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Fuerza que ayuda a seguir en este camino
Rocío Fuentes
18/11/2009

“Han sido necesarios veinte años y un cambio de Gobierno para que el Estado salvadoreño reconozca la dignidad de los jesuitas”, dijo el padre José María Tojeira ante las miles de personas que participaban en la eucaristía. Los aplausos no se hicieron esperar. Y, luego de unos minutos, el Rector de la UCA siguió: “Quisiera añadir que si se reconoce a los jesuitas, se les está reconociendo también su amor por los pobres. Ellos no hubieran merecido este reconocimiento si no hubieran estado al lado de Elba y de Celina, de los niños de El Mozote, al lado de los ancianos del Sumpul, al lado de las mujeres de La Quesera, al lado de todas las víctimas de El Salvador”.

Ese día, sábado 14 de noviembre, horas antes de las palabras del P. Tojeira, el campus se convirtió en punto de reunión para miles de salvadoreños y extranjeros deseosos de honrar y recordar a los sacerdotes que lucharon durante los años de la guerra por la justicia y la paz en el país.

Desde las siete de la mañana, estudiantes, empleados de la Universidad y miembros de diversas instituciones nacionales y extranjeras ilustraban pasajes e imágenes de las vidas de Ignacio Ellacuría, Segundo Montes, Ignacio Martín-Baró y monseñor Romero sobre alfombras realizadas con sal y aserrín. Alfombras que, a las seis de la tarde, se convirtieron en el camino para la tradicional procesión de farolitos, en la que una caravana interminable de personas acompañó, con cantos y reflexiones, la luz de esperanza que marca el inicio de la vigilia.

Elizabeth Gonzales es una mujer que desde hace quince años dedica todo un sábado de noviembre para recordar la vida de las víctimas del conflicto armado. Está consciente de que participar en las actividades conmemorativas de los mártires contribuye a la recuperación y sustento de la memoria histórica del país. “El ejemplo de entrega de los padres jesuitas es la fuerza que nos ayuda a seguir en este camino de lucha por la justicia”, aseguraba Gonzales mientras esperaba atenta el ingreso de la procesión de farolitos al estacionamiento anexo del ICAS.

Pasadas las ocho de la noche inició la misa, concelebrada, entre otros, por los padres Tojeira, Jesús Sariego, provincial de la Compañía de Jesús, y Andreu Oliva, vicerrector de Proyección Social. El P. Oliva también estuvo a cargo de dar la palabra, en la cual recalcó la acción liberadora de los mártires al entregar la vida por el pueblo, siguiendo el ejemplo de Jesús de Nazaret.

Además, se contó con la presencia del cardenal Keith O’Brien, arzobispo de Edimburgo (Escocia), quien dirigió unas palabras a todos los presentes llegado el final de la ceremonia. El cardenal O’Brien comentó que el primer día de su visita a El Salvador viajó junto con personal de Radio YSUCA a las comunidades afectadas por el huracán Ida en San Vicente, donde, según sus palabras, fue testigo de “la lucha y el sufrimiento de este pueblo valiente”.

Luego, el P. Sariego leyó una carta enviada por el P. Adolfo Nicolás, superior general de la Compañía de Jesús: “Los mártires nos daban una edición abreviada e intensa de lo que el pueblo sigue experimentando. Mi imagen del pueblo salvadoreño es la de un pueblo que da siempre vida con mucha esperanza, pero la da mientras él mismo muere en el acto”, rezaba un fragmento del texto.

La eucaristía concluyó con la bendición final del cardenal O’Brien. Después del acto litúrgico, la noche y la música fueron las encargadas de acompañar a las personas que con la esperanza de un nuevo mundo, justo y cristiano como lo querían los mártires, esperarían en vigilia la llegada del amanecer, para así consumar una jornada plena de remembranza y homenaje.

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Jóvenes, niños y ancianos participaron en la procesión de farolitos (Foto: Dirección de Comunicaciones y Publicaciones, 14/11/2009).





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