestro déficit comercial.
La dependencia económica y la política van de la mano. El temor
a perder las remesas se torna factor decisivo de las elecciones presidenciales.
Para que no deporten a 270,000 “hermanos lejanos” indocumentados, hay que enviar
tropas a Irak y votar por un partido amigo de EE.UU.
El 5 de junio, Condoleezza Rice nos sorprendió con el anuncio de
que su gobierno va a instalar en el país una academia (ILEA por sus siglas en
inglés) para capacitar a las policías de América latina. Se trata de negociaciones
preliminares, dicen, ¡pero unos cursos comenzaron el 25 de julio!
Ciertamente, hay que profesionalizar a las policías.
Pero ¿quiénes las capacitarán? Hace dos años el gobierno de Costa Rica
rechazó la ILEA en parte por la negativa de EE.UU. a excluir a militares de
su profesorado. En ese tiempo EE.UU. se oponía a la nueva Corte Internacional
Penal y quiso obligar a Costa Rica a garantizar la inmunidad al personal estadounidense.
Los ticos abrazaron la corte, rechazaron la inmunidad y, con ella, la ILEA.
Aquí no hubo debate sobre la ILEA, y en mayo del 2004 la Asamblea se comprometió
a dar inmunidad a estadounidenses ante la Corte Internacional Penal, cuya jurisdicción
El Salvador tampoco desconoce.
Los temores no son frívolos. En los años 60 y 70, Estados Unidos
administraba la Oficina de Seguridad Pública (OPS) con el mismo propósito que
la ILEA latinoamericana. En 1974 el Congreso estadounidense tuvo que cerrar
la OPS por acusaciones que vinculaban el programa con abusos de derechos humanos
y hasta tortura.
La ILEA se unirá a la oficina del FBI (policía federal) de EE.UU.
que acaba de abrirse en El Salvador, y al “centro de monitoreo” de narcotráfico
que se abrió en Comalapa en 2002. Los dos gobiernos de El salvador y Estados
Unidos no admiten que se llame a este una base y mucho menos militar —aunque
es administrado, eso sí, por las fuerzas armadas de EE.UU. No parece
haber límites de personal ni de tipo o cantidad de armas para esta no-base.
Su personal goza de inmunidad diplomática.
¿Llegamos a ser una colonia? Tal vez sea una exageración. Pero,
tener que pelear por una guerra de EE.UU. que pone en peligro al país; llenarse
de instalaciones militares y policíacas administradas por ellos; adoptar el
dólar y suprimir la moneda naciona— todo eso nos resta soberanía, sin entrar
en el tema del enorme impacto de la cultura norteamericana, sobre todo en la
juventud. Los y las menores de 20 años conforman la mitad de la población salvadoreña.
Son la primera generación formada universalmente ante la pantalla de la tele,
la primera generación mayoritariamente urbana, la primera que sabe que no tiene
que pensar o vivir como sus padres. La mayoría sabe más de Britney Spears que
de Mons. Romero y prefieren la Coca Cola a la horchata.
***
En 1978 la Asamblea
General de la ONU declaró a Puerto Rico una colonia de Estados Unidos y exigió
su independencia. Los puertorriqueños tenían que servir en las fuerzas armadas
estadounidenses sin poder votar en elecciones nacionales o tener representantes
con voto en el Congreso. En la isla se multiplicaban instalaciones militares.
Más de 3 millones de puertorriqueños vivían en la isla, y algo menos de 2 millones
en EE.UU. continental. Actualmente, casi 4 millones viven en el continente y
sólo 3.6 millones en Puerto Rico. ¿Sería posible una mayoría de salvadoreños
en EE.UU.? Si este ritmo de migración continúa, nada podrá evitarlo.
Como ciudadanos de Estados Unidos, los puertorriqueños pueden viajar
libremente entre la isla y el continente. No así los salvadoreños. No sólo eso.
Si no se tiene una cuenta bancaria sustancial, o al menos un trabajo formal
bien remunerado, olvídate de visitar a tus parientes en el norte. Pagar tus
$115.00 te dará, con suerte, una entrevista de dos minutos en la embajada. Pero
ahí no van a leer tus cartas de apoyo —del párroco, o de la institución que
te invitó— por mucho que justifiquen tu viaje. Hace poco se le negó una visa
a una religiosa, de nacionalidad hindú, de la congregación de la madre Teresa
de Calcutta. Pues, no tenía cuenta bancaria.
