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Universidad Centroamericana José Simeón Cañas



Revista ECA

© 1996 UCA Editores





ECA, No. 576, octubre de 1996





          El presupuesto de la nación para 1997



     La concepción neoliberal del gobierno supone, asaz de

la adopción de un esquema económico

específico, la reducción del Estado de modo que

éste se ocupe de lo estrictamente indispensable para la

sociedad. Y, paradójicamente, una de las funciones

mínimas del Estado es la compensación social por los

efectos de las mismas medidas de ajuste estructural. En las

postrimerías del siglo parece claro, aún para los

mismos neoliberales, que el libre juego de las fuerzas del mercado

agudiza las contradicciones sociales.



     En este orden de ideas resulta claro que el Estado

debería destinar crecientes asignaciones al desarrollo

social, no solamente para compensar los efectos negativos del

ajuste estructural -por ejemplo la reducción del empleo

público, el incremento de precios debido a la

introducción del IVA y el alza en las tarifas de los

servicios básicos- sino también para garantizar que

el proceso de apertura de la economía al mercado

internacional sea consistente con los objetivos del desarrollo

económico y social. 



     Los países que han logrado procesos exitosos de

apertura económica -como los del Sudeste asiático-

han pasado por un marcado proceso de inversión en el recurso

humano de forma que, al momento de proceder a la apertura

económica, la mano de obra se ha convertido en su mayor

ventaja comparativa, permitiéndoles captar inversiones en

industrias como la de los electrodomésticos, computadores,

automóviles, etc., que se caracterizan, entre otras cosas,

por ofrecer niveles salariales relativamente altos.



     En El Salvador, por otro lado, se ha asumido que los

beneficios de la globalización sólo requieren

liberalizar la economía y abrir las fronteras al comercio y

a las inversiones internacionales. La inversión en el

capital humano -se supone- vendrá por añadidura.



     Como prueba de esa concepción qué mejor que la

composición del Presupuesto General de la Nación para

1997. Al igual que los presupuestos anteriores, el de 1997 no

contempla ningún incremento en la inversión social,

aún a despecho de los objetivos declarados y reiterados por

el gobierno. El Plan de Desarrollo Social presentado por el

presidente Calderón en febrero de 1995, y el Plan de

Desarrollo 1994-1999 elaborado un año después,

coinciden en la necesidad de combatir la pobreza y en la promesa de

incrementar el gasto social. El mandatario incluso afirmó

que una de sus mayores pretensiones era lograr que, en 1999, el

gasto social representara el 50 por ciento del presupuesto social.



     Sin embargo, el incremento en el gasto social del presupuesto

de 1997 respecto del correspondiente al año fiscal

precedente se reduce a un 3.3 por ciento. El porcentaje es

ínfimo si lo comparamos con el 26.1 por ciento que

representó el de 1996 respecto del de 1995. De cualquier

modo queda en evidencia que, pese a los constantes incrementos en

los ingresos fiscales y, por ende, en el presupuesto, el gasto

social permaneció estancado. 



     Aunque puede aceptarse la escasez de recursos para financiar

el presupuesto del Estado, tampoco podemos dejar de señalar

que la capacidad de asignar más fondos al área social

es cuestión de voluntad política. Sino, observemos

que durante esta década el gasto destinado a Defensa,

Seguridad Pública, Sistema Judicial y Obras Públicas

se ha incrementado significativamente. Si en la década

pasada la guerra civil mereció los mayores recursos del

presupuesto nacional, durante la presente la delincuencia

común y organizada reclaman la inversión más

fuerte. Aparte de tener implicaciones en la composición del

presupuesto, la necesidad de que el Estado dedique buena parte de

los fondos públicos para reprimir y mantener el orden social

denota la existencia de contradicciones estructurales que mantienen

a algunos sectores marginados del sistema.



