AÑO XXV, No. 544

 

Los jóvenes:

esperanza del cristianismo

 

INDICE

LA APROBACIÓN DEL CAFTA POR EL CONGRESO DE EEUU

LA FIESTA DEL DIVINO SALVADOR

EL PENSAMIENTO DE RATZINGER

¿POR QUÉ LA GUERRA EN EL CONGO?

EN MALI, CONTRA-CUMBRE AL G-8

LA VERDAD DE LA CONDONACION DE LA DEUDA

LOS CONCIERTOS DEL LIVE 8

HORCHATA O COCA COLA

LAS MARAS. ESPERANZA CONTRA TODA ESPERANZA

SECRETITOS DE CARTA A LAS IGLESIAS

ABRAHAM: ATADURA Y DESENLACE

 

 

 

 

La aprobación del CAFTA

por el Congreso de EEUU

 

Implicaciones inciertas del CAFTA

 

Las finalizadas vacaciones de agosto se iniciaron con un hecho importante: la aprobación, por parte del Congreso norteamericano, de un Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Centroamérica (CAFTA, por sus siglas en inglés).  En lo que se refiere a El Salvador, en las semanas previas a la aprobación del mencionado tratado, los grandes medios de comunicación hicieron eco de la propaganda gubernamental en torno a los enormes beneficios que irremediablemente arrojaría al país la suscripción de un TLC con Estados Unidos.

 

Tal iniciativa fue vendida como lo mejor que podía sucederle a El Salvador no sólo en materia económica, sino social, pues los beneficios que se obtendrían transformarían la vida misma de los salvadoreños. Tanto era el compromiso de las principales figuras del gobierno salvadoreño —el presidente Saca a la cabeza— con la aprobación del CAFTA por el Congreso estadounidense, que no se escatimaron esfuerzos en cabildear directamente en las altas esferas de poder de Estados Unidos en el afán de ver cumplido su sueño. Oponerse a ese sueño fue considerado una traición al país.

Desde la oposición política, concretamente desde el FMLN, fue poco lo que se hizo y poco lo que se denunció a propósito de la inminente aprobación del CAFTA; los conflictos internos merecieron más atención que la aprobación de un tratado de libre comercio que vincula al país con la nación más poderosa del planeta. La sociedad, como en otras oportunidades en las que se han tomado decisiones que afectarán la vida de la mayoría de sus miembros, no tuvo ni voz ni voto en lo que el cuarto gobierno de ARENA fraguó a sus espaldas. Pero hubo actores sociales que sí fueron tomados en cuenta: los grandes empresarios vinculados al sector terciarizado de la economía. A ellos de ninguna manera se pretende perjudicar con la suscripción al CAFTA.

 

Un día después de la aprobación del CAFTA, el tono de sus apologistas ya no fue tan exaltado y triunfalista. El ejemplo más elocuente de este giro hacia la prudencia lo dio el presidente Saca. «El CAFTA —sostuvo— no es un cheque en blanco ni significa que hemos solucionado todos nuestros procedimientos». Entonces ¿en qué quedamos? ¿No había dicho antes que el CAFTA era la solución para todos los problemas del país? ¿No había dicho que El Salvador estaba listo para obtener los mejores beneficios del mismo? ¿No había dicho que con su aprobación por el Congreso estadounidense todo marcharía viento en popa para los salvadoreños?

Sin duda, la prudencia del presidente Saca llega tarde, porque de aquí en adelante mucho de lo que le suceda a la economía nacional escapará del control del gobierno y de los grupos empresariales más influyentes. La prudencia debió ser la regla de oro tanto en las fases de negociación del tratado como en las etapas finales de su aprobación. También la prudencia debió acompañar las declaraciones de los funcionarios de gobierno cuando se referían al CAFTA y sus implicaciones.

El CAFTA ha sido aprobado por el Congreso estadounidense. Ese era el eslabón que faltaba por completar para que el libre comercio vinculara indefectiblemente a Centroamérica con Estados Unidos. Los análisis más reflexivos y críticos no vaticinan nada bueno para la mayoría de la población centroamericana, aunque sí dejan entrever que, en procesos de esta naturaleza, siempre hay ganadores: los grupos empresariales que tienen sus nichos en el comercio y las inversiones. No faltan tampoco los enfoques optimistas, elaborados no pocas veces por estudiosos adscritos a fundaciones empresariales. Pero lo que estos estudios ofrecen cae, al igual que en los análisis críticos, en el terreno de lo que puede suceder si tales o cuales variables se comportaran de tal forma.

Izquierda latinoamericana en pers-pectiva

 

      Desde sus inicios en la lucha por el cambio, al principio del siglo pasado, la izquierda latinoamericana ha conocido más derrotas que victorias. Lucha tras lucha, sucesivamente, las distintas oligarquías locales, con el beneplácito de los ejércitos regulares y en alianza la mayoría de las veces con los Estados Unidos, se las han arreglado para truncar los sueños más preciados de estos viejos idealistas. El financiamiento ilegal de la guerrilla antisandinista por parte de los Estados Unidos, el golpe de estado en contra del presidente chileno Salvador Allende en 1973, o el naufragio ensangrentado de la revolución guatemalteca en 1954, son algunos ejemplos que recuerdan este hecho.

      La preocupación principal de los izquierdistas latinoamericanos ha sido siempre la de cambiar el orden económico y social. En un texto precursor de estos luchadores sociales y políticos, decía José Martí, en 1891, que había que hacer causa común con los oprimidos «para afianzar el sistema opuesto a los intereses y hábitos de mando de los opresores». De modo que los opresores, locales y/o extranjeros, han sido (y algunos afirmarán que siguen siendo) las fuerzas contra las que pelean quienes han anhelado un cambio en el panorama social, económico y político latinoamericano.

      Finalmente, habrá, sin duda, interpretaciones divergentes sobre las razones que explican el reiterado fracaso político de la izquierda. Pero no cabe duda que la represión sistemática, el asesinato o desaparición de los simpatizantes del cambio han creado un clima de terror que ha paralizado a muchos ciudadanos latinoamericanos.

      Sin embargo, luego de las transiciones a la democracia en la región, se esperaba que la izquierda tuviera un mejor destino. Gracias a la apertura política observada, el fin de la represión sistemática y el alejamiento de los militares de la vida política, se esperaba que el discurso de cambio de la izquierda cobrara un nuevo impulso. Además, todo se da en un ambiente de pobreza y de crisis económica, en donde no ha cesado de ampliarse la brecha entre los más pobres y los más ricos.   

Como ya se ha dicho, en general la izquierda latinoamericana ha obtenido unos resultados electorales bastante alejados de sus sueños. En pocos países ha logrado hacerse con el poder político. Y, cuando lo ha hecho, se ha limitado a administrar las economías de sus países exclusivamente dentro de los límites permitidos por las instituciones internacionales. Esta realidad hace surgir dos preguntas básicas: ¿cuáles son las circunstancias que favorecen la toma del poder por parte de la izquierda en esta coyuntura democrática? Y, en segundo lugar, ¿se puede seguir soñando con la transformación radical de las sociedades de la región?

      Este «ponerse a la altura de las circunstancias» hasta ahora parece suponer el abandono de los discursos radicales marxistas y una amplia alianza con diferentes sectores autónomos, no necesariamente provenientes de la tradición izquierdistas, pero críticos con los resultados de la aplicación de las políticas neoliberales. Ni siquiera el caso de Hugo Chávez, el más radical de los presidentes latinoamericanos que se reconocen en la tradición política de la izquierda, constituye una salvedad a esta constatación. Chávez llegó al poder gracias al apoyo de amplios sectores de la sociedad venezolana, que estaban dispuestos a operar algunos cambios en una sociedad ya marcada por la esclerosis. El mismo destino han tenido los izquierdistas de Brasil y de Uruguay.

Quizá el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) de El Salvador debería de aprender la lección si quiere llegar a la máxima responsabilidad política. Es decir, moderar un poco más su discurso y dar suficiente garantía a la sociedad que no volverá a las posturas marxistas de antaño. A la vista de las circunstancias, no podría soñar siquiera con dar la sorpresa una vez en el poder. La fuerza armada, la oligarquía financiera y los Estados Unidos impedirían cualquier «rumbo equivocado».

      Esta última afirmación lleva a la pregunta acerca de los límites inherentes a la acción política de los gobernantes provenientes de la izquierda. Frente al aumento creciente de la miseria y la exclusión social de los más pobres, las élites no han abandonado sus viejos reflejos autoritarios. Los ejércitos regulares latinoamericanos siguen siendo los garantes de la riqueza de las oligarquías. Además, los sectores más conservadores de la diplomacia estadounidense no tolerarán aventura política revolucionaria alguna que pretenda replantear los términos económicos de las relaciones de dependencia con las economías de la región.

CIDAI

 

La fiesta del Divino Salvador

La religiosidad del monte y la religiosidad del valle

 

      Han pasado las fiestas del Divino Salvador y es bueno hacer algunas reflexiones sobre la fe, la Iglesia y la religiosidad.

