INDICE
REALIDA NACIONAL: EL SALVADOR BALANCE DEL 2005
EDITORIAL: CARTA NAVIDEÑA A NUESTRO HERMANO JESÚS
PALABRAS NAVIDEÑAS DE BENEDICTO XVI
CARTA DE PEREZ ESQUIVEL A BUSCH
CAMPAÑA PARA EL FIN DE LA POBREZA
Si se mira en conjunto a la sociedad salvadoreña durante el año 2005, lo que más destaca es el riesgo permanente en que vive la mayor parte de sus miembros. La sociedad salvadoreña -y, dentro de ella, los sectores más pobres- está atrapada en la vulnerabilidad y la inseguridad. El impacto de las lluvias y la erupción del volcán de Santa Ana sacaron a la luz las precarias condiciones de vida de las comunidades de las zonas afectadas. También mostraron la impotencia de las autoridades para ofrecer una solución que permita enfrentar el impacto de ese tipo de fenómenos, y hacerle frente a las condiciones de marginalidad de las familias afectadas.
La erupción del volcán y el impacto de las lluvias pusieron en evidencia la vulnerabilidad de los más pobres y la nula disposición del gobierno a atender de forma integral sus necesidades, comenzando por la de garantizarles una vivienda digna y segura. La situación de desastre hizo inocultable la precariedad de la vida de las mayorías, realidad que el gobierno y los grupos de poder económico quieren ignorar. La inseguridad y riesgos ante los desastres son el resultado de un ordenamiento social y económico que ignora las necesidades fundamentales de la población.
En la raíz está la pobreza. Los datos que provienen del ámbito gubernamental son inconsistentes, a veces por debilidades de carácter metodológico, pero también por el afán de restar importancia al problema. Lo más riguroso que ha hecho un gobierno de ARENA ha sido las estimaciones recogidas en el Informe de Desarrollo Humano “El Salvador 2003”, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD): la pobreza total afectaba a un 43% de la población, y la pobreza absoluta a un 19%. En el informe se sugería, además, que los porcentajes podían ser mayores, debido a que “la dimensión del problema en El Salvador se subestima, debido a que la metodología para su cálculo utiliza supuestos que han perdido vigencia”.
Con todo, del informe se puede concluir que el problema de la pobreza es grave, y que ninguna de las políticas sociales impulsadas por la administración de Antonio Saca apunta a atacar sus raíces estructurales. El Plan Oportunidades y la Red Solidaria son meros paliativos, en comparación con las reformas drásticas que se necesitan en el modelo económico vigente. Es éste un modelo económico excluyente y marginante. Empobrece a la gran mayoría de salvadoreños y salvadoreñas, y los expulsa del país. Eso hace que El Salvador sea un país de exclusiones y disparidades. Existe una enorme distancia -en consumo, oportunidades, salud, vivienda, educación, etc.- entre los ricos más ricos y los pobres más pobres. Esa es la gran fisura de la sociedad salvadoreña.
Junto a ella hay otras fisuras importantes. Una de ellas es la diferencia entre el campo y la ciudad. Y quizás la más dramática es la de género, que divide a hombres y mujeres. En concreto, en los sectores sociales pobres, las mujeres trabajan más que los hombres, pero reciben una menor remuneración y gozan de menos derechos laborales. Eso las hace ser más pobres que ellos: por eso se habla de una feminización de la pobreza.
Otro aspecto a considerar en el balance anual es el de la migración. Las personas se van del país porque no encuentran otra opción de subsistencia, pero al irse sufren menoscabo de sus derechos a la integridad física, a la seguridad personal y a la igualdad legal; incluso, son numerosas las que pierden la vida. El informe del PNUD advierte sobre la existencia de una “relación contradictoria” entre las migraciones y el desarrollo humano porque “la razón de ser de una economía debe ser la gestión del potencial humano (…) la riqueza principal de un país está en su gente”. Y agrega que “al privar a un país de esa fuente principal de riqueza, llevándola lejos, la migración internacional podría verse como la antítesis o como una hemorragia de desarrollo humano”.
Se estima que tal hemorragia en el país es de trescientas personas diarias, aproximadamente. Dos de las razones principales son la necesidad económica y la reunificación familiar. Partiendo de esa cifra, cada mes salen del país un promedio de 9,000 salvadoreños y anualmente unos 108,000. Frente a esto, sorprende el optimismo de funcionarios del ministerio de Relaciones Exteriores, cuando presumen del “éxito” de haber colocado, del 2001 al 2005, cerca de 400 compatriotas en Canadá con empleos temporales y todas las garantías de ley.
Además, con tanta población fuera del país, es preocupante la situación de compatriotas que guardan prisión en el exterior. Existen muchas dificultades para emprender acciones que garanticen sus derechos. Las medidas oficiales adoptadas son insuficientes. Por ejemplo, se han abierto consulados ubicados en la ruta hacia EEUU, pero sin los recursos indispensables para atender las necesidades de las personas sujetas a procesos penales. Lo anterior se agrava por la xenofobia de algunas autoridades estadounidenses y mexicanas.
Lo más grave es que, pese a que el PNUD descartó la relación entre deportación y delincuencia, las autoridades de Gobernación adoptaron un nuevo procedimiento al separar a la gente retornada en dos grupos: quienes regresan con antecedentes penales y quienes vienen sólo por estar indocumentados en territorio estadounidense. Los primeros no pasan por la Oficina del Programa “Bienvenido a casa” y son atendidos por personal de la Policía Nacional Civil que los interroga, les toma fotografías y huellas, sin que reciban ayuda para llegar a sus domicilios cuando no tienen dinero Quienes son acogidos por el Programa, se supone que cuentan con apoyo para transporte y una mínima orientación para movilizarse en El Salvador.
Seguridad y violencia
Por lo que toca a la seguridad ciudadana, el 2005 fue un desastre; sobre todo para las y los familiares de 2,697 víctimas asesinadas durante el año. Se trata de más de lo mismo: cada año las cifras de muerte aumentan sin que la actividad logre revertir la situación. En este ámbito, el fracaso gubernamental es obvio y debe ser señalado. De hecho, los cambios en el “gabinete de seguridad” son un reconocimiento implícito de ello, pero también reflejan que no se asume la responsabilidad. Cortan las ramas pero no van a la raíz.
Por lo que toca a la violencia,
como ya dijimos en el anterior número de Carta a las Iglesias, las mujeres
no sólo son más pobres que los hombres, sino que se han convertido en las destinatarias
más desafortunadas de la violencia, tal como lo confirman instituciones como
Las Dignas y CEMUJER.
Y la violencia contra la mujer forma parte de la problemática amplia y compleja de la violencia más general -calificada como violencia social- que ha sacudido al país a lo largo de la última década. Los estudios sobre violencia han puesto de relieve que ésta tiene múltiples dimensiones a las cuales hay que atender para enfrentarla eficazmente. Sin embargo, en el año 2005 el gobierno de Antonio Saca ha seguidos los pasos de su predecesor Francisco Flores, y ha subestimado los datos y análisis más seguros.
