A las siete de la mañana del 16 de noviembre, el campus recibió a empleados y estudiantes de la UCA, y a jóvenes de parroquias, comunidades y centros de estudios superiores jesuitas de la región centroamericana que trabajarían en la elaboración de alfombras a lo largo de día. Al final de la tarde, ya estaban listas y decenas de personas recorrieron la calle desde la capilla hasta el Edificio “P. Ignacio Martín-Baró, S.J.”, para apreciar las obras estampadas en el asfalto.
Diseños multicolores de sal y aserrín guiaron a la procesión de farolitos, que comenzó a las seis de la tarde. Luz de velas, cantos y estaciones dedicadas a reflexionar sobre los mártires hacen de esta manifestación un peregrinaje de memoria, en el que pesa más la vida que la muerte.
La procesión finalizó en el estacionamiento anexo del edificio del ICAS, donde estaba todo listo para la eucaristía en memoria de los mártires de El Salvador. Al inicio de la misa, Mauricio Gaborit, vicepresidente de la Junta de Directores de la UCA, condenó el ataque a la Asociación Pro-Búsqueda y dijo que este es una muestra de cómo, aún en nuestros días, la cobardía y el miedo a la verdad actúan en la oscuridad de la noche, usando la violencia y la prepotencia.
Para Gaborit, estos hechos deben servir para recordarles a los que quieren obstaculizar el trabajo por las víctimas que “la palabra definitiva la tienen los que abrazan a los pobres”. Dicho esto, se pasó al acto litúrgico, en el que miembros de diversas organizaciones participaron en las lecturas y las ofrendas.
La homilía estuvo a cargo de Andreu Oliva, rector de la UCA, quien se centró en el lema del aniversario: “No hay humanidad sin solidaridad compartida”. Así, comentó que si bien ha habido personas que marcaron al país por su entrega solidaria, también hay grandes ejemplos de insolidaridad.
“Es la insolidaridad la que impide que todos vivamos dignamente, la que genera la pobreza, la que no ha permitido construir un proyecto de país incluyente”, explicó. Esta es la otra cara de la moneda de la sociedad salvadoreña, en la que los principales protagonistas son los “pseudo políticos, empresarios, comerciantes y terratenientes que acaparan la mayor parte (…) que se niegan a compartir estas riquezas con quienes las generan”.
Esta misma realidad fue denunciada por los jesuitas de la UCA, lo que demuestra que sus palabras y aportes están vigentes, porque los problemas estructurales de El Salvador persisten. Por esto, “sus vidas, su amor (…) son y serán siempre una luz que nos ilumina, que nos inspira (…) a seguir trabajando para que se hagan realidad sus sueños e ideales”.
Terminada la eucaristía, comenzaron el acto cultural y la vigilia. Espacio de varias horas en el que participaron grupos musicales y ensambles artísticos de Guatemala, Nicaragua y El Salvador.
A la jornada conmemorativa asistieron unas 5 mil personas. Su presencia y participación, año tras año, expresa agradecimiento por el legado de nuestros mártires, hombres y mujeres que, según Oliva, “estuvieron dispuestos a amar hasta el grado de dar su vida. ¿Cómo podemos olvidar a personas así? No las podemos olvidar nunca”.
En la jornada del sábado 16 de noviembre participaron cerca de 5 mil personas (Foto: Dirección de Comunicaciones y Publicaciones, 16/11/2013).