1. La tensión entre dos religiosidades: el monte y el valle. En la fiesta del Divino Salvador se lee el texto de la transfiguración de Jesús. Es un relato muy bien elaborado para mostrar la tensión por la que pasó Jesús, simbolizada en lo que le ocurre en lo alto de un monte y lo que le ocurre en el valle. Y es también la tensión por la que tiene que pasar la fe y la Iglesia. Y según cómo se viva la tensión, así será el aporte a nuestro mundo.

La tensión se puede romper “quedándose en lo alto”. Es lo más fácil, y poco se hace para remediarlo. Es el lugar de los milagros, donde los vestidos cambian de color, los cielos se abren y se escuchan voces, y donde también hay apariciones de santos. Esa religiosidad tiene gran atractivo, como lo confiesa Pedro: “Señor quedémonos aquí”, pero tiene su peligrosidad, como lo insinúa el evangelio: “Pedro no sabía lo que decía”.

  Pero se puede romper -lo más difícil- bajando al valle, al mundo real.  Allí Jesús les dice la verdad, cosas muy buenas que suelen gustar a todos, como que la muerte no acabará con él, sino que resucitará. Pero les dice, sobre todo, la gran verdad de que hay que vivir y trabajar en el valle, en la historia, caminar hacia Jerusalén, donde será crucificado y mostrará el mayor amor. Es la vida de Jesús. La del cristiano es seguirle en el valle.  

2. La religiosidad del monte es siempre una tentación, también hoy. Dice Casaldáliga en Concillium, junio, 2005: “De la misma fe cristiana se está haciendo un recetario de milagros y prosperidades, refugio espiritualista ante el mal y el sufrimiento y un substitutivo de la corresponsabilidad, personal y comunitaria, en la transformación de la sociedad”. La religiosidad puede caer, pues, en irracionalidad, infantilismo y alienación. En el peor de los casos puede suceder lo que denunciaba Charles Péguy, el gran católico francés de principios del siglo XX: “como no son de este mundo creen que son del cielo”. Y para los quieren defenderse con palabras de Jesús, hay que recordar que esa religiosidad no nos hace “como niños”, de los cuales sí dice Jesús que es el reino de los cielos, sino “aniñados”, de quienes no dice nada bienaventurado.

La impresión es que seguimos viviendo “en lo alto del monte”. En la bajada se cantaba que “la virgen María vino volando en una nube desde Portugal”. Una emisora católica recordaba el milagro de un 5 de agosto del año 385: en pleno calor del verano nevó en Roma. Lo había predicho la Virgen en una aparición. En el lugar en que nevó fue edificado un templo un siglo después. También se repite -a veces se añade “según una piadosa tradición”- que en la catedral de Colonia, donde el papa se encontrará con un millón de jóvenes, están los restos de los reyes magos.

 3. La religiosidad del valle. Vivir en el valle es muy distinto. Ahí nos encontramos con cosas reales. Allí es donde estuvo Jesús y allí nos reveló a Dios. En una palabra, el amor de Jesús a los pobres en el valle, no el color de su vestido en el monte, es lo que hace presente a Dios. La gente siempre vive en el valle. Estos días, en medio del cotidiano trabajo agotador, de una vida ardua, de rebuscarse para vivir, que es la suerte de la mayoría, en el valle han tenido descanso según sus posibilidades. Pero en el valle nos hemos encontrado también con más de un centenar de muertes durante las fiestas, la gran  mayoría homicidios y durante el año hay un promedio de10 al día en El Salvador, 6 en Honduras, 17 en Guatemala. Las matanzas en Irak  y el miedo de Occidente hace esclamar a Saramago que hay que arreglar este mundo “antes de que nos volvamos todos locos”. Por coincidencia, el 6 de agosto se cumplieron 60 años de Hiroshima y Nagasaki, donde murieron alrededor de 380.000 personas. Estados Unidos es el único país que ha lanzado bombas atómica, y eso lo convierte en terrorista a gran escala. Lo hicieron para “aterrorizar” y lo consiguieron. Y esa es la definición estricta de “terrorismo”. Así está el “valle” en nuestro mundo. Al final diremos cómo “en el valle” se abre paso también “el reino de Dios”.

4. La religiosidad de la palabra de Dios. Volvamos a “lo alto del monte”. Según el relato allí ocurren cosas maravillosas. Mucha gente las toma tal cual y les encanta. Entre tanto milagro allí debe estar Dios. Pero no es así. Una cosa es cómo se formulan los relatos y otra cosa es qué comunican de Dios. En otras palabras, una cosa es cómo los autores, seres humanos, formulan las cosas, y otra cosa es qué dice Dios a través de esas formulaciones.

Evidentemente lo principal es lo segundo, no lo primero. Esto quiere decir que no hay que entender tal cual todas las cosas que aparecen en los evangelios. Lo que sí hay que creer, y trabajar por ello, es lo que Dios nos comunica a través de ese lenguaje. Y esto no son inventos modernos. Lo dijo el papa Pío XII en 1943, el Vaticano II en 1965 y Juan Pablo II en 1993: Dios se comunicó con palabras humanas, obviamente, pero la verdad de lo que dicen esas palabras hay que entenderla según los diversos “géneros literarios”, es decir, las diversas “formas” de decir las cosas. Un ejemplo. Todos entienden que si un enamorado le dice a la mujer amada que “le va a dar la luna” no hay que tomarlo al pie de la letra, pero eso no quiere decir que no está diciendo una verdad importante en un género literario determinado, el amoroso en este caso. Entendidos así, los textos del evangelio son palabra de Dios. Y dicen cosas más importantes que los vestidos cambian de colores o que los cielos se abren.

5. La religiosidad del seguimiento de Jesús. Lo que “en lo alto” dice Dios es: “escuchen a Jesús”. Buena falta hace porque a la religiosidad la dejamos, con frecuencia, sin Jesús. Dice, de nuevo, Casaldáliga: “Hay que volver a ese Jesús histórico que tantas veces se nos difumina en dogmatizaciones helenísticas y en espiritualismos sentimentales, el Jesús Pobre solidario con los pobres, el Crucificado con los crucificados de la historia”. Eso ocurre en el valle, y entonces sí se puede releer “lo milagroso” del monte.

Hay que cambiar radicalmente, como los colores del vestido: es la conversión personal, el cambio de estructuras. Hay que escuchar las voces que vienen de fuera: de la conciencia, tan olvidada, de los signos de los tiempos,  de Monseñor Romero y los mártires. Y de la palabra de Dios, “limpia y clara como el agua que baja de los montes”, que decía Rutilio Grande. Hay que estar con los “personajes” de la tradición, Moisés y Elías, y nosotros con nuestros santos y mártires. Y hay que bajar al mundo real, donde los sufrimientos son reales, pero los gozos también lo son. La transcendencia de Dios es trans-descendencia, abajamiento, acercamiento. Y es con-descendencia, acogida, amor.

6. El reino de Dios está en el valle. El monte y el valle no son símbolos de la religiosidad popular, por una parte y de la religiosidad ilustrada por otra. Ni mucho menos. Hace poco le preguntaron a José Comblin si cree que “otro mundo es posible” y respondió estas palabras con las que terminamos:

      “Yo diría lo que dijo una mujer indígena guatemalteca: ese otro mundo ya existe, pero escondido en medio de los pobres. En los medios de comunicación se habla de los pobres siempre de forma negativa, como los que no tienen bienes, los que no tienen cultura, los que no tienen para comer. Visto desde fuera, el mundo de los pobres es todo negatividad.  Sin embargo, visto desde dentro, el mundo de los pobres tiene vitalidad, luchan para sobrevivir, inventan trabajos informales y construyen una civilización distinta de solidaridad, de personas que se reconocen iguales, con formas de expresión propias, incluidos el arte y la poesía. He conocido barracas construidas sobre el mar en El Salvador donde viven miles de personas en condiciones muy precarias, incluso con peligro de caer al agua. Pero la gente vive allí con una alegría, con una conciencia, una apertura y una paciencia que son el reverso del mundo de los ricos. Se realiza lo que dice Jesús: el reino de Dios está ahí escondido en medio de los pobres, pero se necesita que haya algunas figuras de tipo profético para recuperar la esperanza, la confianza. Es como la levadura que hace falta para fermentar la masa. Donde no hay profetas queda como una frustración, pero desde el momento en que aparece una persona inspirada se levanta una experiencia nueva. Y entonces hay muchísimos lugares en que se encuentra ese pueblo, que es ese mundo alternativo”.

      En nuestro lenguaje ésta es la religiosidad del valle vivida no “con milagros”, pero sí “de milagro”, no los del monte, sino los de la gracia y la bondad. Esta religiosidad popular es la que propició, alabó -y también corrigió- Rutilio Grande. Es la de las comunidades de base, con sus limitaciones, pero con sus “milagros” de generosidad. Es la de carismáticos pobres, que, cuando son acompañados, cambian, salen de sí mismos y se abren a la solidaridad. Pero mucho depende de que les acompañe algún profeta, como Rutilio o Monseñor.