CIDAI
hermano Jesús
Querido hermano Jesús:
Siempre es bueno preguntarnos quién eres tú, y navidad parece que nos lo facilita: naces en una familia pobre y honrada, pastores y sabios llegan a visitarte, los ángeles cantan como buenos poetas... Y sin embargo, mucho me temo, hermano Jesús, que navidad no ayuda mucho a conocerte. A veces ocurre lo contrario.
A esta ignorancia -y, peor aún, al engaño- nos induce el aire que respiramos día a día: quien de verdad se ha acercado es el dios “mercado”, el más activo, juez que decide sobre salvación y perdición. Es evidente que en estos días nos empuja al consumo, pero no es eso lo más pernicioso. Quiere configurar nuestro modo de pensar y esperar, imponernos lo que “es normal” y lo que no lo es, forzarnos a “ser competitivos”, aunque la fraternidad muera con ello. Promete bendición: los pobres vivirán, aunque ya se ha pospuesto en decenas de años la fecha mágica del 2015. Hoy por hoy, su oferta más clara es el buen vivir y el éxito para relativamente pocos. Comprenderás, Jesús, que si así está la ecología del espíritu, poco ayudará navidad a comprenderte. Viniste a este mundo para ofrecernos exactamente lo contrario. Y en ello te fue la vida.
Y ojalá tampoco ocultemos quién eres con las tradiciones religiosas de estos días. O por exceso de sentimentalismo, cuanto te reducimos a un infante -infans, en latín- sin una palabra seria que decirnos, y por eso con el peligro de infantilizarnos. O por exceso de solemnidad, cuando te presentamos como descendiente de algún rey o pretendiente a algún trono, alguien que quiere reinar y hacernos súbditos, no hermanos y hermanas.
Si me entiendes bien, Jesús, dejada a sí misma, algo de miedo me da la liturgia. En ella parece que lo sabemos todo, aun los misterios más profundos, y en ella parece que todo le sale bien a Dios, con lo cual ponemos irremediablemente en segundo lugar el mundo que él hizo con tanto amor y donde las cosas no le salen tan bien. En el año 2005 ha seguido la tasa de asesinatos en nuestro país, diez al día. Y los poderosos del norte anuncian la construcción de una muralla de más de mil kilómetros -la más grande del planeta- para separar a hermanos y hermanas, los del norte y los del sur -mientras hablan, sin sonrojarse, de un mundo “globalizado”. Una liturgia que disimule esas realidades, que no ponga en palabra los clamores de parto de una nueva creación y que -para mí lo más empobrecedor- no proclame la inmensa bondad de muchas Marías y Josés de nuestro mundo que quieren cambiarlo, es una liturgia sin alma.
Pero no todo son desgracias. Hay poetas que quitan la careta al mercado y ponen alma en la liturgia. Yo me apunto a las palabras de don Pedro Casaldáliga, poeta entrañable de pobres, indígenas y campesinos, y por ello poeta de Navidad. Ante un niño indígena recién nacido, refugiado en Jilbejoj, Guatemala, hace su confesión de Navidad:
No he visto la tal estrella,
pero he visto a Dios muy pobre.
María estaba despierta,
despierta estaba la noche.
Y estaba sobresaltado
para siempre el rey Herodes.
* * *
El poeta Casaldáliga nos lleva de la mano a aquel otro, que, a base de locuras, llegó a ser el más cuerdo de todos: Francisco de Asís. Para celebrar navidad inventó el nacimiento. Nada de santaclaus, trineos y nieve, que no los hay en Palestina, sino seres humanos, llenos de vida, de trabajos y de amor. Y si me permites un paréntesis, ha armado un considerable revuelo un debate en el estado de California sobre reducir navidad a pura fiesta y eliminar cualquier simbolismo religioso que recuerde tu nacimiento. Y quizás es mejor que sea así, si los símbolos religiosos no están llenos de vida, y se convierten en comparsas de luces, trineos y santa claus, que ni sienten ni padecen.
El nacimiento es otra cosa. Las figuras de José y María nos dicen bien de dónde vienes. De tu padre José -vir iustus, varón justo- aprendiste a ser trabajador y honrado, soñador de libertad y luchador por la justicia. De tu madre María -aquí la llamamos “la buena vecina”- aprendiste el cuidado cotidiano y la ternura. Y aprendiste a alegrarte en el Dios de los pobres. Para sorpresa y espanto de muchos hasta el día de hoy, decía María que Dios “derribó a los potentados de sus tronos y ensalzó a los humildes”, que “a los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada”. No habla así la Carta de Derechos Humanos de Naciones Unidas, y ni siquiera la doctrina social de la Iglesia. Y tampoco es una proclama de las democracias y del estado de bienestar. Sí llegan a visitarte los pastores, trabajadores, pobres y despreciados. Y también unos sabios, inquietos, de los que buscan sabiduría y ciencia para servir y humanizar, no para medrar.
Hermano Jesús. Tú que ves en lo escondido, más allá de apariencias e hipocresías, estoy seguro de que, al mirar a este mundo nuestro, ves también lo que hay en él de un gran “nacimiento”. No me refiero a ese constructo que llaman el “mundo globalizado”, sino a lugares, pueblos, grupos y personas que, con sus vidas, mantienen al mundo en pie, con ojos limpios amantes de la verdad, con hambre y sed de justicia, con trabajo por la paz. Y me parece muy importante recordarlo estos días para conocerte a ti, también a través de “leyendas vivientes”, tus testigos de hoy, y para renacer nosotros en navidad.
Veamos. Marías hay muchas, en cantones y en los mercados populares, como las hubo en guindas (huídas forzadas y repentinas, arriesgadas, en silencio, para salvar la vida) y en refugios, y como las hay en muchos hogares, cargando con el peso de los hijos y de la casa. Y hay otras Marías, como las cuatro religiosas mártires norteamericanas que hemos recordados estos días. Sin ser madres, dieron la inmensa riqueza de su ser mujer.
Tambien hay Josés, campesinos y obreros, que se rebuscan para vivir y llevar vida a la casa. Con frecuencia abandonan tierra y hogar para poder mantenerlo desde lejos. Y también hay otros varones justos más conocidos, en nuestros días el Padre Jon Cortina. Y por cierto, en sus últimos años dio vida -desmitificando, digamos para el lector ilustrado- una escena navideña -leyenda piadosa y trágica en aquellos tiempos y realidad cruel en nuestros días- que no suele ser tomada en serio: el destino de miles de niños y niñas. El Padre Cortina se enfrentó a los Herodes de nuestro tiempo, buscó, con vida, a niños que habían sido robados por militares, y los devolvió a sus mamás. Pero Herodes sigue matando sin piedad. Según la organización de Naciones Unidas para la Niñez, UNICEF, la mitad de los dos mil millones de niños en el mundo viven en pobreza y miseria, y al año mueren de hambre cinco millones de niños. Y bien sabemos que, según dónde nace el niño, así será su “navidad”: los costos de la gestación y nacimiento de un bebé en Estados Unidos son 400 veces mayores que en Etiopía. Así es el mundo “globalizado”.
