Tenía un par de cartas viejas para mandar.
Con su etiqueta vieja,
y sus palabras viejas
diciendo: “me agrada que duermas en paz”.
Solo tráeme a la noche los recuerdos.
Tráeme dos sabanas que cuenten tus historias,
tráeme las hazañas, quiero verte la cara.
Me gustaría saber tantas cosas,
tantas sombras.
Ya por los jardines que me acompañe tu fantasma,
que toque las hojas conmigo,
que acaricie mi memoria para nunca olvidarme.
Desvélate un rato conmigo,
que no hay momento más efímero.
Tráeme la revolución,
regálame la noche como si estuvieras vivo.
Tráeme la noche,
tráeme los sonidos huecos,
tráeme a ti mismo,
libérame la patria.
Y después,
después pronunciaré tu nombre