Jon Sobrino

15 de agosto, cumpleaños de Monseñor Romero

 

 

 

 

El pensamiento de Ratzinger

 

      Quisiera ofrecer una aproximación al pensamiento del nuevo Papa, por si sirve a creyentes, e incluso a no creyentes, que quizá, después del nombramiento del nuevo Papa Benedicto XVI,  no saben a qué atenerse a partir de lo que oyen, y tampoco están obligados a leer su extensa obra. Voy a sistematizar unos textos tomados de El nuevo pueblo de Dios, publicado en español en 1972 . La mayoría son comentarios al Vaticano II. Los sistematizo en seis capítulos de actualidad, más aquello que los fundamenta.

 

 1. El cristiano. Para explicar la identidad cristiana combina Ratzinger dos respuestas que otros se empeñan en contraponer: «La primera dice: el que tiene la caridad lo tiene todo. Eso basta de manera completa, simple y absoluta... El ‘sacramento del hermano’ aparece aquí como el único camino suficiente de salvación, el prójimo como la ‘incógnita de Dios’, en que se decide el destino de cada uno. Lo que salva no es que uno conozca el nombre del Señor (Mt 7, 21); lo que se le pide es que trate humanamente al Dios que se esconde en el hombre» (p. 391).

El problema de esta respuesta tan exacta es que «nadie tiene realmente la caridad (cf. Rom 3, 23). Todo nuestro amor está una y otra vez corroído y deformado por el egoísmo». Precisamente por eso «aquí viene la segunda respuesta del Nuevo Testamento que dice: sólo una cosa es menester, que abramos las manos y aceptemos el regalo de Su misericordia. Este movimiento de abrirse para recibir el regalo del amor representativo del Señor lo llama Pablo ‘fe’». Esta respuesta deja claro que hay una fe de actitud que es anterior a la fe de contenidos (una «fe antes de la fe» la llama Ratzinger), que «es lo contrario de aquella actitud que los antiguos llamaban hybris, la negación de la propia complacencia y de la justicia a fuerza de brazos» (p. 392).

Por eso, «el Nuevo Testamento dice a la par que ‘la caridad por sí sola basta’ y que ‘sólo la fe basta’... Ambas afirmaciones juntas expresan una actitud de salir de sí mismo, en que el hombre comienza a dejar a las espaldas su egoísmo y avanza en dirección al otro. Por eso, el hermano, el prójimo, es el verdadero campo de prueba de esta disposición de espíritu; en su «tú» viene al hombre de incógnito el «tú» de Dios (p. 393).

De ahí brota una conclusión fundamental: «no se es cristiano para sí mismo sino para los otros, o más bien: sólo se es [cristiano] para sí mismo cuando se es para los otros» (p. 397).

 

2. La iglesia. De acuerdo con esa visión del cristianismo, lo primero que debe saber la Iglesia es que «es falsa, ante todo, la divinización del sistema y de las instituciones. Ni el sistema ni la observancia de un sistema salvan al hombre; sólo lo salva lo que está por encima de todos los sistemas y lo que representa la apertura de todos los sistemas: el amor y la fe (p. 394).

De aquí se sigue que «como signo del amor divino, la Iglesia... no puede ser círculo esotérico, sino que es esencialmente un espacio abierto... una realidad dinámica» (p. 399). Precisamente «el no estar ligada a una forma de este mundo, le da fuerza para dirigirse a todo el mundo» (p. 422). Estas son observaciones muy importantes ante la tarea actual de desoccidentalizar al cristianismo.

Por ser así, «lo que necesita la Iglesia de hoy y de todos los tiempos no son panegiristas de lo existente, sino hombres... que amen a la Iglesia más que a la comodidad e intangibilidad de su propio destino». Pues «la verdadera obediencia no es la obediencia de los aduladores... que evitan todo choque y ponen su intangible comodidad por encima de todas las cosas» (p. 292). Por eso pregunta Ratzinger si el que  no haya gente que se atreva a hablar con libertad «es signo de mejores tiempos o signo de un menguado amor al que no se le quema ya el corazón por la causa de Dios en este mundo... un amor que se ha hecho romo y no se atreve ya a abrazar el sufrimiento por la amada» (p. 290).

Con este mismo amor se preguntaba él si a la Iglesia de hoy «no habrá que reprocharle que, por exceso de solicitud, declara demasiado, reglamenta demasiado; y tantas normas y reglamentos han contribuido más bien a abandonar el mundo a la incredulidad que no a salvarlo de ella... En otras palabras: que a veces pone harto poca confianza en la fuerza victoriosa de la verdad, se atrinchera en seguridades externas en lugar de confiar en la verdad que vive en la libertad y no necesita de tales precauciones» (p. 294-95).

Ratzinger sabe también que una de las tareas de hoy es descentralizar el papado: «La Iglesia, que es el pueblo uno de Dios, se compone de los muchos pueblos de este mundo que... aportan la riqueza de sus diversos dones a la ciudad única y escatológica de Dios... La Iglesia única se compone de muchas ‘iglesias’ en los lugares y regiones del orbe, y sólo la variedad de las iglesias que mantienen la mutua comunión en el vínculo de la unidad, de la caridad y de la paz, constituye la unidad cumplida de la Ecclesia catholica» (p. 423). Esta tesis «lleva a la intuición concreta de la mutua responsabilidad de las iglesias particulares entre sí: la responsabilidad por los miembros no es asumida únicamente por la cabeza (con la que en este caso se significa al papa y a la iglesia principal de Roma), sino también por los miembros mismos, es decir, que las iglesias particulares asumen la responsabilidad de unas para con otras» (p. 424).

 

3. El mundo. El Vaticano II pidió a la Iglesia una triple apertura: «a las fuentes, a los otros cristianos y a los interrogantes de la humanidad entera» (p. 321). Por ello, «la Iglesia debe hablar, pensar y ser de manera que los otros puedan percibir y entender la palabra que les dirige» (p. 318).

Ratzinger insiste con frecuencia en que el esquema bíblico de la fe en el judeocristianismo es el de «los pocos por los muchos (o por todos)». De acuerdo con eso «el mundo debe ser aceptado y respetado como tal por la Iglesia... por la sencilla razón de que la Iglesia no es Cristo». Por eso «no es posible entenderla como fin en sí misma, sino que pertenece esencialmente al orden de los medios... Por eso, la autoridad eclesiástica no puede suplir la pericia en los órdenes respectivos de la realidad, sino únicamente reconocerla... Tampoco puede suplir la competencia científica de la teología, sino que debe también reconocerla y darla por sentada como tal» (p. 330).

 

4. La teología. Una palabra pues sobre la teología. En primer lugar, «el mensaje cristiano se propone siempre en lenguaje humano... en un repensar la palabra divina dentro de lo humano; no se propone nunca en su absoluta e incontaminada pureza divina... En el kerygma [mensaje transmitido] hay siempre algo que en realidad no es kerygma sino una elaboración humana». Por eso «se impone en cada época la escucha paciente de lo que la humanidad sabe de hecho» (p. 327).

Precisamente por eso, «casi todos los documentos [del Vaticano II]» muestran una apertura que sobrepasa a lo que Ratzinger llama «teología de encíclicas: una forma de teología en que la tradición parecía lentamente estrecharse a las últimas manifestaciones del magisterio papal». Frente a eso la voluntad del Concilio fue: «no mirar las fuentes [cristianas] únicamente en el espejo de la interpretación oficial de los últimos cien años, sino leerlas y entenderlas en sí mismas,... escuchar las interrogantes del hombre de hoy como tales y partiendo de ellos repensar la teología y, por encima de todo esto, escuchar la realidad, ‘la cosa misma’, y aceptar sus lecciones» (p. 318-19). Por ello, una enseñanza del magisterio eclesiástico «que naciera del miedo al riesgo de la verdad histórica o al riesgo de la realidad misma, sería cabalmente una teología apocada, una teología de poca fe desde su punto mismo de partida» (p. 320).

 

5. La reforma litúrgica. No caben aquí las respuesta que da Ratzinger a los empeñados en volver al latín en la liturgia. Pero sí podemos notar que derivan de una determinada concepción de ésta: «el culto divino más auténtico de la cristiandad es la caridad» (p. 346). Por esta razón, «la liturgia no tiene por fin llenarnos, entre temor y temblor, del sentimiento de lo santo, sino enfrentarnos con la espada tajante de la palabra de Dios: no tiene por fin procurarnos un marco bello y festivo para el recogimiento callado y la meditación, sino introducirnos en el «Nosotros» de hijos de Dios y, con ello, en el anonadamiento de Dios que descendió hasta lo ordinario» (p. 341). Y esto significa que «para la reforma litúrgica se requiere una gran capacidad de tolerancia dentro de la Iglesia... El soportarse mutuamente... la anchura de la caridad, son los únicos medios que pueden crear el espacio en que el culto cristiano madure en verdadera renovación» (p. 346).