Pastores, pobres, con trabajo mal pagado o sin trabajo, sin dignidad y sin nombre, es lo que más abunda en nuestro mundo, y no hace falta repetirlo. Siguen esperando salvación. Siguen rezando a su Dios, que no es el Dios oficial. Y a ti, Jesús, bien lo sabes, no te tienen miedo. En su inmensa mayoría no saben exactamente quién eres. Son incapaces de repetir, y menos de comprender, fórmulas ortodoxas, pero intuyen que eres de los suyos. Y tienen toda la razón.
Hoy se movilizan, y mueven a otros a unirse en movimientos y organizaciones de todo tipo, pero con sabor popular: mujeres, indígenas, ecologistas, ecuménicos, interreligiosos, de derechos humanos, de solidaridad... A veces se juntan por miles, y les une la esperanza de que “otro mundo es posible”. Algunos “sabios” lo analizan teóricamente y hacen propuestas para caminar en esa dirección. Cuánto poder tengan, Dios lo sabe. Pero mantienen una esperanza: que los “pastores” de hoy, junto con algunos “sabios”, acumulen fuerza y vigor para cambiar un mundo inhumano. Y en cualquier caso, que el poder que acumulen tome un sesgo humanizador, no como el de los poderes de siempre.
* * *
Hermano Jesús. Estas personas, las del nacimiento de ayer y las que viven en nuestro mundo de hoy, son “contextos” y “principios hermenéuticos”. En la medida en que reproduzcamos en nuestra vida a la buena vecina, a un varón justo, a pastores de vida difícil, a sabios inquietos, estaremos, existencialmente, más cerca de ti. Comprenderemos mejor lo que fuiste de mayor, misericordioso y fiel, defensor del débil y profeta contra el opresor. Comprenderemos mejor tu cruz, y no será una sorpresa total que Dios te devolvió a la vida, para animarnos, inspirarnos, humanizarnos. Y escucharemos tu palabra “sígueme“.
Para todo eso puede servir “navidad”. Pero como es también una fiesta religiosa quiero fijarme en una cosa más, que ya te la dije en la carta del año pasado. Jesús, daba gusto verte ante tu Dios. A veces retirado. A veces con la gente. “Llamemos a Dios “Padre”, decías, “porque es bueno con los pequeños”. Así era Dios para ti, no como el de los sacerdotes del templo que exigían sacrificios, bueyes y ovejas, ni como los dioses de los romanos, que daban miedo y asustaban con rayos y truenos. En ese Dios confiabas y en ese Dios descansabas. Los que te conocieron bien y de cerca, lo resumieron todo en dos palabras: “pasó haciendo el bien”. Alguien -anticipándose a Calcedonia- dijo que eras como nosotros: “no se avergüenza de llamarnos hermanos”. Y cuando te veían tan buena gente, añadían con espontaneidad: “es que Dios estaba con él”.
* * *
Así te recordamos, hermano Jesús, en nuestra Iglesia de El Carmen. Está llena de gente que la ha aseado y adornado. El coro ha preparado bien los cantos, otros han preparado las moniciones y las lecturas, todo con gran cariño.
Te recordamos en una eucaristía, una comida de hermanos y hermanas. Estás presente en el pan y en el vino. Y estás presente de manera entrañable, “cuando nos amamos los unos a los otros como tú nos has amado”. Entonces te hacemos presente a este mundo que tanto te necesita. Y entonces brilla el servicio, la fraternidad y el amor.
Este es el ideal de la humanidad de siempre. El pregón que hemos escuchado dice que naciste “cuando todo el orbe estaba en paz”. Por eso navidad es tiempo de paz, pero es, a la vez, clamor a construir la paz. Y por cierto, no la pax romana, la inacción obligada de los sometidos, tan parecida a la paz que hoy quiere imponer por doquier el imperio del norte, sino el shalom, un mundo en paz y justicia, reconciliación y fraternidad.
Y ojalá comencemos esa noble tarea por nosotros mismos, en nuestra familia. Si algo bueno, humano y cristiano, se conserva todavía de las tradiciones navideñas es la cena de familia, todos alrededor de una mesa. Ojalá en las comidas de estos días sepamos compartir cariño, comprensión, reconciliación, y también perdón, cuando sea necesario. Que sanen las heridas y abunde la alegría.
Así celebraremos navidad como Dios manda. Nos alegraremos de que hayas venido y te hayas quedado con nosotros. Y nos alegraremos de que en ti y contigo Dios está con nosotros.
Jon Sobrino
24 de diciembre, 2005
El Carmen, Santa Tecla
De Benedicto XVI
Misa de medianoche
El Niño en el pesebre es verdaderamente el Hijo de Dios. Dios no es soledad eterna, sino un círculo de amor en el recíproco entregarse y volverse a entregar. Más aún, en Jesucristo, el Hijo de Dios, Dios mismo se ha hecho hombre. El eterno hoy de Dios ha descendido en el hoy efímero del mundo, arrastrando nuestro hoy pasajero al hoy perenne de Dios. Dios es tan grande que puede hacerse pequeño. Dios es tan potente que puede hacerse inerme y venir a nuestro encuentro como niño indefenso, a fin de que podamos amarlo. Es tan bueno que puede renunciar a su esplendor divino y descender a un establo para que podamos encontrarlo y, de este modo, su bondad nos toque, nos sea comunicada y continúe actuando a través de nosotros. Esto es la Navidad. Ha elegido como signo suyo al Niño en el pesebre: Él es así. De este modo aprendemos a conocerlo. Y sobre todo niño resplandece algún destello de aquel hoy, de la cercanía de Dios que debemos amar y a la cual hemos de someternos; sobre todo niño, también sobre el que aún no ha nacido.
“Dios es luz, en Él no hay tiniebla alguna”, nos dice san Juan (1 Jn 1,5). La luz es fuente de vida. Pero luz significa sobre todo conocimiento, verdad, en contraste con la oscuridad de la mentira y de la ignorancia. Así, la luz nos hace vivir, nos indica el camino. Pero además, en cuanto da calor, significa también amor. Donde hay amor, surge una luz en el mundo; donde hay odio, el mundo queda en la oscuridad. Ciertamente, en el establo de Belén ha aparecido la gran luz que el mundo espera. En aquel Niño acostado en el pesebre, Dios muestra su gloria: la gloria del amor, que se da como don a sí mismo y que se priva de toda grandeza para conducirnos por el camino del amor. La luz de Belén nunca se ha apagado. Ha iluminado a hombres y mujeres a lo largo de los siglos, “los ha envuelto en su luz”.
