Al analizar el estado del sistema de salud del país se constata que la apreciación de la población es correcta: no existen los recursos humanos --investigadores, enfermeras, administradores, contables, etc.-- adecuados para resolver los problemas más comunes, tal como lo ha puesto en evidencia la epidemia de dengue hemorrágico.
 

    En el sector público, las decisiones no son tomadas teniendo en cuenta sólo el bienestar de la población, sino que en ellas influyen también el partidismo político e intereses económicos poderosos en este campo [...] El sector privado que hace de la salud un negocio tampoco es ajeno al partidismo político. Como su criterio más importante es la ganancia, tiende a construir oligopolios y a practicar la corrupción, a través de comisiones, la referencia de pacientes a determinados especialistas y laboratorios.
 

   El problema fundamental de la salud en El Salvador --y en otros países-- radica en no reconocer que la erradicación de la enfermedad y, por lo tanto, la salud como un estado generalizado de bienestar y satisfacción, sólo son posibles si, además de acciones médicas especializadas e individualizadas, se presta atención rigurosa a la salud pública y a aquellos factores básicos que la ponen en crisis.
 

Este análisis presenta la gravedad del problema de la pobreza desde el punto de vista del ingreso, en sus dimensiones de extensión, profundidad y severidad. De acuerdo con datos de 1998, el 49.74 por ciento de toda la población vive en condiciones de pobreza, lo que da un total de 3,007,296 personas, de las cuales 1,346,407 sufren la condición de extrema pobreza. La tesis central de este artículo es que El Salvador tiene el potencial para eliminar la pobreza extrema a mediano plazo, mediante un conjunto de medidas de política pública, y que si esto no se ha logrado ha sido por falta de voluntad política y económica para hacerlo. Como ejemplo, se expone el caso de Sri Lanka, país con un ingreso superior en materia de salud pública. Queda por determinar si las principales fuerzas sociales del país pueden asumir la responsabilidad de cumplir con las exigencias que demanda la historia y la cordura humana. 

¿Cuál es el lugar que ocupa la política, la ideología y el activismo en la investigación epidemioloógica? El objetivo de este artículo es responder a esta pregunta y para ello se muestra que el carácter cuantitativo de la epidemiología y su enérgico énfasis en asuntos metodológicos no hace a esta ciencia inmune a las influencias políticas e ideológicas. Analiza, además, la forma en que las instituciones de desarrollo crean un discurso que influye sobre los estudios epidemiológicos a través de premisas ideológicas. Finalmente, se esbozan una serie de principios que deberían tomarse en consideración en la elaboración de perfiles epidemiológicos críticos y alternativos.