 

6. No sólo espacios para el culto, también para la convivencia entre las religiones de la tierra. «Para el cristiano de hoy se ha hecho algo inconcebible que el cristianismo, más exactamente la Iglesia católica, sea el único camino de salvación; con ello se ha hecho problemático desde dentro el absolutismo de la Iglesia... Que todos los hombres ‘buenos’ se salvan es hoy… evidente». Y ello por una razón que brota de la más antigua tradición cristiana: «la salvación del hombre consiste en ser amado por Dios, mas para el amor no hay ningún título jurídico, ni se apoya tampoco en excelencias morales o de cualquier tipo» (pp. 367-69).

«Las religiones del mundo se han convertido en interrogante que se le plantea al cristianismo, que debe repensarse ante ellas en su pretensión y recibir así... por lo menos un servicio de  purificación» (p. 402).

 

7. Jesucristo y Dios. Todo lo expuesto se fundamenta en lo que significa Jesucristo y lo que Él revela de Dios. Veámoslo para concluir.

7.1. En su Introducción al cristianismo,publicado en español en  1970, había escrito Ratzinger que «la persona de Jesús es su doctrina, y su doctrina es él mismo». Pues bien, sobre esa persona escribe ahora: «la orientación existencial de Jesús, su verdadera esencia, se caracteriza por el ‘a favor de’. Si la salvación consiste en hacernos como él, en tal caso debe presentarse concretamente como participación en ese a favor de» (p. 396). Ratzinger retoma aquí, para hablar de Jesucristo, el término teológico de «pro-existencia», que proviene del protestante D. Bonhoeffer («Jesús el hombre para los demás») y del católico de Alemania Oriental H. Schürmann; y que es también fundamental por ejemplo en la cristología de Jon Sobrino.

7.2. «El primer gran ensayo de una teología cristiana, el discurso del diácono Esteban en Hchs 7... hace ver que Dios no está de parte de la institución, sino del lado de los que sufren y son perseguidos a lo largo de toda la historia; y demuestra la legitimidad de Jesucristo cabalmente por insertarlo en la línea de los perseguidos, de los profetas de la historia» (p. 279).

 

Como conclusión, he aquí una presentación de la fe que es fiel y abierta  al diálogo. Quizá alguien arguya que esta visión es del Ratzinger «joven» que hoy ha cambiado de modo de ver. A eso caben dos respuestas.

La primera es que es difícil pensar que haya cambiado precisamente en los textos aquí citados, porque casi todos ellos son comentarios al Vaticano II (por eso los elegí); y no se le hace un favor a Ratzinger diciéndole que ha abandonado al Vaticano II.

La segunda es que en el caso de que el hoy Benedicto XVI ya no piense así, sigue siendo verdad que, cuando pensaba así, era un teólogo católico autorizado, muy reconocido y totalmente ortodoxo. Por tanto, es absolutamente legítimo profesar esas opiniones en el seno de la Iglesia.

José Ignacio González Faus

 

 

 

 

 

¿Por qué la guerra en el Congo?

III parte

 

Parece como si se hubiera acorralado inter-nacionalmente al Gobierno de la R. D. del Congo. Además, de este conflicto apenas si se informa en los medios de comunicación a pesar de ser la guerra con más muertos tras la Segunda Guerra Mundial. ¿No es demasiada casualidad? La tesis que nosotros defendemos es la siguiente.

 

El Congo: un país clave.

La R. D. del Congo es un país especial en África. Tanto por la inmensidad de sus riquezas mineras y energéticas, como por su tamaño y posición geoestratégica que le sitúan en el centro de África con frontera a nueve países. Desde el punto de vista de un país imperialista con ambiciones de dominar África, es una pieza clave para este objetivo y una puerta para entrar en otros 9 países.

 

Primero Uganda y Ruanda.

La guerra de los grupos de poder de EEUU por controlar esta región empezó con movimientos tácticos, involucrando al Gobierno de EEUU. Primero buscaron la alianza con ciertos clanes de Ugandeses y Ruandeses para que tomaran el poder. Así lo obtuvieron Yoweri Museveni en Uganda y Paul Kagame en Ruanda en 1994. En EEUU se formó militarmente a ciertas élites militares de ellos. Luego, una vez en el poder, el Gobierno de EEUU multiplicó la ayuda para el desarrollo a estos países, y esta ayuda se convirtió en ayuda militar. Creó bases militares también en ellos. Toda esta estrategia está en función de dominar el Congo, ya que Uganda y Ruanda no son ni por asomo tan ricos ni tan importantes estratégicamente.

 

Luego Kabila

Una vez estaban en el poder Museveni y Kagame se alió con Laurent Desiré Kabila para que éste, con ayuda de soldados ruandeses y ugandeses, conquistara el Zaire arrebatándole el poder al dictador Mobutu Sese Seko. Esto ocurrió desde el invierno de 1996 hasta la primavera de 1997.

Durante este período el avance de las fuerzas de Kabila fue rápido pues Mobutu mantenía un ejército muy desorganizado y desmotivado (los soldados llevaban bastante tiempo sin cobrar su paga).

Una vez en el poder Kabila cambió el nombre del país que pasó de Zaire a República Democrática del Congo. Luego intentó deshacerse de ciertas élites militares ruandeses y ugandeses que permanecían en Kinshasa, la capital, acompañándole y vigilándole. Rescindió contratos de concesiones mineras que había firmado antes de su conquista con empresas norteamericanas y canadienses y empezó a negociar con China. Visitó Cuba y Libia… y quizás todo esto fueron motivos suficientes para que el apoyo del Gobierno de EEUU se convirtiera en enemistad y sentimiento de traición.

 

Empieza la guerra contra Kabila

El 2 de agosto de 1998 los ejércitos de Ruanda, Uganda y Burundi empiezan a invadir el este de la R. D. del Congo, la zona más rica en minas de alto valor y de frontera con estos tres países. Los soldados invasores destacan por su crueldad, continuas matanzas y violación de los derechos humanos. De otra parte centran su actividad en tomar posesión de las principales minas y sacar sus riquezas hacia Ruanda y Uganda principalmente. En estos momentos Kabila no ha organizado aún su ejército ni tiene recursos para ello y el avance de las tropas invasoras es rápido.

Asesinato de Kabila y toma el poder su hijo

En enero de 2001 Kabila es asesinado y se nombra como nuevo Presidente a su hijo Joseph Kabila, quien se mantiene como Presidente hasta la actualidad.

 

El Proceso de Transición

A finales de 2002 se firmó el Acuerdo Global e Inclusivo que puso fin a la guerra a nivel oficial y se creó el Gobierno de Transición. Los ejércitos de Burundi, Uganda y Ruanda abandonaron oficialmente el Congo, y los grupos rebeldes internos hicieron un alto al fuego. Sin embargo, a finales de noviembre de 2004 el ejército de Ruanda empezó una nueva invasión del Congo que hasta la fecha aún perdura. La comunidad internacional condenó el hecho, pero hace falta un paso más. ¿Acaso 4 millones de congoleños muertos no son suficientes? Creemos que es necesario que se presione y aísle internacionalmente a Paul Kagame a fin de evitar nuevas masacres por parte de sus tropas y de nuevo que los miles de desplazados (ya hay más de 150.000) no empiecen a morir de hambre, o de enfermedades ligadas a la malnutrición y las condiciones de vida precarias.

 

Kagame y Museveni.

Por desgracia para los habitantes de esta región, los grupos de poder de EEUU eligieron como aliados fundamentales a dos personas (emparentadas entre sí) que codiciaban el poder al precio que fuese y sin importarles mucho el respeto de los derechos humanos: los anteriormente mencionados Yoweri Museveni y Paul Kagame. Es especialmente éste último quien es el responsable de más millones de muertos en esta región africana. Él dirigió la masacre de varios cientos de miles de ruandeses hutu en el antiguo Zaire en 1996-1997, perseguidos por sus tropas. Luego de todas las miles de muertes anónimas de ruandeses opuestos a él dentro de su país. Y finalmente de gran parte de los 4 millones de congoleños muertos a causa de la invasión del Congo (por parte de sus tropas y las de Uganda básicamente). Nunca ha habido tanto sufrimiento, tanto odio y tanta muerte en esta zona de África como desde que en EEUU se decidió apostar fuerte por su gran aliado, Paul Kagame. La política de alentar el enfrentamiento étnico y el terror, forma parte de la estrategia para dar a entender de que se trata de luchas internas entre tribus o etnias africanas.

 

A cierta clase dominante de EEUU no le interesa que se sepa lo que ocurre. Pero tampoco le interesa a otra parte importante de la de Europa (Francia, Inglaterra, Bélgica y Alemania) por estar implicada, a través de sus multinacionales, en el asunto.

 

El silencio internacional.

Esto hace en conjunto que sea una guerra de la que ni en EEUU ni en parte de Europa se mencione siquiera en los medios de información, máxime cuando los medios usados por sus aliados, sean especialmente sanguinarios. La ONU desde luego, tiene las manos atadas en este asunto.

Las ambiciones de Kagame y EEUU.