El Niño que anuncia Isaías lo llama él mismo “Príncipe de la paz”. De su reino se dice: “La paz no tendrá fin”. En el Evangelio, se anuncia a los pastores la “gloria de Dios en lo alto del cielo” y la “paz en la tierra”. En su ambiente, los pastores eran despreciados; eran considerados poco de fiar y en los tribunales no se les admitía como testigos. Pero ¿quiénes eran en realidad? Ciertamente no eran grandes santos, si con este término se entiende personas de virtudes heroicas. Eran almas sencillas. El Evangelio destaca una característica que luego, en las palabras de Jesús, tendrá un papel importante: eran personas vigilantes. Esto vale ante todo en su sentido exterior: por la noche velaban cercanos a sus ovejas. Pero también tiene un sentido más profundo: estuvieron disponibles para la palabra de Dios. Su vida no estaba cerrada en sí misma; tenían un corazón abierto. De algún modo, en lo más íntimo de su ser, le estaban esperando. Su vigilancia era disponibilidad; disponibilidad para escuchar, disponibilidad para ponerse en camino; era espera de la luz que les indicara el camino.
Dios busca a personas que sean portadoras de su paz y la comuniquen. Roguémosle para que no encuentre cerrado nuestro corazón. Esforcémonos por ser capaces de ser portadores activos de su paz, precisamente en nuestro tiempo. Por eso rogamos: “Cumple tu promesa, Señor. Haz que donde hay discordia nazca la paz; que surja el amor donde reina el odio; que se haga luz donde dominan las tinieblas. Haz que seamos portadores de tu paz”. Amén.
Mensaje de Navidad
“Les anuncio una gran alegría: hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor” (cf. Lucas 2,10-11). Es cierto que en el milenio concluido hace poco, y especialmente en los últimos siglos, se han logrado tantos progresos en el campo técnico y científico; son ingentes los recursos materiales de los que hoy podemos disponer. No obstante, el hombre de la era tecnológica, si se encamina hacia una atrofia espiritual y a un vacío del corazón, corre el riesgo de ser víctima de los mismos éxitos de su inteligencia y de los resultados de sus capacidades operativas. Por eso es importante que abra la propia mente y el propio corazón a la Navidad de Cristo, acontecimiento de salvación capaz de imprimir renovada esperanza a la existencia de todo ser humano.
“Despiértate, hombre: por ti, Dios se ha hecho hombre” (S. Agustín, Serm., 185). ¡Despierta, hombre del tercer milenio! En Navidad, el Omnipotente se hace niño y pide ayuda y protección; su modo de ser Dios pone en crisis nuestro modo de ser hombres; su llamar a nuestras puertas nos interpela, interpela nuestra libertad y nos pide que revisemos nuestra relación con la vida y nuestro modo de concebirla. A menudo, se presenta la edad moderna como inicio del sueño de la razón, como si la humanidad hubiera salido finalmente a la luz, superando un período oscuro. Pero, sin Cristo, la luz de la razón no basta para iluminar al hombre y al mundo.
Hombre moderno, adulto y, sin embargo, a veces débil en el pensamiento y en la voluntad, ¡déjate llevar de la mano por el Niño de Belén, no temas, fíate de Él! La fuerza vivificante de su luz te alienta a comprometerte en la construcción de un nuevo orden mundial fundado sobre relaciones éticas y económicas justas. Su amor guía a los pueblos y esclarece su conciencia común de ser “familia” llamada a construir vínculos de confianza y de ayuda mutua. Una humanidad unida podrá afrontar los numerosos y preocupantes problemas del momento actual: desde la asechanza terrorista a las condiciones de pobreza humillante en la que viven millones de seres humanos, desde la proliferación de las armas a las pandemias y al deterioro ambiental que amenaza el futuro del planeta.
Que Dios que se ha hecho hombre por amor al hombre aliente a todos los que trabajan por la paz y el desarrollo integral en África, oponiéndose a las luchas fratricidas, para que se consoliden los procesos políticos todavía frágiles y se salvaguarden los más elementales derechos de los que están sumidos en trágicas situaciones, como en Darfur y en otras regiones de África central. Que lleve a los pueblos latinoamericanos a vivir en paz y concordia. Que anime a los hombres de buena voluntad en Tierra Santa, en Irak, en Líbano, donde, aunque no falten signos esperanzadores, éstos han de ser confirmados por comportamientos inspirados en la lealtad y la sabiduría; que favorezca los procesos de diálogo en la península coreana y en otras partes de los países asiáticos, a fin de que se superen las divergencias peligrosas y, con espíritu amistoso, se alcancen los logros de paz que tanto esperan sus pobladores.
Noviciado
El ocho de diciembre de 1934, nace Jon de Cortina en Bilbao, España. Dos años después comenzó el largo gobierno de Francisco Franco. Entre los recuerdo de Jon, solía contar: “Fue por la dictadura de Franco que tuve que salir al exilio junto a mi madre. Claro que yo estaba muy pequeño para recordar detalles, pero mi madre nos contó que habíamos sido testigos, a lo lejos, del bombardeo hecho por Franco al pueblo de Gernika”.
A los 21 años comenzó su noviciado jesuita y poco después fue enviado a misiones como se solía decir en esos tiempos. “Yo pedí venir a El Salvador, y llegué por primera vez el 14 de septiembre de 1955”. El noviciado en Santa Tecla le hizo gustar la tierra cuscatleca en un servicio a Centro América. Después siguió sus estudios jesuíticos y sus estudios de ingeniería civil por otras tierras hasta volver de manera definitiva a El Salvador en 1973. Especialmente su trabajo en la UCA como docente de ingeniería.
Catedrático
Después, que regresó de sus estudios de doctorado en ingeniería, Jon dedicó todo su tiempo a la enseñanza en la UCA. Cortina siempre recordaba las diversas ofertas que recibió estando en su doctorado y el dinero que le presentaban solo al inicio. Con una sonrisa veía toda esa historia que terminaba en las aulas exigiendo a los estudiantes una disciplina y un conocimiento serio y riguroso. Se iba a construir para la gente. La gente merece respeto y lo mejor nuestro.
Sus antiguos estudiantes recuerdan las horas de estudio y el rechinar de dientes antes los problemas de Resistencia. Pero también veían al ingeniero que visitaba y acogía a los pobres. Les mostraba a sus estudiantes que estaba para ayudar a la gente.