Juan Pablo II catalogaba la actual forma de globalización como muy
injusta. La interdependencia puede ser buena, no así la dependencia desigual
y el sometimiento. ¿Estamos llegando a ser una colonia de Estados Unidos? Es
una buena pregunta para el mes cívico.
Dean Brackley
Esperanza contra toda Esperanza
En el barrio San Antonio
de la ciudad de Guatemala se tiene una experiencia alternativa para enfrentar
al problema de las maras. Los padres que están a cargo de la parroquia que tiene
el mismo nombre del barrio, vieron que poco a poco ese sector populoso fue teniendo
el problema de la inseguridad. También se fueron concentrando en una parte de
la barriada, un barranco, un grupo de personas sin trabajo, con problemas de
drogas y sin ningún tipo de ayuda. El Puente de Belice era el lugar donde estaban
todas estas personas, especialmente los jóvenes.
El Padre Manolo Maquieira
comenzó a visitarlos, a estar con ellos, celebrarles misa y llorar juntos el
calvario de desventuras que seguían acumulándose día tras día. Después comenzó
a buscar salida a ese cúmulo de dolor, sobretodo, cuando se dio cuenta que las
maras estaban presentes. Las maras les hacían pertenecer a algo aunque la violencia
era el modo de operar. La mara les daba pertenencia pero les quitaba las últimas
migas de identidad que tenían. El padre comenzó a trabajar en un proyecto que
enfrentará dos grandes problemas.
El primero cómo hacerles
reconquistar la autoestima y el sentido de
pertenencia. Para así hacerles sentir y construir su identidad de personas.
El segundo, abrirles un futuro, pues, para esas personas jóvenes creen que van
a fracasar sistemáticamente. Al rechazo se aúna la sensación de quedar siempre
en el fango del sufrimiento. La violencia termina por cerrar todas las puertas
de salida. Es casi una condena en vida. Una vez entrado a una mara no es fácil
para un joven poder salir de ella con vida.
Para darles raíces, es decir,
romper la lógica de los problemas anotados se les ofreció educación pero acompañado
de trabajo. Para ellos no basta tener una mirada y un acicate para el futuro
sino también sobrevivir y ayudar a la familia. El proyecto consiste en que los
alumnos estudian por la mañana o la tarde y la otra mitad del tiempo van a una
empresa, en este caso, a la maquila más grande de Centro América. Esta empresa
aceptó colaborar habilitando un taller para que fabriquen prendas de vestir
y así puedan generar un ingreso para sus familias al mismo tiempo que estudian.
Poco a poco el número de jóvenes fue creciendo. Hoy son 145 alumnos que tiene
el colegio no solo del Puente sino de asentamientos cercanos.
Este proyecto funciona con
el aporte de una ONG formada por hombres y mujeres que hace casi cuarenta años
fueron alumnos(as) del Padre Maquieira
junto con fondos de una autonomía en España. Es seguir creando una solidaridad
internacional que construya futuro para jóvenes que parecen carecer de todo
mañana. Este año los primeros cuatro graduandos irán a la universidad y el año
próximo serán veinte universitarios egresados provenientes del Puente. Llegar
a la universidad es poder sentir y palpar que es posible llegar más allá de
la vida de el barranco y en las maras.
Este proyecto no tenía las
hostilidades temidas ante las maras del lugar porque muchos de ellos y ellas
son hermanos, hermanas, novios, novias, primos, amigos, amigas de mareros. Es
decir, no se les considera como enemigos. Sin embargo, en días pasados, al mediodía,
a la hora de salida del colegio un grupo de pandilleros de la Mara 18, especialmente
una facción conocida como UVA, mató a uno de los alumnos, hirió a otro que quedó
moribundo y a una señora que iba pasando en ese momento. Una de las alumnas
fue puesta en la mira pero no la mataron porque se quedaron sin balas.