Lo que está ocurriendo en esta región africana desde el 2 de agosto de 1998 hasta hoy día, es también crucial para el futuro de toda África ya que éste es quizás un paso clave del Gobierno de EEUU, dentro de una estrategia más global, para controlar África. Por otra parte Paul Kagame desea apropiarse del este del Congo. Si esto ocurriera, se tendrá al mando de una región inmensamente rica (oro, diamantes, coltán, casiterita, petróleo, gas natural...) a una persona que

puede seguir produciendo mucha muerte y sufrimiento. Al no tener este tipo de personas condenas y represalias internacionales (como sucede hasta ahora) sus ambiciones (mientras sigan teniendo básicamente apoyo desde EEUU) posiblemente no quedarían ahí. Es, desde luego, la situación actual un momento crítico para el futuro de África.

Las organizaciones que trabajamos en este campo vemos cómo el bloqueo informativo hace continuamente frustrar nuestros intentos de destapar el tema. Como es un tema desconocido no hay demanda social de información, y como no hay demanda social los medios de información no informan.

 

 

 

 

 

En Mali, contra-cumbre  al G-8

 

En la semana del 4 al 9 de julio 2005 han habido varias reuniones internacionales importantes. La más difundida en los medios de comunicación masivos ha sido la cumbre de los jefes de los estados más enriquecidos del planeta: Alemania, Canadá, EEUU, Francia, Italia, Japón, Gran Bretaña y Rusia, el llamado G8.

La identidad del Foro de los Pueblos reside en que son los agricultores africanos los principales participantes y actores en los debates, tanto sobre las modalidades de resistencia, como en la formulación de alternativas a la globalización imperialista, la nueva colonización destructiva. Este Foro está comprometido con las realidades y preocupaciones cotidianas, como son las continuas privatizaciones: de las algodoneras africanas del agua, de la educación y la salud. También el no respeto de las normas medioambientales del Banco Mundial y las multinacionales.

Las organizaciones campesinas expusieron claramente sus puntos de vista sobre las consecuencias de las decisiones económicas y políticas del G8 para el medio rural africano. Debatieron los verdaderos factores del empobrecimiento que padecen, (problemas de propiedad de las tierras, la deuda, corrupción, intereses desorbitados de los microcréditos, drásticas caídas de los precios de las materias primas, subvenciones en otros países, competencia desleal...) Reivindican su derecho al desarrollo, a la soberanía alimentaria para sus países y a políticas de comercio justo.

Aminata Touré, presidenta de CAD-Mali, se dirigió a los países ricos del mundo, responsables en gran parte, a su juicio, «de los males que consumen a los países del Sur». Denunció la fuga de capitales y la competencia para los productos africanos y deploró que el G8 se atribuya el rol y la misión de directorio del mundo sin ninguna legitimidad. Con su lucidez y firmeza habitual decía: “Permaneceremos alerta, ya que estamos acostumbrados a los anuncios del G8 que finalmente no son jamás aplicados. Debemos movilizarnos para que esto no sea una promesa más”.  “Los jefes de estado de los países más ricos del mundo pretenden en sus discursos actuar por el desarrollo de África. Pero en realidad, a causa de sus políticas de libre intercambio, lo que harán será negociar la competitividad de nuestras economías respecto a los mercados del Norte”.

Fana podría convertirse en la capital moral de un mundo con un desarrollo sostenible que tanto deseamos; podría ser la plaza de la paz donde las personas se encuentran también para empezar, sin especular, a intercambiar el fruto de su trabajo a un precio justo, donde ni se produce, compra o vende ningún objeto superfluo, empezando por desactivar la terrible bomba que es la guerra.

Afrique libération, MISNA

 

 

 

La verdad de la condonación de la deuda

Una condonación de la deuda del continente africano sin una apertura franca de los mercados europeos y de los Estados Unidos a los productos agrícolas de África, lo único que haría es paliar los efectos que en la actualidad sufren los diferentes pueblos. Se requiere que los países ricos eliminen los subsidios a sus productos agrícolas a fin de que África pueda vender sin restricciones lo que produce.

 

Una condonación de la deuda sin ayuda financiera y técnica sostenida, equivalente a los 25,000 millones de dólares anuales, no le permitiría a los pueblos Africanos erradicar la pobreza en la que está inmersa. Dicha ayuda debe provenir de los países ricos y responder a un plan elaborado desde África.

 

Luchar y combatir la pobreza en África y en el resto de los países pobres del mundo requiere un nuevo patrón de consumo centrado en la satisfacción de las necesidades básicas y no como hasta ahora ha sido, centrado en la utilidad y ganancia de las grandes empresas mundiales. Sin un cambio en el comportamiento de consumo, no habrá suficientes recursos para lograr un desarrollo más equitativo en nuestro planeta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los conciertos del Live 8

 

Enriquecimiento del Norte con el dolor de Africa

 

Live 8, «el mayor concierto» en vivo de la historia, se ha presentado a la opinión pública como «campaña de sensibilización» en solidaridad con África. Se celebró en los ocho países más industrializados (y en Sudáfrica). Su objetivo -decían- era presionar a los líderes del Grupo de los Ocho (G-8) para que aumenten la ayuda externa y cancelen la deuda de los países más pobres. Su promotor Bob Geldof dice que el Live 8 es una «oportunidad única» para salvar al continente africano de un desastre humano. Pero la verdad es muy otra, como lo muestra Michel Chossudovsky, profesor de economía de la Universidad de Ottawa y director del Center for Research on Globalization.

 

Gran negocio, gran farsa. Live 8 es una iniciativa multimillonaria, que producirá beneficios enormes a sus patrocinadores, incluyendo Time Warner, el gigante conglomerado mediático , con su base en los Estados Unidos, la Ford Motor Company, a través de su filial sueca Volvo, y Nokia, la empresa de teléfonos celulares, además del grupo británico EMI Music. Time Warner controla los derechos de transmisión de radio y televisión en EE.UU., y autorizó a la compañía Walt Disney la difusión televisiva en ABC y en miles de estaciones de televisión y radio. También tiene los derechos en exclusiva en Internet. El tiempo en TV ha sido vendido a los mejores postores y se esperan millones de dólares de ingresos por publicidad, video-clips, transmisión en Internet y los DVDs. Live 8 será «la transmisión global más grande de la historia». Bob Geldof dice: «tengo la esperanza de que será el DVD más vendido de la historia». El evento «apela a las emociones de la gente».      

Distorsión de las causas de la pobreza. Estos conciertos están totalmente vacíos de contenido político. Sus mensajes son simples y engañosos. Utilizan la pobreza como truco de propaganda para los consumidores. Crean un aura de optimismo. Transmiten la impresión de que la pobreza se puede vencer de un plumazo. Sólo se necesita buena voluntad. El mensaje es que los líderes del G-8, junto con el Banco Mundial y el FMI, se han comprometido a aliviar la pobreza. En este sentido, son parte de un proceso más amplio de desinformación mediática. Debido a la coyuntura, están al servicio de Tony Blair y sus relaciones públicas. Aparece en campaña para convencer a las otras naciones del G-8 «a que actúen frente a la pobreza».

La propuesta de condonación de la deuda del G-8. Live 8 no cuestiona la agenda política del G-8, que contribuye directamente a generar pobreza. Ni cuestiona el papel del Banco Mundial, cuyo director es Paul Wolfowitz, arquitecto de la invasión de Irak. Habla de condonar la deuda, pero no menciona el impacto negativo del Banco Mundial y del FMI en los países más pobres en beneficio de los acreedores occidentales.

El hecho es que el Fondo y el Banco, ambos han contribuido al empobrecimiento de millones de personas. Obligan a países pobres a cerrar escuelas y hospitales, privatizar sus servicios públicos y vender los sectores más rentables de su economía nacional al capital extranjero. A cambio, el G-8 promete aumentar la ayuda externa y proporcionar un alivio simbólico de la deuda. Estas reformas matan y el G-8 no es la solución, sino la causa. El actor Will Smith se dirigió a la multitud en los escenarios del concierto, invitándoles a «chasquear los dedos», como recordatorio de que, cada tres segundos, un niño muere en África. Pero no mencionó que la causa principal de la mortalidad infantil en África son las fatídicas reformas macroeconómicas. Bob Geldof -totalmente fuera de contexto- ve en el aumento de la ayuda externa una «oportunidad única» para erradicar la pobreza, cuando, de hecho, el incremento propuesto en los flujos de ayuda del G-8 producirá lo contrario.

El problema tras la «propuesta aparentemente razonable de condonar la deuda». Los Ministros de Finanzas del G-8 han hecho una propuesta para condonar la deuda que los 18 países grandemente endeudados, 40 mil millones de dólares, tienen con tres instituciones financieras internacionales: Banco Mundial, FMI y Banco Africano de Desarrollo. Estos bancos nunca cancelan ni condonan las deudas pendientes. Y por ello G-8 se ha comprometido a rembolsarles lo que les deben los países más pobres del mundo. La pregunta es de dónde conseguirán el dinero. Para cada dólar de la «anulación de deuda», el G-8 reducirá la ayuda a estos países. Es decir, la ayuda externa para financiar programas sociales ahora irá directamente a las cajas del FMI y del Banco Mundial. No es nuevo. Ha ocurrido muchas veces desde el inicio de la crisis de la deuda.