Religioso y acompañante de los pobres
La muerte de Rutilio Grande en Aguilares en 1977 le conmovió. Lo puso ante la gran respuesta de ese campesinado que veía en el P. Tilo ese gran patriarca que siempre los defendió. También le hizo ver la fuerza del rostro de Monseñor Romero que había conocido días antes siendo ya Arzobispo de San Salvador. Cortina después que expulsaron a los otros jesuitas de Aguilares, en mayo de ese año, siguió apoyando la parroquia de Aguilares. Al mismo tiempo que visitaba durante la semana el refugio de San José de la Montaña, el refugio de la Basílica y el refugio de la Iglesia de San Roque sin dejar de dar sus clases en la universidad. Le impactó muchísimo un joven de 12 años que había sido el único sobreviviente en una masacre en su comunidad y cómo contaba que se había salvado porque su abuelita lo cubrió con su cuerpo y lo dieron por muerto.
De Monseñor Romero siempre decía que se estaba ante una clase de teología y ante una espiritualidad de acompañamiento con la gente que no tenía parangón. Era hablar de Dios a la gente y a Dios de la gente: el evangelio encarnado. Por eso, citaba a menudo una frase de Monseñor que había sido dicha respecto a las primeras tomas de Iglesias: “yo pienso que lo más cristiano es acompañar al pueblo”. Esa frase se volvió camino fiel para caminar siempre humildemente con el pueblo.
Desde los ochenta había estado visitando algunas comunidades de Chalatenango. Ya en el 85 pide ir de fijo por las zonas de San José las Flores, Los Ranchos, Guarjila y otros caseríos. En Guarjila estableció su lugar de estancia, incluso estuvo a punto de ser asesinado por la bala de un francotirador del ejército. Mostraba el agujero en el carro con una sonrisa, diciendo que Dios no lo quería todavía con él. Así hubieron otras ocasiones donde las comunidades lo escondían o lo cuidaban.
Pro-Búsqueda
Después de los acuerdos de Paz se encontró con la búsqueda que tenían varías madres o familiares de niños o niñas que habían sido raptados en los momentos de los operativos, algunos sabían que estaban vivos. De ahí nació el acompañamiento de estas personas en su deseo de reencontrarse con sus hijos o hijas. Apareció la asociación Pro-Búsqueda que hoy tiene más de quinientas denuncias de niños y niñas desaparecidas. Con la alegría de haber logrado que más de un centenar de estos niños y niñas hayan reencontrado a sus madres biológicas o a sus familiares cercanos vivos.
Sr. George Bush, presidente de los Estados Unidos de Norte América
He decidido escribirle, movido por lo que dice el expresidente y Premio Nóbel de la Paz, Jimmy Carter:
«Me cuesta reconocer a estos Estados Unidos... En estos últimos años me he sentido cada vez más preocupado por muchas políticas del gobierno que amenazan principios fundamentales: el compromiso con la paz, la justicia social y económica, las libertades civiles, nuestro medio ambiente y los derechos humanos… Peligran también compromisos históricos, como facilitar a los ciudadanos información veraz y respetar las voces del disenso... Nos hemos convertido en los principales culpables de la proliferación nuclear… Más preocupante es el hecho de que los EE.UU. han rechazado los Acuerdos de Ginebra y han aprobado el uso de la tortura en Irak, Afganistán y Bahía de Guantánamo. El presidente y el vice-presidente insisten en que la CIA debe tener libertad para hacer uso de «un trato o castigo cruel, inhumano o degradante» contra personas que se encuentran bajo la custodia de EE.UU».
Hasta aquí no he hecho más que transcribir las preocupaciones del ex presidente Jimmy Carter. ¿Hacia dónde va usted, señor presidente Bush? Usted está arrastrando a su país y al mundo a situaciones límite. Se ha convertido en un peligro para la humanidad en su afán de identificar como terroristas a todos los que se oponen a sus deseos, siendo así que su política aplica el terrorismo de Estado, con los mismos mecanismos que utilizaron las dictaduras militares en el Cono Sur: el Plan Cóndor, métodos aberrantes como el secuestro y la desaparición de personas. Muchos países europeos exigen hoy explicaciones por utilizar sus aeropuertos para trasladar clandestinamente a secuestrados por la CIA y someterlos a torturas en otros países. Usted habla de democracia, y en Irak pretende imponer una «democradura» con elecciones dirigidas. Usted desconoce las resoluciones de las Naciones Unidas, es responsable de muchas violaciones y crímenes de lesa humanidad. La Asamblea General votó, por mayoría abrumadora, 196 votos a favor y sólo cuatro en contra, que levante el bloqueo a Cuba, pero usted continúa con el bloqueo. Además, instala bases militares en todo el mundo, somete a gobiernos y los extorsiona para que permitan el ingreso de tropas norteamericanas, como en Paraguay, en Centroamérica, Ecuador y Colombia, entre otros. Ha invadido países como Haití, junto con Francia y Canadá. Jimmy Carter lo dice con toda claridad: Usted ha convertido a EE.UU. en un Estado terrorista, al igual que sus cómplices Blair y Berlusconi.
Creo, Señor Presidente, que el pueblo de los EE.UU. debe ponerse en pie, pedir su renuncia y procesarlo por crímenes contra la humanidad. Usted no es digno de dirigir a ese país, que sabe de luchas sociales. En EE.UU. muchos se opusieron a la guerra en Vietnam, asumieron la lucha por los Derechos Civiles que lideró Luther King, organizaron grandes movilizaciones de rechazo a la Escuelas de las Américas...
No puedo dejar de recordar a Henry Thoreau, quien se negó a pagar impuestos injustos, que iban a ser utilizados en la guerra contra México, y aceptó la cárcel antes de ceder a las injusticias; y a los trabajadores de Chicago que reclamaron sus derechos. Y ha habido muchísimas otras manifestaciones de rechazo de injusticias y desvíos del poder, entre ellos exigir la renuncia al presidente Nixon.
Por último, Señor Presidente, le pido y le exijo que deje de violar los derechos humanos de las personas y los pueblos. Usted tiene la obligación de respetar y contribuir con su gobierno a atender a los más necesitados y a los inmigrantes en los EE.UU, a luchar contra la pobreza, el analfabetismo y la discriminación racial. Es urgente abolir la pena de muerte. Es necesario que libere a los cinco prisioneros cubanos acusados injustamente de terrorismo, y que respete el derecho de sus familias a visitarles. Es necesario que termine con los ataques contra Venezuela, en particular contra su Presidente Hugo Chávez. Es necesario que cambie su política de querer imponer a otros países sus condiciones. El fracaso que tuvo en la Cumbre de las Américas en Mar del Plata, Argentina, al intentar imponer el ALCA, a pesar del apoyo de México y Chile, le tiene que hacer pensar que los pueblos no son manejables y pasivos, tienen la fuerza para exigir que se respeten sus derechos.
No debe olvidar que hay nuevos emergentes sociales, culturales y políticos en el continente y el mundo. Es necesario que convierta su agresión en cooperación, su violencia y carrera armamentista, en proyectos de desarrollo para la vida y no para la muerte.
Siempre existe la Esperanza. Los cambios son posibles. Un Nuevo Año significa la renovación y la posibilidad de construir nuevos caminos. Le saludo con Paz y Bien.
