En 1971 recibí una invitación para asistir a la presentación del libro Análisis de una experiencia nacional, que la UCA había publicado en un período de crisis en el país. En esa ocasión, tuve la oportunidad de conocer al padre Ignacio Ellacuría, porque fue quien presentó el texto. Era una persona de mirada profunda e incisiva. Recuerdo muy bien que en su discurso afirmó que era obligación de la UCA interpretar la realidad universitariamente, es decir, de manera objetiva. No olvido sus palabras.
Cuando empecé a trabajar en la Universidad, tuve mayor contacto con él. Recuerdo que una vez se le celebró su cumpleaños y le llevaron un pastel de chocolate. Fue allí que me di cuenta de que Ellacuría no tenía sentido del olfato, y que solo podía degustar el sabor del chocolate, ya que también tenía problemas con las papilas gustativas. Ese día, todos disfrutamos doblemente el pastel, porque sabíamos que él también lo estaba compartiendo.
Mélida Arteaga, exdirectora de Biblioteca “P. Florentino Idoate, S.J.”