De lo que se trata no es, pues, tanto de un programa de condonación de la deuda, sino de un proceso de «reembolso» a los acreedores lo cual les es muy nececesario. Asegura un flujo de liquidez hacia estas instituciones, mientras mantiene a los países más pobres del mundo bajo el firme dominio del FMI y del Banco Mundial. También evita que estos países declaren una moratoria a su deuda externa.

El Presidente Bush lo ha dicho muy claramente. El dinero pagado al Banco Mundial en nombre de estos países, «provendrá de presupuestos de ayuda existentes». El programa de «condonación de la deuda», aun si es acompañado de un aumento de la ayuda exterior, hará disminuir significativamente la ayuda real externa. Los aumentos de ayuda que se anuncian son ilusorios, puesto que el dinero se destina a los acreedores. Y sólo serán otorgados a los países endeudados, si prometen cumplir con las reformas de «libre comercio», bajo la supervisión del Banco Mundial y el FMI. Una condición adicional: la administración Bush exige que estos países «se democraticen», según el modelo estadounidense, bajo la supervisión occidental, y que realicen «elecciones libres», siguiendo el ejemplo de Irak y Afganistán.

Conclusiones.

1. Los conciertos Live 8 son útiles para distraer la atención pública de la guerra conducida en Irak por EE.UU. y el Reino Unido, y de la conexión entre guerra y pobreza global. En ellos no se dijo ni una palabra sobre George W. Bush y Tony Blair, considerados «criminales de guerra», según el derecho internacional.

2. Live 8 tiende a debilitar las protestas contra la agenda política del G-8. A excepción de Sudáfrica, donde se hizo presente Nelson Mandela, los conciertos no ayudan a comprender mejor la tragedia  la tragedia ni a un mayor compromiso.   

3. Live 8 socava el movimiento anti-globalización y anti-guerra. Desvía la opinión pública y distrae la atención mediática del movimiento de protesta contra el G-8.

4. Live 8, en definitiva, propicia la ignorancia de millones de personas que escuchan la música y tienen la sensación de estar haciendo algo positivo y constructivo. En realidad, no ofrece nada importante para entender las causas de la pobreza.

Una palabra final. A los patrocinadores corporativos del Live 8: «Sean consecuentes con lo que dicen». Si ustedes realmente están comprometidos con el alivio de la pobreza, donen todos los ingresos de esta operación mediática multimillonaria y las royalties acumuladas por celebridades y artistas, a la gente de África. Dejen que utilicen este dinero como crean conveniente, sin interferencia de donantes ni de acreedores.

A los africanos y africanas. No se dejen engañar por una gigantesca operación mediática, donde la pobreza se utiliza como emblema, para atraer a consumidores y ganar dinero. Declaren la moratoria de su deuda al FMI y al Banco Mundial.

 

Oficina de asuntos humanitarios de Naciones Unidas: “150.000 niños pueden morir en las próximas semanas en Nigeria y lugares aledaños sino se actúa rápidamente”.

 

 

¿Horchata o Coca Cola?

¿Hacia dónde va la identidad nacional?

 

      Las recientes fiestas agostinas y el Día de Independencia del 15 de septiembre invitan a reflexionar sobre la identidad salvadoreña y la erosión de la soberanía nacional.

      El 28 de julio el Congreso estadounidense aprobó el polémico CAFTA (TLC) que entrará en vigor en enero próximo. Si bien pueda traer ventajas, queda mucho sin conocer de sus detalles, ya que se negoció a espaldas del pueblo, a pesar del impacto enorme que significa para la región. El año pasado una comisión de obispos centroamericanos y estadounidenses advirtió sobre eso, igual que la falta de protección de derechos laborales y del medio ambiente y más desventajas. Por ejemplo y en concreto, en adelante nuestros campesinos tendrán que competir con el maíz de Kansas, con el agravante de que el gobierno estadounidense subsidia a su sector agrícola con $19 mil millones anualmente. ¡Vaya libre comercio!

      Para presionar a congresistas a votar por el TLC, el presidente Saca realizó una visita sorpresiva a Washington. El mensaje era claro: ¿Cómo negarse el beneficio del “libre” comercio a El Salvador cuyo gobierno es baluarte contra los amigos (el FMLN) de Hugo Chávez y aliado consecuente en la guerra contra el terrorismo?

      El mismo día de la aprobación del TLC, nuestra Asamblea Nacional aprobó un quinto envío de tropas a Irak. Se tomó esta medida justamente antes de salir a vacaciones, dejando poca oportunidad para protestas de parte de una población que se opone a ser el único país de América Latina con tropas en Irak -- y más ahora, ya que los ataques de Londres del 7 de julio han manifestado cómo los aliados de EE.UU. son blancos del terrorismo internacional. Esta vez la Asamblea autorizó la presencia militar en Irak para un año entero, y no por seis meses. Así se evitará un debate inconveniente sobre el tema durante la próxima campaña electoral.

      En la visita de Saca a Washington, Bush le premió con la esperanza de que El Salvador se beneficie del “Fondo del Milenio”.  En Honduras y Nicaragua los desembolsos de este  fondo se han destinado a la construcción de carreteras. Aquí también, sus beneficiarios inmediatos serán los contenedores del comercio internacional, si se realiza el plan de usar el donativo para construir la carretera longitudinal del norte – la trama salvadoreña del “canal seco” que unirá el Puerto Barrios en Guatemala con el puerto de Cutuco.

El gobierno dice que recibiremos estos fondos a pesar de no ser un país pobre, lo cual sorprenderá a mucha gente. En todo caso, seríamos mucho más pobre si no fuera por el más de 700 conciudadanos que cada día emprenden la marcha hacia el Norte. Esta emigración masiva trae sufrimiento, desgarramiento familiar y aún muerte en camino. La libre circulación es para mercancías y no para personas, no todos llegan a su destino. Se deportan a El Salvador casi 150 migrantes cada día, principalmente de México.

      La población salvadoreña en EE.UU. aumenta hacia 3 millones. Al absorber esta ola imparable, EE.UU. paga por el éxito de su estrategia en la guerra de los 80, cuando, con sus aliados salvadoreños, logró evitar que se cambiara la estructura social del país. Esa estructura de privilegios y exclusión ahora obliga a los pobres a huir. Pero así se evita el colapso de la economía nacional. Lavando platos en Long Island, reparando techos en Washington, cortando grama en San Diego, los pobladores del “Departamento 15” mandan al país un promedio de $1,000 por persona. Son las remasas más generosas de todas las nacionalidades del mundo.  Constituyen un 16% del PIB y cubren el abismo enorme de nuestro déficit comercial.

      La dependencia económica y la política van de la mano. El temor a perder las remesas se torna factor decisivo de las elecciones presidenciales. Para que no deporten a 270,000 “hermanos lejanos” indocumentados, hay que enviar tropas a Irak y votar por un partido amigo de EE.UU.

      El 5 de junio, Condoleezza Rice nos sorprendió con el anuncio de que su gobierno va a instalar en el país una academia (ILEA por sus siglas en inglés) para capacitar a las policías de América latina. Se trata de negociaciones preliminares, dicen, ¡pero unos cursos comenzaron el 25 de julio!

      Ciertamente, hay que profesionalizar a las policías.  Pero ¿quiénes las capacitarán? Hace dos años el gobierno de Costa Rica rechazó la ILEA en parte por la negativa de EE.UU. a excluir a militares de su profesorado. En ese tiempo EE.UU. se oponía a la nueva Corte Internacional Penal y quiso obligar a Costa Rica a garantizar la inmunidad al personal estadounidense. Los ticos abrazaron la corte, rechazaron la inmunidad y, con ella, la ILEA. Aquí no hubo debate sobre la ILEA, y en mayo del 2004 la Asamblea se comprometió a dar inmunidad a estadounidenses ante la Corte Internacional Penal, cuya jurisdicción El Salvador tampoco desconoce.

      Los temores no son frívolos. En los años 60 y 70, Estados Unidos administraba la Oficina de Seguridad Pública (OPS) con el mismo propósito que la ILEA latinoamericana. En 1974 el Congreso estadounidense tuvo que cerrar la OPS por acusaciones que vinculaban el programa con abusos de derechos humanos y hasta tortura.

      La ILEA se unirá a la oficina del FBI (policía federal) de EE.UU. que acaba de abrirse en El Salvador, y al “centro de monitoreo” de narcotráfico que se abrió en Comalapa en 2002. Los dos gobiernos de El salvador y Estados Unidos no admiten que se llame a este una base y mucho menos militar —aunque  es administrado, eso sí, por las fuerzas armadas de EE.UU. No parece haber límites de personal ni de tipo o cantidad de armas para esta no-base. Su personal goza de inmunidad diplomática.