Adolfo Pérez Esquivel,
Buenos Aires, 23 de diciembre del año 2005
Texto ligeramente editado
Un muro contra los emigrantes en Estados Unidos
El 16 de diciembre la Camára de Representantes endureció las políticas de inmigración, aprobando una ley con 239 votos a favor y 182 en contra. Quienes den trabajo a inmigrantes indocumentados se arriesgan a pagar multas de hasta $25,000. Los inmigrantes ilegales arrestados en la frontera deberán ser detenidos y deportados.
La medida más sorprendente fue aprobada el día 15 a la noche: el gobierno gastará más de $2.2 billones para construir, a lo largo de California y Arizona, en la frontera con México, un muro de unos 1,100 kilómetros. Cada kilómetro costará alrededor de millón y medio de dólares.
Esta iniciativa proviene del grupo más retrógrado del partido republicano. Los moderados, aunque no favorecen el proyecto, votaron a favor, para no ser acusados de «blandos» ante las elecciones de noviembre de 2006.
Hay serias dudas de que el proyecto sea aprobado en el senado. Y ya hay críticas muy fuertes. La Conferencia de Jesuitas dice que el proyecto es «insensato», y los obispos católicos se oponen rotundamente. La nueva ley considera delito «ayudar» a personas sin documentos para residir o permanecer en el país, lo cual puede aplicarse a grupos humanitarios que trabajan en la frontera.
Comentarios. 1. ¿Quién construirá el muro? Lo harán los latinos que ya han emigrado a Estados Unidos, pues costaría el doble que lo construyeran estadounidenses sindicalizados. 2. En el año 2005 sólo en la frontera con Arizona murieron 307 inmigrantes, y el número sube cada año. 3. Crece el distanciamiento con América Latina: Castro, Chávez, Evo Morales… 4. Los latinos dicen: «Seguiremos pasando la frontera».
Nos piden que apoyemos desde El Salvador la campaña del 0.7: que los
países ricos den, por fin, el 0.7 por ciento de su producto interno bruto, para
poner fin a la pobreza. El escándalo es mayúsculo y en tiempos de “globalización”,
la hipocresía no tiene nombre. A continuación publicamos las ideas principales
de un artículo del P. J. María Castillo desde España.
Cuando nos hablan del hambre y la miseria en el mundo, todos (o casi todos) sentimos mala conciencia. Lo que quiero decir es que hoy es posible superarla. El profesor Jeffrey D. Sachs, al que el New York Times ha presentado como «probablemente el economista más importante del mundo», demuestra, con enorme y minuciosa documentación, que el fin de la «pobreza extrema» está a nuestro alcance. Nuestra generación puede, sin especial esfuerzo, ver un mundo sin pobres a ese nivel de pobreza. Los pobres ya no aguantan más. Muchos millones de ellos no están dispuestos a seguir soportando hambrunas, guerras y pandemias. Y los países ricos saben que se avecina el día en que no será posible detener a tanta gente desesperada con vallas de alambre o policías en playas y fronteras. La pregunta no es si los ricos se pueden permitir ayudar a los pobres, sino si se pueden permitir no ayudarles.
El Banco Mundial estima que unos 1.100 millones de personas viven en extrema pobreza. Tienen que sobrevivir con menos de un dólar al día, lo que no alcanza para la alimentación de supervivencia -ocho millones de personas mueren todos los años porque son demasiado pobres. Dice el profesor Sachs: “todas las mañanas, los periódicos podrían informar que más de 20.000 personas murieron ayer a causa de la pobreza extrema». Es decir, «murieron de hambre seguramente la muerte más cruel. ¿Tiene esto remedio? Sí, y fácil si se quiere, y si el mundo rico cumple con lo prometido: dar el 0,7 por ciento del Producto Interno Bruto. En otras palabras, la solución afecta a menos del 1 por ciento de la renta del mundo rico.
Se ha dicho que la solución del 0,7 por ciento no resuelve el problema de la pobreza, sino que la solución es promover el desarrollo y el crecimiento económico de los países pobres. Y es verdad. Pero eso sólo vale para «los pobres», los que viven con un par de dólares al día, que son 1.500 millones. Pero no vale para los 1.100 millones que sobreviven en el nivel ínfimo de la «pobreza extrema» y se debaten entre la vida y la muerte. Porque ésos no pueden ni desarrollarse. A ésos hay que sacarlos de esa situación lo antes posible. Porque el hambre mata. Y mata pronto. Incluso el desarrollo puede esperar, el hambre no.
¿Y qué hacer de nuestra parte? Urgir a los gobiernos de los países ricos a que den el 0,7 por ciento del PIB para que los organismos internacionales, que gestionan los Objetivos de Desarrollo del Milenio, consigan llegar a tiempo de evitar que tantas criaturas inocentes se mueran de forma tan cruel. Pero no es tan fácil. Los gobiernos no lo hacen porque los ciudadanos no presionamos en esa dirección. Los políticos saben que, si no dan ese dinero, eso no influye en las urnas. No lo dan, y ello no impide que ganen las elecciones, y por eso no lo dan. ¿No ha llegado el momento de que neguemos nuestro voto a todo político, sea del color que sea, que no se comprometa a evitar tanto sufrimiento y tanta muerte -y de que estemos dispuestos, los ricos a vivir un poquito peor?
2 de diciembre. Las comunidades escriben su propia historia. María Candelaria García Ayala ha publicado un libro que se llama Un legado de amor, donde recoge testimonios sobre la hermana Dorothy Kazel y la misionera Jean Donovan, que fueron asesinadas junto con Maura Clarke e Ita Ford, por la Guardia Nacional el 2 de diciembre de 1980. Felicitamos a Cande por este aporte que nos ofrece e invitamos a las comunidades a seguir su ejemplo.
16 de diciembre. La Cámara de Representantes de los Estados Unidos aprobó la Ley de Protección Fronteriza, Antiterrorismo y Control de la Inmigración Ilegal, popularmente conocida como la ley del muro porque entre las medidas que contempla está la construcción de muros en 1,000 kilómetros de los 3,200 kilómetros de distancia que tiene la frontera de Estados Unidos con México. La ley todavía tiene que discutirse en el Senado de los Estados Unidos para que sea aprobada. No hay muro que detenga la emigración, porque la pobreza aprieta. Urge impulsar la pastoral de los emigrantes porque a diario vemos a muchos jóvenes de nuestras comunidades emprender el viaje. Algo habrá que hacer para que se respeten los derechos de nuestras hermanas y hermanos emigrantes y no sean tratados como terroristas y delincuentes.
18 de diciembre. Evo Morales, un campesino aymara, ganó la elecciones en Bolivia. Es la primera vez que un indígena será presidente. Las comunidades han recibido con alegría y esperanza esta noticia. Evo Morales en estos días ha realizado una gira por varios países. A su paso por Venezuela, recordó unas palabras de sus antepasados indígenas que son todo un programa de gobierno: ama sua, ama llulla, ama k´ella, que quiere decir: no seas flojo, no seas mentiroso, no seas ladrón.