Era una mara rival que quería
castigar a la Mara Salvatrucha que tiene su dominio en el puente. Como no tiene
el valor de ir a buscar directamente a sus rivales se desquitan con los familiares
o incluso con los vecinos. El joven
asesinado tenía catorce años y el herido grave diez y nueve. Los familiares
del joven asesinado tuvieron que exhumar al abuelo para poder enterrar al menor.
El resto de los jóvenes de la escuela proyectaron una película para recoger
fondos y, al mismo tiempo, tratar de atravesar el trauma recibido.
También ayudó una empresa
del área. Con el dinero recolectado se ayudó a los familiares del fallecido,
al herido y a la familia de uno de los jóvenes que estaba organizando la colecta
que fue asesinado en otro incidente no relacionado. Los alumnos siguen llegando
pero el padre está buscando otro local lejos del conflicto entre las dos maras
y sus pugnas. El miedo no impide la asistencia pero la escuela se ha convertido
en lugar de ataque para “humillar al enemigo”. Lo mismo que se hace con las
violaciones de jóvenes.
Son jóvenes que han pasado
por situaciones duras, por eso, el acompañamiento sicológico. Este apoyo nace
del deseo de hacer entrar en un proceso para sanar heridas, por eso es una de
las metas fundamentales del colegio. Pues, es un segmento de la población donde
el 50% de los jóvenes, sean hombres o mujeres, han sido violados antes de los
quince años. Además presentan historias de violencia y desintegración familiar
que parece minar toda esperanza.
Comentaban que la violencia
sexual, en los últimos años se ha convertido en un arma más entre pandillas.
Para una mujer incluso preadolescente que es amiga o pariente de un pandillero
ya queda “marcada” por la mara rival como oportunidad para “humillar al enemigo”.
Por otro lado, la violación mata también la dignidad tanto de la persona violada
como de aquellas que se dan cuenta y no hacen nada.
Hoy la búsqueda, es conseguir
otro lugar porque, en el fondo, esta experiencia ha generado un movimiento social
novedoso aunque sean las mismas maras rivales las que quieren terminar con el
proyecto. Es romper un círculo vicioso, propiamente un infierno. Las sociedades
generan una pobreza que hace brotar este grupo de personas, y entre esos pobres
hay personas que no aceptan ninguna forma de salida, solo la muerte, el fracaso
absoluto de todo signo de vida. Sin embargo, hay en lo profundo de esos jóvenes
un clamor que ha sido escuchado y una puerta de esperanza que rasga desde abajo
cualquier impedimento. Es tener dignidad y una soberanía profunda en el corazón
que va más allá del sufrimiento e incluso la violencia. Para los jóvenes es
aprender a construir ellos mismos su futuro, acogiendo ese acompañamiento que
les ha mostrado que no han dejado de ser queridos, respetados y aceptados. El
proyecto sigue siendo una luz en medio de tanta oscuridad y una fuerza de paz
entre tanto rompimiento de la vida.
Con el padre Bernal se fue un
trotamundos
Un auténtico misionero trotamundos
era el padre Mario Bernal Londoño, quien encontró la muerte en un accidente
de tránsito en Aguacatala, Colombia.
Trabajó en varias parroquias
de nuestro país, localizadas en sectores populares de Santa Tecla y Apopa, donde
cumplió una tarea importante con grupos comunitarios y de animación juvenil,
que le valió fuerte amistad con monseñor Romero.
“Carta a las iglesias”
Trabajé en “Carta a las iglesias” entre 15 ó 17 años, no
recuerdo bien. Al comienzo le ayudaba a Begoñe Sopelana a pasar algunos artículos
cuando ella estaba un poco atrasada. Tengo entendido
que esta publicación comenzó para hacer llegar a las comunidades del
interior y del exterior un poco de la realidad de nuestro país, pues después
del asesinato de nuestro pastor Monseñor Romero, toda comunicación quedó en
el limbo, y las comunidades, sobre todo el exterior, lo solicitaban.
El equipo de “Carta a las
iglesias” eran dos personas: el director, P. Jon Sobrino y la que le ayudaba
en la digitación. Al inicio, la que digitaba y redactaba algunos artículos era
María López Vigil que fue muy entusiasta para la iniciación de la revista. Ella
tuvo que salir del país por motivos
ajenos a su voluntad y la sustituyó Begoñe, ella escribía relatos muy buenos
de las comunidades con quienes ella trabajaba, su sufrimiento, su lucha, y su
esperanza. Después se fue a trabajar al interior del país y me toco a mí el
honor de continuar su trabajo. Siempre continuó enviándonos su contribución.