      ¿Llegamos a ser una colonia? Tal vez sea una exageración. Pero, tener que pelear por una guerra de EE.UU. que pone en peligro al país; llenarse de instalaciones militares y policíacas administradas por ellos; adoptar el dólar y suprimir la moneda naciona— todo eso nos resta soberanía, sin entrar en el tema del enorme impacto de la cultura norteamericana, sobre todo en la juventud. Los y las menores de 20 años conforman la mitad de la población salvadoreña. Son la primera generación formada universalmente ante la pantalla de la tele, la primera generación mayoritariamente urbana, la primera que sabe que no tiene que pensar o vivir como sus padres. La mayoría sabe más de Britney Spears que de Mons. Romero y prefieren la Coca Cola a la horchata.

***

      En 1978 la Asamblea General de la ONU declaró a Puerto Rico una colonia de Estados Unidos y exigió su independencia. Los puertorriqueños tenían que servir en las fuerzas armadas estadounidenses sin poder votar en elecciones nacionales o tener representantes con voto en el Congreso. En la isla se multiplicaban instalaciones militares. Más de 3 millones de puertorriqueños vivían en la isla, y algo menos de 2 millones en EE.UU. continental. Actualmente, casi 4 millones viven en el continente y sólo 3.6 millones en Puerto Rico. ¿Sería posible una mayoría de salvadoreños en EE.UU.? Si este ritmo de migración continúa, nada podrá evitarlo.

      Como ciudadanos de Estados Unidos, los puertorriqueños pueden viajar libremente entre la isla y el continente. No así los salvadoreños. No sólo eso. Si no se tiene una cuenta bancaria sustancial, o al menos un trabajo formal bien remunerado, olvídate de visitar a tus parientes en el norte. Pagar tus $115.00 te dará, con suerte, una entrevista de dos minutos en la embajada. Pero ahí no van a leer tus cartas de apoyo —del párroco, o de la institución que te invitó— por mucho que justifiquen tu viaje. Hace poco se le negó una visa a una religiosa, de nacionalidad hindú, de la congregación de la madre Teresa de Calcutta. Pues, no tenía cuenta bancaria.

      Juan Pablo II catalogaba la actual forma de globalización como muy injusta. La interdependencia puede ser buena, no así la dependencia desigual y el sometimiento. ¿Estamos llegando a ser una colonia de Estados Unidos? Es una buena pregunta para el mes cívico.

Dean Brackley

 

Las maras:

Esperanza contra toda Esperanza

 

En el barrio San Antonio de la ciudad de Guatemala se tiene una experiencia alternativa para enfrentar al problema de las maras. Los padres que están a cargo de la parroquia que tiene el mismo nombre del barrio, vieron que poco a poco ese sector populoso fue teniendo el problema de la inseguridad. También se fueron concentrando en una parte de la barriada, un barranco, un grupo de personas sin trabajo, con problemas de drogas y sin ningún tipo de ayuda. El Puente de Belice era el lugar donde estaban todas estas personas, especialmente los jóvenes.

 

El Padre Manolo Maquieira comenzó a visitarlos, a estar con ellos, celebrarles misa y llorar juntos el calvario de desventuras que seguían acumulándose día tras día. Después comenzó a buscar salida a ese cúmulo de dolor, sobretodo, cuando se dio cuenta que las maras estaban presentes. Las maras les hacían pertenecer a algo aunque la violencia era el modo de operar. La mara les daba pertenencia pero les quitaba las últimas migas de identidad que tenían. El padre comenzó a trabajar en un proyecto que enfrentará dos grandes problemas.

 

El primero cómo hacerles reconquistar la autoestima y el sentido de  pertenencia. Para así hacerles sentir y construir su identidad de personas. El segundo, abrirles un futuro, pues, para esas personas jóvenes creen que van a fracasar sistemáticamente. Al rechazo se aúna la sensación de quedar siempre en el fango del sufrimiento. La violencia termina por cerrar todas las puertas de salida. Es casi una condena en vida. Una vez entrado a una mara no es fácil para un joven poder salir de ella con vida.

 

Para darles raíces, es decir, romper la lógica de los problemas anotados se les ofreció educación pero acompañado de trabajo. Para ellos no basta tener una mirada y un acicate para el futuro sino también sobrevivir y ayudar a la familia. El proyecto consiste en que los alumnos estudian por la mañana o la tarde y la otra mitad del tiempo van a una empresa, en este caso, a la maquila más grande de Centro América. Esta empresa aceptó colaborar habilitando un taller para que fabriquen prendas de vestir y así puedan generar un ingreso para sus familias al mismo tiempo que estudian. Poco a poco el número de jóvenes fue creciendo. Hoy son 145 alumnos que tiene el colegio no solo del Puente sino de asentamientos cercanos.

 

Este proyecto funciona con el aporte de una ONG formada por hombres y mujeres que hace casi cuarenta años fueron  alumnos(as) del Padre Maquieira junto con fondos de una autonomía en España. Es seguir creando una solidaridad internacional que construya futuro para jóvenes que parecen carecer de todo mañana. Este año los primeros cuatro graduandos irán a la universidad y el año próximo serán veinte universitarios egresados provenientes del Puente. Llegar a la universidad es poder sentir y palpar que es posible llegar más allá de la vida de el barranco y en las maras.

 

Este proyecto no tenía las hostilidades temidas ante las maras del lugar porque muchos de ellos y ellas son hermanos, hermanas, novios, novias, primos, amigos, amigas de mareros. Es decir, no se les considera como enemigos. Sin embargo, en días pasados, al mediodía, a la hora de salida del colegio un grupo de pandilleros de la Mara 18, especialmente una facción conocida como UVA, mató a uno de los alumnos, hirió a otro que quedó moribundo y a una señora que iba pasando en ese momento. Una de las alumnas fue puesta en la mira pero no la mataron porque se quedaron sin balas.

 

Era una mara rival que quería castigar a la Mara Salvatrucha que tiene su dominio en el puente. Como no tiene el valor de ir a buscar directamente a sus rivales se desquitan con los familiares o incluso con los vecinos. El joven  asesinado tenía catorce años y el herido grave diez y nueve. Los familiares del joven asesinado tuvieron que exhumar al abuelo para poder enterrar al menor. El resto de los jóvenes de la escuela proyectaron una película para recoger fondos y, al mismo tiempo, tratar de atravesar el trauma recibido.

 

También ayudó una empresa del área. Con el dinero recolectado se ayudó a los familiares del fallecido, al herido y a la familia de uno de los jóvenes que estaba organizando la colecta que fue asesinado en otro incidente no relacionado. Los alumnos siguen llegando pero el padre está buscando otro local lejos del conflicto entre las dos maras y sus pugnas. El miedo no impide la asistencia pero la escuela se ha convertido en lugar de ataque para “humillar al enemigo”. Lo mismo que se hace con las violaciones de jóvenes.

 

Son jóvenes que han pasado por situaciones duras, por eso, el acompañamiento sicológico. Este apoyo nace del deseo de hacer entrar en un proceso para sanar heridas, por eso es una de las metas fundamentales del colegio. Pues, es un segmento de la población donde el 50% de los jóvenes, sean hombres o mujeres, han sido violados antes de los quince años. Además presentan historias de violencia y desintegración familiar que parece minar toda esperanza.

 

Comentaban que la violencia sexual, en los últimos años se ha convertido en un arma más entre pandillas. Para una mujer incluso preadolescente que es amiga o pariente de un pandillero ya queda “marcada” por la mara rival como oportunidad para “humillar al enemigo”. Por otro lado, la violación mata también la dignidad tanto de la persona violada como de aquellas que se dan cuenta y no hacen nada.

 

Hoy la búsqueda, es conseguir otro lugar porque, en el fondo, esta experiencia ha generado un movimiento social novedoso aunque sean las mismas maras rivales las que quieren terminar con el proyecto. Es romper un círculo vicioso, propiamente un infierno. Las sociedades generan una pobreza que hace brotar este grupo de personas, y entre esos pobres hay personas que no aceptan ninguna forma de salida, solo la muerte, el fracaso absoluto de todo signo de vida. Sin embargo, hay en lo profundo de esos jóvenes un clamor que ha sido escuchado y una puerta de esperanza que rasga desde abajo cualquier impedimento. Es tener dignidad y una soberanía profunda en el corazón que va más allá del sufrimiento e incluso la violencia. Para los jóvenes es aprender a construir ellos mismos su futuro, acogiendo ese acompañamiento que les ha mostrado que no han dejado de ser queridos, respetados y aceptados. El proyecto sigue siendo una luz en medio de tanta oscuridad y una fuerza de paz entre tanto rompimiento de la vida.

 

Con el padre Bernal se fue un trotamundos

 

Un auténtico misionero trotamundos era el padre Mario Bernal Londoño, quien encontró la muerte en un accidente de tránsito en Aguacatala, Colombia.

 

Trabajó en varias parroquias de nuestro país, localizadas en sectores populares de Santa Tecla y Apopa, donde cumplió una tarea importante con grupos comunitarios y de animación juvenil, que le valió fuerte amistad con monseñor Romero.