28 de diciembre. El día de los Santos Inocentes, más de quinientas personas de las comunidades eclesiales de base de la Zona Costa-Bajo Lempa se congregaron en La Quesera (Usulután) para celebrar el vigésimo sexto aniversario de la masacre que el ejército cometió contra la población indefensa en ese lugar. Corría el año 1981, la guerrilla dinamitó el Puente de Oro el 15 de octubre. Unos días después, desde el 21 al 30 de octubre, los batallones Atlacatl y Atonal, con el apoyo de la Fuerza Aérea, en una acto de venganza y represalia, arremetieron contra la población indefensa. En el 2004, Tutela Legal de Arzobispado, atendiendo la petición de los familiares de las víctimas y de las CEBs de la zona, inició un proceso de investigación y exhumaciones. En el lugar conocido como Loma del Pájaro, se encontraron osamentas de 33 personas, en su mayoría menores de edad. En la celebración de este año se inauguró un mural que relata la masacre.
1 de enero de 2006. Como todos los años, el Equipo Maíz nos regala el calendario de “los caídos” durante los años de la represión (1978-1980) y el tiempo de la guerra (1981-1992). El calendario recoge más de mil fotografías con los rostros y nombres de la gente de nuestro pueblo que entregaron su vida por la causa de la justicia y la liberación. No podemos y no debemos olvidarlos.
13 de diciembre. Las comunidades cristianas de las parroquias de Chalatenango, con el apoyo de la diócesis y Cáritas, se concentraron en el desvío Amayo para manifestar su rechazo a varios proyectos que el Gobierno pretende realizar en la zona norte del país: la presa hidroeléctrica El Cimarrón, la carretera Longitudinal del Norte y la explotación minera. Las comunidades denuncian que estos proyectos provocarán el desalojo de sus tierras de muchas familias campesinas, ocasionará más destrucción del medio ambiente y dejará beneficios solo a una minoría. Las comunidades cristianas de Chalate nos dan otra vez ejemplo de lo que debe ser la nota distintiva de los cristianos y cristianas: el profetismo.
14 de diciembre. Bajo una inesperada lluvia se celebró un acto artístico en el Parque Cuzcatlán para conmemorar el décimo cuarto aniversario de la firma de los acuerdos de paz (16 de enero de 1992). El acto fue organizado por la Alcadía de San Salvador y fue dedicado especialmente al Padre Jon Cortina. Varios canta autores de México y Centroamérica nos recordaron con sus cantos que la paz con justicia es un compromiso permanente.
15 de diciembre. En la cripta de catedral se celebró la eucaristía en memoria de la hermana Silvia Maribel Arriola, de la pequeña comunidad. El padre Rogelio presidió la eucaristía. En la homilía hizo un breve recuerdo de la vida de Silvia. La hermana Silvia era religiosa guadalupana, por motivos de estudios de sociología visitó los tugurios de la Tutunichapa, allí vio muy cerca la realidad de miseria en que vive el pueblo, allí también conoció la experiencia de las comunidades eclesiales de base y la “pequeña comunidad”, una nueva experiencia de vida religiosa inserta en medio del pueblo. Silvia dejó la congregación guadalu-pana y se unió la pequeña comunidad con Isabel y Noemí. Estuvo muy cerca de Monseñor Romero; junto a Isabel eran las secretarias de Monseñor Romero. Cuando se vino la guerra, en 1981, Silvia, luego de mucha oración y discernimiento, decidió acompañar al pueblo en los frentes. A los pocos días, fue asesinada en Cutumay Camones (Santa Ana) en un operativo del ejército. Cuando el Padre Rogelio exaltó la santidad de la hermana Silvia porque amó hasta el heroísmo, la asamblea respondió con un prolongado aplauso, pero el Padre Rogelio, entonces cuestionó: “Mucho cuidado con ese aplauso, porque a las santas y los santos no sólo se les da homenaje, sino que se sigue su ejemplo”.
En la profesión de ofrendas, varias hermanas religiosas presentaron canastos con pétalos de rosas rojas y las esparcieron sobre el altar, como símbolo de la sangre de Jesús y de los mártires que se derrama por la vida del pueblo. Las ofrendas concluyeron con la danza folclórica de la cruz. La cripta estaba abarrotada por el pueblo, entre los asistentes se encontraba don Alejandro, papá del Padre Octavio Ortiz, de quien se celebrará el aniversario de su asesinato el próximo 20 de enero. Don Alejandro, ya anciano, como dijo el Padre Rogelio, “es un símbolo de resistencia”. También estuvo presente la Procuradora de los Derechos Humanos, Beatrice de Carillo, quien al final de la eucaristía tomó el micrófono para decir: “Ustedes son ahora Monseñor Romero. Delante de ustedes, me comprometo con la causa del pueblo, con la causa de la verdad”. Sus palabras fueron acogidas con un emotivo aplauso.
Las comunidades
Año nuevo, problema viejo. La violencia sigue arrebatándole vidas al pueblo salvadoreño y ocasionándole otros males. En el año que recién terminó fueron 3,697 los homicidios, según la Policía Nacional Civil (PNC). Eso confirma que la falta de una verdadera paz en el país.
Hace catorce años terminó la guerra; entonces, con mucha ilusión, la gente miraba al futuro creyendo confiada que iniciaba el camino hacia la paz. Así decía la propaganda de Naciones Unidas. Pero algo falló. El muro de la impunidad siguió intacto, negándole a las víctimas la verdad y la justicia que esperaban; el “borrón” y la “cuenta nueva” que reclamó el entonces presidente Alfredo Cristiani buscaban eso y la Ley de Amnistía fue el instrumento utilizado para lograrlo. El mensaje quedó: los que mataron no tendrán castigo, mientras las víctimas deben callarse y sufrir el dolor de sus heridas sin cerrar.
Hubo otros asuntos graves sin solución: la pobreza y la exclusión social. Dos causas principales del conflicto armado y tampoco fueron enfrentadas.
Todo eso ha contribuido a que la situación actual sea tan grave. Al no superar esas y otros males del pasado, las instituciones que crearon o reformaron los acuerdos de paz se fueron manipuladas y debilitadas. Poco a poco, creció de nuevo la sensación de que la justicia era limitada y no alcanzaba a todos por igual. La falta de una estrategia nacional contra la miseria y la marginación sigue provocando migraciones masivas a otros países y separando las familias. Es grande la frustración social por no encontrar en el país un mejor nivel de vida ni oportunidades para salir de la pobreza.
Ahora, en medio de una violencia inaguantable, el reelecto director de la PNC habla de abrir “todos los casos de homicidios por muy viejos que sean”, porque “hay asesinos de hace muchos años que siguen cometiendo delitos”. ¡Qué bien que lo reconoce! Pero hoy, la gravedad del fenómeno exige también otras medidas, pertinentes.