     En las siguientes líneas se busca cuantificar la

participación del gasto social en el presupuesto de la

nación para 1997, para contrastarlo con el margen

correspondiente a Obras Públicas, Defensa, Seguridad

Pública y administración de Justicia. Lo hacemos con

el objeto de demostrar que en la elaboración del presupuesto

no se tomó en cuenta la necesidad de incrementar la

prestación de servicios sociales básicos sino

más bien la de contrarrestar otros males sociales, como la

delincuencia, e implementar grandes programas de inversión

pública en infraestructura. Adicionalmente interesa

demostrar cómo la mayor parte del financiamiento de los

crecientes gastos en defensa y seguridad pública está

siendo obtenido de los sectores de menores ingresos que,

paradójicamente, necesitan de menor protección contra

la delincuencia que los sectores de renta más elevada.



     El gasto social se compone de los presupuestos asignados para

los ministerios de Educación, Salud, Vivienda y Desarrollo

Urbano, y Trabajo y Previsión Social. La proyección

es que, para 1997, el gasto social alcance un 25.1 por ciento del

total del presupuesto, es decir, un 0.75 por ciento más que

en 1996, pero un 0.53 por ciento menos que del de 1995 (ver Cuadro

1). Es decir, aunque en relación con el presupuesto de 1996

el gasto social se incremente, su relación con el de 1995 es

de sensible decreMento. El cambio en la composición del

gasto social entre 1996 y 1997 se explica fundamentalmente por el

incremento de la participación del Ministerio de

Educación, que pasó a representar, de un 14.6 por

ciento en el presupuesto de 1996 a un 16 por ciento en 1997. Otra

cartera que aumentará su participación, aunque en

menor medida, es  la de Trabajo, que pasa del 0.21 al 0.3 por

ciento entre los mismos años.



     A contrapelo, la participación del ramo de Salud en el

anteproyecto de presupuesto experimenta una caída, al pasar

del 9.23 por ciento del total en 1996 a sólo un 8.6 por

ciento. Igual pasa con el ramo de Vivienda y Desarrollo Urbano, que

pasa del 0.3 al 0.21 por ciento, entre los mismos años. 





     La política de reducir los gastos en el área de

Salud para incrementar los de Educación podría ser

justificada como un intento de cualificar los recursos humanos; sin

embargo, es injustificable en un país donde, además

de los bajos niveles educativos, la mortalidad infantil es de 56

por mil nacidos vivos, donde el 47 por ciento de los menores de

cinco años padece algún grado de desnutrición,

donde únicamente el 42 por ciento de la población

tiene acceso al agua potable y el 58 por ciento a servicios de

letrinización, donde existe una marcada inaccesibilidad de

la población de escasos recursos a los servicios

públicos de salud y donde un 30 por ciento de los

niños de primer grado presenta retardo en la talla debido a

la desnutrición. 



     Por otra parte, en lo que toca al área de Vivienda no

resulta ocioso destacar el déficit habitacional de 650 mil

viviendas que afecta a cerca de la mitad de los hogares

salvadoreños, o que un 58 por ciento carece de suministro de

agua potable, o que un 42 por ciento no posee servicio de

letrinización, amén que los materiales predominantes

en las construcciones son precarios y de corta vida útil.



     Este contexto social evidencia con claridad meridiana que

tanto Educación como Salud y Vivienda deben recibir

porcentajes cada vez mayores del presupuesto, no a la inversa.



     Esta realidad, empero, no parece ser suficiente para

reorientar la asignación del gasto público hacia el

área social. En cambio los gastos en Seguridad

Pública, Defensa y administración de Justicia han

experimentado un marcado incremento. Entre 1995, año en que

alcanzaron su máxima participación del presupuesto,

y 1997, estos gastos pasarían del 20.78 a un 19.7 por ciento

del total, pero aún así se encuentran a niveles

demasiado elevados para una sociedad en proceso de

transición. Frente a datos como éste la

transición más parece ser hacia nuevas formas de

conflictividad social, como la delincuencia y la violencia.

     Sin embargo, lo más asombroso del presupuesto de 1997

es el tratamiento que se dispensa al ramo de Obras Públicas.