 

 

 

Secretitos de

“Carta a las iglesias”

 

Trabajé en “Carta a las iglesias” entre 15 ó 17 años, no recuerdo bien. Al comienzo le ayudaba a Begoñe Sopelana a pasar algunos artículos cuando ella estaba un poco atrasada. Tengo entendido  que esta publicación comenzó para hacer llegar a las comunidades del interior y del exterior un poco de la realidad de nuestro país, pues después del asesinato de nuestro pastor Monseñor Romero, toda comunicación quedó en el limbo, y las comunidades, sobre todo el exterior, lo solicitaban.

El equipo de “Carta a las iglesias” eran dos personas: el director, P. Jon Sobrino y la que le ayudaba en la digitación. Al inicio, la que digitaba y redactaba algunos artículos era María López Vigil que fue muy entusiasta para la iniciación de la revista. Ella tuvo que salir del  país por motivos ajenos a su voluntad y la sustituyó Begoñe, ella escribía relatos muy buenos de las comunidades con quienes ella trabajaba, su sufrimiento, su lucha, y su esperanza. Después se fue a trabajar al interior del país y me toco a mí el honor de continuar su trabajo. Siempre continuó enviándonos su contribución.

Este trabajo en “Carta a las iglesias” fue un gran reto para mi, pues no tenía ninguna experiencia en ese sentido, más que escribir a máquina. Al inicio todo el trabajo se hacia en máquina de escribir, ya se imaginan el trabajo que eso significaba para tratar que saliera sin errores. Para hacerla menos monótona, se cambiaba el tipo de letra alternándolo, así la recibí.

En varias ocasiones insistí con el director para hacer el trabajo en computadora, pues eso facilitaría las correcciones y se podría diagramar de una mejor forma. Me costó mi poco, pues es muy conservador, pero tanto insistí, que al fin me dio luz verde. Allí en la misma universidad tomé un curso de diagramación y me lancé para hacer más accesible su lectura. A veces me costaba hacer el trabajo porque el material se me entregaba muy tarde y quizás solo tenía un día para montarlo, pero era algo que me gustaba hacer. Más adelante logré que me permitieran poner fotografías.

El alma de “Carta a las iglesias” ha sido el P. Jon Sobrino, él es el director, el redactor, y a saber cuántas cosas más. En broma yo le decía que era la niña de sus ojos.

Me gustaba mucho leer los testimonios de las comunidades, yo francamente me quedaba sorprendida y con un poco de envidia, de la buena, al ver como esta gente sencilla entendía tan bien el mensaje de Jesús en medio de sus tribulaciones, dolores, torturas, pero, sobre todo, por la forma en como se expresaban. Yo nunca he podido hacerlo. Bien nos decía Jesús que eran los humildes los que entenderían esas cosas. Me gustaba mucho también la solidaridad con los otros pueblos, tanto centroamericanos, americanos, como europeos, africanos y asiáticos. Estar pendientes y dar a conocer los sufrimientos de estos pueblos, así como recordar a sus mártires.

Hay algo que fue para mi el mayor reto en todo el tiempo que trabajé para “Carta a las iglesias” y fue cuando asesinaron a los Padres jesuitas y a Julia Elba y Celina. Del Centro Pastoral solo quedamos una secretaria y yo. El P. Sobrino estaba lejos, las oficinas del Centro Pastoral quemadas con lanzallamas, el equipo destruido y tuvimos también nosotros que salir de refugiadas. Nos acogieron en una oficina de administración de la UCA, con nuestros “tantillos” de papeles, medio quemados. Las nuevas autoridades no tomaban ninguna decisión acerca de “Carta a las iglesias” pues todo lo del asesinato era confuso.

Yo le pedí al Rector que me permitiera sacar un número monográfico sobre los mártires de la UCA, que nuestra revista no podía quedarse callada ante tales acontecimientos, y salió la revista con las biografías de nuestros mártires, los primeros informes del asesinato, también el comunicado público de la Compañía de Jesús, el Informe de Tutela Legal del Arzobispado y denuncias desde Arcatao de la represión de tropas hondureñas en la zona. Eso fue para mí mi mayor contribución y orgullo.

Las comunidades acogían muy bien “Carta a las iglesias”. Sus artículos les servían a veces para la reflexión y meditación. Nos retroalimentábamos mutuamente.

 Hoy tengo tres años de estar retirada, pero sigo siendo asidua lectora de “Carta a las iglesias”, hoy la leo con más calma, más tranquilamente y creo que la disfruto más. He gozado al ver que ya le ponen color, todo eso contribuye a hacerla más atractiva a la gente. Creo que es necesario usar la tecnología para propagar más la palabra de Dios. Vayan mis felicitaciones y mucho ánimo para los que tienen ahora a su cargo la gran misión de continuarla.

 

María Eugenia de Trigueros

 

 

 

 

 

Realidad Nacional de la carta a las iglesias número 200

 

Nuestro número 200: un número simbólico

 

Con esta edición extraordinaria sobre los acontecimientos ocurridos en El Salvador durante el último bimestre de 1989, Carta a las Iglesias llega a su número 200.

Se trata de un número simbólico por varios respectos. En primer lugar, por los numerosos hechos de persecución que las iglesias comprometidas con los pobres de El Salvador han sufrido en los últimos meses, y que en cierto sentido han reactualizado el clima persecutorio que se vivía cuando, en julio de 1981, Carta a las Iglesias salió a la luz pública con su primer número. La masacre de los padres jesuitas en la UCA, asesinados junto a la cocinera del teologado y a su hija de 15 años, es la muestra mayor de este nuevo ambiente persecutorio, pero no agota el catálogo de horrores.

 

Al propio tiempo, esta edición extraordinaria –la última de la década de los 80’s– corona un largo proceso de acompañamiento al quehacer cristiano de las comunidades de base en el país y de denuncia y testimonio frente a las iglesias del exterior que de diversas maneras se han solidarizado con los cristianos de El Salvador. A lo largo de estos años, Carta a las Iglesias ha tratado de proporcionar, siguiendo la línea pastoral de Monseñor Romero, orientación teológica y pastoral para analizar e interpretar los acontecimientos eclesiales y su relación con la vida del país. Por ello ofrece testimonios de fe vividos, sobre todo de los cristianos más pobres de El Salvador, que son la inmensa mayoría de cristianos en el país, así como información sobre la solidaridad de otras comunidades e iglesias hacia El Salvador;  y presta especial atención a la situación de los derechos humanos, su violación y su defensa en el país.

 

 

 

 

 

Abraham: atadura y desenlace

 

Abraham es puesto a prueba. Dios le pide inmolar su hijo, ofrecerlo en holocausto. En el último instante, le detiene la mano. Un cordero remplaza a Isaac. Tenemos una historia incluso dura, donde Dios pasa por ella. Por eso abre un horizonte a la historia humana.

 

Aprender a decir esa historia del pasado ayuda a iluminarse a uno mismo. En Israel se prohibió el sacrificio del primogénito. Es decir, existía y Dios no permite cerrar los ojos ante esa realidad. Tenemos el caso de Jefté que ofrece en sacrificio a la primera persona de su casa que salga a su encuentro tras la victoria obtenida. Su hija única cae en suerte. El texto solo nos cuenta y no nos dice su opinión.

 

Hay una sonda que se hunde en las profundidades de la historia humana a través de los siglos para aceptar y tomar en cuenta este silencio. Jefté no es nuestro modelo pero en cada ser humano están los estratos de esa historia humana.

La Biblia nos dice que el primogénito, tanto de los seres humanos como de los animales, le pertenece a Dios ¿Por qué derramar la sangre? ¿Es como un impuesto para tener el derecho a dar la vida y poderla dar por segunda vez? No soy yo quien da la vida. Este hijo no es mi prolongación. Significar a través de la sangre que el engendramiento no es una continuidad. Significarlo también bajo una especie de terror que viene de la ignorancia en la que estamos de no saber lo que es la vida. Es sangre que el rito de la circuncisión aún seguirá pidiendo.

 

Con Abraham estamos ante un hijo único, “el que tú amas”. Este hombre renuncia a un hijo y a una promesa. Veinte y cinco años han pasado de haber escuchado que se convertiría en una gran nación. Vino la hospitalidad  (filoxenia: amor al extranjero), la primera Anunciación. El hijo del milagro le era pedido. La carta a los Hebreos dice que por la fe, Abraham ofreció a Isaac. Pero la fe es la noche. La montaña donde todo ocurre se llama “Dios verá”. Dios ve pero Abraham no ve.

 

El padre recupera a su hijo. Pero se ha convertido en otro padre. En cuanto al hijo, el episodio se llama no tanto “sacrificio” sino, “atadura” de Isaac. Si Abraham no ha creído que Dios quería la muerte, Isaac no ha creído que  su padre quisiera matarlo. Sin embargo, no todo está dicho con esto. El desenlace de esta atadura libera en el lector ese sentimiento de una deuda de sangre, esclavitud antigua y cotidiana. La audacia del relato es atribuirle a Dios mismo la antigua imposición como si Dios dijera:  eres tú quien me ha hecho esta imagen cruel, he venido a habitarla porque no podía liberarte de otra manera.

 

 

 

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