En realidad, la concentración llevada a cabo por la derecha tiene como propósito único impedir que la oposición incida de manera determinante en el Estado.

La concentración no puede ser entendida como un mero instrumento para repartir y/o retener cuotas de poder. Esto lleva a un segundo peligro, el de entender la concentración como un asunto que sólo concierne a las cúpulas y elites.

Una verdadera concentración debe comenzar desde abajo y debe ser llevada a cabo desde dentro, en contraposición a la práctica común, según la cual aquella se ha llevado adelante desde arriba y desde afuera. La gran ausente en las concentraciones de la transición ha sido la sociedad, excluida de manera expresa.

El estado de concentración consiste en que la mayor parte de la población posea una conciencia clara y firme sobre su necesidad, de tal manera que consiga ponerlo en marcha y, alcance, a través de él, aquello que necesita para resolver sus problemas más urgentes.

Es necesario y urgente, como un primer paso, forzar al gobierno y a los partidos políticos a disminuir el nivel de confrontación e intolerancia. Cuanto mayor sea la presión que la sociedad, organizada y no organizada, ejerza sobre ellos, tanto mayor será la posibilidad para que la concentración vaya ganando terreno.

En general, la estructura de la economía, tal como se confina en el modelo, es muy similar a la que existía antes del conflicto. La política económica vigente se puede caracterizar como una política diseñada para contraer la demanda agregada de la economía. Lo que no se ha tomado en consideración es que las presiones inflactorias que puedan existir en este rubro se originan en el exterior vía las remesas, que son contable y económicamente diferentes a las exportaciones. En este contexto, el diseño vigente de la política económica, técnicamente sencillo de por sí, ofrece una solución equivocada a un problema que no ha sido diagnosticado apropiadamente.

Este artículo aborda el tema de los niños soldados en El Salvador. Con este fin, el autor se basa en la investigación Niños soldados. Lecciones aprendidas, realizada por el IUDOP y financiada por UNICEF, a finales de 1998, y utiliza el concepto de trauma psicosocial acuñado por Ignacio Martín-Baró para explicar las experiencias y los efectos que la guerra civil salvadoreña habría producido en aquellos niños, niñas y jóvenes que participaron en ella. Dichos efectos se manifestarían actualmente en los planos psicológico-emocional, físico y social de los jóvenes ex combatientes del FMLN y de la Fuerza Armada de El Salvador.

En este artículo, el autor da por sentado que nos hallamos no sólo en un sistema económico mundial, sino en una única sociedad mundial, la cual genera disparidades cada vez más profundas entre los seres humanos y experimenta la contradicción entre un régimen mundial fuera de todo control democrático y con un extraordinario poder para defender los intereses económicos, políticos y culturales de un pequeño fragmento de la humanidad, y la pervivencia de un cierto debate y juego político democrático dentro de los estados-nación con cada vez menos poder para incidir en las cuestiones más vitales (aire que se respira, comida, salud, educación, vestir) de los ciudadanos inscritos en sus fronteras.