El porcentaje asignado para este ramo experimentó un

incremento notable, pasando del 8.9 al 11.5 por ciento entre 1996

y 1997; es decir, el incremento de la participación de Obras

Públicas fue más del triple que el correspondiente al

área social. En efecto, el área social sólo

incremento su participación en 0.75 unidades porcentuales

mientras que Obras Públicas lo hizo en 2.6. Esta

priorización del gasto ha sido notable en los planes de

gobierno desde el momento en que se procedió a la

ejecución del Plan de Reconstrucción Nacional, en

1992. El plan contemplaba ejecutar el mayor gasto en el área

de reposición de infraestructura. Más recientemente,

las 10 medidas económicas emergentes anunciadas por el

presidente Calderón, en junio pasado, también

pusieron en evidencia que el plan de inversión social en

realidad consistía en un plan de inversión en

infraestructura.



     Otros cambios notables en el presupuesto son la

exclusión de los fondos para lisiados y la reducción

del presupuesto para el desarrollo municipal en relación a

la asignación correspondiente a 1996. En el primer caso se

explica porque los fondos para lisiados son una erogación

más bien de carácter coyuntural; sin embargo, en lo

que respecta al desarrollo municipal la situación es muy

distinta, pues forma parte de los objetivos de mediano y largo

plazo del gobierno. Pareciera que, al igual que con el desarrollo

social, este propósito es sólo un ejercicio

retórico.



     Por otra parte, resulta notable la mayor participación

de las unidades primarias de organización o instituciones de

Estado en el presupuesto. Estas pasaron a representar, del 68 por

ciento del total del presupuesto en 1996, al 69.9 por ciento para

1997. El incremento fue posible merced a la reducción en la

participación del servicio de la deuda pública, las

obligaciones generales y las transferencias varias. 



     Sin contar con las instituciones relacionadas con el

desarrollo social y las obras públicas, las que han

aumentado su participación de manera más notable son

la Presidencia de la República y el ramo de Justicia. Por

otro lado, el ramo de Agricultura y Ganadería y el de

Relaciones Exteriores sufrieron los mayores decrementos, como

reflejo del descuido en el que se encuentra tanto el sector

agropecuario como la planificación económica, pues el

ramo de Relaciones Exteriores absorbió el año pasado

al ramo de Planificación del Desarrollo Económico y

Social.



     Además de las asignaciones reflejadas en el

presupuesto, este también contiene las proyecciones de las

autoridades de Hacienda en torno a las fuentes que

permitirán financiar el gasto público. Para 1997 las

proyecciones de ingreso fiscales muestran que, con todo y reforma

tributaria, el gobierno no estará en capacidad de financiar

de su propia cuenta el presupuesto general de la nación, por

lo que deberá endeudarse todavía más a nivel

externo. El hecho llama especialmente la atención pues uno

de los propósitos fundamentales del programa de gobierno es

aumentar el ahorro público, y a tal efecto se

implementó un programa de reforma impositiva que

incluyó la eliminación de los impuestos a las

exportaciones, al patrimonio, la desgravación arancelaria,

la introducción y posterior elevación del impuesto al

valor agregado (IVA), etc.



     Como resultado de la creación de esta nueva estructura,

el IVA ha pasado a desempeñar un papel protagónico

como fuente de generación de ingresos tributarios al grado

que, para 1997, el gobierno proyecta obtener de él un 52.9

por ciento del total de ingresos tributarios, frente al 47.1 por

ciento que reportaba en sus inicios. El impuesto sobre la renta

también incrementó su participación, de 21.4

a 27.9 por ciento (ver Cuadro 2). 



     La mayor participación del IVA en el total del

presupuesto implica que los impuestos son recaudados

fundamentalmente de los bolsillos de los consumidores, mientras que

los sectores empresariales se limitan a trasladar los impuestos.

Luego, las principales fuentes de ingresos tributarios están

basadas en impuestos que colocan la mayor carga tributaria sobre

los sectores de menores ingresos. 