Este trabajo en “Carta a
las iglesias” fue un gran reto para mi, pues no tenía ninguna experiencia en
ese sentido, más que escribir a máquina. Al inicio todo el trabajo se hacia
en máquina de escribir, ya se imaginan el trabajo que eso significaba para tratar
que saliera sin errores. Para hacerla menos monótona, se cambiaba el tipo de
letra alternándolo, así la recibí.
En varias ocasiones insistí
con el director para hacer el trabajo en computadora, pues eso facilitaría las
correcciones y se podría diagramar de una mejor forma. Me costó mi poco, pues
es muy conservador, pero tanto insistí, que al fin me dio luz verde. Allí en
la misma universidad tomé un curso de diagramación y me lancé para hacer más
accesible su lectura. A veces me costaba hacer el trabajo porque el material
se me entregaba muy tarde y quizás solo tenía un día para montarlo, pero era
algo que me gustaba hacer. Más adelante logré que me permitieran poner fotografías.
El alma de “Carta a las iglesias”
ha sido el P. Jon Sobrino, él es el director,
el redactor, y a saber cuántas cosas más. En broma yo le decía que era la niña
de sus ojos.
Me gustaba mucho leer los
testimonios de las comunidades, yo francamente me quedaba sorprendida y con
un poco de envidia, de la buena, al ver como esta gente sencilla entendía tan
bien el mensaje de Jesús en medio de sus tribulaciones, dolores, torturas, pero,
sobre todo, por la forma en como se expresaban. Yo nunca he podido hacerlo.
Bien nos decía Jesús que eran los humildes los que entenderían esas cosas. Me
gustaba mucho también la solidaridad con los otros pueblos, tanto centroamericanos,
americanos, como europeos, africanos y asiáticos. Estar pendientes y dar a conocer
los sufrimientos de estos pueblos, así como recordar a sus mártires.
Hay algo que fue para mi
el mayor reto en todo el tiempo que trabajé para “Carta a las iglesias” y fue
cuando asesinaron a los Padres jesuitas y a Julia Elba y Celina. Del Centro
Pastoral solo quedamos una secretaria y yo. El P. Sobrino estaba lejos, las
oficinas del Centro Pastoral quemadas con lanzallamas, el equipo destruido y
tuvimos también nosotros que salir de refugiadas. Nos acogieron en una oficina
de administración de la UCA, con nuestros “tantillos” de papeles, medio quemados.
Las nuevas autoridades no tomaban ninguna decisión acerca de “Carta a las iglesias”
pues todo lo del asesinato era confuso.
Yo le pedí al Rector que
me permitiera sacar un número monográfico sobre los mártires de la UCA, que
nuestra revista no podía quedarse callada ante tales acontecimientos, y salió
la revista con las biografías de nuestros mártires, los primeros informes del
asesinato, también el comunicado público de la Compañía de Jesús, el Informe
de Tutela Legal del Arzobispado y denuncias desde Arcatao de la represión de
tropas hondureñas en la zona. Eso fue para mí mi mayor contribución y orgullo.
Las comunidades acogían muy
bien “Carta a las iglesias”. Sus artículos les servían a veces para la reflexión
y meditación. Nos retroalimentábamos mutuamente.
Hoy tengo tres años de estar retirada, pero sigo siendo asidua lectora
de “Carta a las iglesias”, hoy la leo con más calma, más tranquilamente y creo
que la disfruto más. He gozado al ver que ya le ponen color, todo eso contribuye
a hacerla más atractiva a la gente. Creo que es necesario usar la tecnología
para propagar más la palabra de Dios. Vayan mis felicitaciones y mucho ánimo
para los que tienen ahora a su cargo la gran misión de continuarla.
María Eugenia de Trigueros
Realidad Nacional de la carta a las iglesias número 200
Nuestro número 200: un número simbólico
Con esta
edición extraordinaria sobre los acontecimientos ocurridos en El Salvador durante
el último bimestre de 1989, Carta a las Iglesias llega a su número 200.
