Siempre he dicho que Segundo Montes fue un hombre visionario. En 1985, creó el Instituto de Derechos Humanos de la UCA. En momentos en los que el país estaba más convulsionado, él ya predestinaba la necesidad de una entidad que velara por los derechos humanos de las víctimas. En ese mismo año, yo lo encontré en México en un centro de los dominicos. Él acababa de fundar el IDHUCA y por más que yo le coqueteaba para que me invitara a trabajar con él, el padre Montes no me decía nada. Luego, alguien me comentó que él se había reservado la invitación, pues estaba interesado por mi vida, no me quería poner en riesgo.
Yo con él siempre tuve una relación bastante complicada. Fue mi profesor de Física cuando yo estudiaba en el Externado San José, y era muy exigente. También éramos rivales en el fútbol; yo era el portero del equipo de estudiantes y él era delantero del equipo de profesores. Así que yo tenía que atajarle los goles. Ahora la relación sigue siendo igual, pues me ha encomendado un legado que por momentos se me hace muy difícil llevar a cabo. Pero el compromiso con las víctimas es más fuerte, y eso me hace seguir construyendo lo que aquel hombre visionario inició.
Benjamín Cuéllar, director del Instituto de Derechos Humanos de la UCA (IDHUCA).