     Por otra parte es importante destacar la importante

participación del servicio de la deuda externa, aunque no a

los mismo niveles de principios de la década. Si en 1992 el

servicio de la deuda representó un 28.96 por ciento, para

1997 representará un 17.9 por ciento. El porcentaje, empero,

resulta notable considerando las ingentes necesidades sociales del

país y el constante incremento de la deuda pública

observado durante los últimos años.



                            Cuadro 1

      Gasto social y gasto en defensa, seguridad y justicia

_________________________________________________________________

Porcentajes del

total del presupuesto             1995       1996      1997

_________________________________________________________________

Educación                           14.81       14.60     

16.0

Salud                            10.25        9.23      8.60

Vivienda                          0.36        0.31      0.20     

Trabajo y Previsión Social      0.21        0.21      0.30

----------------------------------------------------------------

Desarrollo social                25.63       24.35     25.1 

Seguridad Pública                 9.09        9.10      8.90 

 Defensa Nacional                  7.37        6.00     5.80

Organo judicial                   4.32        5.00      5.00

-----------------------------------------------------------------

Defensa, seguridad y justicia    20.78       20.1      19.70     



Fuente: Anteproyecto del Presupuesto General de la Nación y

revistas del Banco Central de Reserva.





                            Cuadro 2

                      Ingresos tributarios



Porcentajes del total              1993           1997

-----------------------------------------------------------------

Impuesto sobre la renta             21.4          27.9

IVA                                 47.1          52.9

Importaciones                       16.1          10.8

Exportaciones                        0.1          ---

Consumo                              9.5           7.1

Otros                                5.8           1.3

-----------------------------------------------------------------

Fuente: Anteproyecto del Presupuesto General de la Nación y

revistas del Banco Central de Reserva.



     Para 1997 se proyecta un incremento mucho menor en el

presupuesto general de la nación, pero ello no ha impedido

que se incrementen los presupuestos de instancias que no tienen que

ver con el área social, como la Presidencia y Obras

Públicas, ni que se mantengan prácticamente

inalterados los presupuestos de ramas como la Seguridad

Pública y la Defensa Nacional. El incremento en el ramo de

Obras Públicas refuerza la tendencia observada

últimamente en el gobierno de clasificar como "plan de

inversión social" el desarrollo de obras de infraestructura.



     Aunque se cuenta con datos que demuestran las precarias

condiciones de educación, salud y vivienda prevalecientes en

el país y además se conocen posturas gubernamentales

que proponen incrementar el gasto social, lo cierto es que en la

formulación del presupuesto se continúa postergando

la intensificación de la inversión social. La

tendencia a estancar o inclusive disminuir los presupuestos de las

ramas del área social es una muestra clara de ello, y la

formulación del presupuesto de 1997 no ha sido la

excepción, con el agravante de que se mantienen elevados

presupuestos para Defensa y Seguridad Pública y se elevan en

mucho mayor cuantía los gastos en Obras Públicas. De

esta forma se cierra un círculo vicioso. Mientras no se

satisfagan las necesidades sociales el gobierno continuará

viéndose en la necesidad de dedicar crecientes montos del

presupuesto para Defensa y Seguridad, en detrimento de las

asignaciones para el gasto social.



     Las fuentes de financiamiento del presupuesto muestran que,

aún y cuando sólo se registren leves incrementos del

mismo, los ingresos tributarios no son suficientes para financiarlo

totalmente. Este hecho llama la atención sobre la eficacia

de la reforma tributaria, que ha colocado mayor carga sobre

sectores de medianos y bajos ingresos.



     En resumen, el presupuesto de 1997 es una muestra más

de que el discurso gubernamental en materia social se encuentra

alejado de la práctica y que su formulación refleja

que las mayores prioridades son el mantenimiento del orden social

y la construcción -o reconstrucción- de

infraestructura. Mientras no se revierta esta priorización

el país seguirá presentando bajos niveles de

desarrollo humano y continuará siendo un escenario propicio

para la proliferación de la violencia.





                                             Luis E. Romano