“Del otro lado del mar todos llegaron a puerto, cargados con sus talentos, con sus claveles de paz (…) Quienes les vimos pasar, recordamos sus sonrisas; sus palabras de volcán y su caminar sin prisa. ¿Adónde fueron las rosas, sin llantos y sin espinas?; se brindaron generosas, para curarnos la herida”.