Se trata
de un número simbólico por varios respectos. En primer lugar, por los numerosos
hechos de persecución que las iglesias comprometidas con los pobres de El Salvador
han sufrido en los últimos meses, y que en cierto sentido han reactualizado
el clima persecutorio que se vivía cuando, en julio de 1981, Carta a las Iglesias
salió a la luz pública con su primer número. La masacre de los padres jesuitas
en la UCA, asesinados junto a la cocinera del teologado y a su hija de 15 años,
es la muestra mayor de este nuevo ambiente persecutorio, pero no agota el catálogo
de horrores.
Al propio
tiempo, esta edición extraordinaria –la última de la década de los 80’s– corona
un largo proceso de acompañamiento al quehacer cristiano de las comunidades
de base en el país y de denuncia y testimonio frente a las iglesias del exterior
que de diversas maneras se han solidarizado con los cristianos de El Salvador.
A lo largo de estos años, Carta a las Iglesias ha tratado de proporcionar,
siguiendo la línea pastoral de Monseñor Romero, orientación teológica y pastoral
para analizar e interpretar los acontecimientos eclesiales y su relación con
la vida del país. Por ello ofrece testimonios de fe vividos, sobre todo de los
cristianos más pobres de El Salvador, que son la inmensa mayoría de cristianos
en el país, así como información sobre la solidaridad de otras comunidades e
iglesias hacia El Salvador; y presta especial atención a la situación de los derechos humanos,
su violación y su defensa en el país.
Abraham es puesto a prueba.
Dios le pide inmolar su hijo, ofrecerlo en holocausto. En el último instante,
le detiene la mano. Un cordero remplaza a Isaac. Tenemos una historia incluso
dura, donde Dios pasa por ella. Por eso abre un horizonte a la historia humana.
Aprender a decir esa historia
del pasado ayuda a iluminarse a uno mismo. En Israel se prohibió el sacrificio
del primogénito. Es decir, existía y Dios no permite cerrar los ojos ante esa
realidad. Tenemos el caso de Jefté que ofrece en sacrificio a la primera persona
de su casa que salga a su encuentro tras la victoria obtenida. Su hija única
cae en suerte. El texto solo nos cuenta y no nos dice su opinión.
Hay una sonda que se hunde
en las profundidades de la historia humana a través de los siglos para aceptar
y tomar en cuenta este silencio. Jefté no es nuestro modelo pero en cada ser
humano están los estratos de esa historia humana.
La Biblia nos dice que el
primogénito, tanto de los seres humanos como de los animales, le pertenece a
Dios ¿Por qué derramar la sangre? ¿Es como un impuesto para tener el derecho
a dar la vida y poderla dar por segunda vez? No soy yo quien da la vida. Este
hijo no es mi prolongación. Significar a través de la sangre que el engendramiento
no es una continuidad. Significarlo también bajo una especie de terror que viene
de la ignorancia en la que estamos de no saber lo que es la vida. Es sangre
que el rito de la circuncisión aún seguirá pidiendo.
Con Abraham estamos ante
un hijo único, “el que tú amas”. Este hombre renuncia a un hijo y a una promesa.
Veinte y cinco años han pasado de haber escuchado que se convertiría en una
gran nación. Vino la hospitalidad (filoxenia:
amor al extranjero), la primera Anunciación. El hijo del milagro le era pedido.
La carta a los Hebreos dice que por la fe, Abraham ofreció a Isaac. Pero la
fe es la noche. La montaña donde todo ocurre se llama “Dios verá”. Dios ve pero
Abraham no ve.
El padre recupera a su hijo. Pero se ha convertido en otro padre. En cuanto al hijo, el episodio se llama no tanto “sacrificio” sino, “atadura” de Isaac. Si Abraham no ha creído que Dios quería la muerte, Isaac no ha creído que su padre quisiera matarlo. Sin embargo, no todo está dicho con esto. El desenlace de esta atadura libera en el lector ese sentimiento de una deuda de sangre, esclavitud antigua y cotidiana. La audacia del relato es atribuirle a Dios mismo la antigua imposición como si Dios dijera: eres tú quien me ha hecho esta imagen cruel, he venido a habitarla porque no podía liberarte de otra manera.