La inseguridad se respira en todo el país. Quienes tienen recursos tratan de convertir sus casas en fortalezas impenetrables; quienes no, aunque sea consiguen un perro. Empresas y grandes residenciales se convierten en fortalezas, con guardias armados vigilándolas. ¿Acaso no es la PNC, la que debe brindar este servicio a la población? ¿O ya se privatizó también la seguridad, por la ineficiencia de las instituciones estatales encargadas de garantizarla?
Quienes pueden compran, además, armas de fuego y las matriculan para portarlas como quien carga un lapicero o un reloj. Lo peor es que el “armar” a la población es bien visto por la mayoría de partidos políticos en la Asamblea Legislativa, sabiendo que casi el 80% de los homicidios en el país se cometen con esos artefactos. Quienes deberían declarar ilegal su uso, afirman que no se debe dejar indefensa a la gente honrada.
Es urgente, por ejemplo, enfrentar delitos cada vez más frecuentes como las extorsiones a negocios pequeños y grandes, a conductores y cobradores de buses. Las pandillas, que son una de las tantas expresiones de violencia en el país, han llegado hasta el extremo de controlar colonias y comunidades enteras, e imponerles “toques de queda” durante los cuales nadie puede salir de su casa a menos que quiera enfrentar una muerte segura.
Las consecuencias de todo lo anterior afectan la economía nacional. Las empresas extranjeras no quieren invertir en un país así y eso hace más escaso el empleo. También la economía de las familias sufre si en cada esquina hay que entregar 25 centavos de dólar.
Superar semejante situación no es fácil. Más cuando el gobierno sólo sabe o quiere ocupar la represión violenta, sin considerar en serio la prevención de la delincuencia. La familia y la escuela son pilares fundamentales para una estrategia exitosa. Hay que atacar la desintegración familiar y la violencia en el hogar, así como facilitar oportunidades de superación para hombres y mujeres. En ese esfuerzo se debe atender la salud mental de la población, sobre todo sabiendo que las generaciones actuales han crecido en un ambiente muy conflictivo. Iglesias, escuelas y organizaciones sociales deben intervenir para contribuir a cambiar la actual mentalidad explosiva, de mucha gente, por otra de tolerancia y respeto a los derechos humanos.
Es importante que la sociedad reaccione de forma creativa y valiente frente a las muertes, los robos y las extorsiones. En ese sentido, merecen especial atención las manifestaciones y los bloqueos de calles que han realizado conductores y cobradores del transporte público, quienes no han perdido su capacidad de indignación ante los asesinatos de sus compañeros y han pasado a la acción solidaria para exigir seguridad a las autoridades. En la medida que otros sectores se organicen y reclamen el respeto de sus derechos, habrán más posibilidades de reducir las víctimas producto de la violencia y la delincuencia.
En la persecución de ladrones y asesinos, la PNC y la Fiscalía General de la República han sido incapaces de recoger pruebas para encarcelarlos. Por eso, en la actualidad las declaraciones de testigos son claves para tener éxito. Sin embargo, cada vez son menos las personas que se atreven a dar testimonio por temor a los delincuentes pues consideran que éstos tienen más poder que las instituciones que prometen protegerles. El año pasado, según la prensa, al menos 13 testigos fueron asesinados. Así, es necesario cuidar a todas las personas dispuestas a colaborar con la justicia, tanto víctimas como testigos. También es urgente elegir un nuevo Fiscal General de la República independiente, capaz y con la valentía necesaria para investigar los delitos y lograr que se castigue a sus responsables sin quiénes sean y qué poder tengan.
Además, el Presidente de la República debe dejar de enfrentar la situación pensando en hacerse propaganda y ganar votos para el partido que preside. Ya no sirven las frases huecas como “¡Vamos con todo!” o “¡Malacates, se les acabó la fiesta!”; lo que la sociedad reclama son resultados que, hasta el momento, no se ven.
También se necesita una Policía que respete los derechos humanos de la población y que sea capaz de detener a los malhechores sin violar la ley. Lo que ahora hay es una Policía que bota puertas, quiebra ventanas, golpea gente, asusta a niñas y niños, y saca desnudos o casi desnudos a quienes considera ladrones o asesinos para lucirse ante las cámaras de televisión. Esa Policía debe ser controlada, antes de que se repitan situaciones graves como las ocurridas durante el conflicto amado.
Por último, citando a la Conferencia
Episcopal de El Salvador en su más reciente Carta Pastoral, es necesario un
compromiso común “a fin de ir construyendo juntos, con paciencia y perseverancia,
una sociedad sin violencia (…) donde las familias puedan partir en paz el pan
de cada día, donde los niños sonrían felices y jueguen tranquilos, donde los
jóvenes puedan mirar sin angustia el futuro, donde reinen la justicia, la fraternidad
y la paz”
IDHUCA
Es un libro de Pedro Casaldáliga
y José Luis Cortés. Pedro Casaldáliga nos cuenta cómo nació este proyecto:
«Cortés, a través de Luis Aran-guren, el director de ediciones de PPC, me hizo la propuesta de preparar un libro juntos. Y yo me sentí halagado. Venero a Cortés, hace años, como un evangelizador alternativo y me hacía ilusión producir juntos un mensaje evangélico que ‘llegara’, sembrando inquietud y esperanza.
Cortés y Aranguren me proponían que escogiera yo el asunto, seleccionando de entre mis poemas una pequeña antología temática. Haríamos un libro a cuatro manos y a dos fantasías y a una sola revoltosa fe. Yo pondría la letra y Cortés pondría la música, el dibujo quiero decir.
Y escogí, como tema, el tema. El que debe ser el tema de toda persona cristiana bien nacida: Jesucristo. Ese Jesús que se las trae desde los abismos de la Trinidad y que nos arranca del egoísmo y del miedo y nos compromete con el Reino del «mayor amor» y de «la vida en plenitud». Ese Jesús que está otra vez de actualidad, sobre todo entre la juventud, aunque sea dentro de un torbellino publicitario que arrolla a Jesús con otras muchas figuras bastante diferentes.
Nosotros dos, con nuestros pecados, menores los de Cortés porque no es obispo, queremos creer en Jesús, el de Nazaret. Hijo de la comadre María y del carpintero José, evangelizador de los pobres y excluidos -ellos y ellas-, Crucificado por los poderes neoliberales y religiosos de todos los tiempos y Resucitado por el Padre Dios. Ese, justamente.
Que el Espíritu de ese Jesús ponga un poco de luz y de sal en las palabras balbucientes de mis poemas y en los trazos incisivos de Cortés.
La editorial PPC, Cortés y yo confiamos que este libro pueda servir un poco para meditar, para una celebración, para una catequesis; en la soledad o en la compañía